DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
XXIV
— Pacto de peligro —
—Quizá no te abracé
en todos esos momentos solitarios.
Y creo que nunca te lo dije,
soy muy feliz de que seas mía.
Si te hice sentir en segundo lugar,
lo siento, estaba ciego.
Siempre estuviste en mi mente,
siempre estuviste en mi mente.
Dime, dime que tu dulce amor no ha muerto.
Dame una oportunidad más para satisfacerte.—
—Always on my mind; Elvis Presley—
Nunca había podido resistirse a los labios de Sango y sabía que esta no sería la excepción. Incluso con lo sorpresivo que había sido el gesto, instintivamente correspondió, permitiendo que ese roce cargado de desesperación y anhelo durara algunos instantes, hasta que su cerebro lo hizo reaccionar recordándole la realidad que vivían. Alejó suavemente a Sango, negando con un movimiento mientras su pecho se oprimía ante la verdad que debía enfrentar.
—Por favor, Sango, no quiero que tengas problemas nuevamente por mi culpa —murmuró, bajando la mirada para evitar perderse en la de ella —. Eres una mujer casada, formaste una familia y yo… yo ni siquiera debería estar en tus pensamientos.
—No digas eso, ya te dije que eres importante para mí…
—Lo sé, y es por lo mismo que mis errores te han dañado tanto… Tomaste la decisión correcta al casarte, también al no querer verme más. No te equivoques ahora sólo por temor a que yo no sea feliz, quizá lo mejor para ti sea olvidarte de mí…
—¿Olvidarte? —Sango cerró los ojos, más lágrimas cayeron por sus mejillas mientras negaba con un gesto lleno de frustración. —¿Crees que podría olvidarte? ¿Borrar todo lo que fuimos así de fácil? Los momentos más felices de mi vida, los viví contigo. ¿Debería olvidar eso?
—¡También te herí! No sólo rompí tu confianza, sino tu corazón y causé demasiados conflictos en tu vida. Incluso ahora, si no eres feliz, también es por mi culpa. ¿No lo ves? Sólo soy una pérdida de tiempo para ti.
El dolor en su mejilla fue repentino, Sango lo había abofeteado tan velozmente que no se había dado cuenta del movimiento. Parpadeó un par de veces, observando confundido el rostro lleno de diversas emociones de su compañera.
—¡Deja de culparte! ¡Deja de pensar que debería olvidarte, o que eres una pérdida de tiempo para mí! ¡Yo también te herí y cometí errores que me atormentan todos los días! ¡Pero haberme enamorado de ti no es uno de ellos, así que no me pidas que te olvide!
—S-Sango…
La muchacha había comenzado a llorar con desesperación, el dolor era evidente pero también la angustia, los sollozos eran clara señal de que las palabras de él la afectaban en lo más profundo. Miroku se quedó sin respuesta, no sabía qué decirle, tampoco era capaz de apartar la vista, como si sus ojos hubiesen sido atrapados por la figura femenina.
Tras unos minutos de tortuoso silencio, los sollozos se detuvieron. Sango inhaló profundo para calmar su respiración y buscó nuevamente los ojos azules, esbozando una tímida sonrisa cansada.
—Si decidí venir a contarte que me iría, fue porque sospechaba que podrías estar pensando hacer lo mismo y quería evitar que lo hicieras, porque no fuiste tú quien renunció a sus sueños, después de todo. Creí que podría seguir fingiendo si sabía que no dejarías todo atrás, pensé que tendría la fuerza suficiente para mantener esta mentira que es ahora mi vida, pero ya no puedo hacerlo. No frente a ti, porque son mis decisiones las que causaron que ahora ninguno de los dos sea feliz. No puedo pedirte nada, sólo quiero que sepas que nunca he dejado de amarte y que lamento no haber tenido el valor suficiente para hacer lo correcto antes. Perdóname por habernos arrastrado hasta acá.
Miroku tomó una de sus manos mientras con la otra limpió el rastro de las lágrimas en la mejilla de la castaña, sonriendo de la misma forma que ella.
—No tengo nada que perdonar, Sango. Te dije que respetaba tus decisiones, y sigo haciéndolo. Yo tampoco he dejado de amarte, pero supongo que eso ya lo sabes, como también que, si de mí dependiera, ya estaríamos lejos de toda esta situación, viviendo felices junto a las gemelas… pero soy consciente de lo complejo que es todo y lo último que quiero es que tengas más problemas…
—Ya no quiero pensar en lo que van a decir los demás, ni seguir reprimiéndome. Sólo quiero volver a sentir que soy sincera con mis sentimientos. Y si eso me trae problemas, no tengo miedo de enfrentarlos, sólo si me permites estar a tu lado de nuevo.
Él volvió a sonreír, negando con alivio, viendo como ella le devolvía el gesto y presionaba su mano.
—De acuerdo, Sanguito.
Ella volvió a llorar, pero esta vez Miroku la refugió en su pecho, besándole la frente y abrazándola con cariño, porque sabía que esas lágrimas representaban tantos miedos e incertidumbres que ya no la volverían a acechar, ya que ahora seguirían adelante juntos, otra vez.
—Espero que ahora sea definitivo.
Miroku soltó un suspiro, sabía que Shishinki tenía razón y era esperable que estuviese molesto con sus cambios casi caprichosos. Se llevó los dedos a la sien y masajeó suavemente, intentando alejar el dolor de cabeza antes de responderle.
—Lo será. Creí que podría seguir la carrera que había dejado a medias en Hokkaidō, pero me ofrecieron una mejor plaza en la Universidad, así que decidí quedarme…
—Sólo te permito esta libertad porque eres uno de mis mejores abogados y porque me sería casi imposible reemplazarte en Kyōto —agregó su superior, mirándolo con reproche desde el otro lado de la pantalla —. Pero la próxima vez que vuelvas a querer un traslado o algo similar…
—Ya te dije que no volverá a pasar —el ojiazul apretó la mandíbula, consciente de que el regaño era justificado —. Pretendo establecerme de forma definitiva aquí.
—De acuerdo, también es bueno saber eso. Así lo tengo presente para los planes a futuro que puedan ir surgiendo… —El tono usado fue algo despectivo, cosa que notó de inmediato su interlocutor.
—Que quiera quedarme aquí no significa que no esté dispuesto a colaborar en otros proyectos… —Miroku aclaró su postura, ya que tener una mala relación con Shishinki podría llevarle problemas a futuro, algo que no era para nada beneficioso en esos momentos.
—Te necesito enfocado, Tsujitani, y no perdido en aspiraciones nostálgicas del pasado —arguyó, mirándolo de forma severa —. Estos últimos meses no has rendido tan bien como acostumbras.
—No fueron aspiraciones nostálgicas. Además, no hemos tenido pérdidas, y casi el 90% de los casos que tomó el estudio, salieron a nuestro favor. El rendimiento no ha sido malo.
—No dije que fuera malo, pero no ha sido excelente. Y tú siempre me has dado excelentes resultados, no me pidas que espere menos ahora.
—De acuerdo, tienes razón. Me comprometo a estar más enfocado y entregarte los resultados que esperas.
—No me decepciones.
—No lo haré.
La videollamada terminó con la sonrisa algo arrogante y despectiva de Shishinki antes de que la imagen se fuera a negro. Miroku inhaló profundo nuevamente, recordándose que de verdad la situación ameritaba que lo regañaran de esa forma, porque no era un niño que pudiese simplemente esconderse o escapar de las circunstancias, así como así. Él sabía que la firma se había arriesgado cuando aceptaron su propuesta, pues a pesar de todos los análisis y lo favorable que eran los números en el papel, al poner en marcha el proyecto era posible que nada resultara como esperaban. Y por lo mismo era esperable y hasta necesario en cierto punto, que se comprometiera más de lo que lo estaba haciendo hasta el momento. Sonrió levemente, teniendo un peso menos encima – y uno que era bastante grande –, ahora podía comprometerse de verdad en ese asunto.
La vibración de su móvil interrumpió sus pensamientos, mientras la pantalla mostraba un mensaje entrante que causó que la curva en sus labios se acentuara.
"Espero que te haya ido bien con Shishinki. Me cuentas qué tal, ByE"
Soltó una pequeña risita, las últimas letras eran un acrónimo que Sango y Kagome usaban de adolescentes, y que cuando él lo descubrió, también comenzó a utilizarlo. No era muy elaborado en realidad, sólo significaba "Besos y Estrujones", y habían escogido esas palabras para que quedará igual que adiós en inglés, a pesar de que un estrujón no era algo tan cariñoso. Y obviamente, al conocer la palabra que representaba la "e", él las había fastidiado bastante, hasta que se unió a ellas en su uso. Luego de que terminaran la escuela secundaria, ninguno había seguido con el acrónimo, hasta hace un par de días, cuando Sango retomó su uso para terminar los mensajes que le enviaba.
Miroku no había necesitado una explicación, sabía que el acrónimo era la forma ideal de esconder un gesto cariñoso, pues para cualquiera simplemente sería una extraña manera de escribir adiós en inglés, pero el que ella le enviara "Besos y Estrujones" era más que un simple "bye".
"Digamos que recibí un buen sermón y toda una cátedra sobre no mezclar emociones con trabajo, pero finalmente salió bien. ¿Crees que podamos vernos mañana? Y ByE también para ti."
Envió el mensaje y volvió a suspirar, pensando ahora en la compleja situación a la que tendrían que hacerle frente de ahora en adelante. Después de que ambos aclararan sus sentimientos aquella tarde en su oficina, habían decidido darse un par de días para pensar las cosas con calma antes de tomar una decisión, y volvieron a verse cuando tuvieron claro lo que harían. Pese a todo, Sango tenía miedo de separarse de Kuranosuke, porque sus herencias familiares en esos momentos estaban a su nombre y podía perderlas. Además, expondría a ambas familias a una deshonra demasiado nefasta que marcaría su vida de ahí en adelante. Por si fuera poco, sabía que, ante las circunstancias, su esposo podía quitarle la custodia de las gemelas y ella no podía arriesgarse a eso, era demasiado doloroso. Sin embargo, tampoco quería seguir fingiendo que sólo veía a Miroku como su mejor amigo, porque no podía negar que lo amaba y deseaba estar con él.
Cuando escuchó a Sango, Miroku supo que tendrían que tomar un camino mucho más difícil de lo que ellos hubiesen pensado. Él no quería que la castaña tuviese problemas, y menos ser el causante de tantos desastres en su vida, por lo que aceptó que no tendrían la relación formal que él hubiese deseado. Ante ese panorama, ambos decidieron aclarar primero la situación actual en sus vidas antes de tomar la decisión, por lo que habían pospuesto la conversación sobre lo que ocurría entre ellos hasta que tuviesen eso resuelto. Por su lado, era enfrentar a su jefe y establecer su futuro laboral en Kyōto, solicitando una plaza permanente en la Universidad y manifestando su cambio de planes respecto al traslado, para seguir haciéndose cargo del estudio. Ambas situaciones ya estaban conversadas, por lo que ahora sólo faltaba que Sango hiciese su parte, que tenía claro, sería muy difícil.
Nuevamente la vibración de su móvil lo sacó de sus pensamientos, otro mensaje entrante que lo hizo sonreír.
"Me alegra que te haya ido bien. Yo veré lo mío por la tarde, no he tenido un momento ideal para hacerlo ahora. Y creo que sí podré mañana, te aviso. Compórtate mientras tanto."
El mensaje iba acompañado de un par de emoticones demostrando el tono cómplice que ella quería transmitir. Él también envió un emoticón para terminar la conversación y así no interrumpirla luego, y decidió que era momento de enfocarse en otra cosa, porque si no ponía sus pensamientos en algo distinto, iba a comenzar a ser consumido por la ansiedad ante la incertidumbre de lo que ocurriría al día siguiente, si es que podía juntarse con Sango. Después de todo, ahora no podía hacer nada más que esperar.
Sango suspiró mientras escuchaba la animada conversación que estaba teniendo su esposo con sus suegros, los tres encantados con la idea de que su familia se estableciera por completo en Tōkyō y así fuesen el matrimonio que siempre debieron ser. No quiso interrumpirlos, quería conversar el tema primero a solas con Kuranosuke, antes de dar a conocer su decisión al resto de la familia. Aprovechó cuando cruzaron miradas para hacerle un gesto al castaño indicándole que necesitaban hablar, él asintió con un movimiento de su cabeza y se disculpó con sus padres, pidiéndoles cuidar un momento a las gemelas para luego acompañarla hasta el estudio, cerrando la puerta y observándola con curiosidad y duda.
—¿Qué ocurre?
—Bueno, sé que todos están muy emocionados con la posibilidad de que vuelva a Tōkyō, pero creí haberte dicho que aún no era seguro y que prefería que nadie más lo supiera… —Respondió, apretando los puños y frunciendo el ceño, ella quería evitar tener que dar explicaciones de más.
—Sí, es verdad, pero no creí necesario ocultarlo a mis padres, después de todo, ellos siempre han pensado que es lo mejor para todos. Además, no encuentro razones para que no sea así.
—Pues, no lo será. Lo he estado pensando mucho estos días y la verdad es que no quiero renunciar a mi carrera, y sé que en Tōkyō no podré avanzar —negó con algo de impotencia, anticipándose a todos los reproches y recriminaciones que escucharía después de sus palabras.
—¿Cómo que no regresarás a Tōkyō? —El asombro en el rostro de Kuranosuke fue evidente, él no se esperaba esa noticia. —¡Estoy preparando todo para tu traslado! Tenía listo tu puesto, estarías ahí unos meses, y luego podrías retirarte…
—¿Retirarme y hacer qué? ¿Dedicarme a las niñas y la casa? ¿Ser, como dicen tus padres, una buena esposa? Es justamente eso lo que no quiero.
—Tenía planes, Sango, lo sabes. Quiero que nuestra familia prospere. Tener un descendiente varón y que mis hijos aprendan el legado de mi familia. Somos Takeda, no lo olvides.
Ella apretó sus puños con fuerza, sintiéndose molesta e impotente ante el discurso de su esposo, porque era consciente de que no podría cambiar su forma de pensar sobre esos temas y le dolía que su propia herencia fuese opacada y dejada en el olvido por esa razón.
—Lamento que tus planes no sean iguales a los míos, pero no prometí dejar de ser yo misma o seguirte en todo ciegamente. También tengo sueños y metas que deseo cumplir y no voy a hacerlos a un lado para complacer los deseos egocéntricos y egoístas de tu familia conservadora.
—¿Q-Qué…? ¡¿Cómo te atreves a hablar así de mi familia?! ¡Nos debes respeto, después de todo lo que hemos hecho por ti y tu familia! ¡Lo mínimo que tendrías que hacer es responder como esperamos!
—¡No soy su marioneta, soy una persona! Además, ¡¿qué tanto han hecho por mí y mi familia que debería estar tan agradecida?! ¡Porque si lo dices por la ayuda que le dieron a mi padre para no perder esta casa, no fui yo quien lo pidió! ¡Yo ni siquiera sabía sobre esa situación!
—¡Aún así, estás viviendo aquí gracias a nosotros! ¡Tu padre lo sabe, por eso siempre ha pensado que somos lo mejor para ti! ¡Pero tú no eres capaz de verlo!
Sango apretó la mandíbula, sintiéndose ahora utilizada como una especie de pago por el favor hecho. Lo había sospechado cuando Miroku le mencionó que su padre había usado el miedo a perder esa propiedad como una razón más para que él la alejara, pero no había querido pensar en eso por el temor a descubrir esa verdad. Inhaló profundo para no explotar, dirigiéndole una mirada cargada de molestia y decepción a su esposo.
—Insisto, lamento que tus planes difieran de los míos, pero si en algún momento creíste que nuestro matrimonio me obligaría a obedecer todo lo que tú y tu familia me ordenaran, estabas equivocado. Sólo quiero cumplir mis metas, sin que el haberme casado contigo me lo impida. Prometiste apoyarme cuando lo necesitara, y eso es ahora.
—S-Sango, yo… —Kuranosuke también inhaló profundo, dándose cuenta de lo mal que estaba llevando la situación y lo que eso causaba en su compañera. Soltó un suspiro, tampoco era su intención lastimarla. —Lo siento, no quise decir eso. Nuestra ayuda a tu padre no es algo que deba sacarte en cara, tampoco por lo que tú debas responder. No debí mencionarlo, de verdad…
—Supongo que ya no importa. Ese no es el problema en realidad, Kuranosuke.
—Lo sé… Es sólo que esperaba poder establecernos como familia de una vez y dejar de posponernos. Esta forma de vivir nuestro matrimonio es realmente agotadora e irritante, por decir lo menos, y no sé si pueda seguir así… Es decir, me gustaría tener otro hijo, que viviéramos juntos y disfrutar de nuestra familia como corresponde, no sólo los fines de semana y vacaciones…
La muchacha agachó la mirada, sabiendo que él tenía razón y que ella no hacía más que mentirle, aferrándose a esa farsa por miedo a todo lo que podría perder si era sincera. Apretó los puños, molesta consigo misma por ser tan cobarde desde el principio y negó con un gesto, debía seguir ocultándose detrás de ese disfraz que se había puesto desde el día de su boda.
—Lo entiendo, pero ¿por qué tengo que renunciar yo a mis sueños para hacerlo? Creo que ninguno de los dos pensó en esto antes de casarnos, y ahora es difícil encontrar un punto medio. No quiero que pienses que no me importa nuestra familia, pero tampoco quiero convertirme en una mujer infeliz y resignada, eso no es bueno para nadie.
—Tienes razón —el castaño se encogió de hombros, sonriendo de forma desganada —. Creo que tendremos que dejar las cosas así hasta encontrar otra solución.
—Sí, es lo mejor.
—Bien, ahora tendré que decirles a mis padres lo que ocurre. No van a estar muy felices, pero esta no es su decisión…
—Oh, hablando de eso… —Sango enrojeció levemente, había querido hablar ese tema muchas veces antes, pero nunca tuvo la valentía, ni una razón de peso, para pedirlo, hasta ahora. —Y-Yo… sé que esto es repentino, y soy consciente de que pueden tomarlo muy mal, pero quisiera pedirles a tus padres que volvieran a vivir a su casa.
Kuranosuke abrió los ojos sorprendido, era claro que no se esperaba algo así.
—¿Volver a casa? ¿Por qué? No me agrada la idea de que vivas sola, mi madre te hace compañía mientras te ayuda con la crianza de las gemelas y bueno, mi padre ayuda a mantener en orden el lugar…
Sango no pudo evitar entornar los ojos ante sus palabras, ella no sentía que las cosas fueran así para nada.
—Tenemos demasiados desacuerdos. Ignoro a tus padres la mayor parte del tiempo, porque cuando no lo hago, terminamos discutiendo. Ellos no aprueban casi nada de lo que hago, y no me siento cómoda con que juzguen, critiquen y menosprecien cada una de mis acciones. Esta casa ya no se siente como el hogar que era cuando mis abuelos vivían aquí.
Él abrió la boca en un signo de comprensión, había sido testigo de más peleas entre Sango y sus padres de las que quería en su vida.
—Lo sé, pero no quiero que vivas sola. Si mis padres deben irse, alguien debería mudarse.
—Bueno, estaba pensando en pedírselo a mi padre y a Kohaku. Creo que es tiempo de que haga las paces con papá…
—Si es así, hablaré con mis padres. Sólo espero que esto no desate un infierno.
—Creo que es lo más sano. Es probable que nos llevemos mejor si no compartimos el mismo techo.
—Ojalá tengas razón.
Ambos sonrieron levemente antes de volver a la sala donde los Takeda mayores esperaban junto a las pequeñas, Sango un poco más tranquila después de haber aclarado en algo ese asunto que tanto la abrumaba, y ansiosa por comenzar a hacerse cargo de las decisiones que debería tomar de ahora en adelante, porque sabía que eso no sería para nada fácil.
Miró la hora en su móvil, nervioso a un nivel que hacía tiempo no estaba. La puerta de su despacho se abrió, dando paso a su secretaria cargada con una pila de carpetas con distintos rótulos; se apresuró en ayudarla, recibiendo los documentos y dejándolos sobre su escritorio, soltando un suspiro de abatimiento al anticiparse a todo el trabajo que le significaría revisar toda esa información.
—Muchas gracias, Saya.
—No es nada, señor Tsujitani —respondió con una sonrisa —. ¿Necesita algo más?
—No, es todo por hoy. Vaya a descansar, y nuevamente, gracias —respondió, también sonriéndole.
—De acuerdo, hasta mañana.
Se despidieron con una leve inclinación de sus cabezas y ella salió, dejando a Miroku solo en su oficina. Él volvió a mirar la hora antes de comenzar a ordenar un poco los documentos, intentando avanzar en algo la organización que debía tener antes de comenzar a estudiarlos al día siguiente. Tras unos minutos, su móvil emitió un pitido, notificándole la llegada de un mensaje que no tardó en revisar, ya que sabía de quién era. Sonrió al leer el texto, enviando una rápida respuesta y tomando sus cosas para salir directo a su automóvil, conduciendo hasta la estación de policía, en donde Sango se encontraba esperándolo. Ella se subió al vehículo, saludándolo con una sonrisa algo nerviosa también. No hablaron mucho durante el trayecto, ambos demostrando así la ansiedad ante lo que ocurriría después.
Llegaron al hogar del moreno, como habían acordado más temprano, entraron y tras dejar sus abrigos en la entrada, Miroku guio a Sango hasta la sala, ofreciéndole un té para combatir el frío que hacía. Ella lo aceptó y luego de recibirlo y de que él se sentara junto a ella, ambos sintieron sus corazones latir más rápido de lo normal.
—Entonces, ¿tu padre iría por las gemelas a la guardería? —Rompió el silencio, porque la tensión estaba comenzando a palparse.
—S-Sí… Le dije que necesitaba hablar con calma un asunto importante contigo y no tuvo problemas —respondió, sonrojándose levemente.
—¿Y no le pareció extraño? Es decir, nosotros…
—B-Bueno, me preguntó si tardaría mucho, incluso me sugirió que nos juntáramos en casa, pero le dije que prefería no tener interrupciones y creo que lo entendió.
Miroku soltó un suspiro, seguro de que el señor Kuwashima podría sospechar sobre esa visita, aunque dada la traición que habían cometido contra Sango, no le diría nada para no causar nuevamente una pelea.
—Espero que sí y que no te traiga problemas después…
—Es por eso por lo que le dije que vendría contigo. Le comenté que quería hacer las paces no sólo con él, porque eres mi amigo y te necesito…
—Supongo que eso sí lo creyó, porque en parte es verdad, ¿no?
Ella sonrió antes de responderle: —Ambos sabemos que es más que eso, Miroku.
Sintió su corazón saltarse un latido antes de volver a acelerarse al escucharla, los nervios apretándole la boca del estómago. Tomó la mano femenina y buscó su mirada, notando que ella también estaba nerviosa. Inhaló profundo y luego suspiró, sin saber bien por dónde comenzar, pero decidiendo hacerlo de una vez.
—En ese caso, tengo que saber… ¿cómo te fue con Kuranosuke?
Sango frunció un poco los labios, recordando toda la conversación y lo difícil que había sido tener que mentir de esa forma al tomar esa decisión, incluyendo el reproche de su esposo y el resto de la familia Takeda. También suspiró antes de contestarle.
—A pesar de todo lo que anhelaban que volviera a Tōkyō, me mantuve firme en mi decisión de quedarme aquí, con el argumento de que no deseo abandonar mi profesión, y también le pedí que sus padres ya no vivieran en la casa, porque realmente no quiero tener más problemas y ellos no son la mejor compañía. Por eso Kohaku y papá se mudarán durante la semana… —Curvo sus labios en un gesto algo decaído, lo que logró que el corazón del ojiazul se paralizara momentáneamente. —No fue un momento grato, ni la charla con Kuranosuke ni cuando les dijimos a sus padres, aunque creo que esa situación ayudó a que él se diera cuenta de que realmente no podemos seguir viviendo juntos. Es probable que nunca los haya escuchado dirigirse así a alguien.
La mueca apesadumbrada logró que Miroku también se sintiera desanimado, de seguro los mayores habían sido duros y hasta hirientes con ella al ver cómo desechaba el brillante futuro de su familia por seguir su propio camino. Presionó con cariño su mano y logró que la castaña volviera a enfocar sus ojos en los suyos.
—Lamento que hayas tenido que soportar esa situación, nadie tiene el derecho de tratarte mal o menospreciarte por tomar la decisión de seguir tu sueño.
—La verdad, quizá sí me merezca algunas de esas palabras, después de todo mis deseos no son tan correctos, tampoco estoy siendo sincera con ellos…
El abogado bajó la mirada, era consciente de lo difícil que era toda esa situación para su compañera y también sabía todos los problemas que podía tener en el futuro si decidía seguir con eso. Y lo que menos quería él era verla sufrir de nuevo por su culpa. Sin embargo, también sabía que Sango no era feliz y que gran culpa de que ella no pudiera ser sincera con la familia de su esposo, era por lo críticos y castigadores que serían ellos ante esa situación. Exhaló pesado, todo ese problema era agotador.
—Pequeñita, sé que esto es muy complicado para ti, y si te va a causar tantos problemas, quizá sea mejor que simplemente sigamos siendo amigos…
Sango negó con un gesto, ella ya no quería aferrarse a la ilusión de su amistad, no cuando necesitaba dejar de mentir, aunque fuese con él.
—No quiero ser tu amiga. Ya estoy cansada de fingir que sólo eres mi mejor amigo, de negar que te extraño en formas en las que ni siquiera debería pensar. Ya no puedo ignorar que tu pecho es el único lugar seguro que tengo en estos momentos y que son tus labios los que anhelo besar —negó con un gesto, era tan extraño para ella admitir todo eso —. Miroku, no quiero seguir tragándome cuánto te amo. Sé que seguirás apoyándome y estando para mí cada vez que lo necesite como mi amigo, pero eso no va a llenar el vacío que tengo dentro de mí.
Él la abrazó, refugiándola en su pecho con cariño, porque ella no era la única que anhelaba más que una amistad. Le besó la cabeza, disfrutando ese contacto como nadie podría pensar.
—Lo sé, Sango. No eres la única que se siente así, y no es fácil explicarlo, porque a pesar de que siempre nos podemos tener el uno al otro, no es lo mismo… La vida no tiene el mismo sabor si no puedo disfrutarla contigo. Y no puedo dejar de amarte y de desear estar junto a ti, abrazarte, besarte, mimarte sin la máscara de la amistad…
La castaña sonrió, acomodándose para quedar frente a él y besarlo, porque era una tortura negarse ese contacto si ella ya había tomado la decisión de permitírselo, aunque fuese a escondidas. Miroku correspondió de inmediato, la atracción era magnética y no podía resistirse a ella. Ninguno de los dos se dio cuenta cómo terminaron recostados en el suelo, él sobre ella, con la respiración entrecortada y las mejillas rojas, el calor evidente en ambos. Ella sonrió, acariciando el rostro de él y perdiéndose en su mirada, extrañaba tanto ese profundo azul…
—¿Puedo confesarte algo? —Murmuró, acercando su rostro al de ella para rozar sus narices.
—Todo lo que quieras, Sanguito.
—Yo… extraño hacer el amor contigo. Sé que sólo fue una noche, pero aún así… —Desvió un poco la mirada, avergonzada al tocar ese tema. —Con Kuranosuke no es lo mismo, se siente tan… frío, ni siquiera muestra interés la mayor parte del tiempo…
—No sabe lo que se pierde —sonrió pícaro, sus ojos brillando con astucia —. Yo también lo extraño, preciosa. Desde aquella noche, supe que no sería lo mismo con nadie más… y, en realidad, no lo fue.
—Espera… ¿estuviste con otras chicas…?
—Un par de veces, nada serio en realidad. Fue antes de estar con Shima, incluso antes de saber que esperabas a las gemelas… me sentía solo, vacío, desesperado… —Negó con algo de aflicción, no le gustaba recordar esos días. —No me ayudó en nada, sólo me di cuenta de que nunca podría sentir lo mismo.
—Cierto, no es bueno comparar, pero creo que era inevitable hacerlo…
—Jamás voy a olvidar ese fin de semana, Sango. Ha sido uno de los momentos más felices que he vivido, porque fuimos sinceros y nos olvidamos del resto del mundo.
—Lo sé… y no quiero que sea la única vez que disfrutemos de esa libertad. Quiero que estés conmigo… quiero poder demostrarte mis sentimientos sin miedo… Quiero que seas mi amante, Miroku.
Él sonrió, volviendo a besarla en los labios para luego dirigirse a su cuello, depositar otro beso ahí y susurrarle su respuesta al oído.
—Y yo quiero ser tu amante, Sango.
Hola, hola... saludo veloz, subo este capítulo de forma rápida antes de irme a turno y esperando que sea de su agrado.
Creo que antes de que pudiesen tomar esa decisión, era importante que pensaran bien todo lo que conllevaba y fueran conscientes de todo lo que implica ser amantes, pero una vez recapacitando sobre todo... ya saben que no pueden seguir engañándose ni negando sus sentimientos. Ahora a ver cómo lo llevan y cuánto va a durar esto antes de que la bomba explote.
Me despido por ahora, estaré atenta a sus comentarios. Muchas gracias a Avril Garcia por su apoyo incondicional y su maravilloso review, y a Nuez por ser la mejor beta y compañera de fechorías de la vida. Un abrazo enorme a las dos.
Nos estamos leyendo por ahí, espero que pronto.
Yumi~
