-¿Qué hacés, Albus? -Minerva le dio un beso en el cachete al viejo de pelo largo y barba blanca.

-Todo bien, ¿vos?

-Todo traqui, acá, espiando a los muggles -Minerva se encendió un pucho y miró al director a los ojos, preocupada-. Son re caretas, Albus. No podemos dejar al pibe acá…

-Qué le vamos a hacer, Minerva…

En ese momento, se escuchó el ruido de una moto bien potente con el caño resonando por avenida Pueyrredón y doblando la esquina.

-¡Motochorros! -gritó Minerva, haciendo ademán de salir corriendo.

-¡Pará, pará! -la frenó Albus-. Es el Hagrid, me parece.

La moto se frenó. Hagrid, un tipo gigante y peludo, se bajó. Tenía un bebé en brazos.

-¿Cómo andan? -los saludó a los dos con un beso en el cachete.

-¿Cómo anduvo el viaje, Hagrid?

-Una mierda, Minerva. Congestión en 9 de Julio. No llegaba más. Encima estaba todo cortado en la bajada de la autopista, otra protesta había…

-¿A las dos de la mañana?

-Escuchen -los interrumpió Albus, muy serio-. Acá nadie se puede enterar lo que pasó, ¿está claro? Todo este tema de los papás de Harry y el Voldemort es re turbio. Lo tenemos que tapar todo, ¿está claro? Acá no pasó nada, nadie sabe nada…

-Ya es tarde, Albus, ya llegaron los medios…

Señaló el televisor de un bar, donde el dueño iba cambiando de canal. En TN decía "bebé abandonado en una casa en ruinas". En C5N "encuentran un bebé herido con una cicatriz en la frente". En Crónica decía: "Dejaron a un bebé con una cicatriz en la frente. Unos cara rotas".

-Bueno, ya fue -dijo Albus-. Ahora lo que hay que hacer es esconder al wachin.

-¡No, Albus! -dijo Hagrid-. ¡Harry va a ser re famoso! ¡El Innombrable cayó gracias a él!

-¿Famoso? -dijo Minerva-. Pero Hagrid, no podemos dejarlo que se haga famoso…

-Si juega al Quidditch como el viejo, lo tenemos que meter de pibe ya a jugar -insistió Hagrid-. ¿Sabés qué, no? Messi un poroto. Nos llenamos de guita.

-Pero si se hace famoso, ¡lo va a querer Tinelli!

-¡NO! -bramó Albus, enojado-. ¡No podemos dejar que lo agarre Tinelli! Bajo ningún punto de vista…

-Lo va a querer meter en el bailando, Hagrid.

-Tienen razón. ¡Qué pelotudo fui! Sí, mejor escondámoslo con los tíos. No queda otra.

-Es lo mejor para él, Hagrid. No podemos dejar que se haga famoso y lo agarre Tinelli de tan pibito…

Así que decidieron de común acuerdo dejarlo en un canasto en frente de la casa de sus tíos, que vivían en Palermo.

-Son altos caretas -se lamentó Minerva, antes de marcharse-. Pero bue, esperemos que lo traten bien…


Bocha de años después

Harry estaba solo, caminando por la estación Constitución. Después de banda de años bancándose al forro de Dudley, que los viejos estaban cagados en guita y le compraban lo que quería, mientras a Harry le daban su ropa vieja y lo hacían limpiar la casa, y se iban todos juntos a Starbucks pero a él lo dejaban fregando los pisos; finalmente le había llegado su carta diciéndole que había sido aceptado en Hogwarts, y Hagrid le fue a decir que era un mago. Ahora estaba caminando solo por la estación, perdido.

-¿Dónde mierda estará la 9 y ¾? -se preguntaba, mientras pasaba por el andén que iba a Cañuelas-. La concha tuya, Hagrid, me dejás acá solo y no tengo ni puta idea…

Vio una señora gorda de nacionalidad boliviana, con muchos pibitos corriendo alrededor, comiendo un choripán al lado de un puestito de comida. La escuchó decir: "lleno de muggles, como siempre…"

Contento, Harry se acercó.

-¿Señora? -le preguntó-. Disculpe, ¿usted sabrá…?

-¿Tené una monedita, pibe? -le dijo ella, rascándose debajo de la axila.

-¿Cómo? No, no tengo…

La puso mala cara y se cruzó de brazos.

-¿Sabe dónde está la plataforma 9 y ¾?

-Sí. Ron, acompañalo. Dale. ¡DALE, PORQUE TE CAGO A PIÑAS!

-Sí, sí, mamá.

Ron fue al lado de Harry por los andenes de la estación.

-Mirá, es ahí -Ron señaló adelante-. Tenés que tirarte al pozo ese que hay entre el andén Temperley-Haedo y el de Berazategui-via Quilmes. A veces se cae algún pelotudo y le tienen que borrar la memoria y es todo un re quilombo. Che, ¿no tené una monedita, no?

-No, no -dijo Harry-. Bueno, gracias.

Más tarde, Harry viajaba en el Expreso de Hogwarts. El tren se caía a pedazos, y todos los alumnos iban parados porque no entraban, agarrados de las manijitas que colgaban del techo, todos apretados entre sí sin poder moverse.

-¡Este pibe me afanó! -gritó Terry Boot, señalando a uno de Slytherin de quinto-. ¡Me metió la mano en el bolso!

-¡Mentira, no hice nada, mentiroso! ¡¿Qué bardeas, guacho?!

En ese momento se abrió la puerta y entró un chabón con una guitarra recontra hecha mierda, conectada a un amplificador con autonomía propia y con un micrófono también.

-Buenas tardes, damas y caballeros -empezó el chabón-. Primero que nada, quisiera pedirles disculpas por las molestias que pudiera llegar a ocasionar. Con todo el respeto que se merecen ustedes, voy a tocarles una canción para alegrarles el viaje un poco.

Empezó a tocar. La guitarra sonaba como la mierda, pensó Harry. Parecía que en vez de cuerdas tenía hilos. Todos pusieron alta cara de culo y se quedaron en silencio, escuchando al flaco hasta que terminó la canción.

-Gracias, gracias, muchas gracias -dijo, aunque solo dos o tres lo habían aplaudido-. Ahora voy a pasar la gorra, y también esta canasta llena de panificados que hice yo mismo. Porque también pertenezco a un hogar cristiano. Como saben, no recibimos ningún tipo de ayuda del gobierno…

Harry trataba de ignorarlo, mientras charlaba con Ron, que iba parado a su lado.

-¿Sabés hacer magia, vos?

-No, más o menos -dijo Ron-. Mi hermano George me enseñó un hechizo, pero no sé si funca. A ver… -sacó su varita.

-Oh, ¿van a hacer magia? -preguntó una jovencita fea con cara de nerd que estaba sentada delante de ellos, tan pegados que le clavaba las rodillas a Harry-. Qué copado. ¿A ver?

Ron se aclaró la garganta y sacó de su bolsillo una rata que parecía desnutrida y la apuntó con la varita.

-Abra cadabra, patas de cabra, convertime a la rata en una comida que me cago de hambre.

Pero no pasó nada. El hechizo no funcionó.

-No creo que esté bien hecho -dijo la chica, petulante-. Me llamo Hermione.

-Es más fea que agarrarte el dedo con la puerta de la choza -le dijo Ron a Harry al oído. Este rió. La jovencita puso cara de culo.

Finalmente llegaron a Hogwarts. Era un edificio gigante y horrible lleno de humedad, parecía un cuadrado de ladrillo gigante a medio construir, en medio del conurbano bonaerense, cerca de Florencio Varela.

-Parece la cárcel de Devoto -comentó Hermione, mientras todos los alumnos de primero eran conducidos por Hagrid en unos carros blindados llevados por thestrals, para que no recibieran los impactos de las balas de un tiroteo que había en la calle que tenían que cruzar.

-Hola a todos -los saludó la vicedirectora McGonagall, una vez dentro, mirándolos con severidad-. Bienvenidos a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, la primera escuela de magia pública de América Latina, lo que nos enorgullece enormemente, trayendo la educación a todos y a todas, y a todes, desde 2010. Hogwarts fue fundada por el gobierno de la presidenta Cristina Kirchner. Y hemos sobrevivido a pesar de que el ex presidente Macri quiso cerrarla porque, según él, "¿qué era esto de escuelas de magia por todas partes?". Así que, gracias al cielo, seguimos abiertos y podemos brindarles una educación. Los lunes y los martes tendrán Transformaciones conmigo. Y los viernes, en vez de estudiar, tendrán que ir a las mazmorras a imprimir billetes de mil pesos con la cara de Eva Perón, porque el Banco Central no da abasto para imprimir billetes y nos pidieron una mano. Bueno, van a ir pasando todos al Gran Salón, donde el sombrero seleccionador los va a ubicar en una de las cuatro casas.

-Escuché que Slytherin está llena de caretas -le dijo Ron a Harry al oído. Se quedaron mirando a un chico rubio vestido con camisita a cuadros y pantalones de marca Levi's apretados, que miraba un iphone con sus dos amigos gordos y grandotes.

-Miren, es el nuevo video del Chano -decía el chico rubio, sonriendo-. "Chocando mi auto en tu corazón". Miren, el video de este iphone es 4K. Mucho mejor que la mierda de full HD que tienen los Samsung de los pobres, como ese bolita de allá.

-¿Qué mierda te pasa? -saltó Ron, enfrentándolo-. ¿A quién le decís bolita, pelotudo?

Harry lo tuvo que sujetar para que no se le tire encima. El chico rubio se rió.

-Dejame adivinar, a ver… Cara de boliviano, lleno de hermanos, todos igual de pobres. Vos tenés que ser un Weasley.

-¡Chupame la pija, hijo de puta! -gritó Ron, tratando de soltarse de Harry. El rubio se rió y se fijó en Harry.

-Vos, en cambio, me enteré que tu familia vive en Palermo, ¿no? -dijo. Harry no respondió. -Vos y yo podemos ser amigos, Potter. Pensalo bien. No te juntes con el bolita este, vení conmigo. Si sabés lo que te conviene. Este pobre te quiere chorear la guita nomás, vas a terminar culeándote a la hermana y con cuarenta hijos y los vas a tener que mantener a todos vos con la guita que te dejaron tus viejos, yo te aviso nomás, vos fijate.

-Andá a escuchar al Chano, salame -le dijo Harry. En esas volvió la profesora McGonagall y los hizo pasar al Gran Salón. El techo parecía tener algún tipo de encantamiento, porque estaba todo verde. Aunque mirando mejor Harry se dio cuenta de que eran hongos, por la humedad, que les goteaba en las cabezas.

Fueron pasando todos, y el director Dumbledore los miraba con atención desde la mesa de profesores.

-Cada vez hay más venezolanos -se lamentó, negando con la cabeza.

-¿Querés comprarme unos anteojos o unos relojes? -dijo un hombre senegalés a Harry, mientras le pasaba por al lado. Tenía una manta llena de cosas brillantes y anteojos. Harry vio que el costado del Gran Salón estaba lleno de manteros. Parecía Once.

Ernie Macmillan, un pibe paraguayo, fue a Hufflepuff. Igual que Abbot, Hannah, que era colombiana. Hermione Granger, la pibita fea del tren, fue a Gryffindor, donde los hermanos de Ron la recibieron contentos, y le pidieron plata. Le tocaba a Harry.

-Mmmm, difícil, muy difícil -dijo el sombrero seleccionador, en su cabeza-. Veo en tu cabeza que tenés cuenta de Instagram, y sabés hacer buenas selfies. Serías bueno en Slytherin…

-Por favor, no, Slytherin no…

-¿Estás seguro? No te gusta el reggaetón, preferís el rock internacional, te gusta el Lollapalooza, te cae mal la cumbia…

-Por favor, te lo suplico, Slytherin no…

-Bueno, si estás tan seguro, que sea… ¡GRYFFINDOR!

Todos empezaron a aplaudir, y Harry fue contento junto a los Weasley en la mesa de Gryffindor, donde todos le dieron palmaditas, muy contentos.

-¡Tenemos a Potter! -gritó Fred, muy contento-. ¡Tenemos a Potter! Potter, ¿tenés unas moneditas?

Las clases pasaron con normalidad. Aprendían Transformaciones, Pociones, Defensa Contra las Artes Oscuras y Cómo Salvar la Economía Argentina, una materia muy pero muy complicada que ni los profesores siendo magos podían resolver.

Halloween pasó sin pena ni gloria, porque era una fecha que a todos les chupaba bien un huevo. Sin embargo, ese mes pasó algo más grande que Halloween, Navidad y Año Nuevo todo junto: ese año se jugaba la Copa América.

-¡VAMOS, ARGENTINA, CARAJO! -gritaba Hagrid, revoleando una bandera por el aire en el Gran Salón. Estaba todo el colegio, había banderas celeste y blanca por todos lados y todos tenían la cara pintada con esos colores. Dumbledore soplaba una corneta y hasta Snape estaba emocionado. Habían puesto una pantalla gigante en la pared del Gran Salón y las cuatro casas estaban mirando ese partido de los octavos de final contra Chile.

-¡CORRÉ, MESSI, CORRÉ, LA RE CONCHA DE TU MADRE! -gritaba el profesor Flitwick.

Messi perdió la pelota, y todos gritaron enojados.

-¡VOLVÉ AL BARCELONA, HIJO DE PUTA! -le gritó Sprout.

-¡NO SERVÍS DE UNA MIERDA, PULGA! -vociferaba Madam Pince, la bibliotecaria-. ¡PONELE GANAS, PECHO FRÍO, PONELE GANAS!

Entonces Messi recuperó la pelota y metió un gol.

-¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!

Todos saltaron en sus asientos y el Gran Salón entero se vino abajo y quedó sumergido por el rugido de cientos de voces gritando de alegría a la vez. Todos se abrazaban, gritando y llorando de felicidad. Dumbledore y McGonagall se tomaban de los hombros y saltaban en el aire, ondeando una bandera de Argentina.

-¡TE AMO, MESSI! -gritaba Sprout ahora-. ¡SIEMPRE CREÍMOS EN VOS!

La felicidad era como si hubieran declarado la paz mundial. Pero de repente se abrió la puerta del salón de par en par y entró el profesor Quirrell, muy asustado, temblando de miedo.

-¡UN MONSTRUO! -gritó-. ¡UN MONSTRUO EN LAS MAZMORRAS…! -y se desmayó.

-La puta madre -protestó Dumbledore, mirando a McGonagall-. ¿Te vas a fijar vos?

-Chupame la concha, Albus -dijo ella, señalando la pantalla gigante-. Cuando vamos ganando justo, ¿no?

-Está bien, está bien -de mala gana, Albus se acercó a Snape-. Andá a fijarte qué pasó, ¿querés?

La furia de Snape no tenía explicación. Dejó de mirar el partido y se fue para las mazmorras, más caliente que el Kun Agüero en ese momento con el árbitro, que había pedido el VAR para revisar un posible penal para Chile.

-Mmmm, qué raro, ¿no? -dijo Harry, viendo cómo Snape pasaba sobre el desmayado Quirrell y hacia la salida-. Justo Snape va a ir a ver que pasó… Qué sospechoso…

-¡Harry! -Ron se dio cuenta de golpe-. ¡Hermione!

-¿Qué pasa?

-¡Que está en los baños! ¡Sola!

-Ron, sos un hijo de puta. Mirá que te vi pinta de violín eh, pero te vas a la mierda…

-¡No, boludo! ¡Digo que la va a matar el monstruo!

-¡Ahhhhhh! -dijo Harry, entendiendo-. Che, y encima se fue ahí por nuestra culpa. Vos le dijiste que tenía las tetas chiquitas y estuvo toda la tarde llorando. Pobre piba, si encima la mata el monstruo este.

-Tenemos que salvarla, Harry.

Salieron disimuladamente del Gran Salón, aprovechando la distracción que se armó cuando Chile metió el gol de penal y todos empezaron a putear a la vez, diciendo que el árbitro estaba comprado. Seamus Finnigan prendió todo fuego en un ataque de furia, y Harry y Ron se escaparon por el vestíbulo y por un pasillo.

-¡Acá! -Harry señaló a un baño, que tenía la puerta abierta. Y había un monstruo gigante y asqueroso que caminaba hacia allí, dando pasos torpemente, con un garrote en la mano y cara de estúpido.

Y era…

-No… puedo… creerlo… -dijo Ron, con la boca abierta de par en par, mirando al monstruo-. Pero si es…

-¡DIEGO MARADONA!

Maradona caminaba torpemente por el corredor, le chorreaba la baba y arrastraba los pies torpemente, con los ojos en blanco. Estaba tan gordo y gigante que parecía un troll de las montañas.

-Yooooooo… ehhhhhh… eeeeeeeeeeeee… esteeeeeeeeeeee -musitaba de forma incomprensible, mientras se tambaleaba por el pasillo y terminaba dentro del baño de chicas.

-¡Y está drogado como la mierda! -gritó Harry-. ¡Rápido! ¡Hay que salvar a Hermione!

Se metieron los dos juntos al baño justo cuando se oían los chillidos de la niña, que al ver al monstruo se metió bajo un lavamanos. Maradona alzó su garrote y trató de golpearla, rompiendo las cerámicas y llenando todo el baño de agua.

-¡Dejala en paz, monstruo de mierda! -Harry saltó sobre la bestia y se trepó por su espalda. Maradona empezó a tambalearse más, queriendo pegarle a Harry con el garrote, pero estaba tan drogado que no conseguía darle. -¡Rápido, Ron! ¡Tirale algún hechizo!

-¡Wingardium Leviosa! -gritó Ron, pero no pasó nada.

-¡Es Leviósa! -gritó Hermione, desde abajo del lavamanos, mientras Harry se movía luchando por su vida y sintiendo la baranda a alcohol y droga del gordo choripanero-. ¡No Leviosá!

Ron volvió a intentar, y finalmente el garrote se despegó de las manos de Maradona y le cayó sobre la cabeza, dejándolo inconsciente.

-¿Qué está pasando acá? -dijo Snape, ingresando al baño seguido de cerca por McGonagall y Dumbledore.

-Uy, culiao -McGonagall se llevó una mano al pecho horrorizada, al ver la escena.

-¿Así que ya dejaron de ver el partido? -dijo Hermione, saliendo de su escondite con temor.

-Sí, nos ganó Chile -se lamentó Dumbledore-. Otra vez eliminados, la re concha del mono. Bueno, Minerva, fíjate si podés sacar a Maradona de acá. Snape, llevá a todos los wachines a sus casas.

-Ustedes dos, ¿qué carajo hacían acá? -dijo McGonagall, dirigiéndose a Harry y Ron-. ¿Se querían hacer los héroes, no saben lo peligroso que es este gordo drogado? Podrían haber terminado todos embarazados y teniendo hijos suyos.

-Fue mi culpa -dijo Hermione entonces, y Harry y Ron se miraron entre sí muy sorprendidos. ¿Hermione Granger estaba echándose la culpa de algo que no había hecho, ante los profesores? -Profesora, yo pensé que podía contra él, porque había leído sobre eso en mis libros, y quise venir a hacerlo… Harry y Ron solo trataban de detenerme.

-Bueno, en ese caso… Señorita Granger, usted es una tarada. Tiene suerte de haber sobrevivido. Se van a descontar cinco puntos a Gryffindor. En cuanto a ustedes, Harry y Ron, lo que hicieron fue muy valiente, así que le doy cinco puntos a Gryffindor por cada uno de ustedes.

-Joya -dijo Harry, re contento.

-Todo esto que pasó fue re turbio -dijo Dumbledore, poniéndose serio-. Tenemos que taparlo todo, Minerva. Que no se entere nadie. Acá no pasó nada, nadie vio nada, ¿estamos?

Todos asintieron con la cabeza.

-Nadie sabe nada, no pasó nada, si les preguntan, ustedes no vieron nada -Dumbledore hablaba muy serio, mirando alrededor, con aspecto corrupto-. Tomen, tomen -les pasó fajos de billetes a todos, que tomaron muy sorprendidos, mientras se llevaba un dedo a los labios, indicando silencio, y le hacía señas a McGonagall para marcharse de allí.

Harry, Ron y Hermione se fueron juntos otra vez a la torre Gryffindor, que le decían torre pero era la columna del edificio donde estaban los tanques de agua, donde una cisterna que hacía subir el agua hacía un re quilombo toda la noche y no podían ni dormir, metiéndose los fajos de billetes en los bolsillos y mirándose entre sí con complicidad.

A partir de ese día, sin embargo, los tres se hicieron mejores amigos. Había cosas que unían a la gente, y recibir un fajo de billetes a cambio de su silencio por un viejo corrupto era una de ellas.