¡Saludos, queridos lectores!
¿A caso creyeron que olvidaría mi acuerdo con ustedes? La verdad es que debido a la hora en la que estoy haciendo todas estas actualizaciones, no creo que nadie haya visto la primera actualización que hice hoy de esta historia en el momento en que la hice, por lo que, probablemente mi intento de fingir que había olvidado lo de la doble actualización de esta historia no haya resultado como yo esperaba
No voy a quejarme de que mi pequeña trampa no ha funcionado y sólo voy a decir que si, como parte de mi regalo navideño, les dejaré la doble actualización de esta historia que ha sido muy apoyada y aclamada.
Quiero agradecer a todas esas personas que dejaron comentario para que esto fuera posible, pues me alegra saber que aunque no son muy participativas en los comentarios, están allí para seguir apoyando esta historia n.n
Por ahora los dejo con este segundo capítulo de hoy n.n
Karin esperaba que una vez que Suigetsu oyera la cadena del baño de fondo y la viera sana y salva, se quitara de la mente todas esas sospechas y en el mejor de los casos, si es que realmente quería actuar considerado con su enfermedad, se fuera sin hacer escándalo. Empero, cuando quiso colgarle, él habló.
—No vayas a colgarme —pidió el albino— Quiero estar seguro de que estás sola.
—Vístete y escóndete —la pelirroja le repitió en murmullos al chico lobo que se veía muy irritado. Empero, antes de que la chica se alejara, él la acercó hacia sí y comenzó a frotar su cara en la de ella, su cuello, sus hombros y… —Basta, no tengo tiempo.
—¿Karin? —preguntó el albino al no recibir respuesta.
—Ya voy para abajo, no seas impaciente —respondió la pelirroja mientras alejaba al chico junto a ella— La verdad es que estás exagerando.
Ella estaba bastante roja por la acción del chico, por lo que cuando bajó, esperó unos segundos antes de abrir la puerta al mismo tiempo que colgaba, esperando que se le pasaran un poco los colores.
Karin no pudo decir nada cuando Suigetsu, al verla, la abrazó aliviado.
Si las cosas ya estaban raras para Karin con todo eso de hombres lobo y el guapísimo chico semidesnudo con el que perdió la virginidad en una cueva, el hecho de que Suigetsu la abrazara le decía que el mundo se había vuelto completamente loco.
—¿Qué haces? —preguntó Karin incómoda tratando de soltarse, pero el albino no quería dejarla.
—Te lo juro, he tenido un mal presentimiento —le aseguró el chico y aunque no habría querido hacerlo, en ese momento la soltó, la hizo a un lado y se metió a la casa— ¿Está tu padre? ¿Dónde está quién oí en el teléfono?
—Ya se fueron. Oye, de verdad me estás asustando. Estás actuando muy raro —dijo la pelirroja inquieta, no sólo por la forma inusual en que su amigo se comportaba, sino que realmente temía que se fuera a encontrar con el chico en su habitación. Ella tenía tantas cosas en su cabeza que no sabría explicarlo.
—¿Cómo que ya se fueron? No tardé tanto en llegar, estaba a menos de diez minutos de tu casa cuando te dije que venía para acá —dijo caminando dentro de la casa y mirando por todos lados— Después de que hablamos, vine, me quedé afuera de tu casa y no se veía a nadie o algún carro como para pensar que habían visitas.
—¿Qué haces? ¡Esas no son formas de entrar a la casa de alguien! —exclamó Karin enojada, pero sin detenerlo, porque sentía que de hacerlo, él estaría más empeñado en revisar el lugar.
—Quiero asegurarme de que todo está bien.
—Suigetsu, si no hay carros afuera ¿por qué crees que hay alguien en mi casa además de mi? —le señaló lo absurdo de su explicación mientras caminaba atrás de él— Además, si estuviera en peligro, meterte así a la casa tampoco es tan inteligente de tu parte si…
Se oyó un ruido en la otra planta y el albino corrió escaleras arriba. Karin, por otro lado, ya estaba pensando en una excusa para la presencia del chico en su habitación, ya que, aunque se escondiera, lo más seguro era que su amigo lo terminara encontrando ante su insistencia de que había alguien en la casa.
La mejor excusa en ese caso, era decir que ella había metido al chico a su casa para estar a solas con él con lo que ello conllevaba y si no había hecho eso desde el principio, había sido porque no sabía el tipo de efecto y las dudas que causaría en su padre si se enteraba de la situación. Es decir, aún tenía que lidiar con cómo convencerlo de que su supuesta enfermedad no era nada y que la encontraran con un desconocido, podría hacer que su padre pensara que la irracionalidad era otro síntoma o que la echara de la casa por mentir con algo tan serio para meter a un hombre a su cama.
—¡Lo voy a atrapar! —decía Suigetsu mientras subía las escaleras con la chica siguiéndolo por detrás.
—¡Suigetsu! —llamó la pelirroja desesperada.
El albino abrió la puerta de la habitación de su amiga esperando encontrar a alguien, pero sólo vio la cama mal acomodada y unos libros tirados cerca de un escritorio pegado a la ventana. Sin embargo, esto no lo detuvo y empezó a buscar por toda la habitación.
—Necesito asegurarme —se dijo en voz alta mientras buscaba.
—Deja de actuar como un idiota. Tan sólo se cayeron los libros —ella comenzaba a sonar normal, pues se sentía aliviada de que había una forma de explicar ese ruido. Sin embargo, tenía el presentimiento de que el chico seguía en la habitación— Estás siendo paranoico y sinceramente me estás asustando.
—Estoy seguro que oí pasos cuando subíamos —él le respondió saliendo de la habitación cuando no encontró nada. Quería buscar en el resto de los cuartos.
—¡Estás loco! Si mi padre o Kabuto se enteran que entraste a hurgar en sus cuartos…
Karin quiso detenerlo, por un lado porque ella no sabía dónde se habría escondido Sasuke y por el otro, porque verdaderamente se metería en problemas si su familia se enteraba que alguien estuvo husmeando en su espacio personal.
—Tengo que asegurarme —dijo entrando al cuarto de Kabuto.
—¡Suigetsu! ¡Si no dejas de estar esculcando, voy a llamar a la policía! —advirtió la chica exasperada.
—Adelante —dijo el albino y siguió en su tarea.
—Te lo advierto, si mi padre me quita mi mesada por esto…
—La mayoría se fue de vacaciones con su familia y no tienes novio, así que da lo mismo si te castigan. Igual no vas a salir, mucho menos si estás enferma.
—¡Aún así, ese no es motivo para dejar que me den un sermón por tu culpa! —exclamó irritada— ¡Si sigues con esto, tu deberás explicarle a mi padre por qué urgas en casa agena!
Hozuki siguió ignorando los reclamos de la pelirroja y al no encontrar nada en ese cuarto, se dirigió directamente al cuarto de Orochimaru. Abrió la puerta, encendió la luz y al dar un paso dentro del lugar…
—¡Ah! —gritó escandalosamente.
Al principio, Karin se asustó pensando que quizá el albino había visto al chico, incluso pensó que quizá el azabache había tomado su forma de lobo, pues eso explicaría mejor el grito aterrado de su amigo, pero cuando ella echó un vistazo dentro, soltó un suspiro de alivio.
—Te lo mereces por estar metiéndote dónde no te llaman —Karin se rió ante la reacción de su amigo, pues su padre tenía en varias repisas animales muertos en frascos y otros tantos disecados.
—¡Tu padre está loco! —exclamó pálido.
—Si, se vuelve loco con todo lo que tenga que ver con química, física y especialmente biología-medicina. Si no fuera ilegal, estoy segura que tendría una morgue aquí para trabajos de investigación —dijo la chica haciendo que al albino le recorriera un escalofrío con la idea— Ahora, sí ya terminaste de husmear dónde no te llaman, me harías un enorme favor si te fueras de aquí. Realmente no me siento bien y tenerte aquí gritando y actuando como loco, no me ayuda en nada.
—Es que yo oí pasos y…
—¿Los oíste o imaginaste que los oíste? Porque estabas seguro que había alguien en mi casa hace unos momentos y ya ves que no es así.
—¡Claro que los oí! Yo… —Suigetsu comenzaba a dudar.
—De verdad, no estoy de humor para lidiar con tus alucinaciones —se tocó la cabeza.
El gesto de la chica, hizo que Suigetsu prestara mayor atención en el rostro de la pelirroja, pues al estar tan concentrado en sus sospechas, pasó por alto varios detalles, por lo menos, hasta ese momento.
—¿Y tus lentes?
—¿Mis lentes? ¿De qué…? —por instinto, Karin buscó sus gafas en su rostro, pero no las traía. Si, veía algo borroso, pero no tanto.
—Estás ciega como un topo sin tus lentes. ¿Cómo diablos bajaste las escaleras sin ellos?
A pesar de que podía recordar que Sasuke le había quitado los anteojos y que ella los había tomado de vuelta sin ponérselos, no recordaba en qué momento había dejado de notar que su vista ya no era tan mala sin ellos, mucho menos cuando su mente aún daba vueltas con el asunto de los hombres lobo.
—Tengo lentillas —respondió tan rápido como se le ocurrió una explicación.
—Tú odias los lentes de contacto. ¿Por qué te los pondrías cuando se supone que te sientes mal? —preguntó volviendo a sentir esa inquietud de que algo estaba pasando.
—Porque en uno de mis ataques de dolor me caí sobre mis lentes y tal como dijiste, estoy ciega sin ellos, así que eran las lentillas o quedarme en la cama mientras gritabas cómo loco para entrar.
Suigetsu no parecía del todo convencido, pero no había encontrado nada que le dijera que ella realmente estaba en peligro.
—¿Tu padre tardará mucho en regresar? —preguntó el albino más tranquilo— No quisiera dejarte sola si te sientes mal.
—Ayer no tuve dolor en el cuerpo sólo me he sentido cansada y a veces dolores de cabeza, pero se me pasan con una pastilla —respondió Karin para no delatar de nuevo sus síntomas como Sasuke le había pedido— No me pasará nada si me quedo sola un par de horas, mucho menos si me la paso durmiendo. Mi padre volverá pronto.
—Me quedaré aquí hasta que llegue —declaró el albino.
—Suigetsu, no me siento con las ganas ni el humor de tener visitas, sólo vete. ¿Quieres?
—Ve a dormir si es lo que necesitas. Prometo no molestarte, sólo no quiero que te quedes sola —respondió el albino— Anda, me quedo en la sala sin hacer ruido para que puedas irte a acostar y dormir.
—No voy a estar tranquila contigo aquí. Mucho menos cuando…
—Karin, sé que siempre te ando molestando y esas cosas, pero te prometo que no haré nada para molestarte —Hozuki la interrumpió— De verdad estoy preocupado por ti con todo esto de tu enfermedad. No voy a portarme infantil mientras no sepamos qué es.
La pelirroja notó que el chico intentaba acercar su mano lentamente al rostro de ella, así que ella fingió que no se daba cuenta y se dió la media vuelta repentinamente.
—Voy a aprovechar tu intromisión para bajar por agua —dijo mientras caminaba hacia las escaleras— Te lo advierto, a la primera tontería que hagas, yo…
—Ve a tu cuarto y acuéstate. Yo te traeré el agua —la detuvo y le dió un empujoncito a su cuarto— Cualquier cosa que necesites puedes pedírmela por mensaje.
El albino esperó a que la chica entrara a su cuarto antes de él bajar a la cocina, algo que verdaderamente inquietó a la pelirroja. Era la primera vez que lo veía tan amable y servicial que estaba a punto de preguntarse si aquello de que ella le gustaba era una broma.
—Ni se te ocurra caer —Karin se dijo a sí misma tras sacudía la cara y en su lugar, decidió meterse a su cuarto.
Una vez encerrada, la pelirroja comenzó a buscar al chico por si estaba escondido allí y Suigetsu no lo vio. Sería bastante problemático si el azabache se había quedado escondido en algún otro cuarto, especialmente con…
—Haz que se vaya —oyó la voz del joven lobo en su oreja y al mismo tiempo sintió las manos de él tomarla por la cintura.
—¡Ah! —Karin no pudo evitar gritar. Se había asustado al no esperar aquél movimiento. Además, ¿cómo diablos había hecho para aparecer de la nada?
—¿Está todo bien? —Suigetsu había regresado corriendo cuando la oyó gritar y entró al cuarto sin llamar.
La chica no pudo evitar ponerse pálida de pensar que el albino descubriera al azabache.
"No puede verme, sólo respóndele como si estuvieras sola" ella oyó la voz del chico en su cabeza.
—Si…
—¿Qué tienes? ¿Por qué gritaste? —Hozuki se acercó a ella.
—Yo… casi me tropiezo. Como no estoy acostumbrada a usar las lentillas a veces me marean —respondió la pelirroja sentándose en la cama, algo que le costó un poco de trabajo porque el chico no parecía querer soltarla— Creo que no les he cambiado el aumento desde la última vez que cambié las de mis anteojos.
—¿Estás segura? —preguntó algo desconfiado.
—Si vas a cuestionar cualquier cosa que haga como algo sospechoso, mejor vete de la casa. No quiero lidiar con tu paranoia.
—De acuerdo, lo siento. Sólo estoy preocupado —respondió el albino— Iré por tu vaso de agua.
Karin asintió y el chico regresó sus pasos a la cocina. Cuando ella oyó que él ya estaba abajo, dejó salir un suspiro de alivio.
—¿Qué diablos fue eso? ¿Cómo es que él no te pudo ver y por qué apareciste de la nada? —preguntó la pelirroja murmurando, temiendo que la paranoia de su amigo le permitiera escucharlos.
—No me aparecí de la nada. Los Mannaro tenemos la habilidad de crear algunas ilusiones. Nos sirve principalmente para evitar que alguien no deseado no nos vea transformando —respondió el joven— También para alejar a los Huma o cazadores poco entrenados haciéndoles ver visiones en direcciones opuestas y algunas veces, como ahora para ocultarnos a nosotros o nuestras guaridas.
—¿Qué? Pensé que esa era una habilidad de los vampiros.
—Ya te dije que las historias de los Huma no son de fiar.
—¿Yo también puedo hacer eso? —preguntó la pelirroja sorprendida y estaba casi segura que él había hecho algo más en esa ilusión con su semblante, pues ella había quedado tan sorprendida con su aparición, que si el chico no hubiese hecho nada para hacerla ver bien, Suigetsu no habría creído que no pasaba nada.
—Si puedes, pero es mejor que no lo intentes por ahora —respondió el azabache— A los principiantes se les suelen salir de las manos las ilusiones.
—Entonces ¿cómo se supone que aprenda a hacerlo?
—Sakura te va a ayudar con eso. Por ahora, si necesitas algo de ese estilo, déjamelo a mí —respondió el chico— Además, sería peligroso que hicieras alguna ilusión en alguien equivocado. Te pondrías en peligro.
Aquella frase la hizo sonrojar y no entendía por qué, después de todo ella siempre se había valido por sí misma para muchas cosas en su vida y ese extraño la hacía sentir confiada y segura.
—¿Quién sería alguien equivocado?
—Un cazador o un mago. Un ojo entrenado podría ver a través de las ilusiones o al menos notar que algo no va bien. Si llegara a ocurrir, podrían encontrarte, especialmente porque conoces muy poco de tus nuevas habilidades.
—¿Entonces corro peligro hasta que no aprenda las cosas que esa tal Sakura me enseñe lo que necesito saber? —preguntó Karin preocupada.
—Yo voy a cubrirte. Ya te dije que puedes llamarme si me necesitas —le recordó las palabras que le dijo el día anterior y de nuevo, Karin tuvo ese sentimiento de protección.
—¿Y Suigetsu puede ser un cazador o un mago? —quiso desviar el tema, además de que tenía verdadera curiosidad al respecto.
—Él es un simple humano.
—Pero él parecía convencido de que había alguien en la casa. Tu viste que se puso a buscar en todos lados.
—Eso no es porque haya percibido la ilusión, fue más bien que actuó por instinto sin saberlo —respondió descontento— Pero los Huma dependen tanto de sus inventos, que su instinto se ha atrofiado —parecía más descontento conforme hablaba— De lo contrario, no te seguiría rondando desde que la marca se completó, y tampoco…
—Aquí está tu agua —entró Suigetsu sin llamar a la puerta, pero el azabache logró reestablecer la ilusión a tiempo.
—¡¿No puedes llamar a la puerta antes de entrar?! —exclamó la pelirroja enfadada— ¡Estás entrando a la habitación de una dama!
—¿Y tú no puedes acostarte en la cama? ¿Qué estás esperando?
—No voy a beber el agua acostada —dijo tomando el vaso de la mano del albino, le dió un trago y dejó el recipiente en la mesita de noche a un lado de su cama— Gracias, ahora déjame dormir.
El primer instinto de Suigetsu era el de decirle a la chica alguna burla o insulto. Estuvo a muy poco de dejar que se le soltara la lengua, pero alcanzó a mordérsela.
—Claro. Descansa —le sonrió caminando hacia la puerta, pero en el último momento regresó sobre sus pasos.
—¿Y ahora, qué? —Karin preguntó extrañada por su actitud y sintió cómo los brazos del azabache la pegaban más hacia él mientras miraba con hostilidad al albino.
—Pues… es que… yo… me preguntaba si…
—¿Si, qué? —insistió Karin tratando de disimular que estaba desesperada, pues aún si funcionaban las ilusiones de Sasuke, por algún motivo la ponía bastante nerviosa que esos dos estuvieran en la misma habitación. Quizá por la forma en que el azabache se comportó con el albino aquella noche en el bosque.
—Nada, mejor descansa —Suigetsu se rindió a su intento por volver a tocar el tema de la confesión en el bosque, pues había visto la oportunidad de hacerlo al estar solos, pero se arrepintió recordando que ella no se sentía muy bien.
Hozuki le sonrió a la joven antes de marcharse y bajó las escaleras para cumplir su palabra de quedarse únicamente en el sillón y dejarla dormir.
—¿Por qué no lo echas? —preguntó el azabache descontento.
—Porque es muy necio y se supone que me siento mal. Si me pongo firme en echarlo de la casa y hace un drama, vamos a llamar la atención de los vecinos —respondió la pelirroja— Al menos ahora nos ha dejado solos en la habitación y podemos seguir hablando, de lo contrario, no sé en qué momento podríamos hablar.
—No lo quiero cerca —gruñó el joven malhumorado.
—Ignóralo. No dejes que te moleste —Karin quiso quitarle importancia— Mejor dime qué más necesito saber.
—Por ahora ya sabes lo que necesitas para estos días, pero debes prepararte para que después de la Luna llena, vayas a pasar unos días a aprender de Sakura.
—¿Cuánto tiempo deberé quedarme con ella? —preguntó Karin algo inquieta porque no estaba segura si realmente quería ir a ese lugar— Necesito saberlo para inventarme una excusa.
—Dependerá de qué tan rápido puedas aprender las cosas y las ocupaciones de la manada, pero mínimo necesitarás una semana.
—¿Hay muchos de ustedes? —preguntó Karin cuando oyó la palabra "manada", pues hasta ahora, sólo sabía de ese chico y de la tal Sakura.
—No necesitas preocuparte por los demás. Cuando acabes tu formación, no van a molestarnos y mientras Sakura te eduque, no van a meterse contigo —dijo el azabache para luego quedar pensativo, pues sabía que ninguno de los otros Luey le haría pasar un mal rato a la pelirroja, pero que quizá habría cierto problema con Sakura. No obstante, decidió no decirle nada de eso aún.
—No sé qué podría decirle a mi padre para irme una semana o más tiempo lejos de casa sin que sospeche que algo extraño está pasando conmigo o que estoy metida en algo raro —respondió Karin tras pensar en lo que él le había dicho— Especialmente cuando se supone que estoy enferma y me ha estado haciendo estudios. No creo que cinco días sean suficientes para convencerlo de que estoy bien como para salir.
—Piensa en alguna excusa y un día antes de la Luna llena, lo planearemos a detalle —respondió el joven— Mientras tanto, convéncelo en estos días de que estás saludable y aleja a ese Huma de ti.
—¡Ya sé! Podría ir al ginecólogo y decirle que todos los síntomas fueron sólo un desajuste hormonal o algo parecido, aunque tendré que buscar ayuda para falsificar una receta… y que hackeen mi historial médico digital y…
Si, aquella habría sido una excelente idea de no ser que su padre podría revisar su historial clínico, aún cuando se suponía que ella ya era mayor de edad y podría solicitar la privacidad. Empero, sabía que su padre ignoraría que aquello era ilegal si le daba curiosidad por confirmarlo. Algo que seguramente sería así, pues la mutación que le mencionó parecía tener todo su interés.
Por otro lado, mencionar el desajuste hormonal le recordó aquella noche en la cueva y el sueño erótico que no fue sueño.
¡Había tenido relaciones con un hombre lobo y sin protección!
¿Debería estar asustada sobre ETS o algo así? Y sobre un embarazo… bueno, si su padre le había dicho que los exámenes de sangre decían que no estaba embarazada, entonces no debería confiar en ello, pero… ¿Y si las pruebas de embarazo humanas no funcionaban igual con las mujeres lobo?
Todas esas preguntas comenzaron a inquietar a la pelirroja y aunque deseaba planteárselas al chico para poder aliviar sus preocupaciones, aún se sentía algo avergonzada por la forma tan desvergonzada y pervertida en que actuó en aquel momento. Además, no habían podido terminar de hablar del tema porque fue cuando Suigetsu llegó a interrumpirlos.
—Sobre la cueva, ese día en el campamento…
—También fue mi primera vez —el chico la interrumpió y ella quedó callada.
¿En serio también había sido la primera vez de ese chico? ¿No la estaría engañando? Aunque si era verdad, al menos podría despreocuparse de las ETS, pero aún tenía dudas sobre el embarazo.
—Si me hago una prueba de embarazo humana ¿funcionaría en mí? —preguntó la chica ahora más dudosa de que realmente aquella noche también fuera la primera vez del chico, pues no parecía que la confesión lo inmutara.
—No lo sé, pero difícilmente estarías embarazada, no nos dió tiempo de…
—¿Karin? —Suigetsu había subido corriendo las escaleras y aunque llamó a la puerta antes de abrirla, no se esperó a recibir respuesta de la chica.
—¡¿Qué te dije de entrar así a mi cuarto?! —exclamó Karin irritada una vez que confirmó que el azabache había usado de nuevo sus habilidad con las ilusiones.
—¿Sigues sin acomodarte en la cama? —el albino ignoró su reclamo.
—¿Eso a ti, qué te importa? ¿Qué quieres?
—Venía a preguntarte si ya has comido algo. Iba a traerte la pizza, pero ya no pasé por ella y no sé si ya comiste.
—No, no he comido —respondió Karin recordando que tampoco había desayunado. De hecho, estaba tan concentrada en todo eso de los hombres lobo que había olvidado todo y ahora que Suigetsu lo mencionaba, podía sentir su estómago protestar— Tampoco hay nada en la casa.
Y esto último lo decía porque el día anterior, ella se había comido la chuleta que sería su comida ese día para saciar el hambre repentina que había tenido.
—Bien, entonces pediré la pizza ¿Te parece? ¿De qué la quieres?
La pregunta dejó a la pelirroja pensativa, pues la sugerencia de Sasuke a esa extraña hambre, era que debía comer tanta carne como su cuerpo le pidiera y no estaba segura que una pizza, incluso la "especial de tres carnes" tuviera suficiente para calmar esa ansia.
"Te traeré de comer" oyó la voz del chico en su mente mientras este seguía mirando con hostilidad al albino y se levantaba de la cama.
—De pepperoni está bien —contestó la pelirroja pues si pedía la especial de tres carnes, podría levantar algunas sospechas, ya que ella, si bien no era vegetariana, tampoco era una ávida consumidora de carne.
El azabache regresó a su lado, pues no quería irse antes que el albino.
—Perfecto, la pediré y la subiré cuando llegue —el albino sonrió ampliamente, pues aquella era su pizza favorita y pensaba que quizá ella la había elegido por agradecimiento a él.
—¿Podrías pedir dos? No he podido salir al mercado y no habrá comida para mí padre o mi hermano —pidió la pelirroja mintiendo, pues su padre y su hermano aún tenían sus chuletas, pero quizá ella tendría que comérselas.
—Que se las arreglen ellos —respondió Hozuki escapándosele de nuevo su personalidad usual. Él no tenía dinero para andar gastando en otros que además, ni siquiera le agradaban… por no decir que le daban miedo— No soy tu banco.
—Si te lo estoy pidiendo es porque yo voy a pagarla —contestó la pelirroja irritada por su actitud. Aunque por otro lado, se sentía tranquila de oír que su amigo ya se comportaba como él mismo— ¿Sabes algo? Olvídalo, iré al mercado.
Karin se levantó de la cama a buscar su monedero y las llaves de la casa, pues salvo el hecho de que veía un poco borroso, realmente no tenía ningún síntoma. Todos aparecían hasta la noche y esperaba que Sasuke fuera a acompañarla.
—No, espera, las pediré. Lo siento, me dejo llevar por la costumbre —confesó el albino— Pero realmente estoy preocupado y es mejor que te quedes a descansar aquí.
—Sólo olvídalo. Igual iré a comprar algunas cosas que hacen falta para hacer sandwiches y leche para la merienda —Karin no se detuvo a las palabras del albino y cuando estaba por caminar a la salida, su amigo se interpuso.
—Yo iré por las cosas y pediré las pizzas, sólo quédate. No podemos arriesgarnos a que te de un ataque de dolor en la calle —pidió el albino arrepintiéndose de su respuesta. Iba tan bien y volvía a meter la pata— También iré por las cosas que quieres comprar cuando regrese tu padre para que no te quedes sola. Sólo vuelve a la cama.
"Haz que se largue. Yo te traeré comida" Karin oyó la voz del chico en su cabeza.
—Si vas a hacerlo, hazlo ahora porque de verdad tengo mucha hambre y no estoy de humor para andar discutiendo —respondió Karin esperando que eso hiciera que su amigo se fuera de la habitación.
—Estoy llamando en este momento —dijo Suigetsu sacando su celular para llamar al restaurante y en ese momento, Karin notó que el azabache, además de verse enojado, caminaba hacia el albino muy hostil.
La pelirroja, se interpuso en su camino antes de que tocara a su amigo y no sabía cómo hacer para decirle, sin que el albino escuchara, que lo dejara en paz para poderlo echar del cuarto cuando terminara la llamada.
Sorprendentemente para ella, el chico retrocedió en ese momento, pero nuevamente la pegó a su cuerpo.
Estás acciones la confundían mucho y lo único que ella agradecía es que al menos él ya no estaba en calzoncillos desde que Suigetsu entró a buscarlo a su habitación, de lo contrario, le sería difícil a la chica fingir que estaba bien sin que se le subieran los colores o fuera tentada a aprovecharse de la cercanía.
—Listo, llegarán en cuarenta y cinco minutos —anunció el albino mientras colgaba.
—Si es el caso, entonces déjame dormir un poco en este tiempo —pidió la pelirroja tratando de sacarlo de la habitación antes de que el azabache hiciera algo. No estaba segura de por qué, pero sabía que Suigetsu le desagradaba.
—De acuerdo. Espero que esta vez sí duermas, pero para eso debes acostarte —señaló el albino acusadoramente.
—No es asunto tuyo cuánto tarde en acostarme —replicó la pelirroja— Pero sólo me retrasas más quedándote aquí —dijo soltándose disimuladamente del azabache y empezó a empujar a su amigo fuera del cuarto— Anda, no dejas de venir a molestarme y no me dejas dormir.
Suigetsu se mordió la lengua para no reclamarle a la pelirroja lo que hacía. Además, realmente quería dejarla descansar para que se recuperara pronto y poder retomar el tema que le apremiaba.
Cuando Karin logró sacar al chico de su cuarto, cerró la puerta y enseguida sintió el cuerpo del azabache detrás de ella que había estirado la mano para ponerle el seguro a la puerta.
—No debes aceptar comida de él —dijo el chico enojado— Ni siquiera es de tu manada.
La pelirroja estaba confundida por esa declaración, pero cuando oyó la palabra "manada", intuyó que la forma de actuar del chico tenía que ver con sus costumbres de lobo, algo que, obviamente, ella no entendía.
—No sé cómo funcionen los lobos, hombres lobo o Man no sé qué, pero él sólo va a comprar comida —respondió la pelirroja— No hay un significado particular en eso entre los humanos ¿Sabes? A menos que fuera una cita, pero no es el caso.
—Eres una Mannaro, no se supone que aceptes la comida de otro, especialmente si es alguien fuera de tu manada —le recalcó el chico.
—Ni siquiera tengo una manada. Soy huérfana ¿Recuerdas? ¿Cómo se supone, según tu, que me alimente entonces? —preguntó Karin— Recuerda que yo he crecido como una humana, así que tus costumbres no son las mismas que las mías y…
—Yo soy tu manada —Sasuke interrumpió enojado— Sólo yo, puedo darte comida.
—No entiendo. Dijiste que ni siquiera sabes de qué familia soy. Además…
La chica volvió a recordar la noche en la cueva. Si ellos dos eran parientes, eso no debió haber pasado ¿Verdad? Aunque, si lo pensaba detenidamente, entre los animales el parentesco no era un obstáculo cuando estaban en celo, así que… ¡Alto! ¿Ella también tendría un celo y lo haría con quién se le acercara primero cada vez que eso pasara?
—Deja de pensar tonterías —dijo el chico refunfuñando— No somos perros.
Aquellas palabras congelaron a la chica, pues encajaban mejor a una respuesta a sus pensamientos que a lo que ella había hablado.
Desde hacía un tiempo, ella ya había notado en más de una ocasión que él parecía actuar y responder de acuerdo a sus pensamientos y ahora más que nunca le entró pánico de pensar que él estaba leyendo su mente. Después de todo, no sonaba a una locura si ella había podido oír la voz del chico en su cabeza.
—¿Puedes leer mi mente? —preguntó pálida y decidida a saber la verdad al respecto.
El chico la miró seriamente sin contestarle de inmediato, pero finalmente le respondió.
—Si.
Karin pasó de estar pálida a ponerse roja por completo porque si era así, entonces él había podido oír todo lo que pasó por su mente sobre él. Especialmente cuando lo vio desnudo y todas esas ideas del celo y el incesto de hacia poco.
Avergonzada, corrió a su cama, tomó una almohada y se la puso en la cara. No podía mirar al chico. Es decir, ella no solía ser penosa y tampoco se resistía a soltar algunos comentarios picantes a algunos chicos guapos, pero no era lo mismo ser atrevida por elección a que alguien viera sus pensamientos ocultos sin que ella lo supiera.
—¡Debiste decírmelo antes! —dijo la chica con su voz ahogada en el cojín, para luego quitárselo y mirar al chico con enojo —¡Ni siquiera deberías estar viendo mis pensamientos! ¡Eso es muy invasivo! ¡¿Quién te dió el derecho?! —regresó la cara a la almohada cuando no pudo seguir mirándolo— No quiero verte.
El joven lobo ya imaginaba que la chica tendría una mala reacción a aquello, por ello había estado intentando ocultarlo o evadirlo, pero a veces olvidaba que aquello no era natural para ella y se le escapaban las cosas. Y no era que no quisiera decirle la verdad, era más bien que su madre alguna vez le había dicho que de encontrarse con un Elabel que desconocía sus raíces, debía soltarle información poco a poco para que tuviera la oportunidad de asimilar las cosas.
La verdad, en aquel entonces Sasuke pensó que toda esa información no le serviría demasiado, pues su clan rara vez tenían contacto con los humanos, lo que haría más difícil que él conociera a un Elabel huérfano, pero ahora estaba en esa situación que le causaba desesperación, especialmente por la forma de actuar de la chica.
—No sé por qué te avergüenzas, pero no me importan todas esas cosas que pasaron por tu mente —trataba de calmarla a partir de las cosas que estaba oyendo de la mente de la chica— Tampoco sé por qué te preocupa que seamos parientes, pero si te tranquiliza, estoy seguro que no es así.
—¿Cómo puedes estar seguro que no somos familiares si no sabes quién fue mi familia? —preguntó Karin aún con el cojín en la cara. De hecho, Sasuke no le entendía, pero sabía lo que preguntaba por sus pensamientos.
—Por el olor de tu sangre. Cuando la reemplacé del frasco, pude percibirla. No tenemos relación sanguínea más allá de nuestros ancestros comunes.
—¿Ancestros comunes? —preguntó la pelirroja curiosa, y aunque se había descubierto parte de la cara, la almohada seguía tapándola.
—Es parte de lo que Sakura te explicará, pero venimos de una pareja primordial que originalmente fueron humanos. Ellos…
—¡¿Qué tienes?! —Suigetsu llegó de nuevo frente a la habitación, pero no pudo abrirla. Se había alarmado por los gritos de la chica y si no había podido llegar antes, era porque tenía el pantalón abajo en el baño de invitados— ¡Abre la puerta!
—Estoy bien, no fue nada —contestó Karin decidida a no abrir la puerta. Aún estaba avergonzada con lo que el chico le había confesado y no estaba de humor para tratar con su amigo.
—¿Por qué gritaste? ¿Qué pasó? ¿Por qué le pusiste el seguro a la puerta? —decía el albino mientras trataba de abrir.
—Le puse el seguro porque no dejabas de entrar sin tocar —respondió aún acostada en la cama, pero empezó a mirar a su alrededor tratando de buscar una excusa del por qué gritó, hasta que notó su laptop en su escritorio y recordó que el día anterior había estado viendo una serie— Estaba viendo a mi querido Ian Somerhalder y me emocioné.
—¡Abre la puerta! —exclamó el albino incrédulo y algo confundido porque no reconocía el nombre del actor.
—No, sólo déjame en paz. Si necesito ayuda te llamaré.
—Sólo abre, quiero ver qué estás bien. Todo el día has actuado muy extraña.
—¿Yo he estado actuando extraña? Tu eres el que me da miedo con esa forma tuya de actuar paranoico y servicial —respondió Karin mirando a la puerta, no se atrevía a mirar al azabache a los ojos— Hasta estoy comenzando a creer que tú estás más enfermo que yo y que tienes algún bicho raro en la cabeza.
—¿Esa es la forma de hablarle a quien se preocupa por ti? —replicó enojado.
—Esa es la forma en que trato al que dice que quiere cuidarme y no deja de molestarme constantemente —respondió la pelirroja— He estado intentando relajarme o dormir y tú no haces más que venir a perturbar mi tranquilidad con tu paranoia.
—Yo sólo…
Se oyó la puerta de la entrada. Alguien estaba llegando a la casa y Karin sabía por el ruido de los pasos y… ¿El olor? Que se trataba de su padre.
La idea de saber que su padre había vuelto le dió tranquilidad, pues tener al azabache y al albino flanqueándola con cosas diferentes la estaban estresando y sabía que al menos, Suigetsu se controlaría con su padre presente.
"Recuerda que debes convencerlo de que no estás enferma y evitar que te saque más sangre", oyó la voz del chico lobo en su cabeza, pero ella ni siquiera lo miró mientras se levantaba de la cama y salió de su cuarto haciendo a un lado al albino para ir escaleras abajo.
El azabache hizo una mueca de desagrado, especialmente al alcanzar a ver al albino ir detrás de la pelirroja. Sin embargo, sabía que debía irse con cuidado hasta que no pudiera llevarse a la pelirroja de ahí.
¿Qué noticias traerá Orochimaru? ¿Qué otros secretos sobre los Mannaro Karin deba de saber que Sasuke aún no le ha dicho? ¿Podrá Karin convencer a su padre que no está enferma? ¿Suigetsu logrará retomar su declaración antes de que Karin se vaya al bosque? ¿Ahora que Karin ya sabe lo que le pasa, le será más sencillo lidiar con los dolores por la noche? ¿Qué otras preguntas pasaron por su mente mientras leían la actualización?
Me encantará leer sus teorías en los comentarios n.n
De verdad espero que les haya gustado esta doble actualización a pesar de que sé que les nacieron muchas preguntas. Por cierto, sé que una de las interrogantes más grandes hasta ahora es si Karin está embarazada, pero me temo que la respuesta permanecerá oculta un poco más.
Sin más, los dejo volviendo a desearles felices fiestas y agradeciéndoles de todo corazón su apoyo a esta y mis demás historias n.n 3
¡Hasta la próxima actualización!
