Las Tortugas Ninja no son mías, ahora pertenecen a Nickelodeon.

LoveOfDragons es la creadora de Minna Von Kleist y TsukihimePrincess de Stephanie De La Crux.

Espero que les guste lo que publicaré en esta historia :)


Stephanie acarició el cabello de Alex mientras él descansaba junto a sus primos en la enfermería. Raphael se paseaba inquieto por el lugar pese a la mirada de reproche que le daba Minna, la investigadora rubia ayudaba a su hijo a sostener el plato de comida evitando el brazo enyesado.

Miguel Ángel terminó de aplicar la pomada que April le había indicado en las heridas superficiales por encima del yeso en la pierna de Anabelle. Ethan conversaba en voz baja con su padre luciendo vendas en la cabeza similares a las de Alexander. Sus dinámicas se detuvieron cuando vieron a Donatello salir a paso rápido del cuarto destinado a cuidados críticos en dirección al baño más cercano. April le siguió parándose en la puerta con semblante pálido quitándose las protecciones médicas.

-Está estable -todos soltaron un suspiro general de alivio- Solo fue un susto, se descompensó cuando la adrenalina bajó, además de eso tiene algunos moretones pero nada grave para ella o el bebé. Tuvieron mucha suerte -suspiró con cansancio, sentándose en el lugar más cercano y tomando respiraciones profundas para evitar que la dominaran los trágicos recuerdos al igual que a su marido. Ambos lograron mantener su compostura mientras atendían a Leonora.

April de verdad pensó que con tantos años siendo cirujana gineco-obstétrica y habiendo visto escenarios mucho peores, podría revivir el escenario con actitud profesional. No obstante, se sentía como si hubiera regresado a ser la adolescente aterrada en esa maldita azotea. Estaba agradecida de que la situación no requiriera intervención quirúrgica, sus manos no paraban de temblar.

Sintió una mano en su hombro que le brindó apoyo, su suegra le dió una sonrisa reconfortante pese a su desgastado semblante.

-¿Mejor, Don? -cuestionó el pelirrojo mayor al verlo regresar.

El castaño asintió para después tomar agua, el sabor del vómito aún presente en su boca.

-La adrenalina que se generó durante la pelea que tuvieron antes de venir aquí debió disparar su presión arterial, al llegar aquí y reconocer un lugar seguro, la adrenalina bajó y provocó una descompensación. La respuesta a la adrenalina fue más intensa por su condición y se desmayó -informó April, tratando de distraerse con el diagnóstico recitado a un silencioso público- Por lo que ví sus órganos no están comprometidos así que el tratamiento que esté tomando para la preeclampsia va por buen camino. El bebé está estable y no presenta complicaciones, como dije, lo máximo que debe causarle molestia son los moretones que tiene y una que otra herida superficial. Aún así, necesito que ella esté en reposo unos tres días al menos para estar segura de que no haya secuelas antes de regresar a Leo a su línea de tiempo.

April levantó la vista al escuchar más de un jadeo en la última parte, vió expresiones que delataban una repentina comprensión de la situación en la que se encontraban, como si no se hubieran dado cuenta del hecho de que la mujer a quien acababa de atender debía irse en el futuro próximo.

Y lo entendió, porque la pelirroja también lo estaba asimilando.

-¿Estás segura de que bastará con tres días para asegurarnos de que esté bien?

-Sí -suspiró- He visto este tipo de escenario antes. Normalmente, en el hospital se le daría uno o dos días de reposo antes de darle de alta para reposo en casa. Los tres son para estar segura de que no pasé nada por alto antes de devolverla al mismo instante en que se fue.

-Pe…pero su línea de tiempo era un caos cuando nos fuimos. ¡No podemos regresarla en medio de una bomba de tiempo! ¡Ella morirá y el bebé con ella! -Anabelle agarró las sábanas con frustración al no poder abandonar la camilla por su pie enyesado. El recuerdo fresco en su mente de Ethan quedándose atrás- ¡Se los dijimos! ¡No había manera de salir de ahí estando nosotros con ella, hubiéramos muerto también si no fuera por los relojes! ¡¿Cómo demonios creen que saldrá sola?!

-Ann…

-¡Prometieron ayudar! -reclamó, citando la nota que solo Alex conocía- Entonces solo debemos regresarla unos días después de eso y…

-Leonora estará bien…

-¡No pueden saber eso! -Alex miró alarmado a su padre, él debía comprender mejor que nadie lo que estaba en juego- Es una línea del tiempo diferente, no pueden estar seguros de que estará bien. Ella podría haber muerto y su bebé con ella si el reloj no funcionaba.

-Chicos, necesitan calmarse…

-¡No!

-¡Suficiente!

Tanto adultos como adolescentes voltearon como uno solo a la fuente de la voz. Ethan veía con reproche a sus primos y ellos no pudieron evitar sentirse ofendidos por un segundo de que el mayor hubiera usado su voz de mando para callarlos.

-Primero escuchemos todo lo que tienen que decir -indicó al grupo de adultos- Si seguimos interrumpiendo no vamos a llegar a nada. Mi madre debe volver y eso es algo de lo que todos somos conscientes, estoy harto de la maldita falta comunicación de esta familia, así que por una vez vamos a hablar como personas normales aunque sea por una jodida vez.

Casey alzó la ceja impresionado por lo duro que sonaba el tono de Ethan, era raro que su sobrino perdiera los estribos así. Su mirada conectó con la de Usagi en una conversación silenciosa de preocupación por el joven que parecía necesitar un descanso de todo con urgencia al igual que sus primos si todos estaban tan exaltados.

Bueno, las situaciones de riesgo mortal tendían a poner de ese humor a las personas.

Miguel Ángel se aclaró la garganta para romper el tenso silencio.

-No mentimos, queremos ayudarlos a que en la línea del tiempo de la que viene ella esté a salvo. No obstante y como bien sabes Alexander -el aludido hizo una mueca al escuchar su nombre completo- Entre más tardemos en regresar a Leo a su línea, hay más riesgo de que se desestabilice y cosas malas pasen, cosas impredecibles que no podrán borrar una vez sucedan porque eso sería crear otra línea del tiempo. Claro, eso es en teoría lo que pasaría, si quieren arriesgarse…

Los primos miraron al adolescente rubio en busca de orientación, las palabras del tío Mikey fueron dichas en un tono suave pero las implicaciones que traían detrás no eran algo para tomar a la ligera. Alex vió a su padre con desconcierto y temor.

-Apenas serían unas horas más de diferencia, papá…

-Te sorprendería la cantidad de estupideces impulsivas que hacíamos en ese entonces en menos de una sola hora.

Quisieron replicar, de verdad quisieron. Sin embargo los frescos recuerdos de su tiempo ahí no proporcionaban las mejores pruebas en las que basarse. Raphael supo que el argumento de a su hermano menor había ganado al ver los rostros resignados.

-Dicho eso, hay una manera de devolver a Leo con seguridad.

Minna no pudo evitar reírse un poco entre dientes ante los rostros expectantes pese a que ella misma estaba curiosa por la propuesta de Mikey, su cuñado tenía un don para la teatralidad cuando uno menos lo esperaba. Le envió a Steph una mirada cómplice antes de volver a prestar atención.

-En teoría, nos encontramos en una especie de "punto muerto" con respecto a la otra línea del tiempo. Una "pausa" por así decirlo hasta que devolvamos a Leonora, el tiempo por supuesto está corriendo allá pero la máquina del tiempo nos da la facilidad de reinsertar a Leo poco tiempo después de que fue llevada de su línea…

-¿Eso no generaría dos líneas de tiempo a partir del punto en que la devolvemos? ¿Una en la el tiempo sigue estando ella y otra en la que no?

-Exactamente, Don. Eso es lo que en teoría pasará una vez que la devolvamos y que se supone está pasando con la nuestra en este momento, ya que está esta situación en la que la regresamos y la otra en la que no lo hacemos. Aunque siendo honesto no creo que exista, conociendo a Leo siempre querrá regresar a donde pertenece.

-Mierda…

-Tío Mikey, bajo esas circunstancias la línea se desestabilizará de todas formas. Ya se desestabilizó, en realidad….

-Desde el momento en que se creó la máquina del tiempo, Annie -explicó a su sobrina- Como digo, se supone que eso es lo que pasaría viendo la situación desde la teoría temporal más acertada. Lo que en pocas palabras, significaría que hagamos lo que hagamos no importa en realidad porque acabamos de joder todas las líneas temporales que están conectadas a la nuestra.

El silencio contemplativo se sintió pesado en los hombros de los adolescentes. Los adultos permanecieron pensativos ante el problema actual entendiendo que el problema no era tan grave antes.

-¿Por qué no lo dijiste antes, Mikey?

-Porque esta posibilidad no se me pasó por la cabeza, Rapha. De hecho, es algo de lo que acabo de darme cuenta, supongo que antes no era tan grave como para ser alarmante, no como lo que pasa ahora.

-Bueno, el universo no se está destrozando -comentó Jones- Eso es una buena señal, ¿no?

-Casey, lo juro por Dios…

-No, April, puede que tenga razón. Puede que simplemente la teoría que explico sea la incorrecta y simplemente existan dos líneas de tiempo separadas, la nuestra como la original y la otra creada de forma artificial por la máquina del tiempo. Con suerte es eso y una vez que devolvamos a Leo, todo se estabilizará -sonrió inocentemente- Eso es de lo que quería hablarles después de informarles de la teoría catastrófica.

-¡Mikey!

-Tenía que sacarlo de mi cabeza -se excusó sin inmutarse por los rostros exasperados de sus hermanos mayores- Volviendo al tema y suponiendo el escenario más optimista, solo implica que debemos devolver a Leo tan cerca como podamos de su hora de desaparición, no necesariamente del lugar.

La mirada de Donatello se iluminó en una idea repentina.

-Claro, podríamos hacerla aparecer en la mansión o sus alrededores.

-La mansión también está siendo atacada junto al complejo cuando nos fuimos -explicó Eric- No creo que sea prudente devolverla sola cuando no sabemos cómo está la situación o si ya ha acabado la batalla.

-¿Cuándo dijimos que iba a ir sola?

Tang Shen mentiría si dijera que la escena no le causaba un poco de gracia. Era divertido ver las raras ocasiones en las que sus tres hijos se ponían de acuerdo para molestar a alguien. No era el momento ni el lugar como bien decían las caras de sus nietos, pero había que tomar las cosas buenas cuando las había.

-Revisé los relojes y sólo dos son seguros para hacer un viaje de ida y vuelta, así que uno de ustedes irá con ella para asegurarse de dejarla a salvo y de paso llevarse el reloj de Leonora -explicó el científico- Creo que es obvio quien irá.

Ethan sintió las miradas sobre él, sabía que había más de una razón para la elección como el hecho de que fuera el que menor cantidad de heridas tenía. Aún así, sintió la lucha interna dentro de él arder con más fuerza y se mantuvo en silencio.

-Nos dijeron que ellos ya saben de su existencia y su identidad por lo que no habrá necesidad de ocultarse -recordó Raphael mirando a su sobrino mayor- Tendrás que quedarte con ella hasta que puedan acercarse y explicar todo lo que pasó en su casa y por qué fue atacada en primer lugar…

Stephanie creyó que podían agregar una torcedura cervical en las lesiones de los cuatro adolescentes por la forma tan brusca en que regresaron a ver a su cuñado.

-¡¿El ataque era para ella?!

Ethan estaba incrédulo y ya no sabía en qué creer si era sincero. Toda la vida había creído que su madre había muerto en el parto por una condición médica (que resultó que al final SÍ tenía y no era un invento para disfrazar la causa de su muerte como había pensado), creyó que la vida de su familia había sido alegre y llena de aventuras cuando sus tíos eran jóvenes. Todo eso hasta su cumpleaños, donde escuchó a medias que al parecer el asesino de su madre había sido Destructor, quien había logrado alcanzarla porque sus tíos lo ayudaron. Su mundo se hizo añicos en menos de una hora solo para verse reconstruido con una falsa esperanza de arreglar un pasado ajeno que demostró que la historia de su familia era mucho más compleja y oscura, tanto que ni siquiera podía encontrar el inicio para entenderla porque siempre faltaban piezas del rompecabezas que tardaban en aparecer solo para demostrar que aún había más por develar. Todo era una serie de mentiras y verdades a medias añejas.

Los adultos parecieron entre confundidos y preocupados, solo algunos parecieron tener una idea de lo que estaba pasando.

-Lenora no les dijo -suspiró Usagi masajeando su entrecejo con frustración.

-¡Ella nunca dice nada! -Ethan finalmente se dejó llevar por la tormenta de emociones que tenía, no podía contenerse más- ¡Ella no confía en nadie!

Casey hizo una mueca en simpatía por el dolor y la ira que había en la voz de Ethan. Él y April se habían sentido así cuando descubrieron algunas de las cosas que su amiga había estado ocultando. Sin embargo, con el paso del tiempo y una que otra visita al psicólogo, Casey había aprendido que todo lo que hizo Leonora no fue solo porque sí, la desconfianza y los temores que ella había tenido no eran infundados si la historia tenía algo que decir.

-Creo… que es un buen momento para tomar un descanso y…

-No -el tono helado de Ethan hizo callar al anciano quien lo veía con sorpresa- Las mentiras se acaban ahora mismo. Nos van a decir la verdad en este preciso instante.

Usagi si bien estaba angustiado por el estado emocional de su hijo, decidió no intervenir. Presentía que si les negaban la verdad que los adolescentes tenían derecho a escuchar, algo importante se rompería para siempre.

-¿Qué es lo que quieren saber? -al parecer Tang Shen era de la misma idea.

-Todo -exigió- Empezando por la fecha de cumpleaños de mi madre.

Al ver la confusión en el rostro de los adultos, Anabelle decidió explicar. Cruzando los dedos imaginariamente para que al menos ese dato fuera diferente a la otra línea y no hayan mentido en eso.

-El día del que regresamos era 29 de septiembre -sus pocas esperanzas se esfumaron al ver el horror escrito en los rostros de sus parientes- El cumpleaños del tío Rapha y el de…

-Leonora -terminó el pelirrojo mayor por ella, medio aturdido por el hecho- El ataque se adelantó.

Yoshi podía sentir el desastre a la vuelta de la esquina al ver a sus nietos mirarlos con cansancio, traición y decepción al confirmar una de tantas cosas que habían descubierto.

-Me parece que debemos contarle a Leonora también lo que ocurrió el día de su muerte -ante las expresiones horrorizadas, explicó sus pensamientos- Es más probable que ella tome cartas en el asunto una vez que sepa todo lo que está en riesgo.

-Pero su salud…

-Ella es más resistente de lo crees, Anabelle -resopló Minna con amargos recuerdos en la mente- Y en este caso, decirle todo es el menor de los males. No la conocen, Leo es…

Ethan la interrumpió con un tono mordaz que jamás habían escuchado de él.

-¿Y de quién es la culpa de que no sepa un carajo de mi mamá?

April pudo ver la rabia contenida en los puños apretados sobre la sábana del joven pelinegro. Solo eso le bastó para saber que iba a ser una noche muy larga.


Recuerdo

El féretro en medio del velorio estaba rodeado de azucenas, tal cual estuvo el día anterior.

El matrimonio Hamato y sus hijos en los primeros puestos, la pareja agradeciendo a los presentes por venir. April sentía sus mejillas irritadas por el llanto, su cuerpo quedándose sin más reservas de lágrimas, la pelirroja apretó la mano de Donnie quien había permanecido con una expresión en blanco desde el día anterior, el castaño permanecía con la cabeza apoyada en su hombro con la vista fija en la caja de madera.

Un arrullo llamó su atención. Casey, sentado junto a Rapha, meció sus brazos suavemente para calmar al bebé. April se habría ofrecido a ayudarlo con la criatura si sus manos no temblaran cada vez que estaba cerca del pequeño infante. Paseó su mirada por el lugar, buscando al hermano que faltaba y encontrándolo en un lugar discreto abrazado a una chica rubia de lentes oscuros.

El personal de la mansión se desplazaba en su ropa de luto ayudando a servir los bocadillos y bebidas a los asistentes. Renet se detuvo a hablar un momento con Shen, la pelirroja supuso que le estaba dando su propio pésame.

-No tenías que venir -murmuró Miguel Ángel, separándose del abrazo- Las actrices no deberían venir a ver a los simples mortales -intentó bromear.

-Las actrices tal vez no -le siguió el juego con una suave sonrisa- Pero una amiga, sí.

-Gracias, Steph.

Ella lo acompañó en su escondite, sin juzgar el hecho de que estaban a una distancia considerable del féretro y el rubio no parecía tener intención de acercarse. Miguel a veces metía la mano en el bolsillo la chaqueta de su traje, aparentando comprobar que algo todavía estuviera allí y no se hubiera caído.

-Me hubiera gustado que se conocieran -lo escuchó hablar en voz baja, manteniendo la mirada en la entrada- Creo que se hubieran llevado bien.

Stephanie lo sabía, por supuesto. Mikey había sonado tan emocionado en sus mensajes ante la idea pese a todos los problemas que él le comentaba que la joven actriz no podía creer que ese deseo se cumpliera de una forma tan retorcida. Ella había tomado el primer vuelo de regreso que encontró cuando Mikey le envió una sola oración en su último mensaje.

"Mi hermana está muerta."

Ella repitió esa línea una y otra vez en su cabeza durante todo el vuelo, su manager regañándola por tener una reacción tan exagerada, la joven hizo uso de todo su autocontrol para no gritarle porque la mujer no podía comprender lo que estaba pasando. Stephanie estaba impedida de contarle al mundo sobre el chico que la salvó una noche hace varios años y en quien había encontrado un amigo muy valioso.

Así que no, ella no iba a enviarle un simple mensaje de pésame a Miguel Ángel cuando tenía la posibilidad de estar ahí para él.

Stephanie estaba dudando o no de si entregar el incienso que era tradicional en los funerales japoneses a los padres de Mikey ya que la ceremonia parecía ser de estilo estadounidense cuando escuchó un alboroto en la puerta.

-¡Señor, no puede entrar!

El rubio frunció el ceño ante el bullicio, lo que se convirtió en una mirada de sorpresa al ver entrar a un hombre pelinegro de aspecto desaliñado que respiraba agitado por lo que debió haber sido una larga carrera. Minna apareció detrás de él sujetándole el brazo y susurrando furiosamente.

Mikey le hizo una seña a los guardias quienes, con algo de duda, obedecieron y abandonaron el lugar en donde los murmullos comenzaron a aumentar. El heredero menor de los Hamato tuvo una idea de quién era la persona que acababa de llegar y avanzaba despacio hacia el fondo del lugar.

La mente de Donatello salió de la bruma en la que se encontraba al reconocer al joven de algún lugar. El pelinegro ignoró los cuestionamientos que se le hacían, Minna detuvo a Rapha quien estaba empezando a alterarse por el irrespetuoso desconocido.

Miyamoto se acercó al ataúd con la respiración contenida, soltando un jadeo entrecortado al ver a la persona debajo del vidrio. Sus dedos se posaron con suavidad sobre la fría superficie como si temiera romperla. La mujer que amaba lucía tan pacífica, tan quieta acostada allí, lucía como un ángel sereno con ese vestido blanco que le habían puesto dejando su largo cabello negro suelto. Casi parecía dormida.

Esa no era ella.

No era ella porque Leonora nunca estaba tan quieta mientras dormía. Su prometida odiaba tener su pelo suelto al dormir, siempre lo trenzaba. Ella solía levantarse en la madrugada y regresar a la cama con un ligero aroma a té, ella…

La realidad fue demasiado en ese segundo, un grito silencioso escapó de sus labios. Minna le estaba hablando, sus palabras no llegaban a sus oídos. Su mundo se estaba cayendo a pedazos y lo estaba arrastrando con él.

La rubia permaneció junto a Usagi, sosteniendo al hombre destrozado en sus brazos y sintiendo la culpa recorriendo su pecho. De haber sabido cómo iba a terminar ese amor, quizás nunca los hubiera presentado. De haber sabido, ella no hubiera jugado a ser cupido.

Vió a Miguel Ángel acercarse a ellos seguido de Casey, el rubio miró al padre de su sobrino con un profundo lamento y sin decir nada le extendió una fina cadena de la que colgaba el anillo de promesa que dejó caer en su mano. Miyamoto apretó el objeto contra su pecho.

El pelinegro de pelo largo cargaba un bulto de cobijas en sus brazos que extendió hacia él para que pudiera ver la delicada carga en su interior.

-Se llama Ethan -explicó.


Stephanie suspiró exhausta al ver el número de mensajes sin leer en su celular, abrió directamente la conversación con su representante y envió una breve oración respecto a una emergencia familiar. Bastaría para que la dejaran en paz unos días.

Al cerrar la aplicación, el fondo de pantalla la distrajo sacándole un suspiro cansado. La foto de ella y Miguel Ángel tomados de las manos con Alexander en medio de ellos en su primer día de kinder casi siempre le sacaba una pequeña sonrisa ya que Alex se avergonzaba bastante cada que hablaba de lo dulce y tierno que era a esa edad.

Era triste que en esa ocasión la vista le causara algo de malestar al recordar la mirada en los ojos de su hijo a medida que escuchaban la historia. Podía ver que el adolescente rubio estaba decepcionado con ambos, no por su participación en los eventos principales (que en el caso de Stephanie era prácticamente nula) sino por haber sido cómplices de las mentiras posteriores, los engaños que en ese momento le hacían daño a su primo a quien consideraba un hermano mayor.

Tenía que reconocer la resistencia de Ethan, se notaba a leguas lo mucho que quería dejar de escuchar las palabras que salían de la boca de sus cuñados y sus suegros. Sin embargo, se mantuvo quieto, apenas apoyándose en Usagi para resistir la avalancha de información.

Lo más deprimente, en su opinión, fue ver cómo en algunas partes de la historia los chicos parecían reconocer los eventos de la narración y no se sorprendían por el mal actuar de su familia. Parecían, más bien, resignados a ello.

La gota que colmó el vaso y le impidió a Ethan seguir haciendo más preguntas fue la respuesta a por qué nunca les habían contado sobre las cosas malas, por qué los hicieron creer que toda la vida su familia había estado bien.

Cuando les respondieron que era para protegerlos del dolor de la verdad y a la vez que los cuatro tuvieran una vida libre de la oscuridad que comía la conciencia de los adultos junto al miedo al rechazo que temían como consecuencia de sus acciones; Ethan les pidió, conteniéndose de alzar la voz o tirarles algo (Stephanie aún no está segura de cuál de las dos o si eran las dos), que se retiraran de la enfermería porque estaban muy cansados y querían dormir. La actriz estaba impresionada de que pese a su agitado estado de ánimo su sobrino todavía les pidiera con educación que los dejaran en paz por esa noche.

Al llegar la mañana, ella había bajado a la cocina junto a su marido para el desayuno y vió a Tang Shen sentada con aire sombrío junto a Donnie, detrás de ella había cuatro platos en el fregadero. Su suegra les explicó que probablemente los chicos habían desayunado temprano y se habían escabullido de la enfermería.

Donatello les dijo que los cuatro jóvenes se habían atrincherado en el invernadero según las cámaras de seguridad. A los pocos minutos, los acompañaron los adultos faltantes en la cocina a quienes tuvieron que explicar la situación y entre todos decidir no acercarse hasta que el grupo decidiera salir de su auto-encierro.

Seguido de eso vino otro dilema, ya que alguien debía vigilar a Leonora para avisar el momento en el que despierte tanto para revisar su estado de salud como para explicarle la situación. Era evidente que nadie quería hacer lo primero ya que todavía estaban procesando sus emociones y estar con Leonora en ese momento no sería de ayuda. Entonces, Stephanie se ofreció a vigilarla hasta que despierte, recibiendo miradas de silenciosa gratitud.

La verdad era que a la actriz le resultaría más fácil el escenario dado que realmente no tenía una conexión emocional con la chica dormida en la camilla, no como la tenía el resto de su familia dado que no se habían conocido. Aunque sí podía sentir el dolor en su corazón en empatía por las emociones de Miguel Ángel, habiendo visto lo mucho que todo ello había matado parte de la personalidad y estabilidad tanto mental como emocional de su amado.

Un murmullo la sacó de sus pensamientos y vió a la pelinegra abrir sus ojos lentamente, aturdida. La alarma se disparó en esos iris azules al encontrarse en un lugar desconocido y la rubia tuvo que detenerla antes de que se hiciera daño por levantarse tan bruscamente.

-Tranquila, estás a salvo.

Leonora se quedó quieta, con el cuerpo tenso y el ceño fruncido mientras la miraba, tratando de reconocerla. Steph alzó sus manos en broma, en un gesto de rendición universal que pareció calmar un poco a la embarazada.

-¿Nos conocemos? -la joven tenía una mirada bastante intensa, en opinión de la rubia.

-Una vez, aunque me sorprende que lo recuerdes, no era precisamente el mejor momento de presentación y fue varios años antes de que tú… bueno… -no sabía cómo revelar esa parte.

De alguna manera, esas palabras parecieron aclarar la mente de Leonora, los recuerdos de su actual situación llegando en un momento y haciendo que examine la habitación con un nuevo interés más curioso que desconfiado. Stephanie encontró su expresión asombrada bastante entrañable.

-Soy Stephanie, por cierto.

-¿Stephanie? -repitió, abriendo los ojos al ubicar el recuerdo de la mujer- ¿La amiga de Mikey? ¿La actriz?

-Y su esposa.

Una risa sorprendida salió de Leonora seguida de una sonrisa emocionada, Steph no pudo evitar ver a Ethan en ella.

-¡Lo sabía! ¡Sabía que no era solo una amiga! -la embarazada pareció recordar que no estaba sola porque se ruborizó ligeramente apenada por su comportamiento y enviándole a su acompañante una mirada de disculpa- Lo siento, él… habla mucho de tí.

-Lo mismo digo -contestó con una risita entre dientes.

Se sentía extraño hablar con quien en otra línea era su cuñada y si a eso se le agregaba la diferencia de edad…

-Ahm… -el sonido de duda llamó la atención de la rubia, Leonora se mordió el labio apenas antes de levantar la vista y soltar una granada sin ningún cuidado- Perdón por preguntar pero yo… voy a morir, ¿verdad?

Al ser tomada con la guardia baja, fue su expresión la que le respondió todo a la pelinegra quien simplemente dejó caer los hombros liberando la tensión con una expresión cerrada que a la vez delataba demasiadas emociones dando vueltas en su cabeza. Steph estuvo tentada a consolarla, no obstante antes de que pudiera intentarlo, la joven pareció reanimarse por sí sola.

-¿Y los chicos? ¿Llegaron bien?

-Lo están -afirmó, permitiendo el cambio de tema- Alex y Ethan tenían una leve contusión cerebral. Eric se rompió el brazo y Ann, la tibia; por lo que estará moviéndose con silla de ruedas por un tiempo. Además de eso, todos tienen cortes y algunos moretones al igual que tú.

Mientras explicaba la situación, envió un mensaje a April para notificarle del despertar de su paciente. Leonora la miró curiosa desde su posición, la vista fija en el celular.

-¿Qué haces?

-Avisando a April para que venga a revisarte.

-¿April? -interrogó confundida- ¿Y Donnie? ¿No vendrá?

Leonora estaba confundida ya que, en el tiempo en que su familia todavía tenía una relación amena, si necesitaban tratamientos o procedimientos médicos muy avanzados recurrían al tío de April. Sin embargo, para cosas menores como heridas o control de estado, Donnie era el médico residente.

Si bien April había empezado a aprender algunas cosas de Donatello, le extrañaba un poco el hecho de que el castaño no la revisara en persona. No quería desanimarse puesto que simplemente su hermano podría estar ocupado con algo más importante, aún así no pudo evitarlo.

Tal vez él solo no quería lidiar con ella y ya. Al igual que el resto de su familia puesto que dejaron a una persona ajena a ella para cuidarla.

Leonora sacudió la cabeza alejando esos pensamientos que no la ayudarían y que se repetía que no eran ciertos. La actriz a su lado parecía que no podía encontrar qué responder todavía.

Se encogió de hombros mentalmente, no haría daño preguntar. De todas formas, ella debía volver a su época después y no es como si le quedara mucho tiempo tampoco. Quizás la respuesta le quite el malestar que está sintiendo y, además, sacaría a la pobre mujer del predicamento sobre qué decirle sin herirla.

-Ellos… no quieren verme -afirmó tan tranquila como pudo, como si no le importara.

Ojalá fuera cierto y no le importara.

-¡No! -se exaltó la rubia con espanto- ¡No es eso! ¡Ellos quieren… -Steph se detuvo en esa oración porque no estaba segura de ello además de que su marido sí estaba luchando con ese impulso si su conversación de anoche era un indicativo- Ellos… ellos…

La energía que antes la había abordado se fue con la misma rapidez con que llegó, se dejó caer en el asiento de nuevo suspirando.

-Al menos, Miguel quiere verte y creo que Usagi también -aseguró ante la mirada expectante, no quería mentir cuando esos ojos tan cargados la atravesaban. Ella estaba cansada de ser cómplice silenciosa en red de engaños y no quería seguir haciéndolo- Solo… hay mucho dolor detrás de sus recuerdos contigo y… la sola idea de verte o hablarte, les es difícil. Sobre los demás puedo especular que es lo mismo sin embargo no lo puedo afirmar, lo siento.

Leonora asintió, entendiendo la situación y egoístamente aliviada de que pueda ser eso y no el desprecio que está segura que se merece. No importaba que haya logrado hablar con sus hermanos, una charla rápida no compensaba todo lo que había hecho y que, si sus sospechas eran ciertas, se les había revelado a sus amigos y familia después de su muerte; cuando la verdad ya no servía de nada. Siendo ese el caso, era entendible que después de tantos años estuvieran renuentes a verla.

Un agarre suave en su muñeca la sacó de su oscura línea de pensamientos, la actriz la veía con alarma y preocupación, emociones de las que la pelinegra no entendió qué las había provocado. Leonora no sabía que Stephanie pudo ver todo su proceso mental por las pequeñas señas en su lenguaje corporal, el rechazo y miedo predominando.

-Te aman -afirmó, diciendolo tan claro como el agua porque la chica frente a ella necesitaba saberlo por la angustia e incertidumbre en sus ojos. Los malentendidos y el silencio solo empeorarían las cosas que de por sí ya estaban mal- Todos ellos te aman, solo que la mayoría de ellos te temen porque tú eres una herida que nunca dejó de sangrar. Temen a lo que tu presencia implica porque no pueden ignorarte ya que te quedarás unos días y no están seguros de qué hacer.

Si bien no estaba segura del todo de sus palabras, ella lo había visto. Lo aterrados que habían estado todos en el momento en que ella se desmayó, lo distraídos que estaban mientras hablaban con sus hijos sobre lo que pasó en la otra línea para estar tan heridos, mirando cada cinco segundos a la puerta de la que no salían Donatello y April.

-Tú eres… su mayor remordimiento -Steph se sintió un poco mal por la culpa que ocasionaron sus palabras, no obstante, eso no quitaba la verdad en ellas.

El sonido de la puerta al abrirse las sobresaltó a ambas, April entró seguida de Minna, la postura de la última parecía indicar que estaba lista para una dura batalla. La actriz las conocía lo suficiente como para saber que la conversación tenía muy pocas probabilidades de salir bien.

-De acuerdo, Leo -habló April primero, su tono profesional en acción. Steph hizo una mueca internamente por lo tenso que se estaba volviendo el ambiente- He venido a revisar cómo estás, ¿algún malestar?

-Eh… no -alcanzó a responder sin poder apartar la vista de la bata que se colocó la pelirroja con una etiqueta que contenía la abreviatura de "cirujana" seguida del nombre de la mujer que la portaba.

April se había convertido en médico, un mal presentimiento se instaló en el pecho de Leonora.

-Bien -respondió la doctora fijando su mirada en las máquinas dando una rápido vistazo- Te haré una revisión un poco más detallada en unos minutos -indicó tomando asiento al otro lado de la camilla- Antes tenemos algo que hablar contigo, ponerte al tanto de la situación, de hecho. Minna, empieza, por favor.

La rubia apoyada en la pared más alejada a la camilla se cruzó de brazos con una expresión cerrada que hizo a Leonora removerse un poco sin saber que había hecho para enojar a la rubia. La investigadora suspiró, no contenta con su tarea, sin embargo era de los pocos que podía contar la historia al tener casi todas las piezas y saber un poco más que los demás.

-Esta no es tu línea de tiempo…

Minna miraba de vez en cuando a Leonora a medida que narraba los hechos que habían descubierto en cuanto a toda la cuestión del viaje en el tiempo. Luego, empezó la parte que ella más temía porque tuvo que explicarle la razón para que los chicos intentaran viajar al pasado en primer lugar. Narró lo que pasó esa maldita noche reviviendo todo por tercera vez después de tantos años, pasando a April la batuta para que pudiera contar el final en la azotea. La pelirroja lo hizo de una forma tan clínica que le costó no estremecerse.

Hubo algo dentro de la investigadora, algo muy hondo en su pecho, que se reanimó con fuerza ante la mirada nada impresionada de Leonora ante la revelación de su muerte. Como sí ya lo hubiera sabido, o al menos sospechado y ya ni siquiera necesitara confirmación.

¿Cómo es que… Cómo es que ella podía ser indiferente a algo así?

-Mierda, no puedo hacer esto. No ahora -Minna dió media vuelta y salió de la habitación antes de que cualquiera de las tres pudiera reaccionar.

Stephanie vió de la una a la otra en conflicto y sin saber dónde quedarse. Leonora le dió una sonrisa comprensiva antes de darle un silencioso permiso a la actriz para irse a buscar a su amiga y cuñada. April asintió en silencio, dándole libertad para retirarse porque ella se quedaría aunque no parecía muy contenta de hacerlo.


Ethan escuchó a su prima gruñir ante la burla de Alex y no pudo evitar sonreír. Los cuatro odiaban con pasión las sillas de ruedas, Annie no era la excepción pese a que había accedido por sus padres.

Pasaron unos minutos más de contemplación antes de que alguno se atreviera a romper el pacífico ambiente. Ethan todavía seguía un poco asombrado de que Ann les diera acceso al lugar sin antes pedir permiso al tío Don, aunque considerando que los cuatro necesitaban un respiro en un lugar tranquilo y alejado, no era realmente una sorpresa.

-Entonces… -comenzó el pelirrojo manteniendo su vista en los geranios rosados cerca de él- ¿Qué hacemos? ¿Los odiamos?

-"Odio" es una palabra fuerte… -comentó Alexander- Al menos yo estoy enojado, mucho, en realidad. Aún así, no creo que pueda odiarlos -murmuró mandando una mirada de disculpa al grupo quienes le sonrieron con tristeza al concordar en silencio.

-No creo que alguno de nosotros pueda hacerlo, no después de ver un poco de cómo fue todo. Sin embargo… -la castaña envió una mirada vigilante a su primo mayor- Nuestro caso es distinto, Ethan..

-Lo sé, Ann. No te preocupes.

La genio apretó los labios en una fina línea, inconforme al no tener un camino claro a seguir para arreglar todo lo que estaba mal. Escuchar que su familia les había mentido por la única y sencilla razón de darles un cuento agradable con el que crecer no fue fácil, no era difícil deducir que también lo habían hecho para que no los juzgasen como estaban haciendo ahora.

Gracias a ello, tuvieron que enterarse de otra forma mucho más cruda y chocante de cómo habían sido las cosas, de cómo eran y lo mal que estaba realmente su núcleo familiar. Joder, a Ethan le había pegado demasiado fuerte saber que la razón por la que mantuvieron alejado a su padre no fue más que pura mezquindad y egoísmo.

Aún había incógnitas sobre varias cosas, preguntas que Annie dudaba que los adultos estuvieran realmente listos para responder. En toda la narración ella había visto lo mucho que cada uno se estaba desgarrando al intentar narrar cada evento que vivieron. Sus abuelos revelando con un miedo muy antiguo en sus ojos el nacimiento de sus hijos gemelos.

Fue así que para los jóvenes la visión se aclaró a un grupo de adultos sobrecogidos por emociones reprimidas, una parte de ellos estancada en un pasado que no pudieron ni quisieron superar, eligiendo ocultarlo debajo de la alfombra metafórica.

Ann tuvo una idea de lo que debían hacer.

-¿Y si… hacemos que nuestros padres hablen con la tía Leo?

Se escuchó el sonido de un chasquido, seguido de una maldición.

-¡Mierda! -Eric vió el pedazo de flor que había arrancado por la sorpresa y la ocultó debajo de un arbusto abundante antes de regresar su atención a su prima quien lo habría matado de poder levantarse con su agilidad normal- Lo siento.

-No importa -gruñó la castaña, que estuviera enojada con su padre no significaba que quisiera destruir sus cosas de valor- Volviendo al tema, creo que lo necesitan. Creo que incluso nuestros abuelos deberían hacerlo y el tío Casey, también.

-Todos, entonces.

-Todos, excepto nosotros tres, sí.

-¿Crees que sea buena idea? -cuestionó Ethan, ignorando olímpicamente que su prima lo había incluido en el "todos".

-La terapia de choque a dado buenos resultados.

-Y muy malos también -añadió Alex, habiendo investigado el tema en algún momento.

-No es como que nos queden muchas opciones. Ellos tienen que hablar con ella, como hicieron cuando estuvimos en el pasado. Así quizás puedan empezar a sanar y no les cueste tanto cambiar.

Los tres podían ver varias cosas mal en la lógica de la joven, así como puntos válidos. Ethan se levantó y se sacudió los pantalones del polvo imaginario.

-Si crees que ese es un buen camino a seguir, entonces te apoyo, Ann.

-¿Ethan?

-Tranquilo, Eric -su segundo al mando quiso levantarse para seguirlo y lo detuvo con una seña de su mano- Solo quiero estar un tiempo a solas antes de continuar con el plan.

Los tres lo vieron partir con preocupación, casi sintiendo el peso abrumador de la realidad que en ese momento estaba haciendo tambalear el temple de su primo. Por mucho que quisieran ayudar, Ethan primero debía tener tiempo para procesar sus emociones por sí mismo mientras tanto, ellos permanecerían cerca para apoyarlo así como él siempre lo había estado para ellos.


April apagó la luz de su linterna médica con un pequeño ruido de satisfacción al encontrar todo en orden. Le pasó una pastilla y agua a su paciente quien se lo tomó en silencio, la pelirroja podía sentir la mirada evaluativa de Leonora mientras anotaba sus avances en la ficha de diagnóstico, no habían hablado mucho desde que sus cuñadas se retiraron, sumidas en un silencio incómodo que supuso que ya era hora de romper.

-¿Pasa algo? ¿Te sientes mal? -su doctora interior tomó las riendas.

Leonora negó suavemente, aunque la mirada curiosa permaneció.

-No, es solo que… En mi línea, April recién ingresó a la carrera de Periodismo y bueno… solo se me hizo un poco extraño verte como médico, eso es todo.

La pelirroja consideró sus opciones, podía descartar el tema o retirar el vendaje metafórico de su propia herida. Era terriblemente obvio que todos en ese lugar iban a terminar hablando de una u otra manera con Leonora sobre las cosas que no querían hablar. Es cierto que nadie iba a obligarla además de la molesta voz en su interior que insistía en que no aprovechar esta oportunidad para dar algo parecido a un cierre era algo de lo que se arrepentiría más adelante.

El problema era que tenía miedo, ¿de qué?, no tenía idea. La sensación de un peso cálido y reconfortante se posó en una de sus manos. A la mujer mayor se le estrujó el corazón al sentir el apretón suave de la mano contraria, el fantasma de un movimiento que pensó haber olvidado.

April dejó caer su cabeza hasta que su frente tocó el borde de la camilla y dejó salir su respiración temblorosa.

-Yo estudiaba Periodismo -confesó en un susurro- Luego me cambié a Medicina.

-April…

-Una periodista no sirve, una doctora sí -continuó, cerrando sus ojos con fuerza- Eso es en todo lo que pensé, ¿sabes? Esa noche… en la terraza, no entendía casi nada de lo que mi tío decía y pensé que tal vez… tal vez si hubiera entendido un poco más habría hecho la diferencia y estarías viva.

-April, apenas ingresaste a la universidad, incluso si hubieras estado en Medicina no habría manera de que tú…

-¡LO SÉ! -gritó- ¡Lo sé! -sollozó- ¡Todos me lo han dicho! ¡Mi tío me repitió varias veces que incluso si él hubiera estado de todas formas no hubiera habido nada que hacer! ¡El resultado hubiera sido el mismo!

Leonora se sobresaltó un poco en su lugar al ver a la pelirroja alzar la cabeza y dejar ver sus ojos rojos por el llanto.

-¡Tenías preeclampsia y nos enteramos por la maldita autopsia! -rió en medio del reclamo y las lágrimas- Se supone que soy tu maldita amiga, ¡¿por qué no dijiste NADA?!

Una parte de April, una que no quería admitir que tenía, se sintió retribuida al ver la mirada destrozada en Leonora. Esa parte de ella quería hacerle sentir una fracción del dolor que ella había sentido al sentirse impotente por no haber sido suficiente como para que la pelinegra confiara en ella.

-Lo peor es que te entendí en parte porque te conozco -afirmó viéndola temblar ante la cizaña en sus últimas palabras- Te conozco -repitió como si intentara convencerse a sí misma.

-Lo siento tanto, April…

-No quería repetir lo mismo… -continuó entre lágrimas- Ya tenía tu sangre en mis manos, no quería más… -lloró, cambiando el agarre y sujetando con fuerza la mano de la mujer más joven- Me pregunté qué pasaría si volvía a estar en una situación así y no podía ayudar porque escogí ser periodista en lugar de algo que fuera útil en el momento, Leo… -hipó- No quería perder a nadie más.

-No pensé que nada de esto pasaría… -escuchó a la pelinegra murmurar con un dejo de voz- Y cuando lo supuse no sabía a quién llamar… Les mentí tanto que me quedé sin opciones.

La doctora no necesitó ver las máquinas para saber que los signos vitales estarían alterados, bastaba con la respiración irregular que podía ver en el movimiento del pecho de la embarazada, un ritmo que reflejaba el suyo. Ahí, su cerebro no pudo evitar comparar a la joven asustada que tenía delante con otras madres que había visto a lo largo de los años, algunas de ellas atravesando su dolor solas, sin nada más que desconocidos en bata para verlas derrumbarse.

-Tengo miedo, April -admitió en un tono tan bajo que la pelirroja casi creyó haberlo imaginado- No quiero morir -susurró- No importa lo que pase, ya entendí que voy a morir pero no quiero… Quiero estar con mi hijo y con Miyamoto, quiero ver cuando mis hermanos se casen, quiero ver envejecer a mis padres, quiero verte convertirte en lo que querías ser…

Leonora sabía que debía parar, su angustia no ayudaría en nada a April. No obstante, por más que quería, las lágrimas escapaban de sus ojos como las palabras de sus labios. Estaba cansada, cansada de fingir que todo estaría bien y que la vida solo estaba siguiendo su curso, cansada de ahogarse con su propio temor y tristeza mientras retenía los sonidos para no molestar a nadie.

-Entonces prométemelo… Leonora prométeme que cuando regreses les dirás todo. Aunque sea a una sola persona… -rogó- Es tarde para mi amiga, mi hermana. Nuestra Leonora nunca va a volver y eso me va a seguir pesando en el alma… -apretó la sábana bajo su mano libre, mientras respiraba para calmarse- Aún así, si hay un universo, uno solo en el que haya una oportunidad… Quiero que estés bien.

April retuvo un jadeo de sorpresa cuando Leonora la abrazó, los brazos de la pelirroja reaccionaron y sujetaron al fantasma de su amiga en un agarre fuerte. April no quería dejarla ir pero tenía que hacerlo, por el bien de las dos. No obstante, hasta que llegara el momento, se permitiría ceder ante su propia codicia y mantendría ese abrazo tanto tiempo como pudiera.


Tang Shen se movió por los pasillos del edificio que comprendía la zona residencial del laboratorio de Donatello cargando una charola con platos para repartir entre los miembros de la familia que no estaban en la cocina. Su primera parada pretendía ser el invernadero, ella quería revisar cómo estaban sus nietos con el pretexto de la comida.

Al menos esa era la idea hasta que un par de voces femeninas la detuvieron.

-No lo entiendes, Steph…

-Entonces, explícame. Habla conmigo.

Si había algo que la anciana amaba de más joven de sus nueras, era la paciencia y la amabilidad que tenía para manejar esta clase de discusiones. La capacidad de lograr ligeramente la mayoría de caparazones cerrados que formaban esa familia.

-Minna… ¿estás enojada con ella?

No fué difícil deducir a quién se refería, le bastó el tono cuidadoso que usó la mujer para preguntar.

-¡No! -gritó con algo de duda en su voz- Yo no… No lo sé.

-Entonces, ¿qué harás? ¿Lo dejarás así? ¿No hablarás con ella?

-Steph…

El gruñido de frustración que alcanzó a escuchar le dijo que no era un buen día para apelar a esa paciencia y amabilidad de la actriz.

-¿Te vas a esconder con todos en la cocina? ¿A poner mil y un excusas de por qué no la verás al igual que todos? Porque April no tiene opción, ella tiene que estar ahí.

-Estás siendo injusta…

-Oh, por favor, ¿quién aquí no lo es, Minna?

La anciana se removió en su lugar en la pared, sintiéndose aludida.

-No puedo hacer esto.

-Ella se va en tres días, Minna. Se marchará en tres días y lo que ella cree es que a ustedes no les importa. En tres días, ella se irá y lo que menos quiero es verlos revolcarse en culpa por no haber tenido el valor de al menos pasar a ver cómo está.

Escuchó un par de pasos alejarse del lugar. Tang Shen se apoyó en la pared sosteniendo la charola aún caliente, permaneció así menos de un minuto antes de retomar su camino.

-Hoy, lo haré hoy -fue lo único que pensó.


Usagi observó en silencio a los hermanos Hamato moviéndose por la cocina con movimientos lentos en conjunto a su padre como si retrasaran tanto como fuera humanamente posible el proceso de servir el almuerzo. El hombre de ojos rosados suspiró con cansancio antes de tomar la segunda charola con los cuencos de sopa y arroz listos, con una última mirada salió en silencio.

Tang Shen había ido a repartir los primeros cuatro platos y él se había ofrecido a ayudar a llevar algunos hacia la enfermería viendo los nerviosa que se ponía la abuela de su hija con el pensamiento de encontrarse a solas con su visitante. Él también tenía sentimientos encontrados con aquella idea pero creía que retrasar lo inevitable no era el camino correcto a seguir.

E incluso, a pesar de ello, había una parte de él que quería hablar con esa Leonora.

Al abrir la puerta de la enfermería, fue tomado por sorpresa ante la visión de su hijo medio sentado en la camilla más alejada de la sala de cuidados críticos. Los ojos azules del adolescente permanecieron pegados en la puerta perdidos en lo más profundo de su mente. Miyamoto se acercó con pasos ligeros, dejando la porción que correspondía a Ethan en la mesa detrás de él.

-Gracias -lo escuchó susurrar.

-¿Cómo estás? -preguntó en cambio con un tono suave- Creí que estabas con los chicos.

-Necesitaba tiempo a solas -respondió, por fin apartando su mirada para verlo directamente a los ojos.

Al hombre mayor se le estrujó el corazón al ver el abatimiento contenido en la mirada de su hijo. Usagi dejó la charola a un lado antes de sentarse junto al chico en la camilla y pasar uno de sus brazos sobre los hombros del joven ninja, Ethan escondió su rostro en su hombro, sintiendo el consuelo de la presencia de su padre.

-Es que… No lo entiendo, papá -murmuró- ¿Por qué todo tuvo que ser así?... ¿Por qué mi mamá mintió tanto?... ¿Por qué todos mienten? ¿Qué… Qué lograron con todo esto?

-Ethan…

-Quiero decir… -dejó salir una risa sin humor, ahogada por la tela- Al final no importa, ¿no? Mi mamá está muerta, no es como si ella fuera a venir y…

-Pero importa, hijo. Nos importa, a tí te importa.

Miyamoto pudo sentir a su hijo apretar su agarre sobre su chaqueta, la única indicación física del dolor que tenía dentro de sí. El hombre suspiró, frotando el brazo de su hijo en un movimiento lento para darle calor y hacerle entender sin palabras que no estaba solo. Pensó con cuidado lo que quería decir.

-Siempre te he dicho que está bien no ser perfecto, nadie lo es. Yo, tú, tus tíos… tu madre. Ella tampoco lo fué y aún así, era la persona más hermosa que conocí…

Ethan por fin levantó su rostro, viendo la mirada nostálgica en el rostro maduro. Su padre le sonrió con tristeza.

-Estoy especulando un poco pero dudo que tus tíos y tus abuelos te hablaran bien de tu madre con el afán de ocultarte que ella no era la persona indestructible que parecía en sus historias. Creo que, como yo, simplemente querían que tuvieras una memoria agradable de ella, de la mejor parte de ella, supongo que por eso cometimos el error de no hablarte más de sus otras facetas.

Usagi suspiró para sus adentros, había lecciones que uno nunca terminaba de aprender, una de ellas era el hecho de que en una historia siempre había más de una versión de los hechos; en algunas serías el héroe, en otras el villano y a veces el extra. Tenía rencor sí, uno muy justificado con la familia materna de Ethan, quizás nunca pudiera perdonarlos por completo; no obstante, estaba dispuesto a intentarlo porque eran parte de la vida de su hijo quien, para su eterna diversión y frustración, tenía el corazón tan suave como su madre.

Le robaron años de la vida de Ethan, algo que nunca se podría compensar, pese a ello pudo conocerlo y saber, con cierto grado de certeza, que Ethan querrá oír la versión de todos cuando su cabeza esté más despejada. No es tan sencillo olvidar el amor que uno tiene por otros, incluso en los peores momentos. Sin embargo, el amor, en ocasiones, no es suficiente para arreglarlo todo, a veces ni siquiera basta para que alguien decida quedarse. Esa era una decisión que Ethan, y solo Ethan, podía tomar. Usagi estará ahí para su hijo independientemente de lo que decida.

-Tristemente, que conozcamos parte de ella, de quien fue tu madre, no significa que tengamos todas las respuestas que quieres. Me temo que tendrás que preguntarle a nuestra visitante si quieres algo lo más parecido a la verdad que podrás obtener.

El joven pelinegro pareció contemplativo ante su conversación, miró entre su padre y los platos restantes en la charola, no tan humeantes como antes pero todavía cálidos. Miró hacia la habitación al fondo y pareció comprender lo que iba a pasar.

-Papá… ¿estás seguro? -cuestionó con algo de angustia por el hombre al verlo tomar la charola con decisión- ¿Estarás bien?

-La verdad, hijo… No lo sé -le envió una pequeña sonrisa- Sin embargo, no solucionamos nada evitando el elefante en la habitación y ahora solo quiero… verla.

Ethan miró la espalda de su padre caminar hasta la puerta con paso firme, contuvo la respiración cuando lo vió llamar con suaves golpes para que le permitieran entrar y no volvió a respirar hasta que lo vió ingresar para que un minuto después su tía April saliera cerrando la puerta con un suave movimiento, la charola con su respectiva porción de comida con ella.

Él sabía que su padre aún amaba profundamente a su madre, tanto que dolía ya que ella se había llevado parte del corazón de Usagi cuando murió. Algo que Ethan solo pudo comprender al crecer.


Recuerdo

Ethan se balanceó en el columpio con desgana, concentrándose en cómo sus pies se arrastraban por la tierra debajo de él y recordando cuando antes ni siquiera podía subirse solo al juego. Un movimiento a su lado llamó su atención, vió con sorpresa a su padre sentarse en el columpio a su lado. Miyamoto le sonrió con cariño, revolviendo su pelo suavemente.

-Tu abuela me llamó -explicó al adolescente de dieciséis años.

-Estás rompiendo el horario de visita -murmuró.

Ambos se quedaron en silencio unos momentos, el más joven sintió los ojos rosados analizándolo.

-¿Qué fue lo que pasó? Te ves muy decaído.

-Nada, solo es una tontería, papá.

-No lo parece para tí.

Ethan suspiró, sabiendo que el hombre no dejaría ir el tema fácilmente. Además, se sentía culpable por preocupar tanto a su familia como para generar potenciales problemas en la de por sí tensa relación entre su abuelo y padre.

-Papá, tú… ¿has considerado casarte de nuevo? ¡No es que me moleste o algo así! -aclaró al ver la mirada sorprendida- ¡Si tu quisieras rehacer tu vida amorosa yo lo entendería! ¡No es que tengas que pedirme permiso o-.

-Ethan -interrumpió- ¿Por qué tienes esa idea?

-Es que… -explicó incómodo- La señorita Ame y tú…

-¿Tomoe y yo?... -alzó la ceja divertido, instándolo a acabar con el pensamiento.

-Parecen muy unidos -completó ligeramente sonrojado, recordando los comentarios que sus tíos habían hecho la última vez siendo regañados por su abuela junto a su tío Casey, y que lo pusieron a pensar sobre el tema.

Al contrario que su familia materna, Ethan no veía nada malo en la idea de que su padre y Ame empezaran a salir. Usagi era un hombre solitario en el mejor de los casos, aún así, había una parte muy pequeña de él que se sentía en conflicto y era egoísta, Ethan no quería compartir a su padre con alguien más por ahora, no cuando recién habían empezado a tener algo similar a una relación familiar normal.

-Sí -admitió el mayor- Eso se debe a que, como bien sabes, es mi asistente y mi amiga.

Ethan miró sus pies, sin saber cómo preguntar las dudas en su mente sin sentirse incómodo.

-¿Nunca has pensado en, no sé, volver a salir con alguien? -lo vió negar con la cabeza con suavidad- ¿Por qué?

Usagi pareció contemplar lo que diría por unos segundos, mirando al sol ocultarse en el atardecer.

-Mi corazón… aún no deja ir a tu madre -una sonrisa triste se apoderó de sus labios. Ethan pudo ver un deje de dolor en su mirada- No creo que lo haga en el futuro tampoco. Leonora se llevó parte de mí consigo y yo decidí esperar hasta que nos volvamos a encontrar -casi susurró, como si fuera una conclusión a la que había llegado hacía mucho tiempo.

Ethan no volvió a tocar ese tema después de eso.


April, no sabía que esperar cuando abrió la puerta. Por otra parte, debió haber predicho al pelinegro de ojos rosados.

Si alguien tenía derecho a hablar con Leonora, ese era Miyamoto.

La doctora presenció el pequeño encuentro entre sus miradas y supo que debía darles un espacio que ella misma necesitaba. Ella tomó la charola de las manos desprevenidas y dejó las porciones de ambos sobre la mesa, manteniendo la suya en la charola.

-Yo seguiré con el resto -aseguró sin darles tiempo a responder, dándoles una agotada sonrisa de aliento y pasó junto al hombre dedicando un breve vistazo. Sabía que Usagi no sería duro con Leonora, al menos no como lo fue la propia April, porque pese a todo lo malo aún puede ver el amor tan claro como agua en los ojos del hombre al ver a su amiga.

Con un pequeño "click" la puerta se cerró, aislando a la pareja de todo. Leonora lo miraba entre temerosa y preocupada, él resopló un poco antes de dejar que una expresión de cariñosa resignación se abriera paso en su rostro. Tomó asiento en el borde de la camilla y le pasó el cuenco de comida a la desconcertada mujer para luego tomar el suyo propio y tomar una cucharada.

Debía admitir que estaba bastante delicioso, aunque también se podría deber al hecho de que había estado comiendo muy poco esos días.

-Come -instó, al ver que ella permanecía mirándolo inmóvil- Sé que April dijo que estás mejor, aún así tú y el bebé necesitan los nutrientes.

-¿No estás enojado? -cuestionó con cuidado y una mirada confundida, como si estuviera viendo un extraterrestre.

-Mucho -admitió- Estoy enojado con la mujer que amo por muchas cosas, es más, si estuviera aquí probablemente tendríamos una discusión abrazados y después de decirle lo mucho que la extrañé.

Leonora entendió lo que quiso decir el hombre frente a ella y no pudo evitar el alivio que sintió cuando el recelo a tratar con esta versión de Usagi la abandonó. Ella había temido que el hombre la viera como el fantasma de su prometida o, en el peor caso, un reemplazo temporal con quien poder sacar sus propios lamentos. Fue bastante tonto pesar eso ya que para él, la mujer que veía era una persona parecida a la mujer que amaba pero nada más allá de eso. A fin de cuentas, eran dos personas diferentes.

De igual manera, le confirmó a Leonora algo que ya sabía. Su Usagi la amaba tan profundamente como ella a él, esta versión de ambos no era distinta si los cálidos ojos rosados tenían algo que decir. La pelinegra se sentía muy mal por abusar de ese sentimiento, su conciencia queriendo dejar ir a su amado para que pueda conocer a alguien mejor sin embargo había descubierto un lado muy podrido de ella, uno que no estaba dispuesta a soltarlo.

La embarazada se dispuso a probar un poco del caldo, su ceño se frunció sin poder evitarlo al ver los tallos de brócoli y no pudo contener su mueca de desagrado, demasiado cansada a nivel mental como para reprimir sus expresiones. Una cuchara externa invadió su plato y se llevó uno de los ofensivos mini-árboles.

Una risa de sorpresa se le escapó al ver a Miyamoto comer con expresión presumida la verdura para después robarle la siguiente sin poder retener la sonrisa oscilante entre diversión y nostalgia al verla tan entretenida por su audacia. Más tarde, Leonora le devolvió el favor quitándole la ensalada de espárragos de su plato de arroz.

Para ambos, se sintió como recuperar a un querido amigo a quien no habían visto en un largo tiempo. Quizás no pudieran estar con las personas que querían en ese instante, sin embargo su presencia consolaba al otro un poco de la ausencia.

-Miyamoto me va a odiar cuando le diga todo -murmuró Leonora una vez terminaron sus platos.

Usagi sintió un peso retirarse de su pecho al escucharla decir "cuando" y no "si".

-No lo hará -aseguró con convicción- Si nos parecemos en algo, estará más preocupado al principio, querrá saber que estás bien. Después se enojará como es lógico, no te dejará sola, por supuesto. Quizás no te hable por unos días y sabes que tendrás que esperar a que quiera hacerlo, luego tendrán una conversación emocionalmente agotadora por parte de ambos y prometerán no hacerlo de nuevo.

Leonora quiso creer esas palabras, más la inseguridad dentro de ella no le permitía hacerlo puesto que no solo planeaba contarle a su prometido sobre lo que había pasado en su línea de tiempo sino en ambas, iba a contarle todo el dolor que le causó en una línea distinta. Recogió las piernas tanto como se lo permitió su vientre y apoyó sus manos con inquietud. Tenía dudas de que el amor que sentían fuera suficiente como para que Miyamoto quisiera permanecer junto a alguien así, con una personalidad tan problemática.

-Hey, no te cierres, háblame.

-Tengo miedo -murmuró sin atreverse a verlo a la cara- Tengo miedo de que una vez le diga la verdad, Usagi se de cuenta de que realmente no valía la pena estar conmigo. No creo que valga la pena amarme si eso causa tanto daño.

-¿Por qué crees algo así? -el tono dolido en la voz masculina la hizo encogerse un poco.

-Yo… -carraspeó en un intento de cortar el temblor de su voz- Él merece a alguien mejor, alguien que no sea tan egoísta. Alguien que no le mienta o que no tema expresarse. Alguien que…

-Alguien celosa aunque sea buena fingiendo que no lo está, alguien a quien le fascinen las convenciones de cómics aunque le de vergüenza que lo sepan, alguien que llora a mares cuando ve el Rey León. Una mujer que pierda la noción del tiempo por ir acariciando a cada perro y gato que se encuentra en la calle, una que se ríe de su novio cuando lo ve enfrentarse a una inyección, prometiendo un helado después de la "terrible" experiencia. Una chica que busque la forma de hacer más tolerables el sabor de las zanahorias y los espárragos para su pareja. Alguien amable, medio torpe, con unos hermosos ojos y manos capaces de destrozar hasta el sonido de una flauta.

Eso último fue suficiente para sacarle una carcajada a la pelinegra, una sonrisa que junto a sus mejillas sonrojadas la hicieron ver tan joven como era en ese momento. Usagi no estaba angustiado por su otra versión, él era consciente de que a ese Usagi le iba a doler mucho la falta de comunicación que hubo, así como se iba a culpar por no haberse quedado, al igual que él lo había hecho. A pesar de ello, sabía que eso no disuadiría al joven de seguir adelante e intentar porque Leonora era quien era, para bien y para mal, él se enamoró sabiendo eso.

Su corazón se agitó con cada sonrisa, cada lágrima, cada puchero y sonrojo en su rostro. No podía evitar sonreír cada vez que vió sus ojos brillar con amor y cariño, tanto como se asombraba por la rabia y tristeza que podía albergar su mirada. Fue cautivado por su habilidad como guerrera y su pobre talento en manualidades. Amaba su terquedad, su determinación, su miedo, su valor, su fortaleza y su fragilidad.

Cada pedacito de ella se había alojado permanentemente en su pecho.

-Ahora, ¿dicho joven merece a tal chica? Ya sabes, prefiere revolcarse en la gripe antes de ir a un médico, le encanta decir que "Star Wars" es mejor que "Space Heroes" solo para hacer enojar a su novia…

-Es celoso del capitán Ryan -continuó ella con una risita- Le encanta cuando pierdo una de nuestras apuestas y debo usar el disfraz de la princesa Leia, se enoja cada que recuerda el final de Titanic pero se aguanta porque es de mis películas favoritas…

-Había espacio en la tabla -argumentó, sacándole otra carcajada a la joven.

-Tiene un escondite para dulces que cree que no me he enterado, le encanta armar modelos a escala, tanto que se olvida de comer por lo que alguien debe vigilarlo. Es un desastre en la repostería, pero lo dejo decorar las galletas porque a él le quedan mejor que a mí. Es un hombre paciente, cariñoso, algo escéptico y rencoroso a más no poder, también. Aún no me perdona el haberlo engañado para subirlo a una montaña rusa.

Leonora colocó una mano sobre su pecho sintiendo su corazón más tranquilo al igual que su cabeza gracias a los buenos recuerdos que la llenaban de calidez. La hacían anhelar por más. Sus ojos regresaron a la mirada melancólica del hombre, quien parecía un poco perdido por sus propios pensamientos, la nostalgia llenando sus rasgos.

-Estoy seguro de que como tú lo amas con todo y sus facetas menos agradables, él hace lo mismo. Ciertamente, yo me enamoré de mi corazón por completo, no solo de una parte de ella.

-¿Con todo y demonios? -cuestionó con curiosidad, la inseguridad relegada al fondo de su mente.

-Demonios y muy malos ratos -afirmó con una leve sonrisa.

La pelinegra lo miró agradecida por sus palabras, no obstante había algo que la inquietaba.

-¿Y tú cómo estás? -ella necesitaba saber, la mirada devastada de Usagi la primera vez que la vió no se borraba de su mente- No creo que todo esto sea fácil de llevar.

Miyamoto suspiró con cansancio, poniendo en orden sus pensamientos.

-No sé si te lo dijeron pero yo no sabía nada de cómo habías fallecido -la sorpresa y pena en los ojos azules le dieron la respuesta- Apenas me acabo de enterar, pasé muchos años guardando odio a tus hermanos por ello, pensé que lo habían hecho intencionalmente y ahora… sé que todo fue por un terrible malentendido. Eso no significa que nos vayamos a volver cercanos, hay razones igual de fuertes por las que simplemente no me puedo llevar bien con parte de tu familia.

Una mano más fina y reconfortante sobre la suya lo interrumpió. Zafiros llenos de seriedad lo recibieron.

-Cuéntame.

-No creo que sea una buena idea. No quiero indisponerte para cuando hables con ellos, no mereces ese mal trago el tiempo en que estés aquí.

Ella negó con la cabeza suavemente.

-Quiero saber -afirmó- Quiero escucharte y, aunque tal vez sea impresión mía, parece que tu también necesitas hablar de ello.

Usagi la miró impresionado de que incluso con la brecha de edad pudiera leerlo como un libro abierto y suspiró, porque si esta joven se parecía tanto a su fallecido amor entonces no dejaría pasar el tema. Así que empezó por el principio, cuando tomó el primer vuelo al que pudo acceder después de recibir una llamada de Minna, rezando a quien quiera que escuchara porque simplemente nada de lo que escuchó fuera verdad.

Al final, cuando Miyamoto ya la había puesto al tanto de casi todo y estaban conversando sobre cosas mucho más agradables. Usagi retiró en silencio los platos al verla dormitar y cerró la puerta con cuidado para dejarla descansar.

En el momento en que toda aquella situación terminara, Usagi llevaría a su hijo al terreno de la casa y le preguntaría qué deseaba hacer con él para que juntos pudieran tomar una decisión. Por ahora, tenía otro regalo de cumpleaños que entregarle a Ethan por adelantado.


Alexander siempre a creído que Anabelle era brillante en muchas cosas, las emociones no era una de ellas. Anabelle había propuesto su plan pero Alex sabía que el acorralamiento solo funcionaría con el tío Rapha y con el tío Don porque Annie y Eric conocían a sus padres y sabían como funcionaban sus pensamientos. No obstante, Alexander sabía que con el suyo no iba a funcionar de esa manera, su padre tenía una pésima reacción cuando lo acorralaban, algo experimentado a lo largo de los años. Entonces decidiendo seguir con el espíritu del plan de su primar respecto a hacerlos hablar con la tía Leonora, Alex prefirió hacerlo a su propia manera.

Hablando.

Hablando porque ante todo Miguel Ángel era un hombre que le daba tanta importancia a la razón como a los sentimientos y si algo había aprendido su padre en los años de tratamiento psicológico era a escuchar sin cerrarse, más cuando se trataba de él o de su madre. Al tocar la puerta de la habitación que estaban ocupando sus padres en el edificio de Donatello, sonrió al escuchar la voz femenina que lo instó a entrar.

Su madre había tenido la misma idea, podía ver a su padre luciendo ligeramente regañado y pensativo mientras su madre le frotaba la espalda. Stephanie le dió una sonrisa cansada, indicándole con la cabeza que se sentara al otro lado de Miguel Ángel en el borde de la cama.

-¿Tú también, hijo?

Alex alzó los hombros con una sonrisa traviesa que sacó un resoplido entre cariñoso y resignado del rubio mayor.

-Bueno, no puedes decir que es una idea descabellada si somos dos los que te decimos lo mismo, papá.

Su madre le envió una sonrisa cómplice al otro lado, Alex le guiñó un ojo de forma tan obvia que su padre soltó una carcajada.

-Estoy perdido, ¿no es así?

-Nunca tuviste oportunidad para empezar, amado mío.

Los tres se recargaron el uno en el otro, en un silencio bastante cómodo.

-Papá… ¿no quieres hablar con ella?

-No es eso, Alex… Al contrario, gran parte de mí quiere ir pero el resto se pregunta de qué serviría. Ella se le parece sin embargo, no es Leonora. No es mi hermana al igual que yo no soy el hermano que ella conoce. Tal vez ir solo nos haga daño a ambos.

Madre e hijo dejaron salir un sonido comprensivo.

-Puede que eso sea verdad -estuvo de acuerdo la mujer- No obstante, creo que no sería algo inútil, tú necesitas hablar de cosas que no pudiste en su momento con tu hermana y Leonora necesita que, personas con los sentimientos mucho más claros respecto a ella, le ayuden a entender mejor el entorno en el que vive y a la gente en él.

-No sabemos cómo es la relación de Leonora con mi otra versión en su línea de tiempo. Quizás en la otra línea son más distantes o no hablan mucho entre sí…

-No es así -interrumpió el adolescente con seguridad- Tu otra versión la quiere mucho. Él la protegía tanto como podía e incluso tocó una canción para ella en su cumpleaños…

La revelación atrajo la atención de Miguel Ángel, para Alexander fue todo el estímulo que necesitaba para sacar sus pensamientos.

-Siempre me pregunté… cómo era escucharte tocar música. Si sería igual que leer cada historia que escribes y dibujas, si tendría la misma pasión y cuidado que pones al crearlas. Me equivoqué -sonrió- Fue mucho más que eso, fue tu alma la que ví en cada nota.

El joven se sentía un poco mal por poner esa expresión rota en el rostro de un ser querido. Aún así, siguió adelante, su padre necesitaba el empujón para hacer lo que creyera mejor.

-Tal vez tú no estés seguro ahora, papá. Aún así confía en mí cuando te digo que el cariño inmenso que ví en tu otra versión es el mismo que puedo ver en tí ahora, la única diferencia entre los dos es que ese amor tan grande lleva años lastimándote.

Mikey dejó salir una exhalación lenta, sus brazos envolviendo a su esposa y a su hijo en un ligero abrazo.

-Mañana, hablaré con ella mañana -susurró en secreto para los tres.


Eric desechó la idea de Ann de encontrar alguna estratagema para obligar a sus padres a bajar y entrar a la zona de cuidados intensivos ya que era demasiado extremo para sus objetivos. El pelirrojo creía que era mucho más fácil si atrapaban a alguno desprevenido, lo capturaban y luego lo encerraban con la tía Leo hasta que hablaran.

La discusión seguía entre los tres jóvenes hasta que el rubio faltante del equipo hizo acto de presencia comiendo trayendo bocadillos para el grupo que fungían como la cena y acomodándose en la camilla junto a su segundo primo mayor. En teoría, los tres jóvenes ya tenían permiso para subir a la zona residencial, sin embargo, no querían dejar a su prima padecer sola en la enfermería puesto que era en parte una manera de mantenerla en constante revisión por parte de su madre y en parte un castigo por haber encriptado todo el sistema de la máquina del tiempo. Todos sabían lo mucho que Anabelle Hamato detestaba ser paciente, sobre todo si sus movimientos estaban limitados.

-¿Dónde estabas, enano?

-Hablando con mis padres. Mi papá hablará con la tía Leo mañana.

Los tres lo miraron asombrados, Eric silbó con aprobación.

-Desearía que con el mío fuera así de fácil -suspiró la genio para después retomar el tema con sus primos- En ese caso, digo que primero deberíamos atrapar a tu padre, Eric…

-¿El mío por qué? ¿El tío Don parece más fácil de secuestrar…

-¿Quieren decidir con piedra, papel o tijera?

Ethan rió suavemente al verlos tan animados. En su interior, estaba agradecido por esos pequeños momentos de paz en los que podía distraerse de su propia mente.


Tang Shen había aprendido con los años a volver a conocer a su familia, por ello fue evidente para ella que sus hijos y su marido estaban evitando tanto como podían ver a Leonora, retenidos por el miedo a lo que podría pasar detrás de la puerta que los separaba y aún así, preocupados por la salud de la futura madre. La determinación de la dama mayor estaba siendo puesta a prueba con los constantes desvíos de conversación o negativas directas a responder si irían.

Ella suspiró, había cosas que nunca cambiaban. Ella misma no podía verse mejor que ellos ya que solo había entrado cuando April le había asegurado que la pelinegra estaba dormida. La mujer retiró los mechones de cabello del rostro dormido, fascinada por la corta longitud de las hebras y se alegró por aquella versión de su hija. Sus nietos deberían sentirse orgullosos porque con esa simple acción podía ver que una parte del espíritu determinado seguía intacto dentro de ella.

Sus manos se congelaron al percatarse de los ojos azules entreabiertos que la observaban en silencio.

-Hola -la escuchó susurrar con voz ronca por el sueño, la mayor la ayudó a tomar un poco de agua, retrasando su propia respuesta.

Había tantas cosas queriendo salir de su mente y corazón, tantas preguntas que no sabía por dónde empezar a hablar. Sus emociones se sentían en conflicto.

-¿Madre? ¿Estás bien?

Un sollozo herido escapó los labios de Tang Shen, quien trató de tapar su boca para detener su lamento aunque le era imposible controlarse. Leonora la veía alarmada y preocupada, Shen jadeó al sentir como la tomaba de las manos y sujetó con fuerza la piel más joven que quiso retirarse.

-No… Por favor, solo dame un momento… -susurró, sin querer soltarla.

La mujer que tenía enfrente no era su hija pero se le parecía tanto que su corazón no podía hacer la diferencia. Inhaló y exhaló de forma lenta y profunda buscando calmarse sin apartar sus ojos de los iris azulados que estaban haciendo saltar su pecho al mismo tiempo que parecían destrozarlo.

En un segundo de comprensión, se percató de que no había superado realmente el trauma que había generado la muerte de su hija, lo había enterrado en lo más profundo de sí misma hasta que resurgió con fuerza al tener a alguien con una historia similar frente a ella. Sospechaba que no era la única que lo había hecho.

Leonora permaneció en silencio, permitiendo que se desahogara y no apartó sus manos hasta que la propia mujer de edad avanzada lo hizo.

-Siento mucho estarles causando dolor -murmuró la joven con una sonrisa triste. Shen negó con la cabeza suavemente.

-No es tu culpa, solo… es mi propia consciencia la que me atormenta ahora.

Leonora lució aún más culpable después de su afirmación, su mirada avergonzada se desvió a algún punto en la cobija que la cubría.

-Stephanie, April y Minna me contaron mi parte de la historia de este mundo, además de las líneas de tiempo paralelas -su intento de sonrisa pareció más una mueca- Si lo que dicen es correcto y la historia de tu hija es similar a la mía, entonces puedo decir que mi otra versión también tuvo la culpa porque ciertamente yo la tengo en mi línea de tiempo de todo el daño que causé.

Tang Shen suspiró, quería defender a su hija fallecida y decir que no era su culpa que la hubieran empujado tanto hasta obligarla a aislarse. No obstante, no sería cierto, ya que si alguien conocía a Leonora sería otra versión de ella con la misma historia. Pese a eso, no podía aceptar ese razonamiento de cargar con los errores de todos, no más.

-Entonces, ¿cuáles serían las cosas de las que te culpas? Yo tengo muchas, tantas que a veces no puedo dormir -admitió tomándola por sorpresa. Una sonrisa nostálgica se abrió paso en sus maduros rasgos, recordando la misma mirada en su hija la primera vez que la había sorprendido robando galletas junto a Donatello.

-Mamá, tú no…

-Te propongo algo -interrumpió ante el intento de consolarla- Tu dices una, yo digo otra.

La dama mayor sintió la mirada de la joven embarazada, no está segura de qué fue lo que vió Leonora sin embargo fue suficiente para que dejara caer sus hombros en derrota, como si esperara un regaño o un castigo. Se veía aprensiva y recelosa bajo esa expresión semi-serena que intentaba mantener, solo en ese instante Shen recordó que su hija no era la persona más abierta a nivel emocional, al menos no con temas así… o con ella y Yoshi para ser más precisa.

-Yo… -comenzó, como si fuera un criminal en el estrado- Si no hubiera ocultado mi relación con Miyamoto, quizás las cosas habrían sido… distintas.

-Si te hubiera preguntado antes de comprometerte con Ue en lugar de tratarte como un objeto en venta, quizás me lo habrías dicho -aseguró con más seguridad en sus palabras que la que había en las de Leonora. Esa era la diferencia, supuso, de que una estuviera viviendo la situación y la otra ya la haya vivido, teniendo varios años para pensar en todos los "qué hubiera pasado si".

Leonora farfulló, tomada con la guardia baja.

-Ustedes no…

-Sí lo hicimos y lo sabes -cortó, moviéndose de su lugar para sentarse junto a ella en la camilla. La paciente se hizo ligeramente a un lado para darle espacio- Continúa -instó, tomando la mano más joven.

-Si les hubiera dicho quién era el padre de mi bebé desde el inicio, Casey no hubiera resultado herido.

-Apoyé a tu padre al inicio para mantener a Usagi alejado de Ethan, me dejé llevar por mi dolor y tardé años en corregir ese error -sonrió con amargura- Parece que aún me cuesta aprender.

Ambas se quedaron en silencio unos segundos, asimilando sus siguientes confesiones.

-No debí ocultar el acoso de Oroku Saki, de haber sabido que era Destructor…

-No tenías forma de saberlo -refutó- Yo… debería haberme asegurado de que los cuatro supieran que me importaban mucho más que las apariencias o la opinión de los demás.

Sintió los dedos de Leonora entrelazarse con los suyos y dar un ligero apretón reconfortante.

-Debería haberle dicho a alguien sobre la preeclampsia.

-Debería haber sido un lugar seguro para tí y tus hermanos en lugar de dejarte creer que eras una molestia.

Tang Shen vió las primeras lágrimas salir de los ojos de su hija en un reflejo de las suyas propias que podía sentir recorrer la piel de sus mejillas. Los ojos azules de su primogénita la vieron suplicantes, disculpándose por demasiadas cosas que no podía expresar, se preguntó si Leonora podía ver lo mismo en los ojos de la anciana que no era su madre.

-Debería haberme esforzado más, no quería ser un fracaso.

-Debería haberte dicho lo orgullosa que estaba de tí, de lo valiente que eras por tomar un papel que no debiste haber tomado. Debería haberte dicho lo mucho que lo sentía por fallarles.

La mujer embarazada abrió sus labios en una nueva confesión que salió como un jadeo herido que trató de callar con sus manos. La anciana la tomó entre sus brazos y acunó su cabeza, decidió continuar.

-Debería haber sido la madre que ustedes cuatro se merecían en lugar de dejarme dominar por el miedo -susurró- Debí prestar atención a las llamadas de auxilio que ustedes hacían en lugar de ignorarlos y fingir que estaban bien. Debí ayudar a tu padre en lugar de dejarlo perderse. Debí haber tenido el coraje para hacer lo correcto desde el inicio en lugar de llegar tarde -habló con voz rota, apretando su agarre- Debí haberte dicho lo mucho que te amaba en lugar de creer que lo sabías.

Shen apretó los dientes, tratando de retener sus propios sentimientos y fallando por completo al sentir a su hija presionar su rostro en su cuello como cuando era apenas un bebé y tenía un mal sueño. La anciana presionó un suave beso en la coronilla de la joven, permitiendo que su corazón sangre tanto como quisiera por esa ocasión.

-La extraño -susurró en medio de un sollozo, acariciando la cabeza de quien no era su hija y a la vez sí- La extraño tanto…

Leonora hipó en medio de las lágrimas, con el rostro enterrado en el espacio que había debajo de la barbilla de la dama mayor, podía sentir como el llanto retenido las hacía temblar a ambas en aquel abrazo apretado. Podía sentir los pedazos rotos del corazón de su madre de otra línea del tiempo en cada respiración.

Ella sabía que no podía ayudarlos mucho en el corto tiempo que estuviera ahí, e incluso si tuviera que quedarse más, su presencia solo haría más daño que bien para ambas partes. Por un lado, ellos debían aprender a superar su pérdida sin un fantasma que estuviera hundiendo un cuchillo en las profundas heridas y, por otra parte, ella tenía su propia familia a la que regresar y con quienes estaba empezando a reconciliarse.

Aún así, decidió que no estaba por demás decir una verdad que colaborase a esta versión a su madre a dar el paso hacia adelante que necesitaba.

-Estoy segura que ella los amaba mucho y lo seguiría haciendo -prometió con tono suave- Yo lo hago y estamos igual de dañados.

April sonrió enternecida horas después al pasar ha hacer su revisión médica, casi se sintió un poco mal por tener que despertar a la madre y a la hija pero necesitaba evaluar la condición de Leonora; además, su suegra estaría adolorida si se le permitía dormir en esa posición más tiempo, aunque la expresión pacífica de la mujer le dijo que un poco de dolor muscular habría valido la pena. Cortésmente no mencionó los rastros de lágrimas ni los ojos hinchados que ambas compartían.


Donatello vió a su esposa entrar de forma silenciosa a su habitación. Ella tomó el conjunto de pijama que había dejado preparado para cuando ella llegara y se encerró en el baño una media hora. El castaño se preparó para la conversación que lo esperaba ya que la expresión de su esposa había sido un signo de advertencia.

April revisó su celular una última vez antes de dejarlo en el velador y abrirse paso en las sábanas, ella se recostó viendo hacia él aún perdida en sus pensamientos. Donnie, sabiendo la rutina, hizo lo mismo hasta que quedó en la misma posición frente a ella. April tomó su mano y le dió un ligero apretón.

-Hablé con ella.

La declaración debería ser innecesaria dado que las posibilidades de que eso pase eran extremadamente altas. El corazón de Donatello parecía nunca entender de matemáticas y estadística porque aceleró su ritmo con ansiedad ante la noticia.

April esperó a que regresará su atención hacia ella. Él sabía que debía preguntar verbalmente si quería que su esposa le dijera qué había pasado o de lo contrario nunca lo haría. Aún así las palabras no querían salir de su boca.

-¿Cómo te fue?

-Le reclamé, casi no la dejé hablar.

Donnie inhaló fuerte ante el giro inesperado, de todas las cosas que pudieron pasar, no se esperó que la pelirroja terminaría explotando todo lo que llevaba guardado con su visitante. Aunque en retrospectiva era bastante obvio que pasaría.

-¿Estás bien? -cuestionó preocupado al verla morderse el labio ligeramente acongojada ahora que tenía tiempo para analizar sus acciones.

-Sí... Lloramos y todo -medio bromeó, dudando un segundo para luego continuar- Usagi y tu madre también hablaron con ella.

April apretó su agarre en la mano de su marido al sentirlo tensarse en la última parte. Se dió valor recordando tanto su propia experiencia como el cuadro de madre e hija abrazadas.

-No te pediré que vayas porque esa es solo tu decisión al igual que para todos nosotros. Sin embargo, creo que deberías ir -aconsejó con tono suave- Solo… piénsalo, es lo único que quiero.

El castaño no dió respuesta, sin embargo el cálido abrazo que rodeó a la pelirroja lo dijo todo.


Dimensión T-00010-N, universo C-01-R.

Renet no pudo evitar el escalofrío que la recorrió cuando el tiempo se reanudó una última vez. Sus ojos no se atrevieron a apartarse de la figura que impactó en el suelo frente a ella.

Su contraparte se removió en sus cuerdas y la guardiana tuvo apenas la conciencia suficiente para callarla y no revelar su posición en las sombras. Decidiendo quedarse ahí un momento en una especie de auto-castigo.

Lamentablemente, ella había visto la tragedia suceder en varias versiones de sus amigos. Renet siempre se quedaba, obligándose a permanecer quieta en su lugar, ella nunca se había atrevido a huir de la escena como si no le afectara en lo absoluto.

Eso nunca hizo más fácil ver cómo la muerte destrozaba los espíritus del grupo de hermanos tan preciado para ella.

No pudo retener más su propio llanto al ver a Raphael gritar al cadáver que despertara entre lágrimas, Donatello abrazaba a Miguel Ángel tratando de permanecer fuerte y fallando por completo mientras su hermano menor sollozaba tomando una de las manos inertes pidiendo al genio que haga algo. Rogando al castaño que hiciera un milagro imposible con sus inventos.

Su contraparte con gabardina parecía una marioneta derrotada, sostenida por unas pocas cuerdas. Ella miró con profundo odio y tristeza a la Guardiana del Tiempo cuando se acercó.

La chica con el cetro hizo que las cuerdas se movieran hasta atar solo sus manos en una especie de esposas improvisadas, sin quitarle la mordaza de energía que le impedía hablar. La guardiana la hizo levitar junto a ella.

-No puedo dejarte aquí -explicó casi con culpa- Al menos no a esta parte de ti. Tendrás que irte conmigo.

Continuará…


Al final terminé dividiendo el que debía ser un solo capítulo en dos porque está demasiado cargado… ¡Mierda!

No saben lo que me costó estructurar este capítulo y redactar cada conversación (y las que me faltan de la otra parte pero ya ha sido demasiado desangramiento del corazón por un rato). Estuve cambiando de posición las escenas, borrando conversaciones y reemplazando diálogos porque no fluían lo suficientemente bien. Solo después de redactar cada charla entre Leo y otros personajes pude encontrar más o menos el orden del capítulo. De aquí queda un aproximado d capítulos (incluido epílogo) para acabar la historia.

¡Natis!, no sabes lo feliz que me siento de saber que a pesar de tanto tiempo todavía no me olvidas y lo que me parece aún más sorprendente es que encuentres esta historia tan interesante como la primera vez, te lo agradezco de corazón. Casi pude escuchar la canción "See you again" cuando leí tu comentario.

Cuídense mucho y dejen comentarios, por favor, me siento como una planta deshidratada sin esa prueba de que les interesa saber cómo continúa la historia, en este punto pueden imaginarme agitando un tarro de propinas.

Con amor,

Miko Eiko.