Undertale
Multiverso.
One-shot.
Bruma Veraniega
Frisk x OC
Basado en el vídeo "Kagerou Daze"
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-[Fragmento 1: Una mañana de verano]-
"¡Frisk, despierta cariño! ¡Ya es hora de almorzar!"
Al sentirse llamado por una voz muy familiar, el muchacho de cabello marrón fue sacado de las tierras de Morfeo por ni más ni menos que su Madre, el joven adolescente abrió los ojos, en un principio flojamente, su cabeza saliendo de las profundidades de su cama, girándola para ver alrededor del cuarto que compartían él, su hermano mayor y su gemela; las camas de ambos ya vacías y perfectamente ordenadas.
Como siempre, se habían despertado antes que él, y tuvieron la piedad suficiente como para dejarle dormir aunque sea un poquito más, algo que, aunque si bien no lo decía en voz alta, Frisk apreciaba enormemente. Una sonrisa apareció en su rostro mientras estiraba sus brazos, antes de saltar fuera de su cama y caminar a las cortinas, abriéndolas para que el brillo del sol le golpease en la cara.
El cielo estaba claro; Frisk alzó su mano hasta su rostro mientras sus párpados se abrían levemente, mirando por la ventana como unos niños jóvenes corrían y jugaban con una pelota, a un par de metros unos niños de Hotland estaban disfrutando el clima, claramente los Vulkins gozaban de esta temporada, podría haberse quejado pero… no lo hizo. Se preguntaba si los monstruos que alguna vez solían vivir en Snowdin estarían pasándolo mal… ¿tal vez? Tal vez no.
No era su lugar pensar en ello, no es como si pudiera cambiar de temporada o algo. La idea de tener la habilidad de controlar el clima le hizo reír levemente, mientras se daba la vuelta, caminando hacia su mesita de noche para coger su celular; la pantalla mostraba una foto de él rodeado por sus amigos del Subsuelo, tomado en el tercer aniversario de la ruptura de la barrera.
La fecha era Agosto 15, 11 AM.
Justo bajo la fecha, el menú con sus notificaciones estaba lleno de alertas de unas cuantas aplicaciones; lo que llamó su atención fue el número 1 de color rojo en su bandeja de la Undernet; alguien le había dejado un mensaje a las 9 de la mañana, leyendo el nombre de usuario de su contacto causó que sonriera nuevamente, pero esta vez, de alegría.
Estrella azul escribió: "Buenos días, Cielo rojo. ¿Dormiste bien? Espero no leas esto muy tarde, sé que tu madre te despertará a la hora de almorzar, así que… ¡vamos a salir! Esperaré por ti en el parque hasta la 1 de la tarde. No me dejes esperando, ¿vale?" ~9:04 AM
Un pequeño rubor cubrió sus mejillas en ese momento, su pulgar presionándose contra su foto de perfil. Aunque no era nada más que un montón de pixeles, cada vez que veía su rostro devolviéndole la mirada mientras parpadeaba un ojo, con esos mechones dorados sobre su frente, llenaba su alma con Determinación… bueno, eso y mariposas.
"Buenos días Estrella Azul. Voy a vestirme primero. Te veo pronto" ~11:10 AM
No esperó por una respuesta; en su lugar caminó hasta su armario, sacando una capucha azul con rayas rosadas, una camiseta roja y unos shorts marrones junto a unas sandalias blancas; un conjunto bastante inusual comparado con sus atuendos usuales, pero para este punto, Frisk tomaría cualquier prenda con tal de pelear contra el abrumador calor por el que pasaba Ebott City en esa época del año. Lanzó su ropa a la cama, rascó su mejilla un momento antes de imaginarse una bombilla justo sobre su cabeza.
Por supuesto. Casi olvidó la parte más importante.
El collar. No podía olvidarlo. Sería el primer detalle que ella notaría tras verle, muy probablemente así era como Asriel y Chara se sentían en su primera vida. Viéndose listo, tomó una toalla y caminó fuera de su cuarto, un exquisito olor golpeó su nariz en ese momento.
Madre preparaba el almuerzo.
No faltaba mucho para las 12 de la tarde, acompañado con el hecho de que le pidió que se despertara de una vez, significaba que, muy probablemente, la comida estaría lista pronto. Se lanzó a por una ducha en tiempo record, usando jabón extraño, debía de verse presentable para su cita después de todo, tanto la internet, como el anime de Alphys y unos cuantos consejos de sus padres al crecer le enseñaron todo lo que necesitaba saber.
Si tan solo hubiera sabido eso cuando él y Papyrus tuvieron su "cita" en Snowdin… bueno, llamarlo cita era ser muy generoso.
Una secada rápida, algo de colonia y luego estuvo más que listo para bajar las escaleras. La primera en saludarle fue su hermana gemela, Francisca alzó su brazo izquierdo con una sonrisa emocionada, sentada en frente de la televisión, aparentemente viendo unas caricaturas que no supo identificar. El menor de la familia Murakawa le devolvió el saludo, haciendo un signo de paz hacia la chica de ojos rosados.
"¡Hey, hermanito! ¡Buenos días! Volviste a dormir hasta tarde, vago. ¿Estás intentando imitar a Sans o algo?"
Bromeó, antes de sacarle la lengua; un sonoro "¡Más vale que no!" vino desde la cocina en ese mismo momento, causando que los gemelos rieran fuertemente en sincronía. Bueno, esa era su madre, también reaccionando de manera exagerada ante la idea de su hijo ser influenciado por el bromista de Snowdin, solo significaba una cosa.
El show había empezado.
"No soy ningún vago, Frannie… Solo administro mi tiempo de manera diferente que tú, Mamá, Richard o papá. Pero eso no significa que sea un vago. Además, ¿qué esperabas? Soy un embajador, claro que tengo sueño"
Replicó, tomando una postura defensiva al instante, solo porque hubiera terminado adoptando uno o dos hábitos del hermano mayor de Papyrus, no significaba que estuviera volviéndose un flojo sin esperanza. Y aún si quisiera andar de vago, nadie se lo permitiría. Ni mamá, ni papá, ni ninguno de sus dos hermanos. Al diablo; hasta Toriel en la escuela le pondría un alto al instante, y si de algún modo milagroso consiguiera pasarlos a todos ellos… ella no le permitiría continuar.
Ni de broma, ni en un millón de líneas temporales.
PFFFT
La única respuesta que ella pudo darle fue sacarle la lengua y hacer una pedorreta infantil, antes de regresar a mirar la TV, como forma de concederle la victoria en esta ocasión, aunque haya ganado contra ella, lo mismo no sería dicho por su hermano mayor.
"Con el debido respeto, hermanito, ¡todo lo que escucho son excusas! Has sido infectado con el síndrome Sans; debemos contenerte inmediatamente, ¡antes de que infectes a todo el mundo!"
Gritó Richard Murakawa Lone, el más grande de los tres niños, con un tono difícil; pues usaba toda su fuerza para intentar ganar contra su padre en una lucha de brazos, mientras ambos esperaban por sus platos respectivos, como uno esperaría, aún tras usar Perseverancia a su favor, la Integridad de padre tenía la ventaja. Después de todo, no era nada contra un adulto a finales de sus 30 años, aún así… aún así… sus ojos morados brillaron más intensamente, sudor cayendo de su mentón en ese instante mientras sus dedos apretaban la palma de su papá.
"¡NO! ¡NO VOY A PERDER! ¡NO LO HARÉ! NOOOOO"
"Uuuuuuu— ¡HA!"
Con un sonoro bang y un pequeño grito de victoria, el patriarca de la familia anunció la derrota de su hijo mientras los nudillos del mismo golpeaban la mesa, causando que los platos y cubiertos temblaran y saltaran levemente, el mayor del trío Murakawa Lone comenzó a quejarse de inmediato, gritando a su padre por una revancha antes de cruzar los brazos, Frisk sonrió ante la interacción mientras veía a su papá sonreír, quien obviamente gozaba del orgullo que acarreaba la victoria. Solo entonces Jonathan pareció notar la cercanía de su hijito menor, para luego mirarle con emoción.
"¡Venga, únetenos hijo! Solo porque eres el más joven de tus hermanos, no significa que seas el más débil. ¡Muéstrale a tu viejo de qué está hecho el salvador de los monstruos!"
Frisk, quien había estado mirando la interacción con una gota de sudor en su nuca, movió las manos en negación, rechazando la propuesta mientras la voz de su madre detenía a todos los presentes.
"Fin del juego; ya es hora de comer."
Habló la matriarca, trayendo la olla llena a tope con spaghetti, habiendo usado su autoridad como Madre y esposa para asegurarse de que ni su marido ni su hijo mayor continuaran jugando. Además de haber fruncido el ceño; Frannie caminó hasta la mesa con una sonrisita, y luego fue él tras de esta.
Angelica, sin embargo, fue la primera en notar que su bebé parecía haber puesto más esfuerzo en su vestimenta y sentido de la moda aquella mañana, no solo vestía un conjunto de lo más llamativo e interesante, también su aura y estado emocional se veían diferentes de lo habitual. Su intuición como madre ya le había dado una idea de lo que pasaba, pero era mejor prevenir que lamentar.
"¿Por qué tan elegante, Frisky? ¿pasa algo?"
Su sexto sentido estaba loco ahora mismo, y además era la madre de ese chiquillo. Podía decir sin esfuerzo alguno cuando alguno de sus hijos tenía algo entre manos, no solo eso; el olor también era una pista, había usado colonia para pelear contra el sudor causado por el horrible y repugnante calor veraniego.
El usuario de Determinación tosió un poco, ahogándose con su propia comida tras verse cuestionado por su Madre. Aún peor; su reacción pareció captar la atención y curiosidad de sus hermanos y padre, haciendo de su actual situación más vergonzosa de lo que ya era de por si.
Las miradas acusatorias de los cuatro miembros de su familia le dijeron todo lo que necesitaba saber; no había manera alguna de escaparse. Ninguna cantidad de Determinación podría convencerles para evitar dar respuestas y salvar su pellejo… pero como siempre decían…
Quien nada debe, nada teme.
"Foy a faviv 'on Faufine, amá'"
Replicó, aún si todos pudieron entenderle perfectamente, no significaba que mamá no estaría molesta. La forma en la que frunció el ceño fue una señal de que había llegado la hora del regaño diario, por supuesto, por supuesto que no se lo saltaría. Si no era él el que se metía en problemas, sería su padre… o Richard. Era su deber como Madre, después de todo, asegurarse de que las reglas del hogar fueran respetadas.
"Frisk Keppler Murakawa Lone, ¡no hables con la boca llena!"
Richard estalló en carcajadas al ver el rostro enrojecido de su hermanito, acompañado por Frannie aunque esta no rio tan fuerte, el Embajador de los Monstruos suspiró antes de tragarse su comida, tal como le ordenó su progenitora; definitivamente debía aprender algo de etiqueta, a no ser que quisiera ser corregido por madre hasta los treinta años. Ahora eso sí que sería embarazoso.
"Dije que voy a salir con Pauline, Mamá"
Ya que ya estaban en las vacaciones de verano, ¿qué mejor forma de pasar su tiempo libre que salir con sus amigos, jugar videojuegos y saliendo con la persona que más amaba? Frisk no era alguien que le gustara presumir, pero el hecho de que su antigua amiga de la infancia terminase volviéndose su novia era algo que todavía no podía creer… aún si ya habían estado juntos por un año completo.
Francisca, siempre la más alegre, no podía evitar aplaudir fuertemente ante la idea de su hermano menor haciendo algo que no fuera solo quedarse en su casa jugando, o viendo películas. Frisk quizás fuese un político y estudiante excelentes pese a su corta edad, pero el hecho de que estaba aprovechándose demasiado de hacer lo que quisiera cuando tenía tiempo libre, no era algo que estuviera dispuesta a aprobar.
Tenía una reputación que mantener, después de todo; Asgore y Toriel le nombraron el representante de toda la raza de Monstruos.
"¡Oh, pero que alegría hermanito! ¿Finalmente vas a hacer algo productivo que no sea jugar juegos toda la noche? Deberías ponerte audífonos, escuchar tus disparos y explosiones no es tan entretenido e interesante como crees"
Dio y atacó usando su propio punto de vista, causando que el chico Determinado rascara su mejilla mientras asentía, entre risas y sonrisas, la conversación continuó hasta que todos partieron a lavar los platos juntos; Frisk salió de su hogar a las 12 de la tarde junto a su padre, cada uno de ellos yendo en diferentes direcciones.
Con el hombre de la casa yendo a trabajar a su taller, y su hijo a disfrutar de la adolescencia.
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-[Fragmento 2: Tragedias sobre Tragedias]-
Nice Cream Guy tenía los ojos fijos en su carrito, con una sonrisa en el rostro mientras sus orejas se movían emocionadas, no muchos monstruos del Subsuelo amaban el verano, él debería ser uno de ellos considerando que estaba cubierto de pelaje… pero ese no era le caso. Como cualquier otro vendedor de helados, esta era la temporada donde tenía mayor éxito. Llenaba su alma de alegría ver no solo a su especie jugar y reír con niños humanos mientras padres y madres le compraban algo de su mercancía a sus hijos…
Las parejas también lo hacían.
"¡Aquí tienes, pequeño Frisk! ¡Solo lo mejor para mi mejor cliente!"
Exclamó con evidente emoción, su nariz roja removiéndose mientras entregaba al pacifista castaño no uno, sino dos conos hasta el borde de helado sabor limón y menta, cada uno teniendo dos esferas. Una risilla escapó de los labios del embajador mientras depositaba sesenta monedas de oro, agarrando ambos conos para luego hacer una leve reverencia.
"Gracias, Nicey. Asegúrate de guardarnos un poquito para después, el calor de la tarde es mucho más sofocante"
Habló el humano, causando que el habitante de Snowdin asintiera, feliz de una posible venta extra, para luego resumir su camino, el constante tintinar de su campanita resonó buscando más clientes. El octavo caído caminó rápidamente hasta los columpios en el parque al otro lado de la calle; las cadenas rechinaban mientras la rubia se balanceaba, de arriba abajo, alzando sus piernas de vez en cuando para tener un mejor impulso y llegar más alto. Paciencia se detuvo en ese instante, viendo a su amado moreno acercándose.
Sus pies fueron a parar al suelo, levantando una pequeña nube de tierra mientras Frisk se sentaba al lado suyo, ella terminó sonriéndole y él le sonrió de vuelta, con un leve tinte rojo en sus mejillas.
"Lamento la espera. Espero que no tengas mucho calor… ¿pero por qué no trajiste tu sombrero?"
Frisk cuestionó con genuina curiosidad, Pauline dejó salir un pequeño sonido con la voz, indicando que pensaba mientras degustaba su helado de menta, la adolescente hundía sus labios en la delicia helada, reflexionando la pregunta de su novio. Era cierto que hoy era un día particularmente caliente, pero comparado a las veces en las que visitó Hotland con él en sus viajes de regreso al Subsuelo… o durante la cúspide de calor de la temporada, hoy no era tan malo, así que…
"Creo que simplemente no tenía ganas. Pero sí traje dos botellas de agua, para más tarde."
Respondió la joven de ojos cian, mirando a Frisk mientras parpadeaba, los labios del pequeño político se curvaron en una leve sonrisita, un sentimiento de paz invadiéndole, llenando su alma con Determinación y Felicidad, mientras que la de Pauline palpitaba con Paciencia y alegría en perfecta sincronía. La pareja continuó comiendo su postre en silencio; aunque a mitad de este, Paciencia extendió su derecha hasta la izquierda de él, entrelazando sus dedos mientras que le daba una mordidita a su helado.
"… ¿Sabes?… Yo realmente… odio mucho el verano"
Declaró Starline mientras miraba a su amigo. Su mano pareció incrementar el agarre a su mano, Frisk ladeo la cabeza levemente, replicando con la misma fuerza y posesividad mientras mordía su cono. Le había pedido a Nice Cream guy que le diera a él y a Pauline conitos comestibles, en lugar de los de papel con mensajes motivacionales, para llenarse los estómagos cuando estuvieran listos, e irse a tener una buena batalla de sparring al bosque. El viento la hizo verse aún más hermosa; su brillante cabello dorado se movía en el aire junto al de él. Una pequeña aura de pesimismo apareció entre ambos, antes de que girase a verle, tomándole por sorpresa.
"Pero eso no significa que odie estar contigo, Frisk. Ya sea Invierno, Otoño, Primavera o Verano… no me importa siempre y cuando estemos juntos, ¿sabes?"
"Pauline…"
Sin palabras, todo lo que pudo musitar fue su nombre, que vino en forma de un murmuro. Pauline Solene Starline Orilleye… para él, ella era lo que, ahora él estaba seguro, era Asriel para Chara. Su Estrella. La brillante luz del horizonte. La razón del porque superaba cada obstáculo que la vida le lanzaba cuando viajaba por el Subsuelo; lo que le hizo ser quién era. Y sabía que ella se sentía igual. Sino, no sería su persona favorita, después de todo. Habían estado juntos desde el preescolar, y desde el fondo de su alma color escarlata, rogaba a los cielos que así continuaran las cosas.
"Meow~"
Sorpresa, sorpresa. Justo tras terminar su merienda, un tercer bando decidió hacerse presente. Un pequeño gatito negro saltó desde un árbol cercano, aterrizando justo en el regazo de la rubia. "¡Hey!" escapó de sus labios, abriendo sus ojos en sorpresa, antes de que Frisk riera por lo bajo. El animalito, muy pequeño, no podía tener más de unas semanas. Quizás un mes a lo mucho. Estiró su cuerpo, antes de acostar su cabeza en su ahora asiento humano, a lo que esta empezó a acariciarle detrás de las orejas.
Bueno, eso era… inesperado. No muchos gatitos callejeros confiaban en los humanos; especialmente uno tan pequeño, pero ni él ni ella desperdiciarían la oportunidad. Aunque en este caso, en lugar de ser fiel a su naturaleza benigna, Frisk decidió tomar prestado otro hábito de Sans, y hacer una pequeña broma.
"¿Oh? ¿Quién es tu amigo? ¿Ya me reemplazaste, Starline?"
Dicho y hecho, le sonrió de manera socarrona y acusatoria, a sabiendas de que había atacado un punto débil; la cara de Pauline cambió en un rostro de shock antes de fruncir el ceño, por supuesto que tras volverse una pareja, habrían naturalmente dejado de ser mejores amigos, pero no. No quería ese destino en absoluto, en palabras de ella; "soy tu confidente y compañera más confiable. La única que siempre te apoyará y estará a tu lado, sin importar qué"
Frisk usualmente se preguntaba que habría sido diferente si ambos hubieran caído al Subsuelo juntos. Sus amigos realmente adoraban a Pauline, todos la conocían para este punto, así que las cosas probablemente habrían salido bien de todos modos... ese era el motivo por el cual comentarios o bromas de ese estilo estaban prohibidas. No le gustaban, ni un poquito, en tal situación… lo más razonable por hacer era hacer un puchero e inflar las mejillas.
Los ojos de Starline se entrecerraron, evadiendo contacto con él.
"No seas tonto, Murakawa"
Contraatacó rápidamente, usando su apellido paternal como este hiciera con ella, pero con un tono claramente enojado y molesto. Un suavecito "¡Hmph!" fue emitido en ese instante mientras extendía su mano en dirección a él; cubriendo su dedo índice con magia celeste, Pauline terminó dándole un golpecito en la frente a Frisk con una de sus cadenas, haciendo que él dejase salir un quejido adolorido.
Remplazarle… sí, claro que sí. Como si eso siquiera fuera una posibilidad remota. Más bien, su mundo se ahogaría en la oscuridad y las tinieblas de él desaparecer. La idea de que muriera era una preocupación genuina y una constante fuente de temor para ella. El que Frisk haya sido el único afortunado de regresar con vida del Subsuelo era un milagro en si mismo, uno por el cual siempre agradecía a los cielos.
"Como si alguna vez pudiera reemplazarte. Solo es un gato; no puede escucharme, no puede hablar conmigo, no puede entrenar conmigo… no puede hacerme sonreír, reír ni coquetearme… ni sentirme ilusionada por salir de cama todas las mañanas…"
La abrumadora honestidad e intensidad de su tono conforme expresaba cada cosa que él le hacía sentir fue una manera perfecta no solo de cerrarle la boca, sino de dejarlo estupefacto. Sí, múltiples veces Frisk había sido llamado el "Coqueteador maestro" por sus amigos, y en efecto, coqueteó con casi todos sino es que absolutamente todos los monstruos que encontró en el Subsuelo… pero nunca lo hacía en serio. Sin embargo… cuando se trataba de Pauline…
Era la única en todo el planeta capaz de hacerle sentir avergonzado, incapaz de responder, y que le sudasen las manos. Por eso evadía contacto directo con ella tras ese pequeño discursito, intentando alejar lentamente su mano de la suya por la vergüenza… pero no lo aceptaría. Paciencia apretó la mano de Determinación con tanta fuerza como pudo, no sin antes sonreírle claro está.
Le hizo preguntarse sobre lo que le dijo antes. Odiaba el verano, ¿pero por qué? ¿era por el sofocante calor? ¿el sudor? ¿lo brillante del sol? ¿o extrañaba la escuela y aprender más sobre magia con sus maestros… ? bueno, no podía culparla de ser ese el caso. Siempre había sido un prodigio cuando se trataba de entrenamiento mágico, tal vez eso era lo que extrañaba, porque no podía imaginársela haciendo sus tareas a diestra y siniestra.
Era Paciencia, por el amor a dios. ¡No Perseverancia!
"Lo que dije antes... de que estar contigo me es más que suficiente, sin importar la temporada… es una de las razones por las que estaba tan feliz de que quisieras salir; odio el verano… pero estar contigo es todo lo que necesito para divertirme, en cualquier época del año"
Aniquilación. Era la única palabra que encajaba para describir esa última frase. Aniquilación total. Frisk cerró los ojos mientras mostraba los dientes, sus labios temblorosos, ahora mismo se sentía como un tonto por no haber traído su suéter; era el momento idóneo para hundirse a si mismo en "Ciudad suéter" para que no viese su rostro colorado, más que probable sus mejillas eran idénticas a las de Chara ahora mismo, Pauline por supuesto, tenía una vista perfecta de su expresión, aún cuando trataba de ocultarla.
"Aw, ¿estás sonrojado?~ ¡Mírate, estás totalmente abochornado y rojo como un tomatito!"
"¡No lo estoyt!"
"¡Sí, sí lo estás, déjame ver!"
Gritó entre risas mientras él se quejaba, ese tipo de reacciones eran las que hacían a Frisk una ternurita, no era de extrañar que los monstruos no pudieran lastimarle, ¿quién podría herir un rostro tan bonito? Hacía que quisiera pellizcarle la mejilla, abrazarle y girar en un pie como una bailarina, hasta que cayeran al suelo producto del mareo. Eventualmente dejó de resistirse y le permitió ver el resultado de sus coqueteos; sus mejillas y puente nasal estaban tan rojos, que parecía una manzana.
Pero en lugar de seguir riéndose… solo le dedicó otra sonrisa silenciosa. Sus ojos celestes estaban cargados de amor y comprensión, mientras que los marrones de él se ocultaban tímidamente de su mirada escrutadora. Al menos hasta que ladeó la cabeza a su izquierda; el beso que le depositó en su rostro fue la guinda de la torta… un genuino gesto inocente y amoroso, que le hizo feliz.
La amaba tanto...
"Meowww~"
Su constante charla and movimientos repentinos parecieron finalmente alertar y asustar a la tercer rueda; el gatito negro alzó su cabecita para mirar al par, antes de que saltara de las piernas de Pauline, empezado a correr lejos del par. Casi como un reflejo, la chica con cabello dorado se puso de pie, riéndose mientras le pedía regresar. Frisk no pensó mucho al respecto, siguiéndola con sus ojos por un instante antes de ponerse de pie e ir tras ella.
Ahora que lo pensaba, no había visto ningún aut-
Su mundo se detuvo en ese mismo momento. Casi como si el mundo pareciera entrar en cámara lenta; un camión apareció justo al fondo de la calle a toda velocidad. El corazón de Frisk se hundió al ver a Pauline correr, aparentemente ignorante de su situación; no se había dado cuenta que la luz del semáforo se había cambiado a rojo justo un momento antes de que se acercara a la calle. Su mirada estaba totalmente enfocada en el gato.
Iba a ser atropellada.
"PAULINE, ¡DETENTE!"
Bramó, un color rojo apareciendo en sus irises mientras Determinación alimentó sus movimientos; tratando de usar algo de su magia en un esfuerzo de impulsarse a si mismo y empujarla al otro lado de la calle, pero no pudo lograrlo. No pudo lograrlo. Justo mientras el conductor golpeaba su claxon en un último intento por tratar de salvar la vida de la chica, pero solo lo empeoró.
BEEEEEP BEEEEEP
La expresión de shock que tenía mientras se giró para encararlo en el último segundo, se marcó a fuego en el alma de Frisk.
Ni siquiera alcanzó a gritar. El sonido de sus huesos rompiéndose terminó mezclándose con el rechinar de las llantas conforme el vehículo se detenía; el cuerpo de Pauline fue lanzado al aire un par de metros antes de que se detuviera. Su bello vestido azul fue empapado con sangre; no solo el pavimento, el camión, parte del parabrisas y el parachoques también estaban ensangrentados.
"¡NO! ¡PAULINE! ¡PAULINE!"
Su voz fue como un grito animal. No estaba siendo racional; ni le importaba el hecho de que su hermoso rostro hubiera sido deformado más allá de lo reconocible; todo lo que le importaba era el que su alma no se hubiera roto. Lágrimas empezaron a caer de su rostro mientras finalmente llegaba a su lado, sus brazos rodeándose gentilmente alrededor de su cuerpo destrozado, sus ojos permanecían abiertos, mirando a la nada mientras su expresión parecía carecer de cualquier tipo de emoción.
"¡ALGUIEN! ¡POR FAVOR AYÚDENOS! ¡UNA AMBULANCIA! ¡LLAMEN UNA AMBULANCIA!"
Demandó el embajador, mirando alrededor mientras el conductor finalmente salía de su vehículo, monstruos y humanos empezando a gritar y reunirse alrededor de la escena a la vez que su alma empezaba a dolerle. En un pobre esfuerzo patético de intentar y traerle algo de consuelo, llevó su rostro a su pecho, justo donde estaba su alma carmesí; ya sea fuera para calmarse a él o a ella, no importaba, todo en lo que podía pensar era en que su alma aún no se había roto.
Si solo… ¡si solo hubiera puesto más atención a las clases de Magia curativa… ! el adolescente castaño maldijo por lo bajo mientras su cuerpo ensangrentado continuaba acariciando la melena dorada de su novia; su sangre estaba tan cálida como sus lágrimas, el olor al perfume que se puso temprano esta mañana se mezclaba con la susodicha sangre, apenas podía soportar aquel olor tan asfixiante… la situación empeoró mientras frotaba sus frentes, incapaz de contener sus sollozos.
Entonces pasó… un esplendor celeste emergió de su pecho. Frisk se congeló al ver como el alma de Pauline emergía de su cuerpo; un escalofrío recorrió su espina dorsal al verla empezar a temblar, moviéndose violentamente de lado a lado, el rojo color escarlata de sus ojos empezó a desaparecer.
No… no… por favor…
No podía estar pasando. No podía ser real. Simplemente no podía ser real. El mundo parecía ennegrecerse con la única luz proveniente de aquel hermoso corazón flotando frente a sus ojos, mientras las grietas empezaban a aparecer más y más desde los lados, llegando al centro justo como un espejo siendo golpeado por un bate de béisbol.
¡POR FAVOR!
El mundo no escuchó. Un sonoro y ensordecedor "crack" hizo eco en sus orejas mientras el alma finalmente se rompía, y con ella, su determinación. Su esperanza. Su sanidad. Las piezas parecieron esparcirse en todas partes mientras su cuerpo finalmente dejaba de responder, ni siquiera sus dedos se movían; el frío de la muerte se esparció por su cuerpo, no podía respirar, no podía respirar— sentía que vomitaría en cualquier—
"Esto no es un sueño; ni se puede cambiar"
Una voz parecía llamarle por el otro lado de la calle, Murakawa alzó su cabeza de la chica que amaba; notando como entre la multitud, la pequeña figura de un niño con cabello negro y ropas del mismo color, le devolvía la mirada con una expresión pacífica, pese al hecho de que alguien había muerto frente a sus ojos. ¿El detalle más aterrador? Como sus labios se curvaron en alegría.
Frisk no pudo encontrar las fuerzas para responder.
El aire no llegaba a sus pulmones pese a sus esfuerzos, y pronto empezó a sentirse adormilado. El cansancio, el dolor, la tristeza, y el como la adrenalina empezó a desvanecerse mientras continuaba sosteniendo el cuerpo de su amiga de la infancia, lo último que vio antes de que su cabeza golpeara el suelo fueron esos ojos negros.
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"¡Frisk! ¡Levántate cariño, ya es hora de almorzar!"
Sintiéndose llamado por una voz familiar, un humano de pelo café abrió los párpados lenta y pesadamente, sus ojos acostumbrándose a la luz mientras se daba cuenta: la voz de mamá le sacó del sueño, aparentemente había dormido de más… otra vez.
Su mirada se enfocó en el techo de su habitación, ¿qué hora era? Su cabeza dolía como el infierno, probablemente aún necesitaba algo de tiempo extra para dormir, pero no podía culpar ni odiar a mamá por preocuparse por su hijo más pequeño, no era tan inconsiderado como para alzarle la voz por algo tan nimio como despertarle.
La mano derecha fue a por su celular descansando en la mesita; la fecha era Domingo, Agosto 14, doce de la mañana. Un par de notificaciones de sus aplicaciones… y una alerta de mensaje de la Undernet de hacía unas horas.
Estrella Azul escribió: "¡Buenos días mi Cielo Rojo! ¿tuviste una buena noche? Normalmente tu mamá te despierta así que… ¿quieres salir? Estaré en el parque un rato, pero me iré a las 2 de la tarde. ¿Ven a verme, vale?" ~9:56 AM
Vaya coincidencia, una entre billones o hasta más… pero no dejaría que una tonta pesadilla arruinara su día; por lo que se puso de pie y fue a por su ropa, una ducha rápida y algo de colonia servirían, iría a ver a Pauline inmediatamente tras lavar los platos, no era tan cruel como para dejarla sola el resto del día, menos durante las vacaciones de verano.
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"¿Estás bien Frisk?"
La voz de Solene le sacó de su mente con una pregunta simple pero evidentemente preocupada; muy probablemente tenía una expresión preocupante, lo que activó sus sentimientos protectores, juró que no dejaría aquella pesadilla arruinar su día, pero había una enorme diferencia entre decir algo… y hacerlo.
Aún más considerando que, de todos los parques que Pauline pudo haber escogido para juntarse, hubiera seleccionado este. El mismo de su sueño, donde murió desangrándose en sus brazos, incapaz de decir palabra alguna.
"Sabes… es algo extraño… he tenido un mal presentimiento desde que desperté"
Respondió, un sentimiento de incertidumbre presente en su voz mientras abría los párpados, permitiéndole tener una mirada perfecta a sus ojos. Era cierto que el aura emocional que rodeaba a Frisk era extraña, oscura. Pesada. Algo no estaba bien con él, no era natural. Era casi alienígeno. De los dos, él se suponía fuera el más optimista, por tanto Pauline sabía… sabía que debía ser serio. Determinación no esperó que Paciencia le preguntara de nuevo, no. Necesitaba desahogarse, y ella siempre había sido una oreja amiga.
"Ayer yo… tuve un sueño. Una pesadilla. Estábamos en este mismo parque, pero—"
El destino quiso que se detuviera. El gato, imitando las acciones de su contraparte onírica, saltó de los brazos de su amada; demasiadas casualidades, pensó. Este era el mismo parque. La misma temporada. Demonios; incluso tras haber optado por cambiar su conjunto, Pauline traía el mismo vestido de su sueño.
Era mejor no presionar su suerte, por eso en el momento en el que vio a Pauline ponerse de pie, antes de que pudiera ir tras el animal, le agarró de la muñeca con fuerza suficiente como para detenerla. La rubia alzó sus cejas en una expresión de sorpresa e intriga por el como le agarraba la mano; posesivamente. Protectoramente. Fuerte, pero indolora.
La hija de Starline ladeo la cabeza, esperando por un momento para que se explicara. Frisk tenía un rostro que parecía estarle rogando silenciosamente porque le escuchara y obedeciera, aunque no hubiera dicho nada. El aura rodeándole era tan pesada… tan… descorazonadora. Parecía estar jalando los hilos de su corazón, irónico considerando que su magia se especializaba en cadenas.
"Hey… ¿Qué tal si— que tal si solo… nos vamos a ver películas con mis hermanos a mi casa?... ¿por favor?"
Pidió, seguro de que encontrarían algo que valiera la pena ver con su familia usando internet, diablos, si no quería ver una película hasta podrían jugar Monopoly o hacer tareas… lo que sea, cualquier cosa estaba bien, salvo estar aquí. ¿Era estúpido preocuparse por un sueño? Sí. Pero Frisk solía ser un World Master, con el poder de Reiniciar el mundo y cambiar el destino a como le diera la gana durante sus aventuras por el Subsuelo… pero ya no más. El poder de Reiniciar este mundo se había ido hace tiempo, por lo que nunca se podía ser demasiado cuidadoso.
Ese era el tipo de pensamiento que le mantenía a él, y aquellos a los que amaba, sanos y salvos. Pauline pensó en ello por un momento, no era la gran cosa honestamente… había pasado bastante tiempo desde su última visita al hogar Murakawa, y quizás Frannie y Richie estarían encantados de jugar con ellos.
"Hm… seguro… no me molesta"
Realmente no lo hacía. Lo único que le importaba, era su bienestar. Su estado emocional, mental y físico. Una situación que era compartida por los dos; cuando uno no estaba bien, el otro tampoco producto de la preocupación y el estrés. Era un bonus de su relación, el estar apoyándose mutuamente como el dúo que eran. Por eso decidió aceptar con una sonrisa feliz, en un intento por alivianar su carga.
Funcionó de maravilla, porque un suspiro de alivio escapó de los labios de Determinación mientras empezaba a caminar rápidamente, su ritmo era constante, veloz. El adolescente castaño empezó a mirar alrededor, enfocándose en el gatito negro que terminó por desaparecer en una esquina. Debería de haber empezado a relajarse… pero por algún motivo… en lugar de estar feliz por no ser capaz de verlo, o saber dónde estaba el animal…
Se sintió peor.
"Frisk… hey… Frisk"
Llamó y no hubo caso; su mirada estaba fija en el camino frente a él mientras continuaba caminando hacia adelante. Pronto llegaron al Centro, por lo que la cantidad de gente, tanto humanos como monstruos que se topaban, le pusieron más nervioso al hacerle disminuir el paso. Múltiples transeúntes le reconocieron, moviendo sus manos o llamándole en un esfuerzo por conseguir un autógrafo o simplemente charlar con él por un momento.
Las desventajas de la fama.
"Disculpen… discúlpenme… déjenme pasar por favor…"
Continuó, usando su brazo libre para alejar a la gente de si buscando una calle más vacía. Los dedos de Frisk se entrelazaron aún más con los de Pauline, tan enfocado estaba en su tarea que dejó de prestarle atención al hecho de que su palma estaba empapada de sudor; su comportamiento tan brusco y el aura rodeándole empezaba a ponerla de los nervios.
Claramente no tenía intención de dejarla ir, por ningún motivo. La joven maga entrecerró los párpados mientras sus cejas rubias se fruncían; ¿qué diantres le pasaba a su novio? ¿qué no le estaba contando? Empezaba a hacerla enojar. Quizás fuera Paciencia, dispuesta a esperar un montón de tiempo por resultados… pero no cuando se trataba de sus emociones. Le lastimaba, porque significaba que Frisk no confiaba en ella lo suficiente como para abrirse respecto a sus problemas.
Y eso era algo que no perdonaría.
"¡FRISK!"
Fue su grito lo que finalmente logró detenerlo. Por un breve momento se volvieron el punto de atención, antes de que los civiles retomaran sus rutinas y actividades personales. Sí, este era un lugar público, justo en medio de la maldita calle, no era sitio para causar un escándalo o tener un "corazón-a-corazón" ahora mismo… pero lo necesitaba. Frisk Murakawa se volteó para encarar a Pauline Starline, ignorando por completo el que sus cejas estuvieran curvadas en una expresión de puro temor; la palabra "ansiedad" estaba escrita en toda su cara.
Era obvio que tenía un mal presentimiento. Cada célula dentro de su cuerpo le rogaba regresar a su hogar, y por supuesto que lo haría… pero solo junto a ella.
"¿Q-qué pasa? ¡Vamos, sigamos!"
"¿Que qué pasa? ¡Que pareces loco, eso es lo que pasa! ¡Mira tu cara!"
Señaló, alzando su dedo cubierto de magia celeste para remarcar su punto; una pequeña cadenita con punta afilada se extendió desde su dedo hasta tocar la mejilla del chico, girando su cabeza con gentileza para que viese su reflejo en el cristal de la tienda que tenían en frente. Fue ahí cuando Determinación vio su actual estado; parte de su cabello estaba más desordenado de lo habitual, estaba empapado de sudor por la rapidez de su caminata, diablos… hasta su cara estaba roja, no por la vergüenza o algo parecido, no… era porque estuvo corriendo como un maníaco.
Pauline cesó el uso de su magia, solo ahora cruzándose de brazos mientras empezaba a caminar alrededor de él, Frisk trató de retroceder, pero no había donde esconderse. Pauline continuaba mirándole desde todos los ángulos mientras sus dedos acariciaban su mentón de manera pensativa, hasta que su índice aterrizara en una de sus mejillas, estudiándole como si fuera una especie de espécimen o fósil en un museo.
"¿Qué te pasa, mi Cielo Rojo… ? desde que nos reunimos has estado actuando extraño"
Era una pregunta honesta, genuina, y llena de amor. Pauline empezó a pisar constantemente con su pie izquierdo, su mirada azul completamente fijada en su rostro, congelándole en su lugar como si el hielo fuera su elemento. Frisk sentía parte de su determinación derrumbarse mientras se perdía en el mar que eran los ojos de su Estrella Azul, ¿cómo podía explicárselo? Aún si abiertamente decía lo que sentía… "tuve una pesadilla donde te vi morir, y no quiero que ocurra" le haría sonar y verse más loco todavía.
¿Qué hacer… qué hacer… ? En momentos como estos deseaba que Chara aún fuera parte de su alma para poderle dar algunos consejos sobre lidiar con este tipo de situaciones… pero aún si así fuera, ¿cómo podría ella ayudarlo? Chara era la mejor amiga de Asriel, no la de Pauline. Tal como Frisk no podía saber como lidiar con Azzy, La Princesa de los Monstruos no sabría como lidiar con su Estrella Azul.
La única salida que se le ocurría… era ser honesto. Amistad y amor tenían como base la confianza ciega, después de todo.
"… Pauline… Yo— "
Criiink~
Un fuerte sonido metálico invadió sus orejas y le detuvo en seco. Frisk no comprendió que sucedía, no en un principio. Para él, ver como Pauline cambiaba su expresión de preocupación e ira a una de puro terror y horror tras mirar a los cielos, fue su única pista de que algo andaba mal. No solo fue ella; todos a su alrededor gritaron y se alarmaron mientras señalaban a los cielos. ¿Qué diantres estaba pasando?
No podía ser tan mal—
Oh…
Vigas. Vigas de metal caían a toda velocidad en su dirección; los cables de la grúa que había estado cargándolas se rompieron, un accidente junto a varias víctimas era inevitable. Su muerte era inevitable. Pero no solo la suya, por como las sombras crecían más y más conforme caían, no sería solo él quien moriría, ella también lo haría. Su mente se puso a trabajar, no era importante salvarse. No, si era lo suficientemente rápido, todavía podía darle una oportu—
Magia recubrió no solo sus palmas, sino también sus pies. Pauline frunció el ceño mientras sus dedos estrujaban el cuello de Frisk, causando que perdiera aire mientras sentía a su novia apretándole la garganta con todas sus fuerzas, su primer reacción fue agarrarle la muñeca antes de que sintiera su cuerpo siendo arrojado al aire; giró un par de metros, le había lanzado con tanta potencia producto de su magia Paciencia, que terminó aterrizando al otro lado de la calle. ¿Fue doloroso? Sí. ¿Fatal? No, en absoluto… aunque su espalda y cuerpo dolían… no era nada en comparación con el dolor que su corazón sentía mientras las lágrimas empañaban sus mejillas.
¡NO!
"¡CÚBRANSE TODOS!"
Con un estruendo metálico, una a una las vigas cayeron al piso; no solamente una, ni dos, sino varias aterrizaron en el cuerpo de su amiga; pudo verlo. Su piel abriéndose mientras sangre, tripas y órganos salían, su boca abierta conforme la sangre se escapaba de sus adentros mientras el resto de su cuerpo era aplastado por el peso de los materiales de construcción. Los gritos iniciaron al instante una vez pasado al siniestro.
Monstruos, humanos, todos los que supieran algo de magia empezaron a correr a la escena en un esfuerzo por levantar los restos y salvar a la pequeña rubia, Frisk vio con sus ojos enrojecidos como el charco de sangre incrementaba su tamaño al pasar los segundos. Aún con su hermosa figura enterrada bajo toneladas y toneladas de metal, seguía viva… apenas. Su alma salió de su pecho, brillando fuertemente como una estrella en la oscuridad; agrietándose más y más mientras sus dedos dejaban de moverse. Sucedió tan pero tan rápido, su hermosa alma, su cabello rubio, su vestido, todo lo que hacía a Pauline Starline ser ella fue enterrado bajo una lluvia de metal conforme las zarpas de la muerte venían por ella una vez más.
Aún cuando todos sollozaban producto del temor por haber estado tan cerca de la muerte, mientras otros intentaban ayudar para salvarla, no fue el grito de Frisk lo que envió a toda la calle en un estado de pánico nuevamente, corriendo en su dirección mientras ignoraba el hecho de que uno de sus pies estaba roto. ¿Cómo? ¿cómo pudo dejar esto pasar? ¿qué tipo de infierno estaba viviendo? Había intentado salvarla, protegerla, e incluso ahora pese a todos sus esfuerzos ella había—
No pudo alcanzarla.
Un brazo se interpuso en su camino. Le tiró de vuelta al suelo causando que golpeara su cabeza, no solo trayéndole dolor sino también mareos. El olor de la sangre fresca de Pauline, el estrés emocional, la adrenalina, todo se sentía extremada y dolorosamente familiar, la mirada de Frisk fue hacia arriba una vez más… y era él.
El chico de ropas negras.
"Esto no es un sueño; ni se puede cambiar. Ya te lo dije."
Tal como antes, el oxígeno no llegaba a sus pulmones ni su cerebro cada vez que se encontraban; estaba siendo llevado a la inconciencia nuevamente; el mundo se ennegrecía y no podía evitarlo. Su cuerpo dejó de responderle, tanta gente estaba reuniéndose alrededor de él, alrededor de Pauline, niños llorando, padres consolando, adultos grabando, todo lo que podía escuchar era el sonido de las sirenas, indicando que una ambulancia finalmente llegaba a la escena del desastre… y aún con tanta gente bloqueando su vista, podía verla.
Pauline usó lo último de sus fuerzas… para sonreír… segundos antes de que su Alma se quebrara.
.
.
"… ¡!"
Esta vez despertó por si solo, sintiendo sus pulmones llenos por aire y desesperación; su cuerpo estaba cubierto de sudor; por el amor a dios… Frisk se puso de pie, su derecha yendo a su pecho en un esfuerzo por apretar el lugar donde estaba su alma; podía sentirlo, no solo palpitaba brutalmente, su corazón golpeaba su pecho frenéticamente por puro temor y adrenalina. Esta vez rechazó la idea de ducharse o siquiera almorzar.
Y es que no tenía tiempo, simplemente se vistió, no importándole lo suficiente para agarrar su celular o su collar.
Ni una respuesta ni contestación salió para sus padres o sus hermanos cuando le saludaron, antes de que le gritaran que se detuviera para almorzar, en su lugar, abrió la puerta y corrió hacia la calle a todo lo que daban sus piernas, en dirección al parque. Sabía que estaba ahí sinhaber revisado ese estúpido teléfono, no había razón por la cual dudar en primer lugar.
Dos instancias, dos veces, eran demasiado para ser solo coincidencias.
¿Qué está pasando… ? ¿alguien está reiniciando?— ¿es ese chico un World Master?
Pensó, ciertamente no era quien controlaba la línea temporal, no tras haber salido del Subsuelo. Si tuviese más tiempo, habría ido a por Sans, Gaster, Asriel o hasta Chara en busca de respuestas, pero no podía ser. Su prioridad era mantener a su amor a salvo.
Tal como esperaba, Pauline estaba sentada en el columpio; sin embargo, en el momento en el que sus ojos azules se posaron en él, una sonrisa apareció en su rostro, poniéndose de pie rápidamente para darle un abrazo.
"¡Frisk! Recibiste mi mensaje, no me puedo creer que hayas llegado tan rápi— ¡HEY!"
No pudo terminar de hablar; su mano apretó su muñeca fuertemente mientras ambos empezaban a correr, Murakawa no tenía idea de a donde irían, "la calle no es segura" fue lo único que pensó, mirando alrededor mientras sudor manchaba su rostro; parte de su cabello pegándose a su frente junto a su camiseta a su cuerpo, sus pulmones ardían y pronto, sus piernas y pies empezaron a dolerle también, pero no podía— no se detendría.
Debe haber una ruta segura de regreso a casa… ¿hacia dón—? ¡ah!
"¡Hey! ¡FRISK! ¡¿QUÉ TE PASA?!"
Sus palabras no alcanzaron sus oídos. Frisk empezó a llevar a Pauline por las escaleras, una sonrisa triunfante apareciendo en sus labios; sus ojos miraron al gentío; monstruos y humanos rodeándole a ambos, buscando por alguna señal del niño con cabello negro, pero nada. Bien, pensó, con un brillo esperanzador apareciendo en sus ojos en ese momento, el constante palpitar de su corazón taladrándole los oídos junto al sonido de sus pasos.
"Frisk, ¡es suficiente!"
Dijo ella, rápidamente abofeteando su mano lejos suyo tras finalmente detenerse, él siendo el primero en llegar al final de las escaleras, el embajador giró su cabeza tan violentamente que juró haber escuchado sus vértebras sonar, sus párpados abriéndose para mostrar sus pupilas marrones temblorosas, como el resto de su cuerpo. Quería protestar, decirle algo, demandarle y rogarle que le siguiera sin preguntar ni parar… pero en su lugar… lo que vio fue una expresión adolorida, mientras alzaba su muñeca para que viese las consecuencias de sus acciones.
"Mira… tus dedos están marcados en mi muñeca… "
En efecto, en su hermosa y blanca piel, su pulgar, palma y el resto de sus cuatro dedos dejaron una marca rojiza producto de la fuerza de su agarre, una clara señal de que había cruzado la línea, de que había un límite a que tan loco alguien podía actuar antes de que fuera demasiado para ignorar… y si uno le preguntase a Pauline, Frisk ya había cruzado ese límite hacía un buen rato, porque magia o no, sus pies también le dolían junto a parte de su brazo por lo fuerte que la jaló, pero todo palidecía comparado a su preocupación por su bienestar.
"¿Qué te ha pasado? Mira tu rostro, por amor a dios… estás sudando por todas partes; tu cuerpo está temblando… si no te conociera, diría que te has vuelto loco"
"Paranoico" sería el término más adecuado.
"Pauline, ¡S-solo ven conmigo! ¡Vayámonos a casa! ¡Por favor!"
No era una pregunta. Pese a haber gritado la palabra "por favor", realmente era una exigencia. Una súplica. Frsk dio dos pasos, determinado a empezar a bajar las escaleras para tomarle la mano y retomar su pequeña maratón, se detuvo justo antes de dar el tercer paso, su pierna aún colgando en pleno are antes de pisar, producto de un escalofrío que recorría su espalda. La pequeña figura de un niñito vistiendo una capucha negra, con la espalda contra la barandilla y las manos en los bolsillos, dándole la bienvenida. No hubo palabra alguna esta vez.
No. Todo lo que hizo fue sonreírle de manera socarrona; la boca de Frisk se abrió lentamente, sus labios temblaron antes de que su mirada volviera a su mejor amiga. El demonio oscuro pareció reír en silencio, mientras la rubia alzaba una ceja, preocupándose por él aún más tras ver su rostro horrorizado, su amabilidad la llevó a pisar, buscando subir para consolarle.
"Frisk… Cielo Rojo… ¿sabes que estoy aquí para ti, cierto? Si hay algo que te afecte, solo dímelo y—"
Terminó siendo un error fatal.
Su pie resbaló; y todo fue en cámara lenta; la vio empezar a caer hacia atrás mientras toda la tranquilidad de su expresión era reemplazada por miedo y sorpresa al sentir la gravedad hacer su trabajo. ¿Incluso aquí, en un lugar tan tranquilo y calmado, ella iba a... ?
El rostro femenino continuó mirándole fijamente, su mano extendida hacia arriba como si aún tratase de alcanzarle para entrelazar sus dedos con los suyos, y él lo intentó. Lo intentó maldita sea, ¡realmente lo intentó! Agarrándose de una de las barras, se extendió para agarrarla de la mano, "¡Sálvame!" parecía decirle con la mirada, pero sus manos… simplemente se resbalaron.
CRACK
Su cuerpo cayó al piso; pero no hubo esperanza. Estaban lo suficientemente alto como para que la caída fuera fatal, su cuello se rompió junto a uno de sus brazos y su Alma, dejando un rastro de sangre en las escaleras tras ella: su hermoso rostro eternamente congelado en una mirada vacía.
Nuevamente... falló.
.
.
-[Fragmento Final: Un ciclo de verano]-
Knock knock knock~
"¡Frisk! Ya despierta cariño, el almuerzo está casi listo, báñate y vístete hijo."
La voz de Madre le forzó a despertar; sus párpados pesaban, sus movimientos eran tan lentos que hasta una tortuga sería capaz de ser más rápida que él. Frisk frunció el ceño mientras su cabeza se movía para mirar su mesita de noche, donde estaba su celular, y luego se negó a si mismo cansinamente. Su cuerpo le sacó de la cama mientras caminaba a su armario, agarrando una toalla roja y luego dirigiéndose al baño para ducharse.
Diez años.
El ciclo había continuado por diez años.
Mientras terminaba de colocarse su vestimenta para bajar las escaleras y almorzar con su familia, no se dedicó a pensar. Sus respuestas a lo que fuera que sus hermanos y padres hablasen eran cortas, vagas y distantes. Había intentado de todo, al punto en el que su determinación finalmente parecía haberse acabado; desde quedarse en su casa e intentar dormir todo el día, hasta visitar a sus amigos Monstruos, cualquier cosa imaginable, todas las elecciones y rutas posibles que uno podía tomar, las acabó todas en solo… diez años.
Esos no eran Resets, no.
Gaster y Alphys analizaron la línea temporal múltiples veces por petición suya los primeros veinte ciclos, no pudo creerlo. La línea temporal estaba estable; así que fuera lo que estuviera haciéndole estar permanentemente atrapado entre Agosto 14 y Agosto 15, no tenía nada que ver con los World Masters; ni él, ni Chara ni Asriel, o ese niño de pelo negro tenían la culpa. Por todos los cielos, hasta había intentado decirles lo que pasaba, múltiples veces. ¿Intentaron ayudar? ¡Claro que sí, maldita sea!
Mantener a Pauline segura no funcionó tampoco. Algo tan simple como una fuga de gas discreta que nadie notó sería más que suficiente para matarla. ¿O que tal una explosión porque en alguna parte ocurrió un cortocircuito? Algunas veces las cosas terminaban peor; un viaje en auto terminaría con todos muertos, exceptuándole a él por algún motivo.
Él, él, él.
Siempre sobrevivía, sin importar las circunstancias. Así es como Chara y Flowey debieron haberse sentido en el Subsuelo, pensó mientras compraba dos helados y se sentaba al lado de Pauline, no en los columpios, sino en el resbalín. Sus espaldas juntas, él reposaba contra ella y ella apoyada contra él, no tenía más lágrimas que llorar.
Era cínico decirlo, pero lentamente y a paso seguro empezaba a convertirse en Sans. Acostumbrado al hecho de que todo estaba más allá de su control, y de que sus decisiones no importaban. Pauline moría, una y otra y otra vez, y Agosto 14 y 15volverían a repetirse, su sangre mancharía su ropa, y su alma se quebraría frente a él sin importar lo que hiciera, o a quien pidiera ayuda ni donde estuvieran.
"¿Pasa algo?"
La rubia preguntó amorosamente pero con un tono bajo a su media naranja; hundiendo sus dientes y labios en su helado sabor a menta, empezando a lamerlo mientras sentía como el sudor bajaba por su piel, haciendo que sus amarillos mechones se pegaran a su frente y su vestido al resto de su cuerpo. Pauline utilizó magia para hacer un pequeño abanico, empezando a soplarse a si misma y a Frisk algo de viento en un esfuerzo por pelear contra el calor. Los párpados del castaño se cerraron mientras lamía su snack repetidamente, el helado sabor a limón mientras se derretía, ensuciaba sus dedos, haciéndole sentir que sus manos estaban pegajosas, hizo de la situación más desagradable todavía.
"Nada… el clima está muy caluroso, ¿no es así, Estrella Azul?"
Frisk preguntó, su mano alzándose a su rostro para que pudiese limpiar algo de sudor de su frente usando su muñeca. Una mordida, dos, tres, pronto empezó a terminarse el cono, antes de dejar salir un cansino suspiro. Sus rodillas se alzaron, ocultando su rostro entre sus piernas, Pauline miró al cielo mientras ella se acercaba a terminarse su helado más y más, teniendo una expresión indescifrable en su rostro.
"Sí… realmente hace calor hoy"
Insistió, ni siquiera el viento logró calmarles en absoluto, pero el constante abaniqueo que hacía parecía hacerlo… un poco. Starline finalmente terminó comiendo la totalidad de su helado, no había nada que hacer salvo disfrutar del silencio y la paz que venían cuando estaban juntos, solo ellos dos. El octavo caído miró a la calle por un breve momento, y luego se enfocó en el enfermizo cielo azul sin nubes de la temporada veraniega.
"¿Sabes… ? creo que odio el verano…"
Declaró, un pequeño y retórico "¿Ah sí… ?" saliendo de ella como réplica. La posición cambió; mientras que Frisk descansaba su espalda contra el resbalín, Pauline le imitó, por lo que sus cabezas estaban lado a lado, cada uno de ellos con una expresión diferente. Ella tenía una sonrisa melancólica, mientras que la de él era una cansada. Su mano fue hacia arriba, buscando la suya; el brazo de Frisk la siguió, eventualmente sus manos se encontraron, y sus dedos se entrelazaron mientras el Alma de Paciencia cerraba los ojos, dejando su mente descansar.
Irónicamente, esta exactamente la misma situación en la que se encontraban empezado el bucle, cuando ella fue atropellada por aquel maldito camión hacía diez años. ¿Cuáles fueron sus palabras exactas en aquel entonces… ?
Oh, sí.
"Pero eso no significa que odie estar contigo, Pauline. Ya sea Invierno, Otoño, Primavera o Verano… no me importa siempre y cuando estemos juntos"
Continuó, era un pequeño discursito, el mismo que ella le había dado en esa época. Frisk no pudo ver su reacción, tampoco quería. Solo buscaba disfrutar del momento… sí. Se había rendido, pero esos breves minutos entre cada una de sus muertes eran escasos y efímeros, pero después de todos esos años, y de la masiva carga de tortura psicológica que tenía en sus hombros, sus palabras eran más reales que nunca antes.
Incluso en este infernal mundo en el que estaban atrapados… siempre que estuvieran juntos, todo estaría bien.
"Meow~"
Un gatito saltó al resbalín, espantando a la pareja mientras el felino giraba su cabeza para encararles por un breve instante. Frisk ladeó la suya por un segundo, sabiendo bien que vendría a continuación. Pauline iría tras él, y luego sería atropellada por el camión que aparentemente saldría de la nada, el ciclo se repetiría, como el enfermizo día de la marmota que era, honestamente, ¿no podía el destino al menos darles un minuto más o algo… ? no es como si—
… Una idea apareció en su cabeza en ese mismo momento… y luego vino la sonrisa.
"Espera aquí"
"¿Huh?— ¡Frisk! ¡espera!"
Cian llamó a Rojo, viéndole ponerse de pie y empezar a correr hacia la calle tras el animal, no pudo verlo, no pudo verlo… pero estaba feliz, porque finalmente lo había entendido— la mejor manera de terminarlo todo, la respuesta había estado frente a sus ojos todo el tiempo… las palabras de ese chico resonaron en su mente cual eco, "esto no es un sueño, ni se puede cambiar", si esto no era un sueño… ni podía cambiarse, entonces todo lo que tenía que hacer…
Era sacrificarse a si mismo.
"¡FRISK! ¡ESPERA! ¡HAY UN—"
BEEEEEP BEEEEEP
Justo a tiempo, al cruzar la calle siguiendo al gatito, el sonido del claxon que empezó todo tiempo atrás, Frisk se giró para encarar a Pauline; al otro lado de la calle, con su espalda reposando contra un árbol, el mismo niño de ropa negra le miraba con una expresión de sorpresa… había… cambiado de lugar con ella.
Esta vez, la victoria era suya.
"¡FRIIIIIIISK!"
Gritó, su brazo extendiéndose en su dirección en un último intento para salvarle; una cadena celeste se extendió buscando jalarle hacia sus brazos, pero fue en vano. El cuerpo de su amado fue golpeado por el camión a toda velocidad y fuerza; sangre saliendo de su cuerpo mientras el vehículo se detenía con un chirrido, el olor a colonia y champú mezclados con sangre la asfixiaban, había enrojecido todo el parabrisas, el parachoques y parte del pavimento.
Lágrimas comenzaron a descender por sus ojos mientras decía su nombre una vez más; Frisk cerró sus ojos nuevamente, uno pensaría que se habría acostumbrado al dolor tras haber sufrido todo tipo de ataques mágicos en el Subsuelo, pero no. Todavía dolía, ahora más que nunca porque podía sentir su cuerpo empezar a fallarle. Sus brazos y piernas no se movían, ni siquiera los sentía; lo que sí sentía era como sus pulmones se ahogaban en sangre… ¿acaso… se rompieron sus costillas, y una de ellas perforó uno? Eso explicaría por que no podía respirar.
"No… no… ¡NO! ¡FRISK! ¡MÍRAME! FRISK!"
Pauline le llamó, arrodillándose a su lado mientras le gritaba; magia rodeando sus manos, en un desesperado intento porque su el calor de su alma le tranquilizara le acunó en su pecho, usando lo poco y nada que sabía sobre magia sanadora para intentar salvarlo, pero no funcionaba. No estaba funcionando. Su alma había perdido su precioso color carmesí en su totalidad, ahora siendo un corazón gris sin rasgo que se agrietaba más y más al pasar de los segundos. Starline empezó a sollozar más y más fuerte mientras sus dedos iban a su cabello, acariciándole la cabeza repetidamente.
Un beso, dos besos, ni él ni ella los contaban. Le bañó en afecto mientras le temblaban los labios y acunaba su cuerpo contra ella, sus párpados temblaban, abriéndose levemente para que pudiera ver sus ojos color chocolate; esas bellas pupilas azules como el cielo, pertenecientes a la mujer que más adoraba… Frisk no sabía si el calor de su rostro eran las lágrimas de ella, o su propia sangre mezclada con sudor. ¿Quizás ambos? Por doloroso y triste que fuera el aceptarlo, este era el final del camino para él…
Ah… como desearía poder decir mis últimas palabras… Pauline… oh… Pauline…
¿Qué podría decirle para empezar? ¿Decirle sobre los bucles? ¿Qué había estado atrapado reviviendo Agosto 14 y Agosto 15 por diez años, viéndola morir infinitamente? ¿qué tanto le dolería dejarle ir? ¿verla terminar con alguien que no fuese él?... dios, cuán egoísta era, Sans siempre tuvo la razón. ¿Qué pasaría tras su muerte? ¿quién sería el siguiente embajador? ¿Papyrus? ¿Toriel? ¿Chara? ¿Asriel?... ¿qué sucedería o cambiaría en la relación entre humanos y monstruos tras morir el Salvador que rompió la barrera?
Tantas preguntas, tantas preguntas, tantas posibilidades… y aún con todo eso, mientras sentía su conciencia desvanecerse, en lo único que Frisk podía pensar era…
Tienes … los ojos más bellos que haya visto jamás...
Pensó Frisk Murakawa mientras la oscuridad lentamente empezó a devorárselo, su alma tembló, rompiéndose, su vida se desvanecía… y aún así… lo último que vio mientras continuaba observando a Pauline, fue como, justo detrás de ella… el fantasma de una chica albina de ropas blancas le sonreía, y luego a Pauline, mientras sus brazos se cerraban alrededor de su cuello.
.
.
-[Epílogo: Otra mañana de Verano]-
Knock knock knock~
"¿Paulincita… ? despierta hija mía. El desayuno está listo."
La amorosa voz de su padre la despertó de su letargo. Era Domingo, Agosto 14. El alma de Paciencia se removió en su cama levemente mientras abría los ojos, lo primero que hizo fue llevar su mano a sus mejillas; como siempre, despertó… habiendo llorado mientras dormía. La rubia estudiante de Ebott sollozó gentilmente mientras sus manos apretaban las frazadas.
Eran las nueve de la mañana.
Los labios de Pauline temblaron, pese a que recién había despertado, estaba exhausta mental, física y emocionalmente. No solo se sentía desesperada por regresar a dormir; hasta algo tan simple como mantener su cabeza en alto probaba ser demasiado para la pobre adolescente. Su nariz se removió un par de veces por el lloriqueo, antes de que finalmente se rindiera y empezar a llorar silenciosamente.
"Volví… "
Murmuró apenas audible, antes de que su mano llegara a su mesita de noche, donde descansaba su collar; abriéndole, la fotografía de Frisk le dio la bienvenida con una dulce sonrisa y una mirada gentil, la inscripción "Cielo Rojo" impresa en el metal de la tapa, su pulgar se movía lento y cuidadoso, como si de verdad estuviera acariciándole.
No funcionaba… no lo hacía. Pauline puso sus manos en sus ojos en un intento infructífero de limpiarse las lágrimas. Su alma seguía agonizando; su voz se rompía conforme sus emociones se derrumbaban tras cada segundo.
"¡Volví a fallarle... !"
Lloró Pauline Solene Starline Orilleye, pues su amado amigo de la infancia y novio actual, Frisk Murakawa, había muerto justo frente a sus ojos, mientras esa niña albina reía y se burlaba de ella al otro lado de la calle, a sabiendas de que sus esfuerzos en intentar evitarlo fueron en vano una vez más.
El fin.
Fecha original de publicación: Sábado, 27 de julio de 2019
Creación Versión 2024: lunes, 23 de septiembre de 2024
Fecha de término: jueves, 17 de octubre de 2024
Tiempo estimado de producción: 24 días.
