. DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.


Je vais T'aimer —

XI

Abrumadora sinceridad —


— "Me di cuenta de las cosas solamente después de haberte herido.
Estaba buscando errores sólo en ti, cuando debí haberlos buscado en ambos.

Nuestros días fueron enterrados en pequeñas mentiras, de tal forma que pudiéramos combatir nuestras dudas.
Nuestros corazones conocen el significado de perderse.
Este segundo invierno aún sigue detenido." —

PLEDGE; the GazettE—


Miró la enorme pantalla que estaba sobre ellos a unos metros de distancia, fijando su atención en la esquina superior que indicaba la fecha y hora locales. Soltó un suspiro, la cuenta regresiva había llegado a su fin y era momento de despedirse. Había sido una semana maravillosa y contaba con la promesa de un regreso próximo, pero de todos modos el vacío de la ausencia comenzaba a asentarse en su pecho.

Sonrió al escuchar la forma educada y profesional en la que su acompañante terminaba la llamada telefónica que había interrumpido su conversación. Él guardó el aparato en su bolsillo y le devolvió la sonrisa, acercándose para nuevamente quedar a su lado.

— Bueno, al parecer no estaré mucho tiempo fuera de Tōkyō.

— ¿Era Sesshōmaru? — Preguntó, sabiendo que ése era uno de los motivos que mantendrían a su compañero en constantes idas y venidas hacia la ciudad.

— Así es. El caso del que me habló hace un par de días… fijaron la audiencia, por lo que debemos prepararnos pronto — respondió, el brillo seguro y decidido en sus ojos demostrando la seriedad con la que se tomaba el asunto —. Tendré que reprogramar mi agenda en la oficina para poder volver.

— Espero no sea tan difícil como suena — otra sincera sonrisa acompañó las palabras —, así puedes regresar antes.

— No te preocupes, no será complicado. Tengo motivación extra para hacerlo — le guiñó un ojo de forma cómplice, para luego mirar la pantalla con la información de los vuelos —. Creo que aún me queda tiempo para un café. ¿Qué te parece?

— Será un placer.

Iba a comenzar el camino junto a él, pero un peso en su hombro la detuvo. Giró su cabeza para encontrarse con una mirada castaña cargada de reproche, la molestia evidente en el gesto. Abrió la boca sorprendida, no esperaba encontrarse con él ahí.

— ¿Puedes explicarme qué significa esto?

Por la sorpresa, ningún sonido salió de sus labios. Miroku se volteó al escuchar la voz masculina, alertado de inmediato por el tono autoritario, retrocediendo el par de pasos que había dado para llegar nuevamente a su lado, su semblante serio.

— ¿Hay algún problema? — Lo encaró firme, esta vez ella no estaba sola.

— No estoy hablando contigo. ¿Sango? — El castaño no le respondió, volviendo a dirigirse a la chica.

— Y-Yo… sólo vine a despedir a Miroku.

— No me habías dicho nada al respecto. Tengo derecho a saberlo, ¿no te parece?

— No tengo que darte explicaciones de todo lo que hago.

— ¿De verdad? ¿De dónde sacaste esa idea? ¿Acaso estás olvidando nuestro compromiso?

— Oye, basta. Sango no tiene porqué pedirte permiso para todo lo que hace — Miroku no pudo evitar responderle, el tono de voz iba subiendo y eso no le gustaba —. Hasta donde sé, es bastante grande como para mandarse sola.

— Esto no te incumbe, wasuremono. Mejor te largas y nos dejas arreglar este asunto a nosotros — esta vez Kuranosuke lo miró desafiante, con una arrogancia que sólo causó más enfado en el abogado.

— Disculpa, pero creo que no te he insultado. No es necesario que seas tan maleducado, aunque eso explicaría muchas cosas.

— ¿Te atreves a cuestionarme, después de todo lo que arrastra tu pasado?

— No estamos hablando de mí.

— ¿Quieren hacer el favor de callarse, los dos? Son peor que niños — Sango les lanzó una mirada asesina antes de quitarse de encima de un movimiento la mano que Kuranosuke aún mantenía en su hombro —. Por si no lo habían notado, tengo boca y puedo defenderme por mí misma, aunque gracias por el intento, Miroku. Ahora, no conocía ese lado tan grosero tuyo, Kuranosuke, pensé que tenías modales.

— ¿Lo vas a defender ahora? Veo que su influencia cala bastante hondo.

— Los dos son unos imbéciles y no tengo porqué aguantar esta escena. Adiós.

Sango se dio media vuelta y comenzó a alejarse, dejando atónitos a ambos varones, que la observaron un par de segundos antes de volver a hablar.

— Todo esto es tu culpa. Debiste quedarte en Hokkaidō, donde no molestabas a nadie.

— Yo no fui quien comenzó con una escena de celos. Si me disculpas, no tengo tiempo para perderlo con alguien como tú, con permiso.

Miroku también comenzó a alejarse rumbo a la puerta de embarque correspondiente a su vuelo, no iba a gastar tiempo ni saliva con una discusión que no llegaría a ningún lado, porque ese tipo no iba a cambiar. Lo único que podía esperar era que esa determinación mostrada por Sango ante la situación siguiera apareciendo, porque verla defenderse de esa forma había sido tan gratificante como si hubiera golpeado a su prometido. Sonrió antes de cruzar el ingreso a su avión, porque sabía que él no había sido el perjudicado en esa ocasión y eso le dejaba un dulce sabor de boca.


Llegó a su departamento fastidiada. Era bastante molesto que su prometido se creyera con el derecho de manejar toda su vida y le montara semejante escena de celos, más aún la forma en la que había tratado a Miroku; por otro lado, también era irritante que su amigo no le permitiera a ella defenderse, como si realmente necesitara ayuda para poner los puntos sobre las íes.

Se dejó caer en su cama, inhalando y exhalando para calmarse antes de volver a analizar la situación. En el momento se había enfadado por la actitud de Miroku, pero en realidad sabía que él no se quedaría callado observando cómo Kuranosuke la pasaba a llevar, y de cierta forma se lo agradecía. Él no había hecho nada malo, sólo había reaccionado ante un acto que consideraba inapropiado. Sonrió mientras cerraba los ojos, su amigo no la protegía ni cuidaba de una manera exagerada, como si ella no pudiese hacerlo por sí misma; sino que lo hacía brindándole apoyo, estando a su lado sin verla como alguien inferior o menos capaz. No era para nada del mismo modo que su prometido, quien parecía creer que ella no tenía ni siquiera voluntad propia. Chasqueó la lengua, iba a dejarle en claro que eso no era así, porque si iban a casarse no permitiría que ese pensamiento siguiera ofuscándola.

Sacó su móvil y tecleó un mensaje sencillo para que su receptor supiera que no estaba molesta con él.

"Llámame cuando llegues a tu casa. Y perdón por no despedirme apropiadamente. Buen viaje."

Envió el texto y luego volvió a cerrar los ojos, estaba segura de que pronto iba a tener que lidiar con las llamadas, los mensajes y quizá una poco agradable visita si no respondía a los insistentes intentos de que ella entendiera y aceptara su punto.

— Esto es un desastre.

— Hermana, ¿estás bien? — La voz de Kohaku interrumpió su afán de meditación, logrando que abriera los ojos para verlo al revés en el umbral de la puerta de su habitación, debido a la inclinación de su cabeza en el borde de la cama.

— Eh… creo que se podría decir que sí — respondió, dándose la vuelta para sentarse y verlo de frente —. ¿Por qué lo preguntas?

— Porque te conozco… apenas si me saludaste al llegar. ¿Peleaste con Miroku?

— No, claro que no. No fue él con quien tuve problemas — soltó un suspiro, decidiendo contarle lo ocurrido a su hermano, porque seguía siendo un punto de vista más objetivo en su familia, al menos —. Fue con Kuranosuke…

— ¿Acaso siguió pidiéndote explicaciones por teléfono?

— No… él… montó una escena en el aeropuerto. Supongo que acababa de llegar y bueno, me vio con Miroku y no encontró nada mejor que regañarme porque salía con él sin avisarle nada…

Kohaku soltó una especie de bufido, no demasiado notorio pero que dejó en evidencia que esa actitud también le molestaba a él. Se sentó junto a su hermana antes de volver a hablar.

— Ese sujeto se cree con muchos derechos que no tiene. No me agrada para nada que este tipo de cosas pasen.

— Lo sé… — Sango apretó los puños, consciente de que el menor tenía razón. — Incluso fue bastante grosero con Miroku… lo llamó wasuremono

— Qué maleducado — Kohaku frunció el ceño, nunca había escuchado que su futuro cuñado fuese así de descortés con alguien —. No me extraña que estés molesta.

— Sí… pero descuida, voy a dejarle claro que no puede seguir así. No soy su juguete.

— ¿Ya no te casarás? — La ilusión en los castaños ojos fue evidente, perturbando un poco a la mayor.

— Claro que sí lo haré… es decir, tú entiendes que debo hacerlo…

— En realidad, no. Nunca he comprendido bien porque aceptaste este compromiso. De hecho, tampoco sé por qué le dijiste que sí cuando te propuso noviazgo. Él no te hace feliz.

Sango volvió a presionar con más fuerza sus puños, huyendo de la mirada de su hermano, sin saber bien qué responderle. ¿Cómo explicarle la situación a un joven tan inocente y lleno de ilusiones, sin romperlo? Kohaku aún creía en muchas cosas que ella había aprendido de mala forma, no eran siempre ciertas ni resultaban como uno deseaba.

— Es lo mejor para todos. Papá lo acepta en la familia, jamás me ha dicho nada en su contra, ambos se llevan muy bien… además, es un excelente partido, es guapo, es… sólo es con quien debo casarme. Sé que algún día lo vas a entender.

— Está bien. No comprendo del todo las razones, pero supongo que deben ser fuertes. De todos modos, sabes que siempre voy a estar aquí para lo que necesites. Y que, si algún día ese niño bonito llega a hacerte daño de alguna forma, no voy a dudar en hacer algo al respecto.

Presionó con cariño y decisión su hombro, en una muestra de apoyo que conmovió a la castaña. Ella sonrió agradecida, recargando su cabeza en el brazo de su hermano mientras volvía a hablar.

— Muchas gracias, Kohaku. Eres el mejor hermano del mundo — y, junto con las palabras, alzo su mano para presionar una de las mejillas del chico —. Estás tan grande, en cualquier momento serás más alto que yo.

— ¡Auch! Suelta mi mejilla, eso duele — le reclamó, consciente de que el tema ya había quedado zanjado.

— No hasta que dejes de crecer. ¡No es posible que seas más grande que tu hermana mayor!

— ¡Eso es porque yo siempre me como mis vegetales y tomo mucha leche!

— ¡Oye, yo también lo hago!

Comenzaron a jugar, a perseguirse por la habitación entre risas y ataques de cojines y almohadones que eran esquivados sin mucha dificultad por ambos mientras reían a carcajadas, hasta que fueron interrumpidos en medio de un ataque directo.

— Ejem, disculpen — el carraspeo y la voz fueron reconocidos de inmediato por los dos hermanos, que detuvieron su juego al instante para observar al recién llegado con seriedad.

— Oh, pensé que comenzarías con los mensajes de texto y las llamadas — Sango se puso de pie, sacudiéndose un poco la ropa y ayudando a Kohaku a levantarse.

— Creo que esto debemos hablarlo en persona — respondió él, mirando con severidad a la muchacha.

— Bueno, estoy de acuerdo en eso — ella lo secundó para luego dirigirse al menor —. Kohaku, ¿nos dejas solos, por favor?

— Bien — él se dirigió hasta la puerta del dormitorio y, antes de salir, la miró de reojo —. Cualquier cosa, estaré en mi cuarto.

— Gracias — ella le sonrió en respuesta, pero en cuanto abandonó el lugar, su gesto cambió por completo —. ¿Entonces, Kuranosuke?

El aludido le devolvió el gesto severo, cerrando la puerta antes de acercarse a ella y comenzar a hablar, decidido y un tanto autoritario, algo que no iba a ayudarlo en esos momentos con Sango.

— Necesito que me expliques qué fue lo que pasó en el aeropuerto. ¿Desde cuándo sales con tu ex así como si nada? Cuando Winasoke me comentó que él estaba pasando por ti después del trabajo, no quise pensar lo peor, pero al parecer tendría que haberlo hecho. ¿Acaso te está acosando? Porque si es así…

— Espera, ¿acosando? ¿Estás loco? — Sango lo detuvo porque a cada palabra, iba molestándose más. — Miroku es mi mejor amigo. Y, hasta donde sé, no tengo que pedirle permiso a nadie para juntarme con mis amigos. O con quien sea, incluso si se me da la gana de salir sola. ¿O no puedo hacerlo?

— Quizá no permiso, pero deberías avisar. Imagina si te pasa algo. En especial con ese sujeto. ¿No recuerdas la reputación que tiene? Es el tipo más mujeriego que conozco y dudo que deje pasar la oportunidad de aprovecharse de ti.

— De partida, era el tipo más mujeriego, y ni siquiera lo conoces tanto — ella resopló, cruzándose de brazos —. Y jamás se aprovecharía de mí, tenlo por seguro.

— ¿A qué crees que está jugando? Se hace el caballero, te invita a salir, te defiende dejándome mal parado, de seguro que aún siente algo por ti y sólo está esperando el momento preciso para que caigas en sus juegos…

Sango rodó los ojos, nada de lo que decía su prometido tenía sentido.

— Él siempre ha sido así, no necesita tener otras intenciones para comportarse como un caballero. Además, estás hablando como si yo fuese una idiota a la que cualquiera podría engañar. ¿Tan poco confías en mí? Y ten algo bien claro: tú solito quedaste mal parado hoy, no necesitaste ayuda de nadie.

— Espera, ¿qué estás diciendo? ¿Escuchas cómo me estás faltando el respeto? ¡Soy tu futuro esposo, maldita sea!

— El respeto es algo que se gana, y tú cada vez vas mereciendo menos el mío.

— Todo esto es culpa de ese imbécil. Quizá qué cosas te metió en la cabeza…

— ¿Puedes dejar de meter a Miroku en esto? Nuestra relación somos tú y yo, ¿de acuerdo? No lo culpes por tus errores. Esto no es algo que haya pasado la última semana, viene de mucho antes.

— Si es un problema de antes, ¿por qué no me lo habías dicho?

— Porque lo que ha ocurrido esta semana fue la gota que rebalsó el vaso. No puedes intentar controlar cada aspecto de mi vida, Kuranosuke. No soy tu juguete, eso entiéndelo de una buena vez. Si quieres que sea tu esposa, vas a tener que aceptar que no seré tu marioneta.

Él guardó silencio un par de segundos, analizando las palabras de su prometida. Era cierto, aunque le costara asumirlo, ella no le permitiría tener el control al que estaba acostumbrado, por mucho que quisiera. A pesar de que había cedido en muchas cosas, Sango no era alguien sumisa y era ingenuo de su parte creer que se quedaría callada por siempre. Soltó un suspiro de resignación, iba a tener que ceder un poco para terminar esa pelea y así no tener más problemas con ella.

— Está bien, tienes razón. Lo siento, es sólo que… tengo miedo de perderte. Sé todo lo que significó Miroku para ti y que esté rondando por aquí nuevamente… — Cayó de rodillas frente a ella, la cabeza gacha ocultándole el rostro. — Me aterra que quiera alejarte de mí. Me aterra pensar que todo lo que hemos construido este tiempo se derrumbe por su regreso. Que se lleve nuestros sueños, que me aleje de ti… Perdóname, pero no quiero perderte. Te prometo que cambiaré, confiaré más en ti…

Sango se conmovió con el gesto, la voz de Kuranosuke se escuchaba triste. Se arrodilló para quedar a su misma altura y acunó su rostro, sintiéndose un poco culpable porque sabía que el miedo que él sentía no era algo infundado, porque los sentimientos aún permanecían ahí. Sonrió levemente, acariciándole la mejilla con lentitud.

— De acuerdo, Kuranosuke. Comprendo tus palabras, pero sigo siendo tu prometida. Es contigo con quien voy a casarme, así que deja de actuar como un niño berrinchudo, en especial con Miroku.

— Lo intentaré.

— Oh, y vas a tener que pedirle disculpas. Lo trataste muy mal en el aeropuerto, no era necesario que fueses tan grosero.

El castaño entrecerró las cejas, obviamente esa idea no era de su agrado.

— ¿Tengo que hacerlo? Él estaba metiéndose en donde nadie lo llamó — alegó, no estaba dentro de sus planes rebajarse a pedirle una disculpa a su rival.

— No era motivo para que lo trataras así. En ningún momento te ofendió.

Su gesto de disgusto se acentuó, no le complacía para nada tener que hacer algo como eso.

— Vamos, no fue tan grave. Ni siquiera fue un insulto.

— Lo trataste como un objeto. ¿Acaso eso no es insultarlo? Fuiste muy descortés, le debes una disculpa.

— No lo haré, Sango. ¿Sabes lo bajo que caerá mi orgullo? Él tiene que aprender cuál es su lugar.

Ella resopló molesta mientras se ponía de pie con los puños prietos, era claro que no le gustaba en lo más mínimo la negativa de su compañero. Se cruzó de brazos con el gesto nuevamente endurecido, mirándolo desde esa altura con desaprobación.

— Está bien, no lo hagas. Mantén en alto ese tan preciado orgullo tuyo y quédate como un patán. Yo no voy a tratar con alguien así de soberbio. Como si pudieses sentirte orgulloso por haberte comportado como un idiota al montar esa escena y tratar así a Miroku.

— Espera, ¿no vas a hablarme sólo porque no le pediré disculpas a ese… sujeto? — Abrió los ojos por el asombro, poniéndose de pie y escogiendo con cuidado la palabra para referirse al ojiazul, intentando no empeorar la situación.

— Así es. Ahora, ¿puedes irte? Tengo cosas que hacer — ella no le dio tiempo a agregar nada, pues comenzó a empujarlo hasta que lo sacó de su habitación, cerrando la puerta para que no volviera a entrar.

Logró escuchar que él decía su nombre en una petición para que lo escuchara, y luego un murmullo que reconoció como Kohaku pidiéndole amablemente que se fuera. Se tiró en su cama otra vez, sintiéndose extraña de nuevo, como si sólo hubiese solucionado el problema a medias. Suspiró, decidiendo que lo mejor era descansar un poco. Ya mañana sería un nuevo día.


Salió de la ducha y se vistió su pijama – una camiseta de manga corta y un pantalón largo – para luego tirarse en la cama y tomar su móvil. Desbloqueó la pantalla, revisando si tenía nuevos mensajes y luego sonrió levemente al ver otra vez el texto que horas atrás, le había enviado Sango. Decidió responder ahora, esperando que no fuese demasiado tarde.

"Disculpa la hora, llegué hace poco a casa. Si aún no estás dormida, ¿puedo llamarte?"

Dejó el aparato apoyado en su pecho, esperando una respuesta mientras cerraba los ojos, aliviado de que ella no estuviese molesta con él por la escena que había tenido lugar esa tarde en el aeropuerto. A los pocos minutos escuchó el sonido de la notificación y leyó el mensaje entrante.

"Por supuesto. Dame un minuto, te aviso."

Aprovechó esos minutos para meterse en la cama y acomodarse, y pronto el tono de llamada le indicó que Sango ya se había desocupado. Esbozó una sonrisa y contestó con calma.

— Sanguito… no te desperté, ¿verdad?

Claro que no, Miroku. Estaba viendo una película con Kohaku. Me aseguraba de que estuviese en la cama, por eso tardé — respondió ella del otro lado, parecía más relajada que cuando se habían separado en el aeropuerto.

— De acuerdo. ¿Sigues molesta?

No, en realidad comprendo tu actitud… sé que no lo hiciste porque sintieras que no puedo defenderme por mi cuenta…

— Claro que no, sé que eres bastante capaz de hacerlo. Es sólo que la situación…

Lo sé y está bien. Tú no eres quien se comportó como un idiota, la verdad.

Él sonrió al escuchar esas palabras, que Sango admitiera eso era demasiado valioso para él.

— Bueno, intento comportarme lo mejor que puedo, en especial contigo.

Y lo agradezco, en serio. ¿Kuranosuke no habló contigo después…?

Eso lo hizo arrugar el ceño. — No, ¿debería? Ni siquiera sé si tiene cómo comunicarse conmigo…

Oh, es cierto. Bien, si llega a hacerlo, ¿me dirás? — El tono reflejaba un poco de ansias, algo que no pasó desapercibido por él.

— Claro, pero ¿por qué…?

Sólo quiero saber si puede ver más allá de su ombligo por una vez en su vida — lo dijo como un regaño, el reproche en su voz fue evidente.

— Espero que lo haga — y él respondió con algo de anhelo, porque ese era el hombre que Sango había elegido de compañero y esperaba que no fuese tan egoísta.

Aunque no siempre se comporta así, por lo general es más… comprensivo.

Miroku hizo una mueca, él recordaba que Kuranosuke siempre era lo más políticamente correcto que podía, aunque eso no era sinónimo de ser comprensivo, pero no quería entrar en ese tipo de discusión con su amiga, así que decidió que lo mejor era cambiar el tema.

— Si tú lo dices… lo conoces mejor que yo, así que no puedo opinar mucho al respecto.

Lo siento, tienes razón… mejor dime, ¿llegaste bien? Estaba un poco preocupada porque no habías dado señales antes…

— Oh sí, perdona… no quise preocuparte. Sólo quería ponerme un poco al día con el trabajo, así que pasé a la casa de mi secretaria y bueno… se me hizo un poco tarde.

Ante las palabras, Sango guardó silencio un par de segundos, él no pudo saber exactamente porqué. En la mente de la muchacha pasaron un millón de imágenes e ideas que no le hicieron mucha gracia, pero tampoco quiso demostrarlo abiertamente. El hecho de que Miroku tuviese algún interés romántico, una pequeña posibilidad de tener una relación con alguien que no fuese ella, llegaba a ser doloroso. Sin embargo, no podía exigirle quedarse solo, muy a su pesar. ¿Podía ser tan ingrata, después de todo lo que había hecho él por ella?

Ya veo… sería raro que hicieses una visita corta a una chica… — Intentó sonar despreocupada, incluso algo casual y lo hubiese logrado con cualquiera, pero su interlocutor la conocía demasiado bien.

— Sanguito, no es lo que estás imaginando… — Él quiso explicarse, porque sabía lo que podía estar pensando su amiga. — Nosotros sólo…

No debes darme explicaciones, Miroku. Es tu vida, después de todo — no quería sonar despectiva o como si le estuviese reprochando algo, porque no era esa su intención —. No soy nadie para impedir que seas… bueno, tú.

El ojiazul soltó un suspiro, su intención no era causar eso en Sango, mucho menos si sus sospechas no eran algo concreto. Inhaló antes de escoger las palabras para contestarle, buscando la forma más acertada de dar su mensaje.

— Oye, no digas eso. De partida, tu opinión me importa mucho, por lo que tienes todo el derecho de criticar mi comportamiento y regañarme cuanto quieras — lo dijo como broma, aunque la castaña notó la pizca de sinceridad en las palabras —. Además, mi relación con Shima es netamente profesional.

Hubiese agregado que cuando se sintiera preparado para comenzar otra relación, ella sería una de las primeras en saberlo; o que le pediría consejos para no caer en los errores que, sabía, solía cometer cuando estaba en plan romántico con alguien; incluso, que sólo confiaría en su criterio para tomar alguna decisión importante, como si esa persona era la indicada. Sabía que podía confiar en ella porque quería lo mejor para él, eso podía sentirlo. Sin embargo, era doloroso verbalizar esas ideas, porque hablaban de un futuro que aún no se sentía preparado para afrontar.

¿Shima es su nombre? Suena a alguien muy correcta — la voz de Sango lo sacó de sus pensamientos, recordándole que aún seguía con su móvil en la oreja —. Si confías en ella, debe serlo. ¿Es simpática?

— Sí, bastante… pero no hablemos de ella, por favor.

Está bien, lo siento — Sango soltó un suspiro antes de seguir hablando —. Creo que mejor me despido. Mañana los dos debemos ir a trabajar temprano, y tú tienes que descansar de tu viaje.

— Ah… — Supo que era una excusa, ella sólo quería huir de la conversación porque de seguro estaba dolida. Negó con un gesto al tiempo que hablaba. — Supongo que tienes razón. Entonces, ¿hasta mañana…?

Sí, puede ser. Que descanses.

— Igual tú. Dulces sueños.

Quedó con un sabor amargo cuando la comunicación se cortó, no sólo porque Sango había malinterpretado lo que él le había dicho, sino por los pensamientos y las posibilidades que cruzaron su mente con ese simple hecho. Sentía que jamás iba a estar preparado para intentarlo nuevamente con alguien, porque su corazón no iba a pertenecer de la misma forma a nadie más que a Sango, pero no podía detenerse ahí y eventualmente, tendría que continuar, hacer una vida tal como lo haría ella muy pronto.

Cerró los ojos, deseando poder despertar en un mundo en donde él pudiese ser la opción perfecta de Sango y la mención de otras chicas no significara un cruel golpe de una realidad que él se negaba a asumir del todo, sino un pequeño motivo para ponerla celosa y luego demostrarle porque era ella quien estaba a su lado.

Un mundo en donde el miedo a no verla feliz o el dolor al escuchar su voz decaída, no existieran.


Cerró los ojos al sentir cómo la modista ajustaba el agarre del obi y terminaba de hacer el nudo, sintiéndose tan incómoda como cada vez que debía usar una prenda tradicional tan ataviada como esa. Los dedos trabajaban rápidos, la experticia de años era notoria en la facilidad con la que la tela iba siendo acomodada para terminar de colocar la prenda y así darle la evaluación final. De pronto, abrió los ojos al percatarse de que las manos ya no se dedicaban a revisar los detalles, sino que se habían detenido con algo de duda.

— ¿Qué ocurre? — Preguntó, mirando de reojo el rostro serio de la mujer que ahora parecía analizar la prenda.

— Oh, es sólo que… — Sus facciones con las líneas de expresión ya bien definidas por la edad seguían concentradas en un punto en su espalda. — Señorita Kuwashima, ¿no siente la prenda más ajustada que la vez anterior?

Sango sopesó el comentario sin comprender la finalidad, siempre se sentía prisionera con ese tipo de tenidas tan ceñidas y con tantas capas.

— La verdad, lo siento igual de asfixiante que siempre — soltó casi sin pensar, aunque se dio cuenta de que no eran las palabras mejor escogidas al ver la palidez en la piel de la modista —. ¡Oh, pero no es su culpa! Descuide, suelo sentirme así con las tenidas tradicionales…

— No se preocupe, su padre me lo había advertido — la mujer recuperó un poco el color, pero su mirada no cambió la expresión preocupada —. Aunque no me refiero a eso. El shiromuku no cierra de la misma forma que la vez pasada, y el obi queda más ajustado. ¿Quizá haya estado comiendo un poco más de la cuenta últimamente…?

— Si te la pasas con InuYasha, apuesto a que las rosquillas últimamente son muy comunes — Kagome dejó salir la frase como si tuviese alguna gracia, a pesar de que el rostro de Sango se había puesto rojo en una mezcla de vergüenza y molestia ante la situación.

— Eso explicaría el pequeño aumento en el diámetro de la cintura, el azúcar y las grasas de esos dulces suelen acumularse ahí…

— Yo no he estado comiendo más de la cuenta — siseó, aunque en realidad sabía que eso no era tan cierto —. ¿Es un problema muy grande?

— Oh, por ahora no, señorita Kuwashima, pero si sube más de peso, puede que, para el día de la boda, lo sea.

— No se preocupe por eso, no subiré de peso — nuevamente se notó el fastidio en su voz, era claro que la situación no le causaba ninguna gracia.

— Además, iremos al gimnasio al terminar aquí. Me encargaré de que baje ese pequeño aumento en su cintura — la azabache le guiñó un ojo a ella, en un intento por quitarle el mal humor de encima.

— De acuerdo, entonces sólo me queda probar el uchikake y habremos terminado. Si me disculpan un minuto… — La modista se retiró con una leve inclinación de su cabeza, dejándolas solas, momento que Sango aprovechó para darle un pequeño golpecito en la cabeza a su amiga.

— No he estado comiendo rosquillas de más con InuYasha.

— Bueno, él me ha dicho que te ha notado más ansiosa estos días. Esa podría ser la explicación — Kagome se sobó la zona afectada, sonriéndole con cierta seguridad a su compañera —. Y es totalmente comprensible, después de todo…

Sango lo meditó un par de segundos, quizá tuviese razón. Seguía sintiéndose incómoda con toda la situación, sin hablarle a Kuranosuke porque él no había cedido respecto a pedirle disculpas a Miroku y, más ahora, con un distanciamiento evidente en su amistad con el ojiazul. Soltó un suspiro justo en el momento en el que la modista volvía con la última capa de su tenida nupcial. No tocaron el tema mientras ella terminaba de probarse el traje, afinando los últimos detalles y dando por finalizada la labor.

— Quizá sea cierto — le dijo a Kagome mientras esperaban a que la modista volviese con el traje envuelto en el paquete para que ella se lo llevara.

— ¿Ah? ¿Qué cosa? — La azabache se perdió en algún punto, sin saber a qué se refería su amiga.

— Creo que sí he estado un poco ansiosa estos días y bueno… InuYasha no es una buena influencia en eso de "mantener la línea".

Ambas sonrieron al tiempo que la encargada regresaba y les entregaba la prenda, acto tras el cual salieron del local y miraron la calle, sin tener un plan que seguir.

— Entonces, ¿el gimnasio…?

— Oh, no. Eso es más lo tuyo, y no quiero pasar uno de los pocos días de chicas que tenemos juntas, encerrada haciendo ejercicio — Kagome negó con un gesto, descartando la idea —. ¿Qué tal si vamos a mi casa? Quería que me dieras tu opinión sobre qué furisode usar. Mamá me mandó varios el otro día y ni siquiera he tenido tiempo de verlos…

— De acuerdo, dejemos esto en mi departamento y vamos.

Ambas se dirigieron primero a lo de la castaña, dejando ahí la tenida que acaban de retirar de la modista, y luego se encaminaron a la casa de Kagome para evaluar cuál era el mejor furisode para la boda. El día iba acercándose y debían tener todos los detalles listos.

Tras un largo análisis sobre el diseño que mejor le sentaba a la muchacha y el maquillaje más apropiado para usar con la prenda, dieron por finalizada esa parte de su sesión y se sentaron en la sala para servirse un té.

— No puedo creer que el tiempo pase tan rápido — murmuró la dueña de casa, mirando el calendario que había en una de las repisas —. Quedan menos de dos semanas… — Sango hizo una mueca ante su comentario, no le gustaba pensar en eso. Kagome la miró directo a los ojos antes de seguir hablando. — ¿Aún mantienes la ley del hielo con Kuranosuke?

— Dije que no le hablaría hasta que se disculpara con Miroku, y en vista de que aún es lo bastante orgulloso como para no hacerlo… sólo hablamos lo estrictamente necesario en la estación.

— No debe estar muy contento con eso — acotó, sorbiendo un poco de su té —. Menos ahora que recuperaste tu amistad con Miroku.

— Bueno, él se lo buscó. Es tan simple como que lo llame y diga "lo siento".

— Sabes que no es tan sencillo, conoces lo obstinado que es con algunas ideas…

— Tienes razón. Pero no voy a dar mi brazo a torcer ahora.

Kagome suspiró, sabía que su amiga ya había cedido bastante y la apoyaba en la decisión de no hacerlo ahora, pero también notaba lo cansada que estaba con eso y, con la boda cada vez más cerca, era evidente que sus niveles de ansiedad estaban subiendo.

— Lo sé y te entiendo. Pero debe ser agotador estar así, últimamente te ves un poco desanimada…

Sango cerró los ojos, sabiendo que lo que decía su amiga era verdad, aunque su decaimiento no era sólo por causa de su prometido, a pesar de que sus amigos no lo supieran.

— Creo que estoy cansada de todo. Los preparativos de la boda, este asunto con Kuranosuke, que papá lo defienda siempre que se da la oportunidad, que vuelva a culpar de todo a Miroku…

— ¿Sigue con eso? Pensé que ya no iba a ser tema de conversación, como te casarás…

— Lo dice porque no he querido dejar pasar que se disculpe con él. Dice que estoy exagerando y que debería respetar su decisión de no hacerlo.

— Es obvio que iba a defenderlo… y si los ve más cercanos…

Ella guardó silencio un par de segundos, agachando la mirada. La verdad era que tampoco estaban tan cercanos, a pesar de haber retomado el contacto. Kagome notó eso, podía leerla tan bien sin esforzarse.

— No es como si habláramos todos los días tampoco, él debe estar muy ocupado y no quiero molestarlo…

— Oh, pero dudo que seas una molestia. Además, te responderá en cuanto pueda… no es como si tuvieses que agendar una cita con su secretaria o algo así…

— Seguro no podría porque estarían ocupados — bufó sin pensar, sin darse cuenta de que había verbalizado algo que rondaba su mente hacía días.

— Espera… — Kagome se quedó mirándola con atención, analizando el comentario. — ¿Estás celosa de su secretaria?

— ¿Q-Qué…? Yo… ¡Claro que no! — Su rostro enrojeció al saberse descubierta. — No puedo estar celosa, no somos novios ni nada por el estilo…

— Por supuesto que puedes, y lo estás. He visto esa mirada antes, Sango. ¿Ese es el problema?

— ¿Problema? No, Kagome, estás imaginando cosas. Miroku puede hacer lo que se le dé la gana con quien quiera, ese es asunto suyo…

— Ay, Sango… — La azabache dejó su taza de té sobre la mesa y la abrazó por los hombros, negando con un gesto. — Es normal que sientas celos, porque ambas sabemos lo que sientes por Miroku, aunque no quieras admitirlo. Y está bien, apenas estás comenzando a vivir con esto. ¿No crees que es mejor que lo saques?

"Sacarlo, como si eso fuera a solucionar el asunto" pensó, apoyando su mentón en sus manos, concentrada. La mayor parte del tiempo se negaba a dejar que su mente divagara en esa idea, manteniéndose lo bastante ocupada como para no darle tiempo de meditarlo, pero sabía que de esa forma sólo escapaba. Era cierto que estaba celosa, aquella conversación telefónica con Miroku que había gatillado ese sentimiento sólo había sido el comienzo porque sus pensamientos comenzaron a infundirle más temores, porque la vida continúa y sabía que su amigo era alguien que no acostumbraba a estar solo. Sin embargo, el darse cuenta de eso le significó enfrentarse a un panorama nuevo y que se había negado a sí misma por bastante tiempo. Soltó un suspiro, estaba realmente agotada de llevar todo eso consigo.

— ¿Tan evidente soy? — Sonrió de medio lado, logrando que su amiga hiciera lo mismo mientras le tomaba las manos.

— No en realidad. Sólo llevo muchos años conociéndote, a ti y tu relación con Miroku.

— Es verdad… — Apretó suavemente el agarre en sus manos antes de continuar. — Y lo que dices sobre él también. No había querido pensarlo, me había hecho la ciega en ese aspecto durante todo este tiempo… Sí, desde que se fue a Hokkaidō — agregó al notar el gesto de sorpresa en el rostro de su compañera —. Nunca quise tocar el tema, porque habíamos terminado y sentí que el tomar caminos tan diferentes y distanciados era el final de todo… supongo que por eso me molestó tanto que se fuera.

— Claro, dio esa impresión en un principio. Ni siquiera quería despedirse de ti.

— Y, aunque sé que para él era una decisión difícil de tomar, me resigné y di vuelta la hoja. Quise demostrar lo fuerte que era y seguir adelante. Pero las cosas no fueron igual que antes y mis metas cambiaron radicalmente. Me sentí tan agotada emocionalmente que sólo quería evitar más problemas… y, además, me sentía sola. InuYasha y tú nunca lo han comprendido, pero Kuranosuke me ha apoyado en muchas cosas, en especial después de que Miroku se fuera. Le tengo mucho cariño y por eso quise darle una oportunidad…

— Creí que lo habías hecho para complacer a tu padre…

— En realidad, no. Ese era un punto a favor, pero lo hice por él. Y porque pensé que así podría olvidar más fácilmente a Miroku. Sí, sé que soy una tonta y que pareciera que lo estoy usando — respondió a la mirada de reproche que Kagome le dirigió al escucharla —, pero hay cariño, créeme. La mayor parte del tiempo no se nota porque tenemos muchos desacuerdos, pero ambos nos queremos.

— Bueno, es difícil creerlo después de todas las discusiones, pero supongo que cada problema no te afectaría tanto si no fuera cierto.

— Exacto. Y lo hice pensando que Miroku jamás volvería, a pesar de que siempre anhelé que lo hiciera. Por eso, cuando apareció de nuevo en mi vida, comenzó un pequeño caos. Al principio no lo notamos, porque estábamos en una burbuja… es algo que nos suele pasar cuando estamos juntos. Nos olvidamos del resto y simplemente, existimos sólo él y yo…

— Recuerdo eso y lo que fastidiaba a InuYasha cuando parecían estar en su mundo…

— Sí, pero es un mundo ficticio que termina abruptamente cuando nos separamos… — Dejó escapar un suspiro, sintiendo una presión familiar comenzar a nacer en su pecho. — Y ahora no fue la excepción. Cuando Miroku volvió a Sapporo y me comentó que había tardado más de lo esperado donde su secretaria… fue como un balde de agua fría. De pronto, me di cuenta de que él también podía estar con alguien más, rehacer su vida y ser feliz… y me dolió, Kagome, porque no puedo impedirlo. Porque quiero que sea feliz, pero sé que no seré yo quien lo acompañe en el futuro, con quien él cumpla sus sueños… — Soltó las lágrimas que habían comenzado a arremolinarse en sus ojos, dejando que cayeran por su rostro. — Y estoy molesta conmigo por ser la culpable de que eso sea así.

Su amiga la abrazó, comprendiendo la idea y dándose cuenta de todo lo que arrastraban sus decisiones, pero también entendiendo un poco más su actuar. Ahora sabía que Sango no sólo estaba con Kuranosuke a causa de su padre y que, además, el volver a encontrarse con Miroku había traído consigo una verdad irrefutable que iba a dañar a ambos. Apoyó el rostro de la castaña en su hombro antes de volver a hablar.

— Comprendo lo que dices, pero si te sientes de esa forma, ¿por qué no lo intentas de nuevo con Miroku? Detén la boda y dale otra oportunidad.

— No puedo — fue sincera, aunque fuese doloroso admitirlo —. Nuestra relación se fracturó en muchos puntos, tanto como para que él no aceptara una segunda oportunidad cuando quise dárnosla. Tenemos demasiado en contra, porque hay cosas que no van a cambiar ni siquiera con el tiempo. En lo personal, me da miedo que todo falle de nuevo. No creo ser capaz de pasar por eso otra vez y seguramente, él tampoco. ¿Por qué lo haríamos? Ahora tengo una relación estable con Kuranosuke, nos casaremos dentro de unos días y tenemos todo planeado y listo. ¿Valdría la pena abandonar todo por intentar reparar una relación que terminó tan rota?

Kagome negó levemente con un gesto, las palabras de Sango eran ciertas, lo que le dejaba claro que el paradigma en el que se encontraba su amiga no tenía una solución visible. Cualquiera de las opciones que tomara, iba a terminar teniendo consecuencias dolorosas y el terreno más seguro era el que estaba pisando ahora.

— Es difícil saberlo, porque no podemos adivinar el futuro. Pero si lo pones así… creo que yo tomaría la misma decisión.

— ¿De verdad? — Sango se sorprendió al escucharla, porque todo ese tiempo su amiga no la había apoyado con la opción que había elegido.

— Sí. No sabía cuánto peso cargabas con todo esto… siempre pensé que lo hacías sólo para no tener más problemas, no imaginé que realmente fuese tan complejo. Discúlpame por no haberlo comprendido antes.

— Está bien, tampoco te había contado todo lo que pasaba… — De cierta forma, también era culpable de eso.

— Bueno, no lo niego — Kagome sonrió, estrechando el abrazo —. Ahora, ¿qué pasará con ustedes? Es decir, Miroku…

— Él lo comprende. A pesar de que no hemos hablado tan directamente de esto, sé que lo entiende y que no juzga mi decisión. Pero yo… el problema soy yo. Imagina cómo será en el futuro, si ya estoy celosa de su secretaria…

— Creo que no deberías ponerte celosa ahora, porque Miroku no está en plan amoroso con nadie. El último tiempo, sólo se ha enfocado en trabajar. Y en el futuro… supongo que tendremos que esperar. Aunque, si quieres que sea sincera contigo, no veo a Miroku formalizando nada con alguien que no seas tú. Quizá tenga parejas, pero nadie le va a soportar sus mañas como lo harías tú. Él es ese tipo de hombre que te encanta al principio, sabe dar una buena primera impresión; pero a medida que vas conociéndolo, salen muchas cosas que no cualquiera va a aceptar.

— Tampoco es tan fácil hacerlo, incluso si lo conoces tanto como nosotras… imagina los problemas que tendría alguien que apenas está conociéndolo…

— Y a él no le gustan las escenas. Odia que no lo comprendan, que intenten cambiarlo o controlarlo. Menos aceptará que alguien le recrimine su forma de ser o le saque en cara sus errores.

— Es verdad, además es bastante consciente de cuando se equivoca, no le ayuda mucho que se lo estén recordando…

— Por si fuera poco, es un trabajólico. ¿Crees que sea fácil que alguien tolere el que viaje tan seguido y se desvele varias noches seguidas por un caso? Su secretaria podrá ser muy atenta con él, pero dudo que realmente lo comprenda y apoye en ese aspecto.

— ¿Por qué lo dices? — Sango la observó atentamente porque el comentario daba a entender que ella sabía algo más.

— Porque Miroku me comentó que ella ya le había dicho que acaparaba mucho trabajo y que debería confiar un poco más en el resto del estudio. No fue de mala forma, pero sabes cómo es él con sus responsabilidades…

— Oh, ya veo… seguro ahora también le hará algún comentario por su decisión de trabajar con la fiscalía y tener que viajar seguido para acá…

— Ya me lo imagino… "Señor Tsujitani, es la tercera vez que viaja este mes. ¡Recuerde sus responsabilidades con nosotros!". "Señorita secretaria, esto es importante, por favor comprenda" — Kagome primero imitó una voz aguda y luego intentó sonar más grave, como su amigo, aunque no lo logró del todo. Por lo menos causó que Sango soltara un par de risitas con su imitación.

— Es cierto, él no permitiría que le pusieran problemas para cumplir con Sesshōmaru… — Sonrió al pensarlo, no sólo porque la idea de que el ojiazul viajara más seguido le gustaba, sino porque se daba cuenta de lo difícil que sería que, en esos momentos, iniciase una relación. — Supongo que debería dejar de preocuparme por ahora. Gracias, Kagome.

— Oh, no es nada. Gracias a ti por confiarme todo eso. Espero que te haya ayudado y, bueno… mejor que aclarares un poco tu mente y corazón pronto, mañana llega Miroku y no sería bueno si siguieras con esas dudas.

— Es verdad… espera, ¿llega mañana? — La castaña abrió los ojos por la sorpresa, a lo que su amiga asintió con un gesto.

— Sí, ¿no te lo había dicho? — Preguntó extrañada.

— No… pero creo que es mi culpa, he estado siendo distante y quizá hasta un poco cortante con él estos días. Ahora me siento tan tonta…

— Claro que no lo eres… puede que haya querido darte una sorpresa y yo acabo de arruinarlo… ay, ¡lo siento!

— Está bien… creo que sólo nos queda esperar por mañana. ¿Te parece si vemos alguna película?

— De acuerdo, pero yo la elijo. La última vez, pusiste una que tenía demasiadas explosiones y golpes.

— Por lo menos a InuYasha le gustó…

— ¡Pero a mí no! Así que es mi turno de elegirla.

— Está bien, tú ganas. Pero que no sea una de princesas, por favor.

Kagome sonrió un tanto perversa mientras Sango negaba con un gesto, ambas poniéndose de pie para ir por esa película. La oficial de policía iba con una sonrisa en el rostro, porque ahora se sentía mucho más ligera, ya no cargaba el mismo peso y por lo menos sabía que su amiga la comprendía. Era un alivio tener alguien con quien contar de esa forma, y lo agradecía desde el fondo de su corazón.


Se reclinó en su silla mientras escuchaba el bufido de su amigo al otro lado de la línea. Negó con un gesto, ¿por qué para él era tan difícil de comprender?

Podrías llamarla ahora, tenía libre… y le dices que viajas mañana.

— Ya te dije que no quiero molestarla, debe estar muy ocupada con todo lo de la boda…

Patrañas. Se nota a kilómetros que algo les pasó.

Miroku guardó silencio por un par de segundos, incapaz de negarlo. Pero ¿cómo le explicaba a su amigo que Sango se había puesto celosa de su secretaria? Él seguro iba a decirle que era una tonta, que podría evitarse eso muy fácilmente y que ambos sabían lo que tenían que hacer. Pese a todo, comprendía la decisión de la castaña y no iba a pedirle que dejara la seguridad que tenía ahora por tratar de recuperar algo que ni siquiera sabían si podrían sacar adelante… Aunque también era consciente de que había otras cosas que sí le preocupaban y por las que debía mantenerse cerca.

— Sí, pero por lo mismo… si ella se ha mantenido distante, prefiero respetar eso hasta poder hablar mejor y…

¿Y cómo van a hablar mejor si no hablan? Apuesto a que no sabe que vas a venir, menos opciones de verla tendrás…

— Lo sé, pero no quiero parecer tan insistente…

Eres un idiota. Sigo sin entender sus decisiones, pero siento que pronto vas a perderla si sigues así.

— Seguiremos siendo amigos, InuYasha…

Keh, como si eso fuera lo que realmente quieres…

Miroku abrió la boca, iba a contestar cuando la puerta de su oficina se abrió de golpe dando paso al señor Kuwashima y, tras él, a su secretaria intentando detenerlo. Se quedó observándolo fijamente, con seriedad y cierta duda. ¿Para qué había ido hasta su oficina?

— Tenemos que hablar — dijo el hombre con la voz grave y la mirada centrada en él.

— Lo siento, señor Tsujitani, le dije que estaba ocupado, pero insistió y no pude detenerlo…

— No te preocupes, Shima, y muchas gracias — le hizo un gesto a la muchacha para que se retirara y luego volvió a dirigirse al teléfono en su oreja —. Luego hablamos, tengo una visita inesperada.

Me di cuenta — respondió en un bufido su amigo —. Nos vemos mañana.

La comunicación se cortó, el abogado dejó su móvil encima de su escritorio y, aún con la vista fija en el hombre frente a él, se aclaró la garganta y decidió hablar.

— ¿Qué lo trae por aquí, señor Kuwashima? Creí que estaría ocupado con el tema de la boda…

— Como dije, tenemos que hablar. ¿Puedo sentarme?

— Por supuesto, aunque no sé de qué tenemos que hablar. Hasta donde recuerdo, no teníamos nada pendiente — respondió, indicándole la silla frente a su escritorio, manteniendo el semblante serio.

— Sabes perfectamente qué es lo que me traería hasta aquí — el mayor tomó asiento, también con las facciones demostrando rectitud —. O, mejor dicho, quién. Quiero que hables con ella.

El ojiazul se esforzó en no demostrar la sorpresa que eso le produjo, porque supuso que las intenciones del hombre eran todo lo contrario. Arqueó una ceja con escepticismo, eso le olía a trampa.

— ¿Que hable con ella? No estoy entendiendo, creí que me quería lo más lejos posible.

— Bueno, ustedes siguen siendo amigos y eso no puedo evitarlo. Y, siendo sincero, sé que quieres lo mejor para ella y la cuidas. Por lo mismo, debes quitarle esa carga de encima — el señor Kuwashima suavizó un poco el gesto, logrando que Miroku se extrañara.

— ¿Carga? Sigo sin comprender, si fuera un poco más claro…

— Me refiero a Kuranosuke. Sango no le ha hablado desde que volvió porque quiere que él se disculpe contigo. Y, si no me equivoco, él no ha intentado ni siquiera ponerse en contacto, ¿no?

Miroku negó con un gesto, recordando ahora que la castaña le había pedido que le dijera si eso llegaba a pasar, y ahora entendía la razón.

— Pues, no, no lo ha hecho — aclaró, apoyando los codos en la superficie de su escritorio y su mentón en las manos, con una mirada analítica que podía llegar a poner nerviosos a algunos —. Déjeme entender: usted quiere que hable con Sango para decirle que Kuranosuke me pidió disculpas y así ella vuelva a hablarle. ¿O me equivoco?

— Sí, exactamente. Ella ha estado muy tensa con todo este asunto, y si se quita ese peso de encima…

— Pues, no lo voy a hacer. Y no es porque no quiera que Sango esté más tranquila, sino porque no voy a mentirle — argumentó, sin dejar de mirar a su interlocutor a los ojos —. Menos con algo que para ella es importante, como saber si su futuro esposo es capaz de reconocer sus errores y tragarse su orgullo para hacer lo correcto.

— Sabes que no es una mala persona, sólo es obstinado en algunas cosas…

— Igual que Sango, pero ella ha cedido más de lo que uno esperaría. Creo que sería bueno que él demostrara que también puede hacerlo.

— Lo sé… — El hombre negó con un gesto, parecía un poco abatido también con eso. — Pero dudo que él te busque, sería como rebajarse…

El abogado soltó un suspiro, eso parecía ser un problema sin solución, por lo menos por parte de Kuranosuke; y, a pesar de que no quería facilitarle las cosas, sabía que Sango debía estar muy agotada con toda la situación. Lo meditó unos segundos, si él podía ayudarla de alguna forma, tenía que hacerlo. Negó nuevamente, tomando una decisión.

— De acuerdo, voy a ayudarlo. Pero no le mentiré a Sango — aclaró al ver el alivio en el rostro del mayor, no quería que se hiciera una idea errónea de lo que pasaría —. Kuranosuke debe asumir su error.

— Entonces, ¿qué harás? Si él no se comunica contigo…

— Mañana viajo a Tōkyō, iré a hablar con él. Le daré la oportunidad de disculparse y aceptaré sus palabras.

El hombre relajó un poco el gesto, aliviado ante las palabras del moreno, por lo menos eso podía ser una salida al problema de su hija. Sonrió levemente, asintiendo con un gesto.

— Muchas gracias. Sabía que podía contar contigo, de una forma u otra.

— Lo hago por Sango, y lo sabe — Miroku fue sincero, esa era la única razón por la que había buscado una opción para ayudarlo —. Aunque me sorprende que haya viajado hasta Sapporo sólo para esto, podría haberlo hecho por teléfono…

— No es la única razón — Kuwashima metió su mano en uno de los bolsillos internos del saco que vestía y sacó un sobre, dejándolo sobre la mesa y acercándoselo a él —. También venía a entregarte esto.

Miroku lo tomó con duda y curiosidad, notando las letras impresas en dorado y la textura del papel, anticipándole de qué se trataba. Sintió una gota de sudor frío recorrerle la espalda, no esperaba ese gesto. Leyó con atención la inscripción en oro y luego abrió el sobre, sacando el contenido mientras aguantaba la respiración, reconociendo el documento. La confusión fue evidente en sus ojos, él no comprendía las razones.

— E-Esto… no lo entiendo. ¿Por qué…?

— Porque sé que Sango desea que vayas, pero ella no va a invitarte porque tiene miedo de herirte de alguna forma con el gesto — el desconcierto ahora se mezcló con sorpresa, dejando en evidencia que el más joven seguía sin entender el motivo —. Mira, sé que tú no tienes una buena impresión de mí, y lo comprendo; pero amo a mi hija y sé que eres alguien importante para ella y que anhela tu presencia ese día, pese a todo lo que ha pasado entre ustedes. Y quiero que se sienta acompañada. Si vas a ir o no, es decisión tuya; nadie sabrá que faltaste si decides no hacerlo. Esto no es una obligación.

Él volvió a mirar el parte de boda que tenía en sus manos y sonrió, comprendiendo a su acompañante. Después de todo, nunca había dudado del amor que sentía ese hombre por Sango y, aunque no fuese de la forma en la que él hubiese esperado que lo hiciera, buscaba lo mejor para ella. Asintió levemente, guardando la invitación antes de hablar.

— Gracias. Esto significa mucho para mí, aunque no lo crea.

— Lo sé — el hombre sonrió sutilmente para luego ponerse de pie y extenderle la mano a manera de despedida —. Ahora debo irme, no quiero perder mi vuelo. Y gracias a ti, Miroku.

— No es nada — estrechó la mano y lo acompañó hasta la puerta —. Y, señor Kuwashima… nunca he dudado del amor que siente por su familia.

El aludido sonrió y se fue, dejando al abogado con un montón de sentimientos encontrados, pero con la certeza de que, de alguna forma, el padre de su amiga iba a cuidarla a su modo.


Momento cultural:

- Wasuremono: término japonés que hace alusión a algo que se deja olvidado o atrás, como algo no deseado. Se refiere a objetos, por eso al referirse a alguien con esta palabra, es de mala educación.

- Obi: especie de faja-cinturón que se usa como parte de los kimonos para atarlos por la cintura.

- Shiromuku: Es la capa más externa del kimono nupcial tradicional en una boda sintoísta, es más largo que las otras capas y el borde inferior está relleno de algodón para distribuir su peso.

- Uchikake: kimono que forma parte del traje nupcial, de mangas largas con muchos adornos bordados de colores brillantes, con motivos generalmente de grullas, pinos, agua que fluye y flores. Está confeccionado con la mejor seda y la parte inferior también se rellena para darle más volumen. Se usa encima del shiromuku como una capa y sin obi.


Ahora sí, ¡por fin! He estado a full estos días, pero no me he olvidado de ustedes ni de la historia.

Bueno, el día se va acercando y ahora vamos conociendo un poco más las razones de Sango para tomar la decisión, a pesar de que no compartamos su punto. ¿Qué pasará ahora? Bueno... descúbranlo en el próximo capítulo, a la misma hora y por el mismo canal (?)

Quiero agradecer infinitamente a Caroan185 y a Loops por sus tan hermosos reviews. ¡La historia no sería lo mismo sin ustedes!

Sin más, me despido porque debo ir a trabajar. Amor y paz para todos (L)

Yumi~