Veneciano lo hace, bajándose luego él detrás. Hay bastante viento que le vuelta un montón a Mónaco la falda larga vaporosa de tablillas que trae y le revuelve el pelo un poco.
—Marilyn —sonríe pasándose una mano por el pelo para que no le vuele mucho tampoco y Mónaco se ríe un poco.
—La verdad, odio los helicópteros por eso —responde mientras en chofer les guía hacia dentro. Él la sigue, claro, entrando detrás.
Al fin, entre gritos de para donde, el ponerles los audífonos, cerrar la puerta, terminan adentro y despegando en unos cuantos segundos. Veneciano sonríe porque hacer estas cosas le encanta.
—¿Quieres ver el puerto desde el aire? Ahora les pedimos que den una vuelta —Mónaco sonríe un poco al ver la sonrisa. Asiente y mira por la ventana.
Ella se le recarga un poco después de pedirle, para enseñarle y explicarle. (Alemania refunfuña con Mónaco y lo mucho que se le EMBARRA A ITALIA)
Él le pasa un brazo por los hombros, sonriendo. La verdad, ella se le recarga un poco más, señalando el hotel tal y el casino de más allá y la catedral, y la bahía.
Veneciano le señala un edificio de tejado oscuro que le gusta. ¿El... Ehm... museo nacional de Mónaco? Puede ser.
—Ahí está el museo del automóvil, creo que te gustaría. Y mira, allá... se toman las mejores fotografías.
—Es una ciudad muy hermosa.
—¿Te lo parece? Merci.
—Las callejuelas y edificios nuevos y viejos mezclados y el mar... —Asiente.
—A mí que me dices, me parece la ciudad más bonita del mundo, oui...
—La bahía es lo que la hace así como... en forma de media luna y las montañas alrededor... —sigue. Mónaco le mira a él y sonríe un poco más.
La verdad, se está tirando un poco el rollo. O sea, no es que Montecarlo sea feo, es decir, pues una ciudad costera europea como cualquier otra, pero hablamos de VENECIANO.
—Venecia es un lugar muy hermoso también —asegura ella.
—Deberías intentar construir sobre la bahía —bromea.
—¿Vas a enseñarme cómo?
—Nunca. A nadie —niega.
—Oh, venga ya... algo debo poder hacer para convencerte.
—¿Cómo qué? —se ríe.
—Pues... no lo sé. Alguna habilidad debo tener. Mostrarte el camino a lo desconocido.
—Más de una me parece que tienes.
—Eso ya se demostrará... pero esas habilidades no se venden.
—¿Y qué se hace con ellas?
—Se... intercambian.
—¿Por... conocimientos técnicos de arquitectura?
—Mmm preferentemente, no.
—Menos mal, creo que tú podría sonsacarme todos los conocimientos técnicos que quisieras —Se ríe.
—Que va, eso debes decírselo a todos.
—Ah, no es cierto, si no todo el mundo tendría ciudades sobre el agua.
—Eso no quiere decir que es verdad... creo que tú hablas mucho —le coquetea un poco.
—¿Y por qué crees eso? —levanta las cejas.
—Eres un seductor que envuelve a su víctima poco a poco.
—Sueno como una serpiente.
—¿Qué tienen de malo las serpientes?
—En el imaginario general no suelen ser muy... buenas.
—Bueno, no, pero son astutas y estéticas.
—Sí, eso sí.
—Aun así, no... Bueno, ya quisieran las serpientes.
—Si a ti te gustan... —se ríe con eso.
—Me parecen elegantes...
—Como para un bolso.
—O zapatos —ella sonríe con eso.
—Para pisarlas —se ríe.
—¡Venga ya! No seas malo —ella se ríe un poquito, tapándose la boca, mientras vuelan sobre el mar.
—Pues tú eres la que lo está diciendo.
—No quiero pisarlas... quiero que alguien más las pise y me haga unos bonitos zapatos con los que caminar por pasarelas.
—¿Te gusta modelar?
—Más bien me gusta comprar.
—Entonces lo de andar por pasarelas es solo por los barcos.
—He modelado algunas veces, igual —Mónaco le sonríe un poco.
—Para France, supongo
—También... —Mónaco se sonroja un poco —. Ya sabes que siempre está pidiendo a alguien para modelar su ropa.
—Todos los diseñadores sufrimos el mismo mal.
—Igualmente hay que darles cabida a las pobres modelos profesionales...
—Bueno, claro —se ríe.
—Que no lo hacen mal... —sonríe un poco de lado —. Aunque nunca hay que decirles eso que se les sube a la cabeza.
—¿A ti también?
—Bueno, depende de quién me lo diga.
—¿Quién? Quien te lo tiene que decir.
—Pues... bueno, una cosa es que me lo diga una persona cualquiera... otra es que me lo diga alguien con excelente gusto como tú.
—¿Qué pasa si te lo digo yo?
—Bueno... depende. Vamos que si me lo dices ahora que no lo has visto pienso que eres un adulador
—Y no queremos que pienses eso —arruga la nariz.
—No, no queremos eso —Mónaco se ríe un poco.
—Entonces no puedo decírtelo.
—No ahora.
—Tal vez si sales en la pasarela que organizamos...
—Solo si sales tú.
—¿Quieres que modele también o que diseñe tu vestido?
—Sinceramente ahora que lo propones...
—No pueden ser las dos.
—Oh, venga ya... por?
—Demasiado trabajo.
—Es la primera vez en que escucho eso en mi vida —Mónaco se ríe.
—La verdad, prefiero dedicar el tiempo a otras actividades.
—¿Como cuáles?
Levanta una ceja y le mira de reojito, sonriendo de lado.
—O-Oh... vaya. Yo también prefiero esas otras cosas—se sonroja un poco.
—Claro, ¿quién no?
—Pues... eso cree uno, ¿verdad? No quiero sacar su nombre otra vez pero creo que el si prefiere el trabajo, incluso a ESO.
—Hay gente que no sabe vivir.
—Y cuando convives mucho con alguien así como que se te pega... —Mónaco sonríe un poco.
—No es algo bueno para que se te pegue —la mira de reojo.
—No podría estar más de acuerdo.
—Alguna ventaja tenía que tener que te haya pasado esto.
—Sin duda —le pone una mano suave en la pierna y él sonríe—. Mira, creo que veo luces ya... —le señala al frente, sonriéndole también un poco
—En realidad no está lejos. Entonces... playa ¿y qué más?
—Seguramente hay algún sitio con actividad nocturna al cual acudir, ¿no?
—Seguro, si no siempre podemos colarnos en una fiesta.
—Oh, venga ya, no tenemos que COLARNOS. Nunca me he colado en ningún sitio.
—Otra cosa que arreglar —levanta las cejas.
—No es necesario, uno siempre puede conseguir que le inviten, o comprar su entrada.
—Ya, pero... ¿Qué gracia tiene eso?
—¡Pues toda! Estar ahí por las buenas, entrar por la puerta, barbilla levantada. ¿Qué gracia tiene colarse?
—La adrenalina.
—¿De qué te atrapen y te echen?
—De que consigas que no lo hagan.
—Supongo que... es un gusto adquirido eso —se ríe un poco.
—Empiezo a pensar que soy una mala influencia para ti.
—Sinceramente yo empiezo a pensar lo mismo —Mónaco se ríe—. Pero... A veces es necesaria una poca de mala influencia.
—Y a todo el mundo le gustan los chicos malos.
—Ya, bueno... eso —Mónaco se sonroja—. Quizás —sonríe de ladito.
—No me vas a convencer que no —se ríe.
—Así que eres un chico MALO —se ríe un poco y el helicóptero baja un poco de golpe, haciendo que estire la mano y le tome la suya sin pensar, dando un gritito.
Él se la toma y se la aprieta, acercándola más hacia si del hombro. Ahí se deja abrazar, desde luego, apretando los ojos un poco.
—Odio los helicópteros...
—¿Por?
—Siempre parece que van a caerse.
—Suena a excusa para arrimarte.
—Noooo —Mónaco se sonroja más y se separa un poco, carraspeando.
—Solo digo que lo parece. Anda, ven aquí —se ríe sin dejarla apartarse.
—Hace mucho tiempo que no hago esto con alguien... nuevo.
—¿No salías con más gente a veces?
—Sí, sí... Pero en general era algo un poco distinto.
—¿Por?
—Solían ser cosas un poco más del momento... Si salíamos a bailar con más gente y terminaban las cosas en... bueno, algo distinto.
—Oh, ya...
—No estoy diciendo que esto sea algo mucho más serio ni nada, solo... bueno, creo que quizás solo es porque sé que es algo nuevo.
—Tranquila.
—De hecho, sinceramente... no esperaba que esto terminara así.
—¿Y qué esperabas?
—Ajem... en gran medida que esto fuera pues, como debía ir, son los dos haciendo actividades laborales.
—Aún podemos hacer eso.
Mónaco le mira de reojo mientras alguien viene a sacarles del helicóptero porque ya están las cosas listas, el italiano se encoge de hombros y la suelta un poco.
—Aún podemos no hacerlo —Mónaco... no le deja ir tan fácil, pidiéndole un minuto al chico que viene por ellos y mirando a Veneciano a los ojos.
—¿No hacer qué? —él le sonríe.
—No, no eso —Mónaco se... humedece los labios—. Trabajar. No quiero trabajar. Estas son vacaciones.
—Ah, pues no lo hagamos.
—¡Bien! —le suelta del todo, sonriendo.
—¿Sabes? —Sonríe y se levanta para ir abajo—. Yo también tenía que lidiar con un workaholic, así que me identifico mucho contigo. Así que este plan de las vacaciones improvisadas parece excelente.
—Ciertamente no veo a Allemagne haciendo este tipo de cosas —Mónaco le sonríe también deteniéndose el pelo un poco.
—Exacto.
—Bueno, para eso estamos aquí... un grupo de apoyo para las víctimas del workaholism... —ella grita un poco para que le oiga encima del ruido mientras sigue un chico hasta un coche que les espera. Esta no es una limosina
Él se ríe, siguiéndola y Mónaco se sube igual a la parte de atrás sacando su espejito del bolso para peinarse
Veneciano tras ella dejándola hacer. El chofer si que les pregunta... a dónde van y Mónaco mira a Veneciano de reojo esperando que él decida.
—¿Tienes... bikini?
—Tengo lo que ves, yo no venía aquí... pero estoy segura de que alguien puede conseguirme un bikini.
—Lo decía por ir a buscar uno.
—Oh, vale... eso suena mejor.
—Aunque si prefieres podemos ir y que alguien nos traiga.
—Pensé quizás que en el hotel... ¿iremos a un hotel?
—Pues luego.
—Ahí pediré algunas cosas entonces, para mañana. Vamos al mar y haré que me traigan un bikini.
—Vale —le da el nombre de la playa al conductor, una cala de esas... escondidas.
El chico asiente, mirándoles por el espejo retrovisor y sonriendo un poco, porque es de ahí...
—¿Necesitan algo más? Oí algo sobre un bikini, bueno, me han... dicho que les ayude en todo lo necesario.
Uy, veneciano se va a empezar a enrollar.
—Mi asistente le llamará para darle detalles —responde Mónaco a quien... TODO le resuelve la asistente con solo decirle "necesito un bikini"
Veneciano la mira de reojo y se encoge de hombros diciéndole su talla.
Es que... ella no va a darle su talla con veneciano ahí!
Él sabe su talla ya
Ugh! Igualmente decirlo es... ¿Por qué la sabe? ¿Por tener buen ojo?
Sí.
Eso... lo discutirán más tarde. Ella le mira de reojo y se sonroja un poco, peinándose otra vez.
—Ehm... bueno.
Y al ver que vacila él le da la de ella. Exacta. Casi mejor de lo que ella la sabe. "O sea, así como... tiene una treinta y ocho de cadera pero debe llevar una treinta y seis de pecho, así que trae dos diferentes. Es una... ochenta y cinco copa B". Mónaco levanta las cejas y abre la boca
—¿No?
—M-Mon dieu! ¿Cómo sabes eso?!
—¿Cómo que como? ¿Cómo sabes que mis ojos son marrones?
—Pue a porque los veo, pero...
—Pues... —se encoge de hombros.
—T-Tienes muy buen ojo.
—Grazie —le guiña el ojo.
El chico les mira por el espejo otra vez y Veneciano vueeeeeeelve a enrollarse.
Mónaco le mira de reojo porque... es que maldita sea, guapo y con buen ojo. Y no podría parecerse menos a la suavidad de Luxemburgo. Aunque... es que es buen educado y se mueve con perfecta habilidad con la gente. Podría ser sumamente útil y conveniente.
Conveniente, que fría eres.
Ahora mismo, sí, un poco. Probablemente Italia ya le quitara lo frío.
Tal vez, calentarla seguro la calienta.
Es... muy probable, eso siempre funciona.
Sí... finalmente cuando ya aparcan frente a la cala Veneciano sonríe y se vuelve a ver a Mónaco, que está mirándole a él aun soñando un poco con lo conveniente y las pasarelas y la cara de Lux cuando les vea juntos
—¿Qué piensas?
—F-Funciona... —responde en un susurro sin siquiera mirar afuera, sino mirándole a él un poco encandilada.
C —¿Él qué?
—E-El... y-yo... Ehm... esto —parpadea y carraspea, mirando alrededor. Él le sonríe—. Ohh, mira... es bastante bonito.
—¿Te gusta?
—Aquí sí que nunca había venido.
—Es lo que tiene venir con un local.
—Lo que estoy empezando a ver es el... Plan con mañana.
—¿Maña de qué?
—Lo de la playa nudista... —espera a que el chofer les abra la puerta y se baja.
—No, hombre... es una cala privada.
—Justamente... cala privada y sin restricciones... ni bikini ¿De quién es?
—Es privada porque casi nadie la conoce y está alejada, no quedan muchas así —le toma la mano para llevarla hacia abajo—. Ya veras, hay que saltar por unas rocas.
—Saltar?! —Mónaco le siente calientito y... entrecruza los dedos con los suyos, apretándosela.
—Un poco.
—Como me caiga...
—Che? —levanta las cejas.
—¡Va a sabernos a todos muy mal! Créeme. A menos que me caiga sobre ti y de una de esas formas que solo pasa en las películas
—¿Y qué tal si... ? —se acerca y la levanta en brazos. Mónaco pega un gritito agudo y le abraza del cuello y(Alemania hace los ojos en blanco!)
Veneciano se ríe, sosteniéndola y va a mirar él de llevarla pasando por las piedras.
—¿Cargas a todas las chicas así? —Mónaco se le acerca y le da un besito en la mejilla.
—Solo a las que quiero una excusa para arrimarme —Veneciano la mira de reojo deteniéndose casi a la entrada de la playa.
—Sospecho que... eso es a muchas —Mónaco se ríe.
El italiano sonríe un poco... y no dice nada.
—Sospecho que voy a sufrir... —Mónaco se ríe un poco.
—No digas eso, no he tenido quejas hasta el momento —le baja los pies a la arena.
—No tanto por eso... sino por lo de las muchas chicas —no le suelta del cuello ni él de la cintura, acercándola más hacia sí y bajando una mano por su cintura un poco más de lo adecuado. Mónaco levanta las cejas.
—No veo a ninguna otra aquí ahora mismo —susurra.
—Es una p-playa —susurra Mónaco tragando saliva, notando ese estúpido encanto latino, que no es que no supiera que tiene, obviamente. Si es... todos ellos lo tienen, pero siempre han estado todos demasiado ocupados.
Le va a robar un beso y va a notar rápidamente que esta chica tiene bastantes ganas.
Vaaaale, ya vemos lo de la dificultad.
¡¿Cómo que ya ven lo de la dificultad?! ¡Es un beso nada más! Pero tampoco le va a dar un beso como si fuera de palo.
Pues ella dijo que no era una chica fácil.
Pues no lo es.
Vamos a ver si levantamos la falda...
Mónaco no deja de besarle, pero baja la mano y detiene su falda en su sitio.
Oh, venga ya... se ríe.
—No vas a meterme mano con solo un beso... —Mónaco sonríe un poco, separándose.
—Ooh —carita triste fingida.
—Se exactamente lo qué pasa si hago eso...
—¿Qué pasa?
Mónaco le sonríe y le da un besito suave en los labios. Lo que quiere es que la persigas un poco.
—Si lo que quieres es llevar tú el ritmo...
—¿Mjm? —otro besito
—Me parece bien siempre que se parezca al mío.
—¿Y si no se parece al tuyo? —sonríe un poco, de lado.
—Lo presionaremos un poquito.
—Vale —Risita—. Por lo pronto... quisiera saber un poco más de ti
—¿Cómo qué? —se ríe también.
—Bueno, no sé... me has contado hace rato que estás reinventándote.
—Sí, ven, vamos a sentarnos por aquí en lo que llegan.
—Sí, no creo que tarden mucho —asiente.
—Pues lo que paso es que G-Germania... Yo he estado enamorado de él desde la infancia.
—¿Y si estabas... enamorado? —Mónaco se agacha para quitarse los zapatos con gracia, escuchándole
—Sí.
—¿Y él?
—Pues por lo visto no —se quita los zapatos él también.
—Ugh... eso es feo. Yo creo que yo estuve alguna vez enamorada de Luxembourg... aunque creo que el problema era más bien de los tiempos entre él y yo.
—¿Tiempos?
—Pues en una época yo estaba muy segura de todo esto y él... no. Y creo que en otra época él estaba más seguro de esto y yo no.
—Oh, ya veo.
—Y bueno, ahora está el idiotizado con ese inútil.
—Sí, Germania también.
—¿Dónde la conoció?
—Cuando la boda de il signiore y Svizzera.
—¿¡En serio?! ¿Llevas soltero todos estos años y yo apenas me entero?
—Pues estaba... intentando que reaccionara, pero ya me he cansado de esperarle —Se ríe con eso.
—Aun así... en todos estos años y él te sigue persiguiendo...
—No, él lleva ignorándome todo este tiempo, haga yo lo que haga —La mira.
—Es que siento que con Lux pasa algo semejante... solo que no estábamos separados, pero... lleva mucho tiempo ignorándome también.
—Aunque Lux ignora a todos todo el tiempo.
—Y eso me debe hacer sentir mucho mejor? —sonríe de lado.
—Pues... implica que no parece algo personal.
—Ya... o sea pero como si yo fuera cualquier.
—No digo que lo seas, pero implica que él no se da cuenta.
—Ya... bueno, pero yo le he dicho cientos, no... MILES de veces. Me he enfadado con el tantas y TANTAS veces.
Veneciano suspira porque él también.
—Y me enfado y hace algo y lo cambia y luego... pasa la siguiente vez y lo vuelve a hacer igual. Es... es qué hay un momento en que es... desconsolador.
—Por lo menos hace algo y lo cambia por un rato.
—Allemagne no?
—No había hecho nada hasta hoy.
—¿Cómo supo que vendrías?
—Yo qué sé.
—¿Le echas de menos?
—Ahora ya no —aprieta los ojos
—Hmm... no pareces muy convencido.
—¿Tú crees? —la mira.
—Pues ese... gesto —ella se encoge de hombros—. Me ha parecido. Aunque no me sorprende, creo que hay cosas de Lux que extrañaré para siempre, solo por... haber estado juntos tanto tiempo.
—¿Cómo qué?
—No he conocido a nadie más que... vea el mundo como nosotros. Todo el estilo de vida, él es el que tiene un estilo de vida más cercano al mío —Mónaco suspira.
—¿Qué estilo de vida llevas tan complejo?
—Pues... todo este asunto de revistas, paparazzis, vida pública.
—Ah, eso siempre es un poco... —hace un gesto vago.
—Quoi?
—La prensa, es cansado.
—Justamente... Lux y yo llevamos años con un perfecto balance de la prensa. Como un engranaje que funciona a la perfección... oh, eso me recuerda...—saca su teléfono—. Oh, mira... Lili ya me ha mandado el video que le pedimos...
—¡Oh! —se frota las manos y se acerca, sentado en la arena junto a ella.
Espero que el haya puesto su saco para que se siente o no hay manera alguna en que ella se haya sentado ahí con su falda Gucci
¿Porque no? ¿Planea volver a ponérsela acaso?
No en realidad, pero... Ugh, vale...
Jaque mate.
—Ugh... no sé si quiero verlo —igualmente pone play y le mira de reojo.
—No tenemos porqu... ala!
—Bueno, quiero ver si realmente le va a destrozar la vida como pretendo —arruga la nariz al notar a Gales acostado en una cama...
—Ugh... Por lo menos hay que valorar el mérito, Egipto no hace esto tan fácil.
—Ugh... a-ah... ¿no?
—Para nada —niega con la cabeza.
—Asumo que te lo ha hecho... ¿esto ocurrió MIENTRAS estaba casado con Galia? Ughh... las caras. Dime, ¿¡qué le ve?!
—Pues no está Galia por ahí, me ha parecido que salía antes. Habrá que cortarla.
—Eso no lo tienen que poner... exactamente. En serio este chico es... UGH —al primer gemido de Gales y echada atrás de cabeza, cierra el video.
—Ya... todos ellos son feos.
—No soporto esto... espera —toma el mail de Lili y lo reenvía a su asistente, escribiendo un poco sobre el plan y pica send... Gales siente una contracción en el universo.
—Pues... ahí está. Hecho—sonríe él.
Mónaco sonríe... se le acerca, y le da un buen beso. Veneciano levanta las cejas y se lo devuelve.
Mónaco se separa después de un poco, sonriendo de ladito. Veneciano se relame un poco y Mónaco se aclara la garganta.
—Aja?
—Creo que eres... exactamente lo que necesito —se gira a mirar al mar, pasándose una mano por el pelo.
—Ese es un gran cumplido.
—Puedo ofrecerte... cumplir las cosas que requieras a cambio de que tu cumplas las que yo requiero —le mira de reojo y se mueve el pelo hacia un lado, sabiendo bien que este ángulo y el pelo así, la favorece bastante.
—Que romántico... —responde un poco sarcástico.
—Soy... un poco pragmática en esto. No es que no te ofrezca la parte romántica... —se ríe un poco —. Pero mentiría si te dijera que esto solo va por lo romántico y no por lo conveniente.
—Bien, veamos... ¿qué... cosas requieres?
—Un hombre que tenga tiempo.
—Bueno, eso parece razonable.
—Que haga todos los eventos sociales necesarios.
—¿Organizarlos o asistir?
—Bueno ayudarme a organizarlos o asistir. Ser... oficialmente una pareja.
—Eso tal vez es un poco demasiado para una primera cita —Se ríe.
—Ya, bueno... sin duda.
—Pero ¿qué más?
—Un... hombre.
—¿No te gustan las chicas? —Se ríe.
—No. Por eso me refiero a un hombre que haga sus labores de hombre.
—Pues... las chicas tienen su gracia, te pierdes algunas cosas.
—Mmmmm ya... —levanta una ceja—. ¿No crees que conmigo misma es suficiente?
—¿Tú crees? ¿Se te da bien arreglarte sola? —se ríe porque no parece convencida.
—No, se me da bien arreglarlo con un hombre. Lo que creo es que yo ya llevo las cosas femeninas a la situación...
—Vale, vale —levanta las manos sonriendo.
—Seguro tú has cumplido esas fantasías con veinte chicas a la vez.
—Bueno, no veinte, pero.
—Diecinueve.
—¿Vas a ir bajando el número hasta que te diga cuantas? Igualmente no responderé a eso.
—¿Y eso por? —Mónaco se ríe un poquito.
—No parece ser una buena idea.
—Chico listo.
—¿Y tú qué? ¿Más de treinta?
—¿¡A la vez?! ¡No!
—¿Más?
—Hombre, pero ¿quién me crees?
—Una chica bonita y con clase, una embaucadora seguro —se ríe.
—¡Embaucadora! ¿Y a quién embauco?
—Probablemente a todo el que quieres. Ahora mismo, a mí.
—Embaucarte parece el colmo ¿Para hacer qué?
—Aun no lo sé, pero definitivamente es lo que está pasando.
—Que va, si más clara no puedo estar siendo.
—Eso es parte de... la embaucación —se ríe.
—Anda ya... ¿Cómo? —Mónaco le sonríe pasándose una mano por el pelo.
—Pues probablemente para que me confíe.
—¿Y lo estamos logrando?
—Sí.
—Vale... embaucadora sí que no me habían dicho antes, pero lo acepto —Mónaco sonríe de lado—. Quizás intente embaucarte a algo más complejo.
—¿Cómo a qué?
—Podemos pensar en cosas más grandes, que sean convenientes para ambos. No lo sé... lo que REALMENTE necesitamos. Pero esta no es charla para la primera cita.
Italia levanta las manos y sonríe de ladito, cuando llega el ayudante con los bañadores.
—Oh, mira... ha tardado —ella le da una mano para que la ayude a levantarse
—¡Sí! —se levanta y tira de ella. Mónaco se levanta y va detrás, sin soltarle hasta el chofer.
El chico trae algunas cosas en una bolsa, se les acerca.
—¿Has conseguido todo? —pregunta ella.
—Si no, yo ya no me espero más —Veneciano le sonríe.
Ella sonríe y el chico mira a Veneciano... le sonríe un poco y le cierra un ojo, cómplice.
—Venga, seguro que valdrá, ¿qué has traído?
—Un bikini para la señorita y un traje de baño para usted.
—A verlos.
Hay un pequeños bikinis dentro... las piezas. Uno color coral y otro verde claro. Hay también dos toallas y una blusita transparente con mariposas impresas y el bañador de él que es uno pequeñito. Veneciano los saca de la bolsa.
—Retírate —hace un gesto Mónaco.
Él la mira de reojo. El chico vacila un poco y lo hace mientras Veneciano empieza a quitarse la camisa.
Ella elige uno de los dos, poniéndoselo con suavidad y cuidado por debajo de la falda, la parte de abajo. Para la parte de arriba sin mucho miramiento se quita toda la ropa, incluyendo el sostén y poniéndose el que le han traído.
Veneciano entonces se detiene a mirarla. Ella le ignora un poco, sonrojándose levemente pero haciendo como que no pasa nada.
Sonríe de ladito.
Ejem... todo está en orden, no nos molesten. Ella le mira de reojito ya que tiene la prenda puesta.
—Tienes un cuerpo precioso —Sonríe más.
Mónaco se pasa una mano por el pelo y le sonríe, porque... si algo no tiene, es complejos sobre su cuerpo. Fruto de años y años de tratamientos, cirugías y esfuerzos, no va a decir que no, pero sabe... que sí, tiene un cuerpo precioso.
—Merci... tú no te quedas atrás.
Le guiña un ojo y se baja pantalones y calzoncillos.
Vale, se le van los ojos del todo a ella.
—No me mires así, tú eres la que no ha querido ir a la nudista —le da un poco la espalda y se ríe.
—No te muevas —pide ella de repente.
Italia levanta las cejas y se detiene. Mónaco se le acerca por la espalda.
—Nadie dijo que tú no pudieras ir a la nudista —le pone una mano en el culo.
—Oh... está bien —se incorpora un poco y lanza el bañador que iba a ponerse por ahí.
—Vale, vamos a nadar —Mónaco se ríe, dándole una palmadita.
La toma de la muñeca y se acerca a besarla. Mónaco levanta las cejas porque no esperaba eso, dejándole hacer.
Al cabo de un poco se separa y Mónaco se relame, yéndose un poquito detrás y sonriendo.
—No creerás que voy a dejar que me hagas bañarme desnudo y tú estés tan tranquila...
—Quiero asumir que tú tampoco vas a estar tan tranquilo...
—Lo cual también es injusto.
—No tiene nada de injusto... —sonríe de lado—. De hecho he tardado como menos de un segundo en convencerte, me da que a ti te gusta ir así, al natural.
Italia se ríe.
—Ni siquiera puedes negármelo —ella se ríe otra vez —. Anda, vamos a meternos.
—Eso no le quita lo injusto de todos modos —ahí va.
—Es injusto para mí.
—Al contrario, debería taparte los ojos.
—Tendría entonces que usar las manos.
—Pero sería lo justo, si yo no puedo ver, tú tampoco.
—Tú ves mejor que la mayor cantidad de personas.
—No veo a través de la ropa.
—Dicen que es mejor lo que uno pueda imaginar...
—Más argumentos para vendarte los ojos.
—Me parece que no tienes ni con qué —se ríe un poco, metiendo los pies hasta los tobillos y girándose para mirarle a los ojos.
—¿Qué no? Voy por una de mis prendas.
—Tú no vas a ningún lado —le sostiene de las manos.
—Entonces voy a tener que usar mis manos.
—Nadie te está impidiendo esto... aunque cuando lleguemos adentro del agua, tú, yo, tus manos y las mías… Dará lo mismo. El agua cubre todo y ya es igual, desnudos o no.
—Más o menos.
—Igualmente puedes taparme los ojos si quieres —Mónaco le sonríe.
Veneciano se le acerca por la espalda y lo hace, suavemente.
Mónaco se ríe un poco poniéndole las manos sobre las suyas.
—Mientras mis manos están aquí, no tienes que preocuparte de que estén por otros lados —le susurra al oído dándole un escalofrío.
—Y por lo visto eso es bueno —se le relega un poco.
El chofer que les alta traído hasta ahí, les toma varías fotos con su celular mientras están ahí haciendo el tonto
—Solo cuando no eres una chica fácil —va a ir a morderle un poquito la oreja.
—Y-Yo no soy u-una chica fácil, tú eres una serpiente —le deja.
—Suena peor cuando lo dices así.
—No dije TIENES una... serpiente o cualquier eufemismo que te estés inventando —se gira un poco hacia él.
El italiano sonríe de ladito destapándole un poco los ojos y ella se ríe suavecito.
Veneciano le hace una caricia en la cara. Ella le sostiene la mirada y se humedece los labios haciéndole sonreír un poco más y va a ir bajando la caricia por el mentón y el cuello.
Ella mueve las manos hasta su pecho, a lo que él se humedece los labios y baja la mirada a donde le está acariciando con las manos, para ver si... reacciona.
Sí que lo hace. Mónaco puede ser fría para ciertas cosas pero... no para esto. Le acaricia también y si acaso se le acerca un poquito.
Así que ahí va a besarla otra vez.
Ella le responde el beso acariciándole el pecho y abrazándole del cuello. Para cuando te des cuenta ya no llevas sujetador del bikini y con un chico fotografiándoles. Maravilloso. Igualmente Mónaco no se da cuenta, porque maldita sea, este chico no se queda atrás de Francia en lo absoluto,
Pues... Van a estar un ratito en eso hasta que... bueno, Veneciano desee traer bañador o meterse al agua fresca. Aunque no creo que funcione.
Donde quiere meterse no es al agua. Guiño, guiño. Ni está fresco... si bastante húmedo. Vamos a ver si se humedece más con un poco de juego de dedos.
Cielos, eso no se lo espera así tan pronto.
Puedes quitarle.
Mónaco da un saltito e Italia le mira a la cara.
—T-Tienes dedos largos... —Ella traga saliva, y es que n serio no es que no... Esté dispuesta.
—¿Te molesta?
—N-Non, solo... —mira un segundo alrededor —. No es algo que suela hacer así. ¿Es un lugar seguro?
—¿Seguro?
—Paparazzi...
—Ah, no lo sé.
—Vamos más adentro del agua —propone tirando de él—. No quiero un video sexual mío mañana en todos los medios.
—Pero es que dentro del mar... No te va a gustar como se siente con el agua salada.
Mónaco mira alrededor y es que... en efecto, no hay nadie.
—¿Quién es el encandilador ahora? —pregunta ella sonriendo un poco.
—No, no, lo digo en serio.
—Ya, ya lo sé qué... se discreto, ¿vale? —ella baja la mano y le roza a él un poco... sus propias regiones vitales.
—Vamos a las rocas de ese lado.
Mónaco le mira y asiente, porque... maldito. SÍ que le tiene ganas.
Veneciano le toma de las manos, sonriendo y tira de ella, a pesar de estar visiblemente preparado. A ella se le van los ojos, la verdad, y quizás en otro momento no dejaría que nada de esto pasara, pero es que... siente que requiere esto. Punto. Liberarse un poco de todo.
Pues ahí se van... El chofer protesta porque ahí no les ve. La magia de los latinos.
No lo va a ver ni él ni nosotros.
