N.A: la última parte... bajo vuestra responsabilidad, porque hay sexo
Un nuevo amanecer se asomaba por la ventana de forma algo tímida.
Trafalgar Law, intentó abrir los ojos, pero simplemente no quería. Estaba muy cómodo encima de aquella muchacha, embriagado de ese nada sutil aroma a mandarinas. Sin embargo, al notar como ella quería marcharse, se vio obligado a despertar y dejarla ir. A diferencia de él, ella tenía trabajos muy mundanos y la puntualidad era muy exigente. Law se acomodó y se rio al ver las marcas que le había dejado en el cuello y pecho. Aunque su risa duró poco al notar como le escocía la espalda. En esa ocasión, había enterrado demasiado sus uñas en la espalda… dios, ¿Cómo lo explicaría en las duchas si alguien lo veía? No quería enfrentarse a otra estúpida charla de Corazón sobre sexo seguro.
"Te dije nada de marcas, doctor" escuchó a ella quejarse desde el baño
"Podría decir lo mismo, gatita"
Al usar su mote, escuchó varias quejas más de la joven, a lo que el cirujano de la muerte solo supo reírse y acercarse a ella. Estaba en la posición perfecta para empezar un desayuno feliz. Se acercó por detrás y, antes de siquiera poder agarrar sus curvas y saborear la mejor de las frutas, ella dio un alto.
"Llego tarde, señor Marine"
"Pensé que eso estaba zanjado, señorita camarera"
"Hoy es mercado, así que no puedo… aunque luego si te pasas, estaré sola en el almacén… con el delantal… tú en un uniforme del que seguro tendrás unas esposas…"
"Hecho" cortó de inmediato mientras dejaba que ella se aseara
Law se llevó las manos a la cabeza, intentando hacer acopio de algo de autocontrol, sin mucho éxito. Aún tenía su sabor, mezclado con la sequedad mañanera y ese primer impulso de tomar café sin azúcar. Al ver como salía del baño, ya con el uniforme de la mercadora de fruta, quedó un poco decepcionado: tenía la camisa de manga corta, que se ceñía a su cuerpo sin escote, unos pantalones hasta las rodillas y unas botas. Ya tenía atado el delantal con el nombre de la frutería. Y él: aun en calzones queriendo entrar en la ducha para enfrentar el día.
Mientras pasaba a su lado, ella lanzó un beso al aire, a modo de despedida. En ese momento, se fijó en las letras del delantal, y no pudo evitar sorprenderse del significado de ellas. Aquello extraño a la peli naranja.
"¿Frutería madrastra?" preguntó curioso y algo burlón antes de que abriera la puerta.
"¿Cómo?" preguntó en un hilo de voz. Ella se giró y fue la segunda vez que veía ese rostro serio en ella. Law no pudo evitar sorprenderse, ya que no comprendía su reacción. Se le hizo un poco exagerado.
"Las palabras de tu delantal… se traducen como madrastra, ¿no?" preguntó, queriendo ver de dónde nacía aquella respuesta tan errada por parte de ella "Es del francés… Bell-meré. Aunque también es hermosa mujer…"
Notó el cambio de actitud a una más relajada. Podía ver como los colores regresaban a su rostro y ella tenía una sonrisa un poco más burlona.
"Ah, ¿esto? Bueno, le puedo preguntar a la dueña, porque no tengo ni idea. Será por alguien que le importó…"
"Mejor no preguntes" le respondió al segundo "que no sea una excusa para que te termine de echar…"
"A ver si cuando me visites al almacén, no le das uno de verdad."
Con aquella última burla, ella terminó por salir de la habitación.
Law le quiso quitar hierro al asunto, ya que iba justo de tiempo y no podía tardar más, pero no podía evitar pensar que Nami había sobreactuado un poco por traducir ese nombre. Mientras se duchaba y perfilaba la barba, con cuidado ya que los arañazos aún se sentían vivos, una estúpida idea furtiva cruzó su mente pro primera vez: en todas esas semanas de sexo desenfrenado, no terminaba de conocer a la peli naranja. Sabía su nombre, que tenía varios trabajos y poco más. Realmente siempre estaba cambiando de habitación, no sabía si tenía más familia… y nunca la había visto completamente desnuda.
Sus ojos se abrieron por completo y se quedó bajo la regadera, con la respiración entrecortada.
¿Con quién se había estado acostando en todo ese tiempo? ¿estaría sobre pensando las cosas por una simple reacción? ¿Por qué se estaba preocupando por tantos aspectos de una chica con la que no sabía si iba a compartir más cosas en todo ese tiempo que se iba a quedar en el East Blue?
Law realmente se iba a marchar en cualquier momento. Toda esa situación tenía una fecha de terminación, aun sin sellar, pero estaba ahí, por lo que nunca se había detenido a pensar que iba a ser esta relación para ambos.
Si es que era una relación, para empezar. ¿había un nosotros entre Law y Nami?
Cambio la temperatura a agua helada.
Necesitaba claridad.
Él, una persona que sabía planear y analizar el entorno que le rodeaba para salir victorioso de cualquier contienda, en un breve pestañeo, había armado una historia solo por una reacción por una traducción que le pareció divertida en el que, en todo ese tiempo, no se había dado cuenta hasta verla vestida como una civil normal. Sería la experiencia en el campo de batalla, sería el saber que la mente y corazón humanos eran cosas débiles, o que quería seguir negando que, de apoco, él quería estar más tiempo con esa chica en cosas más triviales que solo sexo salvaje por esa extraña atracción al que no terminaba de darle nombre, pero algo ya no le estaba cerrando y no quería desconfiar de la sexy peli naranja.
Debía cerrarlo todo bien para que, cuando dejara el East Blue, pudiera seguir honrando el esfuerzo de Corazón por darle un futuro en vez de estar buscando tesoros bajo la falda de una poderosa mujer como Nami.
Se terminó de enlistar en tiempo récord, al notar que ya llegaba tarde a la reunión con los marines en el fuerte. En calma, llegó al fuerte, siendo consciente de que daba igual que tanto corriera si igualmente lo iban a esperar con comentarios sarcásticos. Para su sorpresa, en aquella reunión no estaba Corazón, solo sus chicos, el grupo de marines salvajes de Luffy, un par de altos mandos y Nezumi presidiendo la mesa, con una sonrisa de superioridad que le hacía hervir la sangre.
En esas semanas, ese señor con complejo de rata no había hecho más que enfadar a Law. Con una soberbia inaceptable para la marina, su forma de hablar y controlar al resto de boinas blancas era risible. Si bien era cierto que no habían grandes piratas y que esos ya los propios cazarrecompensas los encontraban, no comprendía como los marines podían ser igual o más débiles. Si tuvieran a alguien delante como Doflamingo, quien se estaba pudriendo en los pisos bajos de Impel Down, simplemente todo ese océano estaría a su merced. Intentó debatirlo con Luffy y Nezumi en varias ocasiones, que necesitaban limpiar y entrenar bien duro a los marines para que fueran capaces de enfrentar a cualquier maldita amenaza. Pero todas sus recomendaciones, ordenes y sugerencias acababan en saco roto.
Sin embargo, ahí estaba, llegando tarde a lo que parecía una de sus nuevas y absurdas decisiones de no poner más cuarteles o zonas de entrenamiento en otros tantos archipiélagos de ese débil mar, con una argumentación para tontos, en el cual todos asentirían porque, al final del día, él sería el único alto mando que se quedaría en el este.
Y todo eso abrió un nuevo melón para el capitán de la marina Trafalgar Law: ¿Qué demonios hacía ahí? ¿Por qué no estaba enfrentando y frenando horrorosos piratas, en vez de pasar los días con su mujer secreta favorita y teniendo reuniones sin sentido?
Por primera vez, Monkey D. Luffy dijo algo con sentido antes de que él abriera la boca con sus múltiples quejas:
"Esto es absurdo, Nezumi. Entiendo que digas que ahí ya está todo tranquilo y tienes hombres que visitan cada tres días… pero entre eso y nada, no hay diferencia. Pareciera que no quisieras que hagamos nuestro trabajo o que nos fuéramos sin hacer nada."
Todas las miradas fueron al capitán Luffy. Ese chico con sombrero de paja al cual le puso sobre su tira roja la palabra marina en azul, en un sobre bordado bastante feo, había dicho algo tan real y sensato que llegaba a dar miedo. Law asintió, de acuerdo con sus palabras. Sin embargo, ambos vieron la mueca de molestia de Nezumi, quien había hecho un ruido de similar al de los ratones cuando huían de una trampa. Dio un golpe en la mesa, captando la atención de todos:
"Chicos, si no os gusta estar aquí, siempre podéis presentar a la marina vuestra queja para que os den un traslado. Pero os recuerdo que no os vais a quedar en este mar y, si bien vuestra valoración es importante, no sabéis como se trabaja con los piratas de este mar y no os vais a quedar para ver si, con vuestra intromisión sin conocimiento hace más mal que bien."
Law decidió tragarse sus palabras. Aquel idiota tenía un punto razón, aunque fuera algo gris. Quiso rebatir con fuerza, pero se trago sus palabras y, con un simple gesto de mano, ordenó a Shachi, Penguin y Bepo que lo acompañaran a la salida. De la misma forma, bien como Luffy, con un simple gesto de cabeza, colocándose bien su gorro, hacía con Zoro, Sanji, Usopp y Chopper se marcharan del lugar. Cerraron la puerta tras de si y ambos capitanes se miraron por un momento antes de seguir adelante, liderando ambos grupos a la salida.
"No sé si sabes, pero el abuelo se ha quejado de que están faltando informes"
Law lo miró extrañado. No porque le recordara una vez más que Garp, un marine muy respetado, era su abuelo, también porque Luffy se diera cuenta de que algo iba verdaderamente mal en ese mar. Estaba consciente y, con ello, él mismo estaba actuando por varias misiones de las que no tenía conocimiento. Tenía una gran curiosidad por saber que era lo que estaba rondando en aquella cabeza cubierta por el sombrero de paja, pero no quería ser el niñero de absolutamente nadie.
"Y no solo eso, las vigilancias, los entrenamientos… todo está desordenado." Matizó el cirujano de la vida, enlistando con sumo cuidado todo aquello que estaba ocurriendo en aquel fuerte marine
"Es aposta. Quiere que nos vayamos ya de estas aguas por algo"
"Mugiwara-ya" le llamó la atención mientras se detenía "si pretendes saltarte lo que este tipo dice, hazlo ya. Pero no quiero saber nada"
"Si no te interesa… ¿Qué haces tú también aquí?"
"Buena pregunta"
"Simplemente, hay que ser un buen marine, ¿no? Pues vamos a serlo…"
Con aquellas últimas palabras, el sombrero de paja tomó la delantera y siguió con su extraño grupo de amigos.
Law no era quien para que le llamara la atención el como había convencido a un cazarrecompensas a estar a su lado, a un cocinero del Baratie, a un mapache hablador y un manitas mentiroso, pero ahí estaba uno de los grupos que hizo una de las mayores locuras de liberar Alabasta de las garras de un asqueroso pirata, encima Shichibukai. Él también tenía sus logros, eran innegables, pero Law estaba orgulloso de su entrenamiento y estudio, mientras que Luffy siquiera sabía el primer punto del reglamento. Todo en un comportamiento que bailaba entre lo infantil e impulsivo. No negaba que tuviera una buena forma de pelear con la habilidad de su fruta de goma, el como ganó a alguien de arena como Crocodile todavía era un hito, pero no veía en él un estratega, alguien que supiera navegar… habían demasiadas lagunas como para llamar suerte.
Y siempre se hacía la misma pregunta: ¿era marine por convicción o por obligación?
Bueno, no le importaba en lo absoluto. Solo se preocuparía cuando fuera hora de hacer alguna misión juntos por imposición de rangos más altos.
"Capitán…" iba a llamar su atención Bepo, pero lo calló con un simple gesto.
Era cierto, estaba con su tropel de confianza, su equipo de compañeros más leales, sin ninguna misión. Desperdiciando valioso tiempo en respirar, entrenar y comer. Convencido de que debía llegar al fondo del asunto, decidió ir a la fuente de todos sus problemas. Hizo que todos lo acompañaran al despacho principal.
La primera incógnita era saber quién era el verdadero oficial al cargo de ese maldito lugar. ¿Quién estaba recibiendo los mensajes y llevándolos a quién fuera la persona responsable? ¿Qué estúpidas órdenes habían que aquel lugar estaba lleno de flojos marines?
Necesitaba respuestas de inmediato.
Al querer entrar en la dirección, la puerta simplemente estaba cerrada. No contento con esa respuesta, le dio una orden a Bepo para que derribara la puerta de un simple plomazo. Los restos de la puerta fueron simplemente pisoteados por sus botas, en lo que entraba en aquel gran despacho. Law miró por un momento y se fijo en el den mushi descansando, en la gran cantidad de estanterías con libros a la espalda del escritorio y la inusual pila de folders que había encima de ella. Además de la caja fuerte visible a todos, ya que la persona se habría ido antes de mover el cuadro para ocultarlo.
El capitán se acercó para poder revisar que era lo que había delante de él, encontrándose no solo con una gran cantidad de posters nuevos de se busca, además de misiones en diferentes aldeas cuyo nombre que no sabía que existía, reportes sin revisar, instrucciones olvidadas y demás tareas de las cuales en ningún momento se había enterado ni él ni el equipo de Luffy.
Lo que se sintió como un parpadeo, realmente fueron horas para comprender que, realmente la persona responsable, cuyo nombre aun no se revelaba, pero ponía a Nezumi de intermediario, estaba dejando todo manga por hombro y la situación era de abandono total. Consternado, comprendió el papel de Luffy y suyo en todo eso: tenían que reestructurar y poner a trabajar a la gente. Como niñeros de alguien que, si debía proteger civiles, estaban ahí para corregir las acciones y descubrir cual era la verdadera podredumbre.
Su enfado era más que visible. Estaba iracundo de que alguien como su abuelo Sengoku, un hombre de paz hiciera esas estupideces. Él, quien había trabajado noche y día, quien no dejaba de estudiar de medicina por su fruta… llevaba un mes sin hacer nada porque hasta ese momento solo había sido el maldito niñero.
"Capitán, no se enfurezca" intentó pedir Bepo
"Encima falta dinero, faltan documentos… ¿y los mapas? esto es demasiado"
"Pues mándale una carta a Sengoku de que os queréis marchar porque no hay trabajo"
Esa frase estaba acompañada de una risa que le sonaba pérfida. Se giró, completamente furioso y dio un vistazo. En efecto, era Nezumi, con un par de sus leales marines, quienes miraban indignados desde la puerta hasta como estaban leyendo todos aquellos documentos. Shachi iba a decir algo, pero un simple gesto de su capitán hizo que se quedara en detrás de él, como todos, listos para saltar en cualquier momento si se les ocurría atacar a su capitán. Sin embargo, aquel señor del East Blue se veía tranquilo, como si todo aquello realmente no fuera con él y solamente fuera un divertido pasatiempo que ellos no terminaban de entender.
"Vago impresentable, ¿Qué es todo esto?" preguntó sin rodeos Trafalgar, con la peor de sus caras
"Nada de un mar que no te interesa, señor Trafalgar… ¿o es que ahora pretende quedarse a vivir?" usó el tono más sarcástico que tenía, con una malicia asquerosa "Y si estás en contra, llórale al señor Donquixote para que por fin os cambien de misión"
Sin medir su fuerza, sin controlarse y decir nada, se acercó para darle un gran puñetazo en la cara. Nadie podía hablar mal de la persona que le salvó la vida delante de él. Todos sabían y ese señor no era la excepción. Vio como escupía sangre, con algún que otro diente, algo que satisfizo la rabia del cirujano. Los marines ayudaron a Nezumi, pero era imposible que se mantuviera en pie, ya que le costaba recuperarse de tal golpe.
"Llórale tu a tu supuesto jefe"
Con el ánimo por los suelos, con la nueva determinación de hundir a aquel señor rata y un simple gesto de sus manos, terminó por irse de aquella sala. Sus fieles subordinados lo siguieron sin dudarlo, pero mirando y esperando saber cual iba a ser el próximo movimiento para saber cuándo atacar.
No fue una revelación sorprendente como tal. Si, llamaba poderosamente la atención la situación en la que absolutamente todo, pero tener la respuesta no daba una sensación positiva. Solo de más trabajo.
Y Law quería trabajo de verdad, pero no purgando la marina como una especie de vigilante del vigilante.
"Mañana empezaremos a trabajar de verdad, por ahora descansemos… y tener cuidado"
"¿Avisamos a Cora-san de lo que ha pasado?" preguntó Penguin antes de que su capitán se terminara por marchar
"Si, que esté al tanto de todo"
Se despidió de ellos, dejándolos ir a su taberna favorita, en lo que él seguía adelante.
Law pensó que debía calmarse. Si, estaba completamente furioso entre esa horrible reunión, no haber comido nada, investigar la inutilidad de una persona que no terminaba de ver y la incompetencia. Hastiado, decidió priorizar su apetito y buscar donde comer algo y se acordó de que como en la plaza se estaba dando el mercado. Había un restaurante cerca, por lo que podría comer y luego disfrutar de la mejor fruta.
No le costó encontrar una que tuviera vistas a la plaza. Tenía en buen rango de visión a la adorable peli naranja. Estaba sudando, esforzándose bastante en vaciar las cajas a base de compras. Aquella gran sonrisa no se desdibujaba de su rostro, de la misma forma que se quitaba el sudor de la frente con el antebrazo. A pesar de usar dos pequeñas pero bonitas coletas como puntas de pincel, se notaba que su cabello la molestaba.
A medida que iba comiendo los diferentes onigiris que iba pidiendo, se fijó como más de un hombre se acercaba peligrosamente a ella, queriendo algo más que esa sonrisa. Ver como sólo él tenía sus noches, le llenaba de cierto orgullo, como si tuviera la exclusividad de una sirena. Ella no atendía a ninguna de las peticiones o historias, los desechaba como verdura podrida.
Sin embargo, mientras pedía el café y dejaba el dinero de la cuenta, se fijó en como su tutor Corazón se acercaba y hablaba con ella. Al notar extraños movimientos por parte de la peli naranja, no supo si debía acercarse u observar mejor usando haki. Era una decisión estúpida usar nada para ver una interacción que podría ser por el precio de las mandarinas, o porque ella estaría queriendo cobrar de más… aunque Corazón no era de aquellas personas que reaccionaran así con nadie. Era muy difícil alterarlo, de las pocas veces que ocurría era por mencionar algo sumamente personal.
Terminó rápido el café y quiso acercarse, pero nada más salir, se fijó que solo estaba la dueña atendiendo a su tutor y a otras personas más. Se acercó a Cora, quien cambió su actitud nada más verlo.
"¿Pasa algo Cora-san?" preguntó mientras se alejaban del puesto
"Nada… quería comprar fruta ¿Qué tal la reunión?"
A pesar de notarse bastante ese cambio, decidió seguir su hilo de conversación para poder explicar que harían con Nezumi y el cuartel. Si bien lo explicó apartados del camino central, no quería hablar de todo aquello en una zona pública. Corazón notó su incomodidad, a lo que cortó rápido la conversación, dio una excusa rápida y de despidió con un fuerte abrazo.
Law correspondió tímidamente antes de centrarse a ir a por su postre, no sin antes preguntarle que hablaría con su tutor.
Él sabía donde dejaban el pequeño almacén en el que guardaban la mercancía que no terminaban de exponer, por temas de espacio. No muchas tiendas tenían esos espacios, ya que con productos tan perecederos no merecía tanto almacenar en lo que vendían rápido, pero por alguna razón, la frutera sí. Con el máximo sigilo, Trafalgar entró. Estaba pobremente iluminado una vez más y ya podía ver muchas de las cajas vacías desperdigadas y mal tiradas.
Estas cajas…
Ahí vio a Nami en el fondo. Estaba moviendo varias cajas y, entre los pocos restos, veía como la joven terminaba de cargarlo con pocas ganas. Una caja de la cual algunas mandarinas amenazaban con caerse. Podía usar la habilidad de su fruta, pero aun era demasiado pronto para mostrar todo lo que tenía. Se acercó por detrás y la agarró de sus caderas. Nami dio un pequeño bote, del cual sus manos terminaron por soltar la caja.
"¡Torao!" gritó ella sorprendida
"Te dije que vendría"
"Tengo que regresar…"
"No vamos a tardar mucho"
Con aquellas últimas palabras, sus manos buscaron el cierre de aquel pantalón, pero ella se revolvió, más preocupada de la fruta. Se inclinó y de ahí tuvo un mejor vistazo a aquellas bien definidas y redondas pompas. Con un simple tirón al lazo, deshizo el único agarre del delantal y, desoyendo las quejas de la peli naranja, bajo de golpe tanto los pantalones como su fina ropa interior a medida que el también se quedaba de cuclillas, teniendo a primer vista el sexo de Nami. Sus manos dejaron hasta los tobillos aquellas ya algo sudadas y muy pegadas prendas y subieron de a poco, acariciando con sus ásperas palmas aquella fina piel de seda hasta sus nalgas. Sin cuidado alguno, las separo para tener una mejor vista de su intimidad.
"Es…peraaa" no pudo hablar viene la peli naranja, completamente sensible y vulnerable antes de
Notaba a Nami temblar en sus callosas manos, en cuanto las yemas de sus dedos acariciaron la carne rosada, murmurando cosas entre dientes, atrapada en una postura que no podía negar que era algo incómoda. Ahí estaba ella, húmeda solo por su rudeza, con aquellos pantis de fresa en sus tobillos, sin saber si debía suplicar por sus atenciones o le quería dar un zapatazo en la cara. Divertido, Law siguió jugueteando con dos dedos en su entrada y dejando el pulgar para que estimulara un poco su clit en todo el proceso, queriendo arrancar algún gemido de parte de ella.
A pesar de notarla temblar cual flan, solo podía arrancar algunos suspiros de su entreabierta boca. Aquello no era nada complaciente, podía sonar incluso frustrante…
Al querer acomodarse un poco para poder seguir jugando con la entrada de Nami, notó el peso del uniforme. Se escuchó a las llaves golpearse entre ellas y, para su sorpresa, con ellas el par de esposas. Pero no iba a usar esas. Eran de fierro sin algún protector y solo dañaría malamente sus muñecas. Por mucho que sonara apetecible atarla contra una de las vigas, no iba a ser idiota y exponerla a hepatitis. Era doctor, no un pervertido básico. Solo por ello, sus dedos pasaron a jugar con más fuerza en su interior, en un vaivén desenfrenado del que podían escuchar los babosos sonidos que producían sus fluidos con la avidez del cirujano de la vida.
"Pared…" terminó por escuchar su súplica, de las cuales las vocales se estiraban como chicle sin poder reprimir.
"¿Cómo se pide?" preguntó algo juguetón, sin querer añadir algo más al juego de sus manos
"Por… fa…vor…" quiso pronunciar la pelo naranja, sin mucho éxito, sonando como una necesitada muchacha en una cita de doctor
Al retirar sus dedos, notó esa humedad, con ese olor a excitación cítrica de la propia muchacha. Ella soltó un sonoro suspiro, mientras intentaba incorporarse, olvidándose de la caja de fruta y acomodándose en la pared más cercana, en unos toscos pasos por tener los pantalones y la ropa interior a la altura de las rodillas. Law no pudo evitar reírse, pues su andar parecía de pingüino, aunque algo complacido al ver como eso era producto de excitarla. Solo ahí vio como se acomodaba la camiseta, abría sus piernas e intentaba recuperar su respiración, con un sonrojo más que visible a pesar de la poca iluminación del lugar. Era imposible no percatarse ante el sube y baja de aquellos tímidos pechos, encerrados en aquella camiseta y ese delantal desatado.
Nublado por su propia lujuria, Law se levantó y acercó a ella, en lo que soltaba su cinturón y desabrochaba sus pantalones. Su casi erección se rozó en contra de su excitación, arrancando unos fuertes suspiros de su gatita. Sus manos entraron por la camiseta con cierta torpeza y empezó a escalar, pero sus manos lo pararon de inmediato.
"La camiseta se queda" dijo de forma tajante, a pesar de su dificultad para pronunciar de forma correcta.
"Pero quiero…"
"Noche" solamente pudo balbucear ella.
A pesar de no estar satisfecho con esa respuesta, simplemente no podía parar. No quería parar. El cirujano terminó por penetrarla tras un poco de provocación en el que la cabeza de su miembro se frotó en contra de su excitación, finalmente arrancando un gemino de lo más hondo de su gata. Se sentía tan bien estar dentro de ella, notaba como estaba estrecha, pero siempre sentía como en esa fuerte penetrada, sentía como lo arrastraba más y más. Su sexo siempre suplicaba más y más de él, prácticamente arrastrándolo, queriendo saciarse antes que nadie. Solo por ello, su mano derecha empezó a darle nalgadas, a los que ella pedía de forma incesante, casi como una demanda, embelesada por ese extraño placer.
Arrinconados en aquella pared, casi fundiéndose en aquella gravilla, se deshicieron de la realidad para emborracharse uno del otro. Bebían de sus besos, de sus fuertes agarres, de los suaves golpes y casi agresivas demandas, todo ello bajo una roja sinfonía de desmedidos gemidos y jadeos que dejaba ambos sin aire. Sobre todas las cosas, de su fuerte relación, ese magnetismo que ardía a flor de piel y necesitaba ser liberado en todo aspecto.
Se corrió dentro de ella, inundando cada rincón de su intimidad hasta la última gota de su semen. Ella aún estaba temblando debajo de él con la mirada perdida y completamente cegada de la intensidad del momento. Quiso recuperar la respiración, pero fue a trompicones, en lo que de a poco salía de su interior y dejaba que ella se recuperará a su ritmo. Sus muslos se empezaban a mancharse de una mezcla de su leche y su néctar.
Al verla de esa guisa por él, Trafalgar Law lo supo.
"Eres mía. Solo mía, pequeña gatita"
