¡Saludos, queridos lectores!

Hoy regreso a las actualizaciones de la Horror Week SasuKarin, de las cuales, debo decir que varias de las historias ya se están acercando a su final. Sin embargo, hoy les traigo la actualización de esta historia a la que le han dado mucho apoyo n.n

No haré una gran introducción en esta ocasión, así que sin más, los dejo con la actualización de hoy n.n


Karin llegó hasta su padre con Suigetsu por detrás reclamándole por su trato, pero el albino se quedó mudo al ver de frente al padre adoptivo de la chica. Es decir, si, él también había oído que alguien había llegado a la casa y lo más evidente era que se tratara de alguno de los familiares de la chica, pero la sensación que ese hombre le daba estando en su presencia, siempre lo paralizada.

—¿Qué tal te fue? ¿Tienes los resultados? —preguntó Karin ansiosa, principalmente porque se vería sospechoso que ella cambiara de actitud de un día para otro a esa enfermedad y porque, saber si él consiguió alguna información de su condición sería útil. Necesitaba saber qué tanto podría saber su padre del tema.

—Quise analizar la sangre que te saqué ayer, pero el laboratorio está algo saturado. Sin embargo, Kabuto se ofreció a hacerlo por la noche en que hay menos actividad —respondió Orochimaru— Veo que Suigetsu-kun vino a acompañarte. No esperaba verlos bajar juntos. Parece ser que te sientes mejor. ¿Verdad?

Orochimaru usó un tono muy sugerente, pues además de haberlos visto bajar juntos, Suigetsu llevaba abierto el cinturón.

El albino comenzó a temblar con las sospechas del hombre, al punto de que no pudo hablar y sólo pudo atinar a abrocharse el cinturón.

—Ayer ya no tuve dolores, pero me sentí muy cansada —Karin respondió ignorando la sugerencia, pues ni siquiera había notado el estado del cinturón de su amigo— También he estado con dolor de cabeza y mareada.

—¿No será porque no llevas puestos tus lentes? —sugirió el hombre y la forma en que lo mencionó, sugería que había algo extraño con su vista.

—Si, es posible que sean las lentillas —respondió Karin— Rompí mis lentes por accidente y no tuve de otra.

El gesto de Orochimaru pareció decepcionado cuando ella mencionó los lentes de contacto.

—¿Ya comiste?

—No, pero Suigetsu pidió una pizza para comer —volteó a ver al aludido— ¿Cuánto faltará para que llegue?

—No… no sé… —tartamudeó asustado mientras sacaba su celular para mirar la hora— Media hora.

—Estaré en mi despacho. Si tienes otro malestar o síntoma, avísame de inmediato —comentó Orochimaru— Después de comer, iremos a comprar unos lentes nuevos y que te revise el ginecólogo.

—Le llevaré de comer cuando llegue la pizza —comentó Karin y el hombre asintió.

—Por cierto, sabes que no debes tener relaciones sexuales los tres días anteriores a la consulta ginecológica. ¿Verdad? —dijo el pelinegro y dirigió sus pasos hacia el despacho.

—No hay que preocuparse por eso —aseguró Karin sonrojada, porque aunque ella aún no conectaba los puntos con Suigetsu, a la pelirroja le venía a la mente la imagen de Sasuke desnudo.

—¿Sabes? Creo que tengo que irme —dijo Suigetsu apurado y temeroso— Mándame mensaje por cualquier cosa.

—¿No vas a comer? —preguntó Karin confundida, pues si bien sabía que a su amigo le daba miedo su padre, sólo actuaba temeroso cuando estaban en la misma habitación.

—Otro día te acompaño. Quizá cuando te sientas mejor. Adiós.

Suigetsu prácticamente huyó sin permitirle decir nada a la pelirroja, pues si él ya le tenía miedo al pelinegro, ahora que insinuaba que habían estado juntos íntimamente en la casa, el albino temía por su vida más que nunca. Es decir, el hombre parecía actuar calmadamente, pero la sonrisa espeluznante con la que había dicho todo aquello, le había puesto los pelos de punta.

Karin no le dio mucha importancia al asunto aún cuando después de la partida de Suigetsu entendió mejor que su padre hacía insinuaciones hacia el albino. Sinceramente no le gusta la idea de que él pensara que ella tenía algún interés romántico en Hozuki, pero ahora que se había quedado sola en la sala, no había mucho qué hacer para corregir ese malentendido.

Por otro lado, la pelirroja se preguntaba si debía volver o no a su habitación, pues si bien tenía aún un montón de preguntas al azabache, al mismo tiempo se sentía todavía muy inquiera de saber que él había estado leyendo su mente. Además, ¿cómo podría confiar que él había dejado de hacerlo? ¿Por qué diablos se creía con el derecho de estar husmeando en su mente? ¿Acaso los lobos no tenían reglas sobre la invasión de la privacidad?

Quizá no, fue su respuesta a sí misma a la última pregunta, pues aparentemente los lobos no tenían sentido del pudor, de lo contrario, él no habría sido tan descarado para desnudarse frente a ella, leer su mente, confesar sin inmutarse que aquella noche de sexo también había sido su primera vez y que no dejaba de acercarse a ella y olisquearla.

—Supongo que no tengo de otra más que volver arriba —se dijo a sí misma, pues aunque sentía que no podría verlo a la cara, tampoco quería quedarse abajo dejando esperando al chico. Ella no podía saber el tipo de acciones que el muchacho tomaría y sinceramente le preocupaba.

Armándose de valor a pesar de lo avergonzada que estaba, Karin subió las escaleras de regreso a su habitación. Sin embargo, cuando llegó allí, no vio al chico por ningún lado.

Ella cerró la puerta de su habitación con seguro y esperó algunos instantes por si el chico lobo aparecía como lo había hecho la última vez, pero nada pasó.

—Si estás aquí, sólo déjate ver —pidió pensando que quizá él estaría usando una de esas ilusiones de las que le habló, pero de nuevo, no ocurrió nada y tampoco escuchó la voz del chico en su cabeza— Si estás allí más vale que respondas ya.

Karin se sintió más relajada cuando no hubo respuesta y caminó hasta su cama para dejarse caer. Tenía mucho qué pensar, pero antes de repasar todo aquello que el chico le dijo, le nació un nuevo miedo.

¿Y si el azabache seguía en su habitación, pero no quería dejarse ver? ¿Él habría estado en su habitación antes de todo ello? ¿Sería que él la había estado espiando? ¿Podría confiar en que él no seguiría espiándola? ¿Cómo podría saber cuando realmente él la había dejado sola?

—¡¿Qué se supone que haga?! —exclamó frustrada, asustada y avergonzada. Tenía tanto en la cabeza con todo lo que ese chico le había dicho y encima, debía lidiar con la duda de en qué momento ese joven estaría espiándola. Lo que lo hacía peor, era saber que podría incluso leer su mente.

Sin embargo, después de muchas inquietudes, Karin decidió hacer de lado el asunto de que podría estar siendo espiada, pues era algo que, aunque moría por evitar, no sabía cómo hacerlo, así que decidió enfocarse en asimilar el hecho de que ella era una mujer lobo y por sobre todo, tratar de recordar si su madre habría hecho o mencionado algo que tuviera relación con ello.

Pensó largo tiempo, pero fue interrumpida por la llegada de la pizza y aunque después de recibirla, llevarle unos trozos a su padre y sentarse sola a comer su parte en su habitación, lo único que pudo recordar sobre su madre, además del aprendizaje del calendario lunar, era que siempre le decía que cuando fuera toda una señorita, iba a tener que ser más cuidadosa con su alrededor.

En ese tiempo, al ser sólo una niña, Karin pensaba que su madre tan sólo estaba siendo sobreprotectora, pues se suponía que cuando fuera grande, debería tener más libertades, pero si la pelirroja lo pensaba ahora con toda la información que ese chico le dio, probablemente su madre se refería a los cazadores que podrían darse cuenta de su naturaleza cuando tuviera su primera transformación.

Por otro lado, ¿por qué su transformación había sido tan tardía? Ese chico parecía bastante serio sobre ese tema y al parecer, lo que le había pasado aquél Halloween a sus quince años tenía relación con todo aquello.

—¡El monstruo! —exclamó la chica al recordar que los asistentes a la fiesta, habían descrito al monstruo como un animal humanoide de pelaje rojizo y que justamente había aparecido cuando ella perdió el conocimiento— No… es absurdo.

Lo último lo dijo poco convencida. Empero, tampoco lo descartaba del todo, pues seguían habiendo inconsistencias. Es decir, el chico le aseguró que ella tenía todos esos síntomas porque apenas estaba por transformarse y ella había sido testigo que el chico jamás había perdido la consciencia al transformarse en lobo. Por otro lado, él también le habló que ellos podían crear ilusiones y eso parecía algo más factible, teniendo en cuenta que los testigos vieron a personas morir, pero ninguno había salido herido.

Karin sacudió la cabeza tras darle muchas vueltas a ese día, pues se dio cuenta que no tenía mucho caso hacerlo porque no sabía mucho, por no decir nada, sobre los hombres lobo y aunque muchas veces se atrapó a sí misma recordando todas esas series, películas y libros que hablan sobre ellos, siempre recordaba al chico lobo diciéndole que los humanos se habían inventado todo eso.

Sin duda, lo único que le quedaba hacer a la chica era pensar en una forma de convencer a su padre que su supuesta enfermedad no había sido nada, aún cuando ella había hecho un gran revuelo al respecto. A sí mismo, tenía que pensar en una excusa para estar fuera de la casa alrededor de una semana para tomar esas lecciones sobre lobos que iba a necesitar.

Justo cuando la chica estaba por detenerse a pensar en eso, su padre le llamó desde la sala.

—¡Karin-chan! ¡Es hora de irnos! —ordenó el hombre y la chica dio un salto de su cama. Por poco y olvidaba que él le había dicho que irían al oftalmólogo y al ginecólogo.

—¡Bajo en un momento! —le respondió fingiendo que todo iba normal, pero lo cierto era que ella estaba inquieta porque temía que alguno de los dos doctores descubriera algo sobre ella. El azabache no le había dicho si debía cuidarse de algo más además de la sangre— ¿Dónde estás?

Karin caminaba de un lado a otro nerviosa. Empero, sabía que tenía que bajar para no levantar sospechas y tendría que pensar en algo rápido para evitar ir al hospital antes de hablar con el azabache.

—¡Vámonos! —ordenó Orochimaru y la pelirroja supo que no tenía más opción que bajar.

—No encontraba mis llaves —se excusó la chica cuando se encontró con su padre en la sala.

Orochimaru levantó una ceja antes de caminar hacia la salida, la cual, fue señal para la pelirroja para que lo siguiera.

Karin se esforzó pensando en las cosas que debería evitar decir a los especialistas y por sobre todo, buscó discretamente en su celular síntomas de desórdenes hormonales para decírselos al ginecólogo para desviar la atención de su "enfermedad". Sin embargo, mientras pensaba en todo ello se dió cuenta de que ya había cometido un error: los lentes.

Su oftalmólogo sabía tan bien como su padre o la gente que mejor la conocía, que ella no veía nada sin sus lentes, por ello, ella había dicho que llevaba lentillas ahora que al parecer sólo veía un poco borroso sin ayuda de artilugios, pero ¿cómo se suponía que iba a fingir que llevaba lentes de contacto cuando la revisaran?

Y el problema real no era el fingir que se los quitaba y se los ponía o engañar al especialista con la prueba ocular, pues los lentes de contacto eran objetos tan diminutos y transparentes que sería sencillo fingir que lo hacía y mentir. El verdadero problema estaba en lo que tendría que hacer cuando le dieran los lentes nuevos.

Ella ya no podía ver con sus lentes, así que usarlos sería un problema y el no usarlos, significaba seguir hablando de las lentillas y seguramente llamaría la atención de su padre que sabía cuánto las odiaba.

Como fuera, aún tenía algo de tiempo antes de que le entregaran los lentes, pero no dejaba de darle vueltas al tema. Sin embargo, a esas alturas ya podía atribuirle su mejora de vista al asunto de los hombres lobo. ¿Verdad? Ya le preguntaría al azabache por ello.

—Iré a ver a unos colegas. Cuando salgas de las consultas, envíame un mensaje —Orochimaru le indicó a su hija poco antes de entrar al edificio donde trabajaba— Quiero saber con exactitud la opinión del ginecólogo sobre tus síntomas.

La pelirroja asintió y dió una bocanada grande de aire cuando entró al hospital.

Para Karin ya era bastante aterradora la idea de decir, hacer o tener algo que delatara su condición de loba, pero como si eso no fuera suficiente, también se iba a enfrentar a su primera consulta ginecológica con un médico varón que ella ni siquiera conocía.

Sabía que su padre la había mandado con el mejor en el campo y también sabía que el sexo de un médico no definía su nivel profesional, pero hasta ese momento Karin sólo había sido tocada por un único hombre… aunque fuera mitad lobo, y apenas ese día se había enterado de que esa noche apasionada no había sido un sueño.

Karin fue a las dos consultas siendo lo más cuidadosa posible en su actuación y los datos que daba. Trataba de recordar todas las cosas que decía y las que había dicho previamente para no enredarse en sus mentiras.

—¿Qué te dijo Sato? —preguntó Orochimaru refiriéndome al ginecólogo cuando se encontró con su hija después de la revisión.

—Dice que es probable que tenga un desajuste hormonal —respondió contenta de haber podido dirigir el diagnóstico en esa dirección. Sabía que aún no podía cantar victoria— Pero quiere asegurarse dejando pasar unas semanas más para ver cuánto tarda en bajarme. También dijo que podrían pasar seis meses antes de definirlo —notó que Orochimaru parecía poco convencido— Y dice que los dolores son inusuales, pero que pueden ocurrir.

—No había oído al respecto. Voy a hablar con él.

—Concretamente dijo que tampoco había oído hablar del dolor que yo le describí, pero que todas las mujeres somos diferentes, por eso no lo descarta aún.

Orochimaru se frotó la barbilla pensativo por unos instantes hasta que finalmente optó por no precipitarse. Aún faltaba hacer el análisis de la segunda muestra de sangre y eso debía arrojar luz a todos los síntomas.

—Vuelve a casa. Me quedará un poco más en el hospital —le dió dinero para un taxi— Y recuerda que me enteraré si alguien más entra a la casa.

Karin quedó paralizada al oír aquellas palabras. Con mucho esfuerzo se obligó a tomar el dinero que le ofrecía y asentir con la cabeza.

Con todo lo que había pasado, ella había olvidado por completo las cámaras de seguridad de la casa y aquella advertencia no podría asegurar que la había dicho únicamente por Suigetsu o si su padre ya había visto por las cámaras a Sasuke entrar a la casa.

¿Y si vio al azabache? ¿Lo habrá visto en su forma de lobo o humano? ¿Y si el chico lobo se había transformado frente a las cámaras?

Tan rápido como pensó en todo ello, sus piernas al fin se movieron para llegar apresuradamente a su casa. Necesitaba buscar las cámaras que pudieron haber grabado al chico y eliminar la evidencia o pensar en algún plan en caso de que padre hubiese visto los vídeos mientras estaba en su despacho.

—¡Sasuke! ¿Dónde diablos estás? —murmuró acongojada cuando finalmente se había subido al taxi y todo el camino se inventaba excusas sobre lo ocurrido.

Al llegar al apartamento, Karin entró corriendo hasta su habitación para asomarse por la ventana y buscar esas cámaras, pues ni ella ni Kabuto sabían dónde estaban instaladas. Según Orochimaru, eso evitaría que ellos le dijeran a alguien más y sólo él sabría el paradero de las cámaras que se había esforzado en ocultar. Sin embargo, la pelirroja se llevó una enorme sorpresa cuando al llegar a su cuarto, se encontró con un venado muerto y al chico lobo sacándole el corazón.

—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —chilló Karin impactada con la escena.

—Te dije que yo te traería comida.

—¡Pero yo no como venados!

—Son de carne blanda, te ayudará al hambre de tu transformación —le respondió acercándose a ella con el corazón del animal y ofreciéndoselo— El corazón tiene muchos nutrientes y te dará mucha energía.

La pelirroja miró con disgusto el corazón que el chico sostenía en la mano con sangre escurriéndole entre los dedos, pero al levantar la vista hacia él, que había girado el rostro, alcanzó a notar un leve sonrojo que ella no sabía cómo interpretar.

—Gracias… supongo, pero no como carne cruda —respondió dudosa, porque algo le decía que rechazarlo no era buena idea, sin embargo, no se veía ni comiendo ni cocinando el corazón— Y me gustaría que sacaras eso de mi cuarto.

Cuando Karin vio al venado muerto en su cuarto, quiso explotar de enojo, porque ¿a quién diablos se le ocurre llevar eso? ¿Y a caso él sabía lo difícil que iba a ser limpiar la sangre? ¿Y que se suponía qué iba a hacer con toda esa carne? Aún si ella comiera venado, no iba a terminarse eso antes de que se echara a perder y tampoco podía decirle a su padre y a su hermano que alguien se lo regaló sin que hubiesen más preguntas.

A pesar del enojo inicial, el que él le ofreciera el corazón hablándole de los nutrientes la hicieron calmarse y no sabía por qué y lo peor, es que ahora que lo había rechazado, sentía que el chico se enojaría o se entristecería.

—Lo traje para que comieras y no aceptes comida de extraños —dijo muy serio sin mirarla— Además, conforme se acerque la Luna llena, vas a necesitar más carne.

—Oye… que rechace comerme eso, no te ofende ¿Verdad? —preguntó dudosa, pues se sentía mal por él. Ni siquiera podía pensar en el enojo del principio.

—Sólo cómetelo por tu bien —insistió volviendo a ofrecer el corazón.

La pelirroja miró el órgano en la mano del chico y no se le hacía nada apetitoso. Jamás había comido carne cruda, ni siquiera el tocino y conocía a mucha gente que lo comía así a pesar de que mayoritariamente se prefiriera frito.

—Bien, lo cocinaré… aunque no tengo ni idea de cómo hacerlo, pero debes llevarte el resto porque no puedo esconderlo de mi padre y mi hermano —accedió la chica, porque aunque él parecía descontento, ella presentía que estaba triste— Además, es demasiada carne que no sé cómo cocinar ni comer y tampoco me lo voy a terminar yo sola antes de que se eche a perder aquí.

El chico la miró con descontento, pero casi enseguida pareció ceder.

—Préparalo entonces. El anochecer se acerca y pronto sentirás hambre —siguió ofreciendo el corazón, porque ella ni siquiera había hecho el intento por tomarlo— Me llevaré la carne mañana. Debo quedarme contigo por la noche.

—¡No puedes dejarlo aquí si mi padre pasa la noche en casa! ¡Nos descubrirá!

—Está por anochecer, no voy a dejarte sola.

Karin se sonrojó con la forma tan firme en que dijo aquello.

—La primera vez estuve sola, puedo esperar a que regreses. Además tengo que limpiar la sangre —insistió la pelirroja— ¿O acaso quieres que mi padre sospeche algo? Ya de por sí temo que sepa que… ¡Las cámaras! —exclamó alarmada. Con el asunto del venado se había olvidado de eso— ¡Tengo que ir a buscar las cámaras y tratar de encontrar los vídeos para deshacerme de ellos!

—¿De qué hablas?

—¿Sabes lo que es una cámara? —preguntó Karin mientras se acercaba a su ventana— Entraste por aquí. ¿Verdad?

—Si, las conozco. No entiendo.

—Mi padre tiene un montón de cámaras afuera de la casa. ¿Qué tal si él ya sabe que has estado aquí? ¿Estuviste convertido en lobo allá afuera? ¿Cómo….?

—Salí del bosque donde vivo con mi forma humana y trepé al árbol para llegar a tu ventana —explicó el azabache— Ví un par de cámaras, pero traté de evadirlas. Apuntan para otros lados.

—¿Dos cámaras? Pero quizá haya más. Él dijo que tendría bien vigilada la casa para que no tuviéramos problemas de robos —decía ella mirando por la ventana y buscando posibles lugares para los aparatos— Él ya debe saber que has estado en mi cuarto y por ello insinuó todo eso —dijo recordando las indicaciones para el ginecólogo. Se puso roja con la idea, pero mantuvo su mente concentrada en buscar las cámaras— Si consigo encontrar los archivos de grabación y borro que llegaste con el venado, al menos podría evitar preguntas al respecto y…

—Las buscaré para ti.

—No, no dejes que las cámaras te sigan grabando. Será un gran problema —Karin lo detuvo— Primero iré a buscar los archivos de video y después tendré que pensar en una excusa… aunque estoy casi segura que las cámaras deben enviarle video a mi padre a su celular en alguna app, así que no tendría mucho caso borrar nada si ya los vio —decía pensativa— Sería sospechoso que se borrara todo si ya los vio, pero…

—Si crees que realmente esto nos pone en peligro, podemos huir —sugirió Sasuke acercándose a ella por detrás y poniendo su cara sobre su hombro olisqueando su cabello— Encontraremos una cueva para nosotros y cuando logres transformarte…

—¡No digas eso! ¡No es para tanto! —exclamó Karin sonrojada— Sólo tendré que mentir diciendo que eres mi novio o algo así, eso explicaría por qué te metes por la ventana a mi habitación y te quedas horas aquí —no se atrevía a voltear a mirarlo— Es sólo que si voy a fingir que nunca estuve enferma, mi padre creerá que hice todo para meterte a la casa para estar a solas —decía preocupada— Podría echarme de la casa.

—Estarás mejor alejada de esos curanderos.

—No tengo suficientes ahorros como para irme a vivir a otro lado y estoy por terminar mi carrera. No quiero truncarla por un malentendido —contestó Karin angustiada de que todo ello pasara— Debo ser la persona más extraña del mundo. Usualmente las chicas mienten para no ser descubiertas por tener novio y yo voy a mentir diciendo que lo tengo.

—No tienes un novio —gruñó el chico y Karin pudo notar que él iba a decir algo, pero no lo hizo.

—Sólo es una mentira para explicar por qué vienes hasta aquí y evitar que sepan que eres… somos hombres lobo —ella, enojada, finalmente se volteó hacia él— Es tu culpa que tenga que decir que eres mi novio, así que no puedes abandonarme en esta mentira.

Karin se sentía enfadada de que él se enojara por todo ello. Es decir, él fue el que la fue a buscar para acostarse, luego la buscó para decirle todas esas cosas de hombres lobo mientras no dejaba de olerla y acercársele y ahora parecía ofendido de que ella fuera a decirle a su familia y amigos que él era su novio. Si sólo quería un acostón, por lo menos debió mencionarlo.

Antes de que él pudiera contestarle, el estómago de Karin protestó de hambre. Si, era el hambre inusual.

—Cómelo —el chico volvió a ofrecerle el corazón a la pelirroja, quien una vez más miró el órgano sangrante que él sostenía y aunque no se le antojaba, la repulsión que sintió al principio se había esfumado.

—Vamos a la cocina a preparar eso… de alguna forma —respondió ella para darle gusto a pesar de que ella seguía enojada con el asunto del novio.

—Si lo comes crudo es mejor.

—Si realmente quieres que me coma eso, déjame hacerlo a mi manera ¿Si? —suplicó la chica a lo que él gruñó sin protestar más. Cuando ella iba a avanzar, notó de nuevo la sangre escurriendo— Hay que ponerlo en una bolsa para que no manche el resto de la casa.

La joven le pidió al chico que se quedara en la habitación y que dejara de salpicar la sangre por el cuarto. Ella, mientras tanto, bajó por una cazuela, que le pareció más apropiada que la bolsa, para llevar el órgano y el azabache la siguió hasta la cocina.

Ninguno de los dos se dijo nada mientras la chica lavaba el corazón, lo picaba y se inventaba una receta para comerse el órgano. Básicamente, el único ruido que existía entre ellos era el de la cocina y el estómago de Karin, pues ambos aún se sentían bastante enojados de su última discusión. Por otro lado, la chica estaba muy hambrienta y enojada como para que su mente recordara que tenía otros asuntos más importantes qué atender.

Mientras Karin freía los trozos de corazón con un poco de cebolla, sal y mantequilla, pudo sentir cómo su apetito crecía al oler la carne cocinarse, al punto de que estaba por meter la mano sin pensar en el aceite caliente ni que aún seguía todo crudo para poder dar un bocado. Sin embargo, pudo controlarse bastante bien para terminar el platillo inventado y servírselo en un plato.

—Cómelo —insistió el azabache cuando la chica pasaba la carne de la sartén al plato.

—Eso haré —le aseguró metiéndose un bocado con premura y sus papilas gustativas le dijeron que era el platillo más rico que había probado en la vida— ¡Rico!

—Te lo dije.

Seidou comía como si no hubiese tenido bocado de nada en días, pero al ver la mirada fija del chico en ella, se detuvo brevemente. Seguía enojada con él, pero tuvo la imperiosa necesidad de ofrecerle de su platillo, especialmente porque él había sido quién trajo la carne.

—¿Te gustaría un poco? —le ofreció el plato y pudo ver como la dura mirada del chico se relajó. Parecía contento a pesar de que no era muy expresivo y no dudó en tomar varios trozos de la carne para llevárselos a la boca.

—Sabe… diferente —comentó el azabache confundido de que después de años de comer eso, esa chica había hecho algo en el fuego que le dio otro sabor. Es decir, no era que él no hubiese cocido la carne algunas veces, eso ayudaba a variar los sabores, pero lo que ella había hecho era completamente diferente.

—Si no te gusta, no te daré más —dijo Karin dando otro bocado.

—No dije que no me gustara —respondió el joven y tomó más comida del plato.

Entre los dos terminaron la carne y a pesar de que no había sido tanto lo que Karin pudo comer de ello, había sido suficiente para calmar el hambre que su condición le provocaba. El problema era, que ahora que ya no sentía el hambre y su mente se veía más despejada, se daba cuenta que muy pronto llegarían los dolores y cuando eso pasara, no podría hacer nada con el venado muerto en su cuarto, las cámaras y por sobre todo, fingir que no sentía ningún dolor para que su padre, cuando volviera, no se diera cuenta que seguía sintiéndose igual.

—¡Debes llevarte el venado! ¡Tengo que limpiar mi cuarto! ¡Lavar los trastes! Y… ¡¿Qué voy a decirle a mi padre si pregunta por ti y el venado?! —comenzó a alterarse, pero enseguida, miró al azabache— Necesito que te lleves al venado de mi cuarto mientras lavo esto y luego subiré a lavar el piso. Y ya no salgas por la ventana, hay que…

—Si te estresas así, lo dolores seguirán siendo fuertes —respondió el joven queriendo acercar su mano al rostro de ella, pero la pelirroja no se dió cuenta, se dió la media vuelta y se puso a lavar los trastes.

—No puedo no estresarme. Los dolores vendrán pronto y no me dejarán pensar. Mi padre volverá en cualquier momento y no sé cómo se supone que finja que no tengo dolor si…

El chico se puso detrás de Karin pegando su cuerpo completamente al de ella, lo que la tomó por sorpresa.

—Si lo dejas salir, no te dolerá tanto —le dijo cerca del oído.

—De cualquier forma, no puede haber un venado muerto en mi cuarto. Sólo ve y sácalo —pidió Karin sonrojada y muy tentada a voltear a besarlo. No era el momento para pensar en eso, pero así se sentía— Si no lo haces… no volveré a comer nada de lo que me traigas y saldré a comer a algún lado con Suigetsu.

Lo último lo dijo esperando que fuera suficiente para que él la obedeciera, pues aparentemente ello lo enojaba aunque ella no pudiera entender por qué.

Para su fortuna, esa amenaza sí que fue suficiente para que el chico, tras dar un gruñido, se alejó de ella.

—No lo quiero ver por aquí cuando vuelva —advirtió el joven antes de subir por el venado y sacarlo de la misma forma en que lo metió. Esto último fue un problema para Karin, que cuando se dió cuenta de las cosas ya había sido demasiado tarde.

—Tiene que aprender a usar las puertas —se dijo en voz alta para luego apresurarse a recoger todo antes de que el dolor llegara. Sin embargo, justo cuando tenía todo listo para empezar a limpiar la sangre del suelo, el dolor regresó.

Aquella sensación de tener miles de agujas picando su piel había aparecido de nuevo, pero a diferencia de la noche anterior en que el dolor resultaba tan intenso que había caído al suelo, no era tan fuerte, pero tampoco era leve. Podría decirse que era un intermedio y era suficiente para que, a pesar de sentir mucho dolor, ella pudiera resistirse para limpiar el suelo.

Karin se esforzó mucho en terminar rápidamente con los cabos sueltos en caso de que su padre volviera, especialmente con los rastros de sangre del suelo, pero rápidamente se dió cuenta que entre más se esforzaba, el dolor aumentaba, al punto de que antes de poder terminar de limpiarlo todo, se desmayó.

El resto de la noche, como la anterior, Karin se despertaba con dolores y caía desmayada cuando se detenían sin poder hacer más nada, pero a diferencia de la última vez, pudo ser un poco más consciente de las diferencias que había a su alrededor cada vez que el dolor la despertaba.

Sasuke, en algún momento de la noche había regresado con ella y estaba segura que él había sido quien la había dejado en la cama. Además, de nueva cuenta, él permaneció a su lado acostado a lado de ella.

Algunas veces, él acariciaba su cabello o jugaba con él mientras lo olía, otras veces él la tenía contra su pecho y otras tantas era él quien estaba acurrucado en su pecho. En cualquiera de los casos, él no dejaba de repetirle suavemente que se relajara y que dejara salir ese algo que quería desatarse.

Quizá, era precisamente que Sasuke le había dicho quién era y su apoyo en esos momentos de dolor, lo que hacía que Karin tuviera algunos momentos lúcidos durante los dolores, aunque no era lo suficiente como para saber si su padre había vuelto o si se había dado cuenta de lo que estaba pasando. Ella ni siquiera podía recordar que tenía varios problemas encima.

Por la tarde, Karin se despertó dando un gran bostezo y repitiéndose a sí misma que sólo serían cinco minutos más, por lo menos hasta que se dió cuenta que alguien estaba acostado junto a ella y que, de hecho, ella lo abrazaba plácidamente.

—¡¿Quién diablos…?! —Karin dió un salto en la cama quedando sentada y vio a Sasuke que gruñía molesto por haber sido despertado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó el chico tallándose los ojos descontento.

—¿Conoces la vergüenza? ¿O el respeto al espacio personal? —preguntó Karin sonrojada, pero más tranquila porque aunque seguía siendo raro que él se tomara esas libertades, le tranquilizaba saber que se trataba de él y no de un loco pervertido que se metió a la casa… aunque teniendo en cuenta todo lo que él había estado haciendo, sí, él era un loco pervertido aunque fuera un hombre lobo.

—No soy un pervertido —protestó el joven.

—¡Y deja de leer mi mente!

—No es fácil cortar el canal cuando acabamos de despertar —resopló el azabache— Sólo dime cómo te sientes. Entre hoy y mañana deberías empezar a sentir cambios más significativos en tu cuerpo —insistió sentándose junto a ella y como si fuera un gesto natural, estiró las manos hacia la chica con la intención de levantarle la blusa— A algunos les sale sarpullido y a otros sólo un poco de…

—¡¿Qué diablos estás haciendo?! —Karin le quitó las manos y se bajó la blusa de inmediato.

—Sólo intento revisar tu cuerpo para saber cómo vas avanzando —gruñó el azabache.

—¡No puedes ir por la vida levantándole la blusa a las chicas así como así, aún si es para hacer una revisión! —decía completamente roja.

—No es algo que no haya visto antes. Sólo déjame revisar.

Sasuke volvió a acercarse a ella queriendo revisarla y a pesar de que Karin sentía nervios por la forma tan despreocupada con que él quería desnudarla, no estaba realmente molesta. Era absurdo, pero era como si aquello fuera de lo más natural y ella sólo actuara enojada porque sabía que no era normal. Al menos no entre los humanos.

—Yo me quito la blusa —dijo Karin nerviosa y el chico se detuvo a esperar— Sólo vas a revisarme.

El azabache asintió y esperó a que la pelirroja se quitara la blusa, dejando al descubierto su torso y el sostén de encaje blanco. Esto último llamó la atención del muchacho, pues no sé lo había visto la noche de Luna roja.

—Quítate eso —él le ordenó.

—¡No necesitas mirar todo! ¡Confórmate con esto!

Gruñendo al saber que ella no cedería, el joven se acercó a la chica a revisar su piel y aunque al principio lo hacía con la única intención de buscar rastros del avance de la transformación, no podía ignorar el aroma de la chica.

—Tu olor —musitó cuando revisaba sus hombros queriendo acercar su nariz al cuerpo de ella, pero la pelirroja, cuando se olisqueó a sí misma, se dió cuenta que apestaba.

—¡No me he bañado! —exclamó dándose cuenta que no sólo llevaba unos días sin bañarse, si no también que llevaba la misma ropa. Entre Suigetsu y su bromita, el gran secreto de los hombres lobo y los dolores, ella no había prestado mucha atención a su higiene personal.

—No hay ríos o lagos por aquí —señaló descontento, porque la chica se había levantado de un salto de la cama.

—Tengo un baño en mi cuarto, no necesito un río o un lago —espetó la chica mientras sacaba ropa limpia de uno de sus cajones— Si no me cambio, mi padre se dará cuenta que… ¡Mi padre!

—Vino por la noche a revisarte y se fue de la casa al mediodía —el azabache se levantó de la cama para ir tras de ella.

—¿Vino aquí? ¿Y te vio? ¡La sangre!

—Hice una ilusión para que te viera dormir tranquilamente —explicó el joven— Intenté limpiar por ti, pero no sé qué son esas cosas.

La pelirroja notó que había algo de agua enjabonada con sangre en su piso y se preguntaba si algún día iba a poder sacar esa mancha de allí.

—Limpiaré eso y después me meteré a bañar. Mientras tanto, tú deberías salir de mi casa para que las cámaras graben que no te quedas aquí todo el tiempo —respondió Karin volviéndose a poner la blusa— Y nos veremos… no sé. Creo que sería mejor que nos viéramos hasta la noche de Luna llena para no levantar más sospechas con esas grabaciones.

—No voy a dejarte sola con los dolores. Podrían descubrirte. Aún no dejas salir tu instinto. Quizá por eso aún no hay marcas en tu piel.

—Tu eres quien quiere que mi padre no descubra esto de los hombres lobo y si sigues en mi casa así, sólo vas traerme problemas —decía Karin inquieta porque su mente era un lío. No quería separarse de él, pero tampoco podía hacer que la presencia del chico se hiciera más sospechosa— Lo peor será que no podré encontrar una excusa para que me lleves con esa tal Sakura si mi padre se imagina cosas que no son.

El joven se veía muy malhumorado con lo dicho por la pelirroja, pero sabía que ella no le estaba mintiendo.

—Vendré por la noche.

—¡No! Se supone que…

—Me quedaré o volveré por la noche, pero no me separaré de ti por mucho tiempo —advirtió el azabache muy serio y sólo por su mirada, Karin supo que él no iba a retractarse.

—Bien, vuelve por la noche, pero está vez tienes que llamar a la puerta. ¿Oíste? Y cámbiate de ropa, si te ven caminando con la ropa manchada de sangre de venado, será un problema. Además, si ya apareces en las cámaras, va a ser muy raro que mi "novio" entre por la ventana manchado de sangre cuando se supone que tengo la casa sola.

—De acuerdo. Llamaré a la puerta —el chico accedió antes de acercarse a ella una vez más, lo que la puso nerviosa cuando el rostro del chico estaba muy cerca del suyo, pero justo cuando ella creyó que él la besaría, le dió una lamida en la mejilla y se fue.


¿Orochimaru realmente ya vio los videos de vigilancia? ¿Sabrá que Sasuke es un Mannaro/Hombre lobo? Si Orochimaru sabe que Sauske entra y sale de su casa y vio el pantalón mal abrochado de Suigetsu ¿qué creen que piense? ¿Por qué Sasuke se puso tan enojado por el asunto de la comida?

Me encantará saber qué otras dudas les han nacido y qué teorías tienen al respecto de la historia n.n

Por cierto, aún no he contestado comentarios pasados, estaré haciéndolo en estos días y quiero que sepan que habrás más actualizaciones este fin de semana, aunque los estaré subiendo el sábado por la noche o el domingo.

Me despido por ahora, esperando que la actualización haya sido de su agrado n.n