Prompt: Espejo (Página Helsa Amor Verdadero para el Helsatober)

Clasificación: M, Romance


Más que mirar


Elsa estaba por entrar a su habitación cuando escuchó una maldición de su esposo dentro. Preocupada, abrió con energía.

—Hans —llamó mientras ingresaba. —¿Estás bien?

—Estúpida alfombra —bramó él dándose la vuelta hacia ella, que cerró tras de sí. —No tengo nada, solo me siento idiota, me tropecé con la esquina doblada de… esa maldita cosa.

—La alfombra —comentó para comprobar, acercándose al pelirrojo. Él asintió con un gruñido. —Avisaré para que la cambien, he usado muy poco esta habitación en los últimos años que no la limpian mucho y algunos detalles pasan desapercibidos.

—Sí, afortunadamente fui yo quien tropezó.

Su marido posó su mano sobre el sutil abultamiento de su abdomen y lo acarició con cariño, haciéndola sonreír enternecida.

—También deberás cambiar el espejo. Lo rompí —dijo Hans algo apenado.

—¿Te golpeaste? —preguntó colocando la mano sobre su brazo.

—No, el estuche de madera salió volando de mis manos y cayó sobre él.

Ella suspiró.

—¿Se ha roto? Sé cuánto has tardado en hacerlo. —Él había pasado semanas trabajando en el artículo, tallando con precisión para que todos los detalles del estuche quedaran perfectos. Era el objeto al que más empeño había puesto desde que aprendió a esculpir la madera quince años atrás, cuando recibió su castigo por las acciones del año en que la coronaron a ella como reina, cargo que ya no ostentaba.

—No, es roble. Tampoco el espejo dentro se dañó.

—Hablando de uno, ¿qué tanto…? —Espió a la esquina de la habitación y abrió la boca de la impresión al ver que el espejo de cuerpo completo se había convertido en pedazos de todos tamaños, los cuales milagrosamente seguían contenidos en la base de madera. El estuche había caído justo al centro.

Se sorprendió de que la magia de Ahtohallan sucumbiera a una cosa tan sencilla; se suponía que el cristal espejo que sacó de ahí, para tener una parte de él en el castillo, era resistente.

—Lamento eso. Tal vez fue una mala idea sugerir que tu embarazo transcurriera en Arendelle, ocurre esto en nuestro primer día —musitó Hans abrazándola de la cintura.

—Yo estuve de acuerdo y me pareció bien, en el norte, los espíritus se inquietarían por mí y los Northuldra les temerían de nuevo —explicó el razonamiento que no dio antes. —Y sabes que me sentiré mejor acompañada de mi hermana. Ella ha estado encinta cuatro veces, tiene más conocimiento que yo de esto.

Hans besó su sien.

—Desearía haber puesto atención a mis cuñadas en estado, te ayudaría más.

—No te preocupes. —Se giró hacia él y rodeó su cuello con sus manos. —Hasta ahora has sido estupendo —declaró antes de rozar sus labios castamente. —Sin embargo, debemos de tener cuidado porque se vienen años de mala suerte. Ah, es una lástima que el espejo ya no sirva.

Los orbes de su esposo se pusieron tan brillantes que parecieron dos esmeraldas y él caminó hacia atrás, llevándola consigo. Al mismo tiempo, sus manos descendieron seductoramente de su espalda alta a su curvatura trasera, traspasando su calidez la tela de seda de su vestido lila.

Un cosquilleo le recorrió de pies a cabeza.

Él amasó sus nalgas y se detuvo junto a la cama, dejándolos a la vista del espejo roto.

—Verás, hay un buen uso que podemos darle todavía —manifestó él roncamente. —Nota que no es como uno normal, que distorsiona lo reflejado.

A continuación, la hizo mirar hacia el espejo, colocándose detrás de ella. Se dio cuenta de lo que no analizó antes; la magia hacia que la imagen se repitiera, en lugar de quebrarse.

Los vio en cada fragmento, encantada de todos los reflejos, que mostraban una misma imagen poderosa. Allí estaban los dos, una pareja tan enamorada como el día que se casaron meses atrás; dos personas tan complejas y complementarias que se amaban, después de superar un pasado difícil.

Le encantó observarlos en los múltiples pedazos y grabó en su mente ese reflejo. Con la ropa de guardia a la que se había cambiado al llegar, Hans lucía guapo y protector de la figura menuda que acogía entre sus brazos musculosos, cuya apariencia etérea ocultaba su fuerza superior, toda vez que mostraba la confianza depositada en quien la rodeaba. Y en el centro de todo, el pequeño indicio del fruto de su unión.

—¿Cómo crees que se apreciará algo más? —murmuró su marido bajando la cabeza hacia su cuello.

Sintió y miró el beso suave sobre su piel.

—En el norte nunca hubo espejos grandes cerca —recordó él burlando su cuello con sus labios.

Ella curvó su boca. Bajó las manos a su falda cuando él colocó una de las suyas en su muslo para comenzar a subir la tela. Anhelante de su toque, lo ayudó enrollando la prenda, revelando partes de su cuerpo lentamente a la par que su pantalón y ropa interiores desaparecían con su magia; todo quedó al descubierto, sus tobillos, sus pantorrillas, rodillas y muslos lechosos, y su rincón de vides oscurecidas que ocultaban la uva solo conocida por ambos.

La mano libre de él acudió presta a consentir la carne escondida entre sus piernas. Ella se frotó con la protuberancia tocando su retaguardia al sentir una punzada de placer donde los dedos de él acariciaban.

Su piel cosquilleó y el calor se acumuló en su intimidad, llevándole a soltar gemidos trémulos como sus miembros.

Hans mordisqueó su cuello y acunó uno de sus senos, más sensible desde su embarazo, trayendo un jadeo a su boca. Apretó la falda amontonada, luchando por no cerrar los ojos a las sensaciones.

En el espejo vio su rostro sonrojado y perlado, pero sus orbes cerúleos descendieron rápidamente a la unión de sus muslos. La mano de él se introducía entre las hebras tupidas, moviéndose como si fuesen responsables del toque de un arpa.

Un estremecimiento la recorrió.

Antes de ver las luces centelleantes de su éxtasis, se giró hacia su amado mientras hacía desaparecer su vestido por completo. Él buscó los botones de su pantalón y los sacó de los ojales; se los bajaba un poco, quitándose las botas, cuando ella introdujo su mano en las calzas interiores de él, ayudándolo a liberar su hombría.

Las prendas que cubrían sus fornidas piernas fueron abandonadas en el suelo. La extensión de él se estiró con plenitud.

—La próxima vez aceptaré tu sugerencia de vestirme —expresó Hans halándola hacia el colchón, donde se sentó dejando caer las piernas por el borde, tocando el suelo con sus pies.

Elsa rió y le quitó los elementos del atuendo superior hasta que compartieron la desnudez.

—Será excitante contemplar el espectáculo de darnos placer —sentenció él ronco, alzándola para para acomodarla de rodillas sobre sus piernas, haciendo que mirara el espejo.

Imitaban el dibujo del libro que ella le descubrió antes de casarse.

Él besó su hombro y palpó su interior, ya humedecido con la savia de su cuerpo.

—Guíame a ti —pidió él deslizando sus manos hasta sus pechos, ubicando la barbilla sobre su cuello. —Míranos mientras lo haces.

Ella usó el espejo de ayuda y cogió el henchido miembro entre su mano, contoneando sus caderas para descender a él. Sintió sus paredes palpitando como su loco corazón y la masa que sujetaba.

Cada fragmento del espejo roto exhibió la desaparición de la longitud colorada entre los pétalos carmesí secretos.

Ambos gimieron gustosos.

—Sí, el espejo no está perdido del todo.

Luego de esa frase de ella, ninguno volvió a hablar coherentemente en largo rato.


NA: ¿Qué tal?

Cada uno de los fragmentos M se escribieron de una sola vez y no me dediqué a hacer revisiones o correcciones para no arruinar el efecto de espontáneo. Espero que les gusten.

En cuanto a este, se me había olvidado por completo que era 25, creí que estábamos a 24 y a partir de mañana comenzaría a subir.

Por cierto, en el comentario anterior no agregué que el anillo de compromiso es una pequeña modificación de la edición de anillos de compromiso de Disney de Frozen, el de ellos tiene diamantes solamente. Pueden buscarlos.

Cuídense.

Besos, Karo.


Guest: It was supposed to be a competition, but then I thought, what about a proposal? I'd be top secret for the readers XD. I'm glad you enjoyed it. Thanks for the review.