El último fanfic

Capítulo 2

Hola de nuevo.

Todavía no hay novedades de FHix. Anoche me dormí angustiada, al borde de las lágrimas, porque no entiendo qué está pasando. No tiene sentido que haya elegido desaparecer así, por su cuenta. ¿A dónde habrá ido? ¿Por qué dejarme con esta terrible preocupación?

Llevamos más de cinco años viviendo juntas, un poco gracias a la extensión de la carrera que cursamos cada una (casi nadie se recibe a término, vamos). En todo ese tiempo nos hemos llegado a considerar casi hermanas, y sé que para ella nuestro vínculo es muy importante, porque no tiene ninguna hermana, solo un hermano. Siempre bromeábamos con lo que hubiera sido nuestra infancia de haber sido realmente hermanas. ¿Quién sería la menor? ¿Quién sería la del medio? Y por supuesto, a veces surgían tensiones entre nosotras, cosas que pueden ocurrir cuando dos personas diferentes comparten una vivienda. Con respecto a eso, he pensado mucho si su partida tuvo que ver con algún problema de convivencia, ya que sí, FHix tiene sus particularidades. Rezonga mucho y protesta si sus cosas están fuera de lugar, aunque a veces se esfuerza más en resolver que en quejarse. De a ratos -y sobre todo cuando ella no se da cuenta de que yo la escucho-, juega a la esquizofrenia, porque habla consigo misma e incluso se dice a sí misma que si no se deja de joder con eso, va a terminar esquizofrénica de verdad. Yo creo que se hace la loca nomás, pero a veces… le sale muy real.

Nunca me cuestioné sobre el estado de su salud mental, porque más allá de todo esto, ella se comporta como una persona normal, o sea, es una joven adulta funcional como cualquiera. Estudia, hace las compras, cocina, se mantiene en contacto con su familia. Y si realmente sufre alguna clase de trastorno disociativo de la personalidad, nunca lo demostró. Pero sabemos que a veces esas cosas ocurren por debajo de nuestra percepción. Y yo de hecho he notado que FHix no es de hablar mucho de sus problemas, de lo que le pasa en lo profundo, en su interior. Por ahí, con unas cervezas encima, puede llegar a contar algo.

¿Y si de verdad se produjo en ella una especie de ataque esquizofrénico? No sé si tiene del todo sentido, porque no es algo espontáneo. Sino, ¿por qué involucrarme a mí? ¿Por qué dejarme ese bloc de notas en su computadora pidiéndome que publicara este fanfic? Lo peor es que acabo de darme cuenta… ¿será que ella piensa que yo uso su computadora? ¿Por eso dejó esa nota? ¿O asumió que, ante su desaparición, yo me pondría a revisar su PC en busca de pistas de su paradero? Nunca se me habría dado por hacer esto si ella no se hubiera ido. Quizá, de alguna manera, esto sea parte de su plan. Un plan muy extraño y descabellado, por cierto. A menos que pretenda crear una especie de ARG muy turbio, y haya alguna clase de código oculto en el texto de su fic. Yo soy pésima para los códigos, por desgracia.

Extraño y descabellado también me parece este fanfic. No lo digo por la trama ni por cómo está escrito, sino por la idea de poner hechos violentos en un mundo de caballitos mágicos de colores. Peeero….. sabiendo la clase de fanfics que hay publicados acá, no me parece tan edgy. Por lo menos les puedo decir que no hay un alicornio rojo y negro con tres cuernos, dos pares de alas y con la pretensión de conquistar Equestria por influjo de magia negra y esas yerbas. Ustedes sabrán de qué fanfics hablo.

Un saludo a los chicos de la Orden de la Mesita, que justamente se dedican a leer fanfics feos. Se nos había hecho costumbre a FHix y a mí lo de escucharlos mientras cocinamos o limpiamos, entre otras cosas, y cada dos por tres nos meábamos de risa -aunque a mí hasta cierto punto me aburrían los chistes falocéntricos, pero así y todo tienen momentos muy graciosos-. El caballero favorito de FHix es Agus, y para mí el mejor era Nico, pero se fue del grupo y, bueno, nada, se lo re extraña. Anteayer subieron un episodio nuevo, y la verdad no va a ser lo mismo escucharlos sin ella.

En fin, los dejo con el segundo capítulo. Tal vez puedan ver cosas que yo no.

Eso sí, prepárense para el drama.


Twilight le pidió a Spike que releyera por lo menos tres veces lo que decía la nota, intentando convencerse de que aquello no se trataba de alguna especie de trampa. O broma, pero sería demasiado extraño. ¿Por qué sus enemigos dejarían allí la campana de Grogar, tan a la vista y a merced de que cualquiera pudiera tomarla y usarla? ¿Qué significaba aquella nota? "Ustedes ya sabrán qué hacer con esto. De nada", ¿a qué se refería exactamente el autor del mensaje? ¿Devolver la magia robada? ¿Vencer a Tirek, Chrysalis y Cozy Glow? ¿Las dos cosas? Parecía que, quien hubiera "recuperado" la campana, estaba del lado de ellas y pretendía ayudar. Sin embargo, había algo que no encajaba del todo, y que no hacía más que producir desconfianza en la mayoría de las ponis -pues Rainbow Dash suponía que aquella ayuda inesperada debía venir de parte de otros ponis o aliados. Para Twilight resultaba poco creíble esta idea, porque en primer lugar, todos o la mayoría de los ponis, al menos en Canterlot, se negaban a echar un casco debido a los prejuicios sembrados en su tejido social. Y en segundo lugar, lo más lógico sería que, quien fuera que haya hecho esto, las tendría que haber buscado a ellas directamente, y no haber puesto a la campana en un sitio donde los villanos podían fácilmente recuperarla. A menos que ese alguien ya se hubiera encargado de ellos, y les dejaba la campana para combatir a los windigos. ¿Pero no era mejor ayudar a las princesas y a los Pilares de la Armonía…? Y así, una pregunta iba surgiendo detrás de otra.

La discusión entre las amigas habría durado un largo rato, de no ser por un guardia real que apareció corriendo desde el palacio.

—¡Oh, aquí están! —exclamó el corcel— Es un alivio saber que está bien, princesa Twilight, la princesa Celestia ordenó a toda la guardia que… —aquí se detuvo bruscamente al ver la campana de Grogar, todavía sostenida por Spike— Bueno, ya tienen la campana… ¡deben venir conmigo al palacio!

Desoyendo las preguntas de las portadoras de los Elementos de la Armonía, el guardia se dio la vuelta y se puso en marcha. Ellas lo siguieron, dejando su anterior debate para después.

A medida que se acercaban al palacio de las hermanas alicornio, veían que la actividad militar en los alrededores iba en aumento. Todos los guardias de Canterlot habían sido reagrupados y distribuidos por los cuatro puntos cardinales aledaños al palacio, y patrullaban con sumo celo, registrando cualquier cosa que se viera sospechosa. Incluso intercambiaban contraseñas entre ellos. Por un lado, esto no era raro, teniendo en cuenta que cualquiera podía ser Chrysalis infiltrada, de la misma forma en que ya lo había hecho antes. Aunque, por otro lado, resultaba llamativo, pues las fuerzas militares ecuestres habían sido derrotadas por la autoproclamada Liga del Mal, que había tomado control total del palacio luego de que Twilight y sus amigas escaparan al Imperio de Cristal. ¿Cómo hicieron para recuperarse? ¿Les hicieron frente a los villanos ellos solos? ¿O la Guardia simplemente aprovechó una debilidad mínima de sus enemigos para dar vuelta la situación?

Sea cual fuera la respuesta, era evidente que las princesas debían de estar nuevamente al mando de todo, porque claramente los guardias reales no habrían obedecido a nadie más que a ellas. En particular, a Celestia. Y aunque esta explicación debería bastar para aplacar la confusión y los temores de las seis ponis y el dragoncito, aún les costaba mucho comprender tal concatenación de sucesos. Sin mencionar que todavía tenían la sensación de que las cosas no andaban del todo bien. "Ahora todo debería mejorar, tenemos la campana, tenemos la magia" pensaba Twilight, convencida de que, una vez más, y de algún modo, salvaría Equestria con sus amigas y podrían festejar con una de esas improvisadas fiestas que a Pinkie Pie se le daban tan bien.

Una vez que ingresaron al salón recibidor del palacio, hallaron a dos de los Pilares de Equestria, Flash Magnus y Rockhoof, supervisando los movimientos de cada poni que entraba o salía. El guardia se dirigió directamente a Flash Magnus para informar de la buena nueva.

—Capitán, he hallado a las Portadoras de los Elementos de la Armonía, sanas y salvas, y han traído consigo la campana… No hay señales de los enemigos, señor.

—Muy bien, soldado. Vaya y dé aviso a Sus Majestades —ordenó el capitán Magnus, haciendo un esfuerzo por disimular la sorpresa.

Mientras, Rockhoof prácticamente saltó hacia las yeguas recién llegadas.

—¡Qué bueno ver que están todas bien! —exclamó el corcel de la pala, con una alegría súbita que pronto se desinfló al posar la mirada en Fluttershy.

—¿Cómo consiguieron recuperar la campana? —preguntó Flash Magnus, sin dejar de ver hacia tal objeto.

—Sé que les va a sonar extraño —comenzó Twilight— pero la encontramos en el borde de una fuente.

—Y tenía esta nota debajo —agregó Spike, extendiendo el papel manchado.

Flash Magnus y Rockhoof se acercaron para leer el mensaje.

—¿No vieron a nadie allí?

—No, no vimos quién la dejó ahí, —respondió Rainbow Dash— pero fue muy arriesgado hacer eso.

—Y todavía no estamos seguras si es alguna clase de trampa —la secundó Applejack—, porque ni Cozy Glow ni sus secuaces han aparecido desde que llegamos.

Los corceles de la antigüedad ecuestriana adoptaron una expresión distinta al oír el nombre de la potrilla malvada.

—¡Sí! —siguió Pinkie Pie— Por un momento pensé que habían puesto la campana de Grogar en la fuente para que nosotras la tomemos y así atraparnos a todas juntas y luego robar tooooooooda nuestra magia para dejarnos sin defensas y de ese modo conquistar definitivamente Equestria. Y yo estaba lista para crear una distracción que nos permitiera escapar de la trampa y para que pudiéramos correr hacia el jardín de laberinto y…

—Ya, Pinkie, está bien —la calló Twilight— lo importante es que tenemos la campana con nosotros, aunque no sabemos quién la tomó. Todavía no podemos descartar que haya un ataque sorpresa.

—Pero, entonces, ¿no saben quién dejó la campana en la fuente?

Twilight observó confundida al pegaso de la armadura.

—Bueno, sobre eso estábamos hablando antes de que llegara el guardia… y pensamos que habría sido alguno de ustedes. Pero no tenía sentido que dejaran una nota —la alicornio lavanda usó su magia para levitar la hoja y volver a revisarla, después la tendió hacia los corceles.

A pesar de que no era un poni muy adepto a la escritura, a Rockhoof le llamó la atención la caligrafía tan cuidada de la nota. Lógicamente, si en un momento de sumo riesgo y peligro alguien se viera obligado a escribir algo, no lo haría con tanto firulete. Por su parte, Flash Magnus fijaba su mirada en la impresión de casco, con los dos puntos encima, y en el color rojo con que estaba trazado. Un tono sospechosamente carmesí, que conocía gracias a su experiencia militar en el pasado. ¿Era eso lo que pensaba que era?

—¿Una nota?

La voz de Starswirl el Barbado resonó por el salón, precediendo su entrada a la escena. No traía puesto su característico sombrero azul con estrellas. Trotó con una rapidez inusual para su edad, sin quitar los ojos de la susodicha nota. Su rostro había perdido el aura de anciana sabiduría y serenidad. De repente parecía más viejo, más desgastado.

—¿De dónde sacaron eso? —señaló, nervioso, la campana, aunque continuaba con los ojos fijos en la supuesta "firma" que asemejaba una carita feliz muy tétrica.

Flash Magnus le resumió, en pocas palabras, la historia. Y notó, al igual que Rockhoof, cómo se le transformaba la cara al mago. Lo conocían lo suficientemente bien como para darse cuenta de que se estaba por poner histérico. Parpadeaba demasiadas veces, hacía muecas con la boca que hacían bailar su espesa barba, y se ponía inquieto, como si no tuviera idea de a dónde ir. El pegaso y el corcel no alcanzaban a comprender qué lo había puesto así en primer lugar, pero deducían que era algo relacionado a ese cuarto al que les prohibió entrar terminantemente, sin explicar el motivo. Y enseguida los mandó a organizar a las tropas, como si fuera un padre mandando a sus hijos a ordenar su cuarto.

Starswirl inspiró profundo para calmarse. Necesitaba estar centrado antes de dar un paso en falso. Y la situación, ya de por sí delicada, se había puesto peliaguda. Le aliviaba mucho ver que la princesa Twilight y sus amigas habían regresado al castillo sin daños. Pero que aparecieran con la campana de Grogar, diciendo que se las habían dejado prácticamente regalada, era un giro inesperado, que a lo mejor podía aprovechar de alguna manera. Celestia había sido muy clara con sus órdenes, y aunque Starswirl no tenía del todo claro el contexto, esta vez le tocaba al maestro confiar en su alumna.

Debía tomar una decisión. Y dar nuevas instrucciones. Y le tocaba resolver solo ese contratiempo.

Para colmo, Mistmane vino corriendo para anunciar que estaba todo listo para el traslado. Tras dar su anuncio, ella se quedó rígida de repente, con los ojos clavados en Fluttershy. Y Starswirl sabía por qué. Y sabía, o por lo menos supo adivinar, lo que se venía. El unicornio de blancas barbas echó un vistazo rápido a la ventana más cercana, desde donde se veía el cielo encapotado y gris por los poderes de los Windigos. La idea no tardó en tomar forma en su mente.

—Tenemos todo controlado aquí —dijo, por fin, recuperando su tono de autoridad y portento—, así que no se preocupen. Ahora mismo, la prioridad es encargarse de los Windigos y devolverle a los ponis de Equestria su armonía. Vayan y junten a todos, porque la magia de la amistad será suficiente para derrotarlos.

No era el mejor discurso, pero funcionó. No había modo de saber si era más peligroso alejarlas del palacio. No se sentía del todo seguro del éxito de la misión que les había encomendado. Sin embargo, ellas eran yeguas jóvenes, decididas, y dedicadas al bienestar de su pueblo. Para eso, se requería que tuvieran el ánimo lo más alto posible.

Con una mirada, Starswirl el Barbado intentó comunicarle a Twilight Sparkle su total confianza y apoyo, sabiendo la admiración que la poni lavanda le profesaba.

—No se preocupen por la campana —continuó el mago, adelantándose a tomarla de las garras de Spike— enseguida nos reuniremos con Celestia y Luna para regresarles su magia y nos uniremos a ustedes.

—¿Y Discord también?

Starswirl disimuló cuanto pudo la mentira.

—Sí. Y con Discord también.

Y esa era una verdad… a medias.


Si le habían hecho caso a Starswirl, pese a los evidentes signos de que no todo estaba bajo control como él les había dicho, fue porque Twilight no dudó en ese momento, y se mostró convencida y determinada a resolver el problema con los Windigos. Por lo general, las cinco ponis acataban lo que definía su líder, pero en ciertas ocasiones como esa, dudaban si era la decisión correcta. Tenían la impresión de que había cosas que no les estaban contando.

A su vez, Twilight sí tenía sus propias dudas. En su conversación con Starswirl se vio envuelta en una encrucijada: insistir y quedarse a averiguar a fondo lo que sucedía, u obedecer e ir contra los espíritus del viento y el frío. La princesa de la amistad también tuvo su instante de decisión, y eligió la segunda opción solo porque realmente parecía que no había peligro en el palacio de Canterlot.

En la llanura lindante a la montaña donde estaba establecida la ciudad se toparon con todo un contingente decidido a luchar. Y, por suerte, lucharían de su lado, porque los comandaban Starlight junto con los estudiantes de la Escuela de la Amistad, dando una magistral demostración de lo aprendido en ella. Además de la población de Ponyville habían venido dragones, changelings, yaks, todas las criaturas con las que alguna vez habían tenido contacto. De inmediato, Twilight asumió la posición de liderazgo.

—¡Muchas gracias a todos por venir! Ahora más que nunca es cuando necesitamos su apoyo. Nos encontramos ante una situación crítica, ya que el frío y la nieve producidos por los Windigos es cada vez más fuerte. Solo la unión de nuestra amistad podrá hacerlos desaparecer y así el sol volverá a iluminar esta tierra.

Si bien no era su intención omitir la otra parte del problema, Twilight quería asegurarse de tener plena confianza con su nuevo y ampliado equipo.

—¿Qué hay de los otros malos? —preguntó Sandbar— Los de la campana que roba magia.

—¡No se preocupen! ¡Unidos, nosotros somos más fuertes que ellos! —exclamó Twilight, manteniéndose en el aire con un aleteo suave, y abriendo sus cascos delanteros como si les ofreciera un abrazo a todos.

Estas palabras bastaron para mantener la moral alta, y el ejército de amigos encaró hacia los Windigos, que desde el cielo se habían percatado de la aglomeración en la tierra y por eso el viento empezó a soplar más frío y más rápido. Sin embargo, las fuerzas de aquellos espíritus nada pudieron contra la fuerza de la armonía nacida de miles y miles de corazones, de tal modo que un arcoíris surgió del grupo y se canalizó en las Portadoras de los Elementos, a través de quienes ese rayo de arcoíris salió proyectado hacia los espíritus ancestrales del odio. De inmediato, y con un retahíla de gritos guturales, los Windigos desaparecieron junto con su antinatural influjo climático, disipándose así el viento gélido que lo azotaba todo.

Bajo un sol radiante, ponis y criaturas festejaron brevemente este triunfo, ya que aún no podían cantar victoria. Todavía faltaban los villanos principales.

—¡Esté todo el mundo atento! —ordenó Rainbow Dash al contingente cuando se pusieron en marcha hacia Canterlot— ¡Los villanos podrían aparecer en cualquier momento! ¡Seguro han visto lo que sucedió!

Así, con Twilight, Spike, Rainbow Dash, Applejack, Pinkie Pie, Rarity y Fluttershy al frente, el nuevo ejército se movía presuroso y con cautela. Sin embargo, ni cuando ascendían por el sendero de la montaña ni cuando ingresaron a la ciudad fueron atacados por nadie. Eso no significaba que los enemigos no los estuvieran esperando en el centro de la capital ecuestriana. Pero incluso hasta las inmediaciones del palacio mismo, no se encontraron con nadie más que con los propios canterlonienses, que abrían ventanas o puertas y se asomaban a mirar, atraídos por el retumbar de cascos y patas.

Justo en el mismo punto donde habían hallado la campana antes, las seis ponis y el dragón se detuvieron. En parte, para descansar un poco de la carrera, y en parte, para definir el próximo paso, que sería probablemente reunirse con los Pilares de Equestria y las princesas. Eso fue, por lo menos, lo que Twilight les explicó.

—Es muy extraño —comentó Starlight— que hayamos llegado hasta aquí sin problemas, y que ni Tirek ni Chrysalis ni Cozy Glow hayan dado señales de vida. ¿Están seguras de que no han escapado?

Las seis amigas y Spike intercambiaron miradas indecisas. Esa idea no se les había pasado por la mente, pero habría sido ilógico que sus enemigos escaparan dejando atrás la campana así como así… a menos que hubieran vaciado la magia de la misma y se marcharan a otro lugar.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no nos dicen nada? —preguntó Smolder, separándose un poco de sus compañeros.

Tras una nueva ronda de miradas, y como Twilight no salía de su mutismo, Rainbow se apresuró a responder.

—La verdad es que nosotras tampoco nos hemos encontrado con ellos, solamente hallamos la campana. Y cuando fuimos al castillo de las princesas, se estaba organizando la resistencia o algo así.

—Starswirl dijo que tenían todo controlado —agregó Twilight.

—¿Y hablaron con Celestia o con Luna? —preguntó esta vez Starlight, totalmente confundida, y con un ceño que se iba frunciendo de a poco.

—No… solo hablamos con algunos pilares.

Inesperadamente, Thorax se adelantó para hablar con las ponis.

—Disculpen si soy un poco brusco, pero es demasiado conveniente que recuperen la campana así de fácil. Los changelings conocemos muy bien a Chrysalis y sus estrategias de pelea. Si esto es una trampa, no es normal que haya tanta quietud o que pase demasiado tiempo sin que ataque.

—A propósito de la reina Chrysalis, —se unió Pharnyx a la conversación— ¡sabemos que le pasó algo! ¡Y seguro ustedes lo están ocultando!

—¡¿Quéeeee?!

La acusación explícita tomó a las portadoras por sorpresa. Abrieron grandes los ojos y se echaron hacia atrás.

—Pharnyx, espera, todavía no sabemos… —empezó Thorax, pero su hermano lo interrumpió, poniéndose delante de él.

—¡Claro que lo sabemos! ¡Todos los changelings lo sintieron, incluso tú! ¿O ahora vas a negar que hasta lagrimeaste?

Al verse así expuesto ante todos, el líder changeling suspiró y se puso a explicar:

—Bueno, no sé si van a entenderlo, pero verán, los changelings somos una especie con vínculo de colmena, como las abejas o las hormigas, ¿saben? Hay una reina, y la reina es la madre de todos, literalmente, por lo que se encarga de cuidar a sus hijos y proveerles alimento. Además, nuestro caso es… especial, porque el vínculo entre Chrysalis y nosotros es tan fuerte que… pues, de alguna manera, como las reinas de otras especies de insecto, ella puede "avisar" a sus súbditos que se encuentra en peligro. Eso es lo que pasó hace unas horas… Comenzó como un dolor muy fuerte en el pecho, de la nada. Y le ocurrió a todos los changelings, sin excepción. Yo sentí por un instante que me moría, que me iba a morir, y no dejaba de pensar en Chrysalis… Me di cuenta de que ella debía estar sufriendo. Y, de repente, el dolor se fue, pero no la angustia que nos generó.

—Sabemos que ella ha sido mala con ustedes y todo eso —agregó Pharnyx, lanzando una mirada furiosa a las ponis—, pero pónganse en nuestro lugar: además de reina, ha sido la única madre que los changelings han tenido. ¿Cómo se sentirían ustedes si alguien lastimara a sus madres?

La pregunta caló hondo en todos los presentes. Era comprensible lo que sentían los changelings. Pero lo incomprensible, aún, era que alguien tuviera la capacidad de pelear tan duramente con la reina Chrysalis al punto de que ella se viera obligada a pedir ayuda a sus ex súbditos.

—Sé que suena absurdo, —continuó Thorax— pero yo guardaba la esperanza de que… no sé, Chrysalis aceptara cambiar en algún momento. Que dejara atrás el pasado y decidiera vivir con nosotros, con sus hijos, arrancar una vida nueva… Pero ya no, me temo que ya es tarde.

Conmovida, Fluttershy se acercó para poner un casco sobre el hombro de Thorax, que parecía a punto de echarse a llorar.

—No creo que sea tarde todavía. Quizá… ocurrió algo y ella esté en alguna parte y… tal vez… podamos ayudarla.

Pharnyx negó enérgicamente con la cabeza.

—Tú no lo entiendes… Ella se ha ido.

Nadie se animó a pedir una aclaración de aquellas palabras. No era necesario. De repente, el silencio se instaló entre los presentes, sólo por unos minutos. De las puertas principales del palacio real salió un equipo de ponis paramédicos, trasladando una camilla en la que se podía ver que llevaban a una potrilla. Los paramédicos la subieron de inmediato a una unidad de ambulancia móvil tirada por pegasos, la cual se fue enseguida en dirección al Hospital Central de Canterlot. Mientras todos observaban esta operación, otra ambulancia estacionó a pocos metros de donde había estado la primera. Y otra cuadrilla de médicos apareció con otra camilla, curiosamente más larga.

Al reconocer al ocupante de esta segunda camilla, Fluttershy salió volando hacia allá, a una velocidad tal que hasta Rainbow Dash quedó impresionada.