Permíteme decirte una sola cosa y te prometo que te dejaré tranquila – el silencio de Levy luego de sus palabras le dio a entender que podía continuar – Soy tu amigo, ¿no es así? Déjame ser el apoyo que necesitas – expresó desde lo más profundo de su ser, sin rodeos y observándola de frente, traspasando su mirada castaña, la cual brillaba aún más con la ayuda de las blanquecinas luces de la piscina.

- Me estás pidiendo algo imposible – por fin habló la peliazul luego de un prolongado silencio. Volver a confiar en Gajeel podía llegar a ser la peor de sus decisiones, como lo fue en el pasado – No puedo, Gajeel. Me da miedo confiarte mis sentimientos – la sinceridad por parte de la chica fue como una bofetada para el Redfox.

- Ya no soy quien fui en el pasado – Gajeel se sinceró de manera impulsiva, sin ser consciente de que su rostro se había enrojecido levemente al decir aquellas palabras – No pienso repetir los mismos errores que cometí en aquel entonces - por su parte, Levy sintió que aquellas palabras tuvieron un efecto extraño en ella y en pocos segundos sus ojos se cristalizaron sin que pudiera evitarlo. Algo se removió en su interior y, sin poder moverse o decir palabra alguna, una lagrima traicionera acarició su mejilla, perdiéndose inmediatamente al fusionarse con el agua de la piscina – Te lo prometo – volvió a decir Gajeel, atreviéndose a borrar el rastro de la lágrima con una caricia, empapando la mejilla de la peliazul con su mojada mano.

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- Yo no sé qué mierda me pasó por la cabeza en ese momento – la frustración inundaba la voz de Gajeel mientras se llevaba una mano al tabique de su nariz. El chico se encontraba bajo la sombra de un árbol, sentado sobre el césped, sin importarle estar vistiendo el impecable uniforme del instituto – Dije cosas que solo un idiota diría – exclamó una vez más con la vergüenza latente en su ser.

- Gajeel tuvo una pequeña confesión – la sonrisa de Juvia era enorme desde que el chico comenzó a relatarle su último encuentro con la Mcgarden, después de que ella los dejara solos en la piscina, el mismo día que habían presentado el examen de admisión a Mavis - ¿Después de eso qué ocurrió? – preguntó la peliazul, queriendo saciar toda su curiosidad.

Aquel día en el gremio, después de abandonar el área de la piscina, Juvia no tardó en enterarse de que Gray no la estaba buscando. Su novio estaba concentrado en otro juego de verdades que se empezaba a desarrollar e hizo caso omiso a su presencia, por lo que la Lockser volvió a donde estaba, para toparse con Gajeel y Levy dentro de la piscina a una distancia considerablemente cerca, lo cual le dio mucho que pensar.

En ese instante Juvia volvió adentro del gremio una vez más, dispuesta a darles privacidad a sus dos amigos, pero decidida a luego averiguar los acontecimientos de esa noche. Y el mejor momento lo halló dos días después, cuando reiniciaron las clases en Fairy Tail, durante la hora del descanso.

Gajeel y ella aprovecharon que el grupo se dispersó y pararon en el amplio patio, el lugar ideal para hablar sin ser escuchados por nadie. El pelinegro no dudó en contarle lo sucedido a su amiga, después de todo sentía que necesitaba hablar con alguien y Juvia siempre estaba ahí para escucharlo.

- Ella lloró un poco y yo sentí que todo se revolvió en mi mente. Tuve fuertes deseos de besarla en ese momento – confesó Gajeel sin tapujos, sabiendo que podía ser transparente con Juvia y exteriorizar sus intenciones sin ser juzgado. Al mismo tiempo, no podía evitar sentirse un poco molesto consigo mismo por tener ese tipo de pensamientos – Y estuve a punto de hacerlo. Estuve a un paso de echar todo a perder una vez más – el pelinegro sabía que lo correcto era no volver a acercarse a Levy con segundas intenciones, pero sus sentimientos lo estaban traicionando de forma recurrente – Pero al final me pude controlar y no pasó nada más. Ella me reclamó un par de veces por haberlas espiado y, cuando empezamos a hablar sobre lo que había ocurrido adentro con Kana durante el maldito juego de retos, nos interrumpió el enclenque de Jet – el enojo invadió al pelinegro de solo recordar lo acontecido – No la deja sola ni dos segundos – gruñó el chico al tiempo que se cruzaba de brazos.

- Los sentimientos de Gajeel por Levy se están fortaleciendo – declaró Juvia sin importarle la reacción de su amigo. La chica sentía que necesitaba decirlo en voz alta. Él necesitaba escucharlo.

- No – refutó inmediatamente el Redfox, negándose ante la posibilidad – No lo sé – aceptó al final. No tenía caso negarse frente a Juvia, quién conocía todo a detalle – Me siento un imbécil – agregó con un nuevo toque de frustración en sus palabras. Cuando se trataba de Levy no tenía nada claro.

- Gajeel debe darse la oportunidad de sentir – Juvia no podía borrar la sonrisa de su rostro. Estaba feliz por su amigo, pues ya no parecía haber rechazo por parte de Levy y cada vez se acercaban más y más.

- No puedo hacer eso – manifestó tajante el pelinegro – No lo merezco – aquella sentencia no fue del agrado de la chica, logrando desaparecer la sonrisa dibujada en sus labios – No puedo cruzar el límite. No debo – corrigió a última instancia.

- ¿No le piensas demostrar que de verdad cambiaste? ¿No vas a estar para ella si lo necesita porque prefieres huir de ti mismo? – el tono de Juvia al hablar sorprendió a Gajeel. Las palabras de la peliazul fueron contundentes y su mirada azulina se agudizó, buscando atravesar los orbes carmesíes.

- No sé qué quiero decir – su amiga lo había desarmado con una simple mirada, haciéndolo sentir más tonto de lo que ya se sentía – Pero no faltaré a mi palabra, de eso puedes estar segura – mencionó con seguridad. Por su parte, Juvia había desviado su feroz mirada al escuchar su nombre a lo lejos. Lucy, Gray, Natsu y Kana se aproximaban – Lo que dije fue en serio. Estaba siendo sincero – completó Gajeel, antes de que sus amigos llegaran a ellos.

- Eso espero – articuló la peliazul antes de volver su atención a los recién llegados, esta vez dedicándole una cálida sonrisa a su novio, el cual tenía cara de pocos amigos seguramente por verla a solas con Gajeel. A pesar de haber aclarado un par de veces sobre el pasado de ella con el Redfox, Gray al parecer no terminaba de tolerar que tuviera una relación tan cercana con otro hombre.

- Los estábamos buscando – manifestó Lucy antes de sentarse al lado de Juvia, sobre el suave césped a su merced – Queremos aprovechar que Lev-chan está en la sala de profesores para hablar sobre la sorpresa que le daremos – anunció la rubia, rebosando de emoción tanto en su rostro como con sus palabras.

- ¿Sorpresa? – preguntó Gajeel sin entender bien a lo que se refería su extraña amiga.

- Lev cumple años el jueves – aclaró Natsu, tomando lugar a un lado de su novia, siendo seguido por Gray y Kana.

Gajeel se sorprendió ante tal información, ya que no había escuchado que hicieran mención de ello con anterioridad.

- Ella sabe que lo celebraremos el sábado, pero yo quiero darle una sorpresa el mismo jueves. En el gremio – continuó Lucy con la explicación – Haremos una pequeña celebración ese mismo día, sin que ella sospeche – todos observaban a Lucy con atención – No demostraremos emoción alguna ese día. Jet y Droy se encargarán de distraerla mientras nosotros hacemos los preparativos – la rubia juntó sus palmas, sintiendo que el plan era perfecto. Después de todo Levy había dejado en claro que no quería más celebraciones entre semana y eso incluía su propio cumpleaños.

- Levy no es amante de las sorpresas – declaró Gray, llamando la atención de todos.

- Para este tipo de sorpresas sí – se adelantó Lucy antes de que el chico continuara hablando – Además, el año anterior no quiso que celebráramos. Esta vez no lo dejaré pasar – sonrió abiertamente la rubia, pues le emocionaba en demasía organizar algo para su mejor amiga.

- Estoy de acuerdo – secundó Kana – Seguro llorará – la castaña sonrió al imaginarse a su pequeña amiga entrando al gremio y descubrir que la indiferencia de todos era fingida – Será divertido – la sonrisa de Kana se agrandó cuando su mirada chocó con los ojos escarlata de Gajeel, quién estaba prestando atención a sus palabras.

- Además le tengo el regalo perfecto – declaró la rubia – Un libro que nos ha sido difícil de conseguir. Ella ni se imagina que ya lo tengo en mi poder – el rostro de felicidad de Lucy era casi contagioso.

- Ustedes siempre con sus cosas aburridas – musitó Kana mientras se ponía de pie.

- Yo me encargaré de hablar con los demás – retomó palabra la Heartfilia, ignorando magistralmente el comentario anterior – Por ahora necesito que ustedes no mencionen el cumpleaños de Levy. Indiferencia total – Lucy se dirigió a todos sus amigos, quienes simplemente asintieron para que la chica se sintiera satisfecha.

- Excelente. Ahora si me disculpas… - la Alberona se volvió hacia Gajeel para continuar hablando - ¿Tienes un segundo? – el pelinegro levantó una ceja ante el cuestionamiento. Seguidamente Kana le hizo un gesto que le indicó al chico que quería que la siguiera, por lo que no le quedó de otra más que levantarse y seguir los pasos de la castaña, la cual empezó a caminar ante la expectante mirada de todos.

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Levy salió de la sala de profesores un poco tensa. Gildarts junto a otro docente le habían explicado que una universidad ofreció una plaza en sus instalaciones para el mejor estudiante de Fairy Tail y ellos pensaban en proponerla a ella, si así lo quería.

La noticia la alegraba, después de todo el programa de estudios era uno de los mejores, pero solo de pensar que aquella universidad quedaba al otro lado del país la desilusionaba totalmente. Dejar a sus amigos, su familia, no era una opción para ella. Además, Mavis también era una universidad reconocida. Por eso decidió rechazar la oferta. Aunque los docentes le dijeron que lo pensara bien antes de tomar la decisión final, ella sentía que no cambiaría de parecer.

La peliazul suspiró y emprendió camino hacia el salón de clases, después de todo la hora de descanso ya estaba por terminar. Sin embargo, algo hizo que sus pasos se detuvieran en el acto.

A lo lejos se encontraban Gajeel y Kana, en uno de los pasillos que dirigían hacia el patio. A la peliazul le llamó la atención que la Alberona estuviera hablando y recortando distancia con el chico, quien permanecía inmutable en su lugar.

Levy también detalló el jugueteó de las manos de Kana, las cuales terminaron jugando con un mechón azabache del Redfox, el cual en esa ocasión llevaba totalmente suelto, contrario a lo que acostumbraba, ya que usualmente el Redfox mantenía su cabello atado cuando se encontraba en el instituto.

El jugueteo y la sonrisa traviesa de la castaña fue suficiente para que Levy supiera que su amiga tramaba algo.

Siendo guiada por la curiosidad, Levy se aproximó hacia sus dos amigos, observando como el pelinegro retomó la distancia entre la Alberona y él. La pequeña peliazul notó que el chico comenzó a hablar, sin llegar a entender ninguna de sus palabras, debido a la distancia que los separaba.

Sin saber qué lo guio, Gajeel volvió su mirada hacia un lado, encontrándose con Levy a lo lejos. La rojiza mirada no se apartó de la pequeña hasta después de varios segundos. Levy pudo notar que el Redfox se despidió de Kana, quién continuó sonriendo traviesamente para luego emprender camino en dirección contraria a él.

Por su parte, Gajeel se dirigió hacia Levy sin dudar, no estando seguro de lo que pensaba ella en ese momento.

- Hey, ¿dónde estuviste? – saludó el pelinegro con normalidad, ignorando lo que acababa de acontecerle hacía apenas algunos segundos.

- Estaba en la sala de profesores – respondió la chica, imitando la misma naturalidad de su amigo - ¿Y tú? ¿Qué hacías? – no pudo evitar preguntar.

- Hablando – contestó con simpleza, sin ganas de entrar en detalles con Levy.

- ¿Simplemente hablando? – la chica no se convenció con esa respuesta, sintiendo aún más curiosidad por lo que parecía querer ocultar Gajeel – No me parecía que fuera solo eso – la pequeña ralentizó sus palabras mientras se acercaba a su amigo - ¿Qué estaban tramando, Gajeel? – preguntó de vuelta con lentitud, mientras sujetaba un mechón de cabello del chico y lo retorcía entre sus dedos, imitando los movimientos de Kana.

Gajeel se paralizó al escuchar su nombre pronunciado de forma tan lenta y peculiar. Transcurridos varios segundos el chico sonrió, sabiendo que había despertado la curiosidad de su amiga y que ella conseguiría hacerlo hablar tarde o temprano. El pelinegro atinó a sujetar la mano de ella, deteniendo los movimientos en su cabello, pero manteniendo el contacto por prolongados segundos.

- Yo no estoy tramando nada – habló el joven, siendo sincero desde el primer momento.

- ¿Y Kana? ¿Qué está tramando? – Gajeel soltó la mano de Levy después de su pregunta. No estaba seguro de si contarle todo de una vez o continuar dando rodeos. Confesarle a su pequeña amiga lo que había estado hablando con la castaña no le parecía la mejor decisión.

- No te lo puedo decir aquí – manifestó el chico al notar que un grupo de personas se aproximaba a ellos, dirigiéndose seguramente a sus aulas. Y vaya que tuvo razón, pues transcurridos un par segundos se dejó escuchar la campana que anunciaba que las clases se reanudarían. Levy chasqueó con la lengua, entendiendo que no era el momento.

- Está bien – fingió indiferencia la Mcgarden, al tiempo que se daba media vuelta para retomar su camino hacia el salón de clases, siendo seguida inmediatamente por el pelinegro. Ninguno mencionó palabra durante el trayecto, hasta que Gajeel decidió actuar - ¿Qué estás haciendo? – soltó Levy con sorpresa cuando su compañero la tomó de la mano y la dirigió hacia el lado contrario del pasillo, alejándola del aula de clase que ambos compartían.

- Lo pensé mejor y sí quiero contarte lo que hablé con Kana – confesó el chico después de ingresar al salón de artes, el cual estaba totalmente vacío a esa hora. Levy se sonrojó al verse sola con Gajeel en un salón, recordando fugazmente algunos sucesos de su pasado en Phantom Lord donde el Redfox era protagonista.

- Habla entonces – mencionó la peliazul, tratando de despejar su mente.

- Kana me propuso ser amigos con beneficios – soltó Gajeel sin rodeos. La sorpresa no se hizo esperar en el rostro de Levy cuando aquellas palabras llegaron a sus oídos. Una punzada extraña en su pecho le llamó la atención, pero desvió su interés en ese detalle cuando decidió hablar, después de varios segundos de silencio.

- Eso no me lo esperaba – fue sincera la pequeña. Se pudo haber imaginado cualquier otra cosa, menos ese tipo de proposición – Kana nunca para de sorprenderme – mencionó con una sonrisa irónica. Conocía a Kana desde que visitó el gremio por primera vez y siempre le había parecido una chica fuerte, decidida, un tanto tosca y con gustos extraños. La apreciaba y respetaba, pero la Alberona nunca había llegado a ser una amiga cercana a ella como era el caso de Erza o Mirajane.

- No acepté – aclaró Gajeel, temiendo que Levy se hiciera una idea incorrecta.

- No necesitas darme explicaciones – interrumpió la chica al notar que él iba a decir algo más. Lo que él le estaba contando era algo de dos, ella no tenía nada que ver con eso – Puedes hacer lo que quieras – expresó con falsa indiferencia mientras desviaba su mirada. No quería apreciar el brillo en los ojos carmesíes de su amigo.

- Eso lo sé – Gajeel fue un poco brusco con su respuesta, después de todo no le habían agradado del todo las palabras de la Mcgarden – No me interesa tener nada con ella – declaró sin miramientos, siendo totalmente transparente – Me dijo que me iba a dar tiempo para pensar mi respuesta, pero no cambiaré de parecer – Gajeel no quiso sonar como si tuviera que rendirle cuentas a Levy, pero prefirió contar todo lo que había sucedido. El pelinegro aceptaba para sí mismo que aquel suceso alimentaba su ego, pero no iba más allá de eso. Kana no le desagradaba para nada, y sabía que ninguno de los dos tenía ataduras que los limitaran, pero en esos momentos él no quería nada con ninguna otra chica que no fuera la que tenía al frente.

Gajeel se dio media vuelta ante la expectante mirada de Levy, mientras se llevaba una mano al rostro al sentirlo totalmente caliente después de asimilar lo que acababa de aceptar para sus adentros. Se maldijo internamente un par de veces, en un intento por calmar sus pensamientos. Sus orejas y rostro calientes lo hacían sentir aún más ridículo de lo que ya se sentía.

- Todo fue a raíz del beso, ¿no es así? – las palabras de Levy llegaron a oídos del chico, pero las ignoró al no sentirse preparado para darle la cara en ese momento – Se nota que a ella le gustó – volvió a hablar la peliazul al no recibir respuesta a su pregunta - ¿A ti te gustó? – cuestionó nuevamente la pequeña al sentirse ignorada.

Gajeel se mordió el labio interno en un afán por calmarse. Se volvió hacia Levy y clavó su rojiza mirada en la de ella, sin ganas de huirle.

- No te voy a mentir. Fue agradable – declaró el Redfox, detallando cada una de las expresiones de su amiga, la cual no parecía haber esperado esa respuesta – Pero no sentí nada – agregó el pelinegro sin darle oportunidad a la Mcgarden de interrumpir – No voy a estar con alguien por quien no siento nada – manifestó sin dudar, no queriendo hablar de más, ni dejando que los extraños pensamientos que estaba teniendo en ese momento salieran a relucir – Y antes de que me digas algo como que es extraño en mí, quiero que entiendas que no soy el mismo de antes – aclaró al adivinar las intenciones de su compañera cuando esta agudizó su mirada al escuchar sus palabras.

- Lo sé – expresó Levy – Antes no lo hubieras pensado dos veces – la chica atacó de igual forma, recordando las actitudes del Gajeel del pasado.

- Me alegro de ya no ser así – admitió el pelinegro sin vergüenza alguna. Su mentalidad había cambiado, sus sentimientos habían madurado y lo obligaron a cambiar, a ser otro mejor. En ese momento era alguien de quien podía estar orgulloso.

- Yo también – agregó la peliazul, bajando un poco la guardia – Ahora vámonos antes de que sea más tarde – la inesperada sonrisa de Levy sorprendió al Redfox, el cual asintió ante las palabras de ella. Salieron juntos de aquel salón desolado y se dirigieron al aula que correspondía a su clase.

- Ni una palabra sobre esto a nadie – destacó el chico antes de llegar a la puerta del salón. Levy simplemente asintió y deslizó la puerta.

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Gajeel se encontraba bastante molesto en ese momento y la razón de su enojo era Juvia.

El pelinegro estaba jurando que se la cobraría a su amiga.

El día anterior había quedado de ir con la peliazul de largas pestañas al área comercial en búsqueda de un regalo de cumpleaños para Levy. Se suponía que ella lo ayudaría a escoger algo y aprovecharía de comprar el que sería su propio regalo para la Mcgarden, pero a último momento la Lockser canceló la salida y la razón de ello era lo que más le molestaba al Redfox.

Todo fue a causa de Gray, el cual al enterarse de que Juvia saldría con Gajeel comenzó a inventar una que otra excusa para evitar la salida entre amigos.

Al final Juvia había cedido ante su novio y Gajeel había parado solo y sin idea de por dónde empezar la búsqueda del mencionado regalo y, dado que el cumpleaños era al día siguiente, no tenía más opción que hacer un esfuerzo y elegir algo él mismo.

El Redfox quería darle un detalle significativo a la peliazul. Quería que fuera algo que le gustara y le fuera de utilidad, pero no tenía ni la más mínima idea de qué podría ser. En ese momento se sentía en cero, con el pensamiento nublado y bastante molesto. No veía nada que le recordara a Levy o que le pudiera gustar a la chica y eso lo estaba frustrando.

Odiaba buscar regalos. Odiaba no encontrar nada. Odiaba a Juvia y a Gray.

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El día siguiente llegó y la indiferencia fue notada por Levy desde el primer momento. A primera hora de la mañana su mejor amiga le dirigió un escueto "Feliz cumpleaños" antes de entrar al baño. A Levy le sorprendió dicha actitud, reconociendo que no era normal en Lucy, ya que la rubia solía emocionarse más que ella en esa fecha.

Al llegar al instituto sus amigos también la habían felicitado sin muchos ánimos, a excepción de Jet y Droy, quienes se le abalanzaron en un vigoroso abrazo. Aquello la hizo olvidar brevemente la tristeza que le había ocasionado la indiferencia de sus demás amigos en un día que se suponía era especial.

La peliazul intentó no darle importancia a aquel hecho y continuó el día con normalidad, como cualquier otro día. Mientras las horas transcurrían, Levy notó algo extraño por un momento, llegando a pensar que sus amigos le tenían una sorpresa durante la última clase, pero una nueva decepción la inundó cuando la jornada de estudios terminó y nadie hizo ninguna mención de nada.

Jet y Droy la invitaron a comer algo antes de ir al gremio y ella aceptó gustosa, en un intento por olvidar los sentimientos desagradables que la estaba invadiendo.

Por otra parte, Lucy se estaba esforzando por mantener a raya sus emociones y continuar con el plan, el cual parecía estar saliendo a la perfección. Levy no sospechaba nada.

La rubia podía notar que su mejor amiga estaba decaída, pero se repetía una y otra vez que valdría la pena ver la cara de sorpresa de la peliazul.

En cuanto la Mcgarden se marchó con Jet y Droy, todos partieron hacia el gremio de inmediato, comenzando con los preparativos sin dudar. El objetivo era adecentar el lugar, pero no pretendían hacer nada estructurado como la vez que le organizaron la sorpresa a Evergreen.

En menos de una hora todo estuvo listo y estaban preparados para recibir a la festejada. Según la información que enviaban Jet y Droy, Levy no sospechaba en lo más mínimo que todos tenían algo preparado en el gremio.

Cuando el pelinaranja le dio aviso a Lucy de que se aproximaban al lugar, la chica les indicó a todos que tomaran posiciones.

En cuanto Levy cruzó la puerta serpentinas y confeti volaron por los aires, tomándola totalmente por sorpresa. La Mcgarden recibió una felicitación al unísono por parte de todos, quienes no perdieron tiempo y se acercaron a la pequeña para enredarse en un abrazo grupal.

- Feliz cumpleaños, Lev-chan – repitió Lucy cuando la rodeó con sus brazos. Al sentir el calor de su amiga, las lágrimas golpearon con fuerza los ojos castaños de la peliazul. Una sonrisa se dibujó en sus rosados labios y, sin reprimir sus emociones, dejó correr las lágrimas libremente. Lucy, Mira y Erza la abrazaron con más fuerza cuando la vieron llorar, también sonriendo alegres, sabiendo que eran lágrimas de felicidad.

Poco a poco fueron recobrando distancia entre todos y la peliazul comenzó a limpiarse el rostro.

- Te dije que la harías llorar – manifestó Natsu, quien aún permanecía cerca de la pequeña, acariciando su cabeza como forma de consuelo.

- Kana fue quien lo dijo – refutó Lucy ante lo dicho por su novio. La Heartfilia aun mostraba una gran sonrisa en sus labios – Te tengo otra sorpresa, Lev-chan – mencionó rebosante de felicidad mientras se alejaba de su amiga por algunos instantes para luego regresar con una bolsa de regalo en las manos – Ábrelo – Lucy no podía aguantar la emoción que aquel regalo le causaba y estuvo aún más satisfecha cuando las lágrimas de su amiga volvieron a surgir al abrir el regalo.

- Lu-chan, tú… - Levy no podía con todas las emociones que estaba sintiendo en ese instante. Sus amigos la habían sorprendido, haciéndola sumamente feliz, y ahora a eso le agregaba que entre sus manos tenía el libro que más había anhelado el último año. Podía decir que su día se había vuelto completamente perfecto.

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- Gajeel tiene que hablarle a Juvia – volvió a insistir la Lockser, después de tener varios minutos persiguiendo a su amigo y siendo totalmente ignorada por él. Para ese momento ya todos se encontraban dispersos en el gremio, disfrutando de la música y estando, la gran mayoría, centrados en la gran y apetitosa mesa llena de comida que habían acomodado horas antes.

- No te quiero hablar – mencionó Gajeel en forma de reclamo mientras daba un sorbo de su bebida y tomaba asiento frente a la barra del gremio, un poco alejado de la multitud.

- Juvia ya se ha disculpado – la chica se sentía culpable por haber dejado solo a su amigo después de haber quedado con él, pero se había visto entre la espada y la pared y no supo qué hacer.

- Déjalo así – la indiferencia de Gajeel comenzaba a lastimar a la chica sin ser consciente de ello.

- No volverá a pasar – expresó la peliazul mientras hacía contacto con su amigo, sosteniendo su brazo con desespero – Lo prometo – fue después de aquellas palabras que Gajeel hizo contacto visual con la ojiazul, notando de inmediato el malestar que inundaba los femeninos ojos, sintiendo como todo su enojo se esfumó de golpe.

- Todo está bien. Quédate tranquila – Gajeel se apresuró a tranquilizar a su amiga. Juvia tenía un efecto extraño en él, no le gustaba verla triste. Aquello ocurría debido a que, de cierta forma, veía a Levy reflejada en Juvia. Desde que conoció a la Lockser fue así, siendo tal vez un intento de su subconsciente por remendar las cosas con una ausente Levy.

- ¿Gajeel ya no está molesto? – una sonrisa de alivio apareció en los labios de Juvia, haciendo que el Redfox desviara la mirada y bufara.

- No – declaró sin vergüenza. La tristeza o preocupación en aquellos ojos eran su punto débil – Ahora si no quieres que tu novio venga a armar un escándalo deberías soltarme – Gajeel señaló el fuerte agarre que aun sostenía la chica sobre su brazo.

- Lo siento – se disculpó nuevamente mientras retomaba la distancia. La peliazul era consciente de que el comportamiento de su novio no era correcto, pero estaba convencida de que lo corregiría pronto - ¿Gajeel logró comprarle algo a Levy? – preguntó curiosa, sintiéndose aún culpable por no haber podido ir con el Redfox a elegir un regalo para su amiga.

- Conseguí algo – sin ganas de continuar una pelea sin sentido, el chico cedió ante la Lockser. Vigiló que no hubiera nadie cerca y extrajo de su bolsillo una pequeña caja, entregándosela a Juvia. La peliazul tomó el regaló entre sus manos y sintiendo cada vez más curiosidad abrió la caja, donde pudo divisar un hermoso set de aretes. Eran varios, unos más pequeño y otros más grandes, pero todos igual de hermosos.

- Espera – Juvia detalló un poco más el lindo regalo que tenía en sus manos antes de volver a hablar – No estaría bien darle esto – el rostro de preocupación de la chica no le indicó nada bueno a Gajeel.

- ¿De qué estás hablando? – cuestionó un tanto irritado, sintiendo que la chica le diría que su gusto era pésimo.

- Este set de aretes está hecho para orejas perforadas – explicó Juvia, volviendo a ojear los pendientes dentro de la caja – Levy no tiene perforaciones extras – declaró la peliazul, notando el cambio en las facciones de su amigo.

- Me tienes que estar jodiendo – fue lo único que atinó a decir el Redfox mientras observaba fijamente los zarcillos. Ahora todo tenía sentido del por qué eran tantos pendientes en conjunto. Se sentía como un tonto al no haberse percatado de ese pequeño gran detalle, aún más cuando él tenía perforaciones y conocía el estilo a la perfección – Maldición – bramó el pelinegro – Es tu culpa. Por no acompañarme – soltó con frustración. Sabía que no era culpa de Juvia. Era solo su culpa por ser tan despistado.

- Gajeel, ¿quieres hacer equipo conmigo? – la intromisión de Levy hizo saltar a Juvia, quien solo atinó a cerrar con fuerza la pequeña caja y ocultarla detrás suyo. Habían estado tan centrados en el regalo que ninguno de los dos se dio cuenta de que nada más y nada menos Levy Mcgarden se estaba acercando a ellos – Vamos a jugar a las cartas… - el extraño nerviosismo de Juvia llamó la atención de la pequeña peliazul - ¿Qué ocurre? – preguntó con curiosidad.

- No es nada – mencionó Gajeel mientras se levantaba de su asiento, pretendiendo llevarse a Levy consigo antes de que viera la pequeña caja que ocultaba Juvia. Sin embargo, la falsa tranquilidad del chico también le resultó sospechosa a la Mcgarden. Levy podía notar cierta inquietud en los ojos de Gajeel y la fingida sonrisa de Juvia le confirmaba que algo estaba sucediendo.

- ¿Qué les sucede a ustedes dos? – volvió a preguntar, esta vez llevando sus manos hacia su cadera, dispuesta a no moverse - ¿Interrumpo algo? – sabía que de Gajeel no conseguiría una respuesta rápida, por lo que se dirigió hacia Juvia directamente, quien parecía estar aún más nerviosa luego de su cuestionamiento – ¿Juvia? – presionó al no recibir respuesta.

Por su parte, la Lockser dirigió su mirada hacia la rojiza de su amigo en busca de ayuda, no encontrando ningún tipo de alivio, pues Gajeel clavó su mirada carmesí en ella, dándole a entender que no hiciera ningún movimiento.

- Simplemente no te notamos llegar – intervino el pelinegro, buscando que Levy desviara su atención – Relájate, Mcgarden – agregó dispuesto a comenzar a andar hacia la mesa de juegos, pero las palabras de Levy lo evitaron.

- Algo están ocultando ustedes dos – sentenció la pequeña peliazul, dirigiendo una mirada audaz – Los puedo ayudar si intentan ocultar algo – las palabras de Levy iban con doble sentido y tanto Gajeel como Juvia lo supieron. La castaña mirada hizo contacto visual con los azulinos ojos de su amiga, quien no pudo mantenerle la mirada por mucho tiempo.

- N-No es nada de lo que Levy cree – habló por fin Juvia, sin evitar tartamudear debido al nerviosismo que la estaba invadiendo y que iba en aumento – Es s-solo que… - la peliazul de largas pestañas dudó, pero la tajante mirada de su amiga la estaba atravesando y hacía que temiera por lo que posiblemente se estaba imaginando de ella – G-Gajeel le tiene un regalo a Levy – declaró por fin la Lockser al tiempo que se aproximaba rápidamente hacia su amigo y le entregaba en la mano la pequeña caja que había estado ocultando hasta ahora, ignorando por completo sus ojos carmesíes, los cuales seguramente querían asesinarla con una simple mirada.

Sin decir nada más, Juvia se retiró inmediatamente después de que Gajeel sostuviera el regalo. Levy observó con detalle el intercambio de manos que tuvo una pequeña caja, la cual salió de su campo de visión cuando Gajeel la guardó en su bolsillo.

- ¿Qué es? – otra pregunta surgió de los labios de la Mcgarden, esta vez más tranquila y sintiendo un poco de emoción creciendo en su interior.

- Olvida lo que dijo Juvia – expresó Gajeel con cara de poco amigos. No podía creer que Juvia lo echara a los perros por estar bajo un poco de presión – Está delirando – intentó aligerar el ambiente con su comentario.

- ¿De verdad es para mí? – la cara de ilusión de la pequeña peliazul no se desvaneció tras las palabras de Gajeel. Había escuchado a su amiga y no creía que ella le mintiera de forma tan descarada.

- No te va a gustar – aceptó por fin el chico al notar el brillo en los castaños ojos de su amiga. Dejaría de lado todas las excusas que se le pudieran ocurrir en ese momento.

- Quiero ver – declaró Levy mientras se acercaba hacia el Redfox, quien no hizo ademan de extraer la caja de su bolsillo, hasta después de varios segundos, durante los cuales Levy no apartó su mirada de él en ningún momento. El chico presionó su mandíbula con fuerza mientras extendía la caja hacia Levy. Quiso huir en el preciso momento en el que Levy abrió el regalo, aunque no fuera una acción propia de él.

- Lo puedo cambiar por algo que te sirva – manifestó en un intento desesperado de liberar la tensión, ya que Levy no decía nada, solo observaba los brillantes aretes que reposaban dentro de la pequeña caja.

- Me encantan – exclamó en voz baja la Mcgarden, conteniendo la felicidad que sentía en ese momento. Bajo el escrutinio de Gajeel, la chica palpó con delicadeza varios pendientes, sintiendo la textura que le otorgaban las pequeñas piedras brillantes incrustadas en los mismos. Levy sonrió ampliamente antes de subir la mirada hacia el pelinegro – Gracias – en ese momento Gajeel sintió que todo valió la pena. La sonrisa sincera que ella le mostraba estaba invadiendo su pecho de satisfacción y no supo cómo reaccionar ante tal sensación, por lo que se quedó inmóvil por varios segundos.

- No fue nada – mencionó luego de un pequeño trance, al tiempo que se llevaba una mano al cuello. No estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, pero no se arrepintió de haber vivido ese momento tan particular.

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La celebración continuó a pesar de que el tiempo se había detenido para Levy y Gajeel. Luego de recibir el regalo, la peliazul buscó a su mejor amiga para mostrarlo.

- Están muy lindos – la expresiva reacción de Lucy llamó la atención del grupo – Aunque tú no tienes perforaciones, Lev-chan – enfatizó la rubia al notar el detalle del hermoso regalo.

- ¿Todos no son para lo mismo? – Gray intervino en la conversación después de ver los aretes que se encontraban en manos de Lucy. El Fullbuster detalló una vez más los pendientes y los vio todos totalmente iguales.

- No. Estos más pequeños se utilizan un poco más arriba – explicó la Heartfilia, acostumbrada a que sus amigos no supieran nada de moda.

Segundos después de la explicación de Lucy, una risa cercana se dejó escuchar por lo alto.

- Ni para hacer regalos sirves – Jet se dirigió con burla hacia Gajeel. El nuevo hobbie del pelinaranja era meterse con Gajeel y todos se habían percatado de ello – Hay que tener dos dedos de frente para darse cuenta de que eso no serviría – manifestó el delgado chico mientras continuaba riéndose. Por su parte, Gajeel permaneció en su lugar, inmutable, haciendo caso omiso a lo que el otro estaba diciendo. Buscarle pelea a Jet también era su pasatiempo, pero en ese momento no tenía cómo defenderse, después de todo si había elegido mal, por lo que prefería quedarse en silencio.

- Detente, Jet – la mirada y la voz tajante de Levy sorprendió a todos. Usualmente no era tan seria con el par de chicos que la seguían a todos lados – A mí me gustan y utilizaré los que pueda – aclaró la chica, sin ganas de continuar escuchando malos comentarios que intentaran opacar su felicidad o avergonzaran a su amigo de orbes carmesí.

- Solo digo la verdad - Jet chasqueó con su lengua y después de recibir nuevamente una mirada feroz por parte de su pequeña amiga, se mantuvo en silencio, sin deseos de que ella se molestase con él por culpa del Redfox.

- Mejor juguemos un rato – intervino Natsu, sintiendo que la tensión en el aire aumentaba – Estamos en una celebración – recordó el pelirrosa, logrando aplacar los ánimos. Todos se relajaron y recuperaron el ambiente agradable en cuestión de minutos.

Iniciaron el juego de cartas, disfrutaron de la música y compartieron el pastel que estaba dispuesto para esa noche.

La celebración del cumpleaños de Levy había sido un éxito y todos estaban satisfechos por ello. Ahora solo restaba planificar la verdadera fiesta que estaba agendada para el sábado, en la cual Natsu pretendía botar la casa por la ventana y nadie se interpondría entre él y sus planes.

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El viernes pasó volando y el sábado llegó en un pestañeo. Para Lucy era uno de los días más esperados ya que, además de ser la verdadera celebración del cumpleaños de su mejor amiga, también era la oportunidad perfecta para comenzar a aprovechar el tiempo libre de preocupaciones de lo que quedaba de su último año escolar. Y sus ideas estaban siendo bastante creativas en esa ocasión.

Natsu también estaba emocionado por lo mismo, llegando a contagiar su emoción a todo el grupo, instándolos de unirse a los preparativos y animándolos a invitar a nuevas personas al gremio.

Por otro lado, Levy era ajena a todas las ideas que estaban teniendo sus amigos, ya que Lucy había decidido mantener todo en silencio para que fuera como una segunda sorpresa para ella. La Heartfilia esa mañana le había impedido a su mejor amiga asistir al gremio con ella y solo le había dicho que la fiesta de esa noche tendría una temática, pero no le daría demasiados detalles. El único adelanto que le hizo fue anunciarle que todos debían asistir con una prenda blanca para poder entrar, por lo que Levy estaba segura de que Lucy obligaría a todo el gremio a seguir esa regla al pie de la letra y le hacía gracia imaginarse la situación.

Como Lucy le prohibió ir al gremio hasta que todo estuviera preparado, la peliazul aprovechó de distraerse un poco leyendo el libro que su amiga le había regalado. Un par de horas después decidió organizar un poco su habitación y buscar lo que se pondría esa noche, no encontrando demasiadas opciones.

Luego de recorrer su habitación un par de veces, la Mcgarden se admiró en el espejo por largos segundos, imaginando en su mente el outfit perfecto para esa noche. Quería verse diferente, cambiar de aspecto un poco era algo que llevaba considerando desde hacía días y sentía que era la ocasión perfecta para ello.

Detalló su reflejo un tiempo más, sintiéndose feliz y satisfecha consigo misma. Se observó fijamente y sonrió al sentirse hermosa y segura.

Continuó sonriendo tontamente a pesar de haberse apartado del espejo y se dispuso a buscar su móvil, el cual encontró reposando sobre su cama. Lo tomó sin dudar y realizó la llamada que deseaba.

Ese día invitaría a salir a Gajeel.

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- No puedo creer que me hayas obligado a venir solo para comprar ropa – mencionó Gajeel hastiado de seguir a Levy tienda tras tienda desde que habían llegado al centro comercial.

- Lu-chan no me tiene permitido pisar el gremio y no quería venir a comprar mi ropa yo sola – mencionó con tranquilidad la peliazul, sabiendo que Gajeel solo se quejaba por diversión.

- Yo también estaba con los preparativos de esta noche – manifestó el chico con pocos ánimos al estar en una aburrida tienda de ropa. Levy lo había llamado y él acudió a ella sin pensarlo demasiado, a pesar de estarse divirtiendo junto a Natsu y los demás, con los cuales había estado compartiendo un par de cervezas mientras arreglaban las cosas en el gremio.

- Podrías aprovechar de comprarte algo blanco para esta noche – expresó la chica mientras tomaba varias prendas que llamaron su atención.

- ¿Algo blanco? – la duda en la voz del Redfox hizo sonreír a la peliazul.

- ¿Lu-chan aún no ha dicho nada? – Gajeel simplemente negó con la cabeza ante el cuestionamiento – Va a obligar a todos a asistir vistiendo algo blanco. Sino no se podrá entrar – explicó la pequeña peliazul, tomándose un par de segundos para observar fijamente a su compañero y la cara de extrañeza que estaba reflejando.

- Si escuché algo sobre la vestimenta, pero no pensé que fuera obligatorio – se quejó el chico al descubrir que debía seguir una regla para festejar esa noche.

- Iré a medirme esto – comunicó la chica después de encontrar la que pensó sería la prenda definitiva. Gajeel simplemente asintió y la observó partir directo hacia los probadores. El chico se dirigió hacia la sección de hombres, aburriéndose casi al instante de ver prendas que no le llamaban la atención. Tenía ropa en casa que le serviría para la regla impuesta de esa noche, así que no tenía ninguna necesidad de estar donde estaba.

Levy se tardó largos minutos, pero terminó de decidirse por un par de prendas que la enamoraron en cuanto las juntó en el probador. Una vez terminó de cambiarse, la chica se dirigió hacia la caja registradora inmediatamente, al no visualizar a Gajeel por ningún lado, intuyendo que había salido del local. Y había estado en lo cierto. En cuanto salió de la tienda se encontró con el chico recostado en la baranda, esperando por ella. Este le ofreció una bebida que había comprado en una maquina dispensadora y la peliazul aceptó gustosa mientras emprendía camino hacia un nuevo lugar.

- Me quiero cortar el cabello – anunció la chica, sorprendiendo notoriamente a su acompañante.

- ¿Por qué? – cuestionó el Redfox, no muy convencido de la decisión de su pequeña amiga.

- Quiero un cambio. Solo será un poco – Levy no detuvo sus pasos en ningún momento y Gajeel se mantuvo caminando a su lado.

- Te ves bien así – el pelinegro se atrevió tomar entre sus dedos un pequeño mechón azulino, acariciándolo fugazmente. Levy no se inmutó por el contacto, ya que su mente le había dado mayor atención a las palabras del chico.

- ¿Tú crees? – preguntó la pequeña con un grácil sonrojo adornando sus pómulos de forma involuntaria.

- A mí me gusta así – el Redfox intentó sonar despreocupado, al tiempo que introdujo las manos en los bolsillos de su pantalón, deseando que su corazón dejara de acelerarse por cualquier tontería que dijera.

- Está bien – la peliazul sintió su rostro caliente, por lo que decidió bajar su mirada mientras se recuperaba de la placentera sensación que produjo en sí aquel halago. Continuaron caminando en silencio por un par de minutos, hasta que la Mcgarden volvió a hablar – Entonces solo nos queda un lugar al que ir – mencionó con una sonrisa después de recuperar la tranquilidad de su cuerpo.

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- ¿Te volviste loca? – exclamó Gajeel, no tan silenciosamente como deseó, al estar frente al local que Levy quería visitar.

- No seas dramático – Levy intentó acallarlo, ya que algunas personas se volvieron hacia ellos ante la expresión del chico – Estoy segura de esto – aseguró la pequeña y sin esperar por el chico, ingresó a paso decidido en el local especializado en tatuajes y perforaciones. Gajeel, no muy convencido, la siguió de cerca.

En cuanto Levy entró al lugar fue atendida por un amable chico, el cual exhibía un par de piercings y tatuajes en su cuerpo, siendo bastante adecuado en cuanto al estilo de aquel negocio.

La peliazul le explicó al dependiente lo que tenía en mente, el cual le ofreció rápidamente un catálogo con referencias y le indicó el procedimiento para hacerse las perforaciones que deseaba.

Gajeel también se encontraba escuchando todas las indicaciones del muchacho, sin dejar de sentir que había empujado a Levy a tomar aquella decisión.

- ¿Estás segura de hacerlo? – preguntó el Redfox inquieto una vez la peliazul terminó de elegir los abridores y pagó por ellos, para inmediatamente después dirigirse hacia la silla donde no habría vuelta atrás.

- Deja de preocuparte – dijo con voz suave, sintiendo la inquietud de su amigo – Quiero probar. Si no me gustan se cerrarán – la sonrisa de Levy era sincera, lo cual le dio un poco de tranquilidad al pelinegro. La observó perderse detrás de una cortina y la dejó ser. Ella era una persona que no se dejaba influenciar fácilmente y era capaz de tomar sus propias decisiones con madurez, estaba seguro de eso, por lo que no interferiría en algo que ya tenía decidido.

El chico esperó sentado en la pequeña área de descanso que disponía el local. Sabía de memoria el proceso de una perforación, por lo que la pequeña chica no debía tardar demasiado dentro de aquella apartada estancia.

Por su parte, Levy se encontraba un tanto nerviosa, pero no lo demostró. Era la primera vez que decidía probar algo de ese estilo y no se arrepintió cuando se vio reflejada en el espejo que le ofreció el chico después de realizarle las perforaciones. Era algo totalmente opuesto a ella y a su personalidad, pero extrañamente le gustaba. Le gustaba bastante.

Después de agradecer, la peliazul salió en busca de su amigo. Se sonrojó notablemente cuando el pelinegro la observó con detalle sin decir palabra. Los nervios de ella crecieron cuando transcurrieron los segundos y Gajeel permaneció en silencio.

- ¿Se ve muy mal? – cuestionó inquieta, obligando al pelinegro a reaccionar.

- Todo lo contrario – dijo por fin el chico después de salir de la conmoción que le causó el pequeño cambio de estilo de su amiga – Te quedan sorprendentemente bien – habló con sinceridad, sorprendiéndose a sí mismo por la facilidad que estaba teniendo de elogiar a la chica, aunque su cuerpo se alterara internamente segundos después de hablar.

Levy sonrió ampliamente después de escuchar aquella respuesta. Sintiéndose satisfecha se llevó una mano hacia su oreja, notando el par de abridores que acababan de colocarle. Acto seguido se palpó su otra oreja, confirmando una vez más que el abridor de ese lado estaba donde correspondía. Le dolía un poco, pero estaba desbordando de felicidad en ese momento, por lo que el dolor pasaba a un segundo plano menos importante.

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Luego de salir del local de perforaciones el sol estaba comenzando a caer, por lo que se dirigieron a un lugar para comer algo rápido y luego partieron del centro comercial para ir directamente a la casa de la peliazul.

En cuanto llegaron, Lucy le envió un mensaje a la Mcgarden diciéndole que las cosas en el gremio estaban casi listas, por lo que pronto empezaría la fiesta y la celebrada tenía permitido llegar cuando quisiese.

Levy se emocionó bastante al leer aquello.

- Entonces me voy a mi casa para cambiarme – anunció Gajeel luego de que Levy leyera en voz alta el mensaje de texto – Nos vemos en el gremio, Pequeña – el chico se despidió con naturalidad, pero cuando estuvo dispuesto a retirarse, las palabras de su amiga lo detuvieron.

- ¿Puedes esperarme? – la pregunta de Levy lo descolocó por un momento – Lu-chan seguramente no vendrá y no quiero irme sola – Gajeel sonrió burlonamente al recordar el miedo infundado que le daba a la chica estar sola de noche – Me cambiaré rápido y te acompaño a tu casa. De ahí partimos al gremio – la chica trazó la ruta sin dudar.

- Tómate tu tiempo – con la misma sonrisa en los labios, el pelinegro se sentó en uno de los muebles de la sala, aceptando en silencio la sugerencia de ella.

La peliazul sonrió y se apresuró en ir a su habitación. Preparó la ropa que llevaría esa noche y se dirigió al baño sin pensarlo dos veces. Tras una ducha rápida, se cambió y procedió a peinar su azulino cabello y maquillarse discretamente. La chica aceptó para sí misma que en ese momento se veía resplandeciente y no era solo por su ropa nueva. Se sentía feliz y la sonrisa permanente en sus labios era evidencia de ello.

Una vez estuvo lista, se detalló por última vez en el espejo, admitiendo que la combinación de la ligera blusa blanca de tirantes con adornos dorados y la falda negra de cuerina era prácticamente perfecta. Además, complementó el estilo con unas botas de tacón negras, las cuales le proporcionaban mayor altura, haciéndola sentir empoderada y bastante cómoda al mismo tiempo.

Luego de dar un último vistazo a la habitación, asegurándose de no dejar nada, sujetó con fuerza su pequeña cartera y cerró la puerta. Se acercó a paso seguro hacia Gajeel, quien estaba recostado en el mueble revisando el celular despreocupadamente.

- Estoy lista – manifestó la pequeña para llamar la atención de su amigo, el cual no tardó en reincorporarse y dirigir su rojiza mirada hacia ella. Levy se sorprendió de que el chico no dijera nada, pero sentía sobre sí los orbes carmesíes escaneándola rápidamente.

- Te queda bien ser más alta – declaró el chico con una sonrisa burlona una vez se levantó de su sitio y se aceró a la peliazul.

- No quieres ganarte un golpe, Redfox – amenazó la pequeña chica, sintiéndose un poco decepcionada ante el comentario tan simple del pelinegro – Vámonos ya – la Mcgarden se dirigió hacia la puerta, siendo seguida por Gajeel, quien no perdió la oportunidad de ver a detalle a su hermosa compañera sin que esta lo notara.

- Caminas bien con eso – el pelinegro señaló los tacones de la chica una vez emprendieron camino a su hogar, en un intento por amenizar la caminata.

Para ese momento la noche ya había caído y las calles estaban siendo iluminadas por algunos faroles y distintos vehículos que pasaban de vez en vez. Ellos no eran los únicos por las calles, pero el flujo de personas por la zona había disminuido considerablemente.

- Estas botas son bastante cómodas – mencionó la Mcgarden con naturalidad – Estoy acostumbrada a ellas – manifestó con una pequeña sonrisa, orgullosa de poder desenvolverse correctamente con zapatos altos, aunque no llegaran a ser sus preferidos.

- Excelente – articuló Gajeel en voz baja, sin dejar de sorprenderse por la resistencia que tenían las mujeres que utilizaban aquel tipo de calzado. No se veía cómodo, pero resultaba ser bastante llamativo y cautivador, como era en el caso de la joven. La chica se veía diferente, más estilizada y provocativa.

Gajeel se golpeó mentalmente ante su último pensamiento. Debía prohibirse a sí mismo pensar cosas indebidas respecto a Levy. Si se dejaba dominar por sus pensamientos sabía que caería en la tentación y era lo que menos deseaba en ese momento, ahora que la chica y él disfrutaban de una relación tranquila y llena de despreocupaciones.

Ambos chicos continuaron caminando y hablando de distintos temas triviales. El camino hacia la casa de Gajeel no era demasiado largo, por lo que habían decidido continuar caminando, a pesar de que el Redfox propuso tomar el transporte público para evitar que la chica se cansara, pero esta lo rechazó, ya que se sentía capaz de caminar y, además, el momento resultaba estar siendo bastante ameno.

Culminado el trayecto, divisaron la casa del pelinegro. Sin perder el tiempo, Gajeel se dispuso a abrir la puerta y encender las luces de la entrada, siendo esta una clara señal de que su padre no se encontraba en el interior.

Levy ingresó en el domicilio, siguiendo de cerca a Gajeel, mientras este iba activando los interruptores de las luces interiores. Apenas ambos ingresaron, una sombra completamente negra se movió por el lugar, llegando a los pies de la Mcgarden, quien no dudó en agacharse al reconocer al pequeño animal.

- Hola de nuevo, Lily – mencionó ella al tiempo que acariciaba al pequeño gato que comenzaba a ronronear ante su tacto. Gajeel se volvió hacia la peliazul, desconcertado con sus palabras. Lily era su pequeño gato, el cual adoptó en el momento más oscuro de su vida, cuando su padre aún se encontraba desaparecido, Levy se había ido y él había tenido que vender su preciada motocicleta y otras cosas para financiar la búsqueda de Metalicana. En ese momento su única compañía había sido Lily y, posteriormente, Juvia. Por lo que era imposible que Levy conociera a su gato.

- ¿Qué acabas de decir? – preguntó el Redfox con desconfianza mientras intentaba rememorar si alguna vez le había hablado sobre el felino a su compañera.

- Oh – Levy dejó de acariciar al gato y se irguió para observar el atónito rostro del pelinegro – Había olvidado comentarte que estuve aquí ayer – mintió. La Mcgarden no había olvidado decirle nada, lo había omitido a propósito.

- ¿Que tú qué? – Gajeel entendía cada vez menos lo que estaba escuchando.

- Tu padre me invitó – Levy se decidió por confesar la verdad. No servía de nada mentirle al chico – Estuve aquí un par de horas durante la tarde. Tú estabas con Laxus y los chicos comprando lo que fuera necesario para hoy – la peliazul no pudo evitar sentirse nerviosa ante el escrutinio de los orbes escarlata frente a ella. El día anterior se había sentido extraña volviendo a pisar el hogar Redfox, sintiendo que los recuerdos la invadían, pero no pudo negarse ante la animada invitación de Metalicana, motivado por su fecha de cumpleaños.

- ¿Y no pensabas decirme? – el reclamo en la voz del chico era evidente. Levy se mordió el labio inferior, reflejando la inquietud que comenzaba a invadirla – ¿O era que pensabas que me iba a parecer sospechoso que estuvieras aquí a solas con mi padre? – reclamó el Redfox, sin medir demasiado sus palabras.

- No me digas que te estás creyendo las ocurrencias de las chicas – recriminó la peliazul con sorpresa ante las ideas que intuía se estaban formando en la cabeza de su amigo.

- La verdad es que no – mintió, sin saber por qué se sentía tan inseguro con la noticia. Miles de pensamientos chocaban en su mente en ese momento – Si ibas a venir tuviste que haberme dicho – recriminó de nueva cuenta, sin encontrar una explicación de por qué le molestaba la situación.

- No sabía que tenía que darte explicaciones sobre lo que hago en mi tiempo libre – contraatacó inconscientemente la Mcgarden, sin deseos de verse contra la espada y la pared a manos del pelinegro.

- No tienes que darme explicaciones de nada – respondió de mal humor el chico – Un simple comentario habría bastado – intentó contener su molestia. No quería echar a perder la noche, pero las acciones de su padre lo sacaban de quicio sin razón aparente – Iré a arreglarme – declaró el Redfox antes de que Levy volviera a hablar. Sin darle tiempo a la peliazul, se dio media vuelta y se encaminó a su habitación.

Levy suspiró, sabiendo que su comportamiento no había sido el ideal, pero no pensaba dejarse intimidar por el chico. Gajeel tenía un carácter fuerte, lo sabía de sobra, pero con el tiempo ella había aprendido a confrontarlo y mantenerlo a raya.

La peliazul tomó asiento en uno de los muebles, recibiendo con una sonrisa al pequeño felino, el cual se posicionó sobre sus piernas casi de inmediato. Fue entonces cuando rememoró el día anterior. Había estado en ese mismo asiento hablando con Metalicana por un buen rato y había recibido otro regalo especial, esa vez por parte del Redfox mayor.

Metalicana nunca la dejaba de sorprender. Era un hombre fabuloso, lleno de historias y una energía desbordante. El mayor le estuvo contando sobre sus experiencias y, a pesar de que se le notaban las ganas de curiosear sobre la relación entre Gajeel y ella, no indagó en su vida personal. El rubio se limitó a felicitarla, hablar y regalarle una nueva runa e invitarla a su centro de investigaciones, donde su equipo y él estudiaban las antigüedades que hallaban en las nuevas zonas de excursión.

Aquello la había emocionado más de lo que quería admitir, por lo que había aceptado gustosa la invitación. Para ese momento, no se arrepentía de haber visitado al Redfox, ni de haber ido sin mencionarle nada a nadie sobre dónde estaría, librándose así de cuestionamientos innecesarios.

Levy se sobresaltó cuando el pequeño gato la mordió entre el jugueteo de sus dedos, sacándola por completo de sus pensamientos.

Hasta ese momento no se había percatado que, desde donde estaba, se podía escuchar la ducha abierta, lo cual indicaba que Gajeel estaba tomando un baño. No supo por qué aquello desató cierto nerviosismo en su interior. El sonido del agua chocar contra el suelo la hizo viajar en sus recuerdos, numerosos recuerdos en los cuales el pelinegro estaba bastante involucrado.

Observó a su alrededor y un sonrojo fue invadiendo todo su rostro por completo. El día anterior había podido ignorar los recuerdos, pero en ese momento se le estaba haciendo imposible.

¿Cuántas veces había tenido relaciones con Gajeel en esa sala?

La respuesta la dejaba sin aliento. No solo en la sala, también en la cocina, el baño y la habitación. Aquella casa era testigo de su cuerpo desnudo y de la cantidad los gemidos que le había dedicado al pelinegro.

La chica se levantó como un resorte de su lugar, en un movimiento desesperado para despejar su mente. Poco le importó en ese momento que el felino maullara asustado ante el repentino desplazamiento hacia el suelo.

Levy comenzó a caminar por la sala, intentando respirar y dejar atrás los recuerdos intrusivos que la estaban invadiendo sin control alguno, los cuales comenzaban a hacer surgir emociones conflictivas.

Ella estaba ahí con el demonio de su pasado. El trato entre ellos se había roto hacia bastante y aun así volvió a ese lugar, en una situación diferente. En ese momento consideraba a Gajeel como su amigo y se sentía cómoda y segura a su lado. Eso era algo que nunca hubiera pasado por la cabeza de su yo del pasado. Pensar que llegaría a ser cercana al Redfox y que el temor y el rencor desaparecerían por completo, era algo que jamás se le hubiera cruzado por la cabeza.

Gajeel no era el mismo y ella tampoco, por lo que recordar la época de Phantom Lord se le hacía algo bastante lejano, pero al mismo tiempo era algo tan real que no podía evitar sentir que algunas emociones aun revoloteaban en su interior.

Sus pies seguían andando por toda la estancia mientras continuaba adentrada en sus pensamientos. El Redfox la había despojado de toda inocencia en ese lugar, logrando que su primera vez resultara en algo que no le gustase recordar, pero luego haciéndola experimentar innumerables sensaciones que jamás se hubiera imaginado que existieran.

Nadie hablaba de aquello. Y es que era impresionante los diferentes niveles de placer que se podían alcanzar con alguien con quien no tenía un vínculo emocional. Eso hacía que se preguntara cómo se sentiría estar con alguien por el que sintiera algo realmente fuerte. ¿Sería el mejor sexo de su vida? ¿O el vínculo emocional no era un factor importante en ese ámbito?

No sabía la repuesta, pero tenía una pequeña noción de ello. El placer había sido por mucho tiempo la base de la relación que tuvo con Gajeel en el pasado, sin llegar a nada más serio. Aquello podría haberlo etiquetado como ser amigos con beneficios, aunque en aquella ocasión el verdadero interesado en eso era él y no ella.

Sin embargo, ¿se sentiría diferente si volvieran a ser amigos con beneficios en la actualidad?

La Mcgarden se detuvo en seco y se llevó ambas manos al rostro, en un inútil intento de huir de sus propios pensamientos. Se prohibió a sí misma volver a tener esa clase de cuestionamientos e ideas. No debía siquiera considerar algo similar.

- ¿Qué te ocurre? – la voz de Gajeel la hizo respingar. Bajó las manos, alejándolas de su rostro, dejando al descubierto el violento sonrojo del cual no era consciente.

- N-Nada – no pudo evitar tartamudear, no solo porque el chico la hubiera sorprendido en una actitud extraña, sino también porque se había quedado sin aliento al verlo. Recordar al Gajeel de antes y tenerlo de frente ahora no era lo mismo. Se atrevía a aceptar para sus adentros que ahora era más apuesto – T-Te ves bien – la pequeña se sonrojó un poco más después de mencionar aquel halago, sin poderlo evitar. Gajeel estaba vistiendo una camisa blanca, con un par de botones sueltos y unos vaqueros negros, acompañados de unas botas del mismo color. Un brazalete de acero adornaba una de sus muñecas y su cabello azabache estaba totalmente suelto, combinando a la perfección con todo el look rebelde del chico.

- Estás extraña – mencionó con desconfianza el Redfox al observar la rara actitud de ella – Y pareces un tomate – esta vez una sonrisa burlona se dibujó en los labios varoniles, avergonzando a la peliazul en cuestión de segundos, quien le dio la espalda inmediatamente en un intento por esconder su rostro – Ya casi estoy listo, pero no sé dónde dejé mis llaves – manifestó con tranquilidad, sin borrar la sonrisa en ningún momento. El pelinegro aceptó para sí que aquella extraña actitud y el halago lo hicieron sentirse sumamente feliz, olvidando por completo el enojo que había sentido al saber que Levy se reunió con su padre sin contárselo.

El chico se volvió a perder en el pasillo al notar que la Mcgarden no tenía intenciones de voltear a verlo. Así que decidió terminar de buscar lo que le faltaba para partir.

Levy respiró profundo varias veces hasta sentir que el revuelo de emociones disminuía y todo volvía a estar bajo su control. No era normal que perdiera el control de sus palabras de esa manera, aquello le sorprendió en demasía, pero extrañamente no le molestaba del todo.

Gajeel regresó a la sala después de varios minutos, encontrando a Levy aun de pie, pero revisando el móvil despreocupadamente.

- Hora de irnos – anunció el chico, llamando la atención de su amiga, la cual asintió y guardó de nueva cuenta el móvil dentro de su pequeña cartera.

- Veamos con qué nos encontramos – mencionó la peliazul dejando la vergüenza de lado y sintiéndose emocionada al pensar en la celebración que sus amigos le habían estado preparando.

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Apenas la peliazul puso un pie en el gremio hubo una gran conmoción. Todos la felicitaron como si ese día fuera nuevamente su cumpleaños. Gajeel se apartó inmediatamente, evitando verse involucrado en tal alboroto.

Después de varios minutos todos se fueron apartando poco a poco, dejando respirar a la Mcgarden.

Levy detalló que el gremio se veía más lleno de lo usual, dándose cuenta de que habían invitado a más personas para celebrar.

También detalló que absolutamente todos habían seguido la norma de vestimenta que había impuesto su mejor amiga. El blanco de todos combinaba a la perfección con la decoración del lugar.

- ¿Qué te hiciste? – no tardó en preguntar totalmente conmocionada la Heartfilia al percatarse de las discretas perforaciones en las orejas de su mejor amiga.

- Me provocaba un cambio – una sonrisa apareció en los rosados labios de la pequeña peliazul – Así que le pedí a Gajeel que me acompañara – Levy colocó su cabello detrás de su oreja delicadamente, dejando ver mejor las nuevas perforaciones de ese lado – ¿Se ven mal? – preguntó nerviosa al notar la impresión en la cara de rubia amiga.

- Te quedan genial – respondió la Heartifilia después de salir de su estupor – Deberíamos hacernos algo así nosotras también – Lucy se dirigió a Juvia, sin evitar sonar un poco como Natsu. Juvia, quien había estado también bastante sorprendida con la repentina decisión de Levy, deseó para sus adentros ser igual de osada que su amiga.

- A Levy le sientan bastante bien – mencionó la peliazul de largas pestañas con una sonrisa – Pero a Youko no le gustará nada si Juvia hace algo similar – exteriorizó la Lockser, haciendo referencia a su estricta tía. Sus amigas la observaron y sonrieron en señal de apoyo.

- Lo averiguaremos otro día – declaró la rubia, buscando volver a subir los ánimos de su amiga – Por ahora disfrutemos de la noche – indicó con alegría. Se sentía orgullosa del fruto de horas invertidas en decoración y planificación. Ahora solo restaba disfrutar de los resultados de su esfuerzo y el de todos sus amigos.

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Levy pensó que iba a ser incómodo estar rodeada de tanta gente, pero para su sorpresa se estaba divirtiendo bastante. Esa noche el objetivo era no beber descontroladamente, por lo que no estaba participando en juegos alocados y se estaba dedicando a hablar y beber de forma moderada.

En lo que iba de noche, la peliazul ya había conocido a cincos personas nuevas, amigos de la universidad sus compañeros de gremio. Ningún invitado la había incomodado, hasta que vislumbró a Sting a lo lejos. En ese momento se preguntó si el chico acababa de llegar o si tenía ahí toda la noche y entre tanta gente no lo había visto.

La pequeña decidió ignorarlo y continuó hablando con el pequeño grupo de universitarios con el que estaba en ese momento, pero alguien a sus espaldas llamó su atención con un toque suave sobre su hombro.

- Feliz cumpleaños – felicitó un pelinegro de orbes carmesí una vez la peliazul le hizo frente.

- Gracias – respondió Levy con fingida indiferencia, intentando disimular su incomodidad. Rogue ya no le recordaba al chico que había tenido segundas intenciones con ella y la había desvalorizado como mujer, sino al chico que ella había espiado desde un baño, logrando detallar, sin malas intenciones, su intimidad.

- Te ves preciosa – halagó el Cheney con una sonrisa forzada. Se notaba que el joven quería acercarse más a ella, la pregunta era por qué – Estás aún más hermosa que cuando estábamos en Phantom Lord – confesó el pelinegro, sonando extrañamente sincero.

- No soy la misma que estuvo en Phantom Lord – manifestó Levy con dureza. Quería demostrarlo. Ya no era la misma ni en el exterior ni en el interior – Y en este momento no estoy dispuesta a tolerar amistades por interés – declaró sin tapujos, notando por la sorpresa en los rojizos ojos, que el chico había captado el mensaje que quiso transmitir.

- Había querido disculparme por eso – se sinceró por fin el pelinegro, sabiendo bien a lo que ella se refería – Muchas de mis acciones no fueron correctas – admitió sin dudar. Levy sintió que el chico tenía tiempo queriendo decir aquello.

- Ahora mismo no me importa cuales fueron tus intenciones en ese entonces - la chica no intentó disimular su tono firme y un tanto tosco - Solo quiero olvidarme del pasado y seguir adelante sin arrastres - terminó de decir lo que deseaba, pero de manera decente.

- A mí me cuesta olvidar el pasado - Rogue posó una mano en el brazo de la chica, sintiendo como esta se tensaba inmediatamente - Necesito arreglar lo que hice mal - manifestó con suma seriedad.

- No sucedió nada. Así que no hay nada que arreglar - Levy se apartó un poco, intentando romper el contacto con el chico, pero este no cedió.

- Hey, ¿qué están haciendo? - Gajeel apareció a espaldas de Levy, rodeando los pequeños y femeninos hombros con su brazo, obligando que el Cheney se apartara un poco - Necesito hablar contigo, Enana - comentó con naturalidad, como si su intervención no fuera intencional.

- Deja todo como está, Rogue - declaró la pequeña peliazul antes de darle la espalda - Disfruta el presente - terminó de decir para luego partir hacia la dirección opuesta, acompañada de Gajeel.

- ¿Qué fue todo eso? - preguntó el Redfox una vez estuvieron a una distancia prudente y sin nadie cerca que los pudiera escuchar.

- Rogue intentó disculparse - explicó la Mcgarden sin saber muy bien lo que había pretendido el Cheney con el último contacto.

- No me percaté de nada - confesó el chico - Si Lucy no me hubiera enviado a interrumpirlos no me habría percatado de que estaba cerca de ti - manifestó un tanto frustrado. Gajeel había notado la presencia de Sting y Rogue, pero dado que habían descubierto la peculiar relación de aquellos dos no pensó que el Cheney fuera a interceptar a Levy ni mucho menos que se pondría tan serio al respecto.

- Le di a entender que no me importaba lo que sucedió en el pasado. Simplemente quiero que me deje tranquila - mencionó la peliazul - Pero no estoy segura de si lo entendió - Levy chasqueó la lengua al recordar que el Cheney parecía haberle hecho caso omiso a sus palabras.

- Yo lo haré entender - sentenció el pelinegro con seriedad - Hablaré con él quieras o no. Ya es suficiente - se adelantó a hablar al notar que la chica quería interrumpirlo, seguramente para expresar su desaprobación - Ahora debes dejar de tocarte los abridores. Tienes las orejas rojas - aclaró el Redfox al tiempo que liberaba el cabello azulino que se sostenía detrás de ambas orejas de la chica, consiguiendo así cambiar de tema exitosamente.

- Se los estaba enseñando a todos - anunció la Mcgarden con una sonrisa y un ligero sonrojo debido al suave contacto de su amigo - Y a todos les ha gusta. Excepto a Jet y Droy - la pequeña hizo un mohín al recordar que sus amigos habían desaprobado su decisión y no habían dicho nada positivo sobre el pequeño cambio en su apariencia.

- ¿Y te sorprende? - habló Gajeel con una sonrisa burlona en los labios - Esos dos no tienen gusto - se burló sin vergüenza alguna.

- Me sorprende porque a ellos dos siempre les gusta cuando me hago algún cambio - confesó la peliazul, aceptando que la negativa por parte de sus dos amigos si se le hacía algo extraño. A Gajeel no pareció gustarle aquel comentario, por lo que decidió ignorarlo por completo.

- Te daré algo que te ayudará a cicatrizar - mencionó el Redfox con indiferencia.

- Lo agradecería - la sonrisa de Levy fue sincera. Si bien no sentía dolor, una pequeña molestia aparecía cada vez que acomodaba su cabello detrás de las orejas cuando iba a mostrarle a alguien su nueva adquisición. Nadie se había esperado aquello por parte de ella, pero la gran mayoría había concordado en que no le sentaba para nada mal, haciéndola sentir aún más segura de la decisión que había tomado.

Se sentía diferente, hermosa y viva en ese momento. Quería recordar esa sensación y deseaba sentirse así más a menudo, dejando de lado las preocupaciones, sus inseguridades y la baja autoestima que de vez en cuando la atacaba sin piedad.

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Los días transcurrían y la ansiedad se comenzaba a hacer presente. Se aproximaba el día en el que los resultados del examen de admisión serían publicados y los nervios empezaban a apoderarse de algunos estudiantes.

Lucy intentaba controlar sus ánimos y no pensar demasiado en los próximos días, pero era algo que le estaba costando más de la cuenta. No podía evitar contar los días que faltaban, deseando salir de la incertidumbre.

Entrar a Mavis era un sueño para ella y sus amigos, pero los demás no parecían estar tan desesperados como era su caso.

Por otra parte, Levy también estaba un tanto ansiosa, pero estaba logrando tener mayor autocontrol en comparación a su amiga. Se sentía segura hasta cierto punto, aunque cuando las dudas la atacaban era imposible ignorar el hecho de que también existía la probabilidad de que no aprobara el examen. Pensar en aquello le causaba terror. Por ello intentaba con todas sus fuerzas distraer su mente y no caer en el agujero de inseguridades del cual luego le costaba salir.

El caso de Juvia era un tanto similar al de sus amigas, pero un poco más agravado debido a las actitudes ariscas de su tía. La representante de la Lockser se había vuelto aún más intensa en negarle los permisos para salir y hacerle la vida imposible dentro de casa. La peliazul había notado que aquel comportamiento se intensificaba cuando tocaban el tema de la universidad.

Youko no parecía estar a favor de que Juvia continuara sus estudios, y mucho menos en una universidad prestigiosa y cara. La mayor le insistía cada tanto que luego de graduarse debía volver al pueblo con sus padres y empezar a trabajar para ser alguien.

A pesar de que la mayor no se encargaba de la manutención de Juvia, se sentía en el derecho de opinar sobre el tema y monitorear cada movimiento de su sobrina.

Para Juvia no era nada fácil vivir aquella situación. Sin embargo, su relación con Gray y sus vivencias en el gremio hacían que todo lo que sucedía puertas adentro de su hogar pareciera menos importante. Como estaba siendo en ese momento.

Durante clases, Lucy le había anunciado que debía ir al gremio al terminar la jornada estudiantil.

Debido a que su tía había limitado cada vez más sus movimientos, la peliazul llevaba varios días marchándose directo a casa después de clases, pero en esa ocasión hizo a un lado las condiciones de Youko y asistió al gremio después de terminar clases, junto a sus amigos.

Al apenas llegar le dieron una noticia que hizo que olvidara todo lo malo de su semana.

El gremio la había aceptado a ella y a Gajeel como miembros oficiales de Fairy Tail.

Mirajane se sintió satisfecha al notar la alegría en la cara de los nuevos miembros después de haber hecho el anuncio. Gajeel y Juvia chocaron los cinco y celebraron junto a los demás.

Lucy también sonrió mientras se unía a la pequeña celebración. La rubia agradecía por fin haber llegado todos a una misma decisión, después de que Jet y Droy se negaran a aceptar al Redfox como miembro del gremio.

Las reglas eran las reglas y si un solo miembro se negaba durante la votación, no quedaba de otra más que aceptar esa decisión y denegarle la entrada a la persona invitada. A pesar de que Lucy intervino, pues bien sabía que Jet y Droy no se llevaban con Gajeel únicamente por celos y no porque el pelinegro hubiera hecho algo mal, no pudo lograr que alguno cambiara de opinión.

Esa situación llevó a que tuvieran que prolongar la votación, teniendo que hacer un total de tres reuniones más con todos los miembros de Fairy Tail a lo largo de varias semanas, hasta que al final Mira intervino y logró hacer que ambos chicos confesaran sus sentires con respecto a Gajeel y confirmaran que su disgusto hacia este no tenía fundamento, más allá de un simple capricho, por lo que se tomó la decisión de aceptar al Redfox luego de que todos estuvieran a favor.

El proceso fue un tanto tedioso, pero en ese instante la mayoría de los miembros del gremio se sentían satisfechos con su decisión. Los nuevos miembros parecían estar contentos, por lo que podían sentir que tomaron la decisión correcta.

No perdieron el tiempo y comenzaron a hablar sobre la marca del gremio. Tatuarla en su cuerpo era opcional. Sin embargo, era casi una tradición, por lo que incentivaron a ambos para que lo hicieran cuando se sintieran cómodos con la idea.

Gajeel aceptó sin pensarlo demasiado. Los tatuajes no eran lo suyo, pero no era algo a lo que le temiera o que le desagradara. El pelinegro consideró que el mejor lugar para la marca de Fairy Tail sería en su hombro izquierdo, así que le explicó a Reedus, el encargado de plasmar la marca a gusto de cada quien, cómo imaginaba su próximo tatuaje.

A diferencia del Redfox, Juvia se sintió un poco más insegura al tomar la decisión de tatuarse la marca del gremio. Aquello podía significar más problemas con su tía. Pero la verdad era que desde un principio le encantó la idea de llevar el emblema y ser parte oficial de Fairy Tail junto a su ahora novio. Poder mostrar su marca con orgullo era algo con lo que podía llegar a fantasear, por lo que seguramente se arrepentiría de no hacérsela.

Luego de cavilar varios minutos y titubear cuando le preguntaban al respecto, Levy indagó ante la inseguridad de su amiga. Lucy se integró inmediatamente al notar que sus dos amigas estaban compartiendo ideas.

Juntas reflexionaron hasta llegar a lo que parecía ser la mejor decisión.

Los orbes azulinos de Juvia se iluminaron al visualizar en su mente la marca del gremio en su mulso izquierdo, siendo el lugar ideal si quería que el tatuaje pasara desapercibido la mayor parte del tiempo y pudiera mostrarlo cuando así lo quisiera.

La Lockser se animó a hablar con Reedus para que el chico conociera su decisión y le hiciera cualquier recomendación al repecto. Sin embargo, la peliazul se comenzó a sentir nerviosa cuando el pintor del gremio les dijo tanto a Gajeel como a ella que iba preparado con los utensilios necesarios para realizar el tatuaje ese mismo día, por lo que, si así lo querían, podían comenzar.

Gajeel no necesitó tiempo para pensarlo y aceptó al instante, por lo que el pelinaranja decidió comenzar con él mientras dejaban que Juvia asimilara la noticia. No había ninguna presión de por medio, por lo que la Lockser se relajó rápidamente cuando comenzaron a preparar el brazo de su amigo pelinegro.

Juvia prestó atención durante todo el proceso de Gajeel, sintiéndose cautivada con las puntiagudas pinceladas, tan precisas y agiles que cada trazo se le hacía fascinante. Reedus era todo un artista y no cabía duda al verlo trabajar.

- ¿Te duele? – Juvia se dirigió a Gajeel cuando el pelinaranja comenzó a rellenar el emblema sobre la bronceada piel.

- Resulta incómodo, pero no duele – mencionó Gajeel con tranquilidad, sin ser sincero en su totalidad. A esas alturas dolía un poco más que al inicio, pero no quería que Juvia se asustara con su respuesta. Había notado el brillo en los ojos de su amiga, sabiendo que le hacía ilusión todo aquello, pero lo único que opacaba su felicidad era la situación familiar por la que estaba atravesando.

El Redox conocía cada uno de los detalles de aquella situación y no podía evitar compadecerse por su amiga. Le daba ánimos a su manera, pero no era de ninguna utilidad y lo sabía. Por esa razón lo mínimo que podía hacer era incitarla a hacer lo que ella deseaba y permanecer a su lado en caso de que existiera alguna consecuencia por ello.

Terminado el turno de Gajeel, comenzaron los preparativos para iniciar con la marca de Juvia.

- Cuidado donde tocas, Reedus – advirtió Gray en tono de broma, quien se acercó inmediatamente cuando se percató de que su novia había tomado el lugar donde había estado el Redox, preparada para empezar. Juvia y Reedus sonrieron ante el comentario.

Transcurridos un par de minutos de preparación, el pelinaranja dio inicio con el borde de la marca. Juvia sintió un cosquilleo intenso e inmediatamente intentó distraer su atención.

La experiencia no le resultó desagradable, pero cuando su compañero de gremio comenzó a rellenar el símbolo de Fairy Tail, comenzó a tornarse cada vez menos tolerable. La peliazul agradeció cuando todo acabó, sintiendo cómo todo malestar se disipó cuando observó a detalle la nueva marca en su pierna. Sonrió abiertamente, demostrando que había quedado totalmente satisfecha con el resultado.

Varios se volvieron a acercar para felicitar a ambos ex alumnos de Phantom Lord y ahora sí darles la bienvenida como verdaderos miembros de Fairy Tail.

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- No aparece nada en mi página, Lu-chan – exclamó Levy con nerviosismo. En esos momentos se encontraba junto a su mejor amiga con su portátil abierto e ingresando en el portal web de Mavis, donde se les había dado aviso que comenzaría la publicación de los resultados del examen de admisión.

Por su parte, Lucy también tenía su portátil encendido y estaba en la misma situación que la peliazul, atenta ante cualquier cambio en su propia cuenta dentro del portal web.

- A mí tampoco me aparece nada – mencionó Lucy con decepción, pero sintiendo la ansiedad a mil por hora en su interior – Tal vez es una falsa alarma – manifestó la rubia, en un intento de disminuir la sensación de adrenalina que se desató en ambas cuando un correo electrónico llegó a sus bandejas de entrada – Puede que mañana estén disponible los resultados – después de todo eran las pasadas las nueve de la noche, pero la Heartfilia sabía de sobra que de igual manera no podrían dormir si todo resultaba ser una falsa alarma.

- Puede ser – Levy intentó autoconvencerse de aquello. La decepción comenzaba a apoderarse de su ser hasta que el sonido de su celular llamó su atención. Ambas chicas se acercaron al aparato y pudieron detallar el nombre de Juvia en la pantalla en una llamada entrante.

- ¡Juvia aprobó el examen! – sonó la voz de la Lockser apenas Levy aceptó la llamada. Levy y Lucy se miraron fijamente, totalmente sorprendidas, y en cuestión de segundos estallaron en gritos de felicidad. Felicitaron a su amiga, la cual ahora se encontraba en altavoz, y no perdieron el tiempo de ingresar cada una nuevamente a su cuenta como estudiantes postulantes de Mavis. Una vez más la decepción invadió su pecho cuando no hubo resultados para mostrar.

Mientras le explicaban a Juvia el motivo de su frustración, el móvil de Lucy comenzó a sonar. En cuestión de segundos la rubia contestó la llamada de su novio y colocando el altavoz pudieron escuchar los alaridos de Natsu al otro lado de la línea.

- ¡Lo logré, Luce! – vociferó rebosante de felicidad el pelirosa, siendo escuchado a la perfección por las tres chicas, las cuales no tardaron en celebrar junto al Dragneel a través del celular.

- Hagamos una llamada grupal – propuso Levy. Juvia aceptó y colgó la llamada para luego aceptar la invitación de llamada grupal por otra aplicación. Natsu hizo lo mismo y se unió al grupo. Gray fue el siguiente en ingresar a la llamada grupal, dando la grata noticia de que también había aprobado el examen de admisión. Tanto la Heartifilia como la Mcgarden se observaron fijamente de nuevo, sin entender por qué no aparecía ningún tipo de resultado en el apartado de ambas.

Gajeel fue el último en unirse a la conversación, dejando en claro que lo habían aceptado en Mavis luego de que Natsu bromeara con que no había aprobado y por eso no se había querido unir antes a la llamada grupal.

- Entonces todos aprobamos – declaró con orgullo el Redfox, teniendo una sonrisa de oreja a oreja que nadie podía apreciar.

- Faltan Luce y Levy – resaltó el Dragneel, comenzando a dudar sobre el retraso de los resultados de ambas chicas.

- ¿Qué? - Gajeel no podía creer lo que estaba escuchando. Sus dos amigas estaban a la espera de los resultados a pesar de que todos recibieron la aprobación al mismo tiempo.

- ¿Eso significa que no pasaron? – Gray se atrevió a preguntar lo que ninguno había querido mencionar.

- Al menos debería aparecernos que reprobamos – mencionó Lucy después de varios segundos de un silencio lleno de tensión.

Levy refrescaba la página web cada tanto, encontrándose con un espacio vacío donde debían aparecer los resultados. Sus manos comenzaron a sudar y sus ojos a cristalizarse. No se había visualizado reprobando el examen de admisión. Si ese resultaba ser el caso, no sabía cómo afrontar dicha realidad.

En los últimos días había hecho planes con Lucy respecto a su próxima vida universitaria. Ambas estaban totalmente ilusionadas y ninguna podía creer lo que estaba sucediendo en ese preciso momento. Parecía una broma de muy mal gusto.

- ¡Aprobé! – el grito de Lucy sacó a la peliazul de sus pensamientos, sobresaltándola – Levy, ¡Aprobé! – repitió la rubia luego de apartar sus ojos de la pantalla del portátil. Levy sonrió con alegría y abrazó a su mejor amiga, mientras los demás dejaban escuchar sus gritos de emoción ante el anuncio de la Heartfilia – Revisa de nuevo – sugirió Lucy luego de calmar sus ánimos y entender que aún no podían cantar victoria todos juntos.

Levy se dirigió de nuevo hacia su portátil. Sus manos temblaban de emoción y nerviosismo mientras intentaba refrescar la página una vez más. Ingresó sus datos y notó como frente a sus ojos cargaban los resultados del examen. En ese momento solo le importó una sola palabra: "APROBADO".

En ese momento todos volvieron a gritar, dejándose llevar totalmente por la alegría y el orgullo que estaban sintiendo. Hubieran deseado estar todos juntos para dar un gran abrazo grupal, pero se conformaron con compartir el momento virtualmente.

Luego de que los ánimos se calmaran, la peliazul volvió a acercarse a su portátil. Examinó la página e ingresó en un apartado que ofrecía más detalles de los resultados, en el cual descubrió que había sido una de las notas más altas, por lo que la universidad le estaba ofreciendo una beca de estudios como recompensa.

Los marrones ojos de la peliazul se cristalizaron y en segundos lágrimas de felicidad recorrieron su rostro. Lucy felicitó a su mejor amiga con más ánimos y un abrazo más fuerte que el anterior, sintiéndose sumamente orgullosa de la Mcgarden.

Sin que los ánimos bajaran, Levy instó a Lucy a que revisara los detalles de su prueba, resultando que la rubia también había recibido una beca por haber obtenido uno de los puntajes más altos en el examen.

Los elogios para ambas chicas comenzaron a surgir. El nerviosismo y la tensión abandonaron los cuerpos de todos, dando espacio para el regocijo y la emoción de ser los próximos estudiantes de la prestigiosa Universidad de Mavis.

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En Fairy Tail cualquier excusa era buena para celebrar, pero las más grandes celebraciones se llevaban a cabo cuando el motivo era memorable. Por lo que el ingreso del pequeño grupo a la universidad no podía pasar por debajo de la mesa y mucho menos el reconocimiento al mérito de sus dos amigas.

Los miembros mayores de Fairy Tail se dispusieron a organizar una gran reunión, la cual se llevó a cabo una vez pisaron el fin de semana. Ahora que los resultados del examen de admisión fueron positivos, los chicos podían relajarse por completo y sus amigos universitarios se encargarían de que lograran distraerse por completo de cualquier preocupación extra.

La fiesta comenzaría desde temprano, ya que el atractivo principal sería la piscina. Las invitaciones llegaron el día antes, por lo que todos se fueron preparados con los implementos necesarios para disfrutar de una Pool Party.

La idea parecía genial para todos, a excepción de Gajeel y Juvia, quienes apenas llevaban poco menos de una semana de haberse tatuado y las recomendaciones para cicatrizar correctamente habían sido claras. Nada de sol, playa o piscina.

- Esto lo hicieron a propósito – habló Gajeel por primera vez desde que había tomado asiento junto a Juvia en una de las mesas con sombrilla que estaban dispuestas alrededor de la azulina piscina.

- La penitencia para los novatos, dijo Gray – mencionó Juvia con una sonrisa mientras observaba a sus amigos divertirse dentro de la piscina. No le molestaba estar ahí con la compañía de su pelinegro amigo, pero el agua se veía tan tentadora que lograba robar gran parte de su atención.

Gajeel gruñó mientras bebía un poco de su cerveza.

- Te queda bastante bien tu marca – volvió a tomar la palabra el chico, detallando el emblema de Fairy Tail a través de la tela transparentosa del pareo que llevaba la peliazul, la cual también lucía un modesto bikini a pesar de no pretender bañarse en la piscina.

- Gracias – un ligero sonrojo apareció en los pómulos de la peliazul – A Gajeel también le queda bien – devolvió el elogio, dirigiendo su atención hacia la marca de Fairy Tail que se encontraba en el hombro izquierdo de su compañero. Gajeel vestía un simple short de baño, dejando su torso completamente al descubierto, por lo que se podía detallar perfectamente el nuevo tatuaje - ¿Qué dijo Metalicana-san al verlo? – preguntó curiosa la Lockser cuando la duda atacó sus pensamientos al vislumbrar la insignia, igual a la que ella tenía.

- Se sorprendió bastante – confesó Gajeel, recordando la peculiar reacción de su padre – Pero a estas alturas no puede decir nada por un simple tatuaje – manifestó al chico al tiempo que se señalaba los piercings del rostro con una sonrisa burlona en los labios.

- Tienes razón – secundó la chica, sonriendo al igual que su amigo. Gajeel fue un rebelde sin causa durante su pubertad, por lo que no era extraño que su padre no le reclamara por haberse tatuado. Caso totalmente distinto al de la peliazul de largas pestañas.

- ¿Dónde están Lucy y la Enana? – cuestionó el chico de forma casual luego de darle otro sorbo a su cerveza. La duda se había instalado en él desde que Juvia llegó al lugar sin sus casi inseparables amigas.

- Estaban por salir de casa cuando Juvia les marcó – respondió la Lockser sin inconvenientes.

- Es extraño que no te reunieras con ellas para arreglarse juntas – comentó de vuelta el Redfox, conociendo bien que a las tres chicas les encantaba ayudarse las unas a las otras al momento de maquillarse o prestarse ropa.

- No pude salir de casa temprano – confesó Juvia, al tiempo que bajaba la mirada. Estaba acostumbrada a hablar con Gajeel del tema, pero aun así le daba pesar y vergüenza confesar que las cosas en su hogar no mejoraban, sino todo lo contrario.

- ¿Te escapaste de nuevo? – interrogó Gajeel, presintiendo cuál sería la respuesta a su pregunta. Su amiga simplemente asintió sin ánimos de levantar la mirada, evitando los rojizos ojos del pelinegro – La vieja en cualquier momento entenderá que la solución no es aislarte dentro de casa – expresó el Redfox, intentando animar a su peculiar amiga.

La peliazul quiso agregar algo, pero calló cuando Gray y algunos miembros del gremio se acercaron a ellos para charlar. El Fullbuster le llevó una bebida a su novia y tomó asiento entre ella y el Redfox. Gajeel no le dio importancia a ese detalle, ya que se distrajo charlando y bromeando con Laxus, Natsu, Elfman y Kana, pero su atención se desvió completamente de todos cuando Levy atravesó la puerta.

La pequeña peliazul comenzó a saludar a todos sin siquiera sospechar que estaba siendo detallada por un par de orbes carmesíes. Lucy acompañaba de cerca a su mejor amiga, saludando a todo aquel con el que se cruzaran y disfrutando de la fresca decoración que adornaba el área de la piscina.

Ambas recién llegadas se acercaron a la mesa donde se encontraban el resto de sus amigos, recibiendo la bienvenida por parte de todos. Gajeel se levantó de su lugar y se lo ofreció a la Mcgarden, quien lo aceptó con un imperceptible rubor natural adornando sus mejillas.

Todos charlaron amenamente, las bebidas comenzaron a fluir y el calor también se empezó a hacer presente, dejando en claro que había llegado el mediodía y el sol se encontraba en su máximo esplendor.

Uno a uno empezaron a abandonar la sombra que ofrecía la amplia sombrilla anclada en el medio de la mesa y se dispusieron a ingresar en la alberca, sintiendo como su cuerpo se refrescaba al instante. Gajeel maldijo para sus adentros, ya que deseó imitar a sus amigos, pero se conformó con ver a la distancia, disfrutando de detallar cada tanto el curvilíneo cuerpo de la Mcgarden, el cual se encontraba cubierto por un simple bañador entero al mejor estilo escolar.

La peliazul le recordaba en ese momento a la primera vez que llamó fuertemente su atención. En aquel entonces la pequeña chica había caminado por el campus de Phantom Lord solo en bañador, sin nada aparte que la cubriera. Gajeel no se sentía bien rememorando aquellos tiempos, ya que ese había sido el inicio del turbio pasado que ambos compartían, pero no podía evitar que los recuerdos golpearan su mente al observar a su amiga con aquel bañador.

Juvia distrajo al Redfox cuando le ofreció una nueva bebida que ella misma fue a buscar. El calor iba en aumento mientras los minutos transcurrían. Gajeel agradeció a la chica por la bebida e inmediatamente se instalaron en una agradable conversación.

Ambos fueron interrumpidos poco después por Gray, el cual le pidió a Juvia que lo acompañara adentro del gremio. La Lockser le indicó a su amigo que volvería en breve y se marchó con su novio sin pensarlo demasiado.

Gajeel bufó al encontrarse solo. No debía abandonar la sombra, por lo que no podía acercarse a charlar con los demás que se encontraban dentro de la piscina y tampoco tenía ganas de estar con el pequeño grupo que se encontraba jugando a retos para beber. Era demasiado temprano para embriagarse.

El pelinegro buscó su celular entre sus pertenencias y se entretuvo ingresando en las redes sociales, dejando que los minutos volaran sin percatarse, hasta que frías gotas de agua chocaron aleatoriamente contra sus piernas.

- Deberías cubrirte. El sol aún está fuerte – habló una empapada Levy. La chica se acercó a la mesa en busca de sus pertenencias, aprovechando también de hacerle un poco de compañía a su solitario amigo.

- Me estás mojando, Mcgarden – el chico se levantó de su lugar cuando Levy se aproximó a la mesa, pasando bastante cerca de él.

- Es para que sepas como está el agua de la piscina – la chica sonrió, dejando sin habla al Redfox, quien optó por colocarse la franela negra que había llevado, solo para no incomodar a la peliazul con su torso desnudo. La chica, luego de envolver su cuerpo en una toalla, tomó asiento donde anteriormente había estado Juvia - ¿La estás pasando bien? – preguntó la joven mientras observaba directamente a su amigo.

- Algo así. Podría ser mejor – confesó el pelinegro, aun sintiendo la frustración de no poder disfrutar la pileta a plenitud.

- Debes cuidar la marca – advirtió la peliazul. Sabía que hacerse un tatuaje era más delicado de lo que parecía y quería dejarlo claro – Dentro de unas semanas podrás hacer lo que quieras – animó la chica al sentir que toda la atención del Redfox se encontraba sobre ella.

- Te noto feliz – no pudo evitar decir Gajeel al percatarse del brillo en la mirada de la Mcgarden. Notaba a Levy resplandeciente desde hacía unas semanas, pero aquello no estaba dispuesto a aceptarlo. Por su parte, Levy sonrió aún más ante aquel comentario y un sonrojo se apoderó de sus mejillas sin ser consciente de ello.

- Lo estoy – aceptó la chica, después de todo se sentía realmente feliz en ese momento – Entré a la universidad que quería y ya no me tengo que sentir culpable por haber rechazado la otra oferta – expuso la peliazul bastante despreocupada – Además mis amigos también aprobaron y todo está comenzando a fluir. No tenemos más presiones por ahora, aparte de los exámenes finales en Fairy Tail que no serán pronto – Gajeel escuchó en silencio las palabras de su amiga, esperando el momento oportuno para hacer una pregunta que tenía en mente – Y hoy estamos aquí disfrutando y celebrando por haber ingresado. Me gustan estas reuniones con todos los del gremio. Es un poco más íntimo y todos están de muy buen humor – añadió la peliazul para luego hacer una pausa, la cual aprovechó el Redfox para intervenir.

- ¿Tenías otra propuesta de estudios? – el chico levantó una ceja al recalcar lo anterior.

- Sí – Levy fue clara, evitando dar rodeos. Presintió que el chico haría aquella pregunta, por lo que no le sorprendió – La rechacé porque no era el lugar que deseaba – mencionó la peliazul con seriedad – Y queda al otro lado del país – aquellas palabras alteraron imperceptiblemente a Gajeel, el cual imaginó en segundos la posibilidad de que ella hubiera aceptado irse – Cuando tardaron en aparecer los resultados de Mavis me arrepentí de haber rechazado la propuesta – confesó la pequeña chica, al tiempo que recordaba los desesperantes minutos que había vivido internamente durante la publicación de los resultados de la prueba de admisión – Y cuando leí que había aprobado, esos pensamientos desaparecieron de inmediato. Mi lugar es aquí – agregó la chica, relajando su semblante con sus últimas palabras.

- Me alegra que todo saliera como querías – comentó despreocupadamente el pelinegro, aligerando el ambiente también.

- Aparte de todo, también estoy feliz porque viajaremos dentro de poco – la chica retomó el tema anterior, dejando de lado cualquier conversación seria – Espero que este viaje no sea como el del instituto – manifestó con una sonrisa divertida.

- ¿No te quieres volver a varar conmigo? – bromeó el Redfox, intentando parecer relajado, pero la realidad era que le importaba la respuesta de su acompañante.

- No estaría mal – la mirada castaña se cruzó con un par de orbes carmesí. Se observaron con intensidad durante varios segundos que parecieron largos minutos. Gajeel sintió su corazón latir desbocado. Se había esperado cualquier otra respuesta, distinta a aquellas palabras tan directas y ambiguas a la vez.

Levy fue la primera en desviar la mirada. Los rasgados ojos de Gajeel la hicieron sentir avergonzada en cuestión de segundos. Su propia oración la había avergonzado y no se le ocurrió otra cosa para distraer la atención de quien aún no dejaba de observarla fijamente.

- ¿Ya hablaron sobre el nuevo viaje? – Gajeel decidió no profundizar en lo anterior. Prefería quedarse en la ignorancia y disfrutar ciegamente de lo que pudo haber significado las palabras de su amiga.

- Mirajane mencionó algo estando en la piscina – Levy también optó por seguirle la corriente al chico, dejando de lado su anterior comentario – Lo hablaremos mejor luego, pero creo que ya está decidido el lugar. Solo falta reservar los días – explicó la peliazul, basándose en la poca información que había dado Mira. La peliblanco solo había dado a entender que el viaje era casi un hecho y advirtió que todos comenzaran con sus propios preparativos, luego cuando estuvieran todos juntos daría los detalles completos.

- Soy miembro oficial del gremio y aun así me siento excluido – bromeó el pelinegro al enterarse de la información anterior. Levy sonrió, sabiendo por el tono del chico que no era en serio lo que decía.

- Lev-chan – una voz masculina llamó la atención de Levy, quién buscó a su amigo pelinaranja con la mirada – Comenzaremos una competencia. Se parte de nuestro equipo – invitó el delgado chico mientras se acercaba hacia su peliazul amiga.

- En este momento estoy haciéndole compañía a Gajeel – mencionó Levy, sorprendiendo a sus dos amigos.

- Estoy seguro de que a Redfox no le importará estar solo un rato – insistió Jet, no conforme con la anterior respuesta, al tiempo que le dirigía una mirada de pocos amigos a Gajeel.

- Para nada. No tengo problema – una sonrisa totalmente falsa se dibujó en los varoniles labios del Redfox. No le agradaban en absoluto los dos idiotas que seguían a Levy a todos lados, pero Jet era sin duda alguna el que menos toleraba – No te sientas obligada a estar aquí – esta vez se dirigió a su pequeña amiga, sin ganas de que ella dejara de compartir solo por sentirse responsable de acompañarlo.

- No es eso… - la peliazul fue interrumpida casi de inmediato por su larguirucho amigo.

- Ven con nosotros, Lev-chan – presionó el chico una vez más. Levy lo observó fijamente, sabiendo perfectamente que no solo quería que ella fuera para compartir juntos, sino para que se alejara de Gajeel – Los demás están esperando – la insistencia de Jet podía llegar a niveles inimaginables. Levy presionó los labios, sintiéndose totalmente incómoda al no querer decepcionar a ninguno de los dos – Lev – el pelinaranja era obstinado y no estaba dispuesto a recibir una negativa como respuesta. No permitiría que el pelinegro se quedara con ella.

- Volveré en un rato – Levy se dirigió a Gajeel, cediendo ante la insistencia de su delgado amigo.

- Diviértete – fue lo único que mencionó el Redfox antes de ver partir a ambos miembros de Fairy Tail. Cada vez odiaba más y más a aquel sujeto, pero debía controlar sus ánimos. A pesar de que las ganas de poner en su lugar a Jet eran casi incontrolables, debía tomar las cosas con calma, ya que bien sabía que a Levy no le agradaría en lo más mínimo que se peleara con cualquiera de sus dos admiradores.

Lo que no sabía el Redfox era que ese día trabajaría su paciencia como no lo había hecho en mucho tiempo. Hizo uso de todo su autocontrol cada vez que Jet o Droy interrumpían cuando apenas empezaba a hablar con la Mcgarden.

Levy se había percatado de la tensión y estaba llegando a su límite de tolerancia, pero aun así recibía a sus amigos con una sonrisa y les ofrecía la atención que buscaban.

Gajeel, por su parte, no solo estaba molesto por las repetidas interrupciones de Jet y Droy, sino también por las de Gray Fullbuster, quien no podía observar a Juvia cerca de él porque en segundos se acercaba a ambos, logrando distraer y alejar a la peliazul.

Para Gajeel los celos del Fullbuster estaban llegando a punto casi ridículo, pero no tenía ánimos de discutirlo ni con Juvia ni con el propio Gray, mucho menos en esa ocasión. Sin embargo, se sentía frustrado al haber pasado gran parte del día solo, gracias al trío de inseguros.

Cuando empezó a caer el sol y poco a poco los miembros del gremio comenzaron a aburrirse de la piscina, Gajeel logró distraerse con sus amigos sin preocuparse por el sol o el agua. Las horas comenzaron a pasar más rápido y el Redfox logró relajarse un poco, hasta que Levy se unió al grupo.

Charlaron entre todos con normalidad por varios minutos cuando, de un momento a otro, el grupo se desintegró una vez decidieron comenzar un nuevo juego. La peliazul pasó de ello y decidió quedarse compartiendo un poco más con el Redfox, quedando ambos un tanto apartados de todos los demás.

Gajeel volvió a hacer uso de su autocontrol cuando su compañera fue llamada de nueva cuenta por uno de sus dos amigos mientras hablaban animadamente. El pelinegro fulminó con su rojiza mirada al chico regordete, siendo olímpicamente ignorado por este. Con una sonrisa, Levy se disculpó de nueva cuenta y se retiró. El pelinegro la observó alejarse y detalló cómo la peliazul volvió a entrar en la piscina para acompañar a Jet y Droy.

- Si las miradas mataran creo que Jet y Droy estarían en problemas – Laxus rio en voz alta mientras se acercaba a Gajeel luego de presenciar la escena anterior. El rubio le ofreció una cerveza al Redfox, al tiempo que se recostaba de la pared con despreocupación, imitando al pelinegro en ese momento.

Laxus llevaba todo el día percibiendo ciertas miradas que no pudo pasar por alto, por lo que decidió intervenir cuando Gajeel volvió a quedar solo.

- No sé de qué hablas – el Redfox intentó sonar relajado, aunque internamente le hubiera dado la razón a su compañero de gremio.

- No le has quitado los ojos de encima desde hace un buen rato – Laxus se carcajeó al poder distinguir el brillo en los ojos escarlata del Redfox, el cual desvió su mirada lejos de Levy, en un intento de no darle la razón al Dreyar y aprovechando de darle el primer sorbo a su bebida - Mirajane fue la primera en percatarse de algo. Me lo comentó después de la fiesta de Ever – explicó con actitud despreocupada el rubio, consiguiendo la completa atención del Redfox - Mi mujer es bastante perspicaz, aunque no lo parezca – resaltó orgulloso el Dreyar mientras extraía de su bolsillo una caja de cigarrillos, ante la atenta mirada carmesí. Laxus se llevó un cigarro a la boca y no tardó en ofrecerle uno a su acompañante, quién aceptó sin decir palabra - Pero ahora se trata de algo bastante notorio si soy yo el que se está percatando de cómo la miras – Laxus retomó sus palabras luego de haber encendido su cigarrillo y el de su amigo. Gajeel caló con fuerza el cigarro, en un intento de drenar la inquietud que lo estaba invadiendo gracias a las palabras del chico a su lado - Te interesa, ¿eh? – Laxus continuó hablando, tomando el silencio de Gajeel como una afirmación constante.

Por su parte, el Redfox no estaba dado a hablar de sentimientos con Laxus, no en ese preciso momento y mucho menos estando sobrio aún.

- Bueno…se te nota – afirmó el rubio al percatarse de que su nuevo amigo no pensaba contestarle. El pelinegro gruñó ante la afirmación. Era la segunda persona, después de Juvia, que le decía que se le notaba y aquello no era de su agrado.

Gajeel bebió de golpe lo que le restaba de cerveza en la botella, deseando dejar de sentir. Los sentimientos hacían de todo algo más complejo y aquella complejidad empezaba a carcomerlo por dentro.

Laxus ya llevaba unas cuantas cervezas encima, por esa razón se le daba estar de hablador. Solo por eso se sentía capaz de hablar sobre sentimientos sin sentirse completamente ridículo.

- ¿Has pensado que tal vez no le desagrades del todo? - Gajeel continuaba sin decir palabra, a pesar de que la pregunta de su acompañante hiciera que su corazón se acelerara y su mente comenzara a analizar las posibilidades de que aquello fuera cierto - No eres un Don Juan, pero tienes algunos puntos a favor – el Redfox observó al rubio con una ceja en alto, pero en vez dirigirle la palabra, decidió llevarse el cigarrillo a los labios de nueva cuenta, inhalando el humo en silencio, sin ánimos de darle cuerda a su compañero – No me lo estás preguntando, pero te voy a contar algo – Laxus volvió a hablar luego de un silencio prolongado por las caladas de cigarrillos. Gajeel esperó atento las palabras de su compañero, pero este solo se dispuso a degustar el cigarro que tenía entre los dedos.

- Habla – instó el Redfox, sintiendo que no quería seguir con aquella conversación, pero su curiosidad no permitía que el tema quedara en el olvido por completo.

- Debes saber que Levy es uno de los miembros más apreciados del gremio. Y eso es porque se lo ha ganado – las palabras de Laxus se tornaron serias de un momento a otro, llamando aún más la atención del pelinegro - Siempre está atenta a todo y se preocupa por todos. Ella es una chica alegre, juiciosa, de carácter fuerte y un poco mandona, pero también es sensible, nerviosa y sentimental. Yo lo aprendí a la mala – el rubio terminó su cigarrillo luego de aspirar profundo. Gajeel lo observó fijamente, sin perder detalle de cada una de las expresiones de su compañero, mientras lo imitaba y terminaba su propio cigarrillo.

- ¿A qué te refieres? – preguntó al sentir que Laxus estaba tardando más de lo necesario en continuar su relato.

- Verás… - el Dreyar reorganizó sus pensamientos. No le gustaba recordar sus acciones en el pasado, pero era algo que no podía evitar en absoluto. Algo con lo que cargaría el resto de su vida, a pesar de que ya estuviera superado - Cuando ella llegó aquí era bastante desconfiada. Era tan minúscula que eso me divertía. Me entretenía acercarme a ella y ver como se ponía nerviosa con tanta facilidad. Mi pasatiempo era intimidarla cada tanto – Laxus se sorprendía que aún le costara confesar aquello. Recordaba aquellos tiempos y no se reconocía a sí mismo - Sus reacciones me parecían graciosas y no podía dejar de burlarme de ella cuando empezaba a balbucear. Era como un ratoncito asustado – continuó hablando, intentando ignorar el desagrado que sus propias palabras le ocasionaban. El Dreyar no era consciente de la causa del temor absurdo por parte de la peliazul. Ni siquiera sospechaba que ella hubiera pasado por una situación de abuso que la marcó por mucho tiempo. Si lo hubiera sabido, no habría llegado a las instancias que llegó - Hasta que un día de verdad la hice alcanzar su límite –

- Maldición, ¿de qué me estás hablando? – expresó Gajeel sin creer lo que estaba escuchando en ese momento y sin siquiera sospechar lo que vendría a continuación.

Para ese momento todos los demás estaban lo suficientemente distraídos como para poner atención en la tensión que se había instalado entre los dos hombres.

- Freed y yo nos acercamos a ella y soy consciente de que nos pasamos de la raya – se adelantó a decir el rubio mientras cruzaba miradas con su compañero, para luego volver a ver a la nada con su mentón en alto, disponiéndose a proseguir – Entre broma y broma la arrinconamos y en cuestión de segundos empezó a temblar. Todo eran bromas y risas hasta que las lágrimas comenzaron a surgir. Levy estaba realmente asustada con nuestra cercanía, aunque supiera que nosotros no éramos capaces de ir más allá – Gajeel oprimió sus puños mientras escuchaba en silencio una historia que jamás se hubiera imaginado que ocurrió dentro de las paredes del gremio - Nunca vi tanto miedo en una mirada – destacó el rubio, rememorando los cristalinos ojos de la que era ahora una de sus mejores amigas - Mira intervino y la ayudó a calmarse. Todas las chicas se vinieron en mi contra por eso – una sonrisa amarga se dibujó en el rostro del Dreyar – Lo merecía y yo lo sabía. Me había extralimitado y me arrepentía por haber hecho lo que hice – el rubio extrajo de nueva cuenta la caja de cigarrillos, llevándose uno directo a los labios para luego volver a ofrecerle al Redfox, el cual volvió a tomar otro entre sus dedos - Me sentí mal y quise arreglarlo, pero no fue nada fácil. Aparte de temerme, ella estaba avergonzada por lo débil que se había mostrado. Así que apenas me acercaba, ella huía rápidamente – Laxus habló mientras encendía el cigarrillo. Gajeel esperó que le pasara el encendedor para imitarlo - Para resumirte, poco a poco logré acercarme y ganarme su confianza de vuelta. Desde entonces tengo presente que detrás de ese carácter fuerte hay alguien sensible que se puede romper si ejerces demasiada presión – declaró el rubio al tiempo que buscaba a Levy con la mirada, observándola mientras compartía con sus amigos aun dentro del agua - Por eso casi mato a un demente que la quiso agredir en un restaurante. Pero esa es otra historia – Gajeel conocía aquella otra historia, pero la que acababa de escuchar lo había impresionado suficiente como para no querer desviar sus pensamientos.

Después de Phantom Lord Levy había terminado rota y lo que acababa de confesarle Laxus era otra prueba de ello. El pelinegro aceptó para sí mismo una vez más que le dolía no haber estado con ella para apoyarla.

- Claro está que ha cambiado. Levy se ha fortalecido poco a poco. Si yo hubiera hecho aquello a la Levy de ahora me hubiera ganado un buen golpe entre las piernas – Gajeel no pudo evitar dibujar una sonrisa en sus labios luego de las palabras de Laxus, sabiendo que el chico tenía razón, pero su sonrisa desapareció de inmediato cuando los verdosos ojos de Laxus se posaron en él - Te cuento todo esto para que tengas presente un detalle bastante simple – la mirada del Dreyar reflejaba un brillo intenso, dejando saber que lo siguiente no sería una simple advertencia - Todos la apreciamos lo suficiente como para hacerle la vida imposible a quien se propase con ella o quién intente herirla. Levy ha tenido varios pretendientes y de casi todos se deshizo ella misma, solo de un par nos hemos encargado nosotros – Gajeel agudizó su mirada escarlata, enfrentando la de su amigo - Tienes madera, Redfox. Veo en tus ojos que la aprecias también, pero si das un paso en falso te encontrarás con la pared que es Fairy Tail. Ella no está sola. Tenlo presente – las palabras de Laxus atravesaron al pelinegro. Más que una advertencia, aquello había sonado a una amenaza, pero ello no disgustó en absoluto al Redfox. Se sentía bien al saber que Levy estaba rodeada de gente dispuesta a protegerla, así tuvieran que protegerla de él mismo.

- Lo tendré en cuenta – afirmó Gajeel mientras inhalaba con el cigarrillo entre sus labios. Quería preguntarle varias cosas al rubio, pero observó a la Mcgarden aproximarse a ellos y decidió relajarse un poco, después de todo el ambiente entre ambos se había tornado tenso luego de la anterior conversación.

- ¿Qué están haciendo? – preguntó la peliazul mientras terminaba de acortar la distancia. La chica estaba secando su cabello con una toalla, dando a entender que no volvería al agua.

- Estábamos hablando cosas de hombres, Chiquilla – contestó con una sonrisa Laxus, al tiempo que despeinaba a la chica con una caricia poco delicada. Levy apartó la mano del Dreyar inmediatamente mientras le dirigía una mirada asesina. Gajeel rio ante la escena, ganándose que los orbes castaños lo atravesaran a él también – No te molestes, Lev – mencionó el rubio al tiempo que dejaba ver una gran sonrisa. Le gustaba bromear con su amiga y ella ya estaba acostumbrada, por lo que sabía que la furia en la mirada castaña no era verdadera – Gajeel me estaba pidiendo jugar la versión erótica de dibujo a ciegas – aquellas palabras atrajeron la atención tanto del mencionado como de la Mcgarden. Para la chica las palabras de su amigo no habían tenido ningún sentido.

- ¿Jugar el qué? – preguntó confundida, sin saber a qué se había referido Laxus.

- ¿No lo conoces? – el rubio respondió con otra pregunta, realmente sorprendido de que su pequeña amiga no conociera el mencionado juego y no le hiciera gracia su anterior comentario.

- Déjalo así – intervino Gajeel, sin ánimos de que la Mcgarden descubriera el significado de aquel juego y se burlara de él gracias al invento de Laxus.

- Tú puedes explicarle – mencionó el Dreyar con una sonrisa traviesa, dirigiéndose hacia Gajeel – Yo iré por una bebida – el rubio se marchó de prisa sin ser detenido por ninguno de sus amigos. El Redfox atravesó la amplia espalda de Laxus con la mirada mientras el otro se marchaba de forma relajada.

- No sabía que fumabas – las palabras de Levy atrajeron la atención del pelinegro hacia ella.

- No lo hago – confesó Gajeel mientras observaba el cigarrillo enrojecido entre sus dedos – Solo lo he probado un par de veces para fines de socializar – el chico fue sincero, después de todo nunca le había tomado el gusto al arte de fumar.

- Has probado muchas cosas – mencionó la peliazul con cierto deje de reprimenda en su tono de voz.

- Mas de las que imaginas – el chico sonrió al notar que su amiga no parecía alegre con aquella afirmación.

- Quiero probar – las manos de Levy hicieron contacto con la del pelinegro al querer tomar el cigarrillo. Gajeel dejó que la peliazul lo sostuviera, sintiéndose un poco sorprendido por la acción de ella.

- No creo que te guste – declaró el Redfox mientras detallaba como Levy observaba con curiosidad el rollito de nicotina.

- Creo que eso lo puedo decidir yo – manifestó la chica mientras volvía su mirada hacia su compañero. Nunca le había atraído la idea de probar el cigarrillo, aunque varios de sus amigos fumaran con cierta frecuencia. Pero el saber que Gajeel lo había probado, y aun así no era un fumador habitual, despertaba su curiosidad y las ganas de salir de su zona de confort.

- Como quieras – el chico se cruzó de brazos, sin apartar su atención de la Mcgarden – Es similar al cannabis, solo que esta vez debes mantener un poco el humo en tu boca y luego ir aspirando de a poco. Así no irritarás tu garganta – explicó de manera simple en un intento de que la chica no se ahogara con la primera calada.

Levy asintió y sin pensarlo demasiado se llevó el cigarrillo a los labios. Gajeel la observó aspirar el humo y sonrió cuando la peliazul arrugó la cara.

- Esto sabe horrible – manifestó la chica mientras sentía como su garganta ardía y las ganas de toser se hacían presente. El Redfox rio de forma particular y tomó de vuelta el cigarrillo, el cual ya estaba por la mitad. Sin dudar, el pelinegro se llevó el cigarro a los labios y le dio una buena calada, bajo la atenta mirada de Levy - ¿De verdad esto tiene algún efecto? – preguntó la Mcgarden al tiempo que volvía a tomar entre sus dedos el pequeño cilindro lleno de nicotina, queriendo darle una segunda probada para confirmar que realmente no le gustaba.

- Puede llegar a ser relajante – mencionó Gajeel mientras la observaba aspirar una vez más el humo que producía el cigarrillo al quemarse – Algunos aseguran que fumar también mejora su concentración – manifestó el chico. Levy lo observó fijamente, haciendo que sus miradas se cruzaran por más tiempo del acostumbrado.

Gajeel se negó a apartar su mirada, sintiendo que todos a su alrededor desaparecieron. Estaba sorprendido de sentirse tan a gusto al estar compartiendo un simple cigarrillo con Levy, algo que jamás hubiera pasado por su cabeza.

- Lev, ¿qué estás haciendo? – la repentina voz de Jet provocó que rompieran el contacto visual abruptamente. Levy se exaltó al no haber sentido a su amigo acercarse y se desconcertó cuando este sujetó su mano con poca delicadeza - ¿Qué haces fumando? – el pelinaranja tomó con su mano el cigarrillo para luego arrojarlo contra el suelo y acto seguido pisotearlo un par de veces.

- No es nada… - la chica intentó explicarse, pero su amigo la interrumpió casi de inmediato.

- Eso es lo que te ofrece esta escoria – Jet le hizo frente a Gajeel, provocando que el pelinegro deseara poder descargar todo su enojo en el mejor amigo de la peliazul.

- Cálmate, Larguirucho. Mcgarden es lo suficientemente grande como para tomar sus propias decisiones – Gajeel acortó la distancia que había entre el pelinaranja y él, buscando intimidarlo, pero Jet no rehuyó.

- Eres una mala influencia, Redfox – Jet observó con furia los orbes carmesíes de su compañero de gremio – Primero los aretes y ahora esto – el delgado chico se atrevió a sujetar de la playera de Gajeel, quién inmediatamente sujetó con fuerza la huesuda mano del pelinaranja, buscando zafarse del agarre.

- Jet, detente – Levy posó sus manos sobre el hombro de su amigo, en un intento por separarlo de Gajeel.

- Hazle caso, Larguirucho – Gajeel quiso provocar al chico, el cual no deshizo su agarre sobre la playera del Redfox a pesar de la fuerte presión que este estaba ejerciendo sobre su mano.

- Apártense – la peliazul levantó un poco más la voz, llamando la atención de varios a su alrededor – No permitiré que me armes una escena por nada – las rudas palabras de la Mcgarden se dirigieron a su mejor amigo, quien sintió un escalofrió ante el tono de voz de la chica.

Levy no era una persona a la que le gustasen los conflictos y el pelinaranja lo sabía. Aquellas palabras de su amiga habían sonado a advertencia y no estaba dispuesto a averiguar las consecuencias.

Jet deshizo el agarre lentamente y volvió a tomar distancia. Levy suspiró aliviada de forma imperceptible, hasta que detalló la mirada del Redfox. Los rojizos ojos de este brillaban de manera amenazante. Gajeel estaba enojado y podía notarlo.

- Ven aquí – la peliazul tomó del brazo al pelinaranja y lo dirigió hacían el interior del gremio. Quiso separarlo de Gajeel antes de que volvieran a cruzar palabras y posiblemente llegasen esta vez al punto de los golpes.

La chica estaba cansada de la actitud de Jet y era el momento perfecto de darle una advertencia. Levy aprovechó que Droy estaba en el camino y lo arrastró con ella también. Sentó a los dos chicos en una de las mesas del gremio y se dispuso a hablar de forma bastante seria sobre lo acontecido ese día y días anteriores, en los cuales alguno de los dos chicos había buscado cualquier excusa para provocar a Gajeel.

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Por su parte, Gajeel bajó la guardia en cuanto Levy se marchó con el pelinaraja. Casi de manera inmediata Natsu se acercó a él y empezó a bromear sobre lo acontecido.

El pelirrosa y los demás habían presenciado el momento de tensión justo antes de que Jet se apartara, por lo que comenzaron a especular las razones por las que Jet se pondría violento, llegando a hacer varios chistes sobre ello.

El Redfox se obligó a sí mismo a relajarse. No quería hacer un espectáculo que luego todos le recriminarían. Estaba seguro de que al menos Levy le daría un sermón por haber provocado al pelinaranja y por no haber evitado el breve enfrentamiento. No quería discutir con la chica por culpa de terceros, pero su paciencia estaba al límite y sabía que el cualquier momento estallaría del todo.

Por esa razón decidió despejar sus pensamientos con ayuda del alcohol. Después de la entretenida escena, todos continuaron bebiendo y jugando de forma despreocupada, por lo que el pelinegro se integró en el grupo sin miramientos. Dejando atrás lo acontecido.

Las reuniones en Fairy Tail se caracterizaban por ser entretenidas y bastante ruidosas, como lo estaba siendo en esa ocasión. Las horas seguían transcurriendo y la fiesta se intensificó entrada la madrugada, por lo que todos se resguardaron dentro del gremio, en un intento de que la música, los gritos y las risas no llamaran la atención de nadie a esas altas horas de la noche.

Levy observó desde la mesa donde estaba cómo el grupo de juegos se divertía con una dinámica de cartas bastante peculiar. Ella había pasado gran parte del tiempo con sus dos amigos, hablando de todo lo que ocurrió y manifestando las molestias de cada uno. Aquello era algo que había postergado por bastante tiempo, pues no había creído que fuera tan necesario hasta ese momento.

Jet era el más afectado con la presencia de Gajeel y, a pesar de que lo hablaron, Levy presintió que el chico no había soltado todo lo que tenía en su interior.

Luego de prolongados minutos, zanjaron el tema y los chicos se levantaron de la mesa para buscar despejarse, pero Levy continuó en su lugar por un tiempo más, preparándose mentalmente para la otra conversación que tenía pendiente.

Su castaña mirada buscó a Gajeel desde la lejanía. El Redfox parecía estarse divirtiendo y no quería interrumpir, por lo que decidió esperar un poco más.

En cuánto sus amigos tomaron un descanso entre juego y juego, la peliazul se levantó de su sitio y se dirigió hacía Gajeel.

Era ahora o nunca.

- ¿Tienes un momento? – la chica posó su mano sutilmente sobre el brazo del Redfox, llamando su atención inmediatamente. Gajeel observó a su compañera y supo al instante que había llegado el momento de la reprimenda. El pelinegro suspiró y asintió, para luego seguir en silencio a la Mcgarden, quien emprendió camino hacia el área de la piscina, en busca de un lugar más tranquilo para hablar.

Ninguno de los dos sintió la mirada que los siguió hasta que cruzaron la puerta trasera.

Mira se acercó a Laxus y le susurró algunas palabras. El chico sonrió y luego se volvió hacia Jet y Droy, buscándole conversación a ambos chicos y retándolos a jugar una nueva partida de cartas.

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- Tranquila, tenemos toda la noche – las palabras de Gajeel destilaban sarcasmo. Desde que salieron del gremio Levy no había pronunciado palabra, simplemente permanecieron de pie a un lado de la piscina. La chica estaba buscando una forma de iniciar la conversación sin que su compañero se molestara.

- No quiero que se repita lo de hoy – soltó la peliazul, optando por exteriorizar sus sentires sin ocultar que ella también se veía afectada por todo aquello. Gajeel la observó con dureza, sin entender a qué se refería realmente con esas palabras – Jet no es una mala persona – añadió la pequeña chica, levantando su mirada para chocar con la carmesí de su acompañante.

- Yo tampoco lo soy – se defendió el Redfox – Y no me ves buscando problemas a su alrededor – manifestó el chico para luego darle un sorbo a la bebida que llevaba consigo.

- Noté tus intenciones. Estabas dispuesto a pelear – la Mcgarden agudizó su mirada. No iba a permitir que su amigo se victimizara.

Gajeel rompió el contacto visual, sabiendo que la peliazul lo estaba leyendo como si de un libro se tratase. No serviría de nada excusarse.

- No me vengas a pedir que me disculpe. Si él quiere pelea no voy a huir – Gajeel se apartó de la chica, dirigiéndose hacia una silla tumbona y tomando asiento.

- Te voy a pedir que lo ignores. No les sigas la corriente – la pequeña chica lo siguió, sentándose a su lado en la misma silla – A veces hace las cosas sin pensar – continuó hablando a pesar de que Gajeel no la estaba mirando – Tanto Jet como Droy sienten que estás invadiendo su territorio, por eso se comportan como lo hacen – la peliazul se estaba enfocando en defender a sus amigos, sabiendo que no eran las personas que estaban demostrando ser.

- ¿Ahora eres parte de su territorio? – preguntó el pelinegro con tono serio. No le agradaban para nada aquellos dos y nada lo haría cambiar de parecer.

- Ya hablé con ellos. Creo que les hice entender cómo son las cosas – declaró la peliazul. Aquel había sido el tema en el que más había ahondado. El dúo de amigos tenía la falsa concepción de que ella les pertenecía, por lo que no toleraban que otro hombre se le acercase. A Levy le parecía ridículo, por ello tuvo que hablar con seriedad, dejándoles en claro su lugar y explicándoles que el Redfox no era una amenaza en ningún sentido – Me dijeron que no volvería a pasar, pero quiero que sea algo de parte y parte – requirió la chica, esperando que su amigo no hiciera la situación más complicada – Por favor, Gajeel – el pelinegro chasqueó la lengua después de que la Mcgarden le pidiera aquello de una forma que le resultó cautivante.

- Está bien – aceptó por fin, aun evitando hacer contacto visual con la peliazul – Pero que eviten acercarse a mí en la medida de lo posible. No los tolero – manifestó el Redfox, no estando dispuesto a dejarse humillar por los otros dos.

- Bien – la sonrisa de Levy fue ignorada por el pelinegro. Sin embargo, el chico percibió la felicidad de esta – Los cuatro pondremos de nuestra parte – la peliazul se incluyó a sí misma, después de todo ella también tenía que ver en todo el dilema, aunque no buscara provocar a nadie.

- Siempre te sales con la tuya. No entiendo qué te preocupa – mencionó el chico para luego beber de su cerveza, de la cual terminó ofreciéndole a la peliazul, quién para su sorpresa la aceptó.

- No siempre – la sonrisa de Levy permaneció intacta aun cuando le dio un sorbo a la bebida alcoholizada - ¿Se siente bien ser un miembro oficial del gremio? – preguntó sonriente la peliazul, en un intento de amenizar completamente la conversación. La tensión en sus hombros había disminuido desde que Gajeel aceptó ayudarla a mantener la situación en paz.

- Vaya que fue extraña esta bienvenida – declaró el Redfox, dejando ver el atisbo de una sonrisa irónica. El día había sido peculiar y no completamente de su agrado.

- La fiesta en la piscina después de un nuevo ingreso al gremio es un chiste interno – confesó la peliazul, ganándose la completa atención del Redfox después de sus palabras – Cuando comenzó la idea de plasmar el emblema en nuestros cuerpos no sabíamos nada sobre tatuajes y sus cuidados – relató Levy con una sonrisa aún más amplia, recordando los inicios del gremio y agradeciendo que ella vivió parte de esa etapa con ellos – Varios nos atrevimos a tatuarnos de primeros y como celebración hicimos una fiesta en la piscina – una delicada risa se escapó de los labios femeninos al recordar la cara de todos en aquel momento – Natsu, Gray, Erza, Mira y yo no pudimos disfrutar la celebración completamente. Así que cuando los demás comenzaron a tatuarse decidimos repetir la fiesta en la piscina – Gajeel la observó bastante sorprendido con sus palabras – Ustedes no fueron la excepción – añadió la chica, anclando su mirada en los orbes carmesí que la estaban observando.

- ¿Fuiste una de las pioneras en cuanto a tatuarse? – preguntó el joven totalmente incrédulo – Estoy impresionado. No esperaba algo así – confesó el pelinegro – Me acabo de percatar de algo…Tienes un tatuaje y perforaciones – señaló el pelinegro - ¿Y luego soy yo el rebelde? – bromeó, consiguiendo que Levy también sonriera ante el comentario.

- Tú también tienes ahora un tatuaje. Así que continúas siendo más rebelde que yo – Levy siguió con la broma, disfrutando del momento. En ese instante se sentía totalmente relajada y quería conservar dicha sensación. Estaban conversando con tranquilidad, sin nadie que los interrumpiera o molestase, lo cual no habían podido hacer durante el día por más de cinco minutos seguidos.

- Ahora que lo mencionas… nunca he visto tu marca del gremio – resaltó el Redfox, recordando la conversación de meses atrás, donde Levy comentó que la marca se encontraba en su espalda. Nunca había podido detallar el tatuaje, ya que la chica era bastante reservada a la hora de vestirse.

La peliazul observó al chico con detalle para luego hablar.

- Quise que estuviera en un lugar discreto, por lo que es difícil de ver – para sorpresa de Gajeel su amiga le dio la espalda y comenzó a despojarse de su blusa. El pelinegro se paralizó en ese preciso instante, hasta que notó el bañador cubriendo la nívea piel de la joven.

Levy aún permanecía con el bañador enterizo debajo de su ropa, por lo cual no se sintió tan avergonzada al desvestirse a medias frente al Redfox.

- El bañador cubre la marca, Mcgarden – habló el chico, intentando no demostrar el creciente nerviosismo que comenzaba a apoderarse de él. Había estado todo el día detallando a la peliazul y sabía de sobra que el bañador cubría esa área, dejando ver solo una pequeña parte de la marca.

- Apártalo – Levy se mordió su labio inferior luego de pronunciar esa simple palabra. El rostro de la joven se enrojeció de inmediato, sonrojo que fue totalmente ignorado por el Redfox debido a que este se encontraba a sus espaldas.

A pesar de la vergüenza, Levy no se retractó de sus palabras. La peliazul permaneció inmóvil, aun cuando su piel se erizó al sentir el leve toque de Gajeel sobre el grueso tirante de su bañador.

Después de pensarlo dos veces, el pelinegro se atrevió a hacer lo que ella le había dicho. Tomó el tirante entre sus dedos y lo deslizó lentamente por el brazo izquierdo de su amiga. Se sintió culpable al tocar con la yema de sus dedos la suave piel durante el corto trayecto del tirante descendiendo.

A pesar de no haberle tomado más que un par de segundos, fue suficiente para sentir una leve corriente eléctrica recorrer sus dedos. Un hormigueo agradable se instaló en su mano e inmediatamente detuvo el contacto. No podía dejarse llevar.

Una vez apartó el tirante, la marca del gremio quedó totalmente al descubierto. El emblema había sido plasmado sobre el omoplato izquierdo. La marca era blanca, con un delicado bordeado en una tonalidad naranja bastante sutil.

El nerviosismo surgió en Levy al no escuchar palabra de su compañero, sintiéndose observada. El calor en su rostro iba en aumento, hasta que el chico tomó la palabra.

- Te queda bien – elogió el Redfox después de darse cuenta de que había permanecido largos segundos totalmente embelesado con la espalda femenina – Es totalmente de tu estilo – volvió a hablar, sintiéndose tentado a tocar el tatuaje de la chica, pero se contuvo haciendo uso de todo su autocontrol. Había bebido durante todo el día, pero aún estaba dentro de sus cabales, totalmente consciente de lo que estaba haciendo.

- Es un poco similar a la marca de Mira – comentó la peliazul, ladeando su rostro hacia Gajeel, siendo cuidadosa de que su bañador no descendiera más de lo debido. Fue entonces cuando Gajeel apreció el sonrojo en las mejillas de ella y Levy notó una ligera coloración en el rostro masculino. La peliazul sonrió, sintiéndose bien al percatarse de que había provocado una reacción en el chico sin haberlo querido - ¿Estás sonrojado, Redfox? – Levy no ocultó su sonrisa juguetona al mencionar aquellas palabras. Poner nervioso a Gajeel era algo bastante extraño, una faceta casi desconocida para ella y, sin saber por qué, quería conocerla.

- Estás delirando – Gajeel intentó parecer relajado ante la pequeña chica, pero la verdad era que lo había tomado con la guardia baja.

- Te estás sonrojando más – señaló la peliazul con una sonrisa gigante al percatarse de que su amigo en realidad estaba avergonzado y la coloración en su rostro iba en aumento – Nunca te había visto así – confesó la joven al tiempo que clavaba sus ojos marrones en los escarlatas, pudiendo notar que había alterado a su compañero.

- No sé de qué hablas, Mcgarden – Gajeel apartó la vista al instante. No era la primera vez que se ponía nervioso ante Levy, pues aquello ya era casi costumbre. Sin embargo, era la primera vez que lo demostraba. La peliazul lo tomó desprevenido y no desaprovechó la oportunidad para echárselo en cara.

- ¿Tanto te gustó mi tatuaje? – preguntó Levy en un susurro. El tono de su voz fue bajo y sumamente agradable ante los oídos del Redfox, el cual solo decidió ignorar la pregunta de forma deliberada – Gajeel… - Levy posó gentilmente una de sus manos sobre la pierna del pelinegro, en busca de que él volteara a verla, pero obtuvo el efecto contrario. Gajeel se levantó rápidamente de su asiento, en un intento de evitar un contacto prolongado con la chica, pues en cuestión de segundos su mente se vio invadida por pensamientos que se había prometido a sí mismo no volver a tener - ¿Desde cuándo le temes al toque de una mujer? – preguntó en forma de broma la peliazul cuando el Redfox se alejó de ella.

Levy acomodó el tirante de su bañador y también se puso de pie, dispuesta a volver a reducir la distancia entre ella y su acompañante.

- No le temo a nadie – Gajeel enfrentó la mirada de Levy en cuanto ella se aproximó. No quería demostrarle que estaba huyendo de ella, aunque fuera más que evidente – Ahora entremos. Se deben estar preguntando dónde estamos – era usual que Gajeel enfrentara a cualquiera que se metiese con él, pero en ese momento sintió que lo más inteligente era huir de ahí. Levy había pasado de bromear a tomar una actitud un tanto extraña, la cual no quería malinterpretar y que sus pensamientos comenzaran a volar, llevándolo a hacer algo de lo que después se podría arrepentir.

Por su parte, Levy no insistió. Sonrió divertida por el persistente y notorio nerviosismo que atacó a su amigo, pero no dijo más. La peliazul aceptó la sugerencia del chico y lo siguió de cerca mientras se colocaba su blusa de nuevo.

Por primera vez ella había dominado la situación y aquel sentimiento fue totalmente placentero. La idea de un Gajeel sumiso le hacía gracia y, a la vez, despertaba cierto interés que resultaba ser totalmente ajeno a ella y a su personalidad.

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