Nota: El español no es mi lengua materna, por lo que puede haber algunos errores gramaticales. Intenté hacerlo lo mejor posible utilizando un traductor en línea. Si encuentras algún error o algo que no tiene sentido, envíame un mensaje en twitter /sorato_fan.
.
Día 1 - Tentomon: Nostalgia
5 momentos entre Koushiro y Tentomon a lo largo de los años.
.
Todo parecía tan... vacío. No creía que fuera posible sentir algo así hasta que pasé por ello. Sabía que mis aventuras con los otros siete niños acabarían en algún momento, pero lo único que deseaba era poder volver al Digimundo y ver de nuevo a Tentomon.
– ¿Koushiro? – Mi madre llamó a mi puerta suavemente. – ¿Estás despierto?
– Sí, mamá. – Respondí, todavía tumbado en mi cama. – Entra.
– ¿Cómo te encuentras, cariño? – Habló en voz baja mientras entraba en mi dormitorio.
– Echo de menos a Tentomon y el Digimundo. – Admití, mirándola y dedicándole una pequeña sonrisa. – Pero estaré bien, lo prometo.
– Ojalá hubiera una forma de hacer las cosas menos dolorosas para ti. – Se sentó en mi cama. – Siento mucho que hayáis tenido que despediros el uno del otro. Sé lo mucho que significa para ti.
– Sigo esperando que salga volando por la ventana, pero sé que no lo hará.
– Aww, cariño. – Mi madre se sentó más cerca de mí y me abrazó. – Esté donde esté, sé que está pensando en ti. Estoy segura de que es cuestión de tiempo que os volváis a reunir.
– ¿Eso crees?
– Por supuesto. Una amistad tan buena no puede perderse así. Todo el mundo podía ver la fuerte conexión que teníais. Eso es muy raro y debe ser apreciado.
– ¿Así que no crees que sea extraño ser amigo de un animal virtual?
– En absoluto. – Me miró. – No es sólo un animal virtual para ti. Es un amigo muy querido y me alegro mucho de que lo hayas encontrado.
– Mamá. – Dije en tono lloroso. – Esto significa mucho viniendo de ti.
– Tengo que admitir que yo también le echo de menos. Nunca tuve la oportunidad de darle las gracias por cuidar de ti y por todo lo que te hizo.
– ¿Todo lo que me hizo?
– Puede que no te hayas dado cuenta, pero ahora eres un chico diferente. Es un cambio positivo y me hace muy feliz.
– ¡Mamá! – Me lancé a sus brazos y la abracé. – Siento mucho haber desaparecido sin decírtelo.
– ¿Desaparecer? No me acuerdo de eso. – Dijo en tono ligero. – No hay nada de lo que disculparse, cariño. Salvaste el mundo. Debería ser yo quien te diera las gracias. De hecho, sé exactamente lo que deberíamos hacer.
– ¿Qué?
– Tu padre y yo te llevaremos a cenar.
– Mamá, de verdad, no hace falta. No quiero que malgastes el dinero en mí.
– No es malgastar el dinero, Koushiro. Vamos a celebrarlo y también a pasar algún tiempo juntos. Y si quieres, puedes ir a los recreativos.
– Gracias, mamá.
– No hace falta que me des las gracias. – Me dedicó una sonrisa. – Te quiero mucho, cariño.
– Yo también te quiero.
– La cena está lista. – Se levantó y me miró. – No tienes que comer ahora si no quieres. La pondré en el horno cuando terminemos.
– Está bien. – Salté de mi cama y caminé hacia ella, tendiéndole la mano. – De hecho, me muero de hambre.
– Me alivia oír eso. Estaba pensando que no estabas comiendo mucho y estaba preocupado por eso. Apuesto a que Tentomon también lo estaría, si estuviera aquí.
– Seguro que sí. No dejaría de insistir en que comiera más. – Afirmé y luego me reí.
.
Habían pasado tres años desde la última vez que vi a Tentomon. Aún le echaba mucho de menos, pero confiar en mis amigos hacía las cosas menos difíciles. Y allí estaba yo de nuevo. El Digimundo era tan diferente y, sin embargo, seguía siendo el mismo. No podía creer que hubiera vuelto después de tanto tiempo.
– ¡Tentomon! – Grité su nombre en cuanto lo vi volar en mi dirección junto a Piyomon, Patamon y Gatomon y corrí a su encuentro. – Te he echado tanto de menos.
– ¡Koushiro, mírate! Yo también te he echado de menos. ¿Cómo has estado?
Me arrodillé y lo abracé fuerte. Me di cuenta de que estaba tan sorprendido como yo. Pero no me importó en absoluto. Estaba más que feliz de ver a mi compañero. – He estado bien. ¿Y tú?
– Yo también he estado bien. – Se apartó y me miró. – ¿Has estado comiendo bien? ¿Cómo va la escuela?
No pude evitar reírme de Tentomon siendo Tentomon. – Estoy comiendo muy bien, no te preocupes. Mi madre siempre se asegura de ello. Y el colegio va genial. De hecho soy el presidente del Club de Informática.
– ¿En serio? ¡Eso es genial, Koushiro! ¡Me alegro mucho por ti!
– Gracias, colega.
El sol ya se estaba poniendo, lo que significaba que era hora de irme a casa. No podía creer lo rápido que había pasado el tiempo, pero siempre pasaba lo mismo cuando estaba en el Digimundo.
– Me temo que tengo que irme. La hora sigue siendo la misma en ambos mundos.
– Pero ahora que sabemos que el portal está abierto de nuevo, podemos vernos más a menudo.
– Lo sé. Ojalá hubiera una forma de llevarte a la Tierra conmigo.
– Estoy seguro de que se te ocurrirá algo. Eres inteligente.
– Gracias, Tentomon.
– Entonces, ¿cómo es… – Le interrumpí arrodillándome y dándole un fuerte abrazo. – Koushiro, ¿qué estás haciendo?
– Te estoy abrazando. Pensé que podría intentar ser más cariñoso. Bueno, un poco.
– ¡Oh, eso me emociona tanto! – Exclamó y empezó a llorar.
– Oh no, no llores. Por favor.
– Nunca pensé que vería un día en el que fueras más cariñoso, aunque fuera un poco.
– No seas tan dramático. – No pudo evitar reírme. – ¿Qué ibas a preguntar otra vez?
– Oh, iba a preguntarte cómo le va a tu madre.
– Le va muy bien. Le alegrará saber que has preguntado por ella.
– La echo de menos. Y su comida.
– Me aseguraré de decírselo. – Era tan típico de Tentomon decir estas cosas. – Sí no la conociera mejor, diría que me pediría que te trajera algo de comida la próxima vez que venga.
– Me encantaría. – Se frotó el estómago como si tuviera hambre.
– Me aseguraré de traer algo cuando vuelva otra vez.
– Estupendo.
– Ha sido un placer volver a verte, Tentomon. Espero que te cuides.
– Koushiro, ¿por qué hablas como si no fuéramos a volver a vernos?
– Porque mi digivice ya no puede abrir el portal y tengo mis propias actividades en la Tierra. Pero te prometo que vendré todo lo que pueda.
– Más te vale. Ahora vámonos antes de que sea demasiado tarde y tu madre se preocupe.
.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado desde la última vez que dormí. Probablemente fue cuando Tentomon se negó a entrar en el campo de copia de seguridad que había hecho para él y el resto de nuestros compañeros y se reinició. Eso debió de ser… hace unas tres semanas. He estado trabajando sin parar en una forma de recuperar sus recuerdos sin parar desde entonces. Tenía la sensación de que parecía un zombi o algo así, y mis sospechas no hicieron más que confirmarse cuando Mimi se sobresaltó al entrar y se acercó a mí.
– Tienes un aspecto horrible. – Dijo después de recuperarse del susto. – ¿Cuánto hace que no descansas un poco?
– No tengo tiempo para descansar. Tengo que encontrar la forma de recuperar los recuerdos de Tentomon y los demás. No puedo dormir.
– ¿Cómo vas a poder hacerlo si estás tan agotado? – Me cogió del brazo y intentó apartarme del ordenador. – Necesitas dormir, Koushiro.
– Mimi, necesito concentrarme en esto. Tiene que haber una forma de cambiarlo.
– No la hay. Perdieron todos sus recuerdos en el momento en que fueron reiniciados y no podemos hacer nada al respecto.
– ¡Te equivocas! – Solté un chasquido y esquivé mi brazo de su agarre. – Tiene que haber una forma de cambiarlo. Lo siento. – Añadí al ver expresión de sorpresa.
– Está bien, no te preocupes. – Dijo lentamente. – Pero no eres el único que echa de menos a su pareja, ¿sabes? Todos extrañamos. Echo tanto de menos a Palmon que duele.
– Así que vamos a buscarlos.
– ¿Qué?
– Vayamos al Digimundo a buscarlos.
– Pero, Koushiro, no estoy segura de que Taichi y los demás quieran. Y sinceramente, entiendo sus razones.
– Acabas de decir que echabas mucho de menos a Palmon.
– Es verdad, pero…
– Hagámoslo. – Insistí, agarrándola de las manos. – Convenceremos a los demás para que vayan también.
– Hablaremos de ello más tarde, ¿vale? Primero tienes que descansar un poco. Tu madre está más que preocupada contigo. Además, necesitas estar muy bien de salud para encontrarte con Tentomon. No le gustaría verte así.
– De acuerdo. – Me rendí, sabiendo que en el fondo tenía razón. – Iré a dormir un poco y luego hablaremos con Taichi.
– Está bien.
– ¿Has oído eso? – De repente miré por encima del hombro hacia la ventana.
– ¿Oír qué?
– Tentomon me está llamando.
– Vale, ahora sí que necesitas descansar. Vámonos.
– No puedo ir, me está llamando.
– Koushiro, Tentomon ha vuelto al Digimundo. Está a salvo de la infección con los otros.
– Entonces vamos a traerlos de vuelta.
– Lo haremos, muy pronto.
– ¿Lo prometes?
– Sí, lo prometo. – Me miró y sonrió. – Pero primero tienes que prometerme que te cuidarás. Eso incluye dormir.
– Lo prometo. – Contesté y me senté en mi cama, quedándome dormido en cuanto me tumbé en ella. – Buenas noches, Mimi.
– Buenas noches.
.
– ¡Lo conseguí! – Me apoyé en mi silla, sintiéndome extremadamente aliviado. Después de meses investigando, por fin había encontrado la forma de traer de vuelta a Agumon, Gabumon y Piyomon. Apenas podía contener la sonrisa, pensando en lo felices y agradecidos que estarían Taichi, Yamato y Sora.
– ¿Y qué vas a hacer ahora?
– Ahora voy a enviarle un mensaje a Yamato. – Me incliné de nuevo hacia mi escritorio y cogí mi teléfono. – Quiero que sea una sorpresa, así que no voy a decirle nada que pueda delatarlo. Sólo le diré que necesito hablar con él y que si puede venir.
– ¿Y Taichi y Sora?
– Bueno, Sora se enterará pronto cuando Yamato los lleve a casa. Sólo entonces se lo diré a Taichi. Estará emocionado y conmocionado al principio.
– ¿No deberías probarlo primero, para ver si funcionará? – Preguntó Tentomon con inseguridad. – Realmente creo que no deberíamos ilusionarles con algo que puede no funcionar.
– Pero funcionará, confía en mí. – Respondí lleno de confianza. – Pero tienes razón. Deberíamos probarlo.
Pulsé el botón de entrar y inmediatamente me tapé los ojos de la brillante luz amarilla que salía de la pantalla de mi ordenador y me aparté. Cuando ya era lo bastante seguro como para volver, los tres Digimon estaban de pie frente a mi escritorio, con cara de confusión.
– ¿Ves? Te dije que funcionaría.
– No estaría de más asegurarse.
– Bienvenidos de nuevo. – Dije con una sonrisa y luego me arrodillé junto a ellos. – ¿Tenéis hambre?
No pude evitar reírme cuando el estómago de Agumon rugió antes incluso de que dijera algo. No me sorprendió en absoluto, siempre tenía hambre.
– Creo que esto se explica por sí mismo. – Contestó Gabumon, sintiendo vergüenza por su amigo.
– Vengan, vamos a comer. – Tentomon los condujo a la cocina.
Me levanté y miré por la ventana. El sol se estaba poniendo fuera y los tonos dorados mezclados con naranjas, amarillos y rojos hacían que todo pareciera un hermoso cuadro. No podía estar más orgulloso de mí mismo por haber conseguido traer de vuelta a los tres Digimon. Sobre mi escritorio, zumbó mi teléfono. Fui a ver quién me había enviado el mensaje y vi que era de Yamato, diciendo que iba a pasarse por aquí muy pronto. La sorpresa se desvelaría muy pronto. Me metí el teléfono en el bolsillo y me dirigí a la cocina.
– Veo que ya están disfrutando de sus comidas.
– ¡Está muy buena! – Dijo Piyomon con entusiasmo. – ¿Cuándo volveré a ver a Sora?
– Muy pronto, lo prometo. – Me senté. – Tengo que hacerte una propuesta.
– ¿De qué se trata?
– Yamato viene hacia aquí ahora. ¿Y si le hacemos una sorpresa?
– ¡Me apunto! – A Gabumon rápidamente le gustó la idea. – ¿Qué tenemos que hacer?
– Te vas a esconder en una habitación mientras yo hablo con él. Cuando llegue el momento, te pediré que salgas y te unas a nosotros.
– ¡Eso suena genial! – Dijo alegremente el Digimon reptil. – ¿Tenemos que hacerlo ahora?
– Ahora, creo que… – Me interrumpió el timbre y miré por encima del hombro antes de volver a prestarles atención. – Creo que sí. Probablemente sea Yamato, así que ve a esconderte mientras abro la puerta.
– ¡De acuerdo!
Esperé un poco hasta que se acomodaron y luego fui a abrir la puerta.
.
Estaba concentrado en mi trabajo en la oficina de mi casa. Akemi estaba visitando a sus padres y yo iba a cuidar de Megumi durante el fin de semana. Entonces escuché un ruido afuera y salí corriendo a ver qué pasaba.
– Tentomon, ¿está todo bien?
– Lo siento, Koushiro. – Se disculpó conmigo y recogió un retrato que se había caído mientras yo entraba en la habitación.
– ¿Qué está pasando aquí?
– Megumi se salió de la cuna y empezó a gatear por toda la casa y sin querer golpeé ese retrato cuando intenté evitar que se hiciera daño.
– ¿Que hizo qué?
– Salió de la cuna y empezó a gatear por la casa. – Su tono era un poco de pánico, como si yo fuera a llamarle la atención o algo así. – ¿No ha hecho eso antes?
– No, ¿dónde está?
– Está en el salón. Encendí la tele y ahora está distraída viendo un dibujo animado.
– Bien. Voy a ver cómo está. – Me di la vuelta para irme.
– ¿Te hemos molestado?
– No, todo está bien. No te preocupes.
Cuando entré en el salón, encontré a mi hija tumbada en el suelo con dos almohadas debajo.
– ¿Megumi? – Me senté a su lado y no pude evitar reírme cuando me miró con expresión enfadada por interrumpir su rato de dibujos animados.
– Koushiro, ¿aún no te has dado cuenta de que a tu hija no le gusta que la gente llame su atención mientras está viendo la tele?
– Se me olvidaba. Akemi pasa más tiempo con ela que yo durante la semana. – Le miré. – ¿Por qué llevas su delantal?
– Estoy limpiando la casa.
– To… – Me interrumpí cuando escuché un ruido proveniente de la habitación de Megumi. – ¿Qué fue eso?
– No tengo ni idea. – Tentomon voló por el pasillo y aterrizó frente a su puerta al mismo tiempo que yo llegaba.
Abrí la puerta con cuidado y eché un vistazo a su habitación. Todo me parecía normal hasta que vi algo en su cómoda.
– El digihuevo… está eclosionando, por fin.
Lo cogí y me senté en el sillón, frotando el digihuevo para ayudarlo a eclosionar del todo. Megumi entró gateando al mismo tiempo que se abría y salía un Pabumon. Estaban tan emocionada que soltó un gritito.
– Mira, cariño, es tu Digimon.
Me agaché para cogerla en brazos. La coloqué en mi regazo y inmediatamente se inclinó hacia el bebé Digimon, dando otro grito cuando sus pequeñas manos lo tocaron.
– Parece que ya lo quiere.
– Y yo que pensaba que tal vez le tendría miedo. Una vez más Megumi me ha sorprendido. – Miré al nuevo dúo interactuando con una sonrisa. Sabía que ya eran mejores amigos.
