Prompt: Inmortal - Helsatober de la página Helsa Amor Verdadero.
Clasificación: K+, General
Más allá
A unos meses de finalizar su vida como mortal, Elsa ya estaba resignada a su situación presente, de la que había sabido mucho antes de dar su último respiro humano a la edad de setenta años.
Como el Quinto Espíritu, su alma no iba a cruzar la barrera del cielo hasta que naciera la siguiente al cargo, lo cual podía ocurrir dentro de mucho —un tiempo desconocido para ella—. Alguien tenía que encargarse de los sueños y voces que su sucesora escuchase, así como mantener a Ahtohallan en pie; era fundamental para que el pasado no se repitiera.
Era su deber y lo aceptaba, pero al enterarse no le había gustado. Había sido cinco años atrás, cuando Anna muriera; aquella noche había soñado con su hermana menor, quien le había dicho que mantendría su promesa de reencontrarse en el otro lado, aunque tomara siglos que ella pudiera ir al cielo, por la tarea que tendría al fallecer.
Al principio había creído que solo se trataba de un sueño de duelo; sin embargo, en su siguiente esporádica visita al glaciar —pues su vejez le reducía el paso— había obtenido una confirmación. Entonces le había molestado el que no pudiera descansar tras morir, mas siempre había sido una persona comprometida con el bienestar de todos y no rezongado, igual que hiciera al comenzar esa nueva labor.
Por supuesto, cuando había abierto los ojos en Arendelle, solo instantes después de morir en el Bosque, se había sentido desanimada de no reunirse con sus seres queridos, pero estaba fuera de sus manos la decisión, de manera que debía adaptarse y hacer lo mejor con lo que tenía.
Y lo había hecho. Afortunadamente al convertirse en un "fantasma", su energía había regresado y había obtenido la apariencia de sus veintes, como habilidades añadidas a su magia. Era capaz de aparecer donde quisiera en el mundo, continuar en contacto con los cuatro espíritus, además de compartir su manejo de elementos, y ahora podía manipular objetos y hacer lo que otros seres encadenados a la tierra por sus desgracias en vida, quienes muchas veces optaban por incordiar a los humanos —había tratado de dialogar con ellos y ayudarlos a cruzar, sin remedio, aprovechando que podían verse mutuamente y entendía todos los idiomas del mundo.
Pasaba sus días sin límites, descubriendo una libertad a la que no había podido aspirar siendo corpórea.
Casi no era tan malo ser inmortal, pensaba en momentos como ese, cuando solo tenía que desear su próxima ubicación para aparecerse en menos de un pestañeo.
Esa vez regresaba a Arendelle. Iba a sus chequeos habituales a su sobrino y familia, los actuales ocupantes del castillo.
Por costumbre, se encontró en el vestíbulo. Allí se encontró con un silencio tan diferente a las calles de Venecia en pleno carnaval, donde estuviese un parpadeo atrás. La pareció diferente, raro y no tan bienvenido, tras largos meses mareada con la excitación del mundo.
De hecho, ya no le gustaba la calma. La asociaba con los últimos tiempos de su vida, en los que ella había sobrevivido a sus fieles amigos humanos —coetáneos—, y solo había aguardado el fin, extrañando tiempos que no volverían.
Daría todo por verles, pero ellos habían tenido vidas dichosas que no ameritaban vagar invisibles en el mundo terrenal, como cientos de almas atrapadas en el planeta. Pese a que tenía conocidos en su nueva realidad, solo que quería una cara vieja.
Negó riendo entre dientes y se dispuso a caminar por los corredores; volver a su antiguo hogar le causaba nostalgia sin tener más que unos minutos ahí.
En su recorrido buscando a los descendientes de Anna, se encontró con un antiguo farolero, quien todavía no ofrecía su nombre, centrado en contar que todas las luces estuvieran en orden, tanto como debió hacer al estar vivo. Él murmuraba sobre la luna oculta de aquella noche.
Sucesos así le hacían preguntarse si su existencia inmortal era mejor que los demás gracias a que era el Quinto Espíritu. Muchos tenían momentos en los que mencionaran hechos de su existencia y no pudieran hacer otra cosa que enfocarse en ello —probablemente la razón de que algunos fantasmas molestara o asustaran a las personas, reviviendo el pasado.
No de todo tenía una explicación, si bien esperaba que su misión no acabara sin encontrar muchas respuestas.
Atravesó la puerta de la biblioteca con esa gran habilidad de traspasar paredes y se detuvo en seco al mirar el interior.
El príncipe Hans Westergaard, tal como lo viese por última vez hace décadas, miraba con odio a la nieta de Anna, una copia de su abuela.
—¡Déjala! —gritó enfurecida, utilizando una ráfaga de aire frío para empujarse hasta él y apartarlo de Margarithe.
Ambos rodaron por el suelo y la figura de él provocó ruidos que hicieran gritar a la joven.
—¡Controla tu entidad! —ordenó elevándolos en el aire, manteniéndole sujetado de los hombros.
Él parpadeó y confusión apareció en sus difusos ojos verdes.
—¿Qué? —El príncipe pelirrojo miró a su alrededor y a ella.
Margarithe lanzó una exclamación y corrió fuera de la biblioteca llamando a sus padres.
—¿Estás satisfecho? —bramó y lo dejó caer, aunque no tuvo la satisfacción de ver que le doliera. Solo causó un pequeño sonido al tocar la alfombra.
Regresó a su altura, manteniendo su mirada en la suya para evitar ver otra cosa. Le causaba disgusto contemplar ese uniforme blanco del día de su coronación, que le recordaba su trato con Anna.
(Y creía que ya había superado ese tema.)
—Mantente lejos, no me importa qué miserable vida llevaras que no te enviase directo al infierno, pero desaparecerás de Arendelle y no regresarás como nunca pudiste mientras respiraras… o te las verás conmigo.
Él no respondió, irritándola más. Pretendía hacerse el tonto ante ella.
—No te desgastes, tiene todas las señales de que acaba de convertirse en uno de nosotros. —Elsa dio un respingo por la voz de su abuelo Runeard, quien siempre conseguía sorprenderla con su presencia.
—¿Qué? —Se giró hacia él, que sonrió de lado, dándole malicia al inocente muchacho de quince años que representaba como fantasma (otro misterio que descubrir, porque no todos rondaban los "mismos años").
—Debe haber muerto hace unos minutos y surgir aquí. Recuerdo lo que hizo con Anna, tiene que ser el motivo de regresar en Arendelle. —Su joven abuelo suspiró. —Ahora estará desorientado y no puede controlar su cuerpo, pero no tardará en poder hacerlo; lamentablemente, él sentirá deseos de volver una y otra vez.
—¿Me está diciendo que perturbará la vida de mi sobrina? —inquirió atónita, intercambiando miradas entre los pelirrojos.
Runeard soltó una carcajada amarga.
—No he visto a nadie que pueda evitar sus males.
Elsa recordó historias de los Northuldra sobre noches de terror, que asociaban a los elementos y a los muertos de la batalla entre los pueblos de Arendelle. También aventuras con Anna en el castillo, con espacios "embrujados".
Frunció el ceño.
—Él lo hará si puedo evitarlo. Margarithe estará en paz.
—¿Reina Elsa? —El susodicho entrecerró los ojos. —No, era princesa… pero… se ve… —Él se tocó la garganta y después alzó la mano libre frente a su rostro. —¿Qué? Yo estaba… ¿cómo?
La melancolía y arrepentimiento en su rostro le provocaron un ápice de compasión que calmó su enojo. No sabía la clase de vida que había tenido después del incidente en el año de su coronación; él podría haber cambiado y por un error de juventud condenarse a esa clase de purgatorio.
Admitió influenciarse por su vestimenta y la escena que le había recibido. Toda la madurez cultivada por décadas se había esfumado, para su vergüenza.
—Princesa Elsa, ¿por qué usted…? —preguntó él anonadado, con una amabilidad insinuada en sus facciones translúcidas.
—Tú vendrás conmigo —indicó sin responder.
Cogió la mano del príncipe y sin despedirse de su abuelo los desapareció del castillo, llevándoles al bosque que fuese su casa durante décadas.
Él no la soltó, sino que se aferró a su extremidad palpable solo entre "fantasmas", dándole a entender su temor a ese mundo desconocido. A causa de aquello no se liberó, siendo amable con el que fuese su enemigo en vida, porque el futuro que vendría a continuación no sería fácil y necesitaría un amigo.
Aun así, tenía un motivo más fuerte para garantizar que confiara en ella. Si debía pasar todos los días con él para garantizar la tranquilidad de su sobrina, lo haría.
Irónicamente, el rostro familiar que quisiera se había puesto en su camino.
NA: ¡Hola!
Este será el más largo de todos, porque fue la idea que más me gustó y contemplé la posibilidad de alargarlo. Me llaman sus aventuras por el mundo de los muertos y lo que pueda surgir de eso, hasta prometerse que si reencarnan se buscarán en otra vida.
Besos, Karo.
Guest: Quizá los odian porque desde un principio sabían que su público más popular son las mujeres; desdeñan lo que no les da dinero fácil XD. Pero supongo que no va a cambiar, para lástima del gran personaje que tenían en Hans. ¿Todavía no será tarde para un change . org teniéndolo a él como foco. En fin, has de tener unas historias buenas. / Ummm creo que en dos de los que siguen le va mejor al Hansy, no sale tan mal parado con mi versión de los prompts.
Lucía: ¡Hola linda! ¿Qué tal? Ha sido un rato sin saber de ti, si eres la misma que creo. Me pone a la mar de contenta que te gustara el anterior, creo que lo romántico pega más. Ojalá que sí hubiese un Helsa bonito y no el odio que la lleva a destrozar su figura de hielo. Gracias por comentar :)
Guest: Thanks! I'm so happy you enjoyed last drabble. I appreciate your review.
Yuecita: ¡Hola guapa! ¿Cómo te va? Es un placer encontrarte de nuevo, qué bueno que pudiste dar con este espacio, donde hay de todo y se acepta de todo. Me alegra que te gusten y gracias por tus palabras.
