Estar en esa familia distrajo a Bella de sus propios problemas. La calidez y el amor que se respiraban en la casa la envolvían, permitiéndole olvidar, aunque solo fuera por un momento, su propia existencia fantasmal. La risa de Esme y las palabras amables de Carlisle resonaban en el aire, creando un ambiente que se sentía casi mágico.

Pasadas unas horas, la puerta se abrió nuevamente, y una pareja entró, rompiendo el equilibrio de tranquilidad. Era un chico enorme de cabello negro y rizado, cuyo rostro reflejaba una alegría contagiosa. Bella se dio cuenta de que se trataba de Emmett, así lo llamaron, parecía el hijo mayor. Junto a él, una rubia deslumbrante, llamada Rosalie, irradiaba una belleza que parecía sacada de un sueño.

—¡Hola a todos! —exclamó Emmett, su voz profunda resonando en la sala—. He traído algo de diversión.

Rosalie sonrió con gracia, y mientras se saludaban, la atmósfera se llenó de risas y charlas animadas. Alice, con su energía vibrante, se acercó a Emmett. —Justo a tiempo para la cena. Tanya está aquí, y nos alegra que hayas venido, Emmett.

Emmett dirigió su atención a Tanya, con una mirada amistosa. —¡Que sorpresa! ¿Es que te has divorciado ya?¡El matrimonio mas corto de la historia!—dijo con tono bromista, extendiendo una mano enorme hacia ella, que la tomó con una sonrisa. A pesar de su tamaño, su abrazo fue suave y reconfortante, obviamente estaba teniendo cuidado con sus heridas.

Rosalie, observando la interacción, se unió al grupo. —Perdonadlo. Es un tonto. —le dijo a Tanya, su tono era cálido y sincero.— Les deseo lo mejor.— termino dandole un abrazo y un beso en la mejilla.


Con cada risa y broma que se compartía, la tensión que había llevado Tanya comenzó a desvanecerse. La química entre todos era palpable; las historias fluían, y la casa se llenaba de una energía renovadora. A pesar de sus propios problemas, Bella sintió cómo la alegría de esa familia era contagiosa, como si pudiera aliviar su propia carga.

Mientras la cena se preparaba y las conversaciones se intensificaban, Bella observó cómo la vida continuaba a su alrededor. La risa de Emmett resonaba, y Rosalie bromeaba con Alice sobre la última película que habían visto. Era un momento de simplicidad y felicidad, algo que Bella deseaba para sí misma.

A medida que la noche avanzaba, Bella se dio cuenta de que aunque sus propios problemas seguían ahí, había algo especial en ser testigo de este nuevo vínculo que se estaba formando. La fortaleza de esa familia era un recordatorio de que la luz podía penetrar incluso en los momentos más oscuros. Mientras se unían en una danza de risas y anécdotas, Bella sintió que tal vez, solo tal vez, la esperanza podría florecer una vez más.


Edward finalmente llegó a la casa, y el recibimiento fue efusivo. Alice lo abrazó con entusiasmo, mientras Emmett le daba una palmada en la espalda que resonó en toda la sala. La alegría de su llegada llenó el aire, y aunque Edward sonreía, Bella pudo ver la verdad en sus ojos.

Había una emoción oculta en sus ojos que no podía ocultar, y mientras saludaba a los demás, notó cómo su mirada buscaba disimuladamente a Tanya. Bella observó que Tanya, al conectar miradas, apartaba la vista, su expresión llena de aflicción y ¿Culpabilidad?

Era evidente que había una historia detrás de esa incomodidad. La conexión que alguna vez tuvieron Edward y Tanya estaba marcada por algo más profundo que la amistad, y el hecho de que ella estuviera con James complicaba aún más las cosas. Bella agradecio la aucencia de James, no pintaba nada bueno la situación para Tanya. La tensión era palpable, y Bella sintió cómo esa historia se desplegaba ante ella, revelando un entrelazado de emociones no resueltas.

Mientras la cena avanzaba, Edward intentaba mantener la conversación ligera, pero cada vez que sus ojos se posaban en Tanya, se notaba un destello de dolor en su expresión. Bella se dio cuenta tambien que Edward miraba las marcas en los brazos y rostro de Tanya. Ella por su parte, parecía luchar entre el deseo de reconectar con su antiguo amigo y el peso de su nueva realidad con James.

Bella comprendió que la relación entre Edward y Tanya era mucho más que un simple capricho. Había raíces profundas, recuerdos compartidos y un amor no correspondido que flotaba en el aire, creando una atmósfera cargada de emociones. Mientras observaba esta dinámica, se dio cuenta de que tal vez podía ayudar, aunque su propia situación seguía siendo un misterio. La historia de Edward y Tanya podía ser un punto de partida para su propia búsqueda de respuestas.

La conversación fluyó con naturalidad, y Bella observó cómo la tensión en la sala comenzaba a disiparse un poco. Edward compartió que se quedaría a vivir permanentemente en Forks, y la noticia provocó una mezcla de reacciones. Alice iluminó la habitación con su entusiasmo, mientras Emmett sonreía ampliamente, celebrando la idea de tener a su hermano cerca.

—Carlisle encontro un lugar para que trabaje en el hospital —dijo Esme, su voz sonando más y mas emocionada

—Estoy muy feliz por poder ayudar a los niños. Siempre ha sido mi pasión.—dijo Edward

Esme y Carlisle sonrieron con orgullo.

—Nos alegra mucho, Edward. Tienes un don con los pequeños, y Forks necesita a alguien como tú —dijo Carlisle, su voz llena de calidez y aprobación.

Tanya escuchaba, y aunque mantenía una expresión amigable, Bella pudo notar cómo sus ojos se oscurecían ligeramente al escuchar la noticia. Era un recordatorio constante de su historia compartida, de un vínculo que había cambiado con la llegada de James. La ambigüedad entre su amistad y lo que pudo haber sido con Edward estaba claro en su postura y en la forma en que evitaba mirarlo directamente.

A medida que la conversación continuaba, Edward se esforzaba por mantener un tono ligero, pero la emoción subyacente era innegable. Bella sintió que cada palabra de Edward era un intento de restablecer un lazo que había sido fracturado.

—Siempre es bueno tener a la familia cerca —añadió Edward, dirigiéndose a todos, pero su mirada volvía a caer en Tanya, como si no pudiera controlarlo.

Ella, a su vez, intentaba sonreír, pero la melancolía se reflejaba en su rostro. Bella entendía que, aunque la alegría estaba presente en la casa, también había un mar de sentimientos ocultos que amenazaban con salir a la superficie.

Mientras las risas y las conversaciones continuaban, Bella se sintió más conectada a la historia de Edward y Tanya. El nuevo capítulo que estaban comenzando a escribir podría ser tanto una oportunidad como un desafío. Mientras observaba, Bella se dio cuenta de que, tal vez, su propia búsqueda de respuestas se entrelazaba con la necesidad de estos jóvenes de sanar sus propias heridas.

La cena llegó a su fin, y mientras los platos eran retirados, y uno a otro conversaban entre si, Bella observó cómo Edward buscaba a Tanya para hablar. La inquietud se palpaba en el aire mientras se acercaba a ella, señalando sus vendajes con una expresión de preocupación genuina.

—¿Cómo estás? —le preguntó, su voz suave y llena de cuidado.

Tanya, sintiendo la intensidad de su mirada, comenzó a relatar la versión que James había contado sobre lo sucedido. Bella no estaba segura de si Edward creía completamente su historia, pero la tensión en el aire se hizo evidente. Un silencio pesado se instaló entre ellos, como si ambos supieran que había más de lo que se decía.

De repente, Edward extendió su brazo y acarició con ternura el moretón en el mentón de Tanya. Bella sintió un escalofrío recorrer su ser al ver cómo ella cerraba los ojos, un gesto que parecía hablar de una mezcla de dolor y anhelo. La escena era íntima, pero también incomodante. Bella, sintiéndose como una intrusa en ese momento delicado, desvió la mirada.

Sin embargo, lo que vio la aterrorizó. A lo lejos, entre los árboles, la mirada de James se asomaba desde la oscuridad, llena de odio y resentimiento. Su expresión traspasaba la ventana como un puñal, y Bella sintió un escalofrío recorrer su espalda. La intensidad de su mirada parecía atravesar las almas de Edward y Tanya, creando una tensión aún más palpable en la atmósfera.

La escena se tornó densa. Bella comprendió que la calma que había sentido durante la cena ahora estaba amenazada. La sombra de James, cargada de una hostilidad palpable, se cernía sobre ellos, como un presagio de tormenta. La situación se tornó peligrosa, y ella sabía que debía actuar de alguna manera para proteger a Tanya y a Edward de la oscuridad que acechaba.

Sintiendo la urgencia en su interior, Bella buscó la manera de hacerles llegar un aviso, de alguna forma, antes de que esa oscuridad pudiera alcanzarles. Concentró toda su energía en un vaso cercano. Con un impulso de fuerza, logró hacerlo caer al suelo, estrellándose contra el suelo con un estruendo que resonó en la habitación.

Tanya y Edward se sobresaltaron, mirando a su alrededor confundidos, buscando la fuente del sonido. Alice llegó corriendo, preocupada por el ruido, y comenzó a limpiar los fragmentos de cristal que se esparcieron por el suelo. Bella observaba la escena con frustración.

A pesar de que sabía que su reacción era injusta, no podía evitar sentir una oleada de irritación hacia Edward. Él había estado allí, en el momento más íntimo, y sin embargo, parecía tan distante. Mientras Tanya luchaba con la sombra de James, Edward parecía no estar completamente presente, atrapado en sus propios sentimientos.

Bella comprendía que Edward no era el responsable de la situación, pero su ignorancia la hacía sentir impotente. Era suficiente que James tratara a Tanya con desprecio; Todos deberían estar atento a las señales, ¿Porque nadie cuestionaba mas sobre lo sucedido? Quizas hacían flaquear la fachda de Tanya y podrían librarla de tener un final tragico, como el suyo. Sin embargo, Edward parecía perdido en sus propios pensamientos, mirando a la chica que una vez había sido su mejor amiga con una mezcla de dolor y deseo, sin saber en la situación tan peligrosa que la estaba poniendo.

La frustración burbujeó dentro de Bella, y aunque sabía que su enojo no era del todo justo, se sentía atrapada en un ciclo de emociones. James no debería tener el poder de afectar la vida de Tanya de esa manera, y ella esperaba que Edward pudiera ser un rayo de luz en medio de esa tormenta.

Mientras Alice se agachaba a recoger los trozos de vidrio, Bella suspiró, sintiendo que, de alguna manera, debía encontrar la manera de ayudar. La noche estaba llena de desafíos, y su papel en esta historia no se limitaría a ser una mera observadora. Con determinación renovada, sabía que debía hacer lo que fuera necesario para proteger a Tanya y guiar a Edward hacia el camino correcto, incluso si eso significaba enfrentarse a su propia frustración.