Disclaimer:¡Oye, Arnold! no me pertenece. Este fanfiction es sin fines de lucro y exclusivamente para la diversión del autor y posibles lectores


Capítulo 3: Recuerdos y Obligaciones

Arnold se encontraba sentado en una esquina tranquila de un bar, removiendo distraídamente el hielo de su vaso. Frente a él, Gerald bebía de su cerveza, observando a su viejo amigo con curiosidad. La música suave de fondo y las voces apagadas de los otros clientes hacían que el ambiente fuera relajado, pero Arnold no se sentía en paz. cosa que su mejor amigo podía notar, que algo le estaba incomodando, el bebió un poco mas de su vaso esperando que el comenzara hablar, aunque creyó que lo mejor seria empezar el

- ¿Sigues pensando en ella? - pregunta Gerald de repente, sacando a Arnold de sus pensamientos.

- No lo sé - respondió Arnold , levantó la vista, sorprendido por la pregunta. Sabía que Gerald se refería a Helga tomando un sorbo de su bebida-. Es complicado - Gerald.

Gerald asintió, tomándose su tiempo antes de hablar de nuevo. Durante años, había sido el confidente de Arnold, y conocía bien la relación que había tenido con Helga. Sabía que, aunque intentaran actuar como profesionales, el pasado entre ellos nunca había desaparecido por completo.

- Ya han pasado muchos años desde lo de ustedes - menciona Gerald, inclinándose hacia adelante-. Y ahora que estás divorciado de Laila, ¿crees que te afecta más porque todavía te importa Helga?

- No lo sé. Creo que... nunca dejé de preocuparme por ella - asegura Arnold dando un suspiró, dejando el vaso sobre la mesa sintiendo un nudo en el estómago al decirlo en voz alta -. Pero las cosas entre nosotros terminaron hace mucho tiempo. Y ahora todo es diferente. Yo tengo un hijo, Gerald. Ya no puedo pensar solo en lo que quiero -

- Amigo, todos tenemos complicaciones. Mira a Phoebe y a mí - declara el moreno dando una pequeña carcajada antes de continuar - Tenemos dos hijos, y las cosas no siempre son fáciles, pero seguimos adelante. ¿Sabes por qué? Porque somos honestos el uno con el otro.-

Arnold asintió lentamente, sabiendo que Gerald tenía razón, pero no podía sacudirse la sensación de que había más en juego. Su vida se había vuelto más complicada de lo que jamás imaginó. Entre su divorcio con Laila, la crianza de Matthew y ahora la inesperada reaparición de Helga en su vida, se sentía atrapado en una encrucijada emocional.

- Aunque gracias por todo por esta charla y lo mas importante por cuidar a Matt - dice Arnold tomando otro sorbo de su bebida agradeciendo a su amigo

- No me lo agradezcas a mi, Phoebe los esta cuidando de seguro les enseña su esgrima -

- Como lo haces amigo eres abogado, tienes una buen esposa y una familia - cuestiona Arnold sin saber como balancear su vida profesional y familiar

- No lo se viejo solo dejo que todo fluya de manera natural - responde Gerald de forma sincera ya que ni el sabia como había realizado todo - Pero una cosa es segura no dejes que el pasado te consuma. Tienes una vida por delante, Arnold, y mereces algo bueno en ella.

Arnold permaneció en silencio, mirando su vaso vacío, sabiendo que las palabras de Gerald tenían razón, pero aún sintiendo el peso de todas las responsabilidades que llevaba consigo.

Mientras tanto, en el pequeño departamento de Helga, el ambiente era completamente diferente. La noche había caído, y Helga estaba organizando algunos papeles cuando escuchó el timbre de la puerta. por un instante se extraño, no era de recibir visitas, solo su vieja amiga Phoebe la visitaba en ciertas ocasiones, en algunas llevando a sus hijos, pero nunca sin avisar, pero si tocaban la puerta debía ser por un buen motivo, Al abrir, se encontró cara a cara con su padre, Big Bob Pataki, quien estaba parado en el umbral con una expresión severa.

- Papá - dice Helga, sorprendida por su visita de su progenitor hacia años que no se veían cara a cara y menos en su departamento-. ¿Qué haces aquí?

-Helga, tenemos que hablar - asegura Big Bob entró sin esperar una invitación, observando el departamento con su mirada crítica - Vaya que espantoso lugar, creí que seria mejor

- Espero que no vengas solo a criticar mi hogar, dudo que sea una visita social - Alega Helga frunciendo el ceño molesta por la critica destructiva de su padre

-Olga se va a casar, con un ricachón ingles - informa Bob, soltando la noticia sin rodeos ignorando los comentarios de su hija -. Y, por supuesto, la familia tiene que estar presente.

Helga sintió una punzada en el pecho al escuchar el nombre de su hermana. Aunque había dejado de competir con Olga hace tiempo, la noticia de su matrimonio la tomó por sorpresa.

-¿Y qué tiene que ver eso conmigo? - cuestiona Helga, cruzándose de brazos, intentando mantener la compostura.

- Helga, sabes que aún me debes dinero por los primeros libros que publicaste. No soy un hombre desinteresado - declara el patriarca de los Pataki quien la miró con una mezcla de expectativa y frialdad - pero si te presentas en la boda y haces lo que se espera de ti, podemos dejar este asunto atrás.

Helga sintió una mezcla de frustración y resignación. Sabía que su padre no había olvidado el préstamo que le había hecho para publicar sus primeros libros. Aunque Helga había logrado cierto éxito como escritora, aún no había saldado completamente la deuda. Y ahora, él la estaba usando para asegurarse de que asistiera a la boda de su hermana.

-¿Es eso lo que quieres? - pregunta Helga, con un tono más amargo de lo que pretendía -. Que vaya a la boda de Olga y finja que todo está bien, como si fuéramos la familia perfecta.

-No me importa cómo lo finjas - responde Big Bob mirándola desafiante a los ojos sabiendo que habia dado justo donde queria - La familia del novio estará, los Pataki no pueden ser menos

Helga apretó los dientes, sabiendo que no tenía otra opción. Tenía que ir. No solo por la deuda, sino porque parte de ella aún sentía una necesidad de demostrar que había dejado atrás los viejos resentimientos.

- Está bien, iré - dice la rubia finalmente, su voz firme pero cargada de frustración.

- Perfecto. Sabía que harías lo correcto, Helga - menciona Bob asintió, como si hubiera dado por sentada su respuesta dándose la vuelta para marcharse.

Cuando la puerta se cerró detrás de su padre, Helga se quedó en silencio por un momento, mirando el lugar vacío donde él había estado. Todo lo que había logrado parecía insignificante bajo el peso de las expectativas familiares. La sombra de su hermana Olga aún se cernía sobre ella, y aunque Helga había crecido y cambiado, sabía que enfrentarse a la boda no sería fácil.

- Estupendo... una boda familiar. Justo lo que necesitaba —murmuró para sí misma, dejándose caer en el sofá con un suspiro.

En el apartamento de Helga, la noche estaba lejos de ser tranquila. La visita de su padre aún la tenía alterada, y la noticia de la boda de Olga solo empeoraba las cosas. Mientras organizaba los libros en su estantería, sus pensamientos giraban en torno a lo que representaba esa boda. Olga, siempre perfecta, siempre la favorita. Helga había hecho todo lo posible por alejarse de la sombra de su hermana, por dejar atrás esa sensación de no ser suficiente. Pero ahora, el hecho de que Olga se casara traía de vuelta todas esas viejas inseguridades.

—¿Por qué tengo que ir? —se preguntó en voz alta

La respuesta era simple: porque debía dinero a su padre. A pesar de todo lo que había logrado, esa pequeña deuda seguía siendo un recordatorio de que, a los ojos de su familia, ella nunca estaría a la altura de Olga. Peor aun no solo le debía aquella deuda a su padre sino su préstamo estudiantil además de un préstamo con el banco, lo único consuelo era que al menos no había hipotecado su departamento Mientras sus pensamientos la abrumaban, su teléfono vibró con una notificación. Helga lo tomó, esperando que fuera algo relacionado con su trabajo, pero al ver el nombre en la pantalla, su corazón dio un vuelco.

"Olga."

Su dedo se cernió sobre el botón de contestar, pero no podía hacerlo. No ahora. No mientras estaba sumida en su propio torbellino emocional. Sabía que Olga probablemente solo quería hablar sobre los preparativos de la boda, pero para Helga, esa llamada era más que un simple intercambio de detalles. Era un recordatorio de todo lo que siempre había sentido al estar cerca de su hermana: insuficiente, invisible, comparada.

Con un suspiro, apagó la pantalla y dejó el teléfono a un lado. No estaba lista para enfrentar a Olga, ni a su padre. No todavía.

Su mente entonces se desvió hacia Arnold, y una sensación diferente la invadió. La tensión en su trabajo con él, los sentimientos no resueltos... todo eso solo hacía que su vida fuera más caótica. Y aunque había prometido no volver a caer en las mismas emociones que la habían marcado en la adolescencia, no podía evitar preguntarse qué habría pasado si las cosas entre ellos hubieran sido diferentes.

—No tiene sentido pensar en eso —se dijo a sí misma, intentando alejar los recuerdos. Pero sabía que no podía ignorar lo que sentía para siempre.