Capítulo 1 – ¡No soy su novio!

Era un día tranquilo y soleado en la gran ciudad de Loguetown, era bien conocida por ser la última isla de East Blue más cercana al Reverse Mountain, antaño era una locura cruzarlo para ir a Nuevo Mundo, pero ahora, gracias a los avances tecnológicos y logísticos lo habían modificado de tal manera que era casi como una atracción turística para los cruceros que querían atravesar el curioso paso. Eso también había hecho que la ciudad aumentase a nivel turístico, la capital se nutría casi toda del puerto por su mercado, puestos comerciales y restaurantes, aunque el resto de la ciudad tenía suficiente interés para que la gente se adentrase y ver la plaza donde se ejecutó en la época de la piratería al gran Gol D. Roger.

Todo aquello quedó muy atrás, ahora la gente vivía feliz en la era dorada de la tecnología, iba de un lado para otro, metidos en sus asuntos o con la nariz pegada al teléfono móvil sin ser conscientes de las personas que pasaban por su alrededor y eso molestaba al peliverde que los iba esquivando entre gruñidos al ir estos tan distraídos que ni se daban cuenta de que se chocarían contra él mientras su compañero reía y jugaba a esquivarlos como si de un videojuego se tratase.

— ¿Por qué no podemos hacer como siempre y pedir una pizza para comerla en mi piso? – preguntó molesto de tener que ir a algún lado – Odio ir a restaurantes, mucho ruido, mucha gente y más en verano por el calor y el exceso de turistas.

— Shishishi, eres como un viejo huraño. – se rio el moreno de ojos enormes, bajo su ojo izquierdo había una pequeña cicatriz y una enorme sonrisa traviesa le daba un aspecto bastante juvenil a pesar de que solo se llevaban dos años de diferencia. Vestía unos vaqueros piratas hasta mitad de pantorrilla y una camiseta roja algo desgastada, cubría su cabeza bajo un sombrero de paja – No iba a renunciar a una comida gratis, tiene pinta de que todo es delicioso.

— ¿Y por qué tengo que venir yo? Prefiero quedarme en casa, allí puedo tomarme una cerveza tranquilamente y dormirme en el sofá si me da la gana. — No es que fuese incómodo con la ropa que llevaba, camiseta blanca y un pantalón de chándal verde oscuro que usaba a menudo como muda de cambio de su uniforme habitual para no llevarlo puesto fuera del trabajo que llevaba guardado en una bolsa de deporte que colgaba en su hombro.

— Torao está ocupado y yo ya no podía aguantar, no quiero que pase demasiado tiempo y ya no valga la invitación. – hinchó sus carrillos de forma muy graciosa – Además, el cocinero es muy majo y quiero que sea mi amigo.

— Deja de recoger gente rara para el grupo, Luff. – suspiró exasperado junto a un chasquido de lengua – El último que vino parecía un jodido payaso y por una vez la bruja y yo estuvimos de acuerdo de echar a ese cretino. Suerte que él mismo jamás volvió a aparecer.

— Pues era un tipo divertido. – se encogió de hombros echando de menos sus extravagancias – Te digo que este te va a gustar. ¿Cuándo me he equivocado yo, Zoro?

— No me hagas sacar la lista.

Luffy rio de nuevo y por fin llegaron a su destino, un pequeño restaurante de barrio en el que su letrero algo desgastado y con la pintura algo decolorada por el sol, se podía leer perfectamente "Baratie". Tenía una pequeña terraza con cuatro mesas ocupadas bajo un toldo azul marino a rayas blancas, un camarero estaba tomando nota a unos clientes a los cuales les dio las gracias tras recuperar las cartas de platos y entonces prestó atención a los recién llegados.

— Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles?

— ¡Hola, me llamo Monkey D. Luffy! – se presentó el moreno — ¿Está Sanji? Me dijo que podía venir con mi novio a comer.

— ¡Ah, usted es el del otro día! – sonrió al recordarlo – Claro, ahora mismo le aviso. Entren, han tenido suerte, acaba de quedarse una mesa libre.

— ¡Genial! – celebró Luffy siguiendo al camarero.

El local era espacioso, nada más entrar había un pequeño recibidor donde otro camarero les dio la bienvenida. Las paredes estaban llenas de decoración marítima, cuadros de barcos, algunos salvavidas, figuras de peces, ... En el centro de la sala había una enorme columna redonda rodeada de una escalera de espiral que daba al piso superior y al fondo unas puertas batwing blancas de las cuales entraban y salían los camareros que daba acceso a la cocina. El camarero les situó cerca de esas puertas al ser la única que quedaba, les dio una carta a cada uno y les pidió que esperasen antes de adentrarse a la cocina.

— Shishishi, me muero de hambre. Me pediré un plato de cada uno de lo que haya.

— Pobre del idiota que decidió invitarte a comer, se va a arrepentir. – se mofó Zoro con una sonrisa ladina en la cara observando el menú.

— Dijo que eso no era problema. – mantuvo su sonrisa mientras bailoteaba en su silla echándose hacia atrás y hacia delante apoyándose solo en dos patas de la silla mientras tamborileaba sus dedos en el mantel pulcramente blanco.

— Ya verás como no lo vuelves a ver después de arruinarlo. No toques el florero, no se comen. – azotó su mano que ya estaba estirándola para tocar uno de los pétalos.

— ¡Ay! – sacudió la mano del golpe y se dio un besito a si mismo en la zona afectada – Eres malo Zoro... ¡Oh, ahí está! ¡Hola, Sanji!

— ¡Has venido, mi héroe! – saludó alguien detrás de Zoro.

Solo por ese saludo, Zoro ya puso los ojos en blanco, lo que faltaba, que alguien le diese coba a la fantasía de Luffy. Estuvo a punto de soltar una bordería cuando se fijó entonces en el famoso Sanji. Se quedó congelado ante esa apariencia principesca, cabello rubio como el oro que caía grácilmente sobre su ojo derecho en un flequillo que le llegaba hasta el pómulo, el resto de la melena acariciaba en ondas con suavidad la parte alta de su nuca. En sus labios había una sincera sonrisa llena de ilusión por ver a Luffy (todavía sin entender el porqué), eran rosados y finos, en las comisuras se le dibujaron unos pequeños hoyuelos y en la barbilla había una perilla rubia oscura que reafirmaba que era un hombre, porque sinceramente nunca había visto un hombre tan guapo como ese y sin duda esos ojos azules eran puro océano y cielo mezclados, eran tan bonitos que pensó con seguridad que se trataban de lentillas. Debía de tener más o menos su edad, unos veintinueve, quizás un poco más joven.

Al igual que su cara, el cuerpo también era muy principesco, hombros anchos y cintura estrecha envueltos en una camisa blanca de manga corta, su piel era blanca, sus músculos algo tonificados y sus piernas eran jodidamente largas embutidas en un pantalón azul claro ¿era posible que alguien pudiese tener semejantes piernas?

Zoro se había quedado sin habla, totalmente flechado de aquel desconocido mientras Sanji y Luffy mantenían una conversación de la que él no era partícipe en absoluto, todavía estaba asimilando la belleza de ese tipo.

— Realmente me alegra que hayas venido al Baratie, no sabía si de verdad vendrías o no. — continuaba la conversación Sanji con esa sonrisa que haría desmayar a cualquiera.

— ¡Te prometí que vendría y yo siempre cumplo mis promesas! — mostró todos sus dientes siseando su peculiar risa — Ah, deja que te presente. — señaló hacia el peliverde — Él es Zoro, mi...

— ¡No soy su novio! — gritó de repente.

Lo hizo tan alto, que la mayoría de las personas allí presentes giraron en dirección a este en silencio y Zoro solo quiso estrangularse con su propia estupidez y salir cagando leches de allí. No obstante, lo único de lo que fue capaz es de cambiar su tez morena a una roja muy oscura.

— Oook, de acuerdo. — cortó Sanji el silencio riéndose entre dientes mientras Luffy reía a carcajadas, el resto de clientes volvió a sus conversaciones.

— ¡Shishishi, iba a decir amigo! — palmeó la espalda de su azorado compañero — Torao no ha podido venir y no quería esperar más a por tu deliciosa comida.

— Es tu palabra, no la mía. Cuando la hayas probado entonces sabrás a ciencia cierta de que no te has equivocado. — estiró su espalda con orgullo.

— ¿D-De qué os conocéis? — se atrevió a interrumpir Zoro.

— Oh, el No-novio sabe hablar. — se burló Sanji con su bonita sonrisa mirándole directamente a los ojos y Zoro fingió ponerse a leer la carta — El otro día hubo un pequeño incendio en una de las mesas de la terraza, un niño se apoderó del mechero de su padre y le prendió fuego al mantel. De la nada, como todo un super héroe, apareció Luffy gritando "¡Yo me encargo!". No le tembló el pulso cuando tiró del mantel para tirarlo al suelo y pisotearlo tras arrojarle el enorme refresco que llevaba en las manos.

— Shishishi, soy bombero. Estoy acostumbrado al fuego, no me da miedo. Aunque fue una lástima perder el refresco, estaba rico.

A Zoro se le olvidaba a veces ese pequeño detalle, alguien tan alocado como era Luffy siempre sorprendía cuando revelaba su oficio siguiendo los pasos de su hermano mayor en cuanto acabó el instituto, se apuntó a la academia de bomberos y en cuanto salió consiguió su plaza en Loguetown, desde entonces, que vivía en la ciudad a pesar de ser de Foosha.

— Por eso te invité a comer, - respondió el hermoso rubio – si no llega a ser por ti a saber si alguien hubiese acabado herido. Vamos, pedid lo que queráis. ¿Habéis pedido ya la bebida?

— Todavía no, yo quiero leche. — respondió Luffy — Y de comer quiero mucha carne.

— Hmm poco amigo de las verduras, ¿eh? De acuerdo. — asintió y dirigió su atención al silencioso comensal — ¿y tú?

— Oh... ah, cerveza... arroz. — sinceramente no había leído nada de la carta, no supo si lo tendría, pero al mirar la ceja rizada levantarse hasta casi el nacimiento del pelo, miró alrededor y añadió — Pescado.

— Sí hablas tan deprisa, no puedo seguirte el ritmo, No-novio. — se burló de nuevo de él y su evidente vergüenza — Puedo trabajar con eso. Enseguida traerán las bebidas, luego volveré. Hasta luego.

— ¡Hasta luego, Sanji! — se despidió Luffy tras el guiño de ojo del rubio al recoger las cartas y habló a Zoro — Shishishi, eres muy divertido, Zoro.

— Joder, cállate. He quedado como un completo idiota. — masculló apretándose la cabeza con fuerza hundiendo su cara en el mantel que olía a limpio — Va a pensar de mí que soy retrasado.

— Bueno, no eres muy listo.

— No eres quien para hablar sobre ello. Deja de hurgarte la nariz.

— Ains. — detuvo su exploración — ¿Por qué te has puesto tan nervioso?

— ¿Por qué no me habías dicho que el maldito cocinero parece un modelo?

— ¿Era necesario? — ladeó la cabecita sin entender.

— Olvídalo. — murmuró ahogándose en su propia miseria.

Luffy se encogió de hombros y dio un largo trago a su bebida cuando el camarero trajo la de los dos, Zoro se la tomó de golpe e inmediatamente pidió otra cerveza sorprendiendo al camarero que simplemente asintió algo perplejo por ver a alguien capaz de beberse una jarra en menos de dos segundos.

Ante la segunda copa, Zoro dio otro trago en cuanto apareció, el camarero dudó un poco en si tendría que traerle otra más, pero esta vez se detuvo al llegar a la mitad, entonces se retiró dejando sumergido al pobre peliverde en sus pensamientos, ideando alguna frase perspicaz, divertida... o simplemente coherente para cuando Sanji regresase mientras Luffy le contaba a saber qué, pues no estaba prestando atención.

Para su desgracia, no estaba preparado cuando el cocinero reapareció cargando con sus comidas.

— No os atreváis a no comeros la ensalada. — les regañó al ver que seguía intacta, Zoro ni se había dado cuenta de que ya la había traído antes el otro camarero. Delante de Luffy dejó una enorme bandeja — Me dijiste que eras de buen comer, así que te he traído media fuente de canelones de carne a la carbonara. Si te sobra puedes llevarte lo que sobre a casa.

— ¡Qué bien huele! — olfateó el humo que había frente a él y no dudó en comerse uno, aunque estuviese ardiendo — ¡ESTÁ DELICIOSO!

— Jeje, gracias. Por favor, respira. — le pidió al ver que se daba un atracón — Y para ti esto: Unadon — fue el turno de colocar frente a Zoro su comida, una base de arroz blanco y encima un filete de anguila abierto con especias y semillas de sésamo sobre ella — Haces deporte, ¿verdad? Necesitas hidratos y proteínas para mantener tu cuerpo en forma, la anguila es de los pescados con más proteínas que hay en el mercado. Te aconsejo que la incluyas en tu dieta.

— Gracias. — logró decir, el delicioso aroma le hizo la boca agua y le dio valor — ¿Como sabes que hago deporte?

— Bueno, vas en chándal y hay una bolsa de deporte a tus pies. No hay que ser muy listo.

— Zoro es policía. — respondió Luffy por él, ante su nueva derrota de quedar como un idiota — Ahí dentro lleva su uniforme.

— Oh, eres un hombre de la ley. Jamás lo habría adivinado... — le dio un buen repaso con la mirada de arriba a abajo.

— Shishishi, todo el mundo se piensa que es un delincuente y más por la cicatriz en el ojo.

Eso era su pan de cada día, pensó resignado el peliverde, sus rasgos eran muy afilados de ojos estrechos con cejas picudas, su fuerte mandíbula siempre apretada porque, por algún motivo u otro, siempre había algo que le molestaba. Su tez morena y sus músculos hacían que más de uno cruzase de calle cuando le veían caminar hacia él. Tampoco es que ayudase mucho sus tres pendientes que usaba siempre en su tiempo libre ya que no podía usarlos durante el trabajo y sin duda todo el mundo pensaba que su pelo verde era tintado y no natural como era su caso. La cicatriz vertical que casi se lleva por delante su ojo izquierdo le daba más aspecto de matón y eso que no podían ver a simple vista la que tenía en el torso, esa sí que asustaba y desagradaba a más de uno en cuanto la mostraba.

— ¿Qué te pasó? ¿Fue en el trabajo? – preguntó el cocinero.

— Sí. Me metí en una pelea entre dos mujeres, una de ellas llevaba escondida una navaja, estuvo a punto de apuñalar a la otra y al detenerla me llevé un tajo. – contó orgulloso de no haber tartamudeado ni quedarse embobado mirando sus ojos azules.

— Otro héroe, ¿eh? — estiró su sonrisa — Al menos no estás tuerto, tienes unos ojos marrones muy bonitos.

— ¡COF COF COF! — se puso a toser como un loco ante el inesperado halago por parte del cocinero que se reía entre dientes mientras le daba unas palmaditas en la espalda para ayudarle a no ahogarse por la lechuga atravesada en su garganta.

— ¡Berenjenita, te necesitamos en la cocina ahora! — bramó un señor al abrir de par en par las puertas de la cocina.

— ¡No me llames así, viejo de mierda! Y menos fuera de la cocina. — gruñó el rubio de mala gana — ¿Recuerdas al bombero del otro día que nos ayudó con el incendio? Ha venido con un amigo.

— Oh. — eso sí que no se lo esperaba, le gritó a un tal Patty que vigilase la salsa en su ausencia y se acercó a la mesa cojeando un poco por usar una prótesis en su pierna derecha — Bienvenido al Baratie, chico. Gracias de nuevo por lo del otro día.

— Shishishi, no hay de qué, viejo. — dijo con la bandeja vacía.

— Berenjenita deja de vaguear y prepárale más comida. Invita la casa. — dijo el de los largos bigotes trenzados tras echar una mirada fruncida al de pelo verde que supo al instante que el viejo también estaba pensando que era un delincuente.

— Eso ya se lo había dicho yo antes que tú.

— Hablas mucho y cocinas poco. — le pateó el trasero.

— ¡Ouch joder, ya voy! — se quejó mientras el viejo se lo llevaba a rastras a la cocina.

— Este restaurante es muy divertido. — celebró Luffy — ¿Vas a comerte eso?

— Sí, no te atrevas a meter la zarpa en mi plato. — lo protegió entre sus brazos para que el moreno no alcanzase.

Pinchó con su tenedor un poco de anguila y arroz y se la llevó a la boca, había comido en otros restaurantes Unadon, le gustaba la comida wanodiense, seguramente por sus antepasados, había ido a Wano en una ocasión y había probado ese plato allí mismo y podía jurar que ese Unadon que acababa de probar era el más exquisito que había comido jamás. La anguila estaba en su punto de cocción exacto, el arroz era ligeramente esponjoso y las hierbas que pensaba que estaban ahí para decorar resultaba potenciar el sabor del pescado.

Comenzó a comer con avidez, mezcla de necesidad de saciar su hambre junto al placer de comer esa delicia, también porque sabía que, en descuidarse, Luffy volvería a contraatacar y le robaría algo. Por suerte, pronto apareció un camarero y le trajo al moreno un costillar que entretuvo a Luffy el tiempo suficiente como que para poder comerse el resto de su plato con relativa tranquilidad. Terminó también con la jarra de cerveza y lo que quedaba de ensalada y quedó perfectamente satisfecho, aunque por lo visto no el cocinero, que les preparó un postre a cada uno. A Luffy una crepe con bolas de helado, nata montada y chocolate caliente bañando su plato y para él una crepe flambeada en ron, sin duda acertó de pleno con ambos.

El camarero trajo café por si querían y Zoro lo pidió solo mientras que Luffy se decantó por un batido de vainilla y cookies, algo que no esperó el pobre camarero quien tuvo que ir a la cocina a pedirlo.

El pobre Zoro estaba devastado, sumergido en una espiral (como la ceja de Sanji, que maldita broma) de pensamientos y emociones totalmente ridículas que estaba sintiendo por ese tipo que solo se había burlado de él. Nunca creyó en el amor a primera vista, esas invenciones románticas para gente necesitada y resulta que el amor le acababa de soltar una buena ostia en la cara por reírse de todo aquel que creía en esas tonterías.

Estaba desesperado porque sabía que Sanji volvería para despedirse, no podían alargar su estancia allí y decir "eh, que nos quedamos a cenar también" porque era absurdo y le daba la sensación de que esos cocineros serían capaces de invitarles también a la cena. Necesitaba alguna excusa para volver a ver al rubio. ¿Se vería muy desesperado si volvía al día siguiente al Baratie? Seguro que sí.

— ¿Qué tal la comida? ¿Os ha gustado? — preguntó Sanji cuando por fin logró salir de la cocina a tiempo de ir a despedirse.

— ¡Nunca había comido algo tan bueno! — aseguró Luffy — Volveré con Torao la próxima vez.

— ¿Al Sí-novio? Será un placer recibiros de nuevo.

— Claro, también traeré al resto. Les encantará a mis amigos.

— Jejeje seréis bienvenidos, tengo curiosidad si son más como tú o este grandullón.

— Este sábado tenemos una fiesta, ven a conocerlos. — se sorprendió Zoro a sí mismo de haber sido él quien hubiese soltado esa invitación.

— ¿En serio? No me acordaba.

— Sí, Luff. En mi casa. — le lanzó una mirada para que se callase y luego miró a Sanji que le miraba entre sorprendido y divertido — ¿Te vienes?

— Oh, pues...

— ¡Sí, vente! Será divertido. — animó Luffy tomándole de las manos a Sanji y Zoro quiso fulminar las de su amigo por atreverse a tocarlo.

— Oh, si mi capitán me lo pide no puedo negarme.

— ¡Yuhuuu! — celebró el moreno dando saltos de un lado a otro — ¡por cierto me encanta cuando me llamas capitán!

— ... — Zoro debió de perderse una buena parte de la charla inicial pues no recordaba que Sanji le hubiese llamado así en ningún momento.

— Iré en cuanto termine mi turno aquí, así que llegaré un poco tarde.

— No te preocupes, la fiesta siempre se alarga.

— Creo que no me sorprende demasiado viniendo de ti, Luffy. — se rio y habló con Zoro — Dime qué red social usas más y me mandas la ubicación.

— ¿Eh? — parpadeó confundido.

— Anstragram, Twatter, Tok Tik... — enumeró.

— Oh, ah... Anstagram. — Nami le obligó a hacerse una al perder una apuesta con ella, no la usaba y ahora de repente agradeció los poderes de bruja que le dijo que algún día le sería útil. Sacó su móvil y tuvo que mirar su nombre de usuario y frunció el ceño al leerlo— "Roro_Zoro".

— ¿En serio? — soltó una buena carcajada al oírlo— No creí que tuvieras este sentido del humor.

— Shishishi, perdió una apuesta y Nami puso el nombre. – se chivó el bastardo de su amigo.

— Una dama con ganas de burlarse de No-novio. Sin duda debe ser una mujer increíble. — se rio mientras sacaba de su bolsillo trasero su móvil y tecleó al instante el nombre, el de Zoro recibió una notificación al instante de "Sj3_Black ha comenzado a seguirte" — Hecho.

— ¡Yo soy "Rey-pirata-M-D-Luffy"!

— jajaja, vale. — le siguió de inmediato — Bien, mándame luego un mensaje con la dirección y allí estaré.

— Lo haré. — aunque primero Luffy tendría que enseñarle cómo usar esa aplicación pedir favores a Nami era como sentenciarse a una deuda eterna.

— ¡Mueve tu huesudo culo a la cocina, chaval! — gritó otro cocinero asomándose por las puertas de la cocina.

— Joder, Patty. Ya voy. — gruñó Sanji — Nos vemos el sábado, hasta entonces, chicos. — les dedicó una gran sonrisa y gesto de mano antes de regresar a la cocina.

— ¿Ves? Sabía que te iba a gustar Sanji. — puso sus manos sobre las caderas riendo tras colocarse de nuevo el sombrero de paja en la cabeza y salió del restaurante— ¡Tenemos nakama nuevo!

— No te vengas arriba, no sabemos si vendrá. — suspiró, se detuvo antes de salir por la puerta y metió en el bote de las propinas un billete más que suficiente para cubrir los gastos de la comida de ambos, el camarero del mostrador le dio las gracias enérgicamente.

— Seguro que sí, ha sido toda una sorpresa que hagas una fiesta en tu casa solo para que venga Sanji.

— Mierda... en mi casa no cabemos todos. No quiero que el cocinero piense que mi piso es cutre. – reparó en ello.

— No lo es. — se extrañó ante ese comentario, a Zoro siempre le daba igual lo que pensasen de sus cosas o aspecto.

— Ya lo sé ¿pero le has visto? Un tipo elegante como él estará acostumbrado a casas más lujosas que la mía.

— Oh, entonces tengo la solución.

— ...Tus soluciones suelen darme miedo y pidiendo favores para que te saquen de la trena sin que te empapelen.

— Esta es buena, ¡te lo prometo!

Zoro le miró detenidamente durante unos segundos, confiaba en él más que en nadie en todo el mundo, esos ojos negros le pedían que confiasen en él una vez más y supo que había caído en sus redes. Asintió ligeramente con la cabeza y rezó para sus adentros de que en verdad tuviese una buena idea.