En el jardín del templo de Athena, Trunks se siente agradecido por la hospitalidad de Saori y sus doncellas. Mientras disfruta del desayuno, no puede evitar sentirse intrigado por la atmósfera única del lugar. La combinación de la arquitectura antigua y la energía espiritual es algo que nunca había experimentado antes.

Saori, por su parte, está emocionada de tener a Trunks como invitado. Durante el tiempo que han convivido, el Saiyajin le ha contado sobre la tecnología en su mundo, las amenazas que ha enfrentado y los amigos por los cuales emprendió su viaje.

—Trunks, ¿me puedes contar más sobre tu mundo? —pregunta, con curiosidad.

El Saiyajin sonríe y comienza a explicar sobre la Tierra del futuro, sus amigos y enemigos, y su lucha constante para proteger a su planeta.

Mientras hablan, una doncella del templo se acerca a ellos, con una reverencia.

—Disculpe, mi señora —dice—, pero hay asuntos que requieren su atención. Los caballeros de plata necesitan su guía para resolver un conflicto en el pueblo cercano al Santuario

Saori suspira, sabiendo que sus responsabilidades como diosa no pueden esperar.

—Lo siento, Trunks —dice—, pero debo atender esto. Me gustaría seguir hablando contigo durante la comida, si no tienes inconvenientes

Trunks asiente, comprendiendo la situación.

—Por supuesto, será un placer acompañarla durante la comida.

—Trunks, si así lo deseas, puedes pasear por el santuario con total libertad

El Saiyajin se sorprende por la oferta, pero luego sonríe.

—Muchas gracias, señorita Kido

Saori sonríe y se levanta, siguiendo a la doncella hacia el interior del templo. Trunks se queda solo, reflexionando sobre lo que ha visto. Pese a la presión que siente por viajar hacia la línea temporal donde se encuentran Son Gokú y su padre, no puede evitar sentirse atraído por el misterioso poder que envuelve ese lugar.

El Saiyajin mira su propio plato vacío, hace bastante tiempo que no prueba comida tan deliciosa. Una oleada de culpa lo invade al pensar que la gente de su época no puede disfrutar de algo como eso e instintivamente sus puños se cierran con frustración. A los pocos segundos, Trunks se tranquiliza. De nada sirve molestarse. Lo único que le queda es esperar a que la máquina sea arreglada y pueda viajar a la línea de tiempo que planeaba.

Para no pensar demasiado en eso, el muchacho se levanta, dispuesto a explorar el lugar tal cual Saori le dijo. Sus pasos lo llevan a seguir el mismo camino que hizo de ida. Los soldados que custodian la entrada a la cámara del patriarca lo ven salir. Ninguno de los hombres comenta algo. Simplemente lo ven perderse entre el largo pasillo.

Afuera del templo, Trunks vislumbra la casa de Piscis a unos metros de distancia y es entonces que decide aventurarse a visitarla. El recorrido hacia la edificación es corto. Cuando ingresa a la casa, un imperceptible aroma a rosas revolotea alrededor de sus fosas nasales. Trunks mira hacia todas direcciones, pero no logra encontrar la fuente de dicho aroma, por lo que decide continuar su camino hacia la siguiente casa.

En Acuario el ambiente desciende varios grados y Trunks está consciente de este detalle. Mientras camina, sus sentidos se percatan de la atmósfera helada que lo rodea, y nota que el templo parece estar sumido en una niebla eterna. Trunks se estremece ligeramente, pero sigue adelante, decidido a explorar.

La siguiente casa a la que arriba es Capricornio, al entrar, se encuentra con una sala vacía y silenciosa, donde el único sonido audible son sus propios pasos. Trunks se detiene en el centro de la sala donde hay una estatua de Athena en su forma humana. El muchacho se queda mirando la estatua de la mujer quien le concede una espada a un hombre.

De repente, escucha una voz detrás de él.

—Es hermosa, ¿verdad? —dice la voz.

Trunks se da la vuelta, encontrándose con una simpática joven de cabello castaño que nunca ha visto. La muchacha parece ser de su edad. Viste un sencillo vestido color crema con una cinta café en la cintura que resalta su figura. Sus ojos color chocolate lo observan con atención

—Sí, es impresionante —responde Trunks—. ¿Quién es la estatua?

—Es Athena, nuestra diosa protectora —dice la mujer —. Es una imagen de su forma humana, cuando caminaba entre los mortales en la era del mito

—Ya veo…

La chica se acerca a Trunks con una sonrisa cálida.

—Hola, soy Seika. Saori me pidió que te diera un recorrido por el santuario.

Trunks esboza una sonrisa y se inclina ligeramente. —Soy Trunks. Un placer conocerte, Seika. Gracias por mostrarme el santuario.

Seika se ríe.

—El placer es mío. Me alegra que estés interesado en conocer más sobre nuestro mundo.

Trunks la mira, e intrigado por su atuendo distinto al de las mujeres que ha conocido, pregunta:

—¿También sirves a Saori en el templo?

Seika se ríe de nuevo.

—No, no soy una doncella del templo. Saori es una buena amiga mía que me permite quedarme con ella en este lugar. — Relata. A continuación, su semblante cambia por uno más nostálgico. — Mi hermano Seiya era un caballero de Athena, pero... murió en batalla.

Trunks se sorprende. Él también ha perdido a un ser querido recientemente, pero su consuelo es que puede revivir a su madre con ayuda de las esferas del dragón.

—Lo siento mucho. Perder a un ser querido es siempre difícil.

Seika asiente y, para no incomodar al joven frente a ella, muestra una sonrisa y un aspecto más optimista.

—Sí, pero su legado vive en nosotros. Saori dice que gracias a él la humanidad tiene la oportunidad de que sus almas encuentren el descanso eterno y no tengan que sufrir más a causa de los dioses.

Las palabras de la mujer hacen que el interés del Saiyajin por ese guerrero llamado Seiya aumente y, aunque desea preguntar más, Trunks decide no hacerlo por respeto al dolor de la joven.

— ¿Te parece si comenzamos nuestro recorrido por el santuario de una vez?

Trunks asiente y sigue a Seika, emocionado de descubrir más sobre el santuario y su conexión con Athena.

Trunks, en compañía de Seika, desciende las casas restantes hasta llegar a Aries. En el trayecto la muchacha le ha contado lo poco que sabe sobre los templos. Ella no puede brindarle información más allá que la jerarquía de la orden, la misión de Athena y las actividades que ella realiza, pues no hace mucho ella también llegó al santuario.

Ya en el templo ambos son recibidos por Kiki, el discípulo de Mu, quien saluda a Seika con la misma familiaridad de dos buenos amigos.

—Tú debes ser Trunks ¿Verdad? — comenta Kiki, percatándose de su presencia — Me llamo Kiki. Marín y yo encontramos tu máquina del tiempo. Es un aparato realmente impresionante

Trunks sonríe. El muchachito parece ser bastante amigable y de trato sencillo.

—Es un gusto conocerte, Kiki. Te agradezco por encontrar la máquina del tiempo. — dice el Saiyajin.

El niño pasa su dedo índice por debajo de su nariz, un hábito que tiene cuando está

—No hay problema. — dice guiñándole un ojo — incluso llevarla al templó de Athena no supuso ningún inconveniente.

—¿Lograste llevarla tú solo hasta allá?

Kiki asiente y Trunks no puede sino sorprenderse. La máquina tiene un peso de aproximadamente 3000 kg, algo que un humano promedio solo puede levantar con maquinaria. Para él esto no supone ningún problema, pues su entrenamiento y su linaje Saiyajin lo dotan de una fuerza sobre humana, pero Kiki no es un Saiyajin y, a juzgar por su apariencia, no posee gran musculatura.

— Con ayuda de mi telequinesis.

— ¿Telequinesis?

— Así es. Mi maestro Mu era conocido por tener los poderes mentales más fuertes entre los 12 Santos de Oro

Seika le ha explicado que los santos de oro eran los guerreros más fuertes en el ejército de Athena, por lo que Trunks asume que sus poderes son más allá de lo normal.

—Oye Kiki — dice Seika — Estoy por mostrarle el santuario a Trunks ¿Te gustaría acompañarnos? Ya que tú has vivido más tiempo aquí, quizá podrías explicarle mejor las cosas. —¡Claro!

Mientras caminan, el paisaje cambia y los tres dejan las doce casas atrás. Llegan a un gran espacio abierto donde se encuentran varias edificaciones a medio construir. Trunks contempla el Santuario con interés. Ve a los soldados, caballeros y aprendices trabajando juntos para restaurar el lugar a su antigua gloria.

—Es impresionante. No sabía que el Santuario estaba en proceso de reconstrucción — comenta Trunks.

Kiki asiente. —Sí, después de la última guerra, el Santuario sufrió mucho daño. Pero gracias a la determinación de Saori y los caballeros, estamos logrando restaurarlo.

Un sentimiento de nostalgia invade al Saiyajin y le es imposible no pensar en la gente de su propio mundo.

Las personas de su tierra han sufrido los devastadores poderes de dos amenazas distintas: los androides y Black. Recuerda cuando la paz regresó luego de derrotar a los androides 17 y 18. En ese tiempo muchas cosas fueron reconstruidas, otras tantas habían sido demolidas y en su lugar, nuevas construcciones y familias crecían. Las personas trabajaban duro con la esperanza de un futuro brillante, pero todo lo que alguna vez se levantó, ahora está en ruinas. Black ha destruido el trabajo, sueños, esperanzas e incluso la vida de millones de personas

Los puños de Trunks se crispan recordando al maldito asesino de Black y lo inútiles que han sido sus intentos por derrotarlo. Es un enemigo sumamente poderoso que parece no tener debilidades e incluso se pregunta si Gokú es capaz de enfrentarlo.

— Basta con tener la suficiente fuerza de espíritu, porque con ella nada resulta imposible.

Las palabras de Seika traen a Trunks de vuelta al presente. No sabe cuánto tiempo se ha quedado callado, o siquiera el tema del que están hablando, pero siente como si la chica le hubiese leído la mente y le dijera aquello para animarlo.

— Eso decía Seiya, mi hermano menor.— explica Seika. Sus labios se estiran en una sonrisa tranquila, recordando con añoranza tiempos mejores—Desde que era pequeño solía ser muy tenaz, quizá lo suficientemente como para rayar en la terquedad

— Ya veo porque a veces era tan cabeza dura. — Kiki se ríe y Seika hace lo mismo, luego su expresión cambia a una más serena— Él nunca se rendía, aún cuando todo estaba en su contra, siempre lograba ponerse de pie y hacer de lo imposible, posible.

El viajero en el tiempo no hace sino escuchar. Aún cuando no conoce a Seiya, le resulta admirable las hazañas que ha logrado. A su mente llega una nueva incógnita: ¿Cómo fue que murió?

Seika y Kiki intercambian sonrisas, recordando a su hermano y amigo. Trunks prefiere no preguntar sobre su muerte, no queriendo incomodarlos. En su lugar, se concentra en observar a la gente que lo rodea.

Los soldados, a pesar del agotador trabajo bajo el sol, se mantienen animados. Entre ellos, algunos caballeros de bronce supervisan y ayudan con las estructuras más grandes y pesadas.

Trunks se acerca a Kiki y señala a uno de los caballeros.

—¿Qué es ese traje que usan?

Kiki sigue su mirada. —Es una armadura. Sirven para proteger a los guerreros que sirven a un dios. Además, potencian el cosmos o retienen los recuerdos y poder de sus previos portadores.

—¿A qué te refieres con cosmos?

La pregunta también llama la atención se Seika.

—El cosmos es una energía que proviene del mini-universo que poseen todos los seres vivos en sus cuerpos, el cual nació con el big bang que dio origen al universo, — Kiki sonríe— En nuestro mundo, los guerreros que puedan hacer explotar ese mini-universo dentro de sus cuerpos serán capaces de liberar la energía conocida como cosmos, lo que les otorgara habilidades superhumanas

El Saiyajin se muestra interesado y, aunque la explicación del cosmos sea muy parecida a la del Ki, aún no comprende cómo es posible que las armaduras puedan potenciar su energía. Cuando está a punto de preguntar, escucha un estruendo proveniente de varios pilares que se han derrumbado.

Una columna de polvo se levanta y los gritos de los soldados y doncellas llaman desesperados a un caballero o aspirante para que puedan quitar las columnas que han dejado atrapados a dos hombres.

Sin pensarlo, Trunks frunce el ceño, concentrándose, y eleva su ki. Su aura brilla suavemente a su alrededor mientras levita hacia la zona del derrumbe. Kiki y Seika observan con ojos bien abiertos, sus corazones latiendo rápido.

—¿Cómo es posible?—, susurra Seika.

Kiki no responde, pero su mirada sigue fijada en Trunks, quien levanta las columnas como si fueran muy livianas. Eso solo lo ha visto hacer a los caballeros, pero el muchachito está seguro de que Trunks no es un caballero. Entonces, ¿De dónde ha sacado ese hombre semejante fuerza y la habilidad de volar? — Increíble — logra articular Kiki luego de unos segundos.

Mientras el aprendiz de Aries sigue observando a Trunks, el ruido y la confusión a su alrededor comienzan a atraer la atención de los demás. Geki, que se encontraba cerca, se acerca rápidamente junto a dos aspirantes.

— ¿Qué fue lo que ocurrió? — pregunta Geki.

— Las columnas cayeron encima de dos hombres, señor — dice un soldado — pero fue él quien nos ayudó.

Geki se acerca a los dos hombres y los revisa. Ambos tienen heridas leves que no requieren mayor atención. El caballero no entiende cómo ha sucedido todo, pero los hombres están a salvo y, al igual que el soldado, le dicen que gracias a Trunks ellos han podido salir.

Hasta hace unas horas, Jabu y los demás habían estado hablando sobre la llegada de ese chico. A diferencia de Ichi y él, mayoría de sus compañeros no confiaban en el Saiyajin, pero ahora puede decir con orgullo que no se equivocó con respecto él.

— Oye — dice el caballero de bronce, acercándose al Saiyajin. Ambos se miran fijamente. Las facciones duras del caballero se ablandan y una sonrisa amigable se forma en sus labios.

— Gracias por ayudarnos — dice Geki, su voz sincera.

Trunks sonríe ligeramente, su expresión es modesta. — No hay problema. Estaba cerca y pude ayudar.

Geki mira al muchacho con una sonrisa cálida.

—¿Cuál es tu nombre?

—Me llamo Trunks, es un placer.

— Yo me llamo Geki, soy el caballero de bronce de

Osa mayor. Trunks, has demostrado ser un verdadero aliado en momentos de necesidad. No importa de dónde vengas o qué secretos guardes, eres bienvenido en el Santuario.

Trunks se siente un calor en el pecho, una sensación que no había experimentado en mucho tiempo. La aceptación incondicional de Geki y los demás lo hace sentir cómodo.

— Gracias... significa mucho para mí

Geki coloca una mano en el hombro de Trunks. — No necesitas agradecer.

Los demás guerreros y aprendices asienten en acuerdo, acercándose a Trunks para darle la bienvenida. Kiki y Seika sonríen, felices de ver a Trunks aceptado.


Muchas gracias a todos los que siguen esta historia, la guardan como favoritos o comentan.Su opinión es muy importante para mí, pues así puedo mejorar y me animan a continuar.

c3gbnavamvya: Muchas gracias por hacerme saber tu gusto por este fanfic. Me alegra bastante saber que te está gustando. Espero que este capítulo te haya gustado :)

Nuevamente gracias a todos. No duden en dejarme su opinión y lo que les gustaría ver en esta historia.

Les mando un fuerte abrazo y nos estaremos leyendo muy pronto.