Capítulo 2: Pensamiento acelerado

El tiempo seguía avanzando, y Link, ahora con 8 años, se había vuelto más fuerte de lo que jamás imaginó. Aunque no lo sabía con certeza, su nivel de poder estaba rozando el nivel 100, un logro impresionante para su edad. Durante ese año, no había vuelto a probarse en la esfera que medía el nivel, pero su padre lo sabía. Rohin, aunque no lo decía en voz alta, sentía un orgullo inmenso al ver cómo su hijo, que en su infancia había sido considerado débil, ahora mostraba la misma fortaleza que un hyliano de élite. Cada vez que entrenaban juntos, Rohin notaba los progresos de Link: su velocidad, su resistencia y sus reflejos superaban con creces a los niños de su edad. El crecimiento de su hijo era evidente, y aunque Link aún no lo sabía, estaba a punto de cruzar una barrera importante.

Una tarde, como ya era costumbre, Link había decidido entrenar solo. Se encontraba cerca de un río, cuyas aguas cristalinas fluían con serenidad entre las rocas y los árboles circundantes. El sonido del agua le daba calma, pero también lo impulsaba a seguir mejorando. Sus días consistían en entrenar su cuerpo y sus habilidades con la espada, y en ese lugar, alejado del bullicio del pueblo, se sentía más en sintonía consigo mismo.

Link de 8 años, ahora más ágil y fuerte, se movía con precisión mientras practicaba una serie de golpes y saltos con su espada de madera, concentrado en mejorar su técnica. El sudor resbalaba por su frente, pero no le importaba. Se sentía más vivo que nunca, con cada golpe que daba sintiendo que estaba más cerca de alcanzar su objetivo.

De repente, un ruido extraño lo sacó de su concentración. Algo en el bosque cercano se movía. No era el suave susurro del viento ni el crujir de las hojas bajo un animal pequeño. Era algo más grande, algo que no pertenecía al ambiente pacífico del río. Link detuvo sus movimientos y tensó sus músculos, su respiración acelerada mientras trataba de escuchar con atención.

Y entonces lo vio.

Un Bokoblin, una criatura de aspecto grotesco y piel rojiza, salió de entre los árboles, con sus ojos pequeños y brillantes fijos en Link. El monstruo llevaba una tosca espada en una mano y soltaba gruñidos bajos mientras avanzaba hacia él. Link, aunque nervioso, apretó su espada de madera con fuerza. Nunca antes había enfrentado a un monstruo real, y ahora se encontraba cara a cara con uno. El miedo era palpable, pero su determinación era aún mayor.

El Bokoblin no esperó. Con un rugido, cargó hacia Link con la espada levantada. El corazón de Link se aceleró, y por un momento, sintió que todo su entrenamiento se desvanecía. Pero entonces, recordó la experiencia que tuvo en el Bosque Perdido. Sus sentidos se agudizaron, y comenzó a observar los movimientos del Bokoblin, esquivando con un rápido salto hacia un lado. El golpe de su espada de madera impactó en el costado de la criatura, pero fue apenas suficiente para hacerla tambalearse.

El Bokoblin contraatacó con violencia, lanzando golpes torpes pero poderosos. Link esquivaba como podía, tratando de mantener la distancia mientras analizaba el ritmo de los ataques. Poco a poco, comenzó a ver patrones en los movimientos de la criatura. Al principio, sus golpes apenas le causaban daño al Bokoblin, pero a medida que anticipaba los ataques, sus propios golpes comenzaron a ser más precisos. El combate era feroz, y aunque Link estaba agotado, no se rendía.

En un momento crítico, Link vio una apertura. Golpeó al Bokoblin con todas sus fuerzas, su espada de madera crujió y se rompió en el impacto, pero no antes de que el último golpe aturdiera al monstruo lo suficiente para que soltara su arma. Sin pensarlo, Link lanzó su espada rota a un lado y tomó la tosca espada que el Bokoblin había dejado caer. Sintió el peso del arma en sus manos, más pesada de lo que estaba acostumbrado, pero la empuñó con determinación.

Con la nueva arma, lanzó un golpe directo, hiriendo gravemente al Bokoblin, que cayó al suelo con un rugido de dolor. Link, respirando con dificultad, miró al cadáver de la criatura, sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo. Pero su victoria fue breve, ya que dos Bokoblins más salieron de entre los árboles, gruñendo y alzando sus armas.

"Vamos..." murmuró Link, ajustando su agarre sobre la espada. Sabía que no podía rendirse ahora.

Los dos nuevos enemigos atacaron con furia. Link, agotado pero concentrado, usó la espada que había recuperado del primer Bokoblin para bloquear y atacar con torpeza pero con eficacia. A cada golpe que recibía, su cuerpo se resentía, pero también sentía algo diferente. A pesar del cansancio, cada combate le daba una extraña sensación de crecimiento, como si su cuerpo y mente se fortalecieran con cada desafío. Después de un intercambio agotador de golpes, logró derribar a los dos Bokoblins, aunque apenas podía mantenerse en pie.

Jadeando, Link pensó que todo había terminado, pero entonces escuchó gruñidos detrás de él. Giró la cabeza y vio que otros cuatro Bokoblins emergían de entre los árboles, avanzando hacia él con las armas en alto.

"Cielos..." susurró, sintiendo la desesperación mezclada con la determinación. Estaba herido, agotado y sin fuerzas para seguir mucho tiempo más. Los Bokoblins lo rodeaban, y él sabía que enfrentarlos en su estado era casi imposible. Pero algo dentro de él se negaba a rendirse. Empuñó la espada con fuerza, dispuesto a seguir luchando, aunque su cuerpo gritara lo contrario.

De repente, un fuerte chorro de agua golpeó a uno de los Bokoblins, empujándolo lejos. Link, aturdido por el cansancio, apenas pudo reaccionar cuando varias figuras elegantes y gráciles emergieron del río cercano. Eran Zoras, la raza acuática de Hyrule. Entre ellos, una joven Zora de piel rojiza se adelantó, con una mirada decidida.

Los Zoras se unieron a la lucha, atacando a los Bokoblins con destreza y fuerza. Link, a punto de colapsar, observó con asombro cómo los guerreros Zora terminaban con los monstruos que lo habían acorralado. Finalmente, cuando todo acabó, cayó de rodillas, agotado.

"¿Estás bien?" preguntó la joven Zora, acercándose a él con una voz tranquila y melodiosa. Link apenas podía levantar la cabeza, su cuerpo temblaba de fatiga, pero asintió débilmente. A pesar de su cansancio, sintió algo diferente dentro de él, como si la lucha le hubiera otorgado un nuevo tipo de fuerza.

"Gracias... por salvarme," murmuró mientras la joven Zora se arrodillaba junto a él y posaba sus manos sobre sus heridas. Un resplandor cálido y reconfortante envolvió a Link mientras el dolor desaparecía poco a poco. En cuestión de minutos, las heridas de Link se cerraron y su energía comenzó a regresar lentamente.

"Soy Mipha, princesa de los Zora," dijo la joven con una sonrisa amable. "Te vi luchando... lo hiciste increíblemente bien."

"Gracias, Mipha... pero creo que aún me falta mucho," dijo Link, aún sintiendo los efectos de la batalla. Aunque había salido victorioso, comprendía que enfrentarse a verdaderos monstruos era una experiencia completamente distinta a cualquier entrenamiento.

"No te desanimes," le dijo Mipha con dulzura. "Lo que importa es que sigas aprendiendo y mejorando. Hoy has demostrado ser más fuerte de lo que crees."

Link asintió, agradecido por las palabras de Mipha. Sabía que algo había cambiado dentro de él. La batalla no solo le había otorgado experiencia, sino también una nueva comprensión de sus capacidades. Aunque el camino para volverse más fuerte sería arduo, estaba más decidido que nunca a seguir adelante.

Mipha terminó de sanar las heridas de Link, su toque suave y la luz cálida de su habilidad curativa disiparon cualquier rastro de dolor. Link, sintiéndose completamente recuperado, se levantó con cuidado, observando a la joven Zora con una mezcla de asombro y gratitud.

"Gracias, Mipha... ¿Cómo lo hiciste?" preguntó, aún impresionado por lo que acababa de presenciar.

Mipha sonrió con modestia, bajando la mirada por un momento antes de responder. "Es una habilidad única que adquirí cuando alcancé el nivel 100. Desde entonces, he podido sanar las heridas de los demás, pero también ayuda a fortalecer mi propio cuerpo."

Link abrió los ojos con sorpresa. "¿Una habilidad única? ¿Llegaste al nivel 100?" Aunque Mipha tenía un aire tranquilo y su apariencia era delicada, sabía que solo los más fuertes podían alcanzar tal nivel. Para él, era difícil imaginar a una persona tan gentil siendo tan poderosa.

"Sí," admitió Mipha, su tono era suave, casi como si no quisiera destacar. "La última vez que vi mi nivel, iba por el 178."

El asombro de Link era palpable. "¿Ciento setenta y ocho?" repitió, incrédulo. Era evidente que Mipha no solo era poderosa, sino mucho más avanzada de lo que su apariencia sugería.

Uno de los Zora que los acompañaba, un guerrero alto y robusto con una armadura decorada con escamas, intervino en la conversación con una sonrisa. "La princesa Mipha es un prodigio entre los Zoras. No muchos de su edad han alcanzado ese nivel, y menos aún despertando una habilidad única tan pronto."

"¿Un prodigio?" preguntó Link, con más curiosidad que antes.

"Así es," continuó el guerrero Zora. "Las habilidades en nuestro mundo son manifestaciones de poder que se desbloquean o mejoran cada vez que alcanzamos un nuevo umbral de 100 niveles. Lo más común es que al llegar al nivel 100 se despierte una habilidad común, una técnica o destreza básica que ayuda al usuario. Pero en el caso de la princesa Mipha, su habilidad fue única desde el principio, lo que demuestra lo especial que es."

Link frunció el ceño, procesando lo que acababa de escuchar. "Entonces, ¿cada 100 niveles obtenemos una nueva habilidad?"

El guerrero Zora asintió. "Exactamente. Al llegar al nivel 100, la mayoría desbloquea una habilidad básica, pero esa habilidad puede evolucionar en algo mucho más poderoso a medida que alcanzas los niveles 200, 300, y así sucesivamente. Las habilidades tienen diferentes grados de evolución, como los que se mencionan: habilidad básica, habilidad única, habilidad verdadera, definitiva, y finalmente la habilidad suprema."

Link, aún sorprendido, miró a Mipha con una nueva apreciación. "Y tú ya tienes una habilidad única... ¡Eso es increíble!"

Mipha sonrió tímidamente, sin sentirse completamente cómoda con los elogios. "Fue algo inesperado, pero me ha permitido ayudar a los demás... Eso es lo que realmente me importa."

Link la observó con admiración. Sabía que tenía mucho que aprender y mejorar, pero su encuentro con Mipha lo inspiraba. A pesar de su increíble poder, ella mantenía una humildad y gentileza que lo hacían sentir cómodo.

"Entonces, si llego al nivel 100... ¿también despertaré una habilidad?" preguntó Link, con la esperanza reflejada en sus ojos.

"Así es," respondió Mipha con una sonrisa. "Y cuando lo hagas, estoy segura de que será algo especial."

Después de su encuentro con Mipha y los Zoras, Link volvió a casa con muchas preguntas rondando su mente. Esa noche, durante la cena, no pudo evitar preguntarle a su padre acerca de las habilidades que había mencionado Mipha. Rohin le explicó con paciencia cómo funcionaban, hablándole de su propia experiencia y cómo, a lo largo de su vida, había despertado varias habilidades mientras avanzaba de nivel.

Al día siguiente, decidido a mejorar, Link regresó al Bosque Perdido para continuar con su entrenamiento. Cada vez que entrenaba, sentía cómo sus sentidos se agudizaban más, recordando las enseñanzas del Gran Árbol Deku y sus sesiones con los Kologs. Sin embargo, con el paso del tiempo, también empezó a regresar al río donde había conocido a Mipha. Al principio, entrenaba solo, pero pronto comenzó a notar que Mipha aparecía con más frecuencia, cada vez más decidida a entrenar a su lado.

Ambos jóvenes se volvieron inseparables. Aunque su propósito era mejorar sus habilidades, se dieron cuenta de que disfrutaban de la compañía del otro. Se protegían mutuamente en las sesiones de entrenamiento, aprendiendo a anticipar los movimientos del otro. En más de una ocasión, cuando el peligro surgía durante su entrenamiento, uno intervenía para salvar al otro, consolidando una confianza mutua.

A medida que pasaban más tiempo juntos, Link le enseñó a Mipha sobre las costumbres y la historia de los Hylianos, mientras ella le mostraba los secretos de la cultura Zora y su conexión con las aguas de Hyrule. Aunque venían de mundos distintos, encontraron en sus diferencias una fuente de aprendizaje y admiración mutua. Los días pasaron, y lo que comenzó como una relación de entrenamiento se transformó en una profunda amistad, una en la que el respeto y el cariño crecían con cada aventura que compartían.

En la sala de guerra del castillo de Hyrule

El ambiente era denso y cargado de preocupación en la gran sala de estrategias. El rey Rhoam se encontraba sentado en el extremo de la mesa, rodeado por cinco generales del ejército de Hyrule. Entre ellos, el general Rohin, el padre de Link, mantenía su habitual postura firme y concentrada. Cada uno de los generales tenía el rostro marcado por la seriedad de los informes que traían de sus respectivos territorios.

El primero en hablar fue el general Varon, un veterano de muchas batallas con cabello canoso y cicatrices visibles. "Majestad, los informes de las regiones montañosas no son alentadores. Los monstruos han comenzado a moverse en patrones más organizados. En lugar de ataques dispersos, ahora se mueven en grupos más grandes y coordinados."

Rohin, con una mirada sombría, agregó: "En el sur, los Bokoblins y Moblins están apareciendo en zonas donde antes no se veían, y lo peor es que no son los únicos. Hemos encontrado nuevas criaturas que utilizan el fuego de una manera peligrosa, quemando cultivos y arrasando aldeas. Los habitantes apenas pueden defenderse."

La general Selyra, una mujer de cabello oscuro recogido y armadura brillante, inclinó la cabeza mientras intervenía. "Mis tropas en el oeste han reportado criaturas capaces de manipular el rayo. Las tormentas son cada vez más frecuentes, y en medio de ellas, estos monstruos parecen ganar más poder. Nuestros escudos no son suficientes para resistir sus ataques eléctricos."

El general Narth, un hombre robusto con barba espesa, se inclinó hacia la mesa, apoyando ambos puños sobre la madera. "He perdido a decenas de soldados en las últimas semanas, Majestad. Las criaturas ya no solo atacan caravanas y viajeros, ahora están asediando nuestras fortalezas. El reino está bajo una amenaza creciente, y temo que esto no se detendrá pronto."

Finalmente, Rohin tomó la palabra una vez más, con la mirada fija en el rey. "Es evidente que algo está cambiando. Estos no son ataques aislados ni enemigos que podamos combatir de la forma usual. La naturaleza misma de estas criaturas parece estar volviéndose más peligrosa."

El silencio se apoderó de la sala mientras el rey Rhoam procesaba la gravedad de los informes. Cada rincón de Hyrule parecía estar siendo asediado por una nueva y oscura fuerza.

El rey se levantó de su asiento lentamente, su expresión sombría y pensativa. "Si los monstruos están organizándose, utilizando el fuego, el rayo y otros elementos con tal precisión… esto no es un simple aumento en su número."

Los generales lo miraron expectantes.

"Este comportamiento," continuó el rey, "y la creciente fuerza de los monstruos... tal vez sea un presagio. No podemos ignorar la posibilidad de que la Calamidad, esa oscura maldición que ha azotado a Hyrule en el pasado, esté cerca de resurgir. Debemos estar preparados."

Los generales intercambiaron miradas de preocupación. Aunque ninguno lo había dicho en voz alta, todos sabían que, si la Calamidad se acercaba, el reino estaría ante una prueba mucho más difícil de lo que jamás habían enfrentado.

—-

Era un día más de entrenamiento junto al río. El sol brillaba con intensidad sobre las aguas cristalinas mientras Link y Mipha perfeccionaban sus técnicas, combinando la agilidad de Link con la elegancia de los movimientos acuáticos de Mipha. Ambos se habían vuelto una gran pareja de entrenamiento, protegiéndose mutuamente en cada encuentro. Pero ese día, algo inesperado ocurrió.

De repente, un rugido gutural resonó a través del bosque. De entre los árboles, un Lizalfo eléctrico emergió, su cuerpo cubierto de escamas verdosas que emitían chispas de electricidad. Los Lizalfos eléctricos eran enemigos naturales de los Zora, y Mipha inmediatamente tensó su cuerpo al verlo. Ambos sabían que esta no sería una pelea fácil.

El Lizalfo cargó primero, su cola chispeando con electricidad mientras se lanzaba hacia ellos. Mipha, siendo rápida en el agua, intentó interceptarlo con su lanza, pero el Lizalfo la esquivó con agilidad, girando sobre sí mismo y liberando una descarga eléctrica que impactó de lleno a Mipha. La electricidad recorrió su cuerpo, y con un grito ahogado, cayó al suelo, incapaz de moverse, su cuerpo convulsionando levemente por el efecto paralizante.

"¡Mipha!" gritó Link, viendo a su amiga caer indefensa.

El Lizalfo no le dio tiempo para reaccionar. Inmediatamente se giró hacia Link, lanzando un golpe rápido con su garra. Link bloqueó con su espada, pero el impacto lo hizo retroceder. El monstruo era rápido, y cada movimiento estaba cargado de una peligrosidad eléctrica que ponía a Link en una clara desventaja. A pesar de la dificultad, no podía permitir que Mipha quedara herida sin hacer nada.

La batalla fue feroz. Link esquivaba y contraatacaba lo mejor que podía, pero el Lizalfo era un oponente formidable. Cada vez que lograba golpear al monstruo, este liberaba pequeñas descargas eléctricas que lo hacían tambalearse. Link sentía su cuerpo agotarse rápidamente; el dolor comenzaba a nublar su visión, y sus movimientos se volvían más lentos. Estaba al límite, su resistencia casi agotada.

En un momento crítico, el Lizalfo lanzó un golpe devastador con su cola electrificada, y aunque Link logró saltar hacia atrás, el impacto lo lanzó al suelo, jadeante y herido. El Lizalfo se preparaba para dar el golpe final, y en ese instante, algo cambió dentro de Link.

Sintió una sacudida en su interior, pero no de dolor, sino de poder. Una energía desconocida recorrió su cuerpo, y de repente, sintió como si algo dentro de él hubiera despertado. Su mente se inundó de un torrente de instrucciones y conocimientos que no sabía que tenía. Era como si una voz le hablara en silencio, enseñándole cómo usar esa nueva fuerza que había descubierto.

Link se levantó con dificultad, sintiendo el cambio en su cuerpo. Aunque no sabía qué era exactamente lo que había despertado en él, sabía que tenía una nueva habilidad. Y sin pensarlo dos veces, la activó.

El Lizalfo cargó una vez más, pero Link dio un salto mortal hacia atrás con una precisión y agilidad que no había experimentado antes. En ese instante, mientras estaba en el aire, todo a su alrededor pareció detenerse. El Lizalfo quedó congelado en el tiempo, inmóvil y vulnerable. Link, aún flotando en el aire, comprendió que esta nueva habilidad le permitía controlar el flujo del tiempo, aunque fuera solo por unos instantes.

Sin perder un segundo, Link se lanzó hacia el Lizalfo, quien no tuvo oportunidad de defenderse. En un movimiento fluido y preciso, Link asestó varios golpes con su espada en los puntos más vulnerables del enemigo. El tiempo parecía fluir de nuevo justo cuando su último golpe conectaba. El Lizalfo soltó un rugido agonizante antes de desplomarse, derrotado.

Link, jadeante y cubierto de sudor, se quedó inmóvil por un momento, intentando comprender lo que acababa de suceder. Había subido de nivel, había despertado una habilidad que le permitía detener el tiempo, y la había usado para vencer a un enemigo mucho más fuerte que él. Pero no había tiempo para celebraciones.

Corrió hacia Mipha, quien yacía inmóvil en el suelo, aún sufriendo los efectos de la electricidad. Su respiración era débil, y su piel, normalmente rojiza y brillante, estaba pálida. Link sabía que necesitaba ayuda, y rápido.

"¡Mipha!" gritó desesperado, intentando despertarla, pero no hubo respuesta. Sin perder más tiempo, la levantó con cuidado y la cargó en su espalda. A pesar de estar herido y agotado, la adrenalina y la preocupación por su amiga le dieron fuerzas. Corrió con ella a través del bosque, sus piernas temblando de esfuerzo mientras sentía el peso de Mipha en su espalda. El río, el bosque y el sendero hacia la aldea Hatelia se convirtieron en un solo borrón mientras corría tan rápido como podía.

No podía perderla.

Finalmente, llegó a su hogar, la casa de piedra y madera donde vivía con su madre. Con el corazón latiendo con fuerza, abrió la puerta de un empujón y entró rápidamente. "¡Mamá!" gritó, su voz rota por la desesperación. Saria apareció inmediatamente desde la cocina, sus ojos se abrieron al ver la condición de Mipha.

"Link, ponla aquí," dijo, señalando el pequeño sofá junto a la chimenea. Saria corrió a buscar agua y algunos remedios que mantenía en casa para emergencias. Aunque no era curandera, conocía algunos tratamientos básicos que podían ayudar hasta que alguien más experimentado pudiera asistirlos.

Link colocó con cuidado a Mipha sobre el sofá, su corazón palpitando mientras miraba su rostro pálido. "Tiene que estar bien..." murmuró para sí mismo, luchando contra las lágrimas mientras veía cómo su madre trabajaba rápidamente.

—-

Habían pasado cerca de dos horas desde que Link llegó a su casa con Mipha a cuestas. Durante todo ese tiempo, el ambiente en la pequeña casa de Hatelia estuvo cargado de preocupación. Link y su madre, Saria, se mantenían atentos junto al sofá donde Mipha yacía, aún inconsciente. Saria había hecho todo lo que estaba a su alcance para estabilizarla, aplicando compresas y remedios herbales. Link no apartaba los ojos de Mipha, su mente era un torbellino de emociones: el miedo de perderla, la culpa por no haber sido lo suficientemente fuerte para protegerla, y la extraña sensación que aún lo recorría tras haber utilizado aquella nueva habilidad para detener el tiempo.

De repente, Mipha se despertó de golpe, respirando con dificultad, sus ojos abriéndose de par en par mientras su cuerpo aún mostraba signos de entumecimiento por la electricidad. Se llevó una mano al pecho, intentando calmar el violento latido de su corazón, mientras sus ojos buscaban algo familiar en la habitación.

"¡Mipha!" exclamó Link, lanzándose hacia ella, su voz cargada de alivio y preocupación. "¡Gracias a las diosas, estás bien!" Su madre, Saria, también se acercó rápidamente, observando a la joven Zora con el ceño fruncido.

Mipha, respirando profundamente, intentó sentarse, aunque aún sentía el cuerpo pesado. "Link... Saria... gracias por cuidarme," dijo con una voz suave, aunque entrecortada. "La electricidad... me afectó más de lo que pensé." Miró a Link con gratitud y luego a Saria, asintiendo con una débil sonrisa. "Si no hubiera sido por tus cuidados, Saria, no habría salido de ese estado crítico."

Saria, quien estaba arrodillada junto al sofá, le devolvió la sonrisa, aunque sus ojos seguían llenos de preocupación. "Hice lo que pude, pero fue Link quien te trajo aquí. Estabas tan mal que no sabía si podrías recuperarte."

Mipha asintió lentamente y levantó una mano, la cual comenzó a brillar con una luz suave y azulada. "Ahora puedo curarme por mi cuenta. Mi habilidad de sanación puede restaurar el daño, pero cuando las heridas son demasiado graves, como lo eran en mi caso, no puedo hacerlo sola. Pero ahora, con tu ayuda, Saria, ya puedo continuar la curación."

Un aura cálida envolvió a Mipha mientras su magia curativa recorría su cuerpo. Poco a poco, el color volvió a sus mejillas, y el temblor de sus extremidades se fue calmando. Después de unos minutos, bajó las manos y se permitió un suspiro de alivio. "Gracias, de verdad."

Antes de que pudieran responder, la puerta se abrió de golpe. Rohin, el padre de Link, entró en la casa, aún vestido con su armadura ligera, con el rostro marcado por el cansancio tras la larga reunión en el castillo. Al cruzar el umbral, sus ojos se posaron rápidamente en Mipha, y su expresión cambió de inmediato, de sorpresa a respeto.

"¿Princesa Mipha?" Rohin se inclinó ligeramente en una reverencia, su tono mostrando sorpresa y admiración. "No sabía que estabas aquí. Es un honor recibirte en nuestra casa."

Saria, al escuchar la palabra "princesa", parpadeó y miró a Mipha con ojos más abiertos, entendiendo de golpe quién era realmente la joven Zora que había estado cuidando. "¡Por las diosas! Lo siento tanto por no haberte reconocido antes, princesa."

Mipha sonrió con timidez, acostumbrada a que su estatus sorprendiera a los hylianos en situaciones más cotidianas. "Por favor, no es necesario disculparse. Esta situación no era para formalidades. Gracias a ustedes, pude recuperarme."

Rohin se acercó a Mipha con una mirada seria, pero de respeto. "Si mi hijo te salvó y te trajo hasta aquí, puedo estar más que orgulloso. Pero no podemos ignorar lo peligroso que es lo que sucedió." Luego, se volvió hacia Link, sus ojos reflejando una mezcla de preocupación y firmeza. "Necesito que me pongas al tanto de lo ocurrido."

Link le relató brevemente cómo habían sido atacados por los Bokoblins y cómo Mipha fue herida gravemente por un monstruo que manejaba la electricidad. Al terminar, Rohin se tomó un momento para procesar lo que había escuchado antes de suspirar profundamente.

"Esto solo confirma lo que temíamos en la reunión con el rey. Los monstruos están volviéndose más peligrosos. No es seguro para nadie salir solo en estos tiempos, y mucho menos para ti, Link," dijo su padre con tono autoritario. "A partir de ahora, te prohíbo salir sin supervisión. Ya no es un juego, es demasiado peligroso."

Link frunció el ceño, su rostro lleno de frustración. "¡Pero yo puedo cuidarme! No soy un niño pequeño. ¡Pude salvar a Mipha!" Protestó, levantándose de su asiento, su cuerpo aún tenso por la discusión inminente.

"Salvaste a Mipha por pura suerte," respondió Rohin, con un tono severo. "Si ella no hubiera tenido la capacidad de curarse, no estaríamos hablando de una victoria. No entiendes lo peligroso que es todo esto. ¡No saldrás sin supervisión!"

La tensión en la sala creció mientras Link sentía que sus esfuerzos habían sido minimizados. Apretó los puños, su mente llena de los recuerdos de la batalla y de aquella sensación que tuvo cuando detuvo el tiempo. Había logrado algo que ni él mismo entendía por completo, y no podía quedarse callado más tiempo.

"¡No fue solo suerte!" gritó Link, con los ojos llenos de frustración. "Obtuve una habilidad... una que me permitió detener el tiempo. Por eso gané, por eso logré salvar a Mipha. ¡No soy tan débil como piensas!"

La revelación dejó a Rohin y a Saria en silencio, ambos sorprendidos por lo que su hijo acababa de decir. Mipha, también sorprendida, lo miró con curiosidad. La habitación quedó en un tenso silencio mientras las palabras de Link resonaban en el aire.

Rohin entrecerró los ojos, intentando evaluar la situación. "¿Detener el tiempo?" repitió lentamente, tratando de asimilar lo que Link había dicho. "¿Estás seguro de lo que dices?"

Link asintió con firmeza. "No sé cómo lo hice, pero lo sentí. Todo a mi alrededor se detuvo, y pude aprovechar esa ventaja para atacar y salvar a Mipha."

Saria, mirando a su hijo con una mezcla de preocupación y asombro, interrumpió suavemente. "Si lo que dices es cierto, Link, eso no es algo común... Es una habilidad poderosa. Pero también peligrosa si no sabes controlarla."

Rohin, aunque aún impactado, respiró profundamente y miró a su hijo con ojos más serios pero menos severos. "Si lo que dices es cierto, entonces no solo está en juego tu seguridad, sino la de todos los que te rodean. Debemos asegurarnos de que puedas controlar esa habilidad antes de que te expongas a más peligros."

Link, aunque aliviado de que lo hubieran escuchado, todavía sentía la presión de las palabras de su padre. Sabía que tendría que demostrar que era capaz de manejar esa nueva habilidad, pero también que no podía quedarse encerrado. Había un mundo que necesitaba explorar y proteger.

"Lo haré," respondió Link, su voz firme. "No dejaré que me detengan. Si soy más fuerte, puedo ayudar. Puedo hacer una diferencia."

Rohin lo observó por unos momentos antes de asentir lentamente. "Está bien. Pero entrenarás bajo mi supervisión y no saldrás solo hasta que estemos seguros de que puedes manejar esa habilidad. No voy a arriesgar tu vida, Link."

La tensión en la sala se disolvió lentamente, aunque el ambiente seguía cargado de emociones. Sabían que las decisiones tomadas no eran fáciles, pero todos entendían que las cosas estaban cambiando rápidamente en Hyrule, y Link ahora formaba parte de algo mucho más grande.

Después de aquel momento tenso, Saria sugirió que cenaran, intentando traer un poco de calma al ambiente. Se sentaron todos juntos en la mesa, aunque el silencio se mantenía mientras Rohin pensaba en todo lo que había ocurrido en la reunión en el castillo y la sorprendente revelación de su hijo.

Durante la cena, Rohin compartió lo que había escuchado en la reunión: que los monstruos estaban apareciendo en mayor número y que se volvían cada vez más fuertes. La noticia solo reforzó su decisión de mantener a Link bajo mayor supervisión, aunque ahora sabía que su hijo tenía un destino mayor.

Link, por su parte, permanecía pensativo. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba decidido a mejorar, a dominar su habilidad y a demostrar que era capaz de proteger a los que amaba.

La cena terminó en medio de una conversación tensa pero calmada. Tras comer, Link y su padre, Rohin, se prepararon para acompañar a Mipha al asentamiento Zora más cercano. El viaje fue relativamente rápido, y al llegar, ambos se dieron cuenta de que los Zora estaban visiblemente preocupados. La princesa Mipha, quien se había escapado durante la tarde para encontrarse con Link, había estado desaparecida por horas, causando gran inquietud entre su pueblo.

Los guardias y algunos consejeros se acercaron de inmediato al verla sana y salva. Agradecieron a Rohin y a Link por traerla de vuelta, pero no pudieron ocultar sus suspiros de alivio. Mipha, aunque algo avergonzada por haber escapado sin previo aviso, se despidió de Link con una sonrisa cálida, asegurándole que pronto se verían de nuevo.

Una vez cumplida su tarea, Link y su padre emprendieron el camino de regreso a casa. La noche ya cubría los cielos cuando, antes de llegar a la aldea Hatelia, Rohin se detuvo en un claro a las afueras del pueblo. Sin decir mucho, se giró hacia Link con una sonrisa decidida.

"Antes de entrar a la aldea, quiero ver por mí mismo lo que has logrado," dijo Rohin, desenvainando su espada de entrenamiento. "Vamos a tener un entrenamiento rápido."

Link, sabiendo lo que venía, asintió, emocionado. Estaba ansioso por mostrarle a su padre lo que había mejorado, especialmente después de haber descubierto su nueva habilidad. Comenzaron con movimientos básicos, intercambiando golpes y esquivando con destreza. Link no tardó en mostrar los avances que había logrado en su entrenamiento, y Rohin lo observaba con ojos atentos, midiendo cada movimiento.

Después de un par de intercambios más, Rohin se detuvo, bajando su espada con una expresión seria pero satisfecha. "Diría que has alcanzado el nivel 100, hijo. Tus reflejos, tu velocidad… te has vuelto un hyliano de élite."

Link sonrió ante el reconocimiento, sintiendo el orgullo de haber alcanzado algo que hasta hace poco parecía imposible. Sabía que su padre tenía un gran ojo para reconocer el nivel de fuerza de los soldados, después de haber entrenado a muchos novatos en las fuerzas del reino.

Justo cuando Link pensaba que el entrenamiento había terminado, Rohin hizo un gesto rápido, lanzándose hacia él con un golpe sorpresivo. Pero esta vez, algo diferente ocurrió. Link, confiando en sus instintos, esquivó el ataque con una agilidad impresionante. Sin darse cuenta, entró en un estado en el que todo a su alrededor parecía ralentizarse. Antes de poder procesarlo del todo, su cuerpo se movió por instinto, lanzando una ráfaga de golpes contra su padre.

A pesar de la velocidad de sus ataques, los golpes de Link no fueron lo suficientemente fuertes para causar daño real, pero Rohin, con su vasta experiencia, retrocedió, sorprendido y al mismo tiempo impresionado. Después de unos momentos, Rohin alzó una mano para detener el combate y sonrió levemente, con una mezcla de orgullo y comprensión en su mirada.

"Ya entiendo cómo funciona tu habilidad," dijo Rohin, con los ojos entrecerrados y una sonrisa confiada. "No es que controles el tiempo, hijo. Lo que sucede es que, por un breve periodo, tu mente y cuerpo se aceleran. Ves todo más lento y te mueves mucho más rápido. Es como si entraras en un estado de hiperconcentración."

Link, aún jadeante, lo miró con sorpresa. No había entendido completamente cómo funcionaba su habilidad hasta ese momento.

"Es una habilidad muy peculiar," continuó Rohin, guardando su espada. "Pero tiene un gran potencial si aprendes a controlarla y a combinarla con tu fuerza."

Link asintió, ahora comprendiendo mejor lo que había hecho durante la batalla con los Bokoblins y el entrenamiento con su padre.

Rohin dio un paso adelante y colocó una mano en el hombro de su hijo. "Lo que has logrado hoy es increíble, pero no te detengas aquí. Mañana iremos al castillo. Si ven lo que eres capaz de hacer y cuánto te esfuerzas, estoy seguro de que podrás saltarte la regla de los 15 años y empezar a entrenar desde ya, con tan solo 8 años."

Los ojos de Link brillaron con emoción y determinación. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para alcanzar su máximo potencial.

El futuro, lleno de desafíos y aventuras, se veía cada vez más claro para él.

Al día siguiente, Link estaba lleno de energía. La emoción de la aventura lo había mantenido despierto toda la noche, y apenas logró conciliar el sueño, algo que le resultaba sorprendente dado lo agotado que había estado. Sin embargo, la perspectiva de lo que estaba por venir lo impulsaba. Al amanecer, cuando el primer rayo de sol entró por la ventana de su habitación, ya estaba despierto y listo para el día que le aguardaba.

Después de un desayuno rápido, salió de casa acompañado de su padre, Rohin. Hoy sería un día especial, el día en que irían al cuartel de los caballeros. Desde muy joven, Link había admirado a los soldados del reino, y ahora que estaba entrenando duro, sabía que era el momento de probar su progreso.

Al llegar al cuartel, la imponente estructura de piedra de los caballeros de Hyrule dominaba el paisaje. Los soldados entrenaban intensamente, el sonido metálico de las espadas chocando resonaba en el aire, y la atmósfera estaba cargada de determinación. Link sintió un cosquilleo en la piel, emocionado por lo que estaba a punto de experimentar.

Lo primero que Link pidió fue algo muy específico: medir su nivel de poder. Sabía que su entrenamiento constante en el bosque y los meses de trabajo duro lo habían hecho más fuerte, pero quería saber exactamente cuánto había progresado.

Lo llevaron a la sala de medición, una cámara especial con una gran esfera mágica en el centro que brillaba con una luz etérea. Link puso su mano sobre la esfera, su corazón latiendo con fuerza, y al cabo de unos segundos, la energía mágica de la esfera proyectó los resultados. Link había alcanzado el nivel 100, con un poder total de 275.

"¡Increíble!", pensó Link. Ver esos números reflejaba todo el esfuerzo que había puesto en mejorar. Aunque sabía que los soldados experimentados tenían niveles de poder mucho más altos, alcanzar ese nivel a su edad era un logro significativo.

Rohin, su padre, sonrió con orgullo y puso una mano sobre el hombro de su hijo. "Has trabajado duro para esto, Link. Estoy muy orgulloso de ti. Pero aún hay más por descubrir. Ven, quiero que conozcas a alguien".

Rohin condujo a Link por los pasillos del cuartel hasta una sala más pequeña pero llena de misterios y tecnología. Allí estaba Prunia, la gran inventora Sheikah, conocida en todo Hyrule por sus notables invenciones. Apenas habían pasado dos meses desde que había completado su último invento: una máquina que, se decía, podía leer las habilidades especiales de las personas. Rohin quería que Link fuera evaluado por Prunia para ver qué habilidades poseía.

Prunia levantó la vista de su mesa cuando los vio entrar. Con sus gafas brillando bajo la luz de los aparatos y una sonrisa juguetona en los labios, se acercó a ellos.

¡Vaya, vaya! ¡Si es el gran Rohin y su hijo prodigio! —exclamó Prunia, con un tono alegre y un poco burlón—. Me alegra ver que viniste a visitarme, ¿eh? ¿Qué te trae por aquí, caballeros?

Rohin sonrió, ya acostumbrado al carisma y la energía de Prunia. —Queremos que eches un vistazo a Link. Me gustaría que midieras sus habilidades. Él ha estado entrenando mucho, y quiero saber si tiene algún talento especial oculto.

Prunia miró a Link con ojos juguetones, sus labios formando una sonrisa traviesa. —Así que tú eres Link, ¿eh? He oído muchas cosas sobre ti. —dijo, inclinándose ligeramente hacia él, haciendo que Link se sonrojara—. ¿Listo para descubrir si tienes algo especial escondido, joven héroe?

Link asintió, un poco nervioso pero emocionado.

Muy bien, muy bien —dijo Prunia, volviendo a su tono serio, aunque su sonrisa aún permanecía—. Vamos a ver qué nos muestra la máquina.

Prunia guió a Link hacia una plataforma en el centro de la sala. Con un toque rápido en un panel de control, la máquina cobró vida, emitiendo un zumbido suave mientras las luces comenzaban a parpadear. Link sintió una ligera vibración en sus pies, como si la máquina estuviera escaneando cada rincón de su ser.

Los segundos se sintieron eternos, pero finalmente, los resultados aparecieron en una pantalla flotante frente a ellos. Prunia y Rohin miraron los resultados... y ambos se quedaron boquiabiertos.

Prunia observó los resultados en la pantalla con una mezcla de asombro y emoción creciente. De repente, soltó una risa entre nerviosa y exagerada, y se giró hacia Rohin con los ojos bien abiertos.

¡Vaya, Rohin! ¡Tus genes son espectaculares! —exclamó con un tono entre juguetón y exagerado, levantando ambos brazos dramáticamente—. ¿Qué le diste de comer a este chico? ¡Esto es un potencial increíble!

Link, que no entendía la mitad de lo que estaba sucediendo, miraba la escena completamente desconcertado. Sus ojos pasaban de su padre a Prunia, tratando de descifrar si aquello era en serio o una broma.

Rohin, acostumbrado a la efusividad de Prunia, solo cruzó los brazos y sonrió con una ceja levantada. —Bueno, el entrenamiento y la disciplina hacen mucho... pero supongo que algo habré heredado. —comentó en tono casual, aunque el orgullo en su voz era evidente.

Prunia no bajaba el tono. —¡No, no, no! ¡Esto va más allá del entrenamiento! —dijo, haciendo aspavientos—. Este chico está lleno de potencial. ¡Tus genes han hecho maravillas aquí, Rohin! ¡Si tuviera un laboratorio más avanzado, le haría un estudio completo!

Link seguía mirando la situación, ahora más confundido que nunca, preguntándose qué significaba todo aquello. ¿Genes? ¿Potencial? Apenas comprendía lo que querían decir, pero no quería interrumpir la conversación.

De repente, Prunia y Rohin se giraron al unísono, dejando de lado su tono de broma. Ahora ambos lo miraban con una seriedad que hizo que Link se pusiera un poco nervioso.

Bueno, Link —dijo Prunia, adoptando una postura más profesional—. Supongo que sabes algo sobre los niveles de habilidad, ¿verdad?

Link asintió, recordando lo que había aprendido de los Zora. —Sí, los Zora me explicaron lo básico. Me dijeron que las personas pueden desarrollar diferentes tipos de habilidades, empezando con las habilidades básicas, luego hay habilidades únicas, verdaderas, definitivas y… creo que mencionaron algo sobre habilidades supremas, ¿no? —dijo, un poco inseguro de haberlo entendido completamente.

Prunia levantó una ceja, sorprendida de que supiera tanto. Sonrió con satisfacción y luego asintió. —¡Exactamente! Aunque parece que los Zoras hicieron un buen trabajo enseñándote. —dijo con un tono entre bromista y serio—. Pero déjame aclararte cada una, para que lo entiendas mejor.

Primero —dijo levantando un dedo—, las habilidades básicas son justo lo que su nombre indica: el inicio de todo. Representan la forma más básica del poder, como una técnica o capacidad inicial que el usuario puede desarrollar. Estas habilidades son comunes y, al alcanzar el nivel 100, casi todas las personas en Hyrule adquieren una de estas habilidades básicas.

Prunia continuó, ahora levantando dos dedos. —Luego están las habilidades únicas. Estas son una evolución de las habilidades básicas, pero con características que las hacen especiales y personalizadas para quien las posee. No todos llegan a este nivel, pero algunos prodigios, como Mipha, la princesa Zora, logran obtenerlas al alcanzar el nivel 100.

Link escuchaba atentamente, impresionado por la información.

Prunia levantó tres dedos y su tono se volvió más serio. —Las habilidades verdaderas son un nivel avanzado que desbloquea el verdadero potencial de la habilidad. Aquí es donde la cosa se pone realmente interesante, ya que revelan su poder oculto y efectos mucho más poderosos. Normalmente, una persona puede llegar a este tipo de habilidad alrededor del nivel 500. ¡Es algo raro!

Luego tenemos las habilidades definitivas —continuó Prunia, levantando cuatro dedos—. Este es el dominio casi total de una habilidad. Aquí, los usuarios pueden usarla con una eficiencia y poder extraordinarios. Pero, para llegar a este nivel... uf, con suerte, alguien lo alcanza al nivel 1000.

Finalmente, Prunia levantó la mano entera con los cinco dedos extendidos. —Y por último están las habilidades supremas. —dijo, su tono casi reverente—. Son la cúspide del poder, donde el usuario puede fusionarse completamente con su habilidad, controlándola al grado de poder alterar la realidad misma. Pero... esto es solo un mito. Nadie en toda la historia de Hyrule ha alcanzado una habilidad suprema. Al menos, que se sepa.

Link la observaba, impresionado. Todo esto era nuevo para él, pero al mismo tiempo, se sentía emocionado por la posibilidad de alcanzar niveles tan poderosos.

Prunia sonrió y añadió: —Como te dije, la mayoría de las personas obtienen una habilidad básica al nivel 100. Luego, con cada 100 niveles adicionales, pueden mejorar esa habilidad o adquirir una nueva.

Link parpadeó, asimilando toda la información. Sabía que el poder existía en muchas formas, pero jamás había imaginado que fuera tan complejo.

Prunia entonces se cruzó de brazos y volvió a mirar la pantalla con los resultados. —Y aquí viene lo interesante, Link. Tienes dos habilidades. Una de ellas es una habilidad verdadera, y la otra… —Prunia hizo una pausa dramática—. No tenemos idea. Es algo aún por descubrir.

Link sintió un escalofrío recorrerle la espalda. ¿Dos habilidades? ¿Una de ellas desconocida? Todo se estaba volviendo mucho más interesante de lo que jamás había imaginado.

Después de la revelación de las habilidades de Link, Rohin se mostró tranquilo por fuera, pero por dentro no podía evitar sentirse asombrado. Aunque era su hijo, esas habilidades eran extraordinarias. Prunia se cruzó de brazos mientras Rohin tomaba a Link de la mano para llevarlo al campo de entrenamiento.

Vamos, hijo. Quiero que practiques un poco más. —dijo con voz seria, ocultando el orgullo que sentía por dentro.

Link asintió, aún tratando de procesar todo lo que Prunia le había explicado. Caminó junto a su padre hacia el área de entrenamiento de los soldados, donde el sonido de espadas chocando y las órdenes de los instructores resonaban con fuerza.

Cuando llegaron, Rohin dejó a Link en el campo de prácticas y volvió hacia donde estaba Prunia, que permanecía absorta mirando la pantalla con los datos de las habilidades de Link.

Rohin regresó a su lado, y esta vez ambos adoptaron un tono más serio, ya sin las bromas anteriores. El silencio pesaba durante unos segundos, hasta que Prunia finalmente rompió la tensión.

Ese niño... es extraordinario. —dijo, sin apartar los ojos de los resultados—. Pero... siempre ha sido así de fuerte?

Rohin suspiró, mirando al campo de entrenamiento donde Link comenzaba a practicar sus movimientos con la espada de madera. Parecía recordar algo del pasado.

No, Prunia. —dijo con voz grave—. Cuando era niño... Link era increíblemente débil. —Rohin hizo una pausa, rememorando esos tiempos difíciles—. Los otros niños se burlaban de él, lo llamaban el hyliano más débil. Pero Link nunca dejó que eso lo derrotara. Siempre ha tenido algo dentro de él, una llama que lo impulsaba a seguir adelante, aunque todos a su alrededor dudaran de él. Y míralo ahora...

Prunia frunció el ceño, interesada. —¿Débil...? —preguntó con una mezcla de incredulidad y curiosidad—. Es difícil imaginar a este chico como alguien débil. Lo que vi en esa máquina es... impresionante, incluso para los estándares de un prodigio..

Rohin sonrió con nostalgia. —Sí, lo sé. Pero todo cambió cuando empezó a entrenar por su cuenta. Algo en él despertó, y ese poder oculto, esa habilidad verdadera, comenzó a manifestarse lentamente. Lo que estás viendo ahora es el resultado de años de esfuerzo, sudor y sacrificio.

Ambos quedaron en silencio, mirando de nuevo hacia el campo de entrenamiento. El viento soplaba suavemente sobre el lugar, mientras Link, al otro lado, se preparaba para lo que sería un reto mucho más personal.

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En el campo de entrenamiento, Link había tomado una espada de práctica de madera y comenzaba a realizar sus movimientos. Los soldados más jóvenes, algunos recién reclutados, lo observaban con curiosidad. No tenían ni idea de quién era realmente ese niño.

Mira eso, un crío jugando con una espada. —dijo uno de los reclutas, un adolescente de unos 15 años, con una sonrisa burlona.

Otro, con una risa cruel, agregó: —Apuesto a que ni siquiera puede levantar una espada de verdad. ¿Qué está haciendo aquí?.

El grupo de cinco jóvenes reclutas se acercó, observando a Link mientras continuaba entrenando con la espada. Sus niveles de poder rondaban los 100 a 110, y todos tenían habilidades básicas como resistencia mejorada o ataques más fuertes. Nada fuera de lo común. Se veían confiados, seguros de que aquel niño era solo una distracción, una broma.

Oye, enano, ¿por qué no dejas de jugar y nos dejas entrenar a los verdaderos soldados? —dijo uno de los jóvenes, lanzándole una mirada desafiante.

Link, concentrado en su entrenamiento, ignoró los comentarios por un momento. Pero la burla persistente comenzó a enfadarlo. Finalmente, se detuvo y se giró hacia ellos.

¿Por qué no dejamos de hablar y lo resolvemos en un duelo? —dijo Link, con una voz tranquila pero firme, que sorprendió a los reclutas.

El primer joven, sin perder su arrogancia, se rió. —¿Un duelo? ¿Contigo? Vamos, será rápido.

Los demás chicos rieron, pero al ver la confianza de Link, algo de duda comenzó a asomarse en sus miradas. El primer recluta aceptó el desafío, acercándose con una espada de madera y una sonrisa burlona.

Prepárate para que te derrote en un solo golpe. —dijo mientras levantaba la espada y atacaba con fuerza.

Pero cuando lanzó su primer golpe, Link lo esquivó con una velocidad impresionante. En ese instante, el tiempo alrededor de Link pareció ralentizarse. Su habilidad verdadera, "Pensamiento acelerado", se activó. Para él, todo se movía con lentitud, y cada movimiento del recluta era predecible. Con un solo movimiento fluido, Link contraatacó y golpeó al chico directamente en el torso, enviándolo al suelo antes de que pudiera reaccionar. El duelo había terminado en un instante.

Los otros reclutas, que observaban, dejaron de reír. Su arrogancia se esfumó al ver lo rápido que su amigo había sido derrotado. Dejando de lado el orgullo, los cuatro restantes decidieron atacar a Link en grupo, seguros de que en número lo superarían.

Pero, para sorpresa de todos, Link era muy superior a ellos. Se movía con una velocidad y precisión increíbles, esquivando cada ataque con facilidad y contrarrestando cada uno con movimientos precisos. Uno por uno, los reclutas cayeron, derrotados, sin siquiera entender cómo un niño más pequeño los había superado con tanta facilidad.

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Rohin, que había salido para ver cómo le iba a su hijo, observó la escena con asombro. Desde lejos, vio cómo Link acababa con los cinco jóvenes reclutas que lo habían retado.

Increíble... —murmuró Rohin para sí mismo, impresionado por la habilidad de su hijo.

A su lado, Prunia también observaba la escena con una sonrisa satisfecha. —Tienes un niño interesante, Rohin. —dijo, con un tono mucho más serio—. Cuídalo bien. Algo me dice que su destino está entrelazado con el futuro de Hyrule.

Rohin asintió, consciente de la importancia de esas palabras. —Lo sé, Prunia. Estoy orgulloso de él... pero también sé que el camino que tiene por delante no será fácil.

Prunia, asintiendo, se alejó lentamente, sacando un pequeño dispositivo de su bolso. Se detuvo por un momento antes de girarse nuevamente hacia Rohin.

Por cierto, me acaban de informar que han encontrado tecnología Sheikah ancestral en unas excavaciones. —dijo con una mezcla de emoción y seriedad—. Iré a verlas. Esto podría cambiar muchas cosas..

Rohin la observó con curiosidad. —¿Tecnología ancestral? ¿Tan importante es?.

Prunia sonrió, esta vez con un aire de misterio. —Oh, lo es, créeme. Pero ya hablaremos de eso más adelante. Cuida a Link. Nos vemos pronto.

Y con esa despedida, Prunia se marchó, dejando a Rohin con la mirada fija en su hijo, sabiendo que algo grande estaba por venir, tanto para él como para Hyrule.

Tras el duelo con los reclutas y los impresionantes descubrimientos de Prunia, la vida de Link cambió drásticamente. A la temprana edad de 8 años, fue admitido en la prestigiosa academia militar de Hyrule, un honor que rara vez se otorgaba a alguien tan joven. Su habilidad y poder lo diferenciaban del resto de los aspirantes, y aunque era mucho más joven que sus compañeros, pronto se ganó el respeto de todos.

A pesar de la rigurosidad del entrenamiento en la academia, Link aprovechaba sus días libres para continuar su entrenamiento personal. El Bosque Perdido se convirtió en su refugio, donde seguía practicando bajo la mirada atenta de los Kologs y, en ocasiones, el Gran Árbol Deku. Su conexión con la naturaleza y su habilidad verdadera de percibir el tiempo lentamente le permitían moverse con una fluidez impresionante entre los árboles y la maleza.

Los días de entrenamiento se alternaban con visitas al río, donde se encontraba con Mipha, la princesa Zora. Aunque ambos eran jóvenes, una profunda amistad creció entre ellos. Las largas horas en el río se convertían en momentos de paz y risas, donde Mipha y Link entrenaban juntos, perfeccionando sus habilidades y compartiendo sus sueños para el futuro. Esta rutina se repitió durante muchos años, consolidando el lazo entre ambos.

Mientras tanto, Prunia y el científico Sheikah, Rotver, avanzaban en su exploración de la tecnología Sheikah ancestral. El descubrimiento de los Guardianes, máquinas de combate antiguas, fue uno de los hitos más grandes de su investigación. Pero con el despertar de estos guardianes, también aumentaron los avistamientos de monstruos en todo Hyrule. Las criaturas se volvían más agresivas, y el reino de Hyrule enfrentaba un nuevo desafío. No obstante, Link jugó un papel crucial en la defensa del reino, utilizando su poder y habilidades para reducir las bajas en las filas del ejército.

Pero no todo eran victorias en Hyrule. La reina del reino, madre de Zelda, falleció, sumiendo al castillo y a la princesa en una profunda tristeza. Zelda, devastada por la pérdida, se distanció del resto. Link, deseando ofrecerle su apoyo, intentó buscarla en los campos de entrenamiento, pero nunca tuvo la suerte de volver a encontrarse con ella. La princesa parecía haber desaparecido de la vista pública. Corrían rumores de que había comenzado a ser escoltada por una misteriosa guerrera Sheikah llamada Impa, lo que indicaba la creciente preocupación por la seguridad de la joven heredera.

El tiempo continuó su curso, y Link creció en fuerza, habilidad y renombre. A los 15 años, ya no era el niño débil que había sido. Ahora era un soldado prodigio, respetado y admirado por todo el ejército de Hyrule. Su poder había crecido enormemente, pero también lo habían hecho los desafíos. Cuanto más alto ascendía, más difícil se volvía acumular experiencia y subir de nivel. A pesar de entrenar incansablemente y participar en múltiples misiones, Link apenas rozaba el nivel 350.

Sin embargo, su nivel de poder era asombroso para su edad. Con un total de 2250 puntos de poder, Link había alcanzado una fuerza que normalmente solo se veía en soldados que llegaban al nivel 850, después de décadas de servicio. Esto consolidaba aún más su estatus como un verdadero prodigio entre las filas del ejército.

Su nombre resonaba entre los soldados, oficiales e incluso la realeza. Todos sabían que Link era un joven destinado a grandes cosas, y aunque la distancia con la princesa Zelda seguía creciendo, el destino parecía estar marcando su camino hacia un futuro crucial para el reino de Hyrule.