DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
III
— Burbuja rota —
— "Porque me estaría volviendo más fuerte,
si estuviésemos juntos, podría recuperar mi sonrisa olvidada.
Obsérvame.
Aquí te estoy esperando,
Incluso si el futuro es diferente de ahora en adelante.
Aquí te estoy esperando,
sin dejar de gritar.
Sé que mi corazón está tirando del hilo que nos conecta,
para que despierte en mí, la de aquellos tiempos.
No necesitas llorar." —
— A little pain; OLIVIA inspi' REIRA (TRAPNEST)—
Miró la hora impaciente y nervioso. Sabía que esa charla no podía esperar más, porque en cualquier momento iban a exigirle dar cumplimiento al contrato y cuando eso pasara, tendría serios problemas. Habían tenido bastante difícil el poder coordinar tener una noche libre ambos para cenar y pasar algo más de tiempo de pareja juntos y, lamentablemente, sería la única oportunidad que tendrían para hablar del tema. Debía contarle lo que estaba pasando, pero tenía miedo. ¿Y si Sango no podía aceptar esa situación? ¿Si luego terminaban en lados opuestos del estrado, él defendiendo lo indefendible y ella luchando por la justicia? ¿Podrían separar el trabajo de su vida personal? A veces sentía que era algo imposible, Sango sentía demasiada pasión por el suyo y él no podía evitar tener que estar en contra de sus principios en algún momento… Pero ¿era tanto como para hacerlo sentir de esa forma? La amaba y sólo deseaba que fuese feliz, nada más que eso, y pese a todos sus esfuerzos, hacía días que no la veía sonreír de una manera sincera y alegre…
— Gracias por traerme, no era necesario que te molestaras…
— No es ninguna molestia, todo lo contrario: es un placer ayudarte. Cuando lo desees…
Frunció el ceño al escuchar a su novia reír antes de despedirse de la figura masculina que la acompañaba y tocar el timbre. Eso le dio muy mala espina, pero decidió hacer a un lado el sentimiento, no iba a arruinar esa velada con una escena de celos injustificada. Además, pronto tendría otro tema con el que lidiar. Abrió la puerta e intentó regalarle una sonrisa galante, aunque ella era bastante perspicaz y notó de inmediato que algo estaba pasando.
— Hola, preciosa. ¿Te había dicho lo hermosa que eres? — Le dio un corto beso en los labios como saludo.
— Creo que sí, es posible — trató de seguirle el juego, pero no podía actuar natural cuando tenía esa sensación —. ¿Ocurre algo, Miroku? Estás… raro.
— Bueno, tengo un poco de curiosidad — no fue del todo sincero, no quería comenzar la noche planteando su problema —. ¿Quién te vino a dejar? No reconocí la voz.
Sango sonrió de medio lado, era inusual ser testigo de sus celos, y de cierta forma le gustaba, siempre que no fuese algo desmedido.
— Kuranosuke — reveló intentando restarle importancia, aunque notó la confusión en el rostro de Miroku —. Hace una semana asumió la Jefatura de la Estación de Policía.
— No me lo habías mencionado. Creo que debería saber cuándo uno de tus ex vuelve a aparecer, en especial si va a ser tu jefe. Y más aún si es Kuranosuke, a quien estoy seguro de que aún le gustas.
— No seas ridículo, Miroku — se cruzó de brazos, resoplando su flequillo —. Sólo es mi jefe. No te pongas celosito, sabes que no tengo ojos para nadie más.
— Está bien, te voy a creer — le rozó la punta de la nariz con su dedo y luego le indicó con un gesto la mesa, invitándola a sentarse —. La cena está lista, sólo debo servirla. ¿Me concedes el honor?
Ella asintió con un gesto, instalándose en el puesto que él le había indicado y esperándolo con una sonrisa en el rostro, hacía bastante tiempo que no se dejaba mimar por su novio y casi había olvidado lo atento que podía ser cuando se lo proponía. Siempre era un caballero, pero últimamente los momentos que pasaban juntos se limitaban al trayecto desde su departamento hasta la Estación de Policía y de regreso, así que una cena cocinada especialmente por él y el servicio hasta la mesa eran gestos que ella valoraba y disfrutaba muchísimo.
La comida fue servida y se dispusieron a disfrutar de una velada tranquila, poniéndose al día con lo que no habían podido durante el último tiempo en el que apenas se habían visto, Miroku logrando sacarle más de una sonrisa a Sango y recordándole lo importante que era para él. Ella estaba agradecida, aunque de pronto la invadió un extraño sentimiento de pesar, al darse cuenta de que en realidad había desperdiciado momentos valiosos con su novio y ni siquiera sentía que hubiese valido la pena. El ojiazul notó de inmediato el cambio en su rostro, preocupándose al no conocer la razón.
— Preciosa, ¿qué ocurre? ¿Estás bien?
— L-Lo siento… no quiero arruinar el momento, es sólo que… — Inhaló profundo, mirándolo directo a los ojos antes de abrazarlo, ocultando su rostro en su pecho. — He sido tan tonta… Te extraño demasiado, y ahora me doy cuenta de que te necesito tanto… He priorizado mi trabajo, postergándonos y no he ganado nada con eso… Sólo alejarte… perdóname, Miroku…
— No hay nada que perdonar, Sanguito — él le acarició la cabeza, comprendiendo sus palabras —. No te estoy reprochando nada, después de todo tu trabajo es algo importante para ti, te has esforzado mucho para demostrar que estás capacitada y eso requiere de algunos sacrificios. No podría pedirte que descuidaras algo por lo que has luchado tanto, sólo puedo tener paciencia y seguir apoyándote como siempre.
Sango sonrió, abrazándolo un poco más fuerte. — Gracias…
— No me lo agradezcas, es lo menos que puedo hacer — sonrió de medio lado, recordando que debía contarle lo del contrato que había firmado unos días atrás —. Además, no puedo quejarme ni reclamarte nada si tampoco seré capaz de evitar algunas situaciones por lo mismo… el trabajo.
La castaña se separó un poco de él para mirarlo a la cara, confundida. — ¿A qué te refieres con eso?
— Bueno, mi jefe prácticamente me obligó a firmar un contrato de trabajo en donde se me exige llevar los casos que me imponga la firma, sean o no de mi agrado, a cambio de seguir trabajando con ellos y la Fiscalía. Si no lo hacía, perdía mi puesto…
— Eso es muy injusto — ella estaba molesta con la idea, sabía lo que eso significaba —. ¿Tendrás que defender situaciones con las que no estés de acuerdo sólo porque los involucrados tienen los medios para pagarle a la firma? Sólo les interesa el dinero, son capaces hasta de perjudicar al personal de policía con tal de mantener felices a sus clientes… Malditos usureros.
— No tengo otra opción, en todas las firmas será igual. Tendría que comenzar una carrera independiente, pero para eso debo primero ganar cierto prestigio… — Negó con un gesto, el sistema era un asco y lo peor era no poder escapar de eso. Luego entrecerró las cejas, analizando las palabras de su novia. — Espera, ¿a qué te refieres con que perjudican a la Policía? ¿Acaso pasó algo…?
— Sí, no te había contado… el sujeto al que tuviste que sacar de la cárcel aquella vez, ese tal Kido, puso un reclamo contra mí. Supuestamente, saliendo de la Estación, fue a constatar lesiones a una clínica junto con su abogado y luego presentaron la queja.
— ¿Al salir de la Estación? ¡Pero si los llevé a su casa! ¿Tuviste algún problema por eso?
— En realidad, Naraku quería castigarme, dijo que tuvo que convencer al abogado de que no interpusiera una denuncia… de hecho, me hizo creer que eras tú quien había dejado la queja…
— ¿De verdad? ¿Por qué haría eso? Además, apenas si los vi esa noche, nunca más crucé palabra con ninguno de ellos… ¿Le creíste?
— Me pareció todo muy extraño. Naraku no me tiene simpatía y creo que sólo quería fastidiarme. Por un momento dudé, pero luego Kuranosuke me mostró el formulario del reclamo y vi que era de Shishinki…
— Claro, él lo haría encantado… — Negó molesto, no le gustaba que ella tuviera problemas en el trabajo. — ¿Y al final, te castigaron…?
— No, Kuranosuke no lo creyó necesario. Dijo que me creía, que no me haría pagar algo por lo que no tenía culpa — Sango sonrió levemente, el nuevo jefe la había sacado de un buen lío.
— Me alegro… sé lo mucho que te esfuerzas en hacer bien tu trabajo, que te castiguen por eso…
— Lo sé, pero no pasó. Espero que ahora las cosas mejoren con Kuranosuke, quizá él se encargue de que realmente se haga un poco más de justicia…
— Esperemos que así sea.
Ambos sonrieron ante la idea de que la situación pudiese mejorar de ahora en adelante, la esperanza nuevamente naciendo en sus corazones. Decidieron que era hora de ir a descansar, debían trabajar al otro día y ambos habían tenido jornadas ajetreadas, se merecían unas reponedoras horas de sueño, y nada mejor que en la compañía de la persona que amaban.
— ¡Bien, Kuwashima! Eres más astuta de lo que aparentas, lo voy a agregar a tu evaluación trimestral — Kōga le giñó un ojo mientras le daba un suave golpecito en el hombro, conforme con su desempeño —. Además, te prefiero a ti de compañera en lugar de otro pulgoso que llegó como plaga.
— ¡Oye, sarnoso, te escuché! — Sango sonrió de medio lado mientras InuYasha increpaba a su compañero por lo que acababa de decir. — ¡Jamás se me ocurriría trabajar contigo, tendrían que obligarme!
— ¡Pues yo nunca lo aceptaría! ¡No estoy dispuesto a tolerar ineptos como tú!
— ¡¿A quién le llamas inepto?!
— ¿Pues a quién más? ¡A ti, rabioso! ¿No recuerdas que el mismo Fiscal pidió que te sacaran de tu anterior puesto?
— ¡Eso es porque Sesshōmaru me odia! ¡Tú no durarías ni una semana en ese puesto!
— ¡Silencio, ambos! — Kuranosuke se hizo escuchar por sobre el alboroto en el momento exacto, porque Sango sospechaba que en un segundo más, iban a estar agarrándose a golpes. — Los dos están muy bien capacitados y son aptos para sus puestos de trabajo. No quiero más discusiones al respecto.
— Entendido, Jefe Takeda.
— Bien. Ahora Subayai, estaré esperando tus evaluaciones — le hizo un gesto a Kōga y luego se dirigió a la castaña —. Kuwashima, necesito hablar algo contigo.
Ella asintió y lo siguió hasta la oficina, él cerró la puerta para asegurarles privacidad antes de sentarse en su puesto y buscar unos papeles mientras le indicaba con un gesto que se sentara al otro lado del escritorio. Sango obedeció en silencio, extrañada de que él la llamara a la oficina, hasta donde recordaba no había hecho nada como para que le tuviesen que llamar la atención. Luego de un par de segundos, él encontró lo que buscaba y se lo entregó, era el informe de un caso que estaba en proceso. Arrugó el ceño, aún sin comprender.
— Perdón, pero ¿qué se supone…?
— Léelo, y si te queda alguna duda…
Sango comenzó a leer las hojas que tenía frente a ella, buscando qué era lo que su superior quería mostrarle. El documento era sobre un caso que llevaba años investigándose, pero que hacía poco había tenido avances, gracias a una maniobra que habían realizado en conjunto el Departamento de Control de Armas y el de Seguridad Civil, operación en la que ella había participado de manera excepcional y que había dado como resultado el arresto de varios de los sospechosos que ahora estaban en investigación. Tardó unos minutos en llegar a la página que le aclararía todo: en una de las esquinas, la fotografía de uno de los implicados, junto a ésta la información personal y, unos renglones más abajo, los datos de la defensa. Abrió levemente la boca y sintió cómo algo helado la atravesaba.
— ¿Cuándo llegó esta información? — Preguntó, dejando el informe sobre el escritorio.
— Hoy, no hace mucho. Hasta ayer, no se sabía nada sobre su defensa — Kuranosuke suspiró, mirándola directo a los ojos —. Si lo hubiese sabido, no te habría pedido que testificaras…
— No tenías cómo saberlo — respondió, negando con un gesto —. Y esto tampoco significa que quiera retractarme.
— ¿Lo harás de todos modos? Pensé que él…
— Miroku es mi novio, pero también es abogado y este es su trabajo, así como el mío es ser Policía. Quiero intentar no mezclar las cosas.
— Te deseo suerte con eso. He escuchado que es difícil lograrlo, en especial cuando se es tan dedicado al trabajo como ustedes — el castaño parecía preocupado, un gesto que ella agradeció.
— Lo sé, ya ha sido difícil y eso que apenas está comenzando… pero hay que mantenerse firme hasta el final y esperar lo mejor, ¿no?
— Claro, eso es cierto. Y tú no eres de las que se rinde fácil — le regaló una sonrisa tranquila para luego ponerse de pie y señalarle la puerta —. No quiero ser grosero, pero es hora de volver al trabajo.
— Claro, descuida. Gracias por preocuparte — también le sonrió de vuelta y luego salió de la oficina para reunirse con Kōga y realizar su ronda de patrullaje antes de volver a casa.
A pesar de que ver el nombre de Miroku en la hoja de la defensa de esos delincuentes le había dejado un mal sabor de boca, sabía que no podría hacer nada para evitarlo, pues ya habían hablado de eso y él estaba obligado a cumplir con las exigencias que le imponía la firma. Y ella lo aceptaba, después de todo no podía pedirle algo tan egoísta como que dejara su trabajo, ambos sabían que debían ser realistas. Sólo esperaba poder mantenerse firme en el momento en el que se enfrentaran en lados opuestos del estrado en una corte.
— Bueno, no tienen pruebas concretas, no encontraron nada comprometedor. Sólo hay evidencias circunstanciales — Miroku observó a su jefe con detenimiento mientras dejaba el documento del caso que le acaba de asignar frente a él —. Lo único más fuerte serían las declaraciones de ese par de oficiales, pero ninguno tiene peso, apenas están comenzando sus carreras. Al final, no tienen nada.
Tomó las hojas y comenzó a leer rápidamente, intentando retener algo de información útil para preparar la defensa, a pesar de que no le gustaba participar en ese caso. De pronto, entre líneas leyó el nombre de su novia y sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Se concentró en la página con el corazón detenido, mientras las palabras eran procesadas por su cerebro. "Testigo de la Fiscalía" y "Declarará durante audiencia preparatoria" fueron frases que sólo lograron oprimirle el pecho. Negó bruscamente, llamando la atención de su superior.
— Lo siento, pero no puedo aceptar este caso. Hay intereses personales de por medio y no puedo-
— ¿Intereses personales? ¿Acaso lo dices por esa oficial? Ay, Tsujitani, aprende a separar las cosas y prioriza. Es una buena oportunidad para tu carrera, así te das a conocer entre nuestros clientes potenciales — Shishinki sonrió sagaz, interrumpiendo su argumento —. Además, ya envié la información a la estación y al fiscal. No puedes retractarte.
Miroku entrecerró las cejas, un poco molesto con la autoridad impuesta por su superior.
— Sé separar las cosas, no es eso lo que me impide tomar el caso.
— Pues, tampoco aceptaré como excusa tus juicios morales, ya habíamos hablado de esto. Es hora de que madures y comiences a crecer profesionalmente. La decisión está tomada. Si tienes alguna objeción, la puerta es amplia.
El gesto burlesco en el rostro del abogado hizo que él apretara los dientes, sabiéndose nuevamente atrapado. Ya no podría manejar sus casos como acostumbraba y temía que eso lo llevara a tener problemas con Sango. Después de todo, era él quien cambiaba de bando de acuerdo con las circunstancias. Suspiró, estaba cansado de la situación, porque sabía lo que pasaría y no le gustaba ser cómplice en la liberación de ese grupo de idiotas, ellos merecían estar tras las rejas.
— De acuerdo, mañana iré a verlos para preparar una estrategia — masculló, guardando el documento en su maletín —. Ahora planearé la audiencia. ¿Necesitas algo más?
— No, es todo por ahora. Puedes irte.
No espero más órdenes y se marchó a su oficina, molesto e irritado con toda la situación. Una cosa era tomar casos defendiendo a quienes sabía, eran culpables; otra muy distinta era enfrentarse cara a cara en lados opuestos del estrado con su novia. Eso implicaba no sólo usar sus habilidades para librar a un criminal, sino también cuestionar y buscar los puntos débiles en la declaración de Sango. Algo bastante difícil de hacer, ya que sabía que sería un testimonio fuerte y que, además, era muy probable que ella se lo tomara como algo personal.
Suspiró, iba a tener que hablarlo con ella pronto para evitar un desastre. Se sentó tras su escritorio y miró la pantalla de su móvil para ver la hora, percatándose de que tenía un mensaje no leído. Abrió la aplicación para verlo, con el corazón apretado.
"Por favor, llámame cuando puedas, hay algo que debemos hablar."
Seguro ella ya se había enterado. ¿Qué pensaría al respecto? ¿Podría sentarse en ese estrado, hacer su declaración y responderle ignorando el hecho de que sería él quien intentaría abolir sus palabras? ¿Podría él hacer su trabajo sin pensar que era ella su principal peligro? Negó bruscamente con un gesto y marcó su número, debía enfrentar eso lo antes posible, en un intento por evitar el caos que presentía, se acercaba con todo eso.
— ¿Puedes hablar? No quiero interrumpir nada…
Supo de inmediato que ella ya lo sabía y que no era algo que le agradara, su voz era cortante, como cuando estaba fastidiada. Podría haberle respondido con algo sarcástico, como "Hola, estoy bien, ¿y tú?", haciendo énfasis en su tan agradable manera de contestar su llamada, pero no era inteligente hacerlo, menos en la posición en la que estaba ahora.
— Por eso te llamé, estoy en mi oficina.
— Bien. Supongo que ya te enteraste…
— Sango, no tengo más opción. Pensé que lo habíamos hablado.
— Nunca creí que tendría que enfrentarme a mi novio cuando decidiera declarar en contra de un criminal.
Miroku se masajeó la sien mientras contaba internamente hasta 10 para evitar iniciar una pelea telefónica. Eso no iba a solucionar nada, lo sabía, pero comprendía el enfado de ella. Inhaló profundo, escogiendo con cuidado sus próximas palabras.
— Preciosa, lo sé. No estoy de acuerdo con esto, intenté negarme, pero Shishinki ni siquiera me escuchó — sintió a Sango suspirar del otro lado, sabía que ella también se estaba esforzando —. Lamento ponernos en esta situación, créeme que es lo que menos deseo.
Ella guardó silencio un par de segundos, él pudo imaginar sin dificultad cómo se mordía el labio mientras buscaba una respuesta.
— Lo sé, Miroku… lo siento. Es sólo que… es frustrante, ¿sabes?
— Sí, lo es… Pero, a menos que uno de los dos cambie de empleo, sólo podemos aprender a vivir con esto.
— Tienes razón — tampoco le fue difícil mentalizar la sonrisa resignada que ella tenía en esos momentos —. Deberíamos hablar de esto con más calma. ¿Por qué no vienes a cenar conmigo esta noche?
— Será un placer, Sanguito.
— Bueno, entonces te estaré esperando. Nos vemos en la noche.
— Nos vemos, hermosa.
La comunicación se cortó, dejándolo un poco más tranquilo, pero no lo suficiente. Sango siempre lograba dejarlo sin salida, encontrando la forma en la que sus palabras carecieran de sentido, desarmando sus argumentos sólo con su mirada. Podía hacerla entrar en razón en algunas cosas, pero la mayor parte del tiempo era ella quien terminaba tomando las riendas del asunto. Como ahora, con esa sutil manera de decirle que terminarían esa charla en persona, porque no todo estaba dicho. Buscó nuevamente en el documento que tenía con el caso recién asignado, la página en donde estaba el detalle de los testigos y repasó las líneas que hacían alusión a su novia, leyendo la pequeña investigación que había hecho su jefe y frunciendo el ceño. Tenía la sospecha de que eso terminaría mal, pero nada podía hacer más que esperar. Quizá luego de hablar cara a cara con Sango, pudiesen llegar a una manera más concreta de enfrentar esa situación sin terminar enemistados.
Miró la cena y sonrió: la cocina no era la especialidad de Sango, pero siempre se esmeraba y trataba de hacerlo lo mejor posible, en especial cuando era para él. Probó la comida y le dirigió una cálida y agradecida mirada a la muchacha, dándole su visto bueno y logrando que ella sonriera en respuesta. Cada vez que decidía prepararle algo, era invadida por los nervios y las ansias de que el platillo fuese de su agrado y no se iban hasta que él le confirmara que había quedado bien, a pesar de que ella ya lo hubiese probado.
Cenaron con calma, hablando sobre cosas triviales – principalmente del cambio que había tenido la Estación con la llegada de Kuranosuke e InuYasha, ambos aportando de distinta forma – y luego de que la comida se acabara y la sobremesa llegara a un punto muerto, Miroku ayudó a Sango a retirar la mesa y lavar los trastes, antes de que se sentaran en el sofá, el mismo donde él años atrás había declarado que ella le gustaba de una manera distinta. Sango no se apoyó en él como solía hacerlo, y eso le dolió de una forma que no podría expresar en palabras, dejándole un hueco frío en el pecho. Adoptó la misma posición que ella, sentada con los codos apoyados en las rodillas y los hombros caídos hacia adelante, mirándola con atención unos segundos antes de decidir romper el silencio, ambos sabían que no podían eludir el tema.
— Sango, de verdad lo siento…
— No tienes que disculparte. Yo sabía que esto podía pasar — ella seguía sin mirarlo, con la mirada fija en el suelo —. Y lo sé desde hace tiempo. Mi padre me lo había dicho…
— Ambos asumimos los riesgos cuando comenzamos.
— No pensé que sería tan complicado… y, a decir verdad, sólo había considerado nuestros sentimientos. Pero ambos estamos viendo que no podemos sostenernos sólo de eso.
Las palabras le dolieron, porque sabía que era verdad. Su noviazgo muchas veces era como una burbuja: cuando estaban juntos, el resto del mundo y de sus problemas, desaparecía y sólo quedaban ellos dos. Sin embargo, el último tiempo la realidad los había golpeado demasiado directamente, quizá como castigo por haberla ignorado tanto tiempo. Y, pese a todo eso, lo único que él deseaba era hacerla feliz. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que viera su sonrisa aflorar sin temor, sin ser opacada por alguna preocupación? Apretó los puños, estaba molesto con la situación.
— Es verdad, aunque sea doloroso… — Murmuró, también dirigiendo su mirada al suelo. — Pero es lo único que nos puede seguir dando fuerzas para continuar juntos. No quiero enfrentarme a ti, no sé si voy a ser capaz de pararme ese día frente a ti e intentar desacreditar tus palabras, por lo menos no sin sentirme culpable e indigno. Lo que sí sé, es que no podría seguir adelante sin ti. Porque eres lo único que veo en mi futuro, Sango.
— Miroku… — Notó la lágrima solitaria que se había escapado de sus ojos cuando por fin decidió mirarlo, reflejando el dolor que sentía en esos momentos. — Nunca he dudado de mis sentimientos por ti ni de los tuyos, y eso nos ha mantenido unidos hasta el día de hoy. No quiero que nos rindamos por culpa de nuestros trabajos. Son circunstancias que no podemos controlar y todo lo que nos queda por hacer, es aprender a vivir con esa frustración…
— ¿Y cómo lo logramos? ¿Cómo lo logro yo? Es difícil ser quien nos coloca en esta situación, quien se ve obligado a ignorar nuestros valores y a atacarte frente a un jurado y a un Juez para hacerlos dudar de tu palabra. ¿Podrás sentarte ahí y mirarme, responderme ignorando el hecho de que soy yo quien está interrogándote? ¿Voy a poder yo hacerlo? ¿Podremos separar las cosas?
Ella volvió a agachar la mirada, consciente de que eso sería muy difícil, quizá imposible. Pero quería intentarlo, porque Miroku no era el único que se proyectaba en la relación. Tomó su mano, logrando que la mirara directo a los ojos con sorpresa mientras ella limpiaba el rastro húmedo de su mejilla y esbozaba una débil sonrisa.
— Sólo hay una forma de saberlo. Tendremos que tratar, recordando que el Miroku que estará ahí ese día no es mi novio, sino el defensor de los acusados. No serás mi Miroku, sino el abogado Tsujitani representando a una firma en la defensa de sus clientes. Y tú tendrás que recordar que la oficial Kuwashima será la testigo, no la Sango que sostiene tu mano y te ha visto llorar por esto.
Él sonrió, presionando con cariño la mano de su novia y soltando un suspiro cansino, sabiendo que ella jamás se rendiría pese a todos los obstáculos que tuviesen. Le besó la palma con tranquilidad y luego la atrajo hacia sí, rodeándola con sus brazos.
— Está bien, Sanguito. Prometo que lo intentaré.
— Y yo también.
— ¿Y si no lo logramos? — Preguntó con temor, no quería pensar en ese escenario, pero debía ser realista.
— Lo haremos, descuida. Estamos hablando de nosotros, después de todo.
— Tienes razón.
A pesar de que la calma se hizo presente luego de su compromiso, el pesar y el miedo ante el inminente encuentro seguían latentes en sus corazones, porque sólo sabrían si eran capaces de superar ese obstáculo cuando lo enfrentaran, y si las cosas no salían bien, el panorama no era muy alentador para ellos. Lo único que les quedaba por ahora, era aferrarse a la esperanza y dar lo mejor de sí por la relación.
Frunció el ceño mientras miraba su café, irritada. ¿Cómo era posible que esos idiotas se hubiesen sustentado en su historial laboral como defensa? Cuando Naraku era su superior, su hoja de vida había sido llenada con más reclamos que felicitaciones, ninguno realmente justificado, pero de todas formas estaban ahí. Todos eran de sujetos que creían que, al ser ella una chica, podrían pasarse de listos o tener algún tipo de ventaja, y la frustración al no poder lograrlo siempre los llevaba a acusarla de violenta, agresiva, abusadora e incluso un par de veces, de actuar fuera de lo establecido en sus funciones. Eran todos unos patanes, sin embargo, habían logrado manchar su historial. Apretó los dientes, recordando las preguntas.
"¿Conoce al señor Kido Ichiro? ¿Es verdad que él puso un reclamo contra usted por uso innecesario de violencia? ¿Sabía que el señor Kido es socio de mi cliente?"
Como si a ella le interesaran los negocios de un par de delincuentes. Suspiró resignada, lo que más le molestaba era recordar el rostro inmutable, la mirada fría del abogado Tsujitani al dirigirse a ella. Al parecer, Miroku estaba más preparado para eso de lo que aparentaba.
— ¿No lo crees, Sango?
Levantó la vista, totalmente ajena a la conversación que estaban teniendo Kuranosuke y el par de oficiales que también habían decidido declarar en ese caso. Su expresión les reveló que no había escuchado nada de la charla y que tampoco sabía qué era lo que le estaban preguntando.
— Lo siento, estaba distraída pensando en algo… ¿qué decían?
— Que ese abogado está jugando sucio. ¿Insinuar que estás declarando contra Matsumoto como una forma de venganza por el reclamo de Kido? ¡Es estúpido! Es un movimiento realmente bajo — el oficial a su derecha dio un golpe en la mesa, demostrando su molestia.
— Fuera de eso, ¿enunciar cada reclamo que Naraku permitió que pusieran en tu contra? Te está dejando como una abusiva — el otro muchacho negó con un gesto, totalmente en desacuerdo con la estrategia del defensor —. Cuando todos sabemos que sólo cumples tu trabajo…
— Además, recalcar que, aunque seas una Kuwashima y vengas de una familia con gran tradición policíaca, no implica que necesariamente cumplas con tu labor como corresponde e incluso que puede ser por lo mismo que a veces intentes hacer justicia por tus propias manos…
— Es como si supiera donde meter el dedo. Maldito abogado.
— Su lengua es venenosa como una serpiente. ¿Verdad?
Sango sólo podía apretar cada vez más fuerte sus puños y su mandíbula, intentando ignorar el hecho de que todo eso que la había herido tanto y que formaba parte de la jugada de la defensa por desacreditarla, había salido de la boca de su novio. Cerró los ojos, intentando canalizar esa ira. Había estado a punto de llorar de impotencia en el estrado cada vez que Miroku soltaba alguna pregunta o afirmación con el fin de destruir su testimonio, sintiendo que lo había logrado. Estaba molesta, furiosa con toda la situación.
— Muchachos, creo que es suficiente — Kuranosuke notó las reacciones involuntarias de Sango y, conociendo su relación con el abogado defensor, las comprendía —. Deberían ir a repasar su testimonio, será su turno de declarar luego del receso.
— Oh, por supuesto Jefe Takeda — ambos se pusieron de pie y se despidieron con la mano en su frente, mostrando respeto por su superior —. Nos vemos en un rato.
La castaña agradeció la intervención, no tenía deseos de seguir escuchando lo que sus compañeros tuviesen que decir respecto a la labor de la defensa, porque cada palabra la hería más. Miró nuevamente su café y bebió un sorbo, quería concentrarse en cualquier otra cosa que no fuese la audiencia.
— ¿Te sientes bien? — Kuranosuke habló de forma suave, como si no quisiera incomodarla. — Lo siento, es una pregunta estúpida… lamento que tengan que pasar por esto. Lastimosamente, no es algo que puedan evitar.
— Lo sé, soy consciente de que todo este proceso va a ser tortuoso — se encogió de hombros, sabía que tenía que resignarse a la idea —. Sólo pienso que quizá está pasándose de la raya. Ha usado información que no era necesaria y que no viene al caso, dejándome muy mal frente al Juez y al Jurado…
— Dudo que la defensa la haya preparado él solo. De hecho, Shishinki parecía tener una pauta de las preguntas, estoy casi seguro de que él debe haber intervenido personalmente…
— ¿Quieres decir que Miroku no preparó la audiencia solo?
— Es muy probable… Además, cuando comenzó el receso, lo vi bastante afectado. Creo que deberías enfocar tus energías en algo distinto al enfado y esperar a hablar con él. Después de todo, dijiste que intentarías no mezclar las cosas.
Sango sonrió levemente, su jefe tenía razón. Se había propuesto separar el trabajo de su vida personal y debía esforzarse para lograrlo.
— Tienes razón. Debo mentalizarme en eso. Muchas gracias, Kuranosuke.
— No me lo agradezcas. No me gusta verte mal, y si puedo ayudarte en algo, sabes que lo haré.
Ella asintió con un gesto, agradecida por la preocupación y el apoyo, y decidida a sobrellevar ese proceso lo mejor que pudiera.
Cuando llegó a casa, el sol ya se había ocultado y las estrellas se veían sin dificultad en el firmamento. Se lanzó en el sofá sin preocuparse de hacerlo de forma cuidadosa, estaba agotado. Su maletín cayó a su lado con un golpe secó, pero él lo ignoró. Le dolía la cabeza, sentía un nudo en el estómago y lo único que deseaba era desaparecer. Recordó la audiencia y negó bruscamente, no se sentía para nada satisfecho ese día. Las expresiones de Sango ante sus preguntas, la sorpresa y la desilusión en sus ojos, el enfado y la impotencia que estaban impregnados en cada gesto involuntario que él sabía leer a la perfección…
Todo eso lo había herido. Era el abogado defensor y debía mantenerse firme en su posición, pero eso no fue una tarea fácil de cumplir. Había luchado por controlar el impulso de mandar a la mierda el caso y su empleo para pedirle perdón a su novia y decirles a todos los presentes la excelente oficial y persona que era. Sin embargo, no podía darse ese lujo porque necesitaba un trabajo para suplir todas sus necesidades y sabía que, si actuaba de una forma tan impropia de un abogado, luego no podría optar a ninguna opción. Estaba atrapado en una trampa sin escapatoria.
Abrió los ojos y sacó su móvil, mirando la hora. No era demasiado tarde, quizá podría llamar a Sango para disculparse por todo lo ocurrido al interior de esa sala y saber cómo estaba ella, recordarle que, pese a todo, seguía siendo lo más importante en su vida…
—Aló, ¿Miroku? — Se sorprendió al escuchar su voz, no se había percatado de que había marcado inconscientemente su número. — ¿Está todo bien?
— Sanguito… — Soltó un suspiro, nada estaba bien y eso ella lo sabía. — Claro que no… todo está mal, muy mal…
— ¿Te pasó algo? ¿Dónde estás? Iré por ti — sonrió al notar la genuina preocupación en su voz, se había alarmado incluso considerando que debía estar molesta.
— No me pasó nada… bueno, por lo menos no algo físico — respondió, tratando de tranquilizarla un poco —. Estoy en el departamento, no te asustes. Sólo quería escuchar tu voz…
— No hagas esto, me preocupas — sus palabras fueron sinceras y llenas de reproche por el susto causado —. Si no es algo físico, ¿qué te pasó?
— Tú sabes qué es lo que pasa — murmuró, reflejando el pesar con su tono —. Perdóname por lo de hoy. Por cuestionar tu forma de trabajar, por desacreditar tus palabras intentando demostrar que tenías otras intenciones, por restarle peso y valor a tu tradición familiar, por…
— Basta, Miroku — ella lo interrumpió, sorprendiéndolo porque no parecía molesta, sino triste y desanimada —. No es tu culpa, es algo inevitable. Es tu trabajo, y aunque hayas dicho todas esas cosas en la audiencia, sé que no fue mi novio quien estaba frente a mí hoy. Te dije que intentaría separar las cosas y es lo que estoy haciendo.
— ¿De verdad puedes hacerlo? — Él dudó, no parecía tan sencillo porque sus trabajos eran parte de su persona, y no puedes pedirle a alguien que se separe de sí mismo.
Tras un par de segundos de silencio, obtuvo una respuesta. — No es fácil, y tampoco me gusta. Sin embargo, no puedo cambiar lo que eres, ni lo que soy yo. Sólo puedo dar mi mejor esfuerzo e intentarlo.
Él sonrió, su novia no iba a bajar los brazos tan fácilmente. — Qué valiente y fuerte eres, Sanguito. Lamento lo que está pasando. Quiero que tengas presente que yo jamás pondría en duda tu desempeño, nunca te atacaría de esa forma…
— Lo sé. Tú no eres así — pudo imaginar la sonrisa de alivio formándose en el rostro de su pareja —. Y extraño a mi Miroku. Por favor, no dejes que esto nos aparte… ¿cuándo tendré de regreso a mi novio?
Soltó una risita al escuchar el tono un tanto suplicante e infantil. — Pronto, antes de lo que imaginas. Por ahora, tu chico necesita descansar, fue un largo día.
— No lo olvides, porque voy a estarlo esperando — ella también se escuchó más relajada, incluso un poco animada —. Descansa. Te quiero, y mucho.
— No lo olvidaré. También deberías descansar, se está haciendo tarde.
— Sí, descuida. Pronto iré a dormir.
— Bien, entonces buenas noches. Te adoro, preciosa — volvió a respirar más tranquilo al sentir la forma tranquila en la que ella recibió sus palabras —. Ah, y antes de que lo olvide… nos debemos muchos besos, deberíamos cobrarlos con intereses. Así que anda preparándote.
No le dio tiempo a que le reclamara, cortando la llamada antes. Sonrió, sintiendo una calma extraña en su pecho, la sensación de que las cosas podían mejorar pese a todo. Se enfocaría en eso, porque no podía hacer nada más y Sango tenía razón: lo único que podían hacer era intentarlo dando lo mejor de ellos. Y se esforzaría al máximo por verla feliz.
¡Jojojo! ¡Feliz Navidad! He aquí mi regalo uwu (?)
No, la verdad es que he aquí el siguiente capítilo, la forma en la que los sueños se van cayendo de a poco, pero ellos son perseverantes y seguirán adelante hasta el final. Después de todo, estamos hablando de Sango y de Miroku, ambos son bastante fuertes ya por sí solos, y juntos... nadie puede contra ellos. ¿Qué opinan ustedes? Yo creo que las dificultades deben enfrentarse para saber si se puede seguir adelante con ellas o no. Esperemos que este par pueda.
Saludos y agradecimientos especiales a Loops por su maravilloso review, espero que este capítulo también sea de tu agrado. También a Nuez, quien sé que lo leerá en algún momento y dejará su review amoroso (L). Y a todos los que leen, muchas gracias, ¿sería mucho pedirles un review?
Nos leemos en la próxima. Por ahora, seguiré escribiendo. Besos y abrazos~
Yumi~ (quien se va a tirar un balde de agua fría encima porque muere de calor)
