Disclaimer: El universo Frozen no me pertenece. Los prompts listados no son idea mía, sino de la persona que lo sugiera, o quien administre la página o cuenta que los dé.

NA: Este espacio es para acumular los escritos que haga animada por palabras, retos, peticiones, fanarts, etc. En general realizados sin mucha planificación o tiempo. Será entretenido para ustedes y para mí. (Quizá en algún momento me anime a hacer esas listas de actualización diaria en un mes.)


Prompt: Incluir en una historia cualquiera de las palabras; esconder, sentimientos, hora de acostarse, funcional, abultado, decadencia. (Adm. Helsa Amor Verdadero)

Clasificación: K+, General


Una noche


El sonido del reloj anunciaba que hacía mucho fue la hora de acostarse, pero para Hans era el momento perfecto de escabullirse entre los oscuros pasadizos del castillo e ir hacia una de sus actividades favoritas del día. Después de largas jornadas teniendo que soportar a una apenas funcional reina, su séquito y el Consejo de Arendelle, visitar los rincones secretos de la residencia era lo mejor para lidiar con la odiosa tarea de "diplomático".

Kaleb le había dado el cargo para regocijarse de su sufrimiento. Nada podía causarle mayor vergüenza que el lugar donde comenzó su decadencia, ahora gobernado por la mujer de quien se burló. Su hermano había creído que detestaría estar en ese reino, aunque ese no sería su único júbilo, pues las Islas del Sur saldrían ganando del afán de Hans de hacer lo posible por no darle el gusto a Anna.

Algo que efectivamente ocurría; antes que ofrecerle todo lo bueno a Arendelle y poner una sonrisa de suficiencia en la molesta pelirroja, pelearía con grandiosos argumentos que generaran un resultado justo, y hasta más provechoso para la nación que representaba.

Lo que realmente su hermano no veía es que Hans no pondría la balanza a favor de él o su fugaz prometida, sino para sí mismo. Tomando en cuenta a ambos reinos, actuando con diplomacia y corrección, solo cambiaba la imagen que todos tenían de él, dejando una impresión favorable de su persona al mostrar que había madurado y se resarcía por su comportamiento de cuatro años atrás (el cual lo castigó con la horrenda labor en los establos, feliz de ya no tener por esa nueva posición). Otorgar una ganancia para cualquiera de los reinos era una mera consecuencia de su objetivo principal.

Y Kaleb tampoco se percataba de lo importante que era un cargo como diplomático en Arendelle, país que en la actualidad rivalizaba con otras potencias europeas solo por tener a la joven que controlaba la nieve y, se rumoreaba en otras partes, poseía especial conexión con los elementos terrestres. Muchos hacían lo que fuere para estar en ese reino y a él le habían otorgado el privilegio sin haberlo pedido.

…que fue superior cuando Su Majestad ordenó que viviera en el castillo para mantenerle vigilado.

—Ay, Anna, si supieras que el guardia de la entrada nunca se entera de mis escapadas nocturnas —murmuró Hans mientras palpaba las piedras en la pared para ubicar la zona del castillo.

Habló bajo, si bien nadie lo escucharía; varias noches había lanzado un objeto abultado y ruidoso al suelo y en ninguna hubo señales de que lo oyeran, como voces alarmadas o comentarios de fantasmas durante el día.

Tampoco lo atraparon, abriendo una de las muchas entradas en los laberínticos túneles, a veces recorridos a gatas, encorvado, de lado, o arriba de la altura del piso principal.

Suponía que había algo que impedía al mundo exterior enterarse de ese lugar, hasta mágico, si pensaba en las habilidades de la antigua regente.

Asimismo, se preguntaba si las dos jóvenes conocían la existencia de esos pasajes.

La runa en la pared le indicó que había llegado a la biblioteca, su meta final. En los meses allí había conocido toda la extensión de los corredores ocultos, así que se había propuesto investigar al respecto en la vasta colección de aquel cuarto, mas sacaba los libros a una hora donde nadie estuviera pisándole los talones y sospechara. La madrugada era el momento idóneo.

Como siempre, tuvo cuidado en comprobar que no sería descubierto al salir —que desde ahí pudiera escuchar lo que pasaba fuera era parte de su intriga e hipótesis de la magia—, y, una vez hecho eso, entró por la puertecilla oculta por un grabado en la parte baja de una columna.

Agradecía ser delgado.

Ya dentro de la estancia, cerró la abertura, que solo se soltaba con verdadera fuerza, y se irguió, guiándose por el recuerdo de su alrededor. En los pasadizos, tras explorar por primera vez, solo llevaba lámpara para deshacerse de las telarañas de vez en cuando, razón de no tener una en ese instante; le estorbaría y llamaría la atención al abandonar el túnel.

Con la intención de continuar su búsqueda en el tomo en que se quedó dos noches atrás, iba a dirigirse hacia el centro de la estancia, donde estaban la chimenea y los artículos para encender un fuego. Sin embargo, pestañeó al caer en la cuenta que la penumbra era diferente a la que daba la poca luz que entraba por la parte superior de las cortinas en las ventanas.

Una sonrisa curvó los labios del bermejo.

Ella estaba de vuelta.

En lugar de regresar y no ser descubierto, caminó hacia el área principal de la biblioteca, fuente de la poca iluminación.

La princesa de nieve estaba en casa luego de su rutinario viaje al norte, que hacía cada poco desde que se instalara de nuevo en el castillo. Por lo que entendió de Olaf, ella vivía con los Northuldra, familia de su madre, hasta que él viajó a Arendelle, cuando Elsa tomó la decisión de ayudar en la faena de ser su niñera, para la que se turnaba con los guardias.

Como se había adjudicado largas horas, ella debía pasarla muy mal; lo odiaba tanto, al verlo sus orbes cerúleos se tornaban tan brillantes y fríos como un ópalo azul. Sus sentimientos por él eran obvios y Hans tenía la sensación que lo convertiría en hielo y destruiría si surgiera la oportunidad; no obstante, su conducta modelo la había limitado a fulminarlo con sus atractivos ojos, formando un ceño que le daba picazón en los dedos por borrarlo.

Además, tenía que detestar haber cedido a su provocación de jugar ajedrez con él si su horario coincidía con los tiempos libres de él, que se había cansado de su compañía aburrida, diferente a los miembros de la guardia con quienes conversaba. Previo a su aceptación, estando Elsa, empezaba monólogos que lo hacían sentirse como el muñeco de nieve parlante, o solo conseguía narices o bocas arrugadas cuando él sonreía de lado.

Bueno, Hans debía admitir que la platinada —tal vez a regañadientes— cerraba los ojos y suspiraba al oírlo tocar el piano, según descubrió dos veces.

El recuerdo le provocó un extraño golpeteo en el estómago.

Finalmente llegó al estante más cercano a ella, en donde podría ocultarse y observarla al mismo tiempo.

Cauteloso, se asomó y sintió que entraba una gran cantidad de aire a su pecho.

Correspondiendo a sus sospechas, la princesa Elsa se hallaba sentada en uno de los sillones carmesíes de la biblioteca, haciendo un contraste con su figura ataviada de blanco. Lucía tan pura y serena como la nieve que la apodaba mientras leía el libro en su regazo y acariciaba a la criatura en su hombro, una salamandra azul que no se separaba de ella.

«Una noche más sin poder dormir», pensó Hans. No era la primera vez que sucedía esa escena, pero sí fue la ocasión en que reflexionó su coincidencia con su partida al norte. Los días subsecuentes a su regreso tendía a entretenerse en la biblioteca a altas horas, independientemente de si arribaba temprano o muy tarde.

O era el castillo o estar lejos del otro sitio.

Bruni, nombre con el que escuchó se refería a la salamandra, hizo un ruidito y Hans se apartó de la vista de ella.

—¿Quieres que te lea? —preguntó Elsa suavemente, sorprendiendo al pelirrojo. Tal tono nunca había cruzado por sus oídos, ni siquiera si ella hablaba con su hermana en su presencia. Era el que debía reservar para la intimidad, que su enemigo no podía conocer.

De verdad no se lo imaginó de ella, por su crianza y su poder. Tenía una voz agraciada, pero aquel cariz era muy agradable.

La escuchó soltar una risita antes de empezar a leer con una voz sedosa y llena de matices, que le instó a bajar los párpados para apreciarla aún más. Asemejaba a una caricia desbordante de emoción, transmitiendo las intenciones de la poesía que abandonaba sus labios rosas.

—¿Cuánto más nos vamos a esconder?

Casi brincó del susto.

—¿Olaf? ¿Eres tú?

Maldijo en silencio y miró de mala gana al muñeco a su izquierda, que tranquilamente abandonó el escondite.

—Sí, no encontré un libro para mí.

No tenía sentido pedirle a Olaf que le guardara el secreto, pues sería imposible para él, por lo que Hans se dejó al descubierto.

Elsa apartó la vista de su creación para posarla en él, cambiando su expresión relajada y amigable a una adusta.

—No deberías estar aquí. ¿Cómo abandonaste tus aposentos?

—La ventana. —Esperó que no quisiera corroborarlo pidiéndole que recreara su fuga. —Me apetecía un libro, soy incapaz de dormir.

En un breve instante se sintió incómodo por la mentira, una verdadera novedad.

—Entraste aquí antes que nosotros. Y no te anunciaste —aseveró ella con animadversión unida a buena dosis de escepticismo.

—Creí que te molestaría —repuso encogiéndose de hombros. —¿Piensas que soy un idiota por tener un plan maligno en mi mejor momento? —inquirió socarrón.

—Olaf, ¿ocultó algún libro? —preguntó Elsa sin apartar su mirada de él.

—No, estaba escuchándote muy concentrado, hasta cerró los ojos. Parecía gustarle mucho.

Elsa pestañeó desconcertada mientras Hans ansiaba patear al muñeco por bocón y exagerado. La salamandra emitió algo parecido a una risa.

—Busca el libro que desees y te acompañaré a tu dormitorio. A partir de mañana habrá un guardia vigilando tu ventana, sería una crueldad ponerle llave en verano, cuando necesitas el aire.

—Y ustedes no son como yo, que quita algo vital —replicó refiriéndose al fuego para que su hermana no se congelara.

Elsa afiló más su mirada.

Hans se giró, de alguna manera frustrado por la actitud justificada de ella. —¿Sabes?, me contaron la historia de tu abuelo. Qué fácil es mantener el odio hacia mí que no ofreció solución a acciones comenzadas por ti y quiso eliminarte cuando eras un peligro, pero mantener la memoria de un hombre que asesinó por la espalda para tener control de todo.

Una piedra impactó fría contra su espalda y perdió el equilibrio.

Al erguirse, sintió una mano en su brazo, que provocó un estremecimiento en todo su cuerpo.

Asombrado, miró sobre su hombro hacia Elsa, topándose con su cara a un palmo de distancia. Nunca había estado tan cerca y pudo apreciar cada fino detalle de su rostro bello, reparando en unos diminutos puntos que salpicaban sus mejillas. En toda Europa las pecas restaban gracia, pero no a ella, que incluso le dotaban de un aire más terrenal a su apariencia mítica.

—¿Qué has dicho?

Hans repitió sus palabras en su mente y se reprendió. No estaba interesado en pelear ni recordar el pasado, solo quería seguir con su vida; hasta la venganza era un sinsentido que empeoraría sus circunstancias. Afortunado era de no ser enviado como esclavo a plantíos del Caribe por atentar contra las herederas de una corona, y de contar con una posición de poder envidiada por cientos.

No supo lo que Elsa vio en él, pero le dejó libre.

—Todas las noches procura llevar un par de libros a tu habitación antes de dormir —dijo ella con un tono ínfimamente menos apático que de costumbre.

Hans asintió, sin saber qué decir.

De repente comenzaba a sentirse agradecido porque su segunda oportunidad fuese en Arendelle.


NA2: Oh, sí, my friends, aquí voy.

Me trago mis palabras, sé que no iba a escribir de Frozen 2 hasta terminar mis fics actuales, pero no resultó muy extenso (tampoco los otros que ya tengo del mismo universo; es que la inspiración es inspiración). En fin, ¿quién dice que no puede haber Helsa después de esa película no digna de Óscar que despreció a Hans? Es gracioso pensar que él termine como "Embajador" por las razones que enlisté arriba; su hermano fue cab...

Por otra parte, aprovecho el espacio para comentarles a quienes leen "MQB" y "MD", que actualizaré en noviembre, como mucho el mes que sigue, ahora mismo estoy terminando de escribir mi fic de otro fandom para luego dedicarme de lleno a concluir mis dos historias de Frozen en progreso; quiero acabarlas el próximo año a más tardar, porque me pican las manos por comenzar con ideas Helsa postFrozen2 sustanciales (vamos, una viñeta es Probete). Obvio, si me queda vida y sobrevivo (vimos) a este 2020. Esperen unas catorce actualizaciones más aquí este octubre para compensar, tengo trece ya escritas.

Cuídense.

Besos, Karo.