Disclaimer: Naruto no me pertenece.

Aclaraciones: Modern Times. Universo Alternativo.

Advertencias: Ninguna.


Capítulo 11


No dejaba de observar una y otra vez la imagen. Incluso llevó sus dedos a acariciar el perfil, con el recuerdo vivido de la suavidad de la piel de Hinata en cuanto tuvo contacto.

Hasta él mismo se sintió sucio por sembrar ese tipo de pensamientos respecto a una chica que no era su novia. Necesitaba enfocarse, comportarse de una buena vez en lugar de dejarse llevar por comportamientos bizarros que no cuadraban con su personalidad. Amaba a Sakura, era su novia, no tenía razones por las cuales fijarse en otra mujer, menos en la pareja de su hermano.

Naruto dio otra vuelta en su cama, lleno de dudas si era correcto mantener la fotografía de Hinata Hyuga en su galería, guardada como un sucio secreto. Sería fácil borrarla y así nadie sabría de lo sucedido. Estaba completamente seguro que fue sutil, nadie lo había visto. Y aun cuando Menma le lanzó una mirada que removía la culpa en su interior, podía apostar a que su hermano no leía mentes, aún.

Tuvo un momento de debilidad. Todos tenían derecho a padecer uno y él no era inmune. Hinata era encantadora, le trataba bien y era una chica linda. Suponía que era natural sus reacciones. Quizá no fue un buen momento, quizá si ella hubiera estado despierta y no vulnerable a cómo la halló, la culpa no sería así de grande. No se sentiría de esa manera, como si se estuviera traicionando a sí mismo.

—Vamos —se dijo, sentándose sobre la cama, harto de todo ese asunto que él mismo creó—. Solo bórrala. Es fácil —se repitió Naruto al elegir las opciones del menú, con el cuadro de elección que ponía a su disposición dos opciones.

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Era sencillo, bastaba con mover el pulgar y dar solución al problema. Se lo repetía, pero no reaccionaba a los comandos de su mente. Bloqueó el celular, respirando hondo, repitiéndose las desventajas de tener la foto de Hinata en su galería. Sakura podría dar con ella y sería sumamente complicado dar una buena explicación sin que saliera bien librado. O en el peor de los casos fuera Menma quien lo descubriera.

Naruto recordaba el cómo Menma se comportó en cuanto lo descubrió curioseando en el perfil de la Hyuga en Instagram, recordándole que su novia era Sakura Haruno, no Hinata. En aquel entonces el rubio no dudó en aclararle a Menma lo bien que recordaba ese detalle, tan seguro de su relación de Sakura y antes de que su pequeño accidente sucediera. Ahora todo estaba de patas para arriba. Sus sentimientos estaban raros, sin control. La balanza se movía hacia Sakura, pero el otro lado lo hacía con dirección a Hinata...

—No, no, no —detuvo el ritmo con que sus pensamientos llegaban a una conclusión aterradora.

A él no le gustaba a Hinata, no de la misma manera en que Sakura lo hacía. Ha estado enamorado de Sakura por años, era imposible que algo cambiara la dirección de su corazón, especialmente alguien como Hinata Hyuga. Era absurdo. Nunca vio con diferentes ojos a la morena. En sus días de escuela la consideró una chica rarita, demasiado tímida y callada. Toda su atención siempre estuvo puesta en Sakura y nadie más.

Naruto no podía desarrollar un gusto hacia Hinata, era impensable. Ella era la novia de su gemelo. Era... sucio. Además no quería causar estragos. La reconciliación con Sakura iba en viento en popa y no deseaba que nada malo volviera a separarlos. Menos sus dudas.

Amaba a Sakura, por eso regresó con ella. No por otra razón.

Cogió de nueva cuenta el celular. El mensaje sobre su decisión seguía ahí, esperándolo. Naruto respiró hondo. Dio cancelar y la imagen de Hinata durmiendo volvió a torturarlo.

—Hoy no —se dijo, saliendo de su galería—. Pero mañana sí. Mañana la borro.

Existía la posibilidad de que el alcohol ingerido la estuviera jugando trucos que impedían hacerlo pensar con claridad, por ello de su duda constante en algo que no debería pensar dos veces. El día de mañana en que todo fuera más claro, sabría, con seguridad, cuál era la decisión correcta.


.


Noviembre terminó en silencio, trayendo consigo ráfagas de constante frío y cielo grisáceo. Era una tortura para Naruto despertarse y ducharse, especialmente por el mal estado de la tubería que solía fallar por esas épocas. Cada día significaba un nuevo reto para su supervivencia, especialmente en el departamento; que fuera barato no justificaba la falta de servicios ni el abuso de la casera en ignorar sus peticiones sobre una pronta mejoría. Sin embargo, revisando la cuenta en su tarjeta, aun no contaba con los ahorros suficientes para aventurarse a dar el primer depósito para un mejor departamento. Se venían gastos, diciembre era un agujero negro que consumía hasta el último yen. Debía ser cuidadoso, separando los gastos que le correspondían y estar bien atento de la cantidad de cosas que adquiría si quería llegar a final de mes.

Yahiko le había comunicado el horario de apertura durante los días festivos de diciembre. Él haría horas extra, las clases solo eran de repaso de lo ya visto y no tenía proyectos que entregar al saber que parte de sus calificaciones radicaban mayormente en los resultados de las pruebas. Estaba nervioso porque nada se le pegaba a la mente, disociaba con facilidad y se frustraba de no ver avances en sus estudios.

Los días se acababan más rápido con la pronta llegada del anochecer debido a la temporada, inseguro de llegar a aprenderse doce lecciones en tan pocos días, dudando sobre sí mismo en ser capaz de aprobar todas las materias y no quedarse estancado.

Naruto no quería volver a ser el chico problema con el cual sus padres lidiaban a diario. Quería cambiar para bien. Ser una mejor versión de sí mismo, llevar al hogar de sus padres orgullo y no decepción.

—Luces cansado —la voz de Sakura sacó a Naruto de sus pensamientos y se recordó que estaba al lado de ella, tomados de la mano, caminando a los alrededores de los jardines de la Facultad de Medicina—. ¿Has estado durmiendo bien?

—No mucho, la verdad —confeso con honestidad, sonriendo apenado de verse descubierto con facilidad.

Sakura frunció el ceño.

—Si no duermes adecuadamente no podrás poner atención a tus clases.

—Mis clases ya no importan mucho, solo repasamos. Todos mis compañeros están más ocupados en estudiar.

—Deberías seguir su ejemplo entonces. La temporada de exámenes se acerca y tú luces muy relajado.

—Sakura-chan, acabo de salir de la biblioteca, estudié cuatro horas seguidas. ¿No merezco un descanso?

—Hai, hai —Sakura dio unos golpecitos al pecho de Naruto, buscando consolarlo—. Te estás esforzando, pero si no logras entender lo que estudias no sirve. ¿Por qué no vas con Sasuke-kun? Seguramente él te puede explicar mejor.

—Uh... No sé —contestó, inseguro—. No he hablado con Sasuke por casi un mes y medio.

—¿Y eso? —Sakura se mostró sorprendida por la confesión del rubio.

Naruto hizo una mueca al recordar la última vez que vio al Uchiha, la noche en la que discutió con Sakura. No era una buena memoria, a pesar de que Sasuke no le hizo nada malo y simplemente lo trató como el buen amigo que era. No obstante, no hubo más comunicación entre ellos. Él no sabía qué responderle, si iniciar con un gracias por dejarlo dormir en su departamento, o continuar ignorándose mutuamente. Tampoco era como si Sasuke lo necesitara, no era su única amistad.

—Creo que estamos muy ocupados para vernos —mintió.

—Supongo... —respondió Sakura—. La verdad no he sabido nada de él... Pensé que tú sí lo hacías.

Naruto se encogió de hombros.

—A propósito... —llamó Sakura, desviando el tema.

—¿Huh?

—No pasaré Navidad ni las vacaciones de invierno en Tokio.

—¿Eh? —Naruto se detuvo abruptamente, mirando a Sakura con sorpresa por la inesperada noticia—. ¿Por qué?

—Mis padres organizaron un viaje sorpresa, no me mires así —pidió Sakura—. Papá quiere cumplirle el capricho a mamá en llevarla a esquiar, me lo dijeron hace dos días. Perdón por no habértelo dicho antes, he estado ocupada con mis sesiones de estudio que no lo recordé... —observó a Naruto, viendo su mueca entristecida. Sintió un pequeño pinchazo de culpa—. Espero no hayas planeado algo...

—No mucho... Solo pasar Navidad contigo —susurró, decepcionado.

—Lo siento —Sakura se disculpó honestamente, tomando de las manos del chico, buscando consolarlo—. Es seguro que regrese antes de Año Nuevo, podremos salir e ir al templo. Sabes que Navidad no importa mucho, ni siquiera somos cristianos.

—Lo sé, pero me hacía ilusión pasarla contigo... Sería nuestra primera Navidad como pareja.

Sakura acarició la mejilla de Naruto, buscando animarle.

—El próximo año pasaremos la Navidad juntos, lo prometo.

Sakura se izó de puntillas para darle un beso corto que logró animar su espíritu decaído, retomando la caminata que hacían. Llegó la hora de despedirse de su novia cuando ésta le anunció que su padre la esperaba en la otra salida, dejándolo solo y diciéndole adiós, viéndola alejarse.

Suspiró, anticipándose a los planes en soledad con los cuales tendría que lidiar una vez se llegara la fecha.

Caminó entre las calles ocupadas de Tokio, con los adornos de Navidad decorando cada espacio público. Esperaba en el cruce peatonal cuando una llamada entrante lo interrumpió de pasar, reconociendo el contacto y sonriendo al escuchar la voz de su padre al otro lado.

—Hola, papá —saludó, quedándose en su sitio.

—Hola, hijo. ¿Llamo en buen momento? ¿No estás ocupado?

—No, acabo de salir de mi escuela y hoy tuve la tarde libre del trabajo. ¿Pasó algo? ¿Mamá y tú están bien?

Claro que lo estamos, no debes preocuparte. Aun así lamento llamarte así de improvisto, pero tu madre y yo nos preguntamos si tu hermano y tú podrán venir a casa durante estas vacaciones.

Naruto recordó que tenía familia. Vivir en Tokio tenía aquel efecto, a pesar de que sus padres vivieran en Yokohama, a un par de horas de la capital. Rascó su nuca, avergonzado de haberlos olvidado en esas fechas en la que muchos aprovechaban para visitar a sus familiares.

—Claro que iremos, papá. Bueno, yo sí —no debía hablar por Menma sin saber qué pasaba por la cabeza de su gemelo—. Termino mis exámenes en la tercera semana y en mi trabajo tendré unos días libres, no creo tener problemas en llegar a casa el 25 o el 26.

Entonces tu madre y yo prepararemos algo delicioso para ambos —decía su padre y Naruto sonrió, imaginándose el sazón de la comida ya en su paladar—. ¿Has estado bien? ¿El dinero les ha sido suficiente? Sabes que no deben tener miedo en pedirnos más si es necesario.

Pá, todo bien, Menma y yo nos las arreglamos —detuvo a su padre y sus preocupaciones relacionadas con el dinero—. Sabes que con ramen puedo sobrevivir durante semanas.

Aun así no es aconsejable que consumas tanto, puedes enfermarte.

—Hai.

Su padre rio y Naruto se contagió de esa misma alegría, sintiéndose menos pesado. No pasaría Navidad con Sakura, pero sí con su familia y eso era mejor a estar solo.

Entonces queda decidido. Avísame cuando partan, así podré ir a recogerlos en la estación.

—No creo que sea necesario, podemos llegar por nuestra cuenta.

Para nada. Estaré ahí.

—Pá...

Nada de peros. Los esperaré en la estación. Traten de cuidarse, el frío es más severo que el año pasado. ¿Aun tienes la chaqueta que tu madre te compró? ¿Los guantes? Hay temporada de gripe, quizá deba enviarles unas vitaminas para que no se enfermen. Sería muy triste que tuvieran gripe en estas fechas.

—Estaremos bien, pá, no te preocupes. Ahora cuelga antes de que má llegue y te regañe por ser tan exagerado.

No puedo evitarlo, se parecen tanto a Kushina a veces. Ah, en fin. Cuídense. No peleen demasiado, terminar el año peleando solo haría que inicien el nuevo año de la misma manera.

Naruto rio, nervioso, sabiendo a la perfección que su relación con Menma no sufriría tantos cambios.

—Haré lo que pueda, pá —el semáforo cambió a verde—. Cuídate tú también y saluda a má por mí, ¿sí? Bye.

Cortó la llamada, cruzando la calle y viendo en su reloj que su tren estaba a punto de salir; debía apresurarse o tendría que esperar otra hora para que pasara, no quería llegar a casa tan tarde o así no tendría tiempo para estudiar.

Naruto logró abordar a tiempo, haciéndose espacio entre la multitud. Detestaba viajar en horas pico, pero era mejor que ir en bus. Escuchó música en el transcurso para olvidar que venía apretujado y al cabo de cinco estaciones bajó, respirando aliviado de no ser más una sardina enlatada.

Ni siquiera hizo corajes cuando vio que el ascensor seguía sin mantenimiento, era obvio que la casera no movería un dedo; los vecinos parecían darse por vencido en exigirle a la mujer un recíproco trato por los pagos puntuales. Subió las escaleras, moviendo sus rodillas cansadas y llegando hasta el piso donde su departamento se hallaba. Anunció un "Tadaima" y se quitó los zapatos con pereza, dejándolos sin orden alguno para pasar a los interiores del departamento.

El casco de motociclista se hallaba en el sillón, Menma ya había llegado. Hizo una mueca. Desconocía cómo Menma consiguió el dinero para comprar una moto, debió ahorrar por mucho tiempo para conseguirlo. No le había preguntado el cómo lo hizo porque sabía que él no le daría las respuestas, llamándolo metiche y ese tipo de cosas.

Naruto tampoco le contaba mucho a Menma, actuando de la misma manera que él en callarse muchas cosas y seguir conviviendo cómo lo hacían.

Se preparó algo de ramen, necesitaba algo rápido para enfocarse en su noche de estudio. El consejo de Sakura se repitió en su mente sobre ir a pedirle ayuda a Sasuke, pero cuando cogió el teléfono y buscó su contacto, el chat personal de ambos era tan cortante que no supo cómo iniciar con la conversación. Además, Sasuke seguramente estudiaba para sus finales. Si lo molestaba tenía menos probabilidades de que le diera una mano.

Naruto sorbió sus tallarines cuando estuvieron listos, no sentándose y quedándose en la cocineta, viendo a la nada, pensando sobre sus futuras decisiones.

—Apesta ser universitario a veces —masculló.

Bebió el caldo restante, depositando el envase en su lugar para evitar un regaño de Menma y fue hasta su cuarto. Estiraba su cuello para prepararse cuando notó que la puerta de la habitación de Menma estaba abierta. Asomó la cabeza, viendo con curiosidad qué hacía, encontrándolo con los cascos puestos y el sonido de su música traspasarlos, totalmente enfocado en sus libros y notas.

Consideró la posibilidad de pedirla ayuda a Menma, incluso pagarle por las lecciones, pero Naruto desechó la idea. No, no haría eso. Pedirle ayuda a Menma era un caso perdido. Con Sasuke tendría más misericordia que con su hermano, eso podía asegurarlo.

Entró con familiaridad, estirando la diadema de sus audífonos, haciendo que la mirada oscura azulada de Menma se fijara en él, con el ceño fruncido.

—Antes de que me mates, quiero pasarte un mensaje.

—¿Y es importante o es otra de tus estupideces?

—Bueno, es de pá —dijo.

Menma no tuvo otra opción que escucharle.

—¿Qué quiere?

—Me preguntó si iríamos a casa durante las vacaciones. Yo le dije que sí. No tengo nada importante que hacer por esos días así que no vi nada malo el ir a verlos —lo miró—. No sé qué hagas tú esos días, pero ya cumplí con avisarte. Seguramente les alegre vernos llegar juntos y pasar las vacaciones con ellos.

Menma giró la silla, ocupado en sus asuntos.

—No sé —respondió antes de que Naruto se fuera, convencido de que Menma no iría—, tengo que hacerme cargo de unas cuantas cosas.

—Es tu decisión —Naruto se encogió de hombros, saliendo de la habitación de su hermano—. Yo cumplí con decirte.

Pero antes de partir sintió una necesidad extraña, una fuerza empujarlo de regreso a la habitación de Menma y verlo fijamente.

Menma bufó.

—¿Y ahora qué quieres?

—Hinata no se ha parado por el departamento... —murmuró, moviendo sus dedos con nerviosismo, sin saber precisamente por qué preguntaba eso. ¿Debería estar aliviado, no? A veces su mente le jugaba mal cuando ella estaba en la misma habitación—. No me digas... —Naruto se llevó una mano a su boca—. ¿Terminaron...?

—Claro que no —respondió rápidamente Menma, viendo de mala manera a su hermano—. Los exámenes comienzan la próxima semana, estamos ocupados estudiando —observó intensamente a Naruto, poniendo al rubio nervioso—. ¿Por qué el interés?

—Curiosidad —respondió con naturalidad—. Ya que la he visto tantas veces por aquí me acostumbré. La última vez tú te la llevaste del departamento de Shikamaru y no supimos nada de ella... —Naruto retrocedió, señalándolo—. ¿No la secuestraste, verdad?

Menma se limitó a lanzarle un bolígrafo que Naruto no esquivó.

—Está en su casa, estudiando —masculló Menma, apenas conteniéndose—. Le preocupa su desempeño en las pruebas. Su padre le exige demasiado y debe esforzarse al doble —miró de reojo a su hermano, frunciendo el ceño—. No tiene la suerte de tener unos padres que se sienten orgullosos con míseras notas, como tú —atacó.

—Hey —se quejó Naruto, no gustándole el comentario—. No he dicho nada para que me ataques así. Solo preguntaba por Hinata, es todo.

—¿Y qué necesidad tienes de preguntar por ella? —inquirió Menma—. Que yo recuerde Sakura es su amiga, no tú.

—¿De qué hablas? Soy amigo de Hinata. Nos llevamos bien. Además, es tu novia y eso la convierte en mi cuñada. Eso nos hace familia. Es natural que me preocupe por ella.

Menma le mandó una significativa mirada que calló a Naruto, cuestionándose si hizo bien en decir aquello.

—Eh, bueno, pensé que los dos estudiarían juntos —desvió el tema por su bien.

—Nos gusta nuestro espacio, es más fácil —respondió Menma, pasando la hoja del libro—. Molestarla para que venga hasta acá para hacer algo que puede hacer en su hogar es una pérdida de tiempo.

—Okay, Romeo, ya entendí.

Menma ladeó el rostro.

—Luces muy tranquilo, especialmente en tu situación —puso una sonrisa burlona—. ¿Ya te resignaste a reprobar todas las materias?

—Claro que no —negó Naruto—. Lo tengo todo bajo control... —se dijo, confiado. Pero recordó sus circunstancias y la sonrisa flaqueó—. Bueno, casi. Solo necesito la ayuda de Sasuke, que me explique unas cosas y listo, asunto arreglado.

—Sí, sí. Me da igual —restó importancia Menma al seguir con su estudio personal—. Ahora vete.

Naruto hizo una mueca, no sin antes tirar un dinosaurio de juguete de Menma, haciendo que éste le mirara ceñudo para luego él sacarle el dedo del medio, siendo correspondido por Menma de la misma manera antes de correr hasta su propia habitación y cerrarse, riendo por lo bajo.


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—Hiciste lo que pudiste, querido amigo —Naruto masajeaba su cabeza—, pero incluso nosotros debemos admitir la derrota.

Izó la mirada a lo alto del rascacielos. Siempre le dolía el cuello cuando venía al vecindario de Sasuke, si a eso podía llamarlo como tal al bulevar de complejos departamentales capaces de opacar la luz del Sol y hacerlo sentir tan pobre.

No tardó mucho en llegar al piso donde Sasuke vivía. Naruto tocó muchas veces el timbre, sabiendo lo fastidiado que el Uchiha estaría, solo de ese modo lograría llamar su atención y que no le ignorara.

Dejó de aplanar el timbre cuando la puerta soltó el seguro, con la figura de Sasuke asomarse, así como su cara de irritación.

—¡Teme!

—No me hagas arrepentirme por abrirte la puerta —masculló a modo de saludo.

Naruto extendió la bolsa con las bebidas de tomate en su interior, una ofrenda para el dragón gruñón a cambio de su sabiduría. Sasuke bufó y lo cogió, dándole paso al recibidor del departamento.

—Perdón por las molestias —murmuró al dejar sus zapatillas en la entrada, caminando hacia la sala. Estaba tan silencioso el lugar—. ¿Itachi-niichan está de viaje otra vez?

—No, está en la ciudad. Solo que fue a comprar ciertas cosas para la cena —explicó con brevedad Sasuke.

—Ah. Entonces estás solo...

—No exactamente.

—¿Uh?

Al llegar a la sala Naruto detuvo su camino, casi tropezándose, al percatarse de la cara conocida de la chica quien yacía sentada en la alfombra, completamente enfocada en sus libros y el lapicero apretado entre sus labios acolchonados.

Seguramente la estuvo mirando por un largo rato, tan intensamente que él mismo desconocía la fuerza, que Hinata logró sentirlo y alzar la mirada, viéndolo acompañar a Sasuke.

—¿Naruto-kun?

—Hey, Hinata —saludó, tratando de no trabarse—. Qué coincidencia... No sabía que estarías aquí, en casa del teme...

Se dedicó a observar los alrededores, lo que rodeaba a Hinata, un indicio de lo sucedido antes de que él arribara. Pero eran solo libros, cuadernos y las computadoras personales de ambos sobre la mesa. Nada extraño, absolutamente nada sospechoso que indicara que entre ese par algo sucedió.

La sonrisa que Hinata le dio fue amistosa, sin un atisbo de vergüenza, culpa o pena.

—Lo siento —miró a ambos—, ¿tenías planeado estudiar con Sasuke-san durante la tarde?

—No —respondió Sasuke antes de Naruto, bufando al sentarse en el sofá—. Este idiota solo se presentó sin aviso previo para que le salve el trasero de reprobar sus materias —explicó—. No me habla por casi dos meses y aparece de la nada —acusó.

Naruto se sintió culpable, sin tener una defensa que lo ayudara a refugiarse de la mirada oscura de Sasuke.

—Tú tampoco te esforzaste por mantenerte en contacto conmigo, teme —terminó diciendo, mirando a otro lado al no soportar la intensidad con la cual Sasuke le veía.

Decidió pasar el tema. Pelear de ese modo frente a Hinata sería problemático. No debería presenciar esas discusiones, eran personales.

—Ahm... Bueno... —los señaló a ambos, buscando no ser tan obvio—. ¿Qué hacen, eh? ¿Están estudiando?

—Trabajamos en un proyecto de una materia —respondió Hinata, tomando sus libros—. El profesor lo tomará como un examen, algo práctico.

—Oh —exclamó Naruto—. Ya. ¿Y no era más fácil hacerlo en la biblioteca...? Ya saben, por la cercanía de los libros y eso...

Sasuke frunció el ceño ante el comentario fuera de lugar de Naruto, mirándolo irritado.

—Nuestros horarios no coincidían —Hinata no se percató de la intencionalidad de Naruto, respondiendo con tranquilidad—. Le comenté a Sasuke-san de mi espacio libre y él me citó en su departamento. Itachi-san me recibió y nos dejó trabajar hasta que tuvo que salir de improvisto —ladeó el rostro, confundida del silencio y la repentina tensión—. Lo siento —miró a Sasuke—, ¿quizá si interrumpí algo?

—No, no lo hiciste —respondió Sasuke—, a este tarado solo le gusta exagerar —musitó.

Naruto se percató de su boca floja y se sintió avergonzado. Mierda, ¿por qué actuaba así? Por la manera en que Sasuke le miraba era obvio que metió la pata.

—Lo siento —se disculpó rápidamente, dispuesto a tomar su mochila y regresar por donde vivo—, no quería... Es obvio que están ocupados. Puedo venir en otro momento si no estás libre, teme.

—No tienes que hacerlo, Naruto-kun —Hinata irrumpió la salida prematura del rubio—, Sasuke-san y yo solo repasábamos la información, no es necesario que me quede por más tiempo. Solo esperaba poder despedirme adecuadamente de Itachi-san. Pero supongo que se tardará —Hinata introdujo todas su pertenencias a su mochila, sin prisa, sin apuros, como si realmente no tuviera razones por las cuales marcharse rápidamente, temerosa de ser descubierta—. Puliré mi parte, Sasuke-san y te la enviaré antes de media noche. ¿Eso está bien?

—Sin problema.

Hinata asintió y se puso de pie.

—En serio, no me molesta venir en otro momento, si están ocupados yo...

—Tranquilo, Naruto-kun, no molestas —aclaró Hinata, colgando su mochila sobre su hombro, sonriéndole al pasar cerca d él—. Además tengo cosas de las cuales ocuparme, mi primo me espera en una cafetería cerca de aquí para ayudarme con mis dudas en un par de materias. Puedes quedarte —comenzó a despedirse, haciendo una reverencia corta con dirección a Sasuke—. Gracias por todo, Sasuke-san, lamento las molestias. Hasta luego, Naruto-kun.

—Uhm, cuídate, Hinata —dijo al verla caminar con seguridad por el hogar de Itachi. Parecía conocer el lugar, no sería ésa su primera visita por lo que veía.

Ya no la vio más al desaparecer completamente de su vista, escuchando el clic de la cerradura automática.

—¿Qué te pasa? —Sasuke no tardó en atacar.

—No me pasa nada —dijo, encaminándose a la sala y tomando asiento, dejando su mochila cerca, inseguro de si era fiable quedarse o no.

—Pasan dos meses en los que no me hablas y cuando lo haces vienes al departamento de mi hermano y comienzas a atacarme como si estuviera haciendo algo malo.

Naruto hizo una mueca.

—Perdón, no quise actuar así —musitó—. Me tomó por sorpresa verlos juntos... —miró a Sasuke—. Y solos...

Sasuke bufó.

—¿Realmente te estás armando una película en donde Hinata y yo tenemos un romance? —se rio con acidez—. Deberías escribir una novela, tendrías más éxito que siendo ingeniero.

—Hey, no te pongas así. Solo soy algo sobre protector con Hinata. Es la novia de mi hermano.

—Tú lo has dicho —señaló Sasuke—, Menma es su novio, entendería que él actuara así, ¿pero tú? —Naruto le lanzó una mirada que no supo bien cómo interpretar—. Es tonto que imagines algo así. Sabes de antemano que liarme en relaciones ajenas no es mi pasatiempo. Tú más que nadie lo sabe por experiencia.

Naruto agachó la mirada, regañado. Sabía muy bien a lo que Sasuke se refería. Desde que Sakura aceptó ser su novia, sus interacciones con el azabache se limitaron demasiado, reduciendo sus salidas y una participación menos activa de parte de Sasuke en su grupo de amigos. Ni siquiera su sombra se asomaba, excusándose de siempre estar ocupado con los asuntos de su padre, acompañar a Itachi a viajes que lo ayudaría a entender el negocio familiar y ese tipo de cosas. Aun así sabía que era para no estorbar o generar problemas. Especialmente con Sakura.

—Escucha —Sasuke suspiró con cansancio—, no pasa nada entre Hinata y yo. No sé cómo empezaste con todo esto de asociarnos como pareja, pero nunca pasará. Ya te había comentado que nuestras familias interactúan por la similitud de los negocios que manejan. Nuestras madres solían ser cercanas y no había día en que mi madre no me repitiera que fuera amable con ella, haciéndome asistir a sus cumpleaños sin falta e invitándola puntualmente a los míos —narró, llamando la atención de Naruto por escuchar por boca de Sasuke algo más detallado—. Incluso compartimos un par de clases en el club de kendo cuando asistíamos a la primaria; nuestros padres tienen una especie de rivalidad en el deporte, y ya que somos cercanos de edad, fue natural que nos hicieran practicar lo mismo. Tanto fuera de la escuela como dentro nos veíamos, además de las reuniones a las que debíamos asistir.

Escuchó en silencio lo que Sasuke le decía, pensando a velocidad. Sasuke e Hinata, por como el Uchiha narraba, sonaban más cercanos de lo que imaginó. Si compartieron gran parte de la infancia juntos, ¿por que Hinata lo trataba tan distante?

—Si se llevaban bien... ¿Por qué se comportan como extraños? —cuestionó al recordar la manera en la que Hinata se refería a Sasuke.

—Pasaron cosas —sentenció Sasuke y Naruto intuyó que no ahondaría sobre ello—. Nuestros padres nos obligaban a convivir por la buena imagen de nuestras familias. Pero crecimos y ya no nos pudieron manejar a su antojo. Dejaron de presionarnos por enfocarnos en nuestros estudios. El padre de ella, Hiashi-san, sabe sobre nuestras interacciones en la universidad, incluso de este trabajo en equipo. Jamás nos dejan pasar tiempo a solas, por eso Itachi estuvo aquí. Por eso su primo la espera en una cafetería a unas cuantas cuadras de aquí —dijo con irritación—. ¿Satisfecho?

—No completamente, pero me quedó claro, teme —asintió Naruto, sorprendiéndose de que todo eso sucediera bajo sus narices—. Aunque, si te soy sincero, tu vida suena complicada.

—Es lo que gano por haber nacido en esta familia —musitó, tronando su cuello—. Ahora saca tus libros.

—¿Eh? —lo miró sorprendido—. ¿Si vas a ayudarme a estudiar?

—¿Acaso tengo otra opción? Si no lo hago seguirás rogando hasta que lo haga. Aprovecha mi misericordia, no tiende a durar mucho.

—Teme... —Naruto lloriqueó—, eres un gran amigo. ¡En serio me disculpo por pensar que eres un rompe-relaciones!

—Sí, sí, ahora date prisa, no me agrada la idea de tener que pasar toda la tarde contigo explicándote cosas que a estas alturas ya deberías saber.

—Oye, no todos tienen el privilegio de nacer con tu cerebro, bastardo. Soy un inmortal.

Naruto puso sus libros y cuadernos sobre la mesita, viendo al azabache coger uno y hojearlo, dibujando en su rostro una mueca.

—¿No puedes escribir decentemente? —se quejó de los garabatos de Naruto—. Están hechos mierda. ¿Cómo voy a explicarte si ni siquiera entiendo en qué te estancas?

—Tengo que escribir rápido o sino el profesor borra todo lo que anotó. Es una carrera contra el reloj.

Sasuke suspiró, hastiado. Tomó uno de sus cuadernos y empezó a transcribir una fórmula que se veía legible en las notas de Naruto. Se lo lanzó sin miramientos.

—Resuélvelo.

—¿Ahorita? ¿Sin que me expliques? Me voy a equivocar...

—Precisamente quiero ver en qué te equivocas para corregirte.

Hizo lo que Sasuke pedía, haciendo el procedimiento que recordaba, estancándose en aquel paso que siempre lo ponía a dudar y querer arrancarse los cabellos.

Sin embargo, antes de declarar su derrota, el estómago le gruñó, enfadando nuevamente a Sasuke quien le dirigió una mala mirada.

—Je, vine directo a tu casa sin desayunar —rio.

Sasuke bufó al ponerse de pie.

—Lidiar contigo hambriento es peor que tu innata estupidez —invitó Naruto a la cocina, abriendo la lacena para sacar un paquete de espagueti—. ¿Pasta está bien?

—No es igual de deliciosa que el ramen, pero...

—¿Sí, o no?

—Okay, okay, puede funcionar, tampoco te enojes tanto —musitó Naruto, estirándose sobre el sillón, escuchando a Sasuke cocinar.

—Más te vale levantar el trasero en lugar de holgazanear —regañó Sasuke, yendo hasta Naruto para darle un zape—. Al menos lava los tomates.

—Hai, hai —quejándose se tuvo que poner de pie e ir hasta el fregadero, tomando el cuenco con tomates que Sasuke le pasaba, lavándolos.

Un silencio se interpuso entre ellos y Naruto no pudo quedarse quieto, mirando en ratos la espalda de Sasuke, queriendo iniciar una conversación, retomar lo que no pudo decirle ese 31 de octubre.

—Oi, teme.

—¿Ahora qué? —preguntó el azabache, atento a que la pasta se humedeciera para tapar la olla.

—Sobre esa noche... La noche de Halloween... Gracias por dejarme quedarme. La verdad... no la estaba pasando bien. Y perdón por no hablarte, no sabía qué decir... Digo, siempre sé qué decir, pero había muchas cosas de las cuales ocuparme, y precisamente tú no sueles molestarte en dar a conocer tus emociones así que supuse que tu falta de respuesta estaría bien y eso...

—Olvídalo, no es la gran cosa —restó importancia Sasuke, tapando la olla y yendo por otras cosas al otro lado de la cocina—. Entiendo. También hago eso, aunque tú no me dejas en paz.

—Es porque me preocupo. ¿Qué harías sin mí? Casi nadie te habla.

—Oi, no asumas cosas que no son. Si no hablo con otras personas es porque no lo necesito.

—Claro, claro, y tu personalidad anti-social es tan encantadora.

—Igual que tu inteligencia.

—Oye...

Naruto terminó de lavar los tomates, dejándolos escurrir, apoyándose en la cocineta y viendo a Sasuke. De ser otros tiempos seguramente estarían en el piso, golpeándose hasta sacarse la sangre. Él imaginó que eso pasaría cuando lo quiso confrontar al descubrir que los sentimientos de Sakura por su amigo seguían. Pero bastó que Sasuke abriera la puerta para darse cuenta del error. Su amigo no tenía la culpa. Quizá no fue el modo en rechazar los sentimientos de Sakura, siendo un canalla, pero no era el culpable de que las cosas en su relación con la rosada hubiera tenido sus percances.

No merecía esa actitud de su parte.

Haría mejor las cosas.

—Gracias por todo, teme, en serio.

Sasuke lo miró con una mueca de desagrado.

—¿No te gusto, verdad?

—¡Deja de bromear con esas mierdas!


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Salió del aula con la sensación de alivio darle paz a tu tenso cuerpo. Al fin se terminaron, los días de tortura en donde su sueño se veía alterado y los nervios le jugaban mal. Todavía no tenía los resultados, pero no creía reprobar ninguna materia. Quizá no tendría notas altas, pero si un promedio aceptable que lo ayudara a seguir en la carrera sin preocupación alguna, al menos hasta la siguiente época de exámenes.

Dio un vistazo a su reloj. Todavía era temprano. Había sido su última prueba, podría considerarse libre, aunque celebrar el haber salido librado victoriosamente de su letal enemigo lo entusiasmaba a invitar a sus amigos. Marcó el número de Shikamaru, impacientándose un poco por lo tardado de su respuesta, más en el quinto timbre escuchó la voz floja del Nara.

Naruto... —gruñó Shikamaru al otro lado—. ¿Es algo urgente? Porque si no es así espero que cuelgues y me dejes dormir.

—Ni siquiera son las siete de la tarde. ¿Cómo puedes dormir tan temprano?

Estuve en vela por casi tres días, estudiando. Ayer fue mi último examen, he estado en cama desde entonces.

—No jodas —Naruto parpadeó, sorprendido de la capacidad de dormir de Shikamaru—. Fácilmente le harías competencia a un perezoso.

Te voy a colgar...

—¡Espera, espera! Quiero invitarte a beber algo.

Paso.

—¡Qué rápido!

Naruto, en serio te aprecio, pero en serio estoy derrotado en estos momentos. No quiero salir ni beber, solo quedarme en la cama. Si me hablas en un par de días puede que acepte, pero no hoy. Ahora, si me permites, seguiré durmiendo. No me molestes —cortó la llamada, dejándole con una opción menos.

Naruto bufó.

—Shikamaru, no eres divertido —masculló, caminando hacia las afueras del campus, pensativo sobre a quién invitar a beber algo para celebrar.

Probó con más de sus conocidos, pero nadie aceptó, argumentando estar tan derrotados que lo único que querían era descansar. No dejó de llamarles una bola de aguafiestas. Decidió celebrar por su cuenta, pasar a un autoservicio y comprar un poco de cerveza. No tenía de qué preocuparse, mañana no tenía escuela y se podía levantar tarde. Las fiestas iniciaban la próxima semana. Iría a su departamento, bebería algo de cerveza hasta que saciara y jugaría a sus videojuegos. Intuía que Sakura estaba ocupada, quizá descansando de la caótica semana, así que no la consideró en sus planes, dudaba que quisiera aceptar su invitación.

Antes de ir a casa decidió dar una vuelta por la plaza comercial, estaba cerca de la zona, podía echar un vistazo y darse una idea de qué regalarle a Sakura. Automáticamente desechó cualquier cosa costosa a la vista de las vitrinas, sabiendo a la perfección que no contaba con el presupuesto para arriesgarse a adquirir un bolso o un par de pendientes. No se lograría recuperar monetariamente.

Tampoco le preocupó demasiado. Sakura no estaría en el país durante esos días, sino de vacaciones en Canadá. No la vería, así que no había sentido del por qué preocuparse por un regalo que no daría en la fecha indicada. Quizá solo le comprara un juego de bufanda, gorro y guantes, sería mucho más útil que arriesgarse con algo que al final no pudiera gustarle a su novia.

Naruto vagó por los comercios, a su propio ritmo, viendo atento las ofertas, la cantidad bolsas que ciertas personas llevaban en sus brazos, igualmente las decoraciones llamativas de temporada adornar cada rincón de la plaza comercial. Era inevitable no sentirse presionado por las fechas.

—Mierda —recordó que no pensó en nada qué obsequiar a sus padres.

Estuvo tan enfocado en sus exámenes y estudiar que descuidó aquel detalle. Vería a sus padres la próxima semana y no había planeado siquiera conseguirles un regalo.

Sacó su celular, revisando en la aplicación de su banco el sueldo disponible a su favor. Era una buena cantidad, quizá podría conseguir algo bueno a sus padres. Y algo para Sakura, aunque tenía que hacer una exhaustiva búsqueda para hallar buenos precios. Pero lo dudaba. Navidad era sinónimo de precios elevados, o productos limitados. Encontrar algo bueno sería una verdadera Odisea que le tomaría más de una hora.

Naruto visualizó las opciones, leyó los letreros de los comercios y se sintió mareado siquiera antes de iniciar con la tarea. Pensó que sería bueno comenzar con algo sencillo, quizá la tienda de ropa. Un abrigo nuevo podría gustarle a su madre, igualmente a Sakura, uno que combinara con sus bonitos ojos.

—Yosh, comenzaré por ahí...

El sonido de una risa conocida lo hizo desviar de sus planes originales para buscar la fuente de aquel celestial sonido. No era la primera vez que lo escuchaba, quedando guardado aquel timbre tan característico en sus oídos. Viro para todos lados, tratando de reconocer entre las siluetas de los transeúntes la dueña de dicha voz.

Antes de poder darse cuenta sus pies lo llevaron en automático, ansiosos de recortar la distancia. Se puso nervioso en el camino, sin tener en mente cómo hablarle y se sintió estúpido por ello. Nunca tenía problemas de hablar con Hinata, era tan natural el cómo iniciaban sus conversaciones que no existía necesidad de programar un tema detallado.

La vio de espaldas. No estaba sola, una figura más pequeña le acompañaba, ambas tomadas de las manos, perdidas en su conversación ya que ninguna de ellas lo notó. Carraspeó para hacerse notar y no asustarlas, más ninguna le prestó atención. Comenzó a sentirse ansioso. ¿Sería buena que interrumpiera el paseo de Hinata? Se le veía ocupada, divirtiéndose, quizá debía retomar sus planes y olvidarse de saludarla. Podrían verse en otra ocasión.

Fue un mal momento en que su celular timbró. Maldijo elegir un tono tan llamativo como ése.

—¿Naruto-kun? —la voz suave de ella llamarlo lo hicieron rechazar la llamada para verla.

—Hey, Hinata —saludó, sonriendo, queriendo que todo pareciera natural y no una rara intervención de su parte—. Ah, ¿de compras?

—Sí —respondió ella, girándose completamente, con la menor acompañarla y no dejando de ver al rubio—. Quise adelantarme antes de que todo se agote.

—Sí, eso suena a un gran problema —rio.

—Onee-chan —llamó la menor al lado de Hinata.

—Oh, lo siento —se disculpó Hinata al darse cuenta que no hizo las debidas presentaciones—. Naruto-kun, ella es Hanabi, mi hermana. Hanabi, él es Naruto-kun, el hermano de Menma-kun.

—Mucho gusto, Hanabi —saludó Naruto a la menor, recibiendo una mirada crítica de la pequeña castaña, dejándolo un poco nervioso.

—Uhm —respondió ella sin muchos ánimos.

Hinata puso una mueca apenada por el comportamiento de su hermana.

—No te lo tomes a mal, no es buena con la gente nueva —se disculpó, sintiendo que su hermana se apegaba más—. Aunque no lo hace con mala intención, solo es tímida, a su manera.

Naruto sonrió a Hinata, viendo su etapa de hermana mayor adorable.

—Tranquila, no pasa nada.

—¿También terminaste tus exámenes, Naruto-kun?

—Uh, sí —asintió, emocionado—. Justo hoy. Tengo poco de haber terminado con el último.

—Me alegra escuchar eso.

—¿Y a ti cómo te fue, Hinata? ¿Todo bien? —luego recordó con quién hablaba, con una chica increíblemente responsable, estudiosa y que podía soportar estando separada de su novio para enfocarse—. Ah, no se por qué pregunté eso. Estoy seguro que te fue increíble.

—Nada fuera de lo extraordinario —comentó con humildad, sonrojándose levemente—. Terminé hace dos días, así que me pude relajar desde entonces.

—Eso es bueno —dijo con honestidad—, Menma me contó lo estresante que puede ser para ti este tipo de cosas.

—Suele serlo, pero hago lo posible para mantenerlo bajo control —comentó—. Agradezco tu preocupación, Naruto-kun.

—No tienes nada qué agradecer, no es la gran cosa...

Hanabi soltó una exclamación cuando sintió algo frío pegar a su frente, girándose sobre su propio eje para ver, con el ceño fruncido, la alta figura y dueño de ojos zafiros verle desde lo alto, burlándose.

—Bajaste la guardia, dos puntos extra para mí.

—No di la indicación de que estuviera lista —se quejó, sobando su frente ante la sensación de frío aun presente.

Menma soltó una risa antes de poner en las manos pequeñas de Hanabi la nieve que consiguió para ella.

—Perdón por la espera —anunció su llegada a Hinata, quien negó con una sonrisa—. Demasiado tráfico.

—Descuida, no esperamos mucho.

—Claro que sí, onee-chan —intervino la menor, ganándose una mueca de Hinata—. No tienes idea la cantidad de chicos que tuve que espantar de onee-chan —señaló a Menma—, tendrás que recompensarme con algo mejor que helado.

—Lo tomaré en cuenta —dijo Menma con cierta gracia—. Aunque te lo descontaré de tu premio por no terminar bien tu trabajo —dijo al mirar a su hermano, quien se había quedado callado por todo ese tiempo—. Te faltó espantar a uno.

Naruto tembló por la mirada gélida que Menma le envió.

—Es tu hermano, él no cuenta —declaró lógicamente Hanabi, frunciendo el ceño de no ganarse su premio completamente.

—Claro que lo hace —regañó Menma, alborotando el cabello de Hanabi debajo de su boina rojiza.

—Ya, los dos dejen de pelar —intervino Hinata, alejando la mano de Menma del cabello de su hermana, acomodando su peinado, aunque eso no evitó que Hanabi fulminara a su novio—. Nadie tiene que espantar a nadie. En especial a Naruto-kun, solo nos saludamos.

—Ajá —musitó Menma sin mostrarse interesado, tomando de la mano de Hinata—. La fila para la pista de hielo es larga, si nos retrasamos nos tomará toda la noche tener nuestro turno.

—Claro —asintió Hinata, aunque por educación consideró a Naruto—. Naruto-kun, ¿gustas acompañarnos?

—Ah, no, perdón, yo estaba ocupado con otras cosas... —respondió en automático, tratando de no fijarse en la manera en que los zafiros de Menma lo acuchillaban si decidía aceptar—. Además quiero ir a ver a Sakura antes de que se vaya de vacaciones. No se preocupen por mí. Diviértanse.

—Uhm —asintió Hinata—. Cuídate, Naruto-kun. Si no puedo verte en estos días, felices fiestas —deseó con buena voluntad, dándole una última sonrisa que lo hizo tragarse cualquier reacción natural en su cuerpo al saber que Menma lo miraba fijamente.

—Igual, Hinata. Disfruta tus vacaciones —miró a la pequeña Hyuga—. Fue un gusto conocerte, Hanabi.

—Igual —respondió cortantemente la menor, dudando seriamente si era verdadero o no.

Los tres continuaron con un camino contrario al que él disponía a tomar, dejándolo atrás. El malestar que comenzó a inundarlo se sintió como plomo. La gente pasaba a su alrededor pero no era tan importante como para prestarle atención, viento atentamente el cómo la unión de las manos de Hinata y Menma no se rompía.

Sacudió su cabeza, igual que su pensamiento. Algo raro sucedía con él. Y dicha extrañeza se complicaba cada que Hinata aparecía.

Aspiró aire para quitar esa sensación extraña en el pecho que resultaba familiar de alguna manera, como si esa no fuera la primera vez que padecía de algo similar.

Fijo la vista en el mismo punto en que los vio partir, no hallando más de sus rastros. Se sintió tonto por rebuscar algo sin sentido. Por querer que los ojos nacarados de Hinata se conectaran con los suyos.

—Definitivamente algo sucede conmigo —masculló.

El timbrar del celular volvió a retumbar desde sus bolsillos. Lo consideró una señal para dejar de ahondar sobre asuntos que no le pertenecían, o darle rienda suelta a pensamientos inapropiados.

Era Sakura.

Miró la pantalla, observando las opciones. Se sintió en un deja vu.

Aceptar | Rechazar

Naruto chasqueó la lengua y sin pensarlo rechazó la llamada.