27/11/2023
Dos y cachito de la madrugada.
Hola mi bella gente :D
Como siempre, quiero empezar dándole gracias a las personitas que se molestaron en dejar su comentario :')
Kayla Lynnet, Karii Taisho, Annie Perez, Carli89, kariiim, naomi-nakuru, arual17, Rocio K. Echeverria :D
Y también a las personitas que siguen la historia y la han agregado a favoritos, son un amors (carita mandando un beso).
Les traigo el capítulo de hoy. Les va a aclarar pequeñas dudas sobre la historia. No todas, pero parte de.
Tenemos un poco de lemon en este capítulo O.O (o mas bien, intento de lemon jeje n.nU)
Léanlo bajo su propia discreción jijiji ;)
CONVIVIENDO CON MI EX
Capítulo 05: El final de todo (P1).
Parte I: El inicio.
Años atrás...
Su madre adoptiva, siempre frecuentó a su hermana, Tsubaki Tendo. Por consecuencia, veía muy a menudo a Kikyo, e incluso llegó a llevarse bien con ella desde que la habían adoptado. Fueron al mismo colegio, aunque Kikyo era un año más grande, solía defenderla de los que se burlaban por haber sido adoptada. Sango, su vecina y mejor amiga, la defendía cuando jugaban juntas en el parque. Pero Sango asistía a una escuela pública, y ella a una privada. Kikyo fué una gran ayuda en ese aspecto, no se sintió sola durante la escuela primaria.
Todo cambió cuando crecieron. Cuando Kikyo cumplió 16 años, comenzó a sentirla muy distante. Como que le molestaba su presencia, y evitaba verla cuando su madre visitaba a la tía Tsubaki.
Kikyo se volvió muy popular en la preparatoria, salía de fiesta, de compras, socializaba con facilidad en las reuniones familiares… Mientras tanto, ella se enfocó en estudiar, cosa que a Kikyo no se le daba muy bien. En la preparatoria ya no estuvo sola, pues volvió a encontrarse con Ayame, una vieja amiga del orfanato. Después de ponerse al día de lo que habían hecho esos años, se enteró que los padres de Ayame eran unos excelentes abogados. Se volvieron amigas más cercanas; y junto con Sango, comenzaron a reunirse en sus días libres.
Kagome era mala para los deportes, y por eso envidiaba a Kikyo; porque, aparte de poseer una gran belleza, era muy buena en deportes. Ella sólo era buena siendo un imán de balones. Recordaba que Kikyo tenía a muchos babeando por ella, así que tenía una larga fila de pretendientes. Cuando Kikyo entró a la Universidad, fue cuando Inuyasha entró en la vida de ambas; él se convirtió en el novio oficial de Kikyo. Comenzó a estar en las reuniones familiares, o cuando ella y su madre visitaban a la tía Tsubaki en la ciudad. Inuyasha comenzó a socializar con ella, y lo llegó a considerar un buen amigo. La incluía en sus pláticas, incluso cuando salían -aunque se sentía como el mal tercio-. También comenzó a argumentar que cuando ella asistiera a la Universidad, Kikyo y él podrían darle un tour por el campus. Y ella contestaba encantada que sí. Había ayudado a mejorar la relación con su prima.
Pero entonces sus padres comenzaron a tener problemas económicos. Eran dueños de una floristería en la ciudad, pero había comenzado a decaer porque habían inaugurado otra sucursal en la misma zona, más grande y lujosa. Sus padres ya no podían pagarle a sus empleados, así que ellos comenzaron a atender el negocio. Cuando le.preguntaron que carrera deseaba estudiar, tuvo que mentir; les dijo que no deseaba entrar a la Universidad. Aunque sus padres habían insistido, diciendo que ellos verían la forma de pagarle una carrera. Ella mintió, y dijo que no. Ya habían hecho suficiente por ella. Le habían dado el amor que le fué negado al nacer. Terminó la preparatoria, y dijo adiós a su sueño de entrar a la Universidad.
Se buscó un trabajo en la ciudad, y consiguió un departamento para comenzar su vida adulta. Y encontró uno cerca de la Universidad de Kikyo: en una biblioteca; era perfecto, se sentía como un pez en el agua. Aprovechó para leer, e investigar en Internet sobre las carreras que le llamaban la atención: arquitectura y diseño gráfico. Comenzó a ahorrar, para que un día pudiera estudiar lo que soñaba. No le dijo a nadie sobre ese sueño que tenía, era un secreto. Hasta que Inuyasha comenzó a ir a la biblioteca; lo veía estudiar con frecuencia. Ella lo saludaba y él le correspondía. Hasta que un día, él se acercó y comenzó a platicar con ella mientras ordenaba los libros. Y después se convirtió en un hábito sus charlas.
Un día, mientras ella leía en el mostrador, él soltó toda la frustración que tenía guardado. A la vista de todos era Inuyasha Taisho, el mejor deportista y el segundo mejor promedio estudiantil de su carrera: administración de empresas. Era un ejemplo a seguir. Pero en realidad él no deseaba eso, deseaba estudiar gastronomía. Pero su padre no lo aprobaba, y Kikyo mucho menos. En ese momento, se enteró que su padre era Inuno Taisho, dueño de la empresa más influyente del país. Eso fué una gran revelación. Sí, tenían el mismo apellido, y para muchos sería obvio, pero ella pensó que era una casualidad.
Le contó que a veces deseaba interrumpir sus estudios y realizar sus sueños. Pero para su padre y Kikyo, eso no era una buena carrera. Algo de ello tocó su corazón, ella también tenía un sueño, y no podía realizarlo debido a la economía de sus padres. Fué cuando se sintió afortunada por los amorosos padres que tenía, porque ellos la apoyarían para cualquier decisión que tomara. Ella le confesó su sueño también, y él le sonrió sinceramente, diciendo que un día lograría su sueño porque tenía mucho potencial. Agregó que era una chica extraordinaria, y que creía en que llegaría muy lejos al cumplir su sueño. Su corazón latió desenfrenado cuando le dijo eso, y sus mejillas se tiñeron de un leve tono rosado. Le agradeció y escondió su cara en el libro que sostenía.
Desde ese día su corazón comenzó a latir por él, porque sentía su apoyo. Pero nunca mencionó nada… Supuso que dejaría de sentirlo un día, cuando tuviera un novio. Y mientras tanto, guardaría aquel pequeño sentimiento de cariño en su corazón.
Entonces un día, él dejó de ir. Y así pasaron tres meses. Fué en esos meses cuando comenzó a ver cosas que no debía. Veía a Kikyo ir de la mano con otros chicos por la calle, uno nuevo cada semana. Se preguntaba qué había pasado, así que mandó un mensaje al móvil de Inuyasha, pero nunca le contestó. Dejó de insistir, no era de su incumbencia su relación con Kikyo, pero le preocupaba Inuyasha. Su ausencia en la biblioteca la hacía sentir triste y sola, antes la motivaba ir porque lo vería. Hasta había comenzado a preocuparse por su aspecto. Sin querer se había convertido en un hábito charlar con él, llegar a su aburrido departamento se estaba convirtiendo en un martirio. Había salido en unas cuantas ocasiones de modo romantico, pero nunca logró sacar a Inuyasha de su mente. Les era sincera a sus pretendientes, no quería que perdieran el tiempo con ella. Porque sólo pensaba en él. Sí, estaba mal, era novio de su prima. Pero en el corazón no se mandaba.
Supo noticias de él, cuando empezó a escuchar rumores en la biblioteca. Cuchicheaban que Inuyasha había hecho algo malo, que por eso habían terminado Kikyo y él... Y también algo que la puso de mal humor: que era pésimo en la intimidad. La persona encargada de difundir tales chismes no tenía vergüenza, ¿Cómo podía hablar sobre temas íntimos? Era bajo aquello, deseó tener frente a ella la persona que había inventado todo eso, y poder decirle unas cuantas cosas.
Un día, mientras estaba tristeando pensando en qué estaría haciendo Inuyasha, fué cuando un mensaje le llegó a su cuenta de Facebook. Se trató de un mensaje de Inuyasha, desde una cuenta diferente. Le preguntó si podía verla, ella contestó que sí y preguntó dónde podían verse. Él negó, y preguntó si podía visitarla; y ella, después de pensarlo muchas veces, le contestó que sí y le mandó la dirección. El día de su descanso se levantó muy temprano para alistarse. Y después de medio día, lo escuchó llegar.
Lo vió entrar con una mochila y dijo que sí podían ver una película. Pasaron la tarde entre charlas amenas y cine en casa. Seguía pensando en que había sucedido, pero no iba a entrometerse donde no le incumbia. Pensó que no le diría nada, pero justo cuando alistó sus cosas para irse, le contó lo que sucedió esos meses.
Entonces confesó que había terminado con Kikyo y abandonado sus estudios. Le platicó que lo había engañado, con su primo. Y que ella fué la persona que difundió tales chismes. Por lo que había escuchado, Kikyo era la única que quedaba como buena en la historia. Dicen que cada persona cuenta su versión, dejando a la otra persona como el malo de la historia. Pero Inuyasha le mostró pruebas, capturas de conversaciones, fotos... De la historia de Kikyo no había pruebas. Le creyó a él, y lo admiró. Porque mientras Kikyo hablaba sobre lo malo que era en la cama, él guardó silencio. Y mencionó que "un caballero no tiene memoria". Eso era de admirarse.
Desde ese día comenzaron a reunirse en su casa, y cuando calmaron los chismes, salieron al cine e incluso al parque de diversiones. Se volvió parte de su círculo de amigos.
Él comenzó a visitarla en la biblioteca otra vez, sólo a verla y ayudarla de vez en cuando. Trabajaba en la empresa de su padre, en el área de mensajería, como "castigo" por abandonar la carrera. Pero Inuyasha se sentía bien trabajando fuera de su área de confort. Pasaron dos meses completos, donde ella guardó sus sentimientos… hasta que una tarde, todo cambió. Inuyasha había ido con la excusa de ver el estreno de la segunda temporada de una serie, una que ambos disfrutaban.
…
Se levantó del sofá, con la intención de ir a la cocina por un refresco, miró a su compañero, Inuyasha tenía una posición despreocupada. Estaba concentrado en la pantalla, con los brazos extendidos en el respaldo del sofá y sus piernas las tenía abiertas. ¿Cómo es que los hombres podrían sentirse cómodos en una posición así? Se encogió de hombros y retomó su destino. Y como si de una película cliché se tratase, resbaló y cayó encima de él.
Había caído sobre el amplio pecho de Inuyasha, y al alzar la vista, se encontró con un par de ojos dorados. Tragó hondo cuando sintió su tibio aliento contra la cara. Sus rostros quedaron cerca, y podía oler su perfume mezclado con el aroma del dulce de moras, dulce que Inuyasha aún tenía en la boca.
–Lo siento –murmuró nerviosa y desvió la mirada.
Se sentía avergonzada, porque su corazón latía más rápido que lo normal. Eran amigos, únicamente amigos, ¿cuándo entendería su corazón? Quiso levantarse, o sino él estaría consciente de la reacción de su cuerpo, sería extraño. Se levantó, pero al instante la mano de Inuyasha jalo de ella y la hizo recostarse en el sofá. Se posicionó encima de ella, encerrandola entre sus brazos. ¿Estaba soñando?
Parpadeó dos veces, pensando que era una ilusión. Pero no, ahí estaba él sobre ella. Tenía las manos masculinas a cada lado de su cara, y por primera vez notó un brillo diferente en su mirada. Su cabello plateado caía a ambos lados de su cara, debido a lo largo que lo tenía. Siempre había sido renuente en cortarlo, a pesar de que su padre había insistido en que debía hacerlo. Desde su posición, pudo ver por primera vez un rubor dibujado en sus mejillas y la respiración más rápida que de costumbre. La mirada masculina bajó a sus labios, y lo vió pasar saliva y entreabrir la boca. Ella sintió el calor subir por su rostro y el corazón palpitar a gran velocidad. ¿Pensaba lo mismo que ella? ¿Se preguntaba qué se sentía probar sus labios?
–Inu… yasha –susurró cuando lo vió acercarse a ella lentamente.
Ambos cerraron los ojos con lentitud, y sus bocas se tocaron. Había sido besada antes, pero ninguno había provocado el cosquilleo que la recorrió por el cuerpo. Se quedó estática, sin poder reaccionar, muchas veces lo había soñado y había correspondido. Ahora no sabía qué hacer, decidió dejar que la guiara. Inuyasha se despegó un momento, y succionaba su labio inferior. Ella, abrió los labios al instante, y un suspiro escapó de su boca al saborear el dulce de moras. Cuando sus lenguas se tocaron, una explosión de sensaciones la envolvió. Lo acercó más a ella, rodeando su cabeza con las manos. Sus lenguas se tocaban y danzaban al mismo ritmo, y el sabor del dulce ahora le sabía a gloria.
El momento se rompió cuando necesitaron aire. Se hiperventiló para calmarse, sentía que estaba soñando. Pero cuando abrió los ojos de nuevo, notó la mirada profunda de Inuyasha. Unas palabras salieron de su boca, algo que ella pensó que nunca escucharía.
–Estoy enamorado de ti, y ya no puedo seguir ocultando estos sentimientos.
Ella no sabía qué responder, había soñado muchas veces con ese momento. Pero aquí había un gran problema, era el ex novio de su prima. La chica que una vez la defendió de las burlas, con quien jugaba en las reuniones familiares… Sentía que estaba mal. No le respondió, apartó la vista con arrepentimiento. ¿Y si Kikyo seguía sintiendo algo por él? Bueno, ella había salido con otros chicos; pero no había formalizado ninguna relación. Y ella había fallado como novia… ¿Qué debía hacer?
–¿Kagome?
–Yo… –se sentía incapaz de corresponder, pero tampoco podía mentirle–. No sabes cuantas veces había soñado esto…
–¿Pero?
–Eres ex novio de Kikyo, no podemos, no debemos sentir esto…
–Mírame –le tomó el mentón y la instó a verlo–. Sé lo que piensas, y creeme que yo también luché por evitarlo. Me decía cada dia que eras la prima de mi ex, que no debía pensar de forma romántica contigo… Pero mi corazón no entendió. Eres tan sincera, tan bella, noble y leal... Me agradaste cuando te conocí, pero solo como una simple amistad –los ojos de Inuyasha no mentían–. Estos sentimientos surgieron desde que terminé con Kikyo, no antes… Ojalá te hubiese conocido antes.
Ella tragó hondo, y lo abrazó. Deseaba lo mismo, deseaba haber estado en el lugar de Kikyo. En el corazón no se mandaba, ella se había enamorado también.
–Dame la oportunidad de amarte, déjame demostrarte que no miento. Estoy cansado de fingir que no me molestan los hombres que te pretenden, estoy cansado de no poder besarte cada vez que noto que me miras con anhelo. Porque sí, lo he notado, Kagome –se sonrojó, ¿tan obvia era?–. Estoy cansado de inventar excusas para poder venir a verte, porque ya no se me ocurre nada… Mis sentimientos por ti, son verdaderos.
–Inuyasha…
–Kikyo ahora forma parte de mi pasado. La quise y me dolió su traición en su momento, pero ahora es tiempo de retomar mi vida y seguir. Te quiero, me quieres… ¿Por qué no intentarlo?
Le sonrió en respuesta, y lo besó como lo había soñado.
Sí, Inuyasha tenía razón. Ambos se merecían darse una oportunidad de amar. ¿Qué es lo peor que podía pasar?
Eso tan sólo marcó el inicio de su historia.
…
No fué fácil ser novia de Inuyasha, sobre todo cuando se reunía con la familia de su madre. Muchos dejaron de dirigirle la palabra, entre ellos, su prima Kikyo. Pensó que haría algo para mortificar su vida, tal como había hecho con Inuyasha. Pero solo intentó regresar con él, y él la rechazó. Muchas veces lo intentó y no tuvo éxito. Dejaron de tomarle importancia por unos meses… Y ese fué uno de sus errores.
Un día comenzó a tener la visita de un chico en la biblioteca: Hakudoshi. Se acercaba a ella para preguntar sobre algún libro, e intentaba sacarle conversación. Ella comenzó a verlo como un amigo, y pensaba que así se quedaría. Veía un parecido entre él e Inuyasha, podía pasar por su hermano, si no fuera porque se apellidaba Tatewaki. Hasta que una tarde, Inuyasha fué a recogerla y ella venía saliendo seguida de Hakudoshi.
Inuyasha la besó profundamente, tanto, que le costó reponer su respiración. Observó que Inuyasha le mandaba una mirada de advertencia a Hakudoshi. Cuando estuvieron solos, Inuyasha le platicó que se llevaba mal con Hakudoshi, que era miembro de su familia. Era el preciado sobrino de su padre, y tenían constantes roces debido a que se sentía superior a Inuyasha. Incluso era el que tenía el primer lugar en aprovechamiento académico de su antigua carrera. También le comentó que deseaba todo lo que él conseguía. Entonces le contó que Hakudoshi le mandó esas capturas de mensajes, y las fotos de Kikyo con otros hombres. Su intención había sido lastimarlo, y lo había logrado. Pero eso no fué todo, le echó en cara que seguía saliendo con ella.
Comenzó a tener precaución con él, pero por su trabajo, tenía que tratarlo como un cliente más. Pero no pasaba mas que una charla con él, y llegó a pensar que no intentaría nada. Llegó a pensar que podía ayudar a limar esa competencia entre ambos parientes. Ingenuamente, pensó que podrían llegar a llevarse bien. Hasta que una tarde, al salir del trabajo, se lo encontró en la esquina de donde vivía. Tenía flores en la mano, y le confesó que estaba enamorado de ella, y que sabía que ella tambien sentia algo por él. Se quedó callada, y en su cabeza retumbaban las palabras de Inuyasha, que debía tener cuidado de él. Antes de poder contestarle, la acercó con un brazo, con su otra mano la tomó de su nuca y la besó. La boca insistente de Hakudoshi y su fuerza le impidieron moverse. Lo pensó solo una milésima de segundo, y flexionó su rodilla con fuerza, dándole directo en los bajos. Hakudoshi la soltó, y llevó sus manos a su entrepierna. Las flores cayeron en la calle. Lo vio hincarse por el dolor y soltar maldiciones, de repente, alzó el rostro invadido por la ira. Lo vió levantarse con el objetivo de hacerle daño, sus puños apretados y la mirada asesina lo delataba. ¿Dónde había quedado aquel chico dulce? En ese momento, supo que Inuyasha no estaba equivocado con él. Aún recordaba aquello.
…
Hakudoshi la veía con odio latente, con intenciones de lastimarla. Kagome sintió un escalofrío al darse cuenta que no pasaba algún automóvil o alguna persona que pudiera ayudarla. Unos minutos antes, Hakudoshi se había mostrado tímido y tierno, le había halagado su confesión de amor. Pero ella no le iba a corresponder. Antes de poder rechazarlo, la había tomado desprevenida y la había besado. Lo pateó en los bajos por tal osadía. Se limpió la boca con brusquedad debido al asco; se alejó unos pasos de él, y chocó contra alguien en ese momento. Al mirar por sobre el hombro, vió la mirada fulminante de su novio. Inuyasha veía a Hakudoshi como si quisiera quemarlo vivo. La colocó detrás de él y una sensación de alivio la recorrió. No estaba sola.
–¡Imbécil! –Inuyasha empujó a Hakudoshi del pecho–. ¡¿Cómo te atreves a tocar a Kagome?! –el aludido se enderezó y soltó una carcajada de burla–. ¡¿Qué es tan gracioso, pedazo de mierda?! –Lo tomó de las solapas de su camisa, pero Hakudoshi no borraba la sonrisa de su cara.
Kagome se acercó y le puso una mano en el hombro.
–Inuyasha, detente…
–No lo haré, se ha propasado contigo. Lo vi seguirte, y lo estuve vigilando desde la esquina –Inuyasha había estado espiando a Hakudoshi, porque no confiaba en él, y debido a eso, ella había tenido suerte–. Ahora, le voy a borrar esa sonrisita simplona que tiene de un puñetazo.
–Adelante, remedo de Taisho –aquello fué la gota que colmó su paciencia. Inuyasha alejó un puño para impulsarse y hacer lo mencionado. Kagome lo detuvo, colgándose de su brazo.
–¡Por favor! –Inuyasha no la estaba viendo–. ¡No vale la pena que ensucies tus manos! Eres mejor que esto…
Inuyasha se mantuvo firme, con el puño cerca del rostro de su primo. Pero al final obedeció por su insistencia. Bajó lentamente la mano y soltó de mala gana a Hakudoshi. Él seguía con la postura de superioridad.
–Vamos, amor –entrelazó sus dedos con Inuyasha, y lo instó a seguirla–. No desperdicies tu tiempo.
Inuyasha le dió una última mirada de advertencia a Hakudoshi, y le dieron la espalda.
–¿Qué me parece gracioso? –por fin habló Hakudoshi, ellos se detuvieron –. Tu noviecita se hace la difícil… Pero le quitó el novio a su prima, ¿eso no la convierte en una zorra?
Inuyasha giró al instante, dispuesto a terminar lo que empezó. Pero le sorprendió ver como su novia caminaba a grandes zancadas para enfrentar a Hakudoshi.
–Escuchame, pedazo de idiota –le puso un dedo en el pecho–. No me interesa lo que pienses de mí, y no tengo que darle explicaciones a nadie. No te vuelvas a aparecer por mi trabajo, o me veré en la penosa necesidad de llamar a la policía
Hakudoshi la miró desde su altura con sorna.
–¿Una puta dándome órdenes? Qué novedad…
Una mano chocó contra su mejilla, el sonido hizo que Inuyasha se acercara a su novia y la protegiera con su cuerpo. Hakudoshi se quedó estático, cerró los ojos pero no borró la sonrisa de su cara.
–Vaya; la chiquilla tiene carácter… –señaló su mejilla–. Vas a pagar tu atrevimiento. Y tú –señaló a Inuyasha–, cuídate, remedo de Taisho. Puede que la zorrita cambie de opinión –soltó una amenaza–. Recuerda quien es mejor –se dio la vuelta y se fué
Kagome soltó un sonido de frustración.
–Perdóname Inuyasha, debí hacerte caso –se sentó en la acera y tapó su cara con las manos, sentía vergüenza–. Debí tener más cuidado con él. Si no hubieras aparecido tú… no sé qué hubiera pasado. Perdóname.
–¿Estás pidiendo perdón por algo que no es tu culpa? –se hincó frente a ella y le quitó una mano de la cara. Kagome lo veía avergonzada–. No tienes que hacerlo, no conocías el verdadero rostro de Hakudoshi. Puede engañar a todos…
–Pero tú me lo advertiste, y él me…
–Shh –le puso un dedo en la boca–. No tuviste la culpa, Hakudoshi cree que puede tomar lo que quiera, sólo por qué su familia tiene dinero. Por eso te besó. Se cree dueño de todo, y quiere tener todo lo que yo deseo… te soy sincero, pensé que te conquistaría. Es mejor que yo en muchos sentidos. Hasta mi padre lo cree…
–No digas eso –pegó su frente a la de ella–. Eres mucho mejor que él. Tú tienes calidez en el corazón; y él, en lugar de corazón, tiene un pedazo inerte de hielo…
Inuyasha le sonrió con dulzura e iba a acercar sus labios. Pero Kagome desvió la cara.
–Primero quiero quitarme está sensación de suciedad en la boca.
Ambos rieron y subieron al departamento de Kagome.
…
Todo fué mejorando desde entonces. No supieron más de Hakudoshi, y Kikyo parecía querer hacer las paces con Kagome. Y cuando se dieron cuenta, cumplieron un año de novios. Celebraron yendo a la playa, donde jugaron en la orilla, construyeron castillos de arena e incluso entraron a un balneario que había cerca. Subieron a los toboganes, donde Inuyasha siempre la ayudó en las albercas hondas, debido a que Kagome no sabía nadar.
Su relación parecía florecer como cualquier otra, discutían, pero toda discusión era aclarada al poco tiempo y se pedían las disculpas correspondientes. Parecía la relación más perfecta ante los ojos de todos, perfecta e inocente… Hasta que las cosas comenzaron a subir de tono entre ellos. Una tarde, Kagome descubrió que había algo más placentero que simples besos.
…Advertencia: situaciones íntimas explícitas…
Inuyasha estaba recostado, mientras ella, sentada en el borde de la cama, le daba masajes en los pies. Habían caminado mucho ese día, ella se ofreció a hacerle un masaje y él prometió que también lo haría por ella. Primero se duchó, e Inuyasha también lo hizo. Planeaba darle un masaje mientras se secaba su cabello. Lo escuchaba gemir de alivio. Ya casi terminaba, Inuyasha se escuchaba más relajado, entonces pensó en hacer una pequeña travesura. Con un dedo acarició el talón de Inuyasha, quién comenzó a reír debido a las cosquillas.
–¡No! –rogaba entre risas–. ¡Por favor!
Kagome detuvo su travesura unos segundos después y se recostó al lado de su novio. Sostuvo su cabeza con su mano; viendo como Inuyasha respiraba agitado, intentando recuperar el aliento.
–Según no eres capaz de sentir cosquillas, ¿verdad? –exclamó con sarcasmo, alzando una ceja. Inuyasha le había mencionado una vez que no sentía cosquillas con facilidad.
Inuyasha suspiró, e imitó la posición de su novia.
–En las costillas; nunca dije que en los pies.
Kagome lo empujó, haciéndolo recostarse, y colocó una pierna a cada lado de Inuyasha; quedando a horcajadas en sus muslos. Comenzó a intentar hacerle cosquillas en las costillas. Inuyasha hizo un sonido de negación. Y puso sus manos en la nuca.
–Hazlo, no siento nada.
Kagome seguía intentándolo, pero no lograba hacerlo reír. Entonces fué bajando por sus costillas, picando con sus dedos índice. Hasta que con curiosidad, picó en la zona del borde de su pantalón. Justo en la cadera.
–¡Espera! –exclamó Inuyasha, agarrando su mano–. Esa zona no.
Kagome miró sorprendida a su novio, había sumido su cabeza en la almohada, y cerrado sus ojos. Sus palabras no sonaron como una orden, parecía haberle gustado aquello.
–¿Qué pasa, amor?
Kagome llevó su mano de regreso a esa zona, y metió un dedo; le recorrió la piel por debajo del borde del pantalón. Cuál fue su sorpresa, al ver como salía un gemido de la boca masculina.
–Kagome –susurró con los dientes apretados–. No…
Ella no lo escuchó, levantó su camisa levemente e introdujo su mano por completo. Se sonrojó al sentir los vellos de la ingle contra la mano, pero no se detuvo. Inuyasha estaba suspirando, pidiendo que parara. Pero ella no quería hacerlo. Dejó de ver su rostro, y observó la zona que estaba tocando. Sus ojos fueron testigos de cómo su miembro comenzó a aumentar de tamaño. La curiosidad la dominó, acercó su mano a la zona; y justo cuando sus dedos tocaron la carne dura, Inuyasha le agarró la mano; de un rápido movimiento, la hizo quedar debajo de él.
Kagome lo miró con las mejillas encendidas; por lo que acababa de descubrir.
–Kagome… No me provoques, es un campo muy peligroso –por primera vez, Inuyasha bajó la mirada para ver sus pechos. Kagome sintió aquello como una caricia; y le gustó.
–¿Por qué es peligroso? –le acarició una mejilla, y su otra mano la llevó a su nuca; lo acercó, hasta que sus labios quedaron a un suspiro de distancia.
–No sé si podré detenerme.
–No quiero que te detengas –capturó su labio inferior, sintiendo a su novio estremecerse. Ya no sólo era un beso inocente, ya exigía algo más.
–Kagome… –susurró contra su boca, y toda calma desapareció.
Se besaron con frenesí, como si la vida dependiera de ello. Inuyasha dejó caer más su peso, sin aplastarla por completo; al sentir los pechos de Kagome, soltó un gemido de puro placer. Nunca había sentido tantas ganas por hacerle el amor a una mujer, como en ese momento. Ya deseaba quitarle la ropa, probar cada centímetro de piel caliente, probar su pequeño paraíso e introducirse en ella. Pero no, debía ser lento; hacerle disfrutar el proceso, antes de llegar al clímax. Dejó su boca y la miró un segundo, tenía el mismo deseo que él. Sus ojos chocolate estaban ardiendo en llamas, estaba tan bella así, con la mirada cargada de deseo y las mejillas rosadas. Tomó su cuello, besando desde su mandíbula hasta la yugular.
Kagome sintió que veía estrellas. Los labios húmedos de Inuyasha contra su piel, le causaron más calor del que ya sentía. Una corriente electrica le recorrio desde la nuca hasta su coxis. Nunca había llegado a ese punto con nadie, no sabía cómo corresponder. Acarició su espalda, introduciendo sus manos; deseaba algo, deseaba sentirlo más pegado a ella. Y como si Inuyasha leyera sus pensamientos, se apartó un poco y se quitó la camisa sin más. Desde su sitio, vió cada músculo de su novio. Deseó probarlo, acariciar cada parte de él.
Cuando volvió a acercarse, besó su cuello y mordisqueó la zona hasta llegar a la oreja. Lo escuchó gemir con más rapidez, y se mantuvo firme en esa zona; succionó la zona, mordisqueó con picardía, y volvió a tomar su oreja entre los labios. Inuyasha se dejó caer a un lado, intentando calmar su respiración.
Kagome volvió a estar a horcajadas sobre él, pero esta vez sintió su duro miembro contra su sexo. Lo sentía caliente, palpitante, como si supiera lo que iba a ocurrir. Miró a su novio sin dejar de acariciar su pecho, Inuyasha agarró sus manos y besó cada palma. Kagome lo besó, y se levantó cuando la lengua de Inuyasha entró en ella. La miró con curiosidad. Kagome apartó la vista, aún sentía vergüenza por lo que iba a hacer. Tomó el borde de su camisa, y se la sacó por sobre la cabeza; quedó sólo en sujetador. Había sido fácil hacerlo, pero no podía mirarlo a la cara. Por primera vez, sintió una inseguridad sobre su cuerpo. ¿Y si no le gustaba lo que veía? Y como si adivinara sus pensamientos, Inuyasha se sentó y la tomó del rostro.
–Me encantas, Kagome –le besó ambas mejillas–. Todo de ti me gusta…
Kagome le sonrió y llevó sus manos al broche delantero del sujetador, lo desabrochó y lo dejó caer. Inuyasha la miró maravillado y le terminó de quitar la prenda. Kagome se sintió sensual, deseada, bella… Inuyasha la veía como si quisiera comerla. Y eso hizo, le sorprendió ver como se acercaba a probar sus pechos. La tibia saliva sobre sus pezones la hizo gemir y arquear su espalda, dándole acceso en su totalidad. Los succionó, los besó, los mordisqueó… Sintió como su intimidad comenzaba a humedecerse y calentarse tras cada caricia. Se removió inquieta, era demasiado lo que estaba sintiendo. Otros gemidos salieron tras descubrir una maravilla; la fricción de sus sexos estimulaba su clítoris. Ese pequeño punto que había tocado antes, cuando su curiosidad por explorar su cuerpo nació. Nunca había sentido esa sensación tan fuerte… Era mejor de lo que en sus sueños había vivido, de lo que ella misma se había hecho. Ahora, esa zona exigía atención.
Inuyasha volvió a su cuello, y una mano masculina bajó a ese punto que estaba estimulando. Los dedos de Inuyasha tantearon su clítoris, y ella cerró los ojos. Abrazó la cabeza de Inuyasha, pegándolo más hacia ella
–¡S-sí! –decía entre gemidos guturales–. ¡Ah! Mi amor…
Se desconocía, de su boca salían palabras con un tono que nunca había tenido. Quería fundirse con él, sentir su cuerpo sudoroso contra ella. Lo amaba, en todos los sentidos, y quería sentirlo unido a ella… Llegar a ese clímax del que tanto había leído.
El tono de su móvil en la mesita de noche interrumpió el momento. Se quedaron quietos unos segundos, procesando todo. Kagome se levantó de la cama, cubriendo sus senos con una mano, e Inuyasha se sentó en el borde de la cama.
–¿Hola? –Kagome respondió la llamada–. ¡Mamá! ¿Cómo estás? –No pudo evitar sonar nerviosa–. ¿Hoy? Ammm, sí –miró a Inuyasha, se veía tan sexy con su torso desnudo y el cabello revuelto, se mordió el labio inferior–. ¿Cómo? Perdón, mamá, no te escuché; estaba leyendo el periódico… Ah, ok, sí. Acá los veo. Chao.
Kagome suspiró al colgar y dejar su móvil en el mismo sitio. Se acercó a Inuyasha y este le apartó la mano, dejando sus pechos al descubierto.
–Supongo que te vendrán a visitar tus padres, verdad –besó la piel en medio de sus pechos. Kagome cerró los ojos, soltando un suspiro.
–Sí, tengo que apurarme… –un pensamiento cruzó su mente–. ¿No crees que sea buena idea…?
–¿Quedarme? No, amor. Tengo algo que hacer más al rato.
Kagome frunció el ceño, había un poco de misterio en su voz.
...
Desde ese día se había comportado realmente extraño, solía verlo casi a diario. Y desde entonces se había vuelto distante. Llegaba a verlo una vez por semana, máximo dos. Y cuando la llamaba, eran a entradas horas de la noche. Comenzó a incrementar su inseguridad. ¿Y si no le había gustado lo que hicieron aquel día? Había intentado volver a hacerlo, para terminar lo que habían comenzado; pero evitaba el tema. ¿Y si lo había decepcionado? Ella no era experta en el asunto. Tal vez no lo había disfrutado como ella. Así pasaron dos semanas. Hasta que un día…
…
Caminó por la playa, buscando a Inuyasha. Le había mandado un mensaje, mandando la ubicación y una hora. No había agregado nada más. Miró su móvil nuevamente, según la app, estaba a escasos metros del lugar. Debía apurarse, los últimos rayos de luz estaban dando sus últimos suspiros. ¿Por qué la había citado tan tarde?
Se quedó estática y se llevó una mano al pecho. Checó el móvil un par de veces, la ubicación estaba ahí. Había una mesa con todo lo suficiente para una cena de dos personas. Había velas alumbrando la mesa, un cubo con hielo, donde descansaba una botella de vino. Los cubiertos y platos ya habían sido colocados, y en el centro estaba un cubreplatos; con lo que suponía, era la comida. Escuchó unos pasos detrás de ella, y al girar, las lágrimas inundaron sus ojos. Inuyasha estaba hincado, con una rodilla flexionada, en su mano sostenía una cajita pequeña de terciopelo.
Se llevó las manos a la boca, sin importar que su móvil cayó al suelo.
–Kagome Higurashi… Llevamos más de un año como pareja, pero te conozco desde hace más tiempo. Siempre he pensado que la vida se encarga de quitarte a la gente que no suma a tu vida, y tú eres la persona que ha demostrado aquello. Quitó de mi vida a quien no necesitaba, y te puso a ti. La persona que más he amado, la que más me ha apoyado, y la que está a mi lado, tanto en las buenas como en las malas… Por eso, he decidido que tu eres la persona que quiero para siempre… y espero que tu sientas lo mismo. Es por eso que… –hizo una pausa para inspirar y exhalar; abrió la pequeña cajita, y ella soltó un sonido de exclamación al tiempo que una lágrima rodó por su mejilla–. Kagome Higurashi, ¿quieres casarte conmigo?
La pregunta hizo que ella contuviera el aliento, ¿estaba soñando? Observó el pequeño anillo en la cajita, era pequeño y elegante. Con un diamante incrustado en el centro, y dos piedras rosadas a los costados.
Asintió sin pensarlo siquiera, había soñado aquello varias veces. Pero nunca pensó que estaría tan cercano aquello. Inuyasha le tomó la mano, y colocó el anillo en su dedo anular. Se abalanzó sobre él y comenzó a besarlo con ferocidad.
Sus dudas habían sido aclaradas. Inuyasha se había disculpado por no pasar tiempo con ella, pues había comenzado un curso de cocina, para preparar lo que cenaron ese día. Sus amigas lo habían ayudado a organizarlo. Incluso le mencionó que había decidido tomar la carrera de gastronomía, y que la apoyaría para entrar a la Universidad. Hablaron toda la cena sobre sus planes, sobre los sueños que tenían en común. Y también tuvo una sorpresa, al haber acabado la cena.
–¡No lo creo! ¿Son mis planos? –exclamó viendo la tablet de Inuyasha. Tenía fotos de unos plans que había diseñado hace unos meses en la biblioteca.
–Así es, lo platiqué con un arquitecto, y me dijo que sólo hay que limar unos detallitos y están perfectos… Un día, cumpliré este sueño.
Kagome le sonrió, sí, era su sueño. Pero sólo eso. Lo había diseñado sin tener la intención de lograrlo, era parte de un sueño imposible. Como lo que es soñar con caminar en la luna, o viajar a cada rincón del mundo… Sólo era un sueño.
–Lo cumpliremos –le colocó una mano sobre la de él.
–Tal parece que no me crees…
–Es algo sin importancia… Mi mayor sueño, se está cumpliendo –le acarició una mejilla–. Te amo…
–Y yo a ti…
….
La vida había comenzado apenas para ellos, pero entonces todo comenzó a ponerse difícil; cuando sus fotos de esa noche, fueron publicadas por un paparazzi a la mañana siguiente.
Cuando Kikyo se enteró de su boda, explotó y la buscó en su trabajo. La quiso golpear, y la acusó de ser una "roba-novios". Por suerte, sus compañeras la defendieron y llamaron a la policía. Todo quedó en un susto. Pero no paró allí, estuvo dando datos a los medios para que comenzaran a seguirla. De todos modos, la historia les resultaba jugosa a los medios de comunicación: El hijo de un rico empresario, contraería nupcias con una huérfana común y corriente; la prima de su ex novia.
Los llamaron la pareja del "Cuento de hadas". No salieron las cosas como Kikyo quiso; es más, salieron varios chismes a la luz sobre su querida prima Kikyo Tendo. Sobre su vida libertina, y sobre las veces que lo había traicionado. Eso calmó a su prima… Sólo por un tiempo.
Sus padres estuvieron felices sobre la boda, y les dieron su bendición. Los Taisho tampoco lo habían tomado mal, es más, se ofrecieron a financiar la boda. Los medios la llamaron "La boda del año". Inuyasha y Kagome habían decidido casarse por el civil, y al año siguiente sería por la iglesia… Los días pasaron rápido, entre pruebas del vestido, degustación del banquete, el pastel, la decoración -cortesía de los Higurashi-... Y en un abrir y cerrar de ojos, llegó la fecha esperada.
Todo estaba yendo como esperaban… ¿Se podía ser más feliz?
*
La luz del sol entraba por la ventana, con pesadez rodó para darle la espalda a la luz. No obstante, el despertador comenzó a sonar; tan irritante e insistente que le dolió aún más la cabeza.
–¡Ya cállate! –exclamó y le arrojó una almohada. El despertador cayó y dejó de sonar, las baterías habían salido del aparato. Sonrió feliz, y se envolvió en las sábanas. No pasaron ni diez minutos cuando tocaron la puerta de su habitación.
–¡Arriba, Kagome! –escuchó la insistente voz de Ayame–. Suficiente despedida de soltera, ahora es momento de preparar a la novia –cantó lo último y la escuchó alejarse hacia el cuarto de baño.
Kagome sonrió a pesar del dolor de cabeza. Sí, hoy era su gran día, el día que comenzaría una nueva etapa en su vida: el matrimonio. Suspiró enamorada, tan sólo pensar que Inuyasha y ella al final del día estarían casados… la puso de buen humor. Bueno, se iban a casar por el civil, pero era para que el año próximo se casarían por la Iglesia. Su cabeza dolía por la jaqueca. Sus amigas le habían organizado una despedida de soltera en un club nocturno, habían asistido amigas del trabajo y conocidas del edificio.
Recordó lo que pasó y sus mejillas se ruborizaron. Le contrataron modelos de striptease que medían cerca de dos metros. Al principio habían ido vestidos de meseros, y ella había pensado inocentemente que lo eran. Se llevó una sorpresa cuando la sentaron en el escenario del club nocturno, y le colocaron una peineta simulando un velo de novia. Los "meseros" subieron y una música muy movida se empezó a escuchar. En un dos por tres, se arrancaron la ropa frente a ella y comenzaron a bailarle de manera erótica. Unos movían sus caderas simulando el acto sexual, otros hacían twerking, y otros le tomaban las manos instándole a tocar sus pectorales. Aún recordaba no haber reaccionado hasta unos segundos después, cuando sus amigas comenzaron a gritarle que disfrutara su último día de soltera.
Al principio no quería, pero una muy "ambientada" Sango subió y le dió una bebida. Casi lo escupió tras darle un sorbo, no era de sus favoritas. Pero Sango negó con la cabeza y todas gritaron "fondo, fondo, fondo". Lo tomó en un sólo trago y al instante sintió como la bebida le calentó la garganta y la mareó un poco. Ayame subió después y le ofreció otro trago, fué más fácil, hasta saboreó la sensación. Y después, le arrebató el vaso de la otra mano y lo tomó por su cuenta. Sus amigas estaban poniendo el ambiente desde abajo, y ella comenzó a seguirles el juego a los stripers. El alcohol le había dado valor. Pensó que era su último día de soltera, y sus amigas se habían esforzado por organizarle una despedida en ese club, mínimo debía disfrutarlo.
Obviamente no pasó de los límites con los bailarines de striptease, pero sí disfrutó el show. Después los bailarines bajaron al público y bailaron con las invitadas. Ella también bajó y disfrutó del ambiente, cantó, gritó, aplaudió. En resumen, bebió y disfrutó de todo… Fué una noche de fiesta, una donde ella, por primera vez, se había emborrachado.
Frunció el ceño cuando un recuerdo nublado apareció en su mente. Recordaba haber visto entre muchas caras, una en particular, la cara fría de su prima Kikyo Tendo. La había visto sentada junto a la barra, con un vestido blanco y sosteniendo una copa. ¿Acaso la había visto alzar la copa como un brindis y sonreír con maldad?
Abrió los ojos y se sentó en la cama al instante, negó con la cabeza, llevándose las manos a la sien. Sus amigas sabían de los roces que había tenido con su prima, no serían capaces de invitarla. Eran leales. ¿Pero por qué la tenía en sus recuerdos?
Tal vez había sido parte de su imaginación. Ya que Kikyo no había tomado la noticia de su boda de buen modo. Suspiró con nostalgia antes de meterse a bañar, ¿cómo habían llegado hasta ese punto? ¿acaso había hecho mal por enamorarse? Lo que más la entristecía; era que antes se habían llevado bien.
…
Sonrió al verse en el espejo de cuerpo completo. Faltaba media hora para que llegara el juez que los casaría. La ceremonia seria llevada a cabo en el jardín de la mansión de sus suegros. Y la recepción se llevaría a cabo en el salon que tenían preparado para fiestas familiares. Todavía no la veía Inuyasha, habían querido mantener la tradición de no ver a la novia antes de la boda. Ella había optado por un vestido sencillo de hombros caídos y mangas; tenía escote corazón y flores blancas decorandolo. La falda era suelta desde la cintura… Era perfecto. Sus amigas la habían maquillado levemente, resaltando sus ojos y pómulos. Había elegido bien sus zapatos, eran color plata con suela transparente; y lo mejor de todo, eran cómodos. Su cabello había sido rizado de las puntas y había decidido llevarlo suelto, tenía un pequeño velo de novia, había sido elegido por su madre. Sabía que Inuyasha amaba su cabello suelto, ¿le gustaría su peinado?
Inuyasha…
¿Cómo se vería con el traje?
–Luces muy hermosa, querida prima…
Aquella voz la hizo temblar, giró sobre sus talones, y se encontró con Kikyo. Llevaba un vestido negro, con escote profundo, tanto, que sólo tapaba sus pezones. La veía con altivez, analizando cada detalle de su atuendo.
–Gracias –susurró y se cruzó de brazos.
–¡Kagome! ¿Por qué esa cara? –la miró alzando una ceja–. Vengo en son de paz… Después de todo, este es tu día –se acercó a ella y la hizo girar al espejo; la abrazó desde atrás y cerró los ojos–. Suerte, prima. Espero que te hayas divertido en tu última noche de... soltera. –¿por qué hablaba con sarcasmo?–. Ojalá 'nada' arruine tu día.
Cuando abrió los ojos y la miró, se dió cuenta que algo planeaba. Sus palabras tenían veneno por todos lados. Quiso correrla, ya estaba harta de soportar sus trampas por hacerla infeliz. Pero no era momento de ponerse a discutir con ella.
–Gracias. Nada lo hará.
Kikyo soltó una risita, y salió de la habitación. Kagome se dejó caer en el sofá de la habitación. Kikyo tenía que haber ido. Su madre sabía de sus problemas, pero se llevaba bien con la tía Tsubaki, la había invitado. Pero bueno, no le arruinaría ese día. Nada lo haría. Miró el reloj de la pared. Ya era hora.
Sus padres entraron en ese momento, y la escoltaron hacia los jardines de los Taisho. Sus manos sudaban, estaba nerviosa. En cuestión de minutos estaría casada ante la ley con Inuyasha… Sonrió feliz, ese debía ser el día más feliz de su vida. Ni Kikyo, ni nadie lo arruinaría.
Los invitados se levantaron de sus asientos cuando la vieron llegar, su papá la escoltó por el pasillo. Y al llegar a la mesa del juez, le beso la frente y tomó su respectivo asiento. Kagome dejó de mirar el pequeño ramo en sus manos, y alzó la mirada hacia Inuyasha. Esperaba que la recibiera con una sonrisa, con una mirada cálida. Que le susurrara algún cumplido, o entrelazara sus manos durante toda la ceremonia.
Pero en cambio, cuando encontró sus ojos, se llevó una gran sorpresa; se encontró con una mirada gélida y fría. El dorado demostraba enojo, coraje… Tal como había visto a Hakudoshi aquella vez que la besó.
Tembló, ¿qué le pasaba a Inuyasha?
Continuará…
Chan chaaaan
Perdonen, les prometo fechas para los capítulos y no cumplo. A veces me llega trabajo y eventos familiares -como este fin de semana-. Como dice Karii Taisho, la vida adulta es difícil n.nU
"Ya do quiero sed adulto" como dice Carlitos, de Rugrats jeje
Bueno, aún falta la parte dos de lo que sucedió con este par, y la aclaración del cambio de nuestro Inu O.O pronto la subiré.
¡Nos leemos en otra ocasión!
¡Sayonara! :'D
Posdata: Sí, a las dos y cacho de la madrugada lo subí. Mi consciencia no me dejaba tranquila, ahora sí, a dormir jeje.
