Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de saritadreaming, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from saritadreaming, I'm just translating with the permission of the author.
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Capítulo cinco: La verdad
La vida sigue, pero nuestra relación sigue igual. Edward vuelve a seguir las reglas (bueno, ambos hemos cometido un error espectacular en el punto número tres). Menciono el barco varias veces. No dice que no, pero tampoco sucede.
Angela me sigue animando a darle una oportunidad a Mark. Ahora es amiga de él en Facebook y él no deja de preguntar por mí. Tiene mi misma edad, una carrera estable en informática, etcétera. Estoy tan disponible como Edward y no le haré a Mark lo que Edward me está haciendo a mí.
Mientras tanto, he estado tratando de reunir el coraje para descubrir el secreto de Edward. Lo sigo unas cuantas veces cuando sale de mi casa, pero o bien se va al hospital o bien a su casa.
Esta noche parece la noche perfecta. Edward escucha un mensaje de voz en su teléfono y sale corriendo por la puerta con una explicación a medias. Agarro lo que tengo más a mano (que resulta ser mi uniforme) y me lo pongo, bajando corriendo las escaleras para ver en qué dirección va.
Lo sigo en mi auto desde lejos, rezando para que no se dé cuenta. Conduce un poco rápido y no creo que le preocupe lo que hay detrás de él. Veinte minutos después, llega a Sunnyvale.
Lo veo entrar a toda prisa y me obligo a esperar cinco minutos. La noche es fría y ventosa. El viento traspasa mi uniforme de algodón y me doy cuenta de que he olvidado la chaqueta en casa. Camino a paso rápido hasta la entrada. Ya ha pasado bastante tiempo del horario de visitas y no estoy segura de qué tipo de recepción me darán.
Una joven que está detrás del mostrador levanta la vista y sonríe.
―¿Puedo ayudarle?
―Sí, estoy buscando al Dr. Masen.
―¿Y tú eres?
―Trabajamos juntos.
Ella sonríe.
―Oh, claro. Está en la habitación de Katherine Masen. Es la 29B. Te dejaré pasar.
Sonrío, esperando no parecer una loca. Katherine Masen. Debe haber venido aquí por su madre o su abuela. Casi me voy, pero si no entro, la recepcionista casi seguro le dirá que estuve aquí. Además, escucho la voz indignada de Angela en mi cabeza: "¿ Fuiste hasta allí y no lo comprobaste?"
Las puertas dobles se abren lentamente y camino por el largo pasillo, mis pasos silenciados por la gruesa alfombra. La mayoría de las puertas están cerradas. Paso por una estación de enfermeras vacía y doblo la esquina, siguiendo las flechas hacia la habitación 29B. Está al final del pasillo. Se escuchan débiles notas musicales detrás de la puerta, pero no puedo distinguir la canción.
La ventana está cubierta, así que no tengo más remedio que abrir la puerta con cuidado. ¿Me atreveré a hacerlo? Edward sabrá lo depravada y desesperada que estoy. Puede que me diga que se acabó. Pero estoy aquí y tal vez me presente a su abuela.
Abro la puerta tan lentamente como puedo. Gracias a Dios, las bisagras están bien engrasadas. Lo primero que veo es la cama, que está vacía. Las luces principales están apagadas y la luz de la barra que está pegada a la pared por encima de la cama está baja. Abro la puerta un poco más, con el corazón en la garganta.
La canción que suena es "You Look Wonderful Tonight" de Eric Clapton. Edward sostiene a una mujer en sus brazos, balanceándose al ritmo de la música. Está de espaldas a mí, por lo que no puedo verla con claridad. Cuando se dan vuelta, veo un destello de su pelo largo, lacio y sedoso. Su mejilla está presionada contra su pecho. Y luego ella habla.
―Oh, Edward, ¡estoy tan emocionada por la boda! Se supone que hará un clima templado mañana.
—Estoy seguro de que será perfecto. —La tristeza impregna su voz.
―No veo la hora de ir a la playa de Cancún. ¡Tres semanas maravillosas!
Estoy clavada en el suelo, sin poder moverme. Edward está abriendo los ojos y me va a ver. No sé si no puedo moverme o si simplemente no quiero hacerlo. De cualquier manera, mis pies están pegados al suelo.
Los ojos de Edward son lo primero que veo. Son torturados. Está tan absorto en su dolor que casi no me ve rondando en la puerta. Pero sí me ve y abre los ojos como platos.
Una risita suave sale de la mujer que está en sus brazos, y definitivamente no es su abuela. Solo la veo de perfil mientras inclina la cabeza hacia arriba para mirarlo, pero es joven y hermosa. Está vestida con un vestido de noche y tacones altos.
Su esposa, con quien no ha vivido ni tenido relaciones sexuales durante años.
—Kate, debería irme. Mañana es un gran día —murmura contra su cabello, pero sus ojos están completamente fijos en mí. Una lágrima se desliza por su mejilla y es demasiado para mí.
Mi parálisis se disuelve y corro, corro, corro. Corro por los pasillos y golpeo con la mano el botón que está junto a las puertas, pero no se abren.
―Sí, ¿puedo ayudarte? ―se oye una voz desde un altavoz en la pared.
―Estoy tratando de salir. Sólo vine aquí por el Dr. Masen.
―Hazte a un lado, por favor.
Todas las piezas encajan. Es una clínica para cuidados de la memoria. Katherine Masen es la esposa de Edward. Cree que mañana es su boda.
Lucho por no correr, pero no puedo evitar caminar rápido mientras salgo de la sala. La recepcionista me mira con simpatía.
―Horrible, ¿no? Es muy doloroso.
Asiento con la cabeza, incapaz de articular palabras, y me abro paso a empujones por las puertas hacia la noche ventosa. Esta vez, doy la bienvenida al viento aullante que congela las huellas de mis lágrimas y me escuece la piel. Subo al coche y golpeo el volante con las manos, llorando y gritando.
Una figura solitaria sale de Sunnyvale. Edward. Está corriendo. Arranco el coche, con los dedos temblorosos. Meto la marcha de golpe y salgo corriendo sin mirar atrás.
