Disclaimer
Ranma y ninguno de los personajes de Ranma 1/2 me pertenecen, todos son propiedad y autoría de Rumiko Tahakashi. Este fanfic es realizado sin fines de lucro
El disfraz equivocado
El silencio reinaba por doquier, roto solamente por los sonidos típicos de la noche, la luna se encontraba en lo alto, redonda y brillante, vertiendo su luz por todos lados, el viento soplaba suavemente con un toque algo fresco, enfatizando la estación en la que se encontraban, era una noche tranquila, al menos por el momento.
En su cuarto, Akane se miraba de arriba a abajo frente a un espejo, se juzgaba a sí misma y su rostro lo denotaba, en su cabeza daban vuelta miles de pensamientos a una gran velocidad, cada uno mas caótico que el anterior, no sabía en qué momento había caído en el truco de su hermana, es decir, siempre había sabido que su hermana tenía un increíble don para hacer que las cosas que hagan de la forma que ella quería, no importando la forma, y también sabía que tenía una forma muy retorcida de pensar, pero esto ya era demasiado. Sus pensamientos la llevaron a aquél fatídico día en que todo comenzó.
Akane se encontraba en la cafetería escogiendo lo que comería ese día, debía decir que todo se veía deliciosos aunque tal vez ayudaba un poco el hecho de que tenía mucha hambre, casi podía decir que se sentía famélica, su estómago comenzaba a hacer pequeños ruidos para hacerse notar, lo cual le comenzaba a dar vergüenza, pero había tenido una mañana muy agitada, primero práctica a muy temprana hora en la mañana, después tuvo varias clases muy pesadas, después tuvo que dar tutoría a un par de chicos, para luego ir a estudiar por un rato.
Con calma, se sentó a comer, descansar y pelear con su hermana a través del teléfono, todo a la vez, a fin de cuentas, no disponía de mucho tiempo libre, aún tenía más clases, su trabajo de medio tiempo y finalmente realizar tareas y estudiar un poco más, su vida diaria estaba algo saturada y la cansaba, pero era necesario si quería permanecer en la universidad de sus sueños.
- Vamos Akane, te divertirás – le dijo la chica con un tono muy jovial
- Ya dije que no Nabiki, tengo muchas cosas por hacer
- Si no aprovechas los momentos de diversión te convertirás en una vieja muy pronto, o dime ¿Quieres pasar toda tu vida universitaria sólo estudiando?
- Pues sí, te recuerdo que mi estadía aquí depende de eso
- No me puedes culpar por saber cómo llevar mis finanzas, hermanita
Akane se lo pensó un momento y supo que su hermana tenía razón, era una habilidad innata en la castaña, pero eso no lo hacía menos fastidioso, ella no tenía tiempo para perder.
- El año pasado tampoco fuiste, no puedes hacerme lo mismo este año
- Nabiki, entiende, tengo que estudiar o podría perder mi beca
- Akane, no creo que por un día que no estudies pase algo, además ¿Puedes decir que en verdad fuiste a la universidad sin haber disfrutado de una fiesta universitaria? Y lo que es mejor ¡De Halloween!
La peliazul cambió de lugar su teléfono intentando ganar un poco de tiempo, sabía que lo que decía su hermana tenía un poco de sentido, es decir, si estaba interesada en aprender, pero ese estilo de vida la estaba matando, extrañaba salir de compras con sus amigas, o simplemente a ir a comprar un helado, sus días eran tan rutinarios que cualquiera podía saber dónde se encontraba a cualquier hora del día.
- No lo sé – contestó por fin
- Vamos, anímate
- No creo, Nabiki, además, no tengo qué ponerme
- No te preocupes, será de disfraces
- ¿Disfraces? ¿Dónde encontraré uno con tan poco tiempo?
- Tu tranquila – le cortó – ¡Yo te enviaré algo que te quedará genial!
- Sí, claro, y ¿Cuánto me va a costar esta vez?
- Nada
- No te creo
- ¿No puedes creer que tu hermana mayor hace algo bueno por ti como un acto de buena fe?
- No
- Cierto – rio – Pero en esta ocasión te prometo que no intentaré ni te cobraré nada a ti, tienes mi palabra – Escuchó cómo la chica gruñó por lo bajo en señal de desconfianza – De acuerdo, si quieres te firmo un contrato
La peliazul se lo pensó unos momentos, si había algo que Nabiki respetaba en esos momentos, eran los contratos, había aprendido en su universidad el poder de los mismos y cómo se podía beneficiar grandemente con ello, así que depositó su confianza en ese trozo de papel y aceptó.
- De acuerdo, Nabiki – escuchó un pequeño grito de alegría al otro lado del aparato – Pero si descubro cualquier cosa, aunque sea mínima, que no me beneficie, no iré
- Sí, sí – contestó de forma distraída – Te mandaré el contrato firmado hoy en la noche
- Sí, sí - contestó de la misma forma que su hermana
Casi inmediatamente después de eso la castaña alegó que tenía que irse y colgó, dejando a la peliazul con un sentimiento de miedo y nerviosismo, suspiró de cansancio, ya casi había terminado su hora de comida y ella no había sido capaz de probar casi nada, miró a su alrededor y notó que el lugar casi estaba vacío, tendría que apurarse.
Su vista se posó de nueva cuenta en su comida, el estar ahí le producía una serie de sentimientos encontrados, por mucho tiempo pensó que era algo imposible, la colegiatura era muy cara y no había forma en la que su padre pudiera pagarla, sin embargo, con ayuda de su consejero, ideo un plan para lograr su objetivo, estudió arduamente por meses y consiguió que sus notas mejoraran a tal grado que era de las mejores en la preparatoria Furinkan, así que, cuando al fin fue el examen de ingreso, aprobó sin mucho problema y pudo lograr una beca académica, y no conforme con eso, consiguió otra deportiva debido a las artes marciales.
Sin embargo, eso no fue suficiente, aún había un detalle que debía solucionar, y era el hecho de que la universidad se encontraba a varias horas de Nerima, por lo cual trasladarse a diario no era una opción, su beca incluía un apoyo en la renta de los dormitorios de la universidad, lo cual era un enorme apoyo, sin embargo, seguía siendo un gasto, uno mucho menor que rentar un apartamento, pero gasto a fin de cuentas, sin contar la comida diaria, sus útiles y demás gastos personales que tendría que hacer, sin contar de que Nabiki ya se encontraba estudiando también fuera de Nerima. El pensar en todo eso la desmotivó.
Akane pensó por semanas en cómo plantearle todo eso a su padre, pero por más que le daba vueltas no veía la forma en cómo suavizarlo, no tanto por el gasto monetario, sino por el hecho de que tendría que dejar su ciudad natal y trasladarse a un lugar que, si bien no era otro continente, si era algo lejano, tenía muchas cosas en contra. Lo único que tenía a su favor era el hecho de que, la universidad de su hermana y la suya se encontraban a menos de dos horas, tal vez con eso podría convencer a su padre de que ya no era una niña y que podía cuidarse por sí sola.
El día que al fin se decidió a contarle todo a su progenitor fue tal y como se lo imaginó, su padre lloró como si le hubieran arrancado un brazo, le suplicó que no se fuera, y no precisamente por el dinero, se enojó y deprimió en menos de un minuto y, cuando comenzó a entender la gravedad de la situación, fue por su prometido al dojo y lo jaló hasta donde se encontraban. La ojiazul rodó los ojos en señal de cansancio, había pensado en esa situación como una posibilidad, pero en el fondo esperaba que no se presentara, desafortunadamente la suerte no estuvo a su favor.
El patriarca exigió al ojiazul que desposara a su hija en ese mismo instante y se mudaran juntos a su nuevo hogar para que así la protegiera de cualquier mal que la asechara, sobra decir que ambos jóvenes negaron al mismo tiempo con fervor, tal y como lo habían estado haciendo los últimos años. Akane, presa del pánico y la desesperación, le explicó a su padre todo lo que había logrado y su plan de quedarse en los dormitorios escolares, cosa que no le gustó al hombre, pues pensaba que, al estar sola, cualquier chico querría propasarse con ella, pero tampoco era mala idea. La chica sonrió con auténtica ternura, era obvio que, para él, ellas tres siempre serían unas pequeñas niñas que necesitaban su protección.
Ranma, para tranquilizar un poco al viejo hombre, confesó que había podido ingresar a la misma universidad que su prometida, pero en un área diferente, y que él mismo se mudaría también a los dormitorios del campus. La noticia fue una total sorpresa para todos, a excepción de la peliazul, pues ella había visto cómo el azabache se había estado esforzando por mejorar sus notas, y aunque no había logrado ser de los mejores como ella, fue suficiente como para aprobar el examen de ingreso, y siendo tan hábil en las artes marciales como lo era, a él también le dieron una beca muy atractiva, inclusive mejor que la de ella, puesto que a él si le habían patrocinado el dormitorio por completo, y un empleo como entrenador, si alguien le preguntara si sentía celos mentiría al decir que no, pero por otro lado, estaba muy orgullosa del chico y lo que había logrado con su esfuerzo, después de tantos años con carencias se lo merecía.
Después de una muy larga pelea con su padre, la cual implicaba su firme deseo de que se casara antes de irse y su rotunda negativa, por fin pudo convencer a su progenitor de hacerlo a su modo. Al principio no fue fácil, entre las clases y las actividades extra terminaba agotada y lo único que deseaba en la noche era descansar, eso aunado al hecho de que algunos problemas los siguieron de casa lo hacía aún más cansado, sin embargo, con el paso del tiempo se fue acostumbrando poco a poco a su nuevo ritmo de vida.
Ukyo y Shampoo, al saber que el ojiazul se mudaría de Nerima, lo siguieron, la castaña había abierto un nuevo restaurante bastante cerca del campus, Shampoo hizo lo mismo en compañía de su abuela y a ambas les iba muy bien, se alegraba por ellas, sin embargo, lo que la tenía cansada era el hecho de que, en ocasiones, ambas se aparecían frente a ella buscando pelea, pero ella no podía arriesgar su futuro por tan poco, estaba trabajando muy duro por cumplir su sueño en ser una gran fisioterapista y no lo arruinaría con algo tan banal, así que simplemente las ignoraba y seguía su camino.
No las entendía, ya Ranma les había dejado en claro que él no tenía intención de casarse con nadie por el momento y que sólo quería concentrarse en convertirse en un instructor de renombre para poder llevar en alto el estilo de combate libre de la dinastía Saotome, pero las féminas parecían no querer prestarle atención, Shampoo insistía que como su esposo él no necesitaría algo como eso en la aldea de las amazonas porque su cultura valoraba más el conocimiento adquirido por la experiencia a través de generaciones en lugar de estar en un lugar encerrado como animal, y Ukyo realmente nunca tuvo la intensión de seguir estudiando después de la preparatoria, para ella su futuro era ser la mejor cocinera de okonomiyakis y seguir el legado de su padre, y aunque apoyaba la incentiva del ojiazul, no confiaba en Shampoo como para relajarse, además, según sus palabras, Akane también era una oportunista, porque había elegido un campus muy cerca del azabache para poder estar juntos todo el tiempo.
De vez en cuando, ambas féminas se presentaban en el campus a mitad de su día para desafiarla, como cuando estaban en Nerima, al principio si les hacía frente, sin embargo, esto sólo le causaba problemas, pues perdía mucho tiempo valioso, así que, poco a poco comenzó a dejar de hacerles caso hasta que un día, simplemente las ignoró, lo cual causó que las otras se quedaran inmóviles y con expresión de asombro y confusión, Akane mentiría si no dijera que le causó risa y satisfacción.
Su día pasó con ella absorta en sus recuerdos, y para cuando regresaba a su dormitorio ya comenzaba la noche y el viento se sentía fresco, se abrazó a si misma intentando darse un poco de calor, debía recordar traer un sweater con ella el siguiente día, si no quería enfermarse, ni siquiera para eso tenía tiempo, bostezó en señal de cansancio y masajeó un poco su cuello mientras pensaba en los deberes que debía hacer. En su camino vislumbró a lo lejos una figura alta, y mientras más se acercaba más clara era.
- ¡Hola! – saludó con algo de alegría
- Ranma – se alegró la chica al verlo y se detenía frente a él
- ¿Terminaste tu trabajo de medio tiempo? – Preguntó mientras reanudaban el camino
- ¡Sí! – contestó alegremente siguiéndole el paso
- Toma
Akane tomó lo que el chico le tendía notando que era un sweater de él, sonrió por el detalle, desde que se habían alejado de su familia su relación había mejorado ligeramente, seguían discutiendo y peleando constantemente, sobre todo debido a las otras prometidas y el hecho de que el pelinegro permitía un acercamiento, en opinión de la chica, extremo, pero eso ya era parte de ellos, era la forma en la que interactuaban, en ocasiones sus peleas eran tan fuertes que llegaban a dejarse de hablar por varios días, pero eso no impedía que el chico la acompañara a casa diario, aunque fuera desde las sombras, ambos eran demasiado orgullosos, y quizás eso jamás cambiaría.
Ambos jóvenes caminaban tranquilamente y en silencio, el cual era roto ocasionalmente por conversaciones banales sobre su día, riendo sobre situaciones absurdas y sin sentido, haciendo que el tramo fuera ameno y bastante corto, cuando llegaron a los dormitorios de la peliazul, sus caminos se separaron, despidiéndose como cada día para simplemente repetir al día siguiente, y extrañamente le hacía feliz, aún con el caos.
Y todo hubiera continuado de la misma forma de no ser por su hermana y su extraña habilidad para manipular a todos a su antojo. Se volvió a mirar de arriba a abajo en el espejo y una queja salió de su boca, mientras más se veía menos le gustaba el aspecto que tenía ¿Qué había pensado Nabiki al momento de escoger ese disfraz? Si iba de aquel modo sólo haría el ridículo. Su rostro denotaba la congoja que sentía, sacudió la cabeza en forma negativa, no había modo que saliera de su hogar de aquella forma, mejor se cambiaba y se quedaba a estudiar, no importaba las consecuencias que aquello le traería con su hermana, ya vería qué hacer después. Justo cuando había tomado una decisión, alguien llamó a su puerta, se miró nuevamente a si misma en el espejo mientras sentía cómo la sangre le bajaba hasta los pies.
Ranma caminaba tranquilamente por la calle mientras sonreía de forma divertida, había tenido un día un tanto ajetreado, su trabajo y clases habían estado algo pesadas, sin embargo, el verdadero problema fueron una cierta chica castaña y otra pelimorada, las cuales, en cuanto salió de su hogar, le cerraron el paso para invitarlo a una fiesta personal, cada una jalándolo de un brazo y restregando sus atributos en ellos.
- Ranchan, ven conmigo a mi casa, te aseguro que pasaremos una noche muy entretenida, con películas, comida y diversión para ambos
- No, Ranma venir con Shampoo a divertirse en fecha especial
- Tu ni siquiera sabes de qué se trata esta fiesta
- No importar, importar que Shampoo y airen estar juntos
- Si no sabes no estorbes
- Chica espátula es la que deber no estorbar
Mientras ambas chicas le jalaban cada una para su lado, el azabache no podía evitar poner una cara de consternación, ya había perdido la cuenta de cuántos años llevaban con esa misma discusión y ninguna se había dado por vencida, y dudaba que alguna vez lo hicieran, sabía que en parte su comportamiento era su culpa, ya que por mucho tiempo las alentó, solo por la necesidad de alimentar su ego masculino, sin embargo, eso era algo que jamás admitiría. Absorto en sus pensamientos no notó cuándo las chicas lo soltaron y empezaron a discutir de forma bastante acalorada entre ellas al punto de comenzar una pelea.
Las miraba atentamente, con aquellos cuerpos que habían dejado de ser de adolescentes para transformarse en uno de mujer, con curvas definidas y senos enormes, y pese a que la vista podía ser muy atractiva para cualquiera, en parte por sus vestimentas y en parte por el espectáculo que estaban mostrando, descubrió que, para él, le daba igual, no era interesante, ni de forma como artista marcial ni como de hombre.
Aprovechando la distracción y el aumento de gente que habían atraído las féminas, el chico se escapó del lugar retomando su camino. Él no era el tipo de persona que solía salir en esa fecha, no le resultaba atractivo, de hecho, pensaba que era muy infantil, sin embargo, Nabiki le había llamado hacía una semana y le había comentado de una fiesta a la que había invitado a Akane. En un principio aquello no le interesó, no entendía que tenía que ver él en eso, si Akane quería ir a una fiesta bien por ella.
- Tranquilo cuñadito – dijo ella con voz de burla – Te estoy invitando a ti también
- ¿Y yo porqué querría ir a una fiesta? Son aburridas
- Yo sólo creí que te interesaría saber
- Akane puede ir a dónde le plazca, no es como si me importara, yo tengo cosas más importantes que hacer
- Sí, tienes razón, en fin, yo sólo cumplí con decirte, supongo que tendré que encontrar a alguien más que sea su pareja
- ¿Su pareja?
- La fiesta es de disfraces en pareja, Akane ya tiene el suyo y necesitaba quién fuera con ella, pero si no tienes tiempo y no te interesa, no te preocupes, ya encontraré a alguien más
- Espera… - dijo antes de que la chica le colgara - ¿Qué disfraz es?
- Oh, no es nada del otro mundo – comentó, más no dijo nada más
- ¿Y tú que ganarías a cambio? – preguntó al entender que la chica no diría nada más
- Sólo ayudarlos
- ¿Ayudarnos? ¿Y cómo algo así podría ayudarnos y en qué?
- Ustedes se la pasan estudiando todo el día, son un par de aburridos, están desperdiciando su vida universitaria, sólo quiero que disfruten un poco, además, te aseguro que el disfraz de Akane te divertirá mucho
- ¿A qué te refieres?
- Tendrás que verlo para saberlo
- Si no me dices ¿Cómo sabré que disfraz llevar yo?
- Por eso no te preocupes, yo tengo el complemento del suyo y te lo puedo enviar
- ¿Cuánto me costará esto?
- Tan desconfiado como Akane, se nota que son prometidos – escuchó un bufido a través de la bocina – No te preocupes, te lo dejaré a un precio muy accesible, a cambio de un pequeño favor
- Tus favores nunca son pequeños – escuchó una risa del otro lado de la línea
- Prometo que en esta ocasión si lo será
- ¿Cuál es el favor?
- Así se habla cuñadito, tu no te preocupes por nada, sólo asegúrate de recogerla en su dormitorio
- Sabes que no…
- Esto será parte del pago – le cortó – No me dirás que no puedes entrar a un lugar así
- Por supuesto que puedo – respondió con firmeza y confianza
Cuando recibió su disfraz y lo abrió, en un principio no comprendió de qué se trataba, tuvo que llamar a la castaña y recibir un regaño por parte de ella por ser tan poco culto, según las propias palabras de la chica, una vez que le explicó, no pudo evitar sonreír de oreja a oreja por el resto de la semana, ansioso por el encuentro con la chica, y ni siquiera el evento reciente había arruinado su humor, por el contrario, ahora corría rápidamente al encuentro con una emoción que no había sentido en mucho tiempo.
Al llegar al edificio se paró justo frente a la entrada, las reglas eran claras, cuando Akane decidió mudarse lejos de casa, el señor Tendo fue muy explícito en sus condiciones, y una de ellas era el que, el dormitorio en el que la peliazul habitaría tenía que ser exclusivo para chicas, con la excepción de que, si se casaba con él, podían vivir juntos como esposos, rodó los ojos, como si eso pudiera pasar, él no estaba dispuesto a casarse con una marimacho como ella.
Para entrar necesitabas un acceso que sólo era entregado a los residentes, lo cual obviamente él no tenía, sin embargo, para alguien como él, entrar no era difícil, tal como había dicho la castaña, no le era difícil ingresar si se lo proponía. Miró detenidamente por el lugar y pronto sus ojos se posaron sobre lo que buscaba, una ventana abierta, aunque estaba en el quinto piso, eso podría ser un problema, pero no para un artista marcial de su calibre.
Con gracia y agilidad saltó hasta el lugar, y después simplemente se encaminó hasta el lugar. Si no fuera por Nabiki, no sabría a dónde ir, pero la chica no era una persona que dejara cabos sueltos, era lógico que le daría todo para que se cumpliera su plan, y aunque odiaba sentirse manipulado, por esta ocasión lo dejaría pasar. Tuvo que esquivar un par de chicos que salían del lugar comentando algo de una fiesta, se preguntó si acaso sería la misma a la que ellos irían, realmente no le importaba.
Al llegar a su destino se paró frente a la puerta, la cual miró con fijeza, ningún sonido salía de ella, si tuviera que adivinar, diría que estaba vacío, pero lo dudaba, él mismo había ido a dejar a la chica hasta su edificio al salir de la universidad, ese día no había tenido trabajo, no entendía el porqué, usualmente Halloween era uno de los días más ocupados, se preguntó mentalmente si también en eso había influido Nabiki. Al no escuchar nada, ni siquiera en el pasillo, se preguntó si acaso la chica habría salido acaso por comida, o quizás ya se hubiera ido a la fiesta, aunque esto último lo dudaba, no era ese tipo de personas. Incapaz de hacer algo más tocó la puerta esperando alguna respuesta, fue entonces que escuchó algo del otro lado, unas finas pisadas acercándose.
- Oye Nabiki no creo que… - Sus palabras murieron en su garganta al notar que, quien estaba afuera de su habitación, no era su hermana - ¿Ranma?
Decir que el chico se quedó sin palabras era poco, cuando Nabiki le envió su disfraz y le dijo que iba a ir combinado con el de Akane, imaginó todo, menos lo que tenía justo en frente, la sangre se posó de forma casi instantánea en sus mejillas tiñéndolas de un suave color rosado, sus ojos intentaban mirar a algún lado, pero se posaban rebeldemente de nuevo en su prometida, maldijo a la castaña en su mente y se juró que le haría pagar por eso.
- ¿Qué estás haciendo aquí?
- Yo… yo….
- Y ¿Qué pasa con ese disfraz? – rio ligeramente al ver al chico de forma detenida
- Yo… yo…
- ¿No has visto a Nabiki? Me dijo que vendría por mi – le preguntó al chico quien simplemente no respondía – Bueno, no importa, de cualquier forma, le iba a decir que no saldría hoy
- Nabiki… - dijo finalmente en una octava más alta de lo que realmente quería, así que sea aclaró la voz para poder hablar mejor – Nabiki me dijo que viniera por ti
- Y tú le obedeciste – se burló de él – Qué considerado
- No es como si yo quisiera pasar mi día buscándote
- Pues nadie te pidió que lo hicieras – contra atacó
- Pues resulta que sí me lo pidieron
Sus miradas se encontraron en una batalla, como usualmente lo hacían, pero en esta ocasión fue el azabache el que desvió la mirada primero, intimidado por la vestimenta, en su mente maldecía constantemente a la chica mientras intentaba no mirar cierta parte de la anatomía de la peliazul, sin mucho éxito.
- Ya, en serio, ¿qué haces aquí? – preguntó relajando un poco sus defensas
- No estoy mintiendo, Nabiki me dijo algo sobre una fiesta y de que debías disfrutar tu vida universitaria y no sé qué tantas tonterías más
- Esa Nabiki – se quejó dándose la vuelta e ingresando nuevamente a su habitación
Ranma observó a la chica ir de un lado al otro en sus aposentos, al parecer había olvidado lo que llevaba puesto ya que se movía sin ningún cuidado. Sabía que estaba hablando, y creía que eran algo relacionado con su hermana, sin embargo, debía admitir que su cerebro no estaba prestando la más mínima atención ya que éste se encontraba bastante entretenido viendo a la chica de pies a cabeza mientras contoneaba la cadera de un lado al otro, sintió cómo cierta parte de su ser comenzó a despertar, así que sacudió su cabeza para evitar que su mente viajara a pensamientos nada adecuados para ese momento.
- Por cierto – dijo de pronto la chica – Te ves bien – rio suavemente
- ¿Cómo?
- Tu disfraz – señaló – Te queda bien ¿Qué se supone que eres? ¿El lobo feroz?
- Sí, sí, eso creo
- Las orejas son un lindo toque – Comentó al tiempo que tocaba las delicadas orejas en forma de lobo que estaban sobre la cabeza del chico
El ojiazul desvió nuevamente la mirada debido a la cercanía de su compañera quien no se daba cuenta que sus pechos estaban completamente posados en su antebrazo, estaban tan acostumbrados a la cercanía del uno con el otro que ese tipo de contacto muchas veces pasaban desapercibidos, pero en ese momento no podía ignorarlo, no con esa ropa, sus mejillas se tiñeron de un tono rosado.
- Vamos a juego – dijo en un intento de distraer el cúmulo de emociones que estaba sintiendo
Akane parpadeó perpleja por el comentario, de principio no comprendió a lo que se refería, y le tomó un par de segundos en comprenderlo, en cuanto lo hizo el calor subió a su rostro y sus mejillas se colorearon de un rojo intenso, de forma instintiva cubrió sus pechos con un brazo mientras que la otra jalaba la corta falda intentando que se alargara, sin mucho éxito. Había olvidado por completo el disfraz que había elegido su hermana para ella.
- Ah, esto – dijo nerviosa – Nabiki lo eligió para mi – movía las manos torpemente intentando taparse
- Ah, ya veo
El silencio se hizo presente entre ellos, ambos con la mirada desviada y las mejillas sonrojadas, ninguno estaba seguro de qué decir o cómo actuar, y aunque eso no era nuevo entre ellos, se sentía también diferente.
- Bueno – aclaró su garganta – Creo que… creo que deberíamos irnos
- ¿Irnos?
- Sí, a… a la fiesta que dijo Nabiki
- Ah, sí, no sé, no estoy segura, creo que lo mejor sería que no fuera, ya sabes, este disfraz no parece ser el apropiado y no quisiera recibir malos comentarios o algo por el estilo - se excusó con una tímida sonrisa
- Sí, tal vez – comentó con el tono más neutral que pudo fingiendo mirar el techo de forma distraída– No querrás asustar a todos con tu horrible disfraz
Apenas terminó de decir la frase y se mordió fuertemente la lengua, sabía que lo había arruinado nuevamente, habló sin pensar y eso le traería graves consecuencias, su mirada se posó en la chica la cual lo veía con una mezcla de odio y dolor en sus ojos. Conocía de sobra a la chica como para saber lo que haría, y como si lo hubiera invocado, la peliazul se calzó sus zapatos, cerró de un fuerte golpe la puerta y salió del lugar, él la siguió en silencio.
Salir fue más sencillo que entrar, sobre todo por el hecho de que la chica iba hecha una furia, desprendiendo esa aura que él tanto conocía, ningún guardia ni líder de dormitorio se le quiso acercar a preguntarle quién era su taciturno acompañante, tal vez se reservarían eso para el día siguiente. Por donde pasaban las miradas se posaban en ellos, Ranma no sabía si por la forma tan tosca en la que su prometida caminaba, o por su vestimenta, si era honesto, esperaba que por la primera razón.
Con cada paso que daban y mientras más se alejaban del campus la furia y determinación de Akane iban menguando, es decir, aún seguía molesta, pero entendía que lo que había dicho el chico podía ser verdad, no todo, obviamente, pero sabía de sobra que no poseía los atributos suficientes como para lucirlo ni la figura ideal, no entendía el por qué su hermana le había enviado eso, tal vez era para burlarse de ella, y aunque lo dudaba, tampoco tenía la certeza.
- Tal vez tengas razón – dijo ahora con la cabeza fría después de un muy largo tiempo y deteniéndose en seco
Ranma se detuvo a unos tres pasos de ella, no estaba seguro de si le hablaba a él o se lo decía a ella misma. Notó como la chica miraba a todos lados, como buscando algo.
- ¿Dónde estamos? – Preguntó finalmente al verse rodeada de árboles y maleza
El chico parpadeó un par de veces confundido.
- ¿¡Qué dices!?
- Calla, no tienes que gritar
- ¡Te vengo siguiendo desde hace rato pensando en que te dirigías a la dichosa fiesta y ahora me preguntas que ¿dónde estamos?!
- ¡Es tu culpa por seguirme! – contra atacó
- ¡Por supuesto que es mi culpa! ¡A la próxima te dejaré sola y que te pierdas! ¿¡Sabes qué!? ¿¡Qué tal si mejor invitas a Ryoga?, así los dos se pueden perder juntos y jamás regresar!
- ¿Qué tiene que ver Ryoga en todo esto?
Ambas miradas se confrontaron nuevamente con tal furia que la tensión se sentía en el ambiente, sin embargo, esto no duró mucho, esa era otra de las cosas que había cambiado entre ellos, si bien seguían discutiendo y sus peleas eran épicas, éstas no duraban mucho, ninguno se disculpaba ni admitía la derrota, pero tampoco avanzaban, también ayudaba el hecho de que Akane ya no golpeaba a Ranma con la intensión de mandarlo a otro distrito.
- Y, ¿qué hacemos ahora? – preguntó finalmente la chica ya con más calma
- ¡Tú eres la que nos trajo aquí, ahora tú sácanos! – reclamó
- ¡Óyeme no tienes que ser tan grosero!
Ambos se quedaron callados, era obvio que estaban frustrados y que, si no se calmaban, comenzarían a discutir por cualquier cosa pequeña y no les convenía en esos momentos.
- Me duelen los pies – comentó de pronto la chica recargándose en un árbol para descansar
- Claro, con esos tacones cómo no habrían de dolerte
Una brisa se dejó sentir por el lugar moviendo la ropa de la chica y causándole escalofríos en todo el cuerpo, los cuales le hicieron temblar levemente.
- Tengo frío – dijo por lo bajo
Akane comenzó a frotar sus brazos con sus manos en un intento de darse algo de calor, mientras intentaba cubrirse los hombros con la delgada tela de la capa que tenía y cubrió su cabeza con la pequeña gorra para no sentir el frío en su cuello. Ranma miraba a la chica de la forma más discreta que podía, que en realidad no era mucho, de forma inconsciente su vista se posó en el pecho de la chica, cosa que había intentado evitar durante un largo rato, y notó cómo dos pequeños montículos sobresalían en la delgada tela, el color volvió a subir a su rostro. Desvió su mirada al rostro de la peliazul, esperando ver su cara de enfado, pero al parecer no había notado nada, ni siquiera el endurecimiento de sus pezones a causa del frío.
Se lamentó no haber traído una sudadera o algo más abrigador consigo, pero realmente jamás imaginó que la chica saldría con un vestuario tan atrevido y revelador ¿Habría sido su intención todo el tiempo mostrarse así a los tipos que iban a ir a la dichosa fiesta? La idea le hizo enfurecer y una extraña pero conocida sensación se instaló en la boca de su estómago.
- Es tu culpa por vestirte de esa forma – comentó en forma mordaz
Akane, al escuchar lo dicho, quiso reclamar, sin embargo, de su boca sólo salió un estornudo, seguido de otros dos más, el clima comenzaba a afectarle y si no hacía algo rápido se enfermaría. El azabache, al escucharla, se sintió culpable, estaba enojado, pero eso no implicaba que quisiera que la chica la pasara mal, así que, haciendo a un lado su orgullo y molestia, se acercó a ella sin decir palabra alguna y la abrazó por sobre sus hombros con el único fin de brindarle un poco de calor.
La peliazul, al sentir el calor rodeándole y el aroma tan característico de su prometido, calmó su furia, su rostro se sonrojó de forma instintiva y se quedó lo más quieta posible, inclusive se le había olvidado cómo respirar, jamás imaginó que el chico haría algo como eso, sobre todo tomando en cuenta que habían estado discutiendo prácticamente desde que se vieron.
- ¿Me…mejor? – preguntó de forma torpe recibiendo por contestación un leve asentimiento el cual sintió en su pecho – A…ahora si pareces caperucita roja – dijo en un intento de iniciar una conversación y distraerse, pero no recibió respuesta por parte de la chica
Ranma estaba nervioso, había estado evitando tocar a la chica desde que se mudaron fuera del hogar de los Tendo ya que, desde poco antes de hacerlo, había comenzado a notar que, cada que lo hacía, su corazón comenzaba a latir como loco y cierta parte de su anatomía se activaba, carente de ideas, consejos y alguien con quién hablar, su única solución fue esa, y al parecer no se había equivocado, puesto que su prometida ni siquiera había notado el cambio y ayudaba mucho el hecho de que no estuvieran juntos todo el tiempo y que sus prometidas hubieran bajado el número de ataques diarios. Sin embargo, en esos momentos no podía darse el lujo de la distancia, el clima era cada vez más frío y el estar rodeados de vegetación hacía que se sintiera aún más baja la temperatura.
Inhaló profundamente con el fin de poder controlar los extraños pensamientos que estaban acudiendo en esos momentos a su mente, pero el resultado fue todo lo contrario, al hacerlo sus pulmones se llenaron del aroma tan característico de la chica y su cuerpo comenzaba a reaccionar de forma involuntaria a ésta ¿Había olido siempre tan bien? Sabía de sobra la respuesta, pero se negaba a admitirlo. Apretó un poco más a su prometida a su pecho en un inútil intento de calmarse, en todo caso lo único que logró fue sentir aquellos pequeños pero firmes montículos contra su pecho ¿Por qué la tela debía ser tan delgada?
Sacudió la cabeza levemente y de forma casi imperceptible, intentando alejar sus pensamientos de aquella deliciosa pero torturante sensación, podía notar cómo de poco a poco sus pensamientos iban perdiendo claridad y una extraña niebla se posaban sobre éstos al tiempo que el calor invadía su cuerpo, ya ni siquiera podía sentir el frío de la noche, sólo podía notar el pequeño, pero delicioso cuerpo entre sus brazos y la calidez que éste emanaba. Sin siquiera pensarlo, sus dedos comenzaron a acariciar de forma suave la tersa piel de su prometida, notando la suavidad en la yema de sus dedos en los cuales podía sentir un leve cosquilleo. Inmerso en la sensación, ocultó su rostro en la coronilla de la chica y aspiró más fuertemente el aroma.
Akane se mantenía totalmente quieta, no sabía cómo reaccionar, el actuar de su prometido la había dejado perpleja, habían pasado de estar discutiendo a estar realmente cerca el uno del otro, y a pesar del nerviosismo que sentía, admitía que no le molestaba. Las caricias en sus brazos eran tan sutiles que le causaban escalofríos, acomodó su barbilla en el hombro del chico y cerró los ojos para poder sentirlos aún más.
La acción de la chica hizo que Ranma se sintiera más envalentonado, así que pasó de un abrazo a sujetarla de la cintura con un brazo para así poder sentirla aún más cerca mientras el otro pasaba de acariciar el brazo a su pierna, la peliazul soltó el aire que había estado conteniendo en sus pulmones sin darse cuenta de forma entrecortada directo en el oído del azabache, lo que provocó un delicioso escalofrío en la espina dorsal del chico.
El cálido aliento de su prometida hizo que el juicio de Ranma se nublara y se aventurara en su actuar para conseguir más reacciones. Su mano, traviesa, comenzaba a introducirse por debajo de la corta falda, la acción asustó a la peliazul, ocasionando que se tensara, pero no se lo impidió, podía sentir su piel arder por donde su prometido la tocaba, era una sensación nueva y extraña, no es que fuera la primera vez que tocaba la piel de sus piernas desnuda, pero si era la primera vez que lo hacía de esa forma, era bastante consciente de dónde la estaba tocando y cómo se desplazaba con lentitud hacia arriba hasta su cadera, donde se detuvo y le dio un suave pero firme apretón, dio otro suspiro entrecortado y sintió cómo sus piernas flaquearon levemente, por lo que dejó caer su peso en el tronco
Ranma tocaba suavemente el borde de lo que adivinaba era la pantaleta de la chica y notó cómo ésta tembló sutilmente, dudaba que fuera por el viento en esta ocasión, se aventuró a sujetar la fina tela con sus dedos, esperó alguna queja por parte de su prometida, pero esta no llegó, por el contrario, ella se sujetó más fuertemente de su camisa y el temblor de su cuerpo se incrementó haciéndose ahora notable, con lentitud y cierta galanura posó su rostro a la altura de ella.
- ¿Qué sucede, caperucita, tienes miedo del lobo feroz?
La forma y el tono en que la frase fue dicha directo a su oído causó una ola de sensaciones en su cuerpo, sobre todo en cierta parte que comenzaba a humedecerse y palpitar, su sonrojo se hizo aún mayor, apretó las piernas en un intento de detener lo que sentía ahí, no obstante, de forma inmediata se dio cuenta de que aquello había sido un error, su acción sólo logró querer sentirlo aún más, el azabache sonrió de forma satisfactoria al ver lo que había provocado.
La mano en su cintura comenzó a moverse de forma lenta hacia arriba, acariciando la delicada figura de la peliazul, y se detuvo a la altura del nacimiento de sus pechos, comprendía que, si traspasaba aquellos límites, no habría vuelta atrás, y que aquello podría tener como consecuencia que la chica lo odiara, se lo pensó unos momentos mientras aspiraba ese sutil pero adictivo aroma de su cuello, en un momento de locura, lamió aquella delicada piel, lo cual ocasionó que la chica emitiera un muy sutil gemido que fue escuchado en aquella profunda soledad, esa fue la señal que necesitó para perder el poco razonamiento que tenía.
Su mano, que debería estar temblorosa, sujetó con firmeza su seno y luego lo estrujó levemente, con esto pudo notar la suavidad, firmeza y calidez del mismo aún a través de la tela, en ese momento corroboró lo que siempre pensó desde el primer día que la vio desnuda, aquellos pechos pertenecían a sus manos, tenían el tamaño perfecto, embriagado por la situación, el ojiazul comenzó a besar el cuello de la chica con parsimonia.
Akane sintió cómo sus pezones se endurecieron fuertemente ante esos besos, rogó en su mente que el chico no se diera cuenta, sentía vergüenza de la forma en que su cuerpo estaba reaccionando, de forma tan honesta, totalmente lo contrario a como ella era en realidad. El ojiazul pudo sentir el cómo aquellos botones se pusieron rígidos, y tentado por el deseo, lo tomó y jaló, un nuevo gemido, ahora muy audible, salió de la boca de la chica. La peliazul abrió los ojos como platos y cubrió de forma inmediata su boca, jamás se imaginó que un sonido así podría venir de ella, hizo el intento de alejarse, pero su prometido la detuvo usando su cuerpo.
- No, por favor – rogó en su oído – Quiero escucharte – confesó
Las mejillas de la chica estaban fuertemente teñidas, en su interior había una batalla, se sentía halagada por la petición y quería complacerlo, pero más importante, ella quería quedarse, por otro lado, estaba asustada, lo que pasaba no le era ajeno, entendía lo que pasaba, y deseaba que pasase, pero también temía que, después de que sucediera, su prometido se arrepintiera como ya era su costumbre, era arriesgarlo todo y no sabía si debía hacerlo. Con el miedo a flor de piel, sujetó al chico del cuello y se quedó.
Ranma, al sentir el agarre, se relajó, sinceramente temió que la chica huyera, y no es que le molestara, estaba en todo su derecho, sino que le asustaba el rechazo. Realmente amaba a Akane, daría su vida sin dudarlo por ella y estaba seguro que no podría vivir sin ella, pero el miedo constante le había hecho decir y hacer cosas que se arrepentía inmediatamente, y justo en ese momento, estaba haciendo algo que llevaba años deseándolo, si la peliazul se iba, estaba seguro que no podría reponerse de ese golpe, pero ella se había quedado, y eso hizo que su corazón diera un brinco.
Envalentonado por el deseo y la aceptación, volvió a besar el delgado cuello, esta vez dando también ligeras mordidas lo que provocaba suspiros en su prometida al tiempo que pellizcaba y jalaba el pezón, Akane apretaba sus piernas al sentirlas, en un vano intento de frenar las pequeñas descargas eléctricas que invadían su cuerpo, sin mucho éxito. El azabache podía sentirla removerse bajo de él, suponía que lo que hacía se sentía bien, no tenía marco de referencia, nunca había hecho algo como eso antes, movido por la curiosidad y el deseo, descubrió ambos pechos de la chica y comenzó a repetir sus acciones sobre el pequeño montículo, pero ya sin las restricciones de la estorbosa tela.
La peliazul sintió el aire en sus pechos desnudos, pero no se paró a pensar mucho en ello por las caricias que su prometido le brindaba, en su mente acudió el pensamiento de que no comprendía cómo era tan diferente hacérselo ella misma a que él lo hiciera, pudo sentir cómo sus pantaletas comenzaban a sentirse bastante húmedas y su clítoris palpitaba fuertemente, sus brazos se aferraron más fuertemente al cuello del chico, el ojiazul sonrió para sí mismo.
La mano que se había mantenido en su cadera, jugueteaba con el borde de la pantaleta, bajándola poco a poco y cada vez más de una forma tan imperceptible que la chica no se dio cuenta hasta que ya estaban a la altura de sus muslos donde, atraídos por la gravedad, cayeron hasta sus tobillos, el viento acariciando sus partes más íntimas le causó una sensación tan única y placentera que fue consciente del cómo sus fluidos comenzaban a deslizarse lentamente por su pierna.
Al sentir cómo la prenda cedió ante sus caricias se asustó, a pesar de que eso era exactamente lo que buscaba, nuevamente el miedo le invadió a la expectativa de las reacciones de su prometida, la cual, de nueva cuenta, no hizo nada de lo que esperaba, sólo suspirar y gemir de placer, se complació al ver que su cuerpo era más honesto de lo que ella había podido ser jamás. Ya sin la estorbosa tela de por medio, el deseo le rogaba por tocar aquella parte tan prohibida de la anatomía de su prometida, y se preguntó mentalmente si sería apropiado hacerlo.
Con recelo acercó su mano hacia el punto deseado de forma lenta, notando la humedad en sus piernas, él no tenía mucho conocimiento en el tema, pero si en el cuerpo femenino debido a su maldición, así que estaba seguro de que la peliazul estaba disfrutando aquello y la prueba eran los fluidos que emanaban de su interior. Cuando al fin tocó los labios, los acarició levemente de atrás a adelante, logrando arrancar suspiros en la chica con la acción. Repitió el movimiento varias veces, recibiendo siempre la misma reacción.
En cada caricia, el dedo medio del azabache iba adentrándose cada vez más, lo que humedecía más a la chica, hasta que en uno de esos movimientos rozó su entrada, Akane descubrió en ese momento que lo deseaba dentro de ella. Ranma siguió jugueteando con la intimidad de la chica hasta sentir una pequeña protuberancia, la cual cuando la tocó, arrancó un nuevo gemido en la chica, feliz, continuó acariciándolo haciendo que la chica se removiera aún más, era claro el placer que sentía. Por la cabeza de la chica sólo cruzaba el pensamiento de que quería más, necesitaba más.
En un momento, Ranma sujetó el pezón con sus dientes y lo mordió suave pero firme mientras su dedo medio se introdujo en la pequeña entrada, Akane sintió una nueva oleada de calor en su cuerpo llenándola de placer, tenía la necesidad de ser tocada en todas partes, deseaba que su prometido recorriera todo su cuerpo con sus manos, su interior comenzó a palpitar en necesidad de ser tomado, todo eso la estaba volviendo loca, instintivamente comenzó a mover su cadera.
Ante esos movimientos, el miembro de Ranma reclamó causándole un intenso dolor al estar tan erguido en un espacio tan pequeño, él lo interpretó como un reclamo al no ser liberado, era consciente de su palpitar y de la humedad en su propia ropa, si era honesto, deseaba sentir las manos de su prometida sobre su falo, tocándolo, acariciándolo, liberándolo. Gruñó por lo bajo al sentir un nuevo pinchazo de dolor en su hombría, no sabía cuándo más podría soportar. En uno de los movimientos de vaivén de la chica, su cadera rozó su miembro, ocasionando que ahora fuera él el que gimiera.
Akane, al sentir la calidez extraña, quiso repetirlo, sabía de dónde provenía, y quería más, pero no tenía el valor que requería para poder hacer ella un movimiento, sin contar el hecho de que no estaba segura de que si se soltaba del chico sus piernas las sostendrían, incapaz de hacer otra cosa, sólo pudo acercarse al chico y decir una sola palabra "Más" y fue ahí donde Ranma perdió lo poco de cordura que le quedaba.
Con un ágil movimiento desabrochó el, ahora, estorboso pantalón y dejó libre su virilidad, la cual celebró goteando sus fluidos. Se detuvo un poco a intentar pensar lo que estaba a punto de suceder, era el punto de no retorno, volteó a ver a la chica intentando buscar algún signo de aprobación, pero lo único que pudo ver es su rostro cargado de deseo, lo que le dio la confianza que necesitaba, sujetó sus piernas y las alzó para colocarla a la altura que necesitaba.
Con miedo y emoción, colocó su miembro en la húmeda y cálida entrada, miró de nueva cuenta a su prometida buscando cualquier signo de duda, pero la chica sólo lo sujetó fuertemente con sus piernas como si temiera que se escapara, no que lo fuera a hacer, no en ese momento, no ahora. De forma lenta pero firme fue introduciéndose en la cavidad, la sensación de estarse abriendo paso a través de ella era indescriptible, no tenía palabras, el interior de la chica lo envolvía de una forma tan deliciosa, que sentía que en cualquier momento terminaría, sin embargo, no quería eso, deseaba que la chica lo gozara, pero, sobre todo, deseaba escucharla decir su nombre en medio del deseo.
Pudo ver en el rostro de la chica la incomodidad que sentía al ser invadida, y por un instante se replanteó lo que hacía, no obstante, el firme agarre en su cadera le indicaba que sería un error detenerse en ese momento, por lo cual siguió hasta que sintió que topó con algo, ahí se mantuvo quieto unos segundos, los suficientes como para que ella se acostumbrada, y cuando creyó que era suficiente, comenzó a moverse, primero lento y luego con mayor intensidad.
En cada estocada Akane sentía una oleada de placer, había leído sobre el acto, pero jamás imaginó que se sintiera de esa forma, ahora entendía el porqué sus amigas le insistían tanto que lo intentara, dudaba que ahora que había conocido ese goce pudiera olvidarse de él, y si Ranma se arrepentía como siempre, ella estaría en un gran problema. No tuvo oportunidad de pensar más por que el azabache golpeó directo en la entrada de su útero y una nueva descarga de placer le invadió.
Ranma no perdía detalle de las expresiones de la chica, veía sus ojos nublados por el deseo y se sentía orgulloso de ser él quien estuviera ocasionando todo eso, en un arrebato de locura, la besó intensamente, sabía que no era su primer beso, y le dolía saber que, nuevamente, la había besado en una acción inconsciente, esperaba que el próximo fuera ahora si a voluntad, pero se preocuparía de eso más tarde, en ese instante sólo quería saciarse de ella, aunque sabía que era imposible.
Sus lenguas danzaban al mismo ritmo en un frenesís sin igual, los senos de la chica rebotaban con cada estocada, su interior cada vez se sentía más caliente y sentía como lentamente se acercaba a algo, aunque no estaba segura de qué se trataba, Ranma intentaba soportar todo lo que podía, pero la chica lo estaba apretando tanto que a cada segundo se le hacía más imposible, inseguro de cuánto más pudiera aguantar, sujetó a su prometida fuertemente de la cintura y la penetró fuertemente.
Con este movimiento Akane sintió que llegó a lo que sea que tenía que llegar, su interior se contrajo de forma involuntaria y comenzó a palpitar fuertemente, sus fluidos salieron de forma incontrolable y ella se sujetó fuertemente de su prometido mientras daba un gemido entrecortado. El azabache, al sentir el agarre en su miembro, no pudo soportar más y dejó salir toda su semilla en el interior de su prometida, habían llegado ambos al orgasmo en su primera vez. No supieron cuanto duró, se sintió como minutos y segundos al mismo tiempo.
Sin más energía, Ranma fue deslizándose lentamente hasta poder sentarse, donde se puso a descansar, poco a poco la intensidad de las sensaciones fue disminuyendo, así como su respiración se fue regulando lentamente, cuando al fin se controlaron, ambos fueron conscientes de lo que había sucedido y la vergüenza apareció nuevamente. Akane cubrió su pecho en un intento de recuperar algo de dignidad mientras se cubría de forma algo torpe con la diminuta capa que incluía su vestimenta, sin embargo, aún tenía un problema, y era que su prometido aún estaba dentro de ella, no sabía cómo salirse de forma discreta y no creía que existiera una manera.
El azabache notó las intenciones de la chica y decidió salir de forma lenta, ninguno de los dos estaba preparado para el placer que eso daría, por lo que ambos gimieron suavemente. En silencio, cada uno se acomodó su ropa sin siquiera mirarse, habían vuelto a ser los de antes. Cuando terminaron la peliazul intentó ponerse en pie, pero sus piernas no la sostuvieron, por lo que cayó nuevamente al piso, de forma torpe y apresurada el azabache corrió a socorrerla, pero tampoco sabía qué decir o hacer, así que simplemente no hizo nada.
- Necesitas… quieres… - notó que la chica negó con la cabeza – Akane, yo…
El movimiento en los arbustos y unas voces en la lejanía que ambos conocían los trajeron a la realidad, habían hecho eso al aire libre y a la vista de todos, sus rostros se sonrojaron completamente. Las voces se escuchaban cada vez más cerca, lo que causó dolor y molestia en la peliazul.
- Anda, vete, tus prometidas te están buscando – dijo en un tono mordaz – Ve a seguirte divirtiendo con ellas que conmigo ya lo hiciste
Ranma parpadeó un par de veces incrédulo por lo que acababa de escuchar, sabía que su prometida era terca y cabeza dura, pero a veces olvidaba cuánto, no podía creer que le estuviera diciendo eso, era como si no lo conociera, como si creyera que era un promiscuo que iba por la vida acostándose con cualquiera, la insinuación le insultó y molestó.
- ¿Qué diablos estás diciendo? – preguntó visiblemente molesto
- Pues de lo obvio – refutó – o ¿Acaso crees que no sé que te planeas revolcar con ellas?
- Akane ¿En verdad te estás escuchando? ¿Crees…? – Bufó en señal de fastidio - ¿En verdad crees que soy eso?
Akane sabía que no, pero no quería ser herida, y la forma en la que encontraba cómo defenderse era hiriéndolo a él primero
- Olvídalo – su voz sonaba apagada – Me voy a casa – dijo al tiempo que se levantaba
- No lo harás – le refutó sujetándola fuertemente del brazo y trayéndola a él - ¿De verdad esperas que, después de lo que hicimos simplemente te des la vuelta, me dejes aquí parado con varias acusaciones en mi contra mal infundadas y tu te vayas a casa? ¿Quién te crees que eres? ¿Quién crees que soy yo?
- Un cobarde poco hombre que ante cualquier adversidad se retracta de sus palabras – confrontó
Ranma quiso refutarle, pero no tenía argumentos, sabía que eso era verdad, pero en esta ocasión le demostraría que no daría marcha atrás, temblando por dentro, pero con determinación atrajo a la chica hacia él, y sin la euforia del deseo, la besó finalmente por voluntad propia, porque lo deseaba, porque quería demostrarle que la quería. El contacto fue torpe sin embargo estaba lleno de los sentimientos que aun no podía decir en palabras. Akane abrió los ojos grandemente, imaginaba lo que le había costado al azabache hacer aquello, y aunque le alegraba, no era suficiente.
- ¿Qué acaso crees que…? – dijo cuando se recuperó del shock
- Akane, cállate – le cortó
- ¿¡Qué!? – preguntó enfadada
- Akane, hablo en serio – le dijo mirándola directamente a los ojos y con una seriedad pocas veces vista en él. Pudo escuchar las voces de sus otras prometidas cada vez más cerca por lo cual gruñó en señal de enfado – Escucha, lo que sea que piensas no es, lo que quieres escuchar no te lo puedo decir en este momento porque no tenemos tiempo, pero si solamente te calmas y aceptas que hablemos tal vez podríamos llegar a algo por primera vez en nuestras vidas, sólo te pido que te calmes y aceptes que hablemos – escuchó el crujir de las ramas de árboles – pero de preferencia en otro lado, ese par no tardan en darnos alcance
Akane se lo pensó un momento, era la primera vez que veía a su prometido con tal determinación, y sin embargo aun se sentía insegura. ¿Cómo podía confiar en él si ya antes se había retractado de sus palabras?
- Sólo respóndete a ti misma ¿Realmente piensas que yo haría algo así con cualquiera? ¿Crees que soy esa clase de hombre?
La peliazul pensó en ello y concluyó que, pese a que Ranma era un chico al cual le gustaba sentirse deseado, no era capaz de estar teniendo relaciones con cualquier mujer, así que le dio el beneficio de la duda y aceptó finalmente la propuesta. El azabache rápidamente la sujetó de un brazo y se la puso en la espalda para poder salir huyendo de ahí de forma rápida, sin embargo sintió cómo su ropa se mojaba, el calor subió de vuelta a sus mejillas al imaginar qué era, sacudió levemente su cabeza para volver a concentrarse, no tenían tiempo que perder, en un ágil salto alcanzó la punta de un árbol y se alejaron de lo que fue su refugio por algunos momentos con un solo objetivo en mente, decirle finalmente a la chica que lo traía loco que la amaba y, si se podía, lograr que gritara su nombre mientras hacían el amor por segunda ocasión en esa noche. Sí, iba a ser un Halloween muy bueno.
Nabiki se encontraba frente a la puerta de la habitación de su hermana menor, había ido ahí lo más rápido que pudo una vez que había abierto su propio disfraz, tocaba la puerta de forma insistente, pero nadie le respondía.
- Akane, vamos, sal por favor, te he dejado innumerables mensajes y te he llamado varias veces y aún no me respondes, no puedes estar tan enfadada – dijo al aire mientras tocaba de nueva cuenta la puerta – No puedes estar enfadada por siempre – le gritó. Después de unos momentos pensó que, realmente, su hermana no se encontraba en el lugar - Me pregunto si de verdad habrá salido con ese disfraz. Y yo que pensaba burlarme de ella vistiéndola de cerdito – comentó al tiempo que veía el disfraz que traía en manos – Bueno, si en verdad salió con él espero que al menos se haya divertido con Ranma – dijo con una sonrisa burlona – Si es así, me debes una grande cuñadito, ya no puedo hacer más por ustedes – se encogió de hombros – En fin, supongo que tendré que ir así a la fiesta, tal vez me los encuentre ahí – mencionó mientras se daba la media vuelta y se retiraba del lugar – O quizás ellos estén en su propia fiesta, sólo el tiempo lo dirá
Notas del autor
Este fanfic participa en la dinámica de la página de facebook #MundoFanFicsInuyashayRanma en su #Dinamica_Del_Terror_2024 para #Halloween con la temática de #El_Disfraz_Equivocado que realmente no tiene nada de terror y queda mejor para los #ViernesDeLemon pero el intento se hizo.
Agradezco el tiempo que se tomaron en leerlo y si les gustó me gustaría que me dejaran un review haciéndomelo saber, me gusta mucho leerlos y me alegran mucho el día.
También agradezco a #MundoFanFicsInuyashayRanma en realizar esta #DinamicaDeOctubre para mantenernos al día y fomentar la lectura.
Si gustan ver un dibujo relacionado con el fanfiction puedenpueden verlo en mis diferentes redes como deviantart o tumblr con mi usuario aikohiwatari, o en instagram con el usuario aiko. hiwatari (eliminen el espacio después del punto)
Hasta la próxima
