Siempre trato que la opinión que un personaje tiene de otro no sea influenciada por mis propios gustos. A mí me caen bien todos los personajes de HD, así que aclaro que los pensamientos de Drex hacia Ray y viceversa están basados en lo que se ve en el show... básicamente se odian mutuamente, un odio que trasciende las líneas temporales, dimensiones y universos.
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Charlotte estaba nerviosa, esa tarde después de la escuela por fin iba a empezar a trabajar en su primer empleo real. Su emoción era tal que no podía evitar removerse inquieta en su asiento mirando a cada rato las manecillas del reloj en la pared, esperando a que diera la hora de salida.
Los chicos en cambio, seguían algo reticentes a que fuera a trabajar para ese sujeto. Sus razones eran simples y entendibles, era un hombre fuerte e intimidante, temían por su seguridad e integridad. Pero ella no creía que tuviera que cuidarse por ello, y le había hecho prometer a sus amigos que no interferirian con su oportunidad ni tampoco que le dirían a sus padres de quien se trataba su empleador.
Sus padres eran buenas personas, siempre inculcandole que aunque debía ser cautelosa, no debía juzgar a nadie por lo que mostraba su apariencia. Sin embargo, sabía que en cuanto se enteraran de quien sería su jefe, por seguridad podrían obligarla a renunciar y buscar otro empleo. No que fueran hipócritas, solo que eran padres conscientes y preocupados, y dejar a su joven y bonita hija sola durante horas con un hombre al que no conocían no se les pasaría por la cabeza nunca. No lo permitirían.
A regañadientes los chicos aceptaron, pero con la condición de que Ray la acompañara a su primer día, solo para enviar un mensaje sutil: que ella no estaba sola, que tenía amigos que se preocupaban por ella y que no dudarían en acudir en su auxilio si algo llegaba a pasarle o si él se atrevía a hacerle algo. Y Ray por supuesto que aceptó la tarea, quería a la chica como una hermana pequeña igual que a Henry, aunque no tanto a Jasper. Además de que tenía la tendencia a proteger a los que veía como más débiles...que era a casi todo el mundo que no fuera él. Él se prestó a recogerla en una dirección y llevarla hasta su nuevo lugar de trabajo.
Se le hacía imposible concentrarse en lo que el profesor estaba explicando en la pizarra, pero si alcanzó a oír a dos chicas hablar bajito sobre algo que estaban pasando en las noticias. Un vistazo de reojo le permitió descubrir que ambas estaban viendo en el teléfono de una de ellas y detrás de una pila de libros que actuaba de escondite, la persecución en vivo de unos maleantes por el vigilante de la ciudad.
Un helicóptero iba siguiendo al hombre que se movía en una motocicleta pesada pero maniobrable, quien a su vez seguía a un grupo de ladrones que habían asaltado una tienda en el centro. A pensar de que no todo el mundo estaba de acuerdo con sus métodos, no podían sino admirar su dedicación, porque estaba claro que lo hacía porque quería y no por la gloria.
Gloria era casi siempre lo último que recibía.
Era agresivo e intolerante, hosco y poco amigable, lo que lo había hecho recibir el desdén de la alcaldía y la policía, además de que era incorruptible. Él último que había querido sobornarlo para que pasara por alto sus actos ilegales y reprochables había terminado en el hospital con las piernas rotas y el divorcio de su escandalizada esposa.
Así que, no, no recibiría medallas ni reconocimiento. Solo el permiso de las autoridades de actuar y ayudar porque nadie se atrevía a enfrentarlo o amenazarlo. Además, aliviaba el trabajo de la policía, que no eran más que una bola de inútiles en su mayoría, con pocas, muy pocas lamentablemente, excepciones.
A Ray le parecía que su comportamiento era excesivo e innecesario, que no necesitaba desplegar tanta testosterona. Sus amigos opinaban igual, era frío y violento y nada digno de admiración.
Ella por su parte...
No que estuviera de acuerdo con su forma de manejar las situaciones que se le presentaban, en su opinión podía intentar ser un poco menos agresivo aunque no necesariamente blando. Pero no podía evitar pensar que había estado de acuerdo con algunas de sus acciones, como cazar violadores y darles una paliza, o detener crimenes de odio por medio de dar al ofensor una cucharada de su propia medicina.
Claro que no lo diría abiertamente, pero no se pondría a condenar sus acciones como si ella tuviera el derecho de juzgarlo.
Sus compañeras en cambio, estaban ocupadas más bien opinando de lo rudo y atractivo que se veía conduciendo la motocicleta por entre los autos con destreza.
Otro punto a su favor era que no se aprovechaba de su posición. No era del tipo que coqueteaba con las mujeres con las que interactuaba aunque claramente le atraían. Sabía fijar límites y no tomaba ventaja de la vulnerabilidad de nadie. Eso lo diferenciaba de muchos otros héroes.
Aunque más bien era un vigilante, y ni siquiera estaba registrado en el sitio de héroes. Trabajaba por su cuenta luego de haber aparecido un par de años antes.
Finalmente la última clase terminó y el timbre sonó indicando que ya podía marcharse y emprender el viaje hacia su lugar de trabajo. Con emoción volviendo sus movimientos erráticos, guardó sus cosas y salió del aula directo a la salida.
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Después de encargarse de ese par de imbéciles a base de darles una buena paliza antes de dejarlos para la policía, Drex subió a su motocicleta y aceleró, perdiendo al molesto helicóptero que lo seguía. Supuestamente era del canal de noticias pero él sabía bien que estaban confabulados con la policía para averiguar a dónde se dirigía, estaban empeñados en atraparlo y obligarlo a detenerse porque su eficiencia los dejaba en ridículo pero no lo enfrentarían directamente, no tenían el valor necesario. Por eso se vio obligado a dar muchas vueltas para quitarse el helicóptero de encima antes de dirigirse a un sitio seguro para cambiarse.
No le importaba llegar tarde al primer día de trabajo de la chica porque al fin y al cabo él era el jefe, pero esa no era el tipo de impresión que quería darle. Por eso prefería mantenerse en las sombras antes que ser reconocido, así era más fácil hacer su trabajo en paz y sin contratiempos.
Si llegaba a llegar después que ella, ya tenía una excusa verosímil para darle por su tardanza y que no sospechara nada.
Ingresó con su motocicleta en un garaje secreto que tenía cerca de su tienda, un lugar que era de su propiedad y por ende no habría nadie por allí curioseando que por accidente pudiera encontrar donde guardaba su vehículo. Había invertido en seguridad para el lugar por las dudas.
Tan rápido como pudo se cambió del traje a su ropa informal de trabajo y se dirigió en una modesta camioneta a su tienda de reparación, notando una vieja van estacionada a un lado de la calle enfrente de esta.
Estacionó frente a su tienda y se bajó de esta, quitándose los anteojos de sol que traía y dándole al otro vehículo una mirada curiosa. Creía reconocer ese vehículo...
De este bajó la muchacha, cargando consigo una mochila y con una sonrisa expectante. Tras ella bajó la última persona que esperaba volver a ver en esa línea temporal y no pudo evitar contraer su rostro en una expresión de enfado y desagrado.
Debió habérselo imaginado, que de la mano de sus amigos, vendría esa persona también. Su lado que aún guardaba esperanza había deseado que en esta línea de tiempo sus cambios hubieran afectado más los sucesos, pero al parecer, que esos cuatro al menos se conocieran era un suceso inevitable.
Raymond Manchester iba acompañándola, y desde lejos lo vio darle una mirada recelosa y apretar los labios en mutuo desagrado. Traía gafas de sol también pero Drex pudo detectar su mirada sospechosa desde su posición y como fijaba su atención en el brazo cubierto por el guante.
Debió de darles una fuerte impresión a los mocosos para que convencieran a Ray de que fuera en persona a asegurarse que su amiguita no estuviera metiéndose en problemas.
La chica le dio la espalda y habló con él, no podía ver su expresión pero si la forma en la que Ray estaba reaccionando. Una media sonrisa pequeña y satisfecha torció sus labios. Por lo que podía leer por su lenguaje corporal, la chica estaba regañandolo y dejándole claro sus límites como amigo. Ella iba a trabajar allí con él le gustara o no.
Vio a Ray suspirar resignado y rendirse, luego apoyar sus manos en sus hombros y dedicarle una sonrisa preocupada y unas últimas palabras que hicieron los hombros de la chica relajarse y sonreírle por lo que dedujo por el cambio en la actitud de Ray, de serio y preocupado a aliviado.
Entonces se quitó los anteojos y dirigió sus ojos hacia él, estrechandolos ligeramente. Charlotte notó ese gesto y con un suspiro, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia él con Ray siguiéndola.
Drex se preparó para lo que sería una presentación bastante incómoda para él. Trató de mantener su expresión lo más serena e inexpresiva posible. A lo mucho desplegaría fría cortesía.
—Buenas tardes.
La chica lo saludó con una sonrisa genuina que consiguió relajarlo. Ella estaba de su parte.
—Siento la demora, se me presentaron unos negocios que no pude resolver tan rápido como me hubiera gustado —explicó serenamente.
Ella agitó una mano.
—No tienes que explicarme nada, Drex —dijo la chica con un toque de humor.
Después de todo, él era el jefe, podía hacer lo que se le viniera en gana.
Sus ojos se fijaron entonces en su acompañante. Ray frunció los labios en desacuerdo al oírla llamarlo por su nombre siendo que apenas se conocían.
—Él es Ray, un amigo que se ofreció a traerme... pero ya se iba ¿Verdad Ray?
La chica envió al otro hombre una sonrisa afilada y una mirada puntiaguda. No era una pregunta, se trataba de una orden.
Ray apretó los puños ligeramente y luego se relajó, aunque le tomó autodominio que le faltaba. Lo miró en advertencia y Drex se abstuvo de rodar los ojos.
—Sí, pero antes... —miró a Charlotte y suavizó su semblante—. Ante cualquier contratiempo, recuerda que puedes contactarme ¿De acuerdo?
Ella le sonrió con comprensión y le tomó una mano para apretarla de forma consoladora.
Eso funcionó, Ray se relajó por completo y se despidió de ella con una sonrisa. A él ni lo registró al irse. Solo le dedicó una última mirada amenazante mientras se alejaba en su vehículo.
El suspiro de la chica lo hizo regresar la mirada a ella. Charlotte le estaba ofreciendo una sonrisa culpable.
—Perdón por eso, es muy sobreprotector a veces, debió ser incómodo y de mal gusto.
—No tienes que disculparte por él —objetó.
Entonces decidió cerrar el tema. La opinión de Ray no valía nada para él.
—¿Lista para tú primer día? —preguntó con una media sonrisa.
La chica no respondió con palabras. La enorme sonrisa expectante y la forma en que cerraba y abría los puños de sus manos fue respuesta suficiente.
Ella lo siguió y observó mientras él abría la reja metálica. Luego le siguió la puerta de entrada y así oficialmente empezó su primer día trabajando para Drex.
