Prompt: Impostor (Página Helsa Amor Verdadero para el Helsatober)

Clasificación: T, Humor, Romance


No es lo que parece


Elsa miró a su alrededor para guardar la mayor información posible en su memoria y hacer un artículo adecuado del evento que estaba cubriendo, el cual era un poco extraño cuando pensabas que se trataba de la presentación de un nuevo juguete. Aparte de ser exclusivo, permitiendo solo el acceso de la periodista y no el fotógrafo, era elegante. Había que vestir de etiqueta, así como ocupar mesas redondas con bonitos manteles, hermosos centros de mesa y cómodas sillas acolchadas.

Además, el salón del importante hotel estaba bien decorado con flores coloridas, esculturas de cristal y telas doradas, nada relacionado con el tipo de evento en mente.

Pero, pese a que le encantara el aspecto de todo, ella no era nadie para cuestionar a la empresa por sus decisiones, solo estaba ahí para realizar su trabajo. Y eso era bueno, pues no le gustaban la clase de eventos donde no conocía a nadie, si bien más de una vez creyó atisbar a alguien familiar.

Como le ocurrió con el mesero pelirrojo que se acercó hacia la mesa contigua con una bandeja de aperitivos.

¿Hans?

Al girarse, vio que él tenía un letrero que decía Karl.

¿Era verdad que había personas en el mundo idénticas a ti?

Cogió la cámara debajo de la mesa y lo siguió para pedirle una fotografía; le mostraría una de Hans para que no se hiciera ideas equivocadas. Por fortuna su brillante vestido azul grisáceo le permitió un andar rápido para no perderlo de vista.

Lo alcanzó cuando iba a entrar a la zona reservada para personal.

—Disculpa, Karl.

Él se detuvo y se giró con una sonrisa educada. Observándolo a una menor distancia pudo ver que tenía las mismas pecas que Hans y… ¿la marca de varicela sobre su ceja?

Inspiró con fuerza y él sonrió atrapado.

—Eres millonario, no necesitas esto.

—Tú también lo eres, preciosa, ¿no quieres ser más que periodista?

Ella bufó, haciéndolo reír.

—¿Qué tramas?

—¿Y si te digo que me gustó mi trabajo universitario? —inquirió él con evidente inocencia fingida, puesto que los dos sabían que ella había presenciado verdaderos momentos dignos de un Óscar.

Puso los ojos en blanco. Claro que él bromeaba; solo se acostumbró al empleo, aunque se vio orillado a él cuando su padre aplicó la estrategia que ponía a todos sus hijos. Esta era pagarles la universidad y dejar que todos los demás gastos corrieran en las manos de sus vástagos, a quienes congelaba sus cuentas durante los años que durara su educación superior.

Era su manera para que maduraran.

Se tardó unos momentos en analizar el comportamiento de Hans.

—¿Te has hecho pasar por alguien que no eres para poder entrar? —siseó furiosa, dando un paso hacia él.

—No voy a dejar que tú tengas la exclusiva, Elsa.

—¡Trabajamos en la misma revista!

—Sí, pero mi nombre irá en este artículo, cielo.

—Por Dios, Hans, no seas un niño, solo es una presentación de un juguete nuevo. Si tanto querías presentarlo, me lo hubieras dicho —reprendió a su novio, quien sonrió de lado.

Un joven pelinegro se aproximó a Hans. —Karl, te necesitan —le indicó e ingresó a la zona de personal.

—¿Por qué has recurrido a esto? —farfulló ella. —¿Qué pasa si descubren que Karl no existe? ¿Que eres un impostor? —murmuró entre dientes—. Podrían demandarte. Oh, Dios, dime que no hay alguien oculto en algún lugar, que no has cometido dos delitos.

—Amo tu imaginación y que te preocupes tanto por mí —expresó él con voz seductora.

Elsa se sonrojó, pero agitó su cabeza para no embaucarse por su zalamería y alejarse de su objetivo.

—Hans, esto no es como cuando te hiciste pasar por estudiante de mi clase para conseguir mi número y flirtear conmigo, ni cuando pretendiste ser el dueño del pub en que trabajabas para defenderme de dos idiotas.

—Ya sabes que me encanta la actuación.

—Ahora, nuestro inversionista principal quisiera dar unas palabras. Démosle un aplauso al señor Hans Westergård.

Abrió la boca de incredulidad.

—Vas a dormir en el sofá esta noche.

Él le dio un corto beso en los labios.

—Ya verás que no.

Con la seguridad que acostumbraba a mostrar en su andar, él se dirigió al escenario improvisado, sin inmutarse por no llevar esmoquin y solo una camisa blanca, pantalón y chaleco negro sencillos —lo hacían lucir atractivo, de cualquier manera.

El maestro de ceremonia, que hasta entonces notó era el mejor amigo de su hermana, saludó a Hans con un apretón de manos y le cedió el micrófono.

Ella suspiró y encendió la cámara para capturar el momento. Sería una profesional como siempre.

—Buenas noches, agradezco su presencia. Ahora, me gustaría dar un discurso extenso, mas seré breve porque no puedo esperar para hacer feliz a la única persona que me importa esta noche. —Él se enfocó donde estaba ella, que bajó la cámara con lentitud, anonadada. —Cariño, dijiste que estabas lista para compartir toda mi vida contigo, así que ahora es una formalidad, pero quisiera saber si aceptas este "juguete" que diseñé para llevar en tu dedo y decirle a todos que vamos a casarnos.

Se escucharon jadeos.

En la enorme pantalla apareció la imagen de un anillo plateado con copos de nieve adornados con zafiros y diamantes.

Todo su cuerpo fue recorrido por millones de chispas y su corazón pudo explotar. Una sortija de compromiso.

Suya.

Sus ojos se humedecieron de la emoción.

Era una joya hermosa con cuatro copos de nieve y él lo había específicamente para ella, plasmando lo que más le gustaba.

—¡Es muy bello, Elsa! —vociferó la voz de su hermana.

Se fijó en que el público había aumentado y reconocía a mucha gente. ¿Cuándo habían entrado sus familiares al salón?

De pronto su alrededor cobró sentido, cumplía con sus preferencias.

Hasta ese anuncio. Él no le pedía matrimonio ni que fuese su prometido, solo hacía que todos supieran la decisión a la que habían llegado, siendo el portador de la noticia como ella quería.

Él asintió desde su posición, confirmándole que esa era su fiesta de compromiso, la cual los dos querían tener y sabían cómo debía lucir, pero ninguno planear. Alguna persona cercana lo hizo por ellos.

Hans fue hacia las escaleras del escenario. Con una sonrisa, ella se apresuró a él.

A medio camino se encontraron y Hans sacó una cajita de terciopelo.

Antes de ver el anillo real, ella lo abrazó con todas sus fuerzas.

—Te amo, cariño —susurró a su oído.

—También te amo, cielo.


NA: Cursilón.

Pues va, esta fue la primera ronda, la próxima semana van los M, uno diario :D

Si ven los prompts, fue curioso que Espejo, Hechizo, Disfraz e Impostor se relacionaran a fics que ya tengo.

Cuídense.

Besos, Karo.