Capítulo 8: Campeones

La mañana seguía fresca cuando la arena de entrenamiento de los generales, reforzada con la magia de los Goron, volvía a ser testigo de una batalla que estaba a punto de sacudir sus cimientos. Las paredes de roca sólida que habían soportado los embates de incontables guerreros ahora parecían estar bajo la amenaza de algo mucho mayor. Y allí, en el centro de ese campo de batalla, dos figuras se preparaban para enfrentarse.

Link se mantenía firme, con la espada de madera en su mano derecha. La Espada Maestra, descansando en su espalda, parecía observar desde su funda, como si entendiera que su momento aún no había llegado. Frente a él, Revali, con su postura altiva y orgullosa, extendía sus alas con una arrogancia natural, su mirada fija en Link con una mezcla de desafío y superioridad.

¿Estás listo, Link? —preguntó Revali con una sonrisa altanera. —Hoy aprenderás lo que significa estar en presencia de un verdadero maestro del aire.

Link, con la misma calma de siempre, asintió. Sabía que Revali era fuerte, pero confiaba en sus habilidades. No iba a dejarse intimidar.

Cuando quieras, Revali, —respondió Link, su voz tranquila y medida. Aunque Revali tenía una ventaja natural con su vuelo y velocidad,Link si bien no tenía tanta experiencia de la cual jactarse lo compensaba con su habilidad "Maestro de guerra".

Revali no perdió tiempo. Con un poderoso batir de sus alas, despegó en un instante, elevándose rápidamente por encima de Link. Su primera habilidad definitiva quedó clara de inmediato.

¡Alas vendaval! —exclamó el Orni con orgullo.

El aire alrededor de Revali comenzó a agitarse, creando un tornado que lo envolvía por completo. Su velocidad se multiplicó en un instante, y el viento que lo rodeaba actuaba como un escudo, protegiéndolo de cualquier ataque directo.

Link, observando cada detalle, activó su Procesamiento Paralelo. El mundo parecía desacelerarse a su alrededor mientras analizaba la situación. El tornado que rodeaba a Revali era denso, pero no impenetrable. Si intentaba un ataque directo, sería inútil. Link retrocedió un paso y evaluó cada movimiento de su oponente, observando cómo Revali, desde las alturas, comenzaba a prepararse para su próximo ataque.

¿Qué te parece, Link? —la voz de Revali resonó desde las alturas— ¡No me digas que ya te has quedado sin ideas!

El Orni no perdió tiempo y pasó al siguiente ataque. El viento que controlaba ahora cortaba como cuchillas invisibles, capaz de desgarrar cualquier cosa que tocara, mientras Revali entraba en este estado su ataque y velocidad aumentaban en gran manera. Descendió a toda velocidad, lanzando ráfagas de viento cortante hacia Link.

Link, sin perder la calma, nuevamente activó su Procesamiento Paralelo. Las ráfagas de viento venían desde diferentes ángulos, pero él, en su estado de concentración, las veía venir como si el tiempo se moviera en cámara lenta. Cada ráfaga era esquivada con precisión milimétrica, y aunque sentía el viento rozar su piel, no lograba tocarlo.

Esquivar no te llevará muy lejos, héroe, —gruñó Revali, molesto por la habilidad de Link para evitar sus ataques—. Veamos cómo enfrentas esto...

Revali, desde el cielo, desenfundó su arco y lo tensó rápidamente. Una flecha apareció entre sus dedos, y con una sonrisa de satisfacción, disparó. Ojo de Halcón, esta habilidad le otorga a Revali un control absoluto sobre las flechas disparadas desde su arco, asegurando que no fallarán su objetivo a menos que el enemigo las esquive en el instante preciso antes del impacto.

La flecha voló con una velocidad impresionante, pero Link, previendo el ataque gracias a su procesamiento paralelo, movió su cuerpo justo a tiempo. La flecha pasó rozando su hombro, y Link supo que tenía que actuar rápido si quería contrarrestar lo siguiente que se avecinaba.

Revali, enfurecido por los fallos consecutivos, decidió usar su otra habilidad definitiva. "Furia de revali". Al pronunciar estas palabras, el aire de la arena comenzó a agitarse violentamente. Tornados comenzaron a formarse por toda la sala, girando sin control. Cada uno de ellos era lo suficientemente fuerte como para arrasar con cualquier cosa que se interpusiera en su camino. El rostro de Revali se iluminó con orgullo mientras observaba el caos que había desatado.

¡Admira mi poder, Link! No solo controlo el viento, también soy el amo del rayo. —gritó Revali mientras sus alas brillaban con destellos de electricidad. Pequeños rayos comenzaban a salir de sus plumas, iluminando la arena en medio del torbellino de viento. Esta era la habilidad definitiva de Revali, una habilidad nacida de su orgullo como guerrero, una tormenta imparable que representaba el orgullo del usuario, la habilidad permite un dominio casi total del viento en un área de 500 metros a la redonda, durante este tiempo todo el viento puede imbuirse con las propiedades de las otras habilidades del usuario así como también se imbuyen del elemento rayo, como efecto secundario en este estado Revali es inmune a ambos elementos que está controlando, además de potenciar todas las estadísticas del mismo.

Link, rodeado por los tornados que cortaban como si de un tornado de espadas se tratara y además con descargas eléctricas azotando el suelo sin piedad, sabía que tenía que hacer algo más que esquivar. Esta vez, no bastaría con evitar los ataques; necesitaba cortar el flujo del viento, si no lo hacía un pequeño descuido podría terminar en un golpe directo, Revali con sus 2 habilidades activas tenía un poder abrumador, link no sabía con exactitud cuánto era su total, pero sí podía percibir que por lo menos era unas 4 veces más grande que su poder, no podía permitirse ser tocado por esos tornados. Link sabía que debía neutralizar rápidamente, para ellos el apesar de ser más débil en poder base, tenía una habilidad que le permitía romper esa brecha.

Con un movimiento decidido, Link llevó su mano a la Espada Maestra. Sabía que no le gustaba utilizarla en entrenamientos, pero el poder de Revali requería una respuesta adecuada. Al desenfundar la espada, el brillo azul de su hoja pareció iluminar todo a su alrededor.

Si es un reto lo que quieres... —Link murmuró para sí mismo.

Con la Espada Maestra en mano, Link avanzó hacia los tornados, activando nuevamente su Procesamiento Paralelo. El tiempo se desaceleró mientras evaluaba los vientos que giraban a su alrededor. Observó los puntos donde el flujo de aire era más débil y con un corte preciso, rompió la barrera de viento que lo envolvía.

La hoja de la Espada Maestra cortaba el aire con facilidad, y en cuestión de segundos, los tornados comenzaron a disiparse uno por uno. El poder de Revali, aunque formidable, no era invencible.

Revali, desde el cielo, observaba con incredulidad cómo Link había destruido sus tornados. Su orgullo estaba herido, pero aunque Link había destruido la tormenta revali solo debía volver a invocarla.

¡Furia de Revali! —rugió, mientras un conjunto de tornados azotaban la arena de entrenamiento, girando con tal violencia que las paredes temblaban y crujían bajo la presión.

El campo de batalla estaba completamente envuelto en caos, tornados girando por todos lados y rayos estallando en el aire. Revali controlaba el viento como si fuera una extensión de su propio cuerpo, y desde el cielo, comenzó a descender en picada, cargado de electricidad y rodeado de viento cortante.

Link, con su "Procesamiento Paralelo" activado, vio el ataque venir. Sus ojos seguían los movimientos de Revali con calma, evaluando la trayectoria del viento y las descargas eléctricas. Estaba listo para contraatacar cuando de repente...

¡YA BASTA! —la voz de Zelda resonó desde la entrada de la arena, cargada de angustia.

Por un breve instante, el grito de Zelda atravesó la concentración de Link, que desvió su atención hacia ella. En ese segundo en que giró la cabeza, vio su expresión: una mezcla de aflicción y preocupación, sus ojos rogando por el fin de la pelea. Link pudo ver el miedo en su rostro, el temor a que ambos, incluso en un entrenamiento, se hicieran daño.

Ese momento de distracción fue suficiente para que Revali viera una apertura. El Orni, envuelto en su velocidad ciclónica y sus alas cargadas de electricidad, se lanzó a por Link con todas sus fuerzas, decidido a aprovechar el descuido.

Pero antes de que el impacto pudiera ocurrir, Link volvió a activar su Procesamiento Paralelo. El tiempo se desaceleró nuevamente, permitiéndole analizar la situación con precisión. Mientras Revali cargaba hacia él, Link esquivó la embestida con un movimiento fluido y calculado. En medio del tiempo lento, vio la cara de Zelda, llena de preocupación, y decidió que era hora de acabar con esto.

Con la calma que lo caracterizaba, Link pivotó sobre sus talones, evitando la cortante ráfaga de viento y electricidad que venía de Revali. En un solo movimiento, levantó su pierna y lanzó una poderosa patada en la espalda del Orni, canalizando toda su fuerza en el golpe. Revali, completamente desprotegido, fue lanzado hacia una de las paredes reforzadas de la arena.

El impacto fue brutal. Revali se estrelló contra la roca con un estruendo que hizo temblar toda la estructura. Por un segundo, pareció que las paredes mismas podrían ceder, pero la magia Goron resistió, aunque con visibles grietas que se formaron alrededor del área donde Revali había caído.

Link, aún dentro de su Procesamiento Paralelo, observó cómo los tornados se desvanecían a su alrededor y cómo el caos que había dominado la arena durante minutos desaparecía. Con un suspiro controlado, devolvió el tiempo a la normalidad.

Revali, herido y sorprendido, cayó al suelo de rodillas, claramente afectado por el impacto. Sabía que Link no había estado luchando a su máximo potencial durante todo el combate. Lo sabía porque, a pesar de haber desatado todos sus poderes, no había logrado conectar ni un solo golpe. Y ese único ataque que Link había lanzado, una simple patada, lo había derribado con más fuerza de la que estaba dispuesto a admitir.

El silencio se apoderó de la arena por un momento. El viento había cesado, los rayos se extinguieron, y la Espada Maestra, ahora nuevamente en su funda, brillaba tenue en la espalda de Link.

Zelda corrió hacia el centro de la arena, su rostro aún reflejando la angustia de lo que acababa de presenciar.

¡Link, Revali! ¡Eso es suficiente! —dijo, mirando con preocupación a ambos.

Link, tranquilo como siempre, miró a Revali, quien aún se tambaleaba por el golpe. El Orni, a pesar de su orgullo, no pudo evitar reconocer lo que había sucedido.

Tsk... lo sabías todo el tiempo, ¿verdad? —gruñó Revali, levantándose lentamente—. Estabas... conteniéndote. —Escupió las palabras con una mezcla de frustración y respeto. El dolor en su espalda le recordaba que, aunque lo detestara, Link había sido muy superior durante todo el combate.

Link simplemente asintió, sin decir una palabra. Sabía que cualquier respuesta solo alimentaría más el orgullo herido de Revali, y no tenía intención de provocarlo más.

Zelda se acercó a ellos, observando a Revali, quien bajaba la mirada, aún frustrado. Luego, miró a Link, quien había permanecido en control durante toda la batalla, y sintió una mezcla de alivio y admiración. Sin embargo, no pudo evitar sentir una pizca de tristeza por ver cómo la competencia entre ambos había escalado tan rápidamente.

Lo importante es que... ambos están bien, —dijo Zelda, tratando de calmar las tensiones.

Revali, aunque herido en más de un sentido, simplemente asintió y apartó la vista, aún incapaz de aceptar del todo lo sucedido.

Sí... supongo que esta vez... ganaste, —murmuró el Orni, antes de girarse y marcharse, aunque claramente todavía planeaba algún día tener su revancha.

Link, mientras tanto, permaneció en silencio, observando cómo Revali se alejaba. No necesitaba decir nada. La batalla había terminado, y con un solo ataque, había dejado claro quién dominaba el campo ese día.

Zelda, que hasta ese momento había permanecido callada, finalmente dejó escapar un pequeño suspiro de alivio, aunque la preocupación seguía dibujada en su rostro. Cuando estuvieron seguros de que Revali ya no estaba, Zelda dio un paso hacia Link, sus ojos reflejando algo más que simple alivio. Con nervios visibles, su voz tembló ligeramente al hablar.

Link... ¿tú estás... bien? —preguntó, su tono mostrando una dulzura y una sinceridad que la hacían sonar casi vulnerable.

Link, al ver la manera tierna y penosa en la que ella formuló la pregunta, no pudo evitar sentir una pequeña chispa de travesura dentro de él. Decidió aprovechar la oportunidad. Sus piernas comenzaron a tambalearse de forma exagerada, fingiendo que le faltaban las fuerzas para mantenerse de pie. Suspiró con pesadez, como si cada segundo que pasaba estuviera más debilitado.

No sé... —murmuró en un tono lastimero, tambaleándose— creo que... no podré mantenerme...

Zelda, sin captar que Link estaba bromeando, se alarmó de inmediato. Sus ojos se abrieron con preocupación genuina, y rápidamente trató de acercarse a él.

¡Link! ¡No, no te caigas! —exclamó, mientras sus manos intentaban sujetarlo por los hombros.

Pero en su intento por ayudar, Zelda perdió el equilibrio, provocando que Link, que seguía con su broma, realmente cayera hacia atrás, llevándose a Zelda con él. En el breve instante antes de tocar el suelo, Link activó su Procesamiento Paralelo. Tenía todo el tiempo del mundo para evitar la caída, pero en lugar de detenerla, decidió simplemente acomodar su cuerpo para amortiguar el golpe de Zelda. Si iban a caer, al menos se aseguraría de que ella no se lastimara.

Ambos cayeron al suelo con un golpe suave, Zelda aterrizando directamente sobre el pecho de Link. El tiempo volvió a la normalidad, y por un segundo, ambos permanecieron inmóviles. Las caras de ambos estaban peligrosamente cerca, sus respiraciones entremezclándose en el silencio de la arena. Las mejillas de Zelda se encendieron en un rojo profundo mientras intentaba levantarse... pero sus piernas no respondían, tal vez por la sorpresa, tal vez por el nerviosismo.

¡Lo siento, lo siento! —murmuró Zelda, pero por alguna razón, su cuerpo no se movía.

Las caras de ambos seguían muy cerca, lo suficiente como para que Link pudiera ver el destello de sus ojos y sentir el calor en su piel. Él también se había puesto rojo, pero decidió intentar relajar el ambiente.

Ahora... ya estoy bien, —dijo en un tono más relajado, una pequeña sonrisa jugando en sus labios.

Pero en lugar de calmar a Zelda, esas palabras solo la hicieron ponerse aún más roja, su corazón latiendo con fuerza mientras seguía encima de él. Sin embargo, ella tampoco parecía tener la voluntad de moverse. Algo la mantenía ahí, en esa posición tan cercana y... extrañamente cómoda.

Reuniendo un valor que ni ella sabía que tenía, Zelda lo miró directamente a los ojos y susurró:

¿Seguro? ¿No estás... herido en absoluto?

Link, sorprendido por la pregunta y la cercanía, decidió que tampoco estaba del todo incómodo. De hecho, el tener a Zelda tan cerca le resultaba más... natural de lo que habría esperado. Había tenido todo el tiempo del mundo para apartarse, pero había preferido acomodarse bien, sabiendo que este tipo de momentos no se repetían con facilidad.

Sí, princesa, —respondió suavemente— estoy bien. Gracias por preocuparte.

Zelda frunció el ceño, aunque su rostro seguía siendo suave. Inmediatamente lo corrigió, recordándole la conversación que habían tenido aquella noche en la habitación de Link.

no me llames asi... —dijo en voz baja, aunque con una pizca de reproche— no me llames princesa. Llámame... solo Zelda.

Esta vez, a Link le pareció un privilegio aún mayor el que ella le pidiera llamarla por su nombre. Asintió, sintiendo cómo sus mejillas volvían a enrojecerse.

Está bien... Zelda, —dijo en un susurro, probando el sonido de su nombre en su boca, como si fuera algo especial, y lo era.

El silencio que siguió fue incómodo y, al mismo tiempo, cargado de una energía innegable. Ambos estaban en una situación inesperada, con sus cuerpos demasiado cerca y sus corazones latiendo a un ritmo acelerado. Fue entonces cuando se escuchó un sonido que rompió por completo el momento.

Uhm-uhm...

Ambos giraron la cabeza rápidamente, solo para ver a la matriarca Gerudo, Urbosa, que los observaba desde la entrada de la arena con una amplia sonrisa y una ceja alzada.

Zelda, —dijo Urbosa con un tono juguetón— creería que eso es más adecuado en privado.

Link y Zelda se pusieron tan rojos como nunca antes, pero mientras Zelda intentaba decir algo, Urbosa simplemente soltó una carcajada, claramente disfrutando de la situación.

Bueno, no quiero interrumpir... ¡pero te estaba buscando, Zelda! —añadió Urbosa antes de girarse y salir caminando con una sonrisa satisfecha, sin dejar de reírse por lo bajo.

Zelda, completamente abrumada por la vergüenza, saltó como un resorte y salió corriendo tras Urbosa, incapaz de enfrentar lo que acababa de suceder.

¡Urbosa, espera! ¡No lo malinterpretes! —gritó Zelda, su voz llena de desesperación mientras corría, dejándole a Link ahí tirado en el suelo, tan rojo como ella, procesando todo lo que acababa de pasar.

Link, todavía en el suelo, suspiró y luego se permitió soltar una pequeña risa. Nunca había visto a Zelda tan avergonzada, y aunque él también se sentía algo incómodo, había algo en ese momento que no quería que terminara tan rápido.

Se quedó ahí un rato más, mirando al cielo, con una sonrisa que no podía ocultar.

—-

La hora de la reunión finalmente había llegado. Más que una simple reunión, sería una ceremonia trascendental: el nombramiento de los campeones de Hyrule. La sala donde se llevaría a cabo no era un simple salón de reuniones; era la gran sala de banquetes del castillo, imponente y llena de historia, decorada con estandartes que representaban a cada una de las razas del reino. En lo alto, desde un balcón en la segunda planta, el Rey Rhoam y la princesa Zelda observaban la escena, esperando el inicio.

Abajo, en la planta principal, los generales y guerreros de cada raza formaban filas, todos en orden. Los Goron, Orni, Zora, Gerudo y los guerreros Hylianos llenaban la sala, esperando la solemne ocasión. El aire estaba cargado de expectación. Entre las filas se respiraba orgullo y ansias por conocer a los elegidos que llevarían la responsabilidad de defender el reino contra la calamidad.

El rey Rhoam dio un paso adelante desde la saliente, su presencia imponente dominando la sala, y su voz resonó con la gravedad del momento.

Hoy, Hyrule enfrenta una amenaza que ha renacido una y otra vez a lo largo de los siglos. Ganon, la Calamidad, se alza nuevamente para destruirnos. Pero, como en las leyendas de antaño, hemos convocado a los elegidos, aquellos que tienen la fuerza y la valentía para defender este reino. —hizo una pausa, y un silencio reverente cayó sobre la sala.

El rey prosiguió, explicando lo que todos ya sabían, pero con un peso mayor en sus palabras.

Para enfrentar la Calamidad, contaremos con las Bestias Divinas, antiguas y poderosas máquinas que solo pueden ser comandadas por los más dignos. Estas armas requieren no solo habilidad, sino un vínculo profundo con su raza, pues cada bestia está conectada a una raza específica.

Las miradas entre los presentes se intensificaron, y una sensación de expectativa llenó la sala. ¿Quiénes serían los seleccionados?

El Rey Rhoam retomó su discurso con un tono solemne.

Solo cuatro candidatos son dignos de este honor. Estos campeones son aquellos que estarán al mando de las Bestias Divinas y que liderarán nuestras fuerzas contra la calamidad. —dijo mientras miraba a los representantes de cada raza—. Y ahora, los nombraré uno por uno.

La atención de todos los presentes estaba en su punto máximo.

Daruk, patriarca de los Goron, —anunció el rey.

Un murmullo de aprobación recorrió las filas Goron mientras Daruk, un imponente guerrero con un corazón cálido y una risa retumbante, dio un paso al frente, golpeando su puño contra su pecho en señal de respeto.

Revali, el guerrero Orni, —continuó el rey.

Revali avanzó con su habitual porte orgulloso, recibiendo una mezcla de murmullos y silencios, algunos admirando su habilidad, otros cuestionando su carácter.

Mipha, la princesa de los Zora.

Mipha avanzó con pasos gráciles y firmes, su presencia tranquila y serena atrayendo miradas de respeto y admiración. La princesa Zora, conocida por su habilidad curativa, dio un paso adelante con la misma elegancia que siempre la caracterizaba.

Urbosa, matriarca de las Gerudo.

Urbosa, con su presencia imponente y su carisma natural, se adelantó, acompañada por la fuerza y determinación de su raza. Su sonrisa confiada dejó claro que estaba lista para el desafío.

Cuando los cuatro campeones estuvieron al frente, cuatro Sheikahs aparecieron, cada uno portando una prenda de tela en sus manos. Era una tela hermosa, de un azul profundo, el color de la realeza.

El rey explicó con voz solemne:

Estas prendas son el símbolo de su nombramiento como Campeones de Hyrule. Les otorgarán no solo un reconocimiento ante todo el reino, sino también una protección y un incremento de poder que Prunia ha perfeccionado con gran habilidad.

Prunia, al escuchar su nombre, hizo un gesto orgulloso, pero también admitió con una sonrisa:

Lamentablemente, por lo costosa que es producir esta tela, solo hemos podido crear seis piezas.

Un murmullo recorrió la sala. ¿Seis piezas? Solo se habían nombrado cuatro campeones, lo que dejó a muchos preguntándose sobre las otras dos prendas.

El rey, al notar la duda, continuó:

Una de las prendas adicionales será para mi hija, la princesa Zelda, quien también enfrentará al mal como la sacerdotisa que guiará la luz de la diosa. Esta prenda la protegerá en su misión.

Un susurro de aprobación recorrió la sala. Pero antes de que las preguntas pudieran aumentar, el rey hizo una pausa dramática. Las puertas del salón se abrieron lentamente, y el sonido llamó la atención de todos los presentes.

Por la puerta principal, Link entró caminando con una elegante túnica azul que brillaba con la misma intensidad que las de los campeones. En su espalda, la Espada Maestra descansaba con un aura de poder y respeto. Mientras caminaba por el pasillo central, todas las miradas se centraron en él.

El rey, con la voz llena de orgullo, habló:

Y por último, el campeón hyliano, el héroe que encabezará el batallón contra la Calamidad. El portador de la Espada Maestra, destructora del mal... Link.

El salón se llenó de murmullos y luego estalló en aplausos. Los guerreros de todas las razas reconocieron en Link a alguien que había demostrado su valía, un símbolo de esperanza.

Link caminó hasta colocarse justo en medio de los campeones, alineado con Daruk, Revali, Mipha y Urbosa. No pudo evitar echar un vistazo a Mipha, a quien no había visto en mucho tiempo. La princesa Zora había crecido desde la última vez que la vio, pero en su mirada, seguía siendo la misma amiga que conocía. Ambos se cruzaron miradas y sonrieron discretamente, aunque ambos mantuvieron la postura seria por el resto de la ceremonia.

El rey continuó explicando que cada campeón debería entrenar no solo en combate, sino también en el manejo de su Bestia Divina. Les instó a acercarse al laboratorio de Prunia después de la ceremonia para comenzar los preparativos.

Finalmente, el rey se dirigió al punto culminante.

Antes de concluir, quiero hacer un anuncio importante. La princesa Zelda se embarcará en un viaje sagrado para rezar en las fuentes de la diosa. Y para acompañarla en esta misión, necesitará un escolta digno de su tarea. Ese escolta será... el campeón hyliano, Link.

Las reacciones fueron variadas. Algunos de los presentes mostraron indiferencia, otros curiosidad, algunos incluso parecían molestos. Mipha, por su parte, frunció el ceño ligeramente, mostrando una mezcla de preocupación y emoción. Impa, Prunia y Urbosa sonrieron con entusiasmo, claramente emocionadas por la noticia.

Con ese anuncio, la ceremonia llegó a su fin. Los campeones ya habían sido nombrados, y los próximos días marcarían el comienzo de su entrenamiento para enfrentar la mayor amenaza que Hyrule había conocido.

—-

La ceremonia había concluido, y los campeones, recién nombrados, fueron guiados por los pasillos del castillo hacia el laboratorio de Prunia. El ambiente era solemne, pero también se respiraba camaradería entre los elegidos. Cada paso resonaba en los amplios corredores de piedra, mientras los ecos de la reciente ceremonia aún vibraban en sus mentes.

Daruk, siempre animado y lleno de energía, se acercó a Link con una gran sonrisa en el rostro, levantando su mano en un saludo amistoso.

¡Link, hermano! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¡Han pasado años! —exclamó, su voz resonando con entusiasmo.

El guerrero Goron lo rodeó con su enorme brazo, dándole un amistoso apretón en el hombro que habría derribado a cualquiera, pero Link mantuvo el equilibrio, acostumbrado ya a la fuerza de Daruk.

Lamento mucho lo de tu padre, —añadió Daruk, su tono volviéndose más suave por un momento, mostrando su respeto. Luego, volviendo a su tono habitual, dijo: ¡He oído de tu regreso, y parece que fue todo un espectáculo! ¡Hubiera dado cualquier cosa por verlo!

Link sonrió ante la energía contagiosa de su viejo amigo.

Gracias, Daruk. Me alegra verte de nuevo.

Daruk, con una carcajada que resonó por el pasillo, dio un golpe amistoso en la espalda de Link.

Y hablando de espectáculos... ¡tendremos que poner tu fuerza a prueba más tarde, hermano! ¡Te reto a un buen combate cuando terminemos aquí!

Link asintió con una sonrisa. Sabía que Daruk siempre estaba dispuesto a un buen desafío.

Mientras avanzaban, una figura más tímida y silenciosa se acercaba lentamente a Link. Era Mipha, la princesa Zora, quien había estado observándolo desde que comenzó la ceremonia. Para ella, esos cinco años sin ver a Link habían parecido eternos. Desde el momento en que supo de su regreso, quiso correr hacia él, pero su timidez la había detenido en más de una ocasión. Ahora, con él tan cerca, no podía dejar pasar la oportunidad.

Link... —saludó en un tono bajo y dulce, su voz apenas un susurro.

Al escucharla, Link se detuvo y su rostro se iluminó al verla.

¡Mipha! ¡Es tan bueno verte otra vez! —dijo, su tono lleno de genuina alegría.

De repente, Link se paró en seco, sonriendo, e hizo un gesto, como si fuera a darle un abrazo. Para Mipha, esa pequeña acción fue todo lo que necesitaba. Su timidez pareció desvanecerse por un instante y, sin pensarlo, saltó hacia Link, envolviéndolo en un abrazo cálido y reconfortante.

Vaya, vaya... ¡Es un reencuentro bonito! —comentó Daruk, riéndose suavemente mientras observaba la escena.

Link correspondió el abrazo con igual calidez, y durante unos segundos, todo pareció detenerse. Cuando Mipha finalmente se apartó, sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, pero no por vergüenza, sino por la felicidad de tener a su amigo de vuelta. Los dos comenzaron a caminar juntos, conversando animadamente sobre todo lo que había sucedido durante esos largos cinco años.

Ha pasado tanto tiempo... —decía Mipha con suavidad—. Cuando supe que habías regresado, quise ir corriendo a verte, pero... —hizo una pausa, algo avergonzada— supongo que... no me atreví.

No tienes que disculparte, Mipha, —respondió Link, su tono amable—. Estoy aquí ahora, y me alegra verte.

Los dos siguieron conversando, poniéndose al día con los eventos que habían ocurrido en sus vidas, mientras Revali, que marchaba al frente del grupo, solo se limitaba a seguir al guardia que los escoltaba, su usual aire altivo intacto.

En la parte trasera del grupo, Zelda caminaba junto a Urbosa. Aunque trataba de mantenerse concentrada, no pudo evitar notar el abrazo entre Link y Mipha. Algo en su interior punzó ligeramente al verlos tan cercanos. No dijo nada, pero su silencio no pasó desapercibido para Urbosa, quien siempre era muy perspicaz con las emociones de la princesa.

¿Todo está bien, Zelda? —preguntó Urbosa con una sonrisa juguetona, mirándola de reojo.

Zelda intentó disimular rápidamente, pero no pudo ocultar su leve nerviosismo.

Sí, todo está bien, —respondió apresuradamente, mirando hacia adelante y tratando de evitar la mirada de Urbosa.

Urbosa no se dejó engañar. Con una sonrisa que solo aumentaba la incomodidad de Zelda, preguntó directamente:

Dime la verdad... ¿Te gusta Link?

Zelda se sonrojó inmediatamente, abrumada por la pregunta. El tono despreocupado de Urbosa solo la hacía sentir más nerviosa.

¡No, no es eso! —respondió Zelda, claramente incómoda—. Link es... solo un amigo. Es solo que... es raro verlo como se comporta con Mipha, supongo que estoy un poco celosa de su amistad.

Urbosa sonrió con calma, sabiendo exactamente lo que sucedía. Colocó una mano en el hombro de Zelda y le habló con una confianza que solo ella podía tener.

No te preocupes tanto, Zelda. Si sigues cultivando esa amistad, quién sabe... tal vez llegue el día en que sea más que eso.

Zelda no pudo evitar sonrojarse aún más ante esa insinuación. Pero antes de que pudiera responder, Urbosa añadió con una sonrisa traviesa:

Y no olvides que te irás de viaje sola con él. Eso... ciertamente abre oportunidades, ¿no crees?

Zelda no dijo nada, pero su rostro se volvió aún más rojo. Miró al suelo, tratando de controlar la avalancha de emociones que la invadían, mientras Urbosa reía suavemente por su reacción.

Finalmente, después de unos minutos más de caminata, llegaron al gran laboratorio de Prunia. La gran puerta del laboratorio se abrió de golpe, y una energética Prunia apareció, con una sonrisa de oreja a oreja.

¡Bienvenidos, campeones! —exclamó, levantando los brazos con entusiasmo. ¡Estaba esperando este momento! ¡Pasen, pasen, hay mucho que discutir y probar!

Al cruzar la gran puerta del laboratorio de Prunia, los campeones se detuvieron un instante, maravillados y confundidos por lo que veían. La tecnología Sheikah llenaba la sala, con dispositivos brillantes y runas antiguas que parecían tener vida propia. Era un lugar fascinante pero a la vez misterioso. Cada máquina, cada panel, era un enigma que solo alguien con conocimiento profundo podría entender.

Para Zelda, este lugar no era extraño. Había pasado mucho tiempo en ese laboratorio durante su juventud, investigando con Prunia, así que entendía cada artefacto, cada herramienta, y su propósito. Pero para los demás, el lugar parecía sacado de una leyenda antigua.

Prunia, siempre energética y ansiosa por compartir su conocimiento, dio unos pasos al frente, su entusiasmo iluminando el ambiente.

Bienvenidos, campeones. Este es el corazón de la investigación Sheikah en Hyrule. —dijo con una sonrisa amplia—. Aquí es donde se estudian las Bestias Divinas, aquellas poderosas máquinas antiguas que serán clave en la lucha contra la Calamidad Ganon.

Los campeones intercambiaron miradas curiosas, pero ninguno interrumpió a Prunia.

Cada uno de ustedes será asignado a una Bestia Divina específica, —continuó Prunia—. Pero, para ser franca, no sabemos exactamente cómo controlarlas a la perfección. Sin embargo, en cada Bestia encontrarán un investigador que les brindará todo lo que hemos descubierto hasta ahora. Será su responsabilidad hacer de esas bestias armas dignas para enfrentar al mal.

Hubo un murmullo de asentimiento entre los campeones. Cada uno comprendía la importancia de su misión. Prunia, sin perder su entusiasmo, señaló las prendas azules que llevaban los campeones.

Ah, y esas telas que llevan en sus manos... no son solo para verse bien, —añadió con un guiño—. Están fabricadas con tecnología Sheikah avanzada. Son extremadamente resistentes y, lo más importante, les otorgarán un aumento en todas sus estadísticas. Han sido diseñadas para mejorar sus habilidades en combate.

Daruk miró su tela con una sonrisa, impresionado. Revali, aunque algo distante, no pudo evitar levantar una ceja, intrigado. Mipha acarició suavemente la tela, sintiendo su suave resistencia, y Urbosa observó su prenda con admiración.

Y ahora, —continuó Prunia, dando un paso hacia un gran dispositivo en el centro de la sala—, es el momento de la prueba más importante. Este es el detector de niveles que he desarrollado. El rey ha ordenado que todos pasen esta prueba para evaluar el nivel de poder de cada uno. Queremos saber exactamente qué tan poderosos son los campeones de Hyrule.

Prunia ajustó algunos controles en el dispositivo y la sala se llenó de un leve zumbido eléctrico.

La prueba es simple. Se medirán sus habilidades en ataque, defensa, stamina, magia y velocidad. Queremos asegurarnos de que ningún campeón esté muy por debajo de los demás, para que así podamos ajustarnos en el entrenamiento y garantizar que estén listos para el combate contra la Calamidad.

Los campeones formaron una fila, listos para someterse a la prueba, y uno por uno comenzaron a pasar frente al detector. El aparato brillaba y emitía un sonido cada vez que terminaba de analizar a un campeón, mostrando las estadísticas de cada uno.

Después de que cada uno de los campeones pasara por el detector de niveles, Prunia, con una sonrisa satisfecha, comenzó a preparar los informes. Se acercó a una pequeña impresora Sheikah, un artefacto que emitía un leve zumbido mientras imprimía cada uno de los resultados en hojas individuales.

Aquí tienen sus informes personales. El rey me ha pedido que se los entregue de esta forma para que puedan revisar sus estadísticas en privado, —explicó Prunia mientras distribuía las hojas entre los campeones—. Así podrán ver su nivel actual y trabajar en las áreas que necesitan mejorar, si es que las hay.

Cada campeón tomó su hoja en silencio, sin decir palabra, mientras revisaban detenidamente los números impresos en el papel.


Datos de Mipha (nivel 1000)

- Ataque: 2223

- Defensa: 315

- Stamina: 315

- Magia: 2223

- Velocidad: 1920

Total de estadísticas: 6995


Datos de Daruk (nivel 1000)

- Ataque: 1530

- Defensa: 3520

- Stamina: 3045

- Magia: 232

- Velocidad: 32

Total de estadísticas: 8359


Datos de Revali (nivel 1000)

- Ataque: 2958

- Defensa: 225

- Stamina: 1110

- Magia: 850

- Velocidad: 2565

Total de estadísticas: 7708


Datos de Urbosa (nivel 1000)

- Ataque: 2976

- Defensa: 456

- Stamina: 456

- Magia: 522

- Velocidad: 2450

Total de estadísticas: 6860


Cada uno de los campeones revisó sus estadísticas en silencio, evaluando sus fortalezas y debilidades. No hubo comentarios, solo miradas atentas a los números y habilidades que cada uno poseía. Prunia observaba con orgullo, sabiendo que había hecho su parte para ayudar a los campeones a prepararse para el inevitable enfrentamiento con la Calamidad Ganon.

Cuando todos terminaron de revisar sus hojas, Prunia dio un último aviso:

Recuerden, estos informes no solo muestran su nivel actual y estado base, no con sus habilidades activadas, que tengo entendido que muchos de ustedes por no decir todos poseen habilidades que elevan estos números a niveles abrumadores. Esto también les mostrará las áreas en las que pueden enfocarse para mejorar. Ahora que tienen esta información, pueden ajustar sus entrenamientos para maximizar su potencial.

Prunia terminó de distribuir los informes de nivel cuando, de repente, su energía contagiosa volvió a llenar la sala.

¡Ah, pero eso no es todo! —exclamó con entusiasmo—. Antes de que piensen que sus niveles están completamente fijos, quiero mostrarles algo increíble. Las telas que llevan en sus manos no son solo para lucir bien...

Los campeones miraron sus telas con curiosidad.

Estas telas han sido fabricadas con la más avanzada tecnología Sheikah, —continuó Prunia—, y les permitirán aumentar significativamente su poder. Así que, quiero que se las coloquen adecuadamente: pueden usarlas como bufandas, cinturones o lo que prefieran. Lo importante es que las lleven encima cuando se midan sus niveles otra vez.

Los campeones, aún algo escépticos, se miraron entre sí. Daruk rió con su habitual alegría y envolvió la prenda como una bufanda alrededor de su cuello. Mipha se la colocó como una banda alrededor de su brazo. Revali, aunque reacio al principio, decidió llevarla como una capa sobre su espalda, mientras Urbosa se la ajustó como un elegante cinturón.

Una vez que todos se colocaron las prendas, volvieron a formarse en fila. Prunia, con una sonrisa satisfecha, les indicó que pasaran nuevamente por el detector de niveles. Esta vez, las estadísticas que aparecieron sorprendieron a todos.

Resultados tras equipar las prendas:

Datos de Mipha (nivel 1000, con prenda)

- Ataque: 3098

- Defensa: 880

- Stamina: 440

- Magia: 3098

- Velocidad: 2670

Total de estadísticas: 10,185

- Plegaria de Mipha

- Tifón de Mareas

- Torrente Explosivo

Mipha observó los números en su hoja, impresionada.

Esto es... increíble, —murmuró, sintiendo el poder fluido de la prenda en su cuerpo.

Datos de Daruk (nivel 1000, con prenda)

- Ataque: 2130

- Defensa: 6150

- Stamina: 4270

- Magia: 312

- Velocidad: 42

Total de estadísticas: 12,904

- Escudo de Daruk

- Firme como la Montaña

- Cambio Táctico

¡Por la montaña, esto es asombroso! —gritó Daruk, soltando una carcajada. ¡Gracias, Prunia, esto hará que mis golpes sean aún más fuertes!

Datos de Revali (nivel 1000, con prenda)

- Ataque: 4008

- Defensa: 600

- Stamina: 1510

- Magia: 1150

- Velocidad: 3465

Total de estadísticas: 10,733

- Furia de Revali

- Alas Vendaval

- Ojo de Halcón

Revali, que al principio no creía en la tecnología, no pudo evitar quedarse boquiabierto.

Hmph... admito que estoy impresionado. Esta tecnología no es tan inútil como pensaba, —dijo con una leve sonrisa de lado, tratando de mantener su compostura.

Datos de Urbosa (nivel 1000, con prenda)

- Ataque: 4256

- Defensa: 1272

- Stamina: 636

- Magia: 732

- Velocidad: 3500

Total de estadísticas: 10,396

- Furia de Urbosa

- Tierra del Sol Abrasador

- Pensamiento Acelerado

Urbosa miró a Prunia con admiración.

Has hecho un trabajo excelente. Esta prenda será clave para enfrentarnos a lo que está por venir, —dijo, ajustándose su cinturón con una sonrisa de satisfacción.

Cuando todos terminaron de medirse nuevamente, el asombro fue unánime. Las prendas Sheikah habían incrementado significativamente las habilidades de cada campeón, incluso más de lo que habían anticipado. La sala quedó en un breve silencio mientras todos procesaban el increíble aumento de poder que sentían en sus cuerpos.

Prunia, con una sonrisa de orgullo, cruzó los brazos.

Sabía que estas prendas los sorprenderían. No solo les ayudarán a aumentar su resistencia, sino que también potenciarán sus habilidades en combate. Esto es solo el comienzo de lo que pueden lograr cuando dominen sus Bestias Divinas.

Revali, aún atónito por el impacto de la prenda, inclinó la cabeza con una mezcla de admiración y respeto, mientras que Mipha y Daruk sonrieron, claramente agradecidos.

¡Gracias, Prunia! —dijeron todos al unísono.

La científica Sheikah levantó una mano, disfrutando del momento.

Solo asegúrense de no quemarlas, romperlas o dejarlas en algún rincón del castillo. Estas prendas serán parte esencial de su victoria contra la Calamidad, —dijo, bromeando pero con seriedad en sus palabras.

Los campeones asintieron, sabiendo que la verdadera batalla aún estaba por llegar, pero ahora, con estas nuevas prendas, se sentían más preparados que nunca.

Cuando Prunia terminó de explicar cómo las prendas Sheikah mejorarían sus habilidades, añadió una última instrucción.

Mañana por la mañana, un investigador vendrá para llevarlos a sus Bestias Divinas. Por ahora, un guardia les mostrará sus habitaciones para que puedan descansar, —dijo con una sonrisa.

Los cuatro campeones asintieron y comenzaron a salir del laboratorio. Antes de marcharse, Mipha se acercó a Link y lo saludó con su habitual suavidad.

Iré a mi cuarto a descansar un rato Link, pero… espero verte pronto, —dijo, sus ojos llenos de calidez.

Link sonrió con sinceridad.

Si, Mipha, nos vemos en un rato, quizá podríamos pasar otro momento juntos, tenemos mucho que hablar. —respondió con un ligero movimiento de cabeza.

Mientras tanto, Urbosa se despidió de Zelda, inclinándose levemente en señal de respeto.

Nos vemos, princesa. iré a dejar mis cosas en la habitación, —dijo con su habitual porte confiado.

Zelda asintió con una leve sonrisa, agradecida por el apoyo de la matriarca Gerudo.

Antes de que Daruk se fuera, se volvió hacia Link con una sonrisa de complicidad.

¡Oye, hermano! No me he olvidado de nuestro duelo. Lo dejamos para después del almuerzo, ¿te parece?

Link asintió, sin poder contener una pequeña sonrisa ante la energía inagotable de su amigo.

Estaré listo.

Con eso, los campeones se retiraron. Sin embargo, Prunia detuvo a Link y Zelda.

Link, Zelda, me gustaría hablar con ustedes un momento antes de que se vayan, —dijo con un tono serio que contrastaba con su habitual entusiasmo.

Cuando estuvieron solos, Prunia se volvió hacia Link, sus ojos brillando con curiosidad científica.

Link... tengo que decirlo: eres extraordinario, —comenzó, observando atentamente a Link—. Ellos cuatro son prodigios, y al nivel máximo y con el poder extra de las telas Sheikah, apenas sobrepasan los 10,000 puntos. Y tú, apenas al nivel 550, ya superabas los 9,000 puntos. Eso no tiene sentido... —se detuvo un segundo para estudiar la reacción de Link—. He estado analizando tu crecimiento, y estoy convencida de que el misterio está en esa habilidad que no podemos leer. Es la única explicación para tu crecimiento exponencial cada vez que subes de nivel.

Prunia caminaba de un lado a otro mientras hablaba, casi absorta en sus pensamientos.

Por eso no te medí el poder frente a ellos. Creo que los desanimaría ver la diferencia contigo. Pero te mentiría si dijera que no estoy curiosa por ver tu nivel actual... más aún cuando me enteré de que alguien estuvo peleando con otro campeón esta mañana, —dijo, deteniéndose de golpe y lanzándole una mirada acusatoria a Link.

Link se encogió ligeramente, rascándose la nuca con una sonrisa nerviosa. Sabía exactamente a qué se refería.

Ah... lo de Revali, —murmuró, sabiendo que no había forma de evitar el tema.

Zelda, que había estado escuchando en silencio, de repente mostró interés.

Yo también estoy interesada en tu nivel, Link, —dijo, sus ojos llenos de curiosidad.

Entonces, con una mirada pensativa, Link añadió algo más.

Hace un tiempo sentí que llegué al nivel 600. Lo supe porque apareció una nueva habilidad en mi mente. Y... con la pelea de esta mañana contra Revali, creo que llegué al 700. Tengo una habilidad nueva y una que subió de nivel... —terminó, Link se rió aún más nervioso, rascándose la cabeza nuevamente, claramente avergonzado.

En ese momento, Prunia y Zelda se miraron con ojos abiertos, completamente anonadadas. Sin embargo, no fueron las únicas sorprendidas. De las sombras emergió Impa, quien parecía haber estado escuchando toda la conversación.

Vaya, vaya... —comentó Impa con una sonrisa traviesa, mientras se acercaba lentamente—. No puedo decir que no lo esperara, pero esto está tomando un giro interesante.

Prunia, completamente absorta en el tema, suspiró mientras asentía.

¿Por qué siento que el poder de Link ahora no tendrá ni una pizca de sentido? —dijo, su tono era una mezcla de resignación y asombro.

Zelda e Impa asintieron al unísono, claramente de acuerdo con esa afirmación. Mientras tanto, Link se sentía algo abrumado por la atención, preguntándose cómo y por qué Impa estaba allí en primer lugar.

Pero ni Zelda ni Prunia parecían darle importancia a la presencia de Impa. De hecho, las tres mujeres estaban completamente enfocadas en una sola cosa: descubrir el nivel actual de Link. Se apresuraron a encender el detector de poder, listas para medir las estadísticas del héroe.

Vamos, Link, —dijo Prunia con una sonrisa astuta—. Es hora de ver hasta dónde ha llegado tu poder.

Link, sin más opción que aceptar, se dirigió hacia el dispositivo. Las tres mujeres lo observaban con expectación mientras el zumbido del aparato comenzaba a llenar la sala, listo para revelar el verdadero poder del Héroe de Hyrule.

Link colocó su mano en el detector de poder. El zumbido habitual llenó la sala mientras las luces del dispositivo parpadeaban, analizando la energía del Héroe de Hyrule. Link ya llevaba puesta la túnica Sheikah, lo que significaba que su poder estaba completamente potenciado por la prenda.

Prunia, Zelda e Impa, mucho más emocionadas que el propio Link, esperaban con ansias los resultados. Prunia, llena de expectación, corrió hacia la impresora en cuanto los datos comenzaron a salir.

¡Vamos, vamos, vamos! —decía en voz baja, ansiosa por ver el verdadero nivel de Link.

Zelda e Impa se acercaron también, incapaces de contener su curiosidad. Cuando Prunia tomó los resultados, sus ojos se abrieron de par en par.

Esto es... impresionante... —susurró, sus manos temblando ligeramente.

Zelda e Impa intercambiaron miradas, claramente compartiendo el asombro de Prunia.

Datos de Link (nivel 725, con túnica de campeón y espada maestra)

- Ataque: 7702

- Defensa: 2150

- Stamina: 1825

- Magia: 548

- Velocidad: 7063

Total de estadísticas: 19,287

- Procesamiento Paralelo

- Maestro de Guerra

- Corte Vacío

Pacto: Espada Maestra

Prunia no podía creer lo que veía. Zelda, por su parte, miraba a Link con una mezcla de asombro y admiración. Sabían que Link era poderoso, pero este nivel supera cualquier expectativa.

Link... —empezó Prunia— ...ya te dije antes que eras extraordinario, pero esto es algo que va más allá de cualquier explicación lógica. Esto es un nivel de poder que... simplemente no tiene precedentes.

Link se rascó la nuca, visiblemente incómodo con toda la atención.

Ah... bueno, he entrenado bastante... —murmuró, tratando de minimizar la situación, aunque sabía que no era algo tan simple.

Pero lo que realmente dejó a las tres mujeres sin palabras no fue solo su nivel, sino las habilidades que el detector de poder había registrado. Apareció una segunda habilidad definitiva que Prunia no había visto antes.

Además del procesamiento paralelo y maestro de guerra ... ¡Tienes otra habilidad verdadera, corte vacío! —exclamó Prunia con emoción, sus ojos brillando mientras leía la hoja.

Zelda, fascinada, se volvió hacia Link.

Link... eres increíble, —dijo, sus ojos llenos de admiración.

Link simplemente asintió, aún algo avergonzado por toda la atención, pero antes de que pudiera decir algo, Prunia leyó la tercera habilidad que había aparecido en el informe. Esto dejó a todas aún más sorprendidas.

Impa, que había permanecido callada hasta entonces, finalmente habló:

Así que puedes cortar todo, incluyendo... la magia misma, —dijo, su tono reverente. Eso explica muchas cosas... y a la vez, abre más preguntas.

Zelda, que había estado observando en silencio, se volvió hacia Link con una mezcla de respeto y sorpresa.

Link, eso... eso es increíble, —susurró, todavía procesando lo que acababan de descubrir.

Prunia dejó escapar un largo suspiro.

Sabía que serías fuerte, pero esto... esto está en otro nivel completamente diferente. No es que seas fuerte, es que tu crecimiento parece no tener límites. —dijo, con un tono casi incrédulo. Luego sonrió, con un brillo astuto en sus ojos—. No me sorprendería si al final terminas superando incluso a las leyendas de Hyrule.

Link, aún sintiéndose algo incómodo con tanto halago, se encogió de hombros.

Solo trato de hacer lo que puedo...

Las tres mujeres lo miraron en silencio, sabiendo que lo que Link podía hacer estaba muy por encima de "solo lo que podía". El poder del Héroe de Hyrule, potenciado por sus habilidades y la tecnología Sheikah, había alcanzado un nivel que desafía la comprensión.

Prunia sonrió y guardó los informes.

Bueno, lo que sí es seguro es que, pase lo que pase, Ganon tiene enfrente al guerrero más formidable de Hyrule. ¡Estamos en buenas manos!