DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
X
— Amistad Problemática —
— "Escucha – a pesar de que el mundo está empañado por pecados,
nunca dejaré ir tu mano de la mía.
Incluso si estos sentimientos te parecen falsos,
te bañarán con una deslumbrante luz, por siempre.
Al menos puedes creer en eso."—
— My Dear; L'Arc~en~Ciel —
El aroma dulce del local lo hizo sonreír, era suave y acogedor, además de que en su mente era asociado inmediatamente a los deliciosos pasteles y golosinas que su amiga cocinaba. Observó cómo la chica despedía a un par de clientes de forma amable antes de girar hacia él y sonreírle con cariño mientras caminaba hasta llegar a su lado para sentarse en la silla desocupada frente suyo.
— Y bien… ¿cómo te fue ayer? InuYasha me comentó que habías ido por Sango al trabajo…
La pregunta hizo que ahora él acentuara la sonrisa, revolviendo su café y bebiendo un poco antes de responderle, seguía teniendo sentimientos encontrados por el encuentro del día anterior, pero de cierta forma se sentía tranquilo porque, aunque fuese tenía la oportunidad de mantener la amistad.
— Digamos que mejor de lo que esperaba — dijo, sosteniendo la mirada de Kagome —. Sé que ella no me guarda rencor ni me odia por haberme ido, y por lo menos seguiremos siendo amigos…
— Oh… amigos… — Murmuró ella, parecía decepcionada con la aclaración. — Supongo que algo es algo. Eso si el celópata de Kuranosuke no les causa problemas.
Miroku levantó una ceja con curiosidad. No era primera vez que escuchaba que el novio de Sango era celoso y eso no le daba buena espina, necesitaba saber cuáles eran las razones por las que sus amigos tenían esa idea, porque podía traerle más que un problema a la castaña.
— ¿A qué te refieres con que es celópata? InuYasha algo mencionó también ayer… ¿por qué lo dicen?
— Ah, bueno… son ciertas actitudes — Kagome suspiró, sabía que él iba a estar interesado en el tema y lo mejor era decírselo, para que supiera lo que podía pasar si seguía cerca de Sango —. Antes de que te fueras, comenzó transfiriéndola a Archivo, según él porque necesitaba de alguien capaz de arreglar el desastre que había ahí… la mantuvo en esa unidad un par de meses, tiempo en el que ella comenzó a aburrirse y le insistió en que la moviera nuevamente a alguna patrulla. Al final lo logró, y nuevamente volvió a Seguridad Civil con Kōga, pero…
La azabache se mordió el labio, recordando lo molesta que estaba su amiga en esos momentos, todas las veces en las que llegaba furiosa, sin comprender las razones, reclamando la actitud del que luego se convirtió en su novio y ahora era su prometido…
— ¿Pero…? — Miroku seguía con la mirada fija en ella, atento a cada palabra, quería saber qué era lo que hacía que su amiga pensara que el prometido de Sango era un celópata.
— Pero volvió a moverla al poco tiempo. Creímos que era una forma de darle la oportunidad de ganar experiencia en otra área. Sin embargo, cuando comenzaron su relación, se volvió algo habitual. Apenas la dejaba unos meses en una unidad y la cambiaba, sin permitirle desarrollarse en ningún área como ella hubiese querido — Kagome negó con un gesto y luego comenzó a contar con sus dedos, sacando la cuenta antes de decirla en voz alta —. En este tiempo, se ha cambiado de unidad 6 veces antes de que la dejaran con InuYasha, siendo la oficial más inestable en toda la estación.
El moreno entrecerró las cejas, eso era demasiado inusual pero no lograba comprender el razonamiento tras el cual era sinónimo de celos, hasta lo que sabía Sango era demasiado profesional y no tenía mayor acercamiento con sus compañeros de trabajo.
— Es bastante raro, es cierto — murmuró, llevándose la mano al mentón mientras analizaba la historia —. Aunque no veo que sea una muestra de celos…
— Sango siempre ha trabajado con hombres, porque Kuranosuke no cree que dos mujeres puedan realizar la labor de patrullaje de la misma forma que si hay por lo menos un varón en el equipo. De hecho, InuYasha me dice que son muy pocas las oficiales a las que se les permite patrullar o estar en alguna unidad donde realmente haya acción. Sango es una de las pocas que sale a terreno.
— Tampoco la vas a tener mucho tiempo sentada tras un escritorio, ese no es su estilo — Miroku la conocía y sabía que era imposible que ella simplemente se sentara mientras los demás pateaban traseros.
— No, por lo mismo pidió salir de Archivo… InuYasha cree que, si fuera por Kuranosuke, la habría dejado ahí, pero Sango jamás lo hubiese permitido. De hecho, ahora fue ella quien le exigió que dejara de moverla de unidad y la mantuviera fija en una, porque estaba estancándose y nadie la tomaba muy en serio como oficial. Y fue en ese momento en el que él decidió que fuese compañera de InuYasha…
— Claro, porque es su amigo y, además, el novio de su mejor amiga — sacó las conclusiones, con el ceño fruncido al darse cuenta de que su amiga tenía razón —. Si lo piensas detenidamente, tiene sentido y es enfermo.
— ¿Verdad que sí? Y ella no quiere verlo…
— O quizá sólo se haya resignado a que él es así — dijo, recordando la charla del día anterior —. Sango es muy lista, no creo que ignore las intenciones de Kuranosuke, simplemente… debe haberlo aceptado.
Kagome ladeó la cabeza, contrariada. ¿Cómo podía su amiga aceptar algo así? Era una locura.
— ¿Tú crees que lo haya hecho así nada más? Es decir… no va para nada con el estilo de Sango…
— No fue tan "así nada más". Peleó, ¿no? Reclamó la situación, mostró su molestia y exigió una solución. Quizá no sea la forma en la uno esperaría que lo hiciera, pero creo que, a estas alturas, es lo mejor que pudo hacer.
La muchacha asintió, entendiendo la situación. Sango no iba a terminar su relación por algo así, ella sabía muy bien que su amiga estaba resignada a continuar con ese compromiso por razones que aún desconocía; sin embargo, tampoco iba a permitir que siguieran diciéndole qué hacer siempre. Por lo menos exigiría sus derechos en el trabajo, un lugar que aún podía darle algo de libertad.
— Claro… tienes razón. Entonces, ¿por qué niega que él sea celoso cuando se lo decimos? No saca nada con defenderlo…
— Creo que lo hace porque si lo admite, tendría que darles la razón y eso significaría tener un motivo para terminar el compromiso. Más que defender a Kuranosuke, defiende la decisión que tomó, porque no va a retractarse a pesar de todo lo que le digamos. Tiene sus razones para seguir con eso, y para ella son lo suficientemente fuertes como para ignorar o aceptar cosas que, todos sabemos, están mal y terminarán haciéndole daño.
Ambos se sintieron tristes al pensar en eso, porque por mucho que la quisieran y le ofrecieran ayuda, incluso si le mostraban todas las razones por las cuales debía desistir, Sango no lo haría. Kagome no entendía cuáles eran esas razones, pero esperaba que fuesen tan buenas como para justificar la estupidez que estaba cometiendo su amiga.
La campanilla anunciando la llegada de alguien llamó la atención de ambos, que dirigieron su mirada hasta la entrada para ver a InuYasha con el semblante serio, la mirada dorada reflejando tal ira que un escalofrío los recorrió; a su lado, Sango estaba molesta, tenía la mejilla derecha enrojecida y los puños prietos a sus costados. Kaogme y Miroku abrieron la boca en una mezcla de preocupación y sorpresa.
— ¡Muchachos! ¿Qué ocurrió? — Fue la pregunta obvia de la chica, aunque sabía que iba a ser una larga historia.
— Keh, problemas laborales — InuYasha se sentó de golpe junto a ella, visiblemente fastidiado —. Nuestro Jefe va a terminar haciendo que lo golpee.
Sango frunció los labios, aunque no se acercó, mirando con detenimiento a Miroku y a Kagome, de seguro no esperaba encontrarse con él ahí. La azabache se apresuró en servirles té a los recién llegados y le hizo un gesto a la castaña para que se sentara y así pudiesen explicar qué había pasado.
— No creí que Winasoke…
— No fue él — el oficial negó con un gesto, frunciendo más el ceño —. Fue Takeda.
— ¿Ya volvió? — Kagome parecía un poco confundida. — Sabía que hoy regresaba, pero creí que por la tarde…
— No — habló finalmente Sango, también molesta —. No volverá hoy, tuvieron un problema con el traspaso de la casa y tardarán más de lo previsto, así que no sé cuándo estará de regreso.
— ¿Entonces, por qué tuvieron problemas con él? — La duda de la chica era razonable, no parecía tener lógica que alguien los fastidiara sin estar presente.
— Porque Winasoke es un simple títere — espetó el oji dorado, soltando una especie de gruñido —. Y al primer incidente, le va con el chisme. Y como el idiota tiene un complejo machista-celópata-sobreprotector…
— Sigo sin comprender… además, ¿golpearon a Sango…?
— Esto no es nada — ella le restó importancia a la marca en su mejilla —. Son gajes del oficio, lo sabes mejor que nadie. Sólo fue un descuido, no creí que ese sujeto realmente se iba a atrever, pero es algo que puede ocurrir en un arresto.
— Sí, respondimos a un llamado de violencia doméstica y encontramos al imbécil golpeando a su mujer y al hijo mayor. Cuando pensamos que la situación estaba bajo control porque se había entregado, intentó huir y le dio a Sango un puñetazo en la cara.
— Por supuesto que fue todo lo que pudo lograr — la muchacha continuó el relato, parecía molesta con el hecho de que intentaran escapar de sus manos —. Lo reduje sin dificultad y lo llevamos a la estación para el protocolo correspondiente, como dicta la norma.
— Hicimos todo dentro del reglamento, pero cuando Winasoke llegó a firmar el informe y vio la mejilla de Sango, nos dijo que debía informárselo al Jefe.
— No había motivos para que lo llamara, fue un procedimiento normal, nada se salió de control, ni siquiera nuestras armas se dispararon… no entendí el motivo hasta que hablamos con Kuranosuke.
Ambos endurecieron el gesto en ese momento, al parecer ninguno de los dos estaba muy a gusto con lo que ocurrió después. Sus amigos tuvieron que esperar a que InuYasha devorara por completo una rosquilla y Sango bebiera su té para saber qué fue lo que los molestó tanto.
— Ese imbécil me regañó por no defender a Sango. ¡Como si ella lo necesitara! No sé de quién mierda cree que hablamos…
— Dijo que le había confiado mi seguridad, que se suponía que era responsable de cuidarme la espalda, que era inadmisible que, en apenas una semana, ya no estuviese cumpliendo su función… le recalqué que yo no necesito que me ponga un niñero, somos compañeros. No es como si no pudiera defenderme por mi cuenta…
— No quiso escuchar razones. Repitió una y otra vez que él sabía cómo manejar a su personal y que, a su regreso, tendríamos una reunión para aclarar la situación y decidir mi sanción. ¿¡Pueden creerlo!? ¡Me va a castigar porque no trato a Sango como a una muñequita de cristal como a él le gustaría! — Terminó golpeando la mesa con la mirada aún destellando en ira, era obvio que no pensaba quedarse así ante la situación.
— No es justo — Kagome lo apoyó, todos sabían que él no había hecho nada mal —. Sango es tan oficial de policía como todos los demás, es incluso mejor que otros activos que andan patrullando las calles. ¿Qué quiere? No puede evitar que estas cosas pasen y menos culparte a ti.
— Claro que no lo es — Sango se cruzó de brazos, su gesto aún no se suavizaba —. Y no voy a permitir que termine castigando a mi compañero por algo que no es su responsabilidad. Tiene que entender que no soy una frágil princesita a la que todos tienen que proteger.
InuYasha bufó levemente como signo de aprobación ante las palabras de la castaña, y luego hubo unos minutos de silencio en los cuales los oficiales terminaban de servirse lo que la azabache les había llevado.
Miroku guardaba silencio mientras observaba a sus amigos, pensativo. No estaba para nada de acuerdo con lo ocurrido, pero más allá de eso, sentía que no era algo aislado. Analizando todo lo que le había contado Kagome antes de que ellos llegaran, más lo que ahora había pasado y la reacción sobreprotectora del prometido de Sango, comenzaba a hacerse una idea del rumbo que podían tomar las cosas. Podía considerarse como algo pequeño, quizá muchos lo vieran como un gesto de preocupación más que algo exagerado, pero él conocía esa dinámica. No era sólo la sobreprotección o los celos, sino la forma en la que Kuranosuke quería tener control en la vida de la castaña y la facilidad que tenía para hacerlo. Los cambios de unidad constantes, los compañeros poco duraderos – y seguramente, elegidos con precaución y con advertencias de antemano – y la instrucción específica de defenderla, sin permitirle realizar su labor como debería… Y eso sólo en lo laboral. ¿Habría más indicios en el ámbito personal? ¿Sería así de controlador en su relación? ¿Lo sabría el padre de la muchacha? Tantas preguntas y de seguro no tendría las respuestas tan fácilmente…
Soltó un suspiro y fijó sus ojos en ella, encontrándose con su mirada, la que se suavizó un poco con el contacto.
— ¿Estás bien? — Preguntó, la preocupación evidente en su voz.
— Sí, no te preocupes. Es sólo un golpe…
— No me refiero a eso — aclaró, él sabía que el daño físico era mínimo —. ¿Cómo te sientes?
— Yo… no lo sé — admitió, relajando su postura —. Creo que necesito pensarlo…
— Los sentimientos no se piensan — soltó InuYasha, quien ya se había hecho con una bandeja de rosquillas para combatir el enfado —. Sólo debes escupirlos.
— InuYasha, ¿quieres comportarte? Además, iba a preparar el almuerzo… — Kagome lo regañó a pesar de que sabía que tenía razón, porque consideraba que su amiga debía darse cuenta sola de eso, así que decidió cambiar el tema. — ¿No quieren comer con nosotros?
Miroku y Sango intercambiaron una mirada interrogante hacia el otro y luego sonrieron, ambos pensaban lo mismo: "sólo si tú también te quedas". Asintieron con un gesto y, acto seguido, Sango se puso de pie para acompañar a su amiga hasta la cocina, dejando a los dos hombres solos. Miroku seguía un tanto pensativo, por lo que pronto su compañero se aburrió y decidió romper el silencio.
— ¿Qué opinas de todo esto? — Preguntó, haciendo evidente que sabía que él ya había analizado la situación.
— Que es demasiado extraño. No sé si también sea así de sobreprotector en el ámbito personal, pero ya es algo alarmante que lo haga en el trabajo — admitió su preocupación, InuYasha lo comprendería mejor que nadie.
— Bueno, Sango elude bastante el tema, pero creemos que es posible que también ocurra algo así en su vida privada. Aparte de que no es ella misma desde hace tiempo.
— Son señales para tener en consideración.
— Sí. Lo malo es que se nos acaba el tiempo.
Entonces, tendría que apresurarse en descubrir qué estaba pasando e intentar hacer algo para ayudarla. Aunque sospechaba que ya era demasiado tarde para lograr que Sango desistiera de su decisión, por lo menos podría saber cuál era el panorama y dejarle claro que seguiría ahí para cuando lo necesitara.
— Algo haremos al respecto, descuida. Lo importante es no dejarla sola.
InuYasha asintió con un gesto mientras seguía engullendo rosquillas, Miroku sólo sonrió porque sabía que ahora tenía un motivo de peso para no desaparecer como lo había hecho antes. Porque seguiría junto a Sango, pasara lo que pasara.
Kagome encendió el fuego de la cocina y puso agua a calentar, buscando los ingredientes rápidamente en tanto Sango la observaba con atención, siempre era interesante para ella verla cocinar. Sin embargo, el espectáculo duró poco, porque la azabache tenía otros planes.
— Miroku me comentó que habían quedado como amigos… — Mencionó, mientras picaba las verduras. — Me alegra que hayan podido hablar después de tanto tiempo… pensé que no ibas a perdonarlo.
— No lo he perdonado — aclaró Sango, para ella las cosas no eran tan simples —. Sigo sintiendo que huyó y fue un cobarde. Creí que, si lo volvía a ver, estaría furiosa y le recriminaría todo lo que sentía… a pesar de que por mucho tiempo pensé en su decisión y comprendí porqué lo había hecho…
— Si lo comprendes, ¿por qué no lo perdonas…?
— Porque podría haber considerado hablar antes de decidir irse así. Y eso no va a cambiar. Sigue siendo algo que duele, pero cuando lo vi ahora… no pude sentirme enfadada. Me di cuenta de que también fue doloroso para él y que, fuesen cuales fuesen sus razones en ese entonces, de seguro eran tan fuertes como para tomar esa opción. Al reencontrarme con él, entendí que no podía seguir culpándolo y que no quería perderlo, aunque fuese como amigo. Quiero tener a Miroku de vuelta en mi vida.
Kagome sonrió de medio lado, ése era el deseo de los dos, volver a tener al otro en sus vidas, aunque el costo fuese así de alto como parecía que sería. Y si ellos estaban dispuestos a pagar ese precio, la única salida que les quedaba era apoyarlos, porque algo en su interior le decía que no iba a ser un camino fácil.
— Eso tiene mucho sentido, y me alegra que te hayas dado cuenta. Sé que le hacías mucha falta a Miroku, y también que él te hace mucha falta a ti. Sólo espero que seas consciente de que las decisiones que estás tomando, pueden herirlos a ambos.
— Lo sé… y es lo más difícil de todo esto — Sango soltó un pesado suspiro, se sentía agobiada cuando lo pensaba —. Pero, extrañamente, Miroku lo comprende. Y, a pesar de todo, sé que va a seguir aquí, a mi lado, cuando lo necesite. Y quiero que sea de igual modo para él.
— Si se lo dejas claro desde ahora, estoy segura de que así será.
La castaña sonrió con las palabras de su amiga, el apoyo que tenía tanto de ella como de su compañero, le ayudaban a tener fuerzas para no desistir, porque sabía que el reencontrarse con Miroku y volver a ser amigos, no iba a ser una decisión que todos vieran con buenos ojos.
— Gracias, Kagome.
— No me agradezcas, ustedes son amigos desde la secundaria y sería injusto que esa linda amistad se perdiera si están dispuestos a conservarla a pesar de todo.
Ella asintió con un gesto, porque no iba a rendirse con eso. Podía haber renunciado al amor cuando decidió aceptar el matrimonio, pero no iba a hacerlo con sus amigos. Por lo menos a ellos quería mantenerlos a su lado sin importar lo que pasara.
La azabache volvió a sonreír y le indicó con un gesto que la ayudara con la comida, que ya estaba casi lista, para que así pudieran compartir de un tranquilo almuerzo, algo para calmar un poco el pesar que toda la situación causaba en ellos. La compañía mutua siempre iba a ser una fuente de alivio.
Miró la hora y soltó un suspiro, sacando su móvil para teclear un mensaje. Su amiga le había ofrecido apoyo en lo que necesitara, y ahora quería su consejo. ¿Sería algo apropiado? Tecleó el mensaje y lo leyó antes de enviarlo, por alguna razón se sentía ansioso.
"¿Crees que sería inapropiado visitarla ahora?"
Tenía la extraña sensación de que debía estar a su lado en esos momentos, pero no quería parecer demasiado insistente, después de todo ella le había dicho que le avisaría cuándo podrían juntarse. Sin embargo, lo ocurrido durante la mañana le había dejado un mal sabor de boca y no dejaba de pensar en lo que todas esas muestras de control podían significar en la vida de Sango. Tomó el aparato de nuevo cuando sintió el sonido de la notificación, leyendo la respuesta con el pecho apretado.
"Hum… creo que lo mejor sería que la llamaras y tantearas terreno. InuYasha dice que estuvo de mejor ánimo durante la tarde."
Se golpeó suavemente la cabeza y luego tecleó un "gracias" por respuesta, antes de abrir la aplicación de llamadas y buscar el número, marcándolo un poco nervioso. La espera fue corta y la voz le respondió un tanto dudosa luego de un par de tonos.
— ¿Miroku? ¿Está todo bien? — Además de extrañeza, notó la preocupación y sonrió ante el gesto.
— Sí, no te preocupes. Sólo quería saber cómo seguías… — Respondió, calmándola. — Espero que no sea muy tarde…
— Oh, no… está bien, aún no voy a dormir — Sango también lo tranquilizó, de seguro estaba sonriendo del otro lado —. Estaba pensando qué hacer, de hecho.
— Ya veo… ¿Tienes algo en mente?
— En realidad, no…
— ¿Puedo ir a visitarte? Podríamos pedir algo de comer, o salir…
— Estoy en pijama y no tengo ánimo de salir, la verdad…
— Comprendo… bueno, dejémoslo para otro día entonces. Quizá sea mejor que descanses… — No quiso insistir, a pesar de que le hubiese gustado verla, aun fuese por un momento.
— Sí, quizá… — La castaña pareció meditarlo un segundo luego de notar el leve desánimo en la voz de Miroku. — Aunque no dije que no pudieras venir. Además, no tengo sueño.
El ojiazul sonrió, que ella lo conociera tan bien como para descifrar sus tonos de voz y le permitiera cumplir su pequeño capricho, lograba que esa reconfortante calidez en su pecho volviera a hacerse presente.
— Entonces, ¿no hay problema en que vaya un rato?
— Claro que no, tontito. Hay que aprovechar el tiempo, antes de que tengas que volver a Hokkaidō.
— Es cierto — lo sabía, apenas llevaba dos días en la ciudad, pero cada minuto era tiempo menos, y eso significaba que no podía perderlo —. Pasaré por algo para comer antes, ¿te parece?
— Por supuesto. Te estaré esperando.
— Gracias. Nos vemos.
— Nos vemos.
La llamada se cortó y él se apresuró en alistarse para salir. Se sentía emocionado, casi como si fuese a una cita, aunque su cerebro le recordaba constantemente que la situación era totalmente distinta, no era suficiente para calmar los nervios o disminuir su frecuencia cardiaca. Decidió comprar pizza, ya que Sango le había mencionado que hacía tiempo no comía, y se encaminó al departamento de la muchacha, un poco ansioso por la situación: volvería a encontrarse con un lugar que cargaba demasiados recuerdos, incluso más que su propio hogar.
Estacionó fuera del edificio y subió las escaleras con el estómago apretado, llegando al segundo piso con un nivel de nerviosismo que no experimentaba hacía tiempo. Tocó el timbre y no tuvo que esperar mucho, a los pocos segundos la puerta fue abierta y Sango lo recibió con una cariñosa sonrisa, haciéndolo pasar rápidamente y recibiendo las cosas para llevarlas a la cocina. Miroku la observó un tanto extrañado, de pronto se sintió ajeno a lo que ella hacía porque le indicó con un gesto que esperara en la sala mientras servía la comida, algo a lo que no estaba acostumbrado porque casi siempre ésa era una labor compartida, desde que se hicieron amigos e incluso después cuando fueron novios y no veía razón para que dejara de ser así.
Incómodo con eso, duró apenas un par de minutos sentado hasta que decidió ponerse de pie e ir hasta la cocina. Si bien la decoración y distribución del mobiliario había cambiado desde la última vez que había estado ahí, la cocina seguía estando donde mismo.
— ¿Te ayudo en algo, pequeña?
Sango dio un respingo y lo miró sorprendida por una fracción de segundo antes de voltear de nuevo el rostro a lo que estaba haciendo.
— N-No, tranquilo… voy enseguida — intentó sonar despreocupada, pero él notó algo de tristeza en su voz, incluso el movimiento de su mano para limpiarse la mejilla, seguro de alguna lágrima que hubiese escapado de sus ojos.
— Sango… — Se acercó a ella, ignorando su petición de que la dejara sola y echó una mirada alrededor, descubriendo su móvil al lado de la caja de pizza y sospechando que podía tener algo que ver con ese abrupto cambio de ánimo. — ¿Qué ocurre? ¿Por qué estabas llorando?
La castaña volvió a limpiarse una lágrima y esbozó una sonrisa, tratando de demostrarle que estaba bien, algo que no logró en absoluto.
— No es nada, de verdad… estoy bien.
— No es cierto. Sabes que no puedes engañarme y que tampoco voy a fingir que te creo y no hacer nada por ti. Si no quieres contarme, por lo menos déjame darte un abrazo y demostrarte que no estás sola.
— Miroku…
Dejó que él la rodeara con sus brazos, buscando refugio en su pecho unos minutos y sonriendo agradecida, el simple gesto la llenaba de una calidez tan reconfortante que la hacía sentir más ligera. Tras unos segundos, se separó un poco y esbozó una sonrisa agradecida.
— ¿Mejor?
— Mucho mejor, gracias — respondió la pregunta, su voz más tranquila —. Deberíamos comer, sino va a enfriarse…
Miroku la apoyó en esa idea y la ayudó a llevar las cosas hasta la mesa para luego sentarse a comer, él no quiso preguntar más acerca de la razón de sus lágrimas a pesar de que deseaba saberla; por esto, no tocó el tema y hablaron sobre otras cosas hasta que de pronto ella guardó silencio unos instantes y tomó la mano de su acompañante, buscando sus ojos.
— Miroku… muchas gracias. Sé que debes estarte preguntando qué me tenía así, pero respetas mi decisión de contarte o no y bueno… es reconfortante saber que no vas a presionarme.
— No tengo porqué hacerlo, nadie debería obligarte a compartir algo que no quieres…
— Lo sé, es sólo que… — Sango soltó un suspiro, se notaba algo abatida. — Últimamente, bueno… me es difícil no sentirme presionada a algo. Siento que hay tanto sobre mí, que puedo ser juzgada de tantas formas… y me agobia.
— Lamento escuchar eso — su voz demostró que no sólo sentía eso, sino que la situación le dolía y preocupaba, algo que la castaña notó de inmediato —. Si puedo hacer algo por ti…
— Permitirme seguir contando contigo es mucho, de verdad — fue sincera, él lo supo —. Sé que puedo confiar en ti, perdón por no haber querido contarte lo que me pasaba en la cocina, siento que es una estupidez…
— No creo que lo sea. Nada que te afecte de ese modo lo es.
— Es cierto. A veces siento que exagero, mi padre suele decir que le busco el drama a todo… de seguro diría eso ahora mismo.
— Dudo que sea así, si una situación llega a afectarte de esta forma de seguro es por una buena razón. No sueles quejarte por cosas pequeñas.
— Bien, yo siento lo mismo. Kuranosuke sigue insistiendo en que InuYasha debió protegerme, ahora me había pedido que le contara cómo había permitido que me golpearan, por qué no era él quien estaba apresando al sujeto. Volvimos a la misma discusión de que no necesito que alguien me cuide, sólo que esta vez me dijo que sí, que él creía necesario que me cubrieran las espaldas.
Miroku abrió la boca, confundido. — ¿Acaso no confía en tus habilidades, o nunca te ha visto en acción?
— Me aseguró que no es un tema de confianza, que sabe que soy hábil, pero que soy una chica, que es obvio que estaré en desventaja contra un hombre…
Ahora él comprendió el motivo de las lágrimas de su amiga. No eran de tristeza, sino de frustración, impotencia. Sabía lo mucho que Sango había tenido que lidiar con el concepto de lo que una chica debía hacer, después de todo rompía un montón de cánones simplemente siendo ella, y que, después de haber superado cada obstáculo y demostrar su valía, ahora su jefe y prometido volviera a opacarla bajo esa sombra, era simplemente molesto. Incluso a él le enfadaba el hecho.
— Al parecer, no tiene ni idea de lo que habla. Quizá debieses darle una paliza, a ver si así sigue pensando que estás en desventaja sólo por ser mujer.
Sango sonrió ante la idea del moreno, logrando que él se diera cuenta de que había verbalizado un pensamiento que quizá estaba mejor en su cerebro, aunque realmente deseaba que Kuranosuke supiera con quien estaba tratando.
— No es una mala idea, pero me temo que eso terminaría siendo usado en mi contra. No todos los hombres pueden vivir con el hecho de que una mujer sea más fuerte que ellos.
— Su masculinidad es tan frágil que se ve amenazada por eso… — Soltó sin pensar, dándose cuenta nuevamente gracias a la mirada de ella que acababa de decir algo que podría no ser tomado muy bien.
— Lamentablemente, la mayoría prefiere mantener una imagen más… dominante. Su orgullo es demasiado fuerte.
— La mayoría son unos tontos. ¿Realmente pueden sentirse orgullosos de algo así? Ni siquiera debería importarles tener esa imagen, como si eso los hiciera más hombres o mejores personas… Lo siento, pero sabes cuánto me molesta que las cosas sean así.
— Está bien, sabía que terminaríamos hablando de esto si te contaba lo que había pasado — ella lo conocía y el sentido de justicia que tenía se reflejaba incluso en esos detalles —. Y me alegra saber que tu pensamiento al respecto no ha cambiado en nada.
— Claro que no va a cambiar. Las personas deben valorarse por lo que son, independiente de su sexo, clase socioeconómica, el apellido que tengan o cualquier otro distintivo que pueda usarse para discriminarlos.
— El mundo sería un mejor lugar si todos pensaran como tú — sonrió, Miroku seguía sorprendiéndola de buena forma —. Por lo menos sé que cuento con tu apoyo.
— No lo dudes ni por un segundo, Sanguito. Cuando lo necesites, voy a estar para ti, sin importar nada.
— Gracias. Quiero que sepas que yo también lo estoy para ti, Miroku. Pase lo que pase, sigues siendo mi mejor amigo.
A pesar del mensaje, las palabras se sintieron amargas en su boca porque, en el fondo, sabía que eso era a lo que se estaba resignando, condenándolos a ambos. Él le dedicó una sonrisa tranquila, consciente de lo difícil que sería seguir adelante con esa decisión, pero seguro de que era mejor que alejarse. Porque se necesitaban, los dos lo sentían así.
— Lo sé, y también te lo agradezco.
Aún con lo mortificante que podía llegar a ser la situación, la decisión estaba tomada. Ninguno de los dos se retractaría, tenían que afrontar la realidad y seguir adelante, porque el evitar los hechos no iba a ayudarlos de ningún modo.
Terminaron la charla compartiendo la mirada cómplice, mensajera de sus deseos y anhelos, también de sus elecciones y resignaciones. Miroku pronto decidió que era momento de irse, ya que al otro día tanto él como Sango debían levantarse temprano. Sin embargo, ella no lo dejó marcharse así sin más, y quedaron de volver a juntarse al otro día, porque el tiempo volaba y debían disfrutar lo que les quedaba antes de que él tuviese que volver a Hokkaidō. Con el compromiso hecho, el ojiazul regresó a su casa y Sango pudo dormir más tranquila.
— Entonces, caballeros, es un honor presentarles oficialmente a nuestro nuevo socio.
Sonrió al ver el gesto de aprobación y las sonrisas en sus colegas, sabiendo que se debía a su esfuerzo durante esos dos años, al haber demostrado qué tan buen abogado podía ser. La reunión finalizó con cada uno de sus nuevos compañeros estrechando su mano en un saludo formal para que conociera personalmente a todos, y luego Shishinki le pidió que lo acompañara a su oficina para terminar de afinar los detalles del cambio que significaba ahora que él fuera un socio al cien por ciento.
— Gracias, Shishinki, por la oportunidad y la confianza. No voy a decepcionarte.
— Ya no lo hiciste. Estás en esta posición por tus logros, por tu buen rendimiento y por tu habilidad, cosas que destacaron bastante estos dos años — su antiguo jefe, y socio actual, le dedicó una mirada orgullosa y satisfecha —. Ya no debes demostrarle nada a nadie, porque te ganaste tu lugar. Confié en ti al ponerte a prueba, y ahora confió para dejar totalmente a tu cargo el estudio de Hokkaidō. Tanto la oficina de Sapporo como las del resto de la isla estarán bajo tu responsabilidad. Puedes alardear de tus logros, porque es un gran avance incluso para un abogado experimentado, y tú eres joven. Me gustará ver a dónde puedes llegar con el tiempo.
— Muchas gracias, si no hubieses confiado en mí, de seguro no podría haberlo logrado.
— Sé reconocer el talento cuando lo veo, y fue eso exactamente lo que vi en ti cuando cruzaste esa puerta la primera vez, pidiéndome empleo. Ahora que tus esfuerzos han rendido frutos, supongo que comenzarás a enfocarte en el objetivo que tenías desde el principio, ¿no?
Miroku fijó su vista en la de su interlocutor, el brillo tenaz no pasó desapercibido y logró que sonriera antes de escuchar su respuesta.
— No lo había pensado en realidad, porque no imaginaba cómo iba a terminar esta reunión. Pero me gustaría hacerlo lo más que pueda.
— Bueno, en realidad tu presencia en Hokkaidō es necesaria para algunas cosas, sin embargo, ahora puedes manejar tus tiempos con mayor flexibilidad. Tendrás que evaluar si quieres trabajar con esta fiscalía o si lo harás con la de allá.
— Voy a pensarlo con detenimiento. Después de todo, sigo teniendo una gran responsabilidad sobre mis hombros.
— Claro, y eso es lo que más me gusta de ti: que eres consciente de ello y de tus capacidades — sonrió satisfecho mientras le extendía un montón de hojas al ojiazul —. Este es el nuevo contrato de sociedad que deberás firmar ahora para que seas oficialmente nuestro socio. Ya no es sólo una delegación de funciones, como podrás apreciar.
— ¿Te molesta si lo reviso en detalle antes de firmarlo?
— Por supuesto que no. Si tienes alguna duda o algo, házmelo saber.
— De acuerdo.
— Entonces, estaré esperando tu firma, Tsujitani. Hasta luego.
Se despidió del él con un gesto de su cabeza, Miroku respondió de la misma forma y luego salió de la oficina para dirigirse a su departamento y leer en detalle el documento que le había entregado su colega. No tardó mucho en terminar en analizar las cláusulas, comprobando que el contrato no tenía ninguna corrección que él pudiera hacerle, así que decidió que al día siguiente iría nuevamente a la oficina para entregárselo a Shishinki.
Luego de eso, comenzó a pensar en las otras palabras del abogado: su intención de alcanzar ahora su principal objetivo. En Hokkaidō ya tenía un prestigio, su nombre era conocido y tenía bastante peso, por lo que no le sería difícil poder trabajar con las Fiscalías incluso fuera de la ciudad de Sapporo, por todo el territorio de la isla. No era una mala idea, pero también era muy tentador el volver a trabajar con Sesshōmaru en Tōkyō siempre que la oportunidad se diera, porque seguía siendo la capital del país. Ambas opciones tenían sus ventajas, pero había algo que sería un plus y que sólo una iba a ofrecerle: el tener una excusa para volver seguido a su antiguo hogar. Si podía comenzar nuevamente a trabajar con la Fiscalía de Tōkyō, tendría que viajar constantemente de regreso sin que tuviese que inventar motivos para hacerlo.
Decidió que iría personalmente a tantear terreno con Sesshōmaru después de almorzar, porque sabía que a esa hora era mucho más probable que lo encontrara disponible y quizá, de mejor humor. Esperaba no haber olvidado cómo tratarlo y que él le diera una oportunidad nuevamente, así que luego de comer, se dirigió a la Fiscalía, cruzando los dedos para que lo atendiera pese a que no tenía una cita previa.
Encontró el lugar tal como lo recordaba: los funcionarios cumpliendo sus tareas con esmero y de forma meticulosa para alcanzar las expectativas del Fiscal. La secretaria que se encontraba fuera de su oficina se sorprendió de verlo ahí, arrugando el ceño ante la repentina visita.
— ¿Señor Tsujitani? Tanto tiempo sin verlo por aquí…
— Buenos días. Sí, estoy a cargo del estudio de la firma en Hokkaidō, así que he estado lejos de Tōkyō…
— Oh, me alegra saber que ha sido por una buena razón. ¿Desea hablar con el señor Sesshōmaru?
— Si es posible, sí.
La muchacha sonrió levemente, pero antes de que pudiese responder o informar a su superior de la presencia de Miroku, la puerta del despacho se abrió y salieron dos hombres del lugar. Él pudo reconocer a uno como un antiguo compañero de empleo, un abogado que trabajaba para Shishinki hasta donde recordaba; el otro era un sujeto más joven que se veía un tanto torpe y avergonzado. Llevaban un montón de carpetas con documentos y un portafolios. Tras ellos, el Fiscal seguía sus pasos con el semblante frío, sus ojos apenas demostrando la molestia que fue evidente en sus palabras.
— Par de incompetentes, si se presentan con eso en la audiencia, al maldito lo dejan libre en dos segundos. No se les ocurra aparecerse frente a mis ojos si no han hecho su trabajo como corresponde.
— D-De acuerdo, s-señor Taishō…
— Lárguense.
Sintió la mirada fría una milésima de segundo en su persona antes de que se diera la vuelta y volviera a entrar en su despacho, los dos hombres regañados se apresuraron en abandonar el lugar, saludándolo a él con una leve inclinación de cabeza; mientras tanto, la secretaria entraba rápidamente en la oficina, seguro para saber si necesitaba algo y calmarlo por el disgusto, de paso probablemente le diría de su presencia a ver si podía atenderlo. No tuvo que esperar más de cinco minutos cuando la puerta nuevamente se abrió y la muchacha le hizo un gesto para que entrara. Miroku lo hizo, mirando de forma rápida el interior y notando lo poco que había cambiado el despacho del Fiscal.
— Espero que tu visita no sea sólo para saludar.
Sonrió ante la amable bienvenida de Sesshōmaru, tan atento como siempre. — Claro que no, señor Taishō.
Logró ver el casi imperceptible gesto de disgusto en sus ojos ante sus palabras, confundiéndolo un poco.
— Es sólo Sesshōmaru, Tsujitani, lo sabes. ¿Qué quieres?
— Lo siento, lo tendré en cuenta, Sesshōmaru. Quiero saber si existe la posibilidad de volver a tomar casos de esta Fiscalía.
Los dorados ojos se fijaron en él de forma penetrante, un escalofrío lo recorrió al sentirse intimidado por el gesto, pero se mantuvo firme en su lugar, después de todo no sería la primera vez que él lo escrutara de esa forma y ahora estaba más preparado para ese análisis.
— ¿Aún trabajas para la misma firma? Sabes que no puedo incumplir el convenio.
— Ahora soy socio.
Eso pareció complacer al Fiscal, aunque su semblante siguió tan inmutable como siempre.
— Excelente. Por lo menos un abogado que sepa hacer su trabajo y esté interesado en tomar estos casos… La incompetencia abunda entre tus colegas.
— Lamento escuchar eso y espero que mi colaboración sea de ayuda.
— Si sigues trabajando como antes, no hay duda de que lo será. Tengo cosas que hacer ahora.
— De acuerdo. Entonces, estaremos en contacto.
No le dedicó ninguna palabra de despedida, sólo un gesto de su cabeza mientras volvía su mirada a los documentos que debía revisar. Miroku inclinó levemente su cabeza antes de salir de la oficina y dirigirse con la secretaria para acordar que le enviara los casos de ahí en adelante y así él tomar los que pudiera. Se sentía mucho más tranquilo y seguro, porque por lo menos ahora el ser abogado iba a ayudarlo a hacer verdadera justicia, y podría tener la excusa perfecta para ir más seguido hasta la ciudad.
Respondió los saludos alegre, los demás oficiales felicitándola por el trabajo realizado durante esa jornada como no lo habían hecho hacía tiempo. Quizá fuese porque InuYasha le permitía cumplir con su labor sin ser un compañero sobreprotector, lo que le daba la posibilidad de demostrar cuán hábil podía llegar a ser. Se despidió de su amigo antes de ir hasta los vestidores, darse una ducha rápida y cambiarse a su ropa de civil, alistándose para salir. Una vez que estuvo fuera del edificio, buscó con la mirada a Miroku, extrañándose de no encontrarlo esperándola. Sacó su móvil y comenzó a teclear un mensaje preguntando si todo estaba bien, más preocupada que molesta por el retraso. Sin embargo, fue interrumpida en su acción.
— ¡Sango! Pensé que ya estarías en tu casa.
Alzó la vista de la pantalla de su teléfono y miró a quien acababa de llegar a su lado, frunciendo levemente las cejas, dudando de su presencia ahí.
— ¿Winasoke? ¿No deberías estar en la oficina hasta las 5?
— Bueno, sí, pero fui por unas cosas a mi automóvil. ¿Y tú? — Él pareció restarle importancia a su pequeña salida antes de tiempo e interesarse más en lo que ella estaba haciendo.
— Yo…
— ¡Sango! — No alcanzó a dar una respuesta cuando la voz de Miroku la hizo voltearse para observarlo acercarse hasta llegar junto a ella. — Disculpa la tardanza, estaba en la Fiscalía y no me di cuenta de la hora… Oh, hola Winasoke. ¿Hay algún problema?
— No, Winasoke sólo se extrañó de que aún estuviese aquí — Sango sonrió, haciéndole un gesto de despedida a su actual superior —. Nos vemos mañana.
— Hasta mañana.
Ella comenzó a caminar, haciéndole un gesto a Miroku para que la siguiera. Él se había detenido un segundo a observar con atención al oficial, notando el gesto de desconfianza que expresó su rostro antes de que volviera a ingresar en el edificio. En ese momento, supo que Sango tendría problemas, que Kuranosuke se enteraría de sus salidas y que de seguro le diría algo. Frunció el ceño, eso no le gustaba para nada.
— ¿Qué ocurre? — La castaña había notado su expresión, y quiso saber de inmediato a qué se debía.
— No lo sé… ¿No te parece extraño que Winasoke estuviese fuera al mismo tiempo que tú…?
— ¿Extraño, en qué sentido? Dijo que había ido por algo a su automóvil…
— ¿Justo a la misma hora en la que saliste del trabajo?
— ¿Estás insinuando que no es una coincidencia?
— Sabes que no creo mucho en las coincidencias. Las cosas siempre ocurren por algo… Espero equivocarme esta vez, pero presiento que quería saber tus planes.
Sango se detuvo en su andar para mirarlo detenidamente, causando que él la imitara mientras ella analizaba sus palabras. Conocía el pensamiento analítico de Miroku y sabía que podía confiar en su criterio, incluso en sus presentimientos; además, estaba segura de que tenía más experiencia que ella en descifrar las intenciones de las personas con sólo ver sus gestos.
— ¿Crees que me espiaba? — Negó casi involuntariamente, la idea le causaba escalofríos. — Pero ¿por qué? No tiene razones, a menos que… Kuranosuke… — Abrió los ojos ante la posibilidad, eso era algo delicado.
— Puede ser un motivo. ¿No es un poco controlador?
— A veces… — Sacó su móvil de su bolso para observar la pantalla con algunos mensajes de su prometido que habían llegado en ese rato, mientras ella caminaba con Miroku. Entrecerró las cejas, el contenido de los textos tenía como objetivo saber qué haría esa noche y con quién. — No puede ser verdad…
— ¿Qué pasa? — Preguntó ante la cara de molestia de Sango, ella negó con un gesto, pero antes de que pudiera responderle con palabras, una llamada la interrumpió.
— Lo siento… dame un momento — se alejó un poco antes de contestar, intentando mantener un tono bajo de voz para que él no la escuchara, pero pese a sus esfuerzos pudo oír lo que le decía a su interlocutor —. ¿Sí, qué ocurre? No… salí hace poco, fue una larga jornada… Claro, hemos tenido bastante qué hacer con InuYasha… Nada en especial, sólo saldré con un amigo… Sí, con él. Ay, vamos… sólo somos amigos. ¿Acaso quieres que lleve a un guardaespaldas conmigo siempre? No puede ser, eso fue sarcasmo. No, lo conozco desde la secundaria, sé que puedo confiar en él. ¿Sabes? Me está esperando, debo cortar. Hablamos luego.
Cortó la llamada, Miroku la observó suspirar exasperada un momento para calmarse antes de volver a acercarse, intentando aparentar que nada había pasado, algo que era difícil que lograra con él.
— Era Kuranosuke, ¿verdad? — Preguntó, a lo que ella asintió con un gesto. — ¿Puedo saber qué pasó?
— Nada, sólo quería saber qué haría hoy y por qué no le había dicho que tenía planes…
— ¿Vas a tener problemas por esto?
— Probablemente — se encogió de hombros, resignada —, pero es algo a lo que estoy acostumbrada. Es sólo su afán por mantener todo bajo control, luego se le pasará.
— ¿Estás segura? Porque a mí no me parece algo normal…
— Miroku, estoy saliendo con mi ex, con quien tuve una relación de 3 años y tiene una fama de mujeriego que jamás va a dejarlo en paz. ¿No estarías preocupado en su lugar?
— Yo… — Dudó, no porque él no tuviese su respuesta: "No si confío en ti", sino porque Sango estaba justificando a su prometido y ante eso, él no podría hacerla cambiar de opinión y no iba a comenzar una discusión con ella por culpa de Kuranosuke. Soltó un suspiro, también resignándose. — No lo sé. Creo que mejor olvidamos esto y seguimos con lo nuestro. ¿Puedo invitarte a cenar? Quiero celebrar.
— Por supuesto. ¿Qué vamos a celebrar?
— Hoy tuve la reunión con los otros socios de Shishinki y ahora soy oficialmente un miembro más de su sociedad. Así que puedo comenzar a manejar qué casos tomaré y si quiero, trabajar con la Fiscalía nuevamente.
— ¿De verdad? ¡Eso es maravilloso! ¿Volverás a Tōkyō, entonces?
— No, sigo estando a cargo del estudio en Sapporo, y ahora me han asignado el resto de estudios en todo el territorio de Hokkaidō…
— Oh, eso significa que tendrás que quedarte allá… — Una sombra de tristeza atravesó sus ojos, la ilusión de que Miroku volviera a la ciudad había sido demasiado efímera.
— Así es, pero decidí ver si podía tomar casos de la Fiscalía de acá… por eso estaba ahí hoy. Hablé con Sesshōmaru y, bueno… Me dijo que no había problema. Así que tendré que venir constantemente a Tōkyō para trabajar en esos casos.
Los ojos de Sango se iluminaron ante la idea, el saber que Miroku iba a viajar seguido a la ciudad la hacía feliz porque les daba la oportunidad de verse cada cierto tiempo y eso significaba un respiro para ella, por lo menos un escape de su rutina, y tenía el plus de que haría que él cumpliera una de sus metas. Lo abrazó casi por inercia, demostrando así su júbilo.
— ¡Eso es fantástico! Me alegra tanto que tus esfuerzos hayan dado frutos y que ahora sí puedas dedicarte a lo que realmente ha sido tu sueño siempre. Sé que te irá muy bien.
— Muchas gracias, Sanguito…
— También es bueno que vengas seguido a la ciudad. Así no perdemos la costumbre de estos encuentros.
La sonrisa tranquila y sincera en el rostro femenino logró que él sonriera de la misma forma, porque ése era el motivo principal por el que había optado por esa opción, ya no quería volver a alejarse, a pesar de lo doloroso que pudiese resultar ser sólo su amigo.
— Lo sé, y eso es lo mejor de todo, ¿no?
— Por supuesto.
Ambos sabían que el retomar la amistad iba a ser algo difícil, pero tener la certeza de que podrían verse más seguido sin pelear con las responsabilidades laborales de Miroku, era un gran alivio. Por lo menos sí tenían algo que celebrar ese día.
¡Y he vuelto a las andadas! Lamento la desaparición, pero he tenido temas importantes de los que ocuparme en mi ámbito laboral (a saber, soy matrona y en mi país, quieren eliminar la norma que nos faculta como los profesionales encargados de las unidades de ginecología, obstetricia y neonatología, áreas para las que nos forman durante 5 años y que otros profesionales de la salud no tienen los conocimientos necesarios para hacerse cargo; por eso, estoy en medio del movimiento para impedir que eso ocurra), y bueno... se hace difícil. ¡Pero no estoy muerta!
Bueno, como verán, ya se reencontraron y decidieron retomar la amistad. Dolorsh~ porque es difícil ser amigo de alguien a quien amas y que sabes, siente lo mismo por ti. ¿Por qué la vida es tan cruel? Sépalo en el próximo capítulo (o en los siguientes...). Sólo les diré que de a poco se va a ir aclarando el panorama... aunque no sé si eso sea para mejor.
En fin, por ahora me despido porque quiero ver si alcanzo a escribir algo para la actividad del foro este mes, estaré muy atenta a sus palabras.
Como siempre, agradecimientos a mis queridas Loops y Caroan185, sus reviews son lo mejor de la vida; y al Guest que comentó :) a Nuez por su incondicional apoyo y bueno... a todos los que se den el tiempo de leer =)
¡Hasta la próxima!
Yumi~
