DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. La obra es mía, escrita sólo con el fin de entretener – a ustedes y a mí. Sin fines de lucro.
— Je vais T'aimer —
XXXII
— Castigo arbitrario —
— Amada mía… no llores, muéstrame tu sonrisa.
Si quisiera ver tus lágrimas, ¿te habría dicho "me gustas"?
Amada mía… está bien, no estás sola,
porque cuando te estás sintiendo sola, yo también me siento solo. —
— Itoshii Hito; Miyavi —
El bullicio ocasionado por la emoción de las gemelas al haber visitado nuevos lugares fue interrumpido cuando ingresaron al departamento, un sitio que no conocían y que era muy distinto al de su madre, ni hablar de compararlo con la mansión que era su hogar en Kyōto, pues el estilo sencillo y a veces, un poco minimalista, del dueño de casa ni siquiera se les parecía. Miroku sonrió, pidiéndoles que se acomodaran en la sala y se sintieran como en su hogar mientras él preparaba algo para comer.
La celebración del Año Nuevo había sido la noche anterior y la habían pasado en la residencia de los Taishō, junto a la familia de InuYasha, compartiendo por primera vez con ellos en un ambiente más cercano, distinto al que habían vivido cuando la pareja se había casado, porque además, en ese momento tenían algunos problemas que no les permitieron disfrutar esa celebración como correspondía. En esta ocasión, en cambio, el ambiente había sido alegre, en especial porque InuYasha demostró verdadero interés en acercarse a su padre, con quien nunca se había llevado bien, pero por lo menos ahora se veía dispuesto a hacer las paces con él. El Akemashite lo habían dado ahí, entregando sus buenos deseos a todos y pidiendo sinceramente por un año lleno de buenas cosas; luego, cada uno se marchó a su hogar para descansar.
Ese día, decidieron realizar el Hatsumōde de forma diferente a los años anteriores, ambas familias se separaron y ellos fueron tanto al templo sintoísta Meiji-Jingu como al budista Sensō-ji, respetando las creencias religiosas de los Kuwashima y de los Tsujitani, algo que Miroku agradeció profundamente, porque le alegraba poder compartir algo tan personal con Mao y Mei. Realizaron todos los rituales de principios de año en cada uno de los santuarios visitados, algo que les llevó casi todo el día debido a la lejanía entre ambos lugares, además del gran flujo de personas que había en esas fechas. Al finalizar la jornada, el abogado decidió invitarlos a cenar a su departamento, aunque Kohaku se excusó porque ya tenía planes con Rin, por lo que sólo fueron el señor Kuwashima y Sango junto a las niñas, a quienes intentaban entretener ahora, mientras el ojiazul preparaba la comida.
Cuando estuvo listo, cenaron en calma, hablando sobre los planes que tenían esa semana que estarían en Tōkyō, disfrutando tranquilos de la compañía. No pasó mucho tiempo para que las niñas se quedaran dormidas, lo que les indicó que era momento de marcharse antes de que se hiciera más tarde.
—Bien, ya debemos irnos —el señor Kuwashima sonrió, haciéndole un gesto a su hija —. Supongo que Miroku también debe estar cansado, ¿no?
—Oh, no se preocupe por mí —el aludido sonrió amablemente —. Pero es cierto, lo mejor es que lleguen a casa antes de que oscurezca —apoyó la idea, también poniéndose de pie —. Los iré a dejar.
—Muchas gracias —Sango le dedicó una mirada cargada de cariño antes de acercarse a las niñas para comenzar a abrigarlas para protegerlas del frío.
Mientras estaban en eso, el móvil de Miroku interrumpió su tarea, llamando la atención no sólo suya, sino también de la castaña, ya que era inusual que alguien lo llamara ese día y a esa hora, parecía ser una urgencia, por lo que puso atención, algo preocupada.
—¿Sí, Shishinki? —Contestó, entrecerrando las cejas al ver quién era.
—Hola, Tsujitani, que bueno que hayas atendido —la voz del socio de Miroku se escuchó algo irritada —. Disculpa la hora, necesito que nos reunamos lo antes posible.
—¿Por qué? ¿Ocurrió algo grave…?
—No quiero hablar detalles por teléfono, pero supe de tu desvinculación de la Universidad —soltó sin el más mínimo tacto, causando que a Miroku se le hiciera un nudo en el estómago y Sango se quedara viéndolo perpleja —. Sería maravilloso si, ahora que estás en la ciudad, podemos hablar personalmente sobre el tema. También me llegaron comentarios al respecto.
—Yo… está bien, ¿te parece que vaya mañana después de almuerzo? —Propuso, sintiendo el sudor correrle por la espalda a causa de la mirada interrogante de Sango.
—De acuerdo, te estaré esperando.
—Claro, hasta mañana.
La llamada terminó, Miroku inhaló profundo antes de mirar de frente a la muchacha, que ahora mostraba más molestia que sorpresa por la noticia recibida, tenía el ceño fruncido y la mirada acusadora lo atravesaba con severidad.
—¿Desvinculación? —Preguntó claramente dolida al enterarse de esa forma. —¿Te despidieron de la Universidad y no me lo habías dicho?
—Sango, lo siento, no quise arruinar el ánimo de las fiestas, pensaba contártelo cuando volviéramos a Kyōto… —Admitió, negando levemente con un gesto.
—No es algo que debieses ocultarme, es un tema serio. ¿Acaso fue por lo nuestro…?
—Sí, los rumores llegaron a oídos del rector y quiso comprobar si eran ciertos. Admití la verdad…
—¿Tú…? Esto no puede estar pasando… —Sango cerró los ojos con fuerza, aguantando los deseos de llorar que comenzaban a aumentar en su pecho. Se controló lo suficiente para mirar a su padre, quien parecía preocupado por la situación, y le sonrió levemente antes de acercarse a las gemelas, que seguían durmiendo en su cochecito. —Lo siento, papá, pero ¿podrías llevarte a las niñas a casa, por favor? Necesito hablar a solas con Miroku un momento.
El señor Kuwashima soltó un pesado suspiro antes de responder, observando brevemente tanto a su hija como al ojiazul.
—De acuerdo, pero recuerden que ambos dijeron ser conscientes de las consecuencias de sus actos —le sonrió levemente a la pareja para luego despedirse con un gesto —. Hasta pronto, Miroku. Hija, nos vemos en casa.
—Hasta pronto, señor Kuwashima.
—Nos vemos, papá. Gracias.
El hombre abandonó el departamento junto con sus nietas, dejándolos solos. Miroku le pidió a Sango que se sentaran en el sofá de dos cuerpos que había en la sala y, después de inhalar profundo, decidió romper el silencio, ya que ella parecía demasiado ensimismada en sus pensamientos como para hacerlo.
—Lo siento, Sango. No era mi intención ocultártelo, sólo quería que celebráramos Año Nuevo sin preocupaciones —reveló, tomándole las manos para llamar su atención —. Además, te lo dijera antes o después, no hay nada que podamos hacer al respecto…
—Está bien, comprendo que no me lo hayas dicho de inmediato —hizo una mueca, aceptando la explicación del abogado —. No es eso lo que realmente me preocupa. Si los padres de Kuranosuke fueron capaces de esto, no quiero ni pensar en qué otras cosas harán a futuro para castigarnos por nuestra falta…
—No es algo que no haya considerado en su momento —comentó él, sonriendo desganado —. Pero decidí seguir adelante a pesar de todo lo malo que podía ocurrir…
—No es justo —presionó las manos de su acompañante, una lágrima se escapó de sus ojos —. Todo esto es mi culpa, tú no tendrías que poner en riesgo tu carrera, o perder tu puesto…
—Yo también soy culpable, ambos tomamos la decisión —le recordó, sintiendo la angustia en su pecho al ver la actitud de ella —. No me estoy quejando ni me arrepiento de nada…
—¡Pues, yo sí! —Las lágrimas comenzaron a correr por su rostro sin impedimento, reflejando su angustia. —No quiero que te veas perjudicado por mis errores. Soy yo la que traicionó a los Takeda, ellos buscan vengarse de mi comportamiento vergonzoso. No quiero que te veas arrastrado con esto, no voy a permitir que arriesgues tu carrera o que tus planes se vean arruinados por un capricho…
—¿Soy un capricho? —Miroku bajó la mirada, se sentía completamente abatido con las palabras de su compañera. —Estás olvidando que no tomaste la decisión sola, que en esta infidelidad participamos los dos. Yo sabía lo que podía pasar y acepto las consecuencias.
—No, Miroku, no eres un capricho… pero había renunciado a ti hace mucho, quizá debería haberme mantenido alejada. No voy a traerte más que problemas, ¿es eso lo que quieres en tu futuro? No puedo permitirme ser, nuevamente, la responsable de tu infelicidad…
—¿Y qué vas a hacer? ¿Crees que arrepintiéndote ahora, solucionarás algo? —Negó con brusquedad, se sentía molesto con la actitud de la muchacha. —El daño está hecho, la única opción que tenemos ahora es seguir adelante y asumir las consecuencias.
Sango desvió la mirada, no podía sentirse bien con eso. Una de las metas de Miroku era convertirse en un abogado de prestigio, que no tuviese que depender de terceros para ejercer libremente. Ahora tenía un puesto que le facilitaba mucho las cosas, y ella se había dado cuenta que, además, enseñar y guiar a futuros abogados había resultado ser algo que también le apasionaba. Pero si seguía a su lado, iba a perder todo eso y tendría que empezar de cero, después de lo mucho que se había esforzado en llegar a ese punto. Simplemente, no era justo.
—No exactamente —sintió el pecho apretado al pensar en la opción que estaba tomando, quizá lo mejor era dejar todo hasta ahí y aceptar lo que la familia Takeda quisiera para ella, incluso si debía sufrir su rencor sola, prefería eso a destruir los sueños de Miroku —. Asumiré las consecuencias, pero no te arrastraré conmigo. Lo siento, pero es suficiente, ya has sufrido mucho por mi culpa. Sólo quiero que seas feliz y logres lo que deseas.
Él soltó un suspiro cargado de desánimo, se sentía decepcionado y agobiado, porque lo único que realmente deseaba en esos momentos era seguir adelante con Sango, sin importar todo lo que tuviese que sacrificar para eso. Sin embargo, ella parecía tener una idea completamente diferente sobre sus anhelos.
—¿Y de verdad crees que lo seré de esta forma? —Hizo una mueca de resignación, sabía que no iba a sacar a la castaña de ahí. —Pensé que ya habíamos pasado por esto y que habían quedado claras mis intenciones, pero veo que no es así. Supongo que nada de lo que diga va a lograr que cambies de opinión.
—Eres una persona correcta, un abogado justo con un brillante futuro, y fui egoísta al pedirte que fueses mi amante, porque olvidé lo perjudicial que era para ti tener una relación clandestina. Perdóname…
—No puedo perdonarte por algo que no fue tu culpa, yo acepté esta situación conociendo cuánto iba a afectarme cuando saliera a la luz. Sólo me gustaría que no lo olvidaras…
—No lo he olvidado, sólo me acabo de dar cuenta de que la señora Takeda tenía razón, la vida no es un cuento de hadas y no hay un final feliz —Sango apretó los puños con impotencia para luego volver a tomar una de las manos de Miroku, acariciándola levemente antes de soltarla de nuevo y desviar la mirada de la de él, poniéndose de pie —. Lamento haberte causado tantos problemas, no volverá a pasar. Ahora, será mejor que me vaya.
El moreno sonrió con tristeza, sin querer levantar la mirada para verla, simplemente aceptando esa decisión porque no podía hacer nada más.
—Como quieras —murmuró, apretando los puños con impotencia —. Adiós.
Sango se marchó y, cuando al fin estuvo solo, Miroku comenzó a llorar sin impedimentos, sintiéndose tan desilusionado y frustrado que le costaba respirar, él había tomado la decisión consciente, dispuesto a renunciar a todo con tal de ser felices, y aún después de todo lo que habían vivido, Sango no había sido capaz de mantenerse firme, rindiéndose sólo porque no quería que él fuese perjudicado, olvidando por completo que esa era su opción… Era doloroso de sólo pensarlo, y quizá por eso, no podrían tener el final feliz que esperaban. Se recostó en el sofá, necesitaba dejar salir todo ese dolor de alguna forma para continuar, porque estaba seguro de que esa pelea aún no terminaba, a pesar de lo que acababa de hacer Sango, y él seguiría enfrentándolo porque no se arrepentía de nada.
Cuando llegó a su departamento, su padre la estaba esperando en la sala, visiblemente preocupado por la situación, pensativo y algo cabizbajo. Ella lo saludó con una sonrisa decaída, demostrando que esa charla con Miroku no había resultado bien y sólo le había causado más angustia. El hombre le hizo un gesto para que se sentaran a conversar, mientras le preparaba un té. Sango aceptó la oferta y, una vez a su lado y con la taza con la bebida caliente frente a ella, comenzó a sollozar entrecortadamente, procesando lo que había ocurrido y la decisión que acababa de tomar. El señor Kuwashima soltó un suspiro, conocía demasiado bien a su hija y sospechaba cuál era el motivo de sus lágrimas. La abrazó, un gesto que muy pocas veces había mostrado con sus hijos porque había sido criado con el precepto de que mostrar sus emociones era signo de debilidad; pero que estaba seguro, ella necesitaba en esos momentos. La castaña se sorprendió con el acto, pero casi de inmediato lo aceptó, refugiándose en su pecho para llorar por algunos instantes, hasta que logró calmarse, separándose de él y agradeciéndole con la mirada y una sonrisa triste.
—¿Puedo preguntar qué ocurrió?
Sango inhaló profundo, asintiendo levemente. Bebió algo de su té antes de hablar, buscando las palabras para explicar la situación, ella se sentía completamente atrapada, obligada a tomar la decisión que tanto la desgarraba.
—Miroku fue desvinculado de la Universidad por mi culpa… —Informó, apretando los puños con enfado. —Se enteraron de lo nuestro y él lo admitió… Y es probable que pase lo mismo con su puesto en la firma, por algo Shishinki se escuchaba tan molesto… —Negó abatida, nuevas lágrimas comenzaron a asomar en sus ojos. —Y todo porque aceptó cumplir mi capricho… Sabía que la familia de Kuranosuke iba a intentar perjudicarnos y estaba dispuesta a aceptar lo que quisieran hacer contra mí, porque fui yo quien buscó esto. Desde el principio fueron mis errores y mi cobardía los que nos empujaron a esta situación, y luego también yo le pedí que fuese mi amante… Y pensé que podía aceptar las consecuencias, todo lo que vendría contra mí… pero no imaginé lo doloroso que sería verlo a él afectado, que su carrera peligrara de esta forma, junto con sus metas…
Volvió a soltar las lágrimas, sollozando en silencio algunos segundos mientras su padre analizaba sus palabras, él sabía que la infidelidad de su hija iba a tener repercusiones en todos los involucrados, y lo difícil que sería librarse de la venganza de los Takeda. Bebió un sorbo de su té y luego apoyó su mano en la de su hija, logrando que ella lo mirara.
—¿Y crees que él no lo había considerado? —Preguntó, sonriendo levemente. —Miroku conocía lo perjudicial que es una infidelidad para la carrera de un abogado, y aún así, decidió hacerlo. ¿Acaso tú no imaginaste lo que implicaba que fuese tu amante?
Sango inhaló profundo, sabía que debería haberlo pensado pero en el remolino de temores y angustia en el que se encontraba cuando tomó la decisión, las secuelas no se sentían tan abrumadoras.
—Supongo que fui demasiado ingenua. No tomé en serio las amenazas de la señora Takeda, me aferré al final feliz creyendo que eso era todo lo que importaba —hizo una mueca de resignación, negando con un gesto —. Olvidé que el mundo real es cruel y la felicidad va más allá del amor. Debí haberme resignado, evitando hundir conmigo a mis seres queridos…
—Estás olvidando que no puedes tomar decisiones sin tener en cuenta los deseos de los demás —la regañó suavemente, no quería ser demasiado duro porque era consciente de lo difícil que era todo eso para su hija —. Uno debe ser consecuente con sus actos, y no arrepentirse ante la primera dificultad.
—No estoy siendo inconsecuente, sólo no quiero que los sueños de Miroku sean pisoteados de esta forma por mis errores. Si puedo impedirlo…
—¿Y él está de acuerdo con tu decisión? Esto no es algo que no hubiesen visto venir, creí que ambos lo sabían…
—No importa sí él está de acuerdo o no. Sólo quiero dejar de lastimarlo, ¿es eso tan malo? Quizá con el tiempo, entienda porqué lo hice y me perdone…
—Estoy seguro de que lo entiende, y por lo mismo deberías reconsiderar su opinión. Pero sé lo obstinada que eres y dudo que algo de lo que te diga, te haga cambiar de parecer —negó con tristeza, esa cualidad de su hija podía ser un horrible defecto en esas circunstancias.
—Es una situación difícil, es complicado de explicar… simplemente, quiero que la ira de los Takeda recaiga sobre mí y en nadie más, porque esto es mi responsabilidad.
—De acuerdo… —Soltó un suspiro, abatido con la actitud de su hija, pero consciente de que él no iba a lograr nada en esos momentos. —Es tu decisión, pero ten presente que no estás sola.
—Lo sé… muchas gracias, papá.
—No es nada, hija… Sólo espero que todo salga bien.
—Yo también.
Sonrieron levemente antes de dar por finalizada la charla, para irse cada uno a su cuarto a descansar. Sango sabía que, después de todo lo que habían sufrido durante ese tiempo, era casi ilógico lo que ella estaba haciendo, pero no podía permitir que Miroku terminara perdiendo todo lo que había logrado esos años de esfuerzo, si alguien debía sacrificarse, sería ella, era momento de que pagara todos los errores que había cometido durante todo ese tiempo, y no dejaría que nadie más sufriera las consecuencias.
Fue recibido con una amable sonrisa de la secretaria de Shishinki al llegar al estudio, y no tuvo que esperar mucho para que lo hiciera pasar al despacho de su superior, quien lo saludó con una fría mirada y un gesto despectivo, mientras le indicaba que tomara asiento para empezar esa charla, que al parecer no iba a ser muy agradable.
—Bueno, gracias por venir tan pronto —comenzó, mirándolo directo a los ojos —. Supongo que sabes el motivo de esta reunión, ¿no?
—Dijiste que te habían llegado comentarios sobre el tema que causó mi desvinculación de la Universidad —respondió, sosteniéndole la mirada —. Así que asumo que ya lo sabes, ¿no?
El aludido asintió con una sonrisa sarcástica, parecía divertido con la situación a pesar de su gravedad.
—Por supuesto, lo había escuchado hace bastante, en realidad —comentó casi de forma casual —. Pero lo ignoré porque habías mejorado tu rendimiento y al estudio en Kyōto le ha ido excelente. Mientras no nos afectara directamente y nadie los descubriera… Aunque, claro, te involucraste con la familia equivocada. ¿Takeda Sango? ¿No era ella tu novia antes de que te fueras a Hokkaidō?
—Sí… Es una historia complicada…
—Imagino que sí, pero no me interesa —chasqueó la lengua, haciendo una mueca —. Sin embargo, el reclamo llegó directamente, y han estado insistiendo en el tema desde la semana pasada. Hay algunas personas que consideran que no es apropiado que un abogado con una conducta moral cuestionable esté a cargo de un estudio.
—Supongo que estás de acuerdo con eso, por algo me mandaste a llamar…
—No, en realidad —negó con un gesto, parecía algo fastidiado —. A mí me da igual, sabes que no tengo ese aprecio estúpido por lo ético y moralmente correcto. Pero no puedo ignorar el problema si pone en riesgo a todo el estudio, porque además cometiste la estupidez de vivir parte de tu romance ahí. Creí que eras más listo.
—Lo siento, pero la verdad es que la mayor parte del tiempo sólo nos juntábamos a comer y…
—Sea lo que sea que hicieran, era en tu oficina. No puedo justificar tu comportamiento ni defenderte, porque tuviste esta conducta en horas laborales —la molestia fue evidente, a Shishinki no le importaba el hecho de la infidelidad en sí, sino los problemas en los que había metido al estudio —. Eres un gran elemento, probablemente uno de los mejores abogados que conozco, y lo arruinaste todo por un maldito romance.
Miroku agachó la mirada, era consciente de que su acompañante tenía razón, porque si lo pensaba fríamente, no había pretexto suficiente que respaldara sus acciones, por el contrario: todo lo que le decía eran agravantes.
—No voy a intentar dar excusas, me haré responsable de mis actos. La situación es bastante compleja y creo que no te interesa saber los detalles, ¿verdad? —Shishinki asintió con una media sonrisa a las palabras de Miroku, de acuerdo con él. —Así que lo mejor es que aclaremos esto lo antes posible.
—Estoy completamente de acuerdo —su superior sonrió un poco más notoriamente, mirando fijamente a los ojos a su socio —. Como te imaginarás, no podrás seguir haciéndote cargo del estudio en Kyōto, por lo menos por ahora. Yo hubiese preferido tenerte como parte del equipo de abogados, pero se me pidió que tus funciones cesaran por completo, por lo menos ahí.
—Comprendo, entonces… ¿estoy despedido? —Preguntó, asumiendo las consecuencias sin ninguna especie de reclamo ni protesta.
—Por supuesto que no —respondió, dejando confundido al ojiazul —. Sólo te estoy dando un "descanso" obligatorio de tus tareas y relación con el estudio. No voy a expulsarte de la sociedad, aunque también deberás mantenerte al margen por un tiempo. Y, dependiendo de cómo se vayan dando las cosas, quizá puedas suplir a Aoyama en Hokkaidō durante un tiempo… Claro, siempre que la influencia de quienes hiciste enfadar no llegue hasta allá.
Miroku parpadeó un par de veces, incrédulo. Él estaba dispuesto a aceptar la pérdida de su puesto, de su lugar en la sociedad y de todos los beneficios que había logrado obtener en la firma, sin siquiera objetar algo; sin embargo, Shishinki estaba siendo mucho más indulgente de lo que hubiese podido imaginar, incluso ofreciéndole encargarse del estudio en la isla norte del país. Entrecerró las cejas, algo escéptico.
—Espera un momento, ¿por qué estás tomando esta decisión después de la grave falta que cometí…?
—¿No te gusta mi propuesta? —Shishinki soltó una breve risita, parecía divertirse con la reacción de su acompañante. —Porque, si quieres, puedo despedirte. Sólo pensé que, siendo tan buen elemento, sería una mala idea dejarte ir. Sé que aún puedes beneficiar mucho a la firma, no creas que lo hago por otra razón.
—No tenía ninguna razón en mente, en realidad —sonrió levemente, ese no era un panorama tan desalentador frente a todo lo que podía pasar.
—¿Entonces? Sabes que no me gusta que me hagan esperar demasiado por una respuesta.
—De acuerdo, acepto.
—Perfecto. Mi secretaria tiene el documento que debes firmar para hacer esto oficial y así me dejen de fastidiar esos moralistas hipócritas —hizo una mueca de desprecio, evidentemente molesto —. ¿Vas a agregar algo más? Por mi parte es todo.
—No, muchas gracias. Supongo que estaremos en contacto.
—Por supuesto. Hasta pronto.
—Hasta pronto.
Miroku se despidió con una inclinación de su cabeza y salió de la oficina, dirigiéndose con la muchacha que le entregaría el documento que debía firmar, y tras completar esa tarea, abandonó el edificio con una extraña mezcla de sentimientos en su interior, porque la resolución de su superior se contraponía completamente con lo que había ocurrido el día anterior con Sango. Soltó un suspiro, pensando en que lo mejor era volver a su departamento para comenzar a organizarse, ya que su vida acababa de dar un completo giro.
Una vez en su hogar, decidió que la prioridad era terminar de revisar los pendientes que tenía de la Universidad, para cumplir ese compromiso a tiempo. Sin embargo, no pasó mucho rato hasta que su labor fue interrumpida por una llamada telefónica, causándole algo de extrañeza.
—¿InuYasha, ocurrió algo? —Preguntó, consciente de que su amigo sólo lo llamaría por razones muy específicas, ya que no era muy comunicativo.
—Eso es lo que quiero saber yo —respondió él, su voz demostró su fastidio —. Kagome dijo que Sango había peleado contigo. ¿Qué pasó ahora?
Él soltó un suspiro, la angustia que había intentado ignorar desde el día anterior, se hizo más presente en su pecho. No quería pensar en eso, porque no se sentía preparado para aceptar que, a pesar de sus esfuerzos, al final había terminado perdiendo casi todo.
—Creo que es difícil de explicar. O, en realidad, no sé cómo hacerlo —murmuró, haciendo una mueca de decepción.
—De acuerdo, voy para allá. Nos vemos.
No le dio tiempo de responderle, cortando la llamada de golpe. El abogado no tuvo oportunidad ni siquiera de intentar disuadirlo de la idea, aunque realmente sabía que necesitaba desahogarse y que el apoyo de InuYasha de seguro iba a ayudarlo mucho. Negó suavemente, terminando de corregir el examen en el que estaba trabajando antes de ser interrumpido, y tras unos minutos, el timbre le anunció la llegada del oficial. Se dirigió a la puerta y le abrió, dejándolo entrar y saludándolo con una sonrisa cansina.
—Hola, InuYasha. ¿Cómo estás?
—Keh, mejor que tú, parece —respondió, mirándolo con algo de fastidio, aunque Miroku sospechó que era más por la situación en sí —. ¿Qué ocurrió ahora?
Suspiró, intentando mantener bajo control los sentimientos que se iban arremolinando en su garganta, intentando salir sin un sentido claro. Le hizo un gesto a su amigo para que tomaran asiento en el sofá, mientras lograba ordenar las ideas para no hablar incoherencias y que él entendiera el problema.
—No sé si lo sabes, pero me desvincularon de la Universidad… —Comenzó, haciendo una mueca de resignación evidente con los labios.
—¿De verdad? —InuYasha se mostró sorprendido, dejándole claro al moreno que no sabía nada al respecto. —¿Fue por tu relación con Sango?
—Sí, el rector se enteró, y bueno… lo admití, no voy a huir de las consecuencias de mis actos. Así que finalmente, me despidieron —explicó, su gesto resignado demostrando su abatimiento —. Lo pensé mucho y, después de pedirle consejo a Kagome, decidí no contárselo de inmediato a Sango, para no arruinarle la celebración de Año Nuevo…
—Qué estupidez, tarde o temprano iba a saberlo. Lo mejor era darle la noticia lo antes posible, así le evitabas que sintiera que no confías en ella —tal como lo había pensado, el ambarino hubiese preferido que él fuera sincero desde el principio —. ¿Por eso se molestó?
—No en realidad. Dijo que comprendía que hubiese decidido esperar para decírselo —agachó la mirada, recordando ahora la verdadera razón por la que habían tenido problemas —. Y creo que más que molestarse, se sintió culpable.
—¿Culpable de que no se lo dijeras de inmediato? —Su amigo parecía completamente extrañado de la explicación dada por el abogado.
—No, culpable de que me hubiesen despedido —aclaró, su gesto demostrando su pesar al recordar la situación —. Dijo que ella era la responsable de que los Takeda quieran perjudicarme. Que fue ella quien los traicionó, y que no quería arrastrarme con sus errores —agachó la mirada, intentando contener los deseos de llorar al recordar las palabras de la castaña.
—¿Arrastrarte con sus errores? ¡Pero si tú fuiste quien aceptó ser su amante! —El oficial parecía tan molesto y contrariado como lo había estado el ojiazul el día anterior, lo que causó que lo mirara con una sonrisa desganada.
—Intenté decírselo, pero insistió en que sólo iba a traerme problemas a futuro, y no quería que mis sueños y metas se viesen afectados por su capricho —sintió el pecho apretado al decirlo, lo que eso implicaba era demasiado doloroso.
—¿Capricho? ¿Acaso piensa que sólo lo hiciste para consentirla? —InuYasha bufó, parecía cada vez más molesto con la situación.
—Creo que Sango sabe por qué tomé esa decisión, y realmente no siente que esto haya sido un capricho. Pero estaba buscando excusas, argumentando que fueron sus decisiones y errores los que nos arrastraron a esto.
El azabache refunfuñó, haciendo una mueca de fastidio y enfado que logró contraer su semblante.
—Qué estupidez, como si te hubiese obligado a algo. ¿Pudiste hacerla entrar en razón?
Miroku negó con un gesto, volviendo a sentir la angustia crecer demasiado rápido y fuerte en su interior, causando que le costara respirar. Finalmente, una lágrima abandonó sus ojos, acompañando sus palabras.
—No quiso entender, porque siente que yo no seré feliz si pierdo mi carrera. Que mis sueños se reducen a convertirme en un gran abogado que pueda defender la justicia sin impedimentos. Decidió que lo mejor era alejarse, para no perjudicarme más, evitar dañarme.
—Espera, ¿qué? —Esta vez, lo miró con los ojos completamente abiertos, reflejando su asombro ante esa revelación. —¿Cómo que decidió alejarse…?
—Supongo que terminó conmigo, como si eso pudiera borrar todo lo que pasó o hacerme feliz de alguna forma…
InuYasha se quedó sin palabras, la actitud de su amiga era totalmente ilógica, por no decir estúpida, egoísta y cobarde. Apretó los puños, sintiéndose impotente ante el dolor de Miroku, porque no podía ayudarlo a sentirse mejor de ningún modo. Apoyó una de sus manos en el hombro ajeno, presionándolo en un gesto de sincera comprensión que le sacó una sonrisa triste al ojiazul.
—No sé qué decirte, de verdad lamento que tomara esa decisión…
—Lo peor de todo es que no puedo enfadarme con ella, porque comprendo por qué lo hizo —su gesto abatido fue acompañado de más lágrimas saliendo de sus ojos —. Sin embargo, me siento decepcionado. Sigo estando dispuesto a arriesgarlo todo para que podamos estar juntos y ser felices, creí que lo había comprendido… Pero tal parece que fui demasiado optimista, o quizá nunca logré que ella supiera cuánto era capaz de sacrificar, incluso con todo lo que hemos vivido…
—Sango es una tonta —no pudo contenerse, se sentía irritado con la decisión de la castaña —. Está cometiendo exactamente el mismo error que tú hace años. ¿Cómo no se da cuenta? Debería recordar cuánto le dolió a ella lo estúpido que fuiste.
—Bueno, puede que sea el karma, entonces —hizo una mueca de resignación, decaído —. De todas formas, conozco lo obstinada que es Sango, así que sólo me queda aceptar que se acabó. Lo mejor será que me enfoque en otras cosas de ahora en adelante, Shishinki fue un poco más flexible, sólo me sacó de mis funciones en el estudio de Kyōto, pero aún sigo siendo socio, aunque tendré que mantener algo de distancia…
—¿Shishinki también lo sabe? Creí que tendrías más problemas con él, no es la persona más empática del mundo…
—Sólo tomó medidas porque se lo pidieron, a él en realidad no le importa si tengo un romance o no. Incluso dijo que en un tiempo, tal vez podría volver a hacerme cargo temporalmente del estudio en Hokkaidō, y creo que no es tan mala idea irme…
—Miroku, en algún momento, Sango se dará cuenta de su error. ¿De verdad quieres estar tan lejos cuando eso pase?
—InuYasha, amo a Sango mucho más de lo que alguna vez pensé que haría, pero ahora no estoy seguro de poder darnos otra oportunidad. Hemos luchado demasiado y me siento agotado, no quiero volver a tener la incertidumbre de si mis acciones son suficiente, o si en cualquier momento todo se va a derrumbar por el miedo a que salgamos heridos… Tampoco quiero ver ese temor en sus ojos, o sentir su inseguridad. Si no pudo mantenerse firme cuando recibimos el primer golpe, dudo que sea capaz de sobrellevar lo que viene.
—Pero Miroku, ambos sabemos que tú no serás completamente feliz de esta forma, y sólo vas a fingir…
—Prefiero eso. No quiero terminar dándome cuenta de que Sango no tuvo la fuerza y determinación necesarias para superar esto, no podría soportarlo. No después de todo lo que hemos vivido…
El ambarino guardó silencio unos segundos, entendía cómo se sentía su amigo porque lo había visto dar mucho más de lo que hubiese creído posible, y consideraba que esa situación era, sencillamente, injusta. Pese a eso, tampoco podía obligarlo a cambiar de opinión, porque los sentimientos expresados eran tan profundos que incluso él podía sentirlos. Negó con un gesto, palmeándole el hombro con suavidad al abogado, logrando que volviera a mirarlo con duda.
—Entiendo, y de verdad lamento que todo haya terminado así. Me gustaría poder ayudarte, pero sólo puedo ofrecerte lo que ya tienes, mi apoyo, y eso no es lo que necesitas ahora.
—No creas, es mucho para mí…
—Como sea, sólo espero que, cualquiera sea la decisión que tomes, tengas presente los errores que ya han cometido, para que no vuelvan a hacerlo. Recuerda que no estás solo en esto.
—Muchas gracias, InuYasha. Intentaré tener eso en mente —sonrió levemente, aceptando el consejo.
—Eso espero —él también sonrió de medio lado, apretando otra vez el hombro de su amigo —. Debería irme ahora, aunque puedo quedarme otro rato si quieres, Kagome lo entenderá…
—No te preocupes, no quisiera quitarte más tiempo. Además, aún tengo mucho trabajo por hacer antes de tener mis vacaciones obligadas…
—De acuerdo… entonces, estamos hablando. Sabes que cualquier cosa…
—Sí, y de verdad te lo agradezco. Ahora ve, no creo que sea buena idea que hagas esperar a Kagome.
—Es verdad. Cuídate, nos vemos.
—Igual tú, adiós.
InuYasha abandonó el departamento, dejando a Miroku solo con sus pensamientos. Pese a las palabras de su amigo y de que sabía qué errores él no quería que cometiera, veía difícil poder evitarlo, porque en esos momentos había sido Sango quien había tomado la decisión y, ante eso, ya no quería seguir esforzándose. Quizá lo mejor era dejar que todo avanzara para que el dolor quedara atrás, y le permitiera comenzar de nuevo, era el único consuelo que tenía ahora.
Soltó un suspiro, agradeciendo con un gesto al taxista antes de bajarse del vehículo y mirar la entrada del lugar con algo de nervios. No hacía mucho, había estado en ese lugar, considerado su hogar cuando se había casado, pero ahora se sentía como una eternidad, especialmente porque nunca lo sintió realmente como suyo. Inhaló profundo y tocó el timbre, controlando los nervios mientras esperaba que la atendieran, segura de que una criada sería quien la recibiría.
—Buenas tardes… ¿Señora Sango? —Tal como lo pensó, una de las sirvientas le abrió, mostrando extrañeza de verla ahí.
—Buenas tardes —saludó con una sonrisa educada, entendía la confusión de la muchacha —. ¿Kuranosuke está en casa?
—S-Sí… ahm… pase —la invitó a entrar, guiándola hasta el salón y sonriéndole con educación —. Iré a avisarle de su visita. ¿Gusta servirse algo mientras espera?
—Oh, no, muchas gracias —rechazó amablemente el ofrecimiento, sentía un nudo en el estómago.
—De acuerdo, espere aquí un momento, por favor.
Después de hacer una respetuosa reverencia, la chica se marchó, dejándola sola, aunque no tardó en tener compañía, pero no de quien ella deseaba.
—¿Tienes el descaro de presentarte en nuestra casa? —La señora Takeda la observó con desaprobación desde el umbral, negando con un gesto. —Realmente no tienes vergüenza…
—Buenas tardes, señora Leiko —fue educada, a pesar de la actitud de la mayor —. Sólo vine a hablar algo con Kuranosuke…
—No deberías molestar a mi hijo. Suficientes problemas tiene al lidiar con las consecuencias de tu comportamiento, pero supongo que no te importa, ¿verdad? —Chasqueó la lengua, sus ojos la atravesaron con dureza.
—Por supuesto que me importa, por lo mismo estoy aquí —respondió, esforzándose por no decirle nada irrespetuoso o inapropiado.
—Claro, como si pudieses devolverle el honor que le quitaste al traicionarlo tan indignamente…
—Madre, por favor, ya basta —Kuranosuke apareció tras la mujer, mirándola con reproche —. Dudo que Sango haya venido para escuchar tus recriminaciones.
—Eso es obvio, no tiene la decencia suficiente…
—Madre —el tono dejo en evidencia que estaba comenzando a molestarse y que no le permitiría a la mujer seguir incomodando a su visita —. Esto no te concierne. Si nos disculpas, iremos al estudio. ¿Me acompañas, Sango?
La castaña asintió con una sonrisa agradecida, porque en esos momentos no estaba segura de poder seguir controlando los deseos de responderle y ocasionar una escena no muy agradable. Se acercó a la entrada de la habitación, inclinando levemente la cabeza para despedirse de la Takeda mayor.
—Adiós, señora Leiko.
—Adiós —le dedicó una mirada fría, pero antes de que abandonara la sala, decidió agregar algo más —. Oh, por cierto, ¿cómo está el abogado ese?
Sango apretó los puños como respuesta refleja, la pregunta hiriéndola. Forzó una sonrisa educada, mirándola a los ojos para responderle.
—Muy bien, gracias por preguntar.
La mujer curvó sus labios en un gesto algo burlón, porque había notado la reacción de Sango ante sus palabras. Sin embargo, no pudo agregar nada, porque Kuranosuke le lanzó una mirada de advertencia antes de salir junto con la castaña hacia el estudio, lugar en donde soltó un suspiro, negando con algo de pesar.
—Disculpa a mi madre, ya sabes lo que piensa de todo esto —murmuró, mostrándose realmente apenado con la situación.
—No te preocupes, no es tu culpa —sonrió levemente, intentando hacerlo sentir mejor.
—Lo sé, aunque debería resignarse… En fin, ¿cómo estás? ¿Qué te trae por acá?
Sango agachó la mirada ante las preguntas, sintiéndose nuevamente devastada al recordar la razón por la que había decidido ir hasta la mansión para hablar con Kuranosuke. Presionó nuevamente sus puños, dándose valor para hablar.
—La verdad, no estoy del todo bien… y la única forma de solucionar este problema, es contigo —reveló, mirando a los ojos a su compañero.
—¿Conmigo? —Kuranosuke mostró su extrañeza, eso no tenía sentido para él. —¿Qué ocurre?
—Bueno… creo que fui demasiado ingenua, o realmente no consideré todas las posibilidades en su momento —se mordió el labio, sintiéndose culpable nuevamente.
—¿Qué quieres decir con eso? Pensé que habías sido sincera con tus sentimientos…
—Sí, pero no imaginé lo lejos que podían llegar las repercusiones, y no quiero que los demás salgan perjudicados por mi culpa —buscó sus ojos, reflejando la angustia que sentía —. Incluso tú, seguramente has tenido que enfrentar las consecuencias de mis actos…
—Y no puedo evitarlo, pero acepto que sea así. Vivíamos una mentira —le recordó, aunque supo de inmediato que el arrepentimiento de la muchacha no era por él —. Pero sé que para ustedes sería mucho más difícil. ¿Qué pasó con Tsujitani?
—¿Cómo sabes que a él…?
—Vi tu reacción cuando mi madre preguntó por él. Supongo que no te importa soportar las dificultades que vengan para ti, pero si él se ve afectado…
Sango sonrió levemente, Kuranosuke sabía cuánto se preocupaba por Miroku y lo terca que era cuando se trataba del bienestar de un ser querido.
—Tienes razón —admitió, a pesar de todo, el castaño la conocía bien —. Lo despidieron de la Universidad porque supieron lo nuestro… y es probable que, además, tenga problemas con el estudio, al parecer Shishinki también se enteró…
—Lamento escuchar eso, seguramente mis padres deben haber estado involucrados… —Hizo una mueca, parecía irritado. —No te preocupes, hablaré con ellos y trataré de solucionar esto…
—Muchas gracias, pero no creo que eso baste —suspiró, se sentía derrotada con el peso de la realidad que estaba afrontando ahora —. Yo… quizá podamos intentarlo… ya sabes, reconstruir el matrimonio y…
Kuranosuke negó con un gesto, mirándola a los ojos e interrumpiéndola, se veía algo decepcionado, pero también preocupado por la actitud de la muchacha.
—¿Para qué? ¿Quieres que mis padres lo olviden y los dejen en paz?
—Lo que más le molesta a tu madre, es la vergüenza y deshonra que todo esto le traerá a tu familia, pero si detenemos el divorcio y lo evitamos…
—¿Y serás realmente feliz así? —Le tomó las manos, volviendo a buscar su mirada. —Ambos sabemos que todo nuestro matrimonio fue una mentira, y tardaste casi 4 años en encontrar el valor que necesitabas para reconocer tus verdaderos sentimientos y arriesgarte a aceptarlos. Y no fuiste la única que enfrentó la realidad. ¿Quieres volver a fingir ser mi esposa y sufrir no sólo al ocultar tus sentimientos, sino también arriesgándote al rencor y desprecio de mi familia?
Ella presionó con fuerza sus puños, sabía que él tenía razón y que jamás iba a volver a sentirse plena si tomaba ese camino, pero tampoco iba a ser feliz al ver que Miroku fuese dañado por sus errores.
—Estoy dispuesta a aceptar todo eso, si de esa forma puedo evitar que mis cercanos salgan lastimados.
—Pues, yo no —negó con un gesto, llamando la atención de Sango —. No voy a seguir viviendo una mentira. Comprendo tus razones, pero también dijiste estar dispuesta a enfrentar las consecuencias de tu relación con Tsujitani, y sin embargo ahora estás aquí, arrepintiéndote. ¿Por qué?
—Ya te lo dije, no quiero que nadie salga herido por mis acciones…
—¿Y vale la pena sacrificar su felicidad? Estoy seguro de que Tsujitani sabía lo que podía pasar y se mantuvo firme. ¿No crees que esto es injusto para él?
—No lo entiendes, ya ha perdido demasiado como para que siga haciéndolo…
—De acuerdo, veo que no podré hacerte cambiar de opinión —soltó un suspiro cansino, volviendo a negar ante la obstinación femenina —. De cualquier forma, mi respuesta va a seguir siendo la misma. Este matrimonio se acabó, Sango, porque yo no voy a volver a engañarme, manteniendo apariencias vacías. Deberías entenderlo mejor que nadie.
Sango agachó la mirada, sintiéndose abatida al no lograr solucionar el problema de la única forma en la que ella consideraba, podía resolverse. Negó suavemente, haciendo una mueca antes de responderle a Kuranosuke, sabía que sus intenciones no eran malas.
—Comprendo, y no puedo obligarte a mantener esta mentira. Te agradezco que me hayas recibido, preocupándote por lo que ocurre y bueno… disculpa las molestias.
—No es nada. Y no te disculpes, sé lo difícil que debe ser para ti todo lo que está pasando, pero recuerda que eres una mujer fuerte y perseverante.
—Gracias —le sonrió un poco más notoriamente, gesto que él le devolvió —. Mejor me voy, no quiero quitarte más tiempo. Nuevamente, gracias por todo.
—No agradezcas, sólo no te precipites tanto —la aconsejó, mientras la acompañaba hasta la entrada del estudio.
—Lo tendré en cuenta…
—Por cierto, hablé con mi abogado y no hay ninguna irregularidad, así que podemos seguir con el proceso sin problemas.
—De acuerdo, gracias por decírmelo.
—No es nada. Cuídate, hasta pronto.
—Hasta pronto.
Se despidió con una leve inclinación de su cabeza y luego se dirigió hasta la salida en silencio, retirándose de la mansión con el pecho apretado, ya no sabía qué hacer. Sacó su móvil para enviarle un texto a su mejor amiga, necesitando en esos momentos su apoyo porque no veía una salida positiva a su dilema. El mensaje fue respondido casi de inmediato, pronto estuvieron coordinando una visita de Sango al departamento del matrimonio esa misma tarde, algo que logró animarla un poco, por lo menos podría desahogarse con ella mientras encontraba alguna otra solución al dilema que traía entre manos. Lo único que deseaba era que Miroku ya no sufriera por su causa, y en eso tendría que enfocarse si quería encontrar una respuesta.
Abrió la puerta del departamento y, antes que cualquier otra cosa, se percató de las pertenencias de su amiga en la entrada; casi inmediatamente, distinguió las voces femeninas en la sala, dejándole claro que la castaña había ido a ver a su esposa para desahogarse o buscar consuelo, en lugar de hacerse cargo de sus problemas y resolverlos como debía. Caminó hasta donde se encontraban ellas, logrando escuchar parte de la conversación, lo que sólo pudo irritarlo un poco más.
—No es tan sencillo, si su imagen se arruina, nadie va a apoyarlo. Y sin el respaldo adecuado…
—¿Tan grave es? —Su mujer parecía preocupada con la explicación de Sango. —Sabía que podían tener problemas, pero no creí que fuese tan complicado…
—Por eso pensé que lo mejor era terminar con toda esta situación de una vez, y reconciliarme con Kuranosuke, pero él no estuvo de acuerdo…
—Vaya, por lo menos él es sensato —la interrumpió el recién llegado, chasqueando la lengua.
—¿InuYasha?
—Hola, Sango.
Ambas lo miraron con extrañeza, era evidente que no esperaban su presencia ahí, de seguro pensaban que no llegaría hasta la hora de la cena.
—¿Está todo bien? —Preguntó Kagome, entrecerrando las cejas con duda. —No te esperaba tan temprano en casa…
—Sí, el operativo terminó antes de lo previsto y nos autorizaron a retirarnos antes —se encogió de hombros, restándole importancia —. Así que… ¿Fuiste a hablar con Takeda?
Sango sintió el reproche en la voz de su amigo, pero decidió ignorarlo para no discutir innecesariamente con él. Inhaló profundo antes de responderle.
—Sí, pero no tuve la respuesta que esperaba. Tendré que buscar otra opción.
—¿Otra opción, como qué? ¿Recapacitar y hacer las cosas bien por una jodida vez, o seguir tomando decisiones estúpidas?
—¡InuYasha, no seas grosero! —Kagome de inmediato lo regañó, seguramente quería evitar una pelea. —No conoces las circunstancias ni todo lo que implica…
—Keh, claro que lo sé —bufó en respuesta, haciendo una mueca de fastidio —. Quizá mejor que tú.
—No te voy a pedir que lo entiendas, pero tampoco quiero que te entrometas —Sango le dirigió una mirada cargada de recelo y obstinación —. Este no es asunto tuyo.
—Tampoco estás sola en él, aunque parece que lo olvidas a propósito —le replicó, devolviéndole el gesto molesto.
—InuYasha, por favor… —Kagome volvió a intentar controlar a su esposo, pero él la detuvo al instante.
—No, Kagome, Sango va a escucharme, le guste o no —contestó, sin quitarle los ojos de encima a la castaña y dejándole claro a su esposa que era por el bien de sus amigos. Ella lo comprendió, decidiendo no intervenir porque sabía que el oficial se haría cargo de la situación. En cambio, Sango no estuvo de acuerdo con la idea.
—Esto no te incumbe. Será mejor que me vaya —negó con un gesto antes de ponerse de pie, intentando ignorar a su amigo.
—Claro, vuelve a huir, así es más sencillo, ¿no? —Se cruzó de brazos, los ojos demostrando todo el enfado que sentía. —Sin siquiera escuchar o considerar los sentimientos de los demás, es mejor si sólo los ignoras, ¿verdad?
—No sabes de lo que hablas, no es tan simple como crees, sólo quiero evitar que Miroku sea afectado…
—Seguro, es mucho más fácil entonces romperle el corazón y olvidar que sacrificó todo para que ambos fuesen felices. Eso no va a afectarlo en nada —el sarcasmo fue despectivo, era notoria la ira que sentía con la situación.
—Algún día lo va a superar, y entenderá por qué lo hice…
—¡Ya lo entiende! Sabe cuál es la razón, pero no significa que le duela menos. ¿Tan ciega estás, que no ves que no va a ser feliz así? ¿Y qué vas a ganar con esto? El daño ya está hecho, y hagas lo que hagas, los Takeda seguirán buscando cómo atacarlos, porque son más tercos que tú. ¿No te das cuenta?
—Los Takeda sólo quieren su honor de vuelta. Y si no puedo enmendar mi falta volviendo con Kuranosuke, entonces por lo menos me alejaré de Miroku para que no vayan tras él. Si tú no lo entiendes, es tu problema.
—¡Maldita sea, Sango, no es mi problema! ¡Es el de ustedes, tuyo y de Miroku! ¡Y lo estás dejando afuera por una razón egoísta y cruel!
—¡No es egoísta, lo hago por él!
—¡¿Ah, sí?! ¿¡Dime entonces, por qué está tan decepcionado y herido?! Haber perdido la imagen que tenía como abogado no es la causa. ¿Acaso no lo viste, o escapaste antes de que se rompiera?
—¿Decepcionado? —Sango miró incrédula a InuYasha, como si sus palabras no tuviesen sentido.
—Sí, decepcionado. Y lo entiendo, después de todo lo que han pasado, esto es ridículo. No vas a lograr nada bueno siendo tan cobarde.
—Miroku no puede estar decepcionado, él también tomó decisiones así pensando que era lo mejor para mí…
—¿Y cómo te sentiste en ese momento? Estabas enfadada y dolida, decepcionada. ¿Estoy recordando mal?
—N-No, pero es distinto ahora…
—¿Lo es? ¡Estás cometiendo el mismo estúpido error que él hace años! ¿Ganó algo con eso? No, fue un imbécil que renunció a su felicidad pensando que era lo mejor para ti. ¿Lo fue? Nunca en mi vida te había visto tan triste. ¡Y ahora no va a ser diferente, ninguno de los dos va a ser feliz si sigues siendo tan necia! ¿Te preocupas por Miroku? ¿Quieres hacer algo por él? ¡Entonces, deja de ser tan cobarde y enfrenta esto como debe ser!
Sango agachó la mirada, huyendo de la recriminadora de InuYasha, porque no se sentía capaz de sostenérsela, cada palabra de su amigo había llegado demasiado profundo, logrando que volviera a sentirse culpable, pero de una forma completamente diferente a la de antes. Apretó los puños, ella había pensado mucho sobre lo que estaba ocurriendo, y siempre concluía que lo mejor era alejarse. Sin embargo, ahora sentía que esa no era la respuesta que estaba buscando. Cerró los ojos, reteniendo las lágrimas.
—Pero si lo que viene es aún más duro, si de alguna forma termina perdiendo todavía más…
—No te corresponde a ti decidir cuánto está dispuesto a perder —InuYasha suavizó un poco su gesto, dándose cuenta de lo mal que se sentía ella ahora —. Sea como sea, esa decisión es de los dos. No seas egoísta, sólo porque tienes miedo de lo que pueda ocurrir, no significa que lo pases a llevar de esta forma.
—Y-Yo… lo siento, no quiero que se arrepienta de haberlo dado todo y que luego no valga la pena… —Sollozó, enfrentando los hechos.
—Perfectamente puede estar sintiendo eso ahora mismo por tu estupidez —le sonrió de forma socarrona antes de acercarse y apoyar su mano en el hombro femenino, presionándolo con cariño —. Sango, ustedes sabían que esto no iba a ser fácil, y Miroku fue consciente de los riesgos desde el principio. ¿Crees que él no tiene miedo también? Pero eso es normal y está bien.
La castaña sonrió levemente, aceptando que InuYasha tenía razón, al igual que todos los que habían intentado decirle que estaba cometiendo un error, sólo que su amigo no tenía tacto y, al parecer, necesitaba que alguien la hiciera reaccionar sin miedo a ser directo y hasta hiriente.
—Supongo que es verdad. No puedo escudarme en el miedo o la excusa de que es por su bien, si estoy ignorando sus deseos…
—Exacto. Además, estamos hablando de ti, Sango. ¿La oficial más patea traseros de Kyōto va a rendirse tan fácilmente? Keh, no me hagas reír…
—De acuerdo, tú ganas —admitió, sonriéndole con cariño.
—Ya lo sabía —dijo con sorna, sonriendo de medio lado —. Aunque gracias por decirlo.
—No seas arrogante —Kagome volvió a hablar, acercándose ahora a su esposo con una sonrisa agradecida en el rostro —. Después, Sango no querrá visitarnos más…
—Keh, como si pudiera impedirnos ir a verla…
—Jamás voy a dejar de visitarlos —les dedicó otra sonrisa, demostrando sus sentimientos —. Aunque creo que es mejor que me vaya, aún tengo un asunto pendiente que resolver y debo hacerlo cuanto antes.
—Apoyo esa idea. Sólo espero que no vuelvan a pelear —InuYasha le dirigió un gesto afable demostrando la sinceridad de sus palabras.
—Yo también, aunque tiene razones para estar molesto. De todas formas, me esforzaré en solucionar el problema que causé.
—Eso nos deja mucho más tranquilos —Kagome le sonrió, aliviada —. Te deseamos lo mejor.
—Gracias… Seguro pronto sabrán qué ocurrió —también sonrió, acercándose a la puerta y tomando sus cosas —. Hasta pronto… Ah, por cierto… InuYasha —el aludido la miró extrañado, levantando una ceja —, te debo una muy grande. Muchas gracias por hacerme reaccionar.
—Keh, no agradezcas, sólo no lo sigas arruinando.
—Por supuesto. Adiós.
Salió después de despedirse con un gesto, dispuesta a enmendar todo su comportamiento, porque ahora que lo pensaba desde la perspectiva que le había mostrado su amigo, había sido completamente desconsiderada y probablemente su actitud dañó mucho más a Miroku de lo que podrían dañarlo las acciones que tomaran los Takeda en su contra, y eso era justamente lo que quería evitar. Después de todo, InuYasha tenía razón, ella había sufrido bastante cuando el abogado había tomado una decisión arbitraria y egoísta, y ahora los papeles se habían invertido, ella estaba cometiendo el mismo error sin siquiera darse cuenta. Pidió un taxi y, con una sonrisa, le indicó su destino, porque no podría perdonarse ser tan ciega para no ver el daño que estaba causando, ni tan cobarde como para rendirse justo en ese momento.
Iba a resolver eso, ya que ni Miroku ni ella serían felices si no lo hacía, y no renunciaría a sus sueños nuevamente.
Aporte cultural.
Templo Meiji Jingū: Santuario sintoísta dedicado a honrar a los espíritus deificados del Emperador Meiji y la Emperatriz Shōken, quienes tuvieron un importante papel en la reconstrucción Meiji y la modernización de Japón. Está ubicado en Shibuya.
Templo Kinryū-zan Sensō-ji: o sólo Sensō-ji, es el templo más antiguo de Tōkyō, dedicado a la deidad Kannon (les aseguro que esto es coincidencia, no lo sabía cuando escogí los templos y acabo de leerlo ahora que buscaba la referencia xd los amantes del MirSan me entenderán, estoy segura). Se ubica en Asakusa.
¿Buenas? Sé que he estado desaparecida bastante tiempo, pero he estado pasando por momentos complejos para mí en muchos sentidos. Tenía este capítulo escrito hace tiempo, pero la verdad, el proceso de edición no había podido terminarlo por varias razones. Aunque al fin, aquí está.
Hoy los golpes se los llevaría Sango por ser tan ciega, incluso habiendo hablado sobre lo que podría pasar, tomar ese tipo de postura después de todo lo que han pasado es hasta cruel. Mención honrosa a InuYasha por abrirle los ojos y ser el mejor amigo que pueden tener, porque a pesar de que puede no tener tacto para decir las cosas, ser directo es lo mejor que pudo hacer por ellos. Quiero abrazarlo y regalarle más donas xd
Agradecimientos especiales a AmyGianela por su precioso review, no sabes lo feliz que me hacen tus palabras, me alegra que te haya gustado el capítulo anterior y no desesperes, que no queda tan poco para el final, aún tengo un par de cartas bajo la manga (?). También a Nuez por todo su apoyo incondicional, eres un sol tanto como Beta como amiga. Un abrazo enorme a las dos, son lo mejor~
Nos estamos leyendo por ahí.
Yumi~
