¡Saludos, queridos lectores!
Durante las actualizaciones de la semana pasada, anuncié que subiría la siguiente ronda en orden de popularidad y La marca del lobo fue la que tuvo más comentarios, favs y likes, así que me alegra traerles este capítulo n.n
La idea era subirlo durante el fin de semana, pero olvidé que este finde era puente y tuve visitas... En resumen, a mi familia le gusta visitarme sin avisar cuando hay días de descanso, por lo que no pude subirlo hasta ahora. También pretendía subir otra actualización del segundo lugar, pero por el mismo motivo explicado anteriormente, no pude terminarlo. Estuve a punto de esperar y subir todo la próxima semana, pero pude ver lo mucho que les ha gustado esta historia, así que opté por subirla hoy.
Espero que lo disfruten. Sin más, los dejo con la actualización n.n
En pocos minutos, el grupo empacó todo el equipo de campamento, lo subió a la camioneta y ellos mismos subieron a esta para dejar atrás aquél lugar que había sido de todo menos relajante, de hecho, había sido el peor campamento en el que habían estado y ciertamente había sido una pésima experiencia para Juugo y Jirōbō para quienes era la primera vez.
Suigetsu estaba muy enojado porque sus planes de ligue se vieron completamente derrumbados, ni siquiera había podido obtener una respuesta de la chica y actuaba como si no hubiese pasado nada. Además, el hecho de que Zaku lo aventara al lago para despertarlo seguía muy fresco en su mente gracias a algunos estornudos, al punto de querer dejar a todos en una parada de autobuses a las afueras de la ciudad para él ir directo a su casa. Sin embargo, Suigetsu cedió a llevarlos a todos hasta una estación del subterráneo, porque Juugo, que iba de copiloto, le sugirió aprovechar que él y Karin vivían muy cerca para llevarla a su casa y poder estar a solas.
El grandioso y romántico plan de ligue se había esfumado y ciertamente Suigetsu estaba muy irritado por ello, pero le iba a dar la oportunidad a la chica de quedarse a solas con él para que hablaran.
Cuando llegaron al punto dónde todos bajarían, Karin también lo hizo, después de todo, ella creía que el albino estaba tan enojado que la echaría de la misma forma.
—¿Por qué no dejas que Suigetsu te lleve? —sugirió Juugo cuando Karin se bajó con ellos— No le tomará ni cinco minutos llevarte a casa.
—¿Crees que va a dejar que me quede? —rió la chica con ironía, pues le parecía absurdo que su amigo lo considerara después de que lo irritaran, estaba segura que él no tendría ni una pizca de amabilidad con ella.
—Si no regresas a la camioneta en dos minutos me largo sin ti —dijo Suigetsu que seguía en el asiento del conductor con el motor en marcha.
—Ve. Tu y él probablemente son los que menos durmieron y les caerá bien ir a dormir cuánto antes —Juugo le sugirió a la pelirroja.
Hubo algunos otros comentarios de parte de los demás, la mayoría de protestas por ser dejados en aquel lugar en lugar de que el albino los acercara más a casa, pero Karin finalmente accedió a volver a la camioneta y se despidió de los demás. Se sentía tan exhausta que sentía que se quedaría dormida en cualquier momento, aún sin importar si lo hacía en el transporte público.
Karin creyó que Suigetsu haría algún comentario desagradable o sarcástico cuando arrancara la camioneta, pero en su lugar, sólo hubo silencio entre los dos.
Lo que ella no sabía, era que él estaba esperando que ella hablara primero sobre su charla antes de la interrupción del lobo, pero la pelirroja estaba más concentrada en no quedarse dormida por temor a que Hozuki le hiciera alguna jugarreta.
Cuando llegaron a casa de Karin, el albino estaba por replicarle a la joven la falta de una respuesta. Iba a ser igual de molesto que siempre para ese reclamo, pero recordó su propia estrategia de llenar a la chica de atenciones y afecto después de la confesión, pues aunque no había salido como lo esperaba, si había logrado preguntarle si quería ser su novia.
—¿Te gustaría ir a desayunar antes de ir a casa? —Suigetsu preguntó tras detener la camioneta frente a la casa de Karin, pero no recibió respuesta. Él pensó que quizá la había tomado desprevenida, pero voltear hacia ella, fue todo, menos sorpresa lo que vio en su rostro— ¿Acaso no vas a…? ¿Karin?
Cuando el albino volteó hacia la chica, ella estaba dormida, recargada en la ventana. En algún punto del camino, el sueño finalmente la había vencido y él ni siquiera se había dado cuenta, no sólo porque debía tener la mirada en el camino, sino porque como esperaba que ella diera el primer paso y trataba de disimular que lo estaba esperando.
¿De verdad ella iba a ignorar por completo lo que pasó en la madrugada? Es decir, si, perderse, verse obligados a dormir en la intemperie y verse cara a cara con un enorme lobo que por algún motivo los guió de regreso al campamento tenían prioridad sobre una confesión, pero ya habían pasado por todo eso e incluso estaban camino a casa a solas. ¡Era el mejor momento para hablar del tema y ella se había quedado dormida!
¿Por qué podía dormir tan profundamente teniendo ese pendiente aún? ¿Acaso no significó nada para ella?
—Mierda…
Suigetsu estaba muy molesto y a nada de despertarla bruscamente para reclamarle. Sin embargo, cuando miró el rostro de Karin que dormía pacíficamente, sus emociones se ablandaron y al parar su mirada en sus labios rosados, se le antojó un beso.
El chico, bastante tentado, miró alrededor para asegurarse que no hubiese nadie espiando. Si iba a robar ese beso, quería que fuera sólo para él, pues ya habrían otros besos que compartiría con ella y seguramente muchos otros los tendrían en público.
Cuando se aseguró que no hubiese nadie cerca, le acomodó un mechón de cabello, sonrió, se inclinó hacia ella y…
¡Ring!
Un timbre de teléfono sonó, lo que hizo saltar a Suigetsu por la sorpresa y por impulso se alejó, además, Karin se despertó por el sonido insistente al que reconoció como la tonada de su celular.
—¿Diga? —Karin contestó y enseguida dió un largo bostezo, mientras oía a Kim preguntándole si seguía con Suigetsu —Si, acabamos de llegar a mi casa —respondió al reconocer el vecindario a pesar de tener la vista borrosa por haber recién despertado— Si, yo lo guardo y te los doy cuando nos veamos —le aseguró a su amiga mientras se quitaba el cinturón de seguridad— Si, nos vemos.
—Te salvó la campana, estaba a punto de arrancar e irme a mi casa sin importar si despertabas o no —bufó el albino y al momento se arrepintió porque se suponía que tenía que ser amable— ¿Sabes que podrían multarme porque mi copiloto va durmiendo? ¡Me debes un desayuno!
Si, esa debía ser una muy buena excusa para tener una cita con ella ¿Verdad? Y tendrían más tiempo para hablar del tema que les concernía.
—¿Podemos dejar esta discusión para otro día? Me muero de sueño —respondió Karin dando otro largo bostezo mientras se bajaba de la camioneta sin notar que Suigetsu pretendía arrancar el aparato para ir por ese desayuno en ese momento— Tampoco es bueno que manejes sin haber dormido bien y vas a necesitar un baño después de tu chapuzón en el lago —la chica abrió la puerta y fue hacia la cajuela para sacar sus maletas, pero Hozuki, que no podía creer que la chica actuara como si nada, no presionaba el botón para quitar el seguro— ¡No seas infantil y abre! ¿Cómo puedes estar de ánimo para seguir jodiendo?
Frío, Suigetsu presionó el botón que permitió a Karin bajar su maleta y una pequeña bolsa que Kim había olvidado. Al poco tiempo, ella cerró el maletero y mientras caminaba a la puerta de su casa, gritó un hasta luego perezoso sin siquiera voltearlo a ver.
—¡¿Qué mierda fue eso?! —preguntó Suigetsu enojado y bastante decidido a ir tras la chica por una respuesta cuando ella cerró la puerta tras de sí, pero ahora fue el celular de él el que sonó con una notificación de mensaje.
Honestamente, él no habría mirado el mensaje dado su estado de ánimo, podría hacerlo más tarde, pero ¿Y si era Karin pidiéndole que lo esperara y proponiendo una cita para otro día y había sido demasiado tímida apra decírselo a la cara?
Juugo: Recuerda: sé amable con ella.
No, no era Karin y la verdad es que el mensaje lo irritó aún más, pero antes de siquiera pensar en bajarse y llamar a la pelirroja, se le escapó un estornudo que le dejó la nariz escurriendo… si, sería mejor ir a casa a darse un baño de agua caliente para no perder la cara frente a ella, no importaba si se hacía el galán o el enojado, debía cuidar su imagen.
Karin, por su parte, entró a su casa, la cual seguramente estaba sola porque su padre y su hermano seguirían de guardia en el hospital, sólo les envió un mensaje para decirles que habían vuelto antes del campamento y que ya estaba en casa.
—No vuelvo a ir de campamento —se dijo a sí misma mientras dejaba las cosas en su habitación y aunque su mayor deseo era meterse a la cama, decidió tomar un baño caliente cuando notó lo pegajosa y sucia que estaba.
Sin duda había sudado mucho el día anterior con la extenuante caminata y desde que despertó le dolía la cintura y la espalda baja, muy probablemente por dormir directamente en el suelo, así que un baño de agua caliente debería ayudarla a relajarse y a poder dormir mejor.
Con suficiente suerte, podría volver a soñar con ese chico lobo sexy y al tener más tiempo para dormir, podría aprovechar mejor ese sueño. Sólo esperaba tener un atuendo más sexy para él.
Al desvestirse y quitarse la pantaleta, echó un vistazo a la compresa. Si, tenía apenas unos manchones, lo que era bastante extraño porque no se supone que los tuviera en ese momento. Quizá tendría que ir al ginecólogo y revisarse, algo que no esperaba hacer hasta iniciar su vida sexual, pero decidió esperar al menos al siguiente mes que no hubiese otra irregularidad.
Quedando desnuda frente al espejo, Karin vio de nuevo esa marca cerca de su seno con cierta inquietud. Se revisó un poco más el cuerpo y halló otra marca parecida en uno de sus hombros, con esa ya contaban dos, el mismo número de chupetones que recordaba que ese chico le dejó en sueños.
—Debió picarme una araña y entre sueños lo sentí y mi cerebro lo interpretó como chupetón —se explicó a sí misma, pues no quería pensar que pudiera pasarle algo similar a cuando le había aparecido aquella marca en la espalda— ¡Las garras que mencionó Kim!
Usando un espejo de mano, Karin se ayudó a mirarse la marca que tenía en la espalda para podérsela ver mejor, y en efecto, la huella de apenas ocho centímetros detrás de su hombro ahora parecía tener garras, pero lo que verdaderamente la sorprendió y asustó, fue que la huella estaba encerrada en un anillo del mismo color que esta y que sus amigos no mencionaron.
¿Cuándo había aparecido ese círculo? ¿Cómo es que apareció? ¿Acaso seguirían saliéndole manchas extrañas en la piel hasta que su color de piel quedara completamente de ese color?
Ver aquellos cambios angustiaron a la chica y estuvo a nada de correr hacia su celular y llamar a su padre para decírselo. Sin embargo, en el último momento se detuvo.
Si, debía decirle a su padre adoptivo que volviera a revisar la mancha y sobre todo las nuevas, pero no tenía caso decírselo en ese momento. Él seguramente estaba ocupado, ella necesitaba dormir, y hasta donde sabía, esperar unas horas no iba a hacer la diferencia.
Lo que había alterado a la chica respecto a la mancha, había sido que aparecieran detalles de la nada como la primera vez, pues aunque aparentemente nadie le hizo nada en aquél incidente de Halloween, para ella seguía siendo un trauma no saber qué había pasado además de tener aquella marca. Ahora, la situación parecía repetirse, sólo que ests vez no recordaba tener lagunas mentales.
Agobiada, decidió sacudir las ideas de su mente y meterse al agua. Después de dormir lo suficiente pensaría en lo que tendría que hacer.
Debido al sueño, Karin sólo se dió un baño rápido aún cuando el agua caliente sobre su cuerpo se sentía muy bien. Su prioridad seguía siendo meterse a la cama y dormir hasta reponerse, por lo que no dejó que sus preocupaciones la detuvieran.
Pasaron tres semanas desde el día del campamento y la vida parecía ir con normalidad para la pelirroja. Es decir, su padre volvió a analizar la mancha cuando ella finalmente le dijo.
Él no encontró nada. De hecho, le sugirió que quizá su caminata en el sol se la había provocado, que quizá su piel era más sensible al sol de lo que creían y que quizá, la primera marca le había salido por el sol sin que ella se diera cuenta y que sólo se percató de su existencia por el incidente de la fiesta.
Por supuesto, aquello no explicaba cómo era que esas marcas tenían aquellas formas tan definidas ni por qué sólo le salían en esa área, pero ella confiaba en su padre y aunque esas dudas aún se aparecían en su mente de vez en cuando, se decía a sí misma que debía confiar en alguien tan experimentado como él.
Con lo referente a su regla, aún no estaba segura si preocuparse o no, pues tras despertar después de poder dormir en su cama aquél día, la compresa estaba limpia como si no hubiese tenido esos manchones antes. Por otro lado, ella siempre había sido regular, y si no contaba ese extraño día en el bosque, se suponía que debía bajarle ese día, pero no había señal de sangre a la vista.
Si en esa semana no le baja, se iría al ginecólogo sin dudarlo.
De acuerdo, sí había algo "novedoso" en su vida, pero no estaba muy segura de cómo tomárselo, pues su amigo Suigetsu se había estado comportando muy extraño desde que habían regresado del campamento.
Él siempre había sido desagradable con ella y muy decidido a joderla, lo que muchas veces le hacía preguntarse por qué tenía un amigo como él, pero en esas últimas semanas, Hozuki no dejaba de enviarle mensajes en los que ella se preguntaba si el Dr. Jekyll y Mr. Hide no se tomaban turnos para enviarle mensajes.
Unas veces él era grosero, como normalmente era, y otras veces parecía intentar ser amable.
Al siguiente día de que habían vuelto del campamento, a Karin le quedó muy marcado que él le había enviado un mensaje donde le preguntaba si no se había olvidado de algo; cuando ella le preguntó a qué se refería, empezaron los insultos y al siguiente día de ello, él le sugirió que se vieran en un café para "pasar un rato agradable".
Vale, al principio, ella no se acordaba de su teatro del vampiro, tenía demasiadas cosas en la cabeza para recordarlo, así que no fue sino hasta unos días después en que él seguía diciéndole que estaba olvidando algo, que ella pudo recordarlo.
Empero, si ella seguía respondiendo que no sabía a lo que se refería, era porque quería joderle la broma que seguramente quería hacerle. No podía entender cómo era que él pudiera ser tan tenaz en algo que ya se había arruinado y que de todas formas jamás iba a funcionar.
—¿De verdad no piensa rendirse? —se preguntó Karin cuando había recibido otro mensaje del albino preguntándole si podían verse en la plaza comercial.
Por poco más de una semana las invitaciones habían cesado, pues el albino se había ido de vacaciones con su familia fuera de la ciudad, pero si estaba recibiendo aquella invitación, quería decir que ya habían vuelto.
Karin: Bien, le diré a Juugo
Idiota: ¡No!
Karin: ?
Idiota: …
Idiota: Vamos solos tu y yo
Karin: Pensé que Juugo no saldría a ningún lado de vacaciones
Idiota: …
Idiota: Voy a tu casa
Karin: ¿Qué? ¿Para qué?
Y el chico no le contestó.
Para Karin, aquella historia del vampiro que se suponía era una confesión, era una broma que el albino intentaba jugarle. Es decir, desde que se conocieron, él no dejaba de fastidiarla y jugarle estúpidas bromas infantiles, así que definitivamente no iba a creerse su teatro de que él la quería de novia e iba a joderle la broma fingiendo que no había pasado nada.
Media hora después de que él dejara de contestar los mensajes, ya estaba llamando a su puerta.
—¡Karin-chan! ¡Suigetsu-kun te busca! —Kabuto la llamaba desde abajo.
—¡Ya bajo! —contestó tronando la lengua, porque si sus sospechas eran ciertas, él finalmente iba a hablarle de la confesión de frente y ella aún no sabía cómo devolverle la jugada.
Tras dar un suspiro, bajó al encuentro de su molesto amigo, al que debía darle puntos por buena actuación, pues se veía nervioso.
—¿Van a salir? —Kabuto preguntó cuando Karin bajó.
—Si/No —respondieron los amigos al mismo tiempo.
—No tengo ganas de salir y no sé a qué vino Suigetsu —respondió Karin a su hermano adoptivo para luego mirar al albino— Él sólo dijo que vendría para acá, así que ¿Qué pasa?
Suigetsu tuvo que contener un gruñido ante las palabras de la chica, porque le era difícil decir lo que tenía que decir enfrente del hermano mayor de esta. De hecho él había ido a su casa pensando que estaría sola, pues como su hermano y su padre eran doctores estaban ausentes de la casa constantemente.
Las miradas de ambos hermanos no le permitían pensar en alguna excusa o una forma de convencer a la chica de salir, así que su yo de todos los días, salió a flote.
—Estoy muy aburrido y quiero una cita con una chica sexy —respondió molesto— Preséntame a alguna chica que conozcas de buen ver.
El chico quiso morderse la lengua para dejar de decir esas estupideces mientras lo hacía, pero no pudo detenerse.
—¿En serio? ¿Acaso crees que soy tu casamentera o algo por el estilo? —replicó Karin molesta, aunque por dentro se sentía aliviada de pensar que el albino ya había hecho a un lado su dichosa bromita.
Kabuto, por su parte dió media vuelta y regresó a la cocina, porque sabía que aquella charla no le concernía y él quería acabar de comer algo antes de tomar su turno en el hospital.
—¡Vamos! ¡Debes conocer a alguien! —exclamó Suigetsu con desesperación, porque de nuevo había dicho una estupidez.
—Aun si quisiera ayudarte, conoces a todas las mujeres que yo conozco y después de ponerles peros a la mayoría, las demás te rechazaron —señaló Karin— Yo no puedo hacer nada por ti si tienes estándares estéticos muy altos y ni si las chicas que te gustan no te aguantan.
El lugar quedó en silencio porque Karin ya había dicho lo que tenía que decir y esperaba algún insulto de parte de su amigo. En cuanto a Suigetsu, él estaba buscando la mejor forma de decirle lo quería decirle ahora que estaban solos en la habitación y quería ser cuidadoso para no volver a decir cosas que no quería.
—En ese caso, sal conmigo —soltó de repente, algo que la pelirroja no se esperó— Eres una chica después de todo.
¿Por qué carajos no se había mordido la lengua al decir eso último? ¿Acaso no podía hablarle a la chica que le gustaba con normalidad sin joderla al menos una vez?
Suigetsu no entendía cómo era que seguía cometiendo errores, pero antes de poder disculparse o decir algo para retractarse, la pelirroja ya lo estaba empujando fuera de la casa.
—¡Largo! ¡Maldito idiota!
¡Zaz!
Karin dió el portazo cuando dejó a un Suigetsu balbuceando incoherencias, y no exactamente por la insinuación de que ella resultaba su última opción, sino porque la pelirroja de nuevo pensó que ese idiota retomaría su estúpida broma.
Cuando el albino oyó el portazo, soltó una maldición dirigida a sí mismo preguntándose si tantos años de molestarla lo habían atrofiado, sin embargo, recordó ese día en el campamento en el que las palabras habían salido con facilidad aún cuando ella no había seguido el guión.
Entonces ¿Por qué no lo había logrado en ese momento?
Quizá había sido porque su hermano estaba allí y la verdad a él le daba miedo su familia, especialmente su padre o quizá había sido que en todo ese tiempo, él jamás creyó que podría ser rechazado sino hasta que hizo su confesión y no había recibido ninguna respuesta en todo ese tiempo.
Si, debía intentarlo una vez más, pero no lo haría ese día. Necesitaba hacerlo sin nadie más alrededor y en un mejor ambiente. Iba a planear algo genial como el día del campamento y las cosas saldrían bien.
Con esa mentalidad, Suigetsu se fue de la casa de la chica y se puso a pensar en su próximo plan, sin saber que, si hubiese llegado diez minutos tarde, habría encontrado sola a Karin, pues Kabuto se fue al hospital al poco de que él fue corrido.
Por su parte, cuando Karin se quedó sola en casa, se debatía si debía preguntarle a Juugo por la broma del albino. Es decir, él era amigo de ambos y normalmente no se metía entre ellos cuando peleaban, pero Juugo era más cercano a Suigetsu que ella, así que temía que algún lado bromista o malicioso del chico, cubriera la broma del albino.
Mientras miraba distraída un video en su celular, pues estaba más concentrada en pensar lo que debería hacer con ese asunto, Karin comenzó a sentir muchísima hambre, algo que le extrañó, pues aún era temprano, apenas era el atardecer.
Ella quiso esperar al menos una hora más antes de cenar, pero el hambre la estaba distrayendo, así que fue a la cocina y abrió el refrigerador.
No estaba muy segura de qué podría cenar, pero cuando notó un paquete de salchichas, las tomó sin pensar.
—Esto puede servir de botana —se dijo en voz alta, pensando que comer una o dos sería suficiente. Sin embargo, cuando menos se dió cuenta se había comido todo el paquete.
Tratándose de ella, era inusual que comiera tantas salchichas, pero no le prestó mayor atención pensando que quizá se trataba de su síndrome premenstrual, el cuál muchas veces la hacía comer de más. La idea la tranquilizó. Quizá no tendría que ir al ginecólogo.
Nuevamente se puso a ver videos en el celular un rato más hasta que tuvo que subir a su habitación para poner el teléfono a cargar. Había estado jugando en él un largo rato y estaba por apagarse. Empero, mientras subía las escaleras, comenzó a sentir un dolor por todo su cuerpo que la hizo parar.
¿Qué era ese dolor que se sentía como si clavaran las puntas de muchas agujas al mismo tiempo? Era una sensación muy similar a cuando se te duerme una extremidad.
Ella intentaba marcar a su padre o a su hermano por ayuda porque sabía que era inusual, pero el celular se apagó al poco por la falta de batería. Cuando el malestar se esfumó con la misma velocidad con que llegó, se sentó en las escaleras agitada y preguntándose lo que había sido eso.
¿Debía correr a urgencias? ¿O sólo había sido que se quedó demasiado tiempo sentada viendo videos sin moverse que su cuerpo se había adormecido?
La verdad estaba muy confundida sobre si debía tomarse ese dolor encerio o si sólo había sido efecto de horas acostada, porque aunque la sensación había sido muy parecida a cuando se te duerme una extremidad, no había sido igual.
Aturdida con lo que había acabado de pasarle, decidió subir a su habitación para conseguir su cargador y bajar a la sala a cargar el teléfono. Así al menos, si volvía ocurrir aquello o le pasaba algo más, tendría el teléfono con pila a la mano, e incluso, si era necesario, estaría cerca de la salida para poder pedir ayuda.
Karin no tenía mucho tiempo de haberse sentado en el sillón con su celular cargándose cuando alguien llamó a la puerta. Quizá era su hermano que se había olvidado de algo o incluso Suigetsu que intentaba molestarla de nuevo, y aún si fuera este último, le tranquilizaba saber que habría alguien cerca si lo de hacía rato se repetía.
Al abrir la puerta, quedó impactada de ver al visitante.
—¿Tu? Pero… —preguntó ella al ver al chico del campamento y con el que había tenido el mejor sueño húmedo de su vida. Sin embargo, antes de poder decir más nada, ella volvió a sentir el dolor que había experimentado hacía menos de cinco minutos y en cuanto inició, el chico la sostuvo y la llevó hasta el sillón para sentarla.
—Relájate —dijo el chico sentándose a su lado.
—¡No puedo relajarme! ¡Me duele! —exclamó Karin quejándose para después pedirle— Llévame al hospital.
—Sólo relájate —él le insistió mientras la rodeaba con sus brazos torpemente, como si fuera la primera vez que abrazaba a alguien.
La pelirroja no entendía por qué él estaba en su casa, ni cómo había llegado allí, pero el hecho de estar en sus brazos le daba una tranquilidad que ella no podía entender.
El dolor tardó menos tiempo en esfumarse en esta ocasión, por lo que la pelirroja quiso aprovechar el momento para llamar a su padre, pero el joven no la soltaba.
—No sé quién eres ni cómo llegaste a mi casa, pero tengo que ir al hospital —dijo la chica queriéndose alejar de él— Enserio, si no vas a ayudarme, entonces sólo déjame ir. Sí no…
—Para eso estoy aquí, para ayudarte —él le contestó sin soltarla y fue en ese momento que Karin se dió cuenta que a pesar de no poder librarse, él no estaba lastimándola al retenerla— Los dolores seguirán el resto de la noche.
—¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Cómo sabes eso? Tu no…
—Karin, confía en mí.
Las palabras del chico le rebaron el aliento, porque su mente no dejaba de gritarle que todo aquello era extraño, que si ese hombre estaba en su casa y sabía su nombre, era porque quizá la había seguido o la había investigado, pues cuando se vieron en el campamento casi no habían hablado, ni siquiera se presentaron. Sin embargo, su cuerpo reaccionaba a él como si se tratara de un protector o de un familiar, y era como si su corazón le dijera que debía confiar.
Aquella situación le pareció familiar de repente. Recordó que se había sentido igual con aquél lobo negro que no la atacó y de hecho, la ayudó.
—¿Cómo me encontraste? —preguntó la pelirroja, pues entre esas dos partes de ella que peleaban por decirle qué debía hacer en esa situación tan extraña, esa pregunta era una que ambas partes tenían.
—Igual que la primera vez.
¿La primera vez? La primera vez él se había acercado al campamento como si buscara algo. De hecho, también recordaba que miró a cada una de las que estaban en el campamento detenidamente sin decir nada y al poco de ello se fue corriendo cuando aparecieron cuatro personas llamándolo.
—¿Sasuke? —Karin lo llamó para asegurarse que ese era el nombre que ella había oído de esas personas, aunque claro, también lo recordaba del erótico sueño que no se repitió.
"Tu aroma" oyó la pelirroja en su cabeza con la voz del chico… o del lobo… o ya no sabía si no recordaba bien las cosas…
¿Y si estaba soñando de nuevo? Se preguntó cuando el azabache la miró respondiendo al nombre y ella intentaba convencerse de que las voces del lobo y el chico no eran la misma, pero ahora que estaba tan cerca de él, su mente le decía que el aroma de ambos era el mismo.
—¿Ya has comido? —preguntó el extraño interrumpiendo sus pensamientos.
—Llegaste de la nada a mi casa ¿Y ahora piensas invitarme a comer? —Karin preguntó en reproche, al mismo tiempo que sonrojada a lo que decidió soltarse del chico y, por lo menos, tratar de recuperar un poco de dignidad, porque ¿Cómo diablos iba a permanecer en los brazos de un hombre en esas circunstancias?
—Los efectos que sientes ahora seguirán el resto de la semana —él dejó que se soltara, pero la tomó de las muñecas para que siguiera sentada. Aún así, él no la lastimaba— Sólo ocurrirán durante la noche y sentirás mucha hambre antes de que pase.
—¿Cómo sabes eso? ¿Por qué me está pasando esto?
El chico la miró a los ojos, pero sin decirle nada. Ella tenía la sensación de que él se debatía si debía responder sus preguntas o no, lo que la molestó.
Karin se soltó de él con mucha facilidad y se levantó del sillón por el enojo, pero antes de que ella pudiera decir algo, él ya se había levantado, se puso frente a ella y estiró su mano queriendo acariciar su mejilla, pero pareció arrepentirse en el último momento.
—Es la primera vez que trato con un Elabel huérfano —espetó el joven que parecía poco contento.
—¿Ela qué? ¿Cómo sabes que soy huérfana? ¿Por qué…?
El dolor había vuelto y Karin tenía la impresión de que, aunque era sólo un poco, dolía más.
—Necesitas estar relajada para que deje de doler —respondió el azabache volviendo a sujetarla y ayudándola a volver al sillón— Si no lo haces, los siguientes días serán más dolorosos.
—¡Explícame esto! —exclamó Karin aún con el dolor, pero el chico permaneció callado dedicado a servir de apoyo a la joven.
En esta ocasión, el dolor duró un poco más de tiempo y cuando terminó, Karin se sintió agitada como si hubiese corrido desde la sala a la acera de su casa y de regreso.
—Entre más te resistas, será peor.
—Sasuke, si tú sabes que es esto, sólo dímelo. Estoy asustada y aún ni siquiera entiendo por qué dejo que me ayudes.
—Tu condición es heredada, pero cuando la superes, no volverás a tener estos problemas —el joven respondía lentamente, eligiendo sus palabras— Voy a ayudarte con tu estado, pero por nuestro bien, no debes decirle a nadie de esto.
—¿Heredada? ¿Tú conoces a mi familia biológica? —preguntó Karin sorprendida, pues aunque había conocido a su madre, ella nunca habló del resto de su familia, así que Karin ni siquiera tenía idea de los antecedentes médicos familiares— No irás a decirme que somos hermanos o algo así ¿Verdad?
Sería vergonzoso que después de ese sueño apasionado, resultara que ese guapo hombre fuera un hermano perdido o algún pariente. Por supuesto, se llevaría el secreto del sueño a la tumba y sólo en ese momento dejó de lamentar no haber tenido más sueños de esa naturaleza con él.
—No sé a qué clan perteneces, pero somos de la misma especie, así que tenemos que pasar por lo mismo.
—¿Especie? Hablas como si no fuéramos humanos —comentó Karin riéndose, pensando que ahora ese chico estaba usando alguna tontería como Suigetsu había hecho con lo de los vampiros.
¡Un momento! ¿Y si eso era parte de la bromita del albino para joderla? Después de todo, Suigetsu había iniciado con el asunto de los vampiros justo el día en que ese chico se acercó a ellas en el campamento y era mucha casualidad que él volviera a aparecer después de que su amigo se fuera tras su extraño comportamiento en el que quería fingir que quería salir con ella.
¿En serio ese imbécil era capaz de llevar una broma tan lejos como para involucrar a alguien más?
—No somos humanos —respondió el azabache con firmeza y ciertamente no había tardado en dar su contestación, pero la mente siempre era más rápida para pensar y su afirmación, confirmó lo que la pelirroja sospechaba.
—Déjame ver si adivino el resto de la historia… vas a decirme que eres un hombre lobo y que quieres alejarme de Suigetsu porque él es un vampiro y él quiere beber mi sangre y bla bla bla bla ¡¿De verdad me creen tan pendeja?! —Karin se levantó de un salto del sillón— En serio, he visto al idiota de Suigetsu llevar sus estúpidas bromas muy lejos, pero jamás pensé que él si quiera considerara hacerme una a mi y creer que iba a caer. ¡Especialmente una con una estúpida novela para adolescentes!
—Nos llamamos Mannaro y no entiendo lo que estás diciendo —respondió el joven con una expresión de verdadera confusión.
—¡Deja de mentir! ¿Qué te prometió Suigetsu a cambio? Si no me lo dices…
El dolor volvió al cuerpo de Karin, pero esta vez era más doloroso y aunque el azabache intentó ayudar a volver al sillón por tercera vez, ella se soltó de él mientras trataba de llegar al asiento por su cuenta.
—Ya te dije que debes relajarte, por eso…
—¡No sigas con eso! ¡No quiero oír tu guión de pacotilla! —exclamó la pelirroja entre quejidos y dejándose caer al sillón— Esto también es obra de ese idiota ¿Verdad? ¿Qué me hizo?
—Entre más lo niegues, más dolerá —se sentó a un lado del sillón en el piso, pero sin acercarse porque ella no se lo permitía.
—¡Largo! ¡Fuera de mi casa! ¡Si no vas a ayudarme, entonces no quiero verte aquí! —Karin comenzó a gritar y entre más lo corría, más dolor sentía en el cuerpo.
El chico, por su parte, intentaba repetirle que debía relajarse, pero cuando se dió cuenta que era inútil, se puso de pie y se acercó a la puerta.
—Me iré, pero escucha: al atardecer, cuando sientas hambre, come tanta carne como necesites para satisfacerte —dijo el joven en un tono sereno y aunque Karin estaba demasiado dolorida como para seguir gritándole, decidió dejarlo hablar si con eso se iba— Es importante por tu bienestar, que no le digas a nadie, mucho menos a un curandero sobre lo que te está pasando. Podrían hacerte daño —fue muy enfático con esa indicación y esperaba irse tras decirla, pero después de haber abierto la puerta para salir, se volvió a ella nuevamente— Puedes llamarme cuando me necesites. Sólo llámame en tu mente y vendré rápidamente.
Aquellas palabras fueron las últimas que el azabache dijo antes de irse, dejando sola a la pelirroja, cuyo dolor tardó en esfumarse y aunque lo principal en su mente era llamar a urgencias, no pudo hacerlo mientras convalecía. Cuando el dolor paró, el cansancio tras aquella tortura la hizo caer dormida sin que ella pudiera darse cuenta de ello.
Karin no pudo dormir bien aquella noche, pues cada cierto tiempo el dolor la despertaba y cuando terminaba, simplemente caía dormida. No fue sino hasta que llegó el amanecer, que ella pudo dormir de corrido.
Cuando despertó y notó que lo estaba haciendo sin dolor, se apresuró a llamar a urgencias por temor a que este volviera y de nuevo no la dejara llamar, pero el malestar no volvió y cuando los paramédicos llegaron y la revisaron, no encontraron nada. De hecho, parecía bastante saludable.
—Pero…
—Quizá sea dolor crónico —sugirió el paramédico con pesar por dar una noticia así a alguien tan joven— Deberá hacerse una evaluación médica
La chica iba a protestar, pero no tenía caso. Ellos eran sólo paramédicos, su labor ya había terminado allí y sin duda se sentiría más confiada en la evaluación de su padre o su hermano adoptivos, a quienes también les contó su sospecha de la broma de Suigetsu, aunque no mencionó al joven azabache.
—No hay drogas en tu sistema —Orochimaru le aseguró al ver los resultados.
—Me sorprendería que las hubiese. Tu misma dijiste que él no te tocó, no te dió a beber o comer nada y si hubiese usado algo en humo, lo habríamos percibido —habló Kabuto al recordarle que él estuvo presente cuando Suigetsu llegó— Aún si usara algo inholoro, me habría afectado a mi también, por lo menos en menor medida que a ti.
—Entonces ¿No hay nada? —preguntó Karin inquieta, porque ahora se preguntaba si había tenido un sueño vívido cómo el de la última vez.
—Bueno, hay algo, pero no creo que signifique nada, después de todo, tu tipo de sangre es poco común —respondió Orochimaru, lo que alarmó a su hija y él soltó una risilla— Sabes que la sangre AB+ es poco común y por algún motivo, hay personas con este tipo de sangre que desarrollan mutaciones.
—¿Qué clase de mutación? —cuestionó preocupada.
—No te alarmes. Simplemente, cambian parte de su composición, pero nada que les cause alguna enfermedad o síntomas —respondió el hombre con tranquilidad— Por supuesto, si hay pocas personas AB+ y todavía menos con mutación, no podemos descartar que alguno tenga problemas de salud por ello, así que podría ser el problema que tuviste —explicó el pelinegro— Haré más estudios al respecto por si aparece algo más, pero mientras tanto, olvídate de ello y sigue con tu vida.
—Pero…
—Sin más síntomas o un estudio más profundo, no podremos hacer más, así que será mejor si no le das vueltas al asunto —sugirió Kabuto— Si vuelvas a sentir ese dolor o algo que se le parezca, llámanos a nosotros. Así podremos revisarte de primera mano.
¿Suigetsu logrará convencer a Karin que no está bromeando? ¿Funcionará su nuevo plan? ¿Qué le está pasando a Karin? ¿Sasuke volverá por su cuenta o Karin lo llamará? ¿Qué creen que pase?
Me encantará leer sus teorías n.n
Como mencioné al principio, estuve a muy poco de subir la historia que quedó en segundo lugar, pero ya que no pude terminarlo ahora, espero que el siguiente fin de semana pueda subir al menos la actualización de dos historias (segundo y tercer lugar).
Espero que la historia siga siendo de su agrado hasta ahora n.n Sé que al menos el próximo capítulo de esta historia va a gustarles.
Nos vemos en la siguiente actualización n.n
