Lala Lulu: Y alll finnn! Ya no aguantaba maaaasss! Aaaaaaahhh! Hemos llegado mis cielas ¡Aaaaaah! No manchen que les traigo de todo, empezando con la carrrne, seeeee! Carnita Saiyajin, si eres Vegano ver tanta carne Saiyan puede que te traume. Jaajajjaja. Chismecito ¿Quién se quedará con quien? ¿Tienen alguna pareja cruzada en mente? No lo sé, pero Mina apunta alto. Luna y Artemis ¿Se salvarán de la cazuela? Lo averiguaremos…

¡Advertencia! Si ya has leído mi historia anterior sabrás que yo no escribo Lemon, sino Smut, mucho Smut. Smut es sabrosura primero, explicaciones después. Así que esto es para adultos ¡Porque soy una maldita pervertida!

No me pertenecen los personajes, son Creaciones de Akira Toriyama y Naoko Takeuchi. Hecho por un fan, para algún otro fan que ande dando vueltas por la Vía Láctea…

Capítulo 2

Bien, no era momento para Rei de ser la de los pies fríos, temblaba debajo de su capa y en lugar de quitarla, se aferraba y envolvía, como si eso fuera a protegerla de las manos del desconocido que quita su capa y desata su cabello. Parpadea, siente que el tipo tiene hasta mejor cabellera que ella. —"Debe ser suave…"—Piensa en tanto se empieza a romper la distancia.

Con una sonrisa traviesa impone su figura sobre ella, con sólo pasar un dedo por su mejilla la hace saltar del miedo y reprimir un grito. De igual manera que le parece divertido juguetear así, se preocupa al sentirla helada. Mira alrededor, toma una cubeta de metal e improvisa una fogata.

—Debes de tener frío. –Raditz comenta entre dientes.

Rei solo hace zumbar su voz en aprobación, se sienta y hasta siente tronar su cuello al enderezarse; está demasiado tensa. Mira sus manos apretadas. Toma aire. —"Basta tonta, ya estás aquí, no puedes dar marcha atrás…"— El hombre voltea a ella, Rei desata su capa y contra todo su pudor levanta la frente y saca el pecho. —Que sea lo más rápido posible.

Su busto resalta sobre su escote, su tono altanero dándole órdenes. Una pizca de autentico interés por ella hace que su miembro se entibie. —Jaja, creo que no tienes idea—

—No me tutee. —Rei sisea como gato rabioso, pone una mano por delante. —Yo vine a hacer negocios, quiero que tome mi-mi purez…Que tome mi castidad.

Bien, otro giro de eventos. —Debes de dejar de tirar una carta detrás de la otra, o tu mano quedará vacía. —Toma la fina mano de la hembra, con facilidad la voltea y lame su palma. Siente su temblor, sonríe de lado. —Soy un profesional, y si va a pagar por mis servicios, debe dejarme trabajar en ello. —Ella quita su mano, enojada la ve ponerse de pie. La mira de arriba-abajo. —No hace falta que me diga de su inexperiencia, pero para que su cuerpo me tome, me acepte…—Paso a paso, vuelve a acercarse, trata de persuadirla invitándola de nuevo a esa cama improvisada. —Deberá dejarme hacer mi trabajo, así será menos doloroso.

—¿Doloroso? —Rei se eriza como un gato, de todas formas, vuelve a sentarse. Sus piernas parecen apretarse todavía más, un instinto de protección ante la tontería que ha venido a hacer.

De nuevo, el demonio dentro de Raditz se regodea y quiere juguetear un poco más. Se acerca para hablarle sugerente al oído. —Pues… Verá "Señorita" … —Se inclina para decirle cosas sucias al oído, para explicarle cómo el lugar más íntimo de su cuerpo debe calentarse, humedecerse, como de a poco con sus dedos y…

Rei cree que se inclina a besarla, en otro empuje de valentía acerca su rostro de golpe y une sus labios. La posición de sus labios está tiesa. —

Como besar una estatua, Raditz queda de piedra cuando sintió su boca contra la suya. Toma aire, tiene un sabor delicioso, y aprovechando el momento impulsivo, toma su mentón y con dominio la obliga a empezar a mover su boca. Su instinto básico le pide dominarla, tomarla ahí mismo, sin embargo, un pequeño calor en su pecho se expande. —"¿Q-Qué es… ¿Esto?" —Traga duro, como si de nervios se tratara, saca la lengua y trata de meterla dentro de ella, empujando sus dientes.

Rei siente que le quitan el aire de los pulmones, el beso es tan forzado de pronto que se le hace incómodo ¿Tiene que mover la boca? Jamás pensó que quizás no era tan mala idea leer los libros sucios que traía Milk para Mina. Siente la lengua del hombre y es algo rasposa, el filo de sus dientes choca, la saliva la ahoga. —No… No puedo… Res-pirar… —Jadea como puede, porque tal parece que el tipo no tiene intenciones de detener el beso.

Raditz la escucha y se aleja, toma aire, no se daba cuenta que tampoco estaba respirando. Todo alrededor se ha vuelto una bruma con el vaho de sus alientos rodeándolos. —Yo… Haaa…— Un Lo siento iba a salir, pero siente que ella lo ha leído en su mirada. Él puede ver en sus ojos púrpura un par de lágrimas queriendo salir y sus mejillas completamente ruborizadas. Pasa su pulgar por los labios de la mujer y ahí su mente procesa la gran diferencia de tamaño e incluso de textura. La piel dura y rasposa del Guerrero, tratando de hacer contacto contra la delicada piel de ésta hermosa mujer.

Puede notar la fascinación en ésos ojos negros, como si para él ella fuera la mujer más hermosa con la que ha tenido contacto. —"Tal vez sí… Sí lo soy… ¿Qué? ¡Rei tonta!" —Sacude la cabeza, cubre su rostro con sus manos frías para aliviar el calor.

—Lo siento…—Raditz murmura, vuelve a inclinarse al rostro de la mujer, le deja un beso suave, luego otro y otro. Cada uno tocando labio con labio, delicadamente. —¿Así?

—Mmhmm…—Asiente y mueve el ángulo de su cabeza de un lado al otro, buscando adaptarse a la disparidad de tamaño. Toma aire, recibe un beso, toma aire de nuevo y vuelve a recibir. El sabor de su boca era algo desagradable, olía a alcohol. No obstante, ahora siente que quiere más. La incomodidad desaparece. —¡Ay! — Hasta que vuelve de inmediato al sentir sus manos subir por sus muslos.

Raditz capta de inmediato su incomodidad, pone sus manos en el aire, como si fuera en rendición y le muestra que va a dejarlas apoyadas a los lados de ella. Al hacerlo, se inclina un poco más y la sigue besando.

Está bien, lo admite, el tipo se nota que es todo un profesional. Ella no esperaba asustarse cuando la tocara, él lo entendió sin que ella se lo explicara. —"Pe…Pero… El beso se siente bien ahora…Mmm, muy bien…"—Piensa y un suspiro se escapa de sus labios. En esa pequeña abertura, casi por instinto su lengua sale y deja una lamida explícita. Rei empieza a sentirse excitada, una pequeña comezón en sus pezones parece bajar hasta su entrepierna y esparcir calor.

Ese suspiro excitante fue como calor directo a la punta de su glande, Raditz responde con su lengua. Se siente tan duro que sus pantalones lo aprietan, y es sólo un beso. Las manos de la mujer se apoyan en su pecho. —Grrr… —Un gruñido instintivo sale, casi como un ronroneo animal.

Conectan sus miradas entreabiertas, una vista perfecta de sus labios y sus lenguas jugueteando y el vapor de sus alientos expandiendo el calor. Despacio sus cuerpos ceden y se recuestan. Raditz se sostiene de sus codos, la cubre con su cuerpo. Despacio siente las manos de la mujer bajar, casi recreándose con la idea de desabotonar su camisa. La siente relajada, dejándose llevar. Es ahí cuando prueba bajar despacio con su mano por el costado de su cuerpo, no hay protestas. Mete la mano por debajo de su largo vestido y en lugar de subir, baja a sus tobillos para quitarle las botas. Raditz abre un ojo para espiar, reconoce el barro negro del bosque muerto. La incógnita se abre en su mente ¿Por qué un ser tan débil como ella se tomaría esta molestia? ¿Por qué venir hasta aquí a que un extraño la tome? ¿Qué tal si se encontraba a algún otro borracho y la tomaban a la fuerza?

La toma del rostro, su ceño se frunce, la mira a los ojos como intentando leer su mente. Rei no comprende su actitud, sigue sintiendo el calor y ya estando en la cama y tan cerca, no va a retroceder. —Sigue, por favor… Más. —Ruega casi gimiendo, su espalda se curva al sentir cómo sus manos peinan sus muslos abriéndola de piernas completamente y aferrándose a su trasero. Presiona su frente contra sus pectorales, su pecho masculino es duro y caliente. Sus manos tímidas van desprendiendo los botones.

Las preguntas se borran de la pizarra de su mente, en su lugar preguntas obscenas pasan por su mente ¿Cómo serán sus pezones? ¿Ya estará mojada? ¿Cuánto más puede hacerla gemir? Buscará las respuestas de inmediato.

—¡Dios! —Rei se cubre la boca, una chispa la hizo estremecerse. La mano del tipo fue directo a su lugar íntimo y la apretó. Un beso posesivo captura su boca unos instantes y una sonrisa brillante y presumida están en el rostro de este hombre. Ella quiere abofetearlo por arrogante.

Un poco de fuego en ésos ojos le gusta. —Si eso te gustó…—Baja de un tirón la tela de su pecho y el pequeño corset. Se relame al ver su pezón derecho saltar, con la boca completa lo succiona, mientras su mano continúa masajeando por encima de sus bragas.

—Mmh, Nnh…—Trata de contenerse, pero al demonio, vino a disfrutar. Y está disfrutando más de lo esperado, tira la cabeza hacia atrás al sentir como ahora, su otro pecho es descubierto y estimulado. Las manos de Rei parecen tener vida propia y buscan seguir tocando el pecho y el abdomen descubierto del hombre. Llega hasta su ombligo, un pequeño camino de cabello parece guiarla, pero solo la punta de sus dedos llega a su bulto inflamado.

Las caricias y los besos no se detienen, el calor aumenta. Raditz apoya sus rodillas y se endereza, la mantiene bien abierta de piernas. Sus pechos descubiertos, la tela de su vestido que aún la cubre. Excitada, acalorada, agitada…

Como una bestia que sale de las sombras, en la luz de las velas y la fogata improvisada, Rei contempla al hombre con la mirada negra y penetrante, lleno de deseo hacia ella. Su pecho moreno, musculoso, distingue cicatrices. Lo recorre con la mirada, lo ve quitarse completamente la camisa. —"Ay, Buda… Dame fuerzas…"—Ruega al ver su bulto debajo del cinturón, espera que solo sea el pliegue de la tela o la iluminación que lo hace ver tan grande. Traga duro.

Toma aire, mira sus dedos y están mojados con su intimidad. —Ahora, Señorita, si me permite…—Raditz le quita la ropa, ella solo asiente, la deja solo con sus bragas. Puede notar la diferencia en su cuerpo, ya no está tan delgada a cuando las encontraron, puede que con el tiempo y mejores alimentos se ponga más voluptuosa. La toma de la muñeca, baja por un lado haciéndola erizarse. —"Tan delicada…"—El Saiyajin suspira, no recuerda haber tenido una hembra así de frágil.

Rei se aferra a las sábanas, lucha contra el impulso de cubrirse y cerrar las piernas. Su vista sigue pegada a ése amenazante bulto que aún no descubre. Quiere saber si de verdad es de gran tamaño o no, quiere saber a qué atenerse. —Se…Se ve… Grande. —Gira el rostro, se pone roja de la pena.

—Confíe en mi… Voy a dejarla bien preparada… —Baja a darle un beso, apasionado, pero sin meterle la lengua. Toma los lados de sus bragas y se las quita uniendo sus piernas. Respira con pesadez, traga duro al sentir los saltos ansiosos que da su polla en sus pantalones, quiere liberarse, meterse en ella y saciarse. Se inclina un poco hacia ella, se contiene, presiona en su puño las sábanas, besa el ombligo de la mujer. La escucha gemir y retorcerse. Pasa su pulgar, peinando su pubis. Acerca su rostro y su boca prueba directo de los labios de su vagina.

—¡Oh no! ¡No, no! —Rei trata de cerrar sus piernas, entre sus rodillas atrapa el rostro del hombre.

A Raditz le da un poco de risa, contiene sus extremidades en sus manos. —Ssshhh, tranquila, esto es normal, confíe en mi…

—E…Es su-sucio… —Chilla con mucha pena, además está mojada ahí abajo, es todavía más vergonzoso. Suspira fuerte y tiembla ante una lamida desde abajo hacia arriba, culminando en su botón endurecido.

—Eso, déjeme trabajar. —Raditz continúa, con una mano pellizca sus pezones, su lengua saborea un poco su interior y sí, confirma de primera mano la pureza de ésta hembra. Un poco de su ego se infla al pensar que será el primero. Nunca le ha importado eso, sino ser el mejor, aquél que una mujer no pueda olvidar.

Por amor al cielo, Rei ya es solo un manojo de gemidos y gritos en manos y en boca de éste tipo. Es un profesional y no hay dudas. Siente el calor, saliva y fluidos mezclándose. Lo escucha gruñir con gusto. Ella eleva sus rodillas, se sostiene de los hombros del tipo, como si fuera a caer o algo así. Siente que algo se acerca. —Oh Dios… Oh-Oh… —Una sensación desconocida y placentera se acerca.

La siente al límite, retorciéndose y a merced de sus estímulos. —"Me gusta, me gusta demasiado darle placer…La saborearía toda la noche…"— Da círculos con su lengua, tironea su pezón y la deja caer en el éxtasis.

No tiene fuerzas ¿Esto es el sexo? ¿O qué tipo de sexo será? No recuerda mucho los detalles en los libros sobre anatomía. Pero algo, muy dentro de ella, en su cavidad, parece esperar algo más. Agitada, quita su desarmada cabellera que cubre su rostro. Ahí está de nuevo, ése hombre bestia, más hambriento, agitado y con la mirada negra enrojecida de lujuria.

Raditz está de rodillas entre sus piernas, desprende su cinturón y empieza a liberar su erección. Agitado se prepara con una funda. Puede notar confusión en ella por verlo así. —Es para protección; enfermedades, algún mocoso no deseado…

Rei asiente, no era tanto la funda que se ponía, sino el tamaño de su pene. No sabe si es la luz o si será normal ése tamaño. Se cubre la boca y desvía la mirada. —No importaría… Si me contagia algo o lo que sea…—Piensa que si se va a matar de todas formas le da igual.

Parpadea un poco de curiosidad, no sabe si su comentario fue de la mera ingenuidad o qué. Pero no es momento de razonar, es momento de sentir, porque si no sacia éstas ganas contenidas siente que va a desmayarse, toda su sangre está en un solo punto.

Rei no se atreve a moverse, lo deja acomodarse sobre ella. De nuevo, después de la nube de placer, la timidez la inunda.

Otra vez su cuerpo duro de los nervios. —Ya… Será despacio. —Raditz besa la frente de la mujer, sus mejillas, su mentón. Sus ojos se conectan, de nuevo el calor en su pecho, quiere unir su cuerpo a ella y le parece extraño no pensar solo en el gozo sexual.

—¡Mmh! —Rei larga una queja, por reflejo sus manos se aferran a él, a su espalda. —"Su cuerpo ¡Dios Mío! ¡Tengo todo su cuerpo desnudo encima de mí!" —La mente de Rei empieza a razonar un poco, a calibrar todo lo que está pasando y lo inevitable de la situación.

—"Es…Es tan menuda…"—Raditz también digiere sus pensamientos y la realidad. Encima de ella la diferencia es mucha, mira hacia abajo. Su polla sigue dura, busca acomodarse. —"Espero no lastimarla de verdad. Es mucha diferencia. —Traga duro, su punta se frota contra ella.

Rei trata de relajarse, cerrar los ojos y contar hasta diez. —"Sus caricias no se sienten mal, solo desearía que mi primera vez no hubiera sido con un tipo así, tan… Tan casi un animal. Mmm… Imagínate que no es él, que es… Es uno de ésos príncipes hermosos que siempre soñaste." —Su mente se despeja y sus palpitaciones disminuyen. —"Ja, funciona… Pero…"—Abre los ojos, lo ve muy concentrado y atento a su cuerpo desnudo, Su enorme cuerpo cubriéndola, su cabellera de lado, en la media luz nota su cuerpo marcado, tanto por la musculación como por el castigo. —"No es tan… Tan feo… Es más bien salvaje, rudo…" —Sus ojos se conectan y casi pide por su boca un beso. Es concedido con gusto, ella envuelve los brazos a su cuello y por fin parece que su cuerpo se relaja y acepta el estímulo. Sus pechos masajeados, su centro siendo rozado con firmeza por su miembro. —Ah, sí. —Jadea. —Más…—Reclama sin darse cuenta.

Raditz suelta el beso, baja a sus pechos, los lame y estimula. Con una mano la atrapa firme del trasero, puede sentirla chorreando hasta la cama. Se empuja hasta sentirse dentro de su carne.

Clava las uñas en sus hombros, o al menos eso intenta. Rei se queda sin aire ante el dolor y un par de lagrimas queman sus ojos. Su respiración se agita y trata de relajarse. Sus piernas tiemblan. Pero cuando parpadea, se da cuenta que todo se detuvo, él está quieto sin mover un pelo. Mira hacia abajo, su pene tiene la punta dentro de ella y su centro parece estirado a su límite, es la imagen más explícita de su vida. Lo mira a los ojos, sigue quieto. —¿Está todo bien? —Acaricia su mejilla, como si amansara una bestia.

Raditz dibuja una sonrisa suave de lado, huele algo de sangre y eso no le gusta. —¿Me pregunta a mí? —Levanta una ceja, siente que se relaja con sus caricias.

Lo ve aferrarse a las sábanas y su miembro latiendo inflamado. —Es que… Parece que doliera…

—¿Y a usted? ¿No le duele? —Baja a besar sus labios, no conforme, besa sus mejillas donde cae una lágrima.

—Mmm…—Rei siente que el ardor inicial baja. —Bueno, sí, pero… Me…Me gustaría…—No sabe cómo expresarle lo que sus instintos le gritan. Porque más allá del dolor, su centro parece arder de necesidad.

—¿Que me mueva? —Raditz jadea, presiona suave sus rodillas y se menea.

—¡Ah! —Parece que el cuerpo completo de Rei se agitó, de nuevo se quedan quietos. —"¿Cómo hace una mujer para hacer esto y además gustarle?" —Trata de encontrar alguna razón válida, es su primera vez y todo parece un desastre para su cuerpo, entre placer, incomodidad y necesidad animal. —Es que es demasiado grande, es injusto. —Concluye con un puchero.

Es la primera vez que a Raditz le dicen eso. —Jajaja, bueno… Aunque no lo crea Se-ño-ri-ta, hay muchas hembras dispuestas a pagar mucho dinero por mi tamaño. —Muy arrogante le sonríe.

Imagina mujeres haciendo fila por él, se enoja de pensar que al salir de aquí de éste cuarto, él tiene la siguiente. —¡Ja! ¿Sí? ¿Cómo quién?

Une su frente con ella, y sus ojos. —Como tú…—Suspira con una sonrisa burlona y se vuelve a mover, antes de que lo regañe por tutearla.

—Oh por… Oh…—Rei queda sin palabras, duele sin embargo hay algo, en lo profundo que parece estimulado, aun solo con su punta. —"¿Cómo será tenerlo completo?" —La lujuria en ella solo quiere más.

Raditz quiere estar seguro. —¿Sigo? —Se mueve despacio. —¿Quiere más…Señorita? —Casi sale como una burla de su lado demoníaco.

—Sí, continúe. Sí… —Rei aferra sus piernas a él, trata de acompasarse a su ritmo.

Empiezan a moverse juntos, Raditz lo toma como una señal de que ella lo está disfrutando y así se deja ver. Sus pezones duros, su centro chorreando. Pero son sus gritos y gemidos la mejor afirmación de placer que puede conseguir. Gruñe, sólo su punta dentro de ella lo envuelve en calor, trata de meterse un poco más, pero de nuevo la siente gemir de dolor.

Puede notar los esfuerzos de parte de él por penetrarla más y de nuevo querer detenerse ante su expresión de dolor. —No, por favor. No… Te detengas, Más…Ah, dame más…—Eleva sus piernas, trata de envolverlo de la cadera.

Continúan meneándose, ése cuartucho oscuro y casi una pocilga fría, se convierte en un pequeño refugio cálido donde unen sus cuerpos. Gruñidos guturales de necesidad, empiezan a sentirse cerca, Rei ya reconoce la cima del placer, sus ojos otra vez se conectan. Las gotas de sudor se mezclan, Raditz jamás ha sentido tal estímulo con sólo la mitad de su polla dentro de una hembra, trata de controlar su fuerza, pero seguir hasta el clímax. Ella curva su espalda, sus pechos rebotan y uno es atrapado con la boca de Raditz. Gritan juntos al conseguir el orgasmo.

Queda rendida, adolorida, pero con una enorme sonrisa ¿Será el sexo así todo el tiempo? Un desastre total pero muy placentero. Siente que la cubren con las sábanas.

Raditz se recuesta junto a ella, se cubre también con la tela. Se frota el rostro y quita la funda a un lado.

—¿Estuvo bien? —Rei consulta muy suave, él parpadea hacia ella, algo confundido. —Pregunto porque sólo pudiste meter casi la mitad.

Raditz levanta una ceja, él planeaba sacarse la funda sin que ella viera, por su pudor, pero sonríe brillante y travieso de lado. —Si esto es lo que me has ordeñado, si lo meto completo me sacas el alma. —Le muestra la funda llena y se dobla de una carcajada.

Rei se enrojece y se cubre hasta la cabeza. —¡Qué grosero y cochino! —Le da la espalda de golpe y pega un grito de dolor.

Raditz se acerca, por encima de las sábanas le frota la cadera. —Por favor, ten cuidado…—La escucha gruñir y él se sigue riendo en silencio para no cabrearla todavía más. —Supongo que ya podemos tutearnos ¿No?

—Bueno sí…Hmmm…—Con las mejillas rojas e infladas admite, después de todo el tipo le conoce hasta el alma. —¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

—¿Cómo quieres que me llame? —Raditz bromea, con tono suave. Se apoya con un codo y descansa su cabeza.

—Anda ¿No me dirás tu nombre? —Rei lo observa, no es tan grotesco, es más bien un tipo rudo. Lo ve reírse, casi coqueto, le genera ternura. —Mmm, bien te llamaría, aaahh…. Hombre Bestia o Demonio Bestia.

Raditz presiona sus labios contra los de ella, se cubre bien el trasero con las sábanas y se pregunta si ella vio la cicatriz. —Sí, me llaman así a veces…—Y peor, piensa para sus adentros. Se recuesta mirando al techo. —¿Si te digo mi nombre tú me dirías el tuyo?

Rei tuerce sus labios, lo considera de verdad. No sabe cuánta gente sabrá por fuera del castillo sobre ella y los Saiyajin. —"Moriré de todas formas, qué más da…"—Suspira. —Mi nombre es Rei Hino.

—Rei Hino… Bien, me llamo…—Raditz piensa unos segundos ¿Ella sabrá el nombre de todos ellos? ¡Mierda! No se le ocurre ninguno.

Rei lo ve dudando demasiado, tal vez es porque su profesión no se lo permite. Lo comprende, él debe seguir con su vida. Ese pensamiento la entristece, pero prefiere disfrutar del momento. —Jaja, Hombre Bestia suena algo sexy, como Hombre Lobo. —Toca el cabello del hombre, es tan abundante y suave.

—Tizdar, mi nombre es Tizdar… —La ve levantar una ceja, en parte no le miente, son las letras de su nombre. Ella asiente y se recuesta en su pecho, de pronto ella ya no es ésa mujer altanera y un poco insegura. Sino un ser tierno y dócil.

Los enormes brazos la abrigan, lo observa desde abajo, la línea fuerte de su mandíbula, sus músculos y venas resaltando, salen suspiros de su voz gruesa que hasta parecen ronroneos. Le asombra haber domado así al Hombre Bestia, eso infla su ego, un poco…BASTANTE.

La nube post orgásmica se desvanece y un poco de su razón reflota la pregunta. —¿Puedo preguntarte algo? No tienes la obligación de contestar, pero…—Baja la vista, los ojos púrpuras de la hembra lo iluminan. — ¿Por qué una mujer como tú haría esto? —Ella parpadea varias veces. —¿Por qué venir a que te tomen así? Te ves bastante higiénica, tienes sirvienta… Deduzco que eres alguien que no vive en la miseria extrema como la mayoría de aquí.

Rei toma las sábanas en su pecho, se sienta en la cama y apunta sus ojos a la fogata con las brasas rojas. —Porque… Ya nada me importa… Voy a quitarme la vida. —Su mirada es determinada, lo mira sin pestañear y sin dudar.

Raditz queda frío ante su confesión, frunce el ceño. —¿Estás loca? —Sale como por reflejo.

—Van a casarme con uno de ésos Saiyajin que tomaron la tierra. Prefiero morir antes que estar casada con ésos asquerosos demonios invasores. Espero que se dé cuenta que ya no soy pura en la noche de bodas y escupirle en la cara justo antes de que me aniquile. Moriré a mi modo, sin importar nada.

El fuego puro destila en sus palabras, cada faceta de esta mujer lo asombra. —¿Y si no ofende su orgullo? ¿Si te castiga o encierra?

—Me cortaré el cuello, jaja…—Una risita se le escapa. —Me cortaré en cuello delante de él. —Se toca la yugular, hasta siente alivio de solo imaginarlo.

Raditz parpadea grande, pocos Guerreros él ha conocido que parecen dispuestos a cumplir su palabra. No duda que Rei es muy capaz, pero hay algo que hace latir fuerte su pecho. —"No quiero… No quiero que dejes de vivir…"—La toma en sus brazos. —Qué horribles ideas para una mujer tan bella.

Rei se abraza a él, larga una risita casi irónica. Supone que él dice eso solo por lo que le ha pagado. Mientras tanto se siente protegida como nunca entre sus brazos. —Mmh, qué buen servicio. —Dice con tono suave, disfrutando el presente, siente un aroma algo salino y a leños.

—Un gusto y un placer. —Muy sincero, la presiona contra él. El olor a sudor de los dos se mezcla, sí… Le gustó y puede que Raditz ya se haya decidido.

Milk veía las horas pasar, muy nerviosa en el pasillo que vigilaba. —Por Dios Rei, ya casi amanece…—Hay un par de personas que pasan ya pasadas de borrachas y a un paso de la resaca, la incómoda. Una mano la hace saltar al cielo y otra mano cubre su boca.

—Ssshhh… Milk. —Rei le pide guardar silencio.

—Dios mío Rei ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Sangraste mucho? —Desesperada la sacude, trata de mirar hacia atrás para ver si puede captar al prostituto que le dio el servicio.

Rei cubre la vista de Milk con su cuerpo. —Vamos a casa. —Sisea con los dientes apretados, sin parpadear le da a entender que le contará todo en el camino.

Milk no se atreve a preguntar más, mientras atraviesan el bosque puede notar a Rei frotando su cadera y exhalando fuerte. Abre y cierra la boca, estira su mano para ayudarla.

Rei le aleja la mano a su amiga. —Estoy bien Milk, solo estoy con sueño…—En parte es cierto, mira al cielo y empiezan a acelerar antes de que los rayos se asomen.

Un guardia inesperado, desde las alturas vigilaba. Raditz no la iba a dejar irse sin vigilar, desde un lado del pasillo, las ve remover unos sacos viejos de arena y meterse. No es que la intención de ellos sea tenerlas prisioneras, pero sí de estar conscientes de qué camino pudieron tomaron si no encuentran a una de ellas.

Milk y Rei se metían de puntitas a la habitación. Milk al fin se atrevía a preguntar. —¿Entonces no te lastimó? —La ve negar, casi con una sonrisita. —¿Qué te hizo? ¿Cómo fue? —La toma del brazo. —¿Me juras que no dolió?

Rei va a tomar aire y alguien las toma del brazo. —¿Dónde diablos estaban? —Serena reprime su grito, las acusa descubriendo sus camas improvisadas en el suelo. Habían dejado algunas telas enrolladas, simulando sus figuras.

—¿Serena qué haces despierta? —Rei la regaña, su tono es tranquilo, ella se siente tranquila. Le parece extraño cómo una sola sesión de sexo puede despejarle su mente.

Serena se cubre un poco con las sábanas que usaba como un velo, la verdad es que no duerme por las noches, solo llora. —¿Yo? ¿Qué hicieron ustedes? —Las acusa con el dedo.

—¡Chicas basta! —Mina se aparece y también las hace saltar. —Debemos dormir, ya por la tarde tenemos una reunión con los Saiyajin. —Les muestra un scouter.

Milk jadea de la sorpresa. —Mina ¿Cómo conseguiste eso?

—Pues, vinieron a dejarlo mientras ustedes estaban "dormidas". —Mina ondea su cabello. —Según Ami, tiene una red interna de comunicación y nos enviaron un mensaje.

De: Príncipe Vegeta

Mañana 5pm habrá una reunión para ponernos al tanto de nuestra situación. Ser puntuales.

—Vaya, es conciso el desgraciado. —Milk hace gesto de asco, de verdad no puede creer que no pueda escapar de la esclavitud. Primero la Reina Beryl, ahora éstos.

Rei aprovechaba la distracción de sus amigas, se cambiaba para dormir. En el baño, pasaba un paño húmedo en su entrepierna, aun se sentía un poco adolorida. Tiene un pequeño flashback de Tizdar limpiándola con un trozo de su camisa antes de salir. Cubre su boca muy coqueta para reírse. —"Tizdar, realmente no le queda ése nombre. Hombre Bestia en cambio…Jaja…"—Se envuelve en las colchas, los rayos del sol la hacen sentir calidez y paz en su espíritu, aun pensando en la imagen de que va a quitarse la vida.

Entusiasta, positiva, llena de energía. Todo eso siente Mina ésta mañana, alistando su vestido y ayudando a sus amigas. Mira sus dedos con algunos rasguños de la aguja. —"Hmp, pero valió la pena. Aaah, las chicas no tienen idea, me dirán loca, pero… El Príncipe Vegeta, si bien no es "EL PRÍNCIPE GUERRERO" que he soñado, peor es nada… Y ser su Princesa, seguro me traerá ventajas. Hay que verlo con la cabeza fría, él debe verme como fiel Embajadora y Representante de los Saiyajin en su nuevo planeta… Sí, sí… Diplomática, una Dama, con iniciativa…"

Todas veían a ésa rubia dar vueltas de un lado al otro, murmurando con las paredes y hablando con el espejo. Verdaderamente es la única feliz con ésta situación. También suponen que pudo haber enloquecido.

Ami sólo se resignaba, Serena rogaba sin cesar por un milagro, ya había leído el mismo libro de rezos tantas veces que ya no tenía sentido ni calmaba su miedo y ansiedad. Milk y Lita tenían planes asesinos, aunque temían ejecutarlos y meter en problemas a sus inocentes amigas. Rei estaba preparada, su vestido rojo oscuro, casi como sangre y cintas negras, empieza a velarse a ella misma en vida sin miedo a la muerte.

Vegeta veía desde arriba, en el patio principal, a los nuevos sirvientes y guardias terrícolas. Cruzado de brazos piensa en cuál de ésas hembras le sería conveniente. —"Puede que Raditz tenga razón, no tengo que aparearme con ella ni nada. Sólo usarla como cubierta y seguir haciendo mi vida… Pero… ¿Qué clase de vida?" —Levanta una ceja, mira alrededor, el Planeta está en total decadencia de verdad. Piensa en las cápsulas con comida y agua que todavía tienen, sabe que no duraran para siempre. Puede que tengan que ver si pueden ir a otro Planeta por recursos, hasta puede que Lord Freezer les dé algo a cambio por haberse comportado y unido a éstas hembras. Rechista enojado. —"Agh, odio pensar como un maldito esclavo…"

—¡¿Qué tanto piensas?! —Raditz aparece, dándole un golpe en el hombro a Vegeta.

Vegeta se sacude hacia adelante al estar desprevenido. —Grrr. —Presiona su puño.

Raditz pone sus manos en rendición. —Por favor, Príncipe Vegeta ¿Le parece ése un ceño para conocer a su futura pareja? —Tienta su suerte y le señala su entrecejo.

—Bien parece que el único entusiasmado eres tú. —Kakarotto llega, está de mal humor.

—Bien parece que anoche no pudo "cazar" nada. —Bardock también llega de muy mala gana, aterriza muy suave en uno de los techos cerca de una torre.

Raditz mueve su mandíbula a un lado, se cruza de brazos y prefiere resguardar su lengua.

Esperan unos minutos y al filo de la hora llega Broly, hastiado pone los ojos en blanco y con asco gruñe en señal de querer terminar con esto lo más rápido posible. Es de pocas palabras y pocas ideas también, ya que nunca le ha interesado tener una vida personal, sino entrenar, entrenar y entrenar. Para el Legendario, eso es más simple que las distracciones de la vida mundana.

— Bien ya casi es hora. —Vegeta aterriza en el patio central, sonríe de lado al ver el susto de los sirvientes y cómo se inclinan, tratando de hacer una pequeña reverencia.

Salían de las habitaciones, un par de guardias le hacen un pequeño saludo con la cabeza y parecen custodiarlas hasta el patio. Todas se sienten como prisioneras, todas… Excepto:

—Bien chicas, sólo respiren. —Mina saca el pecho, ella siente haber ganado un grado en la realeza, como si la acompañaran sus fieles guardias. Se pone en la punta, las demás muy extrañadas la siguen, formando involuntariamente un triángulo.

A cada paso, avanzan por el pasillo rodeado de columnas, una puerta doble se abre y se descubre un patio central, todavía con escombros, maleza seca y una fuente abandonada. Muy en el fondo se ve la puerta principal y de frente la figura de los Saiyajin que también avanzan caminando. No les hace falta caminar como ellas, y no comprenden si es por mera cortesía o porque también buscan hacer tiempo.

Se detienen a cada lado de la fuente central, en la punta está el Príncipe Vegeta y en la otra Mina. Siguiendo cada paso de su muy sutil plan, la rubia toma un poco de su vestido y se inclina como practicó.

—Príncipe Vegeta…—Mina espera una reacción, las demás tratan de imitarla, no recordaban que tuvieran que hacer esto.

El Príncipe se asombra, una reverencia perfecta de ésta mujer que toma la delantera. Observa como las demás la siguen, por alguna razón creyó que sería la muchacha del cabello azul quien las guiaría. Por lo menos veía que era quien las regañaba y las llamaba a la prudencia. Toma aire, rodea la fuente y rompe el silencio. —Señoritas. —Casi como si fuera un Príncipe de verdad, Vegeta las saluda, pone una mano en su pecho y se inclina. Los demás hacen lo mismo. Kakarotto, Bardock y Broly, creen que es una burla de Vegeta hacia ellas. Sin embargo, tanto Vegeta, Nappa y Raditz lo hacen con genuinas intenciones de hacerlas ver que esto puede ser lo menos doloroso posible.

Quien se levanta de la reverencia y casi se le detiene el corazón, es a Rei. Enfoca la vista, junto al sujeto calvo, está… ÉL. —"No…No puede ser ¡Dios mío no! Buda del Cielo, apiádate de mi alma."

Raditz dibuja una sonrisa burlona, no le importa que todos se den cuenta que mira fijamente a ésa morena en shock.

Dudaba si tomar o no la palabra, no está segura de cómo es la cultura de los Saiyajin respecto a las mujeres. Pero Mina celebra su primera victoria al ver que todo marcha bien. Une sus manos, endereza su espalda, muestra seguridad, todo bien ensayado y calculado. —Es un gusto al fin poder vernos de frente y hablar de nuestra situación. Y quiero que sepa que estamos a su disposición.

Las demás bajan la cabeza, como si se rindieran ante lo inevitable. Vegeta aun siente la peste del miedo en las hembras, aun en ésta hembra que parece designada como vocera. —Hmp, los guardias y sirvientes nos han dicho que se la pasan encerradas ¿Ha habido algún problema? Quiero creer que una habitación del castillo, con agua y comida, es mejor que estar encerradas comiendo lodo. —Muy directo les habla.

Mina traga saliva, se pregunta si alguna de sus amigas responderá, mira un poco hacia atrás. Ella todavía siente que una mala respuesta puede costarle la cabeza. —Esto…Verá…No sabía…No sabíamos. —Su voz tiembla y parece borrar su imagen de mujer segura y digna de una Princesa. —Habían guardias en la puerta todo el día, no sabíamos en qué condiciones…

—La condición es… —Vegeta empieza a caminar muy despacio, pone las manos detrás. —Es que ustedes serán nuestras parejas, por lo tanto, no están en condición de esclavas.

Los Saiyajin las escuchan suspirar un poco en alivio, ése comentario parece borrar un poco la tensión. Raditz camina casi sin disimulo a Rei.

—"¡MALDITO IMBÉCIL! ¡¿Qué mierda hace?!" —Grita para sus adentros. —"¡Maldito mentiroso! ¡¿Cómo es posible?! ¡Me dijeron que tenían cola! ¡Acaso pueden esconderla!" —Tropieza y simula naturalidad para acelerar el paso. —Lo siento. —Musita a Serena.

—¿Rei te sientes bien? —Serena murmura de lado a su amiga que parece querer esconderse detrás de ella. —"Ya…Resígnate Rei, parece que estamos condenadas a esto". —Ve con algo de miedo el tamaño y el rostro serio y temible de todos. El alto que parece una especie de mitad hombre, mitad lobo. El grosero que no oculta el asco y ése que es igual que el grosero pero con la cicatriz en la cara. Le da miedo que le toque con el que es mayor de todos ellos. —"Pero si lo pienso bien, también da miedo ése que gruñe y tiene ésa piel verde y apestosa atada a la cintura."

Vegeta presta atención a ésa muchacha Serena, que como siempre está todo menos eso, la espía de lado. Nerviosa y tropezando, evitando el contacto a los ojos, deseando ser invisible, siempre con ése pequeño libro en su mano, apretándolo como un amuleto. —"¿Qué será lo que tanto lee? El libro se ve de unas 20 páginas."

Serena se percata de la mirada del Príncipe sobre ella, en especial en el libro en su mano. Pega un salto deteniéndose, se choca contra la espalda de Lita. —Ay, perdóname. —Se frota la nariz, fue como chocar contra una pared. Esconde el libro en el bolsillo de su vestido. Da una reverencia con la cabeza al Príncipe, como disculpándose de su torpeza.

Vegeta no dice nada y sigue su camino. —Como les decía, no están prisioneras, los guardias son para su seguridad y para que no se les ocurra a alguna de ustedes escapar.

Un resoplido burlón sale de Milk y rueda los ojos al cielo. De inmediato recibe un tirón de orejas de Ami. —¿En qué quedamos? —La peli azul la regaña, mira de lado a Lita, que si bien no hizo nada, está cruzada de brazos y con cara de asco.

Milk traga su orgullo y da una pequeña reverencia a modo de disculpa. Muy arrogante uno de los Saiyajin sonríe de lado, como si disfrutara de verla así en éste comportamiento dócil. Es el tipo que la golpeó la primera vez y que quería tenerla de mascota.

—Como les decía…—Vegeta repite levantando el tono, casi como si ordenara a un soldado. —Aquí hay un solo trato y es que la unión se lleve a cabo. Me importa muy poco si están de acuerdo o no. Ya vieron de lo que es capaz Lord Freezer y créanme que fue gentil y delicado con ustedes. —Se voltea, sus ojos parecen brillar rojos y su sonrisa se torna sádica, así como su tono de voz. — Lo he visto quitarle la piel del rostro a un tipo que solo le molestaba su aliento, o córtale un brazo a una hembra que le rodó los ojos de ésa forma.

Mina traga saliva, presiona los puños al igual que sus amigas. —E-Entendemos que… Esto es un arreglo fuera de nuestras manos.

—Hmp. —Vegeta resopla por la nariz al verlas asentir, sigue caminando y explicando. —…La zona de la biblioteca es la torre más alta, no estoy seguro de cuántos dialectos conozcan, pero estoy seguro de que quizás puedan ayudar a las personas que tenemos ahí investigando. Los libros están a su disposición…—Levanta una ceja, mirando de lado a la hembra de cabello dorado.

Pero la más entusiasmada es Ami, una sonrisa auténtica sale de ella y una suave risita feliz. Eso llama la atención del comandante Nappa, creyó que todas estarían con cara de velorio hasta el final. Piensa en que desde el inicio es la más prudente y consciente de la situación, tal vez sea más fácil llegar a un trato con ella hablando calmadamente.

Seguían escuchando las explicaciones de Vegeta y el castillo, ciertas condiciones y mierda. Cosas que muy poco le importan a Raditz en éste momento que trata de seguir de cerca a Rei. La ve queriendo disimular, pero muy poco le interesa eso a Raditz ahora.

Aprovechando que todos están distraídos, Rei se va a un lado, dejando atrás al grupo de gente. Se apoya contra un árbol seco. —Por fin…—Suspira, al fin desahogando el estrés.

—Hey. —Raditz aparece de lado, sonríe de gusto de poder estar a solas con ella.

Sus ojos son lanzas de fuego, su cabello se crispa y lo enfrenta. —¿Qué pretende? ¿Acaso fue todo una broma o una trampa?

Cabreada como pocas, incluso más que la de ojos verdes o ésa que golpeó Kakarotto. Siente que van a sacar una espada de fuego y fulminarlo. —Tomar mujer, eso pretendí. Y lo del servicio, puesss… Digamos que fue bono extra, por lo general lo hago gratis y por gusto.

Rei exhala hacia adentro indignada. —"¿Acaso no lo hizo por gusto?" —Sacude la cabeza ¿Qué cosas está pensando? —Escúcheme muy bien—

—Raditz. Me llamo Raditz. —Repite con una sonrisa y le da una reverencia.

—Como sea. —Rei sisea, mira disimulada, no sabe si alguien ha notado ésta situación.

—Mira, no tenemos salida. Podemos hacer esto por las buenas o las malas. —Raditz nunca creyó ser un Saiyajin tan diplomático, pero parece que así es. Aunque parece muy fácil poner condiciones cuando ya tiene a batalla ganada. — Pensaba probarlas y ver cuál me gustaba más…—Con tono es algo lascivo, acerca su mano para acomodarle un mechón de cabello.

Rei se aleja con desprecio. —Escúcheme muy bien, usted no va a hacer lo que quiera conmigo. No se sienta con ningún derecho a…—Observa como sus palabras parecen no afectarlo, sigue ahí arrogante. —Usted no va a ser mi jefe ni mi dueño, yo voy a hacer lo que yo quiera.

Raditz presiona los dientes y sisea hacia adentro. —Yyy… Verá "Señorita". —Con ironía. —Si no fuera que lo que "Usted" quiere hacer es quitarse la vida, lo aceptaría. Pero nop, para nada. —Levanta un dedo y le advierte. —Así que mucho cuidado con intentar alguna estupidez, porque te tendré el ojo bien puesto.

Rei toma aire, como volcán a punto de explotar casi se le sale una cachetada, hasta que ve a los demás viéndolos hablar a solas. —Lo siento. —Hace una reverencia disculpándose por quedarse atrás y sigue escuchando al Príncipe.

Todas quedan sorprendidas, en especial Mina. —"Ajá, mi pequeña Rei… Yo sabía que había algo distinto hoy contigo…"

Bardock se acerca a su hijo, mayor que muy pícaro frota su boca. —¿Te traes algo? —Frunce la punta de su nariz, señalando a la morena de espaldas. Raditz solo se encoge de hombros. Bardock lo admite, se ven mejor de cuando las encontraron, pero ninguna como para inspirarlo a él a unirse de nuevo. —"Tal vez si se alimentaran mejor, podrían mejorar su condición física." —Piensa objetivamente, mira a la morena que Kakarotto quería de mascota y parece la más voluptuosa, puede que sea porque al no estar encerrada como las otras, tiene mejor condición física.

—… Después de que cada uno de nosotros elija su área del castillo, podrán mudarse a nuestra zona. —Vegeta explica sin importarle lo que pasa entre ésa hembra y Raditz. Si ya eligió, bien por él. — No sé si les es molesto dormir todas juntas en una habitación, pero habían pocos lugares adecuados o que no tuvieran un nido de ratas.

—Para nada, nos ha gustado. Nos ha unido mucho más. —Mina dice con sinceridad, las chicas se sonríen entre sí. —"Eso chicas, quiten ésas malas caras, que las vean con ésa bonita sonrisa."

Vegeta asiente, él también se ha sentido incómodamente a gusto, ya que lo natural para el Saiyajin es estar en estado de alerta, aun cuando sale a dormir en la intemperie por los ronquidos de Nappa o cuando Kakarotto habla idioteces entre sueños. —"También es mejor dormir aquí afuera a dormir metido en una nave apretada."

La reunión terminaba, los Saiyajin veían a las mujeres volver por su camino. Y el primero en hablar es Kakarotto.

—Jeje, parece que mi hermanito mayor ya vio algo que le gusta. —Kakarotto lo pica con un dedo, lo vio muy interesado y sonriendo con cara de tonto.

—No lo niego. Se nota decente. —Raditz saborea para sus adentros el recuerdo de los pezones de ésa hembra.

—Me sorprendió que hablara contigo o que hablara siquiera. —Nappa comenta. —Siempre andaba como alma en pena y deprimida.

—La que no parece cambiar es ésa maldita salvaje. —Kakarotto se refiere a Milk. —Nos desafía con la mirada, como si de verdad quisiera batirse a un duelo con nosotros ¡Ja! Ingenua, con una mano podría matarla.

—Quizás necesita una buena mano que le enseñe modales. —Raditz le da un par de codazos a su hermanito. Él le gruñe y lo golpea en el hombro. —Auch ¿Qué? ¿Tienes miedo de que te arañe de nuevo? Jajaja.

—Ya veremos Raditz, ya veremos. —Kakarotto truena sus puños. —Yo bien podría enseñarle a respetar a los más fuertes. Y Hablando de los más fuertes… Broly ¿Qué tal? ¿Vas a comentar algo?

Broly no podría estar menos interesado, ni siquiera sabe qué conllevaría concretamente unirse a éstas hembras de raza tan débil. Mira a los sirvientes luchando por correr escombros. —Sólo sé que quiero ir a entrenar. —De un salto se acerca a los sirvientes y hace volar las piedras gigantes con una mano, ayudando a limpiar el lugar.

—¡Quien quite más escombros gana! —Kakarotto se eleva, presiona los puños cargando un poco de su poder.

Las chicas subían a la torre, muy curiosas por la biblioteca. Veían por la ventana el espectáculo de los Saiyajin.

—Salvajes. —Lita dice con desprecio, no piensa admitir que le impresiona su fuerza.

—Ja, bastante te aguantaste. —Ami le comenta y sigue avanzando por las escaleras. —Te comportaste y te felicito.

—Gracias. —Lita le hace una reverencia como en burla.

—Digamos la verdad, quien nos ha sorprendido ha sido Rei…—Mina larga unas risitas y entra detrás de Ami al salón de la biblioteca. —Dinos, dinos ¿De qué hablaron?

Rei larga humo por las orejas, presiona sus puños, tiembla y suda. Toma aire para mandarla a que se meta en sus propios asuntos, pero todas quedan con la boca abierta al ver los estantes gigantes de libros.

—Impresionante. —Ami sacude el polvo del escritorio gigante, abre las ventanas. Ve un libro enorme y sin importar de qué sea, lo toma para ver qué contiene. Es extremadamente pesado.

—Impresionante fue lo que hizo Mina. —Lita ayuda a Ami a cargar el peso como si nada. —Parecía la única con ganas de estar ahí.

—Para que veas, que yo sí aprendí de lo que leí. —Mina alardea, se pone a buscar si la biblioteca estará en orden alfabético. Busca E de erótico y R de romance, sus categorías favoritas y ahora necesarias, ya que pronto será una esposa. —Pienso seguir aprendiendo…

—Deberíamos buscar un libro de biología y no estaría de más pedirles uno de su propia biología a los Saiyajin. —Ami piensa en la incómoda conversación. —Ya saben, habrá obligaciones y deberes de esposa…

El tono en que lo dice hace que todas sientan escalofríos, menos a Mina. Ella sonríe. —Y si puede ser con imágenes detalladas sería mejor. —Toma el scouter y piensa qué mensaje enviarle al Príncipe Vegeta.

Milk le quita el scouter de la mano. —¿Qué pretendes Mina?

Mina presiona los labios, se sienta en uno de los sillones de madera. —Pretendo… Al Príncipe Vegeta.

—¡¿QUEEEEEEEEE?! —Se caen todas hasta atrás.

—¡Mina estás loca! —Ami la sacude del cuello.

—¡Aiisssh! ¡¿Y qué?! — Mina se suelta y saca el pecho. —Si lo va a hacer una de nosotras, mejor que lo haga con gusto. Imagínense si se casa con una que ni lo soporta cerca, se cabrea y nos mata a todas. No, no, no. Miren la fuerza bruta que tienen, mejor no provocar al diablo o puede quemarnos. —Les señala que vean a ésos seres sobrenaturales que ahora parecen estar entrenando a los golpes. Ahí recuerdan. —Oigan ¡¿No tenían cola?! ¿Recuerdan? —Todas quedan con las cejas en alto, se dan cuenta que tiene razón. —¿La pueden ocultar o algo así? Recuerdo que era larga, que la envolvían en la cintura.

—Por eso digo, ah. —Ami deja un par de libros de anatomía y los abre. —A simple vista parecen humanos, pero hay cosas de ellos que no sabemos. Incluso de nosotras mismas, les recuerdo que estuvimos casi 30 años encerradas.

—Exacto, casi nos quedamos a vestir santos. —Mina mira con curiosidad. —Ellos podrían elegirse unas niñas jovencitas, como hacen ésos reyes de los libros, para que le den muchos hijos.

Serena empieza a asustarse con la idea de la intimidad. Mira un poco el libro que encuentra Ami sobre anatomía, parpadea y de nuevo siente tristeza. Prefiere buscar otros libros con rezos u oraciones, ya no sabe si lo hace porque de verdad tiene fe o solo porque la distrae pensar que hay un paraíso después de todo el sufrimiento. Encuentra un nuevo libro con rezos, parecen pequeños cánticos. Todas se sientan alrededor de una mesa grande. Lita y Milk fueron a buscar algo de leña.

Milk encuentra cómo encender el hogar, tratan de hacer algo de comer con lo que le dan en ésas cápsulas. Quizás agregar agua, como caldo para llenar sus estómagos.

Después de la comida improvisada, Serena sale a caminar dentro del castillo. Mira alrededor, todo parece estar más limpio, pero no menos desolado y gris. Ve unas nubes en lo alto, supone que será una tormenta de arena. Suspira y sigue leyendo. Parece una oda al planeta, describe prados verdes, manantiales y aves de todo tipo volando. Sonríe pensando que alguna vez todo esto fue un paraíso. Pero algo la saca de su estado mental, unos gritos saliendo del fondo del pasillo, en la cocina resuenan las ollas y sartenes que vuelan.

—¡Maldita bestia! ¡VUELVE AQUÍ! —Un hombre de cabello rubio y corto sale arrinconando unos gatos. —¡Los voy a matar! ¡Voy a cocinarlos en una cazuela!

Las bestias sisean y gruñen fúricas. —¡¿Qué es lo que pasa aquí?! —Serena se interpone, saca el pecho. El tipo se ve alto y delgado, ojos claros. Parecería decente si no se estuviera comportando como un salvaje.

Haruka presiona los dientes y los puños. La mira de arriba-abajo, supone que será una de ésas terrícolas, ya que se ve bien vestida y aseada. —Disculpe Señorita, pero no es asunto suyo. —Con desdén le hace señas de que se quite.

Serena queda con la boca abierta. —¡Ja! ¿Cómo? ¡Por supuesto que es asunto mío cuando veo que quiere lastimar a éstas criaturas inocentes! —Se interpone y saca el pecho.

—¡No se meta donde no la llaman!

—¡Si quiere comer algo sólo pídalo! —Serena busca una cápsula y se la tira a la cara. —¡Pero no voy a permitir que le ponga un dedo a éstos pobres gatitos!

Luna y Artemis ven a la mujer que los protege a los ojos, se asombran. Más se asombran todos cuando sin siquiera verlo, el Príncipe Vegeta aterriza en el lugar.

—¡¿Qué mierda es éste escándalo?!

Serena presiona las manos en su vestido, se inclina, más que reverencia, parece una postura para protegerse. Los gatos se esconden en sus faldas.

—Príncipe Vegeta. —Haruka le da un saludo poniéndose una mano en el pecho como buen soldado. Iba a tomar aire para explicar y la mujer toma la delantera.

—¡Pasa que éste señor quiere cocinar a éstos pobres animales! —Serena lo acusa con un dedo.

Haruka toma aire ofendida. —¡Yo no soy un señor, soy una mujer!

—¡Me importa un bledo! ¡No vas a dañar a éstas inocentes criaturas! —Serena se asombra un poco porque sea mujer. Eso no quita lo importante.

—¡Ni siquiera tienen buena carne! —Haruka sigue. —¡De inocentes no tienen nada! ¡Mira! —Señala las mordidas en su mano y el rasguño en la cara.

—¡Cierren la boca! —Vegeta las calla, se frota el puente de su nariz. —Haruka… —Le pide explicaciones.

—Príncipe, no me los iba a comer, verá, son mascotas de Michiru. Trataba de darles de comer algo en la cocina. Pero apenas abrí la jaula, me atacaron. —Habla claramente y vuelve a mostrar sus heridas. — Ahora trato de meterlas de nuevo en su jaula o Michiru va a enojarse porque le extravié sus mascotas.

—¡Mentiras! ¡La escuché claramente decir que los iba a cocinar! —Otra vez, Serena saca el pecho y no deja que nadie se acerque. Tiene el ceño fruncido y decidido.

Vegeta ve una emoción distinta al miedo o la tristeza en ésos ojos azules. Enojo y decisión destilan, aun sabiendo que puede romperle los huesos con un golpe, parece hacerle frente para proteger a ésos animales. Con su velocidad Saiyajin, atrapa a ésos gatos y los mete en la jaula.

—¡No! ¡Por favor! ¡No los encierren! —Serena ruega, estira sus brazos y se queda sin habla cuando el Príncipe la atrapa del brazo.

—Haruka, consigue una jaula más grande y ten más cuidado. — Vegeta ordena y se lleva a rastras a la hembra. Busca con la vista una puerta y se meten a una pequeña sala de té recién acondicionada.

Serena no sabe si luchar, le sigue el paso con miedo de tropezar y que la arrastre en el suelo. Mierda, ella quería ser invisible, que todo pasara sin conflicto y viene a meterse en tremendo lío.- Se salvó en la reunión, pero no parece salvarse de ésta. También solo pensar en ésos gatos, encerrados en ésa jaula. —No puede permitir que—Jadea al ver que se meten a una sala a solas, y además de tenerlo de frente y cabreado.

La enfrenta cara a cara, hay tantas cosas en ésos ojos azules, entre el temor y el empuje de coraje para defender a ésas bestias. Puede decir que esta más aseada y mejor alimentada que cuando la encontró, ya no huele a agrio. La ve tragar saliva y dejar la boca algo entreabierta, la recorre un poco con la mirada. Sus ojos claros brillan, una vena sigue la línea de su cuello hasta su mandíbula y su boca.

Los ojos de Serena tiemblan, no puede parpadear. Sigue los ojos negros que la escanean en detalle. Lo primero que nota, es que el Saiyajin ya no huele a sudor y sucio. Luego ésos ojos negros, tan negros que no parece tener pupilas, su nariz en punta, su ceño fruncido, su boca…Parpadea rápido, fueron unos segundos, pero fueron los más eternos e incómodos.

—Siéntate. —Vegeta le señala el sillón largo. Ella asiente y con resquemor se sienta en el borde.

Serena tiembla, mira hacia adelante y junta todo el aire que puede en sus pulmones. —¡Le juro que la escuché decir que iba a cocinarlos!

—¡SILENCIO! —Vegeta hace temblar las paredes. Se sienta junto a ella, la mira de lado. La ve temerosa, pero valiente. Si bien la vio comportarse con torpeza en la reunión, también la vio sacar el pecho y alzar la voz muy decidida ante Haruka. Haruka es terrícola, pero es más fuerte y alta que ella. La escucha reprimir gemidos de llanto en su garganta. —Haruka es muy cercana a Michiru, Michiru es la persona de confianza de mi Comandante.

Serena escucha, toma aire otra vez, el pecho le duele de los nervios. —Eso no le da derecho a—

Vegeta alza una mano pidiendo silencio. —Ésos animales, gatos, como le dicen, son sus mascotas. Haruka es eficiente y confiable en la mecánica, muy comprometida e íntegra. Si me dice que solo fue un ataque de furia cuando esas bestias la rasguñaron, le creo. No la veo capaz de comerlos, menos algo con tan poca carne. —Concluye con un pequeño tono de desprecio.

Serena asiente. —Pero me parece horrible, muy injusto que los tengan encerrados.

—¿De qué otra manera quieres que sea? —Vegeta le explica. —Si fuera que no van a escaparse, lo entendería, pero no están domesticados aún. Si tu dejas a alguien cuidando algo que es tuyo, y al volver lo pierde ¿Qué pensarías?

Serena asiente de nuevo, pero esta vez se larga a llorar. Trata de no mover un musculo de su rostro. —Nunca tendría una mascota en una jaula. — Presiona los labios, tiembla completa.

Vegeta suspira con algo de molestia. —Siempre estás llorando ¿Acaso crees que con llorar vas a arreglar algo? Ppfff…—Una expresión de asco se dibuja en su cara. —Supongamos que voy, le quito esas bestias ¿Crees que así se arreglan todos los problemas o que no hay otros dueños con sus animales encerrados? O peor, gente que los tortura por diversión. No te veo disgustada cuando comes carne. —La acusa. — Qué ingenua eres.

Serena baja la cabeza, asiente y no puede parar de llorar. Deja el llanto explotar sin control de solo pensar en todo el mal que rodea su mundo, las lágrimas mojan sus manos y la tela de su vestido.

—Grrr…—Vegeta presiona los dientes, tiene ganas de desmayarla de un golpe y ya. —No te estoy echando la culpa de todas las cosas malas del mundo, sólo quiero que entiendas que se hace lo mejor que se puede con lo que uno tiene. Ya le dije a Haruka que consiga una jaula más grande y veré que los domestiquen así no huyen.

Serena limpia sus lágrimas, menea la cabeza. —Está bien, gracias. —Trata de calmarse, le avergüenzan sus lágrimas frente al Príncipe, más al saber que piensa en ella como una tonta llorona. Aclara la garganta, ahí ve su cintura y recuerda. —¿U-Usted no tenía cola? — Habla aun en medio de su llanto.

Vegeta frunce el ceño ante el cambio de tema, la ve con el rostro empapado, le da sus guantes para que se seque la cara. —Sí, nos la cortaron. —Busca cambiar de tema rápidamente. —No espero que me trates de Usted, al menos que te moleste. Fue solo que en el momento y el enojo y los gritos, ya te estaba tuteando.

—Oh, está bien, no me molesta. —Serena se limpia con la tela que le ofrecen. —Me da pe-pena, Usted es un Príncipe.

—No vale de mucho. Mi planeta ya no existe. Somos los últimos Saiyajin. —Vegeta la ve asombrada con ésa información y ahora que lo piensa, éstas hembras no tienen información sobre ellos. Va a enviarles un poco de información al scouter, no hay diferencias biológicas relevantes. Pero sí unos datos que ellas podrían recopilar. Ahí ve en la mano de la mujer un libro nuevo. —¿Es de la biblioteca de la torre?

Serena termina de limpiar su rostro, parpadea a su libro apretado en su mano. —Oh, sí, son unos cánticos religiosos…—Se encoge de hombros y ahí ve las manos del Príncipe descubiertas y cae en cuenta que se los dio para secarse el rostro. —Ay, lo siento. Jeje. —Una sonrisita se le sale, por sus ojos aun queda una ola de lágrimas por salir.

—Es para que te seques bien la cara…—Vegeta acerca su mano a su mejilla, tratando de evitar que ésa gran lágrima contenida caiga. Ella tiene una sonrisa, pequeña, pero intentando cambiar de ánimo. En un segundo de nuevo se queda viendo su boca, su sonrisa cambia a un gesto entreabierto. Observa cómo la hembra se relame sutilmente el labio superior. Se acerca, puede ver sus pechos subir y bajar por la respiración.

La mano peinó muy suave su mejilla, es una mano gruesa y ruda. Otra vez ésos ojos negros moviéndose a sus ojos, nariz y boca y… Un poco más abajo. Ella hace el mismo movimiento de su mirada, imitándolo sin querer. Sus ojos se conectan y se deja llevar por la oscuridad.

El cuerpo de Vegeta se inclina al de ella, sus ojos azules brillan y ésos delicados labios se ven tentadores. No la ve parpadear, él tampoco lo hace, quiere estar seguro de que ella lo acepta. Apoya sus labios, está fría, despacio hace un movimiento. Los labios rosa de la hembra imitan su movimiento, se une un poco más, la toma de la cintura. Abre la boca y ella hace lo mismo, sin cerrar los ojos ninguno de los dos. Le da una succión a su labio inferior. Empieza a recostarla, quiere tener la carne de sus senos contra él.

Serena suspira y se deja recostar sobre el sofá, pone las manos en su pecho, como si quisiera empujarlo, pero no, no quiere empujarlo. Lo siente tan duro y firme en sus palmas, y el beso en cambio, es suave, tibio. No sabe si lo está haciendo bien, solo hace lo mismo que él. Parece tan fácil seguirlo, el calor sube entre sus cuerpos que se empiezan a apretar cada vez más y más... —"Dios mío ¿Qué estoy haciendo? ¡¿DIOS MÍO QUÉ ESTOY HACIENDO?!" —Serena entra en pánico. —¡Oh, no! ¡Por favor! ¡Lo siento! ¡Perdóneme, se lo ruego!

Siente que lo empuja un poco, Vegeta se vuelve a enderezar y la ve huir pidiendo mil disculpas. Sacude la cabeza y se frota la cara ¿Qué hizo? ¿La acaba de besar? Toca su boca, su lengua repica un poco frustrada de no haberse metido en ella. Resopla y niega con la cabeza, mira a un lado y ella dejó el libro que estaba leyendo. Es de hecho un libro religioso, en la primera hoja habla de las bondades de la tierra y todo lo que ha creado Dios. Prados verdes y cielos azules llenos de paz. Resopla con burla, le parece ridículo, ya que él ha visto las atrocidades de los seres vivos, en éste planeta y en todos. Pero Serena cree en esto. — Serena…— Hasta su nombre suena lleno de ingenuidad y todas ésas tonterías; bueno, para él inocencia es sinónimo de ingenuo o tonto. —Bueno, ya probé a una de ellas. Me pregunto si será buena una unión con ella, es demasiado diferente. —Frunce el ceño ¿Por qué mierda está pensando en lo que ella cree o si son diferentes? Esta unión sería una farsa —Tal vez sólo me dieron ganas de follarla y ya. Hace tiempo que no… —¿Por qué le preocupa que eso sea así? —¡Maldita sea! —Sale azotando la puerta, los sirvientes saltan del susto y él, de un salto sale volando.

Serena sube al trote a la habitación, se cubre la boca, como si alguien la viera y supiera lo que pasó sólo por verle los labios. Está nerviosa, temblando. Entra al cuarto y se queda apoyada de espaldas a la puerta. —Respira, Serena, por favor cálmate. — Presiona su pecho, recuerda el calor de sus pectorales y sus palmas pegadas a él. Traga duro, niega, niega mil veces lo que ha pasado. Pero en su bolsillo está la prueba, los guantes del Príncipe Vegeta. Los toma entre sus dedos, se los lleva a sus mejillas, como si él la tocara. —Dios mío ¿Ahora qué va a pasar? — Sonríe sin querer, siente alegría, se desliza hasta quedar sentada. Se abraza fuerte así misma, siente pena de haberse quedado con las ganas de sentir más de su cuerpo contra el suyo.

¡Aja! Así los quería agarrar puercos, jajaja. Como sufrí mis cielas, no aguantaba más T_T , se los juro que escribir esto es mi droga de elección. Y como saben, siempre abierta a cualquier sugerencia. Muchas gracias por seguir ésta historia y tenerla en favoritos :3

Saluditos…

Nita-chan84: Holaaaa! Jajaja, gracias querida, una alegría ver cuantos caemos y caemos en el vicio XD. Una sola cosa que siempre le he envidiado a la Beryl, la señal de la bola de cristal y el "par" de talentos que se cargaba, toda una sugar mami. Jajaja yo también puse cara de situación cuando escribía la escena de Kakarotto queriendo probar de la Milk. Y Baia, baia, el Freezer casamentera salió a jugar aquí, jajajaj donde llevo mi CV para su ejército? Una vida dura los espera, aunque parece un panorama no tan pesado y esclavizante. Serena y Vergeta parecían haber tomado distancia. Y Mina, pues, como verás, mi niña siempre apunta a las estrellas, es una líder innata XD. No sólo quiere el Castillo, al dueño también. Muchiru y Haruka, ahí queriendo desuscribir de la vida a las mascotas, jijij. Pues sí, bien parece que el horóscopo marca al planeta Marte con de todo menos retrógrado :V Gracias por tu tiempo y tu rw. Un abrazo grandeeee!

Kaysachan: Y así, sácatelas, vuelvo a verte y sonrojarme aaaaah! Pues sí, misterio, pero oh sí, sabrosura. Dije, castillo, mis niñas, mis monos de cola larga… Sepso medieval, sí, sepso medieval :V Uuuuy, el Mamo Chan, jsjsjsjs, pues por ahí perdido, porque también es algo misterioso cómo Michiru y Haruka terminaron en el ejército de Freezer, bajo la custodia de nuestro P1nch3 y deliziozo pelón (Ay viejo zabrotso que me mordería y asdsdsdfdf *babitas) ReiDitz siempre, promete y enciende, cumple donde sea. Me imagino al Raditz viendo la bolsa con dinero y pensando: "Ufff, tocó tragar" :V . Ya me estoy preguntando dónde darán tan buenos servicios estilo Saiyan, y si aceptarán un riñón en forma de pago T_T El Kokú aquí, de arrogante. Siempre me lo imagino criado de Saiyajin, típico niño popular, extrovertido, que cree que todo lo puede. Jej, pero la Milk, dura, altanera, preciosa y orgullosa. Uff, sí, lo de la PC ya fue cosa que no se pudo hacer nada y tocó tragar también :v Gracias al cielo y al Ki de la Luna de todas ustedes. Muchas gracias por tu rw, ay que pena por la otra historia, no te preocupes, ya sé que la vida adulta nos da de nalgadas y no siempre de placerrr :V (Sí soy) Un beso enorme!

OhaioIzumikun: Hola! Pues sí, pobres mis niiiiñaaasss T_T Pero bueno, ya la cosa parece encaminarse un poquito mejor. Y ahora unirse con los Saiyajin, ya no les queda otra o por las buenas y las malas, pero que me ahorque un rato ¿Ah no? ¿No era así? Jajajaja Y sí, ni lerdo ni perezoso, el Raditz sabe que cuando el gato no está… Jajajaja todos fuimos Raditz alguna vez XDY sip, la Rei y sus ocurrencias, pero lo importante son: Los resultados seppsuales. JAjajaja muchas gracias por tu rw. Espero que el cap te guste.

aide.: oooh, Baia, baia… Una cielita nueva, me encanta cuando el fandomcito se da a conocer. Tú tranquila mi ciela, que esto a veces es un placer culposo y con los VegeRena de Closet somos como el Club de la Pelea: Regla n 1 del Club VegeRena, no hablar del Club VegeRena, pero pasa el Link perro :V, sí soy jkjkjk. Me alegra que te guste, de verdad que lo hago con mucho gusto y si aunque sea te saco una sonrisa o te sabroseas a los Saiyans, ya siento que he cumplido mi meta XD Gracias, de verdad, me da penita, ya que solo lo hago por hobbie. Nunca pido o ruego rws, porque sé que a veces la vida adulta nos secuestra y a veces uno no tiene tiempo y se lee un cap detrás del otro, jajaja y no hay tiempo, lo más importante es sabrosear. Jajaja. Un saludo y como decimos en el barrio: Que el Ki de la Luna te acompañe.