DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.


Je vais T'aimer —

XXVI

Infausta utopía —


No vivo para ser dominado por la oscuridad.
Sólo quiero amor.

Las agraciadas llamas revolotearán de nuevo mañana como un espejismo.
Observo tus ojos.

No lastimo a los demás para acostumbrarme a las heridas.
Sólo quiero ser amado. —

Zessai; SUGIZO feat Kyo


La visión de su antigua residencia siempre era sobrecogedora, la mansión Takeda no dejaba de ser imponente y ella nunca había terminado de sentirse cómoda ahí, no como si realmente fuese su hogar. Agradeció la ayuda del par de criadas que habían salido a recibirlos, mientras Kuranosuke la ayudaba a llevar a las niñas adentro para que se protegieran del frío. Él había ido a buscarlas al aeropuerto, insistiendo en eso incluso cuando Sango le dijo que no era necesario porque InuYasha podía ir a dejarla a la casa, argumentando que no quería incomodar ni retrasar a sus amigos. El viaje hasta su destino consistió más que nada en la emoción de las pequeñas por ver el paisaje casi completamente blanco, ilusionadas con la idea de poder volver a jugar con la "neve" que veían.

Al llegar, estaban esperándolos con la cena lista, por lo que comieron en calma antes de irse a dormir, primero preparando a las gemelas, quienes no tardaron en caer rendidas después de todo el movimiento que habían tenido en el día a causa del viaje. Luego de dejarlas en su cuarto – muy a su pesar, porque acostumbraba a dormir con ellas aún, pero era consciente de que tendría que hacer el sacrificio durante algunos días –, ambos se dirigieron a la habitación matrimonial, preparándose para dormir en silencio hasta que Kuranosuke decidió romperlo, porque ya se estaba comenzando a sentir incómodo.

—Así que, ¿Kagome y Taishō quisieron darte una sorpresa?

Sango levantó la vista un poco sorprendida al ver que él buscara iniciar una conversación, pero no tardó en sonreírle con calma, asintiendo con un gesto.

—Sí, Kagome estaba demasiado emocionada y quería contarme todo —respondió, recordando la felicidad en los ojos de su amiga —. Teníamos mucho de lo que hablar.

—Imagino que sí. Además, tu padre me comentó que hiciste las paces con Tsujitani… seguro también estaba emocionada por eso, ¿no?

Ante la mención de Miroku, ella tuvo que esforzarse por mantener la calma y no delatarse de ninguna manera, no pensó que su esposo tocaría el tema o preguntaría por él.

—S-Sí, lo estaba… Siempre ha pensado que nuestra amistad es demasiado valiosa como para que la perdamos por los errores que cometimos antes —pese a su intento, no pudo evitar que su gesto reflejara el pesar que sentía al recordar eso.

—Bueno, de cierta forma la comprendo. Después de todo, es al único de tus amigos que tienes cerca, y debe sentirse mucho más tranquila al saber que ya no están peleados.

—Y no es la única, la verdad. Creo que estar molesta con él tampoco era bueno para mí.

—Sí, incluso, te ves mucho más feliz que la última vez que nos vimos. Me alegra eso, y también me deja mucho más tranquilo —le sonrió con sinceridad, causando que a Sango se le encogiera el estómago por la culpa —. De hecho, pensé que también vendría a pasar Año Nuevo aquí con nosotros…

—Oh, sí… lo que pasa es que la firma decidió realizar una cena de Año Nuevo para celebrar el éxito del estudio en Kyōto, y tendrá que ser el anfitrión… —Aunque esa era la verdad, había sido la excusa perfecta, porque ni ella ni Miroku se sentían bien con la idea de compartir los tres junto a Kuranosuke.

—Comprendo, y es una lástima. Pero, por otro lado, también es bueno porque significa que le ha ido bien, ¿verdad?

—Es cierto, sus esfuerzos están rindiendo frutos.

Ambos sonrieron y nuevamente el silencio volvió a apoderarse del cuarto. Sango se acomodó en su lado del futón, dispuesta a dormirse – o a fingir que lo hacía para evitar más conversaciones que la hacían sentir culpable –, pero pronto fue interrumpida nuevamente.

—Por cierto… quería conversar algo contigo —se giró hacia ella, inclinándose levemente para que se vieran de frente, poniendo algo nerviosa a Sango.

—¿De qué se trata? ¿No puede esperar hasta mañana? —Preguntó, sin apartar la mirada, pero sintiendo el corazón golpearle con fuerza el pecho ante esa cercanía a la que no estaba acostumbrada.

—No, en realidad. Quiero que tengamos otro hijo —afirmó con seguridad, sonriendo con tanta confianza que ella no supo cómo reaccionar.

—E-Espera, creí que aún no era un buen momento por la lejanía… —Buscó una excusa, el miedo creciendo en su interior ante lo que implicaba la petición de su esposo.

—Lo estuve pensando mejor, además he hecho algunas gestiones y podría pasar más tiempo con ustedes —su gesto no se esfumó, por el contrario: ella sólo pudo sentir mucha más determinación en su mirada.

—¿De verdad eso es posible? —Murmuró, sintiéndose algo devastada ante el hecho en sí.

—Bueno, no será algo que podré hacer de inmediato ni siempre, pero es mejor de lo que tenemos ahora —su sonrisa se acentuó, con suavidad volteó a Sango por completo hacia él y buscó una de sus manos para tomarla con cariño —. ¿No te alegra? Podríamos comenzar aprovechando estas semanas, mientras más pronto te embaraces, será mejor. ¿No crees?

—Y-Yo… —Se quedó momentáneamente sin palabras, no sabía qué responderle, no encontraba una razón que fuese lo bastante fuerte como para hacerlo desistir de la idea y tampoco quería parecer indiferente o desanimada, eso podía levantar sospechas y era lo que menos necesitaba en ese momento. Inhaló profundo antes de responderle. —Lo siento, me tomaste por sorpresa, no es algo que haya estado en mis planes a corto plazo —sonrió, intentando mostrar calma —. Pero supongo que tienes razón.

Los ojos masculinos no pudieron contener la emoción, mientras Kuranosuke le acariciaba el rostro con ternura antes de besarla en los labios de forma cariñosa, ella correspondió lo mejor que podía, sabiendo que no iba huir de ese momento, porque tarde o temprano llegaría y debía tener la entereza para enfrentarlo llevando sus decisiones a cuesta, ese era el camino que había tomado.


La llamada de su amiga casi desesperada había elevado sus niveles de preocupación a un punto que ni siquiera sabía que existía. Su esposo la observó con seriedad, él sabía que eso no podía significar nada bueno, pero tampoco podía hacer mucho en esos momentos.

—¿Necesitas que las deje solas? —Preguntó, mirando a Kagome dar vueltas por la sala con nerviosismo.

—¿Ah? —Estaba tan absorta en sus pensamientos que apenas comprendió lo que él le estaba diciendo. —¿Por qué te irías…?

—No sé, puedo inventar algo. "Saldré a tomar aire" —hizo una mueca, su mujer frunció el ceño aún sin entender —. Oye, lo sé, ¿de acuerdo? Y tú también, no me mires con esa cara como si no supieras de lo que hablo —soltó un bufido, cruzándose de brazos —. Dudo que Sango haya podido guardarse el secreto con toda la carga que significa para ella.

Kagome inhaló profundo, ella había cumplido su promesa de no decirle nada a su esposo, pero al parecer él se había enterado de otra forma, seguramente su amigo se lo había confesado.

—Pensé que te molestarías, tú nunca apoyarías eso —comentó, algo confundida —. Por lo mismo, no creí que Miroku…

—Me di cuenta solo, él no quería decirme. Terminó admitiéndolo cuando vio que no me tragaba sus palabras —se encogió de hombros, tampoco era como si sus amigos supiesen fingir con ellos —. Y los entiendo. No estoy de acuerdo, pero no voy a juzgarlos. Supongo que tendrán que hacerse cargo de su decisión en algún momento.

La azabache sonrió levemente, por lo menos que InuYasha lo entendiera era un peso menos para sus amigos e incluso, para ella misma. Se acercó a él y le dio un beso en la mejilla, desconcertándolo por completo.

—Gracias por comprender —dijo, sonriéndole.

—Keh, sigo pensando que son idiotas, pero eso no les va a ayudar ahora —a pesar del reclamo, sus mejillas se tiñeron de rosa por la muestra de cariño de su compañera.

—Lo sé, y por eso te agradezco. No es fácil lo que se les viene por delante —Kagome volvió a mostrarse angustiada, lo único que podía pensar era en que el esposo de su amiga se había enterado o dado cuenta de alguna forma y por eso ella se escuchaba tan atormentada —. ¿Crees que Kuranosuke…?

—Es difícil, estoy seguro de que Sango no reaccionaría así —respondió, mirando la hora en el reloj de pared que había en la sala, haciendo una mueca —. Entonces, ¿me voy?

—S-Sí… creo que es lo mejor…

—Bien, avísame cuándo puedo volver y qué fue lo que pasó.

—De acuerdo. Te amo.

InuYasha le hizo un gesto de despedida, tomó su abrigo y salió del departamento, dejando a Kagome sola por algunos minutos, pero no demasiados porque pronto el timbre le indicó la llegada de su amiga. Entró junto a las gemelas y, al mirar a la azabache a los ojos, no pudo evitar abrazarla y comenzar a llorar en sus brazos. Ella le acarició la espalda, intentando calmarla para saber qué había ocurrido y si podía ayudarla de alguna forma. Sango logró calmarse tras unos instantes, miró a las niñas que dormían en su cochecito doble y esbozó una mueca de resignación.

—Lo siento, no quise preocuparte… No es lo que piensas, créeme… Kuranosuke no sospecha nada —la tranquilizó, porque sabía lo afligida que debía estar su amiga.

—¿Entonces? Te escuchabas muy abatida cuando me llamaste…

—Lo lamento… es sólo que Kuranosuke quiere que tengamos otro hijo —admitió, sintiéndose abrumada —. Dijo que hizo algunas gestiones y podría pasar más tiempo con nosotros… y que quiere aprovechar estas semanas para ver si logro embarazarme pronto, no quiso perder tiempo.

—Espera, eso quiere decir que ¿ustedes…?

Sango asintió con un gesto, sus ojos llenándose de lágrimas que no tardaron en comenzar a caer, buscando una forma de expresar cómo se sentía con todo lo que había ocurrido.

—No sé qué hacer. Es mi esposo y no puedo negarme, ¿qué excusa tengo? Sin embargo, me siento tan… vacía y sucia. N-No es lo mismo que cuando estoy con Miroku… me sentí como un objeto, Kagome. Sin sentimientos, sin voluntad…

Volvió a llorar con más fuerza, su amiga la acogió nuevamente en sus brazos intentando contenerla, ambas sabían que eso iba a pasar en algún momento, pero ninguna había imaginado lo abrumador que sería.

—No sé qué decir, Sango —murmuró, acariciándole el cabello para calmarla —. No creo que por ser tu esposo debas decirle siempre que sí, pero entiendo que las circunstancias son tan… difíciles. Y si te niegas demasiado, sería sospechoso…

—Estoy tan molesta con él y conmigo —apretó sus puños, esta vez mostrando impotencia —. Y lo peor es que Kuranosuke no tiene la culpa, él no ha hecho nada malo… Pero me causa escalofríos pensar que esta noche quizá quiera seguir intentándolo, y mañana, y todas las que vengan… —Negó bruscamente, más lágrimas corriendo por sus mejillas. —Aunque es lo que merezco. Después de todo, estoy mintiéndole descaradamente, entregándole a otro algo que debería ser sólo suyo…

Su amiga soltó un pesado suspiro, consciente de que esa culpa e ira que sentía su amiga no desaparecerían. Lo pensó unos segundos, la situación era más compleja de lo que podría haber imaginado en un principio y presentía que se haría insostenible más pronto de lo que sus amigos creían. Quizá lo mejor era asumir la verdad desde ya.

—Sango, ¿no sería mejor si te divorcias?

La castaña se limpió las lágrimas y se quedó pensativa unos instantes, sopesando las palabras de su compañera, para terminar dibujando un gesto resignado en su rostro.

—No, Kagome. Lo pensé toda la noche, y realmente no sería mejor. No sólo perdería mis herencias familiares, Kuranosuke perfectamente podría pedir la custodia de las niñas…

—Pero si no son suyas…

—Eso no mejora nada la situación. Si se sabe que las gemelas no son sus hijas, sería aún más deshonroso para mí. ¿Crees que alguien creería que fueron producto de sólo una noche antes del matrimonio? Menos si ahora soy amante de Miroku… y, después de cometer tantas faltas, ¿qué ganaré con divorciarme? Me despreciará Kuranosuke, su familia y la mía. Y con todas sus influencias, puede que hasta pierda mis oportunidades con la policía. Y eso si es que no se empeñan en hacerle la vida imposible a Miroku también…

El desánimo fue evidente en la muchacha, todo ese panorama era demasiado aterrador, pese a lo difícil que estaba resultando seguir adelante con esa decisión, parecía preferible soportar y resignarse a esa tortura que enfrentar la verdad para desatar una guerra que no iban a ganar.

—Comprendo… y lamento que todo esto sea así. Me gustaría poder ayudarte de alguna forma…

—Lo haces, eres mi cómplice y confidente después de todo, ¿no? —Sonrió con un gesto decaído, apoyándose en el hombro de su amiga.

—Es verdad… Por cierto, ¿la marca en tu cuello…?

—Oh… casi ha desaparecido, apenas se ve sin maquillaje —respondió, mostrándole la zona que tenía una única capa de base que no se notaba.

—¿Y Kuranosuke no se dio cuenta?

—No, como acostumbra a tener la luz apagada y yo casi ni me muevo… —La recorrió otro escalofrío, nunca iba a poder fingir que tener relaciones sexuales con su esposo era algo que le agradara.

—Qué alivio, es un problema menos —Kagome sonrió con evidente calma por tener algo menos de lo que preocuparse —. ¿Ya le dijiste a Miroku lo que ocurrió…?

—No… No quiero comentarle esto por mensaje, me gustaría poder hablarlo en persona, pero no nos veremos hasta casi en un mes… creo que lo mejor es llamarlo, ¿no?

—Es verdad…

—Le preguntaré si está ocupado… —Sango sacó su móvil y sonrió al ver que ya tenía un par de mensajes del ojiazul, deseándole un bien día y dándole ánimos con todo lo que tenía que hacer. Lo saludó de vuelta antes de preguntarle si podía llamarlo, mientras miraba alrededor con extrañeza. —A todo esto, ¿dónde está InuYasha?

—Salió "a tomar aire" —musitó haciendo una mueca —. Lo sabe, Sango. Se dio cuenta y Miroku terminó contándole… y no los juzga. Supongo que los apoya a su modo.

—Es bueno saber eso… ustedes son muy importantes para nosotros.

—Lo sé, y ustedes para nosotros. Por eso sólo queremos que estén bien y que esto salga lo mejor posible.

—Espero lo mismo… —Sonrió al tiempo que recibía la respuesta afirmativa de Miroku. —¿Me permitirías hablar en privado con él?

—Por supuesto, puedes usar el cuarto de invitados. Prepararé algo para comer y veré a las niñas.

—Gracias —Sango se dirigió a la habitación y marcó el número, teniendo una respuesta casi inmediata —. Hola, Miroku.

Sanguito, que gratificante es escuchar tu voz —respondió él, notoriamente feliz.

—Lo mismo digo. ¿Cómo estás? —Preguntó, tanteando terreno antes de comentarle algo que sabía, iba a afectarle.

Bien, revisando los presupuestos para la cena de Año Nuevo y extrañándote un montón. ¿Y tú?

—Se podría decir que bien…

¿"Se podría decir"? ¿Qué ocurre? —La alarma en la voz fue inmediata, sacándole una sonrisa a Sango.

—Bueno… anoche Kuranosuke estuvo conversando conmigo… y no te va a gustar esto, pero quiere tener otro hijo —se mordió el labio, adivinando la expresión de incredulidad que de seguro tenía Miroku en su rostro.

¿Otro hijo? —Su voz reflejó la pesadumbre de la noticia. —Bueno, su familia y él siempre han querido un descendiente varón…

—Sí, ya sabes cómo son…

Pero creí que por la distancia…

—Ese es el tema. Dijo que había hecho gestiones para estar más tiempo en casa —su estómago se volvió a encoger al pensar en el peligro que eso significaba.

¿Puede hacer eso? —Miroku parecía extrañado, hasta donde él sabía el Jefe de una estación de policía no debía abandonar el lugar mucho tiempo.

—No lo sé, pero tal parece que sí. Dijo que no sería algo inmediato ni que siempre pasaría, pero será mucho más del tiempo que está ahora —soltó un suspiro pesado, la idea no era para nada alentadora.

Supongo que no podemos hacer mucho, sólo aprovechar el tiempo que tengamos y poner mucho cuidado… —Escuchó a Miroku exhalar con decaimiento, era evidente que estaba resignado.

—Sí, porque en realidad todo será más difícil con sus planes…

No hubo respuesta inmediata, Sango sabía que Miroku estaba conteniéndose para no hacer algún comentario al respecto que podría molestarla, después de todo era ella quien tenía que llevar esa doble vida y lo que eso implicaba.

Por lo menos aún falta para eso… ¿Verdad? —Dijo finalmente, aunque su tono no demostraba nada de alivio. Sango no respondió de inmediato, incapaz de decirle lo que había ocurrido la noche anterior, algo que lo alarmó de inmediato. — ¿Sango? ¿Está todo bien?

—Y-Yo… Lo siento, Miroku, de verdad yo no quería… —Volvió a llorar, sintiendo que había traicionado más a su amante que a su esposo.

Espera, ¿acaso te obligó? —Su voz reflejó perfectamente lo alterado y molesto que estaba con la idea. —¿Lo hizo?

—N-No… No pude decirle que no —admitió, más lágrimas brotaron de sus ojos —. Dijo que quería aprovechar al máximo estas semanas, que espera que me embarace lo antes posible…

Eso no es justificación si tú no querías…

—Es mi esposo, Miroku, ¿qué voy a hacer? No puedo negarme.

Eso no le da derecho a forzarte, está abusando de su condición.

—¡No le dije que no! —Terminó gritando, frustrada con la situación. —Él no hizo nada malo, ¿no lo entiendes? Soy yo la que está mal, y merezco que esto me esté pasando, después de todo lo que estoy haciendo…

El ojiazul guardó silencio, las palabras de Sango clavándose en él como fríos puñales, el dolor de ella también lo podía sentir. Escuchó los sollozos por unos segundos, cómo deseaba poder estar ahí, junto a ella para abrazarla, limpiar sus lágrimas y calmarla.

Sango, lo siento. No quise hacerte sentir mal con mis palabras —el arrepentimiento y pesar fueron palpables en su voz —. Sé que nosotros no somos los buenos en esta historia y entiendo cómo te sientes. Perdóname, intenté mitigar un poco la impotencia que siento descargando mi molestia contra Kuranosuke, cuando en realidad hay mucho más detrás de esto, no podemos simplemente buscar un culpable y ya…

—No podemos evitar complicar aún más las cosas, ¿cierto? —La voz femenina se escuchó un poco más tranquila, aunque seguía reflejando tristeza.

Parece que no. Y, a pesar de nuestra decisión pasada, aún puedes arrepentirte. Podemos aferrarnos a la amistad, seguiré aquí para cuando lo necesites y…

—No quiero ser tu amiga —la certeza en sus palabras era innegable, lo que causó que a él se le acelerara el corazón —. He tenido suficiente tiempo para pensarlo, y prefiero sentir esta culpa antes que el vacío y la soledad que nunca me abandonaban cuando me negaba a ser sincera contigo. Pero si tú prefieres no seguir…

Te amo, Sango, y estoy dispuesto a enfrentar toda esta tormenta contigo si tú decides hacerlo. No soy yo quien lo arriesga todo y lo sabes.

—Aún así, arriesgas bastante…

No es nada si puedo estar contigo.

Ella sonrió con verdadera calma ahora, volviendo a sentirse segura de una forma en la que sólo él lograba.

—Te amo, Miroku. Muchas gracias…

No me agradezcas, pequeñita. Sólo quiero que recuerdes que no mereces sufrir de esta forma. Somos humanos, cometemos errores, pero no significa que no podamos ser felices.

—Tienes razón —soltó un suspiro de alivio, cerrando los ojos sólo para evocar los azules, segura de que en esos momentos él estaría mirándola con un cariño y comprensión que no podría encontrar en nadie más —. Necesitaba mi dosis de ti…

Y yo, la mía de ti… —También cerró los ojos para ver los castaños de Sango, la paz que eso le brindaba era única. —¿Estás en casa?

—No, vine a ver a Kagome… necesitaba desahogarme.

Me alegra que no estés sola. Preciosa, debo irme, tengo una reunión ahora… ¿me prometes que estarás bien?

—Por supuesto, tengo que cuidarme para cuando podamos vernos —respondió algo insinuante, sacándole una sonrisa pícara a Miroku.

Bien, te tomaré la palabra. Estamos hablando, sabes que puedes llamarse cuando sea.

—Lo sé, gracias. Besos y compórtate mientras no estoy.

Lo haré, no te preocupes. Adiós.

La comunicación se cortó, dejando a Sango mucho más tranquila y dándole la fuerza y el impulso que necesitaba para mantenerse firme. Después de todo, esa calidez en su pecho al escuchar a Miroku hacía a un lado toda la culpa que amenazaba con consumirla.


Los papeles hechos una pila sobre su escritorio eran el anticipo de todo el trabajo que aún tenía por realizar previo al regreso a clases en un par de semanas más, incluso habiendo comenzado la corrección desde principios de mes; pero por lo menos se podía mantener ocupado mientras las vacaciones de fin de año terminaban. Sonrió de medio lado, leyendo el encabezado de uno de los tantos ensayos que debía revisar, que trataba sobre la disyuntiva ética y moral contra lo legal, un tema que había sido ampliamente debatido en sus últimas clases, porque no era algo fácil de abordar para quienes buscaban hacer lo correcto. Leyó con atención las líneas, sintiéndose un poco ansioso cuando su alumno en cuestión planteaba la compleja situación legal cuando no se podían juzgar los sentimientos y era difícil aplicar una ley si no se conocían todas las circunstancias. Bebió un poco de su café y dejó las hojas a un lado, echándose hacia atrás para cerrar los ojos. El caso que estaba planteado en el escrito correspondía a un divorcio con infidelidad en una situación de violencia psicológica marital, probablemente una experiencia conocida de cerca por el autor, ya que describía el proceso con bastantes detalles.

Soltó un suspiro, situaciones complejas como esa eran cosa habitual en su carrera, muchas veces sin pruebas de un maltrato, o en tantas otras, a pesar de los hechos, la vergüenza de la infidelidad era suficiente para opacar todo el contexto. En pocas ocasiones él había tenido casos así, pero sabía lo difíciles que eran y lo desgastantes que resultaban tanto para los abogados como para el cliente. Negó con un gesto, sin poder evitar sentirse abrumado al pensar en lo que, tarde o temprano, terminarían atravesando con Sango debido a la decisión que habían tomado.

—Será un desastre —murmuró, cerrando los ojos algo abatido.

—Permiso, ¿puedo? —Una voz femenina lo sacó de su divagación, abrió los ojos para ver de quien se trataba y sonrió, haciéndole un gesto para que entrara.

—Claro Jin, pasa —le indicó que tomara asiento mientras él se levantaba para ir hasta la mesita donde preparaba bebidas calientes —. ¿Gustas un café?

—Está bien, muchas gracias —aceptó el ofrecimiento y le sonrió, observándolo mientras lo preparaba —. Veo que tienes mucho trabajo…

—Oh, sí… No di límite de extensión para el ensayo, y al parecer tenían mucho que decir —explicó, entregándole la taza a su compañera —. Pero he encontrado muy buenos argumentos, les ayuda a poder explicarse en detalle.

—Eso es algo bueno, entonces. En especial si se trata de dilemas ético-morales y legales —agregó ella, sus ojos brillaron con emoción.

—Sí, de hecho, justo estaba leyendo uno que podría interesarte… Un divorcio con infidelidad en situación de violencia psicológica marital.

—Oh, sí, suena interesante. Podrías preguntarle al alumno si no le molesta que lo revise luego…

—Sí, le enviaré un correo con las observaciones y le diré.

—Genial. Por cierto, ¿pensaste lo del grupo de debate que te comenté? He considerado algunos nombres para que participen, pero sería bueno contar contigo también.

—Sí, estuve leyendo la propuesta y me encantaría participar. De hecho, tengo en mente un par de alumnos también que se verían muy beneficiados si participaran…

—¿En quiénes estabas pensando? Yo había considerado a Miyamoto Akane, de primer año, porque suele tener una perspectiva completamente distinta de los problemas, pero le cuesta aún verbalizar todo lo que pasa por su cabeza; y a Kuwashima Kohaku, de segundo año, tiene muy buen análisis y argumentación, pero le falta seguridad y personalidad para defender su postura…

—Justamente en ellos, y a Yamada Haru de segundo también, tiene muy buenas ideas, analiza con detalle los argumentos ajenos, pero es demasiado dispersa y suele no poder ordenarse...

—Sí, también es una buena elección, deberíamos invitarlos para poder conformar los equipos pronto —bebió de su taza y hubo unos segundos de silencio hasta que ella decidió romperlo —. Por cierto, ¿cómo van los preparativos de esa cena de Año Nuevo?

—Muy bien, ya está todo listo. Sólo faltan algunas confirmaciones.

—Me alegro mucho —volvió a regalarle una sonrisa, esta vez él creyó vislumbrar una pizca de coqueteo en el gesto, aunque tampoco le dio tiempo a reaccionar, porque siguió hablando —. ¿Y ya tienes acompañante?

—No, en realidad iré solo —respondió, algo extrañado por el repentino interés —. ¿Por qué lo preguntas?

—Oh, yo… bueno, la verdad es que quería decirte algo —ahora ella se sonrojó levemente, pero no dejó de mirarlo a los ojos —. Me gustas y quisiera que comenzáramos a salir, por favor.

Miroku abrió la boca y la quedó mirando algo estupefacto. Jin era una de las personas con las que más había compartido en la Universidad, llevaban un par de proyectos juntos y se habían llevado bien desde el principio, ya que ambos tenían una visión similar de varios aspectos de su profesión. Sin embargo, además de los rumores que le había dicho InuYasha hacía unas semanas atrás, él nunca había visto ninguna señal de que ella realmente sintiera algo por él, aunque era probable que pasara por alto cualquier demostración debido a su situación actual. Parpadeó un par de veces, sintiéndose algo sobrecogido con la declaración.

—Ah… Gracias, Jin, pero no siento lo mismo por ti, por lo que no podemos comenzar a salir —respondió, visiblemente incómodo.

—Oh… claro, comprendo —las mejillas femeninas adquirieron un tono rojo evidente, ella desvió la mirada avergonzada —. Discúlpame por el atrevimiento, no quise incomodarte de ningún modo y…

—Está bien, no estoy molesto, sólo algo sorprendido —Miroku intentó calmarla, no quería hacerla sentir mal tampoco —. Lamento no poder corresponderte.

—Bueno, no es tu culpa y agradezco la sinceridad —sonrió levemente, había considerado que la soltería de su compañero sumado a lo bien que se llevaban podían ser señales suficientes, pero al parecer no era así.

—No podría mentir sobre algo tan importante.

—Lo sé —volvió a sonreír antes de mirar la hora y hacer un gesto con su cabeza —. Bien, creo que será mejor que me retire, aún tienes muchos ensayos que revisar. Estaremos en contacto por lo del grupo de debate. Que tengas una feliz celebración de Año Nuevo, adiós.

—Igualmente, hasta pronto.

La abogada abandonó la oficina rápidamente, dejándole una extraña sensación en el estómago al ojiazul, como si estuviese haciendo algo indebido. Soltó un suspiro, mirando también la hora y percatándose de que era momento de marcharse a su casa. Guardó sus cosas y se dirigió a su hogar, decidiendo darse una ducha antes de intentar comunicarse con Sango para comentarle lo ocurrido, no quería ningún malentendido y prefería contárselo lo antes posible. Pronto ella le estaba enviando una solicitud de videollamada, la cuál aceptó con gusto, viendo en primera instancia los ojos alegres y las manos traviesas de las gemelas intentando tomar el móvil de su madre, mientras ella lo movía para evitarlo.

—Hola, pequeñas traviesas. ¿Cómo están?

¡Mama, mama! ¡Tío Midoku! —Cantaron las dos a coro, sacándole una sonrisa a él e indicándole a ella que ya estaban en línea.

¡Hola, Miroku! ¿Cómo estás? —Logró sacarse a las niñas de encima por un momento gracias a que InuYasha acababa de llegar y ellas automáticamente fueron a saludarlo.

—Bien, ¿y ustedes? Veo que estás en casa de los muchachos…

Oh, sí… Intento aprender a preparar los platos que debería servir para Año Nuevo, Kagome me está enseñando —respondió con una sonrisa.

—Seguro quedarán muy bien —también le regaló una sonrisa, notando como en el fondo su amigo intentaba sacarse a las gemelas de encima, mientras le hacía un gesto a él para saludarlo —. Hola, InuYasha.

Hola… Sango, ¿puedes controlarlas? Parezco su juguete… —Masculló aparentando fastidio, pero se notaba que no hablaba en serio y las niñas sólo se rieron y siguieron molestándolo, causando que tanto la castaña como Miroku soltaran una risita al verlo. —Keh, esto no es gracioso.

—Por supuesto que lo es —respondió el abogado, logrando que su amigo entornara los ojos y se alejara para pedirle ayuda a Kagome.

Nunca lo va a admitir, pero las adora —comentó Sango, la calma que eso le producía se reflejó con fuerza en sus ojos.

—Y ellas a él, así que es recíproco.

Ambos se sonrieron nuevamente, no sólo por el cariño que les brindaban sus amigos a Mao y Mei, sino también por el apoyo y la ayuda que estaban representando en esos momentos con su situación actual. Que el matrimonio supiera de su relación prohibida y les brindara una forma de escape durante esos días que estaban lejos y con mayores dificultades, era un respiro que los dos agradecían infinitamente.

Y… ¿Cómo has estado? ¿Cómo van esos ensayos y la cena? —Preguntó interesada Sango, observándolo con cariño a través de la pantalla.

—Bien, con todo. Algunos ensayos me han sorprendido, hay mucho potencial en varios alumnos —acotó, visiblemente satisfecho con eso —. Y ya está todo listo para la cena, sólo faltan algunas confirmaciones. ¿Cómo has estado tú?

Me alegro mucho por ti. Yo, bien, intentando que todo salga perfecto la noche de Año Nuevo. La madre de Kuranosuke aún está resentida porque ya no viven conmigo y dijo que esta vez ella no me ayudaría en nada, pero seguro va a estar atenta a cualquier error…

—Imagino que sí, pero todo saldrá bien y tendrá que aguantarse sus críticas —fue optimista, intentando contagiarle esa energía a la muchacha.

Lo sé, gracias.

—Por cierto, hay algo que debo contarte —no quiso retrasarlo más, no había motivo para hacerlo.

¿Pasó algo malo? —Preguntó extrañada, acomodándose en el sofá para observarlo con detenimiento al ver que su semblante se tornaba algo serio.

—No es malo, pero sí me tomó por sorpresa —admitió, intentando no sobredimensionarlo —. Hoy se me declaró una compañera del trabajo.

Sango abrió la boca, un poco incrédula y confundida.

¿Del estudio o la Universidad? —Fue lo primero que quiso saber, aunque en realidad no sabía qué importancia tenía, así que decidió pedir más información. —¿Cómo pasó, qué le dijiste?

—Es de la universidad, Himura Jin…

Oh, ¿no es de quien hablaban tus alumnas…? —La voz de InuYasha lo interrumpió, llegando desde algún lado de la sala donde estaba Sango. —Entonces, sí le gustas.

Ahora que hago memoria, Kohaku también mencionó su nombre una vez… —Recordó Sango, sintiéndose algo decaída al saber que la muchacha llevaba tiempo interesada, al parecer.

—Sí… hemos trabajado en algunos proyectos juntos, compartimos pensamientos similares y nos llevamos bastante bien, pero más allá de eso… —Miroku aclaró la situación, no quería que la castaña pudiese malinterpretar algo. —Hoy fue hasta mi oficina para hablar sobre uno de los proyectos que quiere que saquemos el siguiente año, y bueno… de pronto me dijo que le gustaba y me pidió que saliéramos. Obviamente le dije que no, le pedí disculpas y traté de que no se sintiera mal, después de todo somos compañeros de trabajo…

Es verdad… ¿cómo lo tomó ella? —Sango se mostró preocupada, Miroku era un hombre soltero y rechazar a alguien podía atraer atención no deseada en esos momentos.

—Al parecer, lo comprendió. Se sintió apenada y me pidió disculpas por el atrevimiento… —Esbozó una sonrisa de medio lado, no dejaba de sentirse aún incómodo por la situación.

Espero que esto no complique las cosas ni cambie tu ambiente laboral.

—También lo espero, pero considero que es una persona madura y sensata, dudo que tenga algún problema con seguir trabajando como siempre.

Es un alivio —le dedicó una sonrisa algo más tranquila, dejando que sus ojos se perdieran por un instante en los azules —. Muchas gracias por decírmelo.

—No agradezcas, no voy a guardarte secretos. No tiene sentido que lo haga. Además, eres la única dueña de mi corazón y la que tiene el derecho exclusivo de hacerme ese tipo de propuestas y recibir una respuesta afirmativa —enfatizó, mirándola con complicidad.

Eso no lo dudo —también le dedicó una mirada confidente.

¡Ya vamos a comer! —La voz de Kagome los interrumpió, precediendo a su imagen que apareció tras la castaña con una radiante sonrisa. —Hola, Miroku. Te invitaría a la mesa, pero creo que estás un poco lejos.

—Hubiese ido encantado, pero tendrían que haberme avisado con anticipación para comprar los pasajes —respondió con una risita.

Bueno, en vista de que no podrás venir, ¿nos acompañas virtualmente? —Lo invitó, haciéndole un gesto con sus manos.

—Creo que mejor en otro momento, debería prepararme algo también antes de que se haga más tarde —miró la hora, dándose cuenta de que ya tendría que haber almorzado.

Está bien, entonces los dejo para que se despidan. ¡Adiós! —Kagome se alejó, dejándolos solos porque InuYasha ya no estaba ahí, se había ido para ayudarla en lo que pudiera en su condición de "imán de gemelas".

Entonces, ¿irás a prepararte algo? —Sango demostró que no tenía deseos de cortar la comunicación, algo que logró enternecer a Miroku.

—Echaré un vistazo a ver qué tengo, sino tendré que ir a comprar algo —admitió, recordando que hacía días que no iba de compras y era probable que no le quedaran muchas provisiones.

Oh, en ese caso, mejor no te entretengo más…

—Podemos hablar luego, si quieres. O me avisas cuándo puedes para hacerme el tiempo… —Notó algo de desánimo en la voz femenina, por lo que intentó ofrecer una alternativa para que luego pudiesen compartir un poco más.

Tendré que ver, en cuanto organice todo te aviso para que nos coordinemos —demostró mucho más ánimo ahora, sabiendo que luego podría disfrutar otros momentos más con él.

—Estaré esperando, entonces. Ahora, mejor no te quito más tiempo, InuYasha debe estar molesto por el retraso.

Es muy probable y no estoy de ánimos para tolerar su mal humor. Estamos hablando, besos.

—Sólo no vayan a pelear. Besos, te amo.

También te amo.

La videollamada se cortó y Miroku se echó hacia atrás en su sofá, intentando retener esa energía que le daba hablar con Sango dentro de sí, porque en esos momentos la motivación que tenía no era sólo por él, sino también por ella y, si bien todo podía complicarse mucho más con las sospechas que podía levantar su soltería existiendo interesadas, no iba a rendirse ni a fingir algo que no sentía, porque su pecho podía encontrar calma en el sentimiento que compartía con Sango, y era eso lo que deseaba preservar.


—Yo hubiese puesto el Kamidama en esa pared, que es más amplia… pero ahí también es un buen lugar.

Sango se mordió la lengua para no responderle a su suegra, quien no había perdido tiempo en buscar cualquier detalle para criticar sobre su preparación para la celebración de esa noche.

—Pensé que ahí quedaba mejor, ya que se ve al entrar —argumentó su elección, ella había pensado en todos los pormenores para evitar justamente ese tipo de situaciones.

—Sí, supongo que es un buen punto —la mujer no quitó la expresión severa de su rostro, pero tampoco hizo algún otro comentario, ya que fueron interrumpidas por la familia de Sango, que acababan de llegar a la habitación donde se encontraban.

—¡Hermana, mira! —Kohaku se acercó a ella con su móvil en mano, emocionado. —Obtuve una calificación perfecta en mi ensayo, además, me invitaron a unirme al grupo de debate que formarán Miroku con la señorita Himura.

—¡Felicitaciones! Me alegro mucho por ti —le sonrió compartiendo el sentimiento, sabía que eso era algo muy importante para él.

—Muchas gracias. Miroku me había comentado lo del grupo cuando fui a su oficina hace algunos días, dijo que me ayudaría a desarrollar más mis habilidades comunicacionales, como soy un poco tímido e inseguro… Y hoy me llegó la invitación formal por parte de la señorita Himura.

—Eso es genial, tendrás que aprovechar la oportunidad entonces —le sonrió con cariño antes de mirar la hora y soltar un suspiro —. Me tendrán que disculpar, iré a prepararme. ¿Podrían ver a las niñas un momento?

—Por supuesto, hija, no hay problema —respondió su padre, mirando a las pequeñas que jugaban animadas en un rincón de la sala.

Sango agradeció con un gesto y se dirigió al onsen para darse un baño relajante. Se metió al agua y cerró los ojos, haciendo una recapitulación de las semanas que llevaba en la mansión Takeda. Después de la primera noche en la que Kuranosuke expresara sus intenciones de tener otro hijo, había pedido cita médica para que ella estuviese en las mejores condiciones al inicio del embarazo. A los pocos días, ya se había realizado los exámenes de rutina, comenzando con las vitaminas y suplementos que eran requeridos para que su cuerpo se preparara de forma adecuada. Por lo menos había podido comprobar que se encontraba en perfecto estado de salud física, algo que animó a su esposo por el hecho de que así era más sencillo que se embarazara.

Luego de tener las recomendaciones médicas y haber comenzado a seguirlas, las noches junto a Kuranosuke eran, en su mayoría, tortuosas para ella. Los últimos 3 días, sin embargo, había evitado ese sufrimiento argumentando lo agotada que estaba por los preparativos de la celebración, y él lo había comprendido, permitiéndole descansar. Eso había significado un respiro para ella, pero sabía que no duraría mucho, estaba casi segura de que, al empezar el siguiente año, el castaño seguiría insistente para aprovechar los días que le quedaban ahí.

Inhaló profundo y se sumergió por completo en el agua, intentando alejar los escalofríos que la recorrían cuando pensaba en los encuentros íntimos que tenía con Kuranosuke, tan faltos no sólo de erotismo y sensualidad, sino también de cariño, comprensión y cualquier emoción. Terminaba sintiéndose rota y vacía, aguantando las lágrimas y fingiendo dormir de inmediato para escapar. Sacó la cabeza del agua para tomar una bocanada de aire y esbozar una sonrisa, pensando que tan sólo le quedaba una semana más ahí antes de volver a Kyōto, reencontrarse con Miroku para disfrutar a su lado, teniendo algo de descanso, por lo menos mientras su esposo no viajara. Le había comentado que estaría algunas semanas sin ir para dejar todo listo y así poder quedarse según tenía planeado, sugiriéndole que podría pedir permiso ella en la estación para no trabajar esos días, con la excusa de que así podrían pasar más tiempo juntos. Ella inmediatamente se había negado, recordándole que no iba a dejar de lado su trabajo, por algo había decidido no mudarse de vuelta a Tōkyō. Pese al disgusto y desacuerdo mostrados por él, Sango se mantuvo firme en su postura, por lo que Kuranosuke terminó rindiéndose, admitiendo que esa decisión no le correspondía a él.

Volvió a cerrar los ojos, negando con un gesto antes de decidir salir y dirigirse a su cuarto para cambiarse, calculando que Kagome e InuYasha debían estar por llegar y ella aún debía preparar algunas cosas para la cena. Sonrió al recordar toda la ayuda que le habían brindado sus amigos en todo aspecto, desde inventar excusas para sacarla de la mansión y así ella pudiese hablar tranquila con Miroku, hasta tendiéndole una mano con los preparativos para esa noche, incluyendo clases de cocina con secretos de la chef y la degustación de InuYasha a sus intentos como prueba de calidad. Sabía que para ellos toda la situación no era nada fácil, por lo que agradecía su incondicionalidad pese a todo el panorama.

Una vez que terminó de arreglarse, se dirigió a la sala en donde no se sorprendió de encontrar a sus amigos charlando animadamente con Kohaku y su padre, mientras cuidaban de las pequeñas. Los saludó alegre y de inmediato le pidió a Kagome que la acompañara a la habitación junto con las gemelas para cambiarlas, lo que ella hizo gustosa.

—¿Y bien? —Preguntó de inmediato la azabache, con curiosidad. —¿Qué detalle encontró la madre de Kuranosuke a todo lo que hiciste en la casa?

—Bueno, dijo que el shimekazari no tenía suficientes amuletos para su gusto, el kadomatsu lo encontró algo seco y el Kamidana ella lo hubiera puesto en otro lugar. Ese es el recuento hasta ahora —enumeró, sonriendo con resignación.

—Obviamente no iba a estar conforme, ¿verdad? —Kagome se mostró algo irritada, pero sabía que eso iba a ocurrir —. Sólo espera a que pruebe la cena, no podrá decirte nada negativo.

—Por supuesto, es tu receta después de todo.

—No sólo por eso, te esforzaste mucho en aprenderla y hasta InuYasha se sorprendió de que mejoraras tanto —hizo la observación, todos sabían que la cocina no era la especialidad de Sango.

—Muchas gracias, pero sin tu ayuda no podría haberlo logrado —le sonrió con cariño, su guía había sido fundamental.

—No me agradezcas —también le sonrió, feliz de poder ser un apoyo para su amiga —. Quizá llegando a Kyōto, podrías prepararle algo. Seguro le encantaría probarlo.

Sango supo que se refería a Miroku, pero como código de seguridad no mencionaban su nombre en la casa cuando hablaban de cualquier cosa que se pudiera malinterpretar.

—Es una buena idea, lo voy a tener presente —la emoción brilló en sus ojos, pocas veces había cocinado para él y le gustaba la idea de mimarlo de esa forma. Terminó de acomodar el kimono de Mao mientras Kagome hacía lo mismo con el de Mei y sonrió —. Bien, creo que estamos listas. Kuranosuke debe estar por llegar, así que iré a la cocina, aún me quedan un par de cosas por hacer.

—De acuerdo, ¿no necesitas ayuda? —Preguntó dispuesta a socorrerla en caso de que lo necesitara.

—No te preocupes, quiero hacerlo por mí misma —le dijo con seguridad, causando que ella le devolviera un gesto comprensivo.

—Muy bien, entonces nos encargaremos de las niñas por mientras.

Fueron primero hasta la sala, luego Sango se dirigió a la cocina para terminar con las últimas preparaciones. Cumplió su objetivo a tiempo, y para cuando Kuranosuke llegó, estaba todo listo para que cenaran de forma tranquila antes de esperar por el Akemashite. Para su sorpresa, la comida recibió los halagos de todos los presentes, incluyendo a sus suegros, quienes de verdad no creían que ella hubiese preparado todo sola, pero la información fue corroborada por el señor Kuwashima, quien había estado todo el día viendo a las gemelas para que Sango pudiese ocuparse de los detalles que le hacían falta. Agradecida y, por qué no decirlo, orgullosa por el resultado, la castaña se sintió satisfecha de sus esfuerzos.

Tras comer, esperaron en calma la llegada de la medianoche para intercambiar los saludos correspondientes, momento en el que Kuranosuke reiteró sus deseos por una pronta descendencia varón dentro del año que estaba comenzando, algo que repitieron sus padres. Sus amigos, en cambio, pidieron por su felicidad y buena suerte en sus proyectos, algo que ella agradeció profundamente. Su familia se enfocó en su bienestar y tranquilidad para todo lo que viniera a futuro.

También a las gemelas les dedicaron buenos deseos, algo que ellas apenas pudieron escuchar porque estaban ya quedándose un poco dormidas y pronto comenzaron a hacer pucheros para ir a descansar. Sango se disculpó con los demás y las llevó hasta su habitación, poniéndoles sus pijamas y acostándolas en sus futones. Ambas se rindieron al sueño a los pocos minutos, y ella aprovechó de revisar su móvil para ver que tenía un mensaje de Miroku, pidiéndole que, si tenía un momento a solas, lo llamara. Algo nerviosa, lo hizo, obteniendo una respuesta casi inmediata.

Akemashite omedetō gozaimasu —saludó él, sacándole una sonrisa a ella con sólo oír su voz.

Akemashite omedetō gozaimasu —respondió con cariño, escuchando ahora el bullicio del otro lado.

Espero que este año sea mucho mejor que los anteriores, que seas realmente feliz y puedas superar todas las adversidades que se crucen en tu camino. Y que el amor nunca te falte —agregó sus deseos, de una forma cálida y cariñosa que le causó un cosquilleo en el estómago.

—Muchas gracias. También deseo que este año sea muy próspero para ti, que seas feliz y cumplas tus sueños y proyectos, y que seas amado con sinceridad —sonrió, adivinando el gesto agradecido que debía tener él al otro lado de la comunicación.

Gracias por tus buenos deseos, pero algunos de ellos ya son una realidad, ya tengo alguien que me ama sinceramente y soy feliz —su voz demostró lo mucho que eso significaba para él.

—Puedo decir lo mismo, entonces. Hay alguien que se encarga de que no me falte amor —se sumó a sus palabras, porque para ella eso era muy importante.

¿Ah, sí? ¿Debería ponerme celoso?

—Hum… quizá, es alguien bastante guapo —soltó una risita, causando que él también la acompañara en el gesto.

Tendré que poner atención, entonces. Por cierto, ¿ya terminó la celebración allá? —Preguntó con curiosidad, ya que él había pensado que tendría que esperar mucho más para poder hablar con ella.

—No, pero las gemelas estaban quedándose dormidas, así que las traje hasta su cuarto y aproveché el momento —explicó, mirando de reojo a las pequeñas que descansaban tranquilamente —. ¿Y la cena? Se escucha bastante animado el ambiente.

Sí, la verdad, apenas están comenzando a celebrar acá. Aunque es probable que no me quede mucho rato más, mañana quiero hacer el Hatsumōde temprano, para luego seguir con esos ensayos.

—Comprendo, al parecer tienes bastante trabajo. Ánimo con eso.

Gracias. Aunque no me quejo, me ayuda a distraerme para que los días pasen más rápido. Porque ya te extraño demasiado…

—También yo… pero sólo queda una semana. Pronto nos veremos.

De acuerdo… —Escuchó que alguien exclamaba el nombre de Miroku del otro lado, diciendo algo que ella no logro entender, pero al parecer era una especie de invitación, que él respondió indicando que iría enseguida, antes de volver a hablarle a ella. —Preciosa, debo irme, me están esperando.

—Claro, no hay problema. Cuídate, diviértete y que mañana tengas un gran día.

Igual tú, te amo.

—También yo. Adiós.

La comunicación se cortó, dejándole una sensación reconfortante en el pecho porque, a pesar de todo, sabía que los sentimientos que se arremolinaban en su interior en esos momentos eran sinceros y correspondidos, y lograban desplazar la angustia, pesadumbre y desolación que la atormentaban cuando estaba con Kuranosuke, porque esta vez se aferraría al amor y a su felicidad, incluso con todas las consecuencias que conllevaba, porque no iba a renunciar otra vez, no volvería a perder esa calidez que sentía con intensidad ahora en su interior.


¡Hola! He estado un poco desaparecida, lo sé, pero finalmente tuve hora con reumatólogo, quien me dijo que no tenía Artritis (yeah~) pero que no puede darme aún un diagnóstico certero, así que sigo en estudios, con un montón de exámenes que hacerme todavía, por eso no he actualizado antes, a pesar de que este cap lo tengo listo desde hace días.

En fin, ya se comienza a complicar mucho más la cosa, en esa situación es probable que Sango y Miroku exploten en cualquier momento, y cuando lo hagan, va a ser un desastre. Es lamentable y dolorosa la realidad que están viviendo, pero de a poco se irá aclarando todo, y ya nos acercamos al final (o eso quiero pensar). Lamento la cuota de dolor, pero es inevitable en esta situación.

Quiero agradecer con todo mi corazón a AvrilGarcia y a AmyGianela (muchas gracias de verdad por animarte a comentar), a ambas les envío mucho amor, no saben lo feliz que me hacen sus reviews (L). Y por supuesto a Nuez, quien es mi beta amada y sufre conmigo todo este martirio. Un abrazo a todas~

Ahora me voy, nos leemos en la próxima, besos!

Yumi~