.DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.


Je vais T'aimer —

XXII

Desencanto al descubierto—


—"Sólo estoy hiriéndote.
Sólo estoy llorando.
Sólo estoy solo,
pensando en ti.

[…]

Como la cálida luna,
quería protegerte,
pero quizá para ti estos sentimientos también
podrían sólo convertirse en una carga."—

Tsuki no sona; Matenrou Opera—


El sol de media tarde entraba por una de las ventanas, iluminando de forma agradable la sala de estar en la que él ahora estaba revisando unos textos, donde buscaba referencias para su siguiente clase. A pesar de que el otoño ya había comenzado, algunos días podían no ser tan fríos y eso alejaba un poco el aire melancólico que lo había estado invadiendo desde que tuviese ese pequeño desacuerdo con su amiga.

Soltó un suspiro, dejando de lado el libro que leía para ir por un poco de café a la cocina, siendo interrumpido por el timbre y un par de enérgicos golpes en la puerta cuando ya iba de regreso a la sala. Extrañado por la repentina visita – porque no era necesario que abriera la puerta para saber quién tocaba así –, se apresuró en atender el llamado, encontrándose con Sango en la entrada, quien, para su desconcierto, se veía molesta.

—Sango, qué sorpresa… ¿qué…?

—¿… Me trae por aquí? —Ella levantó una ceja, mirándolo escéptica. — ¿No se te ocurre nada?

Miroku frunció el ceño, contrariado.

—N-No… No, en realidad. Pero puedo ver que lo que te molesta es serio y que, de seguro, de alguna forma estoy involucrado —soltó un suspiro, tenía el presentimiento de que eso no era nada bueno —. Mejor pasa, dudo que sea algo que debamos hablar en la puerta de mi casa.

Ella aceptó la invitación, dejando que él la guiara hasta la sala para que se sentaran a charlar; se atrevió a ofrecerle algo para servirse, pero recibió una rotunda negativa, como si de verdad el tema que la había llevado hasta allá no pudiese esperar. Se sentó a su lado, dispuesto a enfrentar lo que fuese que Sango le diría de forma directa.

—Entonces, ¿qué ocurre?

La castaña levantó la vista para verlo directo a los ojos, ordenando el remolino de ideas que tenía en mente y buscando una forma entendible de explicar la situación. Frunció los labios, decidiendo simplemente preguntar lo que quería saber.

—Hay decisiones que tomaste en el pasado que siempre me dejaron un gusto amargo, sentía que había algo más detrás de ellas que sólo la situación que pasábamos… y nunca pude quitarme esa sensación —suspiró pesadamente, ella había desistido de encontrar una respuesta al ver que Miroku simplemente se había rendido, porque no tenía sentido saber la verdad si él ya no quería seguir adelante —. Sin embargo, aún con todo lo enfadada que estaba, jamás le dije a nadie que me habías engañado… y hoy escuché a Kuranosuke hablando sobre eso con mi padre —levantó la mirada para encarar de frente al ojiazul, quien no fue capaz de disimular el pesar que le causaron esas palabras —. ¿Por qué lo saben, Miroku?

Él no pudo soportar por mucho la mirada directa, huyendo de ella con vergüenza. Inhaló profundo, decidido a decirle la verdad porque ese hecho era una carga que llevaba demasiado tiempo soportando.

—Lo siento, la respuesta no es algo de lo que pueda enorgullecerme. Pero es una historia un poco difícil, así que debo pedirte que me escuches hasta el final. ¿De acuerdo? —El tono apesadumbrado en la voz de Miroku causó que un escalofrío recorriera la espina dorsal de Sango. Ella aceptó la petición, por lo que él comenzó el relato con la mirada perdida al frente, como si viera sus recuerdos proyectados delante de él. —Recuerdo perfectamente el día que ocurrió. Habíamos discutido por causa de tu padre, fue cuando me dijiste que él y Kohaku eran lo único que tenías… me sentí realmente mal por eso, pero aún creía que podíamos superar los problemas que teníamos, por lo que fui a verte al departamento. Estabas con Kagome y logré escuchar parte de su conversación. Dijiste que todos los problemas que teníamos iban sumándose, que estabas cansada, que jamás imaginaste que nuestra relación sería así… que yo estaba mal y que tú estabas llegando a tu límite… No sabes cuánto me hirió eso, por lo que decidí irme, descansar un poco y pensar las cosas. Llegué al departamento y le di muchas vueltas, analizando todo lo mejor que pude, para llegar a una conclusión que me partió el alma: decidí que lo mejor era que termináramos. Sentí que era la única forma en la que ya no te dañaría más… pero luego me convencieron de que esa no era la salida. Tu padre llegó esa misma tarde a verme, diciendo que tenía algo importante que hablar conmigo. Escuché resignado todo lo que dijo, cada razón por la que yo no era una buena opción para ti. Le respondí que ya había tomado la decisión de dejarte ir, pero me comentó que eso no bastaría. Que tú eras demasiado obstinada como para alejarte sólo porque habíamos roto. Aún recuerdo sus palabras exactas… "Debes dañarla tanto, que no quiera volver a verte." No podía hacerte eso, ya te había dañado demasiado como para seguir haciéndolo… eso fue lo que le dije —bajó la mirada, dejando escapar un par de lágrimas mientras apretaba los puños con impotencia —. Tu padre me miró con algo de arrogancia, sonriendo de medio lado mientras sostenía su punto. "No te preocupes por eso, tiene personas que la ayudarán a superarlo y pronto no serás más que un amargo recuerdo". Mencionó tantas razones por las que debía darte la oportunidad de estar con alguien más apropiado para ti, incluso el riesgo de perder la casa de tus abuelos… Al final, me preguntó si te amaba… porque si era así, sabía que lo mejor era alejarme por completo de ti. Me hizo prometerle que encontraría una forma en la que rompería tu confianza para que me odiaras y decidieras alejarte para siempre de mí… y yo, tan estúpido como siempre, sintiendo que realmente eso era lo mejor para ti, lo hice… —Volvió a mirar a los ojos a Sango, quien lloraba incrédula a su lado. Limpió una de sus lágrimas y negó abatido. —Fue por eso por lo que te engañé aquella noche, Sango. Tomé muchas copas de más para poder dejar a un lado la culpa y hacerlo, y al final… Si pudiera volver en el tiempo y pensarlo mejor, no volvería a cometer ese error. Pero ya no puedo hacerlo, y lo único que me queda es enfrentar las consecuencias, después de todo no puedo culpar a nadie más, fui yo quien te falló —soltó otro suspiro, anticipándose a lo que vendría después de su confesión —. Ahora que sabes la verdadera razón, tienes todo el derecho de juzgarme, y si no quieres verme nunca más, alejarte y convertirme en ese "amargo recuerdo" en que debería haberme transformado hace tiempo… eres libre de hacerlo.

Sango se había quedado sin palabras, llorando en silencio mientras procesaba toda la historia. Al final negó con un gesto, poniéndose de pie y mirando a su compañero con reproche.

—Entonces, ¿esa fue la razón? ¿Ustedes decidieron que lo mejor para mí era romperme el corazón? ¿Realmente pensaste que te convertirías en un "amargo recuerdo" así como así?

—Sé que fue un error, Sango. Y uno con el que cargaré el resto de mi vida.

—Yo… no puedo creerlo. Tú y papá… son unos imbéciles —ella inhaló profundo para no estallar en ese momento, pero obviamente estaba furiosa, un sentimiento que no lograba diluirse ni siquiera con las incontables lágrimas que seguían cayendo de sus ojos mientras nuevamente sentía que le rompían el corazón—. ¿Te digo qué es lo más irónico de todo esto? En esa conversación con Kagome, que tú escuchaste a medias, admití que te amaba. Cuando te encontré con otra en la cama, ¿sabes a qué había ido a tu departamento? ¡A decírtelo! ¡A pedirte que siguiéramos esforzándonos, porque no veía un futuro sin ti! Y tú… tú… lo arruinaste todo. Ustedes lo arruinaron todo, siempre creyendo que pueden tomar decisiones por mí, que pueden controlar mi vida… Pues, ¿sabes qué? No es así, yo puedo decidir por mí misma. Aunque puedes sentirte satisfecho, por lo menos lograste algo de lo que buscabas en ese momento: no quiero volver a verte. Siempre confié en ustedes y ahora sé que me mintieron todo este tiempo, así que ya no tiene caso seguir esforzándome. Adiós.

Miroku ni siquiera hizo el intento de detenerla o responderle, porque era consciente de que no podía pedirle que lo perdonara, la explicación a su traición era mucho peor que una simple calentura. Y sabía que la afectaba profundamente, porque además involucraba a su padre, quien se suponía, era alguien en quien ella podía confiar ciegamente. Observó a Sango abandonar su hogar dando un portazo y cerró los ojos, devastado tan profundamente que ni siquiera podía expresarlo externamente. Ahora sí, ni siquiera podrían aferrarse a la amistad, no quedaba nada entre ellos más que los recuerdos.


Llegó a su casa agotada pero consciente de que aún tenía una discusión más pendiente, esta vez con su padre y su esposo. Le había pedido a Kohaku que fuera por las gemelas a la guardería, algo que él hizo sin siquiera preguntar el motivo, pues también había escuchado parte de la conversación entre Kuranosuke y el señor Kuwashima, por lo que entendía la situación que estaba pasando su hermana.

Ingresó a la sala, sin sorprenderse de ver ahí a quienes tenía deseos de asesinar en esos momentos. Apretó con fuerza sus puños mientras asentía a la petición de su padre de que fuesen hasta el estudio junto al castaño para que conversaran sobre lo ocurrido, dejando a las pequeñas al cuidado de su suegra y asegurándose así de que no pudiesen escucharlos. Una vez dentro del cuarto, el mayor cerró la puerta y miró directo a los ojos a su hija, quien no podía ocultar lo molesta y decepcionada que estaba.

—Hija, no sé qué es lo que crees que significa lo que escuchaste, pero si me dejas explicarte la situación, seguro comprenderás lo que ocurre…

—¿Qué quieres explicarme? ¿Cómo fue que te pareció que romperme el corazón era lo mejor para mí? ¿O cómo manipulaste todo para que eso ocurriera? — La mirada de Sango fulminaba a su padre, quien se quedó momentáneamente sin palabras ante las interrogantes de ella. — ¿Pensaste que nunca descubriría la verdad? ¡Empujaste a Miroku a engañarme! ¡Usaste nuestros problemas para que termináramos rompiéndonos! ¿Cuál es tu explicación?

—Sango, entiendo que estés enfadada, pero esa no es forma de hablarle a tu padre, él sólo quiere lo mejor para ti…

—Por supuesto —ella entornó los ojos, dirigiéndose ahora a su esposo —. Ustedes son tan considerados conmigo, que toman decisiones por mí porque yo no soy capaz de pensar por mí misma. ¿Apoyaste todo esto, no es cierto?

—N-No, yo no…

—Sango, estás confundiendo todo, las cosas no se dieron así. Yo no soy culpable de los problemas que tuviste con Miroku ni de su infidelidad —el señor Kuwashima recuperó el habla, defendiéndose de las acusaciones de su hija —. Nunca me agradó él para ti, eso no es ningún misterio, y sabía que tarde o temprano, terminaría demostrándote quién realmente es. ¿Por qué me estás responsabilizando por sus errores? Yo sólo…

—No te atrevas a decir que quieres lo mejor para mí, porque no sé en qué universo lo mejor para alguien es que le rompan el corazón —un par de lágrimas escaparon de los ojos de Sango, se sentía devastada —. Sé que Miroku es responsable de sus errores, pero tú… ¿Cómo pudiste pedirle que lo hiciera? ¿Por qué, sólo porque no era suficiente para mí? Y tú, Kuranosuke, lo sabías desde un principio, ¿no? Después de todo, la idea era que no me volviera a acercar a él

—¿Acaso no te das cuenta de lo que pasó? Tsujitani no fue capaz de esforzarse lo suficiente, ante la primera oportunidad, te engañó. Ni siquiera lo intentó, cuando fue consciente de la realidad que vivían, aceptó que no era el indicado para ti y decidió traicionarte. Si realmente te amaba, por mucho que tu padre se lo hubiese pedido, no te habría herido de esa forma, ¿no crees?

Sango volvió a cerrar los puños con impotencia, la herida que tanto le había costado cerrar estaba abriéndose ahora con demasiada facilidad. Negó bruscamente, ella sabía que las palabras de su esposo no eran del todo ciertas.

—Es cierto, era Miroku quien me debía lealtad en esos momentos y sé que es responsable de sus acciones, pero hay algo en lo que te equivocas —levantó la mirada para encarar a Kuranosuke, sin dejar de llorar —: sí se esforzó, lo intentó tanto como podía y cuando sintió que no podría hacerme feliz, decidió alejarse para no seguir hiriéndome. Que a los dos les quede claro que, si había una forma en la que Miroku podía demostrar que me amaba, fue esa, porque creyó en la promesa de que me harían feliz. Sin embargo, los tres suelen olvidar algo: no necesito ni quiero que tomen decisiones por mí. Esta es mi vida y tengo derecho a elegir qué caminos voy a tomar sin que ustedes me digan qué tengo que hacer.

—Hija, lo siento… sólo hice lo que era mejor para ti, no quería que sufrieras con un hombre que no te merecía…

—¿Sabes, papá? Esa decisión era mía, y puede que haya sufrido más debido a tus prejuicios e intervenciones, de lo que habría sufrido si sólo me hubiesen dejado caminar mi propio sendero. Ahora, si no tienen más que decir, me iré a mi habitación. Adiós.

Salió del estudio con el pecho apretado, deseando más que nunca que la tierra se la tragara para dejar de sentir ese dolor tan profundo en su interior. Ya no quería más explicaciones ni disculpas, porque nada de eso borraría lo que había ocurrido, sólo quería llorar tanto como pudiese, esperando que las lágrimas arrastraran todos esos sentimientos y así poder encontrar las fuerzas que necesitaba para seguir adelante. Después de todo, no podía volver a derrumbarse ni dejaría que nadie tomara las riendas de su vida, esta vez ella no lo permitiría.


—Entonces, ética y moralmente podemos no estar de acuerdo con nuestros clientes, sin embargo, siempre se debe respetar el compromiso de confidencialidad. Al respecto, revisen los capítulos del 10 al 12 sobre ética, moral y legislación de sus textos y hagan un ensayo, que corresponderá al 20% de la calificación. Las instrucciones ya fueron enviadas, recibiré sus consultas vía correo. Hasta la próxima semana.

Acabó su cátedra para escuchar los murmullos de abatimiento en los más jóvenes por el trabajo que acababa de darles, en tanto abandonaban el salón y lo dejaban ordenando sus apuntes y textos. El preparar esa clase le había causado un enorme dolor de cabeza, ya que el tema en sí seguía siendo un dilema para él. Negó con un gesto, se sentía completamente agotado, hasta en sentidos que nunca imaginó que podía estarlo. Terminó de guardar sus cosas y se encaminó hacia la salida, en donde lo estaba esperando su mejor amigo. InuYasha y Kagome estaban de visita en la ciudad, quedándose en casa de Sango como las veces anteriores; de inmediato notaron que algo había pasado y el oficial no esperó mucho para decidir visitar al abogado y ver cuál era el problema esta vez. Habían acordado verse después de que las clases terminaran, aprovechando que las chicas necesitaban tiempo a solas para afinar detalles sobre la boda que se aproximaba. Se saludaron con un gesto y se encaminaron al hogar del moreno, compartiendo una charla casual durante el trayecto, hasta que llegaron a su destino y el ojidorado intentó descubrir la situación.

—Al final, sigue siendo luchar contra el sistema. Hay muchos chicos que sólo preguntan sobre qué es lo que da más ganancias al ejercer —se quejó el docente, sin dejar de ser observado por su compañero.

—Siempre lo has sabido, pero te mantienes firme en tus convicciones —levantó una ceja, un tanto contrariado —. Y eso te llevó hasta donde estás ahora. ¿Cuál es tu queja?

—Ninguna, en realidad. Sólo estoy… cansado. Creo que no todo es como pensé que sería en un principio —hizo una mueca de resignación, no se sentía con fuerzas como para seguir firme en su camino.

—Eso puedo notarlo con facilidad —InuYasha esta vez le lanzó una mirada cargada de preocupación, algo que alertó de inmediato al ojiazul —. ¿Qué pasó ahora?

Miroku bajó la mirada mientras su pecho se oprimía con la angustia; desde aquel día no había dejado de sentirse vacío y roto por dentro, pero el sentimiento lo aplastaba con aún más fuerza cuando pensaba en lo ocurrido. Negó con un movimiento, intentando no tocar el tema.

—Ya no tiene importancia. Las cosas ocurren por algo, ¿no?

—Patrañas, el karma y toda esa porquería no causó todo esto, y lo sabes —rechazó la respuesta porque sabía que su amigo lo necesitaba —. Y esto sí es importante, no voy a cruzarme de brazos para ver cómo te apagas sin siquiera saber por qué.

—No es tan sencillo, InuYasha. Y no sé si puedas comprender todo lo que pasó o si realmente voy a seguir contando con tu amistad si lo sabes…

—Nunca es sencillo con ustedes, eso ya no me sorprende —lo cortó de golpe, logrando que volviera a mirarlo de frente —. Pero puedo intentar comprender lo que ocurre y prometerte que, pase lo que pase, seguirás siendo mi mejor amigo. Lo que no voy a hacer es dejarte solo. Así que mejor ahórrate las excusas y comienza a hablar de una buena vez.

El aludido esbozó una sonrisa al escuchar esas palabras, notaba la sinceridad en ellas y sabía que podía confiar en el policía, porque era parte de su familia no sanguínea. Inhaló profundo, ordenando los hechos para contarle lo ocurrido. Comenzó su relato con lo arrepentido y avergonzado que se sentía de sus acciones, para luego contarle sobre la conversación que tuvo años atrás con el señor Kuwashima, la que desencadenó su infidelidad y todos los errores que había cometido con Sango desde ese momento. También le dijo que su amiga había escuchado a su padre hablar sobre el engaño con Kuranosuke, a pesar de que ella no se lo había contado a nadie, y que él le había dicho la verdad cuando fue hasta su casa buscando respuestas. Concluyó el relato con lo más doloroso: que la castaña no quería volver a verlo, y estaba seguro de que esta vez era definitivo. Cerró los ojos, las lágrimas habían comenzado a abandonar sus ojos hacia bastante rato y lo único que cortó el silencio por algunos minutos fue su sollozo.

—L-Lo lamento… —Se limpió una de sus mejillas con algo de impotencia, sin dejar de llorar. —Fui un idiota y merezco todo su desprecio… traicioné su confianza, tomé una decisión que sabía que la iba a herir profundamente sólo porque creí que estaría mejor lejos de mí… a pesar de que estaba mal, hice lo que su padre me pidió, ignorando sus sentimientos, incluso sus deseos… y al final, no sólo la lastimé a ella —negó con impotencia, resignado ante la situación —. Vamos, si quieres golpearme por imbécil, regañarme o…

—Lo entiendo —la voz de InuYasha interrumpió la lamentación del abogado, quien lo miró con algo de sorpresa —. Lo entiendo, Miroku. Estuve ahí, vi lo mal que lo estaban pasando los dos en ese momento, lo desesperado que estabas y el miedo que tenías a no ser capaz de ser lo que Sango merecía. Cometiste un error, pero no puedo juzgarte, porque no viste otra salida. Además, es algo con lo que vas a cargar el resto de tu vida…

—¿D-De verdad lo entiendes y no quieres golpearme…?

—Siempre tengo deseos de golpearte por idiota —InuYasha entornó los ojos, él todavía apoyaba la idea de "robarse a la novia" —. Pero en estos momentos… lamento que las cosas sean así.

—Gracias… En realidad, no sé qué hacer. Sigo día a día intentando no pensar en nada, pero ni siquiera sé lo que quiero. Vine hasta Kyōto esperando ser un apoyo para Sango, y terminé siendo todo lo contrario. Ya no tengo fuerzas, InuYasha, estoy cansado y…

—Ni siquiera lo pienses —un escalofrío recorrió la espalda del oficial, el miedo naciendo ante el tono derrotado de su amigo —. Sé que es difícil, en estos momentos la estás pasando muy mal, pero debes seguir adelante. En algún momento vas a estar mejor y…

—No lo sé, el dolor esta vez es mucho más profundo, porque ni siquiera tengo el consuelo de que ella es feliz…

—¿Y no has intentado hablarle? Quizá Sango no quiera volver a verte, pero eso no significa que te odie o vaya a sentirse mejor si te pasa algo.

—Pues, debería simplemente no importarle. Ya no quiero seguir luchando con este sentimiento, es demasiado desgarrador y estoy agotado. Sólo quiero un respiro, pero haga lo que haga, no voy a dejar de sentir…

—Bien, entonces tendrás que superarlo. No quisiera tener que decirte esto, pero vas a tener que olvidarte de ella. Ustedes dos se aman, pero hicieron todo mal y ahora sólo se están dañando. Y no voy a permitir que mi mejor amigo se aferre a un sentimiento que sólo lo va a hundir más. Tendrás que seguir adelante lejos de ella, haz tu vida y sólo olvídate de esto. Si Sango no quiere volver a verte, entonces vete de aquí y comienza de nuevo, busca tu felicidad y déjala atrás.

—P-Pero, InuYasha, yo…

—Miroku, sé que no es fácil. Cometiste errores, sin embargo, no tienes que hundirte con ellos. Deja de castigarte, esto no es bueno para nadie. Sólo… ya deja toda esta mierda atrás e intenta seguir.

El ojiazul bajó la mirada con el pecho apretado, no se sentía con la energía suficiente para continuar adelante

—¿Y Sango…? Ella… no es feliz. Además, las gemelas…

—Sango es mi amiga y sé que tampoco la está pasando bien, pero ese es su problema. Ella decidió casarse con un hombre al que no amaba y formar una familia con él. Así que tendrá que hacerse cargo de eso y entender que también mereces ser feliz.

—Bien… supongo que tienes razón. Podría volver a Hokkaidō, hablar con Shishinki y arreglar todo… Terminar el año académico y luego irme. Ya no tengo nada que me motive a quedarme aquí…

—Parece una buena idea. Lamento que las cosas tengan que ser así, pero quiero que estés mejor, y si eso significa dejar todo atrás… estoy contigo.

—Gracias, InuYasha.

Ambos sonrieron con resignación, a pesar de que ambos sabían que ese no era el final feliz que esperaban, no podían aferrarse a una ilusión que cada vez estaba más lejos de hacerse realidad, porque las cicatrices eran demasiado vívidas y la cercanía simplemente era agónica. Quizá era el momento para cerrar ese capítulo de forma definitiva y comenzar un nuevo libro, lejos de todo lo que alguna vez compartiera con Sango.


Miró el vestido que usaría como dama de honor de su amiga y esbozó una sonrisa nostálgica, ese modelo lo había escogido Miroku para ella, acertando por completo en algo que sería de su gusto e ideal para la ocasión. Su amigo la conocía tan bien y, aún así, había cometido errores que difícilmente podría perdonarle, algo que la hería en lo más profundo. Y pese a lo molesta que estaba con él y que tenía deseos de golpearlo cada vez que pensaba en lo ocurrido, también lo extrañaba. Negó con un gesto, espantando sus pensamientos para enfocarse en lo que era importante ahora, la boda de Kagome e InuYasha.

—¿Qué ocurrió ahora?

Levantó la vista al escuchar la pregunta de la azabache, consciente de que ella había notado todas las señales de que algo iba mal y no se quedaría con la duda. Soltó un suspiro, sintiendo la angustia volver a crecer en su pecho.

—No mucho, sólo que los tres hombres más importantes en mi vida terminaron traicionándome por imbéciles —apretó con fuerza sus puños, furiosa con la situación.

—¿Qué quieres decir? Kuranosuke y tu padre… ¿acaso ellos…?

—Es una larga historia, pero sí, ellos y Miroku finalmente terminaron de decepcionarme. No sé cómo no lo vi después de tantos años…

—¿Años? Sango, no estoy entendiendo…

La castaña soltó un suspiro antes de sonreírle a su amiga con algo de resignación, pidiéndole que se sentara a su lado para contarle la historia desde el comienzo, mucho tiempo atrás cuando Miroku decidió engañarla y todo lo que esa decisión llevaba detrás, y cómo lo había descubierto hacía unas semanas. Pudo leer en los gestos de Kagome la impotencia, rabia y angustia que le causaba el relato, y no pudo evitar terminar derramando un par de lágrimas al concluir con la decisión que había tomado de alejarse de su amigo, porque ya no podía confiar en él ni sentía que podría perdonarlo alguna vez.

—Si lo pienso detenidamente, esa estúpida decisión es la que finalmente encaminó las cosas para que termináramos así —negó abatida, se sentía completamente derrotada.

Kagome guardó unos segundos de silencio, procesando los hechos que acababa de descubrir, hasta que logró encontrar palabras que creyó adecuadas para su amiga, consciente de que todo eso simplemente había roto todo rastro de confianza en personas muy importantes en su vida.

—Lamento escuchar todo esto… la verdad, nunca creí que Miroku pudiera hacer algo así —hizo un gesto de disgusto, se sentía muy molesta con él por haber tomado esa decisión y causado todo ese desastre —. Pensé que habían terminado por todos los problemas que tenían, pero si le sumas un engaño… y peor si las razones fueron tan… egoístas. Es un idiota, ¿en qué estaba pensando?

Sango agachó la mirada, ella sabía lo que pasaba por la cabeza del ojiazul cuando tomó esa decisión, él mismo se lo había confesado. Y, además, había estado ahí, sintiendo esa desesperación y angustia.

—En demasiadas cosas —respondió, limpiándose las lágrimas para mirar de frente a su compañera—. Pero no quiero que te enfades con él, por lo mismo no te lo había contado antes… Este problema es de nosotros dos, soy yo quien decidió alejarse, tú no tienes que venir conmigo.

—Sango, eres mi mejor amiga y Miroku fue un imbécil, te hirió… no puedes pedirme que no esté molesta con lo que te hizo…

—Por favor, Kagome… no me sentiría mejor si pierde a sus amigos por culpa de esto. Creo que ya la está pasando bastante mal como para que también tú lo castigues…

La preocupación y el miedo en la mirada de Sango fueron demasiado evidentes, conmoviendo a la azabache porque sabía que, a pesar de todo, nunca le desearía mal a Miroku. La abrazó por los hombros fraternalmente, comprendiendo lo difícil que era todo eso para ella también.

—Aún sigues queriéndolo, a pesar de todo… —Murmuró con una sonrisa nostálgica. —¿Estás segura de que lo mejor es alejarte?

—Yo… no lo sé. Pero si no lo hago, seguiré cuestionándome cada decisión que tomé desde ese día, dudaré de cada paso dado, y todo perdería sentido. Porque si Miroku hubiese sido sincero desde un principio, contándome lo que pasaba en lugar de tomar decisiones apresuradas… probablemente, ahora no sería una Takeda, y no quiero seguir preguntándome cómo sería mi vida si hubiésemos tenido el valor de seguir intentándolo…

Volvió a llorar, sentía que todo su mundo se había derrumbado y estaba siendo demasiado difícil encontrar la forma de construir algo nuevo y estable, dejando fuera al abogado para que ninguno de los dos siguiera aferrándose a esa esperanza sin futuro.

—Entonces, ¿qué harás? Porque si quieres alejarte…

—Quizá sea momento de que asuma mi realidad. Debería volver a Tōkyō y sacar a flote mi matrimonio, dedicarme a mi familia y olvidarme de todo lo demás…

—¿Estás segura? No creo que eso sea lo mejor, tú no vas a ser feliz dejando de lado tu carrera. En estos momentos, Sango, es lo que más te apasiona, además de las gemelas. ¿Qué clase de vida tendrías si lo haces?

—Es verdad… Pero tampoco es una idea tan descabellada; además, estaría cerca de ustedes —sonrió, intentando aparentar que ese simple hecho compensaba todo lo demás, algo que no logró, causando que Kagome negara con un gesto.

—Estoy segura de que eso no va a ser suficiente. No puedes desechar tus metas así como así, tú no te rindes tan fácil. Si de verdad no vas a dejar que nadie más decida por ti, tienes que enfocarte en eso.

—Supongo que tienes razón… tendré que seguir pensándolo, entonces —sonrió, encogiéndose de hombros consciente de que su amiga estaba en lo correcto. Decidió que ya no quería seguir hablando de eso, así que cambió el tema —. Pero ya fue mucho de mí por hoy, tenemos que hablar de los detalles de tu gran día. Ya queda poco, ¿no estás emocionada?

Kagome sonrió, sabía que eso también animaba un poco a la castaña, por lo que asintió para luego seguir con el tema de su boda y los preparativos que faltaban.

—Claro que lo estoy, y nerviosa también. Aún hay muchas cosas por ver y el tiempo sigue pasando…

—No te preocupes, me haré cargo de todo lo que falta, y será la boda más perfecta y hermosa que hayas visto.

—Gracias.

Ambas se sonrieron, dejando los problemas de la castaña de lado y enfocándose en algo que a las dos podía subirles el ánimo, porque el día del matrimonio se acercaba y querían que fuese uno de los momentos más memorables para la pareja, porque se lo merecían y, además, sería un motivo para alegrar los abatidos corazones de sus amigos.


¡Tadá~! Apuesto a que no se esperaban una actualización... O, la verdad, creo que sí. Primero, debo disculparme por la tardanza, en mi caso la pandemia y respectiva cuarentena sólo me ha traído más trabajo, turnos de 24 hrs y muchas tareas que hacer con mi hijo. Gracias por su paciencia, son un sol.

Ahora, respecto a la historia... pues, ya ven que Miroku tenía otra razón aparte de ser libidinoso para actuar de esa forma. Se vio medio arrastrado a eso, y por tanto le molesta que Sango no sea feliz si él tuvo que sacrificar tanto con la excusa de que era lo mejor para ella... y más que su padre no colabore en esa "felicidad". Sin embargo, los errores así no se pueden remediar y ahora tendrán que aprender a vivir con la distancia y resignarse a no herirse más. ¿O qué creen ustedes?

Bueno, espero sus teorías y comentarios al respecto, y también intentaré subir el siguiente pronto, pero no prometo nada porque la cosa acá en Chile está cada vez más compleja. De todas formas, les dejo un enorme abrazo y muchos e infinitos agradecimientos a Anya0087, Mar y -doblemente- AvrilGarcia, sus reviews son lo mejor de la vida, las amodoro~

Nos leemos pronto, o eso quiero xd cuídense y, si pueden, quédense en casa uwu

Yumi~