Día 13: Una familia en Slytherin


El Potterverso es de Rowling


Fic que participa en el Snapetober 2024


Prompts sacados de la cuenta Chocoramo-cow en Tumblr


Prompt: Slytherin


— Bienvenido a Slytherin. Soy Malfoy, Lucius Malfoy. — se presentó el chico que estaba sentado a su lado.

— Snape, Severus Snape. — se presentó el niño.

Después de oír a medias el discurso de Dumbledore, apareció un montón de comida en la mesa.

Severus abrió los ojos como platos.

Pato, cerdo, ternera, pescado, croquetas, un plato lleno de rebanadas de pan, otro de patatas. Severus nunca había visto tanta comida en una mesa.

Sin embargo, no se atrevió a probar nada.

En casa, si tocaba algo sin permiso, su padre le pegaba.

— ¿No comes? — le preguntó Lucius.

— ¿Me golpearán?

— Lo único bueno que ha hecho Dumbledore como director es prohibir los castillos físicos. Te recomiendo las patatas y el pan. — le señaló con el tenedor.

Severus observó los platos con esos alimentos, se levantó, los agarró con las manos y los devoró.

Narcissa Black, Evan Rosier, Waldemar Wilkes, Thomas Avery y Xylon Mulciber lo miraron muy sorprendidos por su falta de modales.

— Severus. — el nombrado miró hacia Lucius Malfoy, quien tenía un tic en la ceja izquierda que antes no se le veía. — ¿Sabes usar los cubiertos?

Snape asintió.

— ¿Y la servilleta?

Severus volvió a asentir.

— Entonces, límpiate los carrillos, que están llenos de migas, sécate las manos y usa los cubiertos.

Severus obedeció, aunque siguió recibiendo miradas por parte de sus compañeros.

Era la primera vez que no se relacionaban con un chico de clase baja.

Cuando los prefectos de quinto año, los llevaron a sus habitaciones, Lucius, el prefecto de sexto año, quiso darles unas palabras.

— Mañana, los elfos os darán vuestras corbatas con los colores de vuestra casa. Los alumnos mayores os enseñaremos a anudároslas. Vuestro uniforme representa vuestra casa y como tal no debéis deshonrarla llevando el uniforme de cualquier manera. Buenas noches.

Severus estuvo feliz de que alguien le enseñara a anudarse la corbata. Aunque, había visto varias veces al padre de Lily haciéndolo, no sabía cómo ponérsela.

….

Severus comía bajo la atenta mirada de Lucius. Estaba usando el cuchillo, el tenedor y la servilleta. ¿Estaba haciendo algo mal? Bueno, Lucius era un chico muy estricto.

— Severus, en la sala común, te enseñaré modales en la mesa. — le dijo.

El niño asintió y siguió comiendo.

…..

— Este tenedor es para cortar la carne. Este cuchillo es para cortar el pescado. — le decía mientras iba enseñándole los cubiertos uno a un0 y dónde se ponían. Ambos estaban sentados en una mesa cerca de la chimenea. — ¿Eres un castor? — le preguntó. Severus negó. — Entonces, deja de llenar los carrillos como si fueras uno.

Así fue como Severus aprendió modales en la mesa.

…..

Severus acababa de entrar a la sala común, después de esperar toda la noche en una sala del séptimo piso que no había pisado nunca huyendo de los cuatro idiotas.

— Al fin. — Lucius se levantó de su sillón. — ¿Dónde has estado toda la noche?

— Escondido en una sala de los cuatro imbéciles.

Lucius asintió.

— La próxima vez vuelve a la sala común. Aquí ellos no pueden entrar.

Severus asintió.

— ¿Has estado despierto toda la noche esperándome? — le preguntó.

— ¿Cómo sino sabría que has estado fuera toda la noche?

Severus se sonrojó. Solo su madre, Lily y los Evans se preocupaban tanto por él.

Se conmovió.

Narcissa caminaba rumbo a la sala común y vio a Lucius hablando con Avery y Mulciber. Mientras tanto, le estaba dando la mano a Severus.

Cissy pensó que debería tener una conversación con Lucius.

¿Por qué se preocupaba tanto por ese mestizo? ¿Por qué sólo él si los demás de primero o los demás mestizos le daban igual?

….

Esa misma noche, Narcissa bajó a tomar el té con Lucius en la sala común. Era una tradición que tenían después de hacer la ronda de prefectos.

— Lucius, ¿puedo hacerte una pregunta?

— Claro.

— ¿Por qué siempre estás tan pendiente de Snape? Es decir, siempre te has tomado muy en serio tus obligaciones de prefecto, pero a él lo sobreproteges mucho. Nunca habías hecho eso con un niño de primero ni con un mestizo.

— ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? — le preguntó Lucius de vuelta. — Llevaba nueve o diez años viviendo solo en Malfoy Manor. Mi padre no quería que me juntara con la gente por… ya sabes qué. — aun en público, a Lucius le costaba hablar de su tartamudez. Por mucho que la hubiera superado. — Yo tenía a Parkinson, a Pamela, a Crabbe, a Goyle y, sobre todo, a ti.

"Y él no tiene nadie. Por eso, quiere cuidarlo. Lo ve tan desamparado como él cuando nos conoció" pensó Narcissa.

…..

Semanas después, Severus bajó junto a sus compañeros de habitación a la sala común. Escuchó a los alumnos mayores hablar, entre ellos los prefectos Lucius Malfoy y Narcissa Black. El rubio leía una carta de su padre.

— Mi padre acaba de mandarme una carta contándome la última fiesta del Ministerio. Al parecer había muggles. — pronunció la última palabra con asco.

— Son los cónyuges de los funcionarios del Ministerio. Acudieron como acompañantes. — comentó la rubia.

— El mundo mágico cayó muy bajo cuando permitió a los magos casarse con esa basura. — masculló Malfoy.

— ¡Los magos y los muggles jamás deberían estar juntos! — chilló Snape.

Los mayores lo miraron sorprendidos.

— Snape — siseó Humphrey Parkinson — ¿no te han enseñado que no hay que interrumpir a los mayores?

— Déjalo, Parkinson. Vi un periódico de hace años sobre una mujer llamada Eileen Prince que se casó con un muggle llamado Tobias Snape. ¿Son tus padres? — preguntó Goyle.

Snape no respondió, pero frunció los puños.

— ¡Ese matrimonio jamás tendría que haber pasado! — vociferó lleno de rabia. — ¡Me convertiré en un mago grande y poderoso y ese asqueroso muggle jamás volverá a poner las manos encima a mi madre!

Entonces se fue.

Todos se miraron.

— Si hasta un mestizo reniega de sus raíces... Significa que tenemos razón. Los magos no debemos juntarnos con muggles ni nada que tenga que ver con ellos. Incluidos los sangre sucia. Somos superiores a ellos. — concluyó Anastasia Travers.

Sus compañeros estuvieron de acuerdo.

Pero Lucius creía que había algo más detrás de las palabras del chico.

Decidió investigarlo.

…..

Lucius Malfoy usando los contactos de su padre, a sus espaldas, consiguió saber la dirección de Severus Snape.

Llevaba puesto un traje de color verde botella, destacando su estatus. Era eso o una túnica. Si mostraba demasiado del mundo mágico a los muggles, el Ministerio podría comentárselo a Abraxas y, entonces, tendría problemas con su padre.

Iba caminando por las calles mirando con asco a todo y a todos. Todo estaba lleno de basura, vómitos y mierda. La gente que deambulaba por ahí eran borrachos o prostitutas.

— Guapo, ¿quieres pasar la noche conmigo?

Una mujer con un vestido escotado y muy corto se acercaba hacia él.

"¡Una puta! ¡Una puta muggle!"

Su padre ya insistía que debía ir a un prostíbulo para "ser un hombre", pero en el Callejón Knockturn había putas brujas o squibs.

Se estremeció de solo pensar en acostarse con una muggle.

Y no podía usar magia para deshacerse de ella porque el Ministerio se le echaría encima por romper el Estatuto Internacional del Secreto y su padre por ir al mundo muggle, y encima un lugar pobre.

Si la prostituta se le acercaba, se desharía de ella con el veneno que había en su bastón.

— Dame un poco del dinero que llevas encima, niño de papá.

Un hombre borracho se le enganchó por detrás dispuesto a robarle.

Lucius no se lo pensó dos veces. Le pinchó con los colmillos de su bastón en el brazo.

El muggle chilló de dolor y se agarró la herida, no tardaría en morir.

La prostituta se asustó. Corrió a auxiliar al hombre dedicándole a Lucius una mirada gélida. Desistió de conseguir el mejor cliente de su vida.

Lucius les ignoró. Siguió caminando.

….

Llegó al final de la Calle de la Hilandera, que terminaba junto al río.

Oyó gritos y objetos que se rompían.

Entró a escondidas por la puerta de atrás.

Vio a un hombre golpeando con un objeto de metal a una mujer, quien tenía un niño justo debajo de ella.

Lo primero que pensó fue en usar su varita, pero justo en ese momento la mujer se desmayó y el hombre se asustó pensando que la había matado.

Huyó.

Lucius se acercó a la madre y al hijo. La que tenía peores heridas era la señora Snape, la reconoció por el número del Profeta que hablaba de su matrimonio.

Llevó a la mujer en brazos al dormitorio principal y a Severus a la suya.

— Dobby — llamó a su elfo, quien apareció al instante esperando órdenes. — Trae a Cissy, dile que hay alguien herido y que traiga pociones y ungüentos.

El elfo desapareció.

La rubia no tardó en aparecer con varias pociones sanadoras. Mientras ella atendía a Eileen, él curaba a Severus.

Lucius vio que el cuerpo del chico estaba lleno de cicatrices, golpes y pequeñas manchas rojas, le recordaba cuando quemaban algo con la punta de la varita. Imaginó que esa herida fue con un objeto muggle que causaba una herida parecida.

Cuando salió, Narcissa todavía no había terminado.

Finalmente, la rubia salió. Estaba agotada.

— Tiene varios huesos rotos, una desnutrición severa y está muy débil. Es un milagro que no haya muerto.

— Quizás su magia la ha protegido.

Estuvieron hablando hasta que Dobby salió a decirles que Severus había despertado.

Entraron.

Severus les miró con curiosidad.

— ¿Por qué? — preguntó.

Buena pregunta. ¿Por qué le habían ayudado? ¿Por qué era el mejor alumno de pociones de todo el colegio? ¿Por qué sabía más maldiciones que los de séptimo?

— No lo sé — respondió Malfoy.

— ¿Te las ha hecho el muggle las heridas? — preguntó Cissy.

Severus asintió.

— Nos odia… Por ser magos… Rompió la varita de mamá… Pero no podemos irnos… No tenemos a dónde ir… Los Prince no quieren saber nada de nosotros…

Lucius y Narcissa se miraron.

— Siempre que necesites mi ayuda, llama a Dobby, mi elfo. Y vendré enseguida.

— A tu madre debería verla un sanador. Está muy grave. — le aconsejó Narcissa.

— San Mungo no hará nada por nosotros. Los Prince han sobornado al director del hospital para que no nos atiendan.

Ambos rubios se miraron sorprendidos. Jamás pensaron que el líder de una familia poderosa pudiera tener tanto poder.

Cuando Severus estuvo en condiciones de levantarse, llamó a una ambulancia. Lucius y Narcissa no dirigieron la palabra a los muggles que se llevaron a Eileen.

….

— Ama Narcissa, el señor Prince la llama. — Abraxas Malfoy había prohibido a sus elfos domésticos nombrar apellidos muggles. Era otra forma de discriminar los magos que no eran sangre pura. Así los invisibilizaban porque no había manera de referirse a ellos. Eso también afectaba a Severus, cuyo apellido era muggle. Por lo que, el joven matrimonio Malfoy y Severus decidieron que los elfos se refirieran a él por el apellido de su madre.

Narcissa no perdió el tiempo. Recogió su botiquín de pociones y le dio la mano al elfo.

Xylion Mulciber fue el prefecto de Slytherin que eligieron en quinto año, en el tercer año de Severus. Era su primer año sin Lucius y ya se sentía desvalido.

Había perdido a su protector, a su prefecto de confianza, al Premio Anual que estaba de su lado y lo más importante: había perdido a su hermano mayor.

Así que, Severus tuvo que buscarse a otro protector.

— Eres muy bueno en Artes Oscuras, Severus. — le comentó Mulciber una vez.

— He leído todos los libros que había en mi casa. Y Lucius me ha regalado también libros.

— ¿Lucius? ¿Lucius Malfoy? ¿Si que tenéis confianza para poder referirte a él por el nombre? — exclamó. — Tenemos un club de DCAO y duelos. ¿Quieres unirte?

— Sí. — Lucius ya le había entrenado en duelos, pero no debía perder la práctica. Los cuatro idiotas no querían dejarle en paz.

Severus había ido a recibir a los miembros del equipo de quidditch de Slytherin, que venían de entrenar.

Paró a Mulciber, el golpeador con el que sentía más confianza.

— Este domingo tenéis el partido de quidditch contra Gryffindor. ¿Puedes lanzarles una bludger a Potter y a Black de mi parte?

— Claro.

Severus sonrió con un brillo de felicidad en los ojos.

Lástima que no sabía que Mulciber solo se juntaba con él para contentar a Lucius. Eso lo supo cuando se hizo mortífago, pero en esos momentos, Severus lo quería como un hermano mayor y pensaba que su preocupación por él era sincera.

….

Thomas Avery era del mismo año que Mulciber. También eran amigos de la infancia, sus padres eran mortífagos y de la élite sangre pura. Y todos se conocían entre sí.

Avery conoció a Severus cuando el menor empezó su primer año y el mayor tercero.

Thomas se fijó en que Lucius lo tomó bajo su protección. Lucius no era hijo de padre mortífago, pero Abraxas colaboraba con el Señor Tenebroso, y Lucius había empezado a trabajar para los mortífagos observando y espiando a Dumbledore y captando nuevos niños para "la causa" como la llamaban los puristas de sangre.

Así que, Thomas quiso ganarse a Lucius a través de Severus.

— Mulciber te ha comentado sobre el club de duelo y Artes Oscuras que tenemos. ¿Quieres que te entrene? — le preguntó un día que Severus estaba en la sala común haciendo los deberes.

Severus lo miró sopesando los pros y contras. Debía saber si era de confianza o no… pero la verdad es sí le convenía aprender a defenderse de los cuatro imbéciles; además, Avery era muy buen duelista.

— Acepto.

Severus llevaba toda su vida viendo peleas callejeras muggles en la Calle de la Hilandera. Pero él no podía participar. Siempre había tenido unas muñecas débiles y no podía dar puñetazos fuertes. Había heredado la constitución delgada de su madre. También había leído las maldiciones de Artes Oscuras de los libros de su madre, pero como no podía hacer magia dentro de casa, no podía practicarlas. Pero nunca había practicado ningún duelo mágico.

En su primera clase, Thomas Avery le enseñó:

— Primero hay que saludar al contrincante. — hizo una inclinación de cabeza que Severus imitó. — Eso solo se hace en los duelos de… podría llamarlos… duelos de espectáculo. En la vida real, en un combate a muerte, no se saluda al rival. Ahora inclina un poco las rodillas, dobla un poco el brazo con el que sujetas la varita y gira un poco a un lado, delante de mí tiene que estar el brazo dominante. Perfecto. Muy bien. Ahora, ataca. No te contengas. Usa todas las maldiciones que sabes. Yo tampoco me contendré.

Severus atacó y Avery le devolvió todos los ataques o los paraba. Lo mismo con Severus. Tenía muy buenos reflejos a raíz de los maltratos de su padre y el barrio donde vivía. Pero Thomas había sido entrenado en duelos y Artes Oscuras desde niño.

Después de varias horas, Avery detuvo el combate.

Finite incantatem. — Los hechizos desaparecieron. Severus detuvo el ataque, jadeando de cansancio. — Enhorabuena, Severus. Lo has hecho muy bien. Seguiremos mañana. Ahora hay que prepararse para ir a cenar al Gran Comedor. Tenemos tiempo de ducharnos antes, no queremos defraudar a nuestra casa apareciendo sudados ante toda la escuela. — comentó en un tono un poco de broma.

Severus asintió y rio.

Ambos hicieron la inclinación de cabeza y se fueron cada uno a su habitación.

Antes de Navidad, Avery se fue a su casa, pero antes recibió un regalo de Severus.

— Toma. No quiero estar en deuda contigo. — le entregó un frasco.

Felix felicis… — susurró Avery. — Yo también tengo algo para ti. — le entregó un paquete envuelto.

Severus lo desenvolvió.

— ¡Un libro de Artes Oscuros! — intentó contener su emoción.

— Imagino que no lo tendrás. Es un último modelo. — le explicó. — Si quieres estar al día con todos los artículos de Artes Oscuras, pregúntale a Madeleine Borgin. Sus padres son descendientes de los fundadores de la tienda Borgin & Burkes.

Severus se lo pensó. Pero en un principio no quiso hablar con ella. No tenía dinero para comprar en su tienda. Pero podían hablar de Artes Oscuras, algo que a ambos les gustaba.

Avery tenía las mismas intenciones con Severus que Mulciber; pero en ese momento, Severus todavía no lo sabía.

Madeleine Borgin era del curso de Severus y también pasaba la Navidad en Hogwarts.

Estaba en la sala común leyendo un libro.

Severus intentó recordar las palabras de Lily sobre decir su nombre y preguntar si quería ser su amigo. Pero se quedó en blanco y la veía muy concentrada leyendo su libro. Se sentó a su lado y también empezó a leer.

— Este libro de Artes Oscuras también lo tenemos en casa. Pero es bastante antiguo. En mi tienda vendemos una versión actualizada. — le comentó ella con una sonrisa.

— No tengo dinero para comprarlo. — contestó él sin quitar la vista del libro.

— No te preocupes. Necesito ayuda con la parte práctica de pociones. ¿Podrías darme clases? A cambio te consigo los artículos nuevos de la tienda de mis padres.

Severus se lo pensó. La idea le gustaba, pero pensaba que no tenía paciencia para enseñar. Aunque Borgin no era mala estudiante en pociones, solo se le daba mal la práctica.

— Pues no es mala idea. Trato hecho.

Ambos sonrieron y se dieron las manos zanjando su trato. Ese momento también le dio la idea a Severus de hacer clase de repaso de DCAO y pociones a sus compañeros de casa, tanto de su mismo curso o inferiores como superiores.

A partir de ahí, empezó una bonita amistad hasta la muerte de Madeleine. Irónicamente, años más tarde, Severus acabaría siendo el profesor y Jefe de Casa de su hijo, Theodore Nott.

….

Hera Peverell era una rica heredera sangre pura de una familia mágica que tenía raíces en la edad media. Sus padres coincidieron con Quién-Tú-Sabes en Hogwarts, de hecho, su padre era mortífago.

Entonces, ¿cómo se acercó Hera a Severus si eran de mundos completamente diferentes?

Muy fácil, Hera heredó las malas habilidades en pociones de su madre y no el talento de su padre.

Así que, le pidió a Severus después de Navidad un favor.

— Snape, ¿podrías hacerme una tutoría de pociones? Podríamos negociar el precio. — no es que a Hera le faltara el dinero. Al contrario. Pero en Slytherin a la hora de hacer negocios nunca se había de mostrar muy desesperado. Podían usarlo en su contra.

Severus se lo pensó. Hera no era mala estudiante en otras materias y mostraba interés en pociones y en mejorar… no estaría perdiendo el tiempo con ella.

— ¿Cinco sickles por clase? — propuso.

— De acuerdo.

Encajaron las manos zanjando el trato.

…..

A medida que pasaron tiempo juntos, los dos vieron que tenían su amor por las Artes Oscuras en común y Hera echó sus prejuicios de sangre a un lado, con él, y se hicieron amigos.

Tanto que cuando Hera se quedó embarazada con dieciséis años de un compañero de Slytherin amigo suyo, Severus fue una de las pocas personas a las que se lo contó.

— Te prepararé una poción abortiva. — se ofreció.

— No. Soy la única descendiente de mi familia. En el momento en que me case, cambiaré de apellido. Esta es la única manera que tengo de perpetuar mi apellido.

— ¡Tienes dieciséis años! ¡¿Cómo vas a hacerte cargo de un crío y sacarte los ÉXTASIS?! — bramó.

— Severus, es mi única oportunidad. Por favor. — le suplicó.

Y Severus bufó, pero guardó su secreto.

De hecho, Severus fue uno de los amigos (junto a Sébastien Aubépine, el padre del niño, Constance Lestrange, Regulus Black, Barty Crouch y Evan Rosier) que la cubrió cuando tuvo que esconder su embarazo en Hogwarts usando hechizos glamour para esconder su panza o usando poción multijugos para que otro se hiciera pasar por ella en las clases de pociones, el vapor de las pociones no era bueno para mujeres embarazadas.

Y también fue uno de los que la ayudó a cuidarlo cuando Hera dio a luz el 16 de febrero de 1977.

Aurora Sinistra era otra alumna de pociones de su año. La mejor de su curso en astronomía. Pero le iba fatal en pociones.

— Snape, necesito una tutoría en pociones.

— Cinco sickles por clase.

— Gracias.

A partir de ahí, ambos fueron desarrollando una bonita amistad.

Snape era estricto en clase y no muchas veces corregía con tacto. Pero con él se aprendía, era un pozo de sabiduría. Se notaba que dominaba la materia.

Y así fue como ella fue ganando habilidades en pociones. No se convirtió en una experta, pero alcanzó a sacarse los TIMO y los ÉXTASIS y así pudo entrar en la Academia de Astronomía y cumplir su sueño de ser astrónoma.

Severus tampoco rechazó hacerle tutorías en verano para que ella no perdiera el ritmo. Pero ninguno podía invitar al otro a su casa por la situación familiar que tenían.

— Vivimos en pueblos bastante cercanos. — observó él cuando se dieron la dirección.

— Sí. Podemos quedar en el claro que hay a medio camino.

Y así hicieron.

Hubo también un momento en que Severus decidió aprender aritmancia para crear sus propios hechizos. Quería sacarse esos TIMO y ÉXTASIS.

En un momento dado, Septima Vector le vio.

— Si quieres, puedo ofrecerte clases de aritmancia. — se ofreció. Ella era la mejor del curso en esa materia.

— ¿Y qué quieres a cambio? — preguntó él sin sacar la vista del libro.

Ningún Slytherin daba nada a otro sin pedir nada a cambio, a no ser que fueran muy amigos. Cosa que no era el caso.

— Quiero que le hagas las clases a Aurora gratis. Necesita ayuda en pociones, pero tampoco puede gastarse todo su dinero en tus repasos.

No era un secreto que Aurora Sinistra y Septima Vector eran pareja.

— ¿Quieres que el pago para mis clases de aritmancia sean las clases de pociones de Sinistra?

— Exacto.

— Me parece bien. Eres una buena negociadora, Vector. — sonrió Snape.

— Pues claro, nací en el Callejón Knockturn. — ella le devolvió la sonrisa. — Estoy acostumbrada a negociar para sobrevivir o conseguir algo.

Gracias a las clases de Septima, Severus se convirtió en un experto en aritmancia, lo cual le permitió crear varios hechizos en su quinto año como el muffliato, sectumsempra, vulnera sanentur, levicorpus y liberacorpus.

….

Evan Rosier era un primo de Narcissa por parte materna y un compañero de curso y cuarto de Severus.

Al principio, Evan no le hacía caso a Snape. ¿Por qué debería? Era un mestizo pobre que no podría producirle ninguna ventaja juntándose con él.

Pero le llamaba la atención que fuera tan bueno en Artes Oscuras y en duelos.

Sin embargo, vio que, a finales de enero, empezó a dar clases de pociones a quien lo necesitara.

Y él las necesitaba.

— Snape, necesito clases de pociones.

— Mira, Rosier, yo no me dedico a perder el tiempo con gente que no está dispuesta a aprender o a escuchar. Prefiero hacerles los ensayos y que me paguen por ello. — cómo era el caso de Avery y Mulciber.

Al principio, Rosier aceptó ese trato. Pero se dio cuenta que, si Snape le hacía los trabajos, jamás aprobaría los TIMO. Él no los necesitaba para conseguir un buen trabajo, pero como heredero de los Rosier, su orgullo no le permitía suspender y sus tíos Cygnus y Druella eran muy estrictos.

Así que, empezó a atender en clase y así Severus lo aceptó en sus clases.

— ¡Severus, ven! — vociferó Tobias.

El pequeño niño estaba asustado y no quería ir, pero sabía que si no venía sería peor. Así que se acercó a su padre, quien estaba sentado en el sofá.

El hombre sacó el cigarro de su boca y lo pegó en el brazo de su hijo, dejando una pequeña cicatriz circular en el lugar. El pequeño intentó controlar sus sollozos. Tobias perdía más el control si el niño lloraba.

— ¡Eres un monstruo, Severus! ¡Tú y la zorra de tu madre sois unas aberraciones!

— No — susurró.

— ¿Qué?

— Mamá no es un monstruo — susurró.

Antes de que pudiera darse cuenta, ya estaba en el suelo y su padre le había arrancado la ropa. Empezó a golpearle la espalda con el atizador.

— ¡No, Severus!

Eileen salió de la cocina y se interpuso entre su esposo y su hijo, recibiendo ella los golpes. La túnica de la mujer y su pelo empezaron a llenarse de sangre.

Regresó a la realidad cuando la cortina de su dosel se abrió de golpe.

— ¡Sabes qué hora es! — gritó Evan Rosier furioso abriendo la cortina.

Severus negó con la cabeza.

Vio todo el sudor en el cojín y las sábanas. ¿Había gritado en sueños?

Vio a Evan. De pronto empezó a subirle la cena.

Corrió al baño y vomitó.

Evan lo siguió. Parecía asustado. Ya no estaba enfadado de que su compañero lo hubiera despertado.

— ¡Estás sudando, Snape! Quizás deberías darte una ducha… — susurró Evan rascándose la cabeza.

— No me gusta mirar mi reflejo en el espejo. — Severus frunció el ceño mirando el espejo del baño de la habitación.

Rosier transfiguró un calcetín en una piedra y rompió el espejo. Acto seguido, apareció un elfo para arreglar el desastre, pero el rubio lo detuvo.

— No lo arregles. Los Slytherin no usamos espejos.

El elfo lo miró sorprendido, pero obedeció.

— Ahora ya puedes bañarte. — sonrió y se fue.

Severus estaba sorprendido. Era la primera conversación que tenía con uno de sus compañeros de habitación. ¿Y posiblemente el primer amigo que tenía? Eso le sorprendió; no había dicho la frase que le sugirió Lily.

Se duchó.

….

— ¿Qué harás cuando te gradúes de Hogwarts, Severus? — le preguntó Evan un día que fumaban en el baño.

— Ya lo sabes. Ingresar en la Academia de Pociones.

— Que envidia, Severus. Tú lo tienes todo tan claro. Y yo no.

— Yo también te envidio Evan. Yo necesito ganarme la vida y tú vas a ser el líder de la familia Rosier…

— Sí, pero porque soy el único varón. Si mi hermana fuera un chico lo sería ella. Podría dedicarme a otra cosa, pero no sé el qué.

— Podrías hacer de payaso en un circo. — comentó Severus en broma.

La risa de Evan, se oyó por todo el baño.

Waldemar Wilkes también era un chico indescriptible.

Nadie sabía lo que pensaba. Ni siquiera Evan, su mejor amigo.

Ni siquiera el propio Severus.

Wilkes parecía no observar a su alrededor, pero sí lo hacía.

Cuando Severus salió de la ducha, con el cuerpo cubierto con una toalla, todos estaban despiertos.

Frunció el ceño.

Seguro que se habían despertado cuando Evan rompió el espejo.

— ¿Estás bien, Snape? ¿Has tenido una pesadilla?preguntó un chico. — ¿Quieres que llamemos a un prefecto o a Slughorn?

— Tonto, si no ha dicho nada es porque no quiere decírselo a nadie. — respondió otro chico.

Snape no dijo nada.

Se metió en su cama y cerró las cortinas del dosel para ocultarse y vestirse. A los demás no los sorprendió. Desde que habían empezado el curso, Severus siempre se cambiaba dentro de la cama cubriéndose con las cortinas.

— Seguro que el motivo por el que no quiere verse en el espejo es el mismo por el que se cambia cubierto. — dedujo Wilkes.

….

También hacían debates sobre la pureza de la sangre.

— Yo creo que todos los muggles deberían extinguirse. Alguien sin magia no nos puede ser útiles en nada. — masculló Mulciber.

— Sí, eso sí, pero, ¿qué hacemos con los sangre sucia? ¿Los matamos a todos también? ¿O dejamos a unos pocos vivos para que nos sirvan? — preguntó Evan.

— Deberíamos dejar algunos vivos para que nos sirvan… hay muchas sangres sucias que están buenísimas. — comentó Avery con una sonrisa socarrona y levantando las cejas.

— Yo creo que deberíamos exterminarlos todos. — dijo Regulus.

— Yo también. — susurró Wilkes. — Y acabar con ellos de la peor forma posible por haberse atrevido a respirar el mismo aire que nosotros.

Ahí Waldemar ya mostraba el sadismo que lo identificaría como mortífago.

Severus no disfrutaba mucho de la compañía de Wilkes, pero era muy creativo a la hora de dar ideas sobre crear maldiciones, que después Severus llevaría a la realidad.

….

Ethan Calloway era un compañero de su curso y cuarto e hijo de muggles.

La relación entre Ethan y el resto de Slytherin era tensa.

Lo protegían del resto de casas porque era una serpiente como ellas, pero dentro no se molestaban en despreciarlo por sus orígenes muggles. Y los únicos que podían protegerlo de los puristas eran los miembros de las otras casas, quienes lo despreciaban por ser Slytherin.

— Snape, ¿por qué estás contra los muggles y el matrimonio mixto si tu padre lo es uno? — le preguntó en tensión.

— No hables de lo que no sabes, Calloway. ¡No tienes ni idea de lo que tengo que aguantar en casa!

Ethan no dijo nada, imaginaba que la relación de Snape en su casa era complicada; y seguramente tendría que ver con su padre muggle. Pero su compañero no era mucho de hablar sobre temas personales y no le tenía tanta confianza para abrirse con él.

Aun así, también hablaban de temas muggles como sus programas favoritos. A ambos les gustaba Scooby-Doo y Severus le confesó que era un gran fan de la Familia Addams.

No se hicieron amigos, porque Ethan no quería ser amigo de alguien que se juntaba con personas que querían exterminarlo a él y a su familia. Pero le respetaba.

Bertram Aubrey era un hijo de muggles un año menor que Severus.

No hablaban mucho. Severus se juntaba con los puristas de sangre y Bertram siempre iba con Ethan, el otro hijo de muggles de Slytherin.

A Severus tampoco le atraía Aubrey. Por mucho que fingiera ser un chico valiente estaba acojonado. Las demás casas le daban la espalda por ser Slytherin y las serpientes lo detestaban por ser de origen muggle.

Sin embargo, hubo una vez que ambos estuvieron en contacto…

Peter Pettigrew le lanzó un hechizo por detrás a Bertram una vez que salió de la sala común.

Aubrey resbaló y tropezó. Se dio un fuerte golpe en la nariz.

— ¿Qué? ¿Pettigrew? — Aubrey miró a sus lados buscando a los otros tres. Normal, siempre iban juntos.

Pettigrew se exasperó. Si esa serpiente no le devolvía el golpe... Si no lo hería, la mentira no colaría.

— ¡Bombarda! — le lanzó.

— ¡Protego! — se protegió Aubrey.

— ¡Diffindo!

Unos cortes aparecieron en los brazos de Bertram, quien le lanzó un hechizo que lo hizo saltar unos metros atrás.

Más tarde, Potter y Black le lanzaron a Aubrey un hechizo ilegal para agrandarle la cabeza cuando estaba estudiando en la biblioteca.

Pince regañó a Potter y a Black y los llevó al despacho del director.

— Señor Snape, lleve al señor Aubrey a la enfermería. — le ordenó la bibliotecaria cuando le vio estudiando en una mesa.

— Vamos, Aubrey.

Severus lo guio a la enfermería.

Cuando Pomprey le puso la cabeza de nuevo a su tamaño normal, Severus se sentó a la silla al lado de su cama.

— Pettigrew me atacó por detrás y yo me defendí. Después vinieron esos dos animales a atacarme. — le explicó.

— Esos imbéciles se creen que Hogwarts es suyo y hacen lo que les da la gana. A partir de hoy no salgas solo de la sala común. Sal con Calloway o con uno de los más fuertes. Avery o Mulciber. Con ellos no se atreverán a atacarte. Mulciber es prefecto.

— ¿Por eso te juntas con ellos por mucho que sean puristas de sangre y tú un mestizo?

Severus no le respondió.

…..

Regulus Black era un año menor que Severus.

Al principio, Severus no quería acercarse a él. El pequeño Black era muy parecido físicamente a su hermano mayor. Pero pronto se dio cuenta de que ambos eran muy diferentes en personalidades. Regulus era más tímido y detestaba los lugares con mucha gente y ser el centro de atención. Justo todo lo contrario a su hermano. Casi que el Black menor parecía más familia suya que de su hermano.

— Snape, ¿podrías darme una tutoría de pociones? — le pidió Regulus un día.

Severus se lo pensó un momento, finalmente, aceptó.

En un principio, Regulus se había acercado a Severus porque sabía que Sirius lo odiaba y quería hacerlo enfadar. Un pequeño berrinche infantil, si ahora lo miraba.

Había aprovechado que Severus hacía tutorías de pociones o DCAO para ganar dinero. Incluso, hacía los ensayos de los demás, si veía que eran demasiado catetos para prestar atención a sus clases. O si no, hacía pociones a cambio de dinero y favores. Entendía que el mestizo, con lo talentoso que era, fuera el ojito derecho de Lucius. Para llevar a cabo su plan, Regulus le pidió una tutoría de pociones a Severus. En realidad, el menor de los Black no era malo en pociones. Pero necesitaba una excusa para acercarse a él fingiendo no saber…

A partir de ese día, Regulus acudió todos los días a hacer tutorías de pociones con Severus. Ahí fue cuando ambos se fueron conociendo más y se hicieron amigos… Es decir, el plan de Regulus fracasó.

— Creo que este libro muggle te puede gustar… — le comentó Severus un día enseñándole el libro El fantasma de la ópera. Tanto Regulus como él eran unos fanáticos de la lectura.

Regulus hizo una mueca al verlo, pero lo cogió. Él pensaba que los muggles eran seres inferiores porque no podían hacer magia.

Sin embargo, le gustaron los colores de la cubierta.

— ¿Qué nos apostamos a que te gusta? — le retó Severus con sorna.

— ¿Qué nos apostamos a que no? — Regulus levantó la mirada con altivez.

….

Regulus había terminado de leer el libro que le prestó Severus.

No le gustaba que le hubiera gustado.

Y lo peor de todo. Quería leer más libros del estilo.

….

— Kreacher — el chico llamó a su elfo.

— ¿Qué desea el amo? Kreacher está aquí para servirle.

— ¿Puedes aparecerme a la casa de Severus, por favor?

— ¿A casa del mestizo? ¿En el barrio muggle? Los amos odian a los muggles. El amito Regulus se meterá en problemas si los amos lo saben.

— Pero no hace falta que nos aparezcamos en el barrio o en la casa de Severus. Puedes aparecerme a las afueras del pueblo… y yo voy directamente a casa de Severus… No nos prohibieron aparecernos al lado de los pueblos muggles…

Kreacher se quedó mirando a su amo. Era típico de los Slytherin usar los vacíos legales para salirse con la suya.

— Y si no se lo decimos a mi familia… nadie sabrá que he estado en un pueblo muggle…

Regulus le hizo ojitos a Kreacher… y el elfo fue incapaz de resistirse a sus deseos…

….

Kreacher apareció a Regulus a las afueras de Cokeworth. El Black llevaba lo que él llamaba "ropa de incógnito": una camisa y unos pantalones viejos de Severus. Así no llamaría la atención en la calle de la Hilandera.

Con el libro estrechado entre sus brazos, se adentró en el pueblo hacia la casa de su amigo.

En Hogwarts, Severus parecía tener una belleza etérea, pero Regulus se percató de que dicho atractivo desaparecía cuando volvía a la Hilandera.

Cuando Regulus llegó a la casa, empezó a subir el árbol que había al lado de la habitación del pelinegro.

Severus siempre pedía a sus amigos, tanto a los Slytherin como a Lily, entrar por la ventana de su habitación conectada al árbol para evitar encontrarse con Tobias.

Sin embargo, Severus no estaba en su habitación. Lo cual, era muy raro.

— ¿Severus? — llamó. Pero no recibió respuesta.

Dejó el libro encima de la cama, bajó las escaleras y vio los cuerpos ensangrentados de Severus y Eileen en el suelo del salón.

Soltó un pequeño chillido.

— ¡Señora Snape, despierte por favor! — Regulus corrió hacia la madre de su amigo e intentó despertarla.

La mujer no reaccionó. Entonces, Regulus corrió hacia su amigo.

— ¡Severus! ¡Severus, abre los ojos, por favor!

No oyó los pasos tambaleantes detrás de él. Cuando se dio cuenta, un borracho Tobias Snape estaba detrás de él.

— ¿Tú también… eres… un… fenómeno? — preguntó el hombre.

Asustado, Regulus sacó su varita del pantalón.

— ¿También… tienes un… palito? — el hombre se inquietó.

Regulus iba a pronunciar un hechizo para defenderse, pero Tobias rompió la botella en su espalda, ensuciando al muchacho con algunos restos de alcohol.

Regulus perdió el conocimiento.

Cuando los tres amos estuvieron dormidos, Kreacher se apareció a donde había dejado al amo Regulus antes. Quería saber si estaba bien.

Fue andando hacia la casa de los Snape. Nadie se fijaba en su presencia por la oscuridad de la noche.

Regulus le pidió que, si no regresaba, lo fuera a buscar sin que se enterase su familia.

— ¡Amo Regulus! — Kreacher corrió hacia su amo cuando vio su estado.

Regulus estaba inconsciente en el suelo con la camisa rota y la espalda llena de sangre, apoyado en el pecho de Severus, quien estaba al lado de su madre.

— K-Kreacher… — Regulus abrió los ojos.

— Amo, los amos y el amo Sirius ya cenaron y se acostaron. Kreacher dijo que el amo Regulus estaba estudiando y no cenaría con ellos.

— Bien. — sonrió. — Podrías traerme algo de cenar y un poco de agua. Estoy algo mareado.

Kreacher obedeció.

— Reg… ¿qué haces aquí? — preguntó Severus despertándose.

— Vine a devolverte el libro… Tenías razón… Me gustó… ¿Y a ti que te ha pasado?

— Ya sabes… lo de siempre… ¿Y mi madre?

Ambos se giraron hacia Eileen, quien todavía estaba inconsciente. Ella era la que estaba peor; Severus se salvaba porque iba a Hogwarts y recibía menos palizas y una mejor alimentación. Pero Eileen sufría inanición, estaba muy débil físicamente y llevaba años sufriendo palizas de forma ininterrumpida.

Kreacher se apareció con la bandeja que Sirius dejó en la mesita de noche de Regulus. También trajo dos tenedores, dos cuchillos y dos vasos con agua.

— Gracias por preparar la bandeja, Kreacher. — le agradeció Regulus.

Severus asintió estando de acuerdo.

El elfo empezó a llorar.

— El amo Regulus le da las gracias a Kreacher. Pero Kreacher no fue quién preparó la bandeja, solo la trajo. El amo Sirius bajó a la cocina a prepararla y subirla a la habitación del amo Regulus.

— ¡¿Qué?!

Severus dejó el tenedor. No quería deberle nada al mayor de los Black.

Regulus también estaba sorprendido. Él y su hermano se habían distanciado en los últimos tiempos. Y si estaban en la misma habitación mucho tiempo, no tardaban en discutir.

— Severus, deja a un lado tu orgullo. Has perdido mucha sangre y estás muy débil. Necesitas comer. — le regañó Regulus. — Sirius no preparó esto para ti y no sabe que tú lo comerás. Así que no estás en deuda con él.

El mestizo apretó los labios sopesando las palabras de su amigo. Finalmente, siguió comiendo.

— Debería vernos un sanador… — susurró Regulus. — Pero tampoco podemos movernos en este estado. Podríamos pedirle a Kreacher que nos apareciera delante de San Mungo. Pero con la aparición nuestras heridas podrían empeorar… Desangrarnos más… Sufrir hemorragias internas… romperse huesos…

— Espera… — Severus alargó la mano y le quitó un trozo de cristal que tenía enganchado en la espalda. — Tenías una esquirla ahí.

— Gracias… No sé cómo puedo volver a casa… — susurró el sangre pura.

— Es mejor que no te quedes aquí… Tobias podría pegarte cuando regrese…

— ¿Y a vosotros?

— Podemos ir a casa de Lily… ¿Quién curará tus heridas?

— Puedo pedírselo a Cissy cuando regrese a casa.

— ¿Cómo vas a regresar a Londres? — le preguntó Severus

Regulus pensó las opciones que tenía.

— Puedo ir en el Autobús Noctámbulo. Lo único que necesito es una maleta. Pero no sé cuántos sickles me va a costar de Cokeworth a Londres.

Cuando terminaron de cenar, ambos se levantaron a duras penas y subieron las escaleras con grandes esfuerzos rumbo a los dormitorios.

Severus vio el libro que le dejó a su amigo encima de la cama.

— Te dejaré… este… — buscó debajo de unos tablones de su cama y le entregó Frankenstein, de Mary Shelley. — Puedes usar mi baúl de Hogwarts y devolvérmelo después. Te dejaré más ropas… Tienes toda la camisa agujereada y ensangrentada.

Regulus le agradeció a su amigo y habló con su elfo.

— Kreacher, ¿quieres venir conmigo en el Autobús Noctámbulo? ¿O prefieres esperarme en Grimmauld Place?

El elfo estalló en lágrimas.

— ¡El amo quiere viajar con Kreacher! ¡El amo deja a Kreacher elegir! Kreacher elige viajar con el amo… — se secó los mocos con la funda de cojín que llevaba puesta.

Regulus no quería que Severus le prestara dinero; así que usó el suyo, pidió a Kreacher que fuera en busca de sus ahorros.

Severus puso algunas pociones curativas que hacía en su tiempo libre y el libro en el baúl.

— Ve a casa de Evans cuanto antes. — le pidió Regulus.

El mestizo asintió.

— Y tú ve a Malfoy Manor cuanto antes.

Regulus asintió.

Salió de la casa, con Kreacher cubierto en una manta en brazos e hizo un lumus.

El Autobús Noctámbulo no tardó en aparecerse delante de él.

Regulus pagó los veinticinco sickles, su billete y el del "bebé" y se sentó en un asiento que quedaba al lado de la casa de los Snape. Ambos amigos se despidieron con la mano.

Cuando el Autobús Noctámbulo se fue, Severus entró de nuevo en la casa.

…..

Unos días después, Regulus volvió a casa de su amigo para ayudarle en todo lo que pudiera a cuidar a su madre.

— Mi madre no ha podido levantarse de la cama. — Severus tendía la ropa mientras le contaba a su amigo el estado de Eileen.

Regulus escuchaba mientras pensaba que Severus no estaba físicamente en condiciones de hacer tareas domésticas como los muggles. Pero sabía que, si se lo decía, su amigo le respondería que él era el único que estaba en mejores condiciones para adecentar la casa.

— ¿Hay algo que yo pueda hacer? — preguntó.

— He pensado en hacer una sopa a mi madre para cuando despierte. Puedes hervir el agua mientras termino esto.

El Black se fue a la cocina y miró a los fogones.

No sabía por dónde empezar.

En su casa, cocinaba Kreacher. Sabía que había hechizos domésticos, pero nadie le había enseñado. Y tampoco sabía hacerlo como los muggles.

Recordaba que Severus antes de ganarse el respeto de los Slytherin (a base de sus habilidades en pociones y Artes Oscuras y ser el protegido de Lucius) les respondía a los sangre pura que se metían con él por sus orígenes que no sabían hacer nada sin la ayuda de un elfo.

Se dio cuenta que su amigo tenía razón.

No quería sentir la sensación otra vez de ser un inútil.

— Severus — le pidió cuando este entró. — Enséñame a cocinar.

El mestizo lo miró como si se hubiera vuelto loco, pero aceptó su petición; sin meterse con sus malas dotes culinarias, Severus solía meterse con sus amigos porque no sabían hacer nada sin la ayuda de un elfo.

— Empezaré por enseñarte a hervir agua.

Regulus sonrió. Sabía que Severus no le pediría nada a cambio por este favor.

— Severus, si ocurre algo en tu casa, llámame o llama a Kreacher y él me llevará hasta ti. — le pidió Regulus.

Esas eran las palabras que Severus recordó cuando su padre lo tiró por las escaleras y le rompió una pierna.

Por supuesto, Tobias salió cagando hostias pensando que lo había matado.

— Kre… Kreacher. — susurró.

Pocos instantes después, apareció el elfo doméstico.

— ¡Ah! — exclamó. Se apareció de vuelta y trajo a Regulus.

— ¡Severus! — gritó.

Regulus sabía medimagia y la aprendía de forma autodidacta. Pero no podía usarla en esa casa o saltarían las alertas en el Ministerio.

Subió las escaleras y preparó un baúl.

Cuando bajó, tenían otro problema. No podía salir de casa con Kreacher porque era de día y los muggles lo verían y tampoco podían desapecerse porque sería peor para la herida de Severus.

— Kreacher, trae a Sébasatien.

Kreacher obedeció.

Sébastien no preguntó. Ambos agarraron a Severus y lo sacaron de casa y del barrio.

Cuando estuvieron en las afueras, Regulus llamó al Autobús Noctámbulo y pidió que llevaran a Severus a San Mungo.

…..

Cuando Hera dio a luz a su hijo, llamado Sebastian, el nombre de su padre, pero en inglés, todos se encargaron de turnarse para cuidarlo. Esta vez era el turno de Regulus y Severus.

Severus se encargaba de prepararle el biberón mientras Regulus jugaba con su ahijado.

— Y Sebastian, el mejor buscador de Slytherin, vuela por el cielo en busca de la snitch. — Regulus movió a su ahijado con ternura como si el niño volase. El bebé soltó sonoras carcajadas divertido con el juego de su padrino.

A su alrededor flotaba una snitch dorada para menores de un año. Era enorme, lo suficientemente grande para que un bebé la agarrara con sus dos manos. Además, flotaba a la altura de un bebé o a la escogida por el adulto y, cuando la atrapaban, escondía sus alas.

— Estás fatal, Regulus. — rio Severus. — Eres más crío tú que él.

— Sebastian ha visto la snitch. — lo ignoró Regulus. — Hace un sprint… — Regulus se acercó a la snitch un poco más rápido y Sebastian agarró la snitch. — Y la coge. ¡150 puntos para Slytherin! — celebró.

— Justo a tiempo para tomarse su biberón. — Severus se acercó a ellos con el biberón en brazos.

— Bien, y ahora Sebastian comerá su rico biberón para celebrar que ha ganado la Copa de Quidditch. — Regulus cogió el biberón y colocó a su ahijado en su regazo para darle de comer mientras el bebé seguía riendo hasta que pusieron la tetina en su boca y empezó a chupar.

Barty Crouch era un chico del año de Regulus e hijo de Bartemius Crouch, uno de los altos cargos del Wizengamot.

Empezó a acercarse a él porque ambos compartían la pasión por las Artes Oscuras y podían hablar de ellas. Barty también era buen actor y a Severus siempre le gustó mucho el teatro. Actuaba en obras de teatro de Cokeworth con Lily y Petunia y jugaban a inventarse historietas y las recreaban usando el baúl de los disfraces de la casa de los Evans.

Además, Barty también mostraba el desprecio que sentía por su padre abiertamente, al igual que él, y el odio por sus progenitores los juntó.

Hablar del desprecio que ambos sentían por él, les reconfortaba.

— Padre ha dicho que volverá a quedarse en el Ministerio para el cumpleaños de madre. — suspiró. — A madre le hacía ilusión hacer algo los tres juntos. Pero no podrá hacerlo por culpa de ese imbécil adicto al trabajo. He visto a madre llorar otra vez, aunque ella lo ha intentado disimular. Pero tenía los ojos rojos.

— Ver llorar a una madre por culpa del hijo de puta de tu padre es lo peor que le puede pasar a un hijo. — le contestó Severus. — Yo también he visto llorar a mi madre. El hijoputa de Tobias me golpea porque sabe que así le hace daño. Una vez me dejó casi desmayado en la cama y ella lloró encima de mí pensando que estaba inconsciente.

— Pero no lo estabas. — aventuró Barty.

— No. — respondió Severus tajante. — No volví a ser el mismo desde entonces.

— Yo tampoco, Severus. Recuerdo perfectamente la escena de mi madre llorando en el salón después de que mi padre le dijera antes de ir al Ministerio que anulara sus planes para ese día.

Severus le puso una mano en la espalda.

…..

Todos los Slytherin de segundo y primer año se reunían cada fin de semana en una de las habitaciones de los chicos para divertirse.

No, no iban a tomar alcohol. Iban a hacer algo mejor.

— ¿Quién soy? — preguntó Barty, quien estaba de pie mientras todos lo rodeaban sentados esperando el espectáculo.

Barty iba caminando juntando las palmas de los dedos y fingiendo que subía a un cadalso, abrió los ojos y habló con voz profunda:

— Bienvenidos, alumnos a un nuevo año en Hogwarts.

Todos los alumnos empezaron a desternillarse de risa.

— ¡Eres igualito que Dumbledore! — exclamaron.

Barty dejó a un lado su actuación y empezó a caminar a toda velocidad hacia ellos.

— La transformación es una de las cosas más complejas y peligrosas que aprenderán en Hogwarts. Cualquier persona que no preste atención en la clase se deberá ir y no podrá volver. Ustedes han sido advertidos. — les dijo muy serio.

Todos empezaron a reírse.

— ¡El discurso que McGonagall nos dio en septiembre! — chilló Regulus.

— Se lo da a todos los alumnos de primer año. A nosotros también nos lo dio el año pasado. — explicó Madeleine Borgin.

Esta vez, Barty se puso serio. Empezó a caminar con la cabeza erguida y dijo:

— Vuestros colores representan nuestra casa. No la deshonréis cuando estemos en el Gran Comedor.

Todos rieron.

— ¡Igual que Lucius!

Mientras todos seguían partiéndose de risa ante la imitación de Barty, no se fijaron en que el chico palideció; hasta que se giraron y vieron a Lucius Malfoy detrás de ellos.

Todo el mundo calló.

— Vaya, ya veo como os divertís imitándome.

Nadie se atrevió a decir ni mu.

— 20 puntos menos para cada uno y estáis castigados. Por imitarme

….

— ¡Es la última vez que imitas a Lucius, Barty! ¡La última! — chilló Regulus.

— Que sí, que ya lo has dicho tres veces. — masculló el otro.

Todos estaban limpiando los baños de los chicos, incluidos los WC.

La Sala de los Menesteres era una mezcla de cuarto de bebé, pista de baile y una mesa con un enorme banquete, con comida que hizo aparecer la sala y que ellos trajeron de la cocina.

Regulus bailaba con Constance y Hera con Sébastien, mientras Severus y Barty miraban. El bebé ya dormía.

— Regulus y Constance están prometidos, Hera también, los únicos solteros del grupo somos Sébastien, Evan, tú y yo. Deberíamos bajar al Gran Comedor a ver si ligamos… — rio Barty.

Severus le fulminó con la mirada.

— No puedo mirarme al espejo, ¡y quieres que vaya al Gran Comedor a ligar!

Por todos era sabido que a Severus le avergonzaba mirar y enseñar las heridas de su cuerpo fruto del maltrato de su padre; por eso sus amigos le regalaron un neopreno mágico hecho con escamas de animales marinos y todos decidieron vestir así siempre para acompañarle y que no se sintiera mal.

— No digo que debas enseñarle tu cuerpo si no quieres… si te ama tal y como eres… le gustarás, aunque tengas que follar con la camisa puesta y las luces apagadas… ella o él lo aceptará…

— Parece que sabes mucho sobre el romance, Crouch. — habló Severus con sorna. — ¿Ya has entregado tu corazón a alguien? — preguntó con curiosidad.

— Pues sí. — Barty levantó el mentón divertido.

— Y puedo saber el nombre de la descerebrada que tiene los pocos sesos de aguantar tus locuras… — le respondió con malicia. — ¿No será una Gryffindor? — preguntó alarmado.

— Puedes preguntar su nombre… y… te equivocas… no es una Gryffindor. De hecho, no está en ninguna de las casas de Hogwarts.

— ¿Se graduó?

— Es una squib. Se llama Marion Buchannan. La conocí en el Callejón Knockturn.

Severus asintió. Todos los presentes en esa sala, excepto el bebé, habían ido a ese callejón por negocios truculentos. En el caso de Severus, por vender pociones de dudosa legalidad y drogarse con sustancias ilegales.

— Sabes que voy al Knockturn por joder a mi padre y drogarme… — Severus asintió, él también tomaba esas drogas y pociones alucinógenas para huir de su horrible vida. — ahí la conocí. Estaba con un cliente, se negaba a pagarle después de ofrecerle sus servicios.

— ¿Qué tipo de servicios?

Barty juntó el dedo pulgar con el índice formando un círculo y pasó el dedo índice de la otra mano por el medio.

Severus asintió. Había visto a muchas prostitutas en la Calle de la Hilandera.

— Sus padres la abandonaron en el Callejón Knockturn cuando no le llegó su carta de Hogwarts. A veces voy a visitarla… me gustaría sacarla de ahí… pero todavía dependo del hijo puta de mi padre y no puedo…

— Lo siento mucho, Barty.

— No lo sientas. Cuando me gradúe, le pediré al Señor Tenebroso que la reclute… puede servirnos como espía contra la Orden. Además, me encargaré de convencer al Señor Tenebroso de que, aunque Marion no sea maga, puede sernos útil. Y es sangre pura.

El mestizo asintió.

— Además, al Señor Tenebroso, mientras tengamos hijos sangre pura, no le importa si estamos casados o no. Sería el mundo ideal para nuestro pequeño sobrino. — continuó Barty.

Ambos miraron a la cuna donde dormía Sebastian. Habían puesto un hechizo para bloquear el ruido y no despertarle.

Solo se contaban ese tipo de secretos con alguien que se tuviera mucha confianza. Y Barty sentía una confianza devota hacia Severus.

Sébastien Aubépine era un chico del año de Regulus y su mejor amigo. Era el hijo de los embajadores franceses en el Ministerio Mágico Inglés.

Severus y Sébastien empezaron a juntarse a raíz de que Regulus y Barty se juntaran con chicos de su año superior. Sébastien, Barty y Regulus eran inseparables. El trío ABC los llamaban.

Un día Sébastien le explicó a Severus las teorías de la pureza de la sangre francesa.

— En Francia, el matrimonio entre magos y muggles no está prohibido como tal porque no pueden prohibirte con quién te cases. Pero sí que te ponen muchas trabas legales.

— ¿Cómo que muchas trabas legales?

— Como, por ejemplo, no podrás heredar las propiedades de tu progenitor mago.

— Bueno, los Prince ya nos han desheredado a mi madre y a mí. Tampoco lo voy a notar.

Sébastien rio.

— Pero esa ley no aplica solo a la élite sangre pura, también a gente más humilde. — explicó. — Además que, esos magos lo tienen complicado a la hora de encontrar trabajo.

— ¿Cómo?

— Pues, es muy complicado que un mago de sangre mestiza alcance un alto rango en Le Ministère. Creo que, a diferencia de los ingleses, los franceses nunca han tenido a un Ministro de Magia que no sea sangre pura.

— ¿En serio? — preguntó Severus sorprendido.

Sébastien asintió.

— Y si en la entrevista de trabajo, notan que tienes origen muggle o dudan de tus orígenes sangre pura ya no te contratan. — explicó. — Incluso, los que no son puristas de sangre y no llamarían "sangre sucia" a nadie, dudarían en contratarlos. Está tan metido en la cultura francesa mágica ese micro purismo, que incluso los que no son puristas de sangre lo hacen.

— Joder. — murmuró Severus.

…..

Sébastien era el chico que dejó embarazada a Hera en una fiesta de Slytherin a final del quinto año de Hera y Severus y cuarto de Sébastien y Regulus después de tomar mucho alcohol y drogas, no muchas de ellas legales. Ambos llegaron a la misma conclusión tras lo sucedido, eran amigos, pero no estaban enamorados. Sin embargo, Hera decidió tener al bebé, ella era la única descendiente de su apellido, en el momento en que ella se casara y su padre falleciera, el apellido se extinguiría. Sébastien decidió apoyarla en todo momento. Finalmente, el hijo que tuvieron fue bautizado como Sebastian Regulus Peverell-Aubépine, en honor a su padre, su padrino y llevando los apellidos de ambos padres.

Severus fue uno de los pocos amigos que supo del embarazo misterioso.

Primero, se ofreció a realizar una poción abortiva, que fue rechazada. Así que, ayudó a ocultar primero el embarazo y después el bebé.

Lo que hicieron, básicamente, fue turnarse para saltarse las clases de Hera en pociones porque el vapor afectaba negativamente a las mujeres embarazadas. Constance, Barty, Regulus y Sébastien adoptaban la apariencia de Hera con una poción multijugos que hacía Seveus.

— ¿Habéis oído hablar de la Sala de los Menesteres? — preguntó Severus a sus amigos.

— Sí, es una leyenda. — respondió Hera.

— No es una leyenda. Es real y está en el séptimo piso. Yo la encontré una vez huyendo de los cuatro imbéciles. — explicó. — Sin ofender al hermano inteligente de la familia. — se dirigió a Regulus.

— ¿De verdad qué existe? — preguntó Constance.

— Solo tienes que desear lo que necesites con todas tus fuerzas, sea una cama o un laboratorio de pociones. — le corroboró Severus. — Podemos esconder el crío ahí. — propuso.

— Es buena idea. — dijeron los demás.

— ¿Pero cómo nos aseguramos de que nadie lo note si estamos en clase? — preguntó Regulus. — ¿Seguimos saltándonos clases?

Todos lo pensaron un momento.

— ¿Podemos pedirle a un elfo que lo vigile mientras estamos en clase? — propuso Barty.

Severus hizo una mueca. Sus amigos ricos siempre que necesitaban algo se lo pedían a un puto elfo. Pero tenían razón. No podían saltarse más clases. Todos querían aprobar los ÉXTASIS.

— El problema es el orden de jerarquía de las órdenes de los elfos. — pensó Sébastien en voz alta.

— ¿A qué te refieres? — preguntó Severus.

— Los elfos están obligados a obedecer a la familia que sirven. Pero dentro de la familia hay jerarquías. Mi elfo, Truffe, está obligado a obedecernos. Pero, si yo le ordeno algo y mi padre le ordena justo lo contrario, prima la orden de mi padre por ser el líder de la familia; por mucho que yo haya dado la orden antes. — le explicó. — Si pedimos ayuda a nuestros elfos, corremos peligro de que nuestros padres noten su ausencia y pregunten por qué les llamamos tanto. Entonces, corremos el peligro de que estén obligados a confesar la verdad por mucho que nosotros les hayamos ordenado que no lo hagan.

Severus asintió y pensó.

— Conozco un elfo, que, quizás, repito, quizás, puede ayudarnos. — dijo.

— ¿Quién?

— Nelly, de las cocinas de Hogwarts. — contestó. — Cuando la conocí, me preguntó si era el hijo de Eileen Prince. Reconoció los rasgos. Me explicó que había servido a la familia Prince cuidando a mi madre desde pequeña hasta que recibió la carta de Hogwarts, que fue cuando mis abuelos le dieron la prenda. Estuvo vagando por el mundo hasta que Dumbledore le ofreció trabajo en Hogwarts. Pero mi madre ya se había graduado y no coincidieron. Desde que supo que yo era su hijo, pues, me cuida y me ayuda mucho. — sonrió Severus con ojos tristes.

Nelly le ayudaba a ahuyentar a los Merodeadores y siempre le traía comida y dulces extras.

— Pero me sabe mal pedírselo, porque sé que no se negaría y no quiero que la echen si nos descubren. — suspiró.

— Dumbledore siempre ha sido muy benevolente con los elfos. No creo que la eche. A quien expulsara de Hogwarts si nos descubren será a nosotros. — rio Regulus.

— Si Nelly nos ayuda, hay pocas posibilidades de que nos descubran. La mayoría de elfos no se cruzan con Dumbledore, cada profesor, incluso el director, tiene su elfo personal. — explicó Evan.

— ¿Cómo lo sabes? — preguntó Constance.

— Mi padre era amigo del Señor Tenebroso y ambos estaban en el Club de las Eminencias cuando se lo contó Slughorn. — le contó.

Finalmente, Severus fue a las cocinas a hablar con Nelly.

— Nelly, ¿me harías un favor?

— Claro, señorita Severus. Nelly haría cualquier cosa por el hijo del ama Eileen.

— Nelly, puede que, si el director te descubre, podría darte la prenda.

Nelly tragó saliva.

— Nelly haría cualquier cosa por el hijo del ama Eileen. — contestó la elfina con convicción.

A Severus se le rompió el corazón y le enterneció a partes iguales.

— Necesito que me ayudes a ocultar a alguien.

A partir de ese día, Nelly se encargaba de limpiar las estancias de Hogwarts por las tardes. Los elfos se dividían por horarios por orden de Dumbledore. Algunos limpiaban por la mañana, otros por la tarde, algunos solo cocinaban. Y unos pocos estaban despiertos por la noche, por si algo ocurría. Así que, Nelly pudo organizarse bien con los otros elfos para pedir limpiar por la tarde en vez de dedicarse a cocinar las comidas, aunque siempre le traía dulces a Severus y papillas a Sebastian.

Cuando Severus y Hera terminaron su sexto año y los demás su quinto año, tuvieron que hacerse cargo de él en verano.

Más o menos, se dividieron por turnos para cuidarlo en la cueva donde vivieron los antepasados de Kreacher antes de ser esclavizados. Sin embargo, pararon cuando Severus fue tirado por las escaleras por su padre y este huyó de casa abandonándolo pensando que lo había matado.

— Dejadme a Sebastian, puedo quedarme con él. — propuso.

Así que, Sebastian fue a vivir a la Calle de la Hilandera en verano. Severus le preguntó a la señora Evans, los padres de Lily seguían teniéndole cariño aunque hubiera roto su amistad con ella, recomendaciones de leche artificial y carritos de bebé.

…..

Sébastien también formaba parte del grupo de puristas a la sangre de Slytherin, aunque él no tenía intención de unirse a los mortífagos. Él era fiel creyente de las formas de implantar la pureza de la sangre francesa. Hacer leyes que discriminaran a los hijos de muggles y ellos se irían solos del mundo mágico. No necesitaban mancharse las manos de sangre de esa gentuza.

— Que ganas de graduarnos para tener la Marca y servir a la causa. — susurró Evan Rosier.

— Por fin podré hacerle pagar a mi padre todo lo que nos hizo… lástima que huyó… ese bastardo se olía que cuando fuera mayor de edad, lo mataría y escapó el muy cobarde… — masculló Severus.

— Pero cuando tengas la Marca, tendrás muchos contactos y si complaces al Lord, él te ayudará… puede ayudarte a buscar a tu padre… y entonces le haremos todas las peores torturas que solo podría imaginarse en sus pesadillas. — murmuró Wilkes. — Malfoy, Avery y Mulciber nos están esperando.

— Ojalá nos graduáramos nosotros también… Reggie. Quiero servir al Señor Oscuro cuanto antes. — suspiró Barty.

— Tendrás que conformarte con seguir ayudando a captar nuevos seguidores para Nuestro Señor. Eso también es servirle… — le contestó el Black.

— ¡Ufff! Yo quiero acción… ¡Quiero matar a mi padre! — se mosqueó el señor Crouch hijo.

— ¿Y tú, Aubépine? ¿Qué vas a hacer cuando te gradúes? — se interesó Wilkes.

Snape, Black, Crouch y el aludido se tensaron. Era Sébastien quien iba a criar a su hijo.

— Buscaré un trabajo en Le Ministère. Volveré a Francia para estar más cerca de mi abuela. Ya es una mujer mayor… Pero captaré nuevos miembros en el continente…

— Sí, a los franceses os gusta mucho trabajar sin ensuciaros las manos… — se burló Wilkes.

— Como a todos los magos… ensuciarse las manos es de muggles… además, en Francia tenemos una manera más sutil de excluir a los sangre sucia de nuestra sociedad… no dándoles empleo, ponerles trabas a la hora de abrir negocios…

— ¿Y habéis conseguido algo en mil años con esa técnica? Nada. Todavía hay sangre sucias en Beuxbatons… — continuó Wilkes. — A veces es necesario mancharse las manos de sangre para quitar la escoria del mundo mágico, amigo mío.

— Mis manos son demasiado valiosas para mancharlas de alguien tan insignificante como ellos.

Severus y Sébastien conservaron su amistad hasta la muerte del chico de origen francés en un ataque de los mortífagos en el Callejón Diagon unos pocos meses después.

Constance Lestrange era la hermanastra de Rodolphus y Rabastan Lestrange, hija del segundo matrimonio de Renuard Lestrange con Danae Gaunt. Lo que la hizo no ser una don nadie en la sala común de Slytherin. Era hija de dos mortífagos famosos y del círculo más estrecho de Quién-Tú-Sabes, formaba parte de los Sagrados 28 y tenía dos hermanos mayores que fueron prefectos, premio anual y ahora despiadados mortífagos.

Sin embargo, Constance no se parecía en nada a su familia. Era más amable. Tenía también una lengua viperina para defenderse de posibles personas que la atacaran, pero era amable y siempre buscaba mantener un perfil bajo.

Empezó a juntarse con Severus a raíz de que este se juntara con Barty, Sébastien y Regulus, siendo este último el chico que le gustaba. No, Constance no necesitaba clase de pociones ni de DCAO, pero era una excelente duelista, gracias a los entrenamientos de sus padres, hermanastros y cuñada. Y Severus quería tener una compañera con quien entrenar tras la graduación de Lucius y, más tarde, Avery y Mulciber.

— ¡Bombarda! — le atacó ella.

— ¡Sectumsempra! — le devolvió él el golpe.

Los hechizos y las maldiciones iban y venían y ambos llevaban enzarzados en esa lucha toda la tarde en esa aula abandonada de las mazmorras.

Finalmente, ambos se cansaron y se tumbaron en el frío suelo completamente agotados.

— Ah… ah… eres muy buena… Lestrange… muy buena… — susurró.

— Tú también, Severus… para haber aprendido de forma autodidacta… hasta los once años… eres muy bueno… Lucius, Thomas y Xylion hicieron un buen trabajo… por cierto, tienes que enseñarme a hacer el sectumsempra.

— Cuenta con ello. Pero, otro día.

Ambos sonrieron.

Tanto Hera, como Regulus, como Evan, como Barty no querían luchar en duelos. Los cuatro entrenaban en casa como ricas familias sangre pura, excepto Barty, que su padre quería que entrenara para poder defenderse en ese mundo rodeado de mortífagos sin saber que su hijo quería unirse a ese bando. Así que, no querían sudar más en el colegio (y eso que Regulus, Evan y Barty estaban en el equipo de quidditch).

Solo Constance había accedido a la petición de Severus de entrenar.

— Te pido, por favor, Severus, que nos escribas. Todos estamos preocupados por ti durante las vacaciones con esa desgracia muggle que tienes por padre. Si no nos avisas, mandaré a mi elfo a buscarte y a que te dé una zurra. — le amenazó.

— Lo haré, Constance. No te preocupes.

— Si tienes que pedirnos pociones curativas o comida, no te contengas. Sé que no aceptarás nada sin dar nada a cambio. Eres demasiado orgulloso para ello. Así que, ya nos devolverás el favor cuando seas mayor y te gradúes en pociones.

— Gracias, Constance. Lo tendré en cuenta.

— Más te vale. — le advirtió.

Severus cumplió su palabra y no se contuvo a la hora de pedir comida o pociones y ungüentos curativos. Aunque sí que esperó a estar en una situación desesperada para hacerlo. Que a él su salud le daba igual, pero la de su madre yo.

Años más tarde, Severus se convertiría en el profesor de pociones y Jefe de Casa de sus hijos, Deneb y Merope Black.

…..

— Conozco una pequeña playa cerca de mi mansión. Está rodeada de árboles y nadie nos molestará. Podemos aparecernos con los elfos. — comentó Lucius. — Le pediré a Dobby que vaya a tu casa. — esto lo dijo solo a Severus.

— No — contestó muy serio.

Malfoy frunció el ceño. Nadie le negaba nada.

— Me da vergüenza que me vean. — susurró. — Ni siquiera puedo mirarme a la cara en un espejo. Jamás haría algo tan aterrador como ir a una playa. — se abrazó las rodillas.

— Un mago de origen muggle inventó un neopreno mágico inspirado en el neopreno muggle. Usa escamas de criaturas mágicas acuáticas para conseguirlo. Si lo conseguimos, ¿irás? — preguntó la rubia.

Severus asintió.

….

Severus terminaba de ponerse su neopreno negro en su habitación en Malfoy Manor. Lucius había ordenado que quitarán los espejos y taparan las ventanas con gruesas cortinas negras. Abraxas pasaría varias semanas fuera por negocios. Sino jamás habría permitido la entrada de un mestizo en la mansión.

Cuando bajó vio que todos lo esperaban.

Lucius llevaba un neopreno verde botella; Narcissa, uno verde turquesa; Evan, uno azul claro que resaltaba su ojo derecho (el chico tenía heterocromía, el ojo izquiero era azul y el derecho marrón), resaltaba el color de sus ojos; Barty, uno granate; Regulus, uno morado; Avery, Mulciber y Wilkes, uno gris; Sébastien, uno azul oscuro; Constance, uno naranja y Hera, uno blanco.

Sonrió.

Todos iban iguales.

Todos iban con neopreno para qué Severus no pensara en sus heridas.

Desaparecieron en la playa con la ayuda de los elfos.

Mientras los niños corrían y chapoteaban en el agua, los mayores tomaron el sol.

Fue uno de los mejores días de su vida.

…..

Severus estaba en su compartimento con todos sus amigos: Evan, Sébastien, Waldemar, Barty y Regulus. Todos a excepción de él compraron comida y chucherías en el carrito.

Mientras tanto, él sacó su fiambrera con la comida que le había hecho su abuela.

— ¿Quién ha cocinado esto? — preguntó Evan. Todo tenía muy buena pinta.

— Mi abuela. Es una gran cocinera.

— Te doy una rana de chocolate a cambio de una croqueta. — le propuso Regulus.

Severus aceptó.

— Y yo un ratón de azúcar por una tortilla. — le pidió Barty.

Severus también aceptó.

Al final, todos le intercambiaron comida por chuches. Aunque él también guardó algo de la comida de su abuela para sí mismo; que la señora lo había preparado con todo su amor y ella era una excelente cocinera.

— ¿Y si el año que viene, hacemos un intercambio de comidas con las fiambreras que traigamos de casa? — Sébastien comentó su idea.

Todo el mundo estaba de acuerdo.

Y así hicieron.

Cada uno trajo unas fiambreras con un montón de comida. Fue una mala idea decirles a sus elfos y a la abuela Emily que querían intercambiarla. Cocinaron para un regimiento.

— Te cambio esos pinchitos de carne por este rollito. — le propuso Evan a Waldemar.

— Acepto.

— Barty, te cambio esta empanada de atún por estas patatas fritas que ha hecho Kreacher.

— Está bien, Regulus.

— Severus, te cambio una croqueta por esta carne hecha con raclette. — le ofreció Sébatien.

— Acepto. Te gustaron las croquetas, ¿eh?

Sébastien se sonrojó.

Cuando todos terminaron, Madeleine entró.

— ¿Todavía no os habéis puesto los uniformes? En nada llegaremos a Hogwarts y tendremos el banquete de bienvenida.

— ¿Qué? ¡Otro banquete! — exclamaron.

Estaban llenísimos.

— Borgin, no te distraigas cuando des vueltas al caldero. Siempre pierdes la cuenta y echas a perder la poción.

— Lo tendré en cuenta, Severus. — contestó ella sin quitar la vista de la poción.

— Sinistra, tienes que cortar los ingredientes más pequeños. Los cortes de raíces más grandes son de otra poción, no de la que hemos hecho hoy en clase.

— Está bien, Severus. — Sinistra cortó los ingredientes en partes más pequeñas.

— Peverell, este fuego está muy alto. Black, ese doxycida no sirve ni para ahuyentar una cría de doxy. Haz el favor de fijarte más en las pociones que haces. Un kelpie haría un filtro de paz mejor que tú. Rosier, estruja más esas hojas de mandrágora, puedes sacarles más jugo. Casi puedo ver el jugo que queda por exprimir desde aquí. Crouch, haz el favor de cortar las raíces del mismo tamaño. Siempre las cortas de cualquier manera.

— ¡A sus órdenes, Profesor Snape!

Todos los Slytherin estallaron en carcajadas. Menos Severus, que estaba sonrojado de vergüenza.

En ese momento, llamaron a la puerta.

Eran Constance Lestranage y Septima Vector.

— Buenas, ¿queréis tomaros un descanso? — propuso Constance enseñando la bolsa de pícnic.

— Hemos pasado por las cocinas. — sonrió Septima.

Todos esperaron a la respuesta de Severus. No se podía dejar una poción a medias. Era muy peligroso. Podía explotar, podía causar un gas intoxicante…

— Podemos tomarnos un descanso, pero tendremos que evaporar el contenido de los calderos. — dijo Severus. — Sin embargo, cuando retomemos la clase, algunos tendréis que repetir pasos que ya habéis hecho.

— No te preocupes. — contestaron los demás recogiendo sus pertenencias.

Dicho y hecho, evaporaron el contenido de los calderos y apagaron los fuegos.

Se fueron a otra clase que ya no se usaba de las mazmorras y comieron su improvisado pícnic.

— Que sepáis que tendréis que hacerme un filtro de paz de deberes. — les ordenó Severus con la boca llena de alguno de los sándwiches.

— No te preocupes, si tenemos dudas, podemos preguntarle al kelpie pocionista. — contestó Regulus.

Todos rieron.

— ¡Venga! ¡Abramos los regalos! — exclamó Regulus.

Todos se sentaron en círculo.

Túnicas de gala, pociones, joyas, libros fueron intercambiados.

— Yo he hecho un regalo para todos. Espero que os guste. — habló el menor de los Black.

Se levantó y con un movimiento de varita, hizo aparecer un lienzo con un dibujo enorme que él mismo había hecho y pintado con lápices.

— ¡WOOOOOW! — exclamaron todos. — ¡te has superado a ti mismo, Reg!

Eran ellos mismos en la Sala de los Menesteres. Hera estaba sentada con Sebastian en sus brazos, Sébastien estaba detrás de ella con una mano apoyada en la silla donde estaba sentada su amiga y madre de su hijo, Constance al lado derecho de su amigo, como madrina del niño. Al otro lado de la chica rubia estaba Barty, seguido de Evan, a su lado Severus Snape,. Regulus estaba a la derecha del mestizo, con un lienzo y un lápiz en su mano, como si los dibujase.

A Severus no le pasó desapercibido que encima de las cabezas de él y sus amigos dibujados había un espejo donde podía verse a Sirius Black, Marlene Mckinnon, James Potter, Lily Evans, Remus Lupin, Peter Pettigrew, Dorcas Meadowes y Mary MacDonald. Su hermano, su pareja y sus amigos.

En el suelo, debajo de los pies de ellos había unas sombras que provenían de una puerta que estaba al lado del lienzo de Regulus. Se podía reconocer a Dumbledore con su fénix, a McGonagall con su sombrero, la enorme barriga de Slughorn, la forma rechoncha de Sprout y la estatura de Flitwick.

— ¡Es precioso, Regulus! ¡No te has dejado ningún detalle! — exclamó Constance.

— Tarde meses en terminarlo… — contestó avergonzado.

— No me extraña… ¡menudo currazo! — le alabó Barty.

….

En su discurso de bienvenida, tanto el Profesor Dumbledore como la Profesora McGonagall dijeron que en su casa encontrarían a su familia y Severus encontró en Slytherin a sus hermanos mayores, hermanos de su misma edad y hermanos menores a los que proteger.


He copiado algunos fragmentos de otros fics que transmiten a la perfección lo que quería transmitir. Aunque también he escrito desde cero algunos especialmente para este capítulo. Pero todos son fics de mi propia cosecha.

El ataque de Peter a Bertram ocurre en mi último fic publicado hasta ahora, Peter Pettigrew: el hombre de las dos caras.

Podéis saber el trasfondo de Aurora Sinistra en Todo por el bien de Aurora.

Podéis leer sobre Madeleine siendo ya madre de Theodore Nott en su capítulo correspondiente en Drabblectober 2022.

Severus descubriendo la sala de los Menesteres y siendo esperado por Lucius en la sala común podéis leerlo en el drabble Severus Snape descubre la sala de los Menesteres en mi recopilación Vivencias.

Regulus haciéndose amigo de Severus y yendo a su casa, podéis leerlo en Regulus Albertus Bloom: una nueva oportunidad de vivir y el momento tan tierno que tiene con su ahijado en De la A a la Z: RAB.

Evan rompiendo el espejo del baño para que Severus pueda bañarse y todos vistiendo neopreno para ayudarle, podéis leerlo en Heridas Invisibles.

Los regalos de Navidad y Regulus dando ese cuadro a sus amigos, así como la conversación entre Barty y Severus en Snolidays 2023.

Mini Lucius tartamudo conociendo a sus amigos podéis verlo en Conferencia sobre las señoras Malfoy.

Estoy contenta. Es la primera vez que escribo de Avery, Mulciber y profundizo en Wilkes. No les he puesto el nombre más extendido por el fandom de Snape, porque para mí esos Avery y Mulciber son amigos de verdad de Severus y en mi canon no lo son. Por eso quise mantener esa diferencia.

Espero que os haya gustado

Hasta la próxima