A Kagome le costó una semana entera convencer a Kikyo de tener juntas un día de chicas. Siempre había sido modesta, por lo que no tenía costumbre de ir a comprar ropa, o de embellecerse en un salón. Sin embargo, la fiesta de Halloween de la millonaria Sango se acercaba, y ambas tenían que mostrar su mejor imagen.
Se reunieron un fin de semana en la peluquería, y se sentaron en asientos continuos. Kagome pidió que le pintaran el pelo de negro.
– Pero, Kag, me encanta el tono azul de tu cabello. – dijo Kikyo, con cierta lástima.
– Pero el color del tuyo me gusta más.
– ¿Ah?, ¿Sí?, Pues verás, me voy a vengar. – respondió Kikyo. Ambas se rieron.
Mientras los peluqueros las atendían, las amigas conversaban sobre la fiesta de Halloween.
Sango siempre había sido la millonaria de la clase, quien organizaba grandes fiestas donde invitaba a todos los alumnos de la universidad. El día 31 de octubre se iba a celebrar la fecha con sus abuelos de Rumanía, por lo que adelantaba el encuentro terrorífico para el día 30.
La fiesta de este año tenía un requisito, ir con una pareja. Como ni Kagome ni Kikyo tenían novios, decidieron pedirle a cualquier compañero de la universidad que las acompañara.
Ki había encontrado como pareja a InuYasha, un chico rudo de la clase de Biología pura. Kag había conseguido a un frío estudiante de Física nuclear.
– ¡Ese Sesshomaru es tan aburrido! – exclamó ella. – Parece que nada es capaz de emocionarlo, y es el enemigo número uno de la diversión.
– E Inuyasha es un inmaduro. – comentó su amiga. – No se toma nada en serio. Se la pasa haciendo cosas sin pensar.
Ambas se sintieron aliviadas de que esas parejas solo durarían una noche.
Al terminar en la peluquería, las chicas continuaron con su día de belleza. En el salón cercano se arreglaron las cejas y se pintaron las uñas. Llegaron a la tienda, donde compraron una multitud de maquillajes: deliniadores, polvos de ojos, marbellines, pintalabios, y bases. Probaron muestras de todos los perfumes y luego se pasaron a la ropa.
Tras comprar algunos vestidos y faldas, pasaron a la sección especial de Halloween. Se sucedían varias perchas con disfraces, y fueron paseando entre todas.
– ¿Cuál me queda mejor?, ¿Este o este? – preguntó Kagome, mientras pendulaba entre un disfraz de ángel y otro de chica lobo.
Kikyo se llevó una mano al mentón. Sacó otro disfraz de la percha.
– ¡Mira!, ¡Este seguro que te queda perfecto! – dijo, al acercarle una prenda de maid.
Kag le dió un pequeño manotazo con los guantes que acompañaban al disfraz de chica lobo.
– ¡No soy tan atrevida!
Kikyo comenzó a reírse suavemente.
Continuaron registrando entre el montón de trajes, hasta que encontraron un par de disfraces de ladronas sexys, con faldas cortas y botas altas. Traían como accesorios unos pasamontañas.
Kagome quedó enamorada de los disfraces, a Kikyo le daba cosa usarlos. Con una moneda, echaron suertes a ver si los compraban o no, y terminó ganando el lado de Kag.
Se fueron de la tienda, bien felices con sus compras, sus disfraces y su imagen embellecida.
– Jamás pensé que un día de chicas pudiera ser tan divertido.
– ¿Lo ves, amiga?, ¡Es lo mejor del mundo!
En otra parte, InuYasha acababa de llegar a su casa. Vió a su hermano Sesshomaru en la puerta, recibiendo un paquete del cartero. El chico se inclinó con curiosidad, para ver qué era. Al abrir la caja, Sesshomaru sacó un disfraz del ángel de la muerte, acompañado de una máscara esquelética.
– Así que..., ¿Sí vas a ir a la fiesta de Sango? – preguntó InuYasha.
– Lo que se sabe, no se pregunta. – respondió fríamente el dueño del traje. – Voy a invitar a mi novia.
– Ah, eso me alegra. Debes aprender a divertirte con algo más que tus extraños chistes de física. – agregó el biólogo.
– ¿Extraños?, ¿Sabes qué hace un vector en una loma sin dirección ni sentido?
InuYasha negó con la cabeza.
– Escalar. – murmuró Sesshomaru, mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.
El menor lo dió por loco, y decidió continuar hablando del disfraz.
– Oye, tu disfraz está tremendo. Ya que somos hermanos..., ¿Qué tal si vamos disfrazados iguales?
– No me copies. – respondió el físico nuclear, con una expresión de molestia.
– Vamos, si lo haces te presto mi colección de espadas samurai. – agregó InuYasha, en un tono tentador.
Luego de pensar un poco, el hermano mayor aceptó la idea de que fueran disfrazados iguales.
Los días pasaron rápidamente, mientras todos los invitados esperaban con impaciencia la fiesta de Halloween.
Llegó la noche de ese día. La mansión de Sango estaba adornada con calabazas y guirnaldas anaranjadas en el jardín. En la terraza había un gran número de mesas con manteles de encaje negro, y una botella de vino en cada centro. En el interior, había otro grupo de mesas con las mismas características, separadas de un espacio que tenía la función de tarima. Cercana, había una larga mesa con platos y dulces aterradores: pay de calabaza, cráneos de caramelo, chocolates en forma de ataúd, además de un ponche rojo que simulaba sangre. La mansión entera estaba repleta de los estudiantes de la universidad y sus parejas.
Sesshomaru y Kagome llegaron temprano. Ella le preguntó a su novio qué le parecía su conjunto de ladrona sexy. Él respondió con un comentario desganado, y se apresuró a taparse la cara con su máscara calavérica. Kagome frunció el cejo, y se colocó el accesorio del pasamontañas. Miró su celular, y notó un mensaje de Kikyo, que decía que iba a llegar más tarde, porque InuYasha se había distraído en un puesto de frituras de calabaza.
Las luces del sitio se apagaron. Tras una oleada de exclamaciones, Sango apareció en la tarima junto a su novio Miroku. Venían disfrazados de Jack y Sally de El extraño mundo de Jack.
– ¡Welcome!, ¡Happy Halloween! – gritó ella con emoción, tratando de sonar más "cool". – Para comenzar esta sagrada reunión de nuestro aquelarre, los invito a bailar con la música de Naraku y su banda "Las arañas".
En la tarima se pararon un grupo de chicos vestidos de caballeros medievales. Sus capas llevaban escudos alegóricos, y un letrero grotesco con el nombre de la banda. Con guitarras eléctricas y teclados, comenzaron a tocar Glass Doll.
Kagome se emocionó, y comenzó a moverse.
– Vamos, Sesshomaru, ¡Bailemos!
Él negó con la cabeza, y por más que ella insistió, no logró convencerlo. Se sintió fastidiada, y se quedó bailando sola, ¡Cómo él podía rechazar Glass Doll!
Tras un buen rato, la canción terminó, y luego le sucedió Dreaming Bird. Kagome se fue a sentar a la mesa donde Sesshomaru estaba. Estaba algo sofocada por el pasamontañas. Además, se le había corrido el maquillaje. Se fue al baño a retocárselo.
Mientras tanto, InuYasha y Kikyo acababan de llegar a la fiesta. Ella notó el ruido en el interior de la mansión, y prefirió quedarse en la terraza. El chico, con su disfraz de ángel de la muerte, entró, dejándola sola afuera.
Vió a su hermano Sesshomaru, y se sentó con él.
– Otra vez estás solo, ¿Aburriste a tu novia con tus chistes de física?
– No te importa, ¿Y qué hay de la tuya?
– ¡Ja!, ¡Tampoco te importa! – respondió InuYasha, con una risa. – Por cierto, te mentí, no te voy a prestar mi colección de espadas.
Sesshomaru se molestó, se limitó a golpear la mesa, para no romperle la máscara esquelética a InuYasha y quizás también un par de dientes. Se levantó del asiento, y salió a la terraza. Le extrañó ver allí a una chica con un disfraz de ladrona sexy, ¿No era el mismo que traía Kagome?
Aún con su máscara, se acercó a ella.
– Oye, ¿No estabas en el baño?
Kikyo negó con la cabeza.
– Además, creo que prefiero quedarme aquí afuera. Adentro hace mucho ruido.
Él asintió, y se sentó a su lado. En cierto modo, le alegraba que ella lo pensara, pues compartía la misma opinión. Pasaron un buen rato conversando.
A Sesshomaru le extrañó verla tan tranquila, por lo general, Kagome solía ser más escandalosa. Decidió mantener las cosas así, pues le gustaba esta nueva faceta.
Kikyo también notó que algo era diferente en "InuYasha", pues no mostraba su típica hiperactivad o su forma ruda de ser. Ahora se comportaba como un caballero educado, y culto. No entendió muy bien la naturaleza de la transformación.
– Oye, ¿Sabes qué hace un vector en una loma sin dirección ni sentido? – preguntó Sesshomaru.
A ella le extrañó la pregunta, y negó con la cabeza.
– Escalar. – respondió él.
Ella se empezó a reír. Sesshomaru se sintió satisfecho, era la primera vez que alguien se reía de ese chiste. "Encontré a la novia perfecta" pensó para sí mismo, mientras ella continuaba con su risa.
– Es ingenioso. – murmuró Kikyo. – Si no tiene dirección ni sentido, no puede ser un vector, es una magnitud escalar.
– Exacto, ¿Estudias algo de física?
– Sí, astrofísica. – contestó. – Aunque el tema de los vectores pertenece a la física básica, la que se estudia a inicios de la preparatoria.
Sesshomaru asintió. Esas palabras fueron como un poco de radiación en el reactor de su corazón.
Mientras tanto, en el fiesta, Kagome acababa de salir del baño, con su pasamontañas bien puesto de nuevo. Se acercó a la mesa donde estaba su novio antes, ahora ocupada por InuYasha. Ella se sentó, desganada.
Naraku y las arañas comenzaron a tocar Eternally Flickering Flame. El ángel de la muerte se levantó, y le ofreció una mano a la ladrona sexy.
– ¿Quieres bailar?
Ella quedó sorprendida.
– Pero, me dijiste que no querías.
– ¿Te dije eso?, Ah, perdón, ¿Ahora quieres?
Kagome asintió. Ambos se fueron a mover el cuerpo al ritmo de la música. Al terminar, ambos estaban contentos.
– No pensé que fueras del tipo de chica que le gusta bailar. – mencionó él, a la vez que le servía un poco de vino a "Kikyo".
– ¿Bromeas?, ¡Lo adoro!, ¡Y tú eres más divertido de lo que imaginé!
– Puedo estar lleno de sorpresas. – respondió InuYasha, en un tono seductor.
Se acercó a ella, e hizo como que iba a tomar algo de su oreja. Parecía el típico truco de la moneda, pero no, esta vez era una flor de príncipe negro.
– Para la ladrona más hermosa de esta fiesta. – dijo el chico. Ella se sonrojó, aunque él no pudo notarlo por la presencia del pasamontañas.
Kagome siempre había adorado ese tipo de detalles: las flores, los cumplidos amables, los bailes en pareja. Aceptó la flor, y la colocó en el bolsillo de su disfraz.
– No la olvidaré, señor Sesshomaru.
– Espera, ¿Cómo Sesshomaru?, ¡Yo soy InuYasha!
Él se quitó la máscara esquelética. La chica quedó en shock, y ella se quitó el pasamontañas, dejando ver su rostro, un rostro que sólo podía ser de Kagome Higurashi. InuYasha se sorprendió al ver a la novia de su hermano, ¿Qué había pasado?, ¿En qué momento se habían confundido?, ¿Dónde estaban los verdaderos Kikyo y Sesshomaru?
Ellos se asomaron a la terraza, donde los físicos continuaban conversando. El cuarteto de disfrazados se dirigió entre sí una serie de miradas confundidas. "¡Ki!", "¡Kag!" exclamaron las amigas.
Ninguno sabía qué decir. Se hizo un silencio incómodo. De las bocas de los hermanos salió un "Lo siento" y regresaron con sus respectivas novias. Durante el resto de la fiesta, nadie se dirigió palabra entre sí. Todos sentían que se habían robado a la pareja del otro.
En la tarde siguiente, el verdadero día de Halloween, InuYasha y Sesshomaru estaban en casa, conversando sobre el incidente en la fiesta.
– Hablemos de hombre a hombre. – dijo el mayor. – Me molesta que siempre me arrebates a mis novias, pero esta vez te lo dejo pasar. Debo admitir que me gustó la tal Kikyo.
– ¿De verdad?, ¡Kagome es tremenda! – exclamó InuYasha. – Aunque eso sí, es demasiado apasionada para alguien como tú.
El menor se rió solo.
– Deberíamos ser sinceros. – agregó, mientras pensaba en voz alta. – Decirles lo que sentimos, ¿Tienes alguna idea?
– Kikyo me contó que tiene una hermana a la que debe cuidar hoy durante el dulce o truco. – dijo Sesshomaru, mientras recordaba un poco de las miles de cosas que había hablado con ella en el día anterior. – Si la acompañamos, quizás veamos a Kagome también.
InuYasha mostró un pulgar, en señal afirmativa. Acercándose la noche, ambos volvieron a colocarse los disfraces, y salieron a la luz de la luna. Fueron a la calle más transcurrida, donde varios niños monstruosos corrían con sus cestas de caramelo. No demoraron mucho en ver a Kikyo llegar con hermana Kaede. Luego apareció Kagome, con su hermano Sota. Hubo otro silencio incómodo entre los cuatro, un silencio que aburrió a los niños.
Sesshomaru habló sin más rodeos. InuYasha no sabía qué decir exactamente. Las chicas también decidieron ser sinceras.
– Ki, no era mi intención quitarte el novio. – dijo Kagome, con la cabeza baja.
– Descuida, yo sentí algo de afinidad con Sesshomaru. – agregó Kikyo, luego le dió un guiño a su amiga. – Si no te molesta, creo que quiero quedarme con él.
Kag asintió, con una gran sonrisa.
Así fue, como oficialmente las parejas quedaron intercambiadas.
