-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Llévame" de Kudai para Sasuke y Sakura, "The Wolf" de Fever Ray para Izumi, "Fire on Fire" Sam Smith para Itachi, "Wolf in Sheep's Clothing" de Set It Off para Shisui, y "Back to Life" de Hailee Steinfeld para el contexto del capitulo.
Cuando estaba cerca el anochecer, lord Sasuke había decidido que detuvieran su camino a varios kilómetros de distancia, en un bosque más profundo y que parecía seguro—ella no osaría pensar lo contrario—, y cuando él le dijo que Suigetsu estaba cerca y que sería mejor que se preparara para cambiarse de ropa, Sakura pidió su permiso para ir al rio que estaba cerca y bañarse. Su antigua ropa estaba pulcramente doblada en la orilla y la joven sentada en el fondo del rio que no era muy profundo y que le llegaba a las rodillas, con el cabello mojado y dirigiendo una sonrisa al sirviente de su amo—cuyo nombre había olvidado—pero que se acercó a la orilla cargando una muda de ropa para ella junto con otras cosas que Sakura llevaba mucho tiempo sin ver; jabones, perfumes, joyas, un camisón, zapatos y un vestido cuya tela le llamó la atención de inmediato. Aunque había llevado a cabo la orden de su señor y amigo al pie de la letra como siempre, Suigetsu se sentía contrariado, ¿Por qué su señor mostraba compasión y hasta amabilidad con una humana?, ¿En que era diferente aquella chica de nombre Sakura al resto de tan nefasta especie? La apariencia inocente de aquella chica de ojos esmeralda que sonrió al verlo no lo engañaba, el Hozuki por ahora no sentía que hubiera un motivo para creer en esa niña, porque eso es lo que eran con solo trece años, y sentía que solo les traería problemas.
—Aquí tienes, jovencita; vestidos, camisones, zapatos, jabones, perfumes y todo lo que necesitaras— enumeró Suigetsu, señalando la ropa que dejo con cuidado en la orilla. —No te retrases, continuaremos nuestro viaje una vez estés lista— advirtió, incomodo al tener que hacer el papel de niñera.
—Gracias, señor…— Sakura trastabillo al agradecerle ya que no recordaba su nombre.
—Suigetsu Hozuki— contestó el peliblanco con voz pétrea, observando indiferente a la chica humana.
—Gracias, señor Suigetsu— agradeció la pelirosa, prometiéndose no olvidar su nombre otra vez.
La verdad a Suigetsu le era indiferente si aquella chica se aprendía su nombre o no, en el fondo la voz en su cabeza que despreciaba a los humanos—como hacían la mayoría de los dioses perro—le decía una y otra vez que esto solo sería temporal y que en menos de lo que cantaba un gallo su señor se arrepentiría de ser tan magnánimo y dejaría a la chica en la villa humana más próxima. Ajena a los pensamientos del señor Suigetsu, a quien vio retirarse y volver a donde se encontraba lord Sasuke, Sakura salió del agua y se acercó a la orilla agradeciendo la toalla que el Hozuki había dejado y con la cual se envolvió para cubrir su desnudez, arrodillándose para observar su nueva ropa y que sostuvo entre sus manos...no había visto una seda tan hermosa y fina desde hace mucho tiempo, pero quizás era momento de que comenzara a acostumbrarse, después de todo y a partir de hoy esta sería su nueva vida junto a lord Sasuke. Por su parte Sasuke terminó de ceñirse el fajín que cerraba su muda de ropa y su estola se acomodó sobre sus hombros como parte de su cuerpo que era mientras tomaba asiento junto a Aoda para esperar a Sakura, volviendo la mirada hacia Suigetsu que regreso en silencio y tomó asiento a un par de pasos de él, aparentemente tranquilo pero el Uchiha sentía su inquietud y confusión.
—Mi señor— habló Suigetsu finalmente. —Le he servido con diligencia y discreción durante más de ocho siglos, he estado a su lado en sus mayores victorias y en sus peores momentos— recordó, implorando la comprensión de su señor. —Nunca le he pedido nada, ni para mí ni para otros, me he conformado con servirle y ser su mayor aliado, su amigo— su amistad era real y esperaba poder apelar a ello ahora, —pero ahora debo pedirle una explicación, necesito entender lo que está pasando, así que le pido que por favor me diga, ¿Por qué acepto que esa humana viaje con nosotros?— necesitaba entender que había cambiado en su amigo para proteger a esa chica.
—¿Recuerdas cómo nos conocimos, Suigetsu?— cuestionó Sasuke en respuesta a su pregunta. —Habías llegado al palacio como un maestro aspirante, uno de los más jóvenes y cuando nos conocimos, desafiando las normas, fuiste el único que me alentó a pensar por mí mismo, a abrir mi mente a nuevos horizontes para forjar mi propio camino y cometer mis propios errores— por eso valoraba su amistad. —Esa chica hizo lo mismo— comparó para mayor desconcierto de su amigo. —Cuando estaba herido por la onda de relámpago de Celik, incapaz de moverme, ella me dio agua y se preocupó por buscarme alimento, nunca se sintió asustada por mí— Sakura no dejaba de sorprenderlo y sentía que debía devolver lo que ella había hecho por él.
—Que ella…— el Hozuki no pudo terminar de hablar, incrédulo ante lo que oía, —pero mi señor, usted no come comida humana— obvió, ya que no era propio de dioses.
—No lo hacía, ni lo volveré a hacer— diferenció el Uchiha absteniéndose de sonreír ladinamente. —Ella ha sido la primera de esa miserable raza que me ha demostrado que la bondad, la compasión y la inocencia existen— por eso era tan diferente, y por eso aceptaba tomarla bajo su protección. —No hay razón para odiar a toda una raza solo por unos cuantos, pero si la hay para perdonarla por un solo ser— quizás por fin estuviera entendiendo aquello en que había creído su padre. —Tú mismo la viste, Suigetsu; huérfana, abandonada y odiada por los de su propia especie, ¿era justo dejar que su vida se perdiera?— lo que ella merecía era protección y afecto.
Tampoco es como si las cosas hubieran cambiado a niveles descomunales, Sasuke no iba a dejar de odiar a los humanos pero ahora ya no sentía desprecio sino indiferencia, porque los humanos que había conocido en el último tiempo lo habían cambiado su perspectiva; por un lado estaba Izumi la mujer de su hermano y sus amigos que lo acompañaban, pero ahora en especial estaba Sakura, ¿Cómo no aceptar tenerla a su lado si solo así sabía que ella estaría realmente segura? Y ella era humana, por lo que tenía que comenzar a aceptar a esa raza para tenerla bajo su protección y porque había tenido que comer alimento de humanos para recuperarse al menos una vez, pero no lo volvería a hacer. Como lord Sasuke, Suigetsu había creído que los humanos eran una raza inferior, ignoraba o prefería ignorar en que habían pensado los antiguos dioses al crear una raza que tanto mal causaba a la tierra en que vivían y a sí mismos, además de ofendiendo a las fuerzas naturales o divinas que los rodeaban, pero si su señor había conocido la amabilidad de parte de aquella chica llamada Sakura y ella le había expresado su lealtad sincera, Suigetsu solo podía aceptarla y agradecer para sí que hubiera cuidado de su señor cuando él no había podido hacerlo; si su señor la juzgaba digna de servirle, ¿Quién era él para contradecirlo?
—Con todo lo que acaba de decirme, mi señor, ahora comprendo sus razones y le prometo que trataré con el debido respeto a esa chica— aseguró Suigetsu, decidido a cambiar su actitud para con Sakura y dejar de desconfiar de ella.
—Hay algo más que debo pedirte Suigetsu—agregó Sasuke, viendo asentir a su amigo. —No quiero que le digas a mi madre de Sakura— sabía que pedía demasiado pero esa preciso, no porque desconfiara de su madre sino de otros.
—¿No quiere que le diga?— repitió el Hozuki con extrañeza. —Pero mi señor, usted nunca le oculta nada a su madre— no lo había hecho en sus novecientos años.
—Lo sé, pero son tiempos difíciles y lo último que necesito es que mis enemigos aprovechen cualquier debilidad para atacar, lastimando a una niña inocente— explicó el Uchiha, decidido a proteger a Sakura de ahora en adelante.
—Entiendo, mi señor— asintió el peliblanco, sin objetar en absoluto en su decisión.
—Lord Sasuke— llamó Sakura, ajena a la conversación que ambos sostenían.
Ante la llamada de aquel voz dulce y melodiosa a la que comenzaba a acostumbrarse, Sasuke se levantó de su lugar al igual que Suigetsu ante el regreso de Sakura pero también porque creyó presenciar una visión; bañada, peinada y cambiada de ropa, Sakura se veía como una persona completamente diferente, ataviada en un femenino vestido de gasa y encaje aguamarina de escote en V—debajo un camisón de seda blanca de escote en V y sin mangas—ceñido bajo el busto, con larga falda traslucida al igual que las mangas abullonadas hasta los codos donde se ceñían a las muñecas, con su largo cabello rosado cayendo solo sus hombros como una cascada de ondas y alrededor de su cuello reposaba una sencilla guirnalda de oro con dijes en forma de flor de jazmín con diamantes en el centro. Incluso Suigetsu debía conocer que aquella niña se veía muy bien, como si hubiera usado ropa como esa toda la vida y supiera pararse con la dignidad que implicaba. Que una humana vistiera así sería muy extraño y Sakura lo sabía mientras observaba a su señor con una sonrisa a modo de agradecimiento ya que aquello era más de lo que podría pedir en toda su vida, pero Sasuke no lo sintió así sino que sintió que este era solo el principio, porque si ella no había tenido nada desde ahora lo tendría todo, era su promesa como agradecimiento por su incorruptible inocencia y por su amabilidad.
—Estoy lista— declaró la pelirosa, alisando la falda de su vestido y sin dejar de sonreír.
—Continuemos— asintió Sasuke entonces, ya que no había motivos para retrasarse.
Ya todo estaba listo, él estaba cambiado de ropa, el equipaje estaba sobre el lomo de Aoda y tenían todo lo necesario para seguir con su camino, no había nada que los frenara. Aoda se acercó a su jinete pero a diferencia de cómo había viajado hasta ahora el caballo se arrodilló en el suelo y volvió la mirada hacia la nueva súbdita de su amo, indicándole que subiera a su lomo; sonriendo, Sakura se acercó al caballo cuya cabeza y crin acaricio antes de lentamente acercarse a su lomó y subir de lado a la montura, apoyándose en el cuello del equino para estar más cómoda. Sasuke se sorprendió pero no lo demostró, solo había conocido a un tipo de mujer que montaba de lado a caballo, eran la minoría, solo las nobles lo hacían y nuevamente surgió aquella pregunta en su mente, ¿Quién era Sakura realmente? A diferencia de como hacia sucedido hasta ahora, esta vez Suigetsu no objetó ni emitió palabra alguna, cruzando sus manos bajo las mangas de su traje y observando como Aoda se erguía del suelo haciendo reír a la pelirosa que se mantuvo perfectamente a salvo sobre la montura. Sosteniendo las riendas de Aoda, Sasuke marcó el camino hacia el que se dirigirían de ahora en más pero a un ritmo mucho más lento, al menos por ahora para que Sakura se acostumbrase a su nueva vida, y él también...
La noche paso rápidamente después de aquello y en el improvisado campamento de los viajeros reino el silencio en tanto se mantenían alerta ante cualquier eventualidad—particularmente Naruto e Itachi que se turnaron para hacer guardia—como de costumbre, y apenas despunto el alba apagaron la fogata y reunieron todas sus cosas para continuar con su viaje. Acomodando sus cosas en su bolso, Izumi dejo su carcaj sobre el suelo a su lado, apoyado en un tronco, asegurándose de revisar que no le faltara nada pues no estaba en posición de perder los libros con los que viajaba y estudiaba ni alguno de los víveres que les quedaban; la wiccan vestía una sencilla blusa rosa pálido de escote en V sin mangas y que finalizaba bajo un short marfil hasta los muslos, sobre la blusa una sudadera de velo de igual color que permanecía abierta, estampada en rosas color pastel con holgadas mangas hasta las muñecas que se encontraban arremangadas hasta los codos, cómodas zapatillas converse blancas y negras, y su largo cabello castaño caía sobre sus hombros. Mientras Izumi, Hinata y Konohamaru se encargaban de organizar todo, Naruto e Itachi regresaban trayendo agua limpia para el camino y habían pescado lo suficiente para almorzar en caso de que al finalizar el día no hubieran arribado a ninguna villa próxima.
—Maldición, aun siento el aroma de esos lobos en el área— gruñó Itachi, ayudando a Izumi a cargar su bolso sobre el lomo de Hina. —Me repugna— no había cosa que detestara más que el hedor de esos seres tan incivilizados.
—Te estas ganando a pulso que te llamara perro, Itachi— bromeó Konohamaru por lo bajo.
—¿Qué dijiste, Konohamaru?— cuestionó el Uchiha volteando a verlo, habiéndolo oído claramente. —Repítelo— desafió, creyendo que no sería tan tonto para hacerlo.
—Me escucho— jadeó el pequeño Garuda, impresionado con su audición. —Esa es una de las grandes habilidades de los perros— elogió aunque no con la intención de ser despectivo, mas el Uchiha no lo sintió así.
—Ahora sí, me colmaste la paciencia— advirtió el azabache, no haciéndose responsable de lo que podría hacer furioso como estaba.
Lo que ocurrió sucedió demasiado rápido, quizás porque como Itachi había dicho el aroma de los lobos había estado en el aire durante toda la noche anterior y seguía siendo igualmente penetrante ahora pero el semidiós fue tomado por sorpresa cuando de entre la espesura del bosque dos lobos aparecieron saltándole encima y con claras intenciones de ataque, haciéndolo caer de espaldas. Lo siguiente también ocurrió a igual velocidad y casi al mismo tiempo; parecía una táctica ensayada pero otros dos lobos saltaron sobre Hinata y Naruto que se encontraban desarmados pero que fueron prontamente auxiliados por Hina que no dudo ni por un momento en gruñir ferozmente ante sus enemigos. Aunque matar animales no era una opción para Izumi, teniendo a Konohamaru abrazado a su cintura se volteó para tomar su arco…mas no tuvo tiempo pues un enorme lobo de pelaje oscuro apareció ante ella, teniendo su mirada a la altura de la suya y amedrentándola con un gruñido antes de tomar la forma de un humano; se trataba del mismo lycano del día anterior, Shisui. Sonriendo ladinamente, Shisui alzó rápidamente delante de él su mano derecha que abrió soplando polvo de una amapola en el rostro de la wiccan, adormeciéndola de inmediato y cargándola sobre su hombro para impedirle caer. Declarando su victoria con esa sola acción, Shisui volvió la mirada hacia aquel inferior semidiós.
—Hasta nunca, perro— se despidió Shisui, obteniendo la atención del semidiós que lo observó aterrado. —Me quedare con ella— declaró con satisfacción.
—¡Izumi!— llamó Itachi, luchando por quitarse a esos molestos lobos de encima.
Con la misma facilidad con que había pasado de lobo a hombre en un instante, cargando ahora sobre su espalda a la inconsciente wiccan, Shisui volvió a tomar la forma de aquel imponente lobo de pelaje oscuro y corrió para internarse en el bosque, hacia los terrenos de su manada. Pateando en el estómago a uno de esos lobos, Itachi alcanzó a desenfundar a Celik para amenazar al otro que trataba de morderle el brazo, haciéndolo a un lado y poniéndose de pie lo más rápido posible para correr tras aquel lycano como si su vida dependiera de ello. Quizás debería haber preocupado por Hinata y Naruto pero sabía que eran perfectamente capaces de pelear por su cuenta mientras que él necesitaba asegurarse de que Izumi estuviera bien y necesitaba salvarla de ese imbécil lycano. Imbécil o no, había que reconocer que era bastante rápido porque cuando Itachi se levantó y emprendió veloz rumbo para seguirlo apenas quedaba un rastro del lobo que se internó en lo profundo el bosque y en cosa de segundos ya no estaba en el rango de visión del semidiós que no tuvo otro remedio más que enfocarse en rastrearlo usando su agudo sentido del olfato, pero quizás Itachi desearía no haberlo hecho pues a los pocos instantes de tratar de seguir el perfume de Izumi para guiarse y poder encontrarla se dio cuenta que….
El rastro lentamente comenzaba a desvanecerse.
—¡Es el Alfa!, ¡regresó!
El camino a través del bosque internándose hasta llegar a las montañas fue relativamente breve para Shisui pues en su verdadera forma como lycano podía recorrer largas distancias en minutos, espacios físicos que a humanos u otros seres tomarían horas para él eran solo instantes haciéndolo sentir aún más imponente, trepando las empinadas roca de aquella pared que conformaba un gran cascada que desembocaba en un río y cuya acuosa superficie ocultaba el interior de una cueva que servía de hogar para la manada de lycanos y sus lobos. Los vigías que se encontraban al pie de la pared de roca junto a la corriente del rio reconocieron a su líder, dando el aviso a los lobos que los acompañaban y que corrieron velozmente hacia el interior de la cueva a la par que el Alfa cruzaba la corriente de la cascada llevando sobre su lomo a la inconsciente wiccan. Siendo recibido por respetuosas reverencias por parte de los miembros de su manada que lo llamaban Alfa tanto por veneración a él como por afecto personal, Shisui lentamente paso de su forma de lycano a humano, descolgando de su hombro a la bella wiccan que cargó en sus brazos mientas se internaba más en la cueva hacia su propio espacio, recostando a la pelicastaña sobre la mullida alfombra de piel y arrodillándose a su lado, zarandeándole el hombro para despertarla.
—Oye, despierta— llamó el Alfa lycano, golpeándole ligeramente la mejilla al ver que ella no respondía.
El polvo de amapola era un somnífero potente y Shisui lo sabía pero había tenido que emplearlo para poder secuestrar a esa mujer, pues sabía que el semidiós llamado Itachi perteneciente al clan dios perro no se la habría entregado si se lo hubiera pedido, eran muy territoriales después de todo. Frunciendo el ceño, habiendo dormido cómodamente hasta ese momento, Izumi lentamente abrió los ojos esperando encontrarse con el rostro de Itachi pero la descolocó totalmente que el rostro que vio fuera Shisui, irguiéndose velozmente pero con torpeza para sentarse y retrocediendo al no poder reconocer el lugar en que se encontraba, volcando su mirada en todas direcciones tratando de orientarse lo más rápido posible. Sin poder evitarlo, muriéndose de la curiosidad a causa del regreso de su Alfa junto a una mujer—lo sabían por su olor—humana, los demás miembros de la manada no pudieron evitar acercarse para observar a la mujer que si bien debía estar asustada, no lo demostró, retrocediendo hasta que su espalda tocara la pared tras de sí y recorriéndolos a todos con la mirada. Era joven, pero no era ninguna niña sino una mujer y por más humana que fuera y ellos tuvieran el impulso de menospreciarla, era evidente su belleza con aquel rostro delicado, intensos ojos negros y ondulados cabellos castaños.
—Que belleza…— susurró uno de los lycanos, diciendo lo que todos pensaban.
—Alfa, ¿de dónde sacó a esa mujer?— preguntó otro respaldando aquel pensamiento.
—Se ve deliciosa— comentó un tercero, reconociendo su belleza y algo más.
—¿Planea compartirla?— bromeó aquel que se encontraba más cerca de él.
—Se equivocan, esta mujer no es ninguna presa— protestó Shisui volteando a verlos, —y les advierto que mataré a quien ose tocarla— informó observando a todos muy seria y fieramente.
Presas las había y muchas, para los lobos y lycanos la comida básicamente abundaba y en muchas formas por lo que no era admisible en forma alguna para Shisui que sus subordinados o hermanos vieran con ojos lujuriosos e incluso hambrientos a Izumi ya que él no la había traído con otro fin que poder obtener más fragmentos de la Joya del Paraíso así como para darle un golpe en el orgullo a ese semidiós del clan dios perro, pero eso ultimo era algo menor a decir verdad. Sonaba hasta compasivo por parte de Shisui exigirles a sus subordinados y casi hermanos que protegieran o se abstuvieran de lastimar a una humana siendo que habitualmente les permitía atacar la villa que quisieran, pero esta vez era diferente porque Izumi estaba vinculada a sus objetivos. Aunque no lo demostró, observando en silencio a Shisui únicamente, Izumi hasta se sorprendió por la inquebrantable seguridad y fiereza con que el Alfa lycano parecía querer protegerla, mas de inmediato se reprochó por pensar así, ¿Iba a pensar bien de quien la había secuestrado? No, Shisui era el enemigo, ella había visto como el día anterior él y sus lobos masacraban una villa entera solo por el placer de derramar sangre, no era una buena persona…y sin embargo aunque la wiccan se lo dijo una y otra vez tratando de convencerse de ello, tampoco sentía que el Alfa lycano fuera precisamente un villano, de hecho sentía que se parecía mucho a Itachi.
—¿Dónde estoy?— cuestionó Izumi de inmediato, ocultando muy bien su miedo.
—En la guarida de los lycanos, mi dominio— contestó Shisui sosteniéndole la mirada e irguiéndose lentamente. —Considérate mi invitada a partir de ahora— él se encargaría de velar por su seguridad.
—¿Y si quiero irme?— preguntó la wiccan, para nada cómoda quedándose en aquel lugar.
—Yo no rechazaría mi hospitalidad tan precipitadamente, pues si te pasa algo no podré protegerte— advirtió el Alfa lycano únicamente. —Por lo visto eres capaz de percibir o distinguir los fragmentos de la Joya del Paraíso— infirió sin necesidad de recibir una aprobación o negativa de su parte. —Veo que no me equivoco— ella se habría negado de otra forma, aunque fuera para salvar su vida lo que no ocurrió. —Quiero que trabajes para mí— manifestó más como una orden que una solicitud.
—No tienes nada que me haga obedecerte— protestó Izumi de inmediato y en casi un gruñido.
—Oh, ¿en serio?— inquirió Shisui con naturalidad y sonriendo ladinamente. —Suéltame ahora, niño— ordenó como si hablara con una pequeña hormiga.
El Alfa lycano sacudió sus ropas superficialmente desde su chaqueta, sus muñequeras y pantalones para extrañeza de Izumi que frunció el ceño, no entendiendo que hacía hasta que vio algo diminuto caer de sus ropas, a todas luces parecía una pulga pero que tomó la forma de Konohamaru quien se quejó al aterrizar en el suelo. A la mente de Izumi vino el momento de su secuestro, recordaba cómo había pensado en frenar a los lobos que atacaban a sus amigos empleando su arco, pero aunque no había tenido tiempo de utilizarlo si recordaba que el pequeño Garuda se había encontrado a su lado y ayudándola a guardar sus pertenencias, ¿En qué diablos había estado pensando al seguirla?, ¡Era demasiado peligroso! Konohamaru sabía que seguir a Izumi para rescatarla o protegerla convirtiéndose en una pulga e infiltrándose en el pelaje del Alfa lycano le ganaba una mención por valentía, pero lo volvería a hacer de ser preciso, pequeño como era había creído que sería pasado por alto y que nadie lo notaria, pero claramente se había equivocado ya que el Alfa lycano había notado su presencia. Sin perder tiempo y tan pronto como el pequeño Garuda aterrizo de sentón sobre el suelo, Shisui lo sujetó de la parte trasera de su chaqueta para elevarlo del suelo como si fuera un gato a modo de silente amenaza o advertencia para la wiccan.
—¡Konohamaru!— jadeó Izumi, palideciendo al saberlo en peligro e irguiéndose del suelo cuanto antes.
—Perdón por seguirte, Izumi, pero no quería que te pasara nada malo— se disculpó el pequeño Garuda bajando la cabeza con pesar por haberse dejado capturar.
—Tranquilo, saldremos de aquí— sosegó la wiccan con una fingida sonrisa para animarlo.
—Dijiste que no tenía nada para que me obedecieras— recordó Shisui, observando a la pelicastaña. —Es cierto, pero si no me obedeces tendré que deshacerme de ese niño— amenazó sencillamente, sin dar mayores detalles.
—No lo harías…— protestó Izumi, queriendo creer en sus propias palabras.
—Ustedes los humanos son tan sentimentales…— sonrió el Alfa lycano con arrogancia. —Es un Garuda, un ser inferior, no me pesara matarlo— mataba cosas más grandes y amenazadoras que ese pequeño niño, aunque ello no le causaba placer alguno.
—Está bien, obedeceré— suspiró la wiccan, bajando la cabeza y sabiéndose derrotada. —Pero si le haces algo a Konohamaru, no cooperaré en nada— un solo rasguño y ella preferiría suicidarse antes que ayudarlo.
—Sera como tú quieres— asintió Shisui con satisfacción. —Eres muy directa, me gusta— esa chica se imponía como su igual y actuaba con mucha inteligencia.
No sabiendo ni queriendo tomar aquello como un cumplido, Izumi bufó mientras le sostenía la mirada al Alfa lycano, volviéndose para sostener la mano de Konohamaru quien no dejó de abrazarla y lo cargó en sus brazos de forma protectora, dirigiéndose hacia un rincón de la cueva donde tomó asiento sobre el suelo del roca con el pequeño Garuda abrazado a ella. Prisionera y careciendo de cualquier comodidad, imposibilitada de actuar en forma alguna, Izumi se sentía como un ave atrapada en una jaula pero no se permitió ser débil en ningún momento, sosteniendo la mirada a Shisui desde donde estaba, aunque supiera que eso no servía de nada o que bien podría desatar su furia, ¡No le interesaba! Porque no estaba ahí por gusto. En su dominio, rodeado de su manada que le rendía pleitesía y obedecía todas y cada una de sus órdenes Shisui sabía que podría haberse burlado de Izumi o pavonearse de su poder, presumir no le costaba nada y estaba en su derecho, sin embargo y cruzando sus brazos por sobre su pecho el Alfa lycano simplemente se dedicó a observarla con ojos analíticos, contemplando su significativa belleza—o porque no calificarla derechamente como hermosura—así como admirando su templanza y gran seguridad al actuar, sin titubeos. La verdad es que esta mujer le gustaba de verdad...
En pocas ocasiones de su vida Itachi se había sentido tan frustrado como ahora; cuando se enfrentaba a un enemigo y este osaba herir, lastimar o dañar a Izumi le era fácil seguir cualquier rastro, incluso si se trataba de Orochimaru pues muchos tendían a olvidar o desestimar su agudo sentido del olfato…pero en esta ocasión y siguiendo lo más posible el rastro dejado por el perfume de Izumi, se encontró con un muro, aquel maldito lycano se había internado en el cauce del río para hacer que su rastro—y en consecuencia el de Izumi—se desvaneciera. Furioso, Itachi arrojó al agua la primera roca que tuvo cerca con un gruñido poco usual en él y semejante al de un perro. Incansablemente Itachi le había hecho a Izumi la promesa de protegerla con su vida y pasara lo que pasara, pero ahora se había distraído durante el ataque, ¡no habrían logrado llevársela de no ser por su descuido! Bufando para sí, sabiendo que no conseguiría nada sintiéndose culpable, el Uchiha enterró el rostro entre sus manos y trató de pensar en alguna idea para encontrar a Izumi. Sin otro remedio y frustrado consigo mismo, el Uchiha siguió el rastro de Naruto y Hinata de regreso a su punto de encuentro, sorprendiendo al distinguir desde lejos lo que parecían ser los restos de una batalla; se trataba de dos enormes criaturas semejantes a aves en su mayoría y que Hina se estaba encargando de despedazar con sus fauces.
—¡Itachi!— llamó Naruto, advirtiendo el regreso del semidiós. —¿Tuviste éxito?— pregunto pese a ver a su amigo regresar solo.
—Al principio, pero el muy maldito debió seguir el curso del rio y disperso su rastro— bufó el Uchiha, tratando de no desesperarse. —No puedo seguirlo así— aclaró, pero las miradas de ambos le hicieron sentir que lo entendían. —¿Qué fue lo que paso aquí?— preguntó como si estar en un campo de batalla fuera lo más casual del mundo.
—Íbamos a alcanzarte pero estos seres interfirieron— contestó Hinata, regresando su espada a la funda en su cintura.
—Son Grifos— reconoció Itachi sin demasiado problema, habiendo visto a esas criaturas anteriormente.
—Aparecieron en gran cantidad repentinamente— informó la Hyuga observando los cadáveres de aquellas criaturas. —Aparentemente sus dominios están en la cima de las montañas— señaló, recordando que su pequeño amigo Garuda había comentado algo al respecto la noche anterior.
—Ahora no solo tenemos a esos lycanos sino a estas aves monstruosas— suspiró el Uzumaki, no sabiendo si sentirse aún más frustrado por ello o alegrarse.
Los Grifos no eran las criaturas más extrañas que se pudieran divisar; eran seres más grandes que un león o en este caso una Quimera—Hina—, con afiladas garras de águila y cuerpo musculoso semejante al de un ave, con orejas puntiagudas y prominente pico, pelaje dorado y larga cola, se contaba que eran siervos del dios Apolo y cuidaban los tesoros de los dioses o las entradas al mundo superior, eran emisarios o representaciones de su poder…quizás resguardaran la cima de las montañas para que ni humanos u otros seres no intentaran alcanzar aquello que no podían comprender o que les estaba prohibido como lo era el mundo de los dioses. Según Konohamaru había mencionado la noche anterior, e Itachi lo había ratificado, el hogar de los lycanos o de sus manadas más bien eran la cima de las montañas, el mismo hogar de los Grifos, por lo que si competían geográficamente quizás solo debieran esperar a que se mataran entre si y acudir al aroma de sangre en el aire, pero si esperaban no podrían saber si Izumi estaría en grave peligro por lo que era mejor no correr el riesgo. Pensando en ello precisamente, Itachi apartó la mirada, tratando de pensar, frunciendo el ceño al sentir un aroma en el aire y que había sentido en las orillas del rio ahora que recordaba, siguiendo su olfato hasta unos arbustos y distinguiendo lo que parecía un pequeño puñado de semillas de girasol; nada en apariencia, pero si recordaba el rio, había visto esas semillas, casi como si formaran un camino.
—¿Qué pasa Itachi?— preguntó Naruto, siguiendo sus pasos al igual que Hinata.
—Semillas— contestó Itachi, volteando a verlos y revelando los pequeños granos que sostuvo en su mano. —Las note por el camino hacia el rio, creí que era una coincidencia pero por lo visto no— era una pista, quizás la mejor que tenían.
—Konohamaru…— supo Hinata en un suspiro, habiendo notado su ausencia.
—Creímos que te había seguido para buscar a Izumi— se reprochó Naruto, todos habiéndose olvidado de él en la desesperación de buscar a la wiccan.
—Debió transformarse e ir junto a Izumi— teorizó el Uchiha, sabiendo que el pequeño Garuda no era ningún cobarde. —Si seguimos esto, podremos encontrarlos— podía sentir como las semillas dejaban un rastro legible, el único posiblemente. —No hay tiempo que perder, rápido— apremió pues si se retrasaban podían perder el rastro.
Asintiendo, Hinata llamó a Hina con silbando con dos de sus dedos, ante lo que la Quimera se olvidó por completo del Grifo al que había estado despedazando con tanto divertimento, relamiéndose las fauces antes de correr hacia los viajeros, inclinándose para que estos subieran a su lomo. Esta vez quien dirigió el camino fue Itachi, con Hinata y Naruto a su espalda, acercando el puñado de semillas a la nariz de Hina quien olfateó profundamente y tras poder encontrar un rastro no dudo en emprender carrera al interior del bosque. Si alguien tenía un sentido del olfato casi tan excepcional como el de Itachi ese alguien sin duda era Hina, que aunque no pudiera hablar como ellos si hacían indudablemente estaba preocupada por la abrupta desaparición de Izumi y Konohamaru. Halando de vez en vez el pelaje de Hina para que fuera más rápido, sin recibir protesta de parte de la Quimera sino obediencia absoluta, Itachi trató de no templar de terror, trató de no imaginarse el peor de los escenarios, recordando como anteriormente aquel lycano llamado Shisui había amenazado a Izumi delante de él poniendo una daga en su cuello, ¿Se atrevería a matarla?, ¿Para qué secuestrarla entonces? Negando para sí y gruñendo por ello bajo el semidiós se negó a creer en ello, conocía a Izumi y lo fuerte que era, lo inteligente y determinada, y sabía que ella podría controlar la situación hasta que él llegar a su lado.
Tenía que encontrarla.
—¡Abran paso, traemos unos heridos!
Sintiendo como pasaba el tiempo—no pudiendo distinguir la posición del sol al interior de aquella cueva—y frustrada por no poder calcular cuánto llevaba en aquel lugar, Izumi envolvió uno de sus brazos alrededor de Konohamaru que no dejaba de abrazarla mientras temblaba de miedo, recordándole a su hermano Inabi…¿Es que lo volvería a ver?, ¿A su madre, su abuelo y sus amigos? No era costumbre suya desesperarse pero sentada en un rincón junto al pequeño Garuda no es como si tuviera otra cosa que hacer. Al escuchar gritos por parte de un grupo de lycanos que acababan de regresar, Izumi no pudo evitar interesarse y levantarse de su lugar con Konohamaru aferrado a ella; hablaban de heridos, y de poder hacer algo para ayudar o escapar se sentiría mucho más tranquila. No había muchas personas—por no decir ninguna—a quien acercarse, solo a Shisui que le resultaba maleducado pero de todas formas se situó a su diestra, jadeando al ver como varios de los lycanos ayudaban a dos de sus compañeros a ingresar en la cueva, sangrantes, con profundos arañazos e incluso uno de ellos sin un brazo, haciéndola palidecer de la impresión; se había acostumbrado a la muerte y la sangre, pero eso no quería decir que aquella situación la impactase menos ni a Konohamaru que se abrazó a su cintura con mayor fuerza.
—Los atacaron mientras vigilaban— informó Kagami, acercándose a su Alfa para darle los detalles de lo ocurrido. —Solo ellos sobrevivieron, los demás fueron devorados— agregó esto último en casi un suspiro, pero perfectamente audible.
—Que horrible— jaleó Izumi, haciendo que el Alfa lycano volviera la mirada hacia ella. —¿Quién les hizo esto?— preguntó, no habiendo visto heridas semejantes.
—¿Los humanos saben lo que son los Grifos?— cuestionó Shisui como si hablara con una niña, lo que claramente lo que hizo gracia a la wiccan.
—Sí, se lo que son— contestó la Uchiwa con fiereza, envalentonada por su actitud.
—Habitan la parte alta de las montañas— respondió el Alfa, comprendiendo que no podía tratarla como una ignorante pues era todo menos eso, —son nuestros enemigos y esto fue obra suya— agregó dirigiendo una última mirada a sus camaradas heridos.
Sin decir más, Shisui se apartó de sus hermanos de manada, dando espacio a que atendieran sus heridas y esperando que estas no fuesen demasiado graves, puede que los lobos fueran seres solitarios pero eso no quería decir que no tuvieran sentimientos y a Shisui como a cualquier otro lycano de la manada le pesaría perder a tan siquiera uno de los suyos. Aunque nadie le dijo nada, Izumi siguió los pasos de Shisui hasta un punto apartado de la cueva, parecía ser su propio espacio como Alfa y estaba tan bien abastecido—no amueblado obviamente, pero si ambientado de forma confortable—, resultaba acogedor y la wiccan no pudo evitar sentarse sobre la mullida alfombra de piel sobre el suelo, imitando a Shisui que bufó para sí de forma pensativa. Un paso tras Izumi se encontraba Konohamaru que casi se colgó de su espalda, sintiéndose indefenso en aquel lugar y rodeado de criaturas que sabía podían comérselo. Si bien la habían tratado de rara en su infancia, Izumi tendía a ver a las personas a los ojos para entenderlas, creía que los ojos transmitían la verdad, así es como había confiado en Itachi desde el primer momento y de sus amigos, y ahora aunque trató de buscar oscuridad o maledicencia en los ojos del lycano solo vio lealtad, fiereza, integridad y mucho valor. Raptada por él, forzada a servirle como un detector de fragmentos…Izumi no sentía que Shisui fuera malvado.
—Se acercan sigilosamente para luego secuestrar a nuestros camaradas y los devoran— agregó Shisui, viendo la duda bailar en los ojos de la wiccan. —Su refugio está lleno de huesos de lycano y nadie se atreve a acercarse— ni siquiera él con los fragmentos que ya tenía, era demasiado peligroso.
—¿No puedes acabar con ellos?— cuestionó Izumi, no queriendo que se derramase sangre de una clase. —Esto es espantoso— nadie debería vivir con semejante miedo.
—Quisiera hacerlo, pero nuestro elemento es la tierra y el suyo el aire— señaló el lycano, compartiendo ese sentimiento desde hace mucho tiempo. —No es una pelea justa— agregó sarcásticamente aunque por la mirada de ella se dio cuenta de que lo entendía. —Sin embargo, hace poco descubrimos que el Grifo que lidera a esos seres tiene fragmentos de la Joya del Paraíso— las explicaciones sobraban pero estaba dispuesto a darlas, mas ella pareció entenderlo al instante. —Si pudiéramos arrebatárselos, las cosas cambiarían— no se trataba de él sino de su manada.
—Por eso me necesitas— asumió la wiccan secamente, sosteniéndoles la mirada.
—Puedo parecerte cruel y egoísta, los humanos piensan así de nosotros— comentó Shisui, sin inmutarse ya sea que ella lo odiara o no, —pero hago lo que hago por mi manada y mi gente— aclaró seriamente, dejándola pensar lo que quisiera. —No te pido que lo entiendas— agregó apartando la mirada, sabiendo que pedía imposible.
—Pero lo hago— protestó Izumi, haciendo que el volteara a verla con sorpresa. —Creí que eras un bruto salvaje, perdonaría a un salvaje— suspiró con fingida superioridad, esbozando una ligera sonrisa. —Puedo ayudarte, solo si luego de hacerlo me dejas ir— estableció, alargando uno de sus brazos para envolver a Konohamaru tras su espalda.
—Así será— asintió él, superando su sorpresa y satisfecho con sus términos, —no quiero que se sacrifiquen más vidas, y con ayuda de los más fuertes de la manada sé que podremos vencer a esas bestias— señaló, queriendo que ella tuviera claro que respetaba su voluntad. —Tienes mi palabra— aseguró viéndola a los ojos y llevándose una mano al pecho, sobre su corazón, como prueba.
Usualmente Shisui no se molestaba en darle su palabra a nadie, ¿Por qué hacerlo? Era el Alfa de su manada y de todas en la región, su estirpe era poderosa y el resto del mundo no le llegaba siquiera a los tobillos, sin embargo ahora y teniendo delante a esa mujer llamada Izumi, que le sostuvo la mirada, Shisui sintió la necesidad de darle su palabra como si hablara con su igual, como si tratara de aplacar cualquier temor en ella mas para extrañeza suya no había miedo en esos ojos, recelo si y desconfianza pero casi como si aullaran de forma desafiante. Cuando Shisui veía a alguien, sentía que veía a una ardilla, un gusano o una alimaña, alguien inferior, pero ahora vio a una loba que le gruñía con ferocidad y eso estuvo a punto de sacarle una sonrisa. Izumi tenía claro que por ahora su único camino o forma de escape era mediante la vía civilizada; si ayudaba a Shisui a obtener el número de fragmentos que él quería tener o aquellos que los Grifos tenían en su poder, la liberarían, podía ver en sus ojos que era sincero al darle su palabra, además era el único camino que tenía para volver al lado de Itachi y sus amigos, así como para mantenerse a salvo en ese lugar, ¿Qué otra opción tenía? Lady Tsunade se lo había dicho hace tiempo, no podía dejar que los fragmentos de la Joya del Paraíso cayeran en malas manos, por lo que por ahora ayudaría a Shisui, pero si sentía que él les daría un mal uso, se los arrebataría a cualquier precio…
Hina era una hábil rastreadora y Hinata se lo había dicho de antemano aunque Itachi nunca había tenido ocasión de comprobarlo hasta ahora, alentando a la tanto feroz como amigable Quimera que corrió sin parar entre la espesura del bosque, siguiendo el cauce del rio—lo que el propio Itachi no había podido hacer debido al flujo del agua—hacia las montañas, sin fatigarse ni pedir alimento o agua en todo el camino trayendo esperanza a los corazones de Itachi, Hinata y Naruto…o al menos así fue pues justo cuando distinguían las montañas a lo lejos y el camino que transitaban se divida en dos, Hina se detuvo y olisqueo el aire en busca de más pistas o cualquier indicio para continuar su búsqueda, pero no había nada. Esperando que su propio sentido del olfato encontrara lo que Hina no podía, Itachi bajo el lomo de la Quimera imitando lo que esta había hecho antes, inhalando aire profundamente y tratando de percibir cualquier rastro que lo acercara a Izumi o le dijera que dirección seguir…pero nada, no había un solo rastro que pudiera seguir, ni un atisbo de su perfume o de tan siquiera un grano de las semillas que Konohamaru había dejado, seguramente porque el viento se las había llevado o Konohamaru no había podido seguir dejando el rastro. Bajando del lomo de Hina, Naruto y Hinata solo pudieron observarse entre sí antes de enfocar su atención en Itachi, imaginando como debía estar sintiéndose.
—El rastro termina justo ahora que el camino se divide— suspiró Itachi enterrando el rostro entre sus manos, tratando de pensar.
—A donde pudo ir…— medito Naruto tratando de estudiar que camino se veía más probable a seguir pues de errar solo perderían el tiempo.
—El lugar esta infestado por el olor de los lycanos y también el de esos Grifos— maldijo Hinata observando el suelo pero sin hallar huellas ni rastro alguno.
Era descorazonador para ellos, que estaban mortalmente preocupados por Konohamaru que era tan pequeño en comparación con Izumi que a lo largo de decenas de oportunidades había demostrado de ser capaz de pelear y sobrevivir por su cuenta, aunque ahora no se encontrara armada, pero el sufrimiento y la angustia de Itachi los hacia estremecer pues su sentir era palpable. Precisamente, aunque no dijo nada pues era innecesario, Itachi sintió un estremecimiento ante la sensación de la correa del carcaj de Izumi contra su hombro, Hina llevaba cargando en su lomo su bolso y pertenencias pero él llevaba su arco esperando devolvérselo cuando la viera…si es que volvía a verla, pero no había ninguna esperanza con el aire impregnado del hedor de los lobos yendo en una y otra dirección además del molesto aroma de esos Grifos. De golpe, Itachi se olvidó de toda la desesperación y pesar que había sentido o los hizo a un lado indefinidamente, abrió los ojos como platos y lentamente esbozó una sonrisa al darse cuenta de lo tonto que había sido, incapaz de seguir una pista que tenía casi delante de los ojos. Hinata y él mismo habían comentado que la morada de los Grifos estaba en lo alto de las montañas y que eran competidores geográficos de los lycanos, ¿Y no era precisamente aquella forma la correcta para encontrarlos?
El enemigo de mi enemigo es mi amigo, pensó Itachi, únicamente concentrado en encontrar a Izumi.
El tiempo comenzó a pasar de forma lenta, quizás más de lo que a Izumi le hubiera gustado pero se mantuvo imperturbablemente tranquila a pesar de todo, sola en un rincón un tanto apartado de la cueva y sentada sobre el suelo de roca, atrayendo sus piernas hacia su pecho pero sin permitirse lucir débil, aferrando sus manos a sus rodillas y observando con fiereza a la nada como una silente advertencia a quien osara intentar asustarla o meterse en su camino. Escuchando el gruñir de lobos dentro de la cueva, el eco de conversaciones en que la mencionaban a ella, Izumi recordó todas las series o películas que había visto además de los libros o novelas que había leído y en que de forma mágica los o las protagonistas podían mantenerse fuertes antes las adversidades para seguir luchando, ¿Por qué no parecía tan fácil en la vida real? Ella no se sentía fuerte en ese momento sino todo lo contrario, aunque no lo demostrara sentía mucho miedo y todo lo que deseaba era volver a ver a Itachi al menos una vez, solo por eso se contenía de no llorar o temblar de miedo, además sabía que no tendría caso, solo alentaría a quienes la veían como un ser inferior por ser humana. Tuvo el impulso de temblar al sentir a alguien situarse de pie a su diestra, como un verdugo, pero no se lo permitió pues primero muerta antes que darle el gusto a quienes deseaban asustarla, si iba a morir lo haría lo haría con la frente en alto.
—Izumi— llamó la voz de Shisui pero ella desearía que no estuviera ahí en ese momento.
—¿Qué quieres?— cuestionó la wiccan con voz enojada, apartando la mirada.
—Soy yo, Izumi— respondió el lycano, sorprendiendo a la wiccan que volteo a verlo.
—Konohamaru…— susurró Izumi, dándose cuenta de que se había transformado en el Alfa lycano.
—Levántate y sígueme— ordenó el pequeño Garuda, manteniendo su papel en todo momento.
Impresionada por la inteligencia de Konohamaru en momentos de gran tensión como ese, Izumi no discutió y lentamente se levantó del suelo aprovechando que ninguno de los lycanos o lobos ahí presentes veían con extrañeza la repentina presencia de su Alfa, quizás porque ella se encontraba en un rincón tan apartado de la cueva precisamente; dejo que Konohamaru la sujetara del brazo y de hecho hasta fingió resistirse a ello para mayor credibilidad mientras su pequeño amigo Garuda caminaba por entre los presentes, imitando a la perfección la actitud del Alfa lycano. Como todo Garuda, Konohamaru era un experto en usar ilusiones o en transformarse en otras personas con asombrosa precisión aunque esta era una habilidad que pocas veces sacaba a relucir y por la que al ser un niño se le consideraba inferior, y no hablaba solo de los seres sobrenaturales, inmortales o de los propios humanos sino de manera general, al ser tan pequeño y tener una actitud tan burlona y propia de alguien de su edad muchos pensaban que poco o nada podía hacer pero la verdad es que siempre analizaba con atención a quienes lo rodeaban para memorizar sus gestos como sucedía con Itachi y ahora con Shisui a quien imitaba con gran precisión, incluso manteniendo la frente en alto al caminar y sujetar del brazo a Izumi para pretender que la obligaba a caminar, contando con el apoyo de ella que fingía resistirse.
—Alfa, ¿a dónde va?— preguntó uno de los lycanos, extrañado al ver a su líder pretendiendo abandonar la cueva.
—Llevaré a esta mujer a respirar, el hedor de aquí es demasiado fuerte— contestó Konohamaru mimetizando su voz con la del Alfa lycano, sin detenerse hacia la salida.
—Qué extraño— comentó otro de los lycanos en voz baja, —creí haber visto a nuestro Alfa salir a vigilar junto a Kagami y Naka— era raro que su Alfa hubiera regresado sin que ellos lo supieran.
—Sí, yo también— respaldo otro, comenzando a dudar de que este individuo fuese su Alfa.
—Y este no es el aroma de nuestro Alfa— notó el primer lycano, inspirando aire profundamente y como no tardaron en hacer también los demás. —Miserables, querían engañarnos— descubrió, ofendido porque trataran de burlarlos.
—Izumi, ¡corre!— gritó el pequeño Garuda sin dejar de caminar hacia la salida.
No hizo falta que Konohamaru se lo dijera dos veces a Izumi, quien de inmediato lo tomó de la mano mientras desvanecía su ilusión, corriendo junto con él hacia la cascada en cuya escasa entrada que rodeaba la corriente de agua tuvo que apoyarse para salir, sintiendo que Konohamaru se trepaba a su espalda para no tener que estar al pendiente suyo lo cual agradeció. Escuchando los veloces pasos de los lycanos tras ella, Izumi simplemente cerró los ojos y corrió al cruzar la cascada, sintiéndose mejor al ver la luz del sol y respirar aire, teniendo la esperanza—atinada o no—de que todo saldría bien de la forma que fuera. Es mejor pedir perdón que pedir permiso se dijo la wiccan, decidida a no voltear y seguir corriendo…
—¡Regresen!
—¡No huyan!
En ese momento más que nunca Izumi agradeció las pasadas aventuras con su padre en su infancia, su tendencia a llevarla a pasear al bosque y escalar riscos empinados casi al mismo tiempo que había prendido a caminar porque ahora y sintiendo a Konohamaru mantenerse aferrado a su espalda como una especie de monito del monte, Izumi escaló rápidamente las rocas que conformaba uno de los lados de la cascada con ambas manos—esforzándose por no resbalar al sentir húmedas las rocas—, apoyando su peso en sus pies, sin dejar de moverse y sabiendo que la seguían los otros lycanos y lobos que con justa razón se sentían ofendidos de que ella y Konohamaru hubieran tratado de burlarlos. Aterrado, el pequeño Garuda se abrazó desesperadamente a la espalda de la wiccan, sujetándose de sus hombros y envolviendo sus piernas a los lados de su pecho para no caer, no aterrado de que le ocurriera algo a él sino a ella a quien tanto había tratado de ayudar. Sin dejar de moverse, jadeando ante el esfuerzo pero sin detenerse para recuperar el aliento, Izumi sonrió para si al llegar a la cima de la entramada pared de roca en lo alto de la cascada pero para su pesar se encontró ante un peñasco que finalizaba en una caída visiblemente letal, maldiciendo para sí mientras observaba la caída y sintiendo la fuerte brisa—dada la altura—remover sus largos caballos castaño.
—Izumi, estamos atrapados— jadeó Konohamaru aun trepado a su espalda.
—Konohamaru, ¿puedes bajar el peñasco?— cuestionó la wiccan arrodillándose y ayudándolo a bajar de su espalda.
—Pero no estoy seguro de poder llevarte conmigo— protestó el pequeño Garuda de inmediato.
—Eso no importa— acalló Izumi observándolo a los ojos seriamente. —Huye, busca a Itachi y dile lo que está pasando— instruyó, queriendo que estuviera a salvo.
Ella ya vería que forma encontraba de escapar o de sobrevivir en aquel ambiente el tiempo que fuera necesario, era Konohamaru quien la preocupaba y a quien necesitaba proteger por lo que con todas su fuerzas lo cargó en brazos y confiando en sus habilidades de transformación e ilusión lo arrojó a la imponente caída que se veía desde aquel prominente peñasco, orando y confiando en que él podría mantenerse a salvo a partir de ahora. Aunque temblando de miedo, no por sí mismo sino por la idea de dejar sola a Izumi, Konohamaru cerró los ojos y en pleno aire adopto su forma de Garuda, aquel ave gigante de plumaje dorado y grandes alas con las que cruzó el cielo y se internó en el bosque al final de la pronunciada caída; desearía poder haber llevado a Izumi consigo pero era solo un niño y aún no podía cargar a alguien, pero si llegar hasta donde estaban Itachi y los demás para volver por ella. Sonriendo, feliz al ver a Konohamaru transformarse y alejarse, sabiéndolo a salvo de cualquier ataque, Izumi se dijo; esto es todo, no importaba si a ella le hacían algo o no, lo único verdaderamente importante era que su pequeño amigo y los demás estaban a salvo, por lo que inspirando aire y endureciendo la mirada se volvió hacia el grupo de lycanos que parecían más que dispuestos a abalanzarse sobre ella y atacarla. Bien, que lo hicieran, pero ella no iba a morir fácilmente como ellos pensaban, no sin pelear.
—Mujer, te devoraremos viva— amenazó el lycano al frente del grupo, gruñendo de ira.
—¡Alto!— frenó una voz, haciendo que todos volvieran la mirada hacia la cima de la cueva, viendo que en lo alto de una roca se encontraba su Alfa en compañía de Kagami y Naka. —Les dije que está prohibido tocarla— recordó fieramente, más que dispuesto a matarlos si osaban desafiar su voluntad.
—Perdónenos, Alfa— se disculpó uno de los lycanos, arrodillándose de inmediato y como no tardaron en hacer todos los demás, —no volveremos a desobedecerlo, se lo prometo— nadie podía ser tan tonto, porque serlo implicaba morir ahí mismo.
Solícitos ante su Alfa, no osando siquiera cuestionarlo ni poner en duda sus decisiones, los lycanos que habían perseguido a Izumi se retiraron velozmente dejando a su líder a solas con aquella mujer salvo por la presencia de Kagami y Naka que permanecieron atentos en caso de que aquella bella pero valiente mujer osara intentar escapar. Sin inmutarse ante el hombre que la observó desde lo alto de la roca, Izumi le sostuvo la mirada, si iba a matarla; adelante, Konohamaru ya estaba a salvo que era lo único que le importaba, al menos si la mataba ella estaría tranquila pues sus amigos estaban a salvo…y sin duda la sorprendía que sonriendo ladinamente Shisui bajara de un saltó de la roca y aterrizaba de pie frente a ella haciéndola sobresaltar pero no de miedo sino a causa de la sorpresa. De forma muy parecida a como haría un depredador que tenía delante una presa, Shisui lentamente comenzó a caminar alrededor de Izumi, observándola de arriba abajo como no se había tomado la oportunidad desde que estaba en su poder, asintiendo para si al corroborar que no solo era inteligente y determinada, además de fuerte y valiente como pocos a quienes había conocido, también era en extremo bella con aquellos profundos ojos oscuros que se negaron a apartar la mirada cuando incluso los miembros de su manada no podían verlo a los ojos, ¿Qué clase de joya era esta hermosa y temeraria mujer?
—Ya lo decidí— suspiró Shisui, deteniéndose delante de ella, —tú serás mi mujer— declaró sin contemplaciones y no interesándole su respuesta.
—¿Qué?— cuestionó Izumi confundida, segura de que había escuchado mal.
—Alfa, dijo que cuando no le sirviera la devoraría— recordó Kagami, igualmente extrañado por la declaración de su líder.
—Además, es una humana— señaló Naka sin desmerecer el valor de aquella mujer.
—Sí, pero puede ver los fragmentos de la Joya del Paraíso— diferenció el Alfa volteando a ver a sus subordinados—Esos Grifos no son los únicos que los tienen, piénsenlo, podemos reunir todos los que aún permanecen dispersos por estas tierras— él estaba pensando más allá de lo que se veía. —En pocas palabras, esta mujer es más útil que cualquier otro ser— elogió sinceramente, regresando su mirada hacia la sorprendida wiccan. —Te llamas Izumi, ¿no es así?— reafirmo mientras ella le sostenía la mirada. —De ahora en adelante serás mi mujer, ¿te quedo claro?— ninguna mujer se negaría y él estaba seguro de que ella no sería la excepción
Siendo no solo un lycano sino el Alfa de su manada, Shisui siempre estaba muy seguro de sus capacidades como inmortal que era y además sabía que era sobradamente conocido en la región y más allá, ¿Qué mujer osaría protestar si la elegía como su mujer? Había una larga fila de candidatas de su propia manada y de todas las demás en la región que deseaban convertirse en su compañera pero él hasta ahora había desestimado cualquier obligación, abocado solamente en pensar en el futuro de su manada como su padre antes que él, mas esta mujer era diferente y estaba seguro de que no encontraría otra igual. Al escuchar aquellas palabras, Izumi se zafó del agarre de Shisui y le volteó el rostro con una seca bofetada; nadie tenía derecho a reclamar a otra persona como una especie de propiedad u objeto, ni mucho menos a ella. Visiblemente sorprendido por la fuerza de la bofetada y el rechazo en sí, y no era para menos, Shisui retrocedió de la impresión llevándose la mano derecha a la mejilla pero sin dejar de observar a Izumi que gruñó y le sostuvo la mirada en todo momento, no considerándolo diferente a los chicos arrogantes y altaneros que había conocido en su propia época y creían poder tener a cualquier chica, ¡Pues a ella no! Ella tenía principios, tenía valores y por encima de todo tenia a alguien en su corazón.
—¿Si me quedo claro?— repitió Izumi en casi un gruñido de furia. —¿Quién te crees que eres?— cuestionó fúrica. —Yo no soy propiedad de nadie, soy una persona, hasta los animales tienen voluntad— aclaró negándose rotundamente a su propuesta. —Además, ya hay alguien en mi corazón— dejo en claro apartando la mirada y aludiendo a Itachi sin necesidad de mayores declaraciones.
—No me digas que se trata de ese mestizo— comprendió Shisui, sintiéndose rebajado a ser comparado o menospreciado por aquel perro.
—Sí, ¿y qué?— afirmó la wiccan con aire desafiante. —Estoy enamorada de Itachi, ese es su nombre— para ella no era mestizo, era un semidiós y lo quería como tal.
—Pues ya tengo una excusa más, cuando lo vea de nuevo le romperé la cara— decidió el lycano, sorprendiendo a la wiccan por su afirmación. —Si él desaparece del mapa, no podrás decirme que no— obvió sonriendo ladinamente, decidido a lograr ganar el corazón de aquella hermosa joya que lo observo con incredulidad.
Sonaba bárbaro y hasta cruel, incluso Shisui con todo lo salvaje que era lo sabía pero una cosa si era segura para él; no iba a perder a una mujer tan valiosa—en todos los sentidos, no solo grandiosa en belleza sino en inteligencia, valentía y poder—como lo era Izumi y si para poder ganar su corazón hacía falta que se deshiciera de aquel mestizo del clan dios perro llamado Itachi pues lo haría, porque le gustaba de verdad aquella mujer, oh y de paso se desharía de uno de esos seres con sangre divina que se creían tan superiores a los lycanos pero que no lo eran en forma alguna, y él lo probaría. Sonriendo ladinamente al no escuchar protesta de los labios de Izumi, Shisui se volvió para regresar al interior de la cueva sin necesidad de decirle a Izumi que lo siguiera pues sabía que ella lo haría al haber ayudado a escapar a su amigo. Suspirando profundamente, no sabiendo si incrédula o impresionada por la seguridad con la que hablaba Shisui, Izumi volvió la mirada hacia el peñasco y la espesura del bosque, sintiéndose más tranquila al haber ayudado a Konohamaru a escapar, volviendo la vista al frente y siguiendo a Shisui y sus escoltas pues le había dado su palabra de que lo ayudaría y no podía retractarse ahora, para bien o para mal estaba atada al lado de ese hombre indefinidamente, o hasta que Itachi llegara a rescatarla.
Itachi, ven pronto, rezó Izumi sin perder la esperanza.
PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo iniciando mis vacaciones y dedicando todo mi tiempo a ustedes :3 como siempre agradezco su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 las próximas actualizaciones serán "El Siglo Magnifico: El Sultan & La Sultana", luego "La Reina Olvidada", próximamente "Queen: The Show Must Go On" y por último nuevamente "Kóraka: El Desafío de Eros", lo prometo :3 esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
