Espero que os guste este capítulo, no lo he cambiado mucho pero a lo mejor pierde un poco de la intención que tenía hace unos años. Bueno de todas formas aquí está.


Capítulo 5

Aunque sabía lo que iba a pasar, aún fue una decepción para Draco despertarse con armas apuntándole a la cara. Se podía ver que Hermione no había perdido el tiempo.

- Ronald ya te he dicho que no es necesario.- oyó decir a Hermione por encima suya.

- Créeme Hermione, es más que necesario.- respondió Weasley acercándose a dónde se encontraba Draco- No permitiré que vuelva a atacarte.

- Le necesitamos para rescatar a Harry.- suplico Hermione sin mirarlo.

- Harry ha elegido su propio camino aliándose con esos piratas.- contestó Weasley despectivamente, aunque Draco noto que todavía no había dado la orden de matarlo, quería algo.

- Padre, por favor.- Hermione cambió de objetivo, pensando que sería más fácil convencer a su padre. El cual la miró como si le hubiera crecido otra cabeza- Le estamos condenando a muerte.

- El destino de ese joven es lamentable.- el gobernador parecía igual de rechazo por la idea que el comodoro, aunque también parecía triste, tal vez Hermione tenía alguna oportunidad, pensó Draco mientras empezaba a buscar alguna manera de escaparse mientras discutían- Al igual que su decisión de comprometerse con la piratería.

- Si me permitís el atrevimiento de dar mi opinión profesional.- intervino Draco levantándose, parecía que si seguían así no iban a llegar a ningún lado- La Perla negra se escoraba a la altura de los imbornales, es muy improbable que consiga avanzar mucho.- prosiguió acercándose a Weasley- Piénsalo bien, la Perla Negra, la última amenaza real del Caribe, amigo mío.- Draco vio parpadear la ambición y la codició en los ojos del comodoro- ¿No la dejaréis escapar?- preguntó Draco tentadoramente bajando su tono de voz viendo como el comodoro parecía estar pensando lo mismo, pero antes de responder un movimiento los distrajo a ambos, Hermione se había adelantado para escuchar su contestación.

- Estoy a los servicios de los intereses de otros, señor Malfoy.- contestó Weasley mirando a Hermione.

- Comodoro, os lo ruego, hacedlo por mí,- volvió a intentar Hermione, viendo como pasaba su oportunidad de convencerlo- como regalo de boda.

- ¡¿Hermione, has aceptado la oferta del comodoro?!- exclamó sorprendido el gobernador.

- La aceptó.- confirmó Hermione enderezando la columna sin romper contacto visual con Weasley.

- Una boda. Me encantan las bodas. Que corra el ron.- interrumpió Draco, no quería seguir escuchando más- Ya lo sé,- continuo Draco cuando todos se giraron a mirarlo con desprecio- ponedle los grilletes, ¿no?- Draco extendió los brazos unidos por la muñeca como si ya los llevara puestos.

- Señor Malfoy va a subir al barco sin montar ningún escándalo y acompañaréis a estos respetables hombres al timón y pondréis rumbo a la isla de Muerta.- dijo lentamente el comodoro después de unos momentos de deliberación, pudo escuchar a Hermione suspirar aliviada a su lado-Después pasaréis el resto de la travesía considerando todos los significados posibles de la frase "estar callado como una tumba".- prosiguió el comodoro mirándolo con desdén- ¿Me he explicado con claridad?

- Con claridad meridiana.- respondió Draco entre dientes, al menos irían a la isla de Muerta, no podía pedir más en su situación.

- Lo siento mucho Draco.- le dijo Hermione mientras veía como le ponían los grilletes.

- Espero que seáis muy feliz, futura señora Weasley.- contestó Draco sin mirarla, no quería empezar a analizar sus sentimientos ni en ese momento ni nunca, esperaba olvidarse de ella cuando recuperara su nave.


- Draco, por favor.- suplicó Hermione dolida- Mírame.

- No tenemos nada de qué hablar.- dijo Draco mirándola con la cara en blanco, ninguna emoción era visible en su fachada, salvo indiferencia y aburrimiento.

- Como desee, señor Malfoy, disfrute del viaje.- se despidió Hermione endureciendo su voz también, si se iba a comportar así ella tampoco tenía nada que decirle.

Hermione pasó el resto del viaje evitando a Ronald y a su padre, no quería tener que mirar a ninguno y mucho menos hablar con su padre de lo maravilloso que era el comodoro Weasley como yerno. Su corazón traicionero latía por un pirata que ni se dignaba a mirarla, pero no podía dejar de pensar en él, en que la salvo de ahogarse dos veces, primero en Port Royal, donde le apresaron por primera vez, y la segunda el día anterior cuando la tiraron por la borda. Pensándolo bien, tendría que aprender a nadar si seguía con esa costumbre de caer al agua.

Hermione miró a Draco por el rabillo del ojo, estaba apoyado en el timón hablando con sus guardias, probablemente contándoles una historia fantástica a la par que imaginaria. Hermione había salido a tomar el aire hace un rato y, durante todo ese tiempo, cada vez que miraba hacia él le veía hacer cualquier otra cosa que no fuera reconocer su existencia. Después de la noche anterior, no se esperaba que fuera a ser tan mezquino como para ignorarla solo porque le habían apresado. Hermione se volvió para mirar el horizonte, estaba anocheciendo y todavía quedaba un largo camino por delante.


Lo que Hermione no se daba cuenta es que, cada vez que ella dejaba de mirarlo, Draco la miraba a ella, le hubiese gustado que fuera diferente, pero no estaban destinados a estar juntos, eran de mundos diferentes y estaba actualmente comprometida con su enemigo. Aunque no le gustaba reconocerlo, sentía un sentimiento muy parecido a tener el corazón roto, lo cual había creído imposible hasta ese momento, habría jurado que su corazón era tan negro que era incapaz de amar. Pero ahí estaba, le dolía el corazón y sentía como si tuviese una piedra en el estómago. Tenía náuseas y no era por estar mareado, nunca se había mareado en un barco.

Por suerte para Draco, ya se estaban acercando. El día había dado paso a la noche, el mar estaba en calma y lo único que se veía era la isla de Muerta en la distancia. Parecía la noche perfecta para una buena pelea y, por primera vez en su vida, estaba más que dispuesto a enfrentarse a sus enemigos. Aunque en esa ocasión era su antigua tripulación convertida en no muertos, tenía un plan, nadie dijo que fuera a ser fácil pero su propósito estaba claro, matar a Snape.

Ahora que se estaban acercando era hora de poner en marcha su plan, primero tenía que convencer a Weasley para que le dejara desembarcar y hablar él mismo con Snape, después engañaría a ambos para que pensaran que eran ellos los que estaban haciendo la emboscada. Por último, tendría que encontrar a Harry para que quitara la maldición en el momento exacto para que los piratas y la Marina Real se destruyeran mutuamente. Había estado pensándolo durante todo el camino y esa era la única opción para que pudiera conseguir su venganza y, con un poco de suerte, salvar el pellejo.

La único que no sabía cómo hacer era convencer a Hermione para que se quedara a salvo en el camarote, conociéndola querría luchar, pero era demasiado peligroso y, por lo que había visto, no tenía un manejo de la espada magistral. Tal vez, si se lo comentaba a Weasley el se encargaría de encerrarla. Hablando del diablo, vio como se acercaba Weasley a Hermione, parecía que quería hablar con ella sobre algo, pero en cuenta Hermione le vio se disculpó y salió corriendo en la otra dirección, dejándolo plantado y cabizbajo. Draco no puedo evitar sonreír al ver su comportamiento, Hermione Granger era una criatura indomable y Weasley no poseía ni la actitud ni los medios para sobrevivir a su matrimonio con ella. Ahora que lo pensaba, este era el momento perfecto para empezar con su plan.

- ¡Comodoro Weasley!- llamó Draco animadamente- ¡Me gastaría comunicarle que nos acercamos a la isla de Muerta!- con eso vio como Weasley se animaba y se acercaba a él, el pobre diablo pensaba que rescatando a Harry conseguiría los favores de Hermione, no creía que le costara convencer a Weasley de su plan.


Hermione no se lo podía creer, se la estaban llevando, todos esos hombres estúpidos habían hecho caso a Draco y, lo peor de todo, la iban a encerrar en un camarote, como si fuera una inútil, una damita tonta que no puede valerse por si misma. Draco iba a pagar por eso, estaba segura de que era su culpa, quería quitarla de en medio para que no pudiera avisarlos de que los piratas eran inmortales. Lo estaba intentando en ese momento, gritando y pateando mientras la metían en el camarote, pero lo único que consiguió fueron risas y burlas de los hombres que la escucharon.

Cuando cerraron la puerta tras ella sabía que estaban todos perdidos, no la iban a hacer caso y no iban a estar preparados. Tenía que salir de ahí, ella misma rescataría a Harry, que los hombres pelearan entre ellos, ella era más lista que ellos y no se iba a quedar de brazos cruzados esperando a que todo terminara. Y si veía a Draco por el camino, que se preparará para su cólera, no iba a tener piedad con él.

Hermione miró a su alrededor, estaba en un camarote muy lujoso, mucho mejor que el de Snape. Había muebles de madera tallada, candelabros de oro, un colchón cómodo con sabanas de algodón… Ahí es cuando Hermione se le ocurrió un plan, iba a hacer una cuerda con las sabanas para salir por la ventana sin que la vieran, después robaría uno de los botes y se dirigiría a la Perla Negra. Seguramente habría pocos piratas de guardia, siendo inmortales habrán salido todos a ver el espectáculo en vez de quedarse en el barco. Salvaría a la tripulación de Draco y ellos la ayudarían a salvar a Harry.

Mientras recogía las mantas, se sentó en la cama para empezar a anudarlas, casi deja lo que está haciendo al sentir lo blando que era colchón, llevaba sin dormir bien desde que había empezado todo este calvario. Se había mantenido en movimiento a base de miedo y adrenalina, pero ahora que tenía un momento de tranquilidad, se dio cuenta de lo cansada que estaba y de cómo le dolía el cuerpo. Tal vez tenían todos razón y debía quedarse en el camarote. Según le vino ese pensamiento lo desestimó, no podía quedarse ahí, no ahora que Harry la necesitaba, no creía que el comodoro y Draco fueran a salvarlo, cada uno tenía su propio plan y Harry solo era un daño colateral. Hermione siguió anudando las sabanas, ignorando su cansancio, iba a salvar a Harry costara lo que costara.


Draco acababa de desembarcar en la isla de Muerta, todo iba según lo planeado, solo tenía que convencer a Snape y hablar con Harry, esperaba llegar a tiempo y que no lo hubiesen matado ya, sentiría lástima por el hijo del único miembro leal de su tripulación. James Potter era un buen hombre y preferiría que no mataran a su hijo si podía evitarlo. Aunque Harry ya le había traicionado, tal vez sí se merecía un poco de sufrimiento, solo un poco.

Draco pensó en que podía decirle a Snape para que no lo matara según lo vio mientras iba avanzando por la cueva. Cada vez escuchaba más cerca los gritos de su antigua tripulación alentada por el discurso de su capitán, para que después le llamaran dramático a él.

- Disculpadme.- empezó a pasar entre la multitud Draco- Perdón.- todos le dejaron pasar, sorprendidos de lo que estaban viendo.

- Empezó con sangre… Y con sangre va a…- decía Snape con su característico arrastrar de palabras cuando por fin le vio- Es imposible.

- Yo diría, improbable.- respondió Draco llegando al frente.

- Draco.- le llamó Harry forcejeando con sus captores- ¿Dónde está Hermione?

- Está a salvo, tal como prometí.- le aseguró Draco, al fin y al cabo dudaba que pudiese hacerse mucho daño encerrada en los aposentes del comodoro- Se va a casar con Weasley, tal como ha prometido.- le informó mientras recordaba cómo habían llegado a esta situación- Y tú tienes que morir por ella, tal como prometiste.- recordándole sus palabras de cuando estaba preso- Todos somos hombres de palabra sin duda._ aseguró Draco viendo como Harry se marchitaba ante sus noticias- Excepto Hermione, que de hecho es mujer.

- ¡Cállate!- interrumpió Snape harto de la espera- ¡Será el siguiente!- gritó señalando a uno de sus hombres para que agarrara a Draco, después se volvía hacia Harry dispuesto a cortarle el cuello.

- No te conviene hacer eso, amigo.- intervino Draco antes de que pudiera matar a Harry.

- Pues yo creo que sí.- le contestó Snape mirándolo con irá.

- Será tu funeral.- murmuró Draco suficientemente alto como para que Snape le oyera.

- ¿Por qué no debería hacerlo?- preguntó Snape furioso, pero también curioso, Draco sabía que ya le tenía donde quería.

- Porque todo la Marina Real está esperando ahí fuera a que salgáis.- dijo Draco soltándose del hombre que le había agarrado y acercándose a Snape.

Pudo ver como Snape miraba alrededor, sus hombres estaban sorprendidos y aterrados, si quitaban la maldición y salían estaban muertos. En cuento le contara su plan iba a estar de acuerdo con él, era su única opción. Le convenció de que salieran sus hombres todavía malditos, y mataran a todos los hombres que encontraran fuera, así Snape podría ser el nuevo comodoro, con su propia flota de barcos. Lo único que le pedía Draco era que le devolviera la Perla y serviría bajo sus órdenes.

- Y claro, como contrapartida, querrás que no mate al muchacho.- respondió al final Snape después de pensar unos minutos su propuesta.

- No, por favor, mata al muchacho.- respondió Draco mirando a Harry al final- Pero todavía no.- esta vez no estaba hablando con Snape, esperaba que Harry fuera lo suficientemente listo para entenderlo- Es mejor que la maldición desaparezca en el momento oportuno.- prosiguió cogiendo un puñado de monedas del cofre- Por ejemplo.- dijo soltando una de las monedas- Cuando hayas matado a los hombres de Weasley. -otra moneda- cuando- otra- haya caído- otra- el último.- tiró la penúltima moneda mientras la otra se la guardaba sin que Snape lo viera pero, por su cara, estaba claro que Harry lo había notado.

- Lo tenías todo planeado desde el principio.- intervino Harry, distrayendo a Snape, parecía estar dispuesto a actuar un poco y ayudar a Draco- Desde que supiste mi nombre.

- Sí.- confirmó Draco, sabía que esta era su forma de preguntarle si estaban juntos en el plan, de saber si le iba a salvar.

A partir de ahí Harry no volvió a hablar, Draco tuvo que prometerle a Snape un porcentaje de sus futuros botines, pero mereció la pena. Por fin Snape mando a sus hombres a luchar. En la cueva solo quedaban tres hombres y ellos mismos, todo estaba saliendo como lo había planeado. Ahora solo tenía que esperar un poco más.