DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.


— Je vais T'aimer —

XVI

— Huellas —


—"¿Cuánto tiempo más me esperará el mañana al final del sendero?
¿Podrá alguien más encender mi corazón?
Esos brillantes momentos me distraen de mi soledad.
[Solo en la vida]
El amor que siento por ti es mi prueba.
Y, aunque no haya podido dejar ni una sola huella,
esta vida es sólo un viaje,
y así continúo."—

— Alone en la Vida; L'Arc~en~Ciel —


— ¿Segura que no te pasa nada? Estás… rara.

Sango miró de reojo a InuYasha mientras patrullaban ese sector alejado de la ciudad. Asintió con un gesto, intentando mantener la calma porque su compañero era bastante insistente con el tema.

— Sí, estoy perfectamente bien — respondió mirando por la ventanilla a su lado, en un intento de desviar el foco de la conversación —. Deberíamos concentrarnos en esto.

— Como si los delincuentes fuesen a cometer delitos con una patrulla de policía rondando… — Espetó su compañero, girando el volante para doblar en una esquina. — No intentes cambiar el tema.

— Te he dicho que todo está bien, incluso con Kuranosuke.

— No me refiero a eso. Es… es otra cosa. No puedo explicarlo, sólo… creo que algo te pasa.

Ella negó, volviendo a mirar por la ventanilla, tratando de hacerle entender al oficial que todo estaba bien. Habían pasado algunas semanas desde que volviera a ser su compañera, y pese a los problemas iniciales, la situación había mejorado considerablemente. Su esposo ya no intentaba manejar cada minuto de su vida y, como ya había tenido un distanciamiento con Miroku, tampoco le reclamaba por eso. Por otro lado, si bien extrañaba al abogado y sentía su falta, había comenzado a compensarla con la amistad de Kagome y el trabajo, dos cosas que agradecía enormemente. Por si fuera poco, hasta ese momento su oculto embarazo iba por buen curso, algo que la hacía sentirse más tranquila.

— Agradezco tu preocupación, pero te aseguro que todo está bien. Si algo me pasara, serías una de las primeras personas en saberlo. Después de todo, eres mi compañero, ¿no?

InuYasha rodó los ojos ante las palabras, él sabía que eso significaba que tenían mucha confianza el uno en el otro, pero de todas formas sentía que algo ya no era igual. Decidió dejar el tema hasta ahí, quizá fuera su imaginación o la estúpida decisión de sus amigos por mantener la distancia para que ella no tuviese problemas con el jefe.

— Por cierto, hoy llegaba Miroku. La audiencia que tanto esperaba es dentro de dos días.

— Oh, no lo sabía. Espero que le vaya bien — respondió, intentando aparentar que la noticia no le causaba algo de ansiedad.

— ¿Tampoco lo verás ahora? Se sintió bastante extraño que no fueras con nosotros a despedirlo al aeropuerto la vez pasada…

— No pude hacerlo. Además, va y viene, no es como si no lo fuera a ver en años…

— Igual antes era distinto.

— Porque no estaba casada. Él entiende la razón, ¿por qué a ti te cuesta tanto?

— Keh, ustedes son tan idiotas en algunas cosas… Espera, ¿qué es eso?

Sango iba a responderle, pero puso atención a lo que le indicaba InuYasha, que había bajado la velocidad del vehículo para que pudiesen observar mejor. A unos cuantos metros de donde se encontraban había un grupo de hombres que estaban empujando entre ellos a otro sujeto, mientras le decían cosas y se reían a carcajadas de él. Pudieron notar que uno de ellos había sacado una especie de cortapluma y comenzaba a amenazarlo, ninguno oponiéndose a eso. La castaña apretó los puños, alistando su arma de servicio al tiempo que su compañero detenía el vehículo y hacía lo mismo, dándose cuenta de que el grupo no se había percatado de su presencia. El oficial le hizo un gesto a su amiga mientras caminaban hacia el lugar del conflicto, atentos a cada detalle porque esa zona no era conocida precisamente por su seguridad y respeto por las autoridades.

— ¿Qué ocurre aquí? — Preguntó Sango, interrumpiendo al hombre que amenazaba con el filo de su arma al sujeto que tenían acorralado. — ¿Hay algún problema?

— Asuntos personales, oficial. Sería preferible si nos deja arreglarlos solos — respondió, escupiendo a su lado con una sonrisa maliciosa antes de voltearse nuevamente hacia su víctima.

— Pues no me parece que sea algo muy personal. Ni justo, en realidad. ¿8 contra 1? Es un poco abusivo — ella no le hizo caso a su recomendación, acercándose otro poco al grupo.

— Como dije, es algo personal. Nuestro amigo tiene cuentas pendientes con nosotros, nos estamos encargando de cobrarlas. ¿Quiere pagarlas por él, oficial? — La oferta fue acompañada de una mirada poco disimulada hacia ella, lo que causó el enfado de InuYasha.

— Oye, será mejor que cuides tus próximos movimientos, amiguito, no te gustaría meterte en problemas con nosotros.

— Ja, ¿en serio? Esta es mi calle y nadie me va a decir lo que puedo o no hacer aquí.

Le hizo un gesto a sus compañeros, quienes empujaron hacia el suelo al tipo que anteriormente estaban amenazando y se acercaron a él, haciendo tronar los dedos y preparándose para enfrentarse al par de policías. Sango hizo el cálculo rápidamente, a pesar de que la mayoría era más grande que ella, pudo notar que sus movimientos no eran ágiles y pensó que InuYasha y ella no tendrían problemas en reducirlos. Le hizo un gesto a él, con una sonrisa confiada en los labios, algo que desconcertó y enfadó aún más a sus oponentes.

Ellos arremetieron primero, pensando que la ventaja numérica iba a ayudarles en algo. Sin embargo, les costó trabajo enfrentarse a los oficiales, quienes eran hábiles combatientes y pronto llevaban ventaja. Pese a eso, el líder del grupo no iba a rendirse tan fácil. Sango le había dado un par de golpes bastante fuertes, pensando que lo había dejado fuera de combate y enfocándose luego en el resto del grupo; pero sólo lo había aturdido momentáneamente, y el hombre aprovechó un momento en el que se defendía de otro sujeto para arremeter contra ella, dejándola sin aire en los pulmones debido al golpe.

— ¡SANGO!

InuYasha la vio caer de rodillas el suelo, las manos en el abdomen afirmándolo con fuerza, el color rojo escapando entre sus dedos. Se deshizo inmediatamente del par que se enfrentaba a él, lanzándose con furia hacía el agresor de su amiga para darle un golpe seco en el pecho que lo noqueó, y luego se apresuró en llegar al lado de su compañera mientras hablaba por la radio pidiendo que los refuerzos solicitados se apresuraran e informando sobre la situación para que enviaran una ambulancia.

— I-Inu-Yasha… — La oficial se esforzó en poder sacar la voz, sintiendo cómo su amigo se preocupaba de detener la hemorragia. — L-Lo siento…

— No gastes energías hablando, la ayuda ya viene en camino. Sólo quédate conmigo.

— Está bien, lo haré… sólo quería pedirte que… te aseguraras de que estaremos bien.

— ¿Estaremos…?

Y lo comprendió al ver la sonrisa resignada en el rostro de la castaña y una de sus manos acunando su vientre. Maldijo en su interior, justo en el momento en el que llegaban los refuerzos y la ambulancia, un par de paramédicos tomaron a Sango para recostarla en la camilla, meterla en el vehículo y llevársela rápidamente al hospital. Él también se subió con ella, no la dejaría sola en esos momentos, menos después de descubrir esa verdad.


Entró en su departamento y fue directo a su cuarto para dejar sus cosas ahí, luego se dirigió a la cocina para prepararse un café y revisar su móvil, había sentido algunos mensajes llegar mientras iba de camino a su casa. Intentó ignorar la presión que sentía en el pecho, como si algo malo hubiese ocurrido, porque había pensado en todo lo que podía provocarle esa sensación y nada parecía ser el origen. Tomó la taza con la bebida caliente y se dirigió hasta la mesa, desbloqueando la pantalla de su móvil para leer los textos. Un par lo hicieron sonreír levemente, eran de Shima deseándole un buen viaje y que todo saliera bien en las audiencias que tendría esa semana. Respondió con cariño a sus palabras y luego revisó los siguientes, que eran de Kagome. En cuanto abrió el chat, su rostro cambió de expresión, el pecho oprimiéndose al descubrir porqué tenía esa sensación angustiante en él.

"Lo siento mucho, Miroku, pero la cena de esta noche tendrá que postergarse. Sango está en el hospital, voy para allá en estos momentos."

Palideció, la castaña era una mujer joven y en buen estado físico, además de saludable. Sabía que no había muchas razones para que estuviese en un hospital, y lo más probable era un accidente laboral. De seguro, la habían herido en alguna ronda o procedimiento. ¿Cómo habría ocurrido?

Marcó rápidamente el número de su amiga, el corazón acelerado ante uno de sus peores miedos hechos realidad. Siempre había temido que algo le ocurriera a Sango, pese a la destreza y habilidad sobresalientes que la caracterizaban, sabía que su trabajo no era precisamente el más seguro del mundo, y ahora probablemente la causa era ésa…

¿Miroku, ya llegaste? — La voz extrañada y un tanto agitada de Kagome lo sorprendió en medio de su análisis, trayéndolo al presente de golpe.

— Sí, estoy en mi departamento… ¿cómo está Sango? ¿Qué ocurrió? ¿Dónde está?

Aún no lo sé, estamos esperando que salga de cirugía. Al parecer, el líder de una especie de pandilla la apuñaló durante un enfrentamiento…

— ¿La apuñaló? ¿Dónde? Kagome, ¿dónde están?

En el Hospital de la Universidad Médica… Oh, espera… Acaba de aparecer Kuranosuke, lo mejor será que corte. Estamos hablando.

La muchacha terminó la conversación de golpe porque, por lo que pudo apreciar antes de que eso ocurriera, el jefe de la policía había llegado un tanto alterado al lugar, exigiendo respuestas quizá tan desesperado como lo habría hecho él mismo. De todos modos, lo comprendía, la situación no era para menos, si la muchacha había requerido cirugía debía ser algo más complejo que una simple herida.

Tomó sus cosas y salió rápidamente hacia el establecimiento donde se encontraban sus amigos, aún con el corazón apretado ante la incertidumbre de lo ocurrido, pensando en todas las posibilidades y rogando que todo saliera bien, en tanto conducía a su destino. Una vez en el hospital, tardó algunos minutos en encontrar a Kagome e InuYasha, pero por lo menos cuando lo hizo los vio un poco más tranquilos.

— ¡Muchachos! ¿Han sabido algo? ¿Qué ocurrió? ¿Y Sango…?

— Cálmate, ella está bien. Ese maldito infeliz aprovechó la ventaja numérica para apuñalarla en el abdomen en el momento en el que ella estaba haciéndose cargo de otros dos imbéciles… pero no tocó ningún órgano vital, por lo menos — InuYasha estaba molesto, pero era demasiado evidente que el enfado iba dirigido hacia el culpable de que su amiga estuviera en esa situación.

— El médico nos dio información hace unos minutos… tenía una hemorragia interna que lograron detener durante la cirugía. Además de eso, el resto del daño sólo son golpes que no causaron nada grave… — Completó la información Kagome, mirando hacia una de las puertas que había en el pasillo, seguro ahí estaba su amiga. — Bueno, excepto por un pequeño gran detalle…

En ese momento, InuYasha chasqueó la lengua, como si su novia se refiriera a algo que realmente lo fastidiara. El gesto llamó de inmediato la atención del abogado, quien lo miró con el ceño fruncido.

— ¿Qué detalle? Parece que es algo que te molesta, InuYasha.

— Por supuesto que me molesta, porque debería haberlo dicho antes. Aunque es algo que ella debe contarte.

Miroku arrugó más el entrecejo, confundido ante las palabras de su amigo. No tuvo oportunidad de preguntar nada, porque Kagome lo interrumpió antes.

— Kuranosuke entró a hablar con el médico y esperar a que ella despierte. Supongo que tendremos que seguir aquí un poco más todavía.

Negó con un gesto, estaba preocupado por Sango, más con ese misterioso detalle que mencionaron sus amigos, pero no podía hacer nada por el momento más que tener paciencia. Por lo menos ya sabía que ella se encontraba fuera de peligro y sin complicaciones evidentes, lo que lo dejaba un poco más tranquilo.


Sintió el cuerpo pesado, e intentó moverlo lentamente. Un hormigueo le recorría los brazos y piernas, acompañando la sensación de no tener fuerzas suficientes para levantarlos. Trató de hablar, aunque apenas pudo murmurar algo que no se comprendió, pero que alertó a quien la acompañaba. Abrió los ojos, viendo el techo blanco sobre ella, la luminosidad molestándole un poco la vista. Giró levemente la cabeza, mirando hacia su lado y viendo a Kuranosuke observarla con detenimiento, atento a cada movimiento. Se sintió un tanto desorientada, sin comprender bien en dónde se encontraba ni por qué tenía una vía venosa en su brazo perfundiéndole suero, hasta que el dolor punzante en su abdomen le recordó lo ocurrido, provocando que tuviese las fuerzas necesarias para sentarse de golpe, llevándose ambas manos al vientre con preocupación, la aflicción visible en sus facciones.

— Tranquila, se encuentran a salvo.

Las palabras de su esposo la sorprendieron, pero le dieron a entender de inmediato que él ya conocía toda la situación. Cerró los ojos, sentía ganas de llorar por lo ocurrido, todo eso era completamente desastroso.

— Lo siento… yo… yo no quería…

— Está bien. Supongo que podemos hablar de esto después… el médico me dijo que tienes 12 semanas, creo que en parte también es mi responsabilidad no haberme dado cuenta antes. Sin embargo, no entiendo por qué no me lo habías dicho… ¿Alguien más lo sabía? ¿Acaso Taishō…?

— N-No… nadie lo sabía. ¿Crees que InuYasha habría permitido que siguiera en terreno con un embarazo? Sólo mi ginecobstetra estaba al tanto…

— Por lo menos estabas en control, eso me alivia bastante. Aunque en realidad lo que me preocupa ahora eres tú. ¿Cómo te sientes?

Sango por fin lo miró de frente, notando que no le mentía porque sus ojos demostraban aprensión. Inhaló profundo, haciendo un pequeño chequeo antes de responderle, sabía que su cuerpo aún no tenía todas sus fuerzas y el hormigueo era persistente en sus piernas, además del dolor palpitante en la zona donde había recibido la puñalada.

— Bueno, me duele un poco la verdad… especialmente al moverme. Y siento todo el cuerpo pesado, como si hubiese corrido una maratón. Supongo que todo eso es normal, ¿no?

— El médico dijo que podía pasar, más aún después de la cirugía…

Ella abrió los ojos de par en par, sorprendida.

— ¿Entré a cirugía? ¿Tan grave fue…?

— Estabas perdiendo demasiada sangre, no lograron resolverlo en urgencias. Finalmente, tenías una hemorragia interna y no habrían podido detenerla de otra forma. Por lo menos ningún órgano fue dañado, por lo que todo salió bien. Ahora tenemos que esperar el resultado de los exámenes de sangre para saber si es necesario que te hagan otra transfusión sanguínea o no…

Entonces, su situación seguía siendo delicada. Negó con un gesto, lo que menos quería era pasar por algo así: realmente necesitando cuidados y teniendo que permanecer algunos días en el hospital. Miró sus manos, la piel estaba un poco pálida. Apretó los puños, si tan sólo no se hubiese confiado tanto.

— Ya veo. Lo lamento…

— Son riesgos del trabajo. Ahora tendrás que guardar reposo por algún tiempo, y bueno… cuando vuelvas, será a Archivo.

— Lo sé… — Suspiró, era obvio que ya no podría salir a terreno después de que él supiera de su embarazo. — Por cierto… ¿a los pequeños no les pasó nada?

— Les hicieron una ecografía, todo se veía bien. Aunque por el golpe, aún no se sabe si haya algún riesgo de pérdida. Por eso el reposo en cama, para evitar complicaciones.

— Oh, entiendo… — Volvió a acunar el pequeño y apenas notorio bulto en su vientre, se sentía culpable por haber corrido tal riesgo. Si algo les pasaba a sus bebés, sería totalmente su responsabilidad.

— Por cierto, tus amigos están afuera. Taishō y Kagome estaban bastante preocupados, creo que les haría bien ver que estás fuera de peligro — Kuranosuke le sonrió, poniéndose de pie al tiempo que hablaba —. Yo debo volver a la estación, aún tengo un par de asuntos que atender. ¿Los hago entrar?

— Eh… quisiera primero hablar con InuYasha. Creo que le debo una explicación a mi compañero.

— De acuerdo. Descansa, volveré más tarde — le dedicó una sonrisa tranquila antes de salir de la habitación para acercarse al trío que aguardaba en la sala de espera, calmándolos con un gesto de su mano cuando vio que ellos se apresuraban a ponerse de pie al verlo —. Tranquilos, Sango está bien. Ya despertó y sólo se siente un poco adolorida, pero nada más.

— Gracias al cielo — exclamó Kagome, su expresión de alivio fue compartida por sus compañeros —. ¿Podemos verla?

— Sí, pero me pidió primero hablar con Taishō.

— Keh, cómo fastidia… — InuYasha se puso de pie y comenzó a caminar, haciéndoles un gesto con su mano. — Seguro no tardo.

Se alejó, en tanto el jefe de la policía se aclaraba la garganta para llamar la atención de sus amigos.

— No sabía que estabas en la ciudad, Tsujitani.

— Acababa de llegar cuando Kagome me contó lo que había pasado. Entonces, ¿Sango…?

— Está fuera de riesgo. Tendrá que permanecer algunos días aquí, hasta que esté completamente bien. Por cierto, gracias por su preocupación. No saben cuánto me alivia saber que Sango cuenta con ustedes — el gesto de agradecimiento fue sincero, ante lo que ellos le respondieron con una sonrisa —. Bueno, debo marcharme. La cuidarán mientras regreso, ¿verdad?

— Por supuesto, Kuranosuke. No debes ni siquiera preguntarlo — respondió Kagome, también con una sonrisa más tranquila.

El castaño se retiró y ellos se quedaron esperando, mientras InuYasha estaba con su amiga. El oficial entró en la habitación luego de que ella le diera permiso, mirándola aún con cierta inquietud, en especial cuando la vio pálida y conectada a ese suero que no sabía qué tenía.

— ¿Estás mejor? — Preguntó, sabiendo que no podría estar bien después de lo ocurrido.

— Si, por lo menos no es nada grave.

— Aunque pudo serlo. Si hubiera sabido que tú…

— Lo sé. Discúlpame, InuYasha, debí habértelo dicho antes. No quiero que pienses que no confío en ti, es solo que… te conozco demasiado y sé lo que me hubieses dicho.

— Por supuesto que lo sabes. Nadie te habría permitido seguir patrullando en esas condiciones. Los riesgos son muy altos, y tú…

— Lo sé — volvió a decir Sango, interrumpiéndolo y mirándolo fijo a los ojos —. Sé que hay riesgos y sé que fui irresponsable al ocultarlo, al no tener el valor suficiente para hacerme cargo como corresponde de mi estado. Y estuve a punto de lamentarlo para siempre. Lo siento, fui demasiado egoísta.

— Bueno, de cierta forma puedo entenderlo. Son demasiados cambios en muy poco tiempo — él suavizó el tono, conocía a su amiga y sabía que debía sentirse bastante mal con toda la situación, a pesar de que sus razones fuesen comprensibles —. Lo importante ahora es que estás bien. Y tú bebé también.

— Bebés — corrigió, sonriendo levemente —. Son dos.

— Oh, ¿en serio? Eso sí que es… sorpresivo.

— Imagina para mí cuando lo supe — soltó un suspiro y luego alcanzó una de las manos de su amigo, llamando su atención —. Muchas gracias, InuYasha. Sé que si no hubieses estado ahí…

— Keh, no me agradezcas. Sólo prométeme que vas a cuidarte.

— Por supuesto que sí, ya no haré nada que nos ponga en peligro.

— Bien — él asintió y luego miró de reojo la puerta, recordando que sus amigos estaban esperando fuera —. Por cierto, Miroku y Kagome también quisieran verte. Nos tenías muy preocupados.

— ¿Miroku? ¿Ya llegó?

— Sí…

— ¿Y él sabe… sobre mi…? — La expresión de espanto en el rostro de Sango fue demasiado evidente.

— No, llegó después de que el médico hablara con nosotros. Aún no sabe nada, creí que querrías decírselo tú — InuYasha la calmó, sabía que eso era algo complicado para ellos.

— Oh, ya veo… bueno, supongo que tendré que hacerlo. Muchas gracias.

— No es nada. ¿Les digo que pasen? El médico dijo que no había problemas en que recibieras visitas, siempre que no te hiciéramos enfadar.

— De acuerdo, si prometen comportarse, puedo atenderlos un momento.

El oficial sonrió de medio lado y salió a buscar a Kagome y Miroku, quienes aún esperaban sentados en las bancas destinadas a eso. Sango inhaló profundo, haciéndose de valor para contarle la verdad a su amigo en cuanto tuviese la oportunidad, porque sabía que ya no podía seguir ocultando su embarazo y pronto todo iba a cambiar en su vida.


Miró el líquido rojo caer en el cuentagotas de la bajada de suero que tenía la muchacha y suspiró levemente, observando ahora el rostro pálido despidiéndose de InuYasha. El oficial le dirigió un gesto con su mano a modo de adiós y salió, seguido de Kagome, quien iría a buscar algo para comer. Por lo tanto, acaban de quedarse solos.

Miroku no rompió el silencio, pensando en la situación. Sango había estado en peligro, algo que no era una sorpresa para él porque conocía los riesgos del trabajo. Sin embargo, nunca había imaginado el dolor que podría llegar a sentir si eso pasaba, porque el estado de la muchacha si bien no era grave, tampoco estaba totalmente fuera de peligro. El médico había dicho que las primeras 48 horas post cirugía eran cruciales para evaluar si tendría alguna complicación, además de los glóbulos rojos que en esos momentos le estaban transfundiendo por la anemia causada por la hemorragia.

Y eso no era todo. Aún quedaba ese detalle que habían mencionado sus amigos y que él todavía no conocía, aunque se estaba haciendo una idea porque conocía a los muchachos y podía leer sus movimientos, gestos y miradas. En especial con la castaña, quien le había dicho más de lo que seguramente quería. El leve sonrojo en sus mejillas al saludarlo, la mirada huyendo de la suya, las manos siempre cerca del abdomen, los comentarios sobre lo cuidadosa que tendría que ser de ahora en adelante… Todas esas señales lo alertaron, y no fue extraño que pensara en una opción, a pesar de que le resultaba difícil imaginarlo.

Se acomodó en la silla, inclinándose un poco hacia adelante para hablar mejor con su amiga, llamando su atención con el movimiento. Se miraron a los ojos por un par de segundos, hasta que se decidió a hablar.

— ¿Está todo bien? Pareciera que algo te preocupa — preguntó, rompiendo el silencio que los rodeaba.

— S-Sí… Creo que aún estoy intentando asimilar todo esto — respondió ella, encogiéndose de hombros, intentando restarle importancia a lo que él había mencionado.

— ¿Segura que sólo es eso? Sé que hay algo que no me estás diciendo y creo que lo mejor es que no intente adivinar — insistió, porque quería que ella confirmará sus sospechas, el tener la duda no iba a ayudarlo.

— Bueno… Siempre me has leído con demasiada facilidad… Y sé que tengo que contártelo, no tiene sentido ocultarlo si pronto todos van a saberlo… — Sango inhaló profundo, apretando los puños antes de negar con un gesto y volver a mirarlo a los ojos. — Yo… Estoy embarazada. Espero gemelos.

— Vaya… Me alegro por ustedes — sonrió levemente, era exactamente lo que sospechaba. Aunque la idea no era del todo grata para él, intentó no demostrarlo —. ¿Cuánto tienes?

Sango se mordió el labio inferior antes de responder, acción que extrañó a su acompañante.

— 12 semanas.

La sonrisa de Miroku desapareció en ese momento, mientras su mente hacía el cálculo rápidamente. 12 semanas eran poco menos de 3 meses, tiempo que Sango llevaba casada y, además, que había transcurrido desde aquel fin de semana en su departamento. ¿Sería posible? No podía descartar la opción, después de todo ninguno de los dos había tomado alguna precaución esa noche. Fijó sus ojos en los de ella, necesitaba saberlo.

— ¿Tú…? ¿Crees que…?

La muchacha desvió la mirada, presionando los puños con más fuerza antes de responderle.

— No, Miroku, claro que no.

Por alguna razón, su respuesta no le bastó, sentía que Sango había pensado en la posibilidad y ahora no era del todo sincera con él. Abrió la boca para intentar obtener otra respuesta, pero fue interrumpido por la llegada de Kagome, quien llevaba una bolsa con lo que había comprado para comer y un par de latas de jugo para ella y su amigo. Los miró un poco confundida, sintiendo la pequeña tensión que se había formado en esos momentos.

— ¿Ocurre algo? — Preguntó, sentándose junto al ojiazul y pasándole su jugo.

— Nada en realidad. Acabo de contarle la noticia a Miroku.

— Oh, ya veo… — Eso explicaba todo, porque el embarazo de su amiga debía ser un golpe duro para los sentimientos de ambos. — Fue algo que a todos nos tomó por sorpresa. Lo importante ahora es que no les pasó nada.

— Sí, es verdad — él sonrió levemente, su amiga tenía razón, aunque sabía que de seguro no tenía idea de sus sospechas, era muy probable que Sango no le contara a nadie sobre lo ocurrido en su departamento.

— Disculpen que haya guardado el secreto. En realidad, tenía miedo por todos los cambios que significa un embarazo. Ahora sé que cometí un error, lo siento.

— No te aflijas por eso. Es comprensible.

— Gracias.

Kagome sonrió, regalándole con ese gesto todo su apoyo y comprensión, algo que Sango agradecía enormemente porque iba a necesitarlo a futuro, eso lo tenía claro. Antes de que alguno pudiese agregar algo más, la puerta se abrió y entró Kuranosuke, llevando un bolso en una mano y saludándolos con un gesto.

— Buenas tardes — les hizo un movimiento con su cabeza antes de llegar junto a su esposa —. ¿Cómo te sientes?

— Mejor, gracias. El médico dijo que, después de la transfusión, me harán exámenes de control y si salen bien, podré irme a casa para terminar el reposo ahí — Sango le informó las novedades, demostrando el alivio que sentía con la idea de irse pronto —. De todas formas, pedirá la opinión a mi ginecobstetra.

— Me parece bien. Debemos tomar todas las precauciones debidas — el castaño sonrió, pasándole el bolso a ella —. Te traje algunas cosas que pensé que podrías necesitar.

— Muchas gracias — recibió lo que Kuranosuke le pasaba con una inclinación de su cabeza a modo de agradecimiento —. ¿Cómo te fue a ti?

— Bien. Hablé con tu padre, debe estar por llegar. Aún no le he comentado nada sobre los pequeños, quiero que se lo digamos juntos.

— Claro, me gusta esa idea.

— Por cierto, el sujeto que te hirió… Kansuke Rasetsu, fue detenido. Me estaba encargando también de eso. Taishō iba a terminar con el procedimiento para llevarlo a la corte.

— Oh… ya veo — Sango ni siquiera había pensado en eso, su rostro lo expresó —. Creo que no tenía forma de escapar tampoco.

— Claro que no. Además, con los nuestros no se meten — el tono fue decidido, demostrando que el delito era más grave porque había sido contra ella.

El silencio de pronto inundó el lugar, porque nadie tenía nada más que agregar a las palabras del jefe de policía. Después de todo, era bien sabido que los crímenes contra oficiales no eran perdonados, y ahora era incluso más complicada la situación porque se trataba de su mujer. A pesar de eso, Sango no podía sentirse del todo cómoda con la situación, odiaba que le dieran un trato preferencial sólo por ser la señora Takeda.

— Bueno, se está haciendo tarde. Creo que será mejor que nos vayamos, así puedes descansar — Miroku había notado la incomodidad de la castaña e intentó cambiar el tema, además de que se sentía extrañamente sobrando en esos momentos.

— Es verdad. Mañana podemos pasar a ver como sigues — Kagome lo apoyó, sabiendo que era hora de irse —. Y, si el médico te lo permite, puedo traerte una tarta de fresa, de esas que te gustan.

— Es una buena idea, gracias — Sango le sonrió —. Les avisaré cualquier cosa.

— De acuerdo. Espero que los exámenes salgan bien. Te quiero mucho, te cuidas, ¿eh? — La azabache la abrazó con cariño antes de mirarla con advertencia. — No quiero que vayas a tener alguna complicación debido a tu impaciencia o inquietud.

— Tranquila, me comportaré — le aseguró, sonriendo ante la sincera preocupación —. Muchas gracias por todo.

— No es nada. Eres mi mejor amiga, no lo olvides.

— Lo sé — terminó de despedirse de ella para luego mirar al abogado, haciéndole un gesto con la mano para llamar su atención —. Igual a ti, Miroku. No tenías que preocuparte ni perder todo el día aquí, supongo que debes tener cosas que hacer y esto sólo las retrasó. Lo siento…

— No sé de qué hablas. Lo único que tenía que hacer era ir a una cena que se postergó, así que no hay por qué disculparse. Además, sabes que siempre me voy a preocupar por ti.

— Sí, gracias…

— Cuídate y recupérate pronto. Nos vemos — le sonrió, con una mirada cargada de afecto que logró sobrecoger un poco a Sango; luego, se dirigió al otro varón en la habitación —. Adiós, Kuranosuke.

— Adiós, y nuevamente, gracias por su tiempo y preocupación.

— No es nada. Hasta pronto.

Miroku y Kagome abandonaron la habitación, dejando a su amiga en compañía de su esposo. Se dirigieron hasta el estacionamiento en donde se encontraba el vehículo del ojiazul en silencio, ambos analizando de distinta forma la situación.

— ¿Te llevo a casa? — Preguntó él, abriéndole la puerta del auto a la azabache junto con el ofrecimiento.

— Está bien — ella se subió y se abrochó el cinturón de seguridad, en tanto Miroku hacía lo propio y ponía el motor en marcha. Kagome guardó silencio unos momentos hasta que estuvieron fuera del hospital y decidió hablar, había algo que estaba molestándole desde que había vuelto con la comida a la habitación de su amiga y necesitaba sacarse la duda —. Miroku… ¿qué pasó entre ustedes?

— ¿A qué te refieres? Sango sólo me dijo lo de sus pequeños…

— Los conozco y sé que algo no está del todo bien. Entiendo que la noticia te haya afectado por… bueno, por todo lo que implica, pero creo que hay algo más…

Él negó con un gesto, Kagome a veces podía ser demasiado observadora y los conocía desde hacía mucho tiempo, de seguro no era difícil para ella leer entre líneas.

— Habíamos dicho que tomaríamos distancia, que seguiríamos adelante con nuestras vidas… y lo intento, aunque aún no me siento preparado para hacerlo. Sin embargo, ella… Sango ya formó su familia. Está avanzando a pasos agigantados mientras yo sigo estancado.

— Bueno, no creo que ella haya planeado el embarazo. De seguro sólo pasó, no es como que le agrade mucho la idea de tener que dejar el trabajo en terreno para encerrarse en una oficina, como ocurrirá cuando vuelva.

— Lo sé, pero eso no significa que sea menos doloroso. Yo… — Guardó silencio, ordenando un poco las ideas y los sentimientos antes de seguir. — Perdón, debería haberme resignado hace tiempo. No quiero agobiarte con esto, Kagome, aunque agradezco tu preocupación.

— ¿Estás seguro? Creo que necesitas hablarlo, sacarte ese peso de adentro. Quizá no soluciones nada, pero hablarlo ya será un paso importante para comenzar a vivir con la situación. Si quieres, tengo pastel en casa, puedes pasar y nos servimos algo mientras conversamos. Seguro InuYasha llega tarde hoy.

Miroku sonrió, asintiendo ante la propuesta, sentía que el compartir el peso podía ayudarlo en esos momentos, porque comenzaba a ahogarse de nuevo ante el panorama que ahora tenía frente a él. Y Kagome podría entenderlo, porque sabía lo que sentían y todo lo que había tras sus decisiones. Quizá no era tan mala idea hablar con ella.

— Está bien, acepto la oferta.

La azabache sonrió, agradeciendo la confianza y consciente de que su amigo no estaba sintiendo felicidad ni emoción en esos momentos, precisamente. Llegaron al departamento y, luego de que prepararan algo para comer, Kagome volvió a retomar la plática, porque no iba a dejar en el aire el problema.

— ¿Y bien? Sé que todo esto es bastante doloroso, así que te escucho.

Él sonrió con resignación, que su amiga conociera casi toda su historia con Sango era de mucha ayuda porque no tenía que dar tantas explicaciones del por qué todo eso le afectaba tanto. Revolvió el café que tenía frente suyo, ordenando sus sentimientos para poder comenzar a sacarlos.

— Bueno, como te dije… a pesar de que lo hubiésemos hablado y de que ya han pasado casi dos meses de eso, no puedo simplemente dar vuelta la página. Ya dejé de cerrarme y preocuparme sólo del trabajo, comencé a compartir con otras personas y… no lo sé. Siento que estoy haciendo algo mal.

— Miroku… — Kagome tomó su mano, notando la angustia en los ojos de su amigo y sintiéndola ella también. — ¿Qué podrías estar haciendo mal? Sólo estás intentando seguir adelante lo mejor que puedes…

— Lo sé… pero sigo sintiendo que algo me hace falta. Me duele no poder ser del todo sincero, saber que sigo este camino porque me resigné, porque en el fondo, no me queda otra opción…

— Tienes otras opciones. Podrías estancarte, entregarte sólo a tu trabajo y cerrarte para siempre. También podrías seguir insistiendo, sin descanso hasta que logres estar con Sango. Sin embargo, tomaste la decisión más acertada, aunque al mismo tiempo es la más dolorosa. Eres un hombre fuerte y valiente, Miroku, quizá más de lo que tú mismo crees.

— ¿De verdad eso piensas? Se siente tan… vacío.

— Bueno, nadie dijo que iba a ser fácil — sus ojos expresaron que para ella tampoco lo era —. Pero debes darle tiempo al tiempo, de seguro en algún momento podrás sentirte mejor y hacer tu vida…

— Creo que eso es lo más difícil… hacer mi vida… — Soltó un suspiro de abatimiento, tan sólo pensar en eso era algo un tanto desalentador. — ¿Qué se supone que significa? Ni siquiera puedo decir que alguien me atrae sin sentirme culpable, y debería en algún momento también formar mi familia…

— Seguir tu vida no es sinónimo de buscar novia y formar familia. Aún hay muchas cosas que puedes hacer, sigues teniendo sueños y metas, ¿verdad? Además, suena como si en estos momentos, ése fuese un problema. ¿Acaso hay alguien…?

— Pensé que no era tan evidente — le sonrió, su amiga a veces parecía adivinar los asuntos sentimentales. Por lo menos siempre había sido así en el pasado —. Hay una chica a la que le tengo cariño y, bueno… quizá estemos en algo. Sin embargo, a pesar de que ella es bastante comprensiva y atenta con mis tiempos y espacio, sigo sintiendo que estoy mintiéndole. No puedo intentar formalizar algo con ella, porque no estaría entregándole lo que se merece…

— Miroku, jamás vas a sentir eso de nuevo, porque amas a otra persona. Comprendo que te sientas confundido con toda la situación, pero es algo con lo que tienes que aprender a vivir. El que ames a Sango no significa que no puedas intentar algo con alguien más.

— Es cierto, pero ¿no estaría mintiéndole? No es justo para ella…

— ¿Acaso vas a decirle que la amas sin sentirlo? Tampoco es justo para ti que te sientas prisionero de ese sentimiento. No la estás engañando, sólo te estarías dando una oportunidad — Kagome inhaló profundo, comprendía cómo se sentía Miroku, pero era consciente de que eso no era algo positivo para él. Pese a que ella hubiese deseado con todo su corazón poder animar a su amigo a luchar por su amor, no podía ignorar las razones que tenían para seguir ese camino. Decidió hacer una jugada arriesgada, tenía que hacerlo entender ese punto también —. Oye, no eres el único que tendrá ese peso sobre los hombros. Sango te ama desde hace mucho tiempo y eso no ha cambiado, pero cuando te fuiste, decidió seguir adelante y lo sigue haciendo. Para ella también es duro, pero no va a dar marcha atrás, porque eso sería aún más doloroso. Ella no intentó reemplazarte, y tú tampoco lo estás haciendo. Sólo decidieron tomar caminos separados.

El moreno agachó la mirada, sabiendo que su amiga tenía razón. A pesar de que la mención de los sentimientos de la castaña fue un golpe bajo, no era algo desconocido. Comprendía lo compleja de la situación, en especial en el caso de Sango y por lo mismo, sabía que tenía que darse las fuerzas para continuar con esa decisión.

— Lo sé, Kagome. Es difícil, no había imaginado cuánto, pero lo haré. Sentía que estaba mal, que no tenía ese derecho, pero ahora que lo dices… creo que tienes razón. No está mal que me dé una oportunidad, después de todo.

— Claro que no. Y de a poco, irás sintiéndote mejor. Aunque tampoco es que te sientas obligado a esto…

— No me siento obligado. Sólo estaba en conflicto, porque me sentía culpable de comenzar a sentir cariño por alguien más, sabiendo que aún amo a Sango…

— Es comprensible, pero oye… eres un hombre guapo y galán, sería difícil que estuvieras mucho tiempo soltero. ¿Puedo preguntar cómo se llama?

— Shima, es mi secretaria…

— Oh, de quien estaba celosa Sango — soltó sin darse cuenta, enrojeciendo al saber que había descubierto un secreto de su amiga —. ¡Lo siento, no debí decir eso! Ay, es que ustedes dos son tan problemáticos…

— Descuida, no es algo que no supiera… quizá por eso tampoco podía sentirme del todo cómodo…

— ¿Sabes algo? Deberías presentárnosla. Si ha llegado a ocupar un lugar en tu corazón, tiene que ser una buena chica. Y creo que eso dejaría un poco más tranquila a Sango, sabiendo que estarías en buenas manos.

— Hablas como si me fuese a casar…

— En realidad, estás dando un paso importante. Lo estoy tomando con la seriedad que corresponde.

— Está bien, es cierto. Aunque primero déjame aclarar todo con ella, no quiero precipitarme tampoco.

— Como gustes. Ahora, ¿te apetece más pastel?

— Por supuesto. No podría negarme a eso.

Ambos sonrieron, esta vez con sinceridad y un poco más tranquilos, porque el haber hablado sobre el tema realmente los había ayudado, en especial a Miroku, quien pudo comprender que no era un error intentar seguir adelante, porque Sango ya había dado varios pasos en ese camino, era momento de que él también lo intentara. Y, aunque Kagome se había resignado a respetar las decisiones de sus amigos y había aprendido a convivir con esa pesadumbre al ver que no eran completamente felices en ese camino, haría lo posible por brindarles su apoyo y ayuda en lo que pudiera.


Llegaron a la casa un par de días después del incidente, y fueron recibidos por mucha más gente de la que había la última vez que ella estuvo ahí. Se sintió un tanto agobiada por tanta atención, obteniendo recomendaciones de su suegra, el alivio de su padre y hermano al verla mejor, y las secas palabras de reproche del Takeda mayor, personas que parecían tener la solución a todo lo malo que ella estaba haciendo. Se llevó la mano a la cabeza, masajeándose un poco la sien mientras escuchaba a Kuranosuke a su lado pedir que le permitieran ir hasta su habitación para que descansara, en tanto la guiaba para asegurarse de que nadie la fuese a molestar.

— Muchas gracias, estaba comenzando a dolerme la cabeza — Sango le sonrió levemente, si no fuera por él, seguro explotaba en cualquier momento.

— No es nada. Debes descansar, eso es algo que les dejaré claro. Lo más importante ahora es tu salud y la de los pequeños — Kuranosuke asintió, ayudándola a recostarse en el futón antes de colocarse de pie nuevamente —. Iré a explicarles la situación. ¿Quieres algo?

— Un poco de agua, por favor.

— De acuerdo. En seguida vuelvo.

Su compañero abandonó la habitación, dejándola sola por fin. Ella buscó en su bolso hasta encontrar su móvil y abrió la aplicación de mensajería, dando con el chat grupal que tenía con sus amigos y enviando la noticia de que ya estaba en casa, información que ellos le habían pedido para saber dónde podían visitarla. Luego, cambió la conversación y leyó el último mensaje que había recibido por parte de Miroku, sintiendo el pecho apretado.

"Oye, estar contigo nunca va a ser tiempo perdido para mí. No quiero que vuelvas a pensar eso, ¿de acuerdo?"

El texto había llegado el día anterior, haciendo alusión al hecho de que le hubiese pedido perdón por haber perdido toda la tarde en el hospital. No había tenido momento de responderle, y cuando Miroku fue de visita tampoco había podido decirle algo al respecto, porque no tuvieron oportunidad de hablar tranquilos, su padre no se la había dado. Sonrió levemente mientras tecleaba un mensaje.

"Está bien, lo mismo digo. Sólo que las circunstancias no fueron las mejores."

Dejó el aparato a un lado y disfrutó del momentáneo silencio que tenía, el hecho de que las habitaciones estuviesen en el sector más alejado de la mansión era un punto a favor en ese aspecto. Ignoró los primeros mensajes entrantes, sonriendo al escuchar el tono porque sabía que de seguro era Kagome intentando organizar una visita. Luego de algunos minutos en los que se había relajado bastante, al punto de sentirse un tanto somnolienta, un tono distinto causó que abriera nuevamente los ojos y tomara su móvil, leyendo el texto con una sonrisa.

"En realidad, preferiría evitar este tipo de circunstancias por mucho tiempo. Digamos, de por vida. ¿Te parece?"

Soltó una risita, sabía que Miroku era sincero y a la vez trataba de subirle el ánimo. Leyó rápidamente los mensajes del chat grupal y luego decidió teclear su respuesta.

"Bueno, ser apuñalada no fue nada placentero, así que intentaré que no vuelva a pasar. Por cierto, ¿vendrás con los muchachos mañana?"

"Creo que podría, dependiendo de la hora que decidan. Aunque me gustaría ir, después de todo me voy dentro de unos pocos días."

Sango suspiró, un poco abatida ante la idea de su partida. Negó con un gesto, era patética. Se suponía que mantendría la distancia con Miroku, y eso había hecho durante esas semanas, hablando sólo lo que se diera en el chat de grupo que compartían, pero nada más allá de eso. Ese tiempo, sin embargo, se había sentido demasiado solitario y deprimente, porque ese vacío dejado por él no podía ser ocupado por nada más. Kagome había ayudado a hacer más llevadera la decisión, pero seguía faltándole algo. Y ahora, ante el primer encuentro, ella volvía corriendo en busca de su atención… Apretó los dientes, tenía que recordar la razón por la cual eligió ese camino.

"Es cierto, tienes asuntos que atender en Sapporo también. Espero puedas venir, así te deseo un buen regreso en persona."

"Haré lo posible, entonces. Cualquier cosa, te aviso. Ahora, deberías intentar descansar un poco, debe haber sido un día un poco ajetreado."

"Sí, es verdad. Gracias de nuevo, por todo. Estamos hablando."

Dejó su celular nuevamente a un lado, segundos antes de que Kuranosuke entrara a la habitación, llevando una bandeja con el agua solicitada y un par de bocadillos. Sango lo observó con extrañeza, nunca lo había visto a él llevar las bandejas a las habitaciones.

— No te sorprendas, mis padres son muy demandantes, las muchachas están ocupadas atendiéndolos. Así que preferí traerte yo mismo esto.

— Ya veo. Muchas gracias — se sentó para probar lo llevado y beber el agua, ante la atenta mirada de su esposo, algo que ella notó de inmediato —. ¿Ocurre algo?

— Sé que no debería incomodarte en estos momentos, pero quisiera preguntarte por qué ocultaste el embarazo. ¿Hace cuánto lo sabías?

Sango dejó el panecillo que se estaba llevando a la boca en la bandeja, bajando un poco la mirada en tanto ordenaba su respuesta, consciente de que era mejor salir de eso lo antes posible.

— Lo supe un par de semanas después de haber vuelto. No quería pensar en eso, pero cada día era más evidente y bueno… la prueba salió positiva. Así que fui donde la ginecobstetra en cuanto pude, y ella me confirmó el resultado, y que eran dos. Tenía miedo, un embarazo gemelar es complicado y conlleva algunos riesgos, no quería que me limitaran a causa de esto, no sé… tenía muchas dudas. Y luego el tiempo fue pasando, nunca encontré un momento en el cual darte la noticia… lo lamento, fui completamente irresponsable.

El castaño la observaba en silencio, analizando las palabras con detenimiento. Esperó unos momentos antes de volver a hablar, usando un tono tranquilo que sorprendió a su mujer.

— Está bien, lo comprendo. Supuse que sería por algo así… lamento que no hayas podido confiar en mí, aunque creo que tampoco te habría permitido seguir en terreno. De todas formas, no te voy a reprochar nada, porque también es mi responsabilidad que te hayas sentido de esta forma, y no haberme dado cuenta antes.

— Gracias por comprender, Kuranosuke. Esta situación es bastante difícil para mí, y si todos me van a juzgar…

— Tranquila. Le he dicho a todos que habíamos mantenido la noticia en secreto porque queríamos que los pequeños se afirmaran bien, y que seguimos todas las recomendaciones de tu ginecobstetra, para que no puedan recriminarte nada.

Eso era un enorme peso que se sacaba de encima, porque ya no tendría que estar respondiendo ni dando explicaciones a terceros que no debían involucrarse en sus decisiones.

— Eso me alivia bastante, de verdad. No sabes cuánto te lo agradezco.

— No es nada. Es mi deber apoyarte en estas situaciones… — Él le sonrió, poniéndose de pie. — Por cierto, comenzaré a gestionar tu traslado a Kyōto. Estaba hablando con nuestros padres, y lo mejor será que los pequeños nazcan ahí, por lo que creo que tendremos que planear nuestra mudanza a la casa de tus abuelos.

— Eh… sí, supongo que tienes razón — no encontró modo de refutarle eso, porque siempre habían hablado sobre sus deseos de criar a sus hijos en esa ciudad —. Pero supongo que será dentro de un tiempo más, ¿no?

— Sí, no te preocupes. Aún quedan unos meses, creo que sería complicado que viajáramos contigo así… hay que esperar a que el embarazo esté más avanzado y sin riesgo.

— Es verdad… aunque, ¿no crees que sería mejor que nacieran aquí y luego nos mudamos? Así evitamos todos los riesgos…

— Sí, también es una opción. Tendré que pensarlo. Ahora, volveré al salón, tú deberías descansar.

— Claro, hasta luego.

Kuranosuke la dejó sola, llena de esa incertidumbre que podía ocasionarle él con sus repentinas decisiones y planes a futuro. ¿Qué haría sola en Kyōto? Si bien su familia vivía ahí, a quienes más necesitaba en esos momentos era a sus amigos y ellos estarían a 3 horas de viaje, como mínimo. Soltó un suspiro, de alguna forma iba a tener que enfrentar eso.


A pesar de que habían acordado que irían todos a cenar, ella había decidido llegar mucho antes, porque quería conversar con su amiga. Había muchas cosas que debía saber, así como estaba segura de que ella querría contarle mucho. Fue recibida por una de las criadas y, luego de saludar a la familia de Sango, la guiaron hasta la habitación donde se encontraba descansando. La castaña la recibió con sorpresa pero alegría, era evidente que su presencia era un alivio.

— ¡Kagome! ¡Qué gusto verte! Pensé que llegarías con los muchachos más tarde — la saludó sonriendo.

— Bueno, creí que podíamos tener un tiempo de chicas antes de que ellos vengan — le respondió, sentándose a su lado —. Además, aún no sé si tendremos que cenar en el comedor o…

— Hablé con Kuranosuke para pedirle cenar aquí hoy, así que usaremos el kotatsu — Sango le señaló la mesa que aún no estaba instalada en su lugar, pero lista para eso —. Además, son muchos en el comedor hoy, con nuestros padres y Kohaku…

— Entiendo, debes sentirte un poco invadida…

— En realidad, no mucho. Kuranosuke habló con todos para que no me molestaran, así que al único que tengo dando vueltas por aquí a ratos es a Kohaku, pero el resto me ha dejado tranquila.

— Eso me alegra, cuando me dijiste que estaban todos aquí, pensé que te agobiarían con preguntas, recomendaciones, indicaciones y órdenes que en realidad ni siquiera vienen al caso.

— No es como si no lo hubiesen intentado… pero Kuranosuke se ha portado bastante comprensivo en ese aspecto.

— Qué bien. Por lo menos ya no es un idiota al 100%...

— Oh, vamos, Kagome…

— Está bien, perdón… — Le hizo un gesto de disculpa con sus manos y luego miró alrededor, notando que había varios paquetes de artículos para bebés. — Veo que la noticia no tardó en esparcirse…

— Sólo nuestras familias lo saben. Estos presentes son casi todos de parte de mis suegros… — Sango suspiró, al parecer eso la agobiaba un poco. — En la estación nadie lo sabe, le pedí a InuYasha que no dijera nada tampoco, no quiero visitas no deseadas.

— Sí, entiendo. Seguro Winasoke vendría a dejar algún obsequio para realzar su aprecio por Kuranosuke…

— Exacto. Así que… sólo nuestros seres queridos lo saben.

— Me siento honrada por eso — Kagome le sonrió, agradecida por la confianza —. Aunque, a decir verdad, esta noticia nos tomó a todos por sorpresa. Había notado que subiste de peso, pero creí que podía ser la ansiedad, últimamente habías estado comiendo un poco más de la cuenta y… no lo había asociado.

— Lo sé… y lo lamento, es sólo que… no sabía cómo decirlo. Estar embarazada implica tantas cosas en mi vida, y apenas me estoy acostumbrando a los cambios del matrimonio… La verdad, me sentía un poco ahogada sin decírselo a nadie, pero tenía mucho miedo. Perdóname, prometo que no volverá a pasar algo así.

— No te preocupes, todo es comprensible y lo que realmente nos preocupa es tu bienestar. Además, entiendo que la situación te haya afligido un poco, después de todo sé qué sentimientos hay detrás de tus decisiones.

Sango suspiró, agachando la mirada. Su amiga sólo sabía parte de la historia, y comprendía todo lo que arrastraban sus actos. Si supiera la verdad, seguro la instaría a realizar algún examen de ADN para corroborar las sospechas, porque para ella la verdad primaba ante todo. Sin embargo, uno de los resultados posibles era un golpe directo a sus decisiones y el honor que debía mantener ahora. Seguía siendo un panorama un poco desalentador.

— Kagome… ¿has hablado con Miroku? — Preguntó, temiendo que él pudiera haberle dicho algo. Sabía que la confianza existía, y también que él de seguro había quedado con la duda aquel día. — Me refiero, sobre esto…

— Oh, bueno… Estuvimos hablando, sí — ella fue sincera, era una de las razones por las cuales había decidido ir antes de lo planeado —. La noticia lo afectó bastante, pero no es de extrañar. Me dijo que se sentía culpable de seguir con su vida por todo lo que aún sentía, pero que tú estabas dando pasos agigantados… es algo difícil de afrontar.

— Lo sé… — Sango apretó los puños y retuvo las lágrimas, ella era culpable de esos sentimientos, porque había decidido mantenerse firme en su decisión. — No quisiera que él pasara por eso, pero no hay forma en la que pueda ayudarlo… sólo alejarme para dejar de herirlo, aunque no sé si eso realmente sea de utilidad…

— Me dijo también que habían intentado mantener la distancia… y la verdad, no creo que sea algo bueno para ustedes. Se necesitan, porque antes que cualquier otra cosa, son amigos. Nadie te va a apoyar y consentir como lo hace Miroku, y a él nadie lo va a sermonear y cuidar como lo harías tú — la azabache le tomó la mano, transmitiéndole seguridad —. Dime, ¿te sientes mejor estando distante? Porque él no se ve bien, precisamente…

— No en realidad… su falta se nota demasiado, lo sabes. Y si tampoco le está haciendo bien a él… — Negó con la cabeza, eso le dolía más que mantener una amistad fingida. — Pero ¿no se sentirá más culpable, o no terminaré estancándolo de esa forma? Siento que mi presencia puede afectarlo…

— Creo que deberías volver a hablarlo con él. Por el momento, tu opinión y apoyo le harían bien.

— ¿Opinión? ¿En qué? — Sango mostró curiosidad, su apoyo siempre lo iba a tener, pero que hablaran de opinión era distinto.

— Oh, bueno… Ha comenzado a gustarle alguien. De cierta forma, es algo que no lo deja tranquilo por sus sentimientos, pero quizá si le aclaras las cosas…

— Eso debería ser algo positivo, ¿no? — La idea no dejaba de dolerle de cierta forma, pero era consciente de que no podía esperar otra cosa.

— Intenta seguir adelante, Sango. Tú misma se lo pediste, ¿verdad?

— Sí, y es lo que debe hacer… Sólo que se siente tan extraño. ¿Sabes quién es? ¿La conocemos?

— Bueno, tú ya te habías puesto celosa de ella… así que supongo que es algo que se ha ido construyendo desde hace algún tiempo…

— ¿Su secretaria? Cómo era su nombre… ¿Shima?

— Exacto. Y se siente confundido, culpable… ¿No crees que merece que le des tu aprobación? Sé que no es necesaria, pero estoy segura de que es algo importante para él.

La castaña sonrió levemente, su amiga tenía razón. A pesar del peso que le provocaba saber que él comenzaba a sentir algo por otra chica que no era ella, también era un alivio que no siguiera aferrado a un sentimiento que no iba a traerle más que soledad y sufrimiento. Asintió con un movimiento, era momento de que ella también le permitiera hacer su vida.

— Es cierto. Es bueno que tenga a alguien, aunque me gustaría conocerla. Digo, debo asegurarme de que mi mejor amigo esté en manos de alguien que lo valore como se merece.

— Lo mismo le dije, así que quizá la conozcamos pronto. Sólo que no sé si él quería contarte esto, así que si puedes mantenerlo en secreto… — Le pidió, los ojos brillantes y el gesto suplicante. — No quiero traicionar su confianza.

— Está bien, no sabrá nada, lo prometo — ella levantó su mano en señal de compromiso, sabía que si Kagome le había contado eso era porque creía necesario intervenir, pero no quería romper la confianza con Miroku.

— Gracias. Ahora, será mejor que cambiemos de tema. También les traje un presente, espero te guste.

Sango recibió el paquete que ella le extendía con una sonrisa tranquila, teniendo claro lo mucho que su amiga se preocupaba por ella y agradeciendo profundamente poder contar con sus palabras, consejos y apoyo, en especial en esos momentos en los que todo se veía tan gris. Era como tener una luz que la guiara en ese difícil camino.


El ambiente en su departamento esos días había sido incluso más solitario que en sus viajes anteriores. Negó con un gesto, sabía que se debía a que su mente se encontraba divagando en muchas ideas, sumado al hecho de que sus amigos estaban ocupados en sus propios asuntos – InuYasha extrañamente se había obsesionado con cumplir su deber, aunque él sospechaba que era una forma de compensar lo que le había ocurrido a Sango; por su parte, Kagome tenía bastante movimiento en su local debido a la época – y él no había tenido mucho que hacer más que asistir a las audiencias. La última había tenido lugar esa mañana y al parecer, todo iba viento en popa, como había dicho uno de los detectives que había formado parte de la investigación del caso. Ahora tendría algunos días para descansar mientras se preparaba la siguiente parte del juicio, por lo que volvería a Hokkaidō a primera hora del día siguiente.

Miró el boleto de avión que tenía frente a él, en la mesa de centro donde también tenía el vaso con agua que bebía en esos momentos, y sonrió, pensando que debería aprovechar el tiempo que tenía libre ese día para visitar a su amiga, así podría aprovechar de despedirse y aclarar las cosas antes de marcharse, porque eso le daría un poco más de tranquilidad.

Salió con dirección a la mansión Takeda, estacionó fuera del lugar y tocó el timbre, siendo atendido por una de las criadas, que lo hizo pasar al salón para que esperara en tanto ella informaba su presencia a Sango. No estuvo solo mucho tiempo, pues pronto la señora Takeda, madre de Kuranosuke y a quien reconoció porque la había visto en la boda, llegó junto a él llamando su atención.

— Buenas tardes, joven Tsujitani — lo saludó con una inclinación de su cabeza, que fue respondida con el mismo acto por parte de él.

— Buenas tardes, señora Takeda.

— Mi nuera está ocupada en estos momentos, en cuanto pueda atenderlo, se le informará de su presencia — las palabras educadas lo hicieron sentir una frialdad y distancia que no le resultaba para nada cómoda.

— Entiendo, muchas gracias — respondió con cortesía y respeto, preguntándose si su amiga se sentiría del mismo modo al tratar con la familia de su esposo, o si ellos no se mostrarían tan distantes con ella.

— No es nada — para su sorpresa, la mujer se sentó para comenzar a preparar té —. ¿Gusta un poco?

— De acuerdo, gracias — aceptó, aún extrañado con su presencia.

— Debe estarse preguntando qué hago aquí — ella sonrió, alcanzándole una taza con el líquido caliente —. En realidad, tengo curiosidad. Kuranosuke nos ha hablado sobre usted y su extraña amistad con Sango.

— Ya veo… nos conocemos hace años, somos muy buenos amigos. No creo que sea algo muy extraño — intentó restarle importancia, aunque la aguda mirada de su acompañante era insistente.

— Fueron novios por mucho tiempo, incluso más de lo que ella lleva junto a mi hijo. Es bastante inusual que conserven una amistad así después de eso — sonrió antes de beber un poco de té, la mirada fija en él.

— Bueno, es verdad — Miroku también sonrió levemente, sabía que la situación se salía de lo común —. Aunque tampoco fue fácil poder lograrlo, pero éramos amigos antes de eso, y siempre lo fuimos.

— Es una explicación razonable — aceptó su respuesta, aunque su mirada no dejó de escrutarlo con detenimiento —. ¿Aún siente algo por ella? Su preocupación sigue pareciéndome… demasiada.

Él la miró directo a los ojos en ese momento, notando que era alguien bastante perspicaz y no se iba en rodeos, seguramente tenía un carácter fuerte. Bebió de su taza antes de responder, escogiendo con cuidado las palabras.

— ¿Si siento algo por ella? Claro que sí, le tengo mucho cariño. Perdí a mis padres muy joven y no tengo otros familiares, por lo que fui alguien más bien solitario y que no conocía la verdadera amistad, no sabía lo que era importarle a alguien hasta que la conocí. Sango fue una de las primeras personas que se preocupó por mí y me demostró cariño de verdad, y lo sigue haciendo. Quizá desde fuera parezca que es demasiado, pero ella y nuestros amigos son mi familia.

La señora Takeda asintió con un gesto, sonriendo con comprensión a su explicación.

— Admiro su sinceridad y confianza, después de todo me ha mostrado una parte de sus sentimientos más profundos. Además, también me ha hecho saber qué clase de persona es mi nuera. Muchas gracias.

El ojiazul también sonrió, porque sus palabras eran ciertas y, por lo mismo, no quería perder su amistad con la castaña.

— Disculpen la interrupción, pero la señora Sango ya puede atenderlo — una de las criadas dio la información con una exagerada reverencia, indicándole con sus manos la dirección en la que se encontraba la muchacha —. Si fuera tan amable en acompañarme hasta su habitación, por favor…

— Por supuesto, muchas gracias — se puso de pie, volteándose hacia quien lo había acompañado y realizando también una inclinación respetuosa —. Ha sido un gusto conocerla, muchas gracias por su compañía.

— El gusto ha sido mío. Hasta pronto.

Terminó su despedida para seguir a la chica que lo guió hasta su destino, anunciando su llegada con un par de golpes en el fusuma, tras los cuales él ingresó en el cuarto y saludó con alegría a su amiga, quien estaba sentada en su futón peinándose el cabello húmedo.

— Disculpa la espera, estaba tomando un baño — se justificó, sonriéndole al tiempo que le indicaba con un gesto que tomara asiento a su lado.

— No te preocupes, vine sin avisar así que no tendrías que haberme estado esperando — respondió mientras se ubicaba junto a ella —. ¿Cómo has estado?

— Bien, gracias. ¿Y tú? Pensé que hoy tenías audiencia…

— Sí, pero terminó temprano. Decidí venir a verte, ya que mañana regreso a Sapporo y quiero despedirme.

— Es cierto… ¿volverás pronto? Supongo que el juicio aún no termina…

— Estaré fuera un par de semanas, mientras se terminan de procesar algunas pruebas. Pero tienes razón, creo que le queda bastante a este caso.

— Sé que les irá bien.

Sango le sonrió, gesto que él devolvió con cariño. Ambos se quedaron en silencio entonces, Miroku pensando en todo lo que había hablado con Kagome antes y buscando una forma de abordar el tema con la castaña, porque aún no era capaz de enfrentar la situación sin sentir que la estaba traicionando. A pesar de que era consciente de que ambos habían optado por seguir caminos diferentes, eso no implicaba que dejara de amarla y con el sentimiento aún latente en su interior, era difícil pensar en alguien más. Sin embargo, debía comenzar a avanzar, porque quedarse estancado no le traería nada provechoso, ni a él ni a ella. Inhaló profundo, llamando la atención de su compañera, que fijó sus ojos en él de inmediato.

— Sango… sé que habíamos acordado mantener distancia, pero creo que no está resultando como esperaba — reveló, sonriendo levemente ante esa realidad —. Siempre hemos sido amigos, independiente de todo lo que ha ocurrido. Alejarme de ti… El tiempo que estuvimos sin hablar, fue solitario y triste, y no quisiera repetir la experiencia, por eso…

— Lo sé — interrumpió al abogado, atreviéndose a tomarle la mano con cariño —. También te extrañé mucho en esos momentos. Por lo mismo estaba tan molesta con tu decisión de marcharte… pero eso ya pasó, y regresaste… No sabes el alivio que siento al saber que has vuelto y que puedo contar con tu amistad, así como ofrecerte la mía… — Miroku arrugó las cejas ante sus palabras, un poco confundido, lo que causó que ella sonriera levemente para explicarse. — Nuestras circunstancias han sido muy atípicas, y la situación nos ha hecho creer que lo mejor sería alejarnos y seguir cada cual con su rumbo, pero… ya no quiero. Quiero seguir siendo tu mejor amiga, y también quiero que vuelvas a ser mi mejor amigo. Te extraño demasiado.

— Sango… — Él negó levemente, presionando el agarre en su mano mientras buscaba las palabras para responderle. — Yo también te extraño. Pensé que sería más fácil seguir mi camino si me alejaba, pero me he dado cuenta de que no es así. Eres importante para mí y quiero tener tu amistad, porque confío en ti. Ya no quiero volver a sentir que estoy solo en mi trayecto, porque nadie me comprende como tú, pero más que eso, nadie se preocupa por mí de esa forma ni es capaz de regañarme tan francamente. Necesito esa dosis de Sanguito en mi vida de nuevo.

Ella soltó una suave risita con sus palabras, asintiendo con un gesto para darle a entender que estaba de acuerdo con su idea, porque ella se sentía del mismo modo y sabía que era momento de dejar de luchar contra esa necesidad de tenerse el uno al otro y aceptar que no les hacía bien estar alejados.

— Bueno, una dosis de Mirokuísmo para mí no estaría nada mal — volvió a reír, sintiéndose más liviana al haber aclarado esa situación.

— Hay bastante de eso para ti — también sonrió, eso era un respiro para su alma.

— Me alegra. Entonces, supongo que debemos ponernos al día, ¿no? Llevamos algunas semanas sin hablar mucho…

— Es verdad, y aunque pareciera poco tiempo, no es así. He tenido mucho ajetreo este tiempo — comentó, soltando un suspiro —. Por lo menos cuento con el apoyo de mis compañeros de trabajo, si no fuera por ellos, de seguro el Estudio se iría a pique en cualquier momento.

— Es bueno saber que confían en ti, porque si no fuera así no te ayudarían.

— No fue algo fácil, pero creo que ya se dieron cuenta de cómo trabajo y que sólo quiero lo mejor para todos. Además, supe escuchar los consejos que me dieron. Shima me hizo ver que no podía mostrarme siempre tan distante y que no necesitaba la ayuda de nadie, porque sólo formaba una barrera que no me hubiese ayudado en nada.

Sango no pudo evitar tensar un poco sus músculos ante la mención de la muchacha, algo que Miroku notó sin dificultad.

— Tu secretaria, ¿verdad? Se nota que se preocupa por ti, debe tenerte mucho cariño — pese a su reacción inicial, le regaló una sonrisa tranquila a su amigo, demostrando que no le molestaba el hecho.

— Sí, me ha ayudado mucho todo este tiempo, le estoy muy agradecido. Si no fuera por ella, de seguro mi vida sería mucho más caótica de lo que es — aceptó el gesto de su amiga, porque sabía que era inevitable que la presencia de una muchacha en su vida le causara algo de ansiedad a Sango, pero también era consciente de que ambos debían aprender a vivir con eso.

— Me alegro de que sea así. De seguro es una buena persona…

— Bueno, es muy amable y considerada. Suele preocuparse hasta de los detalles más pequeños para que todo esté lo mejor posible, incluso fuera del trabajo.

— Oh, es bueno saber que alguien también te cuida en lo personal allá — Sango hizo la observación con cierto alivio, algo que extrañó al ojiazul —. Me preocupaba que estuvieses demasiado solo, porque la distancia no nos permite poder estar contigo si lo llegas a necesitar.

— Está bien, ya sabes que no estoy solo. Aunque me tranquiliza saber que no te molesta eso…

— ¿Molestarme porque alguien cuida de ti? Claro que no… quizá en un momento me puse celosa, pero eso ya pasó. Además, ¿qué es eso de que te tranquiliza que no me moleste? ¿Acaso… te gusta? — Se atrevió a tocar el tema, porque se dio cuenta que él quería hacerlo, pero no encontraba el valor.

— Y-Yo… creo que sí… — Agachó la mirada, admitirlo con Sango aún era difícil, porque ella conocía sus sentimientos. — Puede que tengamos algo…

— ¿En serio? — Sonrió, mostrándose animada con la idea, a pesar del vacío que eso causó en su pecho. — ¡Eso es maravilloso! Ahora siento curiosidad… me gustaría conocerla. Aún puedo sentirme reacia a confiarle a mi mejor amigo a alguien que no conozco para nada.

— ¿De verdad crees que es maravilloso? — A él le extrañó la reacción de la muchacha. — Quiero decir, creí que tú… que nosotros…

— Miroku, sé que nuestros sentimientos no han cambiado, puedo sentirlo cada vez que te miro a los ojos. Sin embargo, hemos tomado caminos separados, y no quiero que eso te traiga soledad y tristeza. Por el contrario, deseo que seas feliz y saber que hay alguien que te cuida y por quien comienzas a sentir algo, me alegra. Estoy feliz por ti, y quiero que seas capaz de disfrutar esto sin miedos ni dudas.

Él sonrió, sintiendo la sinceridad y calidez en las palabras de Sango, porque ahora sabía que contaba con su apoyo y que ella jamás le reprocharía intentar avanzar.

— Gracias, Sanguito. No te imaginas cuánto necesitaba esto…

— No agradezcas, tontito. Sólo sigue adelante, ¿de acuerdo?

— De acuerdo.

Ambos se sintieron más livianos después de haber aclarado esa situación, porque ya no existirían las culpas ni remordimientos, de ahora en adelante sólo tendrían la confianza en su amistad y la certeza de que podían contar con el otro, sin importar las circunstancias.


¡Tan-tán! Hemos llegado a la revelación. Esto sigue siendo un camino duro, y supongo que aún queda mucho por recorrer, pero debemos tener paciencia. El tiempo irá diciendo y mostrando qué es lo que ocurrirá luego. Aunque debo admitir que me pongo nerviosa de pensarlo xd

Por ahora, me despediré sin mucho más que decir porque mis ojitos se cierran y mañana tengo turno. Espero disfruten esta actualización y aprovecho de dar mis más grandes agradecimientos a Loops y a Nuez, sin ellas y sus maravillosas palabras, esta historia carecería de sentido.

Bien, nos leemos espero que pronto. Les envío un abrazo gigante (L)

Yumi~ la somnolienta que mañana trabaja por lo que se va a los brazos de Morfeo.