-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Can't Help Falling in Love" de Kacey Musgraves para Izumi, "In Her Eyes" de Josh Groban para Itachi, "Paint it Black" de Hidden Citizens para Toka y "La Correcta" de Nabález & Morat para el contexto del capitulo.
Disfrutando de la momentánea paz y quietud que se respiraba recientemente en su nueva mansión creada con sus poderes, Orochimaru se encontraba a solas en su habitación privada observando por los ventanales con una discreta sonrisa al ver toda la vegetación muerta ante el veneno y toxicidad de sus poderes y esencia como ser demoniaco, sorprendiéndose escasamente cuando las puertas de la estancia se abrieron permitiendo el ingreso de una figura familiar. Se trataba de Toka quien hizo acto de aparición con la frente en alto y su característica arrogancia, ataviada en un femenino vestido blanco de escote alto y en V entallado a su esbelta figura, con falda de múltiples capas y mangas ceñidas hasta los codos desde donde se tornaban acampanadas y traslucidas hasta cubrirle las manos; encima una chaqueta amarilla de escote alto y redondo sin mangas y falda abierta en A bajo el vientre con bordados dorados en forma de lirios y rosas, con su largo cabello castaño peinado en una coleta que caía sobre su hombro derecho resaltando unos pendientes de cristal dorado y rosa en forma de lagrima como la diadema de tipo peine que adornaba y peinaba su cabello. Sin levantarse de su lugar ni demostrar que se inmutaba siquiera, el viperino la observó con contemplativo silencio al estudiar las diferencias entre ella e Izumi.
—¿A qué debo el honor de tu visita, Toka?— preguntó Orochimaru arrogantemente y con verdadera curiosidad.
—Digamos que ambos tenemos enemigos en común y, por ahora, lo mejor sería que acrecentaras tu fuerza— contestó Toka alzando una de sus manos y revelando la pulsera que había pertenecido a Izumi y contenía el fragmento de la Joya del Paraíso.
—¿Debo interpretar esto como un regalo o una mano amiga?— inquirió el viperino sin saber cómo juzgar esta aparente ayuda de su parte.
—Por mi haz lo que quieras— desestimó la Senju prefiriendo no saber nada al respecto.
Dejando sobre la mesita ante Orochimaru la pulsera de Izumi y que contenía los fragmentos de la Joya del Paraíso que se habían condensado en uno solo de mayor tamaño, Toka dirigió una parcial mirada a Orochimaru—quien alargó la mano para sostener el fragmento y observarlo con evidente satisfacción como si tuviera la victoria definitiva a su alcance—antes de retirarse dando media vuelta y manteniendo su frente en alto en todo momento; le había dicho a Itachi que pelearía con Orochimaru con sus propias armas y eso es lo que estaba haciendo. No se estaba aliando con Orochimaru al entregarle aquellos fragmentos sino que estaba cimentando su victoria sobre él pues usando sus poderes hasta casi quedar exhausta durante días—tras su encuentro con Itachi—, Toka había entregado casi una parte de su ser para proteger la luz del fragmento de tal modo que Orochimaru nunca pudiera tener el control sobre aquel valioso tesoro, pero solo para estar segura de la victoria necesitaría de la ayuda de Izumi cuyos poderes eran incluso mayores que los suyos aunque le hiciera falta mucho entrenamiento para ello. Toka no la odiaba pero si envidiaba la pureza de su alma además de resentir el amor que Itachi sentía por ella y que superaba evidentemente el que ya había sentido por ella en su día. Era evidente que Itachi estaba completamente enamorado y Toka no se interpondría…
Luego de reconciliarse con Itachi, Izumi regresó a su época y por un breve tiempo hubo estabilidad, pudieron continuar con la búsqueda de los fragmentos…hasta que surgió un imprevisto; para justificar su ausencia de las clases habituales y viajar al siglo XVI y pese a saber que estaba mal, Izumi solía mentir diciendo que había sido contacto estrecho con alguien afectado por la pandemia, mas ahora no se trataba de ninguna mentira y lo peor es que realmente había contraído covid-19, otros cinco compañeros de su salón también estaban afectados y ello solo significaba una cosa; debía guardar cuarentena en casa por al menos siete días. Lo peor es que tenía síntomas y se sentía muy cansada en ese momento, recostada en su cama y vistiendo un cómodo pijama que constaba de una blusa blanca de escote en V que dejaba ligeramente expuesto su vientre, de cortas mangas por encima de los codos y pantalones celeste grisáceo ligeramente anchos, con su largo cabello castaño cayendo sobre sus hombros. De pie junto a la puerta de la habitación, Itachi observó a la Uchiwa con sincera preocupación, había venido a verla ya que ella no había regresado al siglo XVI la tarde del día anterior como había prometido y lo ponía aún más nervioso saber la razón; Izumi tenía buen semblante y sus mejillas estaban sonrosadas, pero también estaba muy cansada.
—¿Estás segura de que te sientes bien?— preguntó Itachi sin quitarle los ojos de encima.
—Sí, solo necesito descansar por unos días— asintió Izumi, disgustada totalmente por estar enferma. —Mentí sobre mi salud y ahora alguien allá arriba me castiga por eso— bromeó sintiendo que esto era obra del karma. —Lamento ser una molestia ahora que habíamos retomado la búsqueda de los fragmentos— se disculpó ante lo mucho que aún tenían que hacer como grupo en su viaje.
—Olvídate de eso, lo único importante es que tú estés bien— contrarió el semidiós, priorizando el bien de ella por encima de cualquier otra cosa. —Ya seguiremos cuando te hayas recuperado— no podrían continuar sin ella, al menos él no podría.
Ella era parte importante e incluso imprescindible de su lucha y victoria ante Orochimaru—porque iban a salir victoriosos o morirían, no habían medias tintas y todos lo tenían claro—, y no podían ni seguirían adelante en su búsqueda sin ella, con el cielo como testigo Itachi se prometía que así seria. De pie junto a la puerta de la habitación y apretándose nerviosamente las manos al tener que guardar distancia de Izumi por pedido de ella—ya que en su tiempo este presunto "Covid-19" era una pandemia aunque Itachi no la considerase así por sus propias vivencias del siglo XVI—, sintiendo un dolor sordo en el pecho cuando Izumi comenzó a toser tras esbozar una sonrisa ante sus palabras. Se trataba de una tos seca y que evidentemente le lastimaba la garganta pues se llevó una mano al centro del pecho, el semidiós deseó poder hacer algo para ayudarla, ella era tan fuerte y amable que le resultaba impensable verla sufrir en modo alguno. Izumi maldijo mentalmente el dolor que sentía en la garganta, cada vez que enfermaba por un resfrió la primera parte afectada de su anatomía era su garganta y esta vez en nada era distinto aunque los síntomas que sentía—y que eran propios de un resfrió—pertenecieran a la presente pandemia que se vivía en su época. Carraspeando para aclararse la garganta, Izumi jadeó al conseguir calmar momentáneamente su tos pero esto solo empeoro su cansancio.
—¿No te dieron ninguna medicina?— inquirió Itachi deseando poder hacer algo por ella.
—No, solo debo hacer cuarentena en casa y descansar— contestó Izumi con casi un hilo de voz ante el cansancio. —La garganta me está matando…— pretendió sentarse mejor y volverse hacia su mesa de noche para servirse un vaso con agua pero alguien se le adelanto; el semidiós que se sentó a su lado entregándole el vaso ya servido. —Itachi, no puedes acercarte a mí, te voy a contagiar— regañó enternecida por su preocupación.
—Ya te dije que he lidiado con cosas peores como la viruela y la peste negra, esto no es nada— insistió él, negándose a observarla sufrir. —De hecho...creo que conozco una medicina que podría ayudar— consideró en voz alta. —Ya regreso— prometió inclinándose y besándola en la frente.
Entreabriendo los labios para reprender a Itachi y preocupada por la sola idea de contagiarlo, Izumi negó en silencio para si al encontrarse de cara a la nada ya que Itachi abandonó velozmente su habitación; hasta ahora había guardado distancias desde el primer momento con su madre, abuelo y hermano pese a que ellos tuvieran la vacuna como ella, mas afortunadamente ellos habían dado negativo a sus exámenes lo que la dejaba más tranquila...pero su presente situación sin duda la aburría pues detestaba el tedio y no tener nada que hacer, salvo leer pensó Izumi tomando uno de los libros que tenía sobre la cama, agradeciendo poder emplear su tiempo en ello afortunadamente. Sentada en la sala de la casa revisando exámenes de sus alumnos en su computadora mientras que su padre Fudo y su hijo Inabi veían televisión, Hazuki vestía una blusa durazno pálido de escote de cuello en V y mangas holgadas que se ceñían en las muñecas, jeans azul oscuro con cinturón purpura oscuro y cómodos tacones beige pálido, con su cabello castaño cayendo sobre sus hombros para enmarcar su rostro. Escuchando pasos en la escalera, todos los miembros de la familia Uchiwa alzaron la mirada viendo aparecer a Itachi quien lucía una expresión pensativa, diferente de su aspecto preocupado al llegar a hace menos de una hora.
—Señora, necesito regresar a mi época por unas hierbas pero volveré pronto— comunicó Itachi aproximándose al círculo familiar. —Necesitare agua hervida y agua ardiente— solicitó rogando no olvidar nada.
—Cuenta con el agua hervida— asintió Hazuki conmovida con su preocupación y devoción para con Izumi, —pero no tenemos...
—Y cuenta con el agua ardiente— interrumpió Fudo a su hija quien arqueo una ceja al oírlo. —Se dice el pecado, no la penitencia— justificó incomodo por tener que dar explicaciones.
—Gracias, ya vuelvo— advirtió Itachi dando media vuelta hacia el pasillo que daba con el sótano.
—¡Suerte, Itachi!— deseó Inabi, confiando en las capacidades de su amigo el semidiós.
Sin necesidad de voltear pues realmente—quizás pues no era arrogante al respecto—merecería felicitaciones si su idea probaba ser acertada y ayudaba a Izumi; aunque su madre la princesa Eshima había sido una dama perteneciente a la aristocracia, había tenido fuertes conocimientos de medicina pues en su infancia Itachi jamás había necesitado de medico alguno y no porque no pudieran pagar uno sino lo contrario, no habían precisado de uno porque—cual wiccan—su madre había conocido remedios naturales en base a hiervas y elementos propios del mundo natural para curar enfermedades e incluso trataba a los sirvientes. Aunque Itachi había perdido a su madre a una edad muy temprana, había aprendido a curar heridas y hacer algunas medicinas en base a elementos naturales, incluso y si no estaba equivocado sabia la preparación de una medicina para tratar los síntomas propios de la pandemia que tenía lugar en la época de Izumi y que tanto la estaba afectando a ella. Abriendo y cerrando la puerta del sótano de la casa a su paso, Itachi bajó los escasos escalones que lo acercaron al pozo al cual subió deteniéndose un breve momento a rememorar la lista de ingredientes que creía recordar y que se repitió mentalmente para no olvidar nada antes de saltar al interior del pozo y desaparecer en un haz de luz.
Esperaba que su idea diera resultado.
Como siempre, Itachi acudió al hogar de lady Tsunade en busca de los ingredientes necesarios para preparar la medicina ya que la Senju, como wiccan, contaba con elementos de sobra con los que el Uchiha pudiera abastecerse o esperando que cuando menos la Senju pudiera darle indicaciones de donde obtenerlos. Para su mala suerte Tsunade no se encontraba presente pues estaba atendiendo un nuevo parto en la villa; eso era algo que abundaba en esa villa, solo había enfermos que atender o partos lo cual era una fortuna mas ahora también un obstáculo para el Uchiha. Afortunadamente y temporalmente a cargo de los quehaceres de la villa se encontraba Hinata en casa de lady Tsunade y a quien Itachi pudo recurrir en busca de todo cuanto necesitaba. Cruzando el umbral de la cocina hacia la sala donde se hallaban Itachi, Naruto, Konohamaru y Hina, la sicaria portaba un femenino vestido malva-azulado de escote corazón y corpiño anudado hasta la altura del vientre donde se formaba un corto faldón en A sobre la falda que llegaba hasta el suelo y manga holgadas que se ceñían paulatinamente hasta las muñecas finalizando cortos holanes y su largo cabello azul estaba recogido en una trenza que caía tras su espalda resaltando el dije de diamante en forma de lagrima que pendía del collar alrededor de su cuello.
—Aquilea, regaliz, eucalipto, tomillo, salvia y flor de sauco— enumeró Hinata tendiéndole al Uchiha las distintas hierbas perfectamente separadas entre sí.
—Gracias— apreció Itachi con una sonrisa ladina mientras estudiaba las hierbas y procedía a guardarlas dentro de su chaqueta.
—¿Cómo esta Izumi?— preguntó Konohamaru sentado junto a Hina en su forma de gata.
—Cansada por la tos y con dolor de garganta— suspiró el semidiós preocupado por lo mismo y decidido a hacer algo al respecto.
—Que mal que haya enfermado ahora, más si como dice debe guardar cuarentena— consideró la sicaria con sincera preocupación y compasión por su amiga.
—Por un lado y pese a lo mal que suene, su enfermedad nos beneficia ya que nos permitirá prepararnos mejor para el viaje— recordó Naruto tratando de no ver la presente situación como un problema sino una oportunidad.
—Sí, estaremos listos cuando ella regrese— asintió la Hyuga igualmente decidida a centrarse en ello.
La verdad y luego de que Izumi hubiera tomado la decisión de regresar al lado de Itachi, todos habían comenzado a prepararse para retomar su viaje en busca de los restantes fragmentos de la Joya del Paraíso que esperaban no estuvieran en manos de Orochimaru…y ahora la cuarentena a la que la Uchiwa debía someterse les venía como anillo al dedo para tener una semana entera en que pudieran prepararse y abastecerse con todo lo necesario, pero claro que desearían no tener que hacerlo a costa de la salud de Izumi, mas confiaban en que Itachi velaría por la Uchiwa en nombre de todos. Aunque habitualmente serio e imperturbable en toda clase de sensaciones, esta vez Itachi mantenía el ceño ligeramente fruncido y el labio inferior tenso, se le notaba tanto nervioso como preocupado porque tener que ser testigo del malestar o sufrimiento de Izumi era inadmisible para él, especialmente ahora que ambos habían admitido sus sentimientos el uno por el otro y lo último que deseaban era estar separados, menos el Uchiha por una burda cuarentena debido a una pandemia inferior a cualquier otra con las que él ya había lidiado hasta ese momento de su vida. Levantándose de su lugar y sujetándose de una de las piernas del semidiós quien se levantó del diván en ese momento con intención de regresar a la época de Izumi, el pequeño Garuda deseó seguirlo para visitar a la wiccan y hacerla sentir mejor.
—Itachi, ¿Seguro que no puedo ir contigo a verla?— preguntó Konohamaru con ojitos de cachorro para tratar de convencer al semidiós.
—Izumi ya se siente mal por posponer nuestra partida como para agregar otra carga si te contagia— negó el semidiós sabiendo lo mal que ella se sentiría.
—Itachi tiene razón, Konohamaru— respaldó Hinata arrodillándose a la altura del pequeño Garuda, —por ahora lo mejor es que permanezca en su época— hasta que se recuperara o se sintiera mejor cuando menos.
—Además en su tiempo existen medicinas más completas y médicos más preparados— secundó Naruto ya que por Izumi sabían que en el siglo XXI enfermedades como la peste y la viruela eran algo impensable.
—Es verdad— asintió el semidiós, no teniendo otra razón por la que quedarse. —Volveré con Izumi cuando este mejor— prometió decido a permanecer en el siglo XXI hasta entones. —Nos vemos— se despidió dirigiendo sus pasos hacia la salida.
—Adiós— correspondieron la sicaria y el fraile al unísono.
—Salúdanos a Izumi— deseó el pequeño Garuda esperando que la wiccan se recuperase pronto.
Asintiendo únicamente, Itachi abandonó la casa con andar veloz y cerrando la puerta tras de sí, cruzando la villa básicamente a trote y recibiendo los saludos de la gente a su paso—lo que pese a ser habitual no dejaba de ser sorprendente si tenía en consideración cuanto le habían temido los humanos antes de que Izumi lo integrara a la vida de aquellas personas y viceversa—antes de desaparecer internándose en el bosque que daba con el pozo que le permitiría regresar a la época de Izumi. Lo que le había dicho a Konohamaru no era mentira, Izumi estaría feliz de ver al pequeño Garuda así como a Naruto, Hinata y la pequeña Quimera pero se sentiría horrible si llegaba a contagiarlos, ya se había empeñado en tratar que él se mantuviera distante de ella por su propia seguridad más sin resultados porque Itachi estaba dispuesto a contagiarse de lo que fuera con tal de poder permanecer a su lado y cuidar de ella. Un suspiro de alivio básicamente abandonó sus labios en el momento en que cruzó los arbustos y la hierba alta a su paso, avistando el pozo que se tornaba cada vez más cerca hasta subir a este con un par de secas zancadas; sentándose en el borde, Itachi extrajo las hierbas del interior de su chaqueta sosteniéndolas firmemente en su mano derecha y teniendo una convicción firme antes de saltar al interior del pozo…
Lo único positivo de estar enferma para Izumi era que podía terminar de leer aquellos libros que llevaba al siglo XVI y que la deleitaban en sus ratos de ocio así como comenzar a leer aquellos que eran nuevos y que nunca había leído o que no había tenido ocasión de leer debido a sus estudios y continuos viajes, especialmente aquellos que estaban en otro idioma y que estaba aprendiendo conforme leía por lo que necesitaba tener un diccionario a su alcance para consultar cualquier posible palabra nueva que encontrase. Si bien se sentía fatigada por los síntomas que el "resfrió" había provocado en ella, Izumi era perfectamente capaz de levantarse de la cama para tomar la bandeja con comida que su madre había dejado en el umbral de su habitación y que incluía un delicioso té de miel y manzanilla para su dolor de garganta. Fue algo de lo más grato que sus amigas se pusieran en contacto con ella a través de una videollamada para saber cómo estaba; ya le habían enviado múltiples mensajes en que se lamentaban por ella e incluso le decían que tratarían de ir a verla manteniendo las distancias mas Izumi se había negado automáticamente a ello tanto para no contagiarlas como porque Itachi podía volver en cualquier momento y no quería mentir sobre quien era ni de dónde venía si sus amigas preguntaban, enferma como estaba su capacidad de mentir se veía reducida o más bien entorpecida.
—Gracias por llamar, chicas— apreció Izumi con una sonrisa y observando la pantalla de su laptop.
—Es lo mínimo que podíamos hacer, somos amigas— obvió Emiko mas deseando poder verla en persona y no a través de una pantalla.
—Puedes escribir si te duele demasiado la garganta— sugirió Chinami con una expresión de preocupación por ella.
—No, estoy bien— sonrió la Uchiwa conmovida por su preocupación para con ella. —Bebí un poco de miel y manzanilla— aseguró pese a que su voz se escuchase más baja de cualquier forma.
Su garganta continuaba dándole problemas y sus amigas no erraban al barajar la posibilidad de que ella se comunicara escribiendo mensajes de texto durante la videollamada en lugar de escribiendo porque a esas alturas era ya una costumbre—que se repetía casi cada año—que perdiera la voz a causa de un resfrió mas no esperaba o no había barruntado que esta vez ocurriera por causa de la presente pandemia y que ella tanto había evitado. Según recordaba todo había iniciado cuando dos de sus compañeros de salón se habían presentado a clases con síntomas propios de un resfrió como incomodidad al respirar y tos persistente, Keith entre ellos pero creyendo que se trataba de un simple resfrío común Izumi no había dudado en saludarlo sin saber que en realidad contraería el virus. Afortunadamente sus defensas siempre hacían que, de enfermarse por lo fuera, comenzara a sentirse mal o mostrar síntomas a las pocas horas y esta no había sido la excepción, alejándose de su familia y realizándose el examen pertinente solo para estar segura…resultando positiva. Por suerte no había afectado a los miembros de su familia—especialmente a su abuelo lo cual la habría mortificado—y aparentemente su carga viral era demasiado baja ya que inicialmente había compartido mesa y comidas con ellos hasta antes de sentirse mal al igual que con sus amigas, y ellas también se encontraban a salvo.
—No sabes lo culpable que se siente Keith por haberte contagiado— aseguró Aiko lamentándose por ambos y sus otros compañeros de salón contagiados.
—Díganle que no se culpe— pidió Izumi habiendo recibido mensajes con disculpas de su parte. —Si sucedió es porque así tenía que ser— estaba convencida de ello.
—Prometió que iría a verte y te llevaría flores cuando finalizara su cuarentena— respaldó Chinami con un suspiro soñador.
—Es muy dulce, ¿no, Izumi?— comentó Emiko con toda intención de hacer que su amiga tuviera a su guapo compañero en consideración.
—Ya sé lo que piensan y mi respuesta es no— contrario la Uchiwa con una inevitable sonrisa. —Mi vida personal ya es demasiado complicada como para intentar tener un novio— prefería seguir sola por su propia libertad e independencia.
—Está bien, no insistiremos, por ahora— consintió su amiga resaltando el "por ahora".
Ya les había hablado a sus amigas de su reconciliación con Itachi, claro que eso no quería decir que ambos fueran pareja porque ello involucraba algo demasiado complicado y no porque pertenecieran a épocas distintas sino porque si bien sus amigos en el siglo XVI sabían todo de ambos, ello no se aplicaba a nadie salvo su familia en el siglo XXI y aunque Izumi quisiera contárselo a sus amigas temía que ellas no le creyeran o que peor aún no pudieran entenderla. Itachi y ella tenían sentimientos muy fuertes el uno por el otro y que habían desembocado en amor, ello había quedado claro por su confesión días atrás pero eso no quería decir que fueran a convertirse en pareja, Izumi era muy consciente de que en tanto Toka siguiera viva sería un obstáculo para ambos porque Itachi seguía sintiendo algo por ella, además la lucha contra Orochimaru dificultaba todo y la propia Izumi no quería comprometerse, por ahora todo en su mente estaba enfocado en reunir los fragmentos de la Joya del Paraíso y en concluir sus estudios que esperaba la llevaran a ingresar anticipadamente a la universidad; solo tras esto se permitiría entrar en una relación. Realmente amaba a Itachi pero que aparentemente él seguía empeñado en usar la Joya del Paraíso para convertirse en un dios por lo que sus ideales y prospectos eran muy distintos, ¿Tendría caso intentar tener una relación? Era mejor seguir siendo amigos.
—¿Y tú chico, Izumi?, ¿Sabe que estas enferma?— preguntó Aiko con inevitable curiosidad.
—Sí, ya vino a verme— asintió Izumi sin poder evitar dejar libre un quedo suspiro, —no le importo la cuarentena— dudaba que su actitud cambiara cuando volviera.
—¿Está ahí ahora?— inquirió Emiko sorprendida ante lo que oía al igual que sus amigas.
—No, dijo que tenía algo que hacer pero prometió volver pronto— contestó la Uchiwa sabiendo bien lo que ellas querían.
—Que romántico— suspiró Chinami conmovida ante un gesto tan tierno.
—Sí, es muy atento— asintió Emiko con sincera admiración aunque lo disimuló.
—Nos morimos por conocerlo— masculló Aiko igual de curiosa e impaciente que sus amigas.
—Quizás lo vean un día— aceptó Izumi en voz alta aunque solo para concordar con ellas.
No era una mentira, quizás en algún momento pudiera presentarle a Itachi a sus amigas y viceversa pero ese momento definitivamente no era ahora ya que ella no tenía idea de que decir para crear una historia plausible si sus amigas comenzaban a preguntar y no quería obligar a Itachi a pensar en algo ni pretender ser alguien que no era. Todos hablaban de vivir el amor y de lo idílico que era pero Izumi no sentía nada de eso, para ella este primer amor era extremadamente complicado, primeramente porque Itachi y ella habían sido amigos y luego habían desarrollado sentimientos el uno por el otro sin tener claro si el otro correspondía a este sentir hasta hace poco y aun así ninguno de los dos estaba de acuerdo en comenzar una relación; en el siglo XVI del que provenía Itachi se realizaba un breve cortejo y luego tenía lugar una boda pero Izumi provenía del siglo XXI donde todo era muy distinto. La Uchiwa tenía solo dieciséis años, la edad apropiada para casarse en el siglo XVI pero era menor de edad en el siglo XXI y aun habían muchas cosas que quería hacer antes de sentar cabeza con alguien y no se veía haciéndolo con su primer amor, quería conocer más cosas pero Itachi indudablemente tenía un lugar especial en su vida tanto como ella misma sabía que tenía un lugar único en el corazón de Itachi y muy distinto del que tenía Toka, por eso es que ella no sentía celos ni inseguridad ante ella.
Aún era demasiado joven y no trataría de crecer antes.
Saliendo rápidamente del pozo y abandonando el sótano de la casa, Itachi dirigió velozmente sus pasos hacia la cocina sobre cuya mesa se hallaban aguardándolo el agua hervida así como el agua ardiente que había solicita a la madre y el abuelo de Izumi quienes se encontraban en la sala permitiéndole trabajar en solitario, pudiendo moverse con libertad en la cocina y sabiendo donde estaba todo ante las decenas de ocasiones en que había estado en esa casa hasta el día de hoy. Quitándose la chaqueta para mayor comodidad, el semidiós dejo las hierbas que traía sobre la mesa antes de acercarse al lavabo y tomar la tabla de picar sobre la cual las acomodo, abriendo la botella de agua ardiente e impregnando las hierbas de licor; una vez mezclara todo en una infusión, el alcohol se encargaría de mantener la temperatura corporal de Izumi y palear cualquier índice de fiebre. Regresando sus pasos hacia el lavabo, el semidiós tomó un cuchillo con el que procedió a picar la gama de hierbas que había traído en el agua hervida que se hallaba sobre la mesa y que humeaba como prueba de lo caliente que estaba, sería mejor así ya que cuanto más caliente más efecto surtiría cuando Izumi la bebiera. Incapaz de quedarse en la sala y pretender que no sucedía nada, Hazuki se asomó al umbral de la cocina contemplando con sincera admiración el meticuloso trabajo que el Uchiha estaba llevando a cabo.
—Pareces un experto— observó Hazuki maravillada con su talento y dedicación.
—Es una receta de familia— menospreció Itachi sin desear llevarse el crédito por todo mientras agregaba una cucharada de miel a la mezcla, —de una parte de mi familia— diferenció no teniendo en tan alta estima sus orígenes divinos.
—¿Crees que Izumi se recuperara con esto?— consultó la Uchiwa para estar segura.
—Le ayudara a palear los síntomas de su resfrió, especialmente la tos y dolor de garganta— asintió el semidiós vaciando parte del contenido de la infusión en una taza que sopló para que no estuviera demasiado caliente. —Se lo llevaré ahora— se excusó deseando que la wiccan se sintiera mejor cuanto antes.
—Itachi— llamó Hazuki al semidiós que detuvo su andar tras pasar junto a ella. —Muchas gracias— él podía acercarse a Izumi como nadie más podía ahora.
Como madre que era, Hazuki era consciente de que debería pelear por acercarse a su hija pero de intentarlo y contagiarse comprendía que angustiaría a Izumi y se convertiría en una carga para los demás miembros de su familia, básicamente estaba atada de manos mas ello le permitía entender los sentimientos de Izumi respecto a la presente situación y por lo que valoraba enormemente lo que Itachi estaba haciendo, él provenía de un siglo en que pandemias como el Covid-19 eran meras nimiedades y si a alguien podía confiarle el bienestar de Izumi ese alguien sin duda alguna era él. Sin dejar de sentirse incomodo o extraño por recibir agradecimiento de alguna persona—algo que nunca había experimentado antes de conocer a Izumi pero siendo consciente de que su familia le tenía afecto—, Itachi sonrió ladinamente como única respuesta—no sabiendo que decir—y abandonó la cocina dirigiendo su andar hacia las escaleras que lo llevarían hacia el piso superior donde se encontraba la habitación de Izumi. Recostada sobre su cama y leyendo un libro nuevo entre los tantos que reposaban sobre su cama junto a su laptop ya apagada, Izumi esbozó una inmediata sonrisa al encontrar su mirada con la del semidiós, cerrando el libro que sostenía—marcando la página que había estado leyendo—y recibiendo la taza con un contenido caliente que él le tendió, dándole un pausado trago para probarlo.
—Sabe muy dulce— apreció Izumi saboreando la infusión de sabor agradable. —¿Tiene miel?— más bien afirmo ella conociendo bien ese sabor.
—Tu madre dijo que te gustaba— asintió Itachi sentándose frente a ella en la cama y observándola beber la medicina.
—Muchas gracias— sonrió la wiccan inmensamente conmovida por todo lo que él estaba haciendo por ella.
—¿Cómo te has sentido?—preguntó el semidiós ante el breve tiempo que se había ausentado de su lado para ir al siglo XVI y preparar la infusión.
—La tos persiste, y me siento muy cansada— enumero la pelicastaña pues ello no iba en declive, —pero mi garganta molesta menos, gracias a ti— su medicina calmó aquel malestar en cuanto comenzó a beberla.
—¿Sientes dolor?— inquirió el azabache alargando una de sus manos para palparle la frente.
—Algo— murmuró Izumi confundida por su pregunta. —¿Por qué?— esperaba que no se tratara de algo malo viéndolo retirar su mano de su frente.
—Tienes fiebre— suspiró Itachi agradeciendo haber hecho la medicina ahora pues ello la ayudaría a recuperarse más pronto.
—No...Así me tomara más tiempo recuperarme— se lamentó la wiccan que ya había creído sortear lo peor. —Tengo que ponerme a estudiar para no perder el tiempo— decidió dejando su taza vacía sobre su mesa de noche y pretendiendo levantarse.
—Olvídate de lo demás— protesto el semidiós sosteniéndole las manos e impidiéndole erguirse de la cama. —El mundo no va a detenerse, es verdad, pero tú no podrás seguirle el ritmo si no te recuperas— recordó observándola muy seriamente. —Eres la mujer más inteligente que conozco, solo te bastara medio día para estudiar y memorizar todo, pero hasta entonces descansaras— de ser preciso él leería sus apuntes en voz alta para ayudarla a memorizarlo todo.
La mayoría de las personas básicamente debían tratar de devanarse los sesos para asimilar información dentro de sus cráneos o siquiera rememorar una fecha o nombre pero Izumi no, su capacidad para memorizar acontecimientos históricos o párrafos enteros de un libro que había leído siquiera una vez—entre otras cosas—era sublime, y que decir de su capacidad para la interpretación de idiomas, no solo hablaba múltiples lenguas sino que era capaz de discernir palabras que incluso no entendía en momentos de tensión. Ella apenas y necesitaba estudiar y él lo había visto en el siglo XVI cuando viajaban como grupo, ella simplemente requería repasar cuando menos una vez la materia en cuestión para aprobar cualquier examen y no lo pensaba únicamente él, también lo hacían sus amigos y toda su familia. Dejando libre un suspiro pues sabía que discutir con Itachi era imposible en su situación—pues él estaba velando por su salud—, Izumi asintió a regañadientes y permaneció recostada mientras le indicaba su escritorio con la cabeza al semidiós pues ahí se encontraban los apuntes que tenía intención de repasar. Observando a Itachi en silencio y tratando de no parecer embelesada, Izumi decidió que su cuarentena iba a ser muy dulce para ambos…
Los días comenzaron a pasar hasta que esta semana de cuarentena—siete días para ser más precisos—que debía guardar lentamente comenzaron a llegar a su fin aquel fin de semana y si todo continuaba como hasta ahora podría acudir a presentar el examen para el que tanto había estudiado el lunes a primera hora, tras lo que Itachi y ella podrían retornar al siglo XVI y continuar junto a sus amigos la búsqueda de los fragmentos de la Joya del Paraíso. Recostada sobre su cama teniendo una bandeja con su desayuno sobre su regazo pero sin mucho apetito en este nuevo día, la wiccan vestía un cómodo pijama compuesto por una holgada blusa aguamarina de cuello redondo y cortas mangas hasta los codos, pantalones blancos con líneas aguamarina oscuro que formaban patrones florales y su largo cabello castaño recogido en una coleta alta que despejaba su rostro. Esta mañana Izumi se había despertado de un humor particularmente melancólico e Itachi se había dado cuenta de ello nada más verla abrir los ojos, inicialmente había supuesto que se debía al hecho de tener que permanecer encerrada en casa como consecuencia de la cuarentena pero ahora y viéndola muy despierta—escuchándola suspirar tristemente de vez en vez—podía notar una mirada de tristeza muy particular en sus ojos y que nunca antes había visto, ¿Acaso había tenido un mal sueño?, ¿o él había hecho algo malo?
—¿No te gusta el desayuno?— preguntó Itachi obteniendo la atención de la wiccan.
—Me encanta, y más que comas conmigo— negó Izumi, dándole una mordida a su sándwich igual que hizo él con el propio. —Solo me entristece no poder salir de casa el día de hoy— especialmente ese día en particular.
—Ya lo harás, cuando estés mejor— intentó consolar el semidiós prometiendo permanecer junto a ella el tiempo que hiciera falta.
—No…hoy es el aniversario de la muerte de mi padre— confesó la wiccan en voz baja sorprendiendo al Uchiha, —y siempre visito su tumba en este día, ya sea sola o con Inabi, el abuelo y mi mamá— este año no sería posible para ella por la cuarentena.
Cuando una persona moría, todos automáticamente repetían la frase de que "el dolor pasaría" o que cuando menos "aprendería a vivir con ello" y si, tenían algo de razón, pero para ella el dolor no había pasado, mentalmente seguía siendo la niña de cinco años que había perdido a su padre una tarde y que había tenido que asumir grandes responsabilidades como ser una figura materna y casi criar a su hermano menor, ahora contaba con su madre pero siempre sentiría que había perdido la parte más inocente de su ser el día que había muerto su progenitor y quizás era por ello que nunca hablaba de él con nadie, ¿Cómo hacerlo? Ni siquiera había podido despedirse de él, solo había tenido que aceptar de la noche a la mañana que nunca lo volvería a ver. Escuchar a Izumi fue un balde de agua para Itachi; obviamente ella debía tener un padre, todos tenían un padre para poder existir pero que este estuviera presente era debatible, y por las diferencias de cortejo entre su propio tiempo y el de Izumi, Itachi había inferido que quizás el padre de Izumi había abandonado a su familia o vivía en otro lugar, mas si lo había visto en algunas de las fotografías de la casa…pero que representaban la infancia de Izumi antes de que su hermano menor naciera aparentemente, nunca había preguntado al respecto y ahora se sintió como un tonto por ello a la par que sentía una inevitable curiosidad al respecto.
—No tenía idea que tu padre había muerto— mencionó Itachi finalmente y no sabiendo bien que decir.
—Es que no acostumbro a hablar de él con nadie— justificó Izumi no queriendo incomodarlo con aquel tema, —nunca lo he hecho, me es muy delicado— sus amigas solo sabían que había muerto, no más.
—Lo entiendo, también he perdido a alguien— asintió el semidiós aludiendo a su madre, —pero en ocasiones está bien hablar de lo que nos causa dolor, es una forma de evitar ahogarnos por ello— le había servido a él pues podía hablar del pasado gracias a ella, —podría serte de ayuda ya que no podrás visitar su tumba— si podía serle de ayuda haría lo que fuera…pero no podía sacarla de la casa.
—Puedo intentarlo— consideró la wiccan en voz alta antes de decidirse a hablar. —Mi padre murió cuando tenía cinco años en un accidente de auto, un conductor ebrio chocó su coche contra el suyo cuando mi padre volvía a casa de visitar a su familia en otra ciudad. Ese día estaba en la escuela, y supe que algo estaba mal cuando él no llego a buscarme como había prometido sino que lo hizo mi abuelo, pero no me dijo lo que había pasado hasta que llegamos al hospital— recordaba todo pero también habían muchas cosas en blanco. —Colapse cuando lo supe, no podía comer, me sentía terrible, no dejaba de temblar…cuando paso el funeral y lo demás, se me secaron las lágrimas, me calle y nunca le dije a nadie como me sentía— por eso no tenía particular apetito esa mañana, porque lo recordaba todo.
Nunca olvidaría lo emocionada que había estado ese día; su padre había prometido que llegaría a tiempo para recogerla al salir de clases, luego irían por un algodón de azúcar y luego cenarían en casa como familia como siempre, todos ansiosos por el nacimiento de su hermanito dentro de un par de meses…ni tampoco olvidaría como todo se había desmoronado, su abuelo había ido a recogerla y la había llevado al hospital pero sin darle explicación alguna creyendo que ella no entendería al ser una niña pero sí que lo había hecho. Nunca había visto el rostro de su padre otra vez y el ataúd se había encontrado sellado durante el funeral, su padre había muerto y sin embargo ella no había podido vivir realmente el duelo a diferencia de su madre que si lo había visto en la morgue. Habían muchas cosas que Itachi aún no entendía de la época de Izumi; y no, una de esas cosas no eran los autos que reemplazaban los caballos o coches que él conocía sino el hecho de cómo alguien que tomaba la vida de otra persona podía quedar libre e impune, ¿Es que no pensaban en aquellas personas que quedaban para lamentar esa muerte? Si, sucedía algo parecido en el siglo XVI pero el o los implicados eran vistos como criminales a ojos de todos si no recibían una sanción mientras que en el presente siglo XXI solo existía presidio breve y una multa. No era extraño que hablar de ello fuera tan doloroso para Izumi.
—Me enoje muchísimo con mi madre, durante años, porque cuando nació Inabi nos mudamos a la casa de mi abuelo y ella comenzó a trabajar como maestra de escuela, creo que no lo hizo solo porque fuera necesario sino porque intentaba escapar de su dolor— confesó Izumi sorprendiendo al semidiós por sus palabras. —Yo tuve que hacerme cargo de criar a mi hermano menor, y durante años vi a mi madre como una extraña, muchas veces pensé que ya no me quería, hasta que cumplí doce años e intento que hiciéramos las paces y nos reconciliáramos, pero nos tomó mucho tiempo, creo que aún estamos en eso— sonrió secamente al admitirlo.
—Me sorprende— reconoció Itachi ya que ella pauso su relato, —cuando he hablado con tu madre y contigo presente, ambas parecen llevarse muy bien, tienen una relación ejemplar— muchas madres e hijas quisieran tener un vínculo así.
—Porque antes de ser madre e hija fuimos amigas, pero me tomó mucho tiempo volver a verla como madre— discernió la wiccan serenamente. —En esta fecha, siempre visito el cementerio, compró un arreglo de rosas rojas; sus favoritas, y visitó su tumba— prosiguió pensando en su padre, —habló de todo con él; de lo bueno, de lo malo, de lo mucho que lo extraño, y como querría que estuviera a mi lado— ya le había hablado de Itachi en su última visita.
Itachi no era la primera persona en pensar así, muchos de sus amigos o compañeros de escuela pensaban que ella y su madre eran un modelo del vínculo familiar pero pocos sabían que eran muy buenas amigas—las mejores—mas eso no quería decir que fueran las mejores madre e hija sino lo contrario, Izumi le había perdido el respeto a su progenitora durante años, no había podido contarle nada realmente trascendental para ella o ser ella misma con su propia madre hasta hace…¿un par de años?—por no decir que no habían podido hablar sin discutir cada vez hasta los doce años—Por eso decía que aun trabajaban en ello y quizás su madre más que nadie ahora que ella tenía que viajar continuamente al siglo XVI. jugándose muchas veces la vida en el proceso lo que siempre preocupaba a su progenitora. Escuchando atentamente y valorando como el que más esta oportunidad de saber más de ella y conocer su pasado—como ella ya conocía parte del suyo por sus conversaciones privadas en el siglo XVI—, Itachi asintió en silencio admitiendo que ella tenía toda la razón pues si estudiaba los momentos en que había visto interactuar a madre e hija podía notar que parecían más dos grandes amigas que la tensa relación madre e hija forjada en base al respeto que él conocía en el siglo XVI…no eran pocas las hijas que llegaban a enemistarse con sus madres.
—Nunca te dije como murió mi madre— comentó Itachi para romper con el silencio y honrar su confesión. —Cuando era pequeño solo había conocido la vida dentro de la mansión en que residía junto a mi madre y la villa humana más próxima, aunque comprenderás que no eran particularmente amables— obvió absteniéndose de entornar los ojos al pensar en ello. —No entendía nada sobre el mundo, ni siquiera sabía luchar por mí mismo, mi madre se encargaba de protegerme y nunca había conocido ninguna amenaza o dificultad real. Hasta una noche, cuando se corrió el rumor en la mansión que estaban atacando la villa, y mi madre me pidió que me escondiera en uno de los pasadizos secretos, diciendo que ella iría después...pero no lo hizo— tuvo que detenerse para que no se le quebrase la voz inevitablemente.
—Itachi, no tienes que hablar si no te sientes capaz— aseguró Izumi no queriendo presionarlo a hablar de algo que era evidentemente doloroso.
—No, tú hablaste con sinceridad, y quiero hacer lo mismo— insistió el semidiós deseando corresponder a su transparencia. —Había un bosque cerca y corrí tan lejos como pude, me escondí allí toda la noche, huyendo de lo que sea que me encontrara hasta que salió el sol— había sido una de las noches más largas de su vida. —Yahiko llegó a buscarme al día siguiente, pero no volvimos a casa, solo me cuido y dijo que debíamos alejarnos, ocultarnos hasta que el peligro pasara, por lo que nos escondimos en el bosque durante unos días. Le roge a Yahiko que me llevara con mi madre, pero pasaron dos días antes de que regresáramos a la mansión— desde entonces Yahiko nunca lo había desobedecido, e incluso entonces había obrado pensando en su bien.
Haciendo un paralelo con las palabras de Izumi, en su día Itachi había tenido un vínculo único e irreemplazable con su madre ya que ella era el único ser humano que le había mostrado amor incondicional y puro, ternura y afecto sincero, por lo que Itachi siempre le había contado todo…o casi todo ya que tras comenzar a recibir discriminación por parte de los humanos que le rodeaban. Sin embargo y según recordaba su madre tendía a estar triste todo el tiempo como si lo supiera de cualquier forma nunca, había recibido golpes de otros niños pero ser despreciado y temido por solo existir no era algo precisamente consolador y no le desearía a nadie aquella existencia. Perder a su madre había sido un dolor como no existía otro y más porque al igual que Izumi no había podido despedirse de ella ni protegerla, había creído que volverían a verse y en su momento había estado tan asustado que simplemente había huido sin voltear…pensar en ello lo hacía sentir culpable porque se creía egoísta. Del mismo modo en que Itachi la había escuchado a ella, ahora fue el turno de Izumi de callar y prestar atención, sosteniendo una de las manos del semidiós entre las suyas en señal de apoyo y para hacerle sentir que no había prisa, si él necesitaba pausar su relato hasta sentirse mejor o interrumpirlo de forma definitiva, ella lo iba a entender.
—Todo estaba destruido, no quedaba nada de valor y los terrenos habían sido arrasados. Lo primero que sentí al volver fue el aroma de la sangre…de mi madre— Itachi se detuvo un momento para tomar aire y mantenerse sereno. —Los humanos habían oído que ella era una princesa y de los nobles que habitaban la villa más cercana, atacaron para quedarse con todas las riquezas y destruyeron todo a su paso— afortunadamente había podido salvar ciertas pertenencias que mantenía como tesoros personales. —Es por eso que siempre he resentido mi parte humana, porque si hubiera sido más fuerte sé que habría podido salvar a mi madre, ella no habría muerto para que yo viviera— jamás podría olvidar aquella impotencia.
—Pero tu madre no murió para que tu vivieras, ella murió porque te amaba y cuando se ama no se piensa en arriba, abajo, bien ni mal, solo das tu vida por la persona que amas— contrarió Izumi imaginando cuanto amaba la princesa Eshima a su hijo, —como tu padre por tu madre y tu madre por ti, no lo pediste pero ella lo hizo para demostrar que te amaba— solo una verdadera madre podía hacer un sacrificio así. —Aún hay bondad en el ser humano, Itachi, ambos perdimos a quienes amábamos por lo mismo; porque alguien comete un error o un crimen y toma injustamente la vida de una persona— eso no quería decir que solo hubiera mal e iniquidad en el mundo.
—¿Cómo lo hiciste?, ¿Olvidar?— preguntó el semidiós sin poder evitarlo, admirando su entereza personal.
—No lo hago— negó la wiccan al instante, —Muchas veces, cuando veo a un imbécil borracho pienso que fue un hombre así el que mató a mi padre por su irresponsabilidad, o cuando veo a un padre y su hija pasear por las calles, pienso que yo habría tenido eso si mi padre aún estuviera vivo. Pero no puedo vivir pensando en el "hubiera", no puedo aferrarme al odio, si lo hiciera solo me destruiría a mí misma— odiar no tenía sentido y uno solo se dañaba a sí mismo. —Para vivir debo dejar vivir y debo perdonar, pero no olvidar, si olvidas no aprendes algo importante— vivía según aquella creencia desde que era niña.
—Y eso es un error— comprendió él sonriendo ladinamente al aprender algo nuevo de ella.
El mundo entero debería tener sentimientos tan nobles para con sus enemigos, quizás de ese modo no existirían guerras, Itachi había pensado hasta antes de conocer a Izumi que se debía vivir según la ley de "ojo por ojo" y no "volver la otra mejilla", que el respeto era algo que se ganaba con mano dura e imponiéndose a otros pero cuanto más tiempo pasaba con ella más aprendía que para ganar respeto este se debía ofrecer, para ganar afecto se debía tener un corazón misericordioso y para proteger a otros se debía tener caridad, conocer a Izumi y pasar tiempo con ella le había abierto los ojos. De manera inevitable y por lo que sea que vivieran en algún momento de sus vidas, todos tenían algo doloroso que deseaban olvidar, ya fuera una desilusión, un error, la muerte de alguien…pero de su padre Izumi había aprendido a una edad temprana que bueno o malo todo pasaba por algo, nada no tenía propósito alguno sino que todo contenía una enseñanza, quizás esta no pudiera ser comprendida inmediatamente pero a la larga dejaba una huella pues los errores debían cometerse una vez, no dos ni tres. Cristiana y férrea creyente religiosa—mas no católica pues no se ceñía a ninguna religión en particular—, Izumi sostenía la idea de que era indigno vivir con odio y ella misma se había comprometido a no odiar a nadie en lo que durase su vida, podía ser rencorosa pero siempre trataba de perdonar, todos deberían.
—Gracias, Itachi, por contarme sobre tu pasado y tu madre— apreció la wiccan sinceramente y apartando la bandeja para entrelazar sus manos con las de él, —sé que no hablas mucho de eso y sé lo difícil que debe haber sido para ti— sabía que aún lo era.
—Y para ti— comparó el semidiós igualmente agradecido con ella por hablar de corazón y acercando con toda intención su rostro al de ella.
—Te voy a contagiar— regañó Izumi débilmente y sin apartar su rostro del suyo.
—No me importa— negó Itachi alzando una de sus manos para acariciar el contorno de su rostro.
Ya estaba más que decidido a permanecer al lado de Izumi hasta que su cuarentena finalizara esa noche—después de media noche oficialmente—, ¿Por qué guardar las malditas distancias?, ¿Qué importaba si se contagiaba? Había experimentado—y lo repetiría las veces que fuera necesario—pandemias muchísimo peores como la viruela o la peste negra, y si en el peor de los casos efectivamente se contagiaba lo haría con sumo placer, inclinando su rostro hacia el de Izumi quien no pudo evitar arquear el cuello y ofrecer sus labios que beso con admiración y devoción renovada, ¿Quién era realmente esta hermosa mujer de corazón puro y que era diferente de cualquier otra fémina sobre la tierra? Ahogando un gemido mientras sentía a Itachi acunar su rostro entre sus manos para profundiza el beso, sonriendo en medio del mismo al sentir la agitada respiración del semidiós contra sus labios pero teniendo más experiencia teórica que él, Izumi se dispuso mentalmente la tarea de enseñarle que existían otras clases de besos al estereotipo inocente que él parecía conocer. Rompiendo lentamente el beso pero manteniendo sus rostros muy cerca el uno del otro, Itachi e Izumi disfrutaron de quedarse en silencio y a solas mientras podían, porque a partir de mañana quien sabe si tendrían tiempo para ellos mismos en el siglo XVI.
Por ahora disfrutarían de poder estar juntos.
Las horas comenzaron a pasar paulatinamente luego de aquella conversación, aunque no lo dijeron ambos se sentían muchísimo mejor luego de hablar sobre sus respectivas perdidas pasadas, permitiéndoles continuar con su rutina; Izumi repasando sus apuntes para el examen del día siguiente e Itachi aproximándose a uno de sus estantes y seleccionando un libro al azar para mantener la quietud del ambiente. Luego de terminar de estudiar, Izumi continuó leyendo uno de los libros que reposaban sobre su cama mientras el semidiós se sentaba en la cama frente a ella, disfrutando del simple silencio y la presencia del otro, observándose por el rabillo del ojo de vez en vez pero sin necesidad de emitir media palabra siquiera. Fue así que el día llegó a su fin y no solo porque el sol hubiera desaparecido en el horizonte sino porque llegada determinada hora Izumi se fue a dormir e Itachi permaneció despierto por varias horas cerciorándose de que ella descansara, y una vez hecho esto el Uchiha se acero al librero aprovechando que el ambiente se encontraba iluminado por la lámpara de noche de Izumi permitiéndole ver como si aún fuera de día. Previamente durante el día había pasado su mirada por múltiples libros de los estantes de Izumi y que no había leído por intuir que eran privados y lo corroboró tomando uno que tenía escrito "Álbum Familiar" en la portada, con el cual se sentó frente al escritorio de Izumi.
Hasta ahora Itachi solo había visto las fotografías presentes en casa de Izumi y que retraban a los distintos miembros de la familia, entre las cuales solo en una aparecía su padre pero el álbum que abrió contenía sorprendentemente decenas de fotos en que aparecía el fallecido patriarca de la familia Uchiwa; un simple desayuno familiar en que aparecía junto a su esposa siendo ambos visiblemente jóvenes y enamorados según se veía en la imagen; otra en el día de su boda y en que parecían estar dando el sí y sonriéndose con una chispa especial que hizo sonreír ladinamente al semidiós; abrazados y sonriéndose junto a Izumi que era la bebé que aparecía en las fotografías y que parecía crecer a medida que avanzaba en las páginas. Era evidente que ella adoraba a su padre, habían muchas fotos de ambos juntos en que se abrazaban y ella lo besaba en la mejilla…luego las fotografías cambiaban abruptamente a la realidad que él ya conocía; Izumi abrazando a Inabi quien ahora era quien la abrazaba efusivamente como ella una vez había abrazado a su padre. También habían fotos de Izumi y su abuelo, abrazando a su madre o paseando por la ciudad, pero otras fotos llamaron la atención de Itachi; Izumi aparecía con otras tres chicas de su edad y que sonreían tanto como ella, nunca las había visto ni había oído a Izumi hablar de ellas por lo que no eran familiares suyas pero quizás si fueran sus amigas.
La realidad golpeo a Itachi como una bofetada; Izumi conocía casi a la perfección el siglo XVI y se había esforzado por integrarse a su mundo desde el primer momento…¿Pero y él? Hasta hace unos meses había visitado la época de Izumi para conocer su mundo solo una vez durante su primera "cita" pero no sabía casi nada fuera de su cotidianidad y marcadas diferencias entre épocas, nunca había tratado de conocer si ella tenía amigos en su propio tiempo y de quienes se alejaba búsqueda de los fragmentos y la lucha contra Orochimaru, amigos o amigas a quienes él ni siquiera conocía o cuya existencia ni siquiera le había importado hasta ahora y ello lo llevo a comprender que aún había mucho de Izumi que no conocía, pero que quería comprender y conocer, quería continuar maravillándose con ella. Cerrando el álbum y teniendo una idea más clara de cómo proceder a partir de hoy, Itachi se levantó del escritorio tratando de no emitir ningún sonido y regresó el libro a su lugar en el estante junto a los demás antes de volverse hacia la cama de Izumi, sentándose en la parte trasera de esta con la espalda apoyada en la pared, observando la serena expresión de Izumi al dormir antes de comenzar a cerrar lentamente los ojos…
El sol comenzó a salir iluminando la habitación de Izumi cuyo primer pensamiento antes de abrir los ojos fue; lunes, la inevitable sensación de pereza que tenía cualquier adolescente ante la sola idea de asistir a clases pero que en su caso la hizo sonreír al recordar que por fin podía volver a salir de casa pues su cuarentena había concluido a la media noche del día anterior, ella no era ningún riesgo para nadie de su entorno familiar a quienes podía volver a abrazar pero tampoco era un riesgo para sus amigas, para cualquier persona que se encontrase con ella ni mucho menos para Itachi quien no se había contagiado en absoluto durante todo el tiempo en que había cuidado de ella con gran esmero haciéndola ruborizar de solo pensar en ello. Abriendo los ojos a la luz del sol que entraba por su ventana, Izumi suspiró antes de esbozar una sonrisa viendo a Itachi dormir a unos centímetros de ella, sentado y con la espalda apoyada en la pared, ¿Acaso se había dormido velando su sueño? Con sumo cuidado y tratando de ser lo más sigilosa posible, Izumi apartó la colcha y sabanas para levantarse de la cama y acercarse a la ventana cuyas cortinas anudo para dejar entrar la luz y abrió la ventana corrediza para que entrara aire fresco despertando así al semidiós. Frotándose los parpados como reacción espontánea al despertar, Itachi enfocó su vista en Izumi de pie junto a la ventana y que tenía ese semblante que él tanto adoraba.
—Por fin termino esta bendita cuarentena— suspiró la wiccan sabiendo que el Uchiha se encontraba despierto.
—¿No debería ser maldita?— preguntó el semidiós arqueando una ceja con divertimento ante sus palabras.
—No, porque te tuve a ti— diferenció Izumi con una sonrisa y volviendo su mirada hacia él que entrelazó en silencio su mirada con la suya. —Tengo que vestirme y rápido— recordó teniendo el tiempo preciso para bajar y desayunar ya.
Itachi no tuvo tiempo de sentir incomodidad ante las palabras de Izumi pues ella se aproximó al armario cuyas puertas abrió de par en par comenzando a reunir la ropa que usaría ese día—incluyendo su ropa interior y zapatos—antes de abandonar la habitación rumbo al baño para vestirse; parpadeando con extrañeza ante lo fácil que resultaba para la gente regularizar la intimidad en el siglo XXI, Itachi se levantó de la cama y estirándose abandono la habitación rumbo a la planta baja…Horas después Izumi regresó a casa con una radiante sonrisa y una expresión de fingida arrogancia a la par que declaraba ser la nota más alta de todo su salón en el examen lo que detonó la celebraciones de todo los miembros de su familia y obteniendo una sonrisa ladina por parte de Itachi quien ya había tenido claro que ella aprobaría y con creces. Libre de responsabilidades, Izumi vestía una sencilla blusa malva grisáceo sin mangas y de escote redondo bajo un bolero beige pálido de profundo escote en V anudado a la altura de su vientre con mangas acampanadas por encima de las muñecas, jeans azul claro y cómodas sandalias beige pálido, con sus largos rizos castaños cayendo sobre sus hombros y tras su espalda por un cintillo de tela malva pálido resaltando su belleza natural a ojos de Itachi que no podía dejar de observarla. Ambos se encontraban en la cocina revisando todas las compras que habían hecho para su viaje.
—¿Llevamos todo?— preguntó la wiccan tickeando una lista invisible en su mente.
—Si— asintió el semidiós sin poder evitar quedarse observándola. —Te dije que apenas y necesitabas estudiar— recordó aludiendo su sobresaliente resultado.
—En realidad creo que todo fue por tus cuidados— reconoció ella dirigiéndole una de sus deslumbrantes sonrisas. —Muchas gracias, Itachi— apreció en voz alta.
Cada vez que enfermaba de resfrío—desde que era niña—los síntomas tardaban cuando menos tres semanas en desaparecer por completo e inevitablemente afectaban su desempeño en los estudios, Izumi se conocía a sí misma y por ello había temido con horror fallar en el examen o no poder asistir al mismo, pero gracias a Itachi, sus cuidados y medicación del siglo XVI se sentía como nueva, solo siete días de cuarentena y cuatro de sus cuidados, y era como si no hubiera ocurrido absolutamente nada y debía agradecérselo. ¿Quizás con un beso? No, se dijo Izumi sin olvidar que las forma del siglo XXI podían resultar algo imprevisibles y audaces para Itachi cuya forma de ser y crianza era más bien tradicional y ella respetaría eso, por ahora, reservándose a envolver sus brazos alrededor de su torso y abrazarlo efusivamente; perdiendo ligeramente el equilibrio ante el efusivo abrazo de Izumi, Itachi no tardo en corresponderle envolviendo sus brazos alrededor de su cintura y su espalda, sonriendo ladinamente ante lo fácil que le resultaba interactuar más íntimamente con ella en su época que en su propio tiempo donde muchas veces sentía las presiones y expectativas propias de su entorno y que en ese momento le parecieron una tontería. Escuchando un click y percibiendo un destello de luz que se desvaneció tan pronto como apareció, Itachi e Izumi rompieron el abrazo encontrando una cara conocida:
—Esa es hermosa— elogió Hazuki sosteniendo una cámara y viendo sonreír a su hija. —No tengo ninguna foto de ustedes dos juntos, espero que esta sea la primera de muchas— justificó ante la expresión de confusión en el rostro de Itachi.
—Mi mamá es una fanática de fotografiar momentos para el recuerdo— sonrió Izumi incapaz de quitarle aquella afición a su madre, —acostúmbrate, Itachi— advirtió únicamente no pudiendo hacer más.
—Tratare de hacerlo— asintió el Uchiha divertido ante esa idea. —Nos veremos en un par de días— se despidió cargando voluntariamente con las bolsas llenas de víveres.
—Cuídate mucho, Izumi— deseó la matriarca Uchiwa a su hija y ya extrañándola.
—Lo haré— prometió la wiccan colgando el bolso con sus libros de su hombro derecho y besando a su madre en la mejilla. —¡Adiós!— se despidió abandonando la cocina junto a Itachi.
Desearía despedirse de su hermano Inabi o de su abuelo Fudo pero su hermanito estaba jugando videojuegos en casa de uno de sus vecinos y su abuelo dormía una siesta en su habitación por lo que molestarlos o interrumpirlos estaba de más y en cualquier caso ellos ya estaban sobradamente acostumbrados a su estilo de vida como para detenerse a considerarlo. Acostumbrada al peso extra que implicaba su bolso cargado de libros y apuntes de sus clases para no quedarse rezagada en ningún momento, Izumi recorrió el pasillo hacia el sótano tras Itachi que avanzaba dos pasos por delante de ella y que caballerosamente abrió la puerta para permitirle ingresar primero, cerrándola a su espalda. Sintiendo como si fuera nada el peso de las bolsas de víveres y cerrando la puerta con su espalda en un seco movimiento, Itachi bajó los escasos escalones que había para bajar al sótano y dirigió sus pasos al pozo que subió con un par de secas zancadas sentándose en el borde junto a Izumi quien volvió la mirada hacia él con una sonrisa ladina y como si iniciara una cuenta regresiva, una que ambos conocían muy bien; uno, dos tres…sosteniendo la bolsas con una sola mano, Itachi envolvió su brazo izquierdo tras la espalda de la wiccan y ambos saltaron velozmente al interior del pozo desapareciendo en un haz de luz.
Las palabras estaban de más.
PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, agradeciendo como siempre su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado:3 las próximas actualizaciones serán "Dragon Ball: Guerreros Saiyajin", luego "El Rey de Konoha", nuevamente "A Través de Las Estrellas", "La Reina Olvidada", "Kóraka: El Desafío de Eros", "Queen: The Show Must Go On" y una nueva historia que estoy desarrollando :3 esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Argumento & Nuevos Detalles: Originalmente tenia previsto que este capitulo representara una nueva batalla o escaramuza para nuestros queridos viajeros pero no me agrado la forma en que se estaba desarrollando la continuidad del mismo y tuve que pensar en otra opción, lo que coincidió en el hecho de que mi madre contrajo covid hace una semana—milagrosamente yo no y es la segunda vez que me pasa—y se me ocurrió modificar la trama inspirándome en ello y sin saber que una amiga muy querida para mi también había enfermado de resfrió por lo que todo quedo de anillo al dedo. Ya había dejado en mucho suspenso el pasado de Izumi y como murió su padre por lo que en este capitulo decidí ahondar en aquel tema a la par que hablaba del propio pasado de Itachi y como perdió él a su madre teniendo casi la misma edad que nuestra wiccan. Inicialmente no estaba contemplado que el capitulo partiera con Toka, es mas, no tenia previsto que tuviera una escena así pero no me arrepiento de haberla incluido ya que siempre es bueno profundizar mas en un personaje que tiende a parecer una villana pero que es mas incomprendida de lo que parece. También profundice mas en los sentimientos de nuestros protagonistas el uno por el otro y respecto de relación por lo que el capitulo fue muy fácil y placentero de desarrollar, por lo que espero que mi trabajo sea de su agrado.
Una Nueva Historia: para aquellos que me siguen como escritora amateur o solo por mis trabajos orientados al mundo de Naruto, quería recordarles o bien comunicarles que la semana pasada comencé a subir una historia completamente diferente de mis trabajos anteriores y no en trama, época o personajes sino porque en lugar de Naruto, me enfocó en Dragon Ball. Fue uno de los tantos animes que vi en mi infancia pero que al volver a ver en este punto de mi adultez no ha podido evitar despertar preguntas en mi, ¿Qué habría ocurrido si la trama estuviera enfocada a ser un relato coherente de ciencia ficción con una trama seria y enemigos serios? En esta nueva historia quiero explorar la complejidad de la raza Saiyajin, sus sentimientos, explorar a los personajes que integran el universo de Dragon Ball y dar un giro a la historia pero basándome en la obra original de Akira Toriyama por supuesto. ¿Qué me dicen?, ¿Se apuntan a acompañarme en esta nueva aventura?
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
