Disclaimer: Yo solo uso lo conocido para nuestro entretenimiento, o ya estaría gozando con mi riqueza.


hasta que su alma


A raíz de la conversación en el picnic, y sin que Hans lo supiera, Elsa empezó a escribir ideas para sacarlo de su encierro, que en el futuro se debían convertir en su misión de rescate. Encontraría el método adecuado para liberarlo de su prisión, en la que ya había tenido tiempo suficiente.

¿La bruja no lo consideraba así, si llevaba un control de él?

(Y temía que no lo hiciese, sin planes para acabar con su hechizo.)

Había perdido perdón y cambiado, deseoso de ser mejor, ¿qué hacía falta? Tenía plena confianza en que no era un engaño, sino un verdadero cambio de corazón… o descongelamiento.

Ni siquiera podía decir que estaba cegada por él, dado a que Anna había coincidido en su opinión y no tenía un interés personal por Hans… a diferencia suya.

Y no solo era la amistad que había fraguado, sino algo más fuerte. No hacía mucho había descubierto sentimientos románticos por él que le demandaban tenerlo en carne y hueso; había entendido que había imaginado fácilmente sus palabras pecaminosas porque él le gustaba y no tanto por su inocencia.

No le importaba que fuera unilateral y nada sucediera con su extracción, solo quería que gozara de libertad. Estaría contenta con saberlo recorriendo el mundo y no confinado a una cárcel; para ella, con su historia, era doloroso que su ser querido estuviese el resto de sus días así, cuando ya había cumplido su condena.

Soltó un gruñido de frustración. Cuánto le molestaba que Hans se negase a ver su pasado en Ahtohallan; podrían hallar alguna pista, sino la respuesta, allí.

—¿Tan exigente eres con un dibujo?

Exhaló lentamente. ¿Estaría siendo tonta al ocultar lo que hacía y debía decirle para convencerle de intentar con las memorias?

—Elsa, ¿es el momento de mencionar que últimamente no me muestras la misma cantidad de bocetos que antes?

No debía subestimarlo. Aunque por lógica él no tenía otras ocupaciones, le provocó un aleteo en su estómago el saber que le prestaba suficiente atención para percatarse de la diferencia en sus hábitos (era muy complicado contener las reacciones a él).

—Estoy anotando lo que puedo sobre tu caso… para solucionarlo… no quiero que sigas dentro —admitió sin mirarlo todavía.

Él emitió un sonido que le sonó a reprimenda.

—No creo que haya una diferencia a hace dos años. Elsa, me deseabas lejos con todo tu ser, tu motivación era bastante enérgica.

Resopló.

—Investigaré mejor en las Islas del Sur. Si tú conseguiste información, yo podría conseguirla, lo sé.

—Se acercan tus épocas favoritas del año y el nacimiento de tu sobrino, no lo hagas.

Anonadada por su desinterés al tema, lo encaró. Fue desconcertada por la falta de ánimo a la salida, dominado su rostro por preocupación… que parecía por ella.

—Hans, no puedes estar negándote a la posibilidad de abandonar ese sitio. —Lo señaló para dar énfasis a sus palabras. —¿Quieres quedarte ahí?

Él movió la cabeza en negación.

—¿Y por qué no me apoyas en esto?

—Elsa, que no quiera ayudarte en una meta infructuosa y demasiado esperanzadora no es lo mismo que desear mi confinamiento eterno. Si debo de regresar a la normalidad, lo haré hasta que deba hacerlo, justo como advirtió la bruja. Sin embargo, en lo que eso pasa, no quiero que te obsesiones con el asunto… al principio dejé que trataras porque no me importabas.

Su corazón se estremeció por la admisión.

—He aceptado mi destino, me gusta hacerte compañía. Y… en ocasiones he pensado que la bruja me mató y solo capturó mi alma aquí, hasta cumplir mi Purgatorio, si lo merecía.

—¡No digas eso! —exclamó, olvidando el gusto en su pecho y haciendo brincar a Bruni. —¡Estás vivo! —Cubrió sus ojos. —No quiero más muertes, no la tuya —susurró.

—Elsa…

Descubrió sus ojos llorosos y abandonó el interior de su tienda. Fuera, caminó hasta el árbol que atesorara buenos momentos juntos y se dejó caer, entristecida. Abrazó sus piernas, ocultando su rostro.

Él no estaba muerto. No lo estaba.

—Lo siento, no debí decir eso.

Se asombró de oírlo cerca y se encontró con Bruni sujetando la cadena del colgante con su boca. Cuando dejó a Hans junto a su cadera, él rozó su cuerpo con su hocico y regresó al interior de su vivienda.

—Le pedí que me moviera —explicó Hans en un murmullo.

Asintió y elevó el colgante a la altura de su cara, descansando su mano en sus rodillas.

—Lamento mi exabrupto. No tienes que disculparte por tus palabras. Es tu sentir, es incorrecto de mi parte evitar que te expreses porque me duele oír de ello. Y que aceptes eso…

—Estoy bien, llevo un largo tiempo con ese pensamiento rondándome. No derrames lágrimas por mí.

Tuvo que decirlo él para que ella se diera cuenta que había sollozado y sus mejillas estaban humedecidas por el llanto.

Hipó.

—Me es imposible no hacerlo.

—Lo sé. —Él sonrió de una manera que detuvo sus latidos un instante. —Eres así de pura.

Se avergonzó por ese cariñoso halago.

—Trata de no desgastarte ni agobiarte por una causa que no llevará a ningún lado, por favor. Prefiero que continúes haciendo ropa para el bebé o para tu hermana, que es más necesario que yo. Eso te llena de sonrisas y me gusta la felicidad que te provoca.

—La vida no es solo alegrías.

—Bueno, puede serlo lo más posible si te lo propones. Has tenido suficiente infelicidad por los demás.

Casi la mitad de su existencia.

—Aun así… Vamos.

Sin aclaración, colocó el colgante en su cuello y se encaminó hacia el lago, donde llamó a Nokk. Al acudir su amigo, lo congeló y le murmuró que fuesen al Mar Oscuro.

No tardaron en llegar a su destino y allí el Espíritu de Agua comprendió que debía dejarlos a solas, mezclándose en el vasto mar para agitarlo. Ella se sentó en la playa y le indicó a Hans el horizonte en tempestad.

—Recuerda mi batalla, Hans, no hay por qué rendirte… el resultado vale la pena.

—Elsa, he aprendido que, aunque no se obtenga el resultado, el camino también es importante. Te conocí, nos conocimos, y haberlo hecho es extraordinario.

Porque no estaba equivocado, sonrió. No obstante, en su interior una parte de ella sufría.


NA: Bueno, esto ya está para acabarse.

Besos, Karo.