DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
XIX
— Nuevo ciclo —
—"Este pecho está dibujando un sueño, voy a superarlo.
Un momento distante, mi corazón dibuja un sueño.
Creo que, si algún día indudablemente se cumpliera, sería genial.
Podrías estar ahí con esa sonrisa.
¡Vamos! Extiendo mi mano, ahora lo sé.
Mi corazón no se unirá a nadie más.
Ese día cuando posaste tu mirada en mí, fui atrapado por ella,
en este frío mundo."—
—MY HEART DRAWS A DREAM – L'arc~en~Ciel—
La pantalla de su computadora brillaba, mostrándole la información que nuevamente estaba leyendo, verificando los datos en tanto una sonrisa cruzaba sus labios, una idea bastante clara ya en su mente. Dirigió ahora su vista hacia la carpeta que tenía frente a él, la última página del informe mostrando los resultados del estudio de mercado que Shishinki le había pedido hacía algunos meses. Releyó las palabras, las recomendaciones para abrir un nuevo estudio incluían a la prefectura de Kyōto como una de las más rentables, dada su gran población, además de que la ciudad homónima era una de las más importantes después de Tōkyō. Eso era bastante conveniente a su parecer, porque además acababa de recibir una invitación para unirse al cuerpo académico de la Escuela de Leyes de la Universidad de Kyōto, como catedrático en una de sus asignaturas. La propuesta había logrado motivarlo, porque si bien nunca había pensado en ser docente, el guiar a otros abogados para intentar, de alguna forma, cambiar el sistema bajo el que se encontraba actualmente su profesión era una idea bastante tentadora. Y si podía utilizar la oportunidad de abrir un estudio de la firma en la ciudad para trasladarse definitivamente allí, era perfecto.
Apagó la computadora y guardó sus documentos en el maletín que siempre llevaba consigo, ordenando la oficina antes de salir y dirigirse directo al escritorio de Shima, quien también estaba guardando sus cosas, el horario laboral había finalizado y era hora de abandonar el edificio.
— ¿Necesitas ayuda? — Preguntó, sonriéndole con tranquilidad mientras observaba la labor de su novia.
— No, muchas gracias. Ya terminé — le devolvió la sonrisa, cerrando su bolso antes de acercarse a él para salir juntos.
— Bien, porque hoy tengo preparado algo especial — informó, causando sorpresa y ansiedad en la mirada castaña.
— ¿Especial? — Dudó, hasta lo que ella sabía, no era ninguna fecha importante, por lo que no pudo adivinar el motivo. — ¿Ocurrió algo?
— Sí, pero ya te lo contaré, cuando estemos en mi departamento.
— De acuerdo.
Se subieron al vehículo del ojiazul y emprendieron el camino a casa, charlando con calma sobre la jornada de ese día, que en realidad había sido otro día más en la oficina. Pronto llegaron al complejo de departamentos donde vivía Miroku y subieron hasta el suyo, en donde él preparó la cena – que había dejado avanzada el día anterior – y luego se dispusieron a comer, compartiendo una agradable charla hasta que el abogado decidió que era momento de compartir su idea con su compañera. Guardó silencio un par de segundos, tomándole la mano y escogiendo las palabras con cuidado, porque la propuesta era delicada.
— Shima, llevamos ya un tiempo juntos y realmente eres alguien especial para mí. No creí que podría volver a construir una relación así con alguien, pero tú te encargaste de demostrarme que podía hacerlo — el agradecimiento en sus ojos conmovió a la muchacha, porque el sentimiento era sincero.
— Bueno, debo admitir que no fue fácil sacarte de esa burbuja, pero en el fondo tú me permitiste acercarme. Así que no sólo es gracias a mí — le recordó, porque ella sabía que no podría haberlo hecho si él hubiese seguido intentando mantenerse indiferente.
— Es cierto, pero lo hice porque me brindaste la confianza que necesitaba. La verdad, agradezco haberte conocido y todo lo que eso ha significado para mí. Por lo mismo, quería proponerte que nos fuéramos a vivir juntos a Kyōto.
Shima abrió de par en par los ojos, procesando las palabras. Irse a vivir juntos era un gran paso, y si bien no era algo que le desagradara porque se proyectaba con Miroku, no lo había visto como algo tan cercano, y menos con la opción de que fuese en una ciudad tan lejana.
— ¿K-Kyōto? Pero el estudio…
— ¿Recuerdas el estudio de mercado que Shishinki solicitó hace un tiempo? Estuvimos analizándolo con los socios, y creemos que la mejor opción para abrir otro estudio es Kyōto. Y dada la confianza que tiene en mí, él mismo me ofreció la oportunidad de estar a cargo. Me dijo que podía formar un equipo a mi gusto, y obviamente pensé en incluirte — su mirada brilló con entusiasmo, claramente la idea lo ilusionaba —. Además, me invitaron a formar parte del cuerpo académico de la Escuela de Leyes de la Universidad de Kyōto, así que sería un plus bastante bueno. Ambas son muy buenas oportunidades, y me gustaría tener tu compañía para tomarlas.
Ella sonrió levemente, guardando silencio unos segundos mientras analizaba toda la información. Sabía que ésa era una gran oportunidad para su novio y probablemente no volvería a tener una así en mucho tiempo, pero también era consciente de que no le iba mal en Sapporo, a pesar de que ella aún no se acostumbraba a sus periodos de ausencia por los casos que tomaba en la Fiscalía de Tōkyō. Sin embargo, una cosa era que él viajara seguido por algunos días a la capital, otra muy distinta era irse a vivir a otra ciudad.
— Me alegra mucho que Shishinki confíe plenamente en ti para ofrecerte el puesto, y también me hace feliz que te consideren para ser un académico de la Universidad de Kyōto, porque tiene un alto prestigio y eso significa que tu nombre ya es reconocido de forma positiva — fue sincera, el éxito de Miroku era algo que ella también disfrutaba, porque le gustaba ver que su esfuerzo daba frutos —. Sin embargo, Kyōto está casi al otro lado del país… es muy lejos. Debo pensarlo bien antes de darte una respuesta, porque significaría un gran cambio para mí.
— Entiendo — él sabía que no era algo tan sencillo para ella, porque tenía toda su vida en Sapporo —. Entonces, estaré esperando tu respuesta para hablar con Shishinki y darle mi decisión. Muchas gracias por tu sinceridad.
— No es nada, Miroku. Gracias a ti por considerarme en algo tan importante.
Ambos se sonrieron con cariño, porque ese era un sentimiento compartido y que había crecido con el tiempo, al igual que la confianza que se tenían, lo que les permitía ser lo más sinceros que podían con el otro, y eran consciente de que eso no era algo con lo que todos pudiesen contar.
Terminó de amarrarse el pelo en el moño ajustado que debía llevar junto con su uniforme – una tarea que seguía haciéndosele difícil realizar por ella misma, porque no tenía tanta destreza peinándose – y se miró en el espejo, sonriendo ante la imagen de la oficial que le devolvía la mirada segura en el reflejo. Se acomodó la gorra de su vestimenta y se dirigió a la sala para despedirse de sus pequeñas, que jugaban mientras su abuela las cuidaba. Luego de dejarles a cada una un beso en la frente, salió de la casa para esperar a su compañero, quien pasaba por ella todos los días puntualmente. Una vez en el vehículo, charló con el muchacho cosas triviales, a pesar de que se conocían ya por algún tiempo, a él parecía intimidarle un poco su presencia, aunque por lo menos ya había dejado de usar los honoríficos y seguía temas de conversación más casuales en lugar de sólo hablar sobre el trabajo, algo que ella agradecía porque comenzaba a sentirse más en confianza con él.
Llegaron a la estación y comenzaron la jornada, ella nuevamente había sido asignada a la unidad de Tránsito, pero lo entendía ya que había retomado sus labores apenas hacía algunos meses y era un departamento de policía totalmente nuevo, debía comenzar desde el principio. No le molestaba tampoco, porque su superior había tenido una conversación aclaratoria con ella antes de su incorporación, explicándole que, si bien él sabía que ella era la esposa del jefe en el departamento de Tōkyō, eso no le daría un trato especial ahí y debería ganarse su puesto tal como lo haría cualquier oficial. Sango no pudo estar más feliz y conforme con eso, pues no quería tratos preferenciales de ningún tipo. Por lo que debía esforzarse en demostrar sus capacidades y ganarse su reputación a costa de su propio esfuerzo.
El día transcurrió rápidamente y el final de la jornada los sorprendió en medio de una fiscalización de permisos de circulación, que debieron dejar a medias para ir a descansar. Volvieron a la estación y ella se duchó rápidamente antes de vestirse su ropa de civil, mirando la hora un tanto nerviosa cuando finalmente estuvo lista. A los pocos minutos, su móvil comenzó a sonar sin sorprenderla, porque estaba esperando esa llamada, como cada viernes.
— Estoy afuera — fue el mensaje escuchado, también algo que esperaba.
— De acuerdo, salgo enseguida.
Cortó y tomó sus cosas para salir del edificio y dirigirse al vehículo de su esposo, quien pasaba directo desde el aeropuerto en Osaka a la estación a buscarla cada viernes desde que ella volviera a trabajar. Se subió y lo saludó con una sonrisa, él le devolvió el gesto y comenzaron el recorrido, con la plática centrada principalmente en todos los preparativos que estaba realizando Kuranosuke en Tōkyō debido a las fechas próximas, algunas modificaciones en las distintas unidades del departamento y otros temas administrativos que ella prefería ignorar porque en realidad nunca le habían interesado mucho. Miraba por la ventana el atardecer mientras asentía a los comentarios de su compañero, no muy atenta a sus palabras de hecho.
— Por cierto, autoricé las vacaciones de Taishō para las fiestas. Hablaré ahora con mis padres para que dejemos listo cómo nos organizaremos durante la visita de tus amigos para Año Nuevo.
Esta vez las palabras captaron toda su atención, causando que lo mirara fijamente unos segundos antes de decidirse a seguir el tema que él había comenzado.
— Entonces, ¿no habrá problema en que vengan? Creí que este año también harían algo familiar… — Murmuró con cuidado, porque el tema de las festividades seguía siendo una fibra sensible para su esposo.
— Bueno, durante nuestra última conversación al respecto, dijiste que ellos eran tu segunda familia — respondió con calma —. No creas que no escucho lo que me dices, Sango. Además, el año pasado no pudiste celebrar con ellos… sería injusto negarte la oportunidad nuevamente.
Sintió un alivio enorme al escuchar las palabras de su esposo, que él comprendiera lo importante que era eso para ella de verdad era reconfortante. Sonrió, eso la alegraba mucho.
— Gracias. Tendré que avisarles entonces para que podamos ponernos de acuerdo… tendrán que ver sus pasajes con anticipación y… No hay problema en que se queden en casa otra vez, ¿verdad?
— Claro que no, es tu casa. No te preocupes por eso, hablaré con mi madre al respecto para que lo tenga presente — aseguró el castaño, con esa sonrisa segura cruzando su rostro.
— Espero entienda… Si bien la vez pasada no le dijo nada a los muchachos, sí me hizo sentir incómoda a mí.
— Deberías tratar de ignorarla. Está molesta porque finalmente no estuve de acuerdo con su idea de que te retiraras — Kuranosuke frunció levemente las cejas, esa situación aún parecía irritarlo un poco —. Espero no siga con la idea, con eso de que el Año Nuevo es la fecha ideal para cerrar etapas y comenzar ciclos nuevos…
Sango también frunció un poco el ceño ahora, consciente de que Kuranosuke tenía razón y de seguro su madre pronto volvería a dar el mismo discurso. Hacía ya un año que se había mudado a Kyōto, su post natal había concluido y había vuelto a ejercer, en contra de los deseos de la señora Takeda mayor. El sermón de cómo debía comportarse una esposa dedicada y de la imagen que debía dar una Takeda – porque ella ahora era representante del apellido – había sido repetido en varias ocasiones, y no sólo a ella, sino a su esposo y a su padre también. Para su sorpresa, le fue grato darse cuenta de que ninguno de los dos estaba de acuerdo con su suegra y ambos apoyaron que ella volviera a vestir su uniforme cuando lo considerara necesario. Pero sabía que la mujer era obstinada y le demostraba constantemente su desacuerdo.
— Este es mi nuevo ciclo. El año pasado, fue el cambio de casa, ahora es mi trabajo…
— Lo sé, y te apoyo. En algún momento, quise controlarte porque me daba miedo no saber qué harías, o qué podía esperar… ese miedo me había cegado y dejé de ver lo que te hace diferente a las demás, lo que me hizo querer estar contigo. Esa esencia tenaz, decidida e independiente es lo más atractivo que tienes, Sango, y me lo dejaste claro hace un tiempo: no vas a cambiar. Por lo mismo, quiero seguir acompañándote para que cumplas tus metas y sigas brillando de esa forma.
La oficial se sonrojó, hacía bastante tiempo que su esposo no le dedicaba palabras así, de hecho las últimas conversaciones que habían tenido en el escaso tiempo que compartían, se limitaban a resolver problemas domésticos y contar anécdotas de las gemelas, por lo que ese cambio era algo agradable.
— Muchas gracias, Kuranosuke. No sabes lo mucho que me alegra escucharte.
— No es nada, Sango.
El automóvil se detuvo en su destino, momento en el que dieron por finalizada la plática, sin poder ocultar la tranquilidad que sentían después de haber reconectado con el otro, de alguna manera.
La reunión estaba siendo mucho más productiva y larga que otros días, puesto que Miroku quería que el estudio siguiera creciendo, incluso si él ya no estaba a cargo en el futuro. Shima lo observaba con una sonrisa, atenta a cada palabra que él decía para dejar el acta lo más detallada posible, hasta que tocó el tema de su ausencia durante las celebraciones de fin de año, recordando que estaría de vacaciones por un par de semanas por lo que era indispensable que todos tuviesen claro qué papel desempeñaría cada uno durante ese tiempo.
La junta siguió su curso, aunque los pensamientos de la secretaria también lo hicieron, tomando en cuenta ahora algunos puntos que no había considerado antes al pensar en la propuesta de su novio. La jornada progresó sin pausa, aunque la mente de la muchacha siguió analizando la situación, incluso durante el camino hasta el departamento del abogado, quien notó el cambio e intentó saber qué ocurría sin éxito. Llegaron a su destino, momento en el que el ojiazul recibió una llamada de Kagome, con quien charló un rato, principalmente sobre el viaje que realizarían a la casa de Sango, lo que sólo avivó la preocupación de Shima.
Al finalizar la llamada, ambos se dispusieron a cenar, hasta que ella decidió tocar el tema que había rondado su cabeza todo el fin de semana, y más aún durante el día. Tomó su mano, sonriéndole antes de comenzar a hablar.
— Miroku, estuve pensando en tu propuesta y tengo la respuesta.
Él la observó atento y un poco nervioso, porque esa decisión podía significar mucho. Mantuvo su vista fija en ella, intentando controlar las ansias.
— ¿Y cuál es, Shima?
— Yo… no iré a Kyōto. Aquí tengo a mi familia, mis amigos… no podría abandonarlos, lo siento — se disculpó, acariciándole la mano al ver la desilusión en los ojos azules.
— Pero podríamos viajar a visitarlos, durante las vacaciones…
Ella negó con un gesto sutil, no iba a engañarse con eso.
— Tú no tienes nada por lo que volver a Sapporo, Miroku. Tu familia está lejos de Hokkaidō.
Él agachó la mirada, sabía que ella tenía razón y, a pesar de sus intenciones, nada lo motivaba a volver a esa ciudad si se iba. Sonrió con resignación, después de todo era consciente de que existía esa posibilidad.
— Bien, entonces hablaré con Shishinki para que busque a alguien más…
— No me estás entendiendo — Shima interrumpió la idea, llamando la atención del moreno —. Tú debes ir a Kyōto. La oportunidad que tienes ahora no volverá a repetirse, y no sólo hablo del nuevo estudio de la firma.
— P-Pero… nosotros… — Miroku negó con un gesto, no creía ser capaz de mantener una relación a distancia. — No me iré sin ti. No quiero dejarte sola, nuestra relación…
— Nuestra relación terminó, Miroku — sintió el pecho apretado al decirlo, pero era lo mejor para los dos. Pudo ver que la tristeza comenzaba a aparecer en el rostro de su compañero, era evidente que él no comprendía su decisión.
— ¿Qué…? ¿Por qué? Creí que lo nuestro… Lo siento, si te molestó lo de Kyōto, lo entiendo y la próxima vez…
— No, no fue eso… en realidad, quiero que seas feliz. Por favor, no te culpes por esto, soy yo quien está tomando la decisión.
— Si no fue eso, ¿entonces qué pasó? No comprendo…
— Amas a otra persona. Siempre fui consciente de que ella significa mucho para ti, y al principio creí que sólo era por todo lo que habían vivido juntos… Pero me di cuenta de que no es así. Tus sentimientos por Sango no han cambiado, puedo verlo cada vez que tienes noticias suyas, cuando hablas con ella por teléfono, incluso hoy mientras hablabas de tu viaje a su casa…
— Shima… — No supo qué responder, porque ella estaba en lo cierto. — Sango es una mujer casada, tiene dos pequeñas y…
— Y eso no cambia tus sentimientos. Ni los de ella — murmuró, sonriendo levemente —. Aunque intenten negarlo, es evidente que se aman, y está bien. No sé por qué terminaron separados, pero no creo que eso los haga felices. Y quizá esta oportunidad de irte a Kyōto sea una señal.
— Por mucho que quiera, no puedo cambiar las decisiones que tomamos en el pasado, y eso incluye su matrimonio.
— Eso suena a resignación, y el Miroku que yo conozco no baja los brazos ni se rinde, incluso si tiene a todo el mundo en su contra — la muchacha volvió a presionar su mano, logrando que nuevamente sus miradas se encontraran, momento en el que le regaló una sonrisa segura —. Quizá te rendiste antes de tiempo, es posible que aún no hayas encontrado una solución. Pero sé que lo harás.
— ¿De verdad lo crees? Porque hace tiempo que perdí esa batalla…
— Bueno, no conozco todo el panorama, pero InuYasha siempre te ha reclamado lo mismo, ¿no? Además, la extrañas y se nota que la necesitas. Si tienes la posibilidad de, por lo menos, tener esa amistad que ambos añoran, ¿no deberías aprovecharla? Y el resto, supongo que el tiempo lo dirá…
Miroku sonrió, sabía que su acompañante tenía razón y no podía negarlo, ella lo conocía bastante bien como para que ahora intentara mentirle. Negó, volviendo a presionar su mano para que ella lo mirara nuevamente.
— Gracias, pero no puedo hacerlo. ¿Qué hay de ti, de tus sentimientos? Puedo esforzarme, quedarme aquí y…
— No, Miroku. Muchas gracias por preocuparte por mí, pero estaré bien. Te quiero y sé que no puedo hacerte feliz. Por eso, lo mejor es que ambos sigamos nuestro camino — a pesar de las palabras, no pudo evitar que una lágrima abandonara sus ojos, porque de verdad ella se había proyectado con él.
— Está bien, lo comprendo. Por favor, no quiero que creas que te mentí de alguna forma o que pude llegar a usarte, porque jamás fue así. Todo lo que dije era verdad, Shima. Te quiero mucho, eres una gran persona y te mereces lo mejor. Perdóname por no poder dártelo — él también dejó escapar una lágrima, a pesar de todo eso era difícil.
— No hay nada que perdonar, sé que siempre fuiste sincero. No voy a guardar ningún rencor contra ti, o contra Sango, porque ninguno de los dos me hizo daño. Las cosas simplemente pasaron así, y está bien. Sólo espero que de verdad puedan ser felices.
— Y yo deseo lo mismo para ti, Shima.
— Gracias — se limpió el rastro húmedo y luego soltó la mano de su ex —. Creo que será mejor que me vaya.
— ¿Te voy a dejar a casa? Es tarde y…
— No te preocupes, pediré un taxi — le sonrió, sabía que él se preocupaba por ella, pero ahora necesitaba estar sola —. Adiós, Miroku.
— Adiós, Shima.
Se marchó, dejando al ojiazul con varios sentimientos encontrados en su interior. Agradecía la sinceridad de su secretaria, en especial porque ella le había mostrado que realmente podía seguir adelante con alguien diferente a Sango, pero tenía razón y el sentimiento nunca iba a desaparecer. Y él no quería herirla, y si Shima estaba tomando esa decisión ahora, quizá era para evitar sufrir por su causa en el futuro y él lo respetaba. Después de todo, podía ser que todo eso realmente era una señal y no debería ignorarla, aún si no sabía cómo actuar después o qué decisiones tomar, tal como la muchacha le había dicho, el tiempo diría lo demás.
Volteó el letrero de la entrada hacia el lado de "¡Lo sentimos! Hemos cerrado" y soltó un suspiro de cansancio, había sido un día bastante ajetreado considerando el aumento de clientela debido a la cercanía de las fiestas de fin de año y el gran número de turistas que eso significaba. Se dispuso a limpiar el escaparate de pasteles y a ordenar el local, tarea que realizó por algunos minutos hasta que fue interrumpida por un par de golpes en la mampara de vidrio que daba ingreso a su local. Con extrañeza, se asomó para ver quién era, sorprendiéndose de encontrarse con Miroku al otro lado, esperando que ella le abriera. Se apresuró en hacerlo pasar, porque estaba lloviendo y al parecer, su amigo no había llevado un paraguas consigo.
— Cielos, Miroku, te va a dar una neumonía si no te cuidas — lo regañó, ayudándolo a quitarse el abrigo empapado y haciéndole un gesto para que se sentara en tanto ella calentaba agua para servirle un té —. Pensé que llegabas la próxima semana… ¿Y Shima, no venía contigo o llegará después?
— Disculpa aparecer así como así, decidí adelantar mi viaje para ver unos asuntos con Shishinki y Sesshōmaru antes de nuestra visita a Sango. Y Shima no vendrá — respondió, sonriendo con algo de melancolía, sabía que su amiga preguntaría por ella, después de todo se llevaban bastante bien.
— Oh, comprendo… ¿le ocurrió algo?
— No, no es eso… — Negó con un gesto, un poco abatido. — Ella terminó conmigo.
Kagome abrió la boca, incrédula. Hasta donde ella sabía, ellos estaban bien, por lo que no encontraba una razón para el quiebre.
— ¿D-De verdad? ¿Tuvieron algún problema…?
— No en realidad. Es sólo… es un poco complicado.
— Bueno, tengo tiempo hasta que llegue InuYasha, así que puedes contarme la historia completa — propuso, sirviéndole el té y sentándose frente a él con curiosidad y preocupación.
— Bien… hace un tiempo, Shishinki me pidió que hiciera un estudio de mercado para determinar si era conveniente abrir otro Estudio y dónde, y uno de los lugares que figuraba como mejor opción es Kyōto, por lo que él decidió tomar el riesgo para hacerlo. Además, a mí me ofrecieron ser académico en la Universidad de Kyōto, lo que sabes que es una gran oportunidad — explicó primero el contexto, para que Kagome conociera las circunstancias.
— Es cierto, es una muy buena universidad. Entonces, ¿aceptaste?
— Le propuse a Shima que nos fuéramos juntos a Kyōto, Shishinki me había ofrecido hacerme cargo del nuevo estudio, incluso podía formar un equipo a mi gusto. Pero ella me dijo que no — no pudo evitar emocionarse al recordar la conversación y los sentimientos expresados, porque era un hecho que calaba profundo en él.
— Entonces, decidiste irte solo…
— No es tan simple. Me dio sus razones y las entendí, después de todo su vida y seres queridos están en Sapporo. Le dije que entonces rechazaría la propuesta de hacerme cargo de un nuevo estudio y me quedaría, pero ella no quiso. Me dijo que yo debía irme a Kyōto, porque era una gran oportunidad, no sólo por lo de la firma. Le dije que no quería irme sin ella, en realidad no me siento capaz de tener una relación a distancia, y ahí fue cuando me dijo que lo nuestro había terminado — admitió, sonriendo de medio lado.
— Espera… ¿fue sólo para que pudieras aceptar el trabajo en Kyōto?
— En realidad, esa no fue la razón. Luego se explicó mejor y, bueno… en resumen, dijo que era lo mejor para los dos, porque ella sabía que yo aún amo a Sango y que esta puede ser una señal, quizá una oportunidad…
Kagome se sintió aún más confundida con eso, porque sabía que su amigo no iba a ir tras la castaña aún si ya no tenía novia, porque ella estaba casada y ese era un hecho innegable. Se quedó viendo a Miroku mientras analizaba la situación, todo le parecía demasiado ilógico.
— Déjame ver si entendí… ella terminó contigo porque aún amas a Sango, y te dijo que debías aceptar irte a Kyōto porque podía ser la oportunidad de recuperarla… incluso sabiendo que tiene esposo e hijas, ¿o lo olvidó? — La muchacha parecía más confundida aún, porque no comprendía del todo la decisión de la secretaria.
— Sí, lo sabe. Te dije que era complicado… pero más que nada, quiere que sea feliz, y sabe que con ella no lo seré. Y no guarda rencor, sólo siente que es lo mejor para todos.
— Creo que estoy entendiendo mejor — la azabache soltó un suspiro, sabía que la situación no era sencilla —. Pobre Shima, debe estar muy triste…
— La verdad, estaba tranquila. Hablamos antes de que me viniera, me dijo que se sentía con un peso menos, porque ambos fuimos sinceros y eso la alivió mucho. Por lo menos tiene claro que nunca la usé para olvidar a Sango, sino que lo que tuvimos fue sincero y real.
— Me alegra que ninguno de los dos haya salido herido — sonrió, porque a pesar de todo, eso podía ser algo bueno —. ¿Y qué harás, entonces?
— Acepté la propuesta de la Universidad, y también la de Shishinki. Ahora, aprovecharé de ver dónde vivir estos días, para tener algo claro cuando llegue el momento de irme — reveló sus planes, sintiendo que ese sería el momento de un nuevo comienzo —. Según lo que he estado viendo, es probable que sea ya para marzo, así podría planificar la cátedra de la Universidad y le da tiempo a la firma para tener todo listo antes de iniciar el trabajo del Estudio.
— Me parece bien. ¿Y cómo te sientes al respecto? No te veo tan entusiasmado como deberías…
Miroku negó con un gesto, sabía que su amiga podía leerlo sin dificultad. Bebió un poco de su té antes de continuar, ordenando las ideas antes de expresarlas.
— Estoy nervioso, quizá hasta un poco ansioso. No es precisamente por el Estudio, creo que no tendré problemas en eso… Sin embargo, nunca había pensado en dedicarme a la docencia, por lo que me da algo de pánico no hacerlo bien.
— Estoy segura de que te irá de maravilla. Además, eres alguien joven, seguro logras conectar más con los estudiantes… pero creo que no es lo único que te preocupa, ¿verdad?
— Es cierto — rió suavemente, no iba a poder mentirle a Kagome —. También me siento un tanto temeroso con todo lo que implica vivir en Kyōto. Ya sabes a lo que me refiero…
— Bueno, yo creo que será algo bueno, tanto para ti como para Sango. Ella está muy sola, sólo tiene a las gemelas y es probable que no esté bien. Me ha comentado que Kuranosuke ni siquiera puede ir todos los fines de semana, pero que tampoco se siente del todo acompañada cuando lo hace. Por lo menos sí la apoya para que su suegra no siga incomodándola, pero de todas formas…
— Bueno, Kohaku no puede acompañarla siempre y su padre prefiere mantenerse alejado para no causar más problemas — él también era consiente de que su amiga no estaba pasándola de maravilla, precisamente.
— Así es, entonces si vives allá, podrás hacerle compañía. Ya no estará sola, podrá contar contigo. Apuesto a que la noticia la pondrá muy feliz.
— Eso espero, porque en realidad también es una razón importante por la que acepté el cambio — admitió finalmente, para él esa era una prioridad —. Quiero poder acompañarla para que no siga sintiéndose así. No es un sentimiento grato.
Kagome sonrió aún más alegre, porque finalmente podrían hacer algo concreto para que su amiga no estuviese tan alejada, y eso era un alivio para todos. Y bueno, si algo más podía salir de eso, ya sería decisión de sus amigos. Ahora lo que realmente importaba era que ese podía ser el inicio de una etapa realmente positiva para ellos.
Kohaku soltaba carcajadas al ver a sus sobrinas balbucear torpemente, intentando decir su nombre sin llegar más allá de la "K" y luego una "u" bien marcada, y a pesar de no poder lograrlo, que él respondiera a sus muecas a ellas las hacía felices, mientras se arrastraban y gateaban jugando en la alfombra acolchada en la que se encontraban. Sango también reía, esas tardes junto a su hermano eran un respiro en su rutinaria estadía en su casa.
— Están muy grandes, seguro pronto comienzan a caminar — comentó él, viendo a Mao intentar ponerse de pie sin apoyo, algo que no logró, pero tampoco pudo desanimarla.
— Bueno, ya se levantan con ayuda y pueden quedarse de pie afirmadas, así que es probable que dentro de poco se animen a hacerlo — ella apoyó la observación, algo que la emocionaba porque sus pequeñas crecían más rápido de lo que hubiera imaginado.
— Es cierto — se quedó observándolas con cariño, notando como cada una se aferraba al peluche de tigre que tenían desde su nacimiento, sonriendo mientras ellas seguían en lo suyo —. Se ve que han sido cuidadas con amor.
— Hacemos lo que se puede — murmuró, también observándolas con atención, viendo esta vez como ambas se quedaban quietas, contemplando un punto fijo por unos segundos, la expresión analítica que cruzó sus ojos por una fracción de segundo no se le escapó, ella había visto anteriormente ese gesto en alguien más, y no sólo una vez.
— Lo sé, te has esforzado mucho para que sean felices — Kohaku siguió la plática, interrumpiendo los pensamientos de su hermana, aunque ella no respondió de inmediato. Tras un par de minutos de silencio, sonrió al recordar que quería compartir con ella la decisión que había tomado hacía algunos días —. Antes que lo olvide, quería decirte que estudiaré Derecho.
— ¿Derecho? ¿Serás abogado? — Sango sabía que Kohaku no había sentido ese llamado de ser oficial de policía como ella o su padre, y si bien deseaba que él cumpliera sus sueños, sintió un escalofrío al pensar en todo lo que había significado para ella que un ser querido se dedicara a esa profesión.
— Sí, me gustaría… Estuve pensándolo mucho, incluso pedí la opinión de Miroku. Mis pruebas vocacionales y de aptitudes siempre han mostrado una inclinación hacia la defensa de la ley y facilidad con las humanidades, pero en realidad no me atrae la Fuerza de Policía…
— Sí, y quiero que estudies algo que te haga feliz. Es sólo que…
— Lo entiendo, sé que no tienes buenas experiencias con la profesión, pero descuida… procuraré que no ocurra nada parecido — le sonrió con confianza y determinación, logrando que ella se sintiera mucho más tranquila.
— Está bien, sabes que te apoyo y que si necesitas algo… — También sonrió, sólo quería lo mejor para su hermano.
— Muchas gracias. Ni te imaginas la cara que puso papá cuando le dije que no aplicaría para la academia de Policía, y que aún tenía que pensar lo que haré. Aún no lo había decidido, y pensé en comentártelo primero a ti… me gustaría que estuvieses conmigo cuando le diga mi decisión.
— Por supuesto, sólo debemos coordinarnos… podríamos ir mañana a cenar, y aprovechamos la ocasión. Debes decirle pronto, recuerda que hay plazo para realizar el depósito del derecho a rendir el examen de admisión y…
— Oh, sí, me parece una gran idea, aunque ya he ahorrado algo de dinero para pagarlo — se entusiasmó, porque mientras antes le diera la noticia a su padre, antes podría dejar de ocultarse para estudiar, aunque de pronto recordó algo y frunció el ceño, confundido —. Pero, hermana, ¿Qué no llegaban hoy tus amigos?
Ella no tuvo tiempo de responder cuando el timbre anunció la llegada de visitas. Se apresuró en ponerse de pie para ir a recibirlos, encargándole momentáneamente el cuidado de sus hijas a Kohaku, en tanto las pequeñas seguían con la mirada curiosa los movimientos de su madre. En unos cuantos minutos, la sala fue inundada con voces alegres, saludos enérgicos y curiosas preguntas sobre las gemelas y sus logros, las novedades de cada uno y hasta las calificaciones escolares de Kohaku. Una vez que el caos inicial se calmó un poco, todos se sentaron para platicar más tranquilos.
— Me alegra que hayan llegado bien — Sango les sonrió, su presencia la hacía feliz —. ¿No tuvieron problemas con la locomoción?
— No en realidad, Miroku alquiló un vehículo para que no nos volviéramos a perder como la vez pasada — Kagome sonrió, acto que imitaron los demás al recordar que, en la anterior visita, estuvieron un par de horas perdidos.
— Me parece fantástico — la castaña apoyó la decisión, era lo mejor después de todo —. Por cierto, pensé que Shima también vendría… ¿tuvo algún problema?
Las miradas de Kagome e InuYasha se fijaron de inmediato en Miroku, quien sabía que la pregunta iba a llegar más temprano que tarde, pero no le incomodaba tener que decirle la verdad a Sango, después de todo, aún debía contarle de su futuro traslado a Kyōto.
— No, ella está bien… Pero terminamos hace algunos días, un poco antes de que viajara a Tōkyō, en realidad — reveló, sonriendo levemente ante la mirada preocupada de su amiga.
— Oh, lamento escuchar eso… ¿estás bien? — Preguntó con preocupación, porque sabía que él le tenía mucho cariño a la muchacha y algo en su mirada le dijo que la situación le había afectado.
— Sí, tranquila. No fue una pelea, más que eso fue una decisión. Lo que pasa es que me mudaré a Kyōto por trabajo y bueno… ninguno de los dos quiso una relación a distancia — decidió no decirle la verdad por completo, porque sabía que su amiga no necesitaba más carga innecesaria sobre sus hombros y si sabía la verdadera razón, iba a sentirse un tanto culpable.
— E-Espera… ¿te mudarás aquí? — La sorpresa de Sango fue evidente, era demasiado para procesar en poco tiempo. — No me lo habías dicho…
— Lo siento, quería contártelo en persona. Además, es algo reciente y aún faltan un par de meses para que ocurra — aclaró, buscando la mirada de Sango para saber cómo se sentía al respecto.
— Está bien… perdón, es sólo que… vivirás aquí — finalmente, una sonrisa llena de emoción y felicidad se apoderó del rostro de la castaña, demostrando lo que esa noticia le causaba —. No quiero que lo malinterpretes, lamento lo que ocurrió con Shima, pero tenerte cerca es algo que me alegra mucho…
— Lo sé, y no te disculpes, con Shima estamos bien, así que no debieses preocuparte por nosotros. Además, vinimos a compartir contigo y las pequeñas, y eso es lo que deberíamos hacer — Miroku dio por finalizado el tema, no quería darle más vueltas por temor a que Sango pudiera ver la verdad entre líneas.
— Tienes razón. ¿Tienen hambre? Iré a buscar algo para comer — Sango aceptó las palabras del abogado, poniéndose de pie para atender a sus amigos.
— Keh, por fin… muero de hambre.
— InuYasha, no seas maleducado — Kagome lo regañó antes de también ponerse de pie y acompañar a su amiga —. Voy contigo, seguro vas a necesitar ayuda.
— Muchas gracias.
Ambas abandonaron la sala, mientras los demás jugaban con las gemelas, quienes parecían un tanto indecisas sobre a quien prestarle más atención e iban de un lado para otro buscando jugar con los recién llegados. Kohaku sonreía con tranquilidad, porque sabía que, si Miroku se iba a vivir a Kyōto, su hermana iba a estar mucho mejor de lo que había estado el último año, y eso no sólo sería bueno para ella, sino para sus sobrinas también.
Observaron el barrio con atención, algunos niños jugaban en un parque que estaba a algunos metros de ellos, mientras los adultos a cargo cuidaban de ellos sentados en las bancas cercanas; las construcciones eran casas de medianas dimensiones, con un diseño basado en el tradicional, pero se notaba que tenían implementos más modernos para facilitar la vida de los residentes. Miroku miró el folleto que tenía en su mano con la información del sector, una de las ventajas era que tenía muy buena accesibilidad y el traslado tanto en locomoción como en vehículo propio era expedito, además de que no era demasiado costoso a pesar de que estaba en un muy buen sector. Sonrió, pensando que era una de las mejores opciones que había visto hasta ahora.
— ¿No sería mejor un departamento? No entiendo para qué quieres tanto espacio… — InuYasha chasqueó la lengua y negó con un gesto, claramente en desacuerdo con esa alternativa.
— Los departamentos que he visto son demasiado pequeños y tienen mala accesibilidad — mencionó, mostrándole la calle y luego, las casas —. Necesito espacio para un estudio, además quisiera tener, aunque sea, una habitación de invitados, por si alguna vez quieren venir y Sango no puede recibirlos…
— Keh, como si no pudiéramos irnos a un hostal…
— Con lo quisquilloso que eres, no creo que duren mucho en uno…
— Patrañas — masculló, cruzándose de brazos.
— De cualquier forma, es mi decisión — dijo seguro, comenzando a caminar ahora en dirección a una de las casas —. ¿No vienes? Seguro nos ofrecen algo para comer, igual que en los lugares anteriores…
InuYasha dejó de rezongar, la comida siempre iba a ser algo que le subiría el ánimo. Acompañó a su amigo al lugar, ignorando por completo los datos, requisitos y documentos que le indicaban al moreno como necesarios para poder acceder a rentar esa propiedad, en tanto se servía los pasteles de durazno que habían dejado frente a ellos junto con el té recién preparado. Al cabo de algunos minutos que se hicieron eternos para el ambarino, abandonaron el lugar y comenzaron a caminar por el parque, porque Miroku quería conocer los alrededores antes de tomar una decisión. De pronto, en medio de su caminata, InuYasha se detuvo para mirarlo fijo a los ojos e interrumpió su análisis sobre lo maravilloso que era ese lugar, incluso para invitar a las gemelas a jugar cuando fuesen más grandes.
— Son tuyas, ¿verdad?
— ¿Eh? — Miroku tardó un par de segundos en poder entender a qué se refería su amigo. — ¿De qué hablas?
— No te hagas el idiota, sabes a qué me refiero. ¿Lo son?
El ojiazul le sostuvo la mirada mientras decidía su respuesta. Podía intentar mentirle a su amigo, seguir resguardando el secreto para proteger a Sango, pero no veía necesidad de hacerlo. InuYasha era su mejor amigo, lo conocía de casi toda la vida y sabía que podía confiar en él. Dibujó una media sonrisa, mostrando algo de resignación en el gesto.
— ¿Qué fue lo que nos delató?
— No lo sé, creo que todo. Tu actitud aquel día en el hospital, la sonrisa estúpida que pones cada vez que Sango te envía algo de ellas, lo pendiente que estás de todo… y que ella te mantenga al tanto… — Frunció las cejas, en realidad era bastante obvio desde el principio. — Eres demasiado evidente, ahora te preocupas por vivir en un lugar en donde puedan venir ellas a jugar…
— Vaya… pensé que sabía fingir — soltó una risita, InuYasha tenía razón —. No es algo que sepa con certeza…
— ¿En serio? Porque ambos actúan como si realmente lo supieran. Son buenos manteniendo las apariencias, pero no pueden engañarme, los conozco.
— Lo sé, disculpa que no te lo haya dicho antes, pero comprendes que es algo complicado, ¿verdad?
— Par de imbéciles. Son tan idiotas, que ya ni siquiera quiero golpearlos — comenzó a caminar, demostrando que ya no seguiría con el tema —. Aunque no puedo hacerlo, no quiero quedarme sin padrino de matrimonio.
Sus palabras se tardaron en ser procesadas, porque fue una revelación algo sorpresiva. Miroku abrió la boca antes de alcanzarlo y tomarle el brazo para detenerlo.
— ¿Matrimonio? — Preguntó, aún sin poder creerlo. — ¿Le vas a pedir matrimonio?
— Es la idea — admitió, sonriendo levemente —. Llevo planeándolo un tiempo, quiero hacerlo la noche de Año Nuevo. Pero necesito estar a solas con ella, y sabes que será difícil si estamos con ustedes…
— Vaya… primero, debo felicitarte. Es un gran paso y me siento orgulloso de que hayas decidido darlo. Segundo, no te preocupes por nosotros, me encargaré de darles su tiempo, te lo prometo.
— ¿Seguro que podrás hacerlo? Porque Kagome parece una lapa con esas enanas…
— Sí, no te preocupes por eso. Tengo mis métodos.
InuYasha sonrió y asintió en agradecimiento, porque sabía que podía contar con su amigo, a pesar de lo muy imbécil que fuera a veces. Le apretó el hombro en una señal fraternal, mientras iban al estacionamiento donde habían dejado el vehículo rentado.
— Gracias.
— No es nada.
Decidieron que era mejor volver, ya se estaba haciendo tarde y habían quedado de llegar antes de la cena, porque Kagome prepararía algo especial para todos y nadie quería perdérselo, en especial InuYasha.
Las risas infantiles animaban la sala, mucho más descontroladas de lo que usualmente eran, pero no por eso molestaban a su madre, quien era feliz al ver como las gemelas jugaban con Kagome y a ella con el rostro radiante de alegría luego de haber estado bastante tiempo lejos de las pequeñas. También soltó una risita al ver los intentos de las más pequeñas por imitar los gestos de la azabache, sin lograrlo del todo, pero dando como resultado algunas expresiones muy graciosas.
— Cada día son más inquietas, ¿no crees? — Preguntó Kagome, mirándola de reojo con curiosidad.
— Hum… la verdad, se animan mucho cuando vienes a vernos — Sango le sonrió con cariño, porque sabía que su amiga amaba compartir con ellas —. El resto del tiempo son un poco más tranquilas.
— Oh, pero Kohaku dijo que con él también eran bastante activas — hizo memoria, estaba segura de que ella no era la única causante de alboroto en las pequeñas.
— Sí, es cierto, pero no tanto como contigo o los muchachos. Creo que es porque a él lo ven seguido, en cambio a ustedes no — mencionó, en tanto ayudaba a Mei a ponerse de pie —. No sé si puedan extrañarlos a tan corta edad, pero pareciera que es así.
— La verdad, tampoco lo sé… pero siento que sí lo hacen. Además, puede que tú les transmitas algo de tus sentimientos…
— También es una posibilidad. De todas formas, se nota que disfrutan con ustedes.
La repostera sonrió con cariño, porque si bien ella había viajado en un par de ocasiones durante ese año que llevaba Sango en Kyōto, era evidente que Mao y Mei conectaban casi magnéticamente con InuYasha y Miroku. Solía pensar que podía deberse a que el oficial había sido el compañero de su amiga durante parte de su embarazo y, aún cuando ella había estado encargada de labores más administrativas en la estación, él se había preocupado de siempre estar al pendiente de ella, por lo que probablemente lo conocieran desde antes de nacer; en el caso de Miroku, no tenía que pensar demasiado en una razón específica para que se llevaran tan bien, y de todas formas le parecía adorable que fuese de ese modo.
— Deben sentir que las queremos mucho — comentó, volviendo a hacerle gestos a ambas.
— Seguro lo saben — Sango la apoyó, tomando ahora uno de los juguetes de las gemelas para entretenerlas junto con su amiga, causando risas alegres y enérgicos intentos por seguirles el juego.
— Por cierto, no había querido comentarte nada por teléfono para no preocuparte, pero necesito contarte algo — de pronto, un poco de inquietud atravesó los ojos de Kagome, preocupando de inmediato a su compañera.
— ¿Qué ocurre? Sabes que puedes contarme lo que sea, incluso por teléfono.
— Lo sé, es sólo que… a veces pienso que es sólo mi imaginación o quizá esté un tanto paranoica…
— Bueno, es una opción, pero si no me dices qué es, no puedo ayudarte. ¿Qué pasa?
— Es InuYasha. Ha estado comportándose muy extraño últimamente — Kagome hizo una mueca, demostrando preocupación —. No sé, lo siento un poco… indiferente.
— ¿Indiferente, en qué sentido? — Sango mostró interés de inmediato, porque era bastante inusual que su amiga tuviese problemas de ese tipo con su novio, casi siempre se quejaba de algunos aspectos más inmaduros que cualquier otra cosa.
— Bueno… algo distante. Estuvo llegando más tarde de lo normal algunos días, sin darme ninguna explicación clara. Le pregunté a su madre si sabía algo, pensé que podría ser algún problema familiar, pero ella me dijo que estaba todo bien.
— Igual no es algo que acostumbre a hacer. ¿Y le preguntaste a él?
— Sí, me dijo que estaba imaginando cosas. Pero sé que no es así, incluso he tenido más rosquillas para vender que de costumbre porque no ha ido tanto a la pastelería como solía hacerlo.
— Eso sí es bastante inusual. ¿Y su madre no tenía ninguna sospecha?
— No, dijo que para ella todo estaba normal. ¿Y si pasó algo? Quizá esté aburriéndose de mí y no quiere decirme para no pelear… No creo que tenga un amorío, ¿o sí?
— Oye, calma. Primero, dejemos claro que InuYasha no es de andar ocultando cosas y si algo le molestara, estoy segura de que te lo diría. Segundo, dudo que pueda engañarte, no es el tipo de hombre que tiene una doble vida.
— Eso es cierto. Pero ¿qué puede ser, entonces? No logro imaginar una razón para su cambio…
Sango lo pensó un momento, sabía que su amiga tenía razón y ya era bastante preocupante que su antiguo compañero estuviese algo alejado de su novia, más lo era que evitara el tema e inventara excusas.
— Quizá le haya comentado algo a Miroku, podrías preguntarle a él — sugirió, sabiendo que la confianza entre los dos era inquebrantable.
— ¡Cierto! Pero no quiero parecer paranoica y si me ve hablando con él a solas, sabrá la razón… además, puede que Miroku le diga algo, o que él mismo le haya pedido que no dijera nada…
— Si prefieres, puedo preguntarle yo a Miroku. Dudo que me mienta al respecto, y estoy segura de que no le dirá nada a InuYasha.
— ¿Harías eso por mí? ¡Eres la mejor, Sango! — Kagome la abrazó con entusiasmo y alivio mezclados, feliz de poder contar con su amiga para ese tipo de situaciones.
— No es nada, Kagome. Cuando lo necesites, sabes que estoy aquí.
La azabache asintió antes de volver a jugar con las gemelas y los tigres, que parecían ser sus compañeros de aventuras favoritos. No pasó mucho rato hasta que tuvieron compañía, Kuranosuke llegó poco después, interrumpiendo los juegos.
— Buenas tardes, ¿cómo están? — Preguntó con una sonrisa educada, aunque en sus ojos podía notarse el cansancio.
— Bien, disfrutando la compañía — Sango respondió, poniéndose de pie de inmediato para acercarse a él —. ¿Qué tal tú?
— Un poco agotado, pero bien — acompañó sus palabras con un gesto amable de su cabeza, en tanto su esposa se acercaba a la mesa chadubai para servirle té —. No es necesario, Sango, gracias.
— ¿Seguro? El agua está a la temperatura que te gusta…
— Sí, tranquila. ¿Podemos hablar un momento? Le pediré a mi madre que vea a las niñas por mientras — hizo ademán de salir de la sala para llamar a la mayor, pero se detuvo al ver que Kagome le hacía un gesto a su amiga.
— Yo puedo cuidarlas en tanto ustedes hablan, no tengo problema en hacerlo — se ofreció de inmediato, sonriéndole a Sango.
— No quisiera molestarte con la tarea…
— No es ninguna molestia, por el contrario — interrumpió las palabras del castaño, volteando hacia las gemelas —. Será un placer hacerlo.
— De acuerdo, muchas gracias. ¿Vamos?
Sango asintió, acompañándolo fuera de la sala hasta el estudio que quedaba cerca, un lugar en donde podían hablar sin ser interrumpidos y en privado. Ella estaba confundida, Kuranosuke no solía pedirle hablar algo a solas, menos con tanta urgencia como para dejar a su invitada sola con las niñas. Sus ojos observaron con duda a su esposo, mientras él le pedía que se sentara frente suyo antes de comenzar a hablar.
— ¿Qué pasa, Kuranosuke? No sueles ser tan misterioso — mencionó, mirándolo atentamente.
— Lo siento, no quiero que te preocupes. No es nada grave, en realidad — intentó calmarla, aunque su semblante cansino y algo decaído no lo ayudó para nada.
— No es lo que parece. Y tu cara tampoco dice lo contrario.
— Bueno, han sido días largos y no he descansado bien. Hay demasiado trabajo, ya sabes lo caóticas que son estas fechas y todo lo que eso implica… — Comenzó a explicarse, pasándose la mano por la frente como intentando alejar el agotamiento.
— Sí, lo sé… pero por lo general, son los oficiales en terreno quienes se llevan la peor parte. Los años anteriores, no había sido tanto problema para ti, incluso en el papeleo porque te ayudaba tu secretaria…
— Esta vez no cuento con tanta suerte. Hay algunos oficiales afuera por diversos motivos, por lo que todos nos hemos llevado algo de sobrecarga laboral. Por eso, debo apoyarlos como corresponde, no puedo simplemente desligarme de mis obligaciones y dejarles todo el trabajo a los demás — soltó un suspiro, realmente se notaba cuánto lo estaba afectando ese ritmo.
— Entiendo, eres un gran jefe. Lamento no poder ayudarte de algún modo, si pudiera hacerlo…
— No hay mucho que puedas hacer, pero comprendiéndolo ya es bastante — le sonrió, agradecido de sus palabras —. Por lo mismo, debo ser sincero y disculparme desde ya. No podré pasar la celebración de Año Nuevo con ustedes, debo quedarme en Tōkyō para apoyar a los muchachos en todo lo que necesiten…
Sango también soltó un suspiro, negando sutilmente mientras tomaba la mano de Kuranosuke, ella comprendía que eso era difícil para él.
— Está bien, lo comprendo… sé que no dejarías la estación por su cuenta y es lo que debes hacer.
— Gracias. Intenté poder venir, pero me fue imposible encontrar un modo — su rostro demostró que se había esforzado y eso de seguro lo había agotado aún más —. Espero que el poder compartir con tus amigos y el resto de la familia te haga sentir acompañada.
— No será lo mismo sin ti, pero nos la arreglaremos — le dedicó una sonrisa tranquila, consciente de que su esposo había apoyado la visita de sus amigos para compensar en algo su ausencia —. Ahora deberías descansar. Iré a ver si la cena está lista para que comamos, luego te prepararé el onsen y así vas más relajado a dormir. ¿Qué te parece?
— Es una idea maravillosa. Gracias, Sango.
Ella abandonó la habitación para dirigirse a la cocina, pensando en la situación. Si bien sabía desde el principio lo difícil que sería llevar una relación a distancia, pensó que sería más sencillo por el hecho de no amar a su esposo; sin embargo, seguía sintiéndose sola y aunque su matrimonio en su gran mayoría carecía de romanticismo, por lo menos Kuranosuke podía menguar en algo ese sentimiento de no pertenencia que tenía casi todo el tiempo. Sabía que él se esforzaba, pero cada día era más asfixiante la situación y por lo que veía, no era algo que fuese a cambiar, sino por el contrario.
Sonrió de medio lado al recordar que, por lo menos dentro de algunos meses, Miroku se mudaría a Kyōto y eso significaba que contaría con su compañía de forma más tangible, algo que era un alivio al considerar que las responsabilidades de su esposo precisaban que no estuviese tan presente. Quizá eso fuese un respiro, porque sabía que su amigo se convertiría en un gran apoyo, incluso si ella no se lo pedía, pues había mostrado toda su preocupación desde que ella se fuera de Tōkyō, aún con la distancia. Respiró más tranquila, anhelando que la presencia del ojiazul fuese realmente un alivio en su rutinaria vida.
Los preparativos para la noche de Año Nuevo habían ocupado casi todo su tiempo libre la última semana, puesto que había tenido que preparar la comida para la celebración, confeccionar y colocar el shimekazari – que, por petición de su suegra, tenía numerosos elementos para llamar la fortuna, salud, prosperidad, descendencia numerosa y todos los buenos deseos que pudieran imaginar –y los kadomatsu en la entrada de la casa, y el kagamimochi en el kamidana que había en el salón principal. Por lo menos había podido contar con la compañía de sus amigos y de Kohaku en el proceso – por tradición, en la cocina sólo participaban mujeres –, algo que lo había hecho una actividad alegre y relajante, completamente distinto al año anterior.
Miró la hora con una sonrisa tranquila, acomodando la vestimenta tradicional que llevaban puestas sus pequeñas en tanto Kagome les cantaba una alegre canción infantil para entretenerlas, mientras el bullicio de la espera llegaba al salón sin dificultad.
— ¿Están listas las niñas? Ya falta poco para la medianoche — la voz de su suegra frenó los cantos de la azabache, mientras las gemelas fijaban su vista en ella, sin entender el motivo de la interrupción.
— Sí, ya estamos listas — respondió Sango, sonriéndole con cierta educación —. Aunque preferiría que intercambiáramos el Akemashite aquí, para evitar el frío.
— De acuerdo — aunque la mayor no pareció compartir la idea, no le llevó la contraria, dándose la media vuelta hacia la salida de la sala —. Entonces, iré a buscar a los demás.
— Gracias.
La mujer se alejó, momento en el que Kagome frunció el ceño y observó con atención a su amiga, preocupada por el ambiente que siempre se sentía cuando estaba cerca de su suegra.
— Al parecer, las cosas no mejoran — comentó al tiempo que volvía a jugar con Mao y Mei.
— Seguimos teniendo opiniones e ideas diferentes sobre cómo debo ser una buena esposa — respondió, intentando restarle importancia al asunto —. Se molesta cuando Kuranosuke me da la razón, dice que lo manipulo para que esté de mi lado. Olvida que, en realidad, también he tenido discusiones con él por su culpa.
— ¿No te aburres de todo eso? Es decir, pareciera que cada acción que realizas es cuestionada, de una u otra forma…
— Prefiero ignorarla, la mayor parte del tiempo es ella quien busca causar conflictos. Supongo que nunca esperó que mi carácter fuese así, Kuranosuke siempre habló sólo maravillas de mí con sus padres, y antes de que conviviéramos, yo me comportaba muy correctamente en las reuniones en las que nos veíamos.
— Igual lamento que sea de este modo, no debe ser agradable vivir con alguien así…
— No te preocupes, como paso la mayor parte del tiempo en el trabajo, no me agobio tanto con esto — sonrió, intentando calmar a su amiga —. Así que no pienses mucho en eso, esta noche es para celebrar y llamar los buenos deseos. No quiero que nada interfiera en eso.
— Está bien, tienes razón — Kagome sonrió también, tomando a Mao justo en el momento en el que llegaban InuYasha y Miroku al salón —. ¡Miren, sus tíos! Apuesto a que quieren molestarlos un poco, ¿verdad?
Las pequeñas estiraron los brazos y dejaron salir emocionados balbuceos, intentando llamar la atención de los recién llegados, que pronto estuvieron haciéndose cargo de ellas. No pasó mucho rato antes de que el resto de la familia estuviese con ellos, listos para esperar que el reloj marcara el inicio del nuevo año. En cuanto llegó la hora, intercambiaron los saludos correspondientes, agradeciendo lo bueno que había tenido el año anterior y pidiendo que el venidero también estuviese lleno de cosas buenas. Tras los alegres festejos, Miroku se acercó a ellas, puesto que Kagome no se había separado de las gemelas ni de Sango más que para dar las felicitaciones, y le pidió a la azabache tomar a la pequeña que cargaba ella en sus brazos.
— ¿Me permites? Creo que ya han tenido bastante de su tía Kagome — bromeó, tocándole la punta de la nariz a Mei y logrando que soltara una risita divertida —. Es momento de que compartan un poco conmigo.
— De acuerdo… sólo porque mañana no irás al templo con nosotros — respondió, permitiéndole la acción al moreno —. Por cierto, ¿sabes dónde está InuYasha? No lo he visto desde el Akemashite…
— Creo que lo vi salir hace un momento — respondió, encogiéndose de hombros y señalándole la entrada principal.
— Gracias, iré a ver si lo encuentro. Vuelvo de inmediato.
Se alejó para ir en busca de su novio, dejando a Miroku y a Sango con las niñas, en medio del ambiente festivo que había a su alrededor. Ella no desaprovechó la oportunidad, porque no había tenido un momento a solas con el ojiazul para hablar sobre el tema y no podía esperar mucho más.
— ¿Qué es lo que le ocurre a InuYasha? — Preguntó sin rodeos, logrando que su amigo sonriera de medio lado.
— Kagome lo ha notado extraño, ¿verdad? — Negó con un gesto despreocupado antes de seguir hablando. — Me dijo que ella había estado preguntando, porque obviamente él no sabe disimular. Pero no te preocupes, no es nada malo… sólo le tiene una pequeña sorpresa.
Sango arrugó las cejas confundida, intentando pensar en qué tipo de sorpresa podría estar planeando el oficial como para que su amiga sintiera que estaba distante.
— ¿Sorpresa? Kagome lo ha notado algo indiferente, saliendo sin avisar o llegando más tarde de lo habitual… ¿Qué es lo que está tramando?
— ¿No lo imaginas?
— ¿Acaso le va a pedir matrimonio?
La sonrisa más acentuada de Miroku le dio la respuesta, logrando que la castaña se emocionara casi tanto como si ella fuera la afortunada novia. Se sintió impaciente por esperar que su amiga le contara los detalles, después de todo tendrían mucho que planear para su boda y ella no quería perderse ningún detalle. Sin embargo, por el momento no podía hacer mucho, así que intentó calmar su emoción y le devolvió la sonrisa al abogado, quien parecía complacido de verla tan feliz con el futuro compromiso.
— Me alegra que te entusiasme tanto la idea, seguro Kagome te elegirá como su dama de compañía.
— Es probable, aunque considerando que vivimos en ciudades distintas, tendremos que organizarnos con tiempo — Sango fue realista, la distancia no era su mejor amiga en esos momentos, aunque sería un problema con el que lidiaría después, ahora debía aprovechar que sus seres queridos estaban con ella —. Pero supongo que luego nos ocuparemos de eso. Por cierto, ¿ya decidiste a qué templo budista irás mañana? Según recuerdo, quedaban un poco apartados…
— Sí, ya revisé las opciones y creo que iré a Rokuon-ji, hace mucho tiempo que no lo visito. ¿Ustedes irán a Kamigamo-jinja? ¿O vieron otra opción?
— Iremos ahí, es el templo que siempre hemos visitado con mi familia — Sango confirmó la información, sintiéndose un tanto extraña de tener que separar la salida del día siguiente sólo por una cuestión religiosa —. No entiendo por qué no podemos ir todos a ambos templos…
— Por mí no habría problema, pero creo que a tu padre y a la señora Takeda no les gustaría la idea… después de todo, fue él quien lo mencionó ese día.
Sango frunció los labios, recordando el momento en el que su padre había comentado que Miroku seguía la doctrina budista y causando con ello que su suegra de inmediato comentara lo lamentable que era que tuviesen que realizar el hatsumōde por separado, ya que ellos irían a un templo sintoísta.
— Algún día te acompañaremos. Además, me gustaría que las gemelas no hicieran ese tipo de diferenciación — Sango demostró que no era algo que fuese a dejar de lado tan fácilmente.
— Me sentiría muy feliz si lo hicieran — Miroku agradeció la intención de la castaña, porque para él era algo importante.
Intercambiaron una mirada llena de cariño antes de ser interrumpidos por una eufórica Kagome, quien daba la noticia de su compromiso de forma atropellada y casi ininteligible, seguida de InuYasha con una sonrisa de autosuficiencia y algo de soberbia en el rostro, ambos demostrando así que ese momento era uno de los más felices que habían vivido, y contagiando de ese sentimiento a sus amigos, todos presintiendo que ese sería un año lleno de cambios que, esperaban, fuesen positivos en todos los sentidos.
Glosario:
- Shimekazari: Adorno tradicional japonés que protege contra malos espíritus para recibir el Año Nuevo sin negatividad en el hogar, la escuela o el trabajo. Dependiendo de los deseos de los habitantes del hogar, puede tener distintos elementos para pedir prosperidad y suerte en esos ámbitos, como la descendencia, fortuna o salud.
- Kadomatsu:Significa "pino de puerta" y es un adorno compuesto por pino, bambú y ciruelo que se coloca en la entrada del hogar para recibir al dios del año nuevo, Toshigami.
- Kagamimochi: Ofrenda para el dios Toshigami que consiste en una base de mochi (pasta de arroz) y daidai (mandarina amarga), cuya forma recuerda un muñeco de nieve y se mantiene hasta mediados de enero.
- Kamidana: Pequeño altar sintoísta ubicado en alguna pared alta de la casa, en donde coloca el kagamimochi.
- Akemashite: Saludo de Año Nuevo, se da luego de que pasa la medianoche.
- Hatsumōde: Es la primera visita que se realiza en el año a un templo, ya sea sintoísta o budista, dependiendo de la religión de la familia. En esta visita, se devuelven amuletos del año anterior para ser quemados, se adquieren nuevos amuletos y se pide por los deseos del nuevo año, entre otras actividades.
- Rokuon-ji: También conocido comúnmente como Kinkaku-ji, es un templo budista zen en Kyōto, también llamado "el pabellón de oro".
- Kamigamo-jinja: Santuario sintoísta importante en Kyōto, situado a la orilla del río Kamo y cercano a un bosque.
¡Hola! Paso fugazmente para dejarles este avance sobre nuestra intrincada historia, ahora con unas pequeñas sorpresas en el camino y también revelaciones. ¡Se viene una boda! Lamentablemente, no la que nos gustaría, pero algo es algo. El planear el evento de seguro los hará pensar en muchas cosas, y bueno, quién sabe... es probable que con esa mudanza de Miroku, las cosas se compliquen aún más. ¿Habrá más drama? Por supuesto que sí, ya estoy trabajando en eso.
Mis agradecimientos infinitos a Loops, AvrilGarcia y Sango Nube87, sus hermosos y maravillosos reviews son un sol, su apoyo significa mucho para mí. Y a Nuez, por supuesto, por betearme tan hermosamente. Las amo, son maravillosas~
Ahora me despido, debo ir a turno. Pero nos leemos por ahí (L)
Yumi~
