DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
XX
— Acuerdos y desacuerdos —
—"Déjame decirte que
mi corazón es una habitación sin amueblar.
¿Alguna sugerencia?
No tengo que decirte más que eso,
porque nadie me conoce como tú.
Sin excepción."—
—Your embrace; Shakira—
Miró por la ventana el camino hasta que el automóvil se detuvo, el oficial y la muchacha que la acompañaban se bajaron para ayudarla con sus pequeñas y el equipaje, en tanto un par de criadas de la mansión también se apresuraban para hacerlo, era evidente que habían estado esperándola. Suspiró, intentando decirles que no era necesario que lo hicieran, que ella podía llevar, aunque fuese, a una de sus hijas al interior de la casa, pero sólo recibió como respuestas explicaciones atentas pero insistentes del tipo "claro que no, ese es nuestro deber, usted no se preocupe". Negó sutilmente, agradeciendo la ayuda mientras ingresaba a su hogar, sonriendo al notar que nada había cambiado en ese tiempo que ella llevaba viviendo en otra ciudad. Informó a su esposo de su llegada a través de un mensaje de texto, para luego ordenar sus cosas y desocuparse lo antes posible, porque su amiga había quedado de ir a visitarla esa misma tarde.
Kagome llegó poco después del almuerzo, encontrando a Sango en el patio jugando con las gemelas, que ya daban pasos seguros y carreras tambaleantes. Se saludaron alegremente, decidiendo quedarse ahí para disfrutar del cálido día sin encerrarse en el salón y así permitirle a Mao y Mei seguir con su pequeña exploración.
—¿Y qué tal van los preparativos de la boda? —Preguntó Sango, mirándola con entusiasmo y atenta a los detalles. —Dijiste que has tenido mucho que hacer…
—Oh, sí… La señora Izayoi me ha estado ayudando además de mi madre, ambas están muy emocionadas, especialmente porque decidimos que fuese de estilo occidental. Ambas están ansiosas por ir a ver el vestido.
—Sí, lo sé… lo has dicho unas mil veces, quizá —Sango bromeó, dándole un suave golpecito en el codo a su amiga.
—Lo siento, es sólo que estoy nerviosa también. ¿Y si no logro encontrar el vestido perfecto? —El miedo se mostró en sus ojos, ese era un asunto que la ilusionaba mucho y temía tener expectativas demasiado altas.
—No pienses en eso, de seguro encontrarás uno maravilloso. Además, la madre de InuYasha conoce varias tiendas muy prestigiosas, deberías relajarte —la animó, comprendía sus sentimientos, pero no quería que eso la deprimiera.
—Tienes razón, debo pensar positivo —Kagome sonrió, las palabras de la castaña significaban mucho para ella—. Por cierto, gracias por dedicar algo de tu tiempo a esto. Estoy segura de que debes tener muchas cosas de las que ocuparte acá…
—No agradezcas, esto es importante para ti, por lo tanto, lo es para mí —la tranquilizó, porque el tomar unos días de descanso para ir de visita a Tōkyō no sólo tenía el propósito de hacerle compañía a su esposo, sino que de acompañarla a ella también.
—Gracias, Sango —la abrazó por los hombros antes de volver su atención a las gemelas, que ahora habían llegado a su lado reclamando brazos —. Por cierto, Miroku también estará por acá estos días, creo que llega mañana.
—Sí, me comentó que tenía una reunión importante con Shishinki y los demás socios, además quería asesorar a un par de abogados que se quedarán trabajando con Sesshōmaru. Dijo que quizá podíamos irnos juntos a Kyōto…
—¿Irse juntos? ¿Crees que sea una buena idea? Recuerda que tus suegros no estaban muy felices cuando descubrieron que él se mudaría, podrías tener problemas… —Pese a que no quería hacerlo, debía advertirle a su amiga para que evitara más conflictos de los que ya tenía con los Takeda mayores.
—Lo sé, además mi suegro últimamente ha sido todo un dolor de cabeza… —Sango suspiró cansada, esa situación era otra de las razones por las que había decidido alejarse por algunos días de Kyōto. —Pensaba en comentárselo a Kuranosuke primero, y si él no tiene problemas, sólo ignorar cualquier cosa que puedan decir sus padres.
—Supongo que ese es un buen plan, últimamente te ha estado apoyando mucho —hizo la observación con alivio, por lo menos así la soledad de su amiga no era tan desgastante.
—Cierto, aunque a veces siento que lo hace para compensar la lejanía y el poco tiempo que ha podido dedicarnos. Aún sigue disculpándose por no haber podido pasar Año Nuevo con nosotros…
—Entiendo, pero todo esto es prácticamente su culpa, lo sabes.
—Kagome, no empieces otra vez… Creí que ya habíamos hablado sobre esto, en más de una oportunidad —Sango la miró con algo de reproche, a pesar de que entendía todas las razones por las cuales habían tomado esa decisión, su compañera aún estaba resentida.
—Perdón, es sólo que… te extraño y tú tampoco lo estás pasando de lo mejor —fue sincera, pocas veces tocaban de frente ese tema.
—No te preocupes por eso, te dije que las cosas irán mejorando de a poco. Ahora, ¿no te apetece algo de helado? Está haciendo calor.
—De acuerdo, me gusta esa idea.
Entraron a la casa y fueron hasta la cocina para servirse el postre, dejando la conversación hasta ahí y decidiendo disfrutar de su compañía en lugar de tratar temas que eran tan complejos y que, en realidad, no podían solucionar de esa forma.
Compartieron el resto de la tarde jugando con las gemelas y pensando emocionadas en el gran día de Kagome, planeando el evento con detalle y haciendo la agenda de lo que debían hacer durante esos días que Sango estaría en la ciudad, aprovechando al máximo el tiempo. Las horas transcurrieron sin que se dieran cuenta, hasta que la presencia de Kuranosuke interrumpió la divagación de una Kagome bastante emocionada.
—Buenas tardes, muchachas. ¿Cómo están?
Sango se apresuró en acercarse a su esposo, saludándolo con una sonrisa y ayudándolo a ponerse cómodo, mientras comenzaban una conversación casual sobre las novedades que habían pasado durante los días que no se habían visto y algunas cosas sobre el viaje. Pronto Kagome decidió marcharse, disculpándose por no quedarse a cenar con ellos, pero tenía un compromiso con su familia, por lo que dejó a los Takeda solos. Sango y Kuranosuke comieron tranquilos, y mientras él tomaba un baño, ella hizo dormir a sus pequeñas para luego poder conversar con calma con su marido, quien no tardó en ingresar a la habitación matrimonial tras salir del onsen.
—Kagome estaba muy feliz de verte —comentó, mientras se acomodaba en el futón —. Taishō ha estado de mejor humor este último tiempo también. Supongo que la decisión de casarse debe emocionarlos.
—Sí, creo que ya era hora. Pensé que InuYasha nunca se animaría —respondió Sango con una sonrisa.
—Quizá no le agrade tanto todo lo que significa un matrimonio —la observación fue casual, aunque su compañera pudo notar algo de desánimo en las palabras.
—Bueno… digamos que las experiencias cercanas que tiene no son el mejor ejemplo —también demostró algo de pesadumbre en su voz, por mucho que ella quisiera aparentar lo contrario, el suyo no era precisamente "un matrimonio feliz".
—Lamento que sea así, pero a veces hay que sacrificar algunas cosas y asumir que no todo va a ser color de rosas —Kuranosuke parecía algo molesto, aunque eso a ella no le extrañó, sabía que el tema era delicado para él.
—Nadie está diciendo lo contrario. Es sólo que es difícil… —Soltó un suspiro, no quería discutir la primera noche de sus pequeñas vacaciones, pero tampoco podía mentir. —Lo siento, no quise culparte de nada…
—Lo sé, pero tus amigos lo hacen, ¿no? —Negó con un gesto, conocía la opinión del grupo más cercano de su esposa sobre su unión. —Y tampoco puedo recriminarles que lo hagan, ninguno comprende las razones tras cada decisión ni saben lo mucho que nos esforzamos en hacer lo mejor posible…
—Bueno, no son ellos los que están ahora aquí, ¿verdad? —Sango alcanzó la mano masculina, entrelazando sus dedos con cariño. —Nosotros tenemos que hacernos cargo de nuestras decisiones.
—Es verdad… —Sonrió levemente, presionando el agarre en su mano. —Perdón, no quiero desquitarme contigo, pero mis padres han estado haciendo tantos comentarios que ya no sé qué pensar ni decir…
—No eres el único que debe escucharlos —frunció los labios, le irritaba la actitud de sus suegros con ella, sin embargo, que incomodaran a Kuranosuke ya era otra cosa —. ¿Qué te han dicho?
—Han hecho comentarios sobre muchas cosas: la mudanza de Tsujitani, tu decisión de que luego de las vacaciones de verano las niñas vayan a una guardería, que aún no entres en razón sobre dedicarte a tu familia y la casa a tiempo completo, que desean pronto un descendiente varón… Sigo diciéndoles que estas situaciones sólo nos conciernen a nosotros dos, pero ya sabes lo insistentes que pueden ser…
—Sí, lo sé… —Soltó otro suspiro, eso era agotador. —Y fue una de las razones por las que decidí venir. Debemos hablar sobre todo eso, son decisiones que debemos tomar juntos.
—Es verdad. No opinaré sobre tu decisión de seguir desempeñándote como oficial de policía, porque es tu vida y jamás podría pedirte que dejaras de lado tu pasión sólo por cumplir un capricho de mi madre —la miró a los ojos transmitiéndole la sinceridad en sus palabras —. Ahora, sobre la guardería…
—Pensaba que es lo mejor para todos. Las niñas comparten con otros pequeños de su edad, reciben cuidados y educación de profesionales dedicados a eso y tu madre puede disponer mejor de su tiempo en lugar de tener que estarlas cuidando a diario…
—Sí, eso es cierto. Estoy de acuerdo contigo, creo que es lo mejor. Ahora, el tema de otro hijo…
Sango aguantó los nervios, ésa era una decisión para la que no se sentía preparada en esos momentos, pero no podía tomarla por sí sola, después de todo su esposo también tenía derecho a opinar. Inhaló profundo, intentando no demostrar lo ansiosa que se sentía.
—Lo sé, tu padre lo ha mencionado bastante estos días. Dice que el apellido debe perpetuarse y la única forma es teniendo a un varón. Cree que ya ha pasado tiempo suficiente y que ahora es un buen momento para intentarlo, a él le gustaría que fuese lo antes posible. Incluso me dijo que, de esa forma, podría morir tranquilo sabiendo que su legado sigue vivo.
No pudo evitar hacer una mueca, eso no era lo único que había salido de los labios de su suegro, pues también había comentado que ella nunca lo entendería porque no era quien heredaría su apellido a futuro, porque era mujer y no sabía la importancia de continuar con la historia familiar. Como si ella fuese la culpable de que ese derecho se le negara sólo por no ser hombre…
—Sí, es un discurso que he estado escuchando hace algún tiempo, pero no estoy de acuerdo con él. Creo que aún no es un buen momento, si llegásemos a tener un hijo ahora, no podría estar presente como me gustaría. Ya es difícil estar lejos con las niñas pequeñas, imagina con un niño en camino… Lo mejor es esperar, ¿no lo crees?
—Estoy de acuerdo —sonrió, sintiéndose tranquila al saber que tenía su apoyo en esos temas que tantos dolores de cabeza le habían provocado en Kyōto —. Gracias…
—No me agradezcas, ambos debemos ser conscientes de toda la situación —le sonrió, también aliviado después de hablar con ella —. De hecho, tampoco podría recriminarte nada por la mudanza de Tsujitani… no es tu decisión y, aunque así lo fuera, sé que te sientes sola en Kyōto y que él es tu mejor amigo, por lo que podrá mejorar esa situación. Además, confío en ti.
—Me alegra saberlo. De todas formas, no quisiera abusar de tu confianza y quería preguntarte si habría algún problema en que vuelva a Kyōto con él… Está aquí por temas de trabajo y luego viajará…
—Oh… ¿Te refieres a tomar el mismo vuelo? —Preguntó con algo de duda, porque el viaje en vehículo era bastante largo.
—Sí, hasta Osaka y desde ahí, irnos juntos también en vehículo hasta Kyōto…
Kuranosuke lo meditó un par de segundos, no le parecía una mala idea que Sango tuviera compañía extra en el viaje de regreso, así también tenía ayuda adicional con las gemelas, aunque debía considerar que el ojiazul pudiese viajar con gran cantidad de equipaje si ya estaba concretando su mudanza, lo que les dificultaría ir con dos niñas tan pequeñas.
—No tengo problemas en realidad, pero me gustaría saber si irá muy cargado de equipaje… más que nada por la seguridad de ustedes, podría ser un problema el ir con muchos bultos y las gemelas — respondió de forma objetiva, reflejando en sus ojos que era sincero y no le molestaba el hecho en sí.
—Bueno, según lo que me comentó, ya tiene la mayoría de sus cosas en su casa allá, por lo que viajaría mucho más liviano —respondió ella, sonriendo ante la preocupación de su esposo.
—Entonces, no veo por qué no puedan irse juntos —también sonrió, notando la alegría en los ojos de su compañera.
—Muchas gracias. Mañana mismo le diré que sí, para que compremos los pasajes —se acomodó en el futón, sintiéndose invadida por una calma que hacía mucho tiempo no sentía —. Me alegra haber podido hablar sobre estos temas contigo. Me siento mucho más tranquila así.
—Yo igual —él también experimentaba una tranquilidad que extrañaba, porque haber decidido quedarse en Tōkyō y tener un matrimonio a distancia estaba siendo mucho más complicado de lo que hubiese previsto al principio, y aclarar esas situaciones con su esposa le quitaban algo de peso de encima —. Lo mejor será que descansemos, ¿no lo crees?
—Sí, tienes razón. Hasta mañana, Kuranosuke.
—Hasta mañana, Sango.
Se acomodaron y apagaron las luces, dispuestos a entregarse al sueño y reponerse del cansancio del día y del acumulado en ese tiempo, ya que ambos lo necesitaban. Su matrimonio no sería color de rosas, pero por lo menos se estaban esforzando y ambos ponían de su parte, eso debía ayudarlos a mejorar, ¿no?
Sonrió al ver a sus amigas discutiendo sobre qué vestido debía usar una de ellas durante el matrimonio, con opiniones completamente opuestas. En lo único en lo que habían estado de acuerdo desde que llegaron a la tienda, había sido el color elegido: un tono lila pastel que a él también le parecía la mejor opción para Sango. Luego de esa decisión, no habían logrado tomar ninguna otra, porque no concordaban sobre ningún otro aspecto de la prenda, partiendo por el torso hasta el largo de la falda o su forma.
Soltó un suspiro, negando con un gesto al ver que Sango volvía a encontrarle un "pero" al vestido que Kagome le mostraba. Si bien los tres habían tenido una mañana bastante productiva respecto a los preparativos de la boda de sus amigos, desde el principio había notado que Sango parecía algo ofuscada, como si estuviese molesta pero no con ellos. Lo había manejado bastante bien el resto del día, mas ahora era evidente que no estaba de tan buen humor como para consentir completamente a Kagome si eso significaba que debía usar algo que no le agradara del todo. Miró la prenda en cuestión, notando la tela en capas que tenía una suave caída en la falda, y que se movía fluidamente al ser remecida por Kagome, quien intentaba demostrar sus atributos positivos; el torso era ajustado hasta las caderas y sin mangas, pero iba en forma triangular hasta el cuello, donde se cerraba en una especie de collar, todo con detalles en plata. La castaña volvió a negar, arrugando un poco las cejas al ver los detalles de pedrería del torso del vestido.
—No lo sé, es demasiado brillante —señaló, claramente disconforme con ese detalle —. Además, el cuello…
—Oh, vamos… —Kagome soltó un suspiro cansado, negando con abatimiento. —Es el quinto vestido que no te gusta, a todos les encuentras algo…
—Lo siento, Kagome, pero no quiero usar algo tan llamativo, sabes que no es mi estilo…
—Entonces, ¿qué? ¿Vas a ir con un yukata? —Sango no quiso responder la pregunta, por lo que ella buscó suplicante los ojos de su amigo. —Miroku, por favor… ¿No es un hermoso vestido? Apuesto a que se vería bellísima…
—Sí es un lindo vestido —respondió, no podía negar que la prenda tenía su encanto —, pero creo que no pueden tomar una decisión hasta que se lo pruebe. ¿Por qué no ves qué tal te queda y luego decides si te gusta o no?
—De acuerdo.
Sango tomó la prenda y se encerró en el probador para cambiarse, en tanto Kagome soltaba un suspiro de alivio y le sonreía con la mirada un tanto aliviada después de un rato considerable de desacuerdos con Sango.
—Muchas gracias, creo que, si hubiésemos venido solas, Sango ya se habría largado.
—No es nada, aunque quizá esté molesta por algo, me da esa impresión —comentó, quería saber si era sólo su imaginación o si su amiga también había notado lo mismo.
—Bueno, es cierto… tal vez tuvo problemas con Kuranosuke, o sus suegros… —Frunció los labios, sabía que eso podía poner muy de malas a su compañera. —Pero si es así, podría decirnos. No es nuestra culpa…
—Seguro no nos quiere molestar o preocupar con eso. Sabes que prefiere evitar el tema, además tú terminas enfadándote y Sango detesta que le des sermones sobre temas que ella ya no puede cambiar…
—Lo sé, lo siento… tienes razón. Iré a ver otro vestido, estoy segura de que éste no le va a gustar…
—¿Te parece si voy yo? Quizá pueda encontrar algo que les guste a ambas —propuso, sabiendo que de seguro Sango iba a demorarse otro poco en estar lista.
Kagome asintió con un gesto, así que él acompañó al encargado que los estaba asesorando en la tienda y comenzó a mirar los modelos que tenían disponibles, descartando la mayoría porque parecían de princesas, con cantidades exageradas de vuelos, falsos, pliegues y pedrería que la castaña rechazaría inmediatamente. Le hizo el comentario de lo que buscaba al hombre que iba con él, algo sencillo pero elegante, con poca pedrería, pero sin ser algo aburrido o banal. Vio algunos modelos y eligió uno que tenía el torso con los hombros descubiertos, con mangas cortas caídas, llevaba un cinturón no muy ancho con pedrería plateada, la falda llegaba al suelo, con una capa de suave gasa sobre la seda, que daba una sensación de capas sutiles. Llegó justo en el momento en el que Sango salía del probador para mostrarles cómo le quedaba el vestido que le había escogido Kagome.
Miroku tuvo que hacer un esfuerzo por no abrir la boca, Sango se veía hermosa en ese ceñido atuendo, pero evidentemente incómoda ante lo osado de la prenda, ya que ella tenía curvas demasiado sensuales como para que no se vieran atrevidas. Kagome también notó la molestia de su amiga, por lo que tuvo que aceptar que esa opción no sería la elegida.
—¿Y bien, señorita? ¿Le gusta ese modelo? —La pregunta del encargado logró que Sango diera un respingo, mirando su reflejo en los espejos con algo de vergüenza mal disimulada.
—La verdad, no… No es para nada mi estilo, lo siento Kagome —se disculpó, demostrando que realmente le apenaba no poder dar una respuesta positiva.
—No te preocupes, en realidad tampoco me gusta mucho… no creí que fuera tan atrevido. Miroku, ¿lograste encontrar algo?
—Sí, espero que les guste a ambas —les mostró el vestido, notando que las dos parecían más a gusto con su elección.
Le entregó la prenda a Sango, quien se metió nuevamente al probador para cambiarse, haciéndolos esperar algunos minutos, antes de salir con el modelo escogido por él. Si antes había tenido que luchar para no quedar boquiabierto, esta vez no pudo evitarlo y logró que ella se sonrojara, pero no por el mismo motivo que antes. Kagome fue la primera en romper el silencio, emocionada con la imagen de su amiga en ese elegante vestido.
—Wow, Sango, te ves fantástica. ¿No lo crees, Miroku?
—Yo… sí, te ves hermosa… Digo, no es que no seas hermosa, claro que no, pero el vestido te queda maravilloso…
—G-Gracias… —Sango se volteó para mirarse en el espejo, intentando ocultar un poco el sonrojo que teñía sus mejillas debido a las palabras de su amigo, y apreciando que en realidad se veía bastante bien con ese vestido, además de que se sentía cómoda y era algo apropiado para la ocasión. Se movió un poco, notando el suave ondear de la gasa y sonrió, conforme con la imagen. —La verdad, me gusta mucho.
—Entonces, ¿qué dices? ¿Ya tenemos vestido para mi dama de honor?
—Sí, Kagome, me quedo con éste.
La muchacha dio un pequeño saltito de alegría mientras ella volvía al probador para cambiarse nuevamente, entregar el vestido para que lo empacaran e irse a almorzar. Una vez en el restaurante donde comerían, comenzaron una charla ya dejando de lado los asuntos de la boda, más relajada y casual mientras esperaban que llegaran sus órdenes.
—Bien, agradezco que me hayan acompañado, ha sido una mañana muy ajetreada —Kagome les sonrió a ambos, le alegraba poder contar con ellos para los preparativos —. InuYasha no ha podido pedir permiso en la estación porque han tenido mucho trabajo y hacer todo esto sola es muy tedioso.
—Es cierto, planificar una boda es muy agotador, más si no tienes con quien contar para hacerlo —Sango sabía todo el trabajo que significaba un evento así, por lo que entendía a su amiga.
—Ahora ya sé por lo que pasaste… y con esa familia tan exigente, debe haber sido peor —le palmeó suavemente la espalda en un acto de comprensión —. Ya sabes, Miroku: cuando decidas casarte, tendrás que pedir refuerzos.
—Estoy aprendiendo mucho ahora, aunque creo que ese momento tardará bastante en llegar, así que aún tengo tiempo para organizarme —sonrió levemente, ese no era un tema con el que se sintiera cómodo, por lo que decidió cambiarlo de inmediato —. ¿Cómo han estado? Además de atareadas, claro…
—Por mi parte, bien, sólo un poco estresada con todo esto de la boda… ¿Y tú, Sango?
—Bueno, pensé que salir de Kyōto iba a darme unos días de descanso, pero no ha sido tan así —fue sincera, a pesar de que no quería preocuparlos, desahogarse le haría bien —. Mi suegro insiste en que ya es momento de que me dedique a la familia, deje mi puesto y tenga otro hijo. Y aunque le dijimos que esa decisión es nuestra, no deja el tema de lado. Incluso quería venir hasta acá para que decidiéramos definitivamente qué casa será nuestro hogar.
—Es un hombre bastante insistente —Kagome rezongó levemente, expresando su molestia —. Lamento mucho que siga con el tema.
—Supongo que es inevitable, pero sigue siendo un fastidio —Sango se encogió de hombros, intentando restarle importancia —. Quiero disculparme si en algún momento me comporté mal o grosera, no quise incomodarlos…
—No te preocupes, es entendible que ese tipo de situaciones te dejen un poco más irritable —Miroku le sonrió, intentando tranquilizarla —. Y te agradecemos que nos hayas contado, estábamos un poco preocupados.
—Gracias a ustedes, muchachos. Son los mejores, de verdad.
En ese momento, llegaron sus pedidos, por lo que comenzaron a comer tranquilamente, porque mientras mantuviesen su amistad, sabían que seguirían teniendo esos momentos de relajo y confianza que tanto bien les hacía, muy a pesar de todos los problemas que pudiesen cargar consigo.
El aeropuerto seguía siendo un lugar demasiado concurrido para su gusto, pero se resignaba a tolerar el bullicio el tiempo que debía estar ahí, ya fuese por un viaje propio o en busca de alguien más. Sin embargo, esta vez no se sentía tan agobiada, ya que estaba acompañada por su mejor amigo, quien la conocía lo bastante como para saber lo incómoda que podía sentirse y procuraba alivianar el ambiente, algo que ella agradecía enormemente.
—Bien, mis padres dijeron que podían ir a buscarte al aeropuerto, para evitarle la molestia a Tsujitani de ir hasta la casa —anunció Kuranosuke tras terminar de atender el llamado que acababa de recibir de su madre —. Agradecen la intención, pero no quieren incomodarte.
Las palabras fueron dirigidas al abogado, quien se extrañó del repentino cambio, pues desde el comienzo el plan había sido que él llevara a Sango y las pequeñas directo a su hogar para evitar las esperas y ahorrarles el viaje desde Kyōto a Osaka a los Takeda mayores.
—No es ninguna molestia, por el contrario. Además, de todas formas, también viajaré hasta Kyōto —respondió sin ocultar su desacuerdo.
—Lo sé, pero mis padres consideran que es lo mejor para todos…
Sango negó con un gesto, entornando los ojos en señal de fastidio mientras inhalaba antes de dirigirse a su esposo.
—Kuranosuke, ¿podemos hablar un momento? —Haciéndole una seña a su amigo para que viera un momento a las gemelas, se alejó un poco y esperó un par de segundos a su cónyuge, quien llegó a su lado visiblemente confundido por su petición. Decidió hablar antes de que él pudiera hacerlo, para evitar interrupciones. —Creí que ya habíamos hablado sobre esto y que no había problema en que Miroku nos llevara a casa. ¿Qué cambió ahora?
El castaño dudó un instante, la respuesta a esa pregunta era algo que iba a molestar a Sango, eso lo tenía más que claro, pero para él era muy difícil negarles algo a sus padres, especialmente cuando le daban argumentos bajo los cuales había sido criado. Suspiró, admitiendo que tendría que dar una explicación para que ella comprendiera.
—Lo sé, pero cuando se los dije a mis padres, ninguno de los dos estuvo de acuerdo —explicó, sus ojos demostrando el conflicto que había tenido en ese momento —. Dijeron que no era apropiado que una mujer casada, con dos pequeñas, viajara un tramo tan largo acompañada de su exnovio. Intenté explicarles que, más que eso, él es tu mejor amigo, sin embargo, insistieron en que no es muy… ehm… decente y que tenemos una imagen que mantener —admitió, claramente incómodo al tener que repetir las razones de sus progenitores para negarse al plan inicial.
—De acuerdo, sabía que esto sería un problema para tus padres, por eso te pregunté primero a ti si había algún problema, quería evitar una situación así —Sango reflejó su molestia, estaba hartándose de la intromisión de sus suegros —. Nuestro matrimonio somos tú y yo, ¿o me equivoco? Pensé que había quedado claro que las decisiones que tomemos serán nuestras. ¿O acaso luego tendré que evitar ver a Miroku, tener vida social o salir sola de casa porque no es apropiado para una mujer casada?
—Sango, estás exagerando, mis padres no…
—¿Estoy exagerando? Sabes perfectamente que tus padres ya han hecho comentarios al respecto. Así que necesito que me respondas sinceramente, Kuranosuke. ¿Tendré que evitar todo eso a futuro o voy a poder contar con tu apoyo?
—Yo… no lo sé, Sango. Es complicado, mi familia tiene una tradición bastante fuerte y es difícil dejarla de lado de un día para otro…
Ella cerró los ojos, decepcionada. Hacía algunos días atrás, su esposo le había brindado todo su apoyo, asegurándole que las decisiones sobre su matrimonio y el futuro de su familia serían sólo de ellos dos, sin permitirle al resto de los Takeda entrometerse de ninguna forma; y ahora, se encontraba frente a la duda de Kuranosuke, quien admitía que era complicado dejar de lado a su conservadora familia. Suspiró, ese no era el final de sus vacaciones que había imaginado y, si bien comprendía las palabras del hombre a su lado y lo difícil que era todo, no iba a aceptar que su vida se convirtiera en una prisión, ya tenía suficiente con haber renunciado al amor para cumplir expectativas demasiado altas.
—Lamento que no tengas las cosas claras, pero eso no significa que permitiré que me arrastres con tu inseguridad. Sé que soy tu esposa, que ahora soy una Takeda más, sin embargo, no voy a renunciar a mi vida por complacer a personas que realmente se preocupan más del qué dirán, que de mí o, incluso, de ti. Espero que logres comprenderlo —sonrió levemente, negando con un gesto antes de voltearse para regresar junto a Miroku y sus hijas —. Deberías llamar a tus padres y decirles que no es necesario que hagan el viaje, ya que mi mejor amigo me irá a dejar a casa.
Kuranosuke también negó con un gesto, incapaz de llevarle la contra a su mujer porque sabía que ella tenía razón, por mucho que a su familia e incluso a su misma crianza, le costara admitirlo. También era consciente de que Sango no iba a ceder y él tenía que tomar una decisión pronto, el futuro de su familia podía depender de ello y al parecer, la castaña estaba dispuesta a enfrentarse a todos esos problemas sin bajar los brazos.
Sango, por su parte, llegó junto al ojiazul y le sonrió, indicándole que era momento de que se dirigieran a su vuelo, pues ya habían hecho el llamado a abordar correspondiente. Se dio media vuelta para despedirse de su esposo con un movimiento de su mano y sonrió al verlo hablando por teléfono mientras le devolvía la despedida.
—Entonces, ¿irán por ustedes a Osaka? —Preguntó Miroku, notando el gesto decidido en los ojos de su amiga.
—No lo sé, y tampoco me importa. Quedé de irme contigo y es lo que haré.
—Está bien, por mí no hay problema —sonrió, feliz de ver esa determinación —. Pero ¿no los tendrás tú después?
—Bueno, supongo que será algo de lo que tendré que ocuparme en ese momento. Por ahora, preferiría que olvidáramos esto y disfrutáramos el viaje.
—De acuerdo, estoy contigo.
Se sonrieron con confianza, porque a pesar de las adversidades y los conflictos que podrían venir a futuro, su amistad era algo que ninguno de los dos estaba dispuesto a sacrificar y, por lo mismo, eso les daba fuerzas para seguir adelante.
¡Hola y Feliz Navidad para todos! Si bien este año no celebramos la fecha en casa por decisión personal y familiar, les envío mis mejores deseos a todos y espero que lo hayan disfrutado junto a sus seres queridos.
Ahora, debo disculparme por tanto atraso con esta entrega, he estado a ful estos días con todas las actividades de fin de año, tanto del trabajo como de la escuela de mi hijo, y los compromisos que van saliendo... por lo que el tiempo escaseó y al final, el avance fue lentísimo. También me disculpo si encuentran muy corto este capítulo, pero en realidad la idea ahora es mostrar una imagen de cómo se van dando las cosas para luego comenzar con el resto de los eventos de importancia en la historia.
Antes de despedirme, quiero agradecer a quienes fielmente leen esta obra, con paciencia infinita y comprensión plena: AvrilGarcia, Loops y Sango Nube87. Son un sol, prometo no tardar tanto para el siguiente capítulo y ruego que la musa no ataque con más proyectos nuevos que entorpezcan el desarrollo de este bebé. También a mi amada Beta, Nuez, quien me acompaña en este largo camino sin chistar y siempre con las apreciaciones precisas. Todas con de lo mejor~
Me despido por ahora, estaré atenta a sus comentarios y espero vernos pronto. ¡Un saludo y un abrazo cariñoso a la distancia con las mejores vibras y buenos deseos!
Yumi~
