¡Saludos, queridos lectores!

Lamento mucho que haya tardado con la actualización de esta semana. Como ya les he mencionado, he perdido mi cuenta de Wattpad y he dedicado algo de tiempo a subir algunas de mis historias a la nueva cuenta. Por desgracia, aún no he terminado de pasar todo, tenía 60 historias de las 91 que tengo en Fanfiction y hasta ahora, sólo he podido subir 16.

Debido a lo anterior y que me gustaría participar en la actividad que el grupo SasuKarin Month tiene para febrero y marzo, he decidido limitar las actualizaciones a una historia por semana, así que sí, esta será la única historia que actualice este finde.

La actividad a la que quiero participar no es muy largo, así mismo, sé que tendré un poco más de tiempo libre esta semana, por lo que haré lo posible para pasar a dos actualizaciones semanales lo antes posible. En el mejor de los casos, lo reanudaré en dos semanas n.n Lamento mucho tener que tomar estas medidas, pero si logro pasar todo lo que tenía en mi vieja cuenta esta semana, todo será más ágil.

Sin más, los dejo con la actualización de esta historia n.n


Confundida, desorientada, frustrada y muy estresada era como Karin se sentía con todo ese asunto de los hombres lobo y que el chico le había lamido la mejilla en lugar de besarla la había desconcertado más. ¿En qué diablos estaba pensando?

Bien, no podía juzgarlo, él le había dicho que vivía en el bosque y aunque parecía entender un poco el mundo humano, obviamente también tenía huecos en su conocimiento. Además, si lo pensaba bien, los animales en general suelen lamerse como muestra de afecto, así que un beso debía ser algo extraño para él.

¿Qué habría pensado él que ella lo besara aquella noche en la cueva? Quizá se sintió igual que ella con esa lamida.

—¡Ah! ¡¿Por qué mi vida es tan confusa?! —exclamó desesperada, pero pronto, decidió que debía retomar sus asuntos.

Lo primero que hizo, tal como lo dijo, fue limpiar la sangre lo mejor posible y mientras lo hacía, pensaba en cómo debía actuar con Sasuke para evitar que su padre la castigara… aunque si lo pensaba bien, el hecho de meter a un chico a su casa mientras estaba sola y que se quedó con ella quién sabe cuántas horas, ya era motivo suficiente para que la echara. Esto la llevó a pensar en sus ahorros, la ganancia de su trabajo de medio tiempo y…

Una notificación en su celular la hizo detener la limpieza y sus pensamientos. Era un mensaje de Suigetsu, pero también había un mensaje de su padre que seguramente habría enviado cuando se fue de la casa sin hablar con ella.

Idiota: ¿Tu padre me odia?

Karin: ¿Por pedir pizzas y no pagarlas? No creo, pero tampoco creo que le caiga en gracia.

Idiota: Me refiero a lo del pantalón

Karin: No sé de qué estás hablando

Idiota: …

Idiota: Tu padre creyó que tú y yo nos acostamos porque tenía el cinturón abierto cuando bajamos de TU cuarto

Al leer eso, Karin rememoró el momento. Ella creyó que su padre había visto las cámaras y por ende, había hecho la insinuación por Sasuke, no por Suigetsu. En cualquiera de los dos casos, no había pasado nada. Sin embargo, si lo pensaba bien, ahora con el asunto del cinturón, todo parecía indicar que ella estuvo con los dos al mismo tiempo.

—Pareciera que los dos se esfuerzan en meterme en problemas —murmuró la pelirroja sonrojada, pero con cierta tranquilidad, porque estaba segura que Orochimaru terminaría hablando con el ginecólogo y él tendría que haberse dado cuenta que nada pasó.

Karin: No sé de qué diablos hablas

Idiota: Estaba en el baño cuando gritaste y subí corriendo a tu cuarto. No me abroché el cinturón y…

Idiota: Creo que no iré a tu casa un tiempo.

Karin: Nadie te invitó

Tras ese mensaje, Karin ignoró las notificaciones de Suigetsu que seguramente eran insultos y reclamos y pasó a ver el mensaje de Orochimaru. De hecho, originalmente ese era el mensaje que quería ver primero, pero al dar click en la pantalla para hacerlo, llegó la notificación del mensaje del albino y se metió a la conversación por accidente.

Padre: Me fui al hospital

Decía el primer mensaje a las nueve de la mañana, y pasada las once de la mañana había un segundo.

Padre: Hubo un problema en el laboratorio. Tienes que venir a sacarte otra muestra de sangre.

Karin miró el reloj en la pantalla y se dió cuenta que ya era la una. Le sorprendía que su padre no hubiese llamado ya, ordenándole que fuera corriendo al hospital

Temerosa, decidió ser ella quien llamara. Seguramente iba a regañarla por dormir hasta tarde, pero era mejor ser ella quien diera el primer paso y reconociera su error que dejar que él la llamara con la paciencia colmada.

Orochimaru pareció tranquilo cuando ella se comunicó con él y no era la tranquilidad inquietante que anunciaba algo aterrador. Además, gracias a que ella debía estar en ayuno para la muestra de sangre, y que ella mintió diciendo que recientemente había desayunado, ganó tiempo.

La indicación que Karin recibió de su padre, fue ir al siguiente día por la mañana sin desayunar a menos que de nuevo sintiera la extraña hambre. En ese caso, debía ir al hospital rápidamente sin comer nada para que le sacaran la muestra.

Karin se sintió un poco más tranquila al haber ganado tiempo, pero al mismo tiempo, se preguntaba qué debería hacer para seguir evitando esas pruebas de sangre, pues sabía que no podían reemplazar la muestra con sangre de animal. En el laboratorio se darían cuenta rápidamente que no era sangre humana.

Por otro lado, tampoco podía sólo pedirle al chico lobo que cambiara las muestras por la sangre de otra persona, principalmente porque su tipo de sangre era poco común, así que sería difícil encontrar a un donante.

Mientras pensaba en ideas, se puso a limpiar la mancha de sangre que quedaba y como no pudo quitar toda, puso un tapete allí. Después, se metió a bañar antes de que pasara cualquier otra cosa o llegaran visitas inesperadas y aunque se dedicó a pensar en ideas para lo de la prueba de sangre, no pudo evitar mirarse la piel buscando anomalías cómo el chico había mencionado.

Recordaba que él se había comportado tan minucioso que la puso nerviosa, pero más que nada había sido vergonzoso que él le señalara su aroma. Era la primera vez que estaba tan sucia, desaliñada y nada presentable frente a un chico que le gustaba y la verdad, es que también se preguntaba por qué le gustaba.

Era innegable que era guapo, sexy, y aunque un poco extraño, muy a su manera era bastante atento con ella, pero también era mandón, invasivo y pegajoso, tres características que no soportaba en una pareja. Sin embargo, ahí estaba él, poniéndola nerviosa y deseosa de estar a su lado como si la hubiese hechizado.

¿Y si sí la hechizó? A esas alturas ya podía creer que cualquier cuento de hadas y de terror existían, así que no podía descartar la posibilidad.

La idea de estar hechizada le aterraba. Ya no estaba segura si sus decisiones eran suyas o la manipulaban y de nuevo se preguntaba si de verdad estaba bien ocultarle las cosas a su padre.

Su mente tuvo muchos más pensamientos al respecto mientras se bañaba y deseaba investigar en internet más sobre hombres lobo aunque el joven le hubiese dicho que no todo era verdad. Además, quizá si lo buscaba como él los llamaba, Mannaro, encontraría información más precisa.

Cuando Karin salió de bañarse se sentía más fresca y relajada aún cuando no tenía solución a sus múltiples dudas y problemas. Sabía que no podía hacer mucho, pero sí que recordó buscar en línea algo sobre los "Mannaro".

Karin llegó a temer no encontrar nada usando el nombre que Sasuke usaba para dirigirse a los hombres lobo, y aunque en efecto, no encontró mucho, si que halló una página donde hablaba sobre los Mannaro.

Según el artículo, eran hombres guerreros que se transforman en lobos u osos y de hecho, cada uno tenía un nombre particular, pero Mannaro era la forma general en que se les conocía.

"...Entre los antiguos germanos,4 los úlfheðnar (úlfheðinn: vestido de lobo; úlfhe= lobo, heðinn= la casaca de piel sin mangas y con capucha) eran hombres poseídos del poder de la bestia que actuaban cubiertos con la piel del lobo, gritaban y eran dotados de una fuerza y coraje sobrehumanos volviéndose invencibles en las batallas. Estos guerreros eran consagrados al dios Óðinn al igual que los berserkir. La palabra berserkr, se compone de: bera= oso; serkr= camisa, túnica sin mangas, hábito militar…"

El artículo señalaba que se trataba de una leyenda o mito nórdico y había una recopilación de historias sobre los hombres lobo como folklore y sus características. Sin embargo, lo que a Karin más le llamaba la atención, era que según la información, originalmente los Mannaro eran humanos que se transformaban para luchar en la guerra. Necesitaban una preparación mágica para conseguirlo y no había algo como una transformación involuntaria.

Claro que ella recordaba que el azabache le había dicho que las historias de los humanos estaban erradas, pero es que ese mito sonaba más próximo a lo que ella estaba pasando. Además, él también le había mencionado que la pareja primordial de los Mannaro habían sido humanos.

Ella llegó a pensar que quizá, esos guerreros habían dejado embarazadas a mujeres que dieron a luz a su especie, pero en ese mismo artículo, aunque sí mencionaron a algunos Mannaros que se robaban a las mujeres para placer y las devolvían después de un tiempo, no se mencionaba nada de hijos. Por otro lado, si realmente eran guerreros, seguramente tendrían familia en algún momento y si esa transformación fuera heredada, entonces el artículo no hablaría del entrenamiento que esos guerreros tenían que pasar para conseguir transformarse.

—¿Y si en vez de entrenamiento es esto que me está pasando? —se preguntó ella, pero lo descartó de inmediato porque el chico le había dicho que a ella le estaba costando por rehusarse a aceptar su naturaleza y que el resto sólo sentía en su cuerpo una molestia.

Ojalá ella pudiera sentir sólo una molestia. Era muy doloroso y esa noche sería su cuarta noche en esas circunstancias. Estaba harta de ello.

No importaba cuánto lo pensara, sabía que tendría que esperar a que esa tal Sakura le explicara las cosas. Sin embargo, no podía dejar de intentar adivinar. Además, seguía sin saber qué excusa iba a dar para ausentarse de la casa.

El resto del día, salvo por los múltiples pensamientos, Karin tuvo un día normal y tranquilo, pues Suigetsu no se atrevió a poner un pie en la casa, aunque si mandaba mensaje que la pelirroja tardaba en contestar o se esforzaba en hacerlo enojar para que él no volviera a tocar el tema de su estúpido vampirismo. Con ese asunto de los hombres lobo, ella no estaba de humor para lidiar con él.

Sasuke tampoco se apareció en su casa como había prometido, por lo que Karin se sentó sola a comer, algo que la hizo sentir incómoda de repente.

—Creo que lo extraño —murmuró sonrojada y confundida mientras daba una mordida distraída a la pizza.

Por el trabajo de su padre y el de su hermano, ella pasaba mucho tiempo sola en la casa. Estaba acostumbrada y aún cuando de vez en cuando tomaba trabajos de medio tiempo y en vacaciones de tiempo completo, la soledad nunca la había puesto melancólica desde que fue adoptada. Sin embargo, ahora se sentía como si toda la vida se hubiese sentado a comer junto a ese chico que no tenía ni un mes de conocer, sin mencionar que no se vieron en tres semanas y lo extrañaba como si fuera la primera vez que comía sin él.

Hablando de comida, tenía que ir a comprar algo para cuando esa hambre extraña apareciera, pues además de que era una sensación horrible, tenía miedo de que si no comía la carne, quizá atacaría a alguien. Claro, esto eran suposiciones suyas, ya que el chico no le había dicho que pudiera pasar, pero uno nunca sabía. Además, sería mejor tener algo en la casa que esperar que el azabache llevara otro animal muerto a su cuarto.

Fue una gran impresión ver un venado muerto en su cuarto y a Sasuke sacándole el corazón para ofrecérselo. Si se detenía a pensarlo detenidamente, esa imagen era macabra en varios sentidos, pero recordaba que al principio se sintió enojada y después halagada.

Karin trató de seguir su día aún cuando seguía anhelando el regreso del azabache, pero cada cierto tiempo miraba el reloj esperando por la noche. Sin embargo, este sentimiento de extrañarlo se esfumó cuando el hambre regresó con más fuerza que los días anteriores.

Para esta situación, la pelirroja había comprado un bistec para asarlo y lo había cocinado antes de que el hambre empezara para no tener que sufrir la sensación por largo tiempo. Empero, cuando terminó la pieza de carne, a diferencia de los otros días, no fue suficiente. Aún tenía mucha hambre.

Ella había comprado más bisteces para los días faltantes, uno por cada día y ahora ya estaba sacándolos para prepararlos y comerlos porque uno no había sido suficiente. Además, mientras se apresuraba a sacarlos del refrigerador, recordaba el sabor del corazón de venado que había comido el día anterior. Había sido más rico de lo que hubiese pensado y le gustaría un poco más.

Los bisteces aún estaban en la sartén cuando de repente, Karin corrió a la entrada de la casa, abrió la puerta y regresó a toda prisa a la cocina.

—¿Qué cocinas? —preguntó el recién llegado en un especie de gruñido que dio cuando olisqueó el ambiente. Había algo mal y él lo había percibido desde antes de llegar frente a la puerta.

—Bisteces —respondió Karin impaciente por comer. Ni siquiera lo volteaba a ver y tampoco se dio cuenta que el motivo por el que ella fue a abrir la puerta, fue porque pudo oler y oír al chico cerca.

—Eso no va darte suficiente energía —respondió el azabache que llevaba una bolsa de plástico grande color azul que parecía tener carne dentro. Seguía olisqueando el ambiente.

—Me funcionó con una chuleta.

—Cerca de la Luna llena, vas a necesitar carne fresca y mayor cantidad. Es mejor si la comes cruda —insistió el azabache entregándole la bolsa y olfateando aún más— Cómete esto, lo cacé antes de venir, así que es más fresco que eso que tienes ahí.

—No voy a comer crudo —respondió la pelirroja echando una mirada a la bolsa.

A pesar de verse menos apetitosa que el corazón del día anterior, Karin no sintió repulsión esta vez, pero los bisteces ya estaban cocidos y los quitó de la sartén a toda prisa para comerlos en cuanto estuvieran lo suficientemente fríos.

El azabache la miró comer permaneciendo en silencio con la bolsa en la mano y aún olfateando en su sitio, pues ella no recibió su obsequio y cuando ella terminó las tres piezas de carne, hizo un mohín.

—Toma —él le insistió para que tomara la bolsa.

El hambre había disminuído un poco con esos bistecs, pero ella no se sentía satisfecha y aunque quería seguir resistiéndose a aceptar lo que el chico le ofrecía, terminó por tomar la bolsa y miró dentro.

—No voy a comer carne cruda —insistió la pelirroja al ver el contenido, pero no perdió el tiempo para lavar un nuevo corazón ensangrentado y lo que parecía ser un muslo de venado ya sin piel, o al menos eso intuyó. Quería cocinarlos tan rápido como pudiera para comerlos y por sobre todo, anhelaba comer el corazón de la misma forma en que lo había hecho el día anterior.

—Si los comes sin cocer, te sentirás satisfecha más rápido. La carne cruda tiene más nutrientes —él se paró detrás de ella para tomar mechones de su cabello que olisqueaba mientras ella lavaba la carne. Él no parecía tan contento con el olor— Necesitas mucha proteína para llenarte de energía y prepararte para tu transformación.

—Me da asco sólo pensarlo —respondió la pelirroja que repetía su receta con el corazón y el muslo.

—Si vas a seguir haciendo eso, entonces voy a tener que traer mucha más carne mañana para que quedes satisfecha —le advirtió aunque para el chico, eso no significaba ningún problema.

—¿Cómo crees que voy a poder comer tanta carne yo sola? —replicó la chica indignada, pero no dejaba de preparar— ¿Acaso me estás diciendo gorda?

—Vas a comer más de lo que acostumbras como humana en fechas cercanas a la Luna llena de ahora en adelante —se pegó a ella para sentir su cuerpo contra el suyo, pero lo suficientemente suave para que ella pudiera seguir moviéndose— Especialmente la necesitarás para convertirte en loba o humana y para crear ilusiones.

—No sé si quiera convertirme seguido en loba. Viviendo en la ciudad, no le veo mucho el caso. Si pudiera, tampoco lo haría ahora —respondió Karin concentrada en cocinar. Le apremiaba tanto comer, que ni siquiera prestaba atención a lo que el chico hacía ni a las sutilezas de lo que decía mientras ella pudiera terminar de cocinar— Aunque no voy a negar que las ilusiones serían muy útiles, pero no quiero comer carne cruda y no creo poder comer tanto como dices.

Las primeras palabras de la chica lo hicieron gruñir, pero se contuvo a replicar al respecto, por el contrario, le señaló algo más.

—Acostúmbrate a comer carne cruda por los cachorros. El embarazo de las lobas requiere el doble de carne de lo que comas usualmente en Luna llena —dijo conteniendo su enojo, pero puso sus manos en el vientre de la chica y la haló hacia él. Recargó su barbilla en el hombro de la pelirroja y frotó su mejilla con la de ella— Puedo cazar suficiente si insistes en comer cocido, pero es más saludable para ti y los cachorros que coman crudo. Es lo más natural para los Mannaro.

—No puedo cocinar así —dijo ella alejándolo para poder tener libertad. Para Karin, no existía nada más importante que satisfacer el hambre que tenía, de modo que ni siquiera estaba pensando las cosas. Podría llegar cualquier persona y a ella no le importaría.

—Pierdes el tiempo de los dos —gruñó el joven lobo entre dientes.

Karin había picado toda la carne del muslo con premura y la puso en la sartén donde había puesto el corazón cuando ya había servido este último en un plato esperando que al terminar de comerlo, el otro platillo ya estuviera listo. Ni siquiera miraba al azabache que estaba evidentemente enojado con el rechazo, pero algo en ella la hizo voltear hacia él con el plato en las manos.

—¿Quieres? —le ofreció al azabache y este suavizó la expresión de su rostro. En silencio, él tomó trozos del plato y los comió junto a ella.

—¿Por qué hueles raro? —preguntó él mientras comía.

—¿A qué te refieres con raro? —preguntó Karin comiendo ansiosa, pero su mente se sentía más clara que hacía unos minutos.

—Hueles como si estuvieras escondida entre las flores. Unas flores extrañas —señaló comiendo con ella.

—Se llama perfume, es para oler mejor —respondió la pelirroja dando el último bocado— Ya no apesto ¿verdad?

—No me gusta, quítatelo. Apenas puedo percibir tu aroma porque apestas a eso —refunfuñó el chico descontento— Por esa cosa también me costó trabajo encontrarte, cuando fui a tu campamento.

—Primero te quejas de que olía mal en la mañana y ahora te quejas de mi perfume más caro —replicó la pelirroja descontenta mientras ponía la carne de la sartén en su plato aún cuando se veía que habían partes poco cocidas.

—Yo no me quejé en la mañana. Olías muy bien.

—¡Apestaba a sudor! —exclamó la chica sonrojada y enseguida intentó comer un trozo de carne, pero aún estaba caliente.

—Olías a lo que se supone que debes oler: a ti misma, a hembra —señaló frunciendo el ceño de nuevo, pero cuando Karin le ofreció más carne de su plato mientras ella ya masticaba algunos trozos, de nuevo ablandó su expresión y comió.

—¿Te gusta que apeste a sudor y suciedad de días sin bañarme? —preguntó Karin cuya mente se aclaraba con más facilidad con los trozos poco cocidos.

—Cuando nos bañamos con agua disminuye la intensidad de nuestro aroma natural, pero esa peste que traes te arruina por completo —respondió para luego molestarse de nuevo— Es por tu aroma que me acerqué a ti y te encontré, y con esa peste, es como si quisieras ocultarte de mí o alejarme de tu lado.

—Sólo es un poco de perfume y no puedo quitármelo a menos que me bañe —respondió menos ansiosa al comer, pero sin dejar de meter trozos de carne a su boca— Además, ya no huele tanto como cuando me lo puse.

—Voy a quitártelo en cuanto acabemos de comer —le aseguró el chico.

—No voy a bañarme ahora. En poco tiempo vendrán esos horribles dolores y también tienes que saber que mañana mi padre me sacará más sangre —comentó la pelirroja presurosa al recordar esos detalles ahora que su mente estaba más clara— No puedo evitar que lo haga y no puedes reemplazar mi sangre con la de un animal porque mi padre se dará cuenta de inmediato que no es humana.

—¿Por qué tienes que dejar que te saque sangre? —gruñó descontento y dio un último bocado.

—Porque es lo que se supone que tengo que hacer para que la analicen y vean que no tengo ninguna enfermedad —dijo Karin comiendo los últimos trozos de carne que quedaban— Si me niego, va a ser muy sospechoso y tendré menos probabilidades de poder ir contigo a donde quieres llevarme.

—¿En qué momento te sacarán sangre? —preguntó Sasuke tras pensarlo un momento.

—Mañana al amanecer —respondió la pelirroja chupándose los dedos. Sin duda el venado resultaba muy bueno.

—Si vuelves a tener ataques como hasta ahora, no podrás ir. Tienes que descansar después de ellos.

—Tengo que buscar la forma de hacerlo o van a sospechar. Estoy haciendo lo que puedo para cubrirte —respondió Karin— Te pediría que hicieras una ilusión sobre eso, pero llamará la atención que no encuentren la muestra después.

El azabache dió un bufido.

—Sakura podría ayudarme con esto, pero no quiero dejarte sola.

—¿Puedo preguntar quién es esa tal Sakura? Es que no dejas de mencionarla y parece alguien importante —preguntó Karin incómoda, pues desde que leyó aquello de los Mannaro que robaban mujeres, llegó a preguntarse si los hombres lobos no eran como los animales que en grupo, eran puras hembras y un solo macho— ¿Es tu novia o algo por el estilo? —él gruñó— Es que no sé cómo sean las relaciones de los hombre lobo y sólo sé que los lobos viajan en manada, así que…

—Después hablaremos sobre ella. Hay cosas que no deberás mencionarle por el momento.

—¿Por qué? No me digas que sí es tu novia y la estás engañando conmigo, porque si es así…

—No tenemos tiempo para esto. Pronto vendrán los ataques —Sasuke la interrumpió— Intentaremos que hoy el ataque sea menos agresivo. Así podré ir a buscar a Sakura para ayudarme con tu sangre —ella iba a decir algo, pero él se le adelantó— Si no, esperaré a que se te pase y la iré a buscar rápidamente.

Karin se sentía contrariada porque por un lado, él estaba siendo atento al expresar que no quería dejarla sola en un momento tan difícil, pero que no pudiera responder con un sí o un no su pregunta, la enojaba y la ponía celosa.

—¡Hablo enserio, no quiero ser amante de nadie! ¡Tampoco quiero ser una más!

—Tengo que quitarte ese olor primero. Me incomoda —dijo obviamente evadiendo el tema, se acercó a ella y comenzó a abrirle los botones de la blusa.

—¡No hagas eso! ¡Ya te dije que no puedes ir quitándole las blusas a las chicas por ahí a tu antojo! —exclamó la pelirroja empujándolo— Además, ¿por qué crees que voy a acostarme contigo si ni siquiera puedes contestarme algo tan simple?

—No voy a aparearme contigo, sólo voy a quitarte esa peste —insistió él acercándose a ella de nuevo, pero esta vez no le abrió la blusa— Quítate la ropa para que sea más sencillo impregnarte el mío.

—¡No! —exclamó Karin aún sonrojada.

—Se supone que debas oler a nosotros —se acercó y tiró de ella para pegarla a su cuerpo— Si no, se te acercarán otros queriéndose aparear.

—¿Qué otros? ¿De qué…? —preguntó Karin nerviosa, pero fue interrumpida con el sonido de su celular. Era Suigetsu que la estaba llamando.

—Cualquier otro —respondió el azabache gruñendo mientras frotaba su mejilla contra la de ella.

—Espera, voy a contestar —Karin, nerviosa, trataba de alejarse del chico y usaba la llamada como excusa, pues aún tenía la inquietud sobre esa tal Sakura.

Ella contestó mientras trataba de alejarse de él, pero él era más fuerte y aunque le incomodaba pensar que él le estuviera poniendo el cuerno a una novia con ella, tampoco tenía mucha voluntad para separarse.

—Deja eso —ordenó el chico, pero ella ya había contestado.

—¿Si?

—¡No has contestado mis mensajes! —reclamó el albino.

—¿Por qué voy a contestar reclamos? Tengo cosas más importantes —respondió Karin dejando de luchar por librarse de Sasuke, mientras este, frotaba su cara en los hombros y cuello de la chica— Oye, no hagas eso, me haces cosquillas en el cuello.

—¿Con quién estás? —preguntó Hozuki.

—No —contestó el azabache a la pelirroja y el albino si que lo oyó.

—¿Karin? ¿De quién es esa voz?

—Estaba hablando con mi vecino cuando llamaste y su perro no deja de restregarse en mi —respondió la pelirroja tratando de no tartamudear y el chico lobo gruñó.

—Entonces ¿ya te sientes mejor? —preguntó Suigetsu convencido de lo dicho por ella cuando oyó el gruñido.

—Si, es sólo que… ¡Ay!

Karin comenzó a sentir los dolores nocturnos. Eran parecidos a los del día anterior.

—¿Qué pasó? —preguntó el albino pensando que quizá el perro le había hecho algo.

—Tengo que colgar —respondió la pelirroja y antes de que su amigo pudiera decir algo, ella ya había presionado el botón correspondiente.

—Déjalo salir —indicó el azabache mientras la sostenía.

—Es fácil decirlo —protestó Karin, lo que le provocó dolores más fuertes.

—Ya te dije que entre más te rehúses, más doloroso va a ser. Sólo relájate y déjalo salir.

—Ayúdame a ir a mi cuarto… si mi padre o mi hermano…

Sasuke la cargó en brazos y la llevó hasta su cama. Él había leído su mente y se daba cuenta que Karin se sentía estresada y con miedo de que fueran a descubrirla y por esa razón, inconscientemente se resistía a la transformación. Sin embargo, no había tenido la oportunidad de decirle nada porque durante esas crisis, ella se desmayaba o estaba demasiado dolorida para escucharlo.

—No tienes de qué preocuparte. Sólo déjalo salir. Yo estoy aquí para evitar que ocurra algún problema —le dijo acostándose a su lado y pegándola a su cuerpo— Si alguien viene, crearé ilusiones para que no te vean en este estado. Confía en mí. Yo te cubro las espaldas.

—¿Y si me vuelvo loca? ¿Y si daño a alguien? —preguntaba Karin entre dolores.

—No vas a perder la conciencia transformada y si lo haces, yo te contendré —él se seguía frotando contra el cuerpo de ella, no como algo sexual, sino porque insistía en mantener su olor en ella— Mi deber es protegerte, especialmente en tu estado más vulnerable.

Aquella noche, fue diferente a las otras y Karin no estaba segura de considerar que fuera mejor. Es decir, en las otras ocasiones, ella sufría un dolor tan grande que no podía ni hablar ni moverse al punto de desmayarse del cansancio cuando se calmaba y despertar por los mismos dolores. Sin embargo, en esta ocasión fue diferente.

Karin aún sentía un dolor intenso, pero de vez en cuando podía hablar y cuando pasaba, podía relajarse y dormir un rato. Incluso, hubo veces en que el dolor no la despertaba, por lo que pudo dormir más tiempo.

Cada vez que estaba despierta, Sasuke seguía restregándose, oliéndola y acariciando su cabello y Karin, que se sentía agusto con esos gestos, pero que le seguían pareciendo extraños, fingía que su dolor era más fuerte de lo real para no pelear por alejarlo ni insistir con aquello que aún la tenía inquieta, pues obviamente él no quería explicarle su relación con Sakura, porque estaba segura que él sabía que a ella aun le inquietaba el tema.

—Si vas a ir a buscar a esa tal Sakura, deberías ir ahora —comentó Karin de repente cuando un lapso de dolor había pasado y Sasuke la acurrucaba en su pecho.

—Aún no amanece.

—Pero no falta mucho y ya debo prepararme para ir al hospital —señaló la pelirroja que había mirado el reloj. Eran las cuatro y media de la mañana.

—Te acompaño hasta que amanezca.

—Debes ir rápido para que te diga cómo evitar el análisis de sangre, porque a mí lo único que se me ocurre es conseguir a alguien que tenga el mismo tipo de sangre que yo para cambiar su sangre por la mía.

—Mismo tipo de sangre…

—Son grupos sanguíneos que…

—Sí sé lo que son —dijo muy serio y no porque le hubiese enojado que ella intentara explicárselo, sino porque se había quedado pensativo.

—Anda, vete. Aprovecha el tiempo para hacer lo que tengas que hacer —Karin se separó de él y se sentó en la cama— Tengo que cambiarme y veré si puedo ganarte algo de tiempo.

—¿Estarás bien?

—Los últimos dolores no fueron tan intensos, creo que puedo llegar al hospital por mi cuenta.

Sasuke no se veía convencido con lo que la chica le decía, pero se había dado cuenta que si que necesitaba todo el tiempo que estuviera en sus manos para buscar una forma de evitar que analizaran la sangre de la pelirroja.

—No salgas si no puedes soportarlos —le dijo tomándola del brazo con tosquedad, pero sin intención de lastimarla.

—Sé cuidarme sola. No te preocupes —respondió la pelirroja soltándose de él y poniéndose de pie. Aquello no pareció gustarle mucho al joven.

—Volveré tan pronto como pueda —dijo poco convencido y lamió la mejilla de la chica antes de irse.

Karin pudo percibir la renuencia del chico de irse, pero ella comenzó a buscar su cambio de ropa para que él se fuera antes de que el dolor volviera.

El azabache terminó por irse y al poco de su partida, la pelirroja volvió a sentir los dolores de su cuerpo, pero ahora fueron más fuertes, muy parecidos a los de la noche anterior, pero más soportables. Sin embargo, tuvo que esperar a que amaneciera para ir al hospital por su cuenta.

Orochimaru no estaba feliz con su llegada tardía, pero no la regañó ni dijo nada al respecto. Quizá porque ella le había inventado que hubo una falla con el calentador de agua y al final, no se había podido bañar.

—¿Qué problema hubo en el laboratorio? —preguntó Karin cuando ya estaba en el consultorio. Ella sospechaba que le dirían que la sangre que analizaron era de ratón al recordar lo que el chico lobo le dijo.

Por supuesto, también estaba nerviosa porque sabía que le sacarían sangre y no sabía si Sasuke podría ayudarla con ello. Al menos le había ganado tiempo.

—Uno de los laboratoristas cometió la torpeza de tropezarse y rompió varias muestras de sangre —respondió Kabuto preparando lo necesario para sacarle sangre a Karin.

—Hemos estado recuperando las muestras perdidas, pero las de circunstancias particulares como la tuya han sido difíciles de obtener —comentaba el mayor— ¿Ya no has tenido el hambre voraz o los dolores del otro día? —la miró de tal forma, que Karin se sentía culpable— Tu muestra perdida la tomamos durante el hambre que sentiste y sería bueno poder tomar otra en esas circunstancias.

—No, ya no he sentido nada de eso —respondió Karin tratando de no titubear por la culpa— Sólo mucho sueño y cansancio.

—De todas formas vamos a tomarte otra muestra. Si hay otra irregularidad la identificaremos y si vuelves a tener algún síntoma, tomaremos otra muestra de sangre —dijo Orochimaru mientras Kabuto le hacía una señal a la pelirroja para que se levantara la manga de la blusa.

—¿Respetaste el ayuno? —preguntó Kabuto.

—Si. Llevo casi doce horas sin comer nada —respondió la pelirroja y su estómago respaldó lo dicho protestando.

—Bien. Veremos si la mutación sigue avanzando —comentó Kabuto acercándose con la aguja.

—¿Y cuánto tiempo llevará analizar la muestra? —preguntó Karin— Supongo que con lo que pasó, tardará.

—Me he quedado por la noche para ayudar con los análisis atrasados —respondió Orochimaru— Así que muy probablemente tengamos tus resultados por la tarde.

—¿Por la tarde? ¿A qué hora? —preguntó Karin alarmada, aunque ello ayudó a contribuir a pensar que ella seguía ansiosa por saber qué tenía.

—Yo te llamaré cuando los tenga —aseguró el hombre.

—De acuerdo —contestó la pelirroja inquieta, pues eso no le daría mucho tiempo a Sasuke para volver y hacer algo para que no descubrieran nada extraño en su sangre.

Kabuto recolectó la muestra sin inconvenientes y le dieron la indicación a Karin para que volviera a la casa. Ella no tuvo de otra más que obedecer y de hecho, se apresuró a llegar esperando encontrar a Sasuke para advertirle del poco tiempo que tenían, pero él no estaba allí.

Por algunas horas, Karin estuvo angustiada esperando al chico lobo para hablarle del problema que tenían con lo de su muestra de sangre, pero él no llegaba. La angustia ni siquiera le permitía recordar que llevaba horas sin comer, pero en cuanto percibió el aroma del chico y el ruido de sus pasos acercarse a la casa, ella salió corriendo a buscarlo.

—Tenemos que apurarnos, mi padre revisará la muestra y ya hemos perdido mucho tiempo. No sé si…

—Ya solucioné eso —le respondió el chico pegándola a su cuerpo.

—Pero…

—Quedan dos noches antes de la Luna llena. Debes buscar la forma de convencerlos de que estás sana para ir con Sakura —insistió el chico olisqueándola— Por ahora todo parece estar en orden, pero si pasa algo, debes estar preparada para huir si es necesario.

—Hablemos de eso en la casa —respondió Karin separándose de él, pues notaba que la gente en la calle los miraba curiosos y extrañados por la forma en que él se le acercaba— Quiero saber qué fue lo que hiciste.

Descontento por la forma en que ella se había alejado y además ahora avanzaba hacia la casa sin él, el azabache frunció el ceño, pero decidió seguirla, porque aunque a él no le importaba el resto de la gente, sabía que estaban llamando mucho la atención.

—Haz una maleta de emergencia con lo que consideres más importante. Cosas como ropa, zapatos y demás, Sakura podrá darte algo cuando…

—¡Un momento! —Karin detuvo al azabache— No voy a ir a ningún lado, hasta que no me aclares quién es esa Sakura. En serio, no voy a hacer de amante. No sé cuáles sean las costumbres de los lobos o los Mannaros, pero tampoco estoy dispuesta a ser una de muchas mujeres para un hombre —la pelirroja le señaló con firmeza. Por poco olvidaba el asunto de "Sakura", hasta que él la mencionó— Ahora, responde.


¿Qué habrá hecho Sasuke para poder engañar a Orochimaru? ¿Qué papel juega Sakura en todo esto? ¿Cuál es la dinámica social y de pareja de los Mannaro? ¿Por qué Sasuke no le ha explicado nada de ello a Karin? ¿Sasuke se lo dirá o intentará algo más para evadir la respuesta? ¿Qué otras interrogantes les nacieron?

Espero poder ver sus dudas y teorías en los comentarios n.n

Quiero avisar que la cita que se encuentra en el fic, aquella que Karin ha leído de internet, es una cita real. Quise poner el link de la página para que puedan consultarlo y leerlo si les interesaba, pero la plataforma no lo permite. Sin embargo, si les interesa leer más al respecto, tecleen en gogle "La leyenda del Lupu mannaro" y el primer artículo es el que he citado.

Para la realización de esta historia, me he basado en películas, series, cuentos, mitos y leyendas. Pienso que quizá ya han identificado algunas, pero las enlistaré al finalizar la historia por si tienen curiosidad. Por supuesto, sólo los he tomado como referencia, así que no esperen una copia o un seguimiento fiel. También hay mucho de mis ocurrencias n.n

Sé que a muchos les pareció extraño que usara la palabra "Mannaro" para los hombres lobo, pero quise esperar hasta que Karin buscara sobre ello para explicarles de dónde he sacado el término n.n

A todos los que me han apoyado con las lecturas, favs y follow en wattapad en la nueva cuenta, se los agradezco mucho. Recuperar lo que llevaba será un camino largo, pero con su apoyo, todo será más rápido y sencillo. Finalmente, estás historias son para aquellos quienes quieran leerlas, pero tener un posicionamiento ayuda a que sea más sencillo que le lleguen a otras personas que les interese.

Igualmente, les agradezco a todos su apoyo. De mi parte, seguirá habiendo más historias y por sobre todo, SasuKarin n.n

¡Hasta la próxima actualización!