Descripción: Saber que algo terrible sucederá en el futuro, pero no poder avisarle a nadie sin poner en riesgo su propia existencia es el dilema que enfrenta Edward, pero decide correr ese riesgo porque por una vez en su vida le importa. Hay una preparación sigilosa hacia un clímax emocionante y aterrador para nuestros personajes.
Descargo de responsabilidad: ¡Hola! Me complace compartir con ustedes mi traducción al español del fanfic "Mysterious Graffiti", escrito por Michaelmas54. Permítanme aclarar que esta traducción es realizada sin ánimo de lucro y con el expreso permiso de la autora con la única intención de compartir esta maravillosa historia al fandom de habla hispana. ¡Muchas gracias, Joan!
Esta historia no ha sido beteada, así que si encuentras errores o tienes sugerencias para mejorar la traducción, te animo comunicarte conmigo. Estoy abierta a aprender y crecer.
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La historia de Edward
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Capítulo 14
Principios de abril de 2017
Puedo sentir fácilmente cuando Alice intenta ocultarme algo. Sus principales métodos de obstrucción son desaparecer a Alaska para quedarse con nuestros primos o visitar New York para quedarse con Garrett y su familia. Si no puede evitar estar cerca de mí, enmascarará sus pensamientos recitando las palabras de la última novela de ciencia ficción que ha estado leyendo y memorizando palabra por palabra, o concentrándose en aprender un nuevo idioma. Esta vez sus pensamientos internos estaban en «klingon», lo cual es completamente extraño (juego de palabras) para mí, lo que significaba que hasta ahora había logrado ocultar lo que estaba pasando en su cerebro sobrecargado.
Alice es una Trekkie y lo ha sido desde que se transmitió el primer episodio por televisión en septiembre de 1966. Le di una copia del Diccionario Klingon como regalo de Navidad en 2015 para que pudiera prepararse para la exposición de Star Trek que estaba prevista en el Museo de Cultura Pop en 2016. Ahora ella estaba usando el lenguaje para enmascarar sus pensamientos, que no fue lo que acordamos cuando descubrí la primera vez que me estaba ocultando.
No había tenido oportunidad de hablar con ella durante los últimos días, y fue entonces cuando comencé a sospechar que había descubierto algo nuevo relacionado con nuestro problema. Ella me había evitado quedándose en uno de los barcos con Carlisle, o había estado con los demás en la casa, con la seguridad de que sabía que yo no hablaría delante de ellos. Por la noche desaparecía en el Porsche, a veces llevándose consigo su telescopio astronómico portátil para poder mirar las estrellas desde un punto oscuro del bosque. Sin embargo, hoy estaba decidido a sacarle la verdad porque me sentía agitado. Esta noche sería ideal para pintar; es decir, no llovería y apenas habría luz de luna, pero no quería salir sintiéndome como lo hacía en este momento.
Sabía que ella no estaba muy lejos ya que podía captar una palabra loca de vez en cuando entre todas las otras divagaciones mentales de mi familia. En este momento, Carlisle estaba hablando por teléfono con alguien sobre el reemplazo de la vela para uno de los barcos. Emmett estaba pensando en sexo, como siempre. Rosalie estaba pensando en sí misma, como siempre. Esme estaba haciendo jardinería, como siempre, pero preocupándose por mí al mismo tiempo. Sabía que yo tenía algo en mente, pero también respetaba mi privacidad, sabiendo que confiaría en ella cuando fuera el momento adecuado.
Mientras deambulaba por la casa buscando a Alice, recordé el día en que descubrí por primera vez el horror que surgió al acceder inadvertidamente a los pensamientos desprevenidos de Alice. Después de confrontarla, me aseguró que lo que había visualizado no sucedería mañana, ni la semana que viene, ni el mes que viene, así que al menos tuve algo de tiempo para aceptar la enormidad de la situación y luego decidir qué hacer al respecto, de todos modos. No necesitaba que me recordaran cuáles serían las consecuencias si tomaba alguna medida que pudiera arriesgarme a revelar a las autoridades que éramos algo más que humanos normales, pero sabía que nunca podría vivir con mi conciencia si no lo hacía. Si no hacemos nada para advertirle a la ciudad sobre su inminente desaparición.
Mientras reflexionaba sobre lo que había logrado hasta ahora, no fue la primera vez que consideré si hacer lo que estaba haciendo valía la pena por las serias implicaciones para ambos si nos descubrían, ya que incluso ahora no era demasiado tarde alejarse y dejar que la madre naturaleza haga lo suyo sin obstáculos.
Desde aquella gélida noche de octubre, cuando había desviado el barco para evitar una boya destrozada y cubierta de grafitis, que fue lo que me había dado la idea de pintar los murales en primer lugar, Alice seguía manteniendo nuestro acuerdo de no decirle nada a la familia sobre lo que iba a pasar con nuestra casa y todo lo que la rodeaba. En aquel entonces le pedí que me diera algo de tiempo para ver si se me ocurría alguna manera de advertir de forma anónima a la ciudad y ella estaba feliz de detener el fuego, porque la familia podría abandonar la ciudad mucho antes de que sucediera, así que también nunca estarían en ningún tipo de peligro.
Cuando finalmente tuve el plan en mi cabeza, tuve que pensar en las implicaciones para mi vida y la de Alice si se supiera ampliamente que alguien en la ciudad podía predecir con precisión el futuro y estaba usando esa habilidad para el beneficio de la comunidad. Ya había aceptado que me arriesgaría a la ira de nuestra autoproclamada familia real en Italia y en ese momento, sinceramente, no me importaba lo que me harían si se enteraban. Mi vida no era importante en el gran esquema de las cosas. Sin embargo, había otros cuyas vidas eran importantes y estaría condenado si dejara que algo les pasara. Pero necesitaba que Alice lanzara su toalla al ring junto a la mía (), lo que significaba que ella correría los mismos riesgos que yo y estaría sujeta a las mismas penas si nos descubrían. Los Vulturi sabían todo sobre las habilidades de Alice y que actualmente vivía en Seattle con los Cullen, pero sin su don y total cooperación mi plan estaría muerto antes de comenzar.
Me tomó hasta después de Navidad convencer a Alice de que mi plan podría funcionar y fue solamente en las últimas semanas que ella comenzó a alimentarme con el conocimiento que necesitaba para advertirle a la ciudad. Cuando abordé por primera vez la idea de dibujar murales que predijeran el futuro, ella respondió con un enfático «no», porque dijo que era demasiado arriesgado para ella y su familia. «A los vampiros no se les permite usar sus habilidades para interferir con el mundo humano», me recordó, «ni para llamar la atención sobre sí mismos de ninguna manera. Si lo hacían, las penas normalmente eran prisión o algo peor». Ella se había apegado enfáticamente a esta decisión durante unas diez semanas, y aunque estaba desesperado por que cambiara de opinión, no la presioné porque no podía obligarla a cruzar la línea tan pronto como fuera posible en lo que a los Vulturi se refería. Pero algo sucedió que la hizo cambiar de opinión. Cuando le pregunté qué la había convencido de correr el riesgo, ella se negó a decirlo y no la presioné porque no era realmente importante en el gran esquema de las cosas. Simplemente agradecí contar con su ayuda y su confianza.
A principios de febrero me dio una larga lista de acontecimientos de interés periodístico que sucederían en los próximos meses. Al principio me horrorizó que Alice tuviera que vivir sabiendo que iban a suceder tragedias, como accidentes mortales o asesinatos, pero dijo que podía ignorar todos los acontecimientos excepto los más sensacionales que hacían su vida más llevadera. Admitió que han habido algunas ocasiones, a lo largo de los años, en las que había evitado que ocurriera un desastre, pero no me dio más detalles cuando la presioné.
Empecé a elaborar un plan de acción. En primer lugar, descarté los eventos que tuvieran algo que ver con accidentes o pérdida de vidas, ya que el artista (yo) podría correr el riesgo de ser acusado por la policía o los medios de comunicación de haber permitido que el incidente se ajustara a la predicción. Después de desecharlos e intentar olvidarlos, elegí pintar sólo los acontecimientos que fueran «aleatorios», como un café golpeado por un rayo, el miniterremoto que causó problemas en la ciudad, el ganador de un juego deportivos, el del Derby de Kentucky y los números de la lotería, que eran elecciones obvias.
Cuando decidí los eventos futuros que iba a cubrir, tuve que pensar en cómo dibujarlos y dónde. Por ejemplo, si hubiera pintado el café con el nombre de Beelzebub claramente visible, habría llamado demasiado la atención sobre el café en sí. Lo que buscaba era una comprensión de bajo nivel de que mis predicciones eran precisas, y luego golpearía a quien las hubiera notado con la profecía que era la más importante. Alice me había dicho que había un equipo de limpieza que recorría la ciudad quitando grafitis de paredes o edificios, por lo que debía haber alguien en las oficinas municipales que coordinara la fuerza laboral y que, con suerte, tendría la capacidad intelectual para estudiar los grafitis, descubrir la relevancia detrás de mi trabajo e informar a alguien superior.
Mientras caminaba por el jardín buscando a Alice, recordé mi primera incursión en la oscuridad. Fui un poco exagerado y me vestí de pies a cabeza con ropa negra sencilla, incluida una sudadera con capucha de gran tamaño, y luego me cubrí la cara con polvo de carbón. Todos los materiales que necesitaba para la pintura los metí en una gran bolsa de lona negra que me colgué sobre los hombros. Esto fue solamente una prueba para ver si me descubrían cometiendo ese acto cobarde en algunos de los lugares más públicos que había elegido. Si me notaran, tendría que repensar instantáneamente mi plan maestro ya que el tiempo comenzaba a agotarse. Lo que planeaba pintar no era una predicción, era sólo una frase que significaba mucho para mí y mi familia y esperaba que quien lo viera apreciara el sentimiento.
Tomé prestada una de las lanchas menos valiosas de Carlisle y navegué lentamente a través de la bahía de Elliott hacia el pequeño pero exclusivo puerto deportivo adyacente al mercado de Pike Place. Atraqué junto a un elegante palacio de ginebra frente al océano antes de dirigirme al cobertizo para botes, que ahora estaba en total oscuridad, a excepción de algunas luces de bajo nivel sobre la puerta principal. Ya era la una de la madrugada y al menos uno de los bares del muelle detrás de mí todavía estaba abierto, ya que podía escuchar música y risas con bastante claridad, pero tenía que correr el riesgo de que nadie estuviera mirando en mi dirección durante la siguiente hora más o menos o tendría que abandonar la pintura y escapar.
Saqué una tiza de mi bolsillo y tracé el contorno de las palabras a lo largo del lado largo del edificio y dentro del límite del alcance de mis brazos. Estaba familiarizado con la frase, ya que hace muchos años Esme había usado sus impresionantes habilidades de bordado para crear una hermosa imagen a partir de las palabras de Eleanor Roosevelt, envolviendo cada letra en intrincadas enredaderas de flores y rodeando el texto con pájaros y mariposas. El tapiz colgaba en lo alto de la escalera que conducía a nuestras habitaciones y nos ha seguido de casa en casa cada vez que nos veíamos obligados a mudarnos. Una vez le pregunté por qué le gustaba ese pensamiento en particular y ella respondió con nostalgia que extrañaba poder soñar. Soñar despierta no tenían la misma cualidad surrealista, explicó. Estuve tentado de sugerir que fumara un poco de marihuana, lo que podría funcionar, pero me resistí porque se enojó cuando nos sorprendió a Alice y a mí fingiendo ser humanos por una vez.
No me tomó mucho tiempo terminar el texto ya que trabajé a un ritmo rápido. Aceleré las palabras usando cada color solo una vez, ya que los patrones de las letras eran muy claros en mi mente. Regresé de un extremo al otro hasta que estuve satisfecho con el resultado, luego recogí todas mis pinturas y pinceles, los metí en mi bolso y regresé sigilosamente al barco. Supongo que para entonces ya eran aproximadamente las dos de la madrugada, pero era sábado por la noche y la ciudad todavía estaba muy despierta.
Alice me estaba esperando cuando regresé. Pude verla sentada con las piernas cruzadas en el embarcadero cuando giré hacia la ensenada y me di cuenta de que estaba ansiosa por saber si lo había logrado. Le levanté el pulgar mientras maniobraba el bote hasta colocarlo junto a la lancha rápida favorita de Carlisle; la que no me atrevería a sacar sin su permiso, luego salté al embarcadero.
—¿Te vieron? —preguntó con una sonrisa en su rostro. Me di cuenta de que se estaba riendo de mi aspecto.
—¡No! —La tranquilicé con indiferencia y luego me senté a su lado y observé la luz de la delgada luna creciente bailar sobre el agua durante un rato.
No estaba ansioso por volver a la casa todavía. Antes de entrar, tendría que quitarme el carbón de la cara y las manos, ya que Carlisle o Esme preguntarían por qué diablos estaba vestido como un ladrón si me vieran, lo cual no era probable que sucediera, ya que muy seguramente estarían en su habitación. Rebusqué en mi bolso buscando un paño, pero Alice se había adelantado a mi problema y sacó un paquete de toallitas desmaquillantes del bolsillo de su chaqueta.
—Gracias —le dije y le di un abrazo—. ¿Puedo guardarlos para la próxima vez?
—Claro. —Estuvo de acuerdo y luego procedió a limpiarme la cara, lo cual fue útil ya que no tenía un espejo.
Cuando mi piel estuvo limpia y sin duda reluciente, me tumbé en el embarcadero y miré las estrellas por un rato. Alice hizo lo mismo y hablamos sobre nuestro próximo paso. Le dije que a continuación haría el mural del Derby de Kentucky, luego los números de la lotería y luego el tiburón.
—¡No! —dijo con bastante fuerza—. No hagas el tiburón todavía. Te diré cuándo y dónde puedes hacerlo.
—¿Por qué no? —pregunté, bastante sorprendido por su orden.
—No sé —respondió en voz baja—, pero ¿puedes confiar en mí en esto? Está sucediendo algo más que no puedo leer con claridad en este momento, pero sé que es importante.
Dije que estaba bien, ya que podía hacer cualquiera de los otros a continuación, pero tenía curiosidad por saber qué era tan importante para retrasar el del tiburón. Es cierto que este era el que tenía más ganas de hacer, pero como planeaba pintarlo en un edificio público en un área pública, simplemente por razones de vanidad porque quería que mucha gente lo viera, sabía que tendría que ser muy rápido y muy cuidadoso. Tal vez Alice me había imaginado siendo visto haciéndolo, o incluso atrapado, pero no quiso decirlo hasta estar absolutamente segura. Como sea, tenía que confiar en sus instintos así que no discutí.
Tuve que dejar de pintar por algunas noches porque Seattle estaba atrapada bajo una nube de lluvia que no quería moverse. Era principios de abril, por lo que se esperaba mal tiempo. Quería pintar un poco más antes de que la luna estuviera llena, así que crucé los dedos para que se aclarara lo suficiente. Por suerte, después de que amainó la lluvia, tuve dos noches secas, pero aún nubladas y terminé el Derby de Kentucky y los números de la lotería sin problemas. Pensé que había sido bastante inteligente con el Derby porque había encontrado una pared con el número 143 que correspondía a la carrera. También pinté a mi chica perfecta en la hamaca. Era una ligera variación de la misma chica que había estado pintando desde que cogí un pincel y produje mi primer óleo adecuado cuando tenía unos trece años. Cada oportunidad que tenía de pintarla lo hacía. Era como si estuviera conociendo un poco más su alma cada vez que su hermoso rostro adornaba mis pinturas.
Pinté a propósito los números de la lotería en una de las zonas más pobres de la ciudad. Pensé que, si alguien detectaba la conexión, al menos sería alguien que necesitaba el dinero. Esta vez fui visto por un tipo que apareció de la nada y casi me hizo saltar porque no lo escuché acercarse, lo cual es inusual para mí ya que mi audición está fuera de escala. Obviamente él volaba tan alto como una cometa mientras se tambaleaba hacia mí.
—¡Hey! —farfulló—. ¿Qué dibujaste amigo?
—Los números ganadores de la lotería de la próxima semana —respondí secamente y continué como si él no estuviera allí.
—Genial —respondió y siguió caminando. Supongo que nunca sabré si recordó nuestra conversación. Creo que es muy improbable debido al estado en el que se encontraba.
Tuve que esperar una semana completa después de esto y pinté los del terremoto en noches consecutivas. Alice me había «mostrado» un montaje de periódico de varias fotografías tomadas después del terremoto de abril que mostraban sus efectos, y elegí estas dos porque eran bastante divertidas. Sin embargo, pintar en el parque infantil cerca de Space Needle fue incómodo porque no me di cuenta de que era un lugar de reunión para viciosos, adictos al crack, o como quieras llamarlos. También había un par de muchachos durmiendo a la intemperie en los bancos, pero estaban completamente idos por el alcohol. Cuando el parque estuvo más desierto que nunca, me puse en marcha y logré terminar antes de que empezara a amanecer y aparecieran los barrenderos.
El que estaba cerca del Museo de Arte Frye también fue bastante difícil ya que la pared que había elegido originalmente para trabajar estaba brillantemente iluminada por una farola cercana que no había notado cuando llevé a cabo mi reconocimiento. Tuve que buscar otra pared que fuera adecuada y la que elegí no estaba en tan buena posición, pero al menos no estaba tan a la vista ni iluminada. Me gustaría haber dedicado más tiempo a este, pero tener que encontrar un nuevo «lienzo» me había consumido la noche, por lo que no pude copiar con precisión las imágenes de la galería. Sin embargo, salió bien y esperaba que este mural y el paisaje de la Space Needle fueran los que hicieran que quien los mirara se diera cuenta de que la persona que los pintó de alguna manera sabía lo que iba a pasar en el futuro.
Un par de días después, Alice irrumpió en mi habitación.
—Tus pinturas han sido vistas —declaró emocionada y luego me mostró lo que estaba «viendo» en su mente. Ella había estado en la ciudad para ver mis últimos trabajos y había observado a un tipo tomando fotografías del que estaba en el museo de arte y escribiendo algo en un libro. Alguien del museo había salido a hablar con él y Alice dijo que lo escuchó decir que era de las oficinas municipales.
Entonces decidí quedarme con los que ya había hecho para ver si las nuevas pinturas estaban alterando las plumas de alguien con autoridad, que es lo que quería que sucediera. A la mañana siguiente fui de un sitio a otro hasta que vi al tipo que había visto en la mente de Alice examinando el del Derby de Kentucky. Intenté acercarme a él para poder captar lo que estaba pensando, pero sólo pude captar alguna palabra o frase ocasional. Sin embargo, lo que sí me di cuenta fue que él definitivamente no apreciaba mi trabajo, lo que me sorprendió.
Lo observé durante un par de minutos y estaba a punto de alejarme cuando giró sobre sus talones sin previo aviso y sé que me vio. Miré hacia la acera para que no pudiera ver mi cara, pero al instante descubrí en sus pensamientos que sospechaba que yo era el culpable. Me alejé a un ritmo rápido pero «normal para un humano», pero al instante me di cuenta de que estaba corriendo detrás de mí. Esas no eran buenas noticias y sabía que tenía que perderlo. Doblé por la primera calle disponible y corrí más rápido que Usain Bolt hasta la siguiente esquina donde vi una escalera de incendios de hierro al costado de uno de los edificios. Salté unos seis metros en el aire y aterricé en la primera plataforma, luego corrí hasta la cima del edificio desde donde tenía una buena vista de la calle de abajo.
Unos diez segundos después, el tipo apareció a la vuelta de la esquina y se detuvo en seco. Lo vi girar en círculos buscándome y luego lo escuché maldecir. Se quedó quieto por un tiempo, probablemente esperando que yo saliera sigilosamente de mi escondite, luego se encogió de hombros y regresó por donde había venido.
Me quedé en lo alto del edificio unos minutos más antes de bajar por la escalera de incendios. Mientras me alejaba corriendo de la escena, aprecié haber escapado por poco, pero para ser honesto, no me importó que él me hubiera visto, simplemente estaba ansioso de que no pudiera reconocerme en el futuro.
Esto sucedió ayer. Ahora definitivamente hay algo cocinándose con Alice. Estoy aproximadamente a la mitad de la lista de murales que quiero pintar, pero estoy decidido a no hacer más hasta que sepa lo que ella me oculta.
La busqué en el jardín sin suerte, así que calculo que debe estar en uno de los cobertizos para botes, o incluso escondida en uno de los yates amarrados en nuestra ensenada privada, así que cruzo el césped que desciende hasta el agua. A medida que me acerco a la costa, capto sus pensamientos y noto que ha vuelto a pensar en inglés nuevamente, así que supongo que ha dejado de intentar bloquearme o ya está lista para decirme lo que tiene en mente.
La encuentro en uno de los cobertizos para botes más pequeños. Carlisle tiene varios de estos repartidos por nuestra propiedad y este tiene una vista particularmente hermosa de la bahía. Me acerco a ella sin decir nada y me siento a su lado en un banco de madera que ocupa todo el ancho del porche.
—¿Hay algo que quieras decirme? —pregunto después de unos minutos de silencio. Ella todavía está tratando de bloquearme, pero ahora está pensando en noticias aleatorias que tienen que ver principalmente con la moda.
—Sí y no —responde con una voz «tranquila para Alice» y luego sacude la cabeza como si estuviera desesperada por algo.
—Prometiste no ocultarme nada, ¿recuerdas? —digo, tratando de mantener la calma porque no quiero molestarla.
Asiente vigorosamente como si estuviera tratando de tranquilizarme, luego toma mis manos, lo que me toma por sorpresa ya que no es el tipo de cosas que Alice haría a menos que esté realmente preocupada por algo. Me mira directamente a los ojos y me doy cuenta de que está luchando, así que me quedo en silencio hasta que esté lista para hablar.
—Sé que hice esa promesa y la cumpliré —dice finalmente y luego vuelve a dudar antes de decir—, pero hay una complicación.
—¿Qué tipo de complicación? —escupo mientras espero que ella diga que se equivocó en su predicción o en sus fechas.
—No tiene nada que ver con lo que va a pasar en mayo, Edward. Lo que estoy viendo es peligroso para ti —y puedo escuchar un temblor en su voz.
—¿Qué quieres decir? —pregunto y al instante me siento nervioso—. ¿No voy a sobrevivir a esto?
De repente siento náuseas y esto no me había sucedido en años. Inicialmente me jacté de que no me importaba mi vida, pero cuando ella infirió que podía estar en peligro, no me tomó mucho tiempo darme cuenta de que realmente no estaba lista para morir todavía, no sin una luchar de todos modos. Alice todavía estaba agarrando mis manos aún más fuerte, como si se estuviera aferrando a mí para evitar que me ahogara.
—Sí, sobrevivirás —insiste Alice—, pero sólo si tomas las decisiones correctas. Vas a estar dividido entre nuestro compromiso con Carlisle y Esme, el futuro de nuestra familia y tu...
—¿Mi qué? —siseo.
—Tu felicidad futura, Edward.
—¡¿Mi felicidad?! —exclamo—. ¿Qué tiene que ver mi felicidad con esto?, a menos que...
Inmediatamente pienso en los niños pasados y presentes del club, ya que ellos fueron los únicos responsables de sacarme de otro período de melancolía en el que había estado sumido cuando me mudé a Seattle. Tal vez Alice estaba entrando en pánico porque usaría mis habilidades especiales para salvar a todos y cada uno de ellos cuando llegara el momento, especialmente si las autoridades no descubrían lo que iba a pasar. Estos niños eran mi vida ahora y eran mi principal razón para desafiar las reglas sobre mantener nuestro secreto ante la población en general y, en consecuencia, arriesgar mi propia vida.
»Son los niños, ¿no? —siseo—. No los voy a abandonar, Alice. No me importa lo que me pase.
—No son los niños, Edward —dice en voz baja—. Es algo mucho más profundo.
—Dime entonces —digo, tratando de mantener la calma a pesar de que ya estoy frenético—. Tú y yo no abandonaremos este cobertizo para botes hasta que lo sepa.
Alice toma unas cuantas respiraciones innecesarias más mientras aprieta mis manos y luego me mira a los ojos nuevamente. Los de nuestra especie no pueden llorar, pero puedo ver claramente el dolor en su expresión cuando dice...
—La complicación es…
—Sí, continúa…
—Una chica, Edward. No… eso está mal. Es la chica, Edward. La que estabas esperando.
Mientras dice estas palabras, una imagen de la chica aparece en su cabeza y cuando veo su rostro y luego el resto de ella, lo entiendo instantáneamente.
-MG-
Después de que Alice me cuenta todo lo que sabe, lo cual es absolutamente real, me deja solo para ordenar mis pensamientos. Me dijo que había visto varios escenarios fugaces sobre una chica que cambiaría mi vida, pero se negó a iluminarme más porque el futuro que había visto podría verse comprometido por las decisiones que tomé y ella no quería influenciarme de alguna manera.
Dijo que la chica anónima aún no estaba en Seattle, pero que llegaría a la ciudad muy pronto para trabajar con el chico que había visto hoy. Lo más importante es que esta chica jugaría un papel fundamental en mi plan para convencer a las autoridades de que el desastre estaba a la vuelta de la esquina, pero durante este tiempo entrarían en juego otros factores que complicarían las cosas. Sabía por experiencia que no debía interrogar más a Alice sobre esto, ya que al leer su mente pude darme cuenta de que esta vez estaba siendo totalmente honesta conmigo.
La imagen de la chica estaba quemando un agujero en mi mente, tanto que sentí ganas de llorar de dolor. Era pequeña, delicada y muy hermosa, y ya conocía bien su rostro porque había pintado su retrato mil veces a lo largo de los años, incluso en el mural del Derby de Kentucky, aunque sus rasgos no eran exactamente los mismos. Desde la primera vez que cogí un pincel hace tantos años, ella había sido mi personificación de la perfección femenina.
Mi chica perfecta imaginaria siempre tuvo el cabello largo, castaño y rizado, que le caía por la espalda, como esta chica. Ella siempre tuvo grandes ojos marrones con iris salpicados de oro, enmarcados por largas y sedosas pestañas negras, y su piel siempre sería pálida e impecable y su boca sería suave y sensual, como esta chica. Mi chica no había cambiado a lo largo de los siglos y aquí estaba ella, viviendo y respirando en el Seattle del siglo XXI. Mi único problema era que esta chica es ciento por ciento humana y, por tanto, totalmente incompatible conmigo.
Alice había previsto que me enamoraría de una humana en algún momento de este siglo, pero no quiso o no pudo decirme cuándo. Descarté su predicción porque no encontraba atractivos a los humanos, a diferencia de Emmett, quien, hasta que conoció a Rosalie, se follaba a cualquiera con o sin pulso. Había tenido «aventuras sexuales» antes pero nunca había encontrado a nadie con quien pudiera comprometerme para siempre. Había tenido relaciones que habían durado más que un matrimonio humano, pero nunca había estado con nadie con quien no pudiera vivir por la eternidad. Supuse que las almas gemelas eran cosa de ficción hasta que conocí a Carlisle y Esme. Luego Emmett conoció a Rosalie y finalmente acepté que algo fundamental faltaba en mi vida. Queda por ver si esta chica es realmente mi alma gemela.
Si es tan hermosa como la imagen que Alice tiene de ella, entonces ya me sentía seriamente atraído por ella, pero como dicen The Temptations en su canción, «La belleza no es lo es todo, es algo superficial». Lo que sucede dentro de su cabeza y su corazón es mucho más importante para mí que su apariencia exterior; aunque su rostro ha perseguido mis pensamientos durante siglos.
Me siento en el porche hasta que cae la noche y me debato si pintar o no esta noche. El clima no es ideal porque puedo sentir la lluvia en el aire. Además, la luna está casi medio llena y en lo alto del cielo, pero en su mayor parte se esconde detrás de espesas nubes grises, hasta que aparece durante unos minutos para bañar el mar con una suave luz moteada hasta que desaparece de nuevo.
Poco después de la una de la mañana decido arriesgarme y probar el mural de fútbol que sé que disfrutaré pintando. Como beneficio adicional, la enorme cantidad de detalles que contiene probablemente me distraerá de la chica por un tiempo. Alice ya me ha dicho el resultado final del próximo juego, así que me aseguraré de que esté claramente visible en el marcador. Tomo el Volvo y lo estaciono casi frente al CenturyLink Field, luego camino la corta distancia hasta la pared elegida cargando una cantidad de pinturas y pinceles más pesada de lo habitual en una enorme mochila. Ya son casi las dos de la madrugada y, salvo algún que otro vehículo que pasa, la zona está totalmente desierta.
Empiezo en la parte superior de la pared; mis dedos fuertes en mi mano izquierda y los lados de mis pies soportan fácilmente mi peso sobre la superficie grumosa. Debo parecer una araña humana para cualquiera que me vea trabajar, pero no pienso en ello. Puedo trepar por la mayoría de las paredes escarpadas sin esfuerzo, por lo que Peter Parker no tiene nada que envidiarme.
Sólo la sección del marcador del mural está por encima de la altura de los brazos y lo termino en unos minutos y luego me concentro en lo que sucede en el campo. La imagen de Alice está en mi mente cuando pinto el momento en que los jugadores de los dos bandos opuestos se enfrentan y luego entran en acción. También copio la emoción y el entusiasmo de los fanáticos de Seahawk mientras impulsan a su equipo hacia la gloria. Es una imagen fantástica para pintar y me puse a ello con entusiasmo.
No puedo evitar pensar en la mujer mientras pinto, imaginándola visitando este lugar para ver mi trabajo. Puedo verla retrocediendo para captar la imagen completa y luego acercándose para examinarla en detalle. Mientras pinto los rostros de la multitud se me ocurre la idea de incluir el de ella entre ellos. Ella no estaría gritando aliento a los jugadores como todos los demás fanáticos que la rodeaban; ella estaría mirando directamente al artista, en otras palabras, «a mí». Tenía una mirada inquisitiva en su rostro como si estuviera cuestionando mis motivos, que es lo que quiero que haga en lugar de simplemente admirar mi habilidad. Mientras la pinto, puedo verla tan claramente como si estuviera parada frente a mí y me pregunto cuál será su reacción cuando se vea a sí misma en el mural.
Aunque puedo pintar increíblemente rápido, todavía no he tenido tanto tiempo como me gustaría para completar el resto del mural al nivel que busco. Mientras estoy dando los últimos retoques a los rostros de la multitud, escucho que varios coches pasan detrás de mí en el espacio de un minuto, lo que significa que la ciudad poco a poco va volviendo a la vida. Miro mi teléfono celular y me sorprende ver que son casi las cinco, que es lo último que me he atrevido a salir. Todavía está oscuro porque el cielo está cubierto de nubes, pero el sol podría aparecer en cualquier momento, lo cual no es ideal. Mientras empaqueto mis pinceles y pinturas, un camión reduce la velocidad y dos tipos en la cabina se inclinan para mirar lo que he creado.
—¡Oye, eso es jodidamente increíble! —grita uno de ellos, luego el conductor toca la bocina y se marcha.
No me quedo más tiempo y corro de regreso a donde dejé el Volvo y me dirijo a casa.
Entré sigilosamente en la casa poco después de las cinco y media. Las zonas comunes de nuestra espaciosa casa suelen estar desiertas a esta hora de la noche, ya que mantenemos el horario normal de dormir. Aunque no necesitamos dormir, nos gusta descansar y también aprovechamos este tiempo para meditar cuando la casa está en paz y silencio.
Me arrastro hacia las escaleras y estoy a punto de poner mi pie en el último escalón cuando escucho la voz de Carlisle proveniente de detrás del respaldo de su silla favorita, que está en la posición privilegiada frente a las ventanas francesas que dan a nuestra entrada.
—Edward, ¿te importaría decirme dónde has estado esta noche? —gruñe en su habitual tono de voz de «no me jodas», que conozco muy bien.
Trago fuerte, lo cual es una reacción humana que nunca he perdido, ya que hay una cosa que nunca me atrevería a hacer en esta casa y es mentirle a Carlisle Cullen, lo que significa, simplemente, que probablemente estoy jodido.
Nota de la autora: ¡Oh Señor!
Espero que hayan disfrutado la primera incursión de lo que Edward ha estado haciendo desde su solitario viaje en barco.
Ahora sabemos que Alice le ha dado a Edward predicciones sobre eventos futuros y también le ha contado a Edward que Bella vendrá a trabajar a Seattle. Obviamente ha previsto el impacto que Bella tendrá en él y le advierte que esta chica anónima podría ser una distracción en las próximas semanas, lo que podría tentarlo a tomar riesgos.
También está claro que Edward y Alice aún no le han contado al resto de la familia sobre el terremoto, o que Edward está efectivamente advirtiendo a la ciudad, lo cual va en contra de las reglas de los Vulturi. Sería peligroso para ambos si la gente que vive en Italia descubriera lo que están haciendo.
Sin embargo, lo más importante es que la razón por la que arriesga su vida es para salvar a los niños del club de arte que significan mucho para él. Puso las cosas en movimiento mucho antes de saber de la existencia de Bella, por lo que salvarla no es la razón principal por la que está pintando los murales.
