ANILLOS DE PROMESA
— Y bien, ¿cómo les va a ustedes dos?
Izuku se atragantó ante la pregunta que Mina había hecho. Después de que el rumor de que Katsuki era gay y de que se encontraba en una relación seria con Izuku Midoriya, todos sus amigos los habían acechado con preguntas día tras día hasta que Kacchan había explotado de la manera más literal, y al final, había accedido a que ambos asistieran a aquella reunión. A decir verdad, era la primera vez que la antigua clase 1A se reunía como en los viejos tiempos ya que siempre resultaba difícil que todos coincidieran. A Izuku le había parecido extraño que su novio accediera, tomando en cuenta las capacidades casi nulas que tenía para convivir en grupo. Desde la mesa donde Izuku se encontraba sentado podía ver la manera en la que Katsuki parecía estar discutiendo de algo con Kirishima, pero si alguien le preguntaba podría afirmar que incluso estaba disfrutando de estar en un ambiente donde todos los aceptaban. Se suponía que Katsuki y Kirishima eran los encargados de conseguir las bebidas, pero se estaban tardando demasiado en lo que sea que estuvieran hablando. En consecuencia, Izuku se había convertido en el centro de atención de la bomba de preguntas del resto de sus compañeros. Izuku sonrió nervioso, si no conociera a su pareja pensaría que lo había lanzado como carnada a los leones.
— Pues… bien, creo. Nos hemos acoplado a nuestras rutinas. — Sonrió con ligereza, tomando un poco de su bebida.
— ¡Vamos Midoriya, danos detalles! ¿Cuánto tiempo llevan juntos? ¿Cómo es don explosividad en la cama? ¿Te trata bien?
Izuku se puso de todos los colores posibles, tartamudeando sin ser capaz de decir algo coherente. Por suerte para él, en ese mismo instante, Katsuki hizo su acto de aparición dejando las bebidas sobre la mesa al mismo tiempo que su mano libre le propinaba un zape a la pelirrosa. Mina se quejó por el golpe recibido mientras el resto simplemente reían. Ese par en serio nunca cambiaría.
— ¿Qué crees que le estás haciendo a mi novio, ojos de mapache? — Demandó el rubio con una ceja arqueada. Quizás otros aún se asustaban cuando Bakugo los confrontaba, pero todos los la de la antigua clase 1A sabía que la actitud del héroe explosivo había cambiado demasiado, y en esos momentos se encontraba bastante relajado. Eso y que Mina parecía nunca haber tenido miedo a morir en manos de Katsuki Bakugo.
— ¡Aww! ¡Qué tierno Blasty, lo defiendes! — Mina aplaudió encantada sin inmutarse del rostro enfadado que le dedicó su amigo.
— ¡¿Ah?! ¿No te he dicho que no me gusta que me digas así, ojos de mapache? —Katsuki se abalanzó hacia la pelirrosa con toda la intención de ahorcarla, pero fue detenido por su novio sin mucho esfuerzo.
— Oye Kirishima. — Denki susurró bajo mientras observaba con atención cómo estaba terminando aquella discusión: Mina riendo con diversión mientras huía de un rubio que era detenido ahora por todos sus compañeros, Izuku incluido. — Ya está todo listo.
— Perfecto. — Kirishima sonrió amplio cuando Katsuki le dirigió la mirada y a modo de respuesta simplemente levantó sus dos pulgares. — Ahora el resto depende de él.
Izuku se encontraba sonriendo mientras caminaba con tranquilidad al lado de Katsuki por las calles de Musutafu. Como ya no era necesario que se escondieran, podían tomarse de la mano sin temor a que los descubrieran. Que no hubiera personas mientras caminaban lo hacía todo aún más perfecto. Podía sentir las suaves caricias que el pulgar del rubio le proporcionaba al dorso de su mano, un gesto que podía considerarse como algo pequeño pero que viniendo directamente de Katsuki Bakugo, Izuku lo consideraba como un gran privilegio que no deseaba desaprovechar.
— Luces muy feliz, nerd. — Inquirió el rubio al mirar a su novio de reojo con una sonrisa tranquila. Ver a Izuku de aquella manera calmaba su alma y corazón enormemente.
— ¡Es que lo estoy! — Exclamó después de haber reído un poco. —Ya tenía mucho tiempo que no miraba a todos, los extrañaba. — Respondió apoyando su mejilla contra el brazo de su novio. — Pero también estoy feliz por otra razón.
— ¿Y cuál es esa? — De forma casual el rubio rodeó con su brazo los hombros del pecoso, mostrando interés en las palabras de su novio.
— Me alegra que hayan aceptado lo nuestro. — Respondió con una pequeña sonrisa, deteniéndose un poco y consiguiendo que su pareja también lo hiciera. — Después de como reaccionó mi mamá, temía que pasara lo mismo con nuestros amigos.
— Ellos siempre nos han aceptado sin importar qué, nerd. — El rubio colocó sus manos sobre los hombros del pecoso con suavidad, haciendo un poco de presión para que pudiera girar en su dirección y quedar así de frente. — Además, muy a mi propio pesar, todos te adoran.
Izuku rio suave al colocar sus manos sobre el pecho del rubio. — También te quieren a ti, Kacchan.
— Claro. — Katsuki blanqueó los ojos, agachando después un poco su cabeza para poder besar los labios del chico. — Nerd, ¿me acompañas a un lugar? — Preguntó sobre los labios ajenos, plasmando una sutil sonrisa.
— ¿A dónde? — Preguntó con curiosidad sin dejar de mirar los ojos rubies de su pareja.
— Ya lo verás. — El rubio sonrió de costado, brindándole un pellizco a la pecosa mejilla de su novio. Cuando se separó, no pudo evitar reír ante el puchero que se había formado en la boca del peliverde a causa del pellizco. Nunca se cansaría de ser testigo de cada nueva faceta que ese chico que tanto amaba le proporcionaba.
La secundaria Orudera siempre ha albergado a estudiantes talentosos que posteriormente aspiran a ser héroes profesionales. Sin embargo, en toda su historia ninguno había postulado a la UA y había quedado. Salvo aquel año donde Katsuki e Izuku presentaron el examen y aprobaron, convirtiéndose después en los héroes número uno y el símbolo de la paz de todo Japón, respectivamente. Para Katsuki, aquel lugar se había convertido en el sitio que había albergado su personalidad más oscura. Para Izuku, representaba el lugar dónde más había sufrido y no sólo por su actual pareja, sino por todos sus compañeros en general, incluidos sus maestros. Con confusión, Izuku se detuvo frente al edificio, alternando miradas entre la escuela y su novio.
— ¿Kacchan? ¿Por qué hemos venido a nuestra antigua secundaria? — Preguntó al encarar al rubio sin llegar a entender los motivos de aquella visita.
— Porque necesito mostrarte algo, nerd.
El rubio contestó con calma como si la respuesta hubiera sido demasiado obvia, aunque para Izuku evidentemente no lo era. Katsuki mentiría si dijera que estaba seguro de que todo saldría bien aquella noche, pero sabía que debía intentarlo, de eso no dudaba ni un solo segundo. — Anda, vamos. — Con suavidad jaló la mano del peliverde para que ambos pudieran entrar a la escuela. Izuku observaba inseguro, pero continuó caminando.
— Kacchan, ¿estás seguro de que podemos estar aquí a esta hora? — Izuku solamente esperaba que su novio no estuviera atravesando por una etapa tardía de rebeldía inducida tal vez por lo habían bebido en la reunión. Aunque estaba seguro de que Katsuki había preparado lo que ambos habían bebido con lo mínimo de alcohol.
— ¡Vamos, nerd! ¿En dónde ha quedado tu espíritu de la aventura? — Katsuki sonrió con diversión ante el temor de su novio. Después simplemente besó con suavidad la frente del pecoso para tranquilizarlo. — ¡Encuéntrame, Zuzu!
Izuku parpadeó ante la explosión que había generado su novio para levantar una cortina de humo que le hizo toser, al mismo tiempo que le bloqueaba la visión de la ruta por donde había huido su pareja.
— ¡Kacchan! — Izuku parpadeó confundido. Por un momento no supo qué hacer, pero luego se adentró a la escuela en medio de una bruma de euforia por estar entrando a una propiedad aparentemente sin permiso. Se sentía como si fuera un niño pequeño a punto de hacer travesuras a escondidas de sus padres.
Encontrar el camino que su novio pretendía que siguiera hubiera sido complicado de no haber encontrado las sutiles pistas. Porque encontrar pétalos de girasoles no tenía que ser algo habitual, ¿no? Katsuki sabía que se habían convertido en sus flores favoritas. No sabía qué era lo que encontraría, pero su corazón había comenzado a latir con fuerza anticipando algo que sabía podía cambiar el rumbo de sus vidas. Los pétalos lo guiaron hasta el estanque en donde recordaba que su cuaderno de apuntes de héroes había sido lanzado por su novio en el pasado. Aquel era un recuerdo un tanto agridulce y que la mayor parte del tiempo intentaba ignorar. Pero contrario al pasado, en el estanque no se encontraba su viejo cuaderno, sino un girasol flotando y sobre éste, un sobre que no dudó en abrir para poder leer su contenido.
"Fui un desgraciado contigo en el pasado, nerd. Menosprecié tus sueños, pero la verdad es que siempre me daba temor que intentaras hacer algo imprudente a pesar de no poseer un quirk. Algo idiota, ¿no lo crees? Pero no me equivocaba. ¿Quién en su sano juicio se lanza al peligro para salvar a la principal persona que más daño te hacía? Eres único, Izuku. Por eso quiero enmendarme, quiero transformar todos esos recuerdos dolorosos en recuerdos dulces. Quiero ser esa persona que sane todas tus heridas, de la misma manera en la que tu sanas las mías. ¿Crees que puedo ser esa persona? Si tu respuesta es afirmativa, ve a nuestra antigua aula de clases.
Tuyo, Katsuki."
Izuku mordió con ligereza su labio inferior mientras su cuerpo se estremecía. Aún no podía comprender del todo porqué su pareja le estaba dando aquellos detalles, pero no había ninguna duda en su corazón. Sin soltar la carta, salió corriendo al siguiente destino. Su corazón latiendo como loco contra su pecho tan fuerte que retumbaba hasta en sus oídos con cada paso que daba. Katsuki Bakugo siempre le provocaba esos mini infartos que lo llenaban de pura vitalidad.
Su antigua aula de clases era tal cómo la recordaba. Sin poder evitarlo, lo primero que hizo al llegar fue dirigir su mirada hacia el pupitre dónde solía sentarse. Un pupitre solitario en la esquina más apartada y lúgubre. Un lugar donde todos procedían a ignorarle, y a pesar de eso, también había sido el lugar donde se permitía soñar y analizar las peculiaridades de todos los héroes profesionales. Cuando su mirada al fin se posó en el pizarrón, tuvo que cubrirse la boca para ahogar el jadeo de sorpresa por el dibujo de un gran girasol que se encontraba ahí plasmado y en la carta que colgaba con un listón rojo a un lado de éste. Había estado tan enfrascado en sus recuerdos, que no se había percatado que el resto de los pupitres estaban designados de tal manera que formaban un único pasillo que iba desde la entrada del aula hasta el pizarrón, como si alguien le indicara que avanzara hasta ese lugar. El único pupitre que se encontraba en su lugar original era el suyo. Tragando otra bocanada de aire, Izuku se acercó al pizarrón para poder tomar la nueva carta y así poder leerla.
"¿Cuántas veces fuiste menospreciado en este lugar, nerd? ¿Cuántas veces se burlaron de ti cada vez que decías que tu sueño era convertirte en un héroe? ¿Cuántas veces me burlé de ti? ¿Cuántas veces te amenacé con tal de que cambiaras de parecer y cambiaras de meta? Si esta aula pudiera hablar, me sentiría tan avergonzado de escuchar lo innecesariamente cruel que fui contigo y nada más porque no poseías un don. En esta aula siempre forzabas una sonrisa mientras todos te denigraban. Si hay algo que siempre he admirado de ti es esa capacidad que tienes para sonreír cuando lo único que en verdad quieres hacer es llorar. Pero ahora todos sabemos la verdad, todos hemos visto la calidad de persona que eres. Por eso, ahora puedes encontrar esa placa arriba de este pizarrón, nerd, para demostrar lo afortunados que somos de conocerte y que hayas podido pasar por nuestras vidas. Tú eres nuestro héroe ahora y agradecemos tu existencia.
Ahora estas cuatro paredes gritan de orgullo por haberte alojado. Pero no creas que aquí termina el recorrido, nerd. Te falta un solo lugar. Encuéntrame en la azotea.
Siempre tuyo, Kacchan."
Izuku tuvo que sentarse un momento para poder recuperarse de la impresión que la carta de su novio le había provocado. Antes de marcharse, el peliverde dirigió su mirada hacia arriba del pizarrón donde efectivamente había una placa de metal que decía:
"Aquí estudió Izuku Midoriya, nuestro símbolo de la paz. Gracias por demostrarnos que todos, sin excepción, podemos llegar a ser los mejores héroes."
El eco de sus pisadas resonaba cada vez que subía un escalón. Izuku mentiría si dijera que no estaba nervioso al no saber qué era lo que iba a pasar una vez que llegara a la azotea. Hasta el momento no entendía por qué su pareja se había esmerado en preparar tantas cosas, pero se sentía tan feliz que incluso resultaba doloroso. No sabía que le esperaba en la azotea, y eso lo estaba matando de ansiedad, así que, sin poder contenerse más, comenzó a correr los últimos escalones que quedaban hasta que pudo llegar a la puerta de acceso.
Abrió la puerta de inmediato y en medio de un gran suspiro, salió a la azotea. Parpadeó con ligereza cuando la brisa fresca de la noche le despejó el rostro. Indeciso, Izuku buscó con la mirada a su novio, frunciendo el ceño al no encontrarlo. Pero no dudó en sonreír cuando encontró un enorme ramo de girasoles y rosas en el borde. Con calma, se dirigió hacia el ramo para poder tomarlo entre sus brazos con delicadeza, olían delicioso. Izuku se permitió cerrar los ojos, sintiéndose abrumado, pero al mismo tiempo feliz.
— El error más grande que he cometido en toda mi vida fue decirte que te lanzaras de esta azotea para ver si en tu próxima vida podías volver con un don.
Izuku se sorprendió al escuchar a su novio. Abrazando aún el ramo de flores, se giró lentamente para poder ver a su pareja de frente. Se sorprendió. ¿En qué momento su novio se había cambiado de ropa? Durante la reunión estaba seguro de que su novio iba vestido con un simple pantalón de mezclilla y una camiseta negra de manga larga. Pero en esos momentos, vestía un traje blanco, camisa roja y zapatos de vestir negros. Se le cortó la respiración. Lucía demoledoramente atractivo.
— ¿K-Kacchan?
Katsuki sonrió mientras avanzaba lentamente ante un Izuku que se había quedado paralizado. — Mi segundo error fue menospreciar toda tu existencia. Fui un imbécil porque temía de tus capacidades, que siempre fueron enormes y que superaban a las mías con bastante facilidad.
Izuku tembló cuando su novio al fin se detuvo a unos pasos de él y sintió una caricia en su mejilla proveniente de los dedos del rubio.
— No te…
— Shhh. — El rubio sonrió al llevar dos de sus dedos a los tiernos labios del peliverde para silenciarlo. — Pero quiero creer que ahora soy mejor persona, al menos me estoy esforzando para que sea así, para poder ser alguien digno de ti. — El rubio se acercó un poco más para poder besar la frente de su chico con ternura, dejando al final su propia frente recargada sobre aquella zona, en un gesto que era más que nada para poder neutralizar los nervios que lo estaban invadiendo. — Por eso quiero modificar por completo el significado de este lugar por algo nuevo, algo que te traiga esperanzas y que te permita recordarme siempre de una buena manera.
El rubio suspiró dejando escapar el aire que no sabía que estaba conteniendo. Luego, se apartó un poco para poder sacar de su saco una cajita aterciopelada color negro. Los ojos de Izuku se abrieron de par en par, sorprendido. Cuando el rubio abrió la caja, el peliverde jadeó ante su contenido: un par de anillos a juego de plata, uno adornado con una esmeralda y el otro con un rubí.
— Tú sabes que no me gustan las cursilerías, nerd. — Muy a su pesar, Izuku rio entrecortado, haciendo sonreír al rubio al instante. Ahí estaba su pecoso desastre calmando sus nervios sin que se diera cuenta. — Pero esto era necesario. Una vez escuché a alguien decir: "Cuando te das cuenta de que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, deseas que el resto de tu vida empiece lo antes posible", al principio no conseguía comprenderlo y me pareció algo estúpido, pero ahora lo hago Izuku, porque cada vez que te veo en lo único que puedo pensar es en compartir el resto de mi vida a tu lado. Deseo poder despertar cada mañana junto a ti y tu hilillo de baba sobre mi playera, de intentar apagar el incendio que siempre generas en la cocina cuando intentas seguir una receta de internet, de escuchar el parloteo incesante que haces cuando me cuentas lo que te pasó en el día, de tenerte entre mis brazos y de besarte hasta desfallecer. — Katsuki sonrió mientras que con el dorso de su mano acariciaba le mejilla de su chico. — Eres todo aquello que no sabía que necesitaba pero que ahora me queda claro que te necesito a mi lado para siempre, porque una vida sin ti es simplemente imposible de concebir. — Continuó limpiando con sus dedos las lágrimas que comenzaban a correr por las pecosas mejillas sin control. Su mirada se había dulcificado ante la expresión que le estaba regalando su pareja. — Y sé que la tienes difícil con el carácter de mierda que a veces me cargo, pero te prometo Izuku Midoriya ser tu soporte, adorarte y amarte cada día de nuestra vida juntos… si me aceptas, claro.
Llorar ya no era una opción para Izuku en esos momentos. ¿Cuándo había sido la última vez que su novio había hablado tanto? ¿Cuándo Katsuki había tenido tiempo para poder organizar todo? ¿Y por qué insistía en volver loco a su ya desenfrenado corazón? Porque en esos momentos, su corazón se encontraba latiendo frenético como el batir de las alas de un colibrí. A Izuku nunca le importó el pasado, lo que le importaba era el presente que estaban construyendo y en la persona maravillosa en la que se había convertido su novio. Sabía que su madre aún no aceptaba del todo su relación, aunque ni ella o Kacchan se lo habían dicho. Pero su mamá no conocía al Kacchan de ahora. Ese Kacchan que dejaba de lado su orgullo, que era capaz de hacer las cosas más cursis del mundo con tal de enamorarlo más y más. Y era este Kacchan precisamente con el que siempre quería estar. Izuku rio un poco mientras intentaba limpiar en vano sus lágrimas con el dorso de su mano. Él no tenía ningún tipo de duda. Cuando el peliverde notó la incertidumbre de su pareja por su falta de respuesta, le sonrió con ternura mientras le extendía su mano.
— Claro que te acepto, Kacchan. Todos los días me haces tan feliz, más de lo que creí merecer. Te prometo que pasaré el resto de mi vida a tu lado intentando que te sientas de la misma manera que tú me haces sentir. Seré tuyo en esta y en todas las vidas en donde nuestras almas coincidan.
Katsuki sonrió tanto que creyó que se le iba a quedar fija la expresión. Después le deslizó con delicadeza el anillo de rubí en el dedo anular del peliverde, permitiendo que el chico hiciera lo mismo al colocarle el anillo con esmeralda en su dedo. Ambos se sentían eufóricos. Katsuki tomó el rostro de su pareja con ambas manos con devoción y le sonrió con cariño.
— Te amo, Zuzu.
— También te amo, Suki.
No dijeron nada más, no había necesidad. Pero el beso que compartieron al sellar su promesa lo dijo todo. Habló del amor que surgió desde niños sin que ninguno se diera cuenta, del perdón entre dos almas que se necesitaban, del terror de la pérdida, y la añoranza de un futuro que están dispuestos a compartir tanto en las buenas, como en las malas.
¡Día 28! Debo admitir que este es uno de los días que más me gustaron de este reto y espero que de igual manera lo disfruten tanto como yo lo hice al redactarlo :)
