-Esta historia esta inspirada en el manga y anime "Inuyasha" de Rumiko Takahashi, así como en mitología griega, persa, americana e indu. Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidad, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Darkside" de Neoni para Izumi, "Tears Of An Angel" de RyanDan para Itachi, "Black & White" de Niall Horan para Hinata y Naruto, y "Seven Devils" de Florence & The Machine para el contexto del capitulo.
Usualmente Emiko, Aiko y Chinami—las amigas de Izumi elegían—respetar la actitud reservada de su amiga, contactando con ella por redes sociales cuando era posible y sin olvidar que la Uchiwa no era necesariamente el ser más sociable del mundo y por lo no debían esperar que ella fuera a contestar prontamente a algunos de sus mensajes o llamadas. Conocían a Izumi de pequeña y sabían a lo que atenerse, pero este era un día sin clases y por lo que deseaban visitar a su amiga a quien ya habían llamado de antemano recibiendo un mensaje de que estaba en casa aunque no lo estaban su madre y su hermano menor quienes habían ido a un control médico de rutina; la oportunidad perfecta para pasar tiempo con su amiga. Era la primera vez que el grupo de amigas estaría reunidas después de que Izumi se hubiera recuperado del Covid-19 y tras lo que había desaparecido dos semanas, ¿Por qué? No tenían idea, Izumi no era tan comunicativa sino más bien reservada pero sus amigas figuraban que quizás su madre había planeado un viaje familiar para distraerla y evitarle estrés, o bien podría haber visitado a sus parientes—por parte de su fallecido padre—en Nueva York. Sin embargo la situación comenzó a tonarse decepcionante mientras las tres amigas—encabezadas por Emiko—tocaban insistentemente el timbre junto a la puerta sin recibir respuesta alguna, ¿Sería posible que Izumi hubiera salido?
—Parece que no hay nadie— gruñó Emiko por lo bajo, regresando su teléfono al bolsillo de su pantalón.
—E Izumi no contesta su teléfono— se preocupó Chinami tratando de ver por el cristal de las ventanas hacia el interior.
—Qué extraño, dijo que estaría en casa todo el día— meditó Aiko imitándola. —¿Qué estás haciendo?— cuestionó, volviendo la mirada hacia su otra amiga que ingresó la mano por el hueco de la ventana abierta junto a la puerta.
—Respeto la privacidad de Izumi, pero antepongo mi derecho de amiga y elijó entrometerme de todos modos— contestó Emiko como si nada, girando la perilla desde el interior.
Ya podrían pedirle perdón a Izumi por entrar en su casa de esa forma, pero ella confiaba tanto en ellas que incluso les había ofrecido una copia de las llaves de su casa para que entraran cuando quisieran solo que ellas lo habían rechazado por temor a perderlas; con sigilo al no escuchar sonido alguno, el grupo de amigas ingresó cerrando la puerta tras de sí con apenas un chirrido, observándose entre sí y avanzando en puntillas hacia la cocina donde escucharon un ligero repiqueteo, ocultándose en el umbral para observar. De espaldas a ellas frente a la encimera se encontraba Izumi a quien reconocían por su altura y largo cabello que caía tras su espalda, vistiendo unos cómodos jeans azul oscuro, botines negros de cuero con tacón y—por el clima otoñal que ya se sentía—un suéter gris claro estampado en rombos azul petróleo y violeta a lo largo de la tela, de cuello alto y redondo, y mangas que se ceñían a la altura de los codos. La Uchiwa se encontraba ocupada o más bien inmersa en un ritual que las hizo estremecer, teniendo delante suyo—sobre la encimera un cuenco de madera sobre el que terminó de verter agua, alargando su mano derecha para vaciar parte del contenido de un recipiente de vidrio, y un instante después hizo lo mismo con el de la izquierda y un puñado de hierbas, haciendo que sus amigas voltearan a verse pálidas e intentando entender lo que estaba pasando.
—¿Qué está haciendo?— preguntó Aiko casi sin aliento a causa del miedo.
—Si no la conociera, diría que es una bruja...— susurró Emiko casi sin palabras.
No querían pensar mal de Izumi, mas en el último tiempo y por causa de la pandemia pasaban tan poco tiempo juntas que no tenían idea de que hacía su amiga con su tiempo libre, ¿pero practicar brujería? Nunca habían imaginado que la verían así pero tuvieron que confirmarlo y cubrirse los labios para no chillar al ver como un vapor comenzaba a emanar del cuenco de madera ante ella e increíblemente Izumi lo sostuvo en sus manos y acerco a su rostro, inhalando profundamente y soltando un suspiro de lo que pareció ser satisfacción. Absolutamente incrédulas y aterradas como estaban, el grupo de amigas retrocedió sobre sus pasos con intención de salir de la casa como si jamás hubieran estado ahí, pero sus nervios las traicionaron e hicieron caer sonoramente de espaldas delatando su presencia a Izumi quien apareció en el umbral de la cocina observándolas seriamente y de brazos cruzados por haber invadido su hogar de esa forma. Lo que siguió fue un interrogatorio por parte de sus tres amigas y cuyas teorías o conclusiones—sobre que ella era una bruja, eso pensaban literalmente—la hicieron reír por lo hilarante que era aquello mientras las cuatro se encontraban sentadas sobre los sofás de la sala, ¿En qué siglo estaban?, ¿Acaso sus amigas iban a llamar a la inquisición? Pensar en ello hizo gracia a Izumi porque viajaba continuamente al siglo XVI donde parecía haber menos prejuicios al respecto.
—Déjenme ver si entiendo, ¿Creen que soy una bruja?— resumió Izumi, esforzándose por no estallar en carcajadas ante la sola idea.
—Si, por el ritual que estabas haciendo— señaló Chinami, superando su temor inicial.
—¿Qué hacías, Izumi?— interrogó Aiko entre preocupada y visiblemente desconfiada.
—¿Practicabas magia negra?— inquirió Emiko con idéntica intención.
—No…bueno, técnicamente si soy una bruja; una bruja buena— se apresuró el diferenciar la Uchiwa, mas viendo que ello no convencía a sus amigas. —Vengan conmigo— invitó levantándose del sofá.
Sus amigas, evidentemente prejuiciosas como consecuencia de las habladurías y mitos entretejidos en torno a la magia ya sea que esta fuera buena o mala—no había que olvidar que por alguna razón la palabra "bruja" se asociaba con lo negativo siendo que representaba la sabiduría—, no creerían que ella no estaba haciendo vudú o vendiendo su alma a algún demonio ni se quedarían tranquilas a menos que ella les probara que sus nuevas actividades eran inofensivas y por lo que dirigió sus pasos hacia la escalera y de ahí a la planta alta confiando en que sus amigas la seguían y así fue pese al recelo o desconfianza de estas y que no cesaron de observarse entre sí con contenido temor mientras su amiga abría la puerta de la habitación y que dejo abierta para permitirles ingresar; por temor, Aiko, Emiko y Chinami esperaban ver grandes cambios en la habitación de su amiga, quien se acercó al abrir el armario y arrodillándose en la parte baja de este, pero no era así, todo se veía igual que la última vez en que habían estado ahí. Tratando de contener una sonrisa ante la actitud de sus amigas que se sentaron sobre su cama, Izumi cargó en brazos un cofre de madera que había comprado en el último tiempo y sentándose sobre la silla ante su escritorio lo abrió revelando ante sus amigas toda una gama de pequeños frascos de vidrio rotulados con su contenido, todos aceites y tónicos hechos por ella misma.
—Estuve investigando y hay sangre de wiccan en mi familia, por mi abuela— explicó para evidente asombro de sus amigas. —Lo que vieron era un ritual de menta y clavo que suelo hacer para relejarme— la ayudaba a lidiar con el estrés y a sentirse mejor. —Siempre que tengo tiempo libre creo toda clase de aceites y esencias, como estos; albaca para las migrañas, lavanda como relajante e infusiones de manzanilla para el dolor— enseñó, permitiendo a sus amigas tomar los frascos y observarlos con detenimiento.
—Vaya, realmente eres una bruja…— comentó Emiko en voz alta, haciendo que Aiko y Chinami la observaran reprobatoriamente. —Perdón— agregó no queriendo ofender a su amiga que las sorprendía gratamente con su nuevo pasatiempo.
—No me ofende— sonrió Izumi abrazando ese reconocimiento. —Aunque la palabra no es bruja, sino wiccan— diferenció prefiriendo que la llamasen así.
Sonriendo con orgullo y emoción entremezclados, Emiko, Chinami y Aiko observaron todos los pequeños aceites, esencias, tónicos o extractos de plantas que su amiga había hecho, fascinándose con este mundo del que ella sabía pero ellas no y eso las atraía todavía más. Sintiendo un peso menos sobre sus hombros, no pudiendo contarles todo a sus amigas sobre sus continuos viajes al siglo XVI pero si comenzar a introducirlas a ello con este nuevo rumbo que había tomado su vida, recibiendo aceptación a cambio; había tomado la decisión de continuar con su entrenamiento de wiccan aunque no se encontrase en el siglo XVI todo el tiempo, comprendiendo que lady Tsunade también estaba ocupada y no siempre podía ayudarla, familiarizándose con todo tipo de plantas medicinales cuando estaba en casa, practicando el crear todo tipo de esencias, tónicos y aceites así como hechizos en base a los registro que su abuela había dejado escritos en su diario, apuntando los propios y sus propias recetas de medicinas, ya habiendo comenzado a ofrecer sus servicios a algunos ancianos de la cuadra si de tranquilizantes o relajantes naturales se trataba solo por el placer de hacer una buena acción y aprender de ello al mismo tiempo. Su abuela había sido una wiccan, su madre no había seguido ese camino pero lo respetaba y de una u otra forma Izumi había descubierto que podía serlo si se esforzaba y practicaba, y quería dedicarse a ello de serle posible. Quería ser una wiccan…
Regresar al siglo XVI había sido fácil para Izumi, disfrutando de tener a Itachi a su lado y corroborando que no se encontrase demasiado cansada por el trayecto a pie a medida que se acercaban a la costa este del continente, pues él antes que nadie había notado que el resfrió—más específicamente Covid-19—que había afectado a Izumi le restaba fuerza y resistencia si de recorrer el camino se trataba, aunque ella insistía en que no era así y fingía que no se cansaba al caminar. La wiccan vestía una camiseta de cuello a alto y cerrado, ligeramente corta que dejaba expuesto parte de su vientre y de cortas mangas hasta los codos, encima un chaleco negro que permanecía abierto, con mangas arremangadas hasta los codos y larga cola por encima de los tobillos, jeans azul claro desgarrados a la altura de las rodillas y cómodos botines negros, con sus largos rizos castaños cayendo desordenadamente sobre sus hombros. Este era quizás el viaje más largo que habían realizado y por lejos, llevaban unos cuatro días y medio—ya era medio día—de viaje ininterrumpido hacia el este en que solo habían dormido lo necesario por la noche antes de proseguir, todo siguiendo las indicciones de Naruto quien infatigablemente iba al frente del grupo como guía pues decía conocer un lugar muy cómodo donde podrían alojarse e investigar la posible localización de más fragmentos desde allí pero todos comenzaban a dudar de ello.
—Vamos, esforcémonos otro poco— alentó Naruto ignorando el cansancio de sus amigos.
—¿Estás seguro de a dónde vamos, Naruto?— preguntó Hinata, deteniéndose un momento para beber un poco de agua de su cantimplora.
—Claro, estamos muy cerca— asintió el Uzumaki agradeciendo que ella siguiera su ritmo y confiara en su proceder. —¿Alguna vez los he guiado mal?— cuestionó a Itachi e Izumi varios pasos tras ellos.
—¿En serio quieres que contestemos eso?— cuestionó el Uchiha desde su lugar, cargando a Konohamaru en su espalda.
—Gracioso— desestimó el rubio, eligiendo no tomarlo como algo personal. —Hay un villa pasando esta colina, tienen mi palabra— aseguró señalando la elevada colina por la que subían.
—Contenme o juro que lo matare— gruñó Itachi por lo bajo para no caer en la locura.
—Yo lo enterrare y Hinata dirá una oración— respaldó Izumi, abanicándose con una de sus manos.
No es que desconfiaran realmente de Naruto, de hecho cualquiera de los y las presentes—incluida la pequeña Hina en su forma de gata y que viajaba recostada sobre los hombros de Hinata—confiarían sus vidas en las manos del fraile sin pensarlo dos veces, pero usualmente y si de hospedarse en un lugar se trataba Naruto tendía a engañar o más timar a las personas alegando una presencia demoniaca en el lugar o una "nube de la desgracia", ¿Qué treta usaría esta vez? Al llegar a lo alto de la colina y comenzar a descender, a lo lejos y junto a un pozo que se alimentaba de una fuente subterránea vieron a una figura femenina que termino de llenar y cargó dos pesados cantaros color marfil en sus brazos, se trataba de una chica de uno o puede que cuando mucho dos años menos que Izumi o Hinata, de largó cabello rojo que formaba definidos rizos que caían sobre sus hombros peinados por un broche en forma de orquídea, ojos violeta y piel clara, ataviada en un vestido azul petróleo de escote corazón cerrado hasta la altura del vientre por diez pequeños botones, falda holgada y mangas ceñidas que continuaban en acampanados lienzos de gasa turquesa hasta la altura de las muñecas. Como si se supiera observada en su camino, la joven tuvo que dejar los cantaros con agua en el suelo pues a nada estuvo de soltarlos por causa de la impresión antes de correr hacia el fraile con una radiante sonrisa.
—¡Señor Naruto!— gritó la chica, sujetándose la falda para no tropezar al correr.
—¿Sara?— se sorprendió Naruto antes de ser abordado por un efusivo abrazo por parte de la chica, a quien sujeto de los hombros para verla mejor. —Mírate, apenas y te reconozco— la niña que recordaba se había convertido en una bella mujer.
—Usted no ha cambiado, sigue igual de guapo— apreció la Roran con una sonrisa y las mejillas ligeramente sonrosadas.
Quizás era osado por su parte, siendo una joven de solo catorce años, dirigirse de ese modo a un hombre que sabía era soltero—o esperaba que siguiera siéndolo como cuando se habían conocido cinco años antes—, pero Sara guardaba en su memoria los mejores recuerdos del fraile Naruto quien le había conseguido un hogar cálido y seguro así como un trabajo en esa villa luego de que ella se la hubiera pasado vagando en el bosque desde la muerte de sus padres cuando era muy pequeña, y él Uzumaki había dejado una impresión tan significativa en ella que el sueño durante todos estos años era volver a verlo y quizás convertirse en su esposa. Hombre al fin y al cabo, despistado de los sentimientos a diferencia de las mujeres que tenían ojos para los detalles, Naruto sonrió cálidamente a Sara antes de envolverla en un nostálgico abrazo, sin notar el suspiro que salió de los labios de Hinata quien apartó la mirada como en ocasiones anteriores, después de todo Naruto y ella eran amigos…Pero, ¿Por qué en ocasiones parecía haber algo entre ambos y luego incluso era más cariñoso con otras mujeres? No debería ilusionarse pues eran amigos y tenían un propósito en común pero la Hyuga no podía evitar hacerlo. Observándose entre sí, teniendo sus propios problemas con los que lidiar, Itachi e Izumi se observaron únicamente entre si y prefirieron no decir nada al respecto, no era su deber después de todo.
Naruto debía resolver sus enredos amorosos por sí mismo.
En una breve introducción, Naruto les presentó a su antigua protegida Sara Roran, una niña a quien había salvado—técnicamente así podía llamársele—de la orfandad y dado un hogar en la casa del alcalde de la villa que la había aceptado como aprendiz de cocinera y luego la joven—disciplinada, entusiasta y obediente—había ascendido a sirvienta y actualmente ama de llaves del alcalde así como camarera de su esposa, sin olvidar el hecho de que solo tenía catorce años y tan elevada posición merecía reconocimiento, era asombroso que hubiera logrado tanto. Tras esto el grupo continuo con su camino, Naruto ayudando a Sara a cargar uno de los cantaros con agua mientras la planicie se transformaba en un elegante camino pavimentado por roca que trazaba el sendero a una enorme entrada cual arco del triunfo—de roca sólida, de ahí la comparación—permitiéndoles el ingreso a una villa de aspecto muy elegante, incluso más grande y mejor construida que la de lady Tsunade y cuyas casas básicamente parecían ser de nobles por su calidad, salvo por el hecho de que no circulaba nadie en las calles, no había ruido como si nadie viviera ahí lo que incomodó o extraño al grupo que se observó entre. Al menos Naruto sí que había tenido razón en apremiar tanto aquel viaje durante días pues el lugar era bello y cómodo como ningún otro que hubieran visitado.
—¿Ven?, les dije que había una villa aquí— señaló Naruto como si les leyera el pensamiento a sus amigos. —Qué extraño, recuerdo que este lugar era muy poblado— observó volviendo la mirada hacia su antigua protegida.
—Unas horribles criaturas nos han estado rondando desde hace semanas, por lo que la gente no sale mucho— explicó Sara sin dejar de caminar. —Son serpientes humanoides con enormes de escamas impenetrables, ojos fulgurantes como el fuego, garras como hierro y enormes mandíbulas con colmillos. Todos les temen al verlas, y los que no han quedado ciegos si las ven a los ojos— era algo espantoso.
—¿Unk Cekula?— reconoció Izumi con sorpresa. —Se supone que solo aparecen en Dakota— eso sabía por los mitos que había crecido escuchando. —¿Por qué están aquí? Es algo lejos de su territorio— era muy extraño que eligieran migrar.
—Nadie lo sabe y por eso estamos tan asustados— asintió la Roran, temblando de miedo interiormente. —Antes atacaban una vez al año, pero ahora nos asechan de tal modo que la gente teme salir a todas horas— algo lo provocaba pero no sabían el que.
—Sin embargo tú eres valiente al arriesgarte— evidenció Hinata, admirando su valor.
—El hogar del alcalde no se administra solo, y el miedo no me dará de comer— asintió la pelirroja, teniendo un trabajo por el cual debía subsistir.
—Bien dicho; de hecho, creo que nosotros podríamos ayudar— manifestó el Uzumaki con un plan bien armado en su mente. —Con un fraile, una poderosa wiccan y un dios perro aquí, creo que podremos ahuyentar a esas criaturas— nombró haciendo que sus amigos entornaran los ojos con un deje de burla ante su estrategia.
—¿Dios perro?, ¿Es en serio?— cuestionó Itachi siendo parte dios y no uno completo.
—Oye, estoy halagándote— murmuró el fraile y ante lo que el Uchiha bufó por lo bajo. —Confía en nosotros, Sara, arreglaremos esto— prometió a su antigua protegida.
—Síganme, los llevare con el alcalde— sonrió la Roran, creyendo en su palabra como en la de nadie más.
Confiando en Sara pues quien fuera amigo de Naruto era amigo suyo—pese a la evidente tensión que sentía Hinata y que no pasaba inadvertida para ellos—, el grupo fue conducido a la casa más grande de la villa y que evidentemente era la del alcalde, aguardando unos instantes en la entrada mientras la pelirroja—cargando con ambos cantaros de agua—dejaba todo en la cocina y les abría unos segundos después, procediendo a llevarlos ante el alcalde. Naturalmente que el mandatario vio con buenos ojos que un fraile y una wiccan llegaran a la villa, representaban la esperanza de superar aquella desafortunada situación y lo fue todavía más que también se presentara un "dios perro" como había señalado el fraile, ¿Es que el cielo podía ser más generoso con ellos? Nativa de los Estados Unidos por nacimiento pese a sus orígenes griegos por parte materna, Izumi también tenía herencia nativa por parte de su fallecido padre, de hecho su tatarabuelo había pertenecido a un clan del norte del territorio, muy cerca de Dakota del Norte y por ende conocía el bestiario del folclor de los pueblos que hoy en día—en el siglo XVI—continuaban habitando esas tierras; podría tomarlo como una ridiculez o pura superstición pero desde que había conocido a Itachi compendia que las personas del siglo XVI no elegían creer en ello porque si, era un hecho en sus vidas y lo respetaba como tal.
—Sigo sin entender porque hacemos esto— masculló Itachi mientras eran guiados por Sara a sus aposentos.
—Porque nunca hace daño ayudar a otros— correspondió Naruto manteniéndose perfectamente imperturbable.
—Naruto tiene razón, y puede que ello involucre un fragmento— recordó Izumi serenamente y deseando poder ayudar.
—Eso está fuera de discusión— obvió el Uchiha, especialmente interesado en eso último o eso demostró. —¿Sientes algo, Izumi?— preguntó siempre atento a ella.
—En absoluto— negó la wiccan apretando los labios, —pero ya estamos aquí, no podemos irnos— mencionó para intentar convencerlo de que debían ayudar. —Itachi...— susurró volviendo la mirada hacia él.
—No diré nada— sosegó el semidiós con voz calmada. —Lo bueno es que solo será por esta noche— agregó para parecer indiferente o eso dio a entender.
No era intención de Itachi pretender que no le importaba lo que ocurriera con el resto del mundo, sí que en el pasado se había mostrado sumamente indiferente a ello pero en la actualidad y por influencia de Izumi—él le adjudicaba semejante logro—era más consciente del sufrimiento de otros y siempre que podía—de estar a su alcance—trataba de hacer algo al respecto mas no siempre estaba de acuerdo, dejar su propio pasado y sufrimiento atrás era difícil pero cierto era también que no podía negarse a algo que Izumi le pidiera, menos con esos hermosos ojos ónix y sus largas pestañas que—ya sea que ella se diera cuenta o no—se batieron inocentemente mientras ella lo observaba. Sonriendo para si al ver que Itachi protestaba como de costumbre, Izumi cruzó sus brazos por sobre su pecho mientras reemplazaba su sonrisa por una expresión pensativa; pese a todo cuanto sabia de mitología y folclore nativo americano no tenía idea de que podía haber hecho que los Unk Cekula emigraran de su territorio natal tan al este y cerca de la costa, ¿Había algo más tras ello? No podían pensar que esto era algo al azar, un hecho fortuito, pues sus anteriores combates les habían enseñado que alguien siempre estaba detrás de cosas como esta. Deteniéndose ante dos pesadas puertas de madera que abrió de par en par, Sara ingresó primero y se volvió hacia ellos invitándolos a pasar a sus habitaciones…
Acomodando sus pertenecías sobre el baúl tras la cama de su habitación junto a su arco en caso de necesitarlo por una emergencia, Izumi se sentó en el borde de la cama y cruzando una de sus piernas sobre la otra se inclinó para quitarse los botines…pero apenas pretendió llevar a cabo esa acción sintió un escalofrío comenzar en su nuca y recorrerla completamente en segundos. No se trataba de un fragmento de la Joya del Paraíso y sí que lo analizó mentalmente a conciencia, pero si se trataba de un respirar oscuro en su nuca, como si pese a la calma algo fuera a pasar, ¿Y por qué de pronto se había hecho el silencio? Ni siquiera los grillos cantaban esa noche y los perros de las casas vecinas estaban en silencio, ¿Por qué de pronto había tanta calma? Con esa inquietud y eligiendo permanecer vestida y despierta, tomando su arco y carcaj por si acaso, Izumi avanzó hacia las puertas que abrió de par en par contemplando el idéntico silencio que reinaba mientras cerraba estas con un chirrido tras de sí; como si pensara lo mismo que ella, Itachi salió de su propia atención en ese momento y no porque hubiera escuchado los pasos de ella sino porque tanta calma y elocuente silencio eran devastadores por sí mismos, de hecho ni siquiera había escuchado los pasos de Izumi ni podía percibir nada con su agudo sentido del oído…algo estaba interfiriendo con sus sentidos, eso no estaba bien, no era normal.
—Izumi, ¿Qué pasa?— preguntó el Uchiha ante el semblante preocupado de ella.
—Siento algo— contestó la wiccan, acercándose a una de las ventanas para ver el exterior.
—No huelo nada, ¿segura?— inquirió Itachi pese a que él mismo sintiera algo raro.
—Sí, no puedo explicarlo pero sé que así es— afirmó Izumi volviendo la mirada hacia él.
—Bien, iré a investigar— decidió el semidiós dirigiéndose hacia las puertas de la estancia.
—Iré contigo— respaldó Naruto saliendo de su habitación en ese momento al igual que hizo Hinata de la propia, —ustedes quédense y no dejen que nadie se acerque— instruyó a la sicaria y la wiccan mientras seguía al semidiós.
Hinata era una sicaria y la puntería de Izumi como arquera era excepcional, además Konohamaru podía provocar una eficiente distracción con su magia de Garuda y Hina era la mejor guardiana del mundo con su imponente figura de Quimera, por lo que sabiendo que no dejaban a damiselas en peligro, Itachi y Naruto abandonaron la estancia dejando las puertas abierta en su camino, el Uchiha desenfundando a Celik cuya fulgurante hoja de relámpago ilumino sus pasos entre la oscuridad de la casa y los de Naruto quien extrajo un lienzo carmesí que Sara le había dado anteriormente, envolviéndola para cubrir sus ojos y sin olvidar que quien viera a un Unk Cekula a los ojos podía enceguecer, por lo que había que tomar precauciones, no así Itachi quien era protegido por su sangre divina de efectos colaterales como ese. Abriendo las puertas principales de la casa, el extraño silencio que había imperado en cada una de las habitaciones se rompió revelando un tumulto y debacle impresionable de gritos, sangre y esos Unk Cekula atacando y devastando todo a su paso, eran fácilmente reconocibles por sus enormes colmillos, garras de hierro y largo cuerpo escamoso con una armadura natural. Por inercia, Itachi movió su mano para enterrar la hoja de Celik sobre la tierra, pero fue detenido por la mano de Naruto.
—Itachi, no olvides que hay personas en esta villa, no podemos desentendernos de ellos— recordó el fraile pues usar la Onda Relámpago de Celik seria correr un gran riesgo.
—¡Eso ya lo sé!— gruñó el semidiós ante el recordatorio, teniéndolo más que claro.
La Onda Relámpago de Celik era la opción perfecta si de terminar con una pelea se trataba, era rápida e implacable con cualquier enemigo que tuviera delante…pero sí que era una técnica que propagaba el rayo en su espada a través de la tierra pudiendo exponer a un gran peligro a quien estuviera desgraciadamente cerca, en este caso los habitantes de la villa y por lo que sin otro remedio el Uchiha se abalanzó contra una de las enormes serpientes, enterrando la hoja de Celik en su piel y logrando penetrar en la poderosa armadura que caracterizaba a los Unk Cekula pero sin lograr propinarles una herida severa…y entonces maldijo interiormente porquela única persona que podía ayudar estaba dentro de la casa, ¿Por qué no había pensado las cosas antes? Guiándose por su sentido del oído, fortalecido para suplir su vista por sus años de entrenamiento, Naruto se quitó los guantes y dirigió su poder congelante hacia la silueta más cercana en forma de serpiente que resultó ser el Unk Cekula sobre el que se encontraba Itachi, congelando este y permitiéndole al semidiós destrozarlo con un movimiento de la hoja de Celik, aterrizando con una ágil voltereta junto a Naruto quien bajo ligeramente la venda de sus ojos, ambos sonriéndose entre sí y comprendiendo que habrían de trabajar juntos para lidiar con esas cosas.
Necesitaban esperar a Izumi.
—Izumi, es muy peligroso— protestó la sicaria siguiendo sus pasos junto a Konohamaru y Hina.
—No puedo quedarme atrás, algo pasa, estoy segura— contrarió la wiccan sintiendo que se le erizaba la piel.
Sentía algo muy parecido a lo que percibía cada vez que estaba ante Orochimaru, quizás porque al ser una wiccan como la legendaria Annaisha podía identificar al viperino como un demonio o un mal antiguo, algo que había rondado la tierra desde tiempos inmemoriales y que ahora la guio por los pasillos de la casa cuyo silencio era estremecedor, con Hinata uno o dos pasos tras ella junto a Hina sobre su hombro, y Konohamaru caminaba junto a Izumi cargando voluntariamente su carcaj para ayudarla. Izumi sabía que era necesaria en el campo de batalla junto a Itachi y Naruto pues los Unk Cekula solo morían si se les disparaba una flecha medicinal o purificada en el corazón, como wiccan era el deber de Izumi deshacerse de ellos pero no fue hasta ahora que ella, Hinata y los demás caían en la cuenta de eso. Al doblar en la esquina de la sala principal de la casa, el grupo se encontró ante una bella fémina que les sostuvo serenamente la mirada, ataviada en un elegante vestido de seda y gasa índigo de escote en V decorado por encaje, de mangas acampanadas y traslucidas que llegaban a cubrirle las manos, con falda de velo de múltiples capas bajo una chaqueta de encaje de igual color y escote en V, sin mangas sino que cortas hombreras y abierta bajo el vientre, de largos rizos rubios que caían sobre sus hombros, peinados por una diadema de oro en forma de cintillo decorado por cristales amatista.
—Es ella, la energía que siento viene de ella— reconoció Izumi sintiendo que había algo muy extraño en esa mujer.
—Con eso me basta— mencionó Hinata situándose velozmente de pie a su diestra.
Armada por su espada que desenfundó de su lugar a su espalda, Hinata se situó frente a Izumi necesitando protegerla tanto como amiga como por cualquier intención que esta desconocida mujer tuviera para con ella—¿Por qué sino había aparecido precisamente ante ellas y cuando Itachi o Naruto no estaban cerca? Además era Izumi quien tenía los fragmentos…Orochimaru, esto era obra de él—, pero la bella rubia no se sintió intimidada por ello sino que serenamente alzó sus manos delante de ella, bajando la mirada y formando un orbe de luz transparente que lentamente se solidifico hasta adquirir un aspecto reluciente como el diamante más pulido que pudiera existir, mas algo en todo ello le dio a entender a Hinata que ello era una amenaza y por lo que espada en mano se arrojó contra la mujer que—no aparentando más de dieciocho años—no modificó su expresión en absoluto. Todo sucedió velozmente y antes de que Izumi pudiera pretender hacer algo; el diván más grande la sala, a unos tres o cuatro metros de distancia, se elevó con una facilidad apabullante a medida que la propia Hinata se arrojaba contra la misteriosa mujer, que ni siquiera pareció parpadear mientras el diván se interponía en la trayectoria de la sicaria y se lanzaba contra su cuerpo como si hubiera replicado su intención, impactándola de lleno en el abdomen y haciéndola chocar contra la pared contigua.
—¡Hinata!— llamó Izumi, corriendo hacia su amiga quien se encontraba inconsciente.
—Volvemos a vernos, wiccan— mencionó una voz conocida, situándose junto a su "hermana".
—Takara— reconoció la Uchiwa sosteniendo la mirada a la pelinaranja junto a la rubia.
—Aunque de momento tú no eres nuestro entretenimiento— sosegó la demonesa con su característica sonrisa de arrogancia. —Vamos, Hanami— indicó a su hermana.
Solo entonces la expresión indiferente en el rostro de la rubia, cuyo nombre estaba claro era Hanami, se transformó en una sonrisa ladina idéntica a la de su "hermana" Takara a quien se volvió, y la pelinaranja por su parte desplegó su elegante abanico de largas plumas negras con un solo movimiento, oscilándolo de manera circular detonando una brisa que las hizo desaparecer a ambas como si jamás hubieran estado ahí. Dejando libre un suspiro nervioso y no sabiendo bien que pensar respecto a lo que acababa de ocurrir, Izumi enfocó su atención en Hinata inconsciente contra la pared de madera, apartando parte de sus largos cabellos azules para despejar su rostro y zarandeándole el hombro, lo que pareció hacerla reaccionar pero no del todo, contrayéndose en un sollozo de dolor hacia su estómago que había recibido todo el impacto y por lo que Izumi envolvió uno de sus brazos alrededor de su espalda para hacerle saber que no iba a dejarla sola, como también hizo Hina en su forma de Quimera, acercándose para lamer la mejilla de su dueña. No pudiendo dejar a su amiga así, Izumi indicó a Konohamaru que se quedara con ella, y acomodando su carcaj sobre su hombro derecho—recibiéndolo del pequeño Garuda—corrió hacia la habitación en que anteriormente Sara les había dicho que dormía, necesitando ayuda para Hinata antes de ir en ayuda de Itachi y Naruto…
Estar libre de preocupaciones y poder enfrentarse con libertad de acción al enemigo que tuviera adelante era un sentir incomparable para Itachi, no es que disfrutara del conflicto—pese a su sangre divina que parecía nutrirse con ello por su herencia milenaria y que se remontaba al inicio del mundo—pero si podía evitar tener que concentrar parte de su atención en la seguridad de quienes habitaran determinado lugar, mejor para él y así podría eliminar cualquier amenaza en poco tiempo, lo que no estaba sucediendo ahora evidentemente. Gruñendo por lo bajo, Itachi se apoyó en la destruida fachada de una casa contra la que fue arrojado por la cola de uno de los Unk Cekula contra el que estaba peleando, esbozando una sonrisa ante el desafió mientras Naruto retrocedía hasta situarse a su diestra, hombro con hombro y peleando a la par contra esas cosas cuyo número eran reducido—quedaban cinco en total—pero corrían con la desgracia que estos eran muy feroces, arrinconándolos. Empuñando a Celik, oscilando la hoja de la espada sobre su eje, Itachi se preparó en su lugar para continuar con el ataque cuando un remolino de viento surgió en el centro del campo de batalla, difuminándose para revelar a Takara quien cerró elegantemente su abanico mientras le dirigía una arrogante sonrisa, y a su lado se encontraba una chica rubia de rostro pétreo que sostenía un orbe cristalino cual espejo en sus manos.
—Ustedes y su moralidad, que aburridos resultaron ser— suspiró Takara habiendo esperado más de ellos.
—Takara, otra vez tú— gruñó Naruto quitándose la venda de los ojos al reconocerla.
—Así que tú hiciste esto— adjudicó Itachi, cambiando su objetivo de ataque por ahora.
—No realmente, sino mi hermana Hanami— corrigió Takara volviendo la mirada a la rubia a su lado. —Adelante, Itachi, ataca con tu espada, hay algo que necesitamos comprobar— alentó con genuina curiosidad.
—¿Comprobar?— repitió el semidiós con una seca carcajada. —¿Crees que esto es un juego?— cuestionó molesto porque se le pusiera a prueba. —Naruto, ve rápido con Izumi y Hinata— indicó temiendo que les ocurriera algo.
—¿Estarás bien por tu cuenta?— preguntó el fraile y a lo que el Uchiha simplemente respondió con una sonrisa ladina. —Me adelantare— asintió, confiando en él.
Estando igualmente preocupado por Hinata y orando interiormente porque su habilidad en batalla pudiera haberla mantenido fuera de peligro, Naruto dio la espalda a Itachi y dio unos rápidos pero primeros pasos o casi zancadas que lo alejaron semidiós, volviendo la mirada por sobre su hombro casi en el último momento antes de quitarse los guantes y dirigir su aire congelante hacia los Unk Cekula más próximos a Itachi quien se arrodillo en su lugar al prever su ataque para protegerse. Congelados cuales estatuas, tres de las cinco restantes bestias se fragmentaron solamente ante la brisa nocturna que pareció ser demasiado fuerte para ellos, resquebrajándose en decenas de cientos de fragmentos que aterrizaron sonoramente en el suelo. Irguiéndose y volviendo la mirada hacia Naruto quien procedió con su camino mientras se acomodaba los guantes, Itachi volvió la mirada hacia Takara y su hermana de nombre Hanami, corriendo hacia estas espada en mano y apunto de ejecutar la Onda Relámpago de Celik cuando se encontró ante una barrera que le impidió y contra la que luchó laboriosamente; no era como las barreras que creaba Izumi, no se limitaba a mantenerlo alejado por su sangre divina sino que extrañamente parecía alimentarse de él, y antes de darse cuenta fue empujado hacia el muro a su diestra, aprisionado de las muñecas por gruesas raíces que le impidieron moverse.
—¿No puedes moverte?— inquirió Takara burlonamente, acercándosele junto a su hermana Hanami. —Un truco de mi hermana, con sus poderes es capaz de inmovilizar a sus oponentes y alimentarse de su fuerza latente— explicó mientras la rubia sostenía aquel orbe en sus manos y que brillaba más a cada instante. —Ella es un diamante en bruto, acero templado— elogió la pelinaranja con sincera admiración. —Ahora trata de aguantar la respiración mientras drenamos todo de ti— aconsejó con su característica sonrisa ladina y sosteniéndole la mirada.
Su intención directa y por las ordenes que habían recibido de Orochimaru no era matar a Itachi, eso le quitaría toda la diversión al viperino que deseaba ensañarse con él, quizás por sentimientos que un remitían en su ser como parte del bandido Sahin y que trata de eliminar continuamente de su sistema con el fin de convertirse realmente en un demonio—pues era parte humano, aunque menos cada vez—y en un ser invencible. Pero si podían quitarle toda la fuerza en este encuentro y utilizarla para fortalecer a Orochimaru o bien—Takara y Hanami no eran particularmente leales pese a ser sus "hijas"—a sí mismas. Pese al escalofrió que sentía recorrerlo desde la cabeza a los pies a medida que lenta pero dolorosamente sentía como las fuerzas lo abandonaban haciéndolo sentir malditamente indefenso, Itachi se negó a aflojar su agarre alrededor de la empuñadura de Celik, incluso si ni siquiera podía mover la hoja para ejecutar algún ataque, simplemente tenerla en su poder le brindaba el consuelo de no sentirse como una presa. Pero volviendo a la realidad y tratando de pensar en algo que no fuese lo débil que se sentía, Itachi esbozó interiormente una sonrisa ladina porque Naruto estaba bien, él protegería a Hinata, Hina y Konohamaru, pero aún más importante para él era que protegería a Izumi o velaría más bien—ella podía cuidar de sí misma—porque no le ocurriera nada, eso lo dejaba profundamente tranquilo.
Izumi estaba bien, y solo eso importaba.
Agradeciendo que incluso en aquella difícil situación el doctor o físico del villa estuviera disponible para atender a Hinata, Izumi no pudo postergar más su partida del lado de su amiga dejando la seguridad de esta en manos de Konohamaru con su magia de Garuda o en las poderosas fauces de Hina como Quimera, además de en Sara quien prometió dar su vida por la sicaria de ser necesario. Cargando con su carcaj sobre su hombro derecho y empuñando su arco con firmeza en su mano dominante, Izumi corrió lo más rápido que le fue posible nada más cruzar el umbral de la habitación de Hinata, corriendo por el pasillo y agradeciendo el momento en que se cruzó con Naruto a quien pasó de largo no queriendo ser interrogada— como el fraile seguramente iba a hacer—por arriesgarse al estar determinada a pelear junto a Itachi; confiando en que Naruto llegara con Hinata y velara por su seguridad, Izumi corrió más rápidamente, agradeciendo el momento en que la entrada principal de la casa se encontró a su alcance…Inhalando aire profundamente y un sonoro jadeo ahogado que dejaba en evidencia el esfuerzo al que estaba siendo sometido, Itachi aún estaba forzadamente aprisionado al aquel muro por Takara y su hermana Hanami, sin soltar a Celik pero visiblemente fatigado, pálido y apenas consciente de debilidad mientras las últimas fuerza que le quedaban eran minadas a cada momento de su ser.
—Ya que estás tan abatido y pareces rendirte, te recomiendo que prestes atención antes de morir— sugirió Takara dando un pasó más cerca del semidiós. —Si alguien es causante de esto no es Orochimaru sino tu querida Toka; si, ella le entregó un gran fragmento de la Joya del Paraíso, permitiéndole incrementar sus poderes— confirmó ante la mirada de sorpresa e incredulidad del Uchiha. —¿Cómo se siente?, ¿Te duele?— preguntó burlonamente ante su semblante débil y casi…humano.
—¡Aléjense!— gritó una conocida voz femenina a modo de amenaza.
Aunque Itachi reconoció la voz de Izumi, ninguna palabra pudo salir de su boca, ni tan siquiera el susurro de su nombre más sí que lo articuló en su mente, volviendo lentamente la mirada hacia donde avanzaba la wiccan con aquella envidiable estampa casi guerrera, con una mirada de furia en sus brillantes orbes ónix, sus músculos tensos mientras sostenía la flecha en su arco, apuntando a Takara y su hermana Hanami antes de disparar. La flecha cruzó velozmente el aire y si bien ambas demonesas se hicieron lo suficientemente a un lado para evitarlo, Takara no pudo evitar arquear una ceja innegablemente impresionada cuando la flecha impacto contra una de las mangas de su vestido; ya que la flecha estaba impregnada con el aura y esencia de Izumi, estaba purificada y por lo que eliminó parte de la tela que se difumino en el aire, minimizando las energías de Takara de tal modo que su hermana Hanami—sosteniendo entre sus manos aquel orbe cristalino semejante a un espejo—volvió con sorpresa la mirada hacia las rasgadas vestiduras de su hermana mayor. Cual leona enjaulada, con sus orbes ónix fulgurantes de furia, Izumi disparó una sucesión de dos flechas casi al mismo tiempo para deshacerse de los Unk Cekula restantes, cercando su andar como una fiera hacia Takara pero manteniendo las distancias al mismo tiempo porque desde ese lugar podía disparar mejor, dirigiendo una mirada preocupada pero disimulada hacia Itachi quien estaba visiblemente pálido.
—Con razón Orochimaru te tiene miedo— juzgó Takara sonriendo ladinamente. —Inténtalo otra vez, si aciertas— alentó viendo a la wiccan preparar otra flecha.
—Tú lo pediste— apuntando bien, Izumi soltó la flecha que para su incredulidad fue atrapada por el orbe espejo que sostenía Hanami. —No…— jadeó previendo lo que ocurriría.
Ya había visto a esa especie de orbe espejo en acción con Hinata, esa cosa podía mover otros objetos a voluntad o bien era un canalizador de los poderes de la demonesa conocida como Hanami, reflejando incluso los ataques que recibía, por lo que ya pudiendo ver mentalmente como su flecha se enterraba en el centro del pecho de Itachi, quien ya había experimentado so tras ser sellado por Toka cincuenta años antes, Izumi corrió lo más rápido que le permitieron sus piernas. No sabiendo si agradecer interiormente el ser tan buena corriendo mientras su flecha tardaba un par de segundos en salir del espejo hacia el pecho de Itachi, Izumi era muy consciente de que no podría desviarla, habría sido en vano y por lo que no pudo hacer otra cosa que interceptar su trayectoria situándose frente a Itachi y abrazando su torso como un escudo humano, recibiendo el impacto de la flecha directamente en su espalda, en el centro del pecho. Soltando un jadeo de dolor y sorpresa entremezcladas, con su rostro exactamente frente al de Itachi, Izumi encontró su mirada con la del semidiós que por un momento sintió como las fuerzas volvían a su ser por encontrarse impotente de protegerla, solo pudiendo ser un espectador lo que le hizo hervir la sangre. Sus músculos hormiguearon y un fuego incandescente ardió en su pecho:
—¡Izumi!— gritó el semidiós con todas las fuerzas que aún le restaban. —Eres una tonta, ¿Por qué lo hiciste?— increpó, no sabiendo que más decirle.
—Porque tú siempre te arriesgas por mí— contestó la wiccan con una débil sonrisa. —Ahora era mi turno— eso la hacía sentir tranquila.
Si no hubiera podido cumplir con su promesa, si de algún modo la flecha hubiera impactado con el pecho de Itachi lastimándolo o peor aun tomando su vida, Izumi se habría sentido miserable para siempre y más habiendo prometido que jamás lo lastimaría o levantaría su mano en su contra, pero ahora y aunque estuviera herida, aunque el dolor que atravesaba su pecho fuera inmenso, Izumi se sintió en el paraíso, perdiendo el conocimiento y desplomando su cabeza contra el hombro de Itachi que deseó sostenerla contra sí pero seguía retenido contra aquel muro y por lo que su cuerpo solo pudo obrar como contrapeso para evitar que ella cayera al suelo. Era un cuadro patéticamente conmovedor y del que Takara deseó burlarse pero le fue imposible, intercambiando una mirada con su hermana Hanami cuyo orbe espejo comenzó a brillar por haberse impregnado de las energías y aura pura de la wiccan, neutralizando sus poderes en el proceso o al menos por ahora; continuar con esa batalla seria fútil, por lo que a Takara—quien entornó los ojos—no le quedó otro remedio que abrir su abanico de largas plumas negras y para cortar las ataduras del semidiós en un solo movimiento, dejándolo libre. Cayendo de rodillas, Itachi envolvió de inmediato sus brazos alrededor de Izumi zarandeándole ligeramente el hombro pero ella no dio señal de estar viva salvo por su tenue respiración.
—Ya estas libre, mestizo— reconoció Takara únicamente, —nos retiraremos por ahora con esta victoria para Orochimaru— se despidió, a punto de mover su abanico para marcharse junto a su hermana.
—¡Takara!— detuvo Itachi alzando la mirada hacia la demonesa. —Si Izumi muere, te perseguiré por cada rincón del mundo hasta eliminarte, no lo dudes— juró más furioso y desesperado que nunca antes en su vida.
—No creo que esa mujer muera tan fácilmente— menospreció la pelinaranja conociendo el espíritu combativo de la wiccan, —pero si yo fuera tu atendería sus heridas— aconsejó sin perder su arrogancia. —Adiós— se despidió finalmente.
Por alguna razón Orochimaru estaba muy interesado en esa wiccan llamado Izumi cuando debería deshacerse de ella pues sus poderes eran muy grandes pese a su juventud, tanto como para neutralizar temporalmente los poderes de Hanami y parte de los de la Takara por la flecha que la había rozado. Pero pese a todo y por ahora las demonesas podían desentenderse de ello y Takara lo corroboró al mover su abanicó creando un remolino que las desvaneció a ella y a su hermana Hanami como si nunca hubieran estado ahí, pero sí que lo habían hecho. Dirigiendo una última mirada al lugar en que habían estado Takara y su hermana Hanami, Itachi gruñó de ira antes de bajar la mirada hacia Izumi quien permanecía inconsciente en sus brazos, teniendo sumo cuidado al acomodarla contra su pecho y extraer la flecha lo más rápida y limpiamente que le fue posible, sintiendo un escalofrió al mancharse las manos con su sangre. Sintiendo como lenta pero gradualmente las fuerzas volvían a su ser y regresando a Celik a su funda, Itachi cargó a la wiccan en sus brazos y se irguió tratando de no tambalear ante su propia debilidad, observado por los habitantes de la villa que al sentir que había pasado la amenaza aparecieron en los umbrales de sus casas, gratamente sorprendidos al ver que los Unk Cekula habían sido eliminados. Pero a qué precio, reflexionó Itachi mortalmente angustiado por Izumi…
Aunque siempre se esforzara por parecer indiferente a todo cuanto lo rodeaba, siendo el único rasgo de sus parientes divinos que mantenía ya sea que lo quisiera asumir o no, Itachi había tenido miedo muchas veces a lo largo de su vida, había temblado de pavor pese a no haberse congelado en su sitio y esta fue una de esas ocasión, sentado sobre el pequeño diván de mimbre fuera de la habitación de Izumi a quien no veía desde que la había dejado sobre la cama y salido de la estancia para que el doctor pudiera tratarla. Frotándose nerviosa y ansiosamente las manos, imaginándose el peor de los escenarios, el Uchiha dejo libre un sonoro suspiro y enterró su rostro entre sus manos…podía imaginarse las sabanas manchadas con la sangre inocente de Izumi, la vida abandonándola y sus latidos ralentizándose lentamente hasta desaparecer y sin que él pudiera hacer algo para evitarlo. Se sentía tan impotente, la fuerza que Takara y su hermana Hanami habían drenado de él regresaba lentamente a su cuerpo, recordándole que de no haber sido tan impulsivo y descuidado Izumi no habría salido herida. Ella había disparado su flecha para protegerlo pero el espejo de Hanami la había regresado y ella, para proteger su vida, se había arrojado frente a su torso como escudo recibiendo todo el impacto…cubriéndose el mentón, Itachi negó en silencio sintiendo deseos de llorar al imaginarse lo peor.
—Si muere nunca podre perdonármelo— musitó el semidiós en voz alta, prefiriendo morir si algo así pasaba.
—No lo hará— protestó el fraile anunciándose al cruzar el umbral de la estancia, —pocas mujeres son tan tenaces como ella— agregó acercándose para tomar asiento junto a él.
—¿Cómo está Hinata?— preguntó Itachi pudiendo distraerse por unos segundos.
—El doctor dice que le costara moverse por varios días— contestó Naruto en un suspiro igualmente preocupado, —pero se recuperara, no fue serio— eso lo dejaba más tranquilo, por ahora, pero desearía haber estado ahí para impedir que pasara.
—Deberías llevarte a Konohamaru, no está bien que duerma aquí— aconsejó el Uchiha, señalando al pequeño Garuda que dormía apoyado contra él.
—¿Y tú?— cuestionó el Uzumaki no menos preocupado por el semblante de su amigo.
—Me quedare aquí, necesito saber que Izumi va a estar bien— contestó Itachi, necesitando y queriendo estar junto a ella.
—Itachi, no fue tu culpa— señaló Naruto conociendo bien a la wiccan y sus sentimientos.
—Pero iba hacia mí— contrarió el Uchiha rápidamente. —Que haya salido herida es una cosa, pero que fuera por mí solo lo agrava todo. Nada de esto habría ocurrido de no ser por Toka— era su culpa y nada iba a cambiarlo, pero su mención de Toka claramente desconcertó al rubio. —¿Recuerdas el fragmento que le quito a Izumi?— preguntó viendo asentir a su amigo. —Se lo entregó a Orochimaru— reveló necesitando decírselo a alguien más o se volvería loco.
—Pero…¿Se alió con él?— inquirió el Uzumaki no sabiendo que pensar al respecto y entendiendo mejor su actitud.
—No lo sé— negó el alicaído semidiós, —pero sí sé que Izumi está herida por causa de ella, de Orochimaru…y por mí— de la forma que fuera ella había salido lastimada y él era en parte responsable por ello, lo sentía así.
Ahora más que nunca se sentía miserable, sentía asco del beso que Toka le había dado y que había provocado que Izumi y él se distanciaran anteriormente porque en su momento había creído en las palabras de la Senju sobre que intentaría debilitar a Orochimaru por su cuenta, que con su ayuda podrían vencerlo y todo este sufrimiento y debacle innecesarios cesarían permitiéndoles volver a sus vidas normales o intentar formarlas…pero ahora comprendía que todo había sido una mentira por parte de Toka, estaba decepcionado por lo bajo que había caído su palabra y él mismo se sentía despreciable por haber creído por un momento que ella seguía siendo la misma, por ello ahora Izumi…ni siquiera podía decirlo en su mente, deseaba llorar y expulsar este dolor tan grande pero todo era su culpa, sabía y sentía que lo menos que podía hacer era sufrir por ella aunque Naruto intentó convencerlo de lo contrario situando una de sus manos sobre su espalda a modo de consuelo y vaya que lo necesitaba, mas no creía merecerlo en lo absoluto. Las puertas de la habitación de Izumi se abrieron finalmente y tras una eterna espera, pero no fue doctor el primero en emerger sino Sara quien cargaba un recipiente con agua teñida de rojo, así como lienzos manchados de sangre que pusieron más nervioso a Itachi que se levantó de su lugar al encuentro con el doctor que terminaba de reunir su instrumental médico.
—Doctor, ¿Cómo está Izumi?— preguntó Itachi aproximándose al profesional.
—Síganme— invitó el doctor a ambos caballeros, aproximándose a la cama y siendo seguido por ellos. —La herida podría haber atravesado el pulmón, pero solo lo rozó, cortó la piel y el musculo, pero no perforo o daño ninguna vena importante— explicó mientras señalaba las vendas que cubría la espalda de la wiccan. —Debería poder levantarse en unos dos días, y le di un tranquilizante por lo dormirá hasta mañana— agregó para que estuvieran atentos si intentaba hacerlo antes. —No debe hacer esfuerzos y se deben cambiar sus vendajes dos veces al día— aunque él ya lo haría de todas formas como el médico en jefe de la villa.
—Gracias, doctor— apreció Naruto en su nombre y en el de Itachi quien no apartaba la vista de Izumi.
—No, gracias a ustedes— corrigió el doctor, agradeciendo su ayuda al salvar su hogar de esas criaturas. —Con permiso— se excusó cargando con su arsenal médico.
Sabiendo que nada podría apartar a Itachi de Izumi por el resto de la noche o el tiempo que fuera necesario hasta que ella despertara, e incluso puede que más, Naruto acompaño al doctor en su camino fuera de la habitación, cerrando las puertas tras de sí y cargando a Konohamaru quien se había dormido montando guardia a Izumi sobre el diván de mimbre, si encontrar resistencia alguna; por ahora el semidiós y la wiccan necesitaban tener tiempo a solas. Recostada boca abajo sobre la cama, Izumi dormía profundamente por el tranquilizante que el doctor le había administrado, despojada de su chaleco y top por haber sido examinada así como para mayor comodidad pues su torso era envuelto por vendajes en toda el área frontal del busto y su espalda, cubriendo el centro del pecho y donde había impactado la flecha…ella iba a estar bien y esa sola confirmación hizo que Itachi se desplomara de alivio sobre el colchón, sentándose junto a ella, apartando sus largos rizos castaño para que cayeran sobre su hombro derecho pero despejando su rostro al mismo tiempo, acariciando sus mejillas e inclinándose para besarla en la frente, recostándose sobre la cama y acomodándola sobre su pecho para velar su sueño, orando toda la noche porque abriera sus ojos al día siguiente y pudieran dejar todo esto atrás como si solo fuera un mal recuerdo, porque no soportaría volver a pasar por algo como esto.
No soportaría vivir sin ella.
PD: Saludos mis amores, prometí que actualizaría esta semana y lo cumplo, agradeciendo como siempre su apoyo, deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado:3 las próximas actualizaciones serán "Más Que Nada En El Mundo", luego "Dragon Ball: Guerreros Saiyajin" y por último "El Sentir de un Uchiha" :3 como siempre esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su asesoría y aprobación, dedicándole particularmente esta historia como buena española), a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (a quien dedico y dedicare todas mis historias por seguirme tan devotamente y apoyarme en todo), a ktdestiny (agradeciendo que me brinde su opinión en esta nueva historia, y dedicándole los capítulos por lo mismo), a Gab (prometiendo que todo mejorara a partir de ahora, y que le dedicare todos los capítulos como agradecimiento por tomarse el tiempo de leer esta historia), a Yenmy (agradeciendo profundamente sus palabras y dedicándole este capitulo y todos lo que vendrán como prueba, esperando no incumplir sus expectativas), y a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.
Inspiración & Trama: En el capitulo anterior me quejaba por no saber como desarrollar la trama, pero si pude hacerlo en este capitulo y debo confesar que por mi parte estoy muy satisfecha con el resultado, y evidentemente espero que ustedes también lo estén. En lo que refiere a la mitología empleada en el capitulo, esta vez me centre en el folclore norteamericano, más específicamente en el pueblo Lakota que se ubicaba en el territorio que hoy abarca Dakota del Norte y Dakota del Sur, y que adjudicaba las muertes inexplicables o las desapariciones a los Unk Cekula, seres con forma de serpiente que cegaban con su poder a quien los viera a los ojos. La escena de la flecha de Izumi siendo devuelta por el espejo de Hanami esta inspirada en una escena de la película "inuyasha: El Castillo De Los Sueños En El Espejo" tanto por como se desenvuelve la trama de la misma por parte de los diálogos. Como siempre, algunas de las modificaciones de este capitulo están inspiradas en "The Through Time: The Adventures of Inuyasha and Kagome" de XFangHeartX, agradeciendo su permiso para inspirarme en su maravilloso trabajo, del cual disfruto siempre y que recomiendo ampliamente.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
