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Tema del día 30.

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Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por diversión.


Día 30: Eyaculación interna/Creampie

Acto de eyacular dentro de la otra persona.

[Rhadamanthys x Pandora]

Lienzo Perdido, Templo Maligno de Saturno.

El juez Wyvern permanecía quieto, mirando a través del gran ventanal, preguntándose porqué Pandora demoraba tanto. Quería despedirse de ella antes de ir con su señor Hades, para disculparse por su derrota en Bluegrad y pedir una nueva oportunidad para continuar en la guerra santa. O, en caso contrario, aceptar su castigo.

Entonces, escuchó la puerta abriéndose, así que giró el rostro para verla, su expresión era seria.

—El señor Hades te verá por la tarde— habló con matiz desanimado. —Quise interceder por ti, pero… —

Rhadamanthys se acercó, suavizando su mirada. Sabía que la líder de los Espectros sentía algo por él, y que a veces le costaba disimularlo, en especial cuando estaban a solas. Le dolió pensar que tal vez ya no la vería de nuevo si su señor lo castigaba con la muerte definitiva, pues los sentimientos que tenía por la mujer, eran igual de intensos.

—No te preocupes, yo aceptaré la decisión que tome nuestro dios— levantó la mano hacia el rostro femenino, apenas rozando sus mejillas con los dedos. —Sólo quiero que sepas que eres importante para mí, y que tienes una misión importante. Si yo no regreso, quiero que tú… —

Pandora no le dio tiempo de continuar, ya que acortó la distancia entre ambos, rodeando su cuello con los brazos, para después hacerlo bajar el rostro y besarlo. El juez no se resistió, aceptando con agrado dicha acción. Ella era una mujer de pocas palabras, no le daba tantas vueltas a un asunto, sino que iba directo al grano.

No hubo necesidad de que la mujer expresara lo que deseaba, ya que para ambos quedó en claro que tal vez esta era la última vez que estaban juntos.

Los jadeos de la pareja llenaban la habitación.

Sus vestimentas yacían en el suelo. Las sábanas del lecho estaban revueltas. Las caricias iban y venían a lo largo de sus formas y recovecos. El calor les recorría todo el cuerpo, generado por la fricción y el movimiento.

Rhadamanthys y Pandora ejecutaban el ritual de la carne con intensidad y deseo. Como si quisieran asegurarse que ninguno de los dos fuese a olvidarse del otro.

El juez permanecía recostado, sujetando las caderas femeninas, guiándola en una oscilación cadenciosa, gozando del abrazo en torno a su carne, mientras la contemplaba embelesado. La mujer, apoyada en su fuerte pecho, cabalgaba sobre la dureza masculina, impetuosa y con la mirada perdida, dejándose llevar por el placer que su interior experimentaba.

Los gemidos fueron intensificándose y el sudor perló sus frentes, como un aviso de la inevitable llegada a la cima.

De repente, Pandora sintió que él aflojaba su agarre, así que bajó la vista para observarlo.

—¡Estoy a punto… de terminar… debo salir! — masculló con dificultad.

La joven sonrió complacida, pues su amante siempre había sido consciente del riesgo de un embarazo. Es por ello que sus encuentros sólo ocurrían cuando ella lo deseaba, cuando su ciclo mensual no se encontraba en un periodo de riesgo.

—¡No es necesario! — jadeó con lujuria. —¡Termina dentro de mí!… ¡Hazlo! — sonó casi imperativa.

Rhadamanthys quiso negarse, pero ella estrujó su virilidad tan deliciosamente, que no pudo controlar el espasmo de su vientre, lo que desencadenó su culminación.

Pandora notó el pulsar de su hinchado miembro, lo que la invitó a ejecutar su última oscilación, estimulando gratamente su botón de placer. El clímax no se hizo esperar.

El estremecimiento de sus cuerpos fue notorio, y su clamor lo fue aún más, sincronizados en una melodía sensual. La contracción del interior femenino coincidió con la eyaculación masculina, provocando sonidos húmedos, mientras eran arrastrados por la fuerza del orgasmo.

Poco a poco la calma llegó, dándole tiempo de relajarse a los amantes, quienes ahora reposaban uno al lado del otro.

La guerra santa continuaría su marcha, pero ellos guardarían el recuerdo de esto para siempre.


Gracias por leer.

30/Octubre/2024