Lilith VI:
La bruja recuerda vagamente que Catra alguna vez le contó cómo fue que ella y Sunset empezaron a hablar en esa prisión. No sabía realmente los detalles de ese tiempo, Amity ciertamente sí lo sabía con lujo de detalle. Pero lo que sí sabía era un dolor de cabeza.
Después de que alguien con alas la golpeara y la dejara fuera de combate es despertada por la insistencia de Sunset por zafarse de esas esposas enormes que les cubrían las manos por completo impidiendo que muevan los dedos o las muñecas. Golpe tras golpe, Sunset hacía sonar el metal contra el acero de la nave gritando improperios durante una hora.
Lilith sabía que intentar detenerla no tenía caso así que solo dejó que continuara hasta que se cansara, sin embargo…
— ¡Ya para con eso! —. Le ordena un guardia al otro lado de la puerta de acero desde una abertura.
— ¡Oblígame! —. Desafía Sunset mientras vuelve a golpear la puerta con insistencia.
El guardia cierra la abertura y la puerta se abre con rapidez y a igual velocidad el guardia ataca a Sunset con un bastón eléctrico haciendo que el cuerpo de la chica se doble sobre sí misma y caiga aturdida al suelo. El guardia tenía intenciones de rematarla sin embargo Lilith interviene.
— ¡Basta! La tendré bajo control. Lo prometo —. Dice Lilith.
— Más te vale, bruja —. Amenaza el guardia antes de cerrar la puerta otra vez.
Sunset yace quejándose en el suelo mientras poco a poco se incorpora con rabia en su voz.
— Si… tú me vas a controlar… por supuesto… — Recrimina con dificultad la chica.
— Lo hubiera hecho antes pero supuse que ellos tendrían métodos más convincentes —. Dice Lilith con hastío. — Quédate ahí o por lo menos haz silencio o nos meteras en más problemas, si es que eso puede ser posible.
Sunset empieza a reírse de manera cínica y casi demente. Una risa que intrigaba a Lilith pues nunca la había escuchado reírse así, o pensándolo mejor, nunca la había escuchado reírse en general. No cuenta las veces en la soltaba risitas para burlarse. No recuerda realmente una risa sincera ni mucho menos una carcajada como aquella. Aunque pudo notar un eco de resignación.
— Claro. Tengo que obedecer las órdenes, seguir los lineamientos y mantener el orden establecido porque así es como funcionan las cosas ¿no?. Al menos para ti. Pues déjame decirte algo, Líder del Aquelarre del Emperador: ¡Yo no soy como tú! —. Le espeta Sunset Shimmer con una rabia que la sorprende.
Lilith siempre vio a Sunset como una persona brillante y talentosa pero también como una niña terca, malcriada y berrinchuda y en ese momento no iba a tolerar sus vejaciones.
— ¡Obviamente no eres como yo! ¡Porque si así fuera tomarías mejores decisiones y no estaríamos aquí! —. Replica Lilith.
— ¡Por lo menos yo tomo decisiones! ¿Pero qué vas a saber tú? Nunca has tenido que tomar decisiones difíciles en favor de los demás —. Le encara Sunset.
— Yo también he tenido que hacer sacrificios —. Afirma Lilith.
— Si, claro. Digamos que tu concepto de "sacrificio" está muy fuera de lugar. ¿Pero qué más da? Es lo que el Emperador decía, ¿no? —. Una vez más, Sunset usaba su conocimiento acerca de sus recuerdos para reprocharla.
— ¡Fue un error! ¿Eso querías escuchar? ¡Pues lo admito! Y he estado los últimos treinta años tratando de remediarlo.
— ¿De verdad? Porque cuando te conocimos estabas muy empeñada en atrapar a tu hermana.
— No lo entiendes. Tenía al Emperador presionandome y si no lo hacía me echaría de su aquelarre. Y una bruja sin aquelarre no es nada.
— Ni siquiera ahora puedes dejar de pensar en tus leyes —, le recrimina Sunset mientras se recuesta sobre la pared y se desliza hacia el suelo, — No puede ser. Tempest tenía razón, eres la marioneta de un tirano. Eres incapaz de pensar por ti misma sin seguir las reglas que te impusieron y envidias a tu hermana porque ella es libre y no le tienen con una cadena al cuello, y lo único que haces por tu lado es sentir autocompasión.
Definitivamente esto era algo que Lilith no iba a dejar pasar.
— Tal vez conozcas mis recuerdos, muchachita, pero no sabes como sentía en ellos —, la voz de Lilith es sombría y severa, — No es que seas mejor que yo a decir verdad. No soy la única que está encadenada a sus arrepentimientos.
— Tú no sabes nada sobre mí —. Sunset se abraza a sí misma en el suelo.
— ¿De verdad? —, inquiere la bruja con un pequeño ápice de malicia en su tono, — Lo dices desde esa inútil valentía y temeridad tuya que en realidad solo es improvisación porque tu frágil orgullo te impide admitir que realmente no tienes el control.
— ¿Qué dices?
— ¿O es acaso la rabia que sacas constantemente para aparentar que, en el fondo, tienes mucho miedo?
— Cállate.
— O a lo mejor solo estás cegada por tus constantes intentos de ser la más fuerte y la más poderosa porque tienes que probarte algo a tí misma o tal vez a alguien más, porque con poder puedes hacer de todo —. Lilith se para delante de la pelifuego cubriendola con su sombra.
— No sigas hablando o voy a…
— ¿Qué harás? —, la interrumpe Lilith, — Sin magia sientes que no puedes hacer nada. Dependes de ella porque sin magia sientes que no eres ni vales para nada, ¿verdad?
— Clawthorne…
— ¿Acaso esperas que noticias de tus acciones le lleguen a Tempest para que apruebe en lo que te has convertido?
— Estás loca, yo…
— O tal vez probarte algo a ti misma porque necesitas saber que eres capaz porque no importa cuanto te esfuerces, no estás haciendo lo suficiente.
— Lilith…
— ¡Pues te tengo dos malas noticias, niña! Te conozco perfectamente, porque como dije antes, conoces mis recuerdos pero no mis sentimientos y yo me he sentido igual y aunque te moleste y me odies ¡Eres como yo!
Sunset grita de frustración, intenta golpear a la bruja varias veces con esas esposas de hierro pero no lo logra. El peso de las mismas hace que caiga de rodillas nuevamente al suelo pero a diferencia de otras ocasiones se queda ahí… sollozando.
Eso no era algo que Lilith esperaba. Se sentía rara al ver a Sunset tan… frágil y desprotegida. Algo en ella la impulsaba a hacer algo pero se negaba a ello. Era un sentimiento familiar que ya había sentido con alguien a quien en algún momento admitiría que le tiene un gran aprecio. Amity.
Shimmer respira hondo y se seca las lágrimas como puede y vuelve a arrinconarse a sí misma contra la pared. Por una vez Shimmer se quedó sin réplicas, comentarios mordaces o insultos siquiera. Solo silencio.
— Lo lamento… —, retoma Lilith, — No quise.
— No hables… tienes razón. Doy asco.
— No… No, es solo que… —, Lilith suspira con derrota y decide que es mejor ser sincera, — Te pareces tanto a Amity. Durante cuatro años la he visto crecer, aprender, volverse más fuerte y fallar. Pero no es capaz de tolerar el fracaso, he intentado hacerla entender que el fracaso es normal pero tiene esa necesidad de ser perfecta. Que todo lo tiene que hacer todo bien a la primera y ver como la frustración y la obsesión la carcomen. He querido reconocer sus logros y sus progresos pero mis deberes no me lo permiten, y sus padres que tendrían que ser los que deberían hacer eso solo le demuestran…
— Menosprecio —, interrumpe Sunset, — No importa lo que hagas nunca llenarás sus expectativas, y menos cuando te dedicas a algo que no aprueban y tienes que mostrarles que no lo haces bien, sino que eres la mejor y aunque lo seas no parece significar nada —. El dolor en las palabras de Sunset son entrañables para Lilith.
— No sé por lo qué tuviste que atravesar ni quien eras realmente antes de conocerte. Pero al igual que Amity tienes el potencial para ser poderosa porque el talento ya lo tienes, solo tienes que darte el tiempo para aprender. Porque te aseguro que ni mi hermana lo aprendió todo tan rápido a pesar de que ella siempre fue mejor en todo —, admitió Lilith. Si tuviera las manos libres las hubiera usado para reconfortar a Sunset, — Sé que te preocupan muchas cosas. Catra, Amity, contigo misma y te esfuerzas para cumplir tu promesa, así que deja que yo te haga una promesa: Yo voy a sacarnos de esto.
Sunset ve a Lilith con ojos llorosos y cansados pero ve algo en el semblante de la chica que cambia, como si le hubieran quitado un peso de encima y en un tenue susurro la chica le dice:
— Gracias.
Lilith ve con algo de compasión a la chica, parece que se estaba dando a sí misma más responsabilidad de la que debía.
— Sabes, tal vez en alguna dimensión extraña tú hubieras sido mi alumna —. Dice Lilith con una tenue sonrisa.
— La peor alumna del mundo.
— A lo mejor hubiéramos aprendido algo la una de la otra en el proceso —. Ambas se ven una sonrisa cálida y mientras tanto en la mente de Lilith ya estaba trazando un plan. No tenía que ser perfecto, solo debía funcionar.
