DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
XXI
—Dicotomía—
—"Deseando que la felicidad recurra a la tragedia,
el sonriente rostro convirtiéndose en dolor,
la serenidad que fue tomada ahora parece un cielo de mentiras
para hipócritas."—
—Sunadokei; L'Arc~en~Ciel—
Exhaló pesado mientras escuchaba por enésima vez lo innecesario que era llevar a sus hijas a la guardería cuando podían ser perfectamente educadas y criadas en casa. Negó con un gesto, interrumpiendo el discurso de su suegra con un movimiento de su mano, mientras observaba cómo las pequeñas dormían tranquilamente en su coche gemelar.
—Me gustaría que mis hijas no fuesen adoctrinadas, y para eso lo mejor es que salgan de casa —dio su punto de vista al fin, tras haberse tragado las palabras en más de una ocasión.
—¿Estás insinuando que les meteré ideas en la cabeza? —La mujer frunció el ceño, evidentemente ofendida con las palabras de Sango.
—¿No fue eso lo que hicieron con Kuranosuke? —Siguió la discusión, estaba hartándose de morderse la lengua para evitar una pelea. —Prefiero no correr el riesgo con las gemelas.
—Ten cuidado con lo que dices, recuerda que Kuranosuke es tu esposo y le debes respeto. Cada día me decepcionas más, creo que tendré que hablar con tu padre al respecto.
—Lo lamento, pero quizá si no hubiesen sido tan críticos siempre, me hubiese conocido mejor desde antes. Y, por favor, le voy a pedir que no involucre a mi padre en esto, no soy una niña a la que van a castigar, y si quiere decirme algo, aquí estoy.
La expresión severa en el rostro mayor se acentuó, demostrando la molestia que le causaban todas las palabras que acababa de decir su nuera. Abrió la boca para agregar algo, pero el sonido del móvil de la castaña con la llegada de un mensaje avisándole que su compañero la esperaba fuera de la casa, la interrumpió mientras Sango le indicaba que debía marcharse. Chasqueó la lengua con desaprobación antes de volver a tomar la palabra.
—Hablaremos de esto cuando vuelvas, es inaceptable que te dirijas así a mi persona…
—De acuerdo, como guste. Que tenga un buen día, señora Takeda, hasta luego.
Salió llevando consigo a las gemelas en su coche, el que desacopló para poder usarlo como silla en el automóvil del oficial, quien la esperaba listo para ayudarla con la tarea. Una vez que finalizaron, emprendieron el camino con una charla casual, primero deteniéndose en la guardería que quedaba a un par de calles de la estación de policía, y luego dirigiéndose a ese lugar, preparados para comenzar una nueva jornada.
El día transcurrió sin mayores inconvenientes, ni siquiera por parte de sus hijas y la adaptación a la guardería, pues a pesar de los nervios y las ansias que le picaban por dentro, y sus constantes mensajes hacia las cuidadoras para tener noticias sobre cómo iban las niñas, ellas se estaban comportando bastante bien y le evitaron el tener que ir a retirarlas antes de tiempo debido a una mala adaptación.
Sin embargo, no todo iba a ser color de rosas y no le extrañó la llamada de Kuranosuke al finalizar su jornada. Contestó no de muy buena gana, esperando el regaño que sabía, él le daría.
—Buenas tardes, Kuranosuke, ¿cómo estás? —Saludó, teniendo una mínima esperanza de que él no fuese a discutir con ella.
—En realidad, no del todo bien. Mi madre habló conmigo sobre lo que ocurrió en la mañana —el castaño fue sincero y directo, algo que ella agradeció en ese momento, pues no quería perder el tiempo.
—Ya veo, ¿y te pidió que me regañaras? —Preguntó, fastidiada.
—No, no me pidió nada. Sólo me contó lo que había pasado —las palabras hicieron que ella entornara los ojos, era obvio que su suegra sabía que él le diría algo —. De todas formas, no necesita pedirme que te llame la atención por haber sido irrespetuosa con ella y mi familia. Nos merecemos respeto, ¿no crees?
—Sí, por supuesto. Y yo merezco que también se respeten mis decisiones como madre, mujer y esposa —soltó, molesta con la situación —. Pero no veo que tengas conversaciones con tus padres al respecto.
—Vamos, Sango, ya hemos hablado sobre esto. Mis padres siguen las tradiciones familiares, para ellos es muy difícil que de pronto venga alguien y quiera cambiar todo su esquema…
—¿Y es mi culpa, acaso, que no puedan aceptar que las cosas cambian? No les estoy diciendo lo que ellos tienen que hacer, sólo les pido que no intenten tomar decisiones por mí ni mucho menos me den órdenes. Todos somos adultos, ellos pueden vivir sus tradiciones familiares como gusten, y nosotros podemos construir nuestro matrimonio y nuestra familia como creamos que es mejor.
—Esas tradiciones también son mías, Sango —respondió, demostrando la molestia que sentía con las palabras de ella —. Y me gustaría conservarlas, es un legado importante y…
—Espera, creí que ya habíamos hablado sobre esto. Tomamos una decisión sobre la guardería, nuestras carreras, nuestra familia e incluso, la vida social que podemos tener. ¿No es verdad?
—Lo sé —la voz de Kuranosuke demostró algo de resignación mezclada con reproche —. Pero lo pensé mejor y creo que deberíamos considerar nuevamente algunas cosas…
—¿Lo pensaste mejor…? —La molestia en la voz femenina fue evidente, pero su intención no era tener una discusión por teléfono sobre esos temas, por lo que respiró profundo antes de seguir la charla. —De acuerdo, entonces supongo que tendremos que hablarlo cuando vengas a casa.
—En realidad, me gustaría dejar claras algunas cosas ahora…
—No, Kuranosuke, no pienso hablar sobre temas tan importantes para nosotros, por teléfono. Además, viajas mañana, ¿no?
—Sí, llegaré a cenar, pero…
—Bien, entonces ahí hablaremos. Ahora debo irme, se me hace tarde para recoger a las niñas. Hasta mañana.
Cortó la llamada, soltando un suspiro de agotamiento y fastidio mezclados, mientras cerraba los ojos para dejar de lado, de momento, los problemas que la esperaban a futuro. Terminó de cambiarse a su ropa de civil y luego revisó nuevamente su móvil, sonriendo al ver un par de mensajes que acababan de llegar de Miroku, quien le preguntaba cómo había estado su día y la invitaba a ella y a las gemelas a tomar un helado. Respondió afirmativamente a la invitación y en algunos minutos, él ya había pasado a buscarla para ir por las pequeñas y luego, por esos helados.
—Y… ¿cómo estás? Te ves algo… ofuscada —Preguntó con cuidado Miroku, mirando de reojo a la castaña en tanto se ponía en marcha hacia la guardería.
—¿Tan obvio es? —Hizo una mueca, intentando restarle importancia para no amargar la salida con sus problemas.
—Creo que es más porque te conozco demasiado…
—Bueno, no es nada grave, sólo… problemas con Kuranosuke y sus padres —admitió, encogiéndose de hombros para no seguir el tema —. Pero no quiero hablar de eso ahora, mejor dime… ¿cómo estás tú?
—De acuerdo. Yo estoy bien, acostumbrándome al ritmo que llevo ahora tanto con el estudio como con la universidad… —Sonrió, a pesar de los cambios en su vida, le gustaba la oportunidad que tenía en esos momentos. —Hemos llegado a nuestra primera parada: la guardería.
Sango le sonrió antes de bajar para ir por las niñas, volver a acomodarlas en el asiento trasero y partir rumbo a la heladería. Pidieron sus órdenes, con una porción extrapequeña para las gemelas y siguieron tranquilamente la plática, la castaña emocionada de saber cómo iba el primer mes de su amigo el Kyōto.
Miroku le relató lo mucho que le estaba gustando trabajar en la docencia, lo gratificante que era encontrarse con futuros abogados que tenían tanto espíritu como él cuando había comenzado y lo bien que le estaba yendo al estudio a pesar de ser tan nuevo, todo mientras veían felices a Mao y Mei disfrutar de los postres que les habían servido. Luego de terminar sus helados, él las fue a dejar a casa para evitar que ella tuviese que pedirle a algún criado o a su suegro que las fuesen a buscar y así no incomodar a nadie en la casa de su amiga, algo que ella agradeció mucho.
—No tenías que molestarte en venir…
—Pero no es ninguna molesta, me gusta compartir con ustedes y ayudarte en todo lo que pueda…
—Lo sé, muchas gracias.
—No es nada —Miroku le sonrió, en tanto la ayudaba a bajar a las gemelas, armando el cochecito doble para que ella las pusiera ahí —. Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites, cuando sea.
—Gracias por eso, también. Y no te preocupes, todo estará bien, sólo hay un par de cosas que debo volver a aclarar con Kuranosuke y sus padres… en cuanto lo haga, te contaré cómo me va.
—De acuerdo, puedes buscarme en cualquier momento. Te deseo suerte con eso.
—La tendré, tranquilo. Que llegues bien a casa, hasta pronto.
—Hasta pronto.
Se despidieron con una cálida sonrisa, Miroku partiendo a su hogar y Sango ingresando al suyo, con una inusual calma en su interior, porque a pesar de la tormenta que probablemente se desataría pronto en su familia, ella no tenía miedo de enfrentarla y seguir firme en sus convicciones.
Llegó a su hogar agotada y con un nudo en el estómago, los nervios anticipándose a la situación que enfrentaría dentro de poco, cuando Kuranosuke llegara a casa y trataran los problemas con los que ella ya llevaba tiempo lidiando. Ingresó llevando el coche con las niñas, dispuesta a darse un baño antes de la cena, pero se detuvo en seco al ver a un visitante inesperado en la sala, conversando seriamente con sus suegros. Entró a la habitación, saludando educadamente a todos, aún sorprendida.
—Buenas tardes, hija. ¿Cómo has estado?
—Eh… bien, ¿y tú, papá? —Le respondió, notando las expresiones severas en el rostro de los otros dos adultos en la sala.
—Bien también. Me gustaría conversar a solas contigo un momento, ¿podemos? Supongo que la señora Leiko y el señor Osamu no tendrán problema en ver a las niñas por mientras, ¿verdad? —Preguntó, observando a los aludidos con atención.
—Claro que no, nunca lo hemos tenido —respondió secamente la Takeda mayor, levantándose para acercarse al coche y moverlo hasta donde ella y su esposo estaban sentados —. Eso es algo que Sango sabe muy bien.
—Muchas gracias, ahora si nos disculpan… —El señor Kuwashima se apresuró en hablar, evitando que su hija pudiera responderle a su suegra e iniciara una discusión. Realizó una breve inclinación de su cabeza a manera de permiso y luego salió de la sala, indicándole a Sango que hiciera lo mismo.
La muchacha no tardó en seguirle los pasos, no tenía deseos de quedarse a solas con los padres de su esposo para escuchar alguna otra recriminación, aunque se sentía bastante irritada con el hecho de que su padre fuese a visitarlos justo ese día, eso no parecía ser una coincidencia. Llegaron al cuarto que se usaba como estudio y, una vez dentro, el mayor comenzó a hablar de inmediato.
—Puedo notar que mi presencia es algo inesperado para ti, pero Kuranosuke me invitó a cenar hoy, dijo que debíamos hablar temas importantes. ¿Qué ocurre?
—No puedo creer que lo haya hecho… —Sango entornó los ojos, claramente molesta al saber la razón de la visita de su padre. —¿Mis suegros no te dieron un adelanto de lo que pasa?
—Dijeron muchas cosas, pero quiero escuchar tu versión. Es lo más justo, ¿no te parece?
—Claro, pero no pensé que… —Se sonrojó al ver la mirada cargada de reproche ante la insinuación de que él podría obviar su relato, era claro que eso lo ofendía. —Lo siento, papá, las últimas veces habías estado de su lado, por eso creí que esta vez sería igual.
—Quizá estés equivocada, además, esto no es una especie de guerra como para que haya un lado del cual estar. Ahora, ¿puedes decirme qué está pasando?
—De acuerdo —inhaló profundo mientras ordenaba las ideas antes de comenzar a hablar —. Desde que me mudé a Kyōto, los padres de Kuranosuke han tratado de entrometerse en nuestras decisiones, especialmente en mi vida. Los he tratado de ignorar, porque había hablado con él respecto a todo lo que dicen, pero creo que el peso de su tradición familiar es más fuerte que nuestro matrimonio, así que es probable que ahora decida apoyarlos a ellos en lugar de mantenerlos fuera de nuestros problemas.
—¿Y qué es lo que quieren que hagas que les molesta tanto?
—En realidad, son muchas cosas, partiendo por el hecho de que les gustaría que dejara mi carrera a un lado y me dedicara por completo a la familia. También les molesta que no quiera aún tener otro hijo y que haya decidido que las gemelas vayan a la guardería en lugar de que las críe y eduque en casa la señora Leiko. Incluso les parece inapropiado que tenga vida social, apenas si puedo juntarme una que otra vez con Miroku y ellos se escandalizan, como si realmente no pudiese ser su amiga.
—En resumen, quieren que dejes de ser tú.
—Así es. Lo peor es que pensé que tenía el apoyo de Kuranosuke, porque habíamos hablado sobre esto hace un tiempo y él estuvo de acuerdo con todo, pero tal parece que cambió de opinión. Y sus padres no hacen más que empeorar las cosas, acusándome con él o amenazándome con llamarte a ti, como si fuese una niña malcriada a la que ustedes van a reprender y castigar para que luego haga lo que ellos me piden sin chistar…
Sango terminó apretando con furia los puños, demostrando cuánto le molestaba la situación. Su padre negó con un gesto, sospechaba que el carácter de su hija podía ser la causa de los reclamos de sus consuegros, porque ella difícilmente se iba a callar ante esas situaciones y eso sería visto como una falta de respeto considerable ante cualquiera de los integrantes de la familia de su esposo, tal como le habían comentado ellos mismos más temprano. Sin embargo, él no podía pedirle a ella que dejara de lado sus convicciones, menos si la había criado reafirmando su seguridad y se había dado cuenta hacía tiempo que no podía hacerla cambiar de opinión. De hecho, conocía a una sola persona que lo había logrado, pero estaba seguro de que él nunca le pediría que desistiera de seguir sus metas, por el contrario: la animaría a no rendirse, ofreciéndole todo su apoyo. Sonrió levemente, sabiendo que eso era exactamente lo que debía hacer, porque había prometido que su hija sería feliz y tendría una vida tranquila, y no lo estaba cumpliendo.
—Entonces tendremos que hablar con la familia Takeda y aclarar todo esto lo antes posible —concluyó, palmoteándole con cariño el hombro a su hija mientras le dedicaba una sonrisa llena de comprensión, gesto que ella devolvió con confianza.
Salieron del estudio y se dirigieron a la sala, en donde ya se encontraba Kuranosuke hablando con sus padres, pero se interrumpió para saludarlos e invitarlos a la mesa, que ya estaba servida. Se ubicaron en sus puestos y, tras agradecer por los alimentos que comerían, comenzaron la cena. La conversación que tenían pendiente no se hizo esperar, y Sango agradeció en esos momentos que una de las criadas se hubiese llevado a sus pequeñas porque no quería que ellas presenciaran una discusión como aquella.
Fue Kuranosuke quien tomó la palabra ante la insistente mirada de su madre, quien parecía ser la más ansiosa por tratar los problemas que tenían con Sango.
—Bien, aprovechando que estamos todos reunidos, me gustaría que habláramos sobre algunos temas que preocupan a mi familia y también a mí. Como ya debe saber, señor Kuwashima, tiene que ver con Sango y su comportamiento durante el último tiempo.
—Algo escuché al respecto, es cierto —respondió el aludido, prestándole atención a su yerno —. Y me gustaría saber más sobre el tema.
—La verdad, es que su hija es irrespetuosa y no es una buena representante del clan Takeda…
—Madre, por favor —Kuranosuke interrumpió a su progenitora, anticipándose a la pelea que podía ocasionar que ella lanzara sin tacto esas palabras.
—Sólo digo la verdad, Kuranosuke, y lo sabes.
—Esas acusaciones son serias y si afirma que la situación es así con tanta seguridad, supongo que tiene pruebas que la respalden —el señor Kuwashima usó un tono severo que logró que la mayor guardara silencio, permitiéndole a su hijo tomar nuevamente la palabra.
—Lo cierto es, señor Kuwashima, que Sango ha desoído a mi madre, quien sólo ha intentado guiarla y apoyarla en esta etapa lo mejor posible. Incluso ha menospreciado nuestras costumbres y tradiciones, sabiendo lo trascendentales que son para nosotros y lo importante que es que ella siga con nuestro legado, después de todo ahora es una Takeda más.
Sango hizo un gran esfuerzo por no golpear a nadie en ese momento, apretando con rabia los puños y recordando que esa era la instancia en la que podía zanjar toda esa problemática de una buena vez. Sin embargo, no podía no responder a las palabras de su esposo, la acusación era injusta e inapropiada.
—Eso es mentira, la situación no ocurrió precisamente así —soltó, sorprendiendo a sus suegros y al mismo Kuranosuke con su intervención —. Nada de lo que he hecho, ni las decisiones que tomé, fueron algo que haya nacido sólo de mí. Todo lo consulté contigo primero, Kuranosuke. No es mi culpa que te hayas dejado llevar por tus padres, cambiando de parecer tan pronto.
—Nunca creí que fueses a tomarte tantas libertades, excusándote en las decisiones que tomamos en conjunto. Además, esa no es forma de responderle a tu esposo —el aludido la observó con severidad, reprochándole el intervenir en la conversación.
—No me he tomado ninguna libertad, y creo que también tengo derecho a opinar en esta discusión, aunque a ti no te guste lo que tenga que decir.
—Realmente, cada día estás más insolente. Al parecer, mi madre tiene razón y espero que esto sea prueba suficiente para tu padre…
—Esto no me prueba nada, de hecho. Sólo que mi hija sigue teniendo el mismo carácter fuerte de siempre —le dedicó una sonrisa fugaz a Sango antes de volver su mirada hacia los demás —. Me han hablado bastante de lo irrespetuosa y desconsiderada que es, pero no me han dicho por qué. ¿Qué es lo que ha hecho que les molesta tanto?
—Bueno, se niega a seguir nuestras tradiciones familiares… —Kuranosuke notó que eso no era explicación suficiente para su suegro, así que inhaló profundo antes de continuar. —Ignora el consejo de mis padres de que lo mejor para nuestra familia es que se dedique por completo a nosotros, así no sería necesario que viviéramos en ciudades distintas y podría criar y educar a las niñas en casa, junto a mi madre para enseñarles nuestras tradiciones. Además, así también mantiene la imagen y el comportamiento que se espera de una Takeda.
Sus palabras fueron seguidas de un momentáneo silencio durante el cual el padre de Sango meditó los hechos y, con la misma seriedad que había expresado desde su llegada, observó a la familia de su hija, eligiendo con cuidado lo que diría.
—Y, la idea de que yo sepa todo esto es que los ayude a enmendar su conducta, ¿no? —Frunció el ceño al ver la respuesta implícita en las miradas ajenas, pero no les dio tiempo de verbalizarla. —De acuerdo, pero antes quisiera hacerte una pregunta, Kuranosuke. ¿Realmente conocías a Sango cuando decidiste casarte con ella? Recuerdo que tuve un problema similar cuando me casé, porque Akari también era una chica de carácter fuerte, supongo que de ahí lo heredó Sango. Además, no estaba familiarizada con la vida tradicional que mi familia siempre tuvo, por lo que fue difícil al principio. Mis padres también quisieron imponerle algunas cosas, y ella al principio intentó complacerlos porque era lo que se esperaba que hiciera. Sin embargo, no era feliz así y poco a poco, comenzamos a tener problemas entre nosotros. Yo, ingenuamente, había pensado que lo mejor era no entrometerme en los problemas que ella tenía con mis padres, hasta que un día Akari simplemente se cansó y me dijo que, si yo no hacía algo, ella se marcharía llevándose a Sango, que en ese momento tenía un año apenas cumplido. Me aterró la idea e intenté convencerla de que no lo hiciera, pero sus palabras me hicieron ver que estaba equivocado. Me dijo que ambos habíamos decidido casarnos, sabiendo muy bien como éramos, y comenzamos una familia que era nuestra responsabilidad, por lo que las decisiones que tomáramos debían ser nuestras, de nadie más. Y que podíamos pedir el consejo de nuestros padres cuando lo necesitáramos, pero que eso no significaba que ellos se entrometieran en nuestro matrimonio ni familia. Así que hablé con mis padres y les expliqué la situación. Al principio no lo entendieron y fue difícil, pero luego se dieron cuenta que Akari tenía razón y la situación mejoró. Y agradezco que haya sido así, porque ella nos dejó demasiado pronto y me hubiera arrepentido toda la vida el no haberla apoyado, sabiendo cómo era la mujer de la que me enamoré desde un principio. Así que, vuelvo a preguntarte, Kuranosuke… ¿Realmente conocías a Sango cuando decidiste casarte con ella?
El aludido dudó un par de segundos, demostrando algo de nervios antes de contestar.
—S-Sí, por supuesto…
—Entonces, ¿qué te molesta ahora? Sango es una mujer perseverante, decidida y tenaz. Se esforzó para ser policía y es lo que la apasiona. ¿Crees que lo va a dejar tan fácilmente después de todo lo que luchó por lograrlo?
—Esto va más allá de su carrera, ahora tiene familia y…
—Y creo haber dicho que los asuntos de su familia debe resolverlos con su esposo, señor Osamu, pero si no quedó lo suficientemente claro, lo pondré de otra forma: yo no voy a regañar ni a imponerle a Sango nada, porque considero que ella debe hacerse responsable de sus decisiones. Así que les sugiero que la próxima vez, dejen que ellos dos resuelvan sus problemas y respeten lo que acuerden. Si nos piden consejo, nuestro deber es dárselos, pero siendo conscientes de que son ellos los que al final van a determinar qué harán.
Nuevamente hubo silencio, esta vez más prolongado que el anterior, ya que nadie sabía cómo responderle al hombre que acababa de darle todo su apoyo a Sango, cambiando el panorama de una forma que no pensaban que podía ocurrir. Tras algunos minutos, fue ella misma quien decidió volver a hablar, porque tampoco quería que la tensión ni la incomodidad se extendiera por el resto de la jornada.
—Señor y señora Takeda, Kuranosuke… yo no quiero pelear siempre con ustedes. Agradezco su preocupación y sé que su familia tiene tradiciones que son importantes y las respeto, pero eso no significa que vaya a dejar mis convicciones de lado. Quiero creer que, junto a Kuranosuke, podemos construir un sendero nuevo, sin olvidar el legado de los Takeda. Sólo quiero lo mejor para mi familia y me gustaría tener su apoyo para eso.
Sus suegros negaron con una sonrisa, Kuranosuke asintió levemente a sus palabras y su padre intercambió una mirada tranquila y llena de apoyo con ella, todos gestos que lograron que su corazón se sintiera más liviano. Terminaron la cena en un ambiente mucho más armónico, y tras hacer un poco de sobremesa, Sango acompañó a su padre a la salida para despedirse de él, con una calma en su interior que extrañaba.
—Bueno, supongo que ya es hora de irme y dejar que hables a solas con tu esposo —sonrió el mayor, esperando que las cosas mejoraran de ahora en adelante.
—Sí, es cierto —ella le devolvió la sonrisa, aliviada —. Muchas gracias por tu apoyo, papá. De verdad, todo habría sido muy diferente de no ser por ti.
—No me agradezcas, sólo quiero que seas feliz. Después de todo, es lo que mereces.
—Gracias, me alegra escucharlo.
—No es nada, hija. Ahora me iré, antes de que se haga más tarde. Dale mis cariños a las niñas, ¿sí?
—Por supuesto. Ve con cuidado.
Se despidieron con un gesto de sus manos antes de que ella volviera a entrar a la casa, segura de que las cosas comenzarían a mejorar mucho de ahora en adelante, y feliz de saber que su padre la apoyaba.
Miró la concurrida calle y esbozó una ligera sonrisa al ver a su amiga bajándose del taxi cerca del lugar que él había apartado para que se sirvieran algo mientras charlaban tranquilamente. Sango le había dicho hacía algunos días que tenía algo que contarle, pero ambos habían estado demasiado ocupados como para juntarse hasta ese momento, y ella no había querido dar detalles de manera no presencial, así que lo había mantenido expectante durante la espera.
La muchacha llegó a su lado también con una sonrisa en el rostro, saludándolo alegremente en tanto se sentaba frente a él y pedían su orden, ella optando por un té de hierbas y él por café espresso, ambos acompañando las bebidas calientes con galletas dulces surtidas. Luego de ponerse al día con las novedades de sus vidas, en especial Miroku con su nueva actividad como académico y los cambios que eso estaba significando; Sango decidió contarle lo que había pospuesto hasta ese día.
—Bueno, lo que yo quería contarte es que, al parecer, las cosas mejorarán con mis suegros y Kuranosuke —sonrió sutilmente, recordando el apoyo de su padre con cariño.
—Oh, ¿de verdad? ¿Por qué lo dices? —Él se interesó de inmediato, ya que había sido testigo de todos los conflictos que tenía que enfrentar su amiga.
—El viernes pasado, cuando Kuranosuke vino, invitó a mi padre a cenar porque quería decirle todo lo malo que yo hacía, en especial los problemas que tenía con su madre. Me molestó mucho, me estaban tratando como a una niña a quien la acusan con su padre para que la regañen y obedezca lo que se le ordena —frunció el ceño, el recuerdo seguía siendo algo irritante —. Por suerte, pude hablar con papá antes de la cena y él me dio su apoyo. Incluso le preguntó a Kuranosuke si me conocía realmente cuando decidió casarse conmigo, porque yo siempre había sido alguien perseverante y tenaz.
—Cualquiera que te conozca, lo sabe con certeza. ¿Cómo lo tomó Kuranosuke?
—Dijo que sí me conocía, y al parecer, comprendió lo que le quería decir. Papá también le dijo a mis suegros que ellos deberían permitirnos solucionar nuestros problemas familiares a nosotros como matrimonio, sin entrometerse, incluso si les pedimos consejo —sus ojos demostraron la emoción que sentía al recordar el apoyo de su padre en un tema que era tan importante para ella.
—Me alegro mucho de que haya sido así. Después de todo, tu padre debería apoyarte, en especial en esto —comentó antes de beber un poco de su café, sus ojos brillaron con un dejo de suspicacia que llamó la atención de la castaña.
—¿Por qué lo dices? —Preguntó, mirándolo con extrañeza.
—Bueno, porque él fue quien te empujó a todo esto, ¿no? —La miró a los ojos, viendo la confusión que sus palabras causaban en ella. —Es decir, decidiste casarte con Kuranosuke porque tu padre estaba de acuerdo…
—No fue la única razón, ni la más fuerte —Sango volvió a fruncir el gesto, aparentemente molesta con la suposición de su amigo —. Hay mucho más detrás de mi elección, incluyendo mis sentimientos.
—Nunca dije que no fuera así, sé que también lo hiciste porque te ofrecía estabilidad emocional, pero no puedes negarme que tu padre tuvo mucho que ver con todas las otras razones que…
—Fue mi decisión, Miroku —lo interrumpió, claramente irritada —. ¿Por qué insistes en involucrar a mi padre? Por mucho que él apoyara mi relación con Kuranosuke, no me obligó a decirle que sí.
—Pero su apoyo es importante para ti, eso es algo que sé muy bien —ahora, él también se mostró molesto, porque esa realidad siempre iba a ser dolorosa.
—Bueno, tampoco puedo decir que su desaprobación haya sido injustificada, o que no haya tenido razón.
Miroku abrió la boca, dolido y sorprendido en partes iguales. Bajó la mirada hacia su taza con café, esbozando una mueca de abatimiento y sin encontrar palabras para responder, después de todo no tenía nada con qué defenderse. Sango se arrepintió casi al instante de lo que acababa de decir, no quería herirlo y tampoco buscaba recriminarle nada, pero su enfado habló por ella antes de que pudiera darse cuenta. Alcanzó la mano de Miroku antes de volver a hablar.
—Lo siento, no quise…
—No te disculpes, no has dicho nada que no sea cierto, ¿verdad? —Él terminó de inmediato el contacto, evitando mirarla de frente para no demostrar lo mucho que eso le había dolido. —Es tarde, creo que será mejor que me vaya a casa, debo revisar un caso.
—Miroku, yo no…
—Está bien —sonrió con resignación, en tanto dejaba sobre la mesa el dinero de lo que habían pedido y se ponía de pie —. Supongo que me excedí, no debí tocar el tema. En fin… que llegues bien a casa, adiós.
Sin esperar respuesta, se alejó en dirección a su vehículo, dejando a Sango con un nudo en la garganta producto de la angustia y la culpa que nacieron tras haber herido así a su amigo. Suspiró con tristeza, levantándose para tomar un taxi e irse también, segura de que tendría que buscar una forma de remediar ese conflicto, porque no quería que Miroku estuviese molesto con ella, ni mucho menos que sus palabras lo hirieran de esa forma, ya que nunca fue su intención que eso acabara así. Por lo mismo, debía encontrar una salida y esperaba lograrlo pronto.
El día había sido perfecto para compartir con su hermano; dado que el horario de la Universidad era bastante pesado, ellos no habían tenido oportunidad de verse mucho últimamente y aprovecharon un poco de tiempo libre de ambos para hacerlo.
Estaban disfrutando de una tarde sólo de hermanos, pues las gemelas estaban en la guardería y Kohaku necesitaba algo de refuerzo con uno de los deberes que le habían dejado en clases, así que Sango lo ayudó para luego ir por pasteles y charlar el resto de tiempo que les quedaba sentados en una banca de un parque cercano al hogar del menor.
—Así que, ¿las clases han estado pesadas? —Preguntó ella, interesada en los cambios que vivía su hermano desde su ingreso a la Universidad.
—Pues sí, sabía que no sería fácil, pero no creí que fuese tan duro desde el principio —Kohaku sonrió, eso no era algo que lo desanimara tampoco —. Pero me gusta que sea así, sólo es cosa de organizarme y acostumbrarme al ritmo.
—Claro, sólo espero que no signifique que sacrifiques tiempo valioso que podrías pasar con tus seres queridos —hizo la observación porque ella sabía lo complejo que podía ser equilibrar ambos aspectos.
—Bueno, no quiero hacerlo, aunque es un poco complicado —admitió, sus mejillas un poco sonrosadas de pronto —. Rin también me dijo lo mismo la última vez que nos vimos, así que debo tomarlo en cuenta.
—Aunque no lo parezca, Rin es una persona muy sabia a veces —Sango sonrió, le gustaba ver el brillo de felicidad que despedían los ojos de Kohaku cada vez que hablaba de quien hacía poco era su novia —. Deberías escucharla.
—Lo hago —el menor refunfuñó, como si la insistencia fuese innecesaria —. A veces siento que ustedes creen que no soy capaz de darme cuenta de las cosas por mí mismo.
Sango frunció el ceño, un poco confundida con las palabras de su hermano y su repentina molestia.
—¿Nosotros? No creí que papá te dijera algo al respecto, con lo estricto que es…
—No estoy hablando de papá —murmuró, volviendo a sonrojarse y casi como si se arrepintiera de haber hablado.
—¿Entonces…?
—Miroku… —Admitió casi a regañadientes, decidiendo explicarse al sentir la insistente mirada interrogante de Sango sobre su persona. —Hace unos días me acerqué para pedirle orientación sobre el temario de un examen y charlamos un rato… también habló sobre la importancia de no perder tiempo valioso con mis seres queridos… dijo que a veces no valía la pena esforzarse tanto por alcanzar una meta si en el camino, perdías todo lo demás —Kohaku suspiró antes de mirar directo a los ojos a su hermana, a quien claramente habían afligido esas palabras —. ¿Pasó algo?
Sango bajó la mirada un segundo, tratando de aparentar que no le afectaba lo que acababa de escuchar, aunque estaba casi segura de que su amigo aún estaba herido por lo ocurrido algunos días atrás. No habían vuelto a hablar después de esa pequeña discusión, sólo el intercambio frío y educado de algunos mensajes más cordiales que otra cosa, una forma de no perder el contacto que le dejaba a ella un gusto amargo. Negó suavemente, mirando hacia un lado para no enfrentar la mirada de su hermano.
—No ha pasado nada, hace días que no nos vemos, así que no sé a qué pudo referirse…
—Pues, pareciera que algo ocurrió. Puede ser eso mismo, quizá… que no puedan compartir tanto como quisieran —se explicó, aún intentando descubrir la verdad —. Incluso durante su clase, se ve que no tiene el mismo ánimo de siempre. Hasta mis compañeras lo notaron.
—¿En serio? ¿Tus compañeras? —Sango levantó una ceja, mirándolo ahora de forma directa y claramente interesada.
—Sí… Bueno, al parecer lo encuentran atractivo e interesante, eso es lo que he escuchado. Aunque él sólo es educado con ellas, pero ya sabes que a veces las chicas pueden interpretar eso como coqueteo…
—¿Seguro que no está coqueteando con ellas? —Ahora se mostró un tanto recelosa, porque Miroku era un galán y no creía imposible que lo hiciera, quizá con mayor razón si estaba algo distanciado de ella.
—Claro que no —Kohaku se cruzó de brazos, notando los celos de su hermana —. Son chicas de mi edad, se llevan como mínimo, unos 10 años. Si va a coquetear con alguien, creo que la señorita Himura podría ser una opción…
—Por supuesto que habría alguien…
—Oye, ¿estás celosa? —El estudiante entrecerró las cejas, notando la irritación poco disimulada de su hermana.
—Y-Yo… ¡claro que no! Miroku es un hombre soltero y puede hacer lo que se le dé la gana. Además, sabes perfectamente que yo estoy casada…
—De acuerdo, fingiré que te creo…
—¿Sabes? Ya es momento de ir al departamento, necesito saber si podremos cenar ahí para ir por las gemelas a la guardería —cambió el tema, porque sabía que no podía mentirle a su hermano y no quería seguir tocando ese tema.
—Como digas…
Dejaron su lugar y caminaron hacia el edificio donde vivía el menor junto a su padre, a quien Sango quería sorprender con la idea de una cena en familia. Entraron al lugar y mientras Kohaku iba a su cuarto a dejar sus cosas, ella esperó cerca de la entrada, desde donde podía ver el pasillo que daba al cuarto de su padre. Frunció el ceño al escuchar voces, parecían dos hombres discutiendo. Se acercó un poco, extrañada porque no sabía con quién podía tener problemas su padre como para que fueran a encararlo hasta su casa. Cuando estuvo a una distancia menor, logró distinguir mejor las voces, reconociendo a Kuranosuke del otro lado de la puerta, que se encontraba entreabierta.
—Las cosas no son precisamente como pensé que serían —su esposo parecía fastidiado, aunque ella no sabía exactamente por qué, tampoco podía imaginar una razón por la que le reprocharía algo así.
—Yo no te prometí nada, sólo apoyé tu relación con Sango. No entiendo cuál es tu queja, ahora están casados y si no te gusta su matrimonio, no es mi culpa. Conocías el carácter de Sango desde un principio —su padre defendió su punto, causando que a ella se le apretara el pecho al saber que seguía defendiéndola, pero al mismo tiempo contrariada por el hecho de que ambos discutieran sobre su relación sin incluirla.
—No es la actitud de Sango, señor Kuwashima. Es su… vida social —enfatizó, ella pudo notar el desprecio cargado en el término —. Creí que, después de todo lo que había hecho y de cómo él la había engañado, ella no volvería a acercarse a Tsujitani. ¿No era esa la idea?
—Nunca dije que no volverían a hablar. No puedo controlar cada amistad de mi hija, es ella quien decidió retomar el contacto. Yo sólo ayudé a que se diera cuenta de quién realmente es Miroku.
Sango abrió la boca, incrédula. Ella no había hablado con nadie sobre la infidelidad de Miroku, ni siquiera le había contado lo ocurrido a Kagome, entonces no sabía cómo podía saberlo su progenitor, mucho menos Kuranosuke. Además, ¿a qué se refería su padre con que él la había ayudado a darse cuenta de quién era Miroku? ¿Y su esposo con que la idea era que ella no volviera a tratar con el abogado? ¿Por qué su padre respondía como si realmente él hubiese tenido algo que ver con lo que había causado su ruptura anterior? Apretó los puños, la explicación que estaba formándose en su cabeza no le gustaba para nada, aunque cada palabra que había escuchado levantaba demasiadas sospechas.
De pronto, sintió las miradas en su persona y la sorpresa de ambos adultos al percatarse de su presencia ahí, los dos parecían haberse quedado sin palabras, al igual que ella. No quiso esperar una explicación, ni siquiera fue capaz de preguntarles algo al respecto, porque estaba segura de que inventarían alguna excusa y ella no quería mentiras, ahora necesitaba saber la verdad. Antes de que alguno recuperara la voz e intentara hacerla tragarse alguna historia improvisada a último momento, y sin dirigirles nada más que una mirada llena de reproche y decepción, se marchó del lugar, dispuesta a encontrar la respuesta que quería con la única persona que sería capaz de dársela con certeza.
¿Hola? Uf, hasta me da vergüenza saludar, después de todo llevo mucho tiempo perdida, pero han sido semanas duras, así que pido disculpas por el retraso y prometo que seguiré actualizando, sólo que quizá el ritmo sea más lento.
Ahora sí, ¿qué opinan del capítulo? Finalmente estamos aclarando algunos temas que habían quedado pendientes desde hace tiempo, y lamentablemente no son cosas buenas. Aunque quieran enmendar el error cometido en el pasado, esas acciones llevaron a un desenlace que no puede ser olvidado y que dañó profundamente a Sango. Así que ahora la interrogante es, ¿conoceremos toda la verdad? ¿Y Sango podrá lidiar con eso o terminará más rota aún? La respuesta a esas preguntas y otras, en las siguientes entregas.
Quiero dejar, además, un saludo especial a AvrilGarcia, quien hoy está de cumpleaños (exacto, no lo olvidé xd) y, debido a la distancia y todo eso, sólo puedo dejar este obsequio, espero lo disfrute y bueno, pronto tendrá más noticias mías (o ese es el plan). Además, debo agradecerle por su hermoso review, eres un sol preciosa (L)
También agradecer a Nuez, quien sigue acompañándome en este camino amargo.
Nos estamos leyendo, ya saben, por ahí. Y espero que pronto xd
Yumi~
